Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. La deuda externa y las movilizaciones en Kenia.
2. El embrollo kurdo.
3. La «amenaza egipcia» en Bangladesh.
4. Contra la agricultura en manos campesinas en África.
5. La libertad del esclavista.
6. El milagro pasajero de Bangladesh.
7. El espejismo de la clase media en España (con una observación de Joaquín Miras).
8. El equilibrio jordano.
9. Taxonomía de BSW.
1. La deuda externa y las movilizaciones en Kenia
En las recientes movilizaciones en Kenia parte de la responsabilidad recae en el imposible pago de la deuda externa, que ha llevado al gobierno a la enésima versión de la «solución» que siempre proponen el FMI y el Banco Mundial: recorte de prestaciones sociales para pagarla. https://znetwork.org/
Protestas en Kenia: Una llamada de atención sobre el fracaso de la arquitectura financiera internacional
Por Manasi Karthik 21 de agosto de 2024 Fuente: CEPR
Las protestas desencadenadas por las recientes reformas respaldadas por el FMI en Kenia no muestran signos de remitir. Las manifestaciones comenzaron en junio, cuando el presidente keniano, William Ruto, propuso gravar con impuestos los bienes esenciales, como los alimentos, la atención sanitaria y el combustible, en consonancia con las reformas presupuestarias respaldadas por el FMI. En respuesta, la policía keniana recurrió a una brutal represión, deteniendo a manifestantes y abriendo fuego contra la multitud. Se han registrado al menos 60 muertos y numerosas denuncias de secuestros y torturas policiales. Desde entonces, Ruto ha dado marcha atrás en las reformas, en un esfuerzo por frenar la creciente crisis de legitimidad. Aun así, los manifestantes siguen pidiendo su dimisión.
Los sucesos de Kenia deberían servir de llamada de atención sobre la crisis mundial de la deuda y la insuficiencia de los préstamos multilaterales para romper el ciclo de la deuda.
El año pasado, Kenia gastó casi el 60% de sus ingresos sólo en el servicio de la deuda. Aunque muchos culpan a China de los problemas de endeudamiento de Kenia, la deuda de este país con los prestamistas multilaterales es casi el doble de su deuda con todos los prestamistas bilaterales juntos. Pero la creciente dependencia del país de los prestamistas multilaterales no le ha permitido escapar de los círculos viciosos del endeudamiento.
En 2021, la respuesta del FMI a la devastación económica causada por la pandemia COVID-19 incluyó la emisión de 650.000 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG)1. Constituyen el apoyo más significativo que los países en desarrollo han recibido del Fondo desde el comienzo de la pandemia de COVID-19. Los DEG proporcionaron a los países en desarrollo, entre ellos Kenia, un alivio inmediato e incondicional. Kenia recibió 738 millones de dólares de la emisión de DEG 2021 del FMI, que utilizó para apoyar el gasto público durante la pandemia, incluida la financiación de la sanidad pública y la protección social. Sin embargo, la asignación basada en cuotas de Kenia no fue ni de lejos suficiente para cubrir sus necesidades de gasto.
Ese mismo año, Kenia firmó un acuerdo adicional para obtener del FMI un préstamo de 2.400 millones de dólares, con condiciones políticas, para los tres años siguientes. Desde entonces se ha incrementado a 3.600 millones de dólares. Como parte del acuerdo, Kenia está sujeta a revisiones periódicas del FMI. En enero, el Fondo aconsejó a Kenia que aumentara la recaudación de ingresos mediante impuestos y, dos semanas antes de que estallaran las protestas, respaldó un programa de impuestos regresivos. El FMI también ha estado impulsando la privatización desde 2023, centrándose en la venta de empresas energéticas y manufactureras estatales.
Los préstamos multilaterales no ayudan a los países a salir de las trampas de la deuda
En agosto pasado, más de un tercio de los países del mundo se enfrentaban a problemas de deuda; algunos expertos consideran que estamos en medio de la «peor crisis mundial de deuda de la historia«. Por término medio, las economías emergentes y en desarrollo destinan el 42% de sus ingresos al servicio de la deuda. Los ratios deuda/PIB en estas regiones superan el 55%.
Los préstamos multilaterales no suelen venir acompañados de condiciones favorables. Durante los cinco primeros meses de la pandemia de COVID-19, más del 90%2 de los préstamos del FMI a países emergentes y en desarrollo no se concedieron en condiciones favorables. Además del pago de intereses y otras tasas, el FMI impone onerosos recargos a los países muy endeudados. Este año, Kenia se unió a la creciente lista de países que pagan recargos al FMI. Esto sitúa la tasa efectiva de préstamo3 del FMI a Kenia por encima del 7%. Durante la próxima década, Kenia pagará al FMI unos 174 millones de dólares sólo en recargos. El sistema del FMI, basado en las cuotas, crea un doble problema: los países que se enfrentan a importantes necesidades de financiación reciben relativamente poca ayuda antes de llegar al límite4 de sus cuotas y ser sometidos a recargos.
Los préstamos multilaterales no han ayudado a los países a salir de las trampas de la deuda a las que se enfrentan. En Kenia, el apoyo multilateral permitió al país evitar por poco el impago. Aunque esto ha permitido a Kenia conservar sus reservas, ganadas con tanto esfuerzo, ahora tiene que pagar tipos cada vez más punitivos a los prestamistas privados. Recientemente, Kenia utilizó un préstamo del Banco Mundial para hacer frente al pago de 500 millones de dólares de un eurobono que vencía en junio. Luego utilizó fondos del FMI para canjear un eurobono del 6,875% por una nueva emisión de eurobonos de 1.500 millones de dólares a un tipo de cupón del 10,375%. Estos tipos de interés superaban ampliamente las previsiones de crecimiento, incluso antes de las protestas, y es probable que empujen a Kenia aún más a un ciclo de endeudamiento.
El Banco Mundial y el FMI defienden los mercados de capitales como herramienta para financiar el desarrollo, pero estos mercados pueden ser profundamente irracionales y depredadores. A pesar de los bajos indicadores de sostenibilidad de la deuda, los inversores están más que dispuestos a prestar a los países en riesgo de endeudamiento, aunque a tipos cada vez más altos. Este mismo año, la previsión de recortes de los tipos de interés de la Reserva Federal ha impulsado una oleada de nuevas emisiones de bonos entre los países africanos, con una sobresuscripción masiva de los bonos africanos. La emisión de Kenia por valor de 1.500 millones de dólares recibió tres veces más pedidos que la cantidad ofrecida, y la emisión de Benín fue sobresuscrita seis veces. Del mismo modo, Camerún emitió un nuevo bono a tipos de dos dígitos a raíz de una revisión del FMI que aplaudía su disciplina presupuestaria. Sin embargo, este mayor apetito inversor no se ha traducido en unos costes de endeudamiento más favorables. África experimenta ahora los costes de endeudamiento más elevados de la última década, y los inversores pueden esperar que los rendimientos de la deuda soberana africana sean 2,6 veces superiores a los de países con una calificación similar. Los mercados no pueden proporcionar las fuentes sostenibles de financiación imprescindibles para el desarrollo económico.
Resolución internacional de la deuda y camino a seguir
La alternativa a la refinanciación de la deuda en los mercados de capitales es una reestructuración con arreglo al Marco Común del G20. Se trata de un proceso lento y doloroso; la reestructuración de Zambia con arreglo al marco duró más de tres años. Después de que los prestamistas privados se negaran a participar en condiciones comparables, el resultado fue simplemente una prórroga de los pagos de intereses de Zambia, sin reducción del principal. Durante este periodo, una sequía mortal también causó estragos en la economía zambiana.
Muchos países que necesitan urgentemente un alivio de la deuda no pueden acogerse al Marco Común del G20. Sri Lanka incurrió en impago en 2022, pero no cumplía los requisitos para acogerse al Marco Común y no ha podido renegociar los pagos de su deuda. El FMI ofreció 3.000 millones de dólares para rescatar a Sri Lanka de una deuda de más de 30.000 millones, condicionando los fondos a que el país negociara acuerdos con sus otros acreedores. A pesar de haber llegado a un acuerdo con los prestamistas bilaterales, los acreedores privados siguen obstruyendo la resolución, poniendo en peligro el rescate del FMI. Además de los miles de millones de dólares en pagos regulares de intereses y principal adeudados al FMI, se espera que Sri Lanka pague al Fondo 308 millones de dólares en recargos durante la próxima década.
Tras el inicio de las protestas, la moneda de Kenia se ha devaluado, su calificación crediticia ha bajado y el Banco Mundial ha recortado sus previsiones de crecimiento. Las pérdidas por las inundaciones de este año se estiman ya en más de 300 millones de dólares. Sin una acción audaz e inmediata, la crisis de la deuda empujará a Kenia y a muchos otros países vulnerables aún más hacia la inestabilidad económica, el malestar social y la vulnerabilidad climática.
La fuerte recuperación económica de Estados Unidos se ha apoyado en un mayor gasto público y en una política industrial verde e intervencionista. Por el contrario, los prestamistas multilaterales están respondiendo a la crisis de la deuda en el Sur Global con recetas políticas neoliberales fracasadas. No podemos responder adecuadamente a las crisis sin precedentes de nuestro tiempo con alabanzas vacías al crecimiento impulsado por el mercado. La elección que tenemos ante nosotros es clara: podemos abordar las injusticias de la arquitectura financiera internacional o enfrentarnos a un mundo de creciente inestabilidad y crisis.
Una nueva emisión de DEG puede proporcionar una liquidez crucial a los países en crisis. Los DEG aumentan la solvencia, reducen los costes de los préstamos y pueden utilizarse para reembolsar los préstamos del FMI. También pueden canjearse por divisas fuertes y utilizarse para recomprar bonos. La eliminación de las sobretasas también sería un avance positivo y proporcionaría a los países deudores un espacio fiscal muy necesario. Sin embargo, para abordar de forma sostenible la magnitud de la crisis actual será necesaria una reforma más fundamental de la arquitectura financiera mundial, que incluya un mecanismo internacional de resolución de la deuda que obligue a todos los acreedores a participar en pie de igualdad en un proceso de reestructuración que ofrezca un alivio real a los países endeudados.
Notas
- Los DEG son un activo de reserva internacional que puede canjearse por divisas fuertes entre los países miembros y determinados tenedores prescritos, como los bancos regionales. Su valor se basa en una cesta de cinco monedas: dólares, euros, libras, yenes y renminbi.
- Cálculos del autor basados en las cifras del cuadro 2.
- Kenia paga ahora al FMI recargos basados en el nivel porque ha superado el 187,5% de su cuota. Esto añade 200 puntos básicos a su tipo de interés de préstamo.
- Se imponen recargos cuando los países superan el 187,5% de sus cuotas.
2. El embrollo kurdo
Entrevista a un periodista kurdo muy crítico con el PDK sobre las negras perspectivas que pueden llevar incluso a una guerra civil kurda.
https://www.elsaltodiario.com/
Kamal Chomani: “Las operaciones militares turcas devuelven las perspectivas de una guerra civil entre kurdos”
La situación en el Kurdistán iraquí es crítica. Mientras Turquía redobla sus bombardeos contra las guerrillas del PKK y la población civil, las tensiones intrakurdas van en aumento.
Leandro Albani 21 ago 2024
Las bombas que todos los días caen en el Kurdistán iraquí (Bashur) apenas se escuchan en el resto del mundo. Desde hace meses, el Estado turco lanza ataques por aire y por tierra en una frontera caliente que a muy pocos parece importarles. El objetivo final del gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan es ocupar la mayor cantidad posible de territorio y anexionarlo. Al mismo tiempo, la obsesión del mandatario turco es derrotar a las guerrillas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que tienen sus bases en las montañas de Qandil, un territorio fronterizo con Irán que la insurgencia convirtió en su fortaleza.
Lo que sucede en Bashur es similar a lo que atraviesan los pueblos de Rojava (Kurdistán sirio): Turquía ocupa varias regiones —como Afrin, Serekaniye y Gire Spi— y bombardea diariamente a civiles, milicianos de las fuerzas de autodefensa y la infraestructura fundamental para un territorio bloqueado y asediado desde hace varios años.
En medio de este panorama, las tensiones intrakurdas florecen con el paso de los días, en especial porque el Estado turco busca que esas diferencias desencadenen un conflicto interno que podría ser devastador para el pueblo kurdo. En Bashur, además del PKK, el Partido Democrático de Kurdistán (PDK) —que gobierna con mano de hierro la región autónoma kurda de Irak— y la Unión Patriótica de Kurdistán (UPK), conforman una triada que por momentos se vislumbra frágil y conflictiva. El PDK, liderado por la familia Barzani, es el principal aliado de Ankara para sus políticas expansionistas y de ocupación. Por eso, desde la dirección del PDK el apoyo a Turquía en su actual invasión es total.
Los artículos de Chomani, que se pueden leer en el Kurdish Peace Institute o en Al-Monitor, profundizan sobre su propio pueblo y las pujas internas de sus principales organizaciones políticas
Para desentrañar este rompecabezas histórico que late con las pulsiones urgentes y de guerra que atraviesan a Medio Oriente, El Salto Diario habló con Kamal Chomani, periodista kurdo y magister en Políticas Públicas de la Escuela de Políticas Públicas Willy Brandt (Alemania) y en Literatura Inglesa de la Universidad de Bangalore (India). Los artículos de Chomani, que se pueden leer en el Kurdish Peace Institute o en Al-Monitor, profundizan sobre su propio pueblo y las pujas internas de sus principales organizaciones políticas.
Kurdistán, ubicado en el corazón de Medio Oriente y conformado por más de 40 millones de habitantes, es uno de los grandes temas sin resolver a nivel internacional. La negación sistemática de los derechos de los y las kurdas es una política común en Turquía, pero también en Siria, Irak e Irán, los otros tres países en los que quedó dividido ese pueblo.
Para Chomani es claro que la política exterior de Ankara está determinada por la cuestión kurda al interior de Turquía. “El Estado turco se fundó negando los derechos kurdos. Como los cimientos del Estado turco se basan en la negación de la existencia de los kurdos, el Estado continúa luchando contra ellos, ya que los guardianes del Estado turco creen que cualquier victoria de los kurdos en cualquier lugar es una pérdida para el Estado turco”, resume el periodista kurdo.
Siria Raqqa, antigua capital del terror, diez años después
1. ¿Cuál es el objetivo de Turquía al invadir varias zonas del Kurdistán iraquí?
El Estado turco tiene varios objetivos. En primer lugar, erradicar el Movimiento de Liberación Kurdo en Turquía, principalmente el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que ha sido un objetivo clave de Turquía desde que el PKK inició su campaña militar contra el Estado turco en 1984. El PKK ha sido el mayor despertar kurdo del siglo XX y su continuidad se ha extendido a todas las partes de Kurdistán, incluidos los kurdos en la diáspora. La nación kurda ha pasado por un proceso de asimilación en Turquía y el PKK ha sido el elemento clave del despertar kurdo y la lucha por la libertad. El Estado turco ha convertido a la cuestión kurda en un asunto de seguridad. Esta invasión de partes del Kurdistán iraquí es la continuación de la política turca de negación de la nación kurda y de securitización de la cuestión kurda, en lugar de resolverla por medios pacíficos. El Estado turco no logró resolver la cuestión kurda en 2015 por medios pacíficos, y el colapso de las conversaciones de paz entre los kurdos y el Estado turco fortaleció aún más a los neofascistas en el país, que continúan con la doctrina del Estado turco de negación de los derechos kurdos, por lo que necesitan seguir securitizando la cuestión kurda.
El Estado turco ha tenido éxito en poner a políticos y activistas kurdos, así como a periodistas, en las celdas de las prisiones del país. Sin embargo, ha sido un fracaso en la erradicación del PKK como organización militar. El Estado turco se inspiró en el gobierno de Sri Lanka, ya que pudieron poner fin a la insurgencia de los Tigres Tamiles, aunque hasta ahora la inspiración no ha dado frutos al Estado turco. En segundo lugar, el Estado turco tiene ambiciones geopolíticas, especialmente bajo la presidencia de Erdogan, que aspira a ser un nuevo sultán otomano. Las ambiciones neootomanas turcas son claras. Tienen la vista puesta en la expansión a otras partes de Medio Oriente. Con la lucha contra los kurdos, el Estado turco logra dos objetivos clave: primero, como mencioné anteriormente, erradicar al Movimiento de Liberación Kurdo, y segundo, expandir su soberanía territorial. Turquía ha invadido dos partes de Kurdistán, violando la vulnerabilidad de dos Estados en los que habitan kurdos. El Estado turco tiene problemas con ambos países solo cuando los kurdos lograron cierta autonomía política y cultural en Siria e Irak.
La nación kurda ha pasado por un proceso de asimilación en Turquía y el PKK ha sido el elemento clave del despertar kurdo y la lucha por la libertad
¿Por qué el Partido Democrático de Kurdistán no interviene para detener los ataques turcos?
El PDK no sólo no interviene en los ataques turcos, sino que se ha convertido en un facilitador del Estado turco. Lamentablemente, una de las tragedias kurdas es la inequidad kurda. El PDK ha sido un aliado de Turquía desde la década de 1990 por varias razones económicas, políticas y militares. El PDK considera al PKK una amenaza para sus cimientos tribales.
Políticamente, las operaciones ya han llevado a los partidos políticos kurdos al borde de otra guerra civil, no sólo entre el PDK y el PKK, sino incluso entre el PDK y la UPK, ya que el PDK utiliza las operaciones turcas para seguir reprimiendo a los disidentes y consolidar el poder en Erbil, excluyendo a la UPK y a otros del reparto del poder. Mientras tanto, las fuerzas Peshmerga [fuerzas militares del PDK] se han dividido aún más. Esto se suma a la incertidumbre del mercado, en el marco de las crisis económicas en el Kurdistán iraquí. La inversión internacional tiene miedo de venir a Kurdistán y los inversores locales prefieren ir a otras partes de Irak, ya que una de las razones de la crisis económica del Kurdistán iraquí son las operaciones militares turcas.
El Movimiento de Liberación Kurdo ha sufrido por sus conflictos internos tanto como por las fuerzas de ocupación de Kurdistán. Por primera vez en años, las operaciones turcas están devolviendo de nuevo las perspectivas de una guerra civil entre los kurdos, especialmente entre el PKK y el PDK, ya que este último ayuda oficialmente y extraoficialmente a las operaciones turcas y las justifica. De todo el espectro político iraquí, sólo el PDK apoya las operaciones, lo que ha puesto al PKK en una situación muy vulnerable, ya que no quiere enfrentarse a las fuerzas kurdas.
Como consecuencia de los impactos en Rojava, las operaciones turcas han consolidado aún más las relaciones entre el PDK y el Estado turco hasta cierto punto. El PDK considera a Rojava como una extensión del PKK y hace todo lo posible para socavar los avances en esa región, como hemos visto en la declaración de Masrour Barzani en la que pide a la Coalición Global para Derrotar a ISIS y a Estados Unidos que dejen de armar a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) por su conexión con el PKK, una afirmación que solo ha hecho Turquía.
Irak necesita cuidar sus fronteras y ha estado bajo presión de Turquía, ya que puede usar el flujo de agua contra el país. Irak, como Estado fallido, ha fracasado drásticamente en la protección de sus territorios. Turquía ha construido más de 40 bases militares en Irak, incluida una en las áreas que Turquía estableció en nombre de la lucha contra ISIS, pero Turquía nunca participó en la guerra contra ISIS. Y aunque ISIS ha sido desmantelado en Irak, Turquía mantiene su base en Bashiq. Sin embargo, también hay otro problema: si Irak mueve sus fuerzas, debería recibir ayuda de los Peshmerga kurdos, pero los Peshmerga del PDK consideran que las fuerzas iraquíes son ocupantes si se desplazan a las fronteras, mientras que los Peshmerga del PDK no encuentran ningún problema en facilitar el avance de las fuerzas turcas contra el PKK, ya que existe una alianza entre el PDK y el Estado turco.
El PDK está siendo tratado como un representante de Turquía y la línea financiera del PDK está completamente controlada por Turquía. Por otro lado, el PDK considera al PKK como una amenaza existencial porque el PDK es un partido político neopatrimonial tribal dirigido por un oligarca tribal [Masoud Barzani], mientras que ideológicamente el PKK sostiene ideales progresistas que se oponen a los fundamentos mismos del PDK. El PDK ha perdido apoyo popular entre los kurdos, no sólo en el Kurdistán iraquí sino también a nivel de todo Kurdistán. Históricamente, el mulá Mustafá Barzani, el padre de Masoud, tenía un apoyo decente entre los kurdos de Siria y Turquía, pero ahora los partidarios de Masoud Barzani no pueden llegar al Parlamento en Turquía, y en Siria son tan débiles que no tienen una base firme en Rojava.
El establishment clientelista y corrupto del Kurdistán iraquí se ha convertido en el sistema
¿Cómo describiría al gobierno del PDK en el Kurdistán iraquí?
El gobierno del PDK ha sido el mayor fracaso de los gabinetes del Gobierno Regional de Kurdistán (GRK) posteriores a 2003. Aunque no culpo enteramente al actual primer ministro Masrour Barzani, ya que asumió un gobierno que estaba profundamente endeudado. Eso no reduce la responsabilidad del PDK, ya que ha sido el partido principal en todos los gabinetes del GRK posteriores a 2003.
Masrour Barzani no sólo no logró introducir las reformas que prometió, sino que también acabó con la poca libertad de la que disfrutaba el pueblo kurdo. El GRK controla la única región de Irak donde los periodistas están en prisión y han sido condenados por expresar sus opiniones críticas. La disidencia política está reprimida. El desarrollo económico se ha detenido. El GRK no ha proporcionado electricidad ni agua potable. La brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor. La corrupción está muy extendida. Los Peshmerga siguen divididos y la militarización del GRK está tan extendida como en la década de 1990. Las fuerzas de seguridad siguen bajo el mando del PDK y la UPK. La tasa de desempleo es tan alta que los jóvenes no tienen otra solución que tomar la ruta mortal hacia Europa occidental. El GRK no ha logrado crear empleos. Si bien el GRK es un fracaso, el gobierno actual no rehúye la privatización del sector público. El sector privado también es del PDK y la UPK, donde las empresas de los clanes Talabani y Barzani se han apoderado del mercado. El establishment clientelista y corrupto del Kurdistán iraquí se ha convertido en el sistema.
Teniendo en cuenta la actual invasión turca, ¿cuál es la posición de la Unión Patriótica de Kurdistán?
La UPK es un partido dividido. Sus miembros están completamente en contra de la invasión turca y sus dirigentes se oponen de alguna manera a la invasión. Sin embargo, no es suficiente, ya que el presidente iraquí Latif Rashid pertenece a la UPK. La UPK podría hacer mucho más. Si bien ha habido un mejor entendimiento entre la UPK y el PKK, sus dirigentes no han logrado ver las ambiciones del Estado turco. El Estado turco está saboteando el progreso de la UPK en la región de Kirkuk al unir a los turcomanos, los árabes sunitas y el PDK para que un miembro de la UPK no obtenga el puesto de gobernador, que es un derecho electoral de la UPK, ya que tiene más escaños que cualquier otro partido político. No obstante, la UPK no tiene una política clara sobre cómo tratar con Ankara y el Movimiento de Liberación Kurdo en Irán y Turquía. Su postura sobre Rojava fue un buen mecanismo para mostrar la unidad kurda y el avance hacia una mejor cooperación y coordinación para luchar contra ISIS, pero pronto fue interrumpido.
¿Cómo afectan los ataques turcos a la sociedad civil en el Kurdistán iraquí?
Los ataques turcos la han afectado negativamente, ya que la sociedad civil kurda quiere adoptar una postura de oposición a la invasión. Sin embargo, tanto las administraciones del PDK como de la UPK no han permitido que la sociedad civil exprese sus puntos de vista a través de protestas, aunque la UPK ha sido menos agresiva en comparación con el PDK. El GRK está utilizando la invasión turca para reprimir aún más a la sociedad civil. Existe una esfera cada vez menos democrática en la que el público puede expresar sus opiniones.
Mientras tanto, el impacto a largo plazo de la operación de Turquía en la región del Kurdistán de Irak llevó a la evacuación de alrededor de 600 aldeas. Hasta ahora han muerto alrededor de 100 civiles. También se ha provocado la deforestación y la destrucción del ecosistema de las montañas. Los impactos de las operaciones en el Kurdistán iraquí están ahí. Sin embargo, en Medio Oriente las cosas son así: Irán seguirá interviniendo en Irak y sus milicias serán más numerosas y legítimas, ya que el ejército iraquí no puede impedir una mayor expansión turca no sólo en el Kurdistán iraquí sino en todo Irak. Los esfuerzos de Irak por reconstruir el Estado, especialmente en el campo de la seguridad y el ejército, se ven saboteados porque las milicias se aprovechan de la debilidad del aparato militar y de seguridad iraquí para reivindicar su legitimidad en ausencia del ejército para tomar medidas para impedir la ocupación turca. Turquía tiene bases militares en las zonas en disputa y su ambición expansionista neootomana de llegar al petróleo de Kirkuk, en nombre de la protección de los turcomanos, ha preocupado a los iraquíes. En un escenario así, todo Medio Oriente se verá envuelto en otra crisis. La expansión turca hacia las montañas de Qandil, o en un escenario donde el PKK sea expulsado de allí, significa que el terrorismo islámico tendrá un refugio seguro para reclutar y organizar, algo que Turquía podría querer utilizar contra Occidente, por un lado, y contra el “Eje de la Resistencia” liderado por Irán, por el otro.
Las políticas de la comunidad internacional en Irak y la región, han sido de estabilidad, estabilidad y estabilidad, y tal vez después de democracia y compromiso con el derecho internacional
Se acusa a Turquía de utilizar armas químicas en el Kurdistán iraquí, así como de violar las leyes internacionales al establecer bases militares en territorio iraquí. ¿Por qué la comunidad internacional no interviene en esta situación?
La comunidad internacional está de acuerdo con el Estado turco. En primer lugar, las políticas de la comunidad internacional, principalmente de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) en Irak y la región, han sido de estabilidad, estabilidad y estabilidad, y tal vez después de democracia y compromiso con el derecho y las normas internacionales. Mientras tanto, en lo que respecta a Turquía, Estados Unidos y la UE han estado de su lado, o al menos no se han opuesto a las invasiones turcas. En cuanto a Rusia y China, no tienen mucha influencia. Rusia tampoco ha logrado impedir que Turquía invada franjas de Siria. Estados Unidos tiene la responsabilidad moral en Irak de proteger el territorio, pero no han mostrado ningún interés en ayudar a resolver el problema de la invasión y agresión turca en Irak. Estados Unidos podría estar ayudando a Turquía y al PKK a resolver su problema, una petición que el PKK ha compartido en diferentes ocasiones.
¿El gobierno central de Bagdad tiene la capacidad de detener la actual invasión turca?
Si Irak y el GRK trabajan juntos pueden detener a Turquía, ya que pueden llevar el asunto ante la ONU. Mientras tanto, si tanto Irak como el GRK recurren a Estados Unidos, creo que este último país será más útil para detener a Turquía.
¿Cuál es su opinión sobre el PKK y su lucha actual contra la invasión turca?
El PKK está en modo defensivo. Aunque ha perdido algo de territorio, puede sobrevivir. Ahora se encuentra en las profundidades de las montañas y en túneles. Los túneles han ayudado al PKK a sobrevivir a medida que la guerra turca ha avanzado. El nuevo sistema de guerra turco de alta tecnología ha dañado drásticamente al PKK en los últimos 10 años, pero no ha logrado sus objetivos. El PKK ha estado trabajando durante años en el desarrollo de sistemas antidrones y, por primera vez, parece haber tenido éxito, ya que recientemente ha podido derribar drones turcos. El PKK posiblemente pueda aprovechar el desarrollo de drones y misiles antidrones de fabricación propia en los próximos meses o años, en la medida en que no solo pueda estar en modo de supervivencia y defensa, sino también en modo ofensivo. Esto solo es cuestión de tiempo.
3. La «amenaza egipcia» en Bangladesh
Vijay Prashad se plantea si Bangladesh no acabará como Egipto, porque lo sucedido recuerda en parte a la Primavera Árabe. Esperemos que no. https://znetwork.org/
¿Será Bangladesh otro Egipto?
Por Vijay Prashad 24 de agosto de 2024
El día después de que la ex primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, abandonara Dhaka, hablé por teléfono con un amigo que había pasado algún tiempo en las calles ese día. Me contó el ambiente que se respiraba en Dhaka, cómo personas con poca experiencia política previa se habían unido a las grandes protestas junto a los estudiantes, que parecían liderar la agitación. Le pregunté por la infraestructura política de los estudiantes y por su orientación política. Me dijo que las protestas parecían bien organizadas y que los estudiantes habían ampliado sus reivindicaciones, desde el fin de ciertas cuotas para los empleos públicos hasta el fin del gobierno de Sheikh Hasina. Incluso horas antes de que abandonara el país, no parecía que ese fuera a ser el resultado. Todo el mundo, me dijo, había previsto más violencia por parte del gobierno.
Las protestas de este año en Bangladesh no son únicas. Forman parte de un ciclo de protestas que comenzó hace al menos una década, y cuyos temas (fin de las cuotas, mejor trato a los estudiantes, menos represión gubernamental) son similares. No son simples protestas en torno a reivindicaciones sencillas que puedan abordarse fácilmente. Las reivindicaciones -como las cuotas- devuelven a Bangladesh a lo que la élite ha tratado desesperadamente de reprimir: la fea historia de los orígenes del país. Las cuotas son para los luchadores por la libertad que arriesgaron su vida para combatir al ejército pakistaní en 1971 y que consiguieron la independencia de Bangladesh. Si bien es cierto que tales cuotas no deberían mantenerse durante generaciones, también es cierto que la cuestión de la cuota está atrapada en parte con los problemas de empleo para las personas educadas y jóvenes, y en parte con la reafirmación de las fuerzas islamistas en Bangladesh que se habían visto comprometidas por su asociación con la violencia pakistaní. Tras el movimiento contra la cuota de 2018, el gobierno de Sheikh Hasina decidió anular el sistema. La decisión llegó a los tribunales. El Tribunal Superior argumentó que las cuotas debían restablecerse, pero el Tribunal Supremo -en junio de 2024- decidió que las cuotas no se restablecerían totalmente, sino sólo en parte (el 7% para los hijos de los luchadores por la libertad, y no el 30%). Esto fue el acicate para un renovado movimiento de protesta. Su objetivo era el gobierno de Sheikh Hasina y no los tribunales.
Plaza Shahbag
Hace una década tuvo lugar en Dhaka una protesta masiva en la plaza Shahbag. La gente se congregó allí para protestar por la decisión de los tribunales de condenar a cadena perpetua a Abdul Quader Mollah, declarado personalmente culpable de la muerte de 344 personas durante el genocidio de 1971 en Pakistán Oriental. Quader Mollah era dirigente del partido fundamentalista Jamaat-e-Islami, que había colaborado con el ejército paquistaní incluso en los peores días de la violencia en esta parte de lo que entonces era Pakistán. A pesar de este veredicto, Quader Mollah fue condenado a cadena perpetua y, al salir del tribunal, hizo una señal de victoria a los Jamaatis, los miembros del Jamaat-e-Islami. La arrogancia de Quader Mollah indignó a millones de personas. Para ser una protesta que se formó en torno a una demanda espantosa (la pena de muerte), la gente parecía optimista sobre su país. El entusiasmo era contagioso. «Destruyamos todos los poderes malignos. Continuemos con el impulso del movimiento de Shahbag. Desempeñemos nuestros papeles. Construyamos la nación. Sabemos cómo derrotar a nuestros enemigos», declaró Shohag Mostafij, un profesional del desarrollo de Dhaka.
En Shahbag, pregunté a la gente si les había motivado la Primavera Árabe que había tenido lugar dos años antes. Aziza Ahmed, una de las jóvenes que ayudaron a organizar las protestas de Shahbag, dijo que no fue «un impulso para seguir los pasos de la Primavera Árabe o de Occupy Wall Street». Sin embargo, estos acontecimientos sirvieron de inspiración, a pesar de que las protestas se iniciaron a raíz de publicaciones en blogs contra el veredicto (muchos de estos blogueros se enfrentaron a la ira del ala islamista dos años después, cuando algunos de ellos fueron asesinados). Los jóvenes blogueros y personas como Aziza Ahmed permitieron que las protestas se interpretaran como un movimiento juvenil (de hecho, a menudo se llamaba a Shahbag «plaza de la generación» o «Projonmo Chottor» en bengalí, en referencia a los jóvenes). Pero, de hecho, Shahbag llevaba dentro un profundo pozo de odio contra el Jamaat-e-Islami desde 1971. En la plaza se utilizó un lenguaje muy duro contra los jamaatistas que habían colaborado con el ejército pakistaní, e incluso se pidió su muerte.
Ni las protestas de Shahbag de 2013 ni las de 2018 por la seguridad vial llegaron a ninguna resolución. La ira se mantuvo latente, pero se reafirmó en 2024 con el nuevo veredicto del Tribunal Supremo. Grandes protestas salieron a las calles contra las cuotas, sumando a fuerzas sociales como los estudiantes que se enfrentaban al desempleo y aquellos que no tenían ninguna conexión ancestral con los luchadores por la libertad (incluidos los Jamaatis). Las protestas de este tipo son previsibles, aunque su consecuencia sea imprevisible. Hasta la tarde de la marcha de Sheikh Hasina, no estaba claro que fuera a irse. El ambiente reproducía la situación de El Cairo en 2011, cuando el presidente Hosni Mubarak dijo primero que no se presentaría a la reelección (10 de febrero) y luego cuando se anunció que ya había dimitido y abandonaría el país rumbo a Arabia Saudí (11 de febrero).
De El Cairo a Dhaka.
Después de que Mubarak abandonara El Cairo, los militares se hicieron cargo de Egipto. Los habitantes de la plaza Tahrir, principal lugar de protesta, buscaron protección tras una figura conocida en todo el mundo, Mohamed El Baradei, director del Organismo Internacional de Energía Atómica. Sin embargo, los militares se vieron obligados a convocar una asamblea constituyente y a celebrar elecciones en 2012. Estas elecciones llevaron al poder a los Hermanos Musulmanes, que habían sido la fuerza más organizada en la política egipcia. En 2013, los militares derrocaron al gobierno de la Hermandad y pusieron en su lugar lo que parecía ser una dirección civil. En ese momento, trajeron a El Baradei como vicepresidente, pero solo duró de julio a agosto de 2013. Los militares suspendieron la Constitución de 2012 y colocaron a uno de los suyos en la presidencia, primero de uniforme y luego de traje. Este hombre -el general Abdel Fattah el-Sisi, ahora presidente- lleva una década en el poder. Muchos de los líderes de Tahrir languidecen en prisión, su generación desmoralizada.
El ElBaradei de la situación de Bangladesh es Muhammad Yunus, ganador del Premio Nobel y fundador del Banco Grameen (un plan de microcréditos para mujeres pobres que utiliza ideas de vergüenza como garantía, y que ha hecho ganar mucho dinero a los banqueros, en su mayoría hombres). Yunus reunió un gabinete formado por funcionarios neoliberales de la burocracia bangladeshí, el mundo académico y el sector de las organizaciones no gubernamentales. El Ministerio de Finanzas, por ejemplo, está en las hábiles manos de Salehuddin Ahmed, antiguo Gobernador del Banco de Bangladesh, que aplicará con fiabilidad la política económica neoliberal. Se sentirá perfectamente cómodo en una conversación con el recién nombrado ministro de Finanzas de Egipto, Ahmed Kouchouk, que solía ser economista de alto nivel en el Banco Mundial. De este tipo de ministros de finanzas no puede salir ningún programa progresista, y mucho menos un programa para establecer la integridad de la economía nacional.
Por el momento, los militares bangladeshíes permanecen en los cuarteles. Pero la actitud represiva no ha remitido, sólo ha cambiado la dirección de las detenciones. El gobierno de Yunus ha perseguido a los miembros del gobierno de Sheikh Hasina con detenciones por cargos que incluyen el asesinato. Todos los días los periódicos de Bangladesh anuncian nuevas detenciones, todas ellas por diversos cargos. La Liga Awami de Sheikh Hasina está siendo destripada, y ella misma ha perdido el derecho a viajar con pasaporte diplomático. Rashed Khan Menon, líder del Partido de los Trabajadores de Bangladesh, fue detenido acusado de asesinato; Shakib Al Hasan, que actualmente se encuentra en Pakistán jugando al críquet para Bangladesh y es miembro de la Liga Awami, se enfrenta a un cargo de asesinato en relación con la muerte de un manifestante el 5 de agosto.
Está por ver si estos casos tienen fundamento, pero la avalancha de detenciones de miembros de la Liga Awami de Sheikh Hasina y de partidos asociados parece una marea de represalias. Mientras tanto, la Jamaat ve resurgir una de sus alas, el Amar Bangladesh Party, que ha sido registrado como partido político, y es probable que varios de sus miembros reciban el encargo de dirigir varias universidades. A pesar de todo lo que se habla de un nuevo Bangladesh, el gobierno de Yunus cerró dos canales de televisión, Somoy TV y Green TV (que habían sido boicoteados anteriormente por el Partido Nacional de Bangladesh, principal frente de la oposición) y sus autoridades detuvieron a Hashem Reza, director de Amar Sangbad, así como a los altos empleados de Ekattor TV, Shakil Ahmed y Farzana Rupa. Los sectores liberales de la élite bangladeshí no se sienten incómodos por esta oleada de represión, lo que sugiere que su liberalismo es más político que de principios.
La Primavera de Bangladesh parece acercarse rápidamente a su Invierno.
4. Contra la agricultura en manos campesinas en África
Sigue el acoso para que la agricultura africana caiga también en manos del agronegocio. Con Bill Gates haciendo de las suyas. https://africanarguments.org/
¿Corporativo o comunitario? El futuro agrícola de África, en una encrucijada
Por Million Belay 20 de agosto de 2024
El proceso post-Malabo para determinar la próxima década de política agrícola se ha caracterizado hasta ahora por la influencia exterior y la exclusividad.
Judías trepadoras en el suroeste de Uganda. Crédito: CIAT/NeilPalmer.
A finales del mes pasado, funcionarios de todo el continente se reunieron en Zambia para debatir la próxima década de la política agrícola africana. Sin embargo, lo que se presentó como un «proceso consultivo inclusivo de múltiples partes interesadas» que reunía a una diversidad de voces africanas fue, en cambio, un proceso polémico impulsado por influencias externas y agendas corporativas.
El organismo de la Unión Africana (UA) que coordina las conversaciones, el Departamento de Agricultura, Desarrollo Rural, Economía Azul y Desarrollo Sostenible (DARBE), carece de fondos y personal suficientes. En consecuencia, gran parte de la facilitación y financiación se subcontrató a agencias y organizaciones respaldadas por USAID, como la influyente Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA), financiada por la Fundación Gates. A lo largo de la reunión de Lusaka, la influencia de estas entidades occidentales en la conducción del proceso fue palpable, eclipsando las voces de los agricultores africanos, la sociedad civil y las organizaciones de base.
La conferencia de Zambia fue organizada por la UA para debatir los próximos diez años de política agrícola en todo el continente. En 2003, los líderes africanos acordaron el Programa General para el Desarrollo de la Agricultura en África (CAADP, por sus siglas en inglés), comprometiéndose a destinar el 10% de sus presupuestos nacionales a la agricultura con el objetivo de lograr un crecimiento anual de la productividad del 6%. En 2014, los gobiernos reafirmaron su estrategia conjunta con la firma de la Declaración de Malabo, que sentó las bases para la siguiente década de esfuerzos por transformar la agricultura africana.
Los debates en curso tras la Conferencia de Malabo conducen a la Declaración de Kampala, cuya aprobación está prevista para enero de 2025. Sin embargo, el predominio de entidades como AGRA -muy criticada por centrarse en el uso de fertilizantes sintéticos y por su agenda dirigida por las empresas- plantea serias dudas sobre la legitimidad del proceso y su capacidad para representar los intereses y realidades de los agricultores africanos. Hasta el momento, las conversaciones se han caracterizado por la falta de transparencia e inclusión. La redacción de la Declaración de Kampala se está llevando a cabo a puerta cerrada, excluyendo a la sociedad civil africana y a las organizaciones de agricultores.
Preocupaciones y omisiones
Los efectos de este enfoque restringido y opaco quedan patentes en los resultados de la reunión de Lusaka. Durante las conversaciones surgieron varias cuestiones críticas que exigen atención urgente.
En primer lugar, fue preocupante saber que el programa de trabajo posterior a Malabo se alineará con la iniciativa del Banco Africano de Desarrollo (BAfD) «Feed Africa: Soberanía alimentaria y resiliencia» del Banco Africano de Desarrollo (BAfD). Como señala la Alianza para la Soberanía Alimentaria en África (AFSA), los 40 planes nacionales del BAfD amenazan los derechos sobre la tierra, la diversidad de semillas, la biodiversidad y los medios de subsistencia de las comunidades de todo el continente debido a su enfoque único y a su énfasis en los monocultivos a gran escala. Al alinear la Declaración de Kampala con estos pactos se corre el riesgo de afianzar el control empresarial sobre el futuro agrícola de África, socavando la soberanía alimentaria del continente.
En segundo lugar, fue alarmante escuchar que la agroecología y la soberanía alimentaria se describieron en las conversaciones como «conceptos controvertidos que tendrán problemas con los gobiernos» y que «varios actores» se resistieron a su inclusión. Estos conceptos cuentan con un amplio apoyo entre los millones de pequeños agricultores africanos por su potencial para transformar la agricultura africana de forma sostenible, ya que se centran en la salud del suelo, la biodiversidad, el conocimiento local y la gobernanza inclusiva. Varias organizaciones africanas exigieron que se incluyera la agroecología en la Declaración de Kampala. La resistencia a estas ideas refleja una tendencia más amplia a dejar de lado los conocimientos autóctonos y las prácticas sostenibles de bajo coste en favor de modelos agrícolas industriales.
Por último, hubo una flagrante omisión en la nueva teoría del cambio en relación con los sistemas de semillas gestionados por los agricultores y el derecho a la alimentación. Estos principios son cruciales para preservar el patrimonio agrícola africano y garantizar la seguridad alimentaria de las generaciones futuras. Su exclusión refleja la desconexión entre las prioridades del proceso y las necesidades de los agricultores y las comunidades africanas.
Post-Malabo en una encrucijada
El proceso post-Malabo se encuentra en una encrucijada. Las decisiones que se tomen en los próximos meses marcarán el futuro de la agricultura africana en las próximas décadas. A medida que nos acercamos a sus etapas finales, debemos permanecer vigilantes y seguir abogando por un proceso verdaderamente inclusivo y transparente. El futuro de la agricultura africana -y, por extensión, la seguridad alimentaria del continente- depende de ello.
Debemos resistir el empuje hacia un modelo agrícola dominado por las empresas que prioriza los beneficios sobre las personas y el planeta y que amenaza con socavar décadas de progreso en la promoción de prácticas sostenibles impulsadas localmente. La agenda empresarial seguirá avanzando en el Foro anual de la Revolución Verde de AGRA, que se celebrará en Ruanda a principios de septiembre, a pesar de los reiterados llamamientos de los agricultores africanos y los líderes religiosos para que dejen de apoyar las fracasadas políticas de la Revolución Verde.
En su lugar, debemos abogar por un marco que sitúe a los agricultores y las comunidades africanas en el centro, respete los conocimientos y las prácticas autóctonas y promueva sistemas agrícolas sostenibles que puedan alimentar verdaderamente al continente. Debemos garantizar que nuestro futuro refleje las necesidades y aspiraciones de los agricultores africanos, en lugar de los intereses de actores externos y empresas multinacionales.
5. La libertad del esclavista
Las referencias históricas de Indi son, cuanto menos, algo dudosas o unilaterales, pero, como siempre, en un artículo que me resulta interesante.
[Yahoo considera mis mensajes spam, en un problema que espero temporal, así que estos últimos os los envío desde Gmail] https://indi.ca/whats-freedom-
¿Qué es la libertad para un esclavista?
Crecí en Estados Unidos y me grabaron Freedom™ en el cerebro. Pero eso no era más que más marca sobre más esclavos. Estados Unidos siempre ha heredado la marca de Roma, desde la esclavitud hasta el desvergonzado discurso sobre la libertad. Tomemos, por ejemplo, la moneda acuñada por Bruto para conmemorar su asesinato de César en el año 44 d.C.
La moneda de Bruto muestra la gorra entregada a un esclavo liberado, entre dos puñales para los reyes. Pero Bruto no liberó a ningún esclavo. Se limitó a liderar a un grupo de oligarcas en una rebelión petulante contra un monarca, como hicieron los «revolucionarios» americanos siglos después. Es todo, como dice mi tesis histórica, la misma mierda, diferente día.
Como dijo Ramsay MacMullen en Enemigos de la Orden Romana: “La mayoría de los conspiradores, si se hubieran examinado sus ideas más íntimas, sin duda habrían querido decir con ello sólo «libre» oportunidad de ejercer el peso de su familia a la antigua usanza; «libre» movimiento de poder entre todos los miembros de la oligarquía tradicional, sin restricciones por facciones o tiranía; en resumen, libre acceso al abrevadero político para toda la compañía habitual de nobles y criados.”
Esto era, de hecho, todo por lo que luchaban los revolucionarios americanos. Privilegios oligárquicos para los esclavistas contra un tirano lejano. Querían el derecho a seguir esclavizando y genocidando con menos impuestos. América se fundó como un estado esclavista con las exenciones fiscales, esa es toda la historia de su Revolución©. Todas las tonterías sobre «nosotros el pueblo» fueron meras marcas, como la gorra de tonto en el lanzamiento de la moneda de Bruto. Cuando se fundó América, menos del 10% de los seres humanos de esa tierra podían votar, e incluso ese poder tenía que diluirse a través de los colegios electorales por si se metía con el poder oligárquico real. La Revolución Americana se luchó realmente por el privilegio de unos pocos oligarcas ricos, como la banda de sicarios de alta alcurnia de Bruto, sólo que con mucha más brutalidad y mejor marketing.
Todos los escritos de la Revolución Americana -todas las declaraciones y panfletos- encajan en la antigua tradición romana de la eloquentia, que hasta donde yo sé era un proto-podcasting. MacMullen dijo: «Se creía que el poder sobre la palabra escrita, y especialmente sobre la palabra hablada, daba poder sobre todo el cuerpo ciudadano, y las necesidades y ramificaciones de esta creencia se habían elaborado muy a fondo desde los tiempos de Pericles». Y, en efecto, la retórica estadounidense les dio poder sobre ciudadanos y no ciudadanos por igual, tanto pacificando a los campesinos locales como guerreando al proletariado mundial. La marca estadounidense de la libertad fue un golpe histórico que le ha arrancado la cabeza a mucha gente, yo incluido. Es ahora cuando se despega la etiqueta y se hace evidente la esclavitud de siempre.
La revolución que Estados Unidos ha estado conservando todos estos años es como la describió Frank Wilhoit: «El conservadurismo consiste exactamente en una proposición… Debe haber grupos internos a los que la ley protege pero no obliga, junto a grupos externos a los que la ley obliga pero no protege». Puedes visualizar esta idea como la fasces, un haz con un hacha apuntando hacia fuera. Un símbolo antiguo que muestra el poder de un grupo interno para dominar a los externos. Esto sobrevive como la lógica mafiosa de los hombres hechos contra el juego limpio, y es de hecho el principio que sigue rigiendo la civilización occidental, una vez que le quitas el envoltorio de lujo. Que te jodan, págame. Libertad para los capullos que están dentro del paquete y explotación para todos los seres vivos que están fuera, desde los esclavos hasta el ganado y los propios dioses del clima. El fascismo no es una anomalía en la civilización occidental, han untado fasces por todas partes. Puedes ver los fasces en las monedas acuñadas por el antepasado de Brutus, así como en la moderna acuñación americana.
Antaño, los lictores podían golpearte literalmente en la cabeza con fasces. Hoy, los litigantes te golpean en la cabeza con legislación clasista. Todo viene de la misma raíz latina, ligare.
En realidad no pienso mucho en el Imperio Romano, pero he estado leyendo sobre él como fuente de noticias, y te ayuda a entender la forma de la Ventana de Overton hoy en día. American Freedom™ trata realmente de la estrecha libertad de cierta clase de personas para criticar a su gobierno. Free Speech® es una marca registrada, con licencia, que en realidad pertenece a la clase comerciante, es decir, a los oligarcas que se apoderaron de un continente en 1776, y que lo han estado reventando desde entonces. Estos traidores de clase son, de hecho, traidores (involuntarios) a toda la vida en la tierra, meros apoderados de voto de la IA Corporativa que ha gobernado el mundo desde 1602, pero esa es otra historia.
Pienso mucho en el Imperio estadounidense, y la marca en torno a la Libertad de Expresión® se está desmoronando públicamente. Gran Bretaña detiene a más gente por violaciones de la libertad de expresión que Rusia, con diferencia. A los canadienses les cierran sus cuentas bancarias reales por protestar, mientras te asustan con la mítica puntuación de crédito social de China. Los mayores terroristas del mundo llaman terroristas a la Resistencia contra su genocidio, y matan a nuestros hijos (los hijos son todos nuestros, re: James Baldwin). Ahora se les están cayendo las ruedas de toda la empresa imperial y no pueden molestarse en mentir de forma convincente.
El Imperio ya no afirma que eres libre, sólo afirman que son menos malos que alguna tiranía que inventaron, propagandizando un Putin escondido debajo de cada cama, Mooslims sedientos de sangre a la vuelta de la esquina, y chinos que dan miedo haciendo cosas chinas que dan miedo. Lo único que ofrecen en las elecciones es el mal menor, que es un punto irrelevante cuando las opciones son Genocidio y Genocidio Dietético. Votar es una unción sin sentido de imbéciles mendaces. La mejor descripción de las elecciones imperiales de hoy proviene de la Roma imperial. Como decían unos tipos con toga, «No es la libertad [de los oligarcas] lo que está en juego ahora; eso hace tiempo que pereció. La cuestión es si el Estado pertenecerá a César o a Pompeyo. ¿Qué tienes que ver tú con esta disputa? No es asunto vuestro. Se está eligiendo un tirano(dominus) . ¿Qué te importa a ti quién gane?»
Esto es lo que pienso de las elecciones de EE. ¿A quién le importa? Una plaga en sus dos casas, con fasces literales en la carpintería. Los romanos al menos eran honestos consigo mismos, tenían esclavitud, conquistaban pueblos, eran honestamente malvados. En América, la esclavitud es la libertad, la paz es para siempre la guerra, y la bota pisoteando un rostro humano para siempre es Nike. Es una verdadera mierda de 1984 en 2024. Doble lenguaje.
Esa es la perspectiva que necesitas para abrirte paso en la actualidad, que en realidad es same shit different day. León Tolstoi escribió La esclavitud de nuestro tiempo en 1900 y sigue siendo mejor que leer el New York Times para entender la actualidad. Cuando hablan de libertad, hay que arrancar el envoltorio para revelar el montón humeante de fasces que hay debajo. La verdadera cuestión no es la libertad frente a la tiranía, eso no es más que el viejo lloriqueo romano en botellas nuevas. La verdadera cuestión es ¿libertad para quién? ¿Para los que empuñan el hacha o para los que la reciben? ¿Qué significa para ti y para mí la libertad de los esclavistas? Mierda de bota. Es sólo marketing.
Como rapeaba Adolph el Joven: «Dicen que ésta es la tierra de la libertad (Eso es mentira), a mí me parece la tierra de la mierda». Como dijo Dolph, antes de morir tiroteado en Memphis: «A lo largo de los años, nos han dado un poco de libertad, pero es sólo un chupete temporal». El último álbum de Dolph se llamaba Rich Slave y tenía razón. ¿Qué significa la libertad saliendo de la boca de un esclavista? Es sólo esclavitud con mejor marca. Justo en nuestros traseros colectivos, como ha sido durante siglos.
6. El milagro pasajero de Bangladesh
La nota económica de la semana de Patnaik está dedicada a las raíces económicas de la reciente agitación en Bangladesh. Cree que si no se produce una movilización popular con una propuesta económica alternativa, acabarán triunfando los partidos de derecha. https://peoplesdemocracy.in/
Los «milagros» pasajeros Prabhat Patnaik
Buena parte del análisis de la reciente agitación política en Bangladesh se ha centrado en la prepotencia y el autoritarismo del gobierno de Sheikh Hasina; se ha pasado por alto por completo, o en general se ha restado importancia, al cambio que se ha producido en la situación económica de ese país. Un país que era aclamado como un «milagro» económico hace tan sólo unos meses se encuentra ahora sumido en una crisis económica que ha empeorado repentinamente las condiciones de vida de un gran número de personas. Es este empeoramiento el que subyace al notable aumento de la impopularidad del gobierno de Sheikh Hasina. El gobierno fue considerado responsable de ello y la ira contenida contra él encontró su expresión en protestas callejeras.
Hasta 2021, Bangladesh fue considerado un éxito del crecimiento impulsado por las exportaciones en un entorno neoliberal. Alrededor del 80% de sus exportaciones consistían en prendas de vestir, y el crecimiento de sus exportaciones de prendas de vestir fue tan rápido que se llegó a sugerir que en muy poco tiempo Bangladesh satisfaría hasta el 10% de la demanda mundial de prendas de vestir. Las instituciones de Bretton Woods aplaudían a Bangladesh por haber sacado a «millones de personas de la pobreza»; e incluso el 2 de abril de 2024, un informe del Banco Mundial pronosticaba que el crecimiento del PIB de Bangladesh en el año fiscal 2024-25 sería del 5,6%, lo que según cualquier criterio es una cifra respetable.
El deterioro de la fortuna económica de Bangladesh se produjo cuando las exportaciones de prendas de vestir se vieron afectadas por la pandemia; se suponía que esto sería temporal (de ahí la optimista previsión del Banco Mundial para 2024-25), pero ha resultado ser más duradero, lo que no es de extrañar dado el persistente estancamiento de la economía mundial. Al mismo tiempo, las remesas de los bangladeshíes en el extranjero, otra fuente importante de divisas para ese país, también se han resentido, sin duda por la misma razón. Y como Bangladesh depende del combustible importado, incluso para generar electricidad, la subida de los precios del combustible importado tras el inicio de la guerra ruso-ucraniana, ha contribuido a una grave escasez de divisas, ha dado lugar a prolongados cortes de electricidad y también ha provocado una subida del precio de la electricidad que ha tenido un efecto de empuje de los costes sobre el conjunto de la economía.
Otros dos factores han contribuido a la aceleración de la inflación, que en agosto alcanzó el 9,52%, la más alta en una década, pero que muchos siguen considerando una subestimación: el primero es la depreciación del tipo de cambio con respecto al dólar, producto tanto del fortalecimiento de éste debido a la subida de los tipos de interés en EE.UU. como parte de su paquete de medidas antiinflacionistas, como de los problemas de divisas a los que se enfrenta Bangladesh por cuenta propia. El segundo es la creciente restricción fiscal que el gobierno se ve obligado a aplicar en un marco neoliberal debido a la ralentización de la economía; esto descarta cualquier intento de aislar a la población de los efectos de la inflación, ya que todos esos intentos requieren un aumento de la factura de las subvenciones.
Si la ralentización del crecimiento de las exportaciones y de las remesas, junto con sus efectos multiplicadores, es responsable del creciente desempleo que aflige actualmente a Bangladesh, el efecto «cost-push» de la subida del precio mundial del petróleo y de la depreciación del tipo de cambio, es responsable de la aceleración de la inflación a la que se enfrenta simultáneamente. Una subida del salario mínimo, como medio de compensar a los trabajadores frente a la inflación, también está descartada en el marco neoliberal, ya que ello dificultaría aún más el mantenimiento de sus actuales mercados de exportación. Y si esa subida del salario mínimo va acompañada de una nueva depreciación del tipo de cambio para evitar que esa subida afecte negativamente a las exportaciones, eso no haría sino agravar aún más el problema, al elevar aún más los precios importados del combustible y provocar un nuevo impulso inflacionista generalizado.
En medio de todo esto, Bangladesh se dirigió al FMI y a otros prestamistas internacionales en busca de préstamos, pero los préstamos que consiguió hicieron que la balanza de pagos fuera aún más precaria al añadir la carga del servicio de la deuda; e incluso el escaso margen de maniobra que tenía el gobierno se perdió debido a la supervisión de sus políticas por parte del FMI. Además, la imposición de la «austeridad» por parte del FMI agudizó aún más la situación del desempleo.
Incluso quienes reconocen la importancia de la crisis económica para socavar el régimen de Sheikh Hasina y crear las condiciones para el cambio político, atribuyen este empeoramiento del escenario económico en gran medida al «amiguismo» rampante exhibido por su régimen. Del mismo modo, la oposición a la política de «reservas» de empleo para los descendientes de los luchadores por la libertad suele interpretarse como hostilidad al «amiguismo» del régimen. Pero toda esta línea de razonamiento elude el verdadero problema. La oposición a las «reservas» se hizo tan pronunciada debido a la magnitud de la crisis del desempleo en Bangladesh; y la crisis de la economía tenía sus raíces en la propia estrategia de crecimiento impulsado por las exportaciones dentro de un marco neoliberal. En resumen, no es el «amiguismo» en sí, sino la propia estrategia la que está en la raíz de la crisis económica.
Incluso cuando esta estrategia arroja resultados espectacularmente exitosos durante algún tiempo, cualquier ralentización de la economía mundial que afecte al rendimiento de las exportaciones, o cualquier otro acontecimiento adverso en el frente exterior, empuja a la economía a una crisis que revierte gran parte de los logros del periodo de su éxito. De hecho, las dos lecciones pendientes que hay que aprender de la evolución de Bangladesh son: en primer lugar, la brusquedad con la que un país del Tercer Mundo puede pasar de ser un «éxito» a ser un «fracaso»; y en segundo lugar, el amontonamiento de dificultades, o el hecho de que las dificultades a las que se enfrenta inicialmente el país en un frente cualquiera pueden acarrear dificultades en varios otros frentes.
Algunos dirían que el problema de Bangladesh radica en que puso todos los huevos en la misma cesta, en el hecho de que dependió casi exclusivamente de la exportación de prendas de vestir, en lugar de tener un conjunto diversificado de exportaciones; otros sugerirían que Bangladesh debería haber aprovechado su éxito en la exportación de prendas de vestir para diversificar su economía desarrollando toda una serie de industrias que abastecieran el mercado nacional. Sin embargo, estas críticas pasan por alto la cuestión: en una economía neoliberal, el Estado carece de capacidad de intervención; no puede promover la industrialización nacional sin cierto grado de protección del mercado interior, pero cualquier protección de este tipo está mal vista por el capital internacional, cuyo apoyo es necesario para que las exportaciones tengan éxito. Del mismo modo, qué exportaciones concretas tendrían éxito en el mercado internacional es una cuestión que decide el capital internacional y no el Estado del país. Por lo tanto, culpar al Estado de los escollos del crecimiento impulsado por las exportaciones bajo el neoliberalismo es totalmente injustificado.
Sean cuales sean las intenciones de Muhammad Yunus y de los estudiantes, si no se permite a la Liga Awami concurrir a las elecciones que se van a celebrar, los partidos de derechas emergerán como los principales beneficiarios de la agitación política; Bangladesh será empujado hacia la derecha para regocijo del imperialismo y de la oligarquía corporativa nacional. De hecho, esto ilustra el nuevo escenario que se está desarrollando en todo el mundo. Debido a la crisis capitalista mundial, muchos países del Tercer Mundo que aplican políticas neoliberales se ven abocados al estancamiento económico, al desempleo agudo y a una deuda externa creciente, lo que va a hacer impopulares a sus regímenes centristas imperantes que mantienen cierto grado de autonomía frente al imperialismo; pero esto crea las condiciones para que los regímenes de derechas apoyados por el imperialismo derroquen a estos regímenes centristas y lleguen al poder. Estos nuevos regímenes no serían menos autoritarios que los que suplantan; pero mientras persiguen el neoliberalismo y siguen la línea imperialista, distraerían la atención del pueblo mediante la religiosidad o «alterando» a algún desventurado grupo minoritario. Esto constituye la estrategia del imperialismo de «cara gano, cruz pierdes» que garantiza que las miserias que la crisis del neoliberalismo inflige al pueblo no conduzcan a una trascendencia del neoliberalismo, sino a su consolidación bajo un régimen de derechas o neofascista. Así pues, el íncubo del neoliberalismo es difícil de arrojar incluso cuando su opresión es palpable.
La trascendencia del neoliberalismo requiere la movilización de la población en torno a una estrategia económica alternativa que otorgue un mayor papel al Estado, se centre en el mercado interior y en el control nacional sobre los recursos minerales y otros recursos naturales. Bangladesh no es un país pequeño al que se pueda presionar para que siga una estrategia de crecimiento basada en las exportaciones bajo un régimen neoliberal; un país de 170 millones de habitantes no puede calificarse de «pequeño» ni mucho menos. Sin duda, la búsqueda de una estrategia de desarrollo basada en el mercado interno no es fácil; pero, para el tercer mundo que se enfrenta ahora a las consecuencias de la crisis capitalista mundial, no hay otra alternativa.
7. El espejismo de la clase media en España
Entrevista a Emmanuel Rodríguez. Aunque en parte se centre en su último libro, ya no tan reciente, sobre la clase media en España, contiene otros elementos de interés, como su visión sobre Podemos. https://zonaestrategia.net/
Emmanuel Rodríguez: «El espejismo de la clase media ha sido el pilar de estabilización social en España»
Por Pablo Oliveros | Jul 22, 2024
Rodríguez es sociólogo e historiador y miembro de la Editorial Traficantes de Sueños
Emmanuel Rodriguez, editor de Traficantes de Sueños ha llevado a cabo un extenso proceso de investigación sobre la evolución institucional y la economía política españolas. En sus trabajos estudia los mecanismos de acumulación y reproducción del capital, por ejemplo, los procesos que han tenido lugar desde el desarrollismo franquista de la década de la década de 1950 hasta los años de la burbuja financiera-inmobiliaria que plasma en Fin de ciclo. Financiarización, territorio y sociedad de propietarios (2010), escrita junto con Isidro López y las políticas de austeridad que se impusieron tras la crisis capitalista sistémica del 2008. Rodríguez ha analizado también la crisis de régimen abierta con el ciclo 15M y los intentos posteriores de llegar a las instituciones desde nuevos partidos, sobre todo la experiencia de Podemos en La política en el ocaso de la clase media, el ciclo 15M-Podemos (2017). Su último libro El efecto clase media (2022) disecciona la constitución de las clases medias en España y la crisis por la que atraviesan.
La cuestión de la integración de la clase obrera en los aparatos del Estado siempre ha resultado un asunto espinoso dentro de la tradición revolucionaria. ¿Podrías explicar como ha condicionado las posteriores lecturas que ha hecho la “izquierda” en las democracias liberales?
El problema está contenido dentro de la propia tradición de «izquierdas», así como en la mayor parte de las corrientes marxistas. En estas no solo existe un déficit conceptual a la hora de considerar el Estado, o la verdadera magnitud histórica de la asociación Estado-capital, sino que también se produce en la práctica. Al menos desde la Segunda Internacional, no existe más política que la que se organiza en torno y alrededor del Estado. En este sentido, el leninismo y el marxismo revolucionario (salvo algunas excepciones: consejismo, operaísmo, etc.) no han ido más allá de ser la versión de izquierdas de una política de reformas, alrededor y dentro del Estado, con efectos, por otra parte, muchas veces desastrosos.
Parecería, sin embargo, que en la actualidad ya no existen las formas de conflicto marcadas por el antagonismo social del siglo XIX y principios del XX (ricos y pobres, burgueses y proletarios, propietarios y desposeídos, etc.). Pese a ello, continúan existiendo los ricos y los pobres. Tú identificas la figura de la clase media como la clave para eludir ese conflicto. ¿Cuáles serían los principales elementos que definen esta posición social?
En primer lugar se trata de considerar la clase media como una categoría social que los antropólogos dirían de tipo emic. Las sociedades ricas del planeta se autodefinen, en su inmensa mayoría, como de «clase media». En el caso español entre el 70 y el 80 % de la población lleva contestando así a la pregunta, «usted ¿a qué clase social pertenece?». En términos políticos, esto quiere decir que la mayoría social se considera al margen (en «otro lugar», en el «justo medio») de las viejas polaridades que articulaban la lucha de clases. La pregunta, entonces, debiera ser ¿cómo es posible que sociedades de clases, en las que existe una clara concentración de la riqueza y del poder político efectivo, consiguen tal grado de consenso de fondo respecto de la cuestión que ha determinado la larga historia de la Modernidad? En este punto, ocupa de nuevo un lugar central, la capacidad del Estado para producir este «efecto clase media», esto es, para desactivar, corregir y neutralizar todo conflicto potencial relativo a las desigualdades reales de poder político y económico.
Quizás, uno de los elementos analíticos más interesantes de tu último libro sea el de la huida del gran quebradero de cabeza que supone para la sociología la definición de la clase media a través de distintos indicadores, tal y como hacían las distintas escuelas de pensamiento, para proponer, en su lugar, un acercamiento de tipo subjetivo. ¿Qué te ha llevado a proponer este enfoque?
En realidad no se trata de considerar una perspectiva subjetiva, sino de tomar en serio el hecho de que los procesos sociales existen en la doble dimensión de su objetivación –en instituciones sociales específicas–, y su subjetivación –en formas de identificación, acción, etc–. En realidad, bastaría aquí considerar la vieja tradición de la historia social, desde E. P. Thompson, para afirmar que las clases no existen como tal, sino que se hacen a partir de un conjunto de materiales complejos y que van más allá de las determinaciones estructurales. La experiencia, la reelaboración de viejas tradiciones, las luchas son tan o más determinantes que los elementos «estructurales» a la hora de producir estas formas de subjetivación que dan lugar a las clases.
En otro orden, y en relación con las lecturas marxistas más clásicas, creo que la principal aportación de mis trabajos (que muchas veces son colectivos) es doble. Por un lado, creo que aportan una nueva consideración de la financiarización de las economías domésticas, lo que podríamos llamar la centralidad «capitalismo popular», que en el caso de los países europeos (y especialmente en el caso español) cobra materialidad fundamentalmente a través de la propiedad inmobiliaria. La propiedad es, efectivamente, un elemento central en el juego financiero doméstico, en las capacidades de apalancamiento, inversión y obtención de rentas para muchos sectores sociales. Hoy la propiedad es tan importante como determinante de la condición clase, como la posición socioprofesional. De hecho, tener o no una o varias propiedades crea diferencias sociales significativas, que se manifiestan en los ingresos que estas producen (rentas, plusvalías) y que se reproducen a través de la herencia. De otra parte, nuestra segunda aportación está en reconsiderar el papel del Estado en su condición de ingeniero social, en su específica capacidad para producir estructura social y con ello identificaciones de clase; o incluso de superación de la sociedad de clases, a través de ese «efecto clase media».
Ese enfoque abierto permite construir un marco de ordenamiento no cerrado, mucho más flexible. Sin embargo, hay cinco instancias a las que otorgas una centralidad mayor en la reproducción de la clase media. La educación, el papel del Estado del bienestar, la propiedad, la familia y la figura del modernizado. De forma breve, ¿podrías resumir que papel juegan estos elementos en la generación del imaginario social de la clase media?
En efecto, se trata de incluir en el análisis más elementos de los que se suelen considerar a la hora de analizar lo que normalmente se llama estructura social. Por eso la centralidad de la propiedad, ya mencionada. También la importancia de los títulos académicos (lo que sin duda tiene una larga literatura detrás), en sociedades escolarizadas, y en las que las credenciales educativas son un elemento determinante de la posición socioprofesional. La familia también, en tanto agente primordial de la reproducción de clase y de la posición social, y que en la crisis de largo recorrido del capitalismo neoliberal, cobra incluso más relevancia a través de la inversión educativa, la herencia y la capacidad de proporcionar o no un marco de seguridad relativa. Los elementos ideológicos respectivos, basados en la confianza del individuo sobre sus capacidades de logro/cumplimiento social, etc.
La crisis capitalista global de los años 70 provoca al mismo tiempo la crisis del sistema de regulación keynesiano-fordista. A partir de este momento, los pilares de sostenimiento del welfare y del Estado como ente regulador entran en crisis con la irrupción de nuevas formas de acumulación financiera. En Fin de ciclo identificabas, junto con Isidro López, que la integración de buena parte de las unidades familiares en los procesos de financiarización constituyó uno de los puntos claves para relanzar un ciclo de acumulación por medio del endeudamiento personal y las subidas de los precios de los activos. ¿De qué manera este keynesianismo de precio de activos conformó la estructura de clases medias en la sociedad española previa a la crisis del año 2007?
De un modo fundamental, sin duda. Consideremos la historia de un país que experimenta un proceso de industrialización a trompicones con impulsos y paradas, como es la larga posguerra española que comprende casi veinte años (desde 1939 hasta 1956-1959). Un país que además presenta un patrón de concentración industrial tan desigual geográficamente como el de Italia, y por último que experimenta un rápido proceso de desindustrialización iniciado ya en la década de 1970. Sin embargo, se trata de una economía de fuerte especialización turística y de igualmente rápida terciarización, en la que el circuito territorial del capital (construcción de viviendas, infraestructuras, turismo, etc.) ha resultado central a la hora de generar dinámicas de acumulación extremadamente rentables para los agentes capitalistas locales (bancos, constructoras, promotoras).
En ese mismo país, la dictadura franquista y luego la democracia apostó por el fomento de la propiedad inmobiliaria como pilar de la estabilización social y de la moralización de la clase obrera. En España, desde la década de 1970, tres de cada cuatro hogares son propietarios de al menos una vivienda, y esta cifra alcanzó en la década de los dos mil el 82 %. Si consideramos el gran ciclo de crecimiento de la economía española en democracia (entre 1997 y 2008), observamos que durante ese periodo el valor patrimonial en términos constantes en manos de las familias se multiplicó por un factor 3,5, el volumen del préstamo a las familias por un factor 10 y el incremento del consumo doméstico en un 90 %, todo ello en una economía en la que los salarios se mantuvieron prácticamente estancados. Esto es lo que permitió que durante esa década, la economía española creciera más rápido que ninguna otra de las grandes economías europeas, y que su burbuja inmobiliaria fuera seguramente más intensa que la de EEUU o Reino Unido.
Es interesante considerar que los efectos en términos de incremento patrimonial, obtención de plusvalías inmobiliarias y acceso al crédito no dejaron fuera más que a una estrecha minoría de la sociedad española, no superior al 20 % y en buena medida compuesta por los migrantes de incorporación más reciente. Durante ese periodo el consenso social respecto al modelo neoliberal de base inmobiliario-financiero fue así prácticamente absoluto.
Sin embargo, el crash del 2007 hace entrar en crisis muchos de los elementos que fundan materialmente la clase media, acelerando y agravando los procesos de hojaldramiento de este segmento en la sociedad española ¿Podrías profundizar en cómo algunos de los elementos de la crisis económica sirven a la hora de explicar las bases materiales de un movimiento como lo fue el 15M?
Lo que se desata a partir de 2008 se podría considerar como la fase B de este ciclo económico de base inmobiliario-financiera. Las familias convertidas en empresas de inversión experimentaron entonces un suerte de proceso masivo de destrucción creativa. Lo que en términos mas banales implicó rápidas caídas del precio de la vivienda, bancarrota de muchas familias (agravadas por la oleada de despidos) y desahucios. Se calcula que en una década un millón de hogares perdieron su vivienda principal.
Lo que se produce a partir del movimiento de las plazas de 2011, lo que en España llamamos movimiento 15M, es la conversión de las crisis social en crisis política. En 2011, la sociedad española se descubrió al borde del abismo, empujada por las políticas de austeridad de la Unión Europea. El desempleo escaló de 2,5 millones a más de cinco millones en 2013, la deuda pública se disparó del 40 % a cerca del 100 %, los recortes y la degradación de los servicios públicos resultaron espectaculares, incluso los funcionarios se vieron amenazados en sus condiciones de trabajo y sus garantías más elementales. Las muletas financieras que habían velado, durante dos o tres décadas, se quebraron, las nefastas contrapartidas de la aplicación de la receta neoliberal aparecieron entonces sin ambages.
En este sentido, ¿Cuáles fueron las figuras protagonistas de este movimiento? ¿Qué tendencias, que más tarde se expresaron de forma completa en el asalto a las instituciones, se anticiparon en el protagonismo político que ocuparon dentro de este movimiento colectivos como Juventud Sin Futuro?
Es interesante subrayar que los componentes que protagonizaron las protestas, y que de alguna manera galvanizaron la identificación de las mayorías sociales con el 15M, no fueron los sectores sociales más perjudicados por la crisis. Fue una generación joven nacida en la década de 1980, o poco antes, la que mayoritariamente ocupó las plazas, vertebró la organización de las protestas y produjo la dinámica «tecnopolítica» que articuló el movimiento en las redes sociales. Se trataba además del segmento con mejor posición dentro de ese rango generacional: titulados universitarios, hijos de la clase media profesional, pero marginados por la crisis económica, relegados a una precariedad demasiado extendida en el tiempo y desde luego separados de las promesas de carrera y realización personal a las que parecían destinados.
Este tipo de composición social, explica igualmente el éxito de las protestas: en el chico o la chica con máster, pero «sin futuro» estaba de alguna manera contenida la representación del colapso general del país. También explica la naturaleza conservadora del movimiento, aunque también arropó la bandera de la democracia contra la «dictadura financiera», la corrupción o la casta política. Sin duda, en su masividad y en los procesos de politización que el 15M animó, había también una tendencia a la radicalización de la democracia, y hacia posibles horizontes de alianza social con los sectores sociales más golpeados, tal y como se probó en el sindicalismo de vivienda que empieza a respirar en esos años. Pero este elemento «restaurativo» y conservador no se puede despreciar, en tanto es luego el que finalmente resultó dominante.
Dentro de esta Juventud sin Futuro, frente a la clásica figura del organizador político, ha destacado la figura del experto en comunicación, que siguiendo los postulados políticos del populismo teorizados por Mouffe y Laclau, ha ocupado un rol determinante que en parte explica el triunfo de un segmento de Podemos tras Vistalegre frente a otras familias o fracciones que componían el partido político.
En varias ocasiones has señalado que esto esto se debe a que la política de izquierda es una política sin pueblo o sujeto político, reducida a cargos políticos de representación institucional y opinólogos, donde no existen formas de base que puedan establecer una suerte de dialéctica movimiento-partido. ¿Podrias profundizar en esta tesis?
El hecho de que este tipo de composición social resultara dominante en el movimiento explica también, aunque sea parcialmente, la deriva política posterior. Agotada la fase de movilización más creativa y potente entre 2011 y 2013, fueron muchas la voces dentro de los sectores activos, que empezaron a hablar en los términos de construir una alternativa electoral. Podemos fue el resultado más acabado de esta opción. No fue el único: hubo candidaturas municipales como la de Ada Colau en Barcelona y otras experiencias previas. Pero sí fue la respuesta más acabada y más perdurable.
La irrupción de Podemos en 2014 cambió significativamente el paisaje político español: prácticamente quebró el bipartidismo y, durante algún tiempo, pareció representar una opción política novedosa y progresista, por momentos casi rupturista. Sin embargo, Podemos representó también una vía directa de institucionalización del acontecimiento 15M. De una parte, el partido asumió rápidamente una suerte de modalidad política de tipo empresarial. Toda la capacidad de decisión quedó reducida al núcleo fundador, que además también de forma demasiado veloz, se rompió en una interminable batalla fraccional, que dura hasta hoy en día. En el camino, se «sacrificaron» varias decenas de miles de personas que se habían organizado en los llamados «círculos», las asambleas de base de Podemos. Esta enorme masa política abandonó la organización a medida que era reducida a mera comparsa de los plebiscitos de Pablo Iglesias, las campañas electorales y las luchas fraccionales de la dirección.
De otra parte, los «dirigentes» del partido justificaron desde el principio la necesidad de prescindir de una militancia amplia y plural dentro de la organización. Iglesias y Errejón adoptaron por aquel entonces la «sofisticada» teoría del populismo de Laclau y Mouffe. Convertidos en aprendices de brujo, confiaron todo a un modelo de comunicación directa con el «pueblo», que pretendían organizar desde los platós de televisión y la tertulia política, entonces convertida en producto prime time. La ingenuidad de Podemos hoy casi enternece.
En el marco de esta política convertida toda en discurso y comunicación, Podemos no tardó en ser torpedeado por las campañas agresivas de los medios, animadas por la práctica totalidad del espectro político y mediático. Abandonada así misma, la dirección de Podemos fue literalmente triturada. Apenas pasados ocho años, de los grandes protagonistas del primer Podemos no queda ninguna figura en primera línea de la política. Los líderes de Sumar (el relevo de Podemos) son figuras no nuevas, pero si secundarias en esos primeros años «heroicos». En la cuneta se dejó toda posibilidad de ensayar un nuevo tipo de experiencia política, a medio camino entre el partido y el movimiento.
El proceso de reestructuración capitalista ya mencionado logra también que el “nuevo proletariado” de servicios que el régimen de acumulación neoliberal ha generado responda a unas características particulares, que, en muchas ocasiones tienden a corresponderse con la reproducción misma de una clase media, llamémosle “pro”. ¿Qué impactos plantea a la hora de imaginar un nuevo ciclo de luchas encontrarnos con un proletariado que es en muchos términos redundante, produce poco valor o es fácilmente sustituible?
Una de las lecciones más relevantes sobre el ciclo de movilización que empujó el 15M es que seguramente la crisis social producida en 2008 no fue suficiente como para romper con el espejismo de la clase media como mayoría social, si entendemos esta como una realidad de facto o aspiracional (ideológica). Creo que el miedo a una quiebra social de mayores dimensiones fue también lo que generó la respuesta de las instancias de mando europeas, que tras el experimento de reestructuración griego decidieron levantar ligeramente el freno con las políticas de compra de deuda pública por parte del BCE y la Expansión Cuantitativa (QE). El fin de la política de austeridad amplió la capacidad de arbitrio de los gobiernos. Y en cierto modo, actuó como el cortafuegos determinante de lo que estalló en varios países en 2011.
La contención de la crisis social disolvió a su vez las posibilidades de alianza entre las clases medias en proceso de proletarización, y los segmentos ya proletarizados y sobreexplotados. Estos segmentos, para el caso español, se pueden considerar bajo la figura de una suerte de proletariado multinacional de los servicios, que trabaja en la restauración, el turismo, la logística, el comercio, el servicio doméstico, el trabajo sexual, etc. Este proletariado es empleado, por tanto, en sectores económicos relativamente marginales: actividades de servicios personales y de mercado, por lo general con una bajísima composición orgánica de capital y bajos índices de productividad. Este proletariado de servicios está muy fragmentado laboralmente, y también en términos de su composición interna (migrantes, nacionales o no, etc.), y además dispone de muy escaso poder estructural dentro de la cadena global de la producción de valor. Es, por eso, un sector socialmente invisible, que dispone de momento de pocas capacidades de organización. En cierta forma, es el gran elefante en la habitación de la sociedad de clases medias. Esta nueva figura proletaria es el gran interrogante y la gran promesa política futura.
Por finalizar, me gustaría preguntarte por una cuestión. ¿Qué es el comunismo hoy? ¿Es posible repensar la comunidad en una sociedad tan fragmentada como la nuestra, tan individualizada? ¿Con subjetividades tan atrofiadas? ¿Qué podemos rescatar del baúl de las luchas que ya han tenido lugar para pensar y articular las luchas del presente?
Creo que lo que tenemos que considerar siempre es que el comunismo no es un modelo de sociedad ideal, mucho menos un forma política (al modo de los Estados socialistas), es el «movimiento real» que socava la sociedad presente. Lo que tenemos que ser capaces es de descifrar esas fuerzas que operan hoy como la tendencia comunista de la sociedad futura.
Pablo Oliveros Pablo Oliveros es miembro de Txarraska Gaztetxea y del sindicato de vivienda Batu. Investiga sobre la interrelación entre el territorio y los procesos productivos y financieros en Euskadi. IG:@Pablo_oliveros1
Observación de Joaquín Miras:
Me parece muy buena, propongo editarla.
La del final es la única definición de «comunismo» que me parece sostenible (está en Ideol. Alem, evangelio de KM, capítulo 13, versículo 13, con perdón) (Ed de Grijalbo, pág. 37)
El análisis de lo que es y ha sido nosotros, la izquierda, es, para quien no se ponga parche de pirata en ambos ojos, indiscutible
Está claro y muy rebien explicado, porque eso que llamamos izquierda es el niño que el pediatra le dice a la mamá: que no sirve que lo tire y se haga hacer otro. El estatismo de toda la izquierda, incluido el leninismo, honrosa corriente de izquierdas, pero que no logra salir de la hegemonía civilizatoria de un capitalismo deslumbrante.
«Todos los problemas tienen un denominador común que es la transformación de la vida cotidiana y de la consciencia de la vida cotidiana [pensamiento cotidiano] (…) Si les parece, para llamarles la atención, aunque sea un poco provocador, tiene que ser un individuo que haya experimentado lo que en las tradiciones religiosas se llama una conversión» es lo que escribe MSL. Vida cotidiana y pensamiento cotidiano es Lukács, el valioso, el interesante, el posterior al Joven Hegel, y sobre todo el de los años 50 hasta su muerte -Estética…-. toda nueva actividad humana directa, por mínima que sea, si es directa, (prioridad ontológica de la actividad organizada sobre todo lo demás) genera cambios capilares, pero materiales en la vida cotidiana y en la cultura cotidiana objetivada (eticidad/eticità/sittlichkeit) y en la antropología humana («subjetivada»), una izquierda que no se dedique a esto es el niño a tirar. La respuesta: camarada, la sociedad tiene problemas inmediatos y enormes que hay que resolver, etc , que es como decir, camarada, la estás cagando. Pues, bueno, aquí estamos, aquí seguimos. La última vez que un botarate me soltó esa frase -era en Calle Urrutia- él estaba en la nomenclatura de los posibles candidatos a concejal de Barcelona con Ada Colau. Desde entonces, todo ha mejorado gracias a la devoción de estas gentes, vivimos mejor y ya se sabe. Esto último, lo de la relación entre hacer cultura y subjetividad, nace en la filosofía de Aristóteles -nos hacemos constructores de casas haciendo casas, ethos, con eta, y ethos con épsilon, carácter y cultura material que ponemos en acción mediante nuestro hacer, están correlacionados, y lo coge Hegel y lo convierte en la raíz ontológica humana. La historicidad ontológica nuestra es, en consecuencia, Gramsci y Lukács.
8. El equilibrio jordano
Sin demasiadas novedades, un repaso de David Hearst a los problemas que provoca a la monarquía jordana la actual guerra de Gaza. Quizá insiste demasiado en que el único responsable es Netanyahu. https://www.middleeasteye.net/
Jordania podría pagar un alto precio por la interminable guerra de Netanyahu contra Gaza
David Hearst 23 de agosto de 2024
El delicado equilibrio del reino corre el riesgo de derrumbarse, con implicaciones regionales potencialmente catastróficas.
Con cada ronda fallida de negociaciones, resulta cada vez más claro para la audiencia mundial dónde reside el obstáculo para un alto el fuego en Gaza: en el cerebro del Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Lo tienen aún más claro Yoav Gallant, ministro de Defensa israelí, y David Barnea, director del Mossad, que encabeza el equipo negociador israelí.
Un acuerdo de alto el fuego en la línea de la declaración del presidente estadounidense Joe Biden y la consiguiente resolución de la ONU, próxima a la que Hamás ya ha aprobado, conseguiría dos cosas: derrocar al gobierno de Netanyahu y privarle del poder de librar una guerra intermitente permanente.
Aunque, sobre el papel, un alto el fuego podría permitirle reanudar la guerra al final de la primera fase de liberación de rehenes y prisioneros, si Israel saboteara las negociaciones, en realidad, tal oportunidad disminuiría tras seis semanas de paz.
Ahora se ve que la única forma de que Netanyahu continúe en el poder, y en libertad, es mantener a Israel en pie de guerra, en un permanente estado de conflicto de bajo nivel en todas sus fronteras.
El estado de guerra es su Cúpula de Hierro, su tarjeta de salida de la cárcel de la rendición de cuentas que aún tiene que afrontar por el 7 de octubre y una operación de 11 meses en Gaza que ha fracasado manifiestamente en poner de rodillas a Hamás.
La guerra es su protección contra la pérdida de la corona a manos del joven aspirante, el ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben Gvir, y contra una posible condena a prisión por múltiples cargos de corrupción.
Ante la incapacidad y la falta de voluntad del actual presidente de Estados Unidos, o de cualquier otro en el futuro, de utilizar medios reales para frenar a Israel, como cortar su suministro de armas -Estados Unidos acaba de aprobar otros 20.000 millones de dólares en armamento-, Netanyahu está siendo coherente.
La única dirección de viaje es la siguiente línea del frente, y ya se está reduciendo la operación de Gaza a medida que se redistribuyen unidades para la próxima guerra contra Hezbolá en Líbano. Todas las demás rutas conducen a la perdición para Netanyahu.
Pero permitir que este hombre continúe indefinidamente un conflicto en cinco frentes tiene un alto precio.
La forma más clara y rápida de contabilizar los costes de permitir que Netanyahu continúe en el poder puede verse en Jordania, una zona tampón que ha absorbido a los refugiados de décadas de guerra en la región.
La forma más cínica de pensar sobre Jordania es decir que el reino vive bien de la crisis, con las manos permanentemente extendidas en busca de ayuda exterior.
Eso supone alegremente que el reino hachemí seguirá funcionando sin importar el caos que cocinen sus vecinos. Hoy en día es una gran suposición.
En cambio, el mundo occidental debería preguntarse: ¿qué aspecto tendría la región si Jordania volviera a convertirse en un campo de batalla, como lo fue durante su guerra civil con la Organización para la Liberación de Palestina en 1970?
Amenaza existencial
La mayor amenaza para Jordania existe en las cabezas israelíes.
Es la idea de que «Jordania es Palestina». Ha habido varias versiones de esto, incluido el Plan Allon, llamado así por el político israelí Yigal Allon, que pedía que franjas de Cisjordania fueran anexionadas por Israel y que el resto pasara a formar parte de Jordania. Este plan atrae a los autodenominados «moderados» del espectro político israelí.
El Likud ha pedido que Israel se apropie de toda Cisjordania y simplemente declare Jordania como Estado palestino.
Más recientemente, el equipo del expresidente estadounidense Donald Trump planteó la idea de una confederación jordano-palestina.
La versión más cruda de este plan implica amenazas directas a las aldeas y pueblos palestinos de la Cisjordania ocupada para que se marchen o serán incendiados por los colonos.
La «opción Jordán» nunca desapareció del discurso israelí. En 2010, un año de relativa paz y seguridad para Israel, alrededor de la mitad de los 120 miembros de la Knesset presentaron una propuesta para debatir sobre «dos Estados para dos pueblos a ambos lados del río Jordán», es decir, la expulsión masiva de palestinos a Jordania.
Una resolución de la Knesset aprobada justo antes de la última visita de Netanyahu a EE.UU. para prohibir un futuro Estado palestino fue igualmente específica en su lenguaje.
Decía así: «La Knesset israelí se opone al establecimiento de un Estado palestino en cualquier pedazo de tierra al oeste del río Jordán. La existencia de un Estado palestino en el corazón de Israel supondrá una amenaza existencial para el Estado de Israel y sus ciudadanos, extenderá aún más el conflicto árabe israelí-palestino y será una fuente de desestabilización para toda la región.»
La resolución fue aprobada por 68 votos a favor y nueve en contra, una mayoría que incluía a todos los miembros de la coalición gobernante y a la mayoría de los miembros de la oposición.
Para cualquier jordano, las palabras «cualquier trozo de tierra al oeste del río Jordán» son brutalmente claras. Significa que el único lugar donde Israel tolerará un Estado palestino será en Jordania.
No en vano, el rey Abdullah de Jordania declaró esta semana que la región «no aceptará que el futuro de la región sea rehén de las políticas del gobierno extremista israelí».
Pero sus problemas para mantener intacta la lealtad de su pueblo y la soberanía de su reino no han hecho más que empezar.
Abdullah en la cuerda floja
El ataque genocida de Israel contra la población de Gaza planteó a Abdullah un enorme dilema. Su respuesta hasta ahora ha sido oscilar entre dos políticas contradictorias. Este peligroso juego de equilibrismo se hace pasar por estabilidad en Jordania.
La primera y obvia respuesta es considerar lo que está ocurriendo en la Cisjordania ocupada bajo el liderazgo de Ben Gvir como una amenaza existencial para el reino.
El armamento de los colonos, los frecuentes ataques a aldeas y ciudades palestinas, las incursiones en el complejo de la mezquita de Al-Aqsa y, más recientemente, la declaración de Ben Gvir de que la oración judía está permitida en la mezquita, sólo tienen un propósito: empujar hacia el este a tantos palestinos como quieran abandonar sus hogares.
Ben Gvir humilla deliberadamente la custodia del reino hachemí de los santos lugares de Jerusalén.
Esta fue la única obligación reconocida internacionalmente que el padre de Abdullah, el rey Hussein, insistió en mantener cuando cortó todos los lazos legales y administrativos con Cisjordania en julio de 1988.
Esto ha creado una fuerte corriente de opinión en la corte real, que ha sido expresada por el ministro de Asuntos Exteriores, un cargo que tradicionalmente refleja las opiniones del rey. Y Ayman Safadi no se ha contenido; ha dado continuamente la voz de alarma.
Safadi ha afirmado que la presión israelí para desplazar a los palestinos de Gaza podría impulsar a la región hacia el abismo de un conflicto regional. Calificó a Israel de Estado canalla tras el asesinato del dirigente político de Hamás Ismail Haniyeh en Teherán.
Y después de que su homólogo israelí, el ministro de Asuntos Exteriores Israel Katz, renovara su llamamiento a construir un muro a lo largo de la frontera con Jordania para impedir el «contrabando» a través de la frontera, Safadi declaró: «Ni las acusaciones inventadas ni las mentiras difundidas por funcionarios extremistas israelíes, incluidas las dirigidas contra Jordania, pueden ocultar el hecho de que la agresión de Israel a Gaza, sus violaciones del derecho internacional y su vulneración de los derechos del pueblo palestino son la mayor amenaza para la seguridad y la estabilidad de la región.»
La reina Rania, ella misma palestina, es la otra voz destacada de esta corriente. Condenó el hambre masiva en Gaza, declarando a CNN que era «vergonzoso».
Culpar a Irán
La corriente contraria en Jordania considera que todo lo que está ocurriendo es obra de Irán. Esta es la opinión del todopoderoso servicio de inteligencia jordano, una organización tan extensa que funciona como un gobierno paralelo. Tutelado por el MI6, está vinculado a los servicios de inteligencia israelíes y occidentales y a los Emiratos, el miembro más reciente del club.
El mukhabarat jordano está en perpetuo temor de una toma del poder por parte de los Hermanos Musulmanes, viendo la salvaje popularidad del ala militar de Hamás en las calles de Jordania desde el 7 de octubre como una amenaza nacional.
En consecuencia, hace todo lo que está en su mano para reprimir las protestas populares. Las autoridades jordanas ampliaron recientemente el alcance y la definición de ciberdelito para incluir la «difusión de noticias falsas», la «provocación a la contienda», la «amenaza a la paz social» y el «desprecio a las religiones», un arma utilizada exclusivamente contra las manifestaciones propalestinas.
Decenas de personas han sido detenidas en virtud de esta disposición, según Human Rights Watch.
Poderes como éste sólo provocan. Hubo indignación cuando las fuerzas de seguridad jordanas agredieron y detuvieron a Saraa al-Thahir y a su madre simplemente por levantar una pancarta que cuestionaba la tutela hachemí sobre Al-Aqsa tras las redadas en la mezquita dirigidas por Ben Gvir.
Los mukhabarat sólo sirven a un amo extranjero que los desprecia.
Israel asume una posición de superioridad natural sobre sus aliados en el mundo árabe, y avergüenza innecesariamente a sus patrocinadores secretos con revelaciones en los medios israelíes que traicionan el nivel real de cooperación económica y militar que se está produciendo.
Actualmente hay escasez de tomates en Israel, porque Turquía ha dejado de enviarlos como parte del boicot comercial a Gaza. Israel también ha detenido la importación de tomates de Jordania por temor a que puedan estar infectados de cólera.
El anuncio israelí de suspender la exportación de tomates de Jordania fue un buen recordatorio para los jordanos de que el comercio continuaba. El ministro de Agricultura, Khaled Hneifat, acababa de anunciar que la exportación se suprimiría progresivamente para garantizar el abastecimiento de los mercados locales.
Del mismo modo, Israel sigue dejando caer a Jordania insistiendo en que su fuerza aérea tiene acceso al espacio aéreo jordano en caso de un ataque de misiles y drones desde Irán.
Tan pronto como el Canal 12 citó a un funcionario afirmando que Jordania permitiría que aviones de guerra israelíes utilizaran su espacio aéreo para frustrar el esperado ataque de Irán en respuesta al asesinato de Haniyeh en Teherán, las autoridades jordanas se vieron obligadas a emitir acalorados -y vacíos- desmentidos.
La televisión estatal jordana Al-Mamlaka TV citó a una fuente informada que afirmó que el reino no permitiría utilizar su espacio aéreo «bajo ninguna circunstancia a ninguna de las partes, y no permitirá una respuesta militar para ninguna de las partes beligerantes en la actualidad».
¿Cuál de las dos afirmaciones creen los jordanos? La israelí, por supuesto, porque todo el mundo sabe que Jordania no tiene poder para impedir que Israel o Estados Unidos utilicen su espacio aéreo.
Estos incidentes debilitan al rey y hacen la vida extremadamente difícil a quienes en Jordania quieren seguir cooperando con Israel por debajo de la mesa.
Israel echa sal en la herida cada vez que puede, aunque a Tel Aviv le interese guardar silencio.
Frontera porosa
Todo esto tiene una consecuencia inmediata. La frontera más larga y tradicionalmente más pacífica de Israel es cada semana más porosa.
Según un informe de Maariv, más de 4.000 personas se han infiltrado en la frontera con Israel en las últimas semanas, y las autoridades israelíes sólo atrapan a una parte de ellas.
Los motivos varían. Pueden estar buscando trabajo o traficando con drogas. Pero algunos también introducen armas de contrabando en la Cisjordania ocupada.
Yitzhak Wasserlauf, ministro israelí para el Néguev y Galilea, convocó recientemente una sesión plenaria del gobierno para debatir lo que denominó «infiltración masiva desde Jordania».
Según un informe de Maariv, añadió: «No se trata sólo de un problema demográfico… Es una amenaza real para la integridad del Estado de Israel. Las fronteras abiertas se utilizan como canal para el contrabando de armas, drogas y materiales peligrosos, y permiten a nuestros enemigos infiltrarse en nuestro territorio.»
Así que la respuesta de Israel será construir otro muro y militarizar la frontera.
La Radio del Ejército israelí informó recientemente de que el jefe del Estado Mayor del ejército, Herzi Halevi, estaba pensando en crear una nueva división militar que se desplegaría a lo largo de cientos de kilómetros a lo largo de la frontera jordana.
Cuando Hezbolá e Irán prometieron tomar represalias por los asesinatos de Haniyeh y del comandante de Hezbolá Fuad Shukr, Safadi voló a Teherán para evitar que se repitiera lo ocurrido sobre los cielos de Jordania en abril, cuando aviones de guerra israelíes y estadounidenses derribaron aviones no tripulados antes de que pudieran llegar a Israel.
Fue la primera visita oficial de un ministro de Asuntos Exteriores jordano a Irán en dos décadas, pero en realidad, su visita sólo demostró lo difícil que es mantener el equilibrio actual.
Ya no se escucha ni siquiera a los principales presentadores de noticias del mukhabarat cuando utilizan un lenguaje sectario contra el pueblo palestino recordándoles lo que ocurrió en 1970. Los habitantes de Cisjordania Oriental, que antes se empapaban de esta retórica, ahora buscan el liderazgo de Hamás.
Israel no tiene poder para impedirlo. Sólo tiene poder para llevar la guerra y el conflicto a una zona mucho mayor que Gaza y Cisjordania.
Si se permite que Netanyahu continúe con su actual misión de resolver la cuestión palestina por la fuerza, será imposible mantener el equilibrio que se está produciendo en Jordania.
El choque se dejará sentir por todas partes.
David Hearst es cofundador y redactor jefe de Middle East Eye. Es comentarista y conferenciante sobre la región y analista sobre Arabia Saudí. Fue redactor jefe de asuntos exteriores de The Guardian y corresponsal en Rusia, Europa y Belfast. Se incorporó a The Guardian procedente de The Scotsman, donde era corresponsal de educación.
9. Taxonomía de BSW
Un amplio repaso de Àngel Ferrero a la situación política en Alemania y al papel del partido de Wagenknecht. Termina haciendo referencia a un artículo de Rabkor que no solo se me ha escapado sino que no puedo encontrarlo -no pasa el enlace-. https://www.elsaltodiario.com/
Sahra Wagenknecht y los mutantes
El tiempo dirá si el movimiento estratégico de Sahra Wagenknecht y su alianza para forjar un bloque electoral interclasista funciona, y a qué precio, especialmente si el partido asume funciones de gobierno.
Àngel Ferrero 24 ago 2024
El próximo mes de septiembre se celebran elecciones en Turingia, Sajonia (1 de septiembre) y Brandeburgo (22 de septiembre). En estos tres estados federados las encuestas de intención de voto muestran desde hace meses de manera consistente la formación de una tormenta que podría llegar a amenazar con llevarse por delante al gobierno de coalición en Berlín. Alternativa para Alemania (AfD) lidera todos los sondeos, y en los casos de Turingia y Sajonia acaricia la cifra del 30% de intención de voto. Solamente en el estado de Brandeburgo el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) supera por ahora a la Unión Cristiano Demócrata (CDU) como segunda fuerza. La recientemente fundada Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) –una polémica escisión de La Izquierda tras años de fuertes disputas internas– aparece como tercera fuerza, con unos porcentajes de voto que van del 15% al 20% y que hacen muy difícil al resto de partidos continuar ignorándola, también a la hora de formar una coalición de gobierno estable que actúe como cordón sanitario dejando fuera a la ultraderecha.
El ministro-presidente de Brandeburgo, Dietmar Woidke (SPD), no ha excluido esa posibilidad. Tampoco lo ha hecho Markus Söder, de la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera, el partido hermano de la CDU, a pesar de las declaraciones en contra del presidente de esta última, Friedrich Merz, tildando a BSW de extremista. Wagenknecht, que ha planteado estas elecciones como un plebiscito a la política gobierno federal, y ha puesto como condición que se renuncie al despliegue de misiles de media distancia en territorio alemán y se ponga fin tanto al envío de armas a Ucrania como al incremento en las partidas de Defensa.
“Solamente participaremos en un gobierno regional que tenga también una posición clara a favor de la diplomacia y en contra de los preparativos de guerra”, aseguró a finales de julio en unas declaraciones recogidas por la agencia dpa, denunciando que “una nueva carrera armamentista devora miles de millones que son necesitados urgentemente para escuelas, hospitales, viviendas y pensiones más altas”.
Según una encuesta de Forsa, hasta un 74% de los alemanes en el Este está en contra del estacionamiento de misiles Tomahawk en Alemania (el porcentaje en el Oeste desciende hasta el 49%). A comienzos de agosto un grupo de activistas de los derechos humanos de la República Democrática Alemana (RDA) publicó una carta abierta conminando a “los partidos democráticos” a no pactar con BSW, a la que acusaba de profesar un “socialismo nacional”. Sea como fuere, la idea de crear una fractura en otra formación entrando en coalición con ella puede ser un arma de doble filo y volverse en contra de su impulsor (BSW, en este caso), como se ha demostrado en tantas ocasiones en tantos lugares.
Más allá de los acuerdos a los que se puedan llegar –en una reciente encuesta de Forsa para Redaktionsnetzwerk Deutschland (RND), un 45% de los militantes de la CDU se mostró partidario de trabajar con AfD frente a un 55% en contra, y un 52% se declaró a favor de formar una coalición con BSW–, y por mucho que los medios intenten reducir su impacto a las fronteras regionales de lo que en su día fue la RDA, los resultados en estos tres Länder ahondarán la imagen de una Alemania políticamente cada vez más volátil. En las pasadas elecciones europeas, y sin contar todavía con una con una estructura territorial consolidada, BSW obtuvo un 6,2% a nivel federal –con porcentajes de dos dígitos en Turingia (14,7%), Brandeburgo y Sajonia-Anhalt (13,5%) y Sajonia (12,2%)– que se tradujeron en seis eurodiputados –los sondeos le daban inicialmente entre uno y tres–, doblando en número de escaños a La Izquierda.
Un estudio de infratest para el semanario Der Spiegel ha mostrado cómo BSW captó la mayor parte de su voto del SPD (580.000) y La Izquierda (470.000), pero también de la CDU (260.000) y los liberales del FDP (230.000), bastante más que de AfD (160.000) –los medios y hasta algunos representantes de la nueva formación apuntaban a un trasvase mayor– y Los Verdes (150.000). La composición de voto de BSW se aleja, por lo tanto, de los patrones tradicionales de la izquierda.
Como ha comentado Esteban Hernández a propósito de la polémica causada por la entrevista concedida a la revista New Left Review para su edición del mes de abril, el partido de Sahra Wagenknecht “pone el acento en el Mittelstand, ese conjunto de pequeñas y medianas empresas germanas porque sabe que es el lugar donde las contradicciones entre capital y trabajo son más expresas en estos momentos”, pero también “porque Alemania carece de una cultura obrera, como pudo existir en Reino Unido, ya que en las últimas décadas esas mismas clases se percibían como clase media” y “el Mittelstand es un punto de reunión de ambas”.
El tiempo dirá si este movimiento estratégico para forjar un bloque electoral interclasista funciona, y a qué precio, especialmente si BSW asume funciones de gobierno y ha de enfrentarse a las tareas cada vez más urgentes y aplazadas de la industria alemana –desde las pequeñas y medianas empresas hasta los gigantes del sector–, como la digitalización o el aligeramiento de la carga burocrática, que lastran un modelo productivo del que todos los analistas coinciden en señalar que precisa, como poco, de una considerable modernización para mantener su competitividad a escala internacional. Lo mismo vale para las medidas contra el cambio climático, que no ocupa un lugar destacado en su discurso político.
Las principales líneas programáticas de BSW
Su programa, según el analista Wolfgang Münchau en su blog EuroIntelligence “una mezcla de políticas: contra la entrega de armas a Ucrania, contra la inmigración, a favor de retomar las relaciones comerciales con Rusia y subsidiar las viejas industrias”, cuenta con un apoyo nada desdeñable. De acuerdo con este comentarista, “mientras el porcentaje de votantes a AfD ha fluctuado de manera importante, el apoyo a la suma total de AfD y BSW es totalmente estable”. En las elecciones europeas obtuvieron de consuno un 22,1%, y antes de la llegada del partido de Wagenknecht AfD obtenía en torno a un 20% en las encuestas de intención de voto. “Lo que ambos partidos tienen en común, aparte de posiciones similares en cuestiones importantes, es que ambos están fuera del cortafuegos político, la versión alemana del cordón sanitario”, señalaba Münchau. Con AfD y BSW, “un tercio del espectro político queda fuera en la oposición […] lo que significa que el espectro político alemán se está dividiendo en dos grandes grupos: un establishment centrista y un extremo anti-centrista.”
Sahra Wagenknecht (Jena, 1969) representa a un sector de la sociedad alemana que se ha radicalizado durante la llamada “era Merkel”. Ella misma ha experimentado ese proceso –y lo ha hecho al compás de sus electores, en directo y frente a sus ojos, en sus intervenciones públicas ampliamente recogidas y difundidas por la prensa y la televisión–, por lo que las personas a las que representa políticamente pueden sentirse más identificadas con ella que con otra figura.
En su reciente biografía sobre Wagenknecht, Klaus-Rüdiger Mai recuerda que esta trayectoria ha estado jalonada de no pocas paradojas: como miembro destacado de la Plataforma Comunista (KO) criticó que el Partido del Socialismo Democrático (PDS) –una de las formaciones predecesoras de La Izquierda– moderase sus propuestas con el fin de ampliar su base social, y Wagenknecht se opuso asimismo a la fusión del PDS con la Alternativa Electoral–Justicia Social (WASG) de Oskar Lafontaine –su actual marido– por su procedencia socialdemócrata. Al mismo tiempo, Mai admite que Wagenknecht ha tenido la habilidad política de superar sus propias contradicciones, resistir a los ataques sufridos y tomar las riendas de los tiempos en el espacio político en el que se encontraba en ese momento.
Del fracaso de aufstehen, el movimiento que impulsó en 2018 junto con políticos socialdemócratas y verdes y que atrajo en su momento un considerable interés social y mediático, extrajo por ejemplo la lección de que, además de impulsar un movimiento político, hay que organizarlo y hacer que se consolide, tarea que ha delegado en otros en su nueva empresa. Wagenknecht estaba, además, en una posición inmejorable para apelar al bloque electoral que aspira a representar teniendo en cuenta no únicamente su trayectoria, sino la relevancia mediática que ha adquirido en los últimos años como invitada habitual en los programas de debate vespertinos de la televisión alemana, primero, y a través de sus mensajes en las redes sociales, después.
En un análisis para el diario Die Zeit, el politólogo Torsten Holzhauser se centra en el controvertido discurso sobre política migratoria de BSW. Según Holzhauser, este discurso a favor de un control más restrictivo de la inmigración –vinculada aquí, como fenómeno, a las lógicas liberales de mercado y a la globalización, y que compartiría también con una parte de la socialdemocracia alemana– busca explotar la divergencia entre la retórica oficial de los partidos de izquierda y la opinión real de muchos de sus votantes en torno a esta cuestión, en particular entre los votantes tradicionales en los barrios obreros, azotados desde hace décadas por el desempleo. El autor recuerda que en este punto han precedido a BSW el Partido Socialista (PS) de los Países Bajos –de manera clara en la campaña de Lilian Marijnissen en las pasadas elecciones legislativas– y, desde 2015, los socialdemócratas en Dinamarca, donde su primera ministra, Mette Frederiksen, ha desplegado una política migratoria más estricta –su gobierno está a favor de la creación de centros de refugiados en el Norte de África para que se gestionen desde allí las peticiones de asilo, de la aceleración de las expulsiones y de un puntilloso control de las ayudas económicas concedidas– que busca proteger a su electorado tradicional y evitar la fuga de votos hacia la ultraderecha.
Señalando sobre todo el caso danés, Holzhauser cuestiona con todo que esta fórmula consiga afianzar a sus partidarios en el poder, frenar a la ultraderecha o, incluso, competir con éxito con otros partidos de izquierda sobre esta base. En el caso holandés, el PS obtuvo solamente un 3% en las últimas elecciones. La problematización de la inmigración primando factores culturales puede acabar llevando agua al molino de la ultraderecha, alerta Holzhauser en su análisis. Curiosamente, en contraste con la percepción del partido, y de acuerdo con un reciente estudio comisionado por el Frankfurter Allgemeine Zeitung, BSW fue uno de los partidos más votados por los musulmanes en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo.
Tras las elecciones al Parlamento Europeo, BSW intentó sin éxito formar un grupo propio de “soberanistas rojos” en la Eurocámara junto con el Movimiento 5 Estrellas (MS5) italiano o el SMER-SD del presidente eslovaco Robert Fico, otros partidos que se han resistido a una clasificación ideológica tradicional. Esta cuestión es sin duda una de las que más ampollas ha levantado en un debate político en el que, como ha observado Jean Bricmont, en el fondo “vivimos en un mundo de fantasías del pasado”. Un mundo en el que algunos operadores políticos y spin doctors se sienten cómodos, pero que a la hora de la verdad poco sirve para entender la realidad social, y menos aún para transformarla. Mai emplea una metáfora apta: siguiendo las indicaciones del sistema de navegación, el conductor de un BMW terminó llevando su automóvil al fondo del río Havel. El conductor exigió una indemnización a la compañía por el fallo del sistema de navegación. BMW le respondió que un sistema de navegación no excluye que el conductor tenga que mirar a la carretera de vez en cuando.
Se busca taxónomo político
A estas alturas prácticamente todo el mundo conoce la frase de Antonio Gramsci y el interregno. Hay otra cita, acaso menos conocida, pero no menos apropiada, en la correspondencia entre Walter Benjamin y Bertolt Brecht, en la que el primero comparaba la evolución del comunismo soviético con una de esas “fantasías grotescas de la naturaleza que son extraídas del fondo de los mares bajo la forma de un pez con cuernos o de otro monstruo”. En un vocabulario moderno quizás los llamaríamos mutantes. Y, con todo, hoy podemos afirmar que el siglo XX ha visto unos cuantos de estos “peces con cuernos” (o mutantes) antes de que los taxónomos pudiesen clasificarlos debidamente, y en ocasiones el debate ni siquiera está aún cerrado. El bolchevismo debió parecer sin duda a los socialdemócratas alemanes un “pez con cuernos”, no menos que el estalinismo a la vieja guardia bolchevique o el fascismo histórico a los conservadores, y algo no muy diferente debieron percibir algunos ante la aparición del islam político en los setenta, los partidos verdes en los ochenta o ciertos partidos populistas, tanto de izquierdas como de derechas, en el reciente y ya definitivamente clausurado ciclo electoral. En la naturaleza, a ojos de un observador humano, las mutaciones pueden parecer un error, y en no pocas ocasiones conducen efectivamente a la muerte o el fracaso del animal mutado, pero, a veces, pueden convertirse en un éxito evolutivo si la mutación le permite adaptarse mejor al entorno.
Reconocer –que nunca significa aprobar– la existencia de estos fenómenos y analizar –que nunca significa justificar– por qué se han producido es un proceso ingrato, conociendo la virulencia con la que se dirimen estas cuestiones en la izquierda, y que el diletantismo que plaga a los medios de comunicación, prisioneros de unas rutinas y dinámicas que no facilitan precisamente la creación de espacios para el debate y la reflexión, no hace más que complicar. Un marxista muy poco ortodoxo y al que las etiquetas generaban una manifiesta incomodidad, Karl Korsch, escribió en 1931 que era de muy poca utilidad “confrontar la doctrina subjetivista del rol decisivo del individuo en el proceso histórico con otra doctrina, igualmente abstracta, que habla de la necesidad de un proceso histórico dado”. “Es más útil explorar, tan precisamente como sea posible, las relaciones antagonistas que surgen de las condiciones materiales de producción de una forma económica dada de la sociedad para los grupos que participan en él”, continuaba Korsch, para quien “en la investigación de las relaciones antagonistas existente entre varias clases y fracciones de clase de una forma económica de sociedad es aconsejable considerar no solamente las formas materiales, sino también ideológicas, en las que estas relaciones antagonistas ocurren en una forma económica dada de la sociedad.”
A BSW se la ha intentado definir como “partido protesta”, “populista”, “híbrido”, “de izquierda pragmática”, “autoritaria”, “nostálgica” o “nacionalista”, y en las redes sociales incluso circulan etiquetas más contundentes, como “nacional-bolchevique” –una definición de la que en Rusia solamente se ha hecho eco un conocido blog militar–, “rojipardo” y hasta “fascista”. “La Alianza Sahra Wagenknecht es en principio el retorno del partido de cuadros leninista, pero sin la idea de socialismo”, afirmó en mayo Gregor Gysi, expresidente de Die Linke. Ilko Sascha-Kowalczuk firmó semanas después una columna en Die Zeit con una opinión similar. Alex Demirović la ha descrito como una suerte de populismo tecnócrata, un “populismo de diseño” y un “populismo sin pueblo”, forjado en los platós de televisión y en los institutos de encuestas de intención de voto. Amira Mohamed Ali y la propia Sahra Wagenknecht, copresidentas de la formación, se han definido en alguna ocasión a sí mismas como “links konservativ” (“conservadora de izquierdas”), una expresión que en última instancia tampoco resuelve mucho, ya que puede significar tanto una reivindicación del discurso y las formas de organización de una izquierda anterior a la penetración del pensamiento posestructuralista como una izquierda que se considera progresista en política económica, pero conservadora en cuestiones sociales (de manera destacada, en los debates en torno a las llamadas políticas de la identidad).
Poco antes de las elecciones al Parlamento Europeo, el candidato de BSW Fabio De Masi respondía como sigue a la pregunta de la adscripción ideológica en una entrevista para la edición alemana de Jacobin: “No diría que somos ‘ni de izquierdas ni de derechas’, sino que más bien diría que el concepto ‘izquierda’ es hoy percibido en la población de una manera diferente a como lo era antes. Mientras ‘izquierda’ significó durante mucho tiempo en el sistema político el conflicto entre capital y trabajo –entre arriba y abajo–, hoy cada vez más personas entienden bajo este término un discurso elitista y alejado de la realidad, y de estilos de vida. Creo que esto ha contribuido a una alienación de capas sociales concretas de los partidos de izquierdas […] Con frecuencia se nos describe como ‘conservadores de izquierdas’. Personalmente no soy especialmente conservador, pero sé naturalmente que hay personas que por ejemplo viven en zonas rurales y tienen otras realidades que algunas de las personas que viven en las grandes ciudades. Y de lo que se trata es de retraerse y hacer una política que apele a las mayorías. […] Yo represento una posición keynesiana de izquierdas en política económica.”
El espejismo del “populismo pragmático”
Pero si BSW se ha encontrado con una sorprendente y feroz oposición en redes sociales en España –un fenómeno que casi podría despacharse con una conocida cita de Carl Schmitt: “El enemigo es nuestra propia cuestión como forma” [Der Feind ist unsere eigene Frage als Gestalt]–, también cuenta con unos cuantos admiradores acríticos, para quienes actúa, de manera no muy diferente a sus detractores, como una pantalla de proyección. Estos últimos sueñan con importar su proyecto político sin tener en cuenta ni el contexto ni los antecedentes políticos, sociales e históricos que han llevado a su aparición en Alemania y que son, por descontado, irreproducibles, aunque algunas similitudes –los debates en el seno de la izquierda, las guerras culturales, la inmigración como tema de campaña cada vez más relevante– permitan pensar en intentos de replicarlo en otros países europeos si se dan algunas de las condiciones.
Un texto publicado en el digital de izquierdas ruso Rabkor semanas atrás advertía contra el embrujo del “populismo pragmático” que representa para muchos BSW. Según su autor, que firma con el seudónimo de “Joan” –seguramente por buenos motivos: el editor de la revista, el marxista Borís Kagarlitsky, cumple una condena de cinco años de prisión en una colonia penitenciaria por su oposición a la guerra de Ucrania–, “en este punto es seguro que decir que la más bien entusiasta, pero fallida, ola populista de izquierda de la década anterior ha estado en un estado de tablas práctico e ideológico durante años”.
“La derrota de Syriza en Grecia y de Podemos en España”, continúa, “el declive gradual de La Izquierda en Alemania y la dimisión de Jeremy Corbyn como líder del Partido Laborista británico han demostrado las limitaciones de esta política, y solamente en Francia el populismo de izquierdas encabezado por Jean-Luc Mélenchon sigue manteniendo su impulso, encadenando éxitos, ¿por qué?” Este autor cree que “Mélenchon y La Francia Insumisa representan una ‘alternativa’ real a través de sus actividades, es más, la actualización radical de los problemas ecológicos y sociales, junto con el establecimiento de la VI República y el movimiento socialista, hacen a Mélenchon y a su partido popular entre los trabajadores y los jóvenes, permitiéndole conseguir resultados cada vez mejores en las elecciones a varios niveles.” Pero sobre todo advierte: “Lo opuesto al romanticismo del ‘populismo alternativo’ deviene, de repente, en la racionalización del desabrido ‘populismo pragmático’.”