Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. El amor a la OTAN (Observación de José Luis Martín Ramos).
2. Sequía mediterránea.
3. Discurso de Lavrov sobre la cumbre Xi-Putin.
4. Fundamentalismo religioso y neoliberalismo.
5. Ecologismo desde abajo.
6. Reflexiones sobre la guerra.
7. Nueva era de plagas del capitalismo, 3.
8. Próximos pasos en Irán (observación de José Luis Martín Ramos).
9. El fin de la impunidad israelí.
1. El amor a la OTAN
He de reconocer que he leído el artículo porque me ha hecho gracia el título, pero, una vez leído, tampoco está tan mal… Es de la página Anarchismo.Comidad, pero la he visto en Sinistra in rete. No sabía que Arabia Saudí hubiese dedicado tantos recursos a Bosnia. Tampoco conocía la anécdota final de Proudhon y los economistas. 🙂
La OTAN siempre del lado del amor
de comidad
Casi todos los observadores señalaron que no era casualidad que la visita de Xi Jinping a Belgrado coincidiera con el aniversario del bombardeo de la OTAN sobre la capital serbia. En aquella ocasión, la embajada china también fue alcanzada, con algunas bajas entre el personal. Como se dice en la jerga diplomática, «la visita reforzó la cooperación económica entre ambos países», pero también hay que tener en cuenta la cooperación militar, que ya culminó con el suministro de un sistema antimisiles chino a Belgrado en 2022. Los sistemas defensivos ajenos son percibidos con razón por nosotros como una amenaza, ya que alteran el equilibrio de poder; por no hablar de que querer escapar a la pedagogía del bombardeo denota un poco de arrogancia por parte de los serbios.
El bombardeo de la OTAN en 1999 se considera un punto de inflexión en la evolución de la alianza euroamericana en clave explícitamente agresiva. En realidad, la OTAN ya había empezado a bombardear a los serbios cuatro años antes, en 1995. En aquel caso se trataba de los serbios de Bosnia, considerados por los medios de comunicación occidentales como los únicos, o principales, responsables del recrudecimiento de la guerra civil en la antigua Yugoslavia, e incluso de un genocidio contra los musulmanes bosnios.
Con la ayuda de la OTAN, una alianza de croatas y musulmanes consiguió recuperar gran parte de Bosnia. En un artículo de hace cuatro años, el periódico en línea «The Post» recordaba aquel acontecimiento e intentaba esbozar una serie de posibles causas.
Sin embargo, a esa reconstrucción le faltaban detalles macroscópicos y un actor decisivo, a saber, el dinero y quién lo proporcionaba. Afortunadamente, precisamente las fuentes saudíes son pródigas en detalles sobre el flujo de fondos que la principal petromonarquía del Golfo ha dirigido a Bosnia desde su declaración de independencia en 1992, pero también antes de esa fecha. El diario saudí «Arab News» contiene detalles sobre el importe y la continuidad de la financiación y también sobre el destino de los fondos, incluidas organizaciones y actividades «culturales». Las terapias de Alzheimer palidecen en comparación: parece que el dinero saudí ha despertado la memoria étnica y religiosa de muchos bosnios, alrededor del 51%, haciéndoles recordar de repente sus raíces islámicas e induciéndoles así a votar por la independencia en el referéndum de 1992. El dinero no es sólo poder adquisitivo, es sugestión, fascinación. El desglose de Max Weber de los tipos de poder resultó un tanto evanescente, en particular el poder legal-racional del Estado resultó quimérico, dado que todos los regímenes viven a caballo entre la legalidad y la ilegalidad, y además están sometidos a las pulsiones extemporáneas de los lobbies empresariales. En cambio, se ha demostrado que el poder carismático lo posee el dinero, que hipnotiza y atrae a las multitudes sin necesidad siquiera de pagarles. El fetichismo del dinero ha condicionado incluso a las oligarquías occidentales, ya que fue necesaria una guerra para descubrir que se habían desindustrializado hasta el punto de no poder producir municiones.
En un país pobre, la llegada de una masa de dinero tiene obviamente un efecto desestabilizador, alterando las relaciones de poder, las expectativas y los equilibrios sociales; por eso no es extraño que los serbios se hayan sentido en peligro. Si hubiera habido un debate serio sobre un acuerdo de paz en Bosnia, Arabia Saudí no debería haber estado ausente de la mesa de negociaciones. Sin embargo, la OTAN no estaba interesada en el cese de las hostilidades y las masacres, sino sólo en expandirse hacia el este a expensas del aliado natural de Rusia, Serbia. Incluso en Chechenia, Libia y Siria, la llegada del dinero de las petromonarquías coincidió con la radicalización islámica. Arabia Saudí y Qatar son sujetos imperialistas autónomos, cuyos intereses, sin embargo, convergen con los de la OTAN e Israel, ya que comparten los mismos objetivos.
Hoy existe Internet y, por tanto, la posibilidad de encontrar información accediendo directamente a las fuentes; pero quizá ya en 1995 podíamos entender al menos que la narrativa dominante mentía cuando echaba la culpa exclusivamente al bando serbio. Hoy, como entonces, nuestro faro en la niebla, nuestra brújula y guía espiritual es Adriano Sofri, el campeón de la publicidad pro OTAN desde hace al menos treinta años. De él hemos aprendido lo que es el clásico ‘argumentum ad fondellum’, el que garantiza que nos están contando todo mentiras. Es el mantra «antisemitismo y similares», que Sofri fue capaz incluso de sacar a relucir sobre los musulmanes de Bosnia comparados con los judíos. En resumen, están los malos, los ‘odiadores’, que de repente arremeten contra algún inocente, por lo que hay que reeducarlos con bombas. Explicar cualquier conflicto por el odio étnico exime de identificar las condiciones materiales de la guerra, es decir, los factores que permitieron que el odio latente se expresara. Entre los seres humanos, el odio no es una variable, es una constante, existe incluso en el seno de las familias. Es necesario identificar el hecho nuevo, la variable que inclinó la balanza. Tal vez esa variable fue el amor de la OTAN.
Los saudíes son una dinastía adélfica, en la que la sucesión al trono tiene lugar entre hermanos; esto implica un hábito de intriga y conspiración, de modo que si una empresa sale mal, no hay drama al respecto, forma parte del presupuesto familiar. Vimos cómo los saudíes estaban dispuestos a volver a abrazar cordialmente a Assad, tras reconocer deportivamente que no habían logrado eliminarlo. La intervención rusa en Siria en 2015 cambió el equilibrio de poder en toda la región de Oriente Medio. Aunque no había intención por parte rusa de debilitar a Israel, objetivamente lo hizo, ya que confirió un crisma de inamovilidad al régimen alauí de Assad y a su eje con Irán. Esto explica la neurastenia actual de los dirigentes israelíes. Durante la década de 1980, el imperialismo ruso se había hundido debido a sus costes insostenibles, pero ahora está resucitando gracias al amor de la OTAN y de las petromonarquías, que le han ofrecido, sin saberlo, nuevas oportunidades de protagonismo.
Incluso las sanciones han resultado ser un chollo para Rusia. En un artículo publicado en mayo de 2022 en el «New York Times», Paul Krugman, premio Nobel de Economía estadounidense, fue categórico desde el título, que evocaba el supuesto estrangulamiento económico de Putin. Hay que recordar que en aquella época Europa aún no se había desvinculado completamente (según él) de los suministros energéticos de Rusia, que las medidas contra los «oligarcas» no habían hecho más que empezar y que los famosos «paquetes» de sanciones estaban aún en pañales. En el artículo, Krugman explica la aparente paradoja de forma difusa: «Las exportaciones rusas se han mantenido y el país parece en camino de alcanzar un superávit comercial récord. Entonces, ¿está ganando Putin la guerra económica? No, la está perdiendo». Y concluye: «Pero el superávit comercial de Rusia es un signo de debilidad, no de fortaleza. Sus exportaciones se mantienen bien, a pesar de su condición de paria, pero su economía está paralizada por la reducción de las importaciones. Y eso significa que Putin está perdiendo tanto la guerra económica como la militar». Llegados a este punto, está claro por qué Proudhon se preguntaba cómo dos economistas se las arreglan para no reírse cuando se encuentran.
Observación de José Luis Martín Ramos:
Me parece una manera peregrina de decirlo: «La intervención rusa en Siria en 2015 cambió el equilibrio de poder en toda la región de Oriente Medio». El equilibrio de poder se había alterado antes, con las intervenciones de EEUU en Iraq y más recientemente con la rebelión islamista contra la República Siria.
2. Sequía mediterránea
Es lógico que nos fijemos en lo que tenemos más próximo, y las recientes lluvias algo han mejorado la cuestión en Cataluña, pero la sequía ligada al cambio climático afecta a toda la cuenca mediterránea, una de las que peor futuro tiene. Mientras puedan, los campesinos tenderán a agotar las capas freáticas. Literalmente, pan para hoy y hambre para mañana. https://reporterre.net/La-
El Mediterráneo se enfrenta a un calentamiento extremadamente rápido
Sicilia (Italia), Andalucía (España), Susa (Túnez), reportaje
Es una de las zonas más afectadas por el cambio climático en nuestro planeta. En febrero, científicos del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea advirtieron de que la cuenca mediterránea sufría «condiciones críticas de sequía«. De Cerdeña a Portugal, pasando por el sur de Francia y España, estas regiones sufren una cruel escasez de agua. El Magreb es incluso considerado «extremadamente grave » por el informe.
No se trata de un episodio excepcional, sino de un fenómeno a largo plazo que se viene produciendo desde hace varios años y que se debe a una combinación de altas temperaturas y falta de precipitaciones. En mayo de 2023, el hidroclimatólogo Yves Tramblay, investigador del Institut de recherche pour le développement y coautor de un capítulo del sexto informe del IPCC dedicado a la región, declaró a Reporterre: » El aumento observado de las temperaturas en esta zona es superior a la media mundial. El planeta se calienta, y el Mediterráneo un poco más rápido».
La primavera está ya muy avanzada y, a pesar de algunas lluvias, la situación no mejora en todo el Mediterráneo, lo que nos hace temer lo peor para el verano que se avecina.
Depósitos de agua vacíos en Sicilia
En Sicilia, la mayor isla del Mediterráneo, muchos de los depósitos de agua que abastecen a ciudades y campos están ya casi vacíos. La situación llevó al gobierno italiano a declarar el 7 de mayo el estado de emergencia en la región, por un periodo de un año, mientras se introducían restricciones de agua para un millón de los 5 millones de habitantes de la isla.
«Estábamos hablando de que hace mucho que no llueve «, dice Mirella, de 65 años, acompañada de su amigo Vincenzo, mientras pasean por la reserva natural de Santo Pietro, en el este de la isla. Entre septiembre de 2023 y abril de 2024, sólo cayeron 191,2 mm de agua, uno de los peores registros desde que se empezó a llevar la cuenta en 1916. En los últimos años, el bosque ha perdido decenas de alcornoques a causa de varios incendios estivales. Mirella dice sentirse «muy triste e impotente ante la disminución del agua » .
En las últimas décadas, las consecuencias de la sequía se han visto agravadas por una mala gestión y el preocupante estado de muchas de las infraestructuras hídricas de la isla: de las veintiséis presas de la isla, varias llevan mucho tiempo fuera de servicio, y muchas de las tuberías están en mal estado. Estoy muy preocupado por el futuro de las nuevas generaciones » , afirma este hombre de 60 años, antes de añadir: » Por desgracia, hay mucha ignorancia «.
«La mayoría de los sicilianos aún no han comprendido que no se trata de una emergencia, sino de un hecho constatado » , afirma Pepe Amato, miembro de la asociación ecologista Legambiente desde hace cuarenta años. La vecina provincia de Caltanissetta podría quedarse sin agua a partir del 6 de julio, ya que el embalse parece más un charco que un lago.
En el interior de esta isla altamente agrícola, los tonos verdes del trigo han desaparecido. En su lugar, los campos de espigas doradas, demasiado cortas y quemadas por el sol, se extienden hasta donde alcanza la vista. La situación de los agricultores es alarmante.
«A este ritmo, tendré que cosechar dentro de diez días, porque los tallos ya están secos. No van a crecer más «, se preocupa Alessio, un joven agricultor de 25 años, con los pies sobre la tierra ya agrietada. Además de patatas y melones de regadío, cada vez cultiva más cereales en la explotación familiar, ya que no necesitan riego. Es consciente de que » en el futuro no podremos cultivar en toda Sicilia » .
Frente al cambio climático, que también trae su cuota de lluvias torrenciales -como en la primavera de 2023, cuando, en cuestión de minutos, la mayoría de sus cultivos quedaron devastados-, Alessio ha diversificado sus cultivos y está probando variedades más resistentes a la sequía.
Un poco más allá, en plena fumigación con insecticida de sus melocotoneros con frutos reducidos, Massimo, un agricultor de 48 años, no sabe qué pueden ofrecerle aún las capas freáticas donde bombea el agua. » El día que nos quedemos sin agua, veremos qué podemos hacer y cómo adaptarnos «, dice. Alessio, por su parte, teme que » en agosto, aquí sólo quede un desierto «.
Cinco años de sequía en Túnez
A cientos de kilómetros, en la costa sur del Mediterráneo, la preocupación es la misma. «Lo único que pedimos es que Dios nos devuelva la lluvia » , exclama Béchir, señalando al cielo con el dedo. Este cincuentón pasa una larga manguera negra entre los olivos hasta sus plantas de patata en el este de Túnez.
En su pueblo de Kondar, como en el resto del Sahel tunecino, la gente dependía del agua de las presas de la región vecina de Kairuán. Con la sequía que sufre el país desde hace cinco años, los caudales de llenado ya no bastan para cubrir las necesidades. «La única solución son los pozos » , advierte Béchir.
Los agricultores de Kondar admiten que no son los más afectados. » En mi pueblo es peor: ya no hay agua para cultivar plantas «, dice un amigo de Béchir, originario de Kairuán, que vino a Kondar huyendo de la sequía. Sin embargo, ya están sufriendo las consecuencias de la escasez de agua: » El año pasado, el precio del metro cúbico subió de 200 a 400 millimes [de 6 a 12 céntimos de euro]«, cuenta Béchir.
El agricultor explota un pozo autorizado por el gobierno, pero en la región algunos habitantes del campo ya no dudan en utilizar pozos o conexiones ilegales para ahorrar dinero.
En la costa, Susa, la tercera ciudad más grande de Túnez, también sufre las consecuencias del descenso de las precipitaciones. Najoua y Tarek, una pareja de unos setenta años, viven con repetidos cortes de agua. » Empezaron en 2023″, recuerda Najoua. El suministro de agua se corta regularmente en todo el barrio. «Normalmente, es sobre todo por la noche. Pero en febrero, el agua se cortó durante tres días » , cuenta Tarek.
En la entrada, su hija observa la llegada de un pequeño camión cisterna. El conductor le explica que vende » agua de manantial » a un precio preferente. Dos veces por semana, recorre los barrios populares. » No sabemos de dónde viene, no la compramos » , confiesa Najoua. Pero otros vecinos, escasos de recursos, ya no pueden permitirse el lujo de la prudencia.
En Andalucía se reza para que vuelva el agua
En España, en diciembre de 2023, los escolares llegaron a escribir a los Reyes Magos para pedirles agua. » Este año no quiero un móvil ni un patinete eléctrico«, escribió una joven adolescente delante de su periódico. » Lo que quiero es abrir el grifo y que salga agua limpia » , añadía otro. «Quiero ducharme sin que me pique la piel » , » quiero que mis abuelos puedan cocinar sin tener que cargar con pesados bidones » …
Unos días antes de Navidad, en la sierra del norte de la provincia de Córdoba, en Andalucía, doce colegios de la zona publicaron un vídeo en el que los alumnos pedían agua. Desde hacía nueve meses, un líquido maloliente y a veces salobre manaba de los grifos de unos 80.000 habitantes de las comarcas de Los Pedroches y Guadiato, debido a la sequía.
«El pantano de Sierra Boyera [un gran lago embalsado como muchos otros en España], que normalmente nos abastece, ha sido el primero del país en secarse por completo, en abril de 2023 » , explica Miguel Aparicio, fundador de la plataforma Unidos por el agua, puesta en marcha durante este episodio. Los pantanos son la columna vertebral del sistema de abastecimiento en este país seco. Cuando su nivel es demasiado bajo, el agua deja de ser potable debido a la materia orgánica que se concentra en el fondo.
«Cuando abrías el grifo, salía un hilillo de agua marrón o amarilla, con olor a pescado podrido «, continúa Miguel Aparicio. En marzo, el gobierno español conectó urgentemente el lago artificial de Sierra Boyera con el lago vecino de La Colada. «Pero desde hace veinte años recibe las aguas residuales de varios pueblos y en él se vierte la contaminación de la ganadería intensiva. Nuestra depuradora no puede limpiarlo » .
Los padres machacaban a los niños para que cerraran los ojos y la boca para evitar el contacto con las mucosas en la ducha, y algunos tuvieron reacciones alérgicas por todo el cuerpo » , prosigue. Mi mujer y yo alquilamos una casa para turismo rural. En estas condiciones, no vino nadie durante más de un año. Para el consumo humano, los camiones cisterna se turnaban en el centro de los pueblos. Los residentes hacían cola para llenar sus latas y botellas.
La solución cayó finalmente del cielo a finales de marzo, durante la Semana Santa, muy popular en Andalucía. Lluvias muy intensas recargaron el pantano de Sierra Boyera en un 70% . El agua se declaró potable el 22 de abril. » Pero todo el mundo piensa que volverá a ocurrir, porque no hay medidas reales para adaptarse a la nueva realidad climática » , advierte Miguel Aparicio, lamentando que España siga dependiendo sólo del cielo.
En el futuro, según el capítulo 4 del sexto informe del IPCC, centrado en la cuenca mediterránea, es probable que las sequías sean «más graves, más frecuentes y más largas » si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen siendo moderadas. Se intensificarán «bruscamente » si nuestra dependencia de los combustibles fósiles continúa sin control.
3. Discurso de Lavrov sobre la cumbre Xi-Putin.
Bhadrakumar sigue analizando la reciente reunión de Putin y Xi, centrándose en esta ocasión en una intervención del ministro de exteriores ruso, Lavrov.
https://www.indianpunchline.
Publicado el 21 de mayo de 2024 por M. K. BHADRAKUMAR
La «pista interior» de las conversaciones Putin-Xi Jinping
La cumbre celebrada en Pekín el pasado jueves entre el presidente chino, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladímir Putin, entra dentro de esa categoría, al tener lugar en un momento trascendental en el que se está produciendo un gran cambio en la dinámica del poder mundial y el impresionante espectáculo de la historia en ciernes desarrollándose en tiempo real. (Lea mi artículo en NewsClick titulado Sino-Russian Entente Shifts Tectonic Plates of World Politics).
Los dos estadistas pasaron juntos todo un jueves después de que el avión presidencial de Putin aterrizara al amanecer en Pekín. De hecho, mantuvieron conversaciones extensas y muy detalladas. Como dijo Putin más tarde, fue una visita de Estado que se convirtió en una «visita de trabajo».
El «debriefing» que el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, ofreció el sábado a la élite de la política exterior y de seguridad de Moscú en la sesión plenaria anual del Consejo de Política Exterior y de Defensa -el equivalente ruso del Consejo de Relaciones Exteriores con sede en Nueva York-, poco después de que el séquito de Putin regresara de China, ofrece algunas valiosas pinceladas sobre la «pista interior» de los debates a puerta cerrada en Pekín.
En el nivel más obvio, Lavrov atacó duramente en su discurso a EE.UU. y a sus aliados de la OTAN con una franqueza excepcional al afirmar que su agenda para infligir una «derrota estratégica» a Rusia militarmente y de otro modo – «descolonizar» o «desmembrar» a Rusia, etc.- es pura fantasía y será resueltamente contrarrestada. Lavrov predijo que la escalada de suministros de armas occidentales a Ucrania sólo pone de relieve la realidad sobre el terreno de que «la fase aguda de la confrontación político-militar con Occidente» continuará en «pleno apogeo».
Los procesos de pensamiento occidentales están virando peligrosamente hacia «los contornos de la formación de una alianza militar europea con un componente nuclear», dijo Lavrov. En particular, Francia y Alemania siguen luchando con los demonios de sus desvanes: la aplastante derrota que sufrió Francia a manos del ejército ruso en la guerra napoleónica y la destrucción de la Wehrmacht de Hitler por el Ejército Rojo.
El panorama general es que Occidente no está preparado para una conversación seria». Lavrov lamentó que «hayan optado por un enfrentamiento en el campo de batalla. Estamos preparados para ello. Y siempre». Que Lavrov hablara en un tono tan excepcionalmente duro sugiere que Moscú confía plenamente en el apoyo de Pekín en la fase crucial de la guerra de Ucrania que se avecina. Esto es lo primero.
La actual ofensiva rusa en la región de Járkov despegó cuando sólo quedaban seis días para la próxima visita de Putin a China. Moscú dio la señal más clara posible de que ésta es la guerra existencial de Rusia, que luchará cueste lo que cueste. Pekín comprende perfectamente lo mucho que está en juego.
En palabras de Lavrov, «Rusia defenderá sus intereses en las direcciones ucraniana, occidental y europea. Y esto, en general, lo entienden en el mundo casi todos los colegas extranjeros con los que tenemos que comunicarnos. «
En su discurso, Lavrov reconoció que la postura de los dirigentes chinos es motivo de gran satisfacción para el Kremlin. En sus palabras: «Justo el día anterior, el Presidente Vladimir Putin visitó China. Es su primera visita al extranjero desde su reelección. Las negociaciones con el presidente chino, Xi Jinping, y las reuniones con otros representantes de los dirigentes chinos han confirmado que nuestra asociación integral y nuestra cooperación estratégica superan en calidad a las alianzas interestatales tradicionales de la era anterior y siguen desempeñando un papel clave en el mantenimiento de la seguridad internacional y el desarrollo mundial equilibrado «.
Sin embargo, la importancia del discurso de Lavrov radica en ciertas observaciones trascendentales que hizo sobre la trayectoria futura de la entente Rusia-China como tal. En un lenguaje comedido, Lavrov declaró que Rusia está abierta a «construir una verdadera alianza con China».
«Este tema puede y debe tratarse de forma específica. Nosotros [las élites de la política exterior y de seguridad rusa] podemos y debemos mantener una conversación especial sobre este tema. Estamos dispuestos a debatir y discutir las ideas expresadas en las publicaciones y encaminadas a construir una verdadera alianza con la RPC», dijo a la audiencia de élite.
De hecho, se trata de una declaración de enorme trascendencia en el contexto de las tormentas que se ciernen sobre el triángulo Estados Unidos-Rusia-China, con Rusia en medio de una encarnizada guerra por poderes con Estados Unidos y Pekín preparándose para la inevitable confrontación con Washington en Asia-Pacífico.
Lavrov, consumado diplomático, se aseguró de que su explosiva idea de una «alianza real» tuviera un aterrizaje suave. Dijo: «La evaluación hecha por nuestros líderes dice que la relación es tan estrecha y amistosa que supera en calidad a las alianzas clásicas del pasado. Refleja plenamente la esencia de los lazos que existen entre Rusia y China y que se están reforzando en casi todos los ámbitos».
De hecho, el mero hecho de que Lavrov expresara abiertamente estas opiniones es importante, ya que indica la coordinación entre Moscú y Pekín. De una forma u otra, el tema ya había figurado en las conversaciones mantenidas el día anterior en Pekín entre Putin y Xi .
Por supuesto, nunca en su historia Rusia y China han estado tan profundamente entrelazadas. Pero para que la entente chino-rusa adopte la forma de «una verdadera alianza», las condiciones se están desarrollando constantemente en Asia-Pacífico. Lavrov señaló significativamente que «Nuestras acciones en China y otras zonas no occidentales despiertan la ira indisimulada del antiguo hegemón [léase EEUU] y sus satélites».
Sostuvo que, aunque Estados Unidos está a toda máquina «para poner al mayor número posible de países en contra de Rusia y luego tomar nuevas medidas hostiles», Moscú «trabajará metódica y coherentemente para construir nuevos equilibrios, mecanismos e instrumentos internacionales que respondan a los intereses de Rusia y sus socios y a las realidades de un mundo multipolar » .
Con la vista puesta en China, Lavrov señaló que la OTAN está apostando activamente por su papel de liderazgo en la región Asia-Pacífico. La doctrina de la OTAN habla ahora de la «indivisibilidad de la seguridad en la región euroatlántica y la región indopacífica». Se están introduciendo en ella bloques, la encarnación de la misma OTAN. Intentos cada vez más numerosos. Se crean «treses», «cuatros», AUKUS y mucho más » .
Lavrov concluyó diciendo que «es imposible no pensar en cómo deberíamos estructurar nuestro trabajo sobre el tema de la seguridad en estas condiciones». Sensibilizó a la audiencia sobre la posibilidad de que haya llegado el momento de combinar «los «brotes» euroasiáticos de una nueva arquitectura [EAEU, BRI, CIS, CSTO, SCO, etc.], una nueva configuración con algún tipo de «paraguas común».
Lavrov evaluó que tal esfuerzo estará totalmente en sintonía con el «concepto de Xi Jinping de garantizar la seguridad global basándose en la lógica de la indivisibilidad de la seguridad, cuando ningún país debe garantizar su seguridad a expensas de infringir la seguridad de otros » .
Lavrov reveló que el concepto de Xi Jinping sobre la seguridad global fue efectivamente discutido durante la visita de Putin a China tanto a nivel de delegación como en un formato restringido y estrecho, y durante la conversación uno a uno entre ambos líderes. Resumió que «vemos una gran razón para que la promoción práctica de la idea de garantizar la seguridad global comience con la formación de los cimientos de la seguridad euroasiática».
Lavrov hizo estas profundas declaraciones públicamente en vísperas de su visita de trabajo a Astana para participar en la Reunión de Ministros de Asuntos Exteriores de la Organización de Cooperación de Shanghai. China asumirá la presidencia de la OCS a finales de este año. Lavrov prosiguió las conversaciones sobre este complejo asunto con su homólogo chino, el ministro de Asuntos Exteriores Wang Yi, con quien se reunió hoy mismo en Astana. La lectura rusa está aquí.
4. Fundamentalismo religioso y neoliberalismo
Esta vez en Jacobin, Prabhat Patnaik hace un repaso a la política india actual. El ascenso de la extrema derecha fundamentalista religiosa no es una casualidad. Es el complemento del ascenso del neoliberalismo en India a partir de los años 90. https://jacobin.com/2024/05/
La crisis neoliberal de la India alimenta el autoritarismo hindú
Como líder de la India, Narendra Modi ha profundizado en el marco neoliberal vigente desde principios de la década de 1990. La crisis social derivada de ese modelo lleva al gobierno de Modi a apoyarse cada vez más en un peligroso discurso autoritario de división social.
La década durante la cual Narendra Modi ha sido primer ministro de la India ha sido testigo de un fuerte aumento de la desigualdad de ingresos y riqueza. Según la Base de Datos Mundial sobre Desigualdad, la participación del 1% más rico en la renta nacional, con un 22,7% en 2023, es mayor que en cualquier otro momento del siglo pasado.
Este aumento de la desigualdad ha ido acompañado de un incremento de la proporción de la población que se enfrenta a una privación nutricional absoluta. Las encuestas quinquenales de la India sobre el gasto de los consumidores muestran un aumento significativo entre 2011-12 y 2017-18 del porcentaje de la población que no puede acceder a una norma mínima de calorías diarias per cápita, que es de 2.100 para las zonas urbanas y de 2.200 para las rurales.
Se cree que India es una de las economías de más rápido crecimiento del mundo, aunque se sabe que las cifras de la tasa de crecimiento son muy exageradas. Sin embargo, actualmente ocupa el puesto 111 de los 125 países del Índice Global del Hambre, un puesto que ha empeorado en la última década.
Continuidad neoliberal
La opinión liberal tiende a echar toda la culpa de este extraordinario aumento de la desigualdad al gobierno de Modi. Es cierto que el Gobierno ha aplicado políticas que favorecen de forma palpable a los capitalistas monopolistas -especialmente a algunas empresas relativamente nuevas que constituyen los «compinches» de Modi-, al tiempo que ha desencadenado una crisis para la pequeña producción, sobre todo la agricultura a pequeña escala.
Sin embargo, estas políticas no son innovaciones propias del gobierno. Se ha limitado a llevar adelante fiel y ciegamente la agenda neoliberal establecida. Culpar únicamente al gobierno de Modi, por lo tanto, exonera erróneamente al neoliberalismo de la acusación de empobrecer a los trabajadores.
De hecho, las tendencias hacia el aumento de los niveles de desigualdad y privación nutricional han sido evidentes desde la introducción de las políticas neoliberales en 1991. Se estima, por ejemplo, que la participación del 1% más rico en la renta nacional ha pasado del 6% en 1982 a más del 21% en 2014. La privación nutricional había aumentado bastante entre las Encuestas de Gasto de los Consumidores de 1993-94 y 2011-12.
Algunas medidas se consideran locuras específicas del Gobierno de Modi, como la repentina desmonetización de casi el 87% (en términos de valor) de los billetes del país en 2016 en nombre de la lucha contra el «dinero negro», o la introducción de un Impuesto sobre Bienes y Servicios en 2017, en lugar del anterior impuesto sobre las ventas, que supuestamente facilitaría la «unificación del mercado nacional.»
Sin embargo, aunque el gobierno ha aplicado estas medidas sin pensar, en general proceden de la caja de herramientas de las instituciones financieras internacionales. Además, el gobierno de Modi ha contado con el apoyo de esas instituciones para tales medidas.
Crisis neoliberal
Se puede reprochar al gobierno de Modi que se adhiriera tenazmente a la agenda neoliberal incluso en un momento en el que el neoliberalismo había entrado en crisis y estaba generando un desempleo masivo. En ninguna parte fue esto más evidente que en su promulgación de tres leyes agrícolas que habrían eliminado el régimen de precios de apoyo proporcionados por el gobierno para los granos alimenticios.
Las ayudas a los cultivos comerciales se habían suprimido antes, exponiendo a los agricultores a grandes fluctuaciones en los precios del mercado mundial y aumentando así la carga de su deuda, lo que a su vez ha provocado suicidios masivos entre ellos. Una notable lucha de un año de duración por parte de los agricultores obligó a Modi a dar marcha atrás en estas leyes, que de haberse aplicado habrían destruido la autosuficiencia del país en la producción de cereales alimentarios (hay que admitir que a bajos niveles de consumo) y lo habrían expuesto a una inseguridad alimentaria aún mayor.
El aumento de la desigualdad económica, tanto dentro de los países como en el mundo en su conjunto, es una tendencia inmanente al neoliberalismo. Esto se debe a que la movilidad entre países del capital en producción que conlleva el neoliberalismo expone los salarios reales de todos los países, incluidos los del Norte Global, al arrastre a la baja ejercido por las vastas reservas de mano de obra del Sur Global.
Estas reservas no disminuyen, a pesar de la deslocalización de las actividades del Norte Global al Sur Global, porque la introducción de un comercio más libre entre los países -otra característica del neoliberalismo- intensifica la competencia entre ellos. También acelera el cambio tecnológico-estructural que aumenta la tasa de crecimiento de la productividad laboral en cada país.
Esto, a su vez, mantiene baja la tasa de crecimiento del empleo, a menudo incluso por debajo de la tasa natural de crecimiento de la mano de obra, con lo que incluso aumenta el tamaño relativo de las reservas de mano de obra. Así, el nivel de los salarios reales se suprime bajo el neoliberalismo, mientras que la productividad laboral aumenta rápidamente en todas partes, elevando la proporción del excedente en la producción total dentro de los países y también a escala mundial.
La crisis del neoliberalismo está directamente relacionada con este aumento de la desigualdad. Dado que los trabajadores consumen una parte mucho mayor de sus ingresos que aquellos a los que les corresponde el excedente, el aumento de la parte del excedente crea una tendencia a la sobreproducción. Esto se ha puesto de manifiesto a escala internacional tras el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos.
Ralentización
En la India, los efectos de este colapso se mantuvieron temporalmente a raya gracias a una política fiscal agresiva que infringía las limitaciones de la ratio déficit fiscal/PIB. Con la reimposición de este límite, que se produjo más o menos en el momento en que asumió el poder el Gobierno Modi, la ralentización ha afectado también a la India.
La manifestación más clara de la crisis en la India actual es la altísima tasa de desempleo. El desempleo, como hemos señalado antes, crecía bajo el neoliberalismo incluso antes de la crisis, porque la tasa de crecimiento del empleo estaba por debajo de la tasa natural de crecimiento de la población activa. En el caso indio, hay que mencionar también a los angustiados agricultores que acudían a las ciudades en busca de trabajo. Con la llegada de la crisis, vemos cómo se añade el desempleo debido a la insuficiencia de la demanda.
El desempleo es el problema más grave al que se enfrenta la India hoy en día. Debido a la precarización a gran escala de la mano de obra, adopta la forma de una reducción de las horas de empleo para la mayoría de la gente, en lugar de una falta total de trabajo para algunos. Por ello, es difícil de medir con métodos convencionales.
Sin embargo, los resultados de las encuestas en las que se pregunta a los ciudadanos sobre su propia situación laboral muestran un salto significativo en la tasa de desempleo durante los años posteriores a la pandemia. También se ha producido un aumento significativo de la demanda de puestos de trabajo en el marco del programa gubernamental de ayuda a las zonas rurales, conocido como Mahatma Gandhi National Rural Employment Guarantee Scheme, lo que también confirma el fenómeno del aumento del desempleo.
El desempleo es especialmente grave entre los jóvenes -44% en el grupo de edad de veinte a veinticuatro años, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo- y en la India rural. Los salarios reales de los trabajadores rurales se han mantenido, en el mejor de los casos, estancados desde 2014-15, y quizá incluso hayan disminuido (dependiendo del deflactor utilizado). En el caso de los trabajadores de la construcción, un segmento numéricamente grande de la población activa, los salarios ciertamente han disminuido, lo que confirma aún más el fenómeno del creciente desempleo.
De hecho, los dos fenómenos – mayor desempleo y salarios reales estancados o reducidos – explican conjuntamente el aumento de la privación nutricional absoluta mencionada anteriormente. Este aumento sólo se ve parcialmente aliviado, aunque no anulado, por el plan del gobierno de proporcionar cinco kilos de cereales alimentarios gratuitos al mes a unos ochocientos millones de beneficiarios. Este plan se ha mantenido desde los años de la pandemia, en contra de las convicciones declaradas de los gobernantes.
Alianza empresarial-hindutva
El abrazo incondicional del gobierno de Modi al neoliberalismo, incluso cuando la crisis de ese modelo económico está causando angustia masiva, es precisamente lo que constituye su atractivo para el capital monopolista indio.
El anterior apoyo al neoliberalismo en la creencia de que traería consigo un crecimiento rápido que, en última instancia, beneficiaría a todos, desaparece cuando se produce un desempleo masivo y una angustia aguda. Es entonces cuando el neoliberalismo necesita un nuevo puntal para sostenerse, para lo cual forma una alianza con elementos neofascistas.
En la India, esta alianza neoliberal/neofascista ha adoptado la forma específica de una alianza corporativa-hindutva. El gobierno de Modi es una expresión de esta alianza.
Su propósito es provocar un cambio en el discurso para que las cuestiones del desempleo, la inflación y las dificultades económicas pasen a un segundo plano. Mientras tanto, el supremacismo hindú pasa a primer plano, aunque el gobierno siga aplicando una agresiva estrategia neoliberal en beneficio del capital globalizado y del capital monopolista nacional integrado en él.
El neofascismo presenta todas las características del fascismo clásico: represión estatal que subvierte las instituciones democráticas y deroga los derechos democráticos; un ataque a los derechos de los trabajadores y los campesinos que tanto ha costado conseguir; la combinación de la represión estatal con la violencia callejera de los matones fascistas; y la «alterización» de un desventurado grupo minoritario y el fomento del odio hacia él.
También podemos observar un estrecho nexo con el capital monopolista -especialmente con un nuevo estrato de capital monopolista constituido por los compinches del gobierno-, así como la apoteosis de un líder supremo y una inmensa centralización de poderes y recursos. Esto permite llevar adelante una agenda de contrarrevolución social, que en la India significa revertir los avances logrados hacia la superación de la opresión de castas y de género.
En el contexto internacional actual, hay que añadir a esta lista de características la adhesión al neoliberalismo y la acomodación al capital globalizado, del que el capital monopolista nacional constituye una parte integrante.
Discurso de la división
Sin embargo, a diferencia del fascismo clásico, el neofascismo no puede superar los problemas de la crisis económica y el desempleo masivo. Esto se debe a que el aumento del gasto estatal para elevar la demanda agregada sólo puede funcionar si se financia con un déficit fiscal o con impuestos a los ricos.
El gasto público financiado con impuestos a los trabajadores, que de todos modos consumen la mayor parte de sus ingresos, no aumenta la demanda agregada. En el contexto actual, las finanzas globalizadas desaprueban la idea de un mayor déficit fiscal o de mayores impuestos a los ricos.
Si el Estado no accede plenamente a los caprichos del capital globalizado, expone a la economía al peligro de la fuga de capitales, que mal puede permitirse. Así pues, el Gobierno de Modi puede hacer poco para superar el desempleo, lo que le hace aún más dependiente de un discurso divisivo y de distracción.
Este enfoque es claramente evidente durante las actuales elecciones indias. Aunque los observadores confirman que existe una gran preocupación pública por el desempleo, y los principales partidos de la oposición lo han abordado en sus campañas, no se puede encontrar ninguna mención al desempleo en los discursos de Modi y otros líderes del Partido Bharatiya Janata (BJP).
En su lugar, insisten en el templo Ram que se ha construido en Ayodhya y fomentan la animadversión contra los musulmanes (llamándoles «infiltrados»). Han estado propagando sistemáticamente el mito de que el Congreso, si es elegido al poder, tomará la riqueza de los hindúes para distribuirla entre los musulmanes.
Es difícil imaginar un discurso más divisivo, peligroso y falso que desvíe la atención de los problemas acuciantes de la vida material y los medios de subsistencia. Pero eso es lo que ofrece el BJP, mientras una pusilánime Comisión Electoral se limita a mirar hacia otro lado.
Las actuales elecciones parlamentarias son de extraordinaria importancia para el futuro del país. Para el BJP, son un medio de legitimar, consolidar y perpetuar su gobierno neofascista.
El partido dispone de inmensos recursos financieros, donados por sus patrocinadores capitalistas monopolistas. Controla los organismos centrales de investigación de la India, que utiliza para encarcelar a opositores por casos falsos que ni siquiera llegan a juicio durante años, y para aterrorizarlos con la amenaza del encarcelamiento. También se ha infiltrado en el poder judicial indio o ha intimidado a sus funcionarios.
Con tales recursos a su disposición, y su atractivo religioso, el BJP espera afianzar aún más su control del poder. ¿Se lo permitirán los trabajadores de la India?
Prabhat Patnaik es economista indio y autor, junto con Utsa Patnaik, de Capital and Imperialism: Theory, History, and the Present (2021) y A Theory of Imperialism (2016).
5. Ecologismo desde abajo.
Entrevista a la autora de un nuevo libro sobre «el ecologismo desde abajo».
Los movimientos populares mundiales lideran la lucha por nuestro planeta
20 de mayo de 2024
Conversación con Ashley Dawson, autora de Environmentalism from Below (El ecologismo desde abajo)
Ashley Dawson es profesora de la City University de Nueva York, el mayor sistema universitario metropolitano de Estados Unidos, con unos 400.000 estudiantes, la mayoría de ellos de primera generación, de color y procedentes de la clase trabajadora. Habló con Ian Rappel, ecologista socialista afincado en Gales que trabaja para el Real Farming Trust y el Black Mountains College.
Natural de Sudáfrica, Ashley Dawson fue a Nueva York a estudiar estudios poscoloniales con Edward Said, Rob Nixon y Anne McClintock. En su tesis doctoral sobre el antirracismo en Gran Bretaña desde la generación Windrush hasta el nuevo milenio, se sintió atraído por la forma en que el paisaje del Reino Unido se creó a través de un movimiento contrapuntístico entre la explotación y la desposesión en las colonias, y esos procesos se desarrollaron simultáneamente en los paisajes británicos.
El interés de Ashley Dawson por las cuestiones medioambientales surgió cuando vivía en Nueva York, donde conoció los movimientos de justicia medioambiental que surgían en las comunidades obreras de color de Nueva York, que se veían, y siguen viéndose, desproporcionadamente afectadas por los contaminantes proyectos energéticos y de infraestructuras de la ciudad. A través de su participación y activismo, Dawson se interesó por las conexiones entre los movimientos locales de justicia medioambiental y los que trabajan por la justicia climática internacional. Gracias a esos vínculos, fue invitado a la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Justicia Climática y Derechos de la Madre Naturaleza, celebrada en Cochabamba (Bolivia) en 2010, en la que los delegados hicieron un llamamiento general a la reconstrucción ecológica para y desde el Sur Global, incluyendo peticiones de reparaciones climáticas por parte de los países contaminantes del Norte Global que la facilitarían. Su último libro, Environmentalism from Below: How Global People’s Movements are Leading the Fight for Our Planet (Haymarket 2024), comienza con sus reflexiones sobre esa experiencia y se basa en muchos años de estudio del ecologismo de base.
¿Qué quiere decir con «ecologismo desde abajo»? ¿Y cómo lo contrastaría con el tipo de «ecologismo desde arriba» al que quizá estemos más acostumbrados en el Norte Global?
El «ecologismo desde abajo» describe el tipo de movimientos populares que reaccionan ante las amenazas a los ecosistemas de los que dependen de forma inmediata para su sustento, pero también para su patrimonio cultural. Se trata de movimientos que combinan las luchas en torno a la protección de «los bienes comunes» en un sentido material con la defensa de sus vínculos culturales con el entorno que les rodea.
En esa definición me baso en una tradición de análisis que procede de historiadores y críticos situados en el Sur Global. Ramachandra Guha, por ejemplo, escribió mucho sobre los movimientos para defender los bosques indios del servicio forestal nacional, una burocracia iniciada por el Imperio Británico en la India. Ese departamento forestal se encargaba de hacerse con las tierras controladas por las comunidades y transferir su propiedad, inicialmente a la potencia colonial y luego al Estado indio tras la independencia. En la década de 1970 se hizo evidente que el Estado indio estaba talando esos bosques de forma totalmente insostenible. En respuesta, la población local, sobre todo las mujeres, se adentraron en los bosques y defendieron los árboles con sus cuerpos. Se interpusieron físicamente entre las motosierras y los árboles porque ellos mismos estaban cosechando de forma sostenible parte de los productos del bosque, pero también porque las comunidades locales consideraban que los bosques eran sagrados de alguna forma y formaban parte de su identidad colectiva. Este ejemplo del movimiento Chipko en la India es a lo que me refiero cuando utilizo la expresión «ecologismo desde abajo».
Podemos contrastarlo con el «ecologismo desde arriba», que tiene dos expresiones diferentes. En primer lugar, en el contexto del colonialismo de los colonos en EE.UU., por ejemplo, tenemos un enfoque de conservación histórica: cuando los colonos llegan a una frontera, expulsan a los indígenas y empiezan a desarrollar la tierra mediante la agricultura y la industrialización. Con el tiempo, esto se traduce en esfuerzos para reservar parte de esa tierra, ya que pasa a ser reconocida como especialmente bella y parte del patrimonio nacional. Por este camino asistimos a la invención del sistema de parques nacionales, que en Estados Unidos se expresa a través de Yellowstone y todos los demás «grandes» parques nacionales.
La idea central de este enfoque es que necesitamos conservar los lugares «salvajes». Pero esta conservación de lo salvaje se basa en la imposición de una especie de dicotomía entre las personas y la naturaleza. La naturaleza debe verse como algo que está «ahí fuera», separado de las comunidades humanas. Y la naturaleza, en esa supuesta condición, debe ser preservada de algún modo por el Estado. En esta actitud hacia los espacios naturales, hay que asegurarse de que no haya seres humanos que vivan dentro de las zonas de preservación. En EE.UU., ese proceso requirió el desposeimiento de los nativos americanos, que fueron expulsados violentamente de parques nacionales como Yellowstone.
Es cierto que se puede tolerar la presencia humana en estas zonas protegidas, pero la preferencia es para los blancos ricos: históricamente, cazadores como Theodore Roosevelt y, hoy en día, principalmente los habitantes blancos de clase media de las ciudades que conducen desde San Francisco o cualquier otro lugar hasta Yosemite. Esta visión medioambiental neocolonial es un producto directo del colonialismo de los colonos. Refuerza la falsa dicotomía, síntoma de la alienación que potencia el capitalismo, entre las personas y la naturaleza. Es también una poderosa ilustración de la «grieta metabólica» que el sistema crea entre la sociedad y la ecología. Desde la perspectiva del ecologismo desde abajo, creo que la construcción neocolonial de los espacios naturales es una tradición altamente racista, tanto históricamente como en el presente. En un capítulo del libro examino la larga historia y la genealogía de este tipo de construcción y conservación de los espacios naturales, así como sus repercusiones y el modo en que la gente se resiste al colonialismo de los colonos.
Visto desde la perspectiva del ecologismo desde abajo, hay un segundo legado problemático que se deriva del desarrollo del propio movimiento ecologista. El movimiento ecologista occidental de los años sesenta y setenta en adelante fue muy importante e impactante y, por supuesto, tuvo un componente muy populista. En Estados Unidos, por ejemplo, Rachel Carson testificó ante el Congreso para defender con éxito la prohibición de los pesticidas DDT. Ello condujo a la creación de varias agencias gubernamentales reguladoras como la Agencia de Protección del Medio Ambiente y a una legislación positiva a través de la Ley de Aire Limpio. Todos esos avances fueron tremendas victorias que aún resuenan, pero dependen crucialmente del Estado para proteger los bienes comunes medioambientales.
Desde la elección de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido, hace muchas décadas, hemos tenido un ataque constante de la derecha contra el Estado que ha movilizado políticamente a mucha gente porque ven al Estado como algo hostil a sus intereses. Ahora bien, parte de esa animadversión se basa en el racismo, pero también creo que no es del todo infundado ser escéptico sobre el Estado burgués y, por extensión, sobre el tipo de ecologismo viciado desde arriba que pone todos los huevos en la cesta de la regulación medioambiental estatal. Creo que es sin duda un proyecto problemático en comparación con lo que implica el ecologismo desde abajo: la movilización masiva de personas que quieren defender los bienes comunes medioambientales de los que dependen.
Hoy en día, la importancia del ecologismo desde abajo no se limita a los más pobres del Sur Global -a los que el historiador Ramachandra Guha se refería como «gente del ecosistema»-, sino a todos nosotros. En cierto modo, hoy todos somos «personas ecosistema» que nos enfrentamos al ecocidio, al cambio climático y a la extinción masiva. Por tanto, lo que sostengo, y lo hago en el libro, es que hay mucha potencia política en la idea del ecologismo desde abajo y en el tipo de movimientos que lo sustentan y que se están extendiendo por todo el mundo hoy en día. Debemos prestarles atención a ellos y a lo que están haciendo, sobre todo porque las principales instituciones que creemos que caracterizan a la llamada civilización occidental -el capitalismo, el Estado y la urbanización- están tan mal adaptadas al momento actual.
En las próximas décadas, es probable que atravesemos una serie de puntos de inflexión clave, desde el colapso de la corriente del Golfo hasta niveles de calentamiento que van a desplazar a entre un tercio y la mitad de la humanidad. Y no se trata de especulaciones descabelladas, sino de evaluaciones científicas actualizadas. Así pues, estamos superando todos estos puntos de inflexión y todas estas instituciones que la modernidad occidental ha creado y exportado al resto del mundo -como el Estado-nación- están totalmente inadaptadas. La gente tendrá que poder moverse y participar en formas de ayuda mutua de abajo arriba y de comunismo de catástrofes. Eso es lo que trata mi libro «Environmentalism from Below» (El ecologismo desde abajo ): cómo la gente ya está haciendo realmente ese tipo de cosas en una variedad de formas organizativas diferentes, en una variedad de escalas diferentes, y tomándose ese tipo de proyecto muy en serio.
Viniendo de Occidente, una de las cosas que llama la atención en torno al ecologismo desde arriba es que tenemos versiones oficiales del ecologismo sancionadas por el Estado, como tú dices. Éstas podrían expresarse a través de los llamados organismos medioambientales independientes pero financiados por el Estado (la EPA en EE.UU., o Natural Resources Wales desde donde estoy hablando). Podría decirse que estos organismos se han desarmado principalmente en las últimas décadas debido a la «captura reguladora» y se han pasado al otro bando. Pero junto a esos organismos, la otra forma aceptada de ecologismo parece basarse en las ONG. La mayoría de ellas tienen su origen en las revueltas de los años sesenta -como Amigos de la Tierra, Greenpeace y WWF-, pero incluso cuando cuentan con el apoyo de una base masiva de miembros, a veces da la sensación de que están atrapadas en una forma de ecologismo verticalista y sustitucionista. Su enfoque hacia su base parece ser casi transaccional: sus miembros aportan dinero, pero el activismo directo y el compromiso político corren a cargo de la ONG, desde la presión política hasta la escalada de un rascacielos o una plataforma petrolífera. ¿Ofrece el ecologismo desde abajo que describe en su libro un enfoque más empoderador y una tradición más enriquecedora para la política medioambiental?
Yo diría que sí, pero no estoy tratando de argumentar que no pueda haber un papel para las organizaciones sin ánimo de lucro que presionan al Estado o para los ecologistas que se movilizan a través de algunas de estas organizaciones sin ánimo de lucro existentes. Pero si estas ONG, grupos de presión y movimientos políticos progresistas no están conectados con la gente que realmente se moviliza sobre el terreno, corren el riesgo de convertirse en entidades cooptadas desde arriba.
Empiezo el libro reflexionando sobre la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre la Justicia Climática y los Derechos de la Madre Naturaleza celebrada en Cochabamba (Bolivia) en 2010, pero al escribirlo también pensaba en el Nuevo Pacto Verde que se estaba promoviendo, porque Cochabamba tuvo lugar en un momento de entusiasmo en torno a la economía medioambiental tras la Gran Recesión de 2008. En Gran Bretaña y Europa se habló mucho de un Nuevo Pacto Verde, e incluso se extendió hasta cierto punto aquí, en las entrañas de la bestia, en Estados Unidos, pero luego se desvaneció cuando una serie de gobiernos de derechas fueron elegidos en todo el mundo. El resultado fue una mayor austeridad económica y todos esos debates sobre el Nuevo Pacto Verde parecieron terminar.
Incluso antes de que se retirara, me preocupaba el keynesianismo de arriba abajo y la falta de sentido de la necesidad de frenar el crecimiento capitalista. Ese problema con el keynesianismo proviene de sus orígenes en un momento histórico diferente, una época en la que la gente no pensaba en la precariedad de los ecosistemas planetarios como lo hacemos hoy. Pero también me preocupaba cómo esos planes del Green New Deal tendían a enmarcarse dentro de los límites y supuestos del Estado nación. En consecuencia, sus planteamientos y soluciones no sólo eran limitados y verticalistas, sino también neocoloniales.
Las propuestas del Nuevo Pacto Verde resurgieron entre 2017 y 2019, cuando los políticos progresistas se movilizaron en torno a la campaña de Bernie Sanders en Estados Unidos y de Jeremy Corbyn en el Reino Unido. Esas campañas produjeron algunas propuestas políticas interesantes. Pero me pareció que, una vez más, no abordaban nuestros problemas medioambientales en términos del sistema planetario y, sobre todo, no estaban orientadas en torno a lo que se necesita para el Sur Global y las comunidades en primera línea de la crisis climática.
Lo que trato de hacer en el libro es corregir ese desequilibrio explorando una serie de cuestiones diferentes que revisten una importancia primordial en el Sur Global, empezando por la agricultura -de la que, como saben, casi nunca se habla en los planes occidentales de Green New Deal-, seguida de la urbanización, la transición energética, la conservación de la biodiversidad y la migración. A lo largo de esos capítulos temáticos trato de examinar diversas formas de organización a diferentes escalas. Por ejemplo, en el capítulo sobre «Descolonización de la alimentación» examino el movimiento campesino mundial, La Vía Campesina, que es una organización transnacional que tiene incorporadas sus propias formas de gobernanza representativa. Este movimiento no parece sufrir el tipo de sustitucionismo que estás caracterizando en relación con el sector medioambiental sin ánimo de lucro en Occidente. Realmente intenta movilizar a la gente de una forma democrática bastante directa, incluyendo un fuerte componente de igualdad de género.
La Vía Campesina se sitúa probablemente en el extremo más organizado del espectro de los movimientos que examino en el libro. También examino grupos que algunos podrían considerar «desorganizados», en el sentido de que no utilizan estructuras representativas jerárquicas ni modelos de gobernanza transnacional. Me refiero a cosas como los grupos de ocupas en los barrios de las ciudades del Sur Global, donde la gente lucha contra el desahucio.
Al aplicar ese enfoque ascendente más amplio, me interesa mucho explorar el tipo de tradiciones que tienen su origen en la historiografía radical británica encarnada, por ejemplo, por la obra de EP Thompson The Making of the English Working Class. He intentado emular toda esa idea de hacer historia desde abajo tomando en serio las formas de organización de la gente, como hizo él. En un lugar como la India, esa tradición dio lugar a los Estudios Subalternos, un enfoque de la historia que expuso cómo los campesinos se movilizaron y resistieron las incursiones en sus tierras de las fuerzas imperiales británicas. En la historiografía descendente dominante nunca llegaríamos a escuchar realmente esas voces porque siempre eran los funcionarios imperiales los que escribían sobre las «revueltas» populares.
El tipo de movilizaciones que analizo necesitan un enfoque ascendente. Sería difícil entenderlas claramente sin eso, porque tienen un modo de organización muy flexible y, podría decirse incluso, espontáneo. En el libro he intentado revelar ese espectro más amplio de formaciones de movilización que se están desarrollando en el contexto del Sur Global.
En el contexto de ese amplio espectro de movilizaciones y sus formas, ¿cree que hay algún punto fuerte organizativo compartido que se revele a través del ecologismo ascendente? Por ejemplo, ya sean explícitamente clasistas (en el caso de La Vía Campesina) o más espontáneas, ¿tienen estas movilizaciones una mayor resistencia democrática y, por tanto, unos principios rectores más sólidos? Si es así, ¿están mejor situadas para resistir la presión del servicio oficial del neoliberalismo que algunas ONG ecologistas occidentales cooptadas?
Pues bien, los movimientos populares son lugares de ebullición y contestación política. Aunque estos movimientos luchan por defender los bienes comunes medioambientales, siempre están sometidos a la presión de los intereses de las élites y del Estado. A veces se puede comprar a los líderes y se puede acobardar a la gente para que guarde silencio. Pero lo que descubrí en cuanto a una especie de conjunto de principios es que muchos de estos movimientos piensan en el ecologismo en un sentido muy amplio. Por el contrario, los intereses de las élites intentan reducir el alcance del ecologismo. Las élites pueden admitir que tenemos una crisis climática, pero reducen su alcance para centrarse exclusivamente en el dióxido de carbono. Eso les permite argumentar que la crisis puede resolverse mediante soluciones tecnológicas como la captura y el almacenamiento de carbono. O pueden impulsar mecanismos neoliberales de compensación del carbono como soluciones limitadas. Este estrechamiento de las élites oculta la verdad de nuestra crisis medioambiental y sus múltiples facetas entrelazadas e interrelacionadas.
Creo que la complejidad real de los problemas medioambientales la entienden mejor las personas que están sobre el terreno, donde, por ejemplo, la crisis climática está golpeando de verdad. Sólo en virtud de sus circunstancias materiales, ellos y sus movimientos tienen una comprensión más precisa.
Como ejemplo concreto, en el capítulo del libro dedicado a la transición energética, exploro el caso de Sudáfrica, donde el gobierno del CNA ha aceptado al menos el discurso de una «transición energética justa». Pero la forma en que intentan conseguirlo es muy limitada: se limitan a traer empresas privadas para que construyan energías renovables. Muchas de esas empresas proceden del Norte Global, concretamente de Europa, por lo que los movimientos populares se plantean muchas preguntas sobre la equidad, una consideración importante dados los elevadísimos niveles de desempleo en un lugar como Sudáfrica. Así pues, la cuestión crucial es qué implicaciones tiene que la transición energética esté dirigida por un grupo de consultores e ingenieros de algún lugar de la Unión Europea.
Es una pregunta importante porque, mientras tanto, hay movimientos populares sobre el terreno que bloquean carreteras porque sus comunidades sufren constantes caídas de tensión -bajadas repentinas de las magnitudes de voltaje de las redes eléctricas-. Esos graves apagones reflejan el hecho de que la autoridad energética nacional, Eskom, se encuentra en un estado de crisis política. La gente sobre el terreno ve amenazada su vivienda porque no puede permitirse pagar las tarifas que impone el proveedor estatal de servicios públicos. También ven la pobreza y el suministro energético como cuestiones de vida o muerte en el contexto del aumento de las temperaturas urbanas relacionado con la crisis climática. Estos movimientos ven una conexión entre los problemas superpuestos de la vivienda, el acceso a la energía, el clima y la pobreza. Además, debido al enfoque del gobierno del CNA hacia la transición energética, son conscientes de la captura del Estado por parte de las empresas. Todos estos problemas se consideran interrelacionados, por lo que luchan contra ellos a través de la acción directa. Y lo que es más importante, debido a esa interconexión, también presionan a los sindicatos e intentan que se pongan de su parte y participen en sus luchas.
Los movimientos por la justicia en la transición energética son sólo una de las muchas luchas diferentes, en contextos muy diversos, que analizo en el libro. Si hay un conjunto de principios unificadores en todas esas luchas, es el tipo de ecologismo interseccional en el que la gente realmente establece conexiones porque está directamente expuesta a esas crisis multifacéticas sobre el terreno. Ese tipo de ecologismo contrasta claramente con el de arriba abajo y restrictivo -en el que los esfuerzos se dedican a salvar una parte o una cuestión del medio ambiente-, tan fácilmente cooptable por el discurso neoliberal.
Parece que el ecologismo ascendente implica un enfoque más holístico. ¿En qué medida se debe esto al radicalismo, en el sentido de que, para mantener el holismo, habría que profundizar en las raíces causales de una crisis y volver a construir para encontrar las conexiones con otras tendencias, factores, problemas y movimientos de masas?
Si esa valoración es pertinente, ¿cómo puede el radicalismo holístico contrarrestar el tipo de ecologismo monotemático que hemos heredado de la ciencia occidental y las opciones políticas derivadas de Río 92, cuando los líderes políticos del mundo impulsaron una agenda que descomponía la crisis medioambiental emergente en una serie de «cuestiones» medioambientales discretas: biodiversidad, clima, desertificación, contaminación, etc.?
¿Es el enfoque holístico y radical que usted propone la clave para infundir a los ecologistas serios un nuevo sentido de optimismo radical? ¿Sería útil esta perspectiva sobre todo para los jóvenes que se describen a sí mismos como «la última generación»?
Sólo ganaremos la lucha medioambiental si conseguimos la participación de los movimientos de masas. Es la única manera de hacer las cosas, porque el ecologismo desde arriba, a pesar de algunos de sus éxitos, siempre va a ser vulnerable a la reacción política. Y, por supuesto, ese peligro de reacción política se hace cada vez más fuerte a medida que el clima y el medio ambiente en general entran en una crisis más profunda.
Los políticos «liberales» de la corriente dominante en el Norte Global están haciendo frente a la crisis climática prometiendo acelerar la transición energética desde arriba arrojando dinero público a empresas privadas como Ørsted, el gran promotor de la energía eólica marina. En Estados Unidos, eso es lo que está haciendo la Ley de Reducción de la Inflación del presidente Biden, y sé que están ocurriendo cosas similares con el Acuerdo Verde Europeo de la UE. El problema es que incluso mientras estas iniciativas se desarrollan de arriba abajo, estamos en un momento de auge sin precedentes de los combustibles fósiles. Los políticos, incluidos los «liberales» como Joe Biden, no están haciendo nada serio respecto a esa contradicción porque, por un lado, están diciendo a los ecologistas: estamos haciendo lo necesario impulsando Nuevos Acuerdos Verdes. Pero, por otro lado, el mensaje que están enviando a los intereses de los combustibles fósiles, y a sus especuladores financieros asociados, es no se preocupen; su capital estará a salvo, vamos a seguir sacando combustibles fósiles, y ustedes estarán bien.
Mientras nos encontramos en ese peligroso momento en Occidente, existe una especie de situación paralela en el Sur Global. Políticos como el Primer Ministro indio, Narendra Modi, afirman que India necesita aumentar su independencia energética y su soberanía energética para el desarrollo económico. Para ello, el gobierno indio está construyendo importantes proyectos de energía solar, pero también y en paralelo pretende abrir vetas de carbón por valor de miles de millones de libras y construir nuevas centrales eléctricas de carbón.
Estoy utilizando a Modi y a la India como ejemplo, pero se trata de un problema en todo el Sur Global, porque estos países sienten que su espacio para el desarrollo ha quedado vedado por la contaminación que Occidente ha introducido históricamente en la atmósfera. Las élites de algunos países del Sur Global están enfadadas porque consideran que ha llegado su momento de desarrollarse económicamente y no van a reducir el uso de combustibles fósiles que consideran necesarios para lograrlo.
La terrible ironía es que el poder económico desatado de ese modo por los combustibles fósiles beneficia a un porcentaje limitado de la población de un país como la India, incluso cuando el propio país es uno de los lugares más vulnerables del planeta al apocalipsis medioambiental que se está gestando. Considero que esas contradicciones son uno de los enormes peligros a los que nos enfrentamos en lo que respecta a la clase política actual y sus planteamientos verticalistas.
Para empeorar las cosas, existe la amenaza de la extrema derecha y de los fascistas que utilizan la xenofobia explícita para demonizar a determinadas poblaciones y a los inmigrantes. Este ecofascismo es más evidente en países ricos como los de la UE, pero también se refleja en el Sur Global, donde un líder como Modi se dirige a los musulmanes de forma explícita siguiendo el modelo de la islamofobia occidental.
Supongo que si vamos a pensar seriamente en el optimismo entonces, debe tratarse de ser capaces de montar algún tipo de oposición significativa desde la base a ambas tendencias políticas: el tipo de duplicidad liberal que fomenta el capital fósil y la transición energética simultáneamente, y el tipo de respuesta fascista a la crisis climática que ataca cada vez más a los migrantes.
Hay algunas buenas señales de que la necesidad de una acción radical está resonando en Occidente y de que la gente de aquí se está radicalizando medioambientalmente. Por ejemplo, el libro de Andreas Malm «How to Blow up a Pipeline» (Cómo volar un oleoducto ) se ha convertido en un bestseller, se ha adaptado al cine y su trabajo se ha publicado en el New York Times, llegando así a un público mucho más amplio. Al mismo tiempo, en el Reino Unido, la Extinction Rebellion ha estado a la cabeza de este tipo de protesta radical y juvenil. El tipo de radicalización y las perspectivas holísticas de las que hemos hablado están ocurriendo, pero la represión resultante también es un problema grave.
De hecho, lo que sostengo en el libro es que los movimientos del Sur Global llevan mucho tiempo volando oleoductos y defendiendo los bienes comunes medioambientales. La acción militante, incluida la resistencia armada de las personas cuyo medio ambiente se ha visto amenazado, lleva décadas en marcha en los países del Sur Global. Esa resistencia no siempre recibe la etiqueta de «ecologismo», pero a menudo es una forma de defensa de los bienes comunes medioambientales. La represión resultante por parte de las fuerzas poscoloniales, incluidos los agentes estatales burgueses y los intereses internacionales como las empresas de combustibles fósiles, también se ha desarrollado a través de esa política medioambiental durante mucho, mucho tiempo.
Las principales fuerzas políticas que están actuando en el actual momento global se están desarrollando en un momento en el que todo lo que hemos dado por sentado en la relativa estabilidad climática del Holoceno está siendo puesto patas arriba. De cara al futuro, todas las certezas políticas a las que nos hemos acostumbrado -Estados-nación, fronteras nacionales y megaciudades del mundo- están a punto de saltar por los aires, probablemente en el transcurso de nuestras vidas, pero sin duda antes de 2100. Prepararnos para esa reconfiguración masiva -sin dejar de intentar construir desde abajo lo que necesitamos para sobrevivir y hacer que la transición energética se produzca en la medida de lo posible- es, en mi opinión, el conjunto clave de luchas medioambientales que tenemos ante nosotros.
Al adentrarnos en ese mundo incierto, ¿qué importancia tienen los principios tradicionales de las luchas políticas y la movilización de masas? Por ejemplo, ¿qué papel desempeña el internacionalismo a la hora de crear la masa crítica del ecologismo desde abajo; de unir todas las luchas que has esbozado, y de hacerlas políticamente holísticas uniendo también el ecologismo a luchas más amplias por la justicia social y la paz?
Además, vinculados a ese internacionalismo y, de nuevo, procedentes de tradiciones de lucha, ¿qué importancia tienen los principios de conciencia de clase y solidaridad de clase? El ecologismo desde abajo tiene buenos ejemplos de organizaciones con conciencia de clase como La Vía Campesina, pero ¿hasta qué punto es importante que se forjen conexiones entre esos movimientos ecologistas y la clase obrera urbana?
Creo que ambas cuestiones, el internacionalismo y la solidaridad de clase, son importantes. Comienzo el libro con mi experiencia en Cochabamba con motivo de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre la Justicia Climática y los Derechos de la Madre Naturaleza. Este evento fue convocado por los movimientos en respuesta a la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático celebrada en Copenhague en 2009, en la que las élites mundiales se negaron básicamente a acordar reducciones obligatorias de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que supuso el inicio del camino fallido que nos llevó al Acuerdo de París. Evo Morales y otras personas de varias naciones del Sur Global estaban tan disgustados por esa dirección que llegaron a la conclusión de que necesitábamos un movimiento popular -una especie de respuesta de clase global, basada en el ecologismo de base-, una Internacional Verde. Me siento muy afortunado de haber estado allí y haber formado parte de las deliberaciones que tuvieron lugar en Cochabamba. Me hubiera gustado que siguiera adelante, pero las circunstancias políticas cambiaron. El retroceso de los gobiernos de la Marea Rosa en América Latina y la elección de fascistas en lugares como Brasil hicieron que el proyecto tuviera dificultades. Pero creo que es un movimiento que merece la pena apoyar y por el que merece la pena luchar, así que sigo participando en los esfuerzos para ayudar a organizar este tipo de Internacional Verde.
Para que esto tenga éxito, debe anclarse de forma coherente en la mayoría global, de modo que refleje las demandas de los movimientos populares del Sur Global. Tenemos que asegurarnos de que la historia de las tradiciones de justicia global -las luchas contra el neoliberalismo que tuvieron lugar contra todos los acuerdos comerciales internacionales de la década de 1990 y la OMC- se entretejan en gran medida con las formas emergentes de solidaridad medioambiental internacional.
En términos de conciencia de clase, es esencial que fomentemos las conexiones y la solidaridad entre las personas que están situadas en diferentes partes del sistema mundial capitalista. Debemos retomar las lecciones de Antonio Gramsci, que luchó por conectar al proletariado industrial del norte de Italia con el campesinado del sur del país. Ese nivel de solidaridad de clase es un paradigma que tenemos que seguir construyendo para los tiempos y las luchas actuales. Es un elemento vital para desarrollar el tipo de lucha holística que ya hemos discutido. Pero al desarrollar el holismo creo que también necesitamos incluir otras luchas que se orientan en torno a diferentes elementos de identidad. Esto incluye el tipo de elementos anticoloniales y antirracistas que salieron a relucir en Cochabamba, donde se argumentó claramente que la contaminación de la atmósfera mundial era producto del colonialismo. Esto llevó a entender que el capitalismo y el colonialismo debían considerarse interrelacionados, con la conclusión de que el ecologismo debe ser también una especie de movimiento decolonial cuyo eje sea el antirracismo.
Si nos adentramos en otras luchas, tenemos que empezar a analizar el género. Las mujeres están en la vanguardia de las luchas ecológicas en todo el mundo, y necesitamos concienciarnos de cómo la crisis climática afecta desproporcionadamente a las mujeres. Las mujeres son clave para la reproducción social, y lo que estamos presenciando es esencialmente el colapso de la capacidad de las sociedades para reproducirse en todo el mundo. Para reflejar la urgencia de estas luchas, necesitamos que el feminismo y la movilización feminista transnacional sean partes fundamentales de las luchas medioambientales en las que estamos comprometidos. A su vez, para que esto sea eficaz, ese elemento de género debe estar claramente conectado con la conciencia de clase y los esfuerzos anticoloniales internacionalistas.
El ecologismo desde abajo necesita un enfoque holístico como movimiento, pero sé que puede ser un reto hacerlo. La izquierda política y los movimientos sociales a menudo encallan cuando intentan mantener en juego todos estos elementos de lucha y se esfuerzan por ser lo más justos posible. Pero creo que debemos luchar por la unidad y el holismo, y considero que organizaciones como La Vía Campesina son buenos ejemplos de cómo hacerlo.
¿Encontraste motivos para albergar esperanzas significativas de que el ecologismo desde abajo pueda ayudarnos con las luchas tradicionales por la unidad que necesitamos abordar? Por último, ¿tiene el propio plano ecológico algún potencial para mejorar la unidad desde abajo? ¿Qué beneficios se derivan de incorporar elementos radicales de la lucha ecológica como la agroecología?
Como digo en mi libro, a la gente no le queda más remedio que seguir luchando. Aprendí mucho sobre los fundamentos de esa determinación real de no rendirse al escribir Environmentalism from Below. Por un lado, es un libro ridículamente amplio porque básicamente me senté a pensar cómo los temas medioambientales clave ilustran dónde se están desarrollando las crisis hoy en día, y cómo los movimientos se están movilizando en respuesta. Los capítulos temáticos del libro comienzan diagnosticando el conjunto de problemas que la dinámica de explotación capitalista está creando para un tema medioambiental, y luego exploran alternativas desde abajo.
Por ejemplo, en el capítulo » Descolonizar la alimentación «, me propuse analizar la crisis de la agricultura y el sistema alimentario para, a continuación, describir las alternativas que ofrece la agroecología. Para ese capítulo -en un enfoque que adopté para cada tema- intenté aprender todo lo que pude sobre los ecosistemas del suelo hablando con el mayor número de expertos y leyendo todo lo que pude. En este caso, esa investigación me hizo pensar en la complejidad de la ecología del suelo y en la inmensa variedad de vida que se encuentra en cada muestra cuadrada de suelo. Ese conjunto diverso de organismos está interconectado a través de una interacción ecológica increíblemente bella que, a su vez, mantiene la inmensa riqueza del suelo. Se trata de una analogía magnífica para el tipo de política radical holística de la que hemos estado hablando, pero también es exactamente el tipo de sistema natural que tenemos que averiguar cómo mantener a través de nuestra política radical.
Las analogías ecológicas y políticas se extienden también en otras direcciones. Está claro que el modelo agroindustrial de tratar el suelo como un sustrato neutro en el que se pueden verter productos químicos sin más ya no funciona. Pero el predominio de ese enfoque monocultural revela mucho sobre el estilo autoritario del sistema que el capitalismo está exportando por todo el mundo. Siempre se ha criticado al comunismo por ser totalitario, pero si pensamos en el tipo de sistemas ecológicos que se derivan del capitalismo industrial, son tan verticalistas y destructivos como cualquier forma de gobierno político totalitario que podamos imaginar.
En cambio, si nos fijamos en los ecosistemas naturales del tipo que vemos en los suelos sanos, podemos aprender mucho sobre cómo podría ser un ecologismo generalizado desde abajo. Pero también podemos especular sobre los requisitos holísticos que serán necesarios para dar forma al tipo de auténtico comunismo del desastre en el que debemos confiar cada vez más. A este respecto, hacia el final de Ecologismo desde abajo, hablo de la próxima necesidad de abolir las fronteras y de cómo los países occidentales han gastado mucho más en militarizar sus fronteras, al tiempo que animaban a las naciones del Sur Global a interceptar a los migrantes, que en reparaciones climáticas. La necesaria abolición de los Estados nación y de las fronteras racistas es una muy buena forma concreta de plantearnos nuestra crisis medioambiental y nuestra respuesta, porque casi todos vamos a tener que desplazarnos a medida que se acelere el cambio climático.
Medio Ambiente desde Abajo termina con un debate sobre las cuestiones políticas de las que hemos estado hablando, y sobre cómo los sistemas actuales que tenemos en marcha son totalmente insostenibles dadas las crisis medioambientales que están creando. Frente a todas esas realidades necesitamos construir otras formas de solidaridad y maneras alternativas de ser en relación con el planeta. En una clara inversión del eslogan thatcherista, debemos hacerlo porque no hay alternativa.
6. Reflexiones sobre la guerra
Una, a mi juicio, interesante reflexión de Wolfgang Streeck sobre la guerra moderna, con un recadito final para los Verdes alemanes. https://www.elsaltodiario.com/
Notas sobre la actual economía política de guerra
La propaganda de guerra tiene como objetivo disfrazar un conflicto de intereses que podría resolverse por la diplomacia como un conflicto de vida o muerte entre formas de existencia incompatibles.
Director emérito del Max Planck Institute for the Study of Societies de Colonia.
21 may 2024
1. Las guerras en general
Las guerras consisten en matar y morir. Esto las convierte en asuntos apasionantes, que rozan lo metafísico. Cuando se trata de combatir sobre el terreno, no hay guerras tecnocráticas, limpias y ecuánimes, libradas en el campo de batalla con la Convención de La Haya sobre Guerra Terrestre en la mano. Si hay que elegir entre cometer un crimen de guerra o morir, los soldados no se lo piensan mucho. Tampoco pueden dejar de odiar a quienes quieren matarlos, lo que hace más fácil matarlos primero por precaución. Las familias en casa perdonarán; es mejor que muera el enemigo que su hijo, su marido o su padre. El enjuiciamiento de soldados por su país por crímenes de guerra es raro; aún más rara es la condena, ya que la moral es más importante en la guerra que las morales.
Las guerras se alimentan a sí mismas. Las guerras producen siempre nuevas razones para continuarlas, entre ellas los crímenes de guerra inevitablemente cometidos por el enemigo o atribuidos a él y el odio que engendran, además de los intereses en conflicto. Dado que el acontecimiento de una guerra es incierto –el campo de batalla es una fuente estocástica–, siempre existe la esperanza o el temor de que la suerte cambie; ser irracional puede ser, en este sentido, la elección racional. Fortuna y virtú, como en Maquiavelo, se vuelven indistinguibles; los mariscales de campo pueden ser despedidos por falta de fortuna. El resultado nunca es seguro. Las partes perdedoras tienen un incentivo para luchar hasta el último hombre, hasta la última bala; el enemigo puede estar ante portas, pero en nuestro lado de la puerta puede haber una Wunderwaffe [arma milagrosa] casi lista para ser utilizada.
Las guerras suelen durar más de lo esperado. Las guerras se inician esperando que los chicos estén en casa para Navidad. Luego se tarda un poco más hasta la siguiente ofensiva de primavera. Y así sucesivamente. A medida que una guerra se alarga, su propósito original se olvida o se enriquece o queda oculto bajo un cúmulo de propósitos adicionales, algunos relacionados con el curso de la propia guerra –el deseo de venganza o el deseo de restablecer la «justicia» mediante el castigo del enemigo por sus crímenes, confundiendo el campo de batalla con un tribunal– y otros que son arrojados al famoso «cubo de basura» de la toma de decisiones políticas: ahora que ya estamos inmersos en la guerra, ¿no podemos hacer también X además de Y, como mostrar a la Unión Soviética lo que puede hacer una bomba nuclear, además de derrotar a Japón? Cuantos más propósitos se albergan, más tiempo se tarda en conseguir los suficientes como para poder suspender el derramamiento de sangre. Además, recuerden a Heráclito: «La guerra es el padre de todas las cosas», donde las cosas pueden incluir una nueva industria armamentística construida en tiempo récord por el enemigo.
Las guerras están alimentadas por el odio y el miedo. Una vez en marcha, impuesta la necesidad de matar y morir a gran escala, el odio y el miedo se convierten en medios indispensables de destrucción. Su generación y su cultivo es el trabajo de la propaganda, un término que entró en política por primera vez en la Revolución Francesa. La propaganda es tan importante para el éxito de una guerra como el armamento y, por lo tanto, absorbe una inversión igualmente amplia, financiera y política. Su principal herramienta es la demonización del enemigo, preferiblemente mediante su estilización como un único individuo diabólico –el Kaiser, Stalin, Hitler, Saddam Hussein, Putin–, un individuo que simultáneamente está rematadamente loco y es absolutamente malo y que, por lo tanto, «sólo entiende el lenguaje del puño» (en palabras de uno de mis profesores de instituto en la década de 1950 sobre «el ruso»). Para justificar la guerra a gran escala de un pueblo contra otro pueblo, se puede hacer que el individuo diabólico parezca representativo de su pueblo o, desde luego, de su ejército. Tanto el pueblo como el ejército tienden a ser representados como entregados a la comisión de asesinatos sin sentido, incluyendo bebés y niños pequeños, a la práctica de la tortura y la mutilación de prisioneros y, en particular, a la perpetración de violación de mujeres: «bárbaros», en otras palabras, como los «orcos» rusos y los terroristas de Hamás. En la propaganda moderna, los enemigos no pueden hacer la paz, porque disfrutan cometiendo crímenes de guerra por el puro placer de cometerlos: los crímenes que cometen no constituyen un medio para obtener un fin específico, sino un fin en sí mismos. Que haya guerra, pues, se debe sólo a su locura; no hay más prehistoria de la guerra entre ellos y nosotros que esa convulsión enfermiza presente en sus almas enfermas, donde reinan únicamente las pasiones violentas y se halla ausente todo interés racional sobre el que podrían ofrecerse concesiones. Así que debemos odiarlos de la misma manera que ellos nos odian a nosotros y prepararnos para destruirlos en su totalidad, so pena que ellos hagan lo propio con nosotros.
Enemigos existenciales. En Der Begriff des Politischen [El concepto de lo político], Carl Schmitt (1932), que más tarde sería el jurista supremo de Hitler, escribió (era 1922, el recuerdo de la Primera Guerra Mundial estaba todavía fresco): “Ningún programa, ningún ideal, ninguna norma y ninguna conveniencia confieren un derecho de disposición sobre la vida física de otras personas. Exigir seriamente a las personas que maten a otras personas y que estén dispuestas a morir para que el comercio y la industria de los supervivientes puedan florecer, o el poder de consumo de los nietos pueda prosperar, es atroz y demencial.”
Y más adelante: «No hay ningún propósito racional, ninguna norma, por correcta que sea, ningún programa, por ejemplar que sea, ningún ideal social, por hermoso que sea, ninguna legitimidad o legalidad que pueda justificar que la gente se mate entre sí. La única justificación para proceder a «tal aniquilación física de la vida humana» es «la afirmación existencial de la propia forma de existencia frente a la negación igualmente existencial de esta forma [por parte de un] enemigo existencial»: un seinsmäßiger Feind, que no puede coexistir con nosotros del mismo modo que nosotros no podemos coexistir con él. Ni siquiera «una guerra [emprendida] para acabar con todas las guerras» pasa la prueba:
Tales guerras son necesariamente guerras particularmente intensas e inhumanas porque […] deben degradar simultáneamente al enemigo en categorías morales y de otro tipo y convertirlo en un monstruo inhumano, que no sólo debe ser repelido sino definitivamente destruido, es decir, que ya no se trata de tan solo de un enemigo al que hay que hacer retroceder detrás sus fronteras.
Representar, en otras palabras, lo que podría ser un enemigo no existencial como un enemigo existencial. Hacer esto es la tarea de la propaganda, disfrazar un conflicto de intereses que podría resolverse por la diplomacia como un conflicto de vida o muerte entre formas de existencia incompatibles. La idea es que ello contribuirá a vencer una guerra que es ilegítima, haciéndola parecer inevitable, algo que se vuelve más tentador cuanto más tiempo se ha prolongado una guerra y más vidas humanas se han sacrificado. De la mano de Schmitt (1922), podemos adoptar como hipótesis nula que en vez de postular que la guerra se libre entre enemigos existenciales, los enemigos existenciales se crean por y para la guerra.
2. Las guerras modernas
Medios de producción, medios de destrucción. Fue Friedrich Engels, liberado de la presencia intimidatoria de su amigo tras la muerte de Marx en 1883, quien comenzó a ampliar la historia materialista de la sociedad capitalista para incluir en ella el desarrollo de los medios no sólo de producción, sino también de destrucción: los medios tecnológicos y sociales de la guerra (Streeck, 2020). Engels nunca renunció explícitamente a la doctrina marxista anterior de que la fuerza militar de un país está en función de su fuerza industrial. Con el tiempo, sin embargo, el acoplamiento entre ambas fuerzas parecía haberse vuelto menos ajustado a su juicio, llegando a acariciar ocasionalmente la idea de que tal vez la dirección de la causalidad podría invertirse en determinados casos, corriendo de la tecnología militar a la tecnología civil. En sus últimos años de vida, Engels siguió recopilando información minuciosa sobre el armamento de la totalidad de los Estados europeos, hasta el último fusil. Engels atribuyó su interminable modernización a una dinámica específica patente en las carreras armamentísticas de la época entre las potencias europeas, impulsadas por el progreso tecnológico, como había sucedido en la primera guerra moderna, la Guerra de Secesión estadounidense, que Marx y Engels habían seguido de cerca. Las carreras armamentísticas, que obligaban a los países a ponerse continuamente a la altura de los demás para no quedarse rezagados, eran consideradas por Engels como una causa próxima de la guerra por derecho propio, lo cual convertía en prácticamente obsoleta la distinción clásica entre agresión y defensa. En 1887, menos de tres décadas antes de 1914, Engels (1887) predijo una próxima guerra mundial de una dimensión nueva, hasta entonces desconocida: “De ocho a diez millones de soldados se enfrentarán entre sí y en el proceso dejarán a Europa más desnuda que un enjambre de langostas. Las depredaciones de la Guerra de los Treinta Años comprimidas en tres o cuatro años y extendidas por todo el continente; el hambre, las enfermedades, la caída universal en la barbarie, tanto de los ejércitos como de los pueblos, como consecuencia de la aguda miseria; la dislocación irremediable de nuestro sistema artificial de comercio, industria y crédito, que terminará en la bancarrota universal; colapso de los viejos Estados y de su sabiduría política convencional hasta el punto de que las coronas rodarán por las cunetas por docenas, y nadie estará cerca para recogerlas; la absoluta imposibilidad de prever cómo acabará todo y quién saldrá vencedor de la batalla. […]. Ésa es la prospectiva para el momento en que el desarrollo sistemático de la competencia mutua en materia de armamento alcance su clímax y produzca finalmente sus inevitables frutos.”
Si vis pacem para bellum. Durante la Guerra Fría, éste fue el lema de la industria occidental de la disuasión, de los think tanks transatlánticos hasta los comandantes de la OTAN, para hacer aparecer la carrera armamentística de la época como la forma moderna del pacifismo. Si quieres la paz, prepárate para la guerra. Pero esto no era exactamente lo que los romanos tenían en mente. Cuando se preparaban para la guerra, lo hacían para ir a la guerra y ganar. La paz que su preparación debía producir –la Pax Romana– era la paz después de la conquista; el enemigo derrotado de una vez por todas: esta era la única paz que los romanos, que nunca firmaban tratados de paz, podían imaginar. Ceterum censeo Carthaginem esse delendam, destruida, no pacificada. Una vez que Friedrich Engels había comprendido la lógica de la Eigendynamik [dinámica endógena] de las carreras armamentísticas en las sociedades industrialmente innovadoras, el lema pacifista debe ser si vis pacem para pacem. Recordemos que Parabellum era el nombre de la pistola utilizada por el ejército y la policía alemanes desde 1908 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Tecnología y estructura social. Nótese que el colapso civilizatorio que Engels vio venir no fue causado por una crisis económica, sino por una carrera armamentística que se le fue de las manos a una clase política incompetente. Nótese también que la guerra en la que este colapso se originó fue mucho peor, especialmente para el proletariado, que la peor crisis capitalista imaginable en aquel momento. La culpa era del Estado, o de la comunidad de Estados, no de la economía capitalista, y el futuro de los que estaban vivos iba a decidirse ante todo, no por el ciclo económico o la caída de la tasa de beneficios, sino por una prueba de fuerza militar. Engels, del que podemos afirmar que fue el primero en probar suerte con una sociología de la tecnología, llevaba mucho tiempo interesándose por la forma en que los diferentes tipos de armas afectaban a la organización de los ejércitos: la división del trabajo en el lugar de destrucción. También pareció darse cuenta de que la perspectiva de morir en el campo de batalla o a manos de un ejército invasor tenía que ser más amenazadora para la clase obrera que empobrecerse a causa de una recesión económica por lo que era más probable que los trabajadores se unieran en torno a sus Estados y economías políticas nacionales que a sus partidos revolucionarios internacionalistas. Lo que Engels, que murió en 1895, no vivió para ver, pero tal vez esperaba, era que la propiedad monopolística por parte del Estado moderno de los medios de destrucción modernos acabaría finalmente con los proyectos sindicalistas de organización política de las sociedades industriales después de 1918. Tampoco tuvo ocasión de observar cómo, después de 1945, el mundo se dividió en dos bloques mantenidos unidos por su respectivo país imperial, armados con bombas nucleares, para entonces la última máquina de matar moderna. De algún modo, esto proyectó en la escena internacional la división de clase capitalista: un bloque proletario-comunista en su autopercepción, por un lado, y un bloque burgués-capitalista, por otro, el primero de los cuales referido en ocasiones un Alto Volta, ahora Burkina Faso, pertrechado con cabezas nucleares, denominación utilizada para ilustrar gráficamente el desacoplamiento existente entre la capacidad industrial y la militar. En cuanto al momento presente, y mirando al futuro, no sabemos cómo afectará a la organización social el rápido desarrollo de las armas químicas y biológicas, cuidadosamente ocultado a la opinión pública pero progresando a buen ritmo, el estacionamiento de satélites armados en el espacio exterior y la introducción generalizada de la inteligencia artificial en los arsenales militares de los Estados actuales, y qué impacto tendrá todo ello tanto en el campo de batalla como sobre los órdenes nacionales y sobre el propio orden internacional, por ejemplo en lo que a este se refiere, en la distinción vigente en el derecho internacional, ya dudosa en sí misma, entre agresión y defensa.
Guerra y economía. Las guerras enriquecen a los productores de armas y por ello les gustan las guerras y, desde luego, sus preparativos. El aumento del gasto en armamento también puede ayudar a acabar con el estancamiento económico: véase, por ejemplo, el rescate del New Deal como programa de empleo ante la inminencia de la Segunda Guerra Mundial. Esta es la razón por la que la izquierda ha sospechado durante mucho tiempo que los países libraban guerras para beneficiar a su industria armamentística y no, a la inversa, que la industria armamentística beneficiara al país. Hoy en día la relación entre la guerra y la economía parece adoptar una forma distinta en el contexto de la lucha de los gobiernos contra el estancamiento económico. El campo de batalla contemporáneo parece ser el campo de pruebas más exigente para la digitalización avanzada, como sucede, por ejemplo, con la inteligencia artificial. Además, los productores de inteligencia artificial desplegada en la guerra pueden asegurar a los clientes civiles que sus sistemas han funcionado en las circunstancias más extremas. Asimismo, a los gobiernos les resulta más fácil convencer a los contribuyentes de la necesidad de subvencionar a algunas de las empresas más grandes y rentables del planeta como una cuestión de «seguridad nacional» y no de «política industrial». Recordemos el origen en el presupuesto militar estadounidense de Internet y, de hecho, del sector de las tecnologías de la información de Silicon Valley. Con financiación pública, la inteligencia artificial puede probarse en la guerra y, tras ser mejorada, migrar a la economía en general para, quizá, reiniciar un vigoroso crecimiento económico.
3. Guerras globales
Defensa. Los Estados Unidos de América ocupan un continente entero, de California hasta la isla de Nueva York, con todo lo que se pueda desear en él. Limita con dos océanos, el Pacífico y el Atlántico, y con dos países, Canadá y México, de los cuales su vecino del norte es prácticamente su quincuagésimo primer estado, mientras que su vecino del sur está firmemente bajo su control militar y económico. A efectos prácticos, debido a su tamaño y ubicación, el territorio de Estados Unidos no puede ser invadido, ni puede, desde la invención de la defensa antimisiles, ser atacado desde el exterior. Sin embargo, en lugar de confiar su seguridad nacional a la «milicia bien ordenada» de su Guardia Nacional, Estados Unidos, en neto contraste con su inmunidad geográfica, mantiene un enorme establecimiento militar muy por encima de cualquier necesidad defensiva imaginable, situación que no ha concluido en absoluto con la Guerra Fría, sino todo lo contrario. Aunque durante la década de 1990, Estados Unidos fue capaz de percibir un «dividendo de paz», dado que su gasto militar disminuyó el 26 por ciento, en la década de la «Guerra contra el terror», que se extendió entre 2000 y 2010, aumentó nada menos que el 80 por 100, alcanzando una magnitud una vez y media por encima del máximo tocado en la Guerra Fría. Tras un descenso durante la presidencia de Obama, volvió a subir en torno a 100 millardos de dólares anuales entre 2017 y 2022. Durante todo el periodo, el gasto militar estadounidense superó con creces al de sus principales rivales, China y Rusia. En 2010, multiplicaba por dieciocho el gasto de Rusia y por seis el de China; en una carrera armamentística mundial, ambos ratios se han reducido desde entonces a 10 y 2,7, respectivamente.
Defensa avanzada. La defensa de Estados Unidos, aunque esté situado en una fortaleza insular invulnerable del tamaño de un continente, requiere a ojos estadounidenses medidas que se extienden mucho más allá de la patria estadounidense, lo cual encarece la misma. En las tres décadas transcurridas desde la desintegración de la Unión Soviética, no ha habido un solo día en que Estados Unidos no haya estado en guerra en algún lugar del mundo. Para ello, mantiene en torno a setecientas cincuenta bases militares en el exterior en aproximadamente ochenta de los doscientos países miembros de las Naciones Unidas (China tiene una base, en Yibuti; Rusia tiene nueve, ocho en países vecinos y una en Siria). Lo que Estados Unidos defiende no es su patria, sino su pretensión de ser el principal guardián de la paz del mundo, mostrándose lo suficientemente fuerte como para definir lo que tiene que ser la paz, cómo debe imponerse y por quién, siendo el presupuesto de defensa estadounidense esencialmente el programa neoconservador del Next American Century expresado en dólares. «Los desembolsos vinculados al ejército estadounidense en 2024 ascenderán a alrededor de 1,5 billones de dólares, o aproximadamente 12.000 dólares por hogar, si sumamos el gasto directo del Pentágono, los presupuestos de la CIA y otras agencias de inteligencia, el presupuesto de la Administración de Veteranos, el programa de armas nucleares del Departamento de Energía, la «ayuda exterior» vinculada al ejército del Departamento de Estado (como sucede con Israel), y otras partidas presupuestarias relacionadas con la seguridad» (Sachs, 2023).
Irresponsabilidad inveterada. Aunque Estados Unidos puede perder una guerra exterior, y de hecho ha perdido un buen número de ellas durante las últimas décadas, de Vietnam en adelante, ello no le afecta en absoluto, dadas sus condiciones geográficas. Tras la derrota estadounidense en Iraq, no apareció una flota de buques de guerra iraquíes navegando por la bahía de Chesapeake camino de Washington D.C. para exigir la extradición del criminal de guerra, George W. Bush, con la intención de entregarlo al Tribunal Penal Internacional de La Haya. Esta realidad facilita que Estados Unidos se ocupe de sus asuntos internacionales con una despreocupación errática, lo que es peligroso para los demás, pero no para el propio país. Los gobiernos estadounidenses pueden permitirse cometer errores en asuntos exteriores sin albergar ningún temor de ser castigados por ello, razón por la cual Estados Unidos siempre puede retirarse con absoluta despreocupación de lugares como Afganistán o Libia, donde sus proyectos de construcción nacional han fracasado, dejando que la población local y sus vecinos se encarguen de arreglar el desaguisado causado por tal negligencia criminal.
Dado el enorme aparato militar y de inteligencia de Estados Unidos, tan a contrapelo de su invulnerabilidad efectiva, podría ser un error buscar demasiada coherencia y racionalidad en la política de seguridad nacional estadounidense. En realidad, habría buenas razones para concebir la elaboración de la política exterior estadounidense no como una estrategia integral y coherente elaborada en la Casa Blanca, sino como un mercado político competitivo en torno al cual prolifera una multitud de personal emprendedor involucrado en las tareas de planificación, de las distintas armas del ejército hasta los servicios secretos, pasando por una multitud de instituciones de investigación y empresas ligadas a diversos grupos de presión, que desarrollan simultáneamente proyectos de intervención en el exterior para los que piden permiso al poder político y que de ser obtenido les permite acceder a recursos de financiación, cosechar prestigio público y obtener experiencia en los campos de batalla. Estos proyectos pueden tener poco sentido desde el punto de vista del interés nacional de Estados Unidos, pero que sí lo tienen y mucho desde la perspectiva del crecimiento organizativo de estas organizaciones e instituciones insertas en este mercado competitivo de la seguridad y la guerra del sector de la defensa militar estadounidense.
Ratios de muerte. Las guerras estadounidenses son masacres más que batallas, lo cual es todavía más cierto para las guerras israelíes. En las dos décadas que duró la guerra de Vietnam (1955-1975), Estados Unidos perdió 58.220 soldados, incluidos los que murieron en Vietnam por accidentes no relacionados con el combate, cifra aproximadamente similar al número de muertes anuales causadas por accidentes de tráfico en Estados Unidos en aquella época. Se calcula que las bajas vietnamitas fueron de entre 1,8 y 3,3 millones, tanto efectivos militares como civiles; no se dispone del recuento exacto debido a la forma en que se produjo la matanza (principalmente desde el aire mediante bombardeos). Esto equivale a un kill ratio de entre 30 y 57 por cada soldado estadounidense caído. Posteriormente, la proporción mejoró aún más. En la Guerra del Golfo de 1991 murieron 383 soldados estadounidenses y 59.500 iraquíes, un ratio de 1:138. Durante los veinte años de guerra en Afganistán, perdieron la vida 2.354 militares estadounidenses y aproximadamente 99.000 combatientes afganos, lo cual arroja un ratio de 1:45, que se duplicó con creces en la invasión de Iraq durante el mandato de George W. Bush, cuando 4.839 estadounidenses murieron frente a 460.000 iraquíes, lo que supuso un ratio de 1:94 muertos. En Siria se produjo una nueva mejora, con una proporción de 1:805 (113 estadounidenses y 91.000 enemigos muertos). No tan bien les fue a los israelíes en los veintitrés días de la Operación Plomo Fundido (2008-2009), que se saldó con 6 soldados de las Fuerzas de Defensa Israelíes y 1.391 palestinos muertos, la mayoría en Gaza, lo cual arroja un ratio de 1:231 muertos. En la actual guerra de Gaza, a fecha de 28 de marzo de 2024, había muerto 32.490 gazatíes por las que perdieron la vida 251 soldados israelíes, lo cual implica un ratio de 1:129, en su mayoría mujeres y niños.
El poder internacional esconde la decadencia nacional. El hecho de que Estados Unidos siga siendo la nación más poderosa militarmente con diferencia del mundo la convierte en un modelo para otros países, aunque su sociedad esté inmersa en un proceso de rápida decadencia. El poderío exterior y la miseria interior han ido de la mano durante algún tiempo, y nada indica que ello no vaya a continuar. Ni siquiera la derrota de Estados Unidos en Iraq, Afganistán, Siria y en otros lugares ha disminuido el atractivo romántico de su capacidad ilimitada para matar; hay glamour en poder infligir la muerte a otros a voluntad. Un poder superior también permite la cooptación transfronteriza de corresponsales en otras sociedades. Las tropas extranjeras pueden, por ejemplo, a través de la OTAN, tener acceso a entrenamiento y equipamiento («juguetes para los chicos», incluyendo recientemente a las chicas) que sus propios países nunca podrían proporcionar. Además, la familiarización con las estructuras de mando y las prácticas de inteligencia estadounidenses conlleva oportunidades profesionales en su país y a escala internacional, que de otro modo estarían fuera de su alcance.
Los soldados profesionales no estadounidenses, probablemente incluso en países como Rusia o Irán, contemplan su tecnología militar con asombro y envidia. (Algo parecido ocurre en sectores como la ciencia y los modelos empresariales, en particular en lo referido a la banca, los deportes, el entretenimiento, etcétera). Que los hogares estadounidenses soporten una carga de deuda récord; que la renta y la riqueza en Estados Unidos se hallen distribuidas de forma más desigual que en cualquier otro país «desarrollado»; que la mortalidad infantil sea dramáticamente más alta y la esperanza de vida igualmente más baja, registrando no obstante un gasto sanitario per cápita mayor que el incurrido en cualquier otra parte del mundo; que los ciudadanos estadounidenses estén armados privadamente hasta los dientes, habiendo aumentado el número de tiroteos masivos de forma tan explosiva en los últimos años, así como el de los fallecidos por sobredosis (en 2021 107.000, dos veces y media más que solo hace una década), etcétera, etcétera, no parece importar lo más mínimo a la clase dirigente estadounidense: el poder blando global estadounidense fluye del poder duro global estadounidense.
4. Guerra contra los bárbaros
Guerra asimétrica. Cuando en 2007 Israel clausuró la Franja de Gaza, en donde viven más de dos millones de personas, y tiró las llaves, dejando el orden social en manos de Hamás y el suministro de alimentos en manos de la UNRWA mientras, según sus propias palabras, se limitaba a «segar la hierba» de vez en cuando, deberíamos pensar que ese habría sido el final del asunto, dejando a los gazatíes guisarse en su propio jugo para siempre. De hecho, la prisión al aire libre de Gaza (David Cameron) se convirtió probablemente en el lugar mejor vigilado del mundo, con las telecomunicaciones locales (internet, telefonía) todas en manos israelíes y, por supuesto, sin ningún derecho legal a la privacidad. Consideremos la carta enviada el 12 de septiembre de 2014 al primer ministro de Israel por cuarenta y tres oficiales y soldados de la unidad de élite del Servicio Secreto 8200, anunciando su negativa a seguir prestando servicio:
La población palestina bajo el régimen militar está completamente expuesta al espionaje y la vigilancia de la inteligencia israelí […]. La información que se recoge y almacena […] se utiliza para la persecución política y para crear divisiones en el seno de la sociedad palestina mediante el reclutamiento de colaboradores y el desencadenamiento de comportamientos por partes de la sociedad palestina contra sí misma […]. La inteligencia permite el control continuo sobre millones de personas a través de la supervisión minuciosa e intrusiva y la invasión en la mayoría de los ámbitos de la vida.
Pero entonces, la potencia ocupante, infinitamente mejor equipada con tecnología de vigilancia que cualquier otra potencia de este tipo conocida en la historia, aparentemente no se dio cuenta o, en todo caso, no tomó medidas sobre los preparativos de la fuga de la prisión acaecida el 7 de octubre de 2023, aparentemente tan cruel y sangrienta como lo son las fugas de prisión. Dichos preparativos deben haber estado en marcha durante años: la construcción de la red de túneles, el entrenamiento de decenas de miles de combatientes dispuestos a morir —«terroristas» en la terminología dada por buena por Estados Unidos y la Unión— muchos de los cuales, si uno cree a las autoridades israelíes, deben seguir vivos después de medio año de bombardeos incesantes. Tal vez las ventajas militares de la superioridad tecnológica tengan sus límites, lo que hace que quienes las disfrutan se confíen demasiado y puedan ser derrotados por la capacidad de los seres humanos, demostrada también en otros casos, para sobrevivir en las circunstancias más desesperadas, en el presente caso evadiendo aparentemente los medios tecnológicos más sofisticados de vigilancia mediante notas manuscritas que circulan clandestinamente de la mano de carteros humanos. Cuando se ven acorralados, los «bárbaros», es decir, los guerrilleros que carecen de las últimas tecnologías occidentales, pueden dar rienda suelta a su inventiva. Por ejemplo, cabe preguntarse de dónde sacan los gazatíes los misiles que siguen disparando a Israel a través de la línea de demarcación, casi todos ellos interceptados por la Cúpula de Hierro israelí, pero aparentemente útiles para la moral y la autoimagen de los gazatíes como parte activa en la guerra. La respuesta es que los proyectiles que los israelíes llevan años disparando contra la Franja de Gaza, y que ahora ha lanzado contra la misma de modo apabullante, supuestamente los más sofisticados del planeta, tienen un porcentaje de error del 10-15 por 100. Son esos misiles fallidos los que los combatientes de Hamás recogen y reciclan para devolverlos a su lugar de origen.
Baja tecnología, alta tecnología. Cuando hay que apoderarse de tierras, las guerras deben librarse a pie, con alta tecnología o sin ella. Hoy en día el acaparamiento de tierras no parece consistir tanto en dominar a otros pueblos como en matarlos o expulsarlos para que el propio pueblo se instale en ellas, como sucede en Gaza y Ucrania. Ello también puede ser una respuesta al intento de despliegue de fuerzas militares en la vecindad —el glacis— de un imperio por parte de otro. En cualquier caso, puede producirse una guerra terrestre a la vieja usanza, anacrónica a primera vista, con dos ejércitos de hombres en su mayoría proletarios enfrentándose y mutilándose o matándose en las trincheras, para ser celebrados como héroes por sus gobiernos, los medios de comunicación nacionales y sus familias. Incluso cuando los combates son en apariencia cuerpo a cuerpo, la alta tecnología puede estar trabajando mejor que la baja tecnología, como atestiguan los ratios de muertes. Así pues, parece que Israel está utilizando tecnología de reconocimiento facial a gran escala para elaborar una larga lista de varias decenas de miles de «combatientes de Hamás», que serían objetivo de asesinato.
También se está utilizando un sistema de selección de objetivos basado en la inteligencia artificial denominado «el Evangelio», y esto no es broma, que identifica objetivos para ataques de bombardeo mucho más rápido que los equipos de selección humana de antaño. De acuerdo con un consultor del ejército israelí, citado en informes de prensa publicados en diciembre de 2023, «un grupo de veinte oficiales podría producir entre cincuenta y cien objetivos en trescientos días. En comparación […] el Evangelio y sus sistemas de inteligencia artificial asociados pueden sugerir en torno a doscientos objetivos en diez o doce días, un ritmo al menos cincuenta veces más rápido». The Guardian informaba el 1 de diciembre de 2023, que «en la guerra de once días librada por Israel contra Hamás en mayo de 2021 [el Evangelio] generó cien objetivos al día». Citando a un oficial militar israelí, la noticia indicaba que «para dimensionar este ratio basta recordar que en el pasado producíamos cincuenta objetivos en Gaza al año». Abundando en este sentido The Guardian afirmaba: «De acuerdo con las cifras publicadas por las Fuerzas de Defensa israelíes en noviembre [de 2013], durante los primeros treinta y cinco días de la guerra Israel atacó quince mil objetivos en Gaza, una cifra considerablemente superior a la de anteriores operaciones militares en el densamente poblado territorio costero. Comparativamente en la guerra de 2014, que duró cincuenta y un días, las FDI atacaron entre cinco y seis mil objetivos». Al ver las imágenes de la destrucción causada en Gaza por los bombardeos israelíes, cabe preguntarse si la avanzada tecnología de selección de objetivos era necesaria en absoluto, ya que simplemente bombardeando todo, se moviera o no, habría hecho el trabajo igual de bien.
Civilizados versus terroristas. Si posees un número suficiente de F-16 –Israel tiene doscientos veinticuatro, además de treinta y nueve F-35, aún más avanzados– eres un país civilizado que ejerce, cuando llega el caso, su «derecho a la autodefensa» contra el «terrorismo». Si no tienes ni F-16 ni F-35, de hecho si no tienes ningún avión de combate en absoluto, como le sucede a Hamás, y recurres para tu «autodefensa» a los cuchillos o, en un nivel algo más avanzado, a las pistolas, eso te convierte en terrorista. Lo que es un terrorista fue establecido en el derecho internacional por Estados Unidos alilo de su «Guerra contra el terror» tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Los terroristas no tienen derecho a la autodefensa; son parias de la «comunidad internacional» de países civilizados y, por lo tanto, pueden ser encerrados en Guantánamo hasta el fin de sus días. Del mismo modo, la práctica israelí en Gaza de «segar la hierba», que dura ya una década, nunca se consideró «terrorista», ya que, a diferencia de la fuga de la prisión de Gaza del pasado 7 de octubre, se llevó a cabo con aviones de combate F-16. Podría decirse que, si los gazatíes hubieran estado en posesión de un número competitivo de ellos, esa fuga de prisión nunca se habría producido. Sin embargo, nadie estaba dispuesto a vendérselos. «Segar la hierba» era la jerga del gobierno israelí para referirse al asesinato ocasional de ciudadanos seleccionados de Gaza («la hierba» sigue creciendo) mediante bombardeos selectivos desde el aire, individuos identificados por la inteligencia israelí como líderes potenciales de un posible levantamiento contra el régimen de ocupación israelí instaurado en Gaza. Ese régimen, que en torno al 7 de octubre había estado en vigor durante dieciséis años, había entregado la Franja de Gaza a Hamás y a la UNWRA, permitiendo que la organización islámica se hiciera con el control de la vida y el orden social para mantener al margen a Fatah y hacer así imposible la solución de los dos Estados. No se recuerda que nadie en Occidente se haya referido a este régimen como terrorista, incivilizado o bárbaro.
Matanza posheroica. Desde la guerra de Vietnam, Estados Unidos ha trabajado duro para desarrollar tácticas y tecnología en el campo de batalla que minimizaran el riesgo de que sus soldados volvieran a casa en bolsas para cadáveres. Las pérdidas estadounidenses en Vietnam ya habían sido minúsculas en comparación con la Segunda Guerra Mundial y con la Guerra de Corea, debido a la gran dependencia de ejércitos títeres locales pagados y equipados por Estados Unidos. No obstante, muchos de los muertos eran reclutas. Posteriormente, Estados Unidos abolió básicamente el servicio militar obligatorio, seguido más o menos rápidamente por sus aliados europeos. Pronto, sin embargo, incluso los soldados profesionales caídos en la guerra se convirtieron en un lastre político que había que evitar. En la era microelectrónica, el medio elegido para ello fue la nueva tecnología. En algunos casos, un beneficio secundario de la misma fue que su uso ayudó a minimizar los daños colaterales, permitiendo localizar a enemigos seleccionados para matarlos de forma personalizada, aunque esto no siempre funcionó, como cuando los aviones no tripulados de Obama mataron no sólo al líder tribal afgano contra el que iban dirigidos, sino también a su cortejo nupcial. Durante un tiempo, el infoentretenimiento político patrocinó debates sobre la difícil situación de los operadores de aviones no tripulados que trabajaban con sus pantallas y joysticks en algún lugar de Estados Unidos para eliminar a malhechores individuales, o planificadores del mal, mediante misiles Hellfire, y no es broma, disparados desde un avión no tripulado e impactando en sus objetivos surgiendo de la nada. Se descubrió que ni siquiera los asesinatos a distancia de este tipo dejaban indiferentes a los asesinos, por lo que era necesario ofrecerles asistencia psicológica. También se debatió sobre la ética, o la no ética, de librar una guerra con sistemas de armas no tripulados guiados por inteligencia artificial, quizá entre Estados Unidos y China, o Microsoft y Huawei, fácilmente retransmitida por una u otra televisión de pago. Pero este escenario era poco realista desde el principio, no sólo cuando el objetivo es el control del territorio o la apropiación de territorio, como en Israel o Palestina. Hoy en día, lo habitual es que sólo uno de los bandos pueda disponer de tecnología avanzada, como sucede con los israelíes en Gaza. Con su ayuda, las Fuerzas de Defensa israelíes pueden matar de forma indiscriminada, pero también discriminatoria, a tantas personas como consideren oportuno, decenas de miles si es el caso, sin perder más que un pequeño puñado de sus tropas, en su mayoría reclutas, tratándose según el gobierno Israelí no sólo «del mejor ejército del mundo», sino también del «más ético».
Hitler por doquier. El parangón de las guerras modernas como cruzadas morales es la Segunda Guerra Mundial a tenor de la cual Alemania y Adolf Hitler se presentan como el enemigo prototípico. Ello sirve para demostrar que buscar la paz sin erradicar el mal es apaciguamiento; que una guerra adecuada debe terminar no con un acuerdo de paz, sino con la rendición incondicional de la parte malvada; que ninguna iniciativa tomada contra una parte malvada puede constituir un crimen de guerra, porque sirve a la necesidad imperiosa de acabar con un desastre que, de otro modo, no tendría fin; que ningún sacrificio de vidas humanas, en ambos bandos del frente, es demasiado grande para obtener la victoria final; que la paz con un imperio malvado es fundamentalmente corrupta («Munic»); que morir en la guerra por tu país, si es el país correcto, es heroico, a diferencia de morir por el país equivocado, que es vergonzoso e incluso criminal. Además, el origen de la guerra está siempre en el enemigo, independientemente de quién desenfunde primero; cualquier movimiento contra un enemigo malvado está justificado, mientras que ningún movimiento de ese enemigo puede estarlo. Pero mientras que en el caso de Hitler y Alemania esto puede o no haber sido así (aunque, en cualquier caso, no estaba entre los múltiples objetivos bélicos de los Aliados evitar o acabar con el Holocausto), hoy en día la retícula conceptual extraída de él se aplica a todas las guerras modernas en general: «¿Quién es el “enemigo más peligroso” de Estados Unidos? Escójalo usted mismo según la época. Saddam Hussein, los talibanes, Hugo Chávez, Bashar al-Assad, el ISIS, al-Qaeda, Gadafi, Vladimir Putin, Hamás, todos han desempeñado el papel de “Hitler” en la propaganda estadounidense» (Sachs, 2023). Y cabría añadir, redoblando la dosis, en la propaganda de guerra germano-verde: maniqueísmo por todas partes: el fin del mundo, el fin de la democracia y de la civilización en el mundo, el combate contra el autoritarismo a punto de tomar el poder a menos que lo impidan nuestros chicos, que lo impidan los chicos y chicas alemanes luchando contra el espectro de los chicos alemanes de hace dos generaciones, que luchan contra el mal. Hoy en día, el recuerdo estilizado de Hitler desplaza a los frescos recuerdos de guerra omnipresentes tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, cuya lección parece ser que el derecho internacional y la diplomacia deben garantizar la paz también y que deben hacerlo precisamente entre Estados con órdenes internos diferentes y objetivos externos contrapuestos; que los costes de la guerra (como los 60-80 millones de muertos provocado durante en los seis años que duró la Segunda Guerra Mundial) superarán, por regla general, sus beneficios; y que el cambio de régimen en un «Estado canalla » (George W. Bush) es mejor dejarlo en manos de sus ciudadanos que de ejércitos extranjeros.
Demonizar las posturas contrarias a Israel. Para el Estado de Israel una forma eficaz de demonizar o de dotar de existencia a un enemigo es atribuir su enemistad al antisemitismo. Desde el Holocausto, el concepto de antisemitismo ha estado inseparablemente asociado al deseo maligno de matar a personas únicamente por ser judías, por pertenecer a una colectividad, carente de Estado, que no tiene derecho a existir, porque es innatamente mala. Dado el recuerdo del antisemitismo alemán del Tercer Reich, hoy en día se puede atribuir legítimamente al antisemitismo una cualidad demoníaca más allá del odio normal existente entre enemigos normales, que, por supuesto, ya es bastante malo. La acción hostil contra las instituciones vinculadas al Estado de Israel puede entonces, aunque por supuesto no tiene por qué, ser legítima tan solo en la medida en que haya otros motivos que la impulsen además del antisemitismo. El resultado es que si la propaganda israelí consiguiera definir la hostilidad antiisraelí no antisemita como antisemita, entonces el Estado de Israel no podría hacer nada malo al defenderse. Por lo tanto, debe ser tentador para el Estado de Israel y para su gobierno tachar a todos sus enemigos indiscriminadamente de antisemitas como modelo de comunicación estratégica más o menos justificado por estar en guerra, que es lo que Israel ha estado haciendo durante décadas. Esto eliminaría de hecho la distinción entre antisemitismo y antiisraelismo, ayudado por el hecho de que Israel se define a sí mismo no sólo como un Estado, sino explícitamente como un Estado judío, de hecho el Estado judío. Cuando Judith Butler sugirió que el ataque del 7 de octubre de Hamás contra Israel podría haber sido un acto de guerra normal, tan mortífero y sucio como lo es incluso la guerra normal, en particular, un intento, probablemente desesperado, de poner fin al confinamiento impuesto por el Estado de Israel dieciséis años antes a la población de Gaza, un acto secular de resistencia contra una potencia de ocupación en lugar de un acto demoníaco de masacre de judíos por ser judíos, fue demonizada por los que odian a Hamás como una persona que odia a los judíos en lugar de considerarla simplemente una opositora a la política israelí. Nadie al margen de ellos sabe, por supuesto, qué había en la mente de quienes rompieron la valla israelí para secuestrar, torturar y matar; de hecho, todo lo que sabemos es lo que las autoridades militares israelíes nos han contado en una comunicación inevitablemente estratégica. En la superficie, que es todo lo que podemos ver por el momento, no parece sin embargo necesario atribuir el ataque a otra cosa que no sea un trivial deseo humano de poner fin a un encarcelamiento colectivo de larga duración y aparentemente indefinido impuesto en violación de cualquier ley internacional aplicable. En palabras de Butler, esto convertiría la acción en antiisraelí y no en antisemita, siendo el antiisraelismo más que suficiente para explicarla y no siendo necesario recurrir al antisemitismo según el sentido común ockhamiano.
5. Guerras buenas, guerras malas
Guerras buenas. Las guerras posmodernas, en particular las apoyadas por los «Verdes», son para erradicar el mal, abolir los imperios malvados y promover la justicia global, no sólo para asegurar la paz. Ello era diferente durante las primeras décadas tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la guerra se consideraba un mal mayor que la injusticia, postura mantenida durante un tiempo incluso por Estados Unidos, durante la presidencia de Eisenhower y en los últimos años de la presidencia de John F. Kennedy. Ahora, en nombre del «deber de proteger», a menudo ampliado al deber de abolir el autoritarismo y sustituirlo por la democracia, han vuelto las razones idealistas para ir a la guerra. Ahora existe la paz maligna, que puede ser más maligna que la guerra. Uno de los problemas es que las naciones pequeñas y débiles no pueden cumplir con el deber de mejorar el mundo; sólo las grandes y poderosas disponen de los medios de destrucción necesarios. Sin embargo, estas naciones no pueden hacer frente a todas las injusticias del mundo al mismo tiempo y por ello tienen que ser selectivas, e idénticamente tienen diversos intereses que sobrepasan el de la protección de los débiles por la justicia global. Deben establecer, pues, prioridades en su política nacional y así escoger entre los casos de injusticia autoritaria que deben rectificar, así como entre el objetivo de hacer justicia y otros objetivos menos universalistas. Los países pequeños que persiguen la justicia global para lo cual dependen de países más grandes deben tener esto en cuenta. Además, en el mundo real, la lucha contra la injusticia a tenor de la cual pueden obtenerse beneficios por quien lucha por la justicia tenderá a tener prioridad sobre la lucha contra la primera que careza de lo que podríamos denominar un dividendo de justicia para quien lucha por ella. Además, dadas las capacidades de la propaganda moderna, parecería realmente factible sobre todo en los Estados democráticos disfrazar una guerra egoísta como una guerra librada por el interés general. Como hemos señalado, a medida que las guerras avanzan, inevitablemente se cargan de nuevos fines adicionales que pueden superponerse a los originales o, en general, servir para replantear la guerra, reflejando circunstancias cambiantes y giros inesperados de los acontecimientos. Las guerras, repito, tienen una vida propia que puede situarlas fuera de control.
Kriegsschuld [culpa de la guerra]. La propaganda de guerra moderna consiste en atribuir exclusivamente al enemigo la responsabilidad de una guerra en curso. El método elegido para ello consiste en aislar la guerra de su historia, dejando que su relato comience con un movimiento reciente del otro bando, situado lo más cerca posible del momento en el que ha comenzado la guerra, cortando esta de este modo de la secuencia de interacciones que la precedieron. Las presiones estatales y sociales deben entonces prohibir que se mencione el contexto histórico de la guerra como acción social, un contexto que normalmente ha sido conformado por las acciones de más de una de las partes involucradas en la misma. En Alemania, tal referencia a la historia se denomina Relativierung (relativización), compartir con otros la culpa del enemigo por el estallido la guerra. Al mencionar los esfuerzos de Estados Unidos y la OTAN por incluir a Ucrania en «Occidente», mientras se niegan a negociar garantías de seguridad con la vecina Rusia, se alcanza fácilmente el estatus de Putinknecht (sirviente de Putin) o Putinversteher (simpatizante de Putin). Del mismo modo, al situar la fuga de la prisión de Hamás del 7 de octubre y la masacre asociada de ciudadanos israelíes en el contexto del régimen penitenciario al aire libre de Israel vigente en la franja de Gaza o de la masacre de Sabra y Shatila en 1982, debemos soportar una ingente caterva de diagnósticos de antisemitismo por parte de numerosos organismos públicos y privados encargados de controlar este. Del mismo modo, en Alemania constituye un poderoso tabú sugerir que el ascenso de los nazis al poder en 1933 y, en consecuencia, el inicio alemán de la Segunda Guerra Mundial seis años más tarde podrían haberse debido a algo más que a la depravación del pueblo alemán, por ejemplo, a los Tratados de Versalles (como indicó Keynes en 1919), a la ocupación del Ruhr en 1923 o al régimen de reparaciones de guerra.
¿Guerras legítimas? De acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas, «Todos los Miembros arreglarán sus controversias por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia» (Artículo 2, 3). Más concretamente: «Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u oros medios pacíficos de su elección» (Artículo 33, 1). Se considera que las guerras van precedidas de «controversias» que, si no se tratan, pueden desembocar en una guerra. Cuando un conflicto de este tipo es probable, todos los Estados implicados están llamados a cumplir su obligación de intentar por todos los medios posibles preservar la paz. En este sentido, la soberanía nacional contemporánea no sólo conlleva derechos, sino también deberes: no sólo derechos de autodefensa, sino también deberes de intentar que la autodefensa no sea necesaria. Las guerras libradas por países que se han negado a «buscar una solución mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección» no pueden ser guerras legítimas.
Guerras justas. Es difícil determinar si una guerra es justa o no, dada la variedad de teorías al respecto. Lo que podemos afirmar es que, como interacciones sociales apasionadas, las guerras tenderán a sobrepasar su propósito original, justo o injusto, cargándose de causas adicionales, bien derivadas de su conducta como tales –odio, deseo de venganza–, bien de intentos oportunistas de saldar viejas cuentas carentes de relación con las razones originales de la guerra. Los objetivos bélicos tienden a ser menos específicos y más difusos a medida que avanzan las guerras y los objetivos potencialmente injustos se unen o se superponen a los justos. En la Segunda Guerra Mundial, el fin de la guerra de conquista de Alemania pronto se unió como objetivo bélico de los Aliados occidentales a la sangría de la Unión Soviética a la que se unieron a su vez objetivos, justos o injustos, como eliminar para siempre a Alemania como Estado-nación soberano o castigarla aniquilando su patrimonio cultural y su identidad, en lugar de, por ejemplo, intentar primero un cambio de régimen. Las guerras no se llevan a cabo a sangre fría, sine ira ac studio. Además, las guerras justas pueden dejar de serlo si sus objetivos originales, tal y como se conformaron inicialmente, resultan ya inalcanzables; sacrificar vidas humanas por un fin inalcanzable no es moral, como sugiere el Papa Francisco con su defensa de una bandera blanca ucraniana. Por otra parte, es intrínsecamente difícil, bajo el fuego bélico, salir de una guerra sin conocer qué condiciones impondrá el enemigo ni, quizá aún más importante, saber cómo explicar a los propios seguidores que se había cometido un error de cálculo, a no ser que se el enemigo nos infrinja una derrota total.
¿Guerras legales? La Guerra del Golfo de 1991 fue librada por una coalición de cuarenta y un países, reunidos y dirigidos por Estados Unidos, bajo mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en el breve momento histórico en que tanto China como Rusia estaban a punto de unirse a «Occidente», que se ampliaba para incluir al resto. Japón y Alemania, en ese momento, estaban floreciendo económicamente, sobre todo como competidores de Estados Unidos, y se les hizo pagar por la expedición a la cual declararon que no podían unirse a tenor de lo prescrito por sus constituciones de posguerra impuestas por Estados Unidos. George Bush Sr, como comandante en jefe de Naciones Unidas, se mantuvo dentro del mandato en la ONU y se abstuvo de entrar en Iraq y derrocar a Sadam Husein, algo que podría haber hecho fácilmente. La cosa no acabó bien, ya que la demostración de disciplina legal por parte Bush no fue apreciada por sus electores estadounidenses. Sintiéndose privados de sus debidas celebraciones de Misión Cumplida, un buen número de veteranos de la Guerra del Golfo se unieron a un movimiento de milicias armadas. Alojados en los bosques del norte de Michigan, se prepararon para defender a Estados Unidos contra un ejército de las Naciones Unidas que, según el Nuevo Orden Mundial de Bush, entraría en la ciudad que brilla sobre la colina, esto es, Washington DC, y desarmaría a sus ciudadanos: ¡a partir de ahora, gobierno global! El punto culminante fue el atentado de Oklahoma perpetrado en 1995 en el que murieron ciento sesenta y ocho personas. El asunto tan solo se zanjó cuando George Bush Jr invadió Iraq doce años después, demostrando al mundo y a sus votantes quién manda, es decir, Estados Unidos, y acabando con el dictador local con un mandato, no de la ONU, sino del pueblo estadounidense. No nos equivoquemos, ese era el mensaje: Estados Unidos, en lugar de dejarse gobernar por un gobierno mundial, era ese mismísimo gobierno mundial.
Cobardes. Las guerras animan a la gente a concebir las naciones holísticamente como individuos, atribuyéndoles propiedades como el heroísmo o la cobardía. Un país que entrega armas pesadas a Ucrania, según el presidente de Francia, demuestra valentía, mientras que un país que prefiere no entregar misiles de crucero de largo alcance a un gobierno tan digno de confianza y prudente como el ucraniano es un cobarde. El significado más cercano de valentía en este caso podría ser la voluntad de asumir riesgos sobre los que los cobardes, en palabras de Bartleby el escribiente, dirían: «Preferiría no hacerlo». En la guerra, que, como se ha dicho, consiste en morir, una cosa que debería importar absolutamente es la distribución de los riesgos, no sólo entre los países sino también en el seno de los mismos: la distribución entre los que asumen el riesgo y los que tienen que asumir las consecuencias. Podemos suponer que bajo el Elíseo hay un búnker nuclear. Igualmente, en 1918 el valiente Kaiser y los arriesgados valientes Hindenburg y Ludendorff seguían vivos y coleando, a diferencia de dos millones de soldados alemanes. Se trata de una división de clase, que no es idéntica a la división de clase del capitalismo, pero que en gran medida se solapa con ella. En cualquier caso, la valentía de los que asumen los riesgos debe ser redimida por la no cobardía de los que asumen las consecuencias. Inculcar en estos últimos la valentía suficiente para que zanjen consigo mismos y zanjen entre ellos su miedo a morir y en consecuencia vayan a «mourir pour Gdansk» o sacrifiquen sus vidas por la devolución de Crimea al Estado de Ucrania, requiere una ayuda considerable por parte de superiores valientes. Su valentía puede medirse en función del número de subordinados que están dispuestos a exponerse al riesgo de morir: una valentía secundaria que depende de la valentía primaria de los reclutados para poner en práctica la valentía primaria de sus comandantes en jefe.
Una nueva cultura de la guerra y de la paz. Con el avance de los Verdes hacia el poder estatal, al menos en Alemania, el arte diplomático de hacer la paz con vecinos desagradables, cultivado por la generación posterior a la Segunda Guerra Mundial, dio paso al arte militar de extender la democracia. Ahora, los vecinos desagradables deben ser sustituidos por otros agradables. Ir a la guerra contra el autoritarismo y por la democracia se ha convertido en algo moralmente superior a vivir y dejar vivir, lo cual se asocia con una nueva asertividad moral derivada de un profundo sentido de superioridad moral de la propia forma de vida sobre la de los demás, una superioridad validada por quienes tienen que vivir bajo regímenes inmorales y esperan que se les traiga finalmente un régimen moral. Ello excluye cualquier compromiso, por no hablar de un acuerdo de paz, excepto con el fin de engañar al enemigo, como a Putin en Minsk, aunque, por supuesto, este suele ser difícil de engañar. En la visión del mundo de los Verdes, como la de los neoconservadores, los que luchan contra el modo de vida democrático occidental no sólo son moralmente inferiores, sino también peligrosos: ellos saben que sólo pueden existir si extienden su sistema sobre nosotros, igual que nosotros sabemos que sólo podemos existir si extendemos nuestro sistema sobre ellos. Con la llegada de los Verdes, los «enemigos existenciales» de Carl Schmitt están de vuelta: el fascista Putin, la organización militante islamista Hamás.
Asesinos a sueldo. Cuando hay que conquistar y conservar un territorio, la guerra se vuelve sangrienta, y quienes matan y quienes son muertos deben mirarse a los ojos. Para ejecutar tales tareas, el personal preferido hoy en día son los guerreros por delegación y los mercenarios: los primeros son los ejércitos regulares de los Estados presentes en el campo de batalla, apoyados militar y financieramente desde la retaguardia por los Estados aliados, que son quienes llevan la voz cantante de las operaciones bélicas; los segundos son los legionarios extranjeros o los empleados de empresas bélicas privadas. Ejemplos de estas son Blackwater en Estados Unidos y, en cierta medida, la compañía Wagner en Rusia, que son subcontratados para la prestación flexible de formas de violencia complementarias a las de las fuerzas armadas nacionales. La guerra por delegación ha sido durante mucho tiempo el modo de intervención exterior preferido por Estados Unidos, mientras que la privatización del asesinato mediante la subcontratación en el mercado de la violencia parece avanzar rápidamente. Por ejemplo, durante los veinte años de guerra librada en Afganistán, 3915 empleados de proveedores privados de violencia murieron en el bando estadounidense, frente a 2.354 soldados pertenecientes al ejército regular de Estados Unidos. Las legiones extranjeras existen aquí y allá, pero sigue existiendo una consistente reticencias a utilizarlas a gran escala, en parte por las avanzadas habilidades que se precisan en la guerra moderna, pero también por las dudas sobre su disciplina y su disposición a arriesgar la vida. Sin embargo, una nueva versión de legión extranjera podría ser la creación de un «ejército europeo», tal y como se contempla para afrontar la larga duración prevista para la guerra librada en Ucrania. Este ejército europeo podría atraer reclutas de los países pobres, incluso de fuera de la UE, ofreciendo a los soldados, como en el Imperio Romano, algún tipo de ciudadanía europea como recompensa por cumplir un número determinado de años de servicio. Por último, es posible que se recurra a empresas privadas de subcontratación, sobre todo en Occidente, no sólo para luchar en primera línea, sino también y tal vez fundamentalmente para ayudar y formar a los soldados regulares en el uso de la tecnología avanzada de reciente introducción en los ejércitos modernos. Obsérvese que en este contexto el multimillonario Elon Musk ha proporcionado ayuda más o menos voluntaria al ejército ucraniano a través de su red de satélites de propiedad privada. No sabemos casi nada de por qué interrumpió el servicio durante uno o dos días y qué le ofreció o cómo le amenazó el gobierno estadounidense para hacerle cambiar de opinión, si es que se trataba de eso.
Heroísmo verde. El uso de asesinos a sueldo en sus diversas formas es esencial para la militancia maniquea de los Verdes. En Europa occidental, donde estos habían comenzado como pacifistas, fueron los primeros en exigir la abolición del servicio militar obligatorio en lo cual tuvieron éxito, favorecidos tanto por el tipo de paz internacional que ahora consideran inmoral, como por las crecientes demandas de habilidades que trajeron los avances en la tecnología militar. Derrotar a «Putin», es decir, enviarlo a La Haya para que sea juzgado por su Angriffskrieg [guerra de agresión], es una obligación moral para los Verdes alemanes; el trabajo sucio, sin embargo, se lo dejan a otros, en particular a los ucranianos. Cuando los conservadores alemanes intentaron utilizar la guerra de Ucrania para exigir el restablecimiento del servicio militar obligatorio, fueron rechazados en duros términos por los dirigentes de los Verdes, los cuales, como Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, agradecen que los ucranianos «mueran por nuestros valores» a cambio de lo cual están incluso más dispuestos incluso que los estadounidenses a ayudarles a que lo hagan mediante entregas ilimitadas de armas y recursos económicos. Ahí, sin embargo, termina su nuevo heroísmo. Esta posición es idéntica a la de sus amigos neoconservadores estadounidenses, que prefieren que la lucha por la supremacía estadounidense sea librada por auxiliares no estadounidenses junto con empresas privadas estadounidenses.
Los beneficios socioculturales de la guerra. Ir a la guerra contra un enemigo presumiblemente existencial puede ayudar a recuperar algo parecido a la unidad social en una sociedad dividida: independientemente de lo que nos mantenga separados, viviremos o moriremos juntos, levantándonos y cayendo por nuestros valores compartidos. Frente al enemigo, recordamos lo que tenemos en común por encima de lo que nos divide. La política y los medios de comunicación alemanes, preocupados durante algún tiempo por el impacto desmoralizador del pacifismo de posguerra en la sociedad alemana, que había seducido a la gente en pos de una existencia acomodaticia, molificativa y carente de dignidad, que les había hecho creer que un hedonismo feliz es la máxima realización de la vida humana, redescubren ahora la necesidad de «tomar partido» con «Occidente», «en particular con Ucrania e Israel, de tomar partido por un «periodismo con actitud» (Haltungsjournalismus), por una Zeitenwende [cambio de rumbo], que sea algo más que un mayor gasto militar y se convierta en el retorno a una vida más seria, más responsable, más adulta en la que estemos dispuestos a morir y dejarnos matar por nuestros ideales. Se sugieren similitudes con los años anteriores a 1914, cuando la guerra se antojaba a parte de la burguesía europea como una salida a una existencia satisfecha pero privada de sentido. (Recordemos a Thomas Mann defendiendo en 1914 la cultura alemana frente a la civilización francesa). Parece que a la postre no todo va mal en Occidente, quizá ni siquiera en Alemania: uniéndonos a la guerra por la democracia contra el autoritarismo, acabaremos con las dudas y el odio que sentimos por nosotros mismos y que nos inflige el «Sur global». Las demandas de armas nucleares alemanas y cada vez más incluso de la presencia de tropas terrestres alemanas en Ucrania, se vierten en medios de comunicación de referencia como el Frankfurter Allgemeine Zeitung, mientras las pruebas de lealtad son superadas con éxito por la opinión pública alemana, incluso cuando esta mira silenciosamente hacia otro lado cuando salen en los telediarios imágenes, raras, de niños muriendo de hambre en Gaza. ¡Y qué oportuno que la nueva unidad no sea incompatible con la reciente feminización de la política! Las jóvenes mujeres de los Verdes parecen ser al menos tan militantes como los viejos hombre vestidos de color caqui, quizá también porque a los más queridos de su corazón político se les ahorrará el viaje a los campos de exterminio.
Review of Keynesian Economics
Texto aparecido originalmente en la Review of Keynesian Economics y publicado con permiso expreso del autor.
Referencias:
Engels, Fredrich, «Introducción», en Sigismund Borkheim, Zur Erinnerung fur die deutschen Mordspatrioten. 1806-1807, Hottingen-Zurich, 1887.
Keynes, John Maynard, The Economic Consequences of the Peace, Londres, Macmillan & Co, 1919.
Sachs, Jeremy, «US Foreign Policy Is a Scam Built on Corruption», disponible en https://lc.cx/j0HlAg.
Schmitt, Carl, Der Begriff des Politischen, Berlín, Duncker & Humblot Gmbh, 1932. Ç
Streeck, Wolfgang, «La segunda teoría de Engels. Engels, la guerra y la hipertrofia del Estado en el siglo XX», New Left Review 123, mayo-junio 2020.
Naciones Unidas, Carta de las Naciones Unidas, Colección de Tratados de las Naciones Unidas, 1945.
7. Nueva era de plagas del capitalismo, 3
Seguimos con la serie de Ian Angus sobre las nueva era de plagas.
La nueva era de plagas del capitalismo, Parte 3: Sistemáticamente desprevenidos
26 de marzo de 2024
Covid-19 fue la pandemia menos inesperada de la historia. ¿Por qué no estaban preparados los gobiernos?
Ejemplos de enfermedades emergentes y reemergentes. Haga clic para ampliar [Junta Mundial de Vigilancia de la Preparación, Informe 2019].
Tercera parte de un artículo en varias partes sobre las causas e implicaciones del descenso del capitalismo mundial a una era en la que las enfermedades infecciosas son cada vez más comunes. Mis opiniones están sujetas a un debate continuo y a su comprobación en la práctica. Espero sus comentarios, críticas y correcciones.[Parte 1][Parte 2] [Parte 3][Parte 4][Parte 5]
por Ian Angus
«Nunca antes se había advertido tan claramente al mundo de los peligros de una pandemia devastadora». Junta de Seguimiento de la Preparación Mundial, septiembre de 2020[1]. |
A juzgar por las excusas que oímos sobre la incapacidad de los gobiernos para responder eficazmente a la pandemia, uno podría pensar que el COVID-19 fue un acto de Dios, un acontecimiento natural que nadie podría haber previsto. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que «surgió de la nada», que «sorprendió al mundo entero» y que «nadie había visto nada parecido antes», y como era inesperado e impredecible, no se le podía culpar de no estar preparado.
Eso simplemente no es cierto. Como escribe el historiador Kyle Harper, «la pandemia fue un desastre perfectamente inevitable».
«Nadie podía saber que un nuevo coronavirus saltaría de los animales a los humanos en China central a finales de 2019 e instigaría una pandemia mundial. Sin embargo, era inevitable que surgiera un nuevo patógeno que eludiera nuestros sistemas de defensa colectivos. Era razonablemente probable que el culpable fuera un virus ARN altamente contagioso de origen zoonótico que se propagara por vía respiratoria. En resumen, una pandemia desestabilizadora era ineludible, sus contornos predecibles, sus detalles esencialmente aleatorios»[2].
Esa expectativa era tan ampliamente compartida por los expertos en enfermedades infecciosas que, sólo dos meses antes de que comenzara la pandemia real, el Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitaria organizó un taller de simulación de pandemia, al que asistieron ejecutivos gubernamentales y empresariales de todo el mundo, que implicaba «un nuevo coronavirus zoonótico transmitido de los murciélagos a los cerdos y de éstos a las personas, que acaba siendo eficazmente transmisible de persona a persona, lo que conduce a una pandemia grave». La enfermedad ficticia, basada en el SRAS, mató a 65 millones de personas [3].
El COVID-19, que surgió poco después de que los participantes en el taller se dispersaran, está causado por un coronavirus de ARN mutado que pasó de los murciélagos a otros animales y de éstos a los seres humanos. Está relacionado con el SRAS, pero es más infeccioso. Las similitudes eran tan grandes que, cuando estalló la pandemia real, los responsables del Centro Johns Hopkins se sintieron obligados a emitir un comunicado insistiendo en que su escenario era ficticio, no una predicción.
Aceleración zoonótica
Como hemos visto, las enfermedades zoonóticas -causadas por virus y bacterias que se originan en los animales- afectan a los humanos desde hace mucho tiempo. Pero algo ha cambiado en el Antropoceno: como sostiene Sean Creaven en Contagion Capitalism, ahora nos enfrentamos a un «aceleracionismo zoonótico… una aceleración de la fabricación de nuevas enfermedades zoonóticas y el resurgimiento de las más antiguas, lo que supone un aumento del riesgo de pandemia mundial»[4] COVID-19 es la manifestación más reciente de esta amenaza mortal para la salud humana.
Las principales pandemias zoonóticas de las últimas cinco décadas han sido:
- 1968, Gripe de Hong Kong. Una nueva cepa de gripe aviar se detectó por primera vez en Hong Kong y se propagó rápidamente por todo el mundo, transportada en parte por las tropas estadounidenses que regresaban de Vietnam. Mató a cerca de 1.000.000 de personas, principalmente ancianos. Las variantes continúan en la actualidad.
- 1981, Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Probablemente saltó de los chimpancés a los cazadores hacia 1910, pero tuvo un impacto limitado hasta que una variante explotó en las ciudades del Congo, de rápido crecimiento, en la década de 1980. Se extendió después a Haití, EE.UU. y luego a todo el mundo, ha matado a decenas de millones de personas y sigue siendo una de las principales causas de muerte, especialmente en el sur de África.
- 2002, Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS). Se detectó por primera vez en el sur de China un coronavirus, perteneciente a una familia de virus que provoca síntomas leves de resfriado. Probablemente saltó de los murciélagos a un animal intermediario, y luego infectó a unas ocho mil personas en dos docenas de países, matando a unas 800.
- 2009, Gripe porcina. Un nuevo virus de la gripe que surgió en las granjas porcinas de Estados Unidos y México, y luego se propagó a más de 70 países. Cerca de mil millones de personas contrajeron la enfermedad, y entre 150.000 y 575.000 murieron el primer año. A diferencia de la gripe de Hong Kong, es especialmente dañina para los niños.
- 2012, Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS). Un nuevo coronavirus saltó de los murciélagos a los camellos y de estos a los humanos en Arabia Saudí. Se propagó a unas dos docenas de países, sobre todo a Corea del Sur. Se han diagnosticado unas 2.500 personas, de las cuales 850 han muerto: una tasa de contagio baja, combinada con una tasa de letalidad muy alta.
- 2012, Ébola. Anteriormente poco frecuente, un gran brote de ébola comenzó en Guinea, Liberia y Sierra Leona, matando a la mitad de los infectados. Se extendió a Europa y Estados Unidos, matando a más de 11.000 personas. Reemergió en la República Democrática del Congo en 2018-2020, infectando a 3500, matando a dos de cada tres.
- 2015, Zika. Identificado por primera vez en 1947 en Uganda como una enfermedad rara con síntomas leves: durante sesenta años hubo menos de 20 casos humanos. En 2015 surgió en Brasil una versión mutada que dio lugar a una gran pandemia que se extendió a más de sesenta países y causó graves malformaciones congénitas en bebés nacidos de miles de mujeres infectadas durante el embarazo.
Entre 2011 y 2018, la Organización Mundial de la Salud rastreó 1483 eventos epidémicos en 172 países -en promedio, un brote cada dos días-[5] La mayoría fueron pequeños y terminaron rápidamente, pero cualquiera de ellos, dada la combinación correcta de errores de copia genética y condiciones ambientales, podría haberse convertido en una pandemia regional o incluso mundial. Existe un consenso generalizado entre epidemiólogos, microbiólogos y virólogos de que las enfermedades zoonóticas están aumentando en frecuencia e intensidad, lo que significa que las nuevas epidemias son más probables que nunca.
Enfermedad X
En 2016, el Dr. Jonathan Quick, presidente del Consejo de Salud Global, describió la «gigantesca amenaza» de que pronto pudiera surgir un patógeno desconocido hasta ahora.
«En algún lugar ahí fuera, un peligroso virus está hirviendo en el torrente sanguíneo de un pájaro, un murciélago, un mono o un cerdo, preparándose para saltar a un ser humano. Es difícil comprender el alcance de semejante amenaza, porque tiene el potencial de acabar con millones de nosotros, incluida mi familia y la suya, en cuestión de semanas o meses….».
«Podría nacer en una granja industrial de Minnesota, en una granja avícola de China o en las cuevas de elefantes habitadas por murciélagos de Kenia: cualquier lugar en el que animales infectados estén en contacto con humanos. Podría ser una variante de la gripe española de 1918, una de los cientos de amenazas microbianas conocidas o algo totalmente nuevo, como el virus del SARS de 2003 que se propagó mundialmente desde China. Una vez transmitido a un ser humano, un virus aerotransportado podría pasar de ese individuo infectado a otros 25.000 en una semana, y a más de 700.000 en el primer mes. En tres meses podría propagarse a todos los grandes centros urbanos del mundo. Y a los seis meses, podría infectar a más de 300 millones de personas y matar a más de 30 millones….
«Los científicos no saben qué microbio será, de dónde vendrá o si se transmitirá por el aire, por el tacto, a través de los fluidos corporales o por una combinación de vías, pero sí saben que las epidemias se comportan un poco como los terremotos. Los científicos saben que se avecina uno «grande» porque cada año aparecen en todo el planeta decenas de nuevos terremotos de menor magnitud. …
«Los expertos en enfermedades infecciosas coinciden en que, en las condiciones actuales, la cuestión no es si se producirá una superbacteria y se creará una pandemia mundial. La cuestión es cuándo»[6].
En 2017, el Banco Mundial advirtió:
«Sabemos que la próxima pandemia es sólo cuestión de tiempo. También sabemos que es muy probable que sea grave. Puede significar la muerte en una mecha lenta, extendiéndose insidiosamente a través de las poblaciones, sin ser reconocida durante años, como el VIH en la década de 1980. O puede golpear a la gente con una violencia descarnada y a la velocidad del rayo, sumiendo las economías nacionales abruptamente en el caos, como el ébola en África Occidental en 2014-15. Sea cual sea su modo de ataque, la próxima pandemia letal a gran escala está, como mucho, a décadas de distancia»[7].
También en 2017, la Organización Mundial de la Salud instó a sus países miembros a centrar los esfuerzos de I+D en una breve lista de enfermedades conocidas que podrían convertirse en pandémicas y para las que no existían vacunas ni otras contramedidas. La iteración de 2018 de esa lista incluía: Fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, virus Ébola y Marburgo, fiebre de Lassa, SARS y MERS, enfermedades Nipah y henipavirales, fiebre del Valle del Rift y Zika. La lista concluía con la Enfermedad X, reconociendo que «una grave epidemia internacional podría estar causada por un patógeno actualmente desconocido como causante de enfermedades humanas»[8].
La OMS y el Banco Mundial patrocinan una Junta de Vigilancia de la Preparación Mundial independiente que evalúa y asesora sobre las medidas necesarias para garantizar respuestas rápidas y eficaces a las enfermedades epidémicas. En su primer informe anual, publicado apenas dos meses antes de que surgiera la COVID-19 en Wuhan, los copresidentes de la Junta advertían:
«Existe una amenaza muy real de que una pandemia de un patógeno respiratorio que se desplace rápidamente y sea altamente letal mate a entre 50 y 80 millones de personas y acabe con casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa magnitud sería catastrófica y crearía estragos generalizados, inestabilidad e inseguridad»[9].
Como escribe Alex de Waal, «Covid-19 fue la pandemia menos inesperada de la historia»[10].
Sin preparar
En El desafío y la carga del tiempo histórico, Istvan Mėszáros sostiene que el sistema capitalista es «incompatible con la planificación en cualquier otro sentido que no sea el miope del término». Incluso cuando se avecina una catástrofe, «la búsqueda irrestricta de la acumulación de capital, sin importar cuán dañina, e incluso totalmente destructiva,» es la máxima prioridad para las corporaciones y los Estados que representan sus intereses. El imperativo del beneficio tiene dos resultados inevitables.
«1. El horizonte temporal del sistema es necesariamente a corto plazo. No puede ser otro que ése en vista de las presiones descarriladoras de la competencia y el monopolio y las consiguientes formas de imponer la dominación y la subordinación, en aras del beneficio inmediato.
«2. Este horizonte temporal es también de carácter post festum [posterior al hecho], capaz de adoptar medidas correctoras sólo después de que el daño se haya producido; e incluso tales medidas correctoras sólo pueden introducirse de forma muy limitada.»[11].
La respuesta de los países más ricos a la pandemia lo demostró de forma contundente y trágica. A pesar de las abrumadoras pruebas científicas, a pesar de los libros y carpetas llenos de planes detallados y directrices estratégicas, a pesar de los repetidos llamamientos a invertir en la investigación de vacunas y en el mantenimiento de reservas de equipos de protección esenciales, los gobiernos del mundo no estaban en absoluto preparados para la COVID-19 ni para nada que se le pareciera.
En mayo de 2021, un grupo de expertos independientes, designados por la Organización Mundial de la Salud para evaluar la preparación mundial ante una pandemia, emitió una valoración contundente:
«El Grupo tiene claro que el mundo no estaba preparado y que había hecho caso omiso de las advertencias, lo que se tradujo en un fracaso masivo: un brote de SARS-COV-2 se convirtió en una pandemia devastadora….».
«A pesar de los mensajes coherentes de que era necesario un cambio significativo para garantizar la protección mundial contra las amenazas pandémicas, la mayoría de las recomendaciones nunca se aplicaron. En el mejor de los casos, se ha producido una aplicación poco sistemática….
«COVID-19 puso de manifiesto la enorme brecha existente entre los esfuerzos limitados y desarticulados de preparación ante una pandemia y las necesidades y el rendimiento de un sistema cuando se enfrenta realmente a una pandemia de rápida evolución y crecimiento exponencial»[12].
Muchos libros e informes documentan los graves fallos de las respuestas gubernamentales a COVID-19. No repetiré aquí esa espantosa historia. Pero es importante señalar que no sólo no estaban preparados, sino que en las décadas anteriores a COVID la mayoría de los gobiernos no lo estaban[13].
«En los países capitalistas avanzados, los sistemas sanitarios públicos han sido privados de financiación, privatizados y vaciados en los últimos cuarenta años en beneficio del beneficio privado y del mercado. El gasto sanitario no se ha dirigido a la prevención ni a la atención primaria, sino principalmente a los tratamientos de urgencia. …
Como resultado, la mayoría de los sistemas de salud ya estaban al límite para hacer frente a enfermedades y dolencias antes de que estallara la pandemia; de hecho, se consideraba «eficiente» gestionar la capacidad sanitaria al 99%, sin margen para emergencias graves. Muchos sistemas sanitarios no disponían de los equipos necesarios para las pandemias víricas, como mascarillas, equipos de protección personal, ventiladores o incluso medicamentos para paliar el impacto del virus. Cuando estalló la pandemia, muchos sistemas sanitarios europeos se vieron desbordados, lo que obligó a «triar» e ignorar el impacto en las residencias. Finalmente, los gobiernos tuvieron que imponer cierres drásticos. Los sistemas sanitarios se vieron entonces obligados a concentrarse en los pacientes de Covid-19 en detrimento de otros enfermos graves, lo que provocó muertes secundarias»[14].
Los políticos neoliberales han recortado drásticamente la financiación de la investigación, han disuelto los grupos de asesoramiento científico y han recortado los presupuestos de salud pública hasta los huesos. Cuando el COVID-19 llegó a Estados Unidos, «se encontró con un sistema de salud pública [que] … apenas podía hacer frente a la enfermedad como de costumbre, y mucho menos a un nuevo virus de rápida propagación»[15] En la mayor parte del Sur global, las condiciones son mucho peores: los ya de por sí débiles sistemas de salud han sido destripados por los programas de austeridad impuestos por el Fondo Monetario Internacional.
Como comentó el Grupo Independiente de la OMS, no era el primer organismo que recomendaba cambios urgentes.
«Las estanterías de los almacenes de las Naciones Unidas y de las capitales de los Estados miembros están llenas de los informes de anteriores revisiones y evaluaciones que podrían haber mitigado la crisis social y económica mundial en la que nos encontramos. Han permanecido ignorados durante demasiado tiempo»[16].
Ahora tenemos otro plan para introducir amplios cambios en la forma en que los gobiernos y las instituciones deben responder a futuros brotes, y también ha sido archivado. A nadie que conozca el historial del mundo capitalista le sorprenderá que el plan del Grupo de Expertos de la OMC no se haya puesto en práctica o ni siquiera se haya considerado seriamente.
Aunque se hubiera aceptado, el plan confirma una vez más el juicio de Mėszáros: es una larga lista de medidas post festum, centradas en reaccionar ante futuras pandemias, no en prevenirlas. El proverbio de Benjamin Franklin sobre una onza de prevención no encuentra eco en los debates oficiales sobre la preparación ante una pandemia.
No cabe duda de que se necesita una inversión masiva en sanidad pública, y estamos asombrados por la dedicación de los científicos y los trabajadores sanitarios de primera línea que trabajan para salvar a las víctimas del ébola, la gripe, el SARS-CoV-2 y otros virus emergentes, pero mientras persistan las causas sociales y ecológicas subyacentes, la nueva era de las plagas continuará, sin freno y probablemente más mortífera.
Continuará.
Referencias
[1] Junta de Vigilancia de la Preparación Mundial, «Un mundo en desorden:Informe anual 2020″ (Ginebra, septiembre de 2020), 3.
[2] Kyle Harper, Plagues upon the Earth: Disease and the Course of Human History, The Princeton Economic History of the Western World 46 (Princeton: Princeton University Press, 2021), 504.
[3] «Evento 201», consultado el 19 de marzo de 2024, https://.
[4] Creaven, Sean, Contagion Capitalism: Pandemics in the Corporate Age (Londres: Routledge, 2024). viii.
[5] Junta Mundial de Vigilancia de la Preparación, «Un mundo en riesgo: Informe anual sobre la preparación mundial para emergencias sanitarias» (Ginebra: Organización Mundial de la Salud;, 2019), 12.
[6]Jonathan D. Quick y Bronwyn Fryer, El fin de las epidemias: The Looming Threat to Humanity and How to Stop It (Nueva York: St. Martin’s Press, 2018), 25.
[7] Junta de Seguimiento de la Preparación Mundial, «World at Risk», 6.
[8] Organización Mundial de la Salud, «List of Blueprint Priority Diseases«, 1 de marzo de 2020.
[9]Junta de Seguimiento de la Preparación Mundial, «World at Risk», 6.
[10] Alex De Waal, New Pandemics, Old Politics: Two Hundred Years of War on Disease and Its Alternatives (Medford: Polity Press, 2021), 14.
[11] István Mészáros, The Challenge and Burden of Historical Time: Socialism in the Twenty-First Century (Nueva York: Monthly Review Press, 2008), 383.
[12] Grupo Independiente de Preparación y Respuesta ante una Pandemia, «COVID-19:Make It the Last Pandemic» (Ginebra, Suiza, mayo de 2021), 15.
[13] Tomo prestada la palabra de Alex de Waal, New Pandemics, Old Politics.
[14] Michael Roberts, «Economía pandémica:The Global Response to Covid-19″, Theory & Struggle 122, nº 1 (junio de 2021): 32-45.
[15] Ed Yong, «How Public Health Took Part in Its Own Downfall«, The Atlantic (blog), 23 de octubre de 2021.
[16] Grupo Independiente de Preparación y Respuesta ante una Pandemia, «Make It the Last Pandemic», 62.
8. Próximos pasos en Irán
Un par de artículos sobre qué puede pasar a continuación en Irán. En el primero, de un ex Jefe del Comité de Relaciones Exteriores de Seguridad Nacional de Irán ahora en Princeton, se hace un breve repaso a la figura de Raisi y su política como presidente. Para la autora del segundo, las cosas no cambiarán demasiado tras la muerte del presidente iraní y habrá una política continuista, haciendo un repaso de los posibles relevos. https://www.middleeasteye.net/
Ebrahim Raisi: La muerte del presidente deja a Irán en una encrucijada
Seyed Hossein Mousavian 21 de mayo de 2024
Irán podría buscar otro presidente unificador como Raisi y volver al redil diplomático. Pero si los conservadores se afianzan en el poder, entonces es posible una guerra total con Israel
El domingo 19 de mayo, un helicóptero en el que viajaban el presidente iraní , Ebrahim Raisi, el ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, y otros funcionarios se estrelló en las montañas de la frontera de Irán con Azerbaiyán.
Raisi regresaba de la ceremonia de inauguración de una gran presa conjunta con Azerbaiyán. Las terribles condiciones meteorológicas dificultaron enormemente las labores de búsqueda . Por ello, naciones de todo el mundo ofrecieron su ayuda en los esfuerzos de emergencia para localizar el helicóptero derribado y Turquía, Rusia e Irak enviaron equipos de rescate.
El lunes, las autoridades iraníes confirmaron que el presidente, de 63 años, el ministro de Asuntos Exteriores y otras personas habían sido hallados muertos en el lugar del accidente.
Raisi nació en la ciudad nororiental iraní de Mashhad. A los 20 años fue nombrado fiscal de la ciudad de Karaj, y poco a poco fue ascendiendo hasta convertirse en jefe del poder judicial iraní. Fue elegido presidente en junio de 2021.
La muerte del presidente se produjo en un momento tenso en Oriente Próximo. Excepto Israel, los líderes mundiales ofrecieron sus condolencias.
Raisi, como presidente de Irán, era la segunda persona más poderosa del país, después del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.
El vicepresidente primero de Irán , Mohammad Mokhber, es ahora presidente en funciones, y el principal negociador , Ali Bagheri Kani, ha sido nombrado ministro de Asuntos Exteriores en funciones.
Según la Constitución iraní, se elegirá un nuevo presidente en un plazo de 50 días. Sin embargo, el legado de Raisi repercutirá en las relaciones internas y exteriores de Irán en el futuro.
Acuerdo nuclear con Irán
Aunque la mayoría de los principistas (conservadores) se opusieron vehementemente al acuerdo nuclear iraní, conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), el gobierno de Raisi hizo todo lo posible por revivirlo, aunque sin éxito, ya que la administración Biden mostró pocas ganas de seguir adelante con él.
La Casa Blanca de Biden y la Unión Europea no estaban dispuestas a reactivar el JCPOA debido a la cooperación de Irán con Rusia, especialmente en la guerra de Ucrania, y luego al apoyo de Irán a Hamás en la guerra contra Israel.
Biden no solo mantuvo alrededor de 1.500 sanciones impuestas contra Irán durante la era de Donald Trump, sino que también añadió aproximadamente 700 nuevas sanciones.
Los gobiernos europeos también impusieron decenas de nuevas sanciones contra Irán. Debido a ellas, a principios de 2024, los iraníes de a pie se enfrentaban a una elevada inflación y a una moneda aún más debilitada. El tipo de cambio del mercado libre pasó de 250.000 riales por dólar al final de la presidencia de Hassan Rouhani en 2021, a más de 600.000 riales en marzo de 2024.
Como resultado, la reacción más significativa del gobierno de Raisi fue distanciarse del JCPOA, ampliar su programa nuclear y convertirse en un Estado con umbral nuclear. Este es el legado más significativo de la era de Raisi. Queda por ver si Irán se convertirá en un Estado nuclear tras la muerte de Raisi.
Estados Unidos y Europa carecen actualmente de cualquier iniciativa diplomática o voluntad de entablar un diálogo serio y amplio con Irán, centrándose en cambio en el aumento de las sanciones, las amenazas y la intimidación.
Si esta tendencia continúa, independientemente de quién sea el próximo presidente de Irán, es probable que Teherán siga adelante con la adquisición de capacidades nucleares.
Tensiones Irán-Israel
Durante la presidencia de Raisi, las tensiones entre Irán y el eje Estados Unidos-Israel alcanzaron sus niveles más altos desde la revolución de 1979. El 1 de abril de 2024, un ataque aéreo israelí contra un edificio consular iraní en Damasco, capital de Siria, causó la muerte de varios altos cargos militares iraníes.
En respuesta, el 13 de abril, Irán llevó a cabo su primer ataque directo contra territorio israelí desplegando más de 300 vehículos aéreos no tripulados y misiles. La continuación de la tendencia actual entre Irán y Occidente e Israel bien podría desembocar en una guerra total entre Irán e Israel.
El tercer acontecimiento importante durante la presidencia de Raisi fue el acercamiento entre Irán y Arabia Saudí.
Bajo el mandato de Rouhani, en enero de 2016, fuerzas proprincipalistas, enfurecidas por las ejecuciones en Arabia Saudí de un destacado clérigo chií y de 47 presos, irrumpieron en la embajada saudí, lo que provocó una crisis diplomática entre Riad y Teherán.
En marzo de 2023, China medió en el acercamiento entre Irán y Arabia Saudí.
Sin embargo, la razón principal de esta evolución es que el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, ha adoptado una nueva estrategia para transformar Arabia Saudí en la primera potencia económica de Oriente Medio en el marco del Plan Visión 2030.
Para lograr este objetivo, actuó normalizando las relaciones con países de la región, como Irán, Qatar, Egipto y Turquía, e incluso con Israel, al tiempo que ampliaba las relaciones con las potencias del bloque euroasiático, Rusia y China.
Esta evolución sentó las bases para mejorar las relaciones árabe-iraníes durante la siguiente administración iraní.
El siguiente acontecimiento regional e internacional de importancia fue la adhesión permanente de Irán a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y su solicitud de adhesión al grupo Brics, formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que Pekín y Moscú consideran un poderoso contrapoder frente a Occidente.
Si las hostilidades entre Occidente e Irán continúan, la adhesión de Irán a estas dos importantes organizaciones sentaría las bases para completar el proceso de pivote de Irán hacia Oriente.
Gobernanza unificada
Por último, en el ámbito nacional, Raisi fue el primer presidente de Irán durante los 35 años de liderazgo del ayatolá Jamenei que se alineó plenamente con las políticas de la cúpula dirigente a nivel nacional, regional e internacional.
Los anteriores presidentes del bando reformista o moderado, como Akbar Rafsanjani, Mohammad Jatamí y Rouhani, tenían puntos de vista sobre política exterior e interior distintos de los de la cúpula.
Incluso Mahmud Ahmadineyad, elegido del frente principista, acabó teniendo amplios desacuerdos con la dirección.
De hecho, la era de Raisi marcó el primer periodo en el que la gobernanza en Irán se había unificado, con los principistas ostentando el poder en el gobierno, el parlamento, el poder judicial y las instituciones de seguridad y militares.
Con Raisi, sin embargo, el frente principista experimentó una división. Figuras moderadas del campo como Ali Larijani, ex presidente del Parlamento, fueron marginadas, mientras que figuras semimoderadas como Mohammad Bagher Ghalibaf, actual presidente del Parlamento, se enfrentaron a duras críticas de la facción más radical.
Raisi trató de situarse en medio de esta rivalidad. Por tanto, la idea de «unidad de gobierno» quedó en entredicho.
Por consiguiente, después de Raisi, son previsibles dos hipótesis sobre la política interior de Irán.
Uno de ellos sugiere que los principistas radicales estrecharán el cerco y controlarán totalmente el gobierno, lo que puede provocar una escalada de tensiones entre Irán y Occidente.
La segunda hipótesis es que, con la orientación de los dirigentes, entrarán en escena fuerzas moderadas dentro del campo principista, lo que aumentaría las posibilidades de aliviar las tensiones entre Irán y Occidente.
Seyed Hossein Mousavian es Especialista en Seguridad y Política Nuclear de Oriente Medio en la Universidad de Princeton, y ex Jefe del Comité de Relaciones Exteriores de Seguridad Nacional de Irán. Sus libros: «Irán y Estados Unidos: An Insider’s view on the Failed Past and the Road to Peace» fue publicado en mayo de 2014 por Bloomsbury, «A Middle East Free of Weapons of Mass Destruction», publicado en mayo de 2020 por Routledge. Su último libro: «A New Structure for Security, Peace, and Cooperation in the Persian Gulf» publicado en diciembre de 2020 por Rowman & Littlefield Publishers.
https://thecradle.co/articles/
Para Irán, ¿qué viene ahora?
La pérdida en la República Islámica de su octavo presidente y su principal diplomático ha suscitado inquietud sobre su futuro político. Aun así, no cabe esperar cambios drásticos mientras los sustitutos procedan del mismo círculo que los funcionarios fallecidos.
Fereshteh Sadeghi 21 DE MAYO DE 2024
El domingo 19 de mayo, los medios de comunicación iraníes empezaron a informar de un incidente en el que se vieron implicados un helicóptero en el que viajaban el presidente Ebrahim Raisi, el ministro de Asuntos Exteriores Hossein Amir-Abdollahian, el imán de la oración del viernes de la ciudad de Tabriz y el recién nombrado gobernador de la provincia de Azerbaiyán Oriental.
Junto con otros funcionarios provinciales y gubernamentales, el grupo regresaba de inaugurar una presa de agua en la frontera noroccidental de Irán con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.
Con las operaciones de búsqueda y rescate arrastrándose por un manto de niebla en el montañoso noroeste de Irán, cualquier esperanza de encontrar supervivientes disminuyó en las primeras horas del lunes, y el gobierno iraní declaró el fallecimiento del octavo presidente junto a siete de sus compañeros.
Poco después de confirmarse la noticia, toda la atención se centró en dos cuestiones: qué ocurriría a continuación y quién sustituiría al difunto presidente y al ministro de Asuntos Exteriores.
Según el artículo 131 de la Constitución iraní, en caso de ausencia, fallecimiento o dimisión del presidente, el vicepresidente asume la responsabilidad y actúa como jefe interino del gobierno. En este caso, el primer vicepresidente, Mohammad Mokhber, recibió inmediatamente el mandato del líder supremo Alí Jamenei para asumir el cargo.
El mismo artículo constitucional establece que el jefe de gobierno interino, el presidente del parlamento y el presidente del poder judicial deben preparar el terreno para unas nuevas elecciones presidenciales en un plazo de 50 días.
Ese mismo día, el gobierno provisional recién investido anunció que se celebrarían elecciones el 28 de junio.
Los candidatos que se presenten para sustituir a Raisi serán declarados oficialmente tres semanas antes de las votaciones, según la ley iraní.
Jefe de Gobierno interino
El presidente interino Mokhber ya es un candidato probable. Mohammad Mokhber Dezfuli, conocido entre las élites ejecutivas iraníes desde hace años, procede de una familia clerical de la provincia de Khouzestan, rica en petróleo. Tiene dos doctorados en desarrollo económico y relaciones internacionales e inició su ascenso en la escala de poder entrando a formar parte de las entidades financieras supervisadas por el líder supremo de Irán.
Se incorporó a la Fundación Mostazafan y a su brazo financiero, el Banco Sina. En 2007, Jamenei lo nombró presidente del Cuartel General Ejecutivo de la Directiva del Imán Jomeini, habitualmente abreviado como «Setad».
Setad es un rico conglomerado bajo la supervisión directa de Jamenei. El presidente de Setad debe ser digno de confianza y leal a su jefe, ya que el cargo sólo depende del líder y de su oficina. Además, ninguna organización estatal puede interferir en los asuntos de Setad. Esto convierte a la persona que preside el Setad en alguien que ejerce mucho poder.
Mokhber saltó al primer plano de la escena política iraní después de que Raisi ganara las elecciones de 2021. Como ex alto cargo de la justicia, Raisi eligió a Mokhber como la cara ejecutiva de su gobierno. Si es elegido noveno presidente de Irán a finales de junio, Mokhber seguirá probablemente el mismo camino que Raisi, puesto que ya fue el conductor al volante del octavo gobierno iraní.
¿Quién ocupará el puesto de Amir-Abdollahian?
El segundo asunto inmediato a resolver tras el trágico accidente de helicóptero era encontrar un sustituto para el ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, ya que la República Islámica no podía permitirse que su ausencia perjudicara o perturbara sus esfuerzos diplomáticos en Asia Occidental.
Desde el inicio de la Operación Inundación de Al-Aqsa de la resistencia palestina contra Israel, el 7 de octubre, Amir-Abdollahian mantuvo una apretada agenda, viajando a numerosas capitales árabes y europeas e incluso más lejos, a la ONU, recabando apoyo para los palestinos y promoviendo las estrategias de Irán para el Eje de la Resistencia.
Por ello, en su primera orden del día, Mokhber nombró a Ali Bagheri Kani, adjunto de Amir-Abdollahian para asuntos políticos y principal negociador nuclear iraní, jefe del «comité de relaciones exteriores del gobierno».
Al igual que Mokhber, Bagheri Kani procede de una familia clerical. Su padre, el ayatolá Mohammad-Bagher Bagheri Kani, fue miembro de la Asamblea de Expertos que elige al líder de Irán. Su hermano Mesbah ul-Huda Bagheri Kani está casado con la hija de Jamenei.
El tío de Ali, el ayatolá Mohammad-Reza Mahdavi Kani (1931-2014), es un famoso político conservador que fue brevemente primer ministro y ministro del Interior en 1981. Sin embargo, sus funciones más importantes fueron dirigir un importante grupo clerical, la Asociación de Clérigos Combatientes, y ser decano de la Universidad Imam Sadeq durante más de tres décadas.
La Universidad Imam Sadeq se describe a menudo como una «fábrica» que produjo al menos dos generaciones de ejecutivos leales a la República Islámica, sus líderes, causas y políticas. También es el alma mater de Bagheri Kani, en la que más tarde enseñó economía.
Bagheri Kani entró en el Ministerio de Asuntos Exteriores a finales de la veintena y dirigió los departamentos de Oriente Medio y Norte de África y, más tarde, de Europa Central del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní.
Sin embargo, sus estrechas relaciones con el político conservador Saeed Jalili (otro antiguo alumno del Imam Sadeq) le llevaron a continuar como adjunto del entonces secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional y máximo negociador nuclear de 2007 a 2013.
La estrella de Bagheri Kani volvió a subir cuando Amir-Abdollahian le invitó a regresar al Ministerio de Asuntos Exteriores y participar en las conversaciones nucleares entre Irán y las naciones del P5+1 -China, Francia, Rusia, Reino Unido y EE.UU. más Alemania-. Y así, Bagheri Kani había dirigido algunas de las negociaciones más cruciales de la historia de la República Islámica.
Las conversaciones, sin embargo, no lograron reactivar el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA) de 2015, un acuerdo nuclear que quedó en estado de coma después de que Washington lo abandonara unilateralmente en 2018.
Bagheri Kani es conocido como un diplomático serio y de voz suave, y tres años de contacto directo con diplomáticos occidentales y regionales han dado a estos últimos tiempo suficiente para conocerle. Ahora que el difunto ministro de Asuntos Exteriores Amir-Abdollahian -que mantuvo buenas relaciones durante años con las capitales árabes- ha pasado a la historia, ha llegado el momento de que Bagheri Kani impulse las estrategias de Irán en todo el mundo, especialmente en Asia Occidental.
La futura política exterior de Irán: Un camino de continuidad
La futura dirección de la política exterior iraní parece encaminada hacia la continuidad, independientemente de que Mohammad Mokhber gane o no las elecciones de junio. Dada su probada eficacia, es probable que el legado de Raisi de dar prioridad a los intereses internos de Irán y su enfoque de «mirar hacia Oriente» en política exterior persistan bajo su sucesor.
A diferencia de las aspiraciones de su predecesor, Hassan Rouhani, de mejorar las relaciones con Occidente, el enfoque de Raisi ha hecho hincapié en el fortalecimiento de los lazos con Rusia, China y otras naciones del Sur Global. Sus esfuerzos han elevado la posición de Teherán en este escenario geopolítico a la de líder junto a Pekín y Moscú. Las iniciativas diplomáticas de Raisi, que incluyen visitas a América Latina y África, han seguido ampliando la influencia de Irán en la escena mundial.
Es probable que el sucesor de Raisi siga su senda de éxito político, manteniendo la continuidad en política interior y exterior. Así, es probable que la orientación estratégica de Irán hacia Oriente y la consolidación de su posición en el Sur Global sigan siendo pilares fundamentales de su agenda de política exterior en los próximos años.
Observación de José Luis Martín Ramos:
En tiempos de la URSS se desarrolló en EEUU y Europa -menos aquí- la escuela de los sovietólogos, que en su versión más reducida es la de los kremlinólogos. Estos dos artículos estarían en al campó de los «kremlinólogos», los especialistas en el «Palacio Verde» de Teherán (que es la sede de la Presidencia y del gobierno). Informan sobre algunas cuestiones de la jerarquía y se han de conocer las claves que utilizan para entender lo que dicen (la división entre radicales y moderados; es de los «principalistas», que no sé si es una nueva acepción de «fundamentalistas»…), pero esas claves, al menos en estos dos artículos, tienen más que ver con las relaciones exteriores de Irán y en particular las relaciones con los gobiernos euroatlánticos que con la realidad interna de Irán. Como nos ocurre con Rusia, pero todavía más en este caso, estamos en ayunas de la realidad social iraní y de cuáles son las propuestas de este cuerpo de clérigos, más corporativizados que jerarquizados, y el contenido programático general de sus facciones internas. Después de lo que ocurrió en los disturbios de 2021-2022 -en los que grupos de guardianes de la revolución llegaron a ponerse en algunos casos a favor de los manifestantes si mal no recuerdo- ese conocimiento interno es imprescindible para poder valorar las consecuencias de la muerte de Raisi. Las cosas pueden estar agitadas no solo después de esos disturbios, sino de la grave caída de la participación en la elección de Raisi en 2021 (una participación del 48,8% muy por debajo de la participación claramente superior al 70% de las elecciones anteriores), que se mantuvo en las legislativas de este año, con una participación de tan solo 41% en primera vuelta, frente al 61,6% que se había dado en 2016.
9. El fin de la impunidad israelí.
El análisis del director de Middle East Eye sobre la decisión de la CPI de pedir el arresto de los líderes israelíes. Aprovecho para pasaros también la declaración del fiscal del CPI. https://www.middleeasteye.net/
Guerra contra Gaza:La CPI ha suspendido la licencia de Israel para matar
David Hearst 21 de mayo de 2024
Al solicitar órdenes de detención contra las principales figuras del Estado, el tribunal ha roto el mito de que Tel Aviv está fuera del alcance del Derecho internacional.
Durante 76 años, Israel tuvo una narrativa más robusta como escudo protector que cualquier Cúpula de Hierro.
Para las víctimas de la peor matanza industrial de la historia moderna, la autodeterminación de los judíos tras el Holocausto no era sólo una necesidad, sino un imperativo moral. Cualquier Estado que surgiera era inmune al juicio, decía la historia. Israel estaba más allá del derecho internacional.
Se le permitió tener fronteras indeterminadas. Se le permitió ocupar. Se le permitió colonizar las zonas que ocupaba. Se le permitió atacar regularmente a sus vecinos de forma preventiva. Se le permitieron las armas nucleares, fuera del control de cualquier autoridad reguladora.
Podía discriminar violentamente a su minoría no judía y seguir siendo aceptada en la familia de las naciones democráticas. No sólo se le permitió sitiar Gaza y matar de hambre a la población del territorio durante 16 años, sino que contó con la ayuda de la comunidad internacional.
Cualquiera que rechazara el credo de que este Estado violento tenía derecho a existir se enfrentaba al destierro político.
Israel fue un «bote salvavidas» para los judíos que se enfrentaban al antisemitismo en todo el mundo. No fue la causa principal de las oleadas de antisemitismo. Protegió a los judíos. No los puso en peligro.
Durante 76 años, Israel tuvo literalmente licencia para matar. Hasta el lunes.
El fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, hizo mucho más que solicitar órdenes de detención contra el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa Yoav Gallant. El fiscal de la CPI echó por tierra el mito de que cualquier dirigente, funcionario o soldado israelí estaba fuera del alcance del derecho internacional.
Abrir la caja de Pandora
Netanyahu tenía razón al estar nervioso por las consecuencias, que sin duda son de gran alcance. Esta solicitud ha abierto una auténtica caja de Pandora.
Sí, de momento es sólo una solicitud ante los jueces de la CPI. Ha habido ocasiones en el pasado en las que una solicitud de este tipo fue inicialmente desestimada, como en el caso de un líder de la milicia ruandesa reclamado por crímenes cometidos en la República Democrática del Congo, o en el de Omar al-Bashir, ex presidente sudanés.
Pero la sala de instrucción de tres jueces sólo debe convencerse de dos puntos: que hay motivos razonables para creer que se ha cometido al menos un delito de la competencia del tribunal, y que la detención de los citados «parece necesaria» para garantizar que comparecen en juicio, no ponen en peligro una investigación y no pueden seguir perpetrando el mismo delito.
Teniendo en cuenta el acoso al que se ha visto sometido el propio tribunal, con Estados Unidos amenazando a sus miembros con sanciones, un tercer imperativo no escrito ocupará un lugar preponderante en sus mentes: la necesidad de defender la independencia de la CPI.
Si ceden a esta presión, se acabará la legitimidad de la CPI y, además, las pruebas de los siete cargos son abrumadoras.
La caja de Pandora es grande. Si se dictan órdenes de detención contra Netanyahu y Gallant, todos los demás miembros del gabinete de guerra y de la maquinaria militar de Israel, hasta el humilde reservista que sube vídeos grabados con su iPhone, podrían ser objeto de los mismos cargos.
El segundo punto a tener en cuenta es que los cargos sólo se refieren a lo ocurrido a partir del 7 de octubre. Khan basó su solicitud en un informe de un grupo de expertos en derecho internacional, que se centró en la política israelí de hambruna y asedio, restringiendo los medios necesarios para que la población en su conjunto pudiera sobrevivir. Los expertos no examinaron las implicaciones jurídicas de la matanza masiva de civiles.
Si esta solicitud prospera, o incluso si se desestima temporalmente, la competencia de la CPI se remonta al momento en que Palestina fue admitida como miembro en 2015. En 2021, la CPI abrió una investigación sobre las acusaciones de crímenes de guerra cometidos en la Palestina ocupada desde junio de 2014.
La solicitud del lunes trata del aquí y ahora. Le espera una creciente cola de solicitudes sobre todo lo que Israel ha hecho en los territorios ocupados durante la última década.
Larga historia
El largo brazo de la ley de la CPI tiene una amarga historia. La solicitud de Khan no fue obra de un momento, ni tampoco de un hombre que podría haber pensado que Ucrania sería su principal legado tras convertirse en fiscal jefe en 2021.
La jurisdicción de la CPI sobre los territorios ocupados ha sido duramente cuestionada, y hubo que superar una serie de obstáculos antes de poder presentar esta solicitud. En un principio, Palestina no fue reconocida como Estado, por lo que no se le permitió formar parte de la CPI. Luego se ejerció una enorme presión, incluida la amenaza de sanciones estadounidenses, sobre la Autoridad Palestina (AP) para que no utilizara su pertenencia a la CPI para perseguir a Israel.
La CPI tuvo entonces que debatir si tenía jurisdicción sobre Cisjordania y Gaza ocupadas, y solo la decisión de la anterior fiscal, Fatou Bensouda, permitió que siguieran adelante los procedimientos actuales. Pero ese debate duró seis años, de 2015 a 2021.
La necesidad de que interviniera la CPI era demasiado evidente. Ha habido varios intentos legales fallidos de hacer que funcionarios israelíes comparezcan ante la justicia en el extranjero en virtud del principio de jurisdicción universal.
El ex primer ministro Ariel Sharon, el ex ministro de Defensa Shaul Mofaz y la ex ministra de Asuntos Exteriores Tzipi Livni se enfrentaban a una posible detención si viajaban a Londres. Pero el ex primer ministro Gordon Brown defendió a Livni, diciendo que «se oponía completamente» a la orden emitida por un tribunal británico para su detención por crímenes de guerra, y el ex ministro de Asuntos Exteriores David Miliband telefoneó a su homólogo israelí para disculparse.
Miliband dijo en el momento del incidente de 2009 que había que cambiar la legislación británica que permite a los jueces dictar órdenes de detención contra dignatarios extranjeros «sin conocimiento previo ni asesoramiento de un fiscal».
Así fue. Todos los intentos de este tipo necesitan ahora el consentimiento del director de la fiscalía antes de que se emita una orden.
EE.UU. se hace un lío
La actual reacción de Estados Unidos ante la recomendación de la CPI de dictar órdenes de detención es otro indicador de lo que está en juego. Ha ido desde amenazas directas a los miembros del tribunal hasta intentos de desfinanciar a la AP si sigue respaldando el caso de la CPI.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expresó su indignación por el hecho de que la CPI estableciera una equivalencia entre Israel y Hamás al solicitar también órdenes de detención contra tres dirigentes de Hamás. «Y permítanme ser claro: independientemente de lo que pueda insinuar este fiscal, no hay equivalencia -ninguna- entre Israel y Hamás. Siempre estaremos con Israel frente a las amenazas a su seguridad», afirmó.
El portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Matthew Miller, fue más allá al afir mar que los dos resultados preferidos por Washington para los dirigentes de Hamás eran el asesinato o ser juzgados ante un tribunal israelí. «El gobierno israelí debería hacerles rendir cuentas en el campo de batalla. Y si no en el campo de batalla, en un tribunal de justicia», afirmó.
La administración saliente de Biden se está haciendo un lío. Si sigue sus propios instintos y castiga a la AP, retira fondos o socava la legitimidad de la CPI imponiendo sanciones a sus jueces y al fiscal, Estados Unidos se estará disparando en el pie.
Si Biden coincide con el ex secretario de Estado Mike Pompeo en que la CPI es un «tribunal canguro»e intenta socavarla, ¿qué ocurrirá con el procesamiento por la CPI del presidente ruso Vladimir Putin como criminal de guerra por invadir Ucrania, un procesamiento que Estados Unidos apoya? ¿Qué ocurre con el resto de la importante labor de la CPI?
Y lo que es más importante, ¿qué ocurre con los intentos de Estados Unidos de construir una autoridad civil que se haga cargo de Gaza en lugar de Hamás, si Washington desfinancia la única otra rama del gobierno palestino?
Biden dice que quiere reconstruir un Estado palestino cuando acabe esta guerra. En lugar de ello, está plenamente comprometido, con los israelíes, en su desmantelamiento.
Momento decisivo
Para Hamás, la posibilidad de que se presenten cargos contra sus dirigentes no es tan problemática. Tras acoger con satisfacción el establecimiento de la jurisdicción de la CPI sobre los territorios palestinos ocupados, Hamás condenó la decisión del tribunal de solicitar órdenes de detención contra su jefe de la oficina política Ismail Haniyeh, el dirigente de Gaza Yahya Sinwar y el comandante de las Brigadas Qassam Mohammed Deif, argumentando que la resistencia armada contra la ocupación estaba consagrada en las resoluciones de la ONU.
Pero como Hamás figura en la lista de organizaciones terroristas de gran parte del mundo occidental, nada cambiará mucho, aparte del hecho de que Haniyeh podría no fiarse de una visita a Egipto en el clima actual.
Se mire como se mire, éste es un momento decisivo. Destruye la inmunidad de Israel y avergüenza profundamente a quienes la apoyan. Expone, como nunca antes, la naturaleza colonial de la postura de que la justicia internacional sólo se aplica a los demás.
El propio Khan citó a un dirigente occidental anónimo que le dijo que la CPI se había construido para «África y para matones como Putin». Como observó Khan, se trataba de una triste acusación contra un tribunal que se creó como legado de los juicios de Nuremberg.
En este sentido, Aipac tiene razón al advertir a EE.UU. de que si las órdenes de la CPI prosperan, lo mismo podría aplicarse a las tropas estadounidenses. «Estas acciones del tribunal suponen una grave amenaza: Funcionarios y ciudadanos estadounidenses e israelíes, pasados y presentes, podrían enfrentarse a órdenes de detención secretas o citaciones emitidas por el tribunal que los Estados miembros de la CPI están obligados a ejecutar», afirmó Aipac en un comunicado.
Por todas estas razones, urge la acción de la CPI para detener la bárbara guerra que se está llevando a cabo.
Dejar el hábito
Es una guerra sin final. Es una guerra sin final, ya que no se ha diseñado ningún plan creíble para el futuro de Gaza. Es una guerra en la que cientos de miles de palestinos de Gaza son conducidos como ganado de una tienda a otra, mientras Israel sigue cortando toda la ayuda. Y todo esto ocurre bajo el paraguas de la impunidad.
Biden es demasiado mayor para darse cuenta del daño que está haciendo a su país al aferrarse al hábito de toda una vida de apoyo a Israel.
La decisión de la CPI ha dividido a los países que hasta ahora habían respaldado la ofensiva israelí de siete meses. El Reino Unido se está quedando aislado de Europa en su insistencia en que el tribunal no tiene jurisdicción en Palestina. Francia, Bélgica y otros países han expresado su apoyo a la investigación de la CPI.
También lo ha hecho Josep Borell, responsable de política exterior de la UE, que ha recordado a los Estados que son parte en el Estatuto de Roma de la CPI que deben aplicar las sentencias del tribunal.
Pero para aquellos líderes, como Biden, a los que les cuesta abandonar el hábito de toda una vida, el apoyo a Israel tiene ahora un coste. Significa negar el apartheid, negar el genocidio y negar crímenes de guerra como la hambruna masiva. El pliego de cargos crece, y cada vez es más imposible defenderse.
La guerra ha destrozado no sólo la reputación internacional de Israel, sino también la de todos aquellos que siguen apoyándolo, y para ellos, la escritura está en la pared. No antes de tiempo.
“Ningún soldado de infantería, ningún comandante, ningún dirigente civil –nadie– puede actuar con impunidad”
Declaración del Fiscal de la CPI Karim Ahmad Khan, en la que solicita órdenes de detención contra Netanyahu, Gallant y tres líderes de Hamás
Karim Ahmad Khan 20/05/2024
Sobre la base de las pruebas recogidas y examinadas por mi oficina, tengo motivos razonables para creer que Yahya SINWAR (Jefe del Movimiento de Resistencia Islámica –Hamás– en la Franja de Gaza), Mohammed Diab Ibrahim AL-MASRI, más conocido como DEIF (Comandante en Jefe del ala militar de Hamás, conocido como las Brigadas Al-Qassam), e Ismail HANIYEH (Jefe del Buró Político de Hamás) son penalmente responsables de los siguientes crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos en el territorio de Israel y del Estado de Palestina (en la Franja de Gaza) desde al menos el 7 de octubre de 2023:
- Exterminio como crimen de lesa humanidad, contrario al artículo 7(1)(b) del Estatuto de Roma;
- Asesinato como crimen de lesa humanidad, contrario al artículo 7(1)(a), y como crimen de guerra, contrario al artículo 8(2)(c)(i);
- La toma de rehenes como crimen de guerra, en contra de lo dispuesto en el artículo 8(2)(c)(iii);
- La violación y otros actos de violencia sexual como crímenes de lesa humanidad, en contra de lo dispuesto en el artículo 7(1)(g), y también como crímenes de guerra, en contra de lo dispuesto en el artículo 8(2)(e)(vi) en el contexto del cautiverio;
- La tortura como crimen de lesa humanidad, contrario al artículo 7(1)(f), y también como crimen de guerra, contrario al artículo 8(2)(c)(i), en el contexto del cautiverio;
- Otros actos inhumanos como crimen de lesa humanidad, contrario al artículo 7(l)(k), en el contexto del cautiverio;
- Trato cruel como crimen de guerra, contrario al artículo 8(2)(c)(i), en el contexto del cautiverio; y
- Ultrajes a la dignidad personal como crimen de guerra, contrario al artículo 8(2)(c)(ii), en el contexto del cautiverio.
Mi oficina sostiene que los crímenes de guerra alegados en estas solicitudes se cometieron en el contexto de un conflicto armado internacional entre Israel y Palestina, y un conflicto armado no internacional entre Israel y Hamás que se desarrolló en paralelo. Sostenemos que los crímenes de lesa humanidad imputados formaban parte de un ataque generalizado y sistemático contra la población civil de Israel por parte de Hamás y otros grupos armados en aplicación de políticas organizativas. En nuestra opinión, algunos de estos crímenes continúan en la actualidad.
Mi oficina sostiene que hay motivos razonables para creer que SINWAR, DEIF y HANIYEH son penalmente responsables de la muerte de cientos de civiles israelíes en ataques perpetrados por Hamás (en particular su brazo militar, las Brigadas al-Qassam) y otros grupos armados el 7 de octubre de 2023 y de la toma de al menos 245 rehenes. En el marco de nuestras investigaciones, mi oficina ha entrevistado a víctimas y supervivientes, incluidos antiguos rehenes y testigos presenciales de seis lugares principales de los ataques: Kfar Aza; Holit; la ubicación del Festival de Música Supernova; Be’eri; Nir Oz; y Nahal Oz. La investigación también se basa en pruebas como grabaciones de circuito cerrado de televisión, material de audio, fotografía y vídeo autentificado, declaraciones de miembros de Hamás, incluidos los presuntos autores antes mencionados, y pruebas periciales.
En opinión de mi oficina, estas personas planearon e instigaron la comisión de los crímenes el 7 de octubre de 2023 y, mediante sus propias acciones, incluidas las visitas personales a los rehenes poco después de su secuestro, han reconocido su responsabilidad en dichos crímenes. Sostenemos que estos crímenes no podrían haberse cometido sin sus acciones. Se les acusa como coautores y como mandos en virtud de los artículos 25 y 28 del Estatuto de Roma.
Durante mi propia visita al kibutz Be’eri y al kibutz Kfar Aza, así como al lugar donde se celebró el festival de Música Supernova en Re’im, vi las devastadoras escenas de estos ataques y el profundo impacto de los inconcebibles crímenes que se imputan en las solicitudes presentadas hoy. Hablando con los supervivientes, escuché cómo el amor dentro de una familia, los lazos más profundos entre un padre y un hijo, fueron contorsionados para infligir un dolor insondable mediante una crueldad calculada y una insensibilidad extrema. Estos actos exigen una rendición de cuentas.
Mi oficina también afirma que existen motivos razonables para creer que los rehenes secuestrados en Israel han sido mantenidos en condiciones inhumanas y que algunos han sido objeto de violencia sexual, incluida la violación, mientras permanecían en cautividad. Hemos llegado a esa conclusión basándonos en historiales médicos, pruebas documentales y de vídeo contemporáneas y entrevistas con víctimas y supervivientes. Mi oficina también sigue investigando las denuncias de violencia sexual cometida el 7 de octubre.
Deseo expresar mi gratitud a los supervivientes, y a las familias de las víctimas de los atentados del 7 de octubre, por su valentía al presentarse para proporcionar sus relatos ante mi oficina. Seguimos centrados en profundizar en nuestras investigaciones de todos los delitos cometidos en el marco de estos atentados y continuaremos trabajando con todos los socios para garantizar que se haga justicia.
Reitero una vez más mi llamamiento para que se libere inmediatamente a todos los rehenes secuestrados en Israel y se les devuelva sanos y salvos a sus familias. Se trata de un requisito fundamental del derecho internacional humanitario.
Benjamin NETANYAHU, Yoav GALLANT
Sobre la base de las pruebas reunidas y examinadas por mi Fiscalía, tengo motivos razonables para creer que Benjamin NETANYAHU, primer ministro de Israel, y Yoav GALLANT, ministro de Defensa de Israel, son penalmente responsables de los siguientes crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad cometidos en el territorio del Estado de Palestina (en la Franja de Gaza) desde al menos el 8 de octubre de 2023:
- Matar de hambre a civiles como método de guerra, como crimen de guerra contrario al artículo 8(2)(b)(xxv) del Estatuto;
- Causar deliberadamente grandes sufrimientos o atentar gravemente contra la integridad física o la salud, en contra de lo dispuesto en el artículo 8(2)(a)(iii), o tratos crueles como crimen de guerra, en contra de lo dispuesto en el artículo 8(2)(c)(i);
- Homicidio intencional contrario al artículo 8(2)(a)(i), o asesinato como crimen de guerra contrario al artículo 8(2)(c)(i);
- Dirigir intencionalmente ataques contra una población civil como crimen de guerra contrario al artículo 8(2)(b)(i), o al artículo 8(2)(e)(i);
- Exterminio y/o asesinato contrarios a los artículos 7(1)(b) y 7(1)(a), incluso en el contexto de muertes causadas por inanición, como crimen de lesa humanidad;
- Persecución como crimen de lesa humanidad contrario al artículo 7(1)(h);
- Otros actos inhumanos como crímenes de lesa humanidad contrarios al artículo 7(1)(k).
Mi oficina sostiene que los crímenes de guerra alegados en estas solicitudes se cometieron en el contexto de un conflicto armado internacional entre Israel y Palestina, y un conflicto armado no internacional entre Israel y Hamás (junto con otros grupos armados palestinos) que se desarrolló en paralelo. Sostenemos que los crímenes de lesa humanidad imputados se cometieron como parte de un ataque generalizado y sistemático contra la población civil palestina en aplicación de una política de Estado. En nuestra opinión, estos crímenes continúan hasta el día de hoy.
Mi oficina afirma que las pruebas que hemos reunido, incluidas entrevistas con supervivientes y testigos presenciales, material de vídeo, fotográfico y sonoro autentificado, imágenes por satélite y declaraciones del grupo de presuntos autores, demuestran que Israel ha privado de forma intencionada y sistemática a la población civil de todas las zonas de Gaza de las bases indispensables para la supervivencia humana.
Esto se produjo mediante la imposición de un asedio total sobre Gaza que supuso el cierre completo de los tres pasos fronterizos, Rafah, Kerem Shalom y Erez, a partir del 8 de octubre de 2023 durante periodos prolongados y, posteriormente, mediante la restricción arbitraria de la transferencia de suministros esenciales –incluidos alimentos y medicinas– a través de los pasos fronterizos tras su reapertura. El asedio también incluyó el corte de las tuberías de agua transfronterizas de Israel a Gaza –principal fuente de agua potable de los gazatíes– durante un periodo prolongado a partir del 9 de octubre de 2023, y el corte y la obstaculización del suministro de electricidad desde al menos el 8 de octubre de 2023 hasta hoy. Estos actos se produjeron junto con otros ataques contra civiles, incluidos los que hacían cola para recibir alimentos; la obstrucción de la entrega de ayuda por parte de organismos humanitarios; y los ataques y asesinatos de trabajadores humanitarios, que obligaron a muchos organismos a cesar o limitar sus operaciones en Gaza.
Mi oficina sostiene que estos actos se cometieron como parte de un plan común para utilizar la inanición como método de guerra y otros actos de violencia contra la población civil de Gaza como medio para (i) eliminar a Hamás; (ii) garantizar la devolución de los rehenes secuestrados por Hamás, y (iii) castigar colectivamente a la población civil de Gaza, a la que percibían como una amenaza para Israel.
Los efectos del uso de la inanición como método de guerra, junto con otros ataques y castigos colectivos contra la población civil de Gaza son agudos, visibles y ampliamente conocidos, y han sido confirmados por múltiples testigos entrevistados por mi oficina, incluidos médicos locales e internacionales. Incluyen desnutrición, deshidratación, profundo sufrimiento y un número creciente de muertes entre la población palestina, incluidos bebés, niños y mujeres.
La hambruna está presente en algunas zonas de Gaza y es inminente en otras. Como advirtió el Secretario General de la ONU, António Guterres, hace más de dos meses, “1,1 millones de personas en Gaza se enfrentan a una hambruna catastrófica –el mayor número de personas jamás registrado– en cualquier lugar y en cualquier momento” como consecuencia de un “desastre totalmente provocado por el hombre”. Hoy, mi Fiscalía solicita que se acuse a dos de los máximos responsables, NETANYAHU y GALLANT, como coautores y como mandos, en virtud de los artículos 25 y 28 del Estatuto de Roma.
Israel, como todos los Estados, tiene derecho a tomar medidas para defender a su población. Sin embargo, ese derecho no exime a Israel ni a ningún Estado de su obligación de cumplir el derecho internacional humanitario. Independientemente de los objetivos militares que puedan tener, los medios que Israel eligió para alcanzarlos en Gaza –a saber, causar intencionadamente la muerte, inanición, grandes sufrimientos y lesiones graves a la integridad física o la salud de la población civil– son criminales.
Desde el año pasado, en Ramala, en El Cairo, en Israel y en Rafah, he insistido constantemente en que el derecho internacional humanitario exige que Israel tome medidas urgentes para permitir inmediatamente el acceso a la ayuda humanitaria en Gaza a escala. He subrayado específicamente que la inanición como método de guerra y la denegación de ayuda humanitaria constituyen delitos tipificados en el Estatuto de Roma. No pude ser más claro.
Como también subrayé repetidamente en mis declaraciones públicas que quienes no cumplan la ley no deben quejarse después cuando mi oficina tome medidas. Ese día ha llegado.
Al presentar estas solicitudes de órdenes de detención, mi Fiscalía actúa de conformidad con su mandato en virtud del Estatuto de Roma. El 5 de febrero de 2021, la Sala de Cuestiones Preliminares I decidió que la Corte puede ejercer su jurisdicción penal en la situación en el Estado de Palestina y que el ámbito territorial de esta jurisdicción se extiende a Gaza y Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental. Este mandato está en curso e incluye la escalada de hostilidades y violencia desde el 7 de octubre de 2023. Mi oficina también tiene jurisdicción sobre los crímenes cometidos por nacionales de Estados Partes y por nacionales de Estados no Partes en el territorio de un Estado Parte.
Las solicitudes presentadas hoy son el resultado de una investigación independiente e imparcial llevada a cabo por mi oficina. Guiada por nuestra obligación de investigar por igual las pruebas incriminatorias y las eximentes, mi Fiscalía ha trabajado concienzudamente para separar las afirmaciones de los hechos y presentar con sobriedad a la Sala de Cuestiones Preliminares las conclusiones basadas en pruebas.
Como salvaguardia adicional, también he agradecido el asesoramiento de un grupo de expertos en derecho internacional, un grupo imparcial que convoqué para apoyar el examen de las pruebas y el análisis jurídico en relación con estas solicitudes de órdenes de detención. El grupo está compuesto por expertos de gran prestigio en derecho internacional humanitario y derecho penal internacional, entre ellos Sir Adrian Fulford PC, ex Lord Justice of Appeal y ex juez de la Corte Penal Internacional; la baronesa Helena Kennedy KC, presidenta del Instituto de Derechos Humanos de la Asociación Internacional de Abogados; Elizabeth Wilmshurst CMG KC, ex asesora jurídica adjunta del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth del Reino Unido; Danny Friedman KC; y dos de mis asesores especiales: Amal Clooney y Su Excelencia el juez Theodor Meron CMG. Este análisis de expertos independientes ha respaldado y reforzado las solicitudes presentadas hoy por mi oficina. También he agradecido las contribuciones de varios de mis otros Asesores Especiales a esta revisión, en particular Adama Dieng y el profesor Kevin Jon Heller.
Hoy subrayamos una vez más que el derecho internacional y las leyes de los conflictos armados se aplican a todos. Ningún soldado de infantería, ningún comandante, ningún dirigente civil –nadie– puede actuar con impunidad. Nada puede justificar que se prive deliberadamente a seres humanos, entre ellos tantas mujeres y niños, de las necesidades básicas que requiere la vida. Nada puede justificar la toma de rehenes ni los ataques contra civiles.
Los jueces independientes de la Corte Penal Internacional son los únicos que pueden decidir si se cumplen los requisitos necesarios para dictar órdenes de detención. En caso de que accedan a mis peticiones y dicten las órdenes solicitadas, colaboraré estrechamente con el secretario en todos los esfuerzos encaminados a detener a las personas mencionadas. Cuento con todos los Estados Partes en el Estatuto de Roma para que se tomen estas solicitudes y la subsiguiente decisión judicial con la misma seriedad que han mostrado en otras situaciones, cumpliendo así las obligaciones que les impone el Estatuto. También estoy dispuesto a colaborar con los Estados no Partes en nuestra búsqueda común de la rendición de cuentas.
Es fundamental en este momento que se permita a mi oficina y a todas las partes de la Corte, incluidos sus magistrados independientes, llevar a cabo su labor con plena independencia e imparcialidad. Insisto en que deben cesar de inmediato todos los intentos de obstaculizar, intimidar o influir indebidamente en los funcionarios de este Tribunal. Mi Fiscalía no dudará en actuar de conformidad con el artículo 70 del Estatuto de Roma si esa conducta continúa.
Sigo profundamente preocupado por las continuas denuncias y las nuevas pruebas de crímenes internacionales cometidos en Israel, Gaza y Cisjordania. Nuestra investigación continúa. Mi oficina está avanzando en múltiples e interconectadas líneas de investigación adicionales, incluidas las relativas a las denuncias de violencia sexual durante los ataques del 7 de octubre, y en relación con los bombardeos a gran escala que han causado y siguen causando tantas muertes, lesiones y sufrimiento de civiles en Gaza. Animo a quienes dispongan de información pertinente a que se pongan en contacto con mi oficina y a que envíen información a través de OTP Link.
Mi oficina no dudará en presentar nuevas solicitudes de órdenes de detención siempre y cuando consideremos que se ha alcanzado el umbral de una perspectiva realista de condena. Renuevo mi llamamiento a todas las partes en el conflicto actual para que cumplan la ley ahora.
También deseo hacer hincapié en que el principio de complementariedad, que constituye la esencia del Estatuto de Roma, seguirá siendo evaluado por mi Fiscalía a medida que adoptemos medidas en relación con los presuntos crímenes y los presuntos autores antes mencionados y avancemos en otras líneas de investigación. La complementariedad, sin embargo, exige que sólo se remita a las autoridades nacionales cuando éstas emprendan procesos judiciales independientes e imparciales que no protejan a los sospechosos ni sean una farsa. Requiere investigaciones exhaustivas a todos los niveles que aborden las políticas y acciones subyacentes a estas solicitudes.
Seamos claros hoy sobre una cuestión fundamental: si no demostramos nuestra voluntad de aplicar la ley por igual, si se considera que se aplica de forma selectiva, estaremos creando las condiciones para su colapso. Al hacerlo, estaremos aflojando los lazos que aún nos mantienen unidos, las conexiones estabilizadoras entre todas las comunidades e individuos, la red de seguridad a la que todas las víctimas recurren en momentos de sufrimiento. Este es el verdadero riesgo al que nos enfrentamos en este momento.
Ahora, más que nunca, debemos demostrar colectivamente que el derecho internacional humanitario, la base fundamental de la conducta humana durante los conflictos, se aplica a todas las personas y se aplica por igual en todas las situaciones de las que se ocupan mi Fiscalía y la Corte. Así es como demostraremos, de forma tangible, que las vidas de todos los seres humanos tienen el mismo valor.
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