Del compañero y miembro de Espai Marx Carlos Valmaseda.
INDICE
1. Las esperanzas del Sur Global en un desarrollo alternativo.
2. Mackinder y la Posguerra Fría.
3. Más sobre el tratado Rusia-Irán.
4. Que activen el artículo 5 de la OTAN.
5. Reunión de pastores, oveja muerta.
6. El conservadurismo que traerá la paz.
7. DeepSeek.
8. La izquierda antiguerra en el espacio postsoviético.
9. Volver a castigar a Cuba.
1. Las esperanzas del Sur Global en un desarrollo alternativo.
Prashad titula este boletín con una referencia a uno de sus libros, Las naciones oscuras, sobre las esperanzas del Sur Global en otro modelo de desarrollo, como vimos recientemente en su último dossier.
https://thetricontinental.org/
Las aspiraciones prometeicas de las naciones más oscuras | Boletín 4 (2025)
Estados Unidos percibe el surgimiento de China y otros países asiáticos como una “competencia feroz”. Para el Sur Global, sin embargo, estos acontecimientos brindan nuevas oportunidades de alcanzar un desarrollo soberano.
23 de enero de 2025
Queridas amigas y amigos,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
Desde hace décadas se comprende claramente que los modelos de desarrollo propuestos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Consenso de Washington, es decir, la deuda, la austeridad y el ajuste estructural, sencillamente no han funcionado. La larga historia de adversidades vivida por los países antes colonizados sigue intacta. Un vistazo a las cifras de la Base de Datos del Proyecto Maddison 2023 muestra que el Producto Interno Bruto (PIB) mundial en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA) ha aumentado un 689,9% entre 1980 y 2022 (de 18,8 a 148,5 billones de dólares). Sin embargo, durante este mismo periodo, las tasas de pobreza mundial no disminuyeron a un ritmo proporcional, lo que indica que los beneficios del crecimiento económico mundial no se han distribuido racionalmente. La única excepción a esta tendencia es China. El informe más reciente de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), titulado Un mundo endeudado, nos muestra que la deuda pública mundial alcanza un “máximo histórico” de 97 billones de dólares (2023) y que la deuda pública de los países en desarrollo “ha crecido dos veces más rápido que la de los países desarrollados” desde 2010. No es de extrañar que, durante décadas, instituciones como el Banco Mundial y el FMI hayan planteado a los países del Sur Global que la única forma de salir de la deuda es pedir prestado, es decir, endeudarse más. En 1998, el Wall Street Journal escribió sin rodeos que el FMI “no ha estado apagando incendios financieros, sino rociándolos con gasolina”.
En 1980, el Gobierno de Tanzania organizó, bajo la dirección del presidente Julius Nyerere, la Conferencia Norte-Sur sobre el Sistema Monetario Internacional y el Nuevo Orden Internacional. En esa conferencia se elaboró la Iniciativa de Arusha, en la que se pedía la creación de una nueva autoridad monetaria internacional que estuviera bajo gestión y control democráticos, con una unidad monetaria internacional que sirviera tanto de medio de cambio internacional como de activo de reserva principal. “El mundo no puede seguir permitiéndose una situación”, argumentaba la Iniciativa de Arusha, “en la que un país imponga su propia moneda para desempeñar este papel y se permita la creación incontrolada de dinero internacional y los movimientos especulativos transnacionales”. Esta conferencia fue una de las muchas celebradas en aquel periodo, cuando la crisis de la deuda del Tercer Mundo se vislumbraba en el horizonte y parecía claro que las recetas políticas del FMI sólo facilitarían el sufrimiento, no el desarrollo. “¿Cuándo se convirtió el FMI en un Ministerio Internacional de Finanzas?”, preguntó Nyerere en su intervención en la conferencia. “¿Cuándo aceptaron las naciones cederle su poder de decisión? Los problemas de mi país y de otros países del Tercer Mundo son suficientemente graves sin la interferencia política de los funcionarios del FMI. Si no pueden ayudar, al menos deberían dejar de entrometerse”.
No obstante, a pesar de la oposición de líderes del Tercer Mundo como Nyerere, la “intromisión” del FMI continuó. Nyerere terminó su intervención con las manos en alto: “Creo que soportarán los nuevos sacrificios y las nuevas cargas que nos imponen las condiciones actuales siempre que tengan la seguridad que hacemos todo lo posible por compartir las cargas equitativamente y seguimos aplicando nuestras propias políticas”. Pero, ¿cuáles son “nuestras políticas”? Esto no se esbozó en la conferencia ni se articuló claramente en los cinco años restantes del mandato de Nyerere como presidente. En 1986, un año después que Nyerere dejara el cargo, el nuevo gobierno de Tanzania acudió al FMI y adoptó el Programa de Recuperación Económica, que recortaba drásticamente el gasto público y liberalizaba el control de divisas. Sin otra alternativa a la vista, Tanzania tuvo que rendirse al FMI y dejar atrás las políticas de desarrollo cooperativo de Ujamaa que había aplicado Nyerere.
Cada cierto periodo de tiempo, los países del Sur Global pasan por el mismo ciclo. Tras rendirse al FMI y a su régimen de deuda y austeridad, una profunda crisis se apodera inevitablemente de ellos y provoca una agitación política. Entonces surgen nuevas fuerzas que prometen una salida de la crisis, nuevos gobiernos toman el poder y, tras varios experimentos, estos países vuelven nuevamente al FMI y el ciclo continúa una vez más. A pesar de la creación de “nuestras políticas”, como señaló Nyerere, el equilibrio de fuerzas ha sido tan adverso que ninguna agenda independiente de este tipo ha sido posible. Se ha suprimido cualquier apetito por un nuevo orden económico internacional y no existe suficiente financiamiento disponible para políticas ajenas a la receta del FMI.
En su último discurso como presidente de Estados Unidos, Joe Biden afirmó: “Estamos ante una feroz competencia por el futuro de la economía mundial, la tecnología, los valores humanos y muchas otras cosas”. Esta “competencia mundial”, dijo, es entre Estados Unidos y sus aliados por un lado e “Irán, Rusia, China, Corea del Norte” por el otro, y Estados Unidos la está “ganando”. Este discurso tiene un aire de inmadurez. Ningún otro país ha hablado de “competencia”. Cuando un reportero de la Agence France-Presse consultó al portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Guo Jiakun, sobre estas declaraciones, éste respondió con calma: “Durante los últimos cuatro años, las relaciones entre China y Estados Unidos han sufrido altibajos, pero en general se han mantenido estables”. No hubo beligerancia. Las palabras clave del resto del discurso fueron “consulta”, “diálogo” y “cooperación”. Pero Biden tiene razón. La aparición de China y otros países asiáticos como fuente de demanda de bienes, así como de financiación para la industrialización en el Sur Global ha inclinado la balanza de fuerzas a favor de los países en desarrollo. Ahora ya no tienen que depender del FMI. El centro de gravedad del comercio mundial y la tecnología se está desplazando.
Precisamente porque este cambio es desfavorable para Estados Unidos y para el capital monopolista que representa, este país ha empezado a considerar la situación como una “competencia», mientras que los países que se han convertido en grandes potencias económicas consideran que se trata de su derecho al desarrollo. Nosotros, en el Instituto Tricontinental de Investigación Social, no vemos la actual situación mundial como una “competencia” en el sentido en que la describe Biden, sino como una oportunidad. A medida que surjan nuevas fuentes de financiamiento e inversión, los países del Sur Global tendrán otra oportunidad de “buscar nuestras propias políticas”, como dijo Nyerere hace medio siglo. ¿Cuáles serán esas nuevas políticas?
En nuestro último dossier, Hacia una nueva teoría del desarrollo para el Sur Global (elaborado en colaboración con Perspectivas del Sur Global), sostenemos que existe una correlación altísima entre la proporción de formación neta de capital fijo en el PIB y el crecimiento económico. En pocas palabras, lo que se necesita fundamentalmente para hacer crecer una economía es la inversión en nuevos activos fijos (ya sean edificios, infraestructuras o maquinaria industrial). Además, mostramos una correlación estadísticamente significativa entre el PIB per cápita y la esperanza de vida. Estas conclusiones dejan claro que el ingreso de inversión extranjera directa y de flujos financieros especulativos no mejorará por sí solo los indicadores sociales. La calidad del financiamiento es clave para la agenda de desarrollo, y en el centro de ésta se encuentra el proceso de industrialización. Ningún país se ha desarrollado sin una industria de maquinaria moderna y por lo que sabemos, en nuestra época no es posible que ningún país se desarrolle sin aumentar su capacidad industrial. Debemos invertir para construir, construir para crecer y crecer para mejorar la vida de las personas.
Nuestro instituto dedicará los próximos años a explorar los distintos aspectos de una nueva teoría del desarrollo. Creemos que esta oportunidad, que Biden llama “competencia”, es demasiado importante para desaprovecharla. Hay poesía en las últimas líneas del dossier: El revolucionario africano Amílcar Cabral nos enseñó que el objetivo de la liberación nacional es “la liberación del proceso de desarrollo de las fuerzas productivas nacionales”. Por lo tanto, la formulación de una nueva teoría del desarrollo para el Sur Global es también un retorno a la fuente de nuestras luchas por liberarnos del imperialismo y el neocolonialismo. Con ella, trazaremos el camino para las aspiraciones prometeicas de las naciones más oscuras.
Cordialmente,
Vijay
2. Mackinder y la Posguerra Fría
Un repaso de Diesen a la conocida teoría sobre la hegemonía terrestre o marítima del mundo y el posible auge de Eurasia. O de Asia y su península europea, si se quiere ver así.
https://glenndiesen.substack.
La hegemonía marítima de Mackinder & el retorno de las potencias terrestres euroasiáticas
Glenn Diesen Jan 23, 2025
Halford Mackinder desarrolló el marco teórico de la estrategia de divide y vencerás de los hegemones marítimos, que fue adoptada por los británicos y posteriormente por los estadounidenses. Mackinder sostenía que el mundo estaba dividido en dos fuerzas opuestas: potencias marítimas frente a potencias terrestres. La última potencia terrestre que conectó y dominó el vasto continente euroasiático fueron los nómadas mongoles, y su colapso fue seguido por el ascenso de las potencias marítimas europeas a principios del siglo XVI, que unieron el mundo por mar.
El Reino Unido y Estados Unidos persiguen estrategias hegemónicas encaminadas a controlar la masa continental euroasiática desde la periferia marítima. Los Estados insulares (Estados Unidos es una isla virtual) no necesitan grandes ejércitos permanentes debido a la falta de vecinos poderosos, y en su lugar pueden invertir en una poderosa armada para su seguridad. Los Estados insulares mejoran su seguridad dividiendo las potencias terrestres de Eurasia para que no surja una hegemonía o una alianza de Estados hostiles en el continente euroasiático. El enfoque pragmático del equilibrio de poder fue articulado por Harry Truman en 1941: «Si vemos que Alemania está ganando la guerra deberíamos ayudar a Rusia, y si Rusia está ganando, deberíamos ayudar a Alemania y así dejar que maten a tantos como sea posible».[1] Una potencia marítima también tiene más probabilidades de emerger como hegemón ya que hay pocas posibilidades de diversificarse fuera de los corredores marítimos clave y los puntos de estrangulamiento bajo el control del hegemón.
El ferrocarril reaviva la rivalidad entre potencias marítimas y terrestres
Rusia, como potencia predominantemente terrestre, ha sido históricamente contenida y mantenida débil limitando su acceso a corredores marítimos fiables. Sin embargo, la debilidad de Rusia como gran potencia terrestre podría convertirse en su fortaleza si Rusia conecta el continente euroasiático por tierra para socavar la ventaja estratégica de la hegemonía marítima.
La invención del ferrocarril intercontinental permitió a Rusia emular el carácter nómada de los mongoles y acabar con la ventaja estratégica de las potencias marítimas. El desarrollo por parte de Rusia de vías férreas a través de Asia Central desde mediados del siglo XIX dio lugar al Gran Juego, ya que Rusia podía llegar a la India británica. En la última década del siglo XIX, Rusia desarrolló el ferrocarril transiberiano, que desafiaba los intereses imperiales británicos en Asia Oriental. En 1904, Mackinder advirtió: «Hace una generación, el vapor y el canal de Suez parecían haber aumentado la movilidad de la potencia marítima en relación con la terrestre. Los ferrocarriles actuaban principalmente como alimentadores del comercio marítimo. Pero los ferrocarriles transcontinentales están transformando ahora las condiciones del poder terrestre, y en ninguna parte pueden tener tanto efecto como en el corazón cerrado de EuroAsia, en vastas zonas en las que no se disponía ni de madera ni de piedra accesible para la construcción de carreteras».[2]
Mackinder advirtió sobre la posibilidad de una alianza germano-rusa, ya que podría establecer un poderoso centro de poder capaz de controlar Eurasia. Así pues, Mackinder abogó por una estrategia de divide y vencerás: «La alteración del equilibrio de poder a favor del Estado pivote, que daría lugar a su expansión sobre las tierras marginales de Euro-Asia, permitiría el uso de vastos recursos continentales para la construcción de flotas, y el imperio del mundo estaría entonces a la vista. Esto podría ocurrir si Alemania se aliara con Rusia».[3]
Hegemonía estadounidense desde la periferia de Eurasia
Las ideas de Mackinder se desarrollaron aún más con la Teoría Rimland de Nicolas Spykman en 1942, que estipulaba que EEUU tenía que controlar la periferia marítima del continente euroasiático. EE.UU. necesitaba una asociación con Gran Bretaña para controlar la periferia occidental de Eurasia, y EE.UU. debía «adoptar una política protectora similar hacia Japón» en la periferia oriental de Eurasia.[4] Así pues, EE.UU. tenía que adoptar la estrategia británica de limitar el acceso de Rusia a los corredores marítimos: «Durante doscientos años, desde la época de Pedro el Grande, Rusia ha intentado romper el cerco de los Estados fronterizos y alcanzar el océano. La geografía y el poder marítimo la han frustrado constantemente».[5]
La influencia de Spykman hizo que se la conociera comúnmente como la «tesis Spykman-Kennan de la contención». El arquitecto de las políticas de contención contra la Unión Soviética, George Kennan, abogaba por un «equilibrio de poder euroasiático» asegurándose de que el vacío dejado por Alemania y Japón no fuera ocupado por una potencia que pudiera «amenazar los intereses del mundo marítimo de Occidente».[6]
Los informes del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense de 1948 en adelante se referían a las políticas de contención euroasiáticas en el lenguaje de la teoría del heartland de Mackinder. Como se señala en la Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU de 1988: «Los intereses más básicos de la seguridad nacional de Estados Unidos se verían amenazados si un Estado o grupo de Estados hostiles dominaran el continente euroasiático, esa zona del planeta a menudo denominada el corazón del mundo. Luchamos en dos guerras mundiales para evitar que esto ocurriera».[7]
Kissinger también esbozó cómo EEUU debía mantener la estrategia británica de divide y vencerás en la periferia marítima de Eurasia: «Durante tres siglos, los dirigentes británicos habían operado desde el supuesto de que, si los recursos de Europa eran reunidos por una sola potencia dominante, ese país tendría entonces recursos para desafiar el dominio de Gran Bretaña sobre los mares, y amenazar así su independencia. Geopolíticamente, Estados Unidos, también una isla frente a las costas de Eurasia, debería, por el mismo razonamiento, haberse sentido obligado a resistir el dominio de Europa o Asia por una sola potencia y, aún más, el control de ambos continentes por una misma potencia».[8]
Henry Kissinger siguió las ideas euroasiáticas de Mackinder, al impulsar la disociación de China de la Unión Soviética para reproducir los esfuerzos por dividir a Rusia y Alemania.
Posguerra Fría: El Imperio del Caos de Estados Unidos
Menos de dos meses después del colapso de la Unión Soviética, EEUU desarrolló la doctrina Wolfowitz para el dominio global. El borrador filtrado del Defense Planning Guidance (DPG) de febrero de 1992 sostenía que la permanencia de la primacía global de EEUU depende de la prevención de la aparición de futuros rivales en Eurasia. Utilizando el lenguaje de Mackinder, el documento DPG reconocía que «es improbable que vuelva a surgir un desafío convencional global a la seguridad de EEUU y de Occidente desde el corazón de Eurasia durante muchos años».
Para mantener la primacía mundial, el «primer objetivo es evitar la reaparición de un nuevo rival», lo que incluía impedir el rearme de aliados y Estados de primera línea como Alemania y Japón. El DPG también abogaba por preservar el dominio económico, ya que «debemos tener suficientemente en cuenta los intereses de las naciones industrializadas avanzadas para disuadirlas de desafiar nuestro liderazgo o de intentar derrocar el orden político y económico establecido».[9]
Estados Unidos abandonó los acuerdos para una arquitectura de seguridad paneuropea inclusiva basada en la «seguridad indivisible» para mitigar la competencia en materia de seguridad y sustituirla por sistemas de alianzas para dividir el mundo en aliados dependientes frente a adversarios debilitados. Zbigniew Brzezinski fue el autor de las políticas Mackinderianas de posguerra fría de EEUU para sostener la hegemonía global: «La primacía mundial de Estados Unidos depende directamente de cuánto tiempo y con qué eficacia se mantenga su preponderancia en el continente euroasiático». La estrategia para preservar el dominio estadounidense se definió como: «impedir la colusión y mantener la dependencia de seguridad entre los vasallos, para mantener a los tributarios dóciles y protegidos, y evitar que los bárbaros se unan».[10]
Si Rusia se resistiera a los esfuerzos estadounidenses, EEUU podría utilizar su dominio marítimo para estrangular la economía rusa: «Rusia debe saber que se produciría un bloqueo masivo del acceso marítimo de Rusia a Occidente».[11] Para debilitar permanentemente a Rusia y evitar que conectara Eurasia por tierra, Brzezinski argumentó que el colapso de la Unión Soviética debería ir seguido idealmente de la desintegración de Rusia en una «Rusia vagamente confederada -compuesta por una Rusia Europea, una República Siberiana y una República del Lejano Oriente»[12].
El auge de la Gran Eurasia
EEUU se ha vuelto dependiente de los conflictos perpetuos para dividir el continente euroasiático y preservar sus sistemas de alianzas. Los esfuerzos estadounidenses por separar a Rusia y Alemania con el expansionismo de la OTAN y la destrucción del Nord Stream han empujado a Rusia hacia el Este, sobre todo hacia China como principal rival de Estados Unidos. El gas ruso barato que antes alimentaba las industrias de los aliados de Estados Unidos en Europa se envía ahora a alimentar las industrias de China, India, Irán y otras potencias euroasiáticas y rivales de Estados Unidos. Los esfuerzos de China, Rusia y otros gigantes euroasiáticos por conectarse con corredores físicos de transporte, tecnologías, industrias e instrumentos financieros son iniciativas antihegemónicas para equilibrar a Estados Unidos. La era de las hegemonías marítimas de Mackinder puede estar llegando a su fin.
[1] Gaddis, J.L., 2005. Estrategias de contención: una valoración crítica de la política de seguridad nacional estadounidense durante la Guerra Fría. Oxford University Press, Oxford, p.4..
[2] Mackinder, H.J., 1904, El pivote geográfico de la historia, The Geographical Journal, 170(4): 421-444, p.434.
[3] Ibid, p.436.
[4] Spykman, N.J., 1942. La estrategia de Estados Unidos en la política mundial: Estados Unidos y el equilibrio de poder. Transaction Publishers, New Brunswick, p.470.
[5] Ibid, p.182.
[6] Gaddis, J.L., 1982. Estrategias de contención: A critical appraisal of postwar American national security policy. Oxford University Press, Nueva York.
[7]Casa Blanca 1988. Estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos, Casa Blanca, abril de 1988, p.1..
[8]Kissinger, H., 2011. Diplomacia. Simon and Schuster, Nueva York, pp.50-51.
[9] DPG 1992. Guía de planificación de la defensa. Washington, 18 de febrero de 1992.
[10] Brzezinski, Z., 1997. El gran tablero de ajedrez: American Primacy and its Geopolitical Imperatives. Basic Books, Nueva York, p,40.
[11] Brzezinski, Z., 2017. Cómo abordar la inseguridad estratégica en una era turbulenta, The Huffington Post, 3 de enero de 2017..
[12] Brzezinski, Z., 1997. Geostrategy for Eurasia, Foreign Affairs, 76(5): 50-64, p.56.
3. Más sobre el tratado Rusia-Irán
La visión de Bhadrakumar sobre el acuerdo Rusia-Irán. Matiza bastante qué supone desde el punto de vistas militar.
https://www.indianpunchline.
Publicado el 24 de enero de 2025 por M. K. BHADRAKUMAR
El tratado entre Rusia e Irán supone un «gran avance» en las relaciones
Rusia e Irán, como dos vecinos inmediatos y grandes potencias con una historia gloriosa, han tenido una relación difícil y accidentada a lo largo de los siglos. El pragmatismo iraní tiene el mérito de haber aprendido a vivir con las consecuencias del expansionismo de la Rusia zarista en lugar de encerrarse en una enemistad eterna. En cierto modo, también compartió la difícil situación de China a manos de potencias depredadoras. Estas amargas experiencias se incrustan inevitablemente en la psique de una nación.
Por lo tanto, la firma del Tratado de Asociación Estratégica Integral entre Irán y Rusia el 17 de enero en Moscú es, de hecho, un hito trascendental que significa la aceptación mutua como socios en una relación de igualdad. También es un intento de construir barreras de seguridad para permitir una nueva trayectoria de relación en interés mutuo. El presidente ruso Vladimir Putin lo calificó acertadamente de «gran avance».
Las negociaciones se prolongaron y la propia firma del documento por parte de los dos presidentes, Vladimir Putin y Masoud Pezeshkian, se pospuso. Pero cualquiera que haya negociado con iraníes sabrá que a menudo se apresuran en el último momento con nuevas propuestas y que son negociadores duros en todo momento, especialmente en áreas estratégicas como la energía.
Por otro lado, tanto Rusia como Irán son muy conscientes de que se trata de una relación de arriba abajo. Los rusos son muy conscientes de que están tratando con un nuevo liderazgo en Teherán que da prioridad a la mejora de las relaciones de Irán con Occidente y se centra en sus vecinos del Golfo, que son aliados cercanos de Estados Unidos.
Aunque Putin aprobó el borrador del tratado en septiembre pasado, la firma del documento en sí se aplazó. Rusia aprecia la racionalidad y la moderación que Irán ejerce en el desarrollo de su programa nuclear y su brillante logro de alcanzar la capacidad de disuasión sin desarrollar armas nucleares. Por el contrario, los rusos sabrían sin duda que los iraníes nunca intercambiarán sus prerrogativas soberanas y su autonomía estratégica con ningún país.
Sin embargo, la transición en Teherán tras la muerte del expresidente Ebrahim Raisi introdujo un elemento de incertidumbre, ya que las reñidas elecciones y la formación de un nuevo gobierno resultaron ser una especie de «cambio de régimen».
La estrategia de política exterior del nuevo gobierno liderado por Pezeshkian —mejorar las relaciones de Irán con los vecinos del Golfo (y Occidente)— gira en torno a la resolución de la cuestión nuclear con EE. UU., que es la clave para el levantamiento de las sanciones occidentales, que es el camino hacia la recuperación económica de Irán.
Dicho esto, no hay duda de la voluntad política a nivel de liderazgo para construir una asociación estratégica con una perspectiva a largo plazo. Tanto Rusia como Irán prevén ventajas tácticas y estratégicas al trabajar juntos estrechamente en las condiciones de las sanciones. Curiosamente, el artículo 19 del Tratado dedica mucha atención al intercambio de experiencias sobre cómo hacer retroceder las draconianas sanciones occidentales.
Pezeshkian subrayó que antes de su visita a Moscú, habló con el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, quien hizo hincapié en «lo importante que es desarrollar relaciones integrales con Rusia». La interacción cálida, respetuosa y de confianza entre Putin y Jamenei ha sido la estrella de la relación en la última década. Mucho dependerá de la posición de liderazgo después de Jamenei, de 86 años, el Vali-e Faqih o jurisconsulto supremo que ejerce la máxima autoridad sobre todas las ramas del gobierno, y es el comandante en jefe de Irán.
La importancia del tratado radica en la expansión y profundización de la cooperación militar, un gran salto adelante en los lazos energéticos con algunos megaproyectos en el yunque, como los intercambios de petróleo y un nuevo gasoducto a través de Azerbaiyán con una capacidad prevista de 55 bcm, esfuerzos conjuntos en la desdolarización y el sistema de compensación en moneda local y, en general, un nivel cualitativamente nuevo de coordinación en las estrategias de política exterior de los dos países, tanto en el marco bilateral como multilateral, como la UE UE, BRICS y OCS.
Sin embargo, la integración en la matriz euroasiática puede convenir a Irán solo hasta cierto punto, ya que Teherán da la máxima importancia a su autonomía estratégica y carece históricamente de una «mentalidad de bloque». Curiosamente, el artículo 3 del tratado señala minuciosamente las actividades maléficas que ninguna de las partes debe emprender contra la otra.
Irán no se enfrenta a la amenaza de una agresión extranjera y el acuerdo no llega a la altura del tratado de defensa mutua que Rusia tiene con Corea del Norte o que Estados Unidos tiene con más de media docena de países latinoamericanos y Filipinas (pero no con Israel). No obstante, Pezeshkian ha dicho que ahora es posible una cooperación militar plena con Rusia. «El enemigo no debe hacerse ilusiones de que podemos ser derrotados fácilmente», comentó y lo dejó ahí.
El tratado no obliga a los dos países a acudir en defensa del otro si uno es atacado; en su lugar, acuerdan no proporcionar asistencia militar o de otro tipo al agresor.
Basta decir que el tratado no llega a ser una alianza, aunque podría, podría decirse, tener el «efecto mariposa» de una alianza en la política regional. Irán ha experimentado que Rusia permaneció pasiva ante los intensos e implacables ataques aéreos israelíes contra sus despliegues en Siria. Moscú incluso puso en marcha un mecanismo de desconflicción bilateral con Tel Aviv para evitar ataques erróneos entre ambos, aunque Rusia e Irán lucharon en el mismo bando como camaradas de armas durante la guerra civil siria.
El tratado se pondrá a prueba si se produce un acercamiento entre Estados Unidos e Irán durante la presidencia de Donald Trump, por absurdo que parezca. Pero la dependencia de Irán de Rusia no hará sino aumentar si Trump vuelve a la estrategia de «máxima presión» y trabaja para socavar la creciente amistad entre Arabia Saudí e Irán para persuadir a Riad de que normalice su relación con Israel en el espíritu de los Acuerdos de Abraham y reajuste su brújula de política exterior a la posición por defecto que presenta a Irán en términos adversos.
A primera vista, es poco probable que esto suceda, ya que un conflicto en Oriente Medio no está en la agenda de Trump. De hecho, la llamada del príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman a Trump el miércoles destacó una oferta de inversión de 600 000 millones de dólares, subrayando el cambio en las prioridades regionales del Reino. El comunicado de la Casa Blanca también hizo hincapié en «los esfuerzos para llevar la estabilidad a Oriente Medio, reforzar la seguridad regional y combatir el terrorismo… y las ambiciones económicas internacionales de Arabia Saudí durante los próximos cuatro años, así como las oportunidades comerciales y de otro tipo para aumentar la prosperidad mutua». No se hizo referencia a Irán.
Los acuerdos en sí mismos no cambian nada. La clave está en su aplicación. La construcción de la central nuclear de Bushehr se retrasó indebidamente cuando los rusos se demoraron bajo la presión de EE. UU. e Israel, lo que obligó a Teherán a presentar una demanda por daños y perjuicios. Por supuesto, las circunstancias son diferentes hoy en día, pero hasta qué punto Rusia estará dispuesta a transferir tecnología militar avanzada a Irán sigue siendo una pregunta abierta.
Las perspectivas de que el tratado entre Rusia e Irán cambie las reglas del juego en la política regional también dependerán de la transformación actual en la normalización entre Arabia Saudí e Irán y de las tendencias relacionadas en la consolidación de la política regional. Rusia se convierte en una parte interesada en reforzar tales tendencias. No hay duda de que con las crecientes incertidumbres en las relaciones ruso-turcas y las rivalidades en el Mar Negro (que ya no es un «lago ruso»), Irán se convierte en un socio clave en la conectividad regional de Rusia. Como era de esperar, el tratado reconoce que la cooperación en la región del Mar Caspio es vital.
La voluntad de Rusia de conseguir que el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC) sea plenamente operativo es evidente. El tratado (artículos 20 y 21) se centra en el sector del transporte como un área estratégica en la relación ruso-iraní. Irán puede ganar en su posicionamiento como un centro regional fiable que conecta a Rusia con algunos de los países clave del Sur Global, como India y Pakistán.
4. Que activen el artículo 5 de la OTAN
Os paso esta vez un artículo de la prensa basura desde el mismo vientre de la bestia, el Financial Times, porque me ha parecido divertido ver como a nuestros líderes europeos se les rompen todos los esquemas.
https://archive.is/rmR6X#
Donald Trump en una acalorada llamada con la primera ministra de Dinamarca sobre Groenlandia
El presidente de EE. UU. insistió en que quiere apoderarse de la isla ártica
Richard Milne en Oslo, Gideon Rachman en Londres y James Politi en Washington
Donald Trump insistió en que hablaba en serio en su determinación de apoderarse de Groenlandia en una acalorada llamada telefónica con la primera ministra de Dinamarca, según altos funcionarios europeos.
El presidente de EE. UU. habló con Mette Frederiksen, la primera ministra danesa, durante 45 minutos la semana pasada. La Casa Blanca no ha hecho comentarios sobre la llamada, pero Frederiksen dijo que había enfatizado que la vasta isla ártica, una parte autónoma del reino de Dinamarca, no estaba en venta, al tiempo que señaló el «gran interés» de Estados Unidos en ella.
Cinco altos funcionarios europeos actuales y anteriores informados sobre la llamada dijeron que la conversación había ido muy mal.
Añadieron que Trump había sido agresivo y conflictivo tras los comentarios de la primera ministra danesa de que la isla no estaba en venta, a pesar de su oferta de más cooperación en bases militares y explotación minera.
«Fue horrible», dijo una de las personas. Otro añadió: «Fue muy firme. Fue una ducha fría. Antes, era difícil tomarlo en serio. Pero creo que es serio y potencialmente muy peligroso».
Los detalles de la llamada probablemente aumenten la preocupación europea de que el regreso de Trump al poder tensará más que nunca las relaciones transatlánticas, ya que el presidente estadounidense presiona a sus aliados para que cedan territorio.
Trump ha comenzado su segundo mandato reflexionando sobre la posibilidad de hacerse con Groenlandia, el Canal de Panamá e incluso Canadá.
Muchos funcionarios europeos esperaban que sus comentarios sobre la búsqueda del control de Groenlandia por razones de «seguridad nacional» fueran una estratagema de negociación para ganar más influencia sobre el territorio de la OTAN. Rusia y China también están luchando por posicionarse en el Ártico.
Pero la llamada con Frederiksen ha aplastado tales esperanzas, profundizando la crisis de política exterior entre los aliados de la OTAN.
«La intención era muy clara. Lo quieren. Los daneses están ahora en modo de crisis», dijo una persona informada sobre la llamada. Otro dijo: «Los daneses están completamente asustados por esto».
Un exfuncionario danés añadió: «Fue una conversación muy dura. Amenazó con medidas específicas contra Dinamarca, como aranceles selectivos».
La oficina del primer ministro danés dijo que «no reconocía la interpretación de la conversación dada por fuentes anónimas».
Groenlandia, hogar de solo 57 000 personas, es un punto de entrada a nuevas rutas marinas que se están abriendo gradualmente a través del Ártico; también cuenta con minerales abundantes pero de difícil acceso.
«El presidente Trump ha dejado claro que la seguridad de Groenlandia es importante para Estados Unidos, ya que China y Rusia están realizando importantes inversiones en toda la región ártica», dijo un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
«El presidente se ha comprometido no solo a proteger los intereses de Estados Unidos en el Ártico, sino también a trabajar con Groenlandia para garantizar la prosperidad mutua de ambas naciones».
Trump amenazó a principios de enero con imponer aranceles a Dinamarca si se oponía a él en Groenlandia. También se negó a descartar el uso de la fuerza militar para tomar el control de la isla.
«La gente ni siquiera sabe si Dinamarca tiene algún derecho legal sobre ella, pero, si lo tienen, deberían renunciar a él porque lo necesitamos para la seguridad nacional», dijo Trump en una conferencia de prensa días antes de asumir el cargo.
«Estoy hablando de proteger al mundo libre», añadió. «Hay barcos chinos por todas partes. Hay barcos rusos por todas partes. No vamos a permitir que eso suceda».
Múte Egede, primer ministro de Groenlandia, ha subrayado en repetidas ocasiones que los habitantes de la isla quieren la independencia en lugar de la ciudadanía estadounidense o danesa. Pero ha acogido con satisfacción el interés empresarial de Estados Unidos en la minería y el turismo.
Frederiksen se reunió la semana pasada con los directores ejecutivos de grandes empresas danesas, como Novo Nordisk y Carlsberg, para hablar de las amenazas de Trump, incluidos los posibles aranceles contra su país.
El día de la llamada de Trump, dijo a la televisión danesa TV2: «No hay duda de que hay un gran interés en Groenlandia y sus alrededores. Basándome en la conversación que he tenido hoy, no hay razón para creer que sea menor de lo que hemos oído en el debate público».
5. Reunión de pastores, oveja muerta
Como soy una persona rencorosa, siempre tengo la esperanza de que algún año una avalancha los aplaste a todos, pero, de momento, aquí tenemos una vez más a los amos del mundo reunidos en Davos. Michael Roberts hace un repaso de las intervenciones hasta ahora. Todas patéticas, por cierto. Respecto a las grandes inversiones en IA les deseo que sean tan exitosas como el Metaverso, que también iba a revolucionar nuestras vidas. Buscad, por cierto, noticias sobre la china Deepseek: parece que hace lo mismo que lo que ha costado millones y millones y la ofrecen gratis, es código abierto.
https://thenextrecession.
Davos 2025: Trump contra Von der Leyen
Cada enero, el Foro Económico Mundial (FEM) se reúne en la lujosa estación de esquí de Davos (Suiza). Este año, como es habitual, asistieron unas 3.000 personas de más de 130 países para debatir los problemas, retos y futuro del capitalismo. Alrededor de 350 líderes gubernamentales, entre ellos 60 jefes de Estado y de Gobierno, de todas las regiones clave (excepto Rusia, China e India) estuvieron allí, junto con muchos directores ejecutivos y oligarcas de las multinacionales, la mayoría llegados en sus jets privados.
Este año, los temas habituales del calentamiento global y la pobreza apenas tuvieron protagonismo. Lo que dominó el pensamiento de los «grandes y buenos» de la economía mundial fue la IA. El tema del FEM 2025 fue «Colaboración para la era inteligente». La IA es el tema de moda para los líderes del capitalismo; la tecnología que va a transformar las economías con un crecimiento real del PIB y una productividad más rápidos, lo que traerá prosperidad para todos, o al menos eso se espera. El FEM presentó un informe, AI in Action: Más allá de la experimentación para transformar la industria, en el que se defiende precisamente eso, con varias salvedades. Los representantes de los líderes de la IA se deshacen en elogios. «La tecnología avanza a un ritmo increíble», afirma Matt Garman, Director Ejecutivo de Amazon Web Services.
En entradas anteriores, he hablado de la posibilidad de que la IA transforme las economías en la próxima década. Baste decir ahora que las empresas estadounidenses y de otros países están realizando un gasto masivo en el desarrollo de la IA y en la infraestructura necesaria para llevarla a cabo. Las empresas necesitarán cientos de miles de millones en nuevos ingresos incrementales de IA para mantener sus márgenes actuales debido a estos nuevos desembolsos. Según las proyecciones de Lawrence Berkeley Labs, la demanda de energía de los centros de datos se duplicará con respecto al 4,4% actual de la generación eléctrica de EE.UU., y los operadores de sistemas independientes como PJM y MISO se están apresurando a añadir nueva capacidad de generación en función de lo que están viendo. Pero, según un estudio de JP Morgan, esto podría provocar un déficit de ingresos que redujera drásticamente la rentabilidad.
La inversión en IA también está disparando la demanda de energía. Para 2026, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) predice que el consumo de electricidad sólo para centros de datos podría alcanzar los 1.000 TWh, aproximadamente el equivalente al consumo energético de Japón. Alimentar la Era Inteligente» será una tarea ingente y tendrá un profundo impacto en la demanda y el suministro mundiales de electricidad. Conlleva implicaciones más amplias para las industrias y sus objetivos de descarbonización y cero emisiones netas, con tecnologías que avanzan rápidamente devorando energía a ritmos muy superiores a los actuales. Además, como ya se ha comentado, tiene enormes implicaciones para el empleo y los ingresos laborales. La inversión en IA podría crecer un 160% en los próximos dos años. Como resultado, el uso de agua y tierra por parte de los centros de datos podría tener un grave impacto en el medio ambiente.
El recién investido presidente Donald Trump se dirigió al FEM por satélite y no perdió el tiempo para decir a su audiencia que EE.UU. iba a entrar en una «edad de oro» impulsada por la producción de energía, la IA, la desregulación y la bajada de impuestos, y que los países que trataran de interponerse en su camino deberían tener cuidado.
Trump dijo que Estados Unidos necesitaría duplicar su producción energética, en parte para impulsar la inteligencia artificial. Así que acelerará las autorizaciones para nuevas centrales eléctricas, que las empresas podrán ubicar junto a sus plantas, algo que actualmente no es posible según la normativa. Las empresas podrán alimentarlas con lo que quieran, incluido el carbón como reserva, «carbón bueno y limpio», porque «nada puede destruir el carbón, ni el clima, ni una bomba».
Trump quiere que baje el precio del petróleo para que bajen los precios de la energía para la inversión (no tanto para los hogares). Para ello, quiere que EE.UU. y el mundo «drill baby, drill.» Por desgracia para él, puede que eso no ocurra. Los proyectos de oleoductos, gasoductos y líneas de transmisión en EE.UU. prácticamente se han paralizado a medida que la gran revolución del esquisto y el fracking en la producción de petróleo estadounidense ha empezado a agotarse. Según Goehring & Rozencwajg LLC, una empresa de investigación especializada en inversiones contrarias a los recursos naturales, la producción de esquisto de EE.UU. se encuentra «en los primeros compases» de un declive prolongado, siendo el agotamiento, y no la dinámica del mercado o la extralimitación normativa, el principal culpable. Predijeron que el explosivo crecimiento de la producción desencadenado por la revolución del esquisto se estancaría a principios de 2025. Sin embargo, la realidad podría ser peor. Según los datos de la EIA, la producción de petróleo de esquisto alcanzó su punto máximo en noviembre de 2023 y desde entonces ha disminuido alrededor de un 2%, mientras que la producción de gas seco de esquisto alcanzó su punto máximo ese mismo mes y desde entonces ha caído un 1% o 1.000 millones de pies cúbicos al día.
Lo que podría salvar la demanda de Trump de precios del petróleo más bajos a pesar de que el crecimiento de la oferta se está desvaneciendo es que el crecimiento de la demanda mundial de productos derivados del petróleo también está cayendo. El crecimiento de la demanda se redujo casi a la mitad en 2024 en comparación con 2023.
La bajada de los precios de la energía podría ser importante para las políticas de Trump si significara que la inflación sigue bajando y se mantiene baja. El problema es que, ahora mismo, la tendencia es la contraria. La tasa de inflación general de Estados Unidos estaba subiendo en la última parte de 2024, impulsada por un giro en los precios de la energía y los alimentos y algunos componentes subyacentes «pegajosos» como los seguros de coche y de salud, los alquileres y los costes de hostelería. La Reserva Federal no está ganando la guerra contra la inflación.
Jack Rasmus ha señalado que la estimación oficial estadounidense del aumento del nivel de precios de los hogares estadounidenses desde 2020 ronda el 24%. Pero esa cifra no contabiliza adecuadamente la subida de los precios de muchos alimentos básicos como el pan, la leche, los huevos, el pollo, etc. que han subido entre un 30% y un 40% desde 2020. El coste real de la vivienda (precios de la vivienda, alquileres) ha subido aún más. Los precios de la vivienda en todo el país han subido un 39%, según el índice Shiller de precios de la vivienda. Pero los gastos hipotecarios de los hogares -es decir, lo que pagan realmente de su presupuesto mensual- han subido un 113%. Los índices de precios oficiales estadounidenses, como el IPC, no incluyen los tipos de interés hipotecarios. Por tanto, la inflación hipotecaria debida al aumento de los costes de los intereses ha crecido mucho más rápido y más alto, un 113%, que el 39% del precio de compra de una vivienda. La inflación de la vivienda (casas y alquileres; gastos relacionados) es aún mayor si se incluyen los costes del seguro de hogar, las reparaciones de la vivienda y otros gastos que definen la «vivienda» en las estadísticas gubernamentales. Los tipos de interés de las tarjetas de crédito subieron del 16% al 24%, los préstamos bancarios para automóviles prácticamente se duplicaron hasta el 9% de media para la compra de coches, mientras que los préstamos para estudiantes se dispararon hasta el 6,8% y más. «Cuando la inflación de los intereses se contabiliza adecuadamente -junto con los aumentos en la propiedad del gobierno local y otros impuestos, tarifas y otros cargos no considerados por el Índice de Precios al Consumidor del gobierno- la verdadera inflación experimentada por los hogares estadounidenses desde enero de 2021 es fácilmente del 35% al 40% y, por lo tanto, mucho más alta que la cifra oficial del IPC del 24%.»
Y luego están los planes de Trump de subir los aranceles a las importaciones, no solo de bienes de producción de otros países, sino también en sectores clave de consumo. Es muy probable que eso presione al alza los precios de los hogares, a menos que el dólar estadounidense siga aumentando su valor de cambio frente a otras divisas. Pero puede que eso no continúe. Trump exige que la Reserva Federal recorte los tipos en 2025. Si la Fed cede, el dólar podría caer al tiempo que aumenta la inflación, lo que supondría un conflicto de resultados para Trump. Sin embargo, cada vez hay más indicios de que la Fed, que aún espera ganar la guerra contra la inflación, mantendrá los tipos de interés donde están, a pesar de la presión de Trump, sobre todo porque las subidas de aranceles y las deportaciones de trabajadores inmigrantes indocumentados previstas por Trump harían subir los precios y los costes laborales para la industria estadounidense.
Según el vicepresidente Vance, la Administración Trump planea deportar a aproximadamente un millón de trabajadores indocumentados al año. El número actual de trabajadores indocumentados en EE.UU. se estima en 11,7 millones, pero el ritmo de aumento está disminuyendo.
El Consejo de Inmigración calcula que un programa de deportación podría costar 88.000 millones de dólares al año si se aplicara. Ay como he señalado antes, la inmigración neta ha sido crucial para el crecimiento económico de EE.UU. en los últimos años. Recortarla, estima el PIIE, llevaría a un descenso del PIB real de entre el 1,2% y el 7,4% en 2028, con descensos similares en el empleo como consecuencia. Probablemente, sin embargo, las deportaciones no alcanzarán ese nivel y la inmigración «legal» de trabajadores cualificados continuará a cierto ritmo bajo Trump.
Las políticas internas de Trump son mucho más claras de seguir. Quiere hacer recortes adicionales significativos en el impuesto sobre la renta y en el impuesto de sociedades, al tiempo que recorta el gasto público, especialmente a nivel federal – clásica economía neoliberal de «goteo».
Recortar el gasto público no será tan fácil como han comprobado legiones de gobiernos neoliberales. El gasto «discrecional» del gobierno estadounidense ya se ha recortado drásticamente. La asistencia social, el seguro médico, etc., son gastos «sociales», mucho más difíciles de reducir. El nuevo zar de los recortes de Trump, Elon Musk, descubrirá que las únicas áreas en las que puede recortar son los gastos de defensa. El empleo federal, de 3 millones de personas, está en su nivel más bajo como proporción del empleo estadounidense en 85 años (~2%). Dentro de los trabajadores federales, el mayor empleador es el Departamento de Defensa (excluidos los militares en activo), seguido del Servicio Postal y Asuntos de Veteranos. Los objetivos más probables de Musk, la Agencia de Protección Medioambiental, la Comisión de Valores y Bolsa y el Departamento de Trabajo, suman menos del 1% de los trabajadores federales, mientras que el Departamento de Educación sólo representa el 0,14%.
Hablando de «gasto en defensa», en su discurso de Davos, Trump volvió a su demanda habitual de que los gobiernos europeos empiecen a pagar su propia defensa y a apoyar a Ucrania. Dijo que exigiría que los miembros de la OTAN pagaran el 5% de su PIB en defensa, más del doble de la media actual. Este desplazamiento del gasto hacia el sector militar sería desastroso para las finanzas públicas europeas, cuando se supone que los gobiernos nacionales de la UE deben invertir más en la lucha contra el cambio climático y la digitalización de la inteligencia artificial, y al mismo tiempo lograr superávits fiscales primarios a medio plazo para cumplir las normas fiscales de la UE.
No obstante, Trump despotricó sobre cómo el «régimen regulatorio» de Europa trata a Estados Unidos «muy mal» y «muy, muy injustamente con los impuestos del IVA y todos los demás impuestos que imponen«. La regulación europea de las empresas tecnológicas estadounidenses resta miles de millones a Apple, Google y Facebook, dijo. Europa no compra productos agrícolas ni coches estadounidenses, sino que envía millones de coches a Estados Unidos. Esto da lugar a «cientos de miles de millones de dólares de déficit» con la UE, por lo que «Vamos a hacer algo al respecto».
Todo esto hizo que el discurso de Davos de la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, fuera especialmente flojo. Reconoció que Europa iba a la zaga de Estados Unidos en inversión en nuevas tecnologías.
«Para mantener nuestro crecimiento en el próximo cuarto de siglo, Europa debe cambiar de marcha». Anunció que la Comisión Europea está a punto de presentar una hoja de ruta para el crecimiento, denominada Brújula de la Competitividad. Qué defenderá esta hoja de ruta ante el ‘desafío existencial al que se enfrenta Europa (Mario Draghi) y dados los planes de Trump de destrozar las economías europeas? No es más inversión pública, sino una dependencia de la financiación de capital privado en toda la UE.
«Europa necesita un mercado de capitales profundo y líquido» Las empresas europeas no pueden obtener la financiación que necesitan, «porque nuestro mercado nacional de capitales está fragmentado», es decir, es demasiado pequeño. ¿Cuál es la respuesta? La Comisión quiere crear una Unión Europea del Ahorro y la Inversión – «con nuevos productos europeos de ahorro e inversión, nuevos incentivos para el capital riesgo y un nuevo impulso para garantizar el flujo continuo de inversiones en toda nuestra unión.» O sea, más dinero para el capital financiero y más beneficios para los inversores.
La segunda medida política es desregular la industria europea: «demasiadas empresas frenan la inversión en Europa debido a trámites burocráticos innecesarios» El mercado único europeo sigue teniendo demasiadas barreras nacionales, por lo que Europa necesita un único conjunto de normas.
La tercera política es reducir los costes de la energía. Como ven, Rusia cortó el suministro de energía a Europa (¡!) y por eso han subido los costes. Y ahora Estados Unidos proporciona más del 50% de nuestro suministro de GNL. Der Leyen admitió que «los hogares y las empresas vieron dispararse los costes de la energía y las facturas de muchos aún no han bajado. Ahora, nuestra competitividad depende de que los precios de la energía vuelvan a ser bajos y estables».
¿Cómo hacerlo? Con más «energía limpia» procedente de renovables y nuevas tecnologías, como la fusión, la geotermia mejorada y las baterías de estado sólido; pero no con más inversión pública, sino movilizando «más capital privado para modernizar nuestras redes eléctricas e infraestructuras de almacenamiento.».
Así que la respuesta de Europa a Trump es depender aún más de las importaciones de energía de Estados Unidos; esperar que el sector privado invierta en nuevas tecnologías porque Europa «desregulará»; y que el sector financiero preste más para invertir en lugar de especular con activos financieros. Les dejo a ustedes que juzguen hasta qué punto es probable que esta estrategia tenga éxito.
El futuro, tal y como lo pintaron en Davos Trump y Von der Leyen, es el de más barreras al comercio entre países; y más desregulación para que banqueros e industriales puedan hacer lo que quieran, sea cual sea el daño a la seguridad y los derechos de los consumidores y sea cual sea el impacto sobre el medio ambiente y el clima. Von der Leyen dijo que era vital mantener el Acuerdo de París sobre objetivos climáticos (a pesar de que su límite objetivo se superó en 2024), mientras que Trump ha sacado a EEUU del acuerdo (otra vez). Más concretamente, confiar en que el sector privado se encargue de aumentar la inversión en tecnología y control del clima para dar un giro a la economía mundial resultará, una vez más, un fracaso.
Mientras tanto, continúa la desigualdad de riqueza e ingresos en todo el mundo. Todos los años en Davos, Oxfam presenta un informe condenatorio de la desigualdad y todos los años los asistentes a Davos suelen ignorarlo. Este año, los economistas de Oxfam han descubierto que «la riqueza de los multimillonarios ha aumentado tres veces más rápido en 2024 que en 2023. Ahora se esperan cinco billonarios en una década. Mientras tanto, las crisis económica, climática y de conflictos hacen que el número de personas que viven en la pobreza apenas haya variado desde 1990.» El informe señalaba que la mayor parte de la riqueza de los multimillonarios se obtiene, no se gana – «El 60% procede de la herencia, el amiguismo y la corrupción o el poder de los monopolios.» La riqueza de cada uno de los 10 hombres más ricos ha crecido casi 100 millones de dólares al día de media en 2024. «Aunque ahorrara 1.000 dólares diarios desde los primeros humanos, hace 315.000 años, seguiría sin tener tanto dinero como uno de los diez multimillonarios más ricos. Si cualquiera de los diez multimillonarios más ricos perdiera el 99% de su riqueza, seguiría siendo multimillonario.»
La ministra de Economía británica, Rachel Reeves, también acudió a Davos. En un desayuno del segundo día, alguien preguntó a la canciller británica qué opinaba de la «creación de riqueza«: ¿estaba relajada, en un sentido blairista? «Absolutamente,» respondió Reeves. «Absolutamente relajado». Aparentemente, el grotesco nivel de riqueza del informe de Oxfam y mostrado abiertamente por los oligarcas asistentes a Davos no le preocupaba. Me recordó a un anterior ministro laborista del Gobierno de Tony Blair, Peter Mandelson (ahora irónicamente embajador del Reino Unido en los Estados Unidos de Trump), que una vez dijo de forma infame que estaba «intensamente tranquilo con que la gente se volviera asquerosamente rica»… «si pagaban sus impuestos» (cosa que, por supuesto, apenas hacen).
La jefa del FMI, Kristalina Georgieva, también estuvo en Davos, por supuesto. Recordó a un selecto grupo de líderes políticos, empresariales y de la sociedad civil de todo el mundo las palabras de Keynes en un ensayo de 1930, escrito con la Gran Depresión como telón de fondo, el auge del comunismo y el fascismo, y la desesperación nacional e internacional. Le encanta citar a Keynes. Esta vez citó: «Predigo que con el tiempo se demostrará que los dos errores opuestos del pesimismo que ahora hacen tanto ruido en el mundo están equivocados: el pesimismo de los revolucionarios que piensan que las cosas están tan mal que nada puede salvarnos salvo un cambio violento, y el pesimismo de los reaccionarios que consideran que el equilibrio de nuestra vida económica y social es tan precario que no debemos arriesgarnos a ningún experimento.» Aparentemente, existe una vía intermedia de optimismo que no requiere la revolución, pero sí el cambio.
Keynes escribió esto tras un discurso a sus alumnos de Cambridge en el que les instaba a no aceptar las críticas marxistas y a seguir siendo optimistas respecto a que el capitalismo sacaría adelante a la humanidad. Lo que siguió después de 1930 fue una profunda depresión en las principales economías, el ascenso de las fuerzas fascistas y nazis, la Segunda Guerra Mundial y el holocausto. Esperemos que la referencia de Georgieva a Keynes no anuncie una repetición de aquello en la década de 2030.
6. El conservadurismo que traerá la paz
En un artículo bastante provocador, Amar argumenta que el avance -o avance del retroceso, según el punto de vista- del pensamiento conservador en el mundo, pero especialmente en los EEUU, podría ser beneficioso para la paz mundial. Porque el pensamiento «progresista» quiere la guerra.
https://swentr.site/news/
Cómo un cambio cultural conservador bajo Trump podría salvar al mundo
Paradójicamente, un alejamiento de los valores «liberales» y «progresistas» tiene el potencial de desactivar parte de la beligerancia de Estados Unidos
Por Tarik Cyril Amar, historiador alemán que trabaja en la Universidad Koç de Estambul sobre Rusia, Ucrania y Europa del Este, la historia de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría cultural y la política de la memoria @tarikcyrilamartarikcyrilamar. tarikcyrilamar.com
Recientemente, uno de los periódicos más conservadores e influyentes de Estados Unidos, el Wall Street Journal, publicó dos artículos intrigantes. Uno observaba que «MAGA está recuperando la cultura», y el otro, del conocido académico e intelectual público Walter Russell Mead, argumentaba que «el excepcionalismo estadounidense ha vuelto». Juntos plantean cuestiones importantes, quizás vitales.
La esencia de «MAGA está recuperando la cultura» es que el regreso de Donald Trump a la presidencia viene acompañado de un cambio notable en la cultura estadounidense, en sentido amplio. Durante su primer mandato, Trump mantuvo una posición política elevada (aunque a menudo de forma caótica y asediada) mientras se enfrentaba a fuertes vientos en contra en la esfera pública. Sin embargo, esta vez, las tendencias en este último ámbito están convergiendo con la política del trumpismo. Ser tradicional es algo cada vez más popular: ya en junio de 2023, la encuestadora Gallup descubrió que el 38 % de los estadounidenses se identifican como socialmente conservadores, la cifra más alta desde 2012. Además, el 44 % se considera «económicamente conservador», también la puntuación más alta desde 2012.
Anecdóticamente, pero como prueba intrigante, ahora se incluye a jugadores de fútbol americano que realizan el característico contoneo de Trump como baile de victoria, a Disney eliminando una trama sobre cuestiones transgénero de una serie animada y a las gorras de béisbol de MAGA haciendo apariciones entre los estudiantes de los campus universitarios de élite. Como podría haber suspirado el clásico marxista italiano Antonio Gramsci, un valiente intelectual y víctima del fascismo de Mussolini, parece que los reaccionarios tienen la hegemonía ideológica, de nuevo.
El «American Exceptionalism is Back» de Mead también hace una simple afirmación: en EE. UU., y solo allí, el populismo (de la variedad derechista, por supuesto) y el capitalismo de alta tecnología (y sus «tech-lords», término de Mead) pueden formar algo más que una coalición temporal. Mead cree que esa combinación puede durar si se reconcilia la tensión altísima que lleva incorporada (piense en Steve Bannon contra Elon Musk y Mark Zuckerberg) y se convierte en la base de un resurgimiento estadounidense. Estados Unidos, promete (o advierte) el maître-penseur conservador, aún puede «renovarse de formas inverosímiles e incluso indecorosas».
El argumento de Mead trata realmente de la clase social, aunque no utilice términos tan groseros. Su argumento es que, de alguna manera, Estados Unidos todavía tiene una magia especial —llámelo el sueño americano o el «American Berserk» de Philipp Roth, si lo desea— lo que significa que las masas enfadadas de MAGA de abajo y lo que Bannon llamaría los tecnofeudalistas alrededor de Trump en la cima no solo pueden coexistir sino cooperar, y todo para la mayor gloria de la «nación indispensable», una vez más.
Queda por ver cuánto de este pensamiento ilusorio sobrevive a la realidad. Lo que Mead no aborda, en cualquier caso, es qué lugar buscaría reclamar esta renovada América en el orden internacional: ¿Seguirá siendo la misma y vieja «primacía»? Si es así, las cosas podrían volverse muy «indecorosas», y no por algo en lo que los estadounidenses estén de acuerdo o en desacuerdo entre ellos, sino porque gran parte del mundo ya no está de acuerdo con la dominación estadounidense, y no hay vuelta atrás.
¿Qué posibilidades hay de una alternativa: que Estados Unidos se convierta en un miembro de la comunidad internacional un poco menos canalla y menos asocial? Puede ser contradictorio, pero no saquemos conclusiones precipitadas de la fanfarronería trumpista sobre Canadá, Groenlandia y Panamá. Por muy perturbadoras que sean las nuevas afirmaciones y amenazas de Estados Unidos contra estos países, estas iniciativas, sea cual sea su desenlace, no serán todo el asunto. Gran parte de eso se desarrollará en la relación con las grandes potencias rivales, es decir, China y Rusia, así como con el creciente Sur Global en su conjunto.
Por eso debemos volver a la cuestión de un cambio social-conservador más amplio en Estados Unidos. Por dos razones: demuestra que Estados Unidos es perfectamente capaz de ser cualquier cosa menos excepcional, y tiene consecuencias no solo en la política nacional sino también en la internacional. Así es como:
Mientras que las ideologías pulcras y bien definidas tienden a ser académicas, en ambos sentidos del término, es decir, cargadas de grandes conceptos y sutiles distinciones, pero con un efecto limitado en el mundo real, los movimientos ideológicos con verdadero empuje son extensos y desordenados: el tipo de cosas que uno reconoce cuando las ve, pero que siempre escapan a una definición clara.
En este momento, estamos viendo algo así a escala global, desarrollándose y acelerándose en tiempo real. Recibe diferentes nombres: no solo «conservadurismo social», sino también, por ejemplo, «valores familiares», «tradicionalismo» o, especialmente para aquellos que no lo soportan, «reacción cultural». Estas palabras no significan exactamente lo mismo; algunas son amplias (valores familiares), mientras que otras tienen un alcance más limitado (tradicionalismo). Sin embargo, todos apuntan al mismo gran cambio subyacente en las actitudes y, por lo tanto, en la política.
Existe un consenso prácticamente unánime de que este cambio se está produciendo en casi todas partes, desde la India y Rusia hasta los Estados Unidos. Sus manifestaciones son variadas y generalizadas. Como es bien sabido, en Rusia, por ejemplo, ha sido esencialmente una política de Estado durante más de una década, como está empezando a serlo ahora en los Estados Unidos. Entre los efectos menos destacados se encuentran el rápido auge de un partido alemán completamente nuevo que, como ha explicado el conocido sociólogo Wolfgang Streeck, combina llamamientos de izquierdas a la justicia económica con posiciones culturalmente conservadoras, y una reacción conservadora electoralmente significativa contra «la liberalización de los debates de género» en Suecia (sí, incluso en Suecia).
La relación entre este cambio a gran escala en el Zeitgeist y la política es como la que existe entre las placas tectónicas y los terremotos: las placas siguen moviéndose, de forma comparativamente lenta pero inexorable; la política, en todo el mundo, registra los resultados, sobre todo cuando las placas chocan. Y sí, para los teóricos: las ideas pueden ser los motores del cambio histórico; Marx, ten piedad de mí.
Las dos placas más activas que han estado chocando durante las últimas décadas no son difíciles de identificar. Por un lado, todavía tenemos los legados de lo que algunos estudiosos han llamado la «revolución silenciosa» de esos largos años setenta que comenzaron, simbólicamente, en 1968: un giro de los valores y actitudes tradicionales hacia, a falta de mejores términos, valores y actitudes «progresistas».
Estos han incluido, en la práctica (capitalista neoliberal), un énfasis en el individualismo, o realmente en la gratificación individual; un rechazo o, al menos, un descuido proactivo de muchas restricciones morales y religiosas tradicionales, así como de los cánones de la alta cultura que antes eran autoritarios; una demanda de igualdad entre los estilos de vida de consumo y sexuales (pero no de ingresos, riqueza o poder, que sería el no-no del socialismo); y, por último, pero no menos importante, una forma de política de identidad que ha reemplazado el antiguo ideal de justicia social y política con la búsqueda de la imparcialidad (o «equidad») entre individuos que compiten sin descanso, que debe lograrse mediante una aritmética interminable de cualidades personales intercambiables, algunas elegidas y otras no. Por último, se resta importancia a la nación. En un mundo organizado por estas reglas, uno es «libre» de comprar marihuana, no necesita conocer los clásicos, ser LGBTQ+ puede ayudar a la carrera profesional y se anima a bromear sobre lo absurdo que puede llegar a ser el patriotismo.
Los contornos de la otra placa tectónica, la que choca con todo lo anterior, también están bastante claros: Hay exigencias de cumplir (y someter a otros) con las normas morales tradicionales, especialmente en lo que respecta a la vida familiar, la educación, los roles de género y el sexo; un anhelo de cánones culturales vinculantes (aunque solo sea para honrarlos en la infracción); un rechazo del laicismo en favor de la religión o, al menos, de valores que reclaman sanción religiosa; y una negativa a aceptar la política liberal de identidad y sus consecuencias políticas. Por último, la nación, a veces definida en términos de civilización, es un asunto serio. En un mundo ordenado según esas líneas, usted es «libre» de ser usted mismo, pero su idea de sí mismo no debe ser demasiado individual; es mejor que pueda fingir que conoce sus clásicos, especialmente los nacionales; ser una persona familiar y heterosexual puede ayudarle en su carrera (incluso si hace trampas como un demonio, véanse los presidentes estadounidenses); y no se deje pillar burlándose del patriotismo.
En cuanto a las ideas sobre cómo debería funcionar la política internacional, una parte sustancial del bando «progresista» tiende a alinearse no con el pacifismo (como cabría esperar en el pasado) sino con una ideología cruzada secularizada: siempre que los adversarios parezcan suficientemente «iliberales», se les considera un blanco legítimo de cualquier tipo de presión, incluidas las campañas de demonización, la subversión al estilo de las ONG/«sociedad civil» y el cambio de régimen de «revolución de color», la guerra económica y, en última instancia, la guerra, por poder o directamente. Por otro lado, encontrará un conservadurismo social alineado con un énfasis en la soberanía estatal en nombre de la protección de la singularidad nacional y un rechazo de las élites «progresistas» denunciadas como globalistas, es decir, que ya no son leales a sus propios países.
Y aquí está el giro: es posible, de ninguna manera seguro, tal vez ni siquiera probable, pero posible, que un Estados Unidos que se una plenamente a la tendencia mundial de creciente conservadurismo social pueda ser menos beligerante que su versión «progresista» anterior. No solo porque su espíritu de cruzada secularizado podría marchitarse (aunque eso sin duda sería bienvenido), sino también porque podría neutralizarse una causa de profunda tensión ideológica.
¿Recuerda la distinción entre ideologías bien definidas pero académicas y movimientos ideológicos amplios, vagos pero poderosos? Una convergencia subyacente (que no es lo mismo que un acuerdo, sino algo menos abierto al control deliberado y más sólido) del Zeitgeist y las actitudes que van más allá de la política, sin importar en qué dirección, podría proporcionar un elemento de estabilidad. No mejora, no progreso, no kumbaya, sino estabilidad. En un mundo tan al borde como el nuestro, la estabilidad es la clave para la supervivencia.
7. DeepSeek
Este artículo de El economista, territorio enemigo, lo deja bastante claro:
ttps://www.eleconomista.es/
Así puedes usar DeepSeek: la inteligencia artificial china que supera a ChatGPT (y es gratuita)
- DeepSeek ha aparecido con modelos que no tienen nada que envidiar y una inversión mucho menor
- Su gran pero es la censura que le impone el Gobierno chino
-
Alternativas a ChatGPT: 5 chats de inteligencia artificial que pueden superar al de OpenAI
Víctor Millán 24/01/2025 – 14:13
¿Es posible construir una inteligencia artificial tan potente como la de los gigantes tecnológicos invirtiendo solo una fracción de sus recursos? DeepSeek, una start-up china casi desconocida hasta hace poco, ha demostrado que sí. Con un presupuesto de solo 6 millones de dólares y un enfoque innovador, ha desarrollado DeepSeek-V3, un modelo que no solo compite con ChatGPT y otros líderes del mercado, sino que también abre nuevas puertas al apostar por el código abierto. Pero, ¿cómo logró esta hazaña y por qué su historia está sacudiendo los cimientos de la carrera global por la IA?
Qué es DeepSeek y de dónde sale
DeepSeek es una empresa emergente china que, desde su fundación, se ha enfocado exclusivamente en la investigación de inteligencia artificial. A diferencia de gigantes como OpenAI, DeepSeek no ofrece productos para consumidores finales. Esto le permite operar con mayor libertad bajo las estrictas regulaciones chinas y centrar sus esfuerzos en el desarrollo de tecnología punta.
Su modelo más reciente, DeepSeek-V3, ha sorprendido a la comunidad tecnológica al demostrar un rendimiento comparable al de los mejores sistemas del mercado utilizando solo 2.000 chips de Nvidia. En comparación, empresas como OpenAI o Google suelen utilizar supercomputadoras con más de 16.000 chips para entrenar sus modelos. Este nivel de eficiencia es un logro técnico impresionante, más aún considerando las restricciones comerciales impuestas por Estados Unidos para limitar la venta de hardware avanzado a China.
Cómo acceder a DeepSeek
Para poder usarlo, es suficiente con acudir a la web de Deepseek y abrirse una cuenta para experimentar con él.
Además, DeepSeek ha desarrollado un modelo de razonamiento avanzado conocido como R1, diseñado para tareas como resolución de problemas matemáticos, programación y razonamiento lógico. Según pruebas independientes, R1 supera a ChatGPT en varios benchmarks especializados, como AIME, MATH-500 y SWE-bench Verified. Este enfoque en tareas más específicas no solo mejora la fiabilidad de sus respuestas, sino que también posiciona a DeepSeek como un actor clave en sectores altamente técnicos, como la ciencia y la tecnología.
La importancia del código abierto
Uno de los aspectos más revolucionarios de DeepSeek es su compromiso con el código abierto. Mientras que empresas como OpenAI han optado por mantener un modelo más cerrado y comercial, DeepSeek ha liberado el código de R1 bajo una licencia MIT. Esto significa que cualquier investigador o empresa puede usar, modificar y distribuir el modelo sin restricciones.
El impacto de esta decisión no debe subestimarse. A lo largo de la historia de la tecnología, el código abierto ha sido un motor de innovación y colaboración. Sistemas como Linux o herramientas como Python han transformado industrias completas al hacer que las tecnologías avanzadas sean accesibles para todos.
Además, la accesibilidad de DeepSeek no se limita al software. La empresa ha lanzado versiones «destiladas» de R1, que reducen el tamaño del modelo de 671.000 millones de parámetros a configuraciones que pueden ejecutarse incluso en ordenadores portátiles. Esto abre la puerta a que pequeños desarrolladores y empresas emergentes utilicen inteligencia artificial avanzada sin necesidad de invertir en hardware que salga de sus posibilidades.
¿En qué supera DeepSeek a ChatGPT?
Aunque ChatGPT sigue siendo una referencia en el mundo de la inteligencia artificial, DeepSeek ha logrado destacarse en varios aspectos clave:
- Coste y eficiencia: DeepSeek-V3 fue entrenado con un presupuesto de solo 6 millones de dólares, una cifra muy inferior a los cientos de millones que OpenAI y otros han invertido en modelos comparables. Esto redefine la noción de que solo las grandes empresas tecnológicas pueden liderar el desarrollo de IA.
- Especialización en razonamiento: R1 supera a ChatGPT en benchmarks como AIME (evaluación de razonamiento avanzado) y MATH-500 (problemas matemáticos), lo que lo convierte en una herramienta ideal para tareas complejas y técnicas.
- Accesibilidad y flexibilidad: Mientras que los modelos de OpenAI suelen requerir infraestructura especializada, las versiones reducidas de R1 pueden ejecutarse en hardware básico, haciendo que su uso sea viable para una audiencia mucho más amplia.
- Código abierto: A diferencia de OpenAI, DeepSeek comparte abiertamente su tecnología, lo que permite a otros investigadores y desarrolladores personalizar y mejorar el modelo según sus necesidades.
Sus limitaciones: la censura china
Sin embargo, DeepSeek también cuenta con limitaciones importantes, especialmente debido a las regulaciones chinas, que restringen el acceso del modelo a temas considerados políticamente sensibles. Por ejemplo, si le preguntas no responde sobre eventos históricos como la masacre de Tiananmen o debates sobre la autonomía de Taiwán.
El desarrollo de DeepSeek no puede entenderse sin considerar el entorno geopolítico en el que opera. Desde 2018, Estados Unidos ha impuesto restricciones comerciales para limitar el acceso de China a chips avanzados y otros componentes esenciales para entrenar modelos de IA. Estas medidas buscan mantener una ventaja competitiva en un sector que muchos consideran estratégico para la economía y la seguridad global.
No obstante, estas restricciones también han obligado a empresas como DeepSeek a buscar soluciones creativas. En lugar de depender de hardware de última generación, sus ingenieros han optimizado el uso de recursos disponibles, logrando entrenar modelos avanzados con menos chips y menores costes. Este enfoque no solo demuestra la capacidad de innovación de DeepSeek, sino que también plantea preguntas sobre la eficacia de las políticas comerciales restrictivas.
Lo que el impacto de DeepSeek puede implicar para el futuro de la IA
El éxito de DeepSeek tiene implicaciones que van más allá del ámbito tecnológico. Su modelo de bajo coste podría inspirar a otras empresas emergentes a buscar enfoques más sostenibles y creativos. En lugar de depender exclusivamente de inversiones multimillonarias, el futuro de la IA podría estar en la eficiencia, la colaboración y el acceso abierto.
Además, la apuesta de DeepSeek por el código abierto podría cambiar el equilibrio de poder en la carrera global por la inteligencia artificial. Si las mejores tecnologías abiertas provienen de China, es probable que muchos desarrolladores en todo el mundo construyan sus sistemas sobre estas bases. Esto podría posicionar a China como un líder en investigación y desarrollo de IA, desafiando la hegemonía de Estados Unidos en este campo.
No obstante, también surgen preocupaciones legítimas sobre el impacto de estas tecnologías. Al liberar herramientas avanzadas, se corre el riesgo de que sean utilizadas con fines poco positivos, como la propagación de desinformación o el desarrollo de armas autónomas.
En última instancia, el impacto de DeepSeek dependerá de cómo decidamos aprovechar sus innovaciones: ¿Será una herramienta para la colaboración global o una fuente de tensiones adicionales en un mundo ya dividido por la tecnología?
Si queréis más información, están bien algunos tuits de Arnaud Bertrand -que suele escribir sobre China aunque ya no viva allí-. Por ejemplo este en el que vemos como en Meta -los de Metaverso, por cierto- se cagan por las patas abajo -panic mode, en inglés-. https://x.com/RnaudBertrand/
8. La izquierda antiguerra en el espacio postsoviético
En Rabkor han publicado un artículo sobre una reciente reunión en Colonia -organizada por la Fundación Rosa Luxemburgo, esto es, Die Linke- de emigrados postsoviéticos de izquierda contra la actual guerra en Ucrania. Pero os paso la traducción al español de la versión en inglés de LINKS, porque el traductor automático da menos errores que con el ruso original y así me ahorro corregirlos. Iba a titular este mensaje «jaula de grillos», pero es injusto con los compañeros.
https://links.org.au/cologne-
El dilema de Colonia: debate de los emigrados de izquierda antibelicistas postsoviéticos. Guerra de Ucrania
Por Pavel Kuznetsov. Publicado el 24 de enero de 2025.
Publicado por primera vez en ruso en Rabkor. Traducción de LINKS International Journal of Socialist Renewal con agradecimiento a Serhii Slyapnikov por las correcciones.
La catedral de Colonia está abarrotada el sábado [2 de noviembre]. Los ciudadanos se apresuran a ir a las tiendas y a la estación de tren, mientras que al fondo de las bulliciosas calles, detrás de los letreros de las tiendas de moda, los emigrados de izquierdas de la antigua Unión Soviética se han reunido para celebrar su primer foro. Cincuenta activistas se reunieron en una pequeña oficina, a cinco minutos a pie de la catedral gótica. Aunque no es de gran envergadura, el evento es impresionante por su significado: por primera vez en cien años, los emigrados de izquierda de la antigua Unión Soviética se ven obligados a reunirse en Europa para unirse o dividirse como antes.
El foro fue organizado por un grupo de activistas de Alemania y Francia, en particular, la organización de emigrados Alianza de la Izquierda Postsoviética (PSL), que está formada por personas de Rusia y Ucrania, así como por varios conocidos activistas de izquierda de Rusia y Francia. El evento contó con el apoyo financiero de la Fundación Rosa Luxemburgo, afiliada a Die Linke (La Izquierda).
Aunque algunos activistas de izquierda se negaron a participar en el foro, la asistencia fue muy diversa. Algunos de los que se reúnen en la puerta de la oficina me resultan familiares, otros los veo por primera vez. Uno a uno, los delegados entran, toman asiento, los organizadores se preocupan por el agua, los procedimientos y los detalles técnicos. Finalmente, todos están sentados, la sala está llena de gente. La sala está abarrotada, piden que se abran las ventanas. Alguien en la última fila bromea: «Aún no ha empezado, pero ya está cargado».
Alrededor de las doce y media, el salón se queda en silencio. Un anciano con un chaleco de color burdeos sube al estrado. «¡Hola, camaradas!», se dirige al público con un fuerte acento alemán y, leyendo de un papel, continúa con una cita de Goethe: «Desafortunadamente, esto es todo lo que puedo decir en ruso. Soy representante de la Fundación Rosa Luxemburgo, que ayudó a organizar este foro. Me alegra ver a tantos jóvenes aquí».
Continuó diciendo que Die Linke está muy preocupada por la guerra en Ucrania y también está muy interesada en la democratización de Rusia, pero que «un cambio de poder desde el exterior no conducirá a nada bueno, necesitamos un cambio desde dentro, e iniciativas como esta pueden ayudar con eso». Después de leer su declaración, dijo que no podía quedarse y que se informaría de los resultados en el informe correspondiente. Tras los aplausos, el anciano se puso su sombrero de terciopelo negro y se marchó.
Inmediatamente después, el político y científico Mikhail Lobanov, que ha sido declarado agente extranjero en Rusia, se dirigió al público. Habló de la transformación política para la que la izquierda debe prepararse y de la ventana de oportunidad que se abrirá ante ella. También habló de los problemas de la izquierda, que durante muchos años se percibió a sí misma como una subcultura, trazó sus límites y alienó deliberadamente a los liberales y a las amplias masas de activistas en general. Esta no es la forma de hacer las cosas, cree Lobanov: La izquierda busca crear un partido porque la gente quiere una organización, pero de alguna manera las cosas no funcionan. La gente crea organizaciones y simplemente se inscriben en ellas. No es necesario forzar la creación de estructuras. Y ahora estoy en contra de seguir el camino de la construcción de partidos. Somos demasiado diferentes.
En su opinión, en lugar de intentar meter a todo el mundo bajo una misma bandera, es mucho más eficaz movilizarse según la situación, unirse durante un breve periodo de tiempo, realizar acciones como las que tuvieron lugar en las elecciones presidenciales de marzo de 2024, cuando varios influencers de izquierdas pidieron a los votantes que estropearan la papeleta.
Uno de los organizadores del foro, Alexander Voronkov, de Novosibirsk, un hombre con la cabeza rapada, camisa blanca y miembro del PSL, salió de entre el público. En la pared, justo detrás de su espalda, apareció una presentación titulada «recuperar la subjetividad». Voronkov reprendió sin piedad a la oposición liberal, diciendo que la izquierda debería independizarse en lugar de buscar la amistad con los liberales anticomunistas.
Se culpa a la izquierda por no cooperar con los liberales. Pero eso es culpa de los liberales. Necesitan una agenda izquierdista. Por ejemplo, Ekaterina Duntzova tenía un programa izquierdista. Pero, ¿por qué debemos ser el «hermano pequeño» cuando podemos ser el «hermano mayor»?
En la sala estalla una risa de aprobación. A un ritmo vertiginoso, Voronkov repasa punto por punto su presentación, ordenando al asistente que pase a la siguiente diapositiva. En quince minutos, ha conseguido hablar de la oposición, de Putin y de Ucrania. Putin, según Voronkov, también necesita una agenda de izquierdas y, por lo tanto, «quiere ser social». Por eso se está produciendo la siguiente distorsión, bastante curiosa, en las redes sociales: los portavoces liberales están «putinizando la izquierda» y «bolchevizando a Putin».
Hablando de Ucrania, el orador dijo que los ucranianos exigen fronteras abiertas, pero es como si los liberales no escucharan sus voces. Según Voronkov, esto es un error, y es necesario apoyar a los izquierdistas ucranianos, muchos de los cuales están en la oposición al gobierno de Zelensky.
El tercer orador fue Alexei Sakhnin, muy conocido por los lectores de Rabkor. Casi todo su discurso estuvo dedicado al conflicto en Ucrania. En particular, afirmó que los poderes fácticos, desde el Kremlin hasta la Casa Blanca, ya han presentado sus estrategias, lo que significa que la izquierda necesita encontrar su propia visión.
Luchar hasta la victoria es una buena idea si no estás en las trincheras. Pero si la izquierda sirve para algo, es para averiguar cómo salir de estas trincheras empapadas de sangre. Las élites no pueden hacer la paz, ni siquiera un acuerdo imperialista. Y la gente de ambos bandos quiere cada vez más una tregua.
La serie de discursos fue completada por Andrei Konovalov, de la provincia de Kirovogrado. El estudiante rubio y elegantemente vestido de la Universidad de Colonia saludó a la audiencia en nombre de los internacionalistas ucranianos y agradeció a todos los que apoyaron al pueblo ucraniano en su lucha contra la agresión de Putin. Konovalov habló extensamente sobre los intereses del sureste de Ucrania y el hecho de que los intereses del pueblo de Ucrania divergen cada vez más de los del gobierno. Citó como ejemplo casos de deserción masiva en ambos bandos.
Además, criticó los métodos de los Centros Territoriales de Reclutamiento (TCC) y de algunos miembros de la oposición rusa que, en opinión del orador, engañaban a la gente sobre el gobierno ucraniano. En particular, se refirió a Ilya Yashin, quien, según el orador, está mezclando los intereses del pueblo ucraniano y del gobierno ucraniano, cuyos intereses están ahora tan alejados como es posible:
Ilya Yashin dice que se trata de un conflicto entre la tiranía y la libertad, entre el progreso y el oscurantismo, entre la muerte y la vida. Esto forma una idea errónea. El presidente Zelensky está mintiendo. Nos mintió antes de las elecciones y yo voté por él. Nos mintió en vísperas de la invasión, prometiendo kebabs para las vacaciones de mayo mientras sus amigos abandonaban el país a toda prisa. Nos mintió a principios de este año sobre 31.000 muertes militares, y sigue mintiéndonos ahora, diciendo que obligar a la gente a ir a la guerra, restringir las libertades, es algo útil y necesario.
El mensaje de su discurso fue que los observadores externos deberían «dejar de apoyar al gobierno de derecha de Ucrania solo porque está en guerra». El orador insistió en que es necesario «reconocer la violación de los derechos humanos en Ucrania» y apoyar a los ucranianos que no pueden salir del país. En este caso, negarse a suministrar armas a Ucrania podría ser una ventaja, dijo Konovalov. Cuando se acabó su tiempo, el joven se inclinó ante la sala entre aplausos y volvió a su asiento.
Las posiciones se habían expresado. Ahora les esperaba a los participantes un acalorado debate.
La batalla por las resoluciones
Mientras los oradores principales hablaban, un documento titulado «Programa de la emigración de la izquierda antibélica» circulaba por la sala. El programa fue elaborado por un grupo de activistas de Alemania y Francia, entre ellos los asociados al PSL. Al final resultó que los organizadores tenían al menos dos o tres programas de este tipo, pero los participantes en el foro recibieron uno, que aparentemente era producto de la creatividad colectiva.
Al público se le ofreció una versión que condenaba la agresión rusa contra Ucrania y contenía las siguientes demandas: detener el derramamiento de sangre, concluir inmediatamente un alto el fuego, investigar los crímenes de guerra, castigar a los organizadores de la movilización forzada, llevar a cabo reformas democráticas en Rusia, confiscar las propiedades de los cómplices de Putin, etc. El documento también declaraba el derecho de los pueblos a la autodeterminación, en cuyo marco deberían celebrarse algún tipo de referendos en los territorios ocupados por la Federación de Rusia con la participación de aquellos que fueron obligados a marcharse. Para lograrlo, escribieron los autores, habría que retirar las tropas:
Es bastante obvio que tal autodeterminación no puede tener lugar a punta de pistola o bajo condiciones de ocupación militar. Las formas y garantías específicas para la realización de los derechos democráticos de los pueblos que habitan el territorio de las regiones de Ucrania ocupadas por Rusia deben discutirse con la participación de los propios habitantes y representantes de la comunidad internacional. Una condición previa para la realización de estos derechos debe ser la desmilitarización completa y genuina de la zona de conflicto en sentido amplio, así como la retirada de las tropas.
El programa presentado provocó una fuerte reacción en la sala y claramente no convenía a todos. En un momento dado, un hombre con gafas, barba a la española y un pendiente de oro en la oreja, que había estado sentado en silencio junto a la ventana, esperando su turno para hablar, tomó la palabra. Saltó de su silla y, sosteniendo los papeles en sus manos, recitó: Alguien le susurra al oído a Mélenchon: «No enviemos armas a Ucrania». ¡No! Debemos exigir que se envíen a Ucrania tantas armas como sea posible, y esta es nuestra exigencia antiimperialista.
El que habló sobre los envíos de armas fue Dmitri Kovalev. Entre sesiones me dijo que representaba a una pequeña organización trotskista llamada RCIT (Revolutionary Communist International Tendency). Su tarea consistía en distribuir una carta y una resolución alternativa, que se titulaba «Socialistas rusos por la paz sin anexiones» (véase el texto a continuación). Los activistas distribuyeron el documento entre los presentes y lo publicaron en Internet. El texto contiene nueve puntos que condenan la guerra, acogen con satisfacción los envíos de armas, rechazan los referendos propuestos por otro grupo, piden apoyo incondicional a Ucrania y reparaciones.
La carta decía: «En esta situación [de conflicto militar a gran escala], el «Foro de la emigración de la izquierda antibélica» está previsto para los días 2 y 3 de noviembre en Colonia. Lamentablemente, su preparación no es del todo democrática, y entre sus organizadores hay rusos que, intencionadamente o no, siguen el juego al imperialismo ruso».
Sin embargo, también se lanzaron piedras contra los izquierdistas europeos, que tradicionalmente se oponen a Estados Unidos y la OTAN. Los autores de la carta criticaron a aquellos que «consciente o inconscientemente se han convertido en aliados de la dictadura de Putin». Kovalev, que presentó la carta en el foro, dijo a Rabkor que el texto fue redactado por muchos autores como respuesta a la «resolución Sakhnin» (el programa entregado a los participantes). Según el interlocutor, el programa presentado por los organizadores del foro es «monstruoso, repugnante y hace el juego al imperialismo ruso» porque «no contiene un mensaje claro de que Rusia es un agresor».
El activista explicó:
Nuestra posición es muy simple. No estamos a favor de una guerra hasta el último ucraniano. Queremos que los ucranianos decidan por sí mismos cuándo detener la guerra, y que esta decisión no esté provocada por el hecho de que no tengan nada con qué luchar. Deberían tener las mejores armas y sin condiciones, préstamos ni servidumbre. Y ellos mismos se ocuparán del régimen de Zelensky.
Kovalev recibió el apoyo activo de Artem Stasyuk, natural de Kazajistán, residente en Dresde y miembro de Die Linke. Explicó que había acudido al foro para representar una postura alternativa y averiguar qué posturas existían entre los emigrados de izquierdas. En su opinión, Putin, al atacar Ucrania, abrió la caja de Pandora y puso en marcha otros procesos desestabilizadores, por lo que la izquierda y toda la comunidad internacional deben apoyar a Ucrania a pesar de todos los inconvenientes del gobierno ucraniano. Añadió: «La clave para resolver el problema es detener la agresión rusa. Si permitimos que Rusia parezca de alguna manera una ganadora en esta guerra, se socava la seguridad internacional».
Según Stasyuk, los izquierdistas rusos deberían oponerse a su gobierno, y no es del todo correcto hacer afirmaciones contra las autoridades ucranianas en el contexto de la guerra. Los ucranianos, dice el interlocutor, pueden tener una opinión diferente, pero señala que «aquí [en el foro] no vemos representantes de la otra parte de la izquierda ucraniana, que tiene organizaciones en funcionamiento en Ucrania».
Por ejemplo, «no hay representantes de Sotsialnyi Rukh [Movimiento Social]». Además, se quejó de que los representantes de Feminist Anti-War Resistance (FAS) no hubieran acudido al foro. «Es poco probable que los grupos mencionados hubieran apoyado la idea de los referendos», dijo.
Según Sakhnin, el foro reveló «contradicciones realmente existentes». La izquierda que sobrevivió al naufragio metafórico ahora necesita elegir su camino. Unirse a la alianza occidental o formular una alternativa.
Voronkov, que defendió una posición similar, decidió responder a las críticas. En su opinión, es necesario rechazar la cooperación con aquellos que «apoyan la guerra, sin importar de qué lado… Tenemos dos enemigos principales: el capitalismo y el Estado», resumió el interlocutor.
«Se le ha acusado de seguirle el juego a Putin. ¿Cuál es su respuesta?», le preguntaron. Él respondió: Creo que la continuación de la guerra está empeorando la situación y ayudando a Putin a ganar. Obviamente, Occidente no dará tantas armas como ellos [las autoridades ucranianas] están pidiendo. Si los políticos occidentales quisieran hacerlo, ya lo habrían hecho.
En mi opinión, la estrategia de Occidente es desgastar deliberadamente a Rusia y Ucrania para debilitar los polos de influencia en Europa del Este. ¿Cómo ayuda nuestra posición a Putin? Organizamos un foro contra Putin, creamos una organización, nuestros camaradas en Francia salieron exigiendo que los soldados norcoreanos no fueran al frente. ¿Es eso apoyar a Putin? Creo que no.
Al contrario, estamos tratando de alejar a la gente del régimen ruso. Hablamos de los problemas con la democracia en Rusia, de los presos políticos, de la supervivencia de la gente. Apoyamos a las organizaciones de Rusia que luchan contra Putin. Y nosotros mismos luchamos contra Putin.
El foro terminó en la tarde del 3 de noviembre, cuando los reunidos se reunieron para una sesión informativa. Aparte de los acalorados debates sobre política, guerra y revolución, gran parte del evento estuvo ocupado por talleres sobre cuestiones prácticas (ayudar a los presos políticos, sacar de contrabando a activistas de Rusia), que fueron muy constructivos.
La discusión sobre tácticas de izquierda nunca llegó a su conclusión y aún continúa. El foro dio como resultado dos documentos, dos resoluciones, que los participantes fueron invitados a firmar en privado. Sin embargo, al estar de pie en la puerta de la oficina por la noche en una nube de humo de tabaco, a través de los argumentos hasta la ronquera, es fácil ver que hay muchas más posiciones que dos. Un caleidoscopio de opiniones, en lugar de una dicotomía en blanco y negro.
Proyecto de resolución: Socialistas rusos por la paz sin anexiones
1. Esta conferencia condena la invasión de Ucrania por parte de Putin como una guerra reaccionaria del imperialismo ruso.
2. Pedimos la retirada inmediata e incondicional de todas las tropas rusas de todos los territorios de Ucrania.
3. No puede haber paz sin justicia. Por eso no mantenemos la neutralidad en esta guerra, sino que estamos del lado del pueblo ucraniano en su lucha por derrotar al imperialismo ruso.
4. Apoyamos el derecho de Ucrania a recibir armas de donde sea posible. Este es el derecho legítimo de todos los pueblos oprimidos. La izquierda y el movimiento obrero en los países occidentales no deben pedir el sabotaje de dicha ayuda militar, ni condenar a Ucrania por defenderse con las mejores armas disponibles. El envío de dicha ayuda militar debe llevarse a cabo bajo el control de los trabajadores y del público y no debe estar vinculado a condiciones políticas ni a ninguna otra restricción. La ayuda militar debe provenir principalmente, pero no exclusivamente, de corporaciones europeas y estadounidenses que se benefician o se han beneficiado de la guerra y la cooperación con empresas rusas.
5. Solo el pueblo ucraniano tiene derecho a decidir cómo y durante cuánto tiempo continuar la lucha por la liberación nacional. Por lo tanto, es inaceptable exigir una tregua, capitulación o concesiones con respecto a su territorio al pueblo ucraniano, incluso bajo la apariencia de «referendos».
6. En esta guerra, estamos principalmente en contra del imperialismo ruso. Sin embargo, en principio, estamos en contra de todos los imperialistas, contra cualquier imperialismo, sin importar de qué país provenga.
7. La izquierda y el movimiento obrero en los países occidentales deben pedir una condonación total de las deudas de Ucrania.
8. La clase dominante rusa debe pagar a Ucrania reparaciones por el enorme daño que ha causado al país.
9. Volver a castigar a Cuba
Supongo que todos tenemos nuestras preferencias sobre cuál de los recientes decretos de Trump es más despreciable: ¿las expulsiones de inmigrantes? ¿las negacionistas climáticas? ¿abandonar la OMS? En mi top ten está, sin duda, este que se aborda en el artículo de NLR-Sidecar: volver a meter a Cuba en la lista de países «que patrocinan el terrorismo», con lo que eso significa de incremento de las sanciones.
https://newleftreview.org/
Gesto abyecto
Rob Lucas 24 de enero de 2025
14 de abril de 2015: Obama anuncia la eliminación de Cuba de la lista de «Estados patrocinadores del terrorismo», en la que había languidecido desde la era Reagan. 12 de enero de 2021: la Administración saliente de Trump la restablece; la Administración entrante de Biden no se opone. 14 de enero de 2025: un Biden saliente finalmente la elimina. El 20 de enero de 2025, menos de una semana después, el entrante Trump la restablece. Dado que el Título 50 del Código de los Estados Unidos requiere un retraso de 45 días, el gesto de despedida de Biden fue completamente vacío. Sin embargo, los absurdos cambios de postura de la política estadounidense hacia Cuba tienen efectos muy reales en la vida cotidiana del maltrecho estado socialista al otro lado del mar de Miami, donde la lista de terroristas ayudó, por ejemplo, a privar a los pacientes del acceso a ventiladores en el pico de la pandemia de Covid. La designación significa que cualquier entidad que comercia con Cuba puede ser sancionada con multas masivas por parte de Estados Unidos. Como resultado, los bancos se niegan a procesar pagos cubanos, lo que dificulta que los emigrantes envíen remesas a casa y priva al país de financiación internacional.
Si hay más protección contra tales desgracias para el puñado que se ha enriquecido con los bolsillos de la mercantilización que se ha desarrollado desde que Cuba comenzó a liberalizarse en la década de 2010, los más perjudicados son la gente común. Esto siempre fue intencionado, como en el Memorándum de Lester Mallory de 1960, que exponía las justificaciones de un embargo que pronto sería implementado por Eisenhower. Dado que la aún nueva revolución contaba con altos niveles de apoyo popular, el camino para derrotarla pasaba por erosionar ese apoyo, y el único medio previsible de alienar el apoyo interno es a través del desencanto y el descontento basado en la insatisfacción económica y las dificultades… [De ello] se deduce que deben emprenderse rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba. Si se adopta una política de este tipo, debe ser el resultado de una decisión positiva que dé lugar a una línea de acción que, siendo tan hábil y discreta como sea posible, consiga los mayores avances en la denegación de dinero y suministros a Cuba, en la disminución de los salarios monetarios y reales, en el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno.
Así es como funciona el razonamiento: si Cuba no respeta los derechos humanos de sus ciudadanos, es necesario que el faro de dichos derechos al otro lado del mar haga que esos ciudadanos se rebelen por hambre. Este es un tipo especial de amor duro para el cubano de a pie que emana en particular de los vejestorios de Florida y Nueva Jersey, todavía amargados por las cosas perdidas en la revolución; uno lo suficientemente profundo como para perdurar durante dos tercios de siglo, a pesar de ser para siempre en vano: esos cubanos de a pie han fracasado desconcertantemente, década tras década, en derrocar a su gobierno, por mucho hambre y desesperación a las que están sometidos. Según la lógica de Miami, la mejor manera de apoyar la lucha de los cubanos por la justicia es privarlos de máquinas de diálisis renal y socavar sus raciones de alimentos. Por supuesto, lo que significan los derechos humanos aquí varía un poco dependiendo de qué lado del Estrecho de Florida se encuentre.
Cuando la primera Administración Trump volvió a imponer la designación de «estado patrocinador del terrorismo», Pompeo lo justificó basándose en que La Habana acogía a fugitivos estadounidenses y apoyaba políticamente al régimen de Maduro en Venezuela, lo cual no implica apoyo al terrorismo, según la legislación estadounidense. Cuba también ha concedido refugio al ELN de Colombia, como parte de unas negociaciones de paz reconocidas internacionalmente, respaldadas por la Administración Obama y el Vaticano, destinadas a poner fin al «terror» en Colombia.
Durante años, el verdadero consenso entre los funcionarios del Departamento de Estado ha sido que la clasificación de patrocinador del terrorismo es una tontería. En palabras de Larry Wilkerson, jefe de gabinete de Colin Powell en la Administración Bush: «Es una ficción que hemos creado… para reforzar la justificación del bloqueo». Incluso Blinken, quien supervisó la matanza masiva y la hambruna de la población de Gaza, aparentemente estuvo de acuerdo. Mientras tanto, desde el fiasco de la invasión de Bahía de Cochinos respaldada por Estados Unidos, la CIA ha conspirado con matones cubanos y mafiosos para perpetrar asesinatos, incursiones paramilitares y sabotajes, incluida la explosión de un vuelo de pasajeros cubano sobre el Caribe en 1976, que mató a 73 personas. Y Estados Unidos ha utilizado su base naval en Guantánamo —apropiada al final de la Guerra Hispano-Estadounidense en nombre de mantener «la independencia de Cuba»— para perfeccionar las técnicas y defensas de la tortura para su archipiélago global de «sitios oscuros».
Cuando Cuba estalló en manifestaciones en julio de 2021, debido a los efectos conjuntos de la pandemia de la COVID, las sanciones de Trump y Biden y el empeoramiento de la situación macroeconómica, el Departamento de Estado aprovechó la oportunidad. ¡Quizás ahora, por fin, la lógica del Memorándum de Mallory tendría su día! Presentados como disidentes políticos en un país autoritario, algunos de los detenidos en 2021 y otros presos se convirtieron en moneda de cambio en las negociaciones mediadas, como ha sido típico durante mucho tiempo entre Cuba y EE. UU., por la Santa Sede. Aunque Biden presentaría, extrañamente, como unilateral lo que finalmente ofreció el 14 de enero, la coincidencia de esto con una liberación masiva de esos prisioneros por parte de Cuba parece indicar que la lista de terrorismo estaba sobre la mesa.
Los negociadores cubanos no habrían sido ajenos a la probabilidad de que esta oferta fuera fugaz (el último golpe de la política estadounidense hacia Cuba), dado que se suponía que Marco Rubio, el elegido por Trump para el Departamento de Estado, volvería a poner a La Habana en el punto de mira. Los cubanos, presumiblemente, estaban jugando a otra cosa, tal vez una en la que también estaban en juego las relaciones con otros países o bloques. Y no deberíamos suponer que esos prisioneros estaban destinados a encarcelamientos indefinidos de todos modos: aunque generalmente es bueno para los medios occidentales fingir lo contrario, después de una década de reformas vacilantes, Cuba es un país algo diferente en estos días. Los teléfonos inteligentes y el uso de Internet han proliferado en los últimos años, y el discurso político es relativamente libre, con los evangélicos, por ejemplo, capaces de movilizarse en masa contra la legislación progresista sobre género y derechos reproductivos. Incluso si quisiera, parece razonable suponer que el Estado cubano no tiene los medios para vigilar exhaustivamente y mantener bajo control a una población ahora inmersa en Facebook, WhatsApp y similares. Tiene prioridades bastante más urgentes, como la escasez de alimentos y los cortes de electricidad que asolan la isla. De hecho, dado que los aspectos digitales del bloqueo lo encierran parcialmente en una especie de «gran cortafuegos» externo que puede dificultar el acceso a grandes partes de Internet, el principal censor en Cuba es actualmente el gobierno de Estados Unidos.
¿Por qué Biden esperó tanto para deshacer la medida de Trump? Por supuesto, no era inusual en una administración demócrata que conservara o ampliara muchos de los cambios de política geopolítica de su predecesor republicano. Pero, ¿pensó que un poco de ataques a Cuba podría funcionar bien en Florida, que Obama le había quitado a Bush y que Trump ganó por márgenes relativamente pequeños? ¿Estaba en deuda con los halcones de Cuba de su propio partido, como el sórdido senador de Nueva Jersey, Bob Menéndez, que cayó en desgracia el año pasado, condenado por corrupción por trabajar en nombre de Egipto y Catar? El cambio de opinión de Biden en el último momento, con Florida ya perdida y Menéndez fuera, podría parecer que estos fueron factores. ¿O tal vez fue una apuesta implícita para recuperar, con un gesto sin valor, el significado de una inminente liberación de prisioneros por parte de Cuba como resultado aparente de la dura negociación de los promotores de la democracia?
Puede que nunca desvelemos los misterios de este gesto abyecto. Lo que importa ahora es cómo será un segundo mandato de Trump, con Rubio como secretario de Estado. Al otro lado del Estrecho, desde el estado natal de Rubio, se anticipa lo peor. Cuba siempre está embargada, pero hay una gran diferencia en cómo: bloqueo naval literal durante la Crisis de los Misiles; lista de terrorismo; bloqueo digital; Título III de la Ley Helms-Burton. Esta última, que Biden también revocó, y que tiene como objetivo ahuyentar a los inversores haciéndolos legalmente responsables ante los tribunales estadounidenses por el tráfico de bienes confiscados durante la revolución, parece haber sido descuidada hasta ahora en el espectáculo de los primeros días de Trump. Probablemente no durará mucho. La verborrea sobre los derechos humanos y la promoción de la democracia probablemente dará paso a simples bravuconadas, como la amenaza de «PULVERIZAR el régimen de una vez por todas» del congresista Carlos Giménez, aunque no está claro hasta qué punto eso servirá a la agenda estadounidense. Una herramienta más eficaz ha sido durante mucho tiempo el trato preferencial dado a los inmigrantes cubanos, que ayuda a drenar la población calificada en edad de trabajar de la isla, con implicaciones significativas para su economía y la sociedad en general. Pero eso puede entrar en conflicto con una base republicana que lucha por ver virtudes en cualquier tipo de inmigración: otra versión de la contradicción sobre las visas H-1B que enfrentaba a diferentes tipos de partidarios de Trump incluso antes de que él asumiera el cargo. Que las contradicciones se multipliquen.