DEL COMPAÑERO Y MIEMBRO DE ESPAI MARX, CARLOS VALMASEDA.
ÍNDICE
1. Seguimos para bingo.
2. Promesa verdadera IV.
3. Elecciones en Camerún.
4. Hedges entrevista a Medea Benjamin.
5. La participación extranjera en los bancos indios.
6. Más sobre justicia y libertad de expresión.
7. Manual sobre política de la tierra.
8. Más sobre la teoría marxista del valor.
9. Resumen de la guerra en Palestina, 25 de septiembre de 2025.
1. Seguimos para bingo.
La pésima noticia de que hemos sobrepasado el otro límite planetario. Solo quedan dos en los umbrales razonables.
https://www.elsaltodiario.com/oceanos/humanidad-rebasa-septimo-limite-planetario-acidificacion
La humanidad rebasa el séptimo límite planetario para una existencia segura: la acidificación de los océanos
El Instituto para la Investigación del Cambio Climático de Potsdam advierte de que en el último año, el pH de los océanos ha sobrepasado el umbral crítico, sumándose a los otros seis sistemas de soporte de la Tierra ya traspasados.
Pablo Rivas
“Estamos poniendo en riesgo la estabilidad de los sistemas de soporte de la Tierra. Más de tres cuartas partes ya no están en la zona segura”. Así de contundente se ha mostrado Johan Rockström, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Cambio Climático (PIK, por sus siglas en alemán), en la presentación del último informe del Laboratorio de Ciencias de los Límites Planetarios del organismo científico germano hecho público miércoles.
El trabajo, la tercera edición de un informe que analiza procesos clave para el desarrollo de la vida en la Tierra, certifica que la acidificación de los océanos ha pasado los límites considerados seguros para la vida marina, lo que supone que este epígrafe pasa a engrosar la lista de sistemas de soporte terráqueo que se han traspasado ya debido a la actividad humana. Se trata de la certificación de algo que ya había adelantado un estudio del Laboratorio Marítimo de Plymouth (Reino Unido), la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y la Universidad de Oregón (EE UU), que cuantificaron el rebasamiento de ese umbral en diferentes puntos del planeta.
De un total de nueve límites, solo dos se mantienen en la zona segura: el agujero de ozono y la contaminación de aerosoles y partículas en la atmósfera. Los otros seis —todos más allá del umbral crítico considerado por el PIK— son la crisis climática, la integridad de la biosfera (pérdida de biodiversidad), el uso de agua dulce, la deforestación y los cambios de uso del suelo, la introducción de nuevas entidades en el medio (contaminación química) y los flujos biogeoquímicos de nutrientes (ciclo del nitrógeno y el fósforo). Todos ellos muestran signos de empeoramiento frente a la anterior edición del informe, publicada en 2024.
Otro problema causado por la era del petróleo
La inclusión de la acidificación oceánica viene impulsada, principalmente, por la quema de combustibles fósiles y la mayor presencia de CO2 en la atmósfera. El agua absorbe un dióxido de carbono cada vez presente en mayor cantidad en el aire, lo que hace disminuir el pH de los océanos. Asimismo, el problema se agrava por la deforestación y los cambios de usos del suelo, lo que “degrada la capacidad de los océanos para actuar como reguladores del clima”, sostienen desde el PIK.
Los datos analizados e integrados en el informe, titulado Salud Planetaria 2025, indican que el estado medio global de saturación superficial de aragonita, un indicador de la acidificación del agua de los océanos, es ahora de 2,84, justo por debajo del límite planetario revisado por el PIK de 2,86. Esta cifra supone que este valor es hoy solo el 80% del que era antes de la era preindustrial y que el pH ha caído 0,1 unidades desde entonces, lo que implica un incremento de la acidificación oceánica de entre el 30 y el 40%, según detalla la investigación.
Tal como señala, Levke Caesar, científica del PIK y una de las coautoras del estudio, si bien “el problema es global y todas las áreas de los océanos, el fenómenos es más fuerte en las áreas polares”. También afecta especialmente a ecosistemas clave, como los corales de aguas frías o los arrecifes tropicales. “Los niveles de oxígeno están disminuyendo y las olas de calor marinas se están intensificando. Esto genera una mayor presión sobre un sistema vital para la estabilidad del planeta Tierra”, añade Caesar, quien ha recordado que este problema afecta a toda la cadena trófica al incidir especialmente sobre los pterópodos, fuente de alimento para múltiples especies, incluidas las que consumen los humanos.
Sin mares sanos no hay planeta sano
Tal como ha recordado la oceanógrafa Sylvia Earle durante la presentación del informe, “el océano es la casa de la mayoría de las especies del planeta”, pues supone más del 90% del espacio vital por volumen y la mayor reserva de biodiversidad del planeta. Pero más allá, Earle ha destacado que los mares son “el sistema de soporte vital de nuestro planeta”. “Durante miles de millones de años, el océano ha sido el gran estabilizador de la Tierra: genera oxígeno, regula el clima y sustenta la diversidad de la vida. Hoy, la acidificación es una señal de alerta crítica. Ignorarla implica el riesgo de colapsar la base de nuestro mundo”.
Si bien siete de los nueve límites planetarios analizados van en la dirección equivocada, desde el organismo alemán han querido incidir en que la cooperación de la humanidad para frenar un problema puede dar un giro de 180ºC a la situación. Caesar ha recordado cómo el Protocolo de Montreal, fruto de la intercooperación global entre humanos, frenó el agujero de la capa de ozono, hoy con claros signos de recuperación. “La acción global funciona”, ha destacado este jueves en la presentación del informe.
En la misma línea, el director del PIK ha señalado: “Aunque la situación sea crítica, aún hay tiempo para actuar. El fracaso no es inevitable; es una elección. Una elección que debemos y podemos evitar”.
2. Promesa verdadera IV.
El autor de The Cradle considera que ya no hay margen para las conversaciones, y que Irán debería atacar.
https://thecradle.co/articles/exit-or-be-dismantled-why-iran-must-leave-the-iaea-now
Para lograr la paz, Irán necesita True Promise IV
El tiempo de la ambigüedad estratégica ha terminado. Teherán debe actuar con decisión para evitar otra guerra más trascendental, orquestada por Tel Aviv y aprobada por Washington.
Shivan Mahendrarajah
24 DE SEPTIEMBRE DE 2025
El 21 de junio, en pleno apogeo de la guerra de 12 días entre Israel e Irán, Steve Bannon, exestratega de la Casa Blanca del presidente estadounidense Donald Trump y persona con buenos contactos en Washington, declaró en su programa War Room: «La fiesta ha comenzado. Otro gran fin de semana en este aspecto de la Tercera Guerra Mundial que se está desarrollando».
Un día después, Trump ordenó ataques aéreos contra la República Islámica de Irán. El 16 de septiembre, refiriéndose al viaje del senador Marco Rubio a Israel, Bannon dijo: «Mis fuentes son impecables, siguen presionando para que se produzca un cambio de régimen en Irán. No crean que ustedes [la audiencia republicana contraria a la guerra] están fuera de peligro ni mucho menos».
Cuando Bannon, que se ha convertido en «uno de los críticos más acérrimos del apoyo estadounidense a la campaña militar de Israel», da la voz de alarma, Teherán debería tomar nota.
La hoja de ruta hacia la guerra
El regreso de las sanciones de la ONU, iniciado el mes pasado, que se volverán a imponer el 27 de septiembre, es esencialmente un preludio de la guerra. Teherán ya ha anunciado que suspenderá la cooperación con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) en respuesta, pero esto por sí solo puede no ser suficiente.
Como afirmó acertadamente el diputado iraní Ahmad Naderi:
«Adquirir armas nucleares es la única forma de preservar la integridad territorial y la seguridad nacional de Irán. Retirarse del TNP [Tratado de No Proliferación Nuclear], adoptar una política de ambigüedad y, en última instancia, probar la bomba atómica es la única opción que puede ahorrarle a Irán el destino de Irak y Libia».
Los sentimientos de Naderi son compartidos por iraníes de todos los estratos socioeconómicos y tendencias políticas. Las opiniones de muchos (o la mayoría) de los iraníes han madurado desde el ataque sorpresa de Israel durante las negociaciones con Estados Unidos.
Los iraníes saben que, en los diez años de vigencia del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), no han obtenido ningún beneficio. Reconocen que Israel y Estados Unidos no solo buscan un cambio de régimen, sino la partición de Irán según criterios etnolingüísticos.
El «ciudadano de a pie» iraní lo entiende, pero los responsables de la toma de decisiones en Irán parecen paralizados. Un analista militar iraní escribió el 19 de septiembre, en relación con la retirada del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), «La realidad es que los máximos dirigentes no quieren llevarlo a cabo… sabemos que las conversaciones son inútiles, pero parece que los dirigentes no se han dado cuenta de ello o se están mintiendo a sí mismos al respecto».
La ilusión reformista de la diplomacia
Durante una década, los llamados diplomáticos reformistas de Irán han avergonzado a la nación. Su estrategia negociadora no ha conseguido ninguna concesión por parte de Occidente, solo humillación.
Mientras que los iraníes se enorgullecen de su astucia diplomática, el Strategikon del siglo VI, atribuido al emperador Mauricio de Bizancio, describía a los persas como «intratables en las negociaciones», señalando que no iniciaban propuestas ni siquiera cuando estas servían a sus propios intereses. El proceso del JCPOA ha sido un ejemplo de fracaso.
El 17 de septiembre, Saeed Jalili, antiguo negociador nuclear y miembro del Consejo Supremo de Seguridad Nacional (SNSC), escribió en X sobre cómo, durante la era Qajar, Gran Bretaña e Irán firmaron un tratado en el que las obligaciones de Irán eran «muy precisas y programadas», mientras que las promesas británicas seguían siendo vagas. «El mismo patrón», advirtió, «se repite de nuevo en el JCPOA».
Ali Larijani, ex presidente del Parlamento iraní y actual secretario del SNSC, declaró en X el 21 de junio: «Cuando termine la guerra, ajustaremos cuentas con [el director del OIEA, Rafael] Grossi».
El 9 de septiembre, Abbas Araghchi, ministro de Asuntos Exteriores de Irán y antiguo negociador nuclear, se encontraba en El Cairo ofreciendo concesiones ilegales a Grossi. Lejos de apaciguar a los Estados del E3, esta actitud servil solo endureció su posición. El presidente francés, Emmanuel Macron, incluso declaró en la televisión israelí que la reinstauración de las sanciones era «un hecho».
Incluso el intento de Irán de presentar una resolución en la OIEA que prohibía los ataques contra las instalaciones nucleares fue retirado para mostrar «buena voluntad». Occidente respondió con sanciones de restablecimiento. Tras la votación, el enviado de Irán ante la ONU, Amir-Saeed Iravani, apareció visiblemente conmocionado y anunció: «la puerta de la diplomacia no está cerrada…».
Este patrón de capitulación diplomática ha seguido su curso. Durante la última década, cada concesión iraní ha sido respondida no con un compromiso, sino con una mayor presión. Lo que los reformistas llaman compromiso funciona ahora como una invitación a la escalada.
La imprevisibilidad estratégica comienza con la salida del OIEA
Los diplomáticos occidentales apuestan por que Irán no abandonará el TNP. Su apuesta está bien planteada, al menos hasta ahora. La política exterior de Irán es predecible, repleta de advertencias grandilocuentes y ultimátums vacíos.
Para revertir este enfoque fallido de ambigüedad estratégica, Teherán debe adoptar la imprevisibilidad estratégica. Como enseñó el maestro estratega chino Sun Tzu, «divinamente misterioso… es inaudible. Por lo tanto, es el amo del destino de su enemigo». El control reflexivo, y no la diplomacia reactiva, debe definir este momento.
El proceso de salida comienza con una notificación por escrito al Consejo de Seguridad de la ONU, lo que desencadena un período de espera de 90 días. Cuando Corea del Norte inició este proceso en 1993, las negociaciones interrumpieron brevemente la retirada, pero en 2003, Pyongyang siguió adelante. Irán debe hacer lo mismo.
No más conversaciones. No más «iniciativas diplomáticas». El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha secuestrado la política estadounidense, sustituyendo a Steve Witkoff por Marco Rubio. Hay que decirle a Washington: «Llamen al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC). Ahora son ellos quienes tienen el expediente».
El snapback debe ser respondido con un contragolpe
Los Estados del E3 activaron las sanciones snapback porque no esperan consecuencias. Violaron los términos del JCPOA, aplicaron sanciones secundarias de Estados Unidos y aplaudieron la agresión israelí, todo ello sin penalización alguna. El canciller alemán Friedrich Merz incluso se regodeó de que Tel Aviv esté haciendo «el trabajo sucio por nosotros».
Irán debe cambiar las reglas del juego. Interrumpir los flujos energéticos europeos es el siguiente paso lógico. En 2023, Alemania importó 1,5 millones de barriles diarios (bpd) de petróleo de Asia Occidental, Francia importó 900 000 y el Reino Unido importó otros 900 000. Estas frágiles economías, ya tensionadas por las sanciones a Rusia, no pueden absorber más choques.
Sus líderes son profundamente impopulares. Merz goza de un 25 % de aprobación; Macron, solo del 17 %; y la valoración neta de Keir Starmer es de –44. Empujar a estos Estados a la recesión puede ser el camino más seguro hacia un cambio de régimen, esta vez en Europa.
El IRGC de Irán entiende la presión. El difunto general de la Fuerza Quds, Qassem Soleimani, también lo entendía. Los ataques de 2019 contra petroleros y ARAMCO, reivindicados por las fuerzas armadas aliadas de Ansarallah en Yemen, pero atribuidos al IRGC, sentaron las bases. La escalada actual, antes de que la guerra se desate por completo, prepara el terreno para una cuarta entrega de la Operación True Promise. A medida que los mercados mundiales se tambalean por las crisis energéticas, aumentará la presión sobre Estados Unidos y la ONU para que frenen a Israel.
Preparándose para True Promise IV
«No subestime a ningún enemigo, por insignificante que sea».
– Shahnameh, de Ferdowsi
La guerra es inevitable. Israel quiere la guerra con Irán; Israel tendrá la guerra con Irán.
Los «altos mandos» no aceptan o se niegan a aceptar que las políticas de EE. UU. y el E3 se determinan en Tel Aviv. La guerra siempre fue el objetivo. Tras el 11-S, el entonces primer ministro israelí Ariel Sharon inició la guerra de Irak. Se suponía que Irán sería el siguiente.
El programa nuclear de Irán no es más que una excusa para sancionar y debilitar a la República Islámica antes de la guerra. Netanyahu insiste en exigencias irrazonables —enriquecimiento cero, desmantelamiento del programa nuclear de Irán, misiles— porque sabe que estas exigencias serán rechazadas. La guerra es el camino de Israel para destruir y dividir Irán, dejando sin poder regional que se oponga a sus ambiciones de un «Gran Israel».
Solo que la última guerra de Netanyahu salió mal. El ejército israelí lideró la ofensiva, relegando a los aliados de la OTAN a funciones logísticas. Como admitió Bannon, «el alto el fuego fue tanto para salvar a Israel… Mordieron más de lo que podían masticar».
La próxima vez, Tel Aviv presionará a Washington para que lidere. La postura pública «antiguerra» de Trump no tiene sentido. Está comprometido, por los archivos de Epstein y por su propio tribunal de asesores sionistas. El asesinato de Charlie Kirk envió un mensaje escalofriante a los disidentes.
El aparato militar estadounidense no es una garantía. Está plagado de leales, no de estrategas. Se pasa por alto la inteligencia; la política se redacta en Tel Aviv y se susurra al oído de Trump por agentes del Mossad infiltrados en su círculo más cercano.
Tulsi Gabbard (DNI) ha demostrado ser maleable; «Whiskey Pete» Hegseth es evangélico, islamófobo e incompetente; y Rubio apoya firmemente a Netanyahu.
Israel elude los canales de comunicación con el presidente de los Estados Unidos en materia de seguridad nacional. El director de la CIA, John Ratcliffe, es el «taquígrafo del Mossad sobre Irán»; La jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles, que trabajó para Netanyahu, está aislando a Trump para proporcionarle argumentos y manipularlo para que bombardee Irán.
El periodista que reveló esta información pregunta: «¿Qué está pasando aquí? Eso es lo que estamos desenmascarando. La mayor operación de infiltración de influencia extranjera en la historia de Estados Unidos, que básicamente está tomando el control de una administración».
Paz a través de una potencia de fuego superior
Los líderes de Irán se enfrentan ahora a una decisión decisiva. Netanyahu no teme un ataque nuclear, ya que sabe que Teherán no lanzará el primero. Lo que sí teme es la destrucción mutua asegurada (MAD). Por eso Tel Aviv exige el enriquecimiento cero y el desmantelamiento del programa de misiles de Irán.
Sin un arsenal nuclear, Irán se enfrenta a un riesgo existencial. Si Tel Aviv ataca primero, como es casi seguro que hará, Irán se verá obligado a ponerse a la defensiva. La sorpresa, como nos recuerda Carl von Clausewitz, «multiplica el efecto de la fuerza empleada».
Contrariamente a las fantasiosas esperanzas de los reformistas, no habrá alivio de las sanciones a través de la diplomacia. Tel Aviv saboteará todos los acuerdos. El único camino hacia el alivio permanente es la victoria. Las fuerzas armadas de Irán ya han obligado a Netanyahu a suplicar un alto el fuego. La siguiente fase debe terminar con él suplicando un tratado.
3. Elecciones en Camerún.
El otro día veíamos la «guerra secreta» en la independencia de Camerún. El títere de los occidentales que acabó gobernando se vuelve a presentar a las elecciones a los 92 años. Todo parece bastante decrépito.
https://africasacountry.com/2025/09/biya-forever
Biya para siempre
Daniel Ekonde
A medida que Camerún se acerca a las elecciones presidenciales, una oposición desintegrada allana el camino para que el líder más anciano del mundo reclame un nuevo mandato.
Para los cameruneses de a pie, no era el tipo de noticia que esperaban de su jefe de Estado sobre las próximas elecciones del 12 de octubre. El presidente Paul Biya había cumplido 92 años y era el líder más anciano del mundo. Había desaparecido durante 42 días, lo que alimentó los rumores de que estaba enfermo y ya no podía gobernar la nación bilingüe. Pero Biya desafió todas las previsiones. « Soy candidato a las elecciones presidenciales del 12 de octubre de 2025», escribió el presidente nonagenario en X, desplegando así la alfombra roja para medio siglo de gobierno sobre Camerún. Biya terminó la publicación del 13 de julio con la frase «Lo mejor está por venir», lo que enfureció a los cameruneses. «¿Lo mejor está por venir después de 40 años?», escribió un comentarista. «Pura locura».
Las críticas en las redes sociales han continuado desde entonces, pero eso no ha impedido que el presidente, al que rara vez se ve estos días, envíe a diario mensajes cuidadosamente elaborados en Facebook y X, en los que da lecciones a los cameruneses sobre la unidad, el buen gobierno y la paz. Mientras tanto, su todopoderoso secretario general, Ferdinand Ngoh Ngoh, ha estado recibiendo a líderes políticos y religiosos en el palacio presidencial de Yaundé en su nombre, lo que ha suscitado las críticas de quienes afirman que el presidente ha convertido la sede del Estado en la sede de su campaña. «[Esto] se debe a que tienen acceso a las arcas del Estado y creen que pueden utilizarlas en su beneficio», afirmó Tilarious Atia, un médico camerunés especializado en política comparada.
Tras impedir que Maurice Kamto, segundo clasificado en 2018, se presentara a las elecciones de este año, y con una oposición fracturada, la enorme extralimitación del Estado de Biya, ya sea legal o ilegal, le reportará una victoria indiscutible. El mes pasado, el Consejo Constitucional del país mantuvo el rechazo de Elections Cameroon (ELECAM) a 71 candidatos, entre ellos Kamto, lo que deja a Biya con 11 rivales en las urnas. Los rivales son: el presidente del Partido Camerunés para la Reconciliación Nacional, Cabral Libii, que quedó tercero en las elecciones de 2018; Joshua Osih, sucesor del difunto líder opositor del Frente Socialdemócrata (SDF), John Fru Ndi; el abogado y luchador contra la corrupción Akere Muna; e Issa Tchiroma Bakary y Bello Bouba Maigari, dos antiguos aliados de Biya que se separaron del Gobierno para rivalizar con los 43 años de mandato del presidente.
Bakary y Maigari, que dirigen los partidos Frente para la Salvación Nacional de Camerún (FNSC) y Unión Nacional para la Democracia y el Progreso (NUDP), respectivamente, habían sido fundamentales para ayudar al Movimiento Democrático Popular de Camerún (CPDM) de Biya a conseguir votos en sus regiones natales del norte, de mayoría musulmana (Adamawa, Norte y Extremo Norte), que concentran el 40 % del electorado del país. «Había decidido acompañarle hasta el final de su carrera», declaró Tchiroma a Brut, refiriéndose a Biya. «Por desgracia, es inaccesible, es invisible». Tchiroma afirmó que Biya gobierna el país por poder, mientras que Maigari, que fue el primer primer ministro de Biya en 1982, ha acusado a su Gobierno de corrupción, mala gobernanza y sectarismo.
Osih y Muna, ambos candidatos en las elecciones anteriores, han prometido reformas. Osih quiere descentralizar el poder introduciendo el federalismo, y Muna quiere acabar con la corrupción en Camerún; cree que eso limpiará la reputación del país a nivel mundial. Libii, que quedó tercero entre los nueve candidatos en las elecciones de 2018, con 38 años en ese momento, está haciendo campaña a favor de la mejora de las infraestructuras y de las condiciones de vida de los jóvenes.
La única vez que Biya se sintió desafiado en unas elecciones fue en 1992, cuando obtuvo el 40 % de los votos, superando a Fru Ndi por un 4 % más, aunque el líder de la oposición impugnó el resultado. Fru Ndi, defensor de la política multipartidista, recibió el apoyo de varios partidos de la oposición bajo la bandera de la Unión para el Cambio, pero aún así hubo divisiones entre ellos. Los difuntos Adamou Ndam Njoya y Jean-Jacques Ekindi se presentaron de forma independiente cuando las facciones de sus partidos respaldaron a Fru Ndi. Ndam Njoya y Ekindi acumularon casi el 4 % de los votos, lo que podría haber sido suficiente para empujar a Fru Ndi a la paridad o a la victoria sobre Biya.
Este año, ha habido intentos frenéticos por presentar un frente opositor unido, pero la cuestión de quién debería liderarlo y las diferencias ideológicas han sido obstáculos insalvables. «Issa Tchiroma cree que él es el mejor, Bello Bouba cree que es su momento de ser presidente, [y] Joshua cree que el SDF lleva trabajando desde 1992 y que están en mejor posición [para ganar]», dijo Atia. Una pequeña parte de los partidos de la oposición, principalmente en la región del Litoral, ha respaldado a Tchiroma, aunque Kamto ha pedido a todos los partidos que se unan en torno a un solo candidato. Según Atia, dado que no hay ningún partido de la oposición que esté representado en las 360 unidades administrativas del país como el CPDM, Biya no tendrá que esforzarse mucho para ganar en un sistema electoral de una sola vuelta que exige que un partido obtenga el mayor número de votos. Si dos tercios de los votos van a parar a los partidos de la oposición, que están divididos, y Biya se asegura un tercio de ellos y obtiene el mayor número, será declarado ganador.
Podría formarse una gran coalición antes de las elecciones, como en 2018, cuando Muna apoyó a Kamto unos días antes de las elecciones, pero Atia cree que se perderá el tren, ya que ELECAM ya ha impreso las papeletas para los candidatos y no retirará ninguna si un candidato se retira para apoyar a otro. «El código electoral es muy claro: si usted [un candidato] decide retirarse, debe anunciar sus intenciones antes de que se impriman las papeletas», afirmó. Atia señaló que mostrar la papeleta de un candidato respaldado durante las elecciones probablemente causará confusión entre los votantes de zonas remotas, que no están al tanto de dicho cambio.
La incapacidad de presentar una oposición unificada forma parte de las profundas divisiones étnicas y lingüísticas que azotan a Camerún. En primer lugar, heredó el inglés y el francés del colonialismo, lo que significa que la minoría angloparlante se siente marginada por la mayoría francófona; estas diferencias dieron lugar a una brutal guerra separatista. En segundo lugar, las tensiones étnicas han provocado luchas de poder entre los bamilekes, los bulu-beti y las regiones del norte. Los bamilekes, un grupo étnico que ocupa principalmente el oeste de Camerún, saltaron a la fama en los años sesenta y setenta, cuando libraron una guerra de guerrillas contra el Gobierno por los vínculos con la antigua potencia colonial, Francia. Desde entonces, han acumulado poder económico y controlan la mayor parte del sector industrial del país. Kamto, que pertenece a este grupo, sufrió ataques prejuiciosos durante y después de las elecciones de 2018, principalmente por parte de facciones bulu-beti.
«Creo que la obsesión, la fijación instrumentalizada contra los bamileke se ha convertido en una tecnología que puede explicar mucho más la expulsión del profesor Kamto», declaró Achille Mbembe, historiador y teórico político camerunés, a Radio France Internationale (RFI) cuando el Consejo Constitucional confirmó que Kamto no podía presentarse a las elecciones de este año. Para los Bulu-Beti, el ascenso al poder de Biya (su hijo) en 1982 ha significado que son los gobernantes hereditarios de Camerún. Ejercien un enorme poder político y forman parte de los cameruneses que piensan que la presidencia no debería volver a recaer en un norteño, ya que el primer presidente, Ahmadou Ahidjo, también del norte, dominó el poder durante más de dos décadas antes de elegir a Biya como sucesor.
Pero los norteños están haciendo cola. Al menos dos conversaciones diplomáticas filtradas coinciden con la decisión de Tchiroma de «acompañar» a Biya «hasta el final de su carrera». En 2009, el difunto exministro Amadou Ali declaró que las tres regiones del norte apoyarían a Biya tanto como él quisiera, pero que no acogerían con agrado a un sucesor de los Bulu-Beti o de los Bamilekes, económicamente viables.
Camerún es un Estado unitario con poderes presidenciales abrumadores. Así que cuando el politólogo David Easton describió la política como «la asignación autoritaria de valores» a mediados del siglo XX (es decir, una distribución integral de recursos, derechos y beneficios por parte de un gobierno), Biya lo entendió, pero diseñó la arquitectura política de Camerún a su imagen y semejanza.
Amplía su gabinete, nombrando funcionarios estatales y ministros en casi todos los distritos del país, según Atia. A cambio, estos nombrados simpatizan con su partido o se convierten en militantes. «Si hoy te nombran ministro de Educación», dijo Atia, «seas del CPDM o no, se deduce que protegerás los intereses del partido [en el poder]». Así es como muchos funcionarios públicos, incluidos los profesores que buscan ascender dentro del Gobierno, se encuentran apoyando al partido.
Recientemente, el CPDM publicó una lista que uno de sus militantes, Patrick Rifoe, denominó «l’armée du président» (el ejército del presidente). Contiene los nombres de cientos de militantes, funcionarios estatales, ministros, directores de empresas estatales y algunas figuras destacadas del mundo del deporte, como el exguardameta del Marsella Joseph-Antoine Bell, que dirige un organismo que gestiona las infraestructuras deportivas de Camerún, y el icono del fútbol Samuel Eto’o, que ahora dirige la federación de fútbol del país. Estas personas recorrerán el país haciendo campaña por Biya, de 92 años, durante las elecciones, quien probablemente permanecerá en el palacio presidencial o en su pueblo, Mvomeka’a (donde pasa gran parte de su tiempo libre últimamente), a la espera de los resultados.
Al igual que en el pasado, las personas que hacen campaña y consiguen votos para el presidente durante las elecciones son recompensadas generosamente con nombramientos y favores del Gobierno, dijo Atia. Esto desvía cualquier atención, si es que la hay, de la idea de destituirlo del poder. «La posición de Biya se salva; nadie está interesado en la posición de Biya», dijo. «Todo el mundo está interesado en obtener algo».
Al igual que en 2018, Biya se prepara para una victoria aplastante el 12 de octubre. Puede que haya focos de protesta, pero no tantos como en las elecciones anteriores, cuando los partidarios de Kamto protestaron después de que el líder de la oposición dijera que había ganado las elecciones. Pero los problemas que han acechado el prolongado mandato de Biya continuarán: la larga y prolongada crisis anglófona en las regiones de habla inglesa de Camerún, los años de subdesarrollo provocados por la corrupción y la desviación de fondos estatales, y ahora una batalla por la sucesión.
Agotados por la crisis, sin un final a la vista, la solución para los jóvenes de las regiones del noroeste y suroeste es huir al extranjero. Se encuentran entre los 60 000 cameruneses anglófonos que buscan refugio en diferentes países desde que comenzó la guerra separatista, según el Comité Estadounidense para los Refugiados e Inmigrantes. Atia afirma que hay alrededor de un millón de votantes en las regiones; sin embargo, con una nueva ronda de pueblos fantasma impuestos por separado, en desafío a las elecciones, la mayoría de los votantes se sentirán inseguros para salir a votar, excepto los militantes del CPDM, que podrían recibir protección de las fuerzas del orden para votar a su partido. De ese modo, según Atia, es probable que el CPDM se adjudique la mayoría de los votos allí.
Para medir el subdesarrollo de Camerún bajo el mandato de Biya, hay que comparar su PIB con el de Costa de Marfil, un país que tiene casi la misma población y que compartía casi la misma producción económica en la década de 1970. La diferencia entre el PIB de Costa de Marfil y el de Camerún pasó de 7000 millones de dólares en 2010 a más de 30 000 millones en 2023, lo que sitúa al país en 86 000 millones frente a los 51 000 millones del segundo. Mientras que el aumento del valor añadido por trabajador industrial y la industria manufacturera son los responsables del auge económico de Costa de Marfil, el de Camerún se ha desplomado. «Creo que todo se detuvo [en Camerún] desde principios de los años 90», declaró Mbembe a RFI.
No está claro si los poderosos de Yaundé prepararán algún plan de transición tras las elecciones. Pero la acusación de Tchiroma de que Biya está distanciado de sus ministros, que el presidente no se ha reunido con ellos en los últimos 14 años, no hace más que reforzar las especulaciones sobre su poder menguante. Así que, en la actualidad, es su secretario general o «vice dieu» (vice dios), como se le conoce en los círculos gubernamentales, quien se encarga de la mayoría de los asuntos del palacio y da instrucciones a los ministros. Ngoh Ngoh ejerce ahora el poder sin apenas oposición por parte de otros rivales políticos, tras encarcelar a un miembro de un grupo rival por el brutal asesinato del periodista Martínez Zogo.
Daniel Ekonde es estudiante de la Escuela de Periodismo de la Universidad de California en Berkeley.
4. Hedges entrevista a Medea Benjamin.
El otro día Trump amenazó con la cárcel a las activistas de Codepink. En su último programa, Hedges entrevista a su fundadora, Medea Benjamin.
https://chrishedges.substack.com/p/trumps-crackdown-on-anti-war-activists
La represión de Trump contra los activistas contra la guerra (con Medea Benjamin, de CODEPINK)
La amenaza de Trump de presentar cargos contra CODEPINK por su activismo no violento y contra la guerra es solo un síntoma del ataque más amplio de la administración contra la libertad de expresión y la disidencia.
Chris Hedges
24 de septiembre de 2025
Esta entrevista también está disponible en plataformas de podcast y Rumble.
Medea Benjamin y CODEPINK, la organización que cofundó, son sinónimos de enfrentamiento al poder en Estados Unidos. Sus intrépidos enfrentamientos con los políticos más prominentes y poderosos del país en los pasillos del Congreso, a menudo vistos a través de vídeos virales, son una clara encarnación de la Primera Enmienda. A pesar de más de 20 años de activismo y críticas constantes a los representantes estadounidenses por su sumisión al complejo militar-industrial y otros intereses económicos, su capacidad para mantener estas conversaciones está empezando a disminuir.
Benjamin se une al presentador Chris Hedges en este episodio de The Chris Hedges Report para debatir sobre la situación actual de la política estadounidense, en la que la libertad de expresión se encuentra en una situación delicada tras el asesinato de Charlie Kirk y el continuo apoyo de la clase política estadounidense al genocidio de Israel en Gaza.
Benjamin fue detenida recientemente tras interrogar al representante Darrell Issa sobre el reciente ataque aéreo de Israel contra los negociadores de Hamás en Qatar. A pesar de que la policía afirmó que no había hecho nada malo, Issa siguió adelante con la denuncia contra ella, una medida que, en su opinión, también forma parte de la represión de los activistas y la libertad de expresión.
Además, después de que activistas de CODEPINK se enfrentaran a Donald Trump y su gabinete en un restaurante y corearan al presidente «Liberad Washington, liberad Palestina, Trump es el Hitler de nuestro tiempo», Trump dijo a los periodistas que está estudiando la posibilidad de que la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, presente cargos contra los manifestantes en virtud de la ley RICO «porque deberían ir a la cárcel».
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Transcripción
Chris Hedges
A principios de este mes, activistas del grupo antimilitarista no violento CODEPINK se enfrentaron a Donald Trump y a su gabinete, incluidos JD Vance, Marco Rubio y Pete Hegseth, en un restaurante de Washington D. C. Gritaron: «Liberad Washington, liberad Palestina, Trump es el Hitler de nuestro tiempo». Trump ordenó airadamente a sus guardias de seguridad que «los sacaran de allí». Trump profirió amenazas contra los activistas. Afirmó que uno de ellos era un «agitador a sueldo» y dijo que estaba estudiando la posibilidad de que la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, presentara cargos contra los manifestantes en virtud de la ley RICO «porque deberían ir a la cárcel».
«Lo que le están haciendo a este país es realmente subversivo», dijo Trump. Los cargos RICO, o cargos en virtud de la Ley contra las Organizaciones Corruptas e Influenciadas por el Crimen Organizado, se diseñaron originalmente para combatir el crimen organizado. La campaña contra los disidentes, o aquellos a los que Trump se refiere como «la izquierda radical», se ha intensificado desde el asesinato de Charlie Kirk, elevado inmediatamente después de su muerte al estatus de mártir.
El fiscal general adjunto Todd Blanche declaró a la CNN que el Departamento de Justicia podría investigar a los grupos que han protestado contra Trump, refiriéndose también a los manifestantes que interrumpieron la cena. «¿Es, de nuevo, una mera casualidad que unas personas se presenten en un restaurante donde el presidente está tratando de disfrutar de una cena en Washington D. C. y lo aborden con palabras soeces y una ira vil?», declaró Blanche en la CNN. «¿Significa eso que su aparición fue completamente aleatoria? Quizás, quizás, pero en la medida en que forma parte de un esfuerzo organizado para infligir daño, terror y perjuicio a los Estados Unidos, existe la posibilidad de que se lleven a cabo investigaciones».
Abigail Jackson, portavoz de la Casa Blanca, declaró a Axios en un correo electrónico: «Las organizaciones de izquierda han alimentado disturbios violentos, organizado ataques contra agentes de las fuerzas del orden, coordinado campañas ilegales de doxing, organizado puntos de entrega de armas y material para disturbios, y mucho más».
«La Administración Trump llegará al fondo de esta vasta red que incita a la violencia en las comunidades estadounidenses», continuó. «Esta iniciativa se centrará en aquellos que cometen actos delictivos y les hará rendir cuentas».
Para hablar sobre la campaña para silenciar toda disidencia, me acompaña la activista y cofundadora de CODEPINK, Medea Benjamin. Medea, que ha protestado con CODEPINK contra las guerras, ya sean libradas por líderes políticos demócratas o republicanos, fue detenida hace unos días en el Capitolio de Estados Unidos cuando preguntó al representante Darrell Issa sobre el ataque de Israel a Qatar. Issa se negó a responder. Su personal intentó confiscarle el teléfono y llamó a la policía. Fue acusada de «obstaculizar a un congresista».
Como veterana activista contra la guerra, estamos hablando de décadas, ¿cómo se compara este momento con otros momentos de resistencia?
Medea Benjamin
Bueno, gracias por invitarme, Chris. Siempre es un placer estar contigo. Este es un momento muy oscuro, un momento muy aterrador. Sin duda, en mi vida hemos tenido momentos en los que las personas que se enfrentaban a los gobiernos eran acusadas de todo tipo de demandas ridículas y, durante la guerra de Irak, recibimos muchas amenazas como CODEPINK cuando eran los soldados estadounidenses los que luchaban y morían allí. Pero este es un ataque mucho más generalizado a la libertad de expresión, mucho más de lo que he visto antes.
Chris Hedges
Bueno, no es hipotético. Hemos visto una serie de medidas, me refiero a bufetes de abogados, por ejemplo, que defendían a personas que criticaban a Trump o a los opositores de Trump. Por supuesto, el ataque a las universidades, la purga de cómicos como [Stephen] Colbert y [Jimmy] Kimmel. Hay una especie de desmantelamiento institucional que quizá no se parezca a nada de lo que hemos visto desde, no sé, ¿quizá los años sesenta con el auge del movimiento contra la guerra?
Medea Benjamin
Desde luego, en CODEPINK no habíamos visto un ataque de este nivel, y formamos parte de una constelación mucho más amplia de organizaciones que han sido víctimas de la guerra jurídica con todo tipo de demandas ridículas en nuestra contra. En el caso de CODEPINK, se nos acusa de estar relacionados de alguna manera con Hamás, lo cual es una locura, pero se necesita mucho tiempo y recursos para luchar contra estas demandas.
Y luego hemos tenido a una serie de miembros del Congreso y miembros de alto nivel del Congreso, como Tom Cotton, que es el presidente del Comité de Inteligencia del Senado, decir ante una audiencia de todos los jefes de las comunidades de inteligencia del país que CODEPINK fue financiado por el Partido Comunista Chino.
El presidente del Comité Judicial, el senador [Chuck] Grassley, ha dicho que el FBI y el Departamento de Justicia deberían investigarnos por violaciones de la Ley de Registro de Agentes Extranjeros, como si fuéramos agentes extranjeros. Se nos ha acusado de ser agentes extranjeros de Irán, de ser agentes extranjeros de China.
Algunos miembros del Congreso han dicho que se nos debería prohibir la entrada al Congreso. Hemos recibido cartas de miembros del Congreso, una de mis favoritas era la del Comité de Recursos Naturales, en la que se incluía como prueba de que representábamos al Gobierno chino el hecho de que quisiéramos que el Pentágono midiera sus emisiones de carbono.
Y quién, sino el Gobierno chino, querría que eso sucediera. Así que todo tipo de ataques. Como he dicho, somos una de las muchas, muchas organizaciones. Y es acoso. Nos está consumiendo nuestro tiempo y nuestra energía. Y sin duda hace que la gente se sienta muy nerviosa a la hora de plantarle cara a esta administración.
Pero debo decir, Chris, que cada vez encontramos más voluntarios que se unen a nosotros en el Congreso, mientras recorremos cada día tratando de conseguir que nuestros miembros del Congreso nos representen a nosotros y no a Israel.
Chris Hedges
Quiero preguntarte sobre Antifa. Trump publicó en Truth Social que declaraba a Antifa como organización terrorista. Antifa es un grupo amorfo sin jerarquía ni estructura organizativa real. Y luego, por supuesto, en el mismo comunicado, habla de perseguir a los financiadores de los grupos que no le gustan, como George Soros.
¿Consideras que la declaración de que Antifa es un grupo terrorista es una forma de difamar a todos los grupos de resistencia vinculándolos, por absurdo que parezca, a Antifa? He leído la cita del fiscal general adjunto Todd Blanche, que hablaba de acumular armas, y me parece una completa fantasía. Pero me gustaría saber cuál fue tu reacción ante la declaración de Antifa como organización terrorista.
Medea Benjamin
Bueno, por suerte pude leer tu columna muy rápidamente después y me sentí muy tranquila con mi propia opinión, porque a lo largo de los años yo también he sido víctima de ataques de grupos relacionados con Antifa, como el Black Bloc.
De hecho, una vez me tiraron un pastel a la cara, lo que puede parecer gracioso, pero me pareció muy agresivo, y cuando estaba de gira por el país promocionando mi libro, me siguieron personas que decían que yo era, creo que lo llamaban, parte del complejo industrial de las ONG que intentaba destruir la revolución.
Así que, al igual que usted, he tenido mis encontronazos con grupos como Antifa y, sin embargo, cuando veo que se designa así a un grupo, como bien sabe, que es tan amorfo, es el comienzo de decir que, si se puede perseguir a este grupo y nadie se levanta, entonces se puede perseguir al siguiente y al siguiente.
Lo que realmente me ha animado es ver cómo ha sido la reacción en el Reino Unido ante la designación de Palestine Action como grupo proscrito, como lo llaman allí. Aquí, supongo que sería un grupo terrorista. Y ha sido realmente alentador ver a los cientos y cientos de personas que han sido detenidas defendiendo a Palestine Action y mostrando lo ridículo que es el Estado cuando detiene a personas de más de 80 años, personas ciegas, profesores, simplemente por llevar una camiseta que dice: «Me opongo al genocidio, apoyo a Palestine Action».
Así que creo que en Estados Unidos tenemos que estar preparados para ofrecer ese tipo de apoyo colectivo, ya que esta administración ataca a un grupo tras otro, a una persona tras otra, ya sea Mahmoud Khalil, al que vemos el tremendo apoyo que ha recibido, o grupos que quizá no nos gusten.
Chris Hedges
Antes de hablar de tu descanso, hablemos un poco de lo que hace CODEPINK. Me encantan tus enfrentamientos. En realidad, yo no los hago. Dejo que tú los hagas y luego los observo. Pero háblanos de las tácticas de CODEPINK, de lo que hacéis.
Llamas la atención a la gente en las audiencias de los comités y no sé de cuántas audiencias de comités te han sacado a rastras. Pero hablemos de lo que hacéis, de lo que hace CODEPINK y de por qué lo hacéis. Y quizá podamos hablar de tu reciente detención.
Medea Benjamin
Bueno, primero déjame decirte las cosas que la gente no ve porque están más entre bastidores. Y eso es todo lo que hacemos en las distintas secciones que tenemos en Estados Unidos, que trabajan tanto en campañas de boicot, desinversión y sanciones, como en intentar impedir que se aprueben malas leyes a nivel estatal o municipal, o conseguir que se aprueben buenas, pidiendo el fin de la venta de armas o presionando a los funcionarios locales y a sus representantes en el Congreso.
Y aquellos de nosotros que estamos en Washington D. C. y vamos semana tras semana al Congreso, también hacemos ese tipo de trabajo diario menos visible de ir a las oficinas. Recuerden que hay 435 miembros en la Cámara de Representantes y 100 en el Senado.
Son muchas oficinas las que visitamos regularmente, incluidas todas las oficinas republicanas, porque estamos esperando a que se rompa el dique y que no sean solo Marjorie Taylor Green, Tom Massie y los republicanos, sino una nueva avalancha de republicanos que empiecen a ver la luz en cuanto a dónde está su base.
Así que vamos de oficina en oficina y últimamente nos hemos centrado en una ley llamada Block the Bombs, porque es un proyecto de ley específico que nos permite centrarnos en un miembro del Congreso tras otro y presionarlos tanto en su circunscripción como en Washington D. C. para que lo firmen.
Y lo hemos estado haciendo de forma metódica, de modo que ahora hay 50 miembros del Congreso que la han firmado y cada semana conseguimos unos cuantos más, y hacemos algo similar en el Senado. Ahora lo que se ve es que cuando yo voy y hago bird dog, u otros miembros de CODEPINK, lo que llamamos bird dogging, a los miembros de la Cámara y del Senado mientras caminan por los pasillos o en las audiencias, o cuando entran o salen de una audiencia, o cuando caminan por fuera hacia el Capitolio.
Ese es nuestro momento para hablar con ellos cara a cara. Y si hay personas que nos caen bien, no las grabamos en vídeo, hablamos con ellas, tenemos buenas conversaciones y les decimos: «¿Qué más podemos hacer para detener este genocidio, para que llegue la comida, para detener la matanza?».
Y cuando hay personas que sabemos que siguen apoyando el envío de armas a Israel, siguen diciendo cosas como que no hay hambre en Gaza, que es algo que oímos con bastante frecuencia, o que la única razón por la que no llega la comida es porque Hamás se la roba toda, entonces lo grabamos y lo publicamos para que todo el mundo lo vea.
Y creo que ha sido bastante revelador para la gente, no solo en este país, sino también en otros lugares, porque cuando he viajado por otros países me han dicho: «Vaya, no sabía lo antidemocrático que era tu país hasta que empecé a ver esos vídeos y a ver cómo estos miembros del Congreso no representan al pueblo.
Solo representan a sus donantes, ya sean los donantes del AIPAC [Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos] o la industria armamentística, y desde luego no representan los intereses de seguridad nacional ni siquiera de Estados Unidos, y mucho menos muestran compasión por las personas que están sufriendo tanto en Gaza.
Así que creo que ha sido muy importante que hayamos salido a mostrar a la gente exactamente quiénes son algunos de estos miembros del Congreso.
Chris Hedges
Bueno, tú denuncias su hipocresía. Hay un vídeo tuyo en una especie de convención cristiana republicana en el que haces a la gente una pregunta muy sencilla: «¿Rezaréis por los niños de Gaza?». Y ellos huyeron de ti como si tuvieras lepra. Y luego, por supuesto, te echaron.
Medea Benjamin
Sí, suelo ir a estas reuniones cristianas y digo: «Unámonos y recemos por los niños de Gaza». Y cuando digo «unámonos y recemos», me cogen de la mano, dispuestos a rezar. Pero cuando digo «por los niños de Gaza», dicen: «Oh, no, eso es imposible».
Así que sí, denunciamos su hipocresía de muchas maneras diferentes. Y también, cuando publicamos los vídeos, solemos poner una etiqueta con la cantidad de dinero que reciben de la AIPAC, porque es importante que la gente lo sepa.
Chris Hedges
Has sido un acérrimo enemigo de AIPAC, lo que te ha consumido mucho tiempo y energía. Cuando AIPAC se reúne, yo he asistido a algunas, tú has organizado una especie de reuniones rivales. Háblanos un poco sobre el lobby de AIPAC, su poder en el genocidio.
Medea Benjamin
Es curioso, Chris, porque si recuerdas, en años anteriores, AIPAC solía celebrar estas enormes conferencias a las que acudían unas 10 000 personas y ocupaban todo el centro de convenciones, y los miembros del Congreso y de la administración se peleaban entre sí por quién ocuparía el primer lugar.
Todos querían ser vistos y oídos allí. Y eso ha cambiado enormemente. Quiero decir que, desde el 7 de octubre y el genocidio, a muchos de ellos les da vergüenza que los vean en estas reuniones de AIPAC. Las reuniones de AIPAC son mucho más pequeñas.
Lo que me parece realmente interesante, Chris, es que ahora estamos viendo a personas que no son necesariamente demócratas progresistas, sino muy moderadas, dos de ellas de Carolina del Norte, Valerie Foushee y Deborah Ross, que recientemente han salido a la luz y han dicho públicamente que no aceptarían dinero del AIPAC, así como [Morgan McGarvey] de Kentucky, que dijo que no aceptaría dinero del AIPAC.
No estoy diciendo que el AIPAC no sea una fuerza tremenda y que haya sesgado tanto las políticas de nuestro Gobierno, pero sí digo que están empezando a aparecer grietas y que hay miembros del Congreso que empiezan a sentirse avergonzados por su afiliación al AIPAC, avergonzados de que el público sepa cuánto dinero han aceptado del AIPAC.
Y Chris, creo que es importante que tus espectadores comprendan que no se trata solo del dinero que AIPAC les da. En realidad, es el miedo que tienen a ser blanco de AIPAC, porque cuando publicamos estos vídeos y mostramos las cantidades de dinero, a veces se trata de cantidades enormes.
Sabes, algunos han recibido un millón de dólares a lo largo de su carrera, pero otros solo han recibido unos 30 000 dólares y, sin embargo, siguen la línea de AIPAC. Quizás sea porque son sionistas cristianos y tienen la creencia errónea de que Dios les ha dicho que apoyen a Israel, pero a menudo es porque no quieren estar en la lista negra de AIPAC.
A lo largo de los años, hemos visto no solo la forma reciente en que el AIPAC ha eliminado a Cori Bush y Jamaal Bowman, sino que se remonta incluso a miembros judíos del Congreso como Andy Levin, que ha sido eliminado por el AIPAC.
Así que quieren mantener la cabeza gacha. No quieren ser blanco de AIPAC, pero a medida que más y más electores se enfrentan a sus miembros del Congreso en los ayuntamientos y en sus oficinas locales, vemos que cada vez más miembros dicen que no quieren estar afiliados o ser vistos como títeres de AIPAC.
Chris Hedges
¿Puedes comparar, y has sido muy franco al respecto, la guerra por poder en Ucrania y lo que está sucediendo en Gaza y la respuesta de Estados Unidos?
Medea Benjamin
Bueno, fue muy interesante durante la guerra en Ucrania cómo presionamos a los miembros del Congreso para que se pronunciaran y pidieran negociaciones. Y probablemente recuerdes, Chris, que los 18 miembros del Congreso, los demócratas progresistas, poco después de que comenzara la guerra, publicaron una carta en la que decían: «Gracias, [Joe] Biden, por todo el dinero que estás dando a Ucrania, y tenemos que apoyar a Ucrania en esta guerra».
Pero las negociaciones podrían ser algo positivo. Y fueron tan criticados por sus propios compañeros demócratas, por los altos cargos del partido, que en 24 horas retiraron esa carta. Y desde entonces, no vuelven a hablar del tema. Así que solo han sido los republicanos los que han dicho: «¿Por qué estamos alimentando una guerra extranjera cuando el pueblo estadounidense no quiere eso?».
Y mencioné a Marjorie Taylor Greene, así es como empezamos nuestra relación con ella, porque era muy franca al respecto. Así que vemos que todavía hay miembros del Partido Republicano que dicen que no quieren seguir gastando nuestro dinero en guerras extranjeras.
Pero cuando hablan de guerras extranjeras, se refieren a Ucrania. No hablan de Israel. Y cuando utilizamos la misma lógica para decir: «Bueno, ¿y qué pasa con Israel? Se hacen llamar «America First», pero ¿son realmente «America First» cuando destinan todo este dinero a Israel que podría utilizarse aquí, en Estados Unidos?». Y no quieren oír eso.
Pero por eso digo que el dique está a punto de romperse, porque, como bien sabes, Chris, hay tantos influyentes en el Partido Republicano que han cambiado su postura sobre Israel que estoy esperando a ver algo más de coherencia entre los republicanos cuando dicen que no quieren alimentar guerras en el extranjero, no solo se refieren a Ucrania.
Chris Hedges
Hablemos de tu detención. ¿Era la primera vez que intentabas conversar con un miembro del Congreso? Creo que estabas en el pasillo, ¿verdad? ¿Era la primera vez que te detenían por esa actividad?
Medea Benjamin
Sí, nos han arrestado muchas veces en las audiencias y sabemos que cuando hablamos en las audiencias corremos el riesgo de ser arrestados. Y hay muchos grupos que vienen al Capitolio y organizan hermosos actos de desobediencia civil no violenta. Hemos visto a Jewish Voice for Peace, hemos visto a Christians for a Ceasefire, maravillosas acciones que han llevado a cabo los menonitas y saben que serán arrestados.
Pero en este caso, yo estaba haciendo lo que hago habitualmente, que es caminar por los pasillos, encontrar a un miembro del Congreso, correr tras él y preguntarle si quiere comentar algún tema de actualidad. Era el día después de que los israelíes atacaran a los negociadores de Hamás en Qatar y pensé que era importante.
Sabéis que hay periodistas por todo el Congreso que están constantemente poniendo sus micrófonos en la cara de los miembros del Congreso. Ni siquiera estaba cerca de [Darrell Issa]. Lo seguía por detrás o a su lado y le pregunté qué pensaba del ataque de Israel a Qatar.
Y él se puso muy desagradable y entró en su oficina, y yo solo toqué suavemente la puerta, abriendo un lugar público en la oficina. Quiero decir que cualquiera puede entrar en su oficina. Inmediatamente le dijo a su personal que me quitara el teléfono y dijo que estaba infringiendo la ley al entrar en su oficina.
En primer lugar, yo no estaba en su oficina y, en segundo lugar, no es una infracción entrar en la oficina de un congresista. Bueno, solo pensé, le dije, está usted loco y es desagradable, y si me toca, será una agresión. Y me fui pensando: «Qué tipo más desagradable». Y entonces, unos 15 minutos más tarde, unos policías muy amables se acercaron y me dijeron que Darrell Issa había presentado una denuncia contra mí y quería que me arrestaran.
Les mostré el vídeo, lo vieron y dijeron que no había nada. Que no había hecho nada malo. Así que estuve allí mucho tiempo mientras debatían si dejarme marchar, que era lo que yo pensaba que harían, o arrestarme.
Pero resulta que el inspector general se involucró, Issa no quiso dejarlo pasar y me arrestó. Tengo que volver al tribunal el 9 de octubre. Creo que esto forma parte de un intento de los miembros del Congreso de imponerme una orden de alejamiento, lo que significa que un juez, en el intervalo entre la presentación del caso y la sentencia, puede decirte que no puedes volver al Congreso.
Y dado que hay miembros del Congreso como esta mujer de extrema derecha, Anna Paulina Luna, que ha pedido al presidente de la Cámara que mantenga a CODEPINK fuera del Congreso, creo que esto forma parte de esa actividad. Espero que el juez vea lo ridículo que es y desestime el caso, pero nunca se sabe.
Chris Hedges
Hablemos de Trump y la ley RICO y sus declaraciones en el Despacho Oval sobre CODEPINK.
Medea Benjamin
Sí, había un grupo de mujeres de CODEPINK, cuatro mujeres, que habían entrado en un restaurante donde Trump acabó cenando. Consiguieron acercarse mucho a él y gritaron su oposición a las tropas estadounidenses, a las tropas de la Guardia Nacional en Washington D. C., así como a la ocupación de Palestina. Les dijeron que se marcharan.
Las escoltaron fuera y, en realidad, todo fue muy civilizado. Y luego, después de eso, lo oímos hablar de estas personas horribles, a las que llama lunáticas izquierdistas y dice que tal vez deberían ser arrestadas por RICO.
Creo que solo está hablando por hablar, igual que dijo que Soros debería ser arrestado y que todo el mundo debería ser arrestado, porque en realidad era solo un ejemplo claro del uso de nuestros derechos de la Primera Enmienda.
Chris Hedges
¿Y por qué es importante esa actividad, ya sabes, enfrentarse a las figuras del poder, que es, por supuesto, una de las actividades principales de CODEPINK?
Medea Benjamin
CODEPINK, desde nuestra fundación, y ya son más de 20 años, nos hemos enfrentado a todos y cada uno de los presidentes en el poder. Hemos confrontado a los vicepresidentes. Hemos confrontado a los secretarios de Estado, al igual que confrontamos a los miembros del Congreso en el Congreso, porque creemos que necesitan escucharnos. Y muy a menudo se aíslan. Dan conferencias de prensa, pero a menudo son muy selectivos con respecto a quién puede hacer preguntas y cómo se hacen.
Creemos que hay que enfrentarse a ellos cuando hacen cosas horribles, como provocar guerras, y todos y cada uno de nuestros presidentes han provocado guerras. Ya sea [George] Bush durante la terrible invasión de Irak o [Barack] Obama, a quien nos enfrentamos por el uso de drones para matar a quien quisiera y donde quisiera, y por seguir reteniendo a personas en Guantánamo [Bahía].
Depende de nosotros y creo que es un deber de los ciudadanos confrontar a nuestros funcionarios cuando hacen cosas tan horribles: guerras, torturas, ejecuciones extrajudiciales… Tenemos que alzar la voz.
Chris Hedges
¿Cree que la confrontación directa tiene algún efecto sobre el poder?
Medea Benjamin
Creo que sí. Recuerdo cuando me enfrenté a Barack Obama y, en realidad, fue una especie de conversación que mantuvimos y ellos intentaron arrestarme y recuerdo que le dije al agente: «Shh, mejor no me arresten, estoy conversando con el presidente», lo que me dio más tiempo y mantuvimos un intercambio.
Y cuando finalmente me sacaron a rastras, él dijo que los temas que esa mujer plantea —es curioso que dijera «esa mujer», porque le llevo diez años— son temas que vale la pena escuchar.
Y esos temas eran: ¿cómo podemos mantener en Guantánamo a personas que nunca han sido juzgadas, que nunca han sido condenadas por nada? ¿Cómo podemos matar a ciudadanos estadounidenses como Abdulrahman al-Awlaki, un ciudadano estadounidense de 16 años asesinado por un ataque con drones estadounidenses?
Y también sobre la participación de Estados Unidos en una guerra en la que no deberíamos estar. Así que creo que sí, ese fue un ejemplo en el que mantuvimos una conversación real. Y vemos cómo ese tipo de interacciones, ese tipo de interrupciones del poder, también inspiran a otras personas. Puede que no les inspire a enfrentarse directamente a alguien como un presidente, pero sí les inspira a enfrentarse directamente a su miembro del Congreso.
No sé si viste durante el receso de agosto, Chris, a todas las diferentes personas que se enfrentaron a sus miembros del Congreso en las reuniones del ayuntamiento. Fue precioso de ver. Así que creo que esas confrontaciones directas sí tienen un impacto.
Chris Hedges
Pero no puedo imaginarme a Trump, a Stephen Miller [subjefe de gabinete de la Casa Blanca] o a JD Vance manteniendo una conversación contigo.
Medea Benjamin
Bueno, nunca se sabe. Creo que hay que intentarlo. Quiero decir, hemos mantenido conversaciones con Marco Rubio cuando era senador. Y sí, a veces solo son gritos de un lado a otro. Pero creo que tenemos que intentar tener, ya sea una conversación o lo que llamamos una interrupción estratégica, tenemos que seguir haciéndolo.
Y eso es parte de defender nuestro derecho a la libertad de expresión. Tú sabes mejor que nadie, Chris, cómo se está atacando de tantas maneras diferentes. Pero si no seguimos usándolo y presionando, definitivamente lo veremos desaparecer.
Chris Hedges
¿Hacia dónde crees que vamos, especialmente después de la deificación de Charlie Kirk como mártir? Escuché el mitin en Arizona. Especialmente [Stephen] Miller estaba totalmente enfrascado en el fascismo. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Qué crees que va a pasar?
Medea Benjamin
Creo que nos esperan tiempos muy, muy peligrosos. Creo que esta administración está utilizando todo lo que tiene, incluidos los tribunales, para quitarnos nuestros derechos fundamentales. Ya sea persiguiendo a los inmigrantes, con la forma en que el ICE actúa como la Gestapo [la policía secreta nazi] en nuestras calles y secuestrando a nuestros vecinos.
Vivo en Washington D. C. y me duele cuando salgo de mi casa, doy la vuelta a la manzana y veo a la Guardia Nacional armada en mi comunidad. Es horrible. Y luego ver cómo se violan a diario nuestros derechos de libertad de expresión.
La forma en que la policía ha reprimido tanto a los pobres estudiantes universitarios, que eran el centro moral de este movimiento contra el genocidio, y los ha acosado e intimidado tanto. Lo vemos por todas partes y la forma en que nuestras universidades están siendo tan atacadas, ya sabes, estos son problemas fundamentales con los que tendremos que lidiar durante décadas cuando nos quiten nuestro derecho a estudiar ciertos temas o nos impongan la forma en que, incluso en nuestras escuelas primarias y secundarias, se nos permite hablar de cosas como qué es un genocidio y si solo es un genocidio cuando se refiere a algo de lo que la comunidad judía quiere que hablemos.
Son cosas que llevarán décadas desentrañar, pero creo que es cíclico, tenemos que aguantar y pasar por un periodo muy, muy infernal, pero saldremos adelante.
Chris Hedges
Hablemos del uso del antisemitismo como arma que, por supuesto, utilizó la administración Trump para atacar a las universidades, que capitularon y desde el principio reconocieron, creo que sin base alguna, que estos campus tenían un problema con el antisemitismo.
He enseñado en Columbia, fui a Harvard, he enseñado en Princeton, y la idea, no es que el antisemitismo no exista, pero la idea de que estas instituciones fomentaban el antisemitismo era una locura. Luego, por supuesto, la demonización de los trabajadores indocumentados o migrantes para justificar esta explosión del ICE y la construcción de centros de detención.
Y ahora, por supuesto, la idea de que había un grupo organizado responsable del asesinato de Charlie Kirk, que se llama la izquierda radical. Quiero decir que todas estas cosas son completamente ficticias, pero se han utilizado de manera muy eficaz para cerrar las puertas de hierro, para cerrar lo que queda de nuestra muy anémica sociedad abierta.
Medea Benjamin
Sí, y veo que también está ocurriendo mucho a nivel local y estatal. Veo que la semana pasada había unos 250 miembros de funcionarios electos locales que estaban en Israel durante un genocidio y estaban siendo adoctrinados para que volvieran a casa y reforzaran o impusieran nuevas leyes contra el boicot, la desinversión y las sanciones, para que impusieran nuevas restricciones sobre lo que se puede enseñar en las escuelas.
Esto se ha infiltrado en tantos ámbitos de nuestras vidas que es muy difícil ver cómo podemos avanzar mientras el cerco se va estrechando. Por otro lado, cuando estoy en el Congreso, ya he visto 14 audiencias sobre antisemitismo.
Y muchas de ellas son simplemente ridículas, como tú dices, ya sabes, alguien tenía un póster en su habitación que ofendía a alguien o cosas por el estilo, lo siento, pero bastaba con pedirle a alguien que se disculpara por un comentario que había hecho y se habría acabado el asunto. Pero en lugar de eso, lo están presentando como si fuera más importante que el genocidio que se está produciendo realmente.
Y, por supuesto, es una distracción del genocidio que está ocurriendo. Y una de mis esperanzas es que la generación más joven no caiga en esta trampa, que la generación más joven sea una generación que se oponga a la política de Estados Unidos en Israel, que tengan durante cosas como los campamentos… Quiero decir, viste la belleza de estos campamentos cuando los estudiantes musulmanes y judíos rezaban juntos, y era como una visión de la sociedad que queremos ver en el futuro.
Bueno, estos estudiantes no van a renunciar a eso. Eso les acompañará en su camino hacia el futuro. Hay una nueva generación de jóvenes. Lo vemos cuando vamos al Congreso y ves a estos congresistas que se aferran a su visión de Israel, a la que van a seguir dando nuestro dinero, y al personal que asiente con la cabeza en señal de apoyo cuando entramos o que nos persigue por los pasillos para darnos las gracias por venir, estamos trabajando duro para intentar cambiar la opinión de nuestros jefes. Hay una enorme brecha generacional y esa brecha generacional es lo que nos salvará.
Chris Hedges
Bueno, lo ves con [el candidato a la alcaldía de Nueva York, Zohran] Mamdani.
Medea Benjamin
Por supuesto, ¿no es maravilloso? Ahora mismo estoy en Nueva York y me siento muy bien aquí sabiendo que él será el próximo alcalde. Estoy bastante segura de que será el próximo alcalde y eso cambiará las cosas, de hecho, ya las ha cambiado.
Ves a gente de todo el país que ahora está entusiasmada con presentarse a las elecciones y que sabe exactamente cómo debe presentarse, porque él es un modelo maravilloso a seguir. Así que sí, eso es muy esperanzador.
Chris Hedges
Aunque no cuenta con el respaldo de [Chuck] Schumer ni de [Hakeem] Jeffries, me gustaría terminar pidiéndole que reflexione un poco sobre el Partido Demócrata. En muchos sentidos, el Partido Demócrata se ha transformado en el Partido de la Guerra. Pero háblenos un poco sobre el Partido Demócrata y si cree que es posible reformarlo desde dentro.
Medea Benjamin
Es patético, es repugnante. Era repugnante con Biden y es repugnante con Trump. Cuando piensas que ahora sería el momento de que fueran el partido de la oposición y realmente estuvieran ahí fuera, es irremediable. Tú y yo hemos sido partidarios de terceros partidos durante mucho tiempo, ambos trabajamos en la campaña de Ralph Nader, siempre hemos intentado crear un tercer partido fuerte porque no veo ninguna forma de que el Partido Demócrata pueda llevarnos al tipo de futuro que queremos.
Por otro lado, mientras intentamos construir y buscar líderes para un nuevo tercer partido, tenemos que movernos y apoyar a aquellos demócratas que están intentando cambiar el partido desde dentro. Yo apoyo a grupos como Progressive Democrats of America. Apoyo a los demócratas progresistas como Rashida Tlaib, Delia Ramírez e Ilhan Omar, y sabes que hay muchos otros buenos. Así que trabajamos con lo que tenemos, pero construimos para algo mucho mejor en el futuro.
Chris Hedges
Genial, gracias, Medea. Y quiero dar las gracias a Diego [Ramos] y Víctor [Padilla], Thomas [Hedges], Sofía [Menemenlis] y Max [Jones], que han producido el programa. Pueden encontrarme en ChrisHedges.Substack.com.
5. La participación extranjera en los bancos indios.
La última Nota económica de Patnaik está dedicada a un tema más interno indio: la posibilidad de que los bancos, hasta ahora exclusivamente indios, permitan la propiedad por parte de extranjeros.
https://peoplesdemocracy.in/2025/0921_pd/opening-door-foreign-ownership-banks
¿Se abre la puerta a la propiedad extranjera de los bancos?
Prabhat Patnaik
El Banco de la Reserva de la India tiene un límite del 15 % para la propiedad de acciones de bancos indios por parte de no residentes, un límite que puede aumentarse según cada caso, pero que sigue vigente en la legislación hasta la fecha. Sin embargo, en 2018, se permitió a la sociedad holding con sede en Mauricio de la empresa canadiense Fairfax adquirir el 51 % de las acciones del Catholic Syrian Bank of Kerala. Ni el Gobierno central ni el Banco de la Reserva han explicado por qué se infringió el límite del 15 % en 2018, mientras que en 1994 (en plena época neoliberal) se rechazó, con toda razón, el intento del grupo S S Chauwala, con sede en Tailandia, de adquirir el control del 34 % del capital social del mismo banco.
Es más, según se informa, se están dando pasos para vender también el banco IDBI a una entidad privada de propiedad extranjera. Aunque no está clasificado como banco del sector público, la empresa estatal Life Insurance Corporation of India es propietaria de la mayoría de su capital desde 2019.
Por lo tanto, a pesar de las protestas en contra, parece estar produciéndose un cambio silencioso hacia la autorización de que entidades extranjeras tomen el control de los bancos indios. Nunca se explica por qué está ocurriendo esto. Ni siquiera se ha esgrimido en este caso el argumento de que se trata de una forma de atraer financiación extranjera, que es la excusa habitual que se da para cambios políticos tan importantes. Por supuesto, esta excusa no resistiría un examen minucioso en el caso que nos ocupa: la entrada de fondos por la compra de la propia entidad extranjera es bastante insignificante: Fairfax adquirió la propiedad del Catholic Syrian Bank por la mísera suma de 12 000 millones de rupias, de las cuales recuperó casi la mitad, 5920 millones de rupias, en junio de 2024 con la venta de solo el 9,72 % del capital social; y en cuanto a que la propiedad extranjera de los bancos crea un ambiente propicio para la entrada de financiación, se trata de un argumento totalmente simplista. Al fin y al cabo, la estricta aplicación del límite del 15 % del RBI no había disuadido anteriormente la entrada de capitales; y si en la actualidad la entrada de capitales está siendo sustituida por la salida, las razones se encuentran en otros factores (por ejemplo, los aranceles de Trump) y no pueden ser negadas por la venta de unos pocos bancos. Entonces, ¿por qué se permite silenciosamente la propiedad extranjera de los bancos cuando se reconoce ampliamente que sus implicaciones son extremadamente perjudiciales para la economía (de lo contrario, no se habría impuesto el límite del 15 % en primer lugar)?
Por supuesto, se podría argumentar que los efectos perjudiciales de la propiedad extranjera per se de los bancos son muy exagerados. El Banco de la Reserva de la India tiene normas sobre la tenencia de activos extranjeros por parte de los bancos indios, que en general restringen dicha tenencia, y mientras se cumplan estas normas, no importa tanto quién sea el propietario del banco. Incluso si aceptamos este argumento, sigue sin responder a la pregunta de por qué un banco indio debe pasar a manos extranjeras. Y el argumento de que la propiedad extranjera mejoraría la gestión del banco es totalmente inválido; de hecho, el control extranjero, como muestra el ejemplo del Catholic Syrian Bank, elimina el crédito a los pequeños prestatarios, que se supone que son los beneficiarios del plan de préstamos del sector prioritario, al tiempo que aumenta considerablemente los emolumentos de la alta dirección.
Además, la propiedad extranjera de los bancos se convierte precisamente en el instrumento para ejercer presión con el fin de eliminar las restricciones existentes sobre la tenencia de activos extranjeros por parte de los bancos indios. La eliminación de dichas restricciones, al aumentar la tenencia de activos extranjeros, también permitirá a los bancos de propiedad extranjera participar más en la financiación de actividades especulativas.
Estas actividades son más arriesgadas y, por esa misma razón, más rentables en promedio en un sentido ex ante. Cuando las cosas van bien y la especulación es rentable, los bancos que se dedican a estas actividades obtienen grandes beneficios, de los que, sin embargo, los depositantes no obtienen ni un céntimo; pero cuando la especulación deja de ser rentable y los bancos incurren en pérdidas, e incluso se enfrentan a la quiebra, son los depositantes los que tienen que afrontar la perspectiva de perder sus ahorros acumulados. Por lo tanto, desde el punto de vista de la mayoría de los depositantes, un banco que se dedica a financiar actividades especulativas es mucho peor que un banco que se dedica a préstamos no especulativos; y la propiedad extranjera de los bancos, al presionar al RBI para que elimine las restricciones sobre la tenencia de activos extranjeros, también expondrá a los depositantes indios a los peligros de la especulación, de la que no tienen nada que ganar, pero sí mucho que perder.
No se trata de una simple conjetura. Cuando estalló la «burbuja» inmobiliaria en Estados Unidos en 2008, se descubrió que bancos de todos los principales países capitalistas metropolitanos habían participado, directa o indirectamente, en la financiación de esa burbuja y, en consecuencia, se vieron abrumados por grandes cantidades de «activos tóxicos», es decir, activos que habían perdido todo su valor. Tuvieron que ser rescatados con enormes ayudas gubernamentales, pero incluso así los depositantes sufrieron pérdidas sustanciales. El único país cuyo sistema financiero salió indemne del colapso de la burbuja inmobiliaria fue la India. La magnitud de los activos extranjeros en los balances de los bancos indios era minúscula; y dentro de sus activos extranjeros, la magnitud de los activos tóxicos era aún menor. Solo el banco ICICI tenía algunos activos extranjeros e incluso tóxicos, pero los bancos del sector público estaban casi totalmente limpios. Es posible que esta situación no se repita en el futuro y que el sistema financiero indio no conserve la solidez que tenía, si se permite la propiedad extranjera de los bancos indios.
Sin embargo, permitir la propiedad extranjera de los bancos es la dirección en la que el neoliberalismo empujará a la India. Esto no solo se debe a que el neoliberalismo se opone a todas las restricciones gubernamentales (especialmente las de los gobiernos del tercer mundo), como el límite del 15 % a la propiedad extranjera de acciones, sino también a que la propiedad extranjera de los bancos indios da al imperialismo una ventaja sobre la economía india (y debemos recordar que el neoliberalismo es una estrategia imperialista): el propietario extranjero de un banco contaría con el respaldo del Estado extranjero, mientras que el propietario indio de un banco no lo tendría.
El neoliberalismo ya ha revertido significativamente los avances logrados por el sector financiero indio durante el período dirigista en comparación con el anterior. Por ejemplo, aunque las normas de préstamo para sectores prioritarios siguen vigentes y no se han eliminado, la definición de sector prioritario se ha ampliado tanto que aquellos para quienes se establecieron esas normas en un principio, es decir, los agricultores, los pequeños productores, las pequeñas empresas y otros segmentos marginados, quedan sustancialmente excluidos de la financiación institucional. Como muestra un estudio de la Asociación Democrática de Mujeres de toda la India, las empresas financieras no bancarias y las instituciones de microfinanciación obtienen préstamos de los bancos a un tipo de interés no superior al 10 %, pero prestan a mujeres prestatarias empobrecidas a un tipo de interés del 26 %, de una manera que recuerda a los antiguos prestamistas de las aldeas de la época colonial (que también solían acceder a la financiación bancaria para sus préstamos usurarios). Es más, los préstamos bancarios a las NBFC y las IMF se contabilizan ahora como parte de los préstamos al sector prioritario. Se ha socavado el objetivo básico de la nacionalización de los bancos, que, entre otras cosas, era poner la financiación bancaria directamente a disposición de los prestatarios marginales de sectores como la agricultura, las pequeñas industrias y las pequeñas empresas, sin pasar por intermediarios.
Por otro lado, todo el sistema bancario, incluidos incluso los bancos del sector público, se ha convertido en subordinado de las grandes empresas, a pesar de que la idea detrás de la nacionalización bancaria era romper este nexo e imponer un control social sobre el desembolso de créditos. Las grandes empresas no solo acaparan la mayor parte del crédito bancario, sino que también incumplen impunemente sus obligaciones de reembolso. Una vez más, en otras palabras, a pesar de la existencia de bancos del sector público (aunque estos también se caracterizan hoy en día por una disminución de la participación del gobierno en el capital), se está restableciendo una situación similar a la de antaño, cuando las empresas monopolísticas tenían estrechos vínculos con los bancos (de hecho, cada empresa tenía su propio banco). El movimiento se aleja de nuevo de la visión del control social sobre la concesión de créditos.
Este movimiento recibirá un nuevo impulso con la propiedad extranjera de los bancos indios. Los prestatarios marginales se verán aún más excluidos del acceso directo al crédito bancario; las grandes empresas se verán aún más favorecidas por el crédito bancario; y ahora, además de todo esto, el crédito bancario fluirá hacia activos extranjeros y actividades especulativas. Esto no es mejor de lo que cabría esperar de los elementos fascistas que actualmente gobiernan el país, pero hay que resistirse con firmeza.
6. Más sobre justicia y libertad de expresión.
De nuevo a partir del asesinato de Kirk, Zhok reflexiona sobre la moralidad de la violencia para acallar opiniones contrarias.
Algunas consideraciones sobre la justicia y la libertad dialéctica
por Andrea Zhok
El caso «Charlie Kirk» merece una reflexión, no tanto por el personaje en sí, por el que personalmente, al no ser estadounidense, siento un interés moderado, sino por lo que han permitido vislumbrar las reacciones a su muerte.
Como se ha debatido ampliamente en los últimos días, una parte significativa de personas con pedigrí «progresista» o «de izquierdas» ha expresado satisfacción, comprensión o justificación por el asesinato. El hilo conductor del razonamiento en estos casos ha sido, más o menos: «Era una persona horrible con opiniones horribles, por lo que el mundo es un lugar mejor sin él».
Ahora bien, no me interesa entrar aquí en una valoración sobre si el sujeto era realmente horrible o si tal vez era víctima de calumnias y malentendidos. Supongamos por un momento que era realmente la persona horrible que algunos creen que era.
La cuestión fundamental es: en relación con una persona con opiniones horribles, ¿es CORRECTO silenciarla con violencia? Tenga en cuenta que «silenciarla con violencia» no tiene por qué implicar necesariamente un asesinato. Podría ser encarcelamiento, amenaza, chantaje u otras formas de violencia.
Aquí hay dos niveles de argumentación. El primero podríamos llamarlo «kantiano» e implica que es intrínsecamente incorrecto usar la violencia contra una opinión, por muy mala que se considere.
Esto se debe a que, si generalizamos este tipo de comportamiento, dado que toda opinión significativa es insoportable para alguien, nos encontraríamos rápidamente en una situación de guerra de todos contra todos, de abuso universal. En última instancia, la propia esfera de las opiniones y los razonamientos acabaría desapareciendo, dejando paso a la ley de la selva. De hecho, cualquier opinión que no sea una trivialidad irrelevante irrita a alguien. Cualquiera que tenga un poco de experiencia en las redes sociales —que, desde este punto de vista, son un gran gimnasio educativo— sabe que la capacidad de malinterpretación y de odio verdadero es absolutamente sorprendente, incluso para las opiniones mejor argumentadas.
La única forma de no despertar odio o desprecio en nadie es permanecer en silencio y (quizás) publicar fotos de gatitos.
Pero esta forma de argumentación es percibida por muchas personas, tanto de derecha como de izquierda, como abstracta.
Estas personas siguen el razonamiento hasta cierto punto, pero una vez llegado a ese punto, se deslizan hacia una forma de razonamiento de tipo «utilitarista» y se dicen algo así: «Está bien, todo muy bonito, pero la generalización de esos comportamientos es meramente hipotética, mientras que, de hecho, silenciar a esa (que considero una) mala persona es una mejora inmediata del mundo».
Este tipo de personas suelen sentir una cierta intolerancia hacia lo que perciben como la «moralidad abstracta» de quienes sugieren decidir sus acciones en términos de «virtud» o disposiciones generalmente justas. En general, se trata de personas que no creen que exista ningún «juez universal» de las acciones humanas, divino o humano, y que, por lo tanto, de manera pragmática, «cuando hay que hacerlo, hay que hacerlo»: si un determinado acto de violencia suprime lo que considero un daño para lo que soy o creo, bien está.
Lo que me interesa señalar aquí es la deprimente estupidez de quienes alimentan esta visión teniendo como ideal guía la «defensa de los débiles», la «protección de los oprimidos», la «tutela de los que no tienen poder» o similares. Dado que este tipo de ideal ha sido a menudo promovido o al menos agitado por la izquierda, creo que esta reflexión es particularmente relevante para quienes tienen ese trasfondo, pero en general es aplicable a cualquiera que piense que actúa en nombre de los débiles, los oprimidos, los sin poder, etc.
¿Por qué hablo de «deprimente estupidez»? Es sencillo. Porque, una vez que nos movemos a un plano utilitarista, es decir, al plano de un análisis de las consecuencias prácticas de nuestras acciones, descubrimos inmediatamente que la esfera de las opiniones, de los argumentos, la esfera dialéctica, la esfera de la libertad de expresión es LA ÚNICA PALANCA DE LA QUE DISPONEN LOS QUE NO TIENEN PODER. Quienes detentan el poder no necesitan persuadir, no necesitan justificarse, porque pueden coaccionar. Mantener viva al máximo la dimensión dialéctica es, banalmente, en interés de los que no tienen poder. Cada vez que los que no tienen poder recurren a la violencia contra la opinión, incluso la más obscena, se están disparando en el pie.
La historia está llena de útiles idiotas que el poder ha manipulado para conseguir precisamente eso: una retirada de la esfera dialéctica en nombre de la «opinión correcta». Que esta «opinión correcta» se refiera a los pronombres sexualmente inclusivos o al Holocausto, que se refiera al aborto o a la raza, que se refiera al veganismo o al calentamiento global, que se refiera a la revolución proletaria o al darwinismo social, es irrelevante. Cualquier restricción del espacio dialéctico, cualquier limitación de la libertad de expresión, es siempre, infaliblemente, una forma de apoyo a quienes ya detentan el poder; esto incluso si la palabra cuya libertad limitamos parece apoyar al poder establecido.
Aquí el método lo es todo, el contenido nada.
El terrorismo de los años 70 en Italia fue un excelente ejemplo de esta habilidad de los «protectores de los oprimidos» para dispararse en los pies. Pensar que silenciar con violencia algunas de las «voces del amo» debilitaría el poder establecido fue una de las estrategias «revolucionarias» más estúpidas y contraproducentes de la historia. El Nobel de la autolesión. Como excusa parcial, solo se puede señalar que a menudo eran manipulados desde dentro por los servicios secretos, es decir, por el mismo poder que pensaban derribar.
Pero esto, obviamente, no solo se aplica cuando la violencia antidialéctica proviene «desde abajo», solo cuando los que callan las voces incómodas son los autoproclamados justicieros del pueblo. Esto se aplica igualmente cuando el poder finge acudir en ayuda de los desamparados silenciando a aquellos que presenta como «amenazas para las opiniones sensatas». Cuando hace una década cerraron sitios web presentados como «de extrema derecha», la izquierda aplaudió abiertamente. Y es precisamente ese precedente el que hoy permite al poder cerrar los sitios web (presentados como) «de extrema izquierda», «pro-pal» o «antifa», al igual que hace unos años lo hicieron con las páginas etiquetadas como «novax», etc.
Este es un punto sencillo y no habría dedicado todo este espacio a expresarlo si no hubiera encontrado en los últimos días los argumentos más absurdos que intentaban justificar «un disparo bien dado» porque había eliminado a un portador de opiniones consideradas malvadas.
Sobre este punto se puede trazar una línea muy sencilla, muy directa, muy inequívoca: quien trabaja para reducir los espacios de libre dialéctica, ya sea por corrección política o por censura intolerante, ya sea en nombre de la inclusividad o del dios único, del respeto a las minorías o del amor a la patria, en cualquier caso está trabajando para el poder establecido y en contra de quienes no tienen poder.
7. Manual sobre política de la tierra.
En Oxford acaban de publicar un manual sobre política de la tierra que tiene muy buena pinta. En TNI han publicado fragmentos del prólogo.
https://www.tni.org/en/article/the-politics-of-land
La política de la tierra : presentación de una nueva e importante recopilacion
Fecha de publicación: 19 de septiembre de 2025
La tierra ocupa un lugar central en los debates políticos contemporáneos. La tierra sustenta los medios de vida de millones de personas a través de la agricultura, la ganadería, la caza y la recolección. Estos medios de vida están íntimamente ligados a la naturaleza y a los complejos y diversos ecosistemas que prosperan en la tierra. La tierra crea un sentido de identidad que se refleja a través del género, la raza, la clase y otros ejes de diferencia. A través de diversas instituciones y formas de autoridad, la tierra conecta a los ciudadanos y los Estados, las empresas y el capital, y es el lugar de acumulación, extracción y control. Por lo tanto, el acceso a la tierra es objeto de disputa, negociación y reivindicación por parte de múltiples actores que compiten entre sí, vinculados a una miríada de luchas. En otras palabras, la tierra nos conecta a todos a través de su política.
Ian Scoones
Ilustración de Federico «Boy» Domínguez
Por eso es tan importante la reciente publicación Oxford Handbook of Land Politics (enlace externo). A lo largo de 38 capítulos (880 páginas), escritos por auténticos expertos en el amplio campo de los estudios agrarios críticos, el libro ofrece una guía inestimable para estos debates, con una magnífica visión general e introducción (enlace externo) de sus editores, Jun Borras y Jenny Franco. A continuación, se incluyen algunas reflexiones extraídas del prólogo (enlace externo) que escribí.
Al final del prólogo, me pregunto cuáles son los nuevos ejes de debate que transforman nuestra comprensión del cambio agrario y la política de la tierra que se ofrecen en las páginas del manual. Hay muchos, pero destaco solo cuatro.
- El primero es el paso de considerar la tierra solo como un lugar de producción y, por tanto, de acumulación, a considerarla también como un lugar de reproducción social y el centro de relaciones sociales y culturales con un marcado carácter de género. Esto sugiere una política de la tierra mucho más diversa que va más allá de la clase social y abarca el género, la raza, la identidad, etc. A su vez, sugiere un nuevo enfoque en el trabajo, con medios de vida complejos generados a partir de múltiples fuentes más allá de la parcela de tierra fija, a través de la migración, el comercio, etc. Las categorías clásicas de clases basadas en la tierra y centradas únicamente en la producción se ven así alteradas a medida que se crean nuevas formas de sustento. Como resultado, la dinámica de la diferenciación y la acumulación cambia, y la política de la tierra se transforma a medida que surge una apreciación más amplia de las clásicas preguntas de Henry Bernstein sobre la economía política agraria: ¿quién es dueño de qué, quién hace qué, quién obtiene qué y qué hace con ello?
- En segundo lugar, la centralidad de la naturaleza, el medio ambiente y el clima en relación con la tierra es un tema que resuena en muchos capítulos. Los seres humanos y la naturaleza (y, por tanto, la tierra) son inseparables, pero a menudo se han desconectado por las fuerzas de la modernidad capitalista. La importancia de volver a conectar es fundamental y requiere una nueva ecología/economía política de la tierra. Esto tiene profundas implicaciones en la forma en que ven la tierra; de nuevo, no solo como una parcela delimitada, sino como parte de un paisaje y un territorio vivos más amplios, dentro de un sistema planetario más amplio. Esto, a su vez, pone de relieve la conexión crucial entre la tierra y la crisis climática. El cambio en el uso de la tierra, ya sea a través de la deforestación, la agricultura intensiva y la extracción de agua o minerales, es uno de los principales factores que contribuyen al cambio climático. A medida que los regímenes de extracción evolucionan bajo las nuevas fronteras del capitalismo, la tierra cobra un papel central. Estos regímenes de alimentos, agua y energía se constituyen a través de una política controvertida y, a medida que se acelera la necesidad imperiosa de abandonar la dependencia de los combustibles fósiles y los sistemas agrícolas intensivos y contaminantes, surgen nuevos retos. En la carrera hacia el «cero neto», por ejemplo, se ofrecen energías alternativas, adaptación al clima y «soluciones» basadas en la naturaleza, pero todo ello tiene implicaciones para quienes controlan la tierra, ya que el acaparamiento de tierras se justifica cada vez más en nombre de las «transiciones» ecológicas y climáticas, lo que a su vez crea nuevas políticas basadas en la tierra en todo el mundo.
- En tercer lugar, muchos capítulos abogan por ir más allá de un enfoque estrecho e individualizado de los derechos sobre la tierra, la seguridad de la tenencia y la gobernanza de la tierra. Este marco gerencial, administrativo y tecnocrático domina el pensamiento político, pero es incompatible con la realidad sobre el terreno. Como se señala en la introducción, esos esfuerzos por proporcionar «seguridad» a las mujeres, los pueblos indígenas y otros grupos pueden, paradójicamente, dar lugar a oportunidades de despojo, ya que la especulación, la apropiación y la extracción aumentan en las zonas en las que la «regularización» ha generado legibilidad mediante la demarcación y la delimitación. En cambio, es necesario pensar en la tierra como constituida a través de formas híbridas y mosaicas de relación de propiedad, con la creación de propiedad como un proceso continuo, controvertido y negociado. La tierra siempre está integrada en las relaciones de poder, por lo que pensar en cómo se genera la autoridad sobre la tierra —a través de las interacciones entre ciudadanos, Estados, empresas y otros actores— puede ayudarles a elaborar instituciones democráticas más adecuadas para el control de la tierra y un enfoque más innovador y fundamentado de la «gobernanza de la tierra».
- Por último, el Manual señala la importancia de entender la tierra como un «régimen», situado en un contexto histórico y político-económico más amplio. Como destaca la introducción, un régimen de la tierra —al igual que un régimen alimentario— se estabiliza, quizás solo de forma provisional y temporal, mediante un conjunto de fuerzas político-económicas que operan dentro de una fase concreta del capitalismo. Pero los regímenes cambian debido a la intersección de las luchas locales y las fuerzas e intereses políticos más amplios. Hoy en día, estos se ven influidos por las nuevas fronteras de la extracción y la acumulación, vinculadas a las relaciones económicas globalizadas, los sistemas alimentarios cambiantes y los imperativos climáticos y medioambientales cada vez más acuciantes. Mientras tanto, los regímenes autoritarios y populistas definen la nación en términos de la relación entre «el pueblo» y su patria, siempre de manera que excluyen a algunos, al tiempo que incorporan a otros en una política populista de la tierra y la pertenencia. Hasta que no comprendamos este contexto estructural más amplio y situado históricamente, los intentos de abordar los apremiantes retos de la tierra y su uso a niveles más locales —ya sea mediante medidas de agroecología o soberanía alimentaria, por ejemplo— seguirán siendo difíciles de alcanzar.
El Manual es una recopilación rica, diversa y profundamente documentada, que mezcla perspectivas teóricas y reflexiones fundamentadas. Al ir más allá del estrecho canon marxista para abarcar una amplia gama de perspectivas, no se adopta ninguna línea concreta. La introducción anima a los lectores a encontrar su propio camino, a leer más allá de los marcos conceptuales y a reflexionar sobre diferentes dimensiones; en otras palabras, a generar una sensibilidad crítica hacia los estudios agrarios y la política de la tierra.
Para cualquier estudiante de la tierra, o de la política en general, así como para activistas y profesionales que se enfrentan a los retos de la política de la tierra, este manual es un recurso enormemente valioso y vital.
Enlaces:
La introducción (enlace externo) (Borras y Franco; póngase en contacto con los autores para obtener una copia del capítulo)
El prólogo completo (enlace externo) (Scoones) (acceso libre)
Nota: En el sitio web del Manual se mencionan dos fechas de publicación: 2022 fue el año en que se inició formalmente el proyecto del Manual; 2025 fue cuando el Manual se completó y publicó en su totalidad. Las ediciones en línea y en tapa dura están destinadas a las adquisiciones de las bibliotecas, mientras que la edición en rústica está prevista para dentro de un año aproximadamente.
Vídeo: Marxismo agrario, por Boy Domínguez x Brisa Amir x Tom Estrera III
8. Más sobre la teoría marxista del valor.
Os lo envío, además de por el valor intrínseco que pueda tener, porque creo que había hecho lo mismo con el libro que ha dado origen a este texto: El hilo invisible del capital. Una vez más, sobre la teoría del valor.
https://www.contretemps.eu/critique-exploitation-capitaliste-theorie-marxiste-valeur/
¿Puede la crítica de la explotación prescindir de la teoría marxista del valor? Sobre el libro de Ulysse Lojkine
Simon Verdun 25 de septiembre de 2025
Simon Verdun ofrece en este texto una lectura crítica detallada de la obra de Ulysse Lojkine, Le fil invisible du capital (La Découverte), de la que Contretemps ya ha publicado un extracto. En particular, sostiene que la teoría marxista del valor es necesaria tanto para analizar de manera coherente la explotación como para luchar políticamente contra ella.
Ulysse Lojkine, Le fil invisible du capital. Déchiffrer les mécanismes de l’exploitation, París, La Découverte, 2025, 256 páginas.
Introducción
En abril de 2025, el economista y filósofo Ulysse Lojkine publicó en la editorial La Découverte su libro Le Fil invisible du capital. Déchiffrer les mécanismes de l’exploitation, fruto de su trabajo de tesis. Sin ignorar los innegables méritos de la obra —que se basa en una impresionante bibliografía económica y filosófica, enriquecida con referencias jurídicas y de actualidad, y que ofrece un panorama impactante de la explotación capitalista a escala mundial—, nuestro artículo se centrará en algunas críticas que afectan al núcleo del proyecto del autor: la ambición de Lojkine de elaborar una teoría de la explotación independiente de la teoría del valor de Marx. Por lo tanto, lo que está en juego aquí es la cuestión de la fidelidad —o no— a la teoría económica de Marx, sobre todo porque el propio Lojkine presenta su enfoque como una posible mejora del establecido por el autor de El capital:
«… al responder a las objeciones [dirigidas a la teoría de Marx], también las absorbe; lo que no mata, fortalece, y al mismo tiempo que se defiende la teoría de Marx, se transforma imperceptiblemente». » (Ulysse Lojkine, Le Fil invisible du capital, La Découverte, París, 2025, p. 26).
Nos parece, por el contrario, que esta transformación dista mucho de ser tan imperceptible como se anuncia. Porque en su trabajo, Lojkine elimina de hecho todo alcance «explicativo» (sobre la formación de los precios y los ingresos capitalistas, en particular el beneficio) de la teoría del valor de Marx, para conferirle una función únicamente «descriptiva». Así, la referencia a la teoría del valor de Marx solo sirve al autor como pretexto para fundamentar una «contabilidad del trabajo» que pretende visibilizar los mecanismos de explotación y que, como veremos, no deja de plantear una serie de problemas. Pero, fundamentalmente, al final del primer capítulo de Fil invisible, no queda ya ninguno de los conceptos específicos de la teoría económica de Marx, entendiéndose, por supuesto, que no basta con que una teoría reconozca el carácter necesario de la explotación en el régimen capitalista para que pueda calificarse de «marxista» (en cierta medida, Ricardo reconoce que los beneficios tienen su origen en la apropiación del trabajo no remunerado, al igual que Smith en algunos pasajes de La riqueza de las naciones). Este es especialmente el caso del concepto cardinal de la teoría económica de Marx: la «plusvalía» (o «valor añadido»), como apropiación del producto del valor del trabajo no remunerado y que constituye en Marx la fuente de los beneficios capitalistas, ya no tiene ningún sentido en la conceptualidad propuesta por Lojkine, ya que su pertinencia desaparece al mismo tiempo que se niega todo carácter «explicativo » de la teoría del valor.
Que haya ruptura o revisión no es malo en sí mismo para un investigador, pero la cuestión sigue siendo si la revisión teórica de la teoría marxista propuesta por Lojkine permite ir más allá de esta última, en resumen, si constituye una teoría de la explotación que debería preferirse a la defendida por los marxistas, como afirma el autor. A esta pregunta, nos parece que la respuesta es precisamente negativa.
Veremos cómo la negativa del autor a dar un alcance «explicativo» a la teoría del valor de Marx en favor de un enfoque «puramente contable» del trabajo participativo y apropiado incide necesariamente en su teoría de la explotación, que sigue siendo ambigua. Pero esta ambigüedad tiene una consecuencia particularmente desafortunada desde el punto de vista marxista, ya que lleva a Lojkine a relativizar lo que era precisamente central en el argumento de Marx: la existencia de un antagonismo de clase fundamental entre los proletarios y los propietarios de los medios de producción. Para Marx, dado que el beneficio capitalista en su forma más simple de beneficio industrial no es más que el plusvalor procedente del trabajo gratuito de los proletarios, poco importa que el capitalista sea pequeño o grande para que sea considerado inmediatamente como explotador: lo es desde el momento en que obtiene un beneficio, teniendo en cuenta su lugar en las relaciones de producción. En el caso en que Marx examina la igualación de las tasas de beneficio, en la que el plusvalor global se distribuye equitativamente entre los capitalistas de las diferentes ramas, es la existencia del plusvalor lo que fundamenta la complicidad objetiva de clase del conjunto de los capitalistas, independientemente de su peso o de sus diferencias de actividad: todos se reparten el producto del valor del proletariado explotado en su conjunto, independientemente de la importancia de sus avances o de sus sectores de actividad.
La teoría de Lojkine llega, en nuestra opinión, a una conclusión completamente opuesta: no sería la posición de clase en las relaciones de producción lo que bastaría para determinar la condición de explotador del agente, sino su nivel de ingresos en relación con su participación, independientemente de la naturaleza de dichos ingresos (ya que la cuestión de su origen se deja de lado en cualquier caso). En otras palabras, Lojkine llega a considerar que algunos pequeños capitalistas no solo podrían no ser explotadores, sino que incluso deberían ser considerados «explotados», siempre que sus beneficios se mantengan por debajo de un determinado umbral, es decir, inferiores a la cantidad de «trabajo» que ellos mismos realizan. Nos oponemos a esta conclusión, que contribuye necesariamente a fundamentar la existencia de un interés común entre proletarios y pequeños capitalistas, y trataremos de demostrar que se deriva necesariamente del abandono de la teoría del valor de Marx.
Este abandono tiene otra consecuencia, que no podemos indicar brevemente aquí: el enfoque contable de Lojkine, al abandonar el terreno explicativo del origen de los ingresos, no solo no puede formular una teoría unívoca de la explotación, sino que conduce necesariamente a su autor a soluciones puramente reformistas en el último capítulo programático de la obra («Los mecanismos de la igualdad», p. 199-235): apelación al supuesto «Estado social», mecanismos redistributivos, aumento general de los salarios[1], planificación de determinados sectores o incluso «algoritmos de emparejamiento » de los agentes hacia determinadas actividades.
Si existe explotación cuando las cantidades de trabajo apropiadas por los agentes individuales son superiores a las cantidades de trabajo que proporcionan, como sostiene Lojkine, entonces la única forma de combatir la explotación es hacer que los ingresos de los agentes sean proporcionales al «trabajo» que realmente realizan, independientemente de su posición de clase y, por lo tanto, independientemente de cualquier consideración sobre la naturaleza exacta de su «trabajo» (la distinción entre trabajo productivo e improductivo de Marx se abandona necesariamente al mismo tiempo que su teoría del valor) . Sin embargo, cabe señalar que la teoría del valor de Marx no solo tiene por objeto proporcionar una explicación del origen de los ingresos y la formación de los precios relativos (lo que Lojkine denomina el aspecto «cuantitativo» de la teoría marxista del valor), sino que también trata de explicar la existencia misma de la forma-valor, la forma mercancía de los productos del trabajo, desde el momento en que existen ciertas condiciones de producción y el trabajo social debe validarse mediante la venta (lo que Lojkine denomina su aspecto «cualitativo» y que declara dejar de lado, p. 30, nota 1). La respuesta fundamental de los marxistas al fenómeno de la explotación en el régimen capitalista es, por lo tanto, muy diferente de una simple redistribución de los ingresos o de ajustes institucionales destinados a limitar sus efectos. Por el contrario, consiste en la abolición de la forma-valor de los productos del trabajo, en la destrucción de las relaciones mercantiles, mediante una planificación centralizada de la totalidad del trabajo social, que sigue siendo, según Marx, el único medio para deshacerse definitivamente de la economía mercantil y de la explotación de la que es inseparable.
Dicho esto, pasemos ahora a examinar el proyecto teórico del autor antes de abordar nuestros puntos críticos.
La razón de ser de la «contabilidad en trabajo» de Lojkine: la explotación en el régimen no mercantil y mercantil
El autor comienza con una definición muy clara del concepto de explotación. Existe explotación en el sentido económico del término cuando hay una apropiación neta del trabajo ajeno, siempre que dicha apropiación se base en una «relación de poder asimétrica» que obliga de hecho a unos a trabajar para otros.
«… el capitalismo es estructuralmente un sistema de explotación de ciertos grupos sociales por otros, en el sentido de una apropiación del trabajo ajeno combinada con una relación de poder asimétrica» (p. 9).
Según el autor, me apropio del trabajo ajeno cuando recibo ciertos productos que han requerido una cierta cantidad de trabajo por parte de otros: por lo tanto, soy un «apropiador neto», es decir, un explotador, cuando la totalidad o una parte de los bienes o servicios que recibo de la sociedad han requerido una cantidad de trabajo mayor que la que yo le he proporcionado a cambio con mi propio trabajo. Para determinar si un individuo es un explotador o un explotado, es necesario, según Lojkine, comparar el tiempo de trabajo participativo de ese agente con el tiempo de trabajo incorporado que recibe ese individuo, ya sea en forma de una suma de mercancías determinadas, ya sea en forma de valor de cambio, de ingresos.
«… un capitalista «ideal» —poseedor de los medios de producción que no trabaja él mismo— obtiene un beneficio monetario que le confiere poder adquisitivo y, por lo tanto, de apropiación del trabajo ajeno. Es un explotador. Por el contrario, los asalariados producen más de lo que reciben, y la diferencia la constituyen precisamente los beneficios. Su trabajo apropiado es inferior al trabajo que realizan: son explotados» (p. 23-24).
Esta consideración sobre el «capitalista ideal» parece indicar a primera vista que, para Lojkine, es la posición de clase, el hecho de ser un poseedor de medios de producción que obtiene beneficios, lo que convierte al capitalista en un explotador, algo totalmente conforme con el análisis marxista. Veremos más adelante que, en realidad, para el autor es un poco más complicado que eso, ya que admitirá posteriormente que el capitalista puede «trabajar él mismo» y que, por lo tanto, por lo tanto, no ser un «apropiador neto», aunque obtenga beneficios.
En la sociedad feudal no mercantil que Lojkine toma como ejemplo, en la que la relación de explotación fundamental es el sistema de corvée señorial, el autor señala acertadamente que es fácil determinar quién explota el trabajo de quién y en qué proporción. De hecho, aquí solo se trata de una transferencia de productos en especie del siervo al señor, por lo que es fácil convertir directamente estas diferentes cantidades de valores de uso en tiempo de trabajo (por ejemplo, en número de meses al año) que el siervo dedica exclusivamente al servicio de su protector y amo.
Pero la evidencia de esta situación se desvanece casi por completo en el modo de producción mercantil desarrollado, es decir, en el capitalismo. La distinción evocada por Marx entre las «dos partes de la jornada laboral» es totalmente virtual, y ningún proletario puede saber, evidentemente, qué fracción de su jornada laboral corresponde al tiempo de trabajo «para sí mismo » y al tiempo de trabajo en el que trabaja para generar el beneficio del patrón. La propia categoría de salario oculta totalmente esta idea de un tiempo de trabajo que no se pagaría: al trabajador se le paga por sus 8 o 10 horas, y nada le indica, evidentemente, en su nómina que ha trabajado gratis para otro.
Del mismo modo, y a diferencia de lo que ocurría en el sistema de la corvée señorial, en el que los productos del trabajo se presentaban directamente en forma tangible y tranquilizadora de valores de uso, en la sociedad mercantil estos productos del trabajo se han convertido en mercancías, es decir, en valores. Lo que corresponde a las diferentes partes se presenta ahora bajo la forma transformada de valores de cambio, cantidades de dinero, en definitiva, bajo la forma de ingresos, fracciones del volumen de negocios total en el que se ha vuelto muy difícil reconocer la forma cristalizada de un trabajo realizado.
Retomando el acertado razonamiento del autor, esto significa que la disolución de las antiguas relaciones y del intercambio desigual en especie ha dado paso a un intercambio igualmente desigual, pero que se oculta y se sustrae a nuestra mirada, gracias a la nueva forma que ha adoptado el producto del trabajo en la sociedad mercantil: el valor de cambio. El fenómeno de la explotación, la diferencia entre el trabajo apropiado y el trabajo gastado, que se manifestaba sin pudor en las antiguas sociedades no mercantiles, se ha vuelto invisible en la sociedad mercantil desarrollada, la sociedad capitalista. Ahora bien, para el autor, lo que se ha vuelto invisible, necesariamente en beneficio de los explotadores y su orden injusto, reclama ser hecho visible. El paralelismo que establece Lojkine con la corvée feudal tiene, por tanto, otra función que la de simplemente hacer sentir la diferencia de forma entre dos tipos de relaciones que, en definitiva, cubren la misma sustancia. La corvée feudal, la transparencia característica de sus relaciones, es el símbolo de lo que se ha perdido con el paso a la sociedad mercantil: la posibilidad de rastrear y seguir, casi al pie de la letra, las formas de manifestación natural de un trabajo excesivo incapaz de disfrazarse, la posibilidad de establecer el límite franco e indiscutible (¡el sueño de cualquier contable!) entre beneficiarios y deudores netos.
La pregunta lancinante que se plantea desde el principio de la obra y que determina todo el proyecto de investigación del autor («¿quién explota a quién?», «¿quién trabaja para quién?», p. 20) aparecía sin misterio alguno en la corvée feudal. La cosa cambia cuando el producto del trabajo «para uno mismo» y del «trabajo extra» se representa en forma de valor de cambio, de masa monetaria, en definitiva, cuando toma la apariencia de ingresos. La corvée feudal es, por tanto, para el autor, la forma simple de manifestación del trabajo extra a la que hay que volver para hacer aparecer una realidad que, en la sociedad mercantil, permanece oculta a nuestros sentidos.
Se trata ni más ni menos que de la cuestión de la posibilidad de fijar, junto a la medida externa del valor como precio o valor de cambio, «los principios de una «contabilidad en trabajo» que complemente la contabilidad en especie y la contabilidad en dinero » (p. 13), y que el autor considera susceptible de revelar las cantidades de trabajo representadas en los ingresos de los diferentes agentes económicos, con el fin de equilibrarlas con sus contribuciones en trabajo realizado. Ahora debemos examinar el proyecto de dicha contabilidad.
La contabilidad en trabajo
Así pues, estos son los términos del problema: para el autor, es necesario establecer «los principios de una «contabilidad del trabajo»» que pueda «[complementar] la contabilidad en especie y la contabilidad en dinero» (p. 13), es decir, en definitiva, descubrir los principios de una conversión de los valores de intercambio (los precios) en cantidades de trabajo.
Lo que está en el centro del enfoque es, por tanto, la idea de que sería posible pasar, de forma inequívoca, de una determinada cantidad de valor de cambio a una determinada cantidad de trabajo. Es esta misma idea de una conversión posible y unívoca entre precios y cantidades de trabajo la que subyace a la idea de que detrás de los flujos de valores de cambio se esconden flujos de trabajo que sería prácticamente posible determinar («… medir de forma descriptiva los flujos de trabajo entre los participantes de una economía capitalista», p. 30). Al esbozar este proyecto de convertibilidad de los valores de cambio en cantidades de trabajo, Lojkine llega lógicamente a preguntarse:
«Para afirmar que la apropiación del valor mercantil es siempre una apropiación del trabajo, ¿no hay que adherirse a la creencia ingenua de que es el trabajo incorporado a una mercancía lo que determina su precio? […] no hay necesidad de postular una teoría particular de los precios para defender los principios de una «contabilidad en trabajo» que complemente la contabilidad en especie y la contabilidad en dinero, y uno de cuyos resultados es confirmar que la propiedad lucrativa y su concentración en manos de una clase implica efectivamente la apropiación por parte de esta de una parte del trabajo social. » (p. 13-14)
Hay que señalar dos cosas aquí. Es posible ver en esta mención de una «creencia ingenua» una alusión a la teoría ricardiana del valor y, de una manera que se hará más evidente en el capítulo 1 de El hilo invisible, al proceso simplificador que será el de Marx en los dos primeros libros de El capital. En resumen, Ricardo, en los Principios de economía política y de la tributación, parte del principio de que los valores de cambio de las mercancías están determinados directamente por las cantidades de trabajo que incorporan. Al menos eso es lo que Ricardo defiende al principio de sus Principios, pero poco a poco descubre que esta ley no puede verificarse si se tiene en cuenta otro principio, el postulado de la igualación de las tasas de beneficio debido a la competencia entre los diferentes capitales. Dado que cada capital invertido exige obtener la tasa de beneficio media (en el supuesto de una movilidad perfecta de los capitales entre los sectores), las diferentes mercancías deben venderse a lo que Ricardo denomina sus «costes de producción» (los «precios de producción» en Marx), es decir, un importe que representa la suma de los anticipos totales del capitalista más la tasa de beneficio general. Estos precios de producción (y más aún los precios de mercado, los precios empíricos) representan, por lo tanto, precios necesariamente distintos de aquellos a los que se intercambiarían las mercancías si los precios estuvieran determinados directamente por las cantidades de trabajo.
Es esta teoría «ingenua» de los precios, es decir, la determinación de los precios por las cantidades de trabajo, la que Lojkine rechaza con razón: en resumen, resulta imposible en la práctica relacionar un valor de cambio, un precio, a una determinada cantidad de trabajo unívoca, ya que los precios de las mercancías no pueden establecerse en función de las cantidades de trabajo que se gastan en su producción. Esto significa, muy concretamente, que es posible que dos mercancías con el mismo precio contengan en realidad cantidades de trabajo incorporadas completamente diferentes y, a la inversa, que cantidades de trabajo idénticas incorporadas en varias mercancías reciban precios diferentes. La perspectiva de Marx en el libro I, donde supone que los valores de cambio se corresponden directamente con las cantidades de trabajo, no es, por tanto, directamente aplicable, como señala el autor. Si así fuera, la moneda valdría como un simple velo y bastaría con aplicar un coeficiente de conversión a una determinada masa monetaria para redescubrir detrás de ella las cantidades de trabajo correspondientes, como analiza Lojkine al comienzo del capítulo 1, suponiendo una economía exclusivamente agrícola en la que el trigo sería la única mercancía (p. 25).
Sin embargo, sería erróneo entender la referencia a tal «creencia ingenua» como un simple rechazo de la concepción ricardiana entendida en su sentido simplista. De hecho, Lojkine va mucho más allá: pretende llevar a cabo su proyecto de una contabilidad del trabajo, de conversión de los valores de cambio en cantidades de trabajo, independientemente de cualquier referencia a una teoría del valor en general y, en particular, independientemente de la de Marx. Por lo tanto, se trata sobre todo de la posibilidad de prescindir de la teoría del valor de Marx para fundamentar una teoría de la explotación.
Lojkine entiende la teoría del valor de Marx esencialmente como una teoría de los precios, si por ello se entiende una teoría que busca determinar por qué los precios son lo que son. Sin embargo, el autor de Fil invisible considera que la teoría del valor de Marx adolece de un vicio lógico interno y que, por lo tanto, debe abandonarse. El debate es antiguo y, sin volver sobre los términos de una discusión que ya ha llenado más de un siglo de tinta, cabe señalar que Lojkine se basa en una serie de juicios de economistas que vieron una contradicción entre el contenido de los libros I y III de El capital (Böhm-Bawerk, Samuelson, Steedman…).
«La idea sustancial del valor como trabajo conduce, por tanto, a un callejón sin salida, como no dejó de señalar con ironía Paul Samuelson, padre fundador de la economía neoclásica de la posguerra: «Consideren dos sistemas alternativos, mutuamente incompatibles. Anoten el primero en un papel. Ahora, transfórmenlo borrándolo con un borrador. Sustitúyanlo por el segundo sistema. ¡Ya está! Han aplicado con éxito su algoritmo de transformación». Ian Steedman, un economista británico que mostraba una simpatía mucho mayor por el marxismo, llega a la misma conclusión: «No aporta nada útil calcular los valores en el sentido de Marx», ya que «simplemente se deducen de los datos físicos, y estos son suficientes para calcular la tasa de beneficio y todos los precios de producción» (p. 32).
El fondo del argumento es el siguiente. No solo el libro I (y II) de El capital, por un lado, y el libro III, por otro, serían contradictorios (Marx razona en el primer caso según el intercambio según los valores, y en el segundo caso según los precios de producción, que son dos principios diferentes de determinación de los valores de intercambio), sino que, además, el modo de construcción de los precios de producción a partir de los valores (explicado principalmente por Marx en el capítulo 9 del libro III) contendría un error importante. La objeción es bien conocida y se popularizó con la «corrección» que Bortkiewicz aplica a los esquemas de transformación: los esquemas de transformación marxistas serían lógicamente incoherentes, ya que el autor de El capital habría «olvidado » transformar el valor de los insumos de la tabla en precios de producción. A partir de ahí, Bortkiewicz se creyó autorizado a cambiar el algoritmo de transformación de Marx por un sistema de ecuaciones simultáneas, lo que le llevó a conclusiones teóricas sobre la determinación de la tasa de beneficio que contradicen directamente los resultados de Marx y restauran, por el contrario, ciertas tesis de Ricardo.
En resumen, este sistema de ecuaciones simultáneas fue retomado y perfeccionado por Sraffa, quien demuestra en Producción de mercancías por mercancías que es posible calcular los precios de producción y una tasa de ganancia media a partir de las condiciones físicas de producción e independientemente de las referencias a los valores, contrariamente a lo que pensaban Marx (e incluso Bortkiewicz). En cuanto a la crítica de la interpretación de Bortkiewicz-Sraffa, remitimos a la crítica detallada de Michel Husson, autor de un importante panfleto titulado «Contre Sraffa» (Contra Sraffa), publicado inicialmente bajo seudónimo, que demuestra, por el contrario, que el desvío por los valores es realmente necesario para calcular los precios de producción, siempre que se restaure el significado inicial de los esquemas marxistas [2]. Por lo tanto, Lojkine puede presentar a Steedman como alguien que «simpatiza» con Marx: el hecho es que Steedman se adhiere en realidad íntegramente a las posiciones neoricardianas de Sraffa en su obra Marx después de Sraffa (Marx After Sraffa), que constituye en sí misma un ataque frontal contra el conjunto de las posiciones teóricas del marxismo en economía. Por otra parte, esta es la razón por la que el juicio de incoherencia lógica de los esquemas de transformación fue visto con tan buenos ojos por Samuelson, el padre de la teoría neoclásica moderna.
Lojkine se suma en realidad a este mismo juicio, aunque le dedica pocos desarrollos: su punto de partida es, por tanto, el fracaso de la función explicativa de la teoría del valor de Marx. Lojkine asume a lo largo de toda su obra el carácter limitado de su proyecto, que no consiste en construir una teoría de los precios ni en explicar la razón de la existencia de diferentes ingresos, sino en ceñirse a un proyecto puramente contable, que simplemente requiere partir de los precios y los ingresos efectivos:
«Por nuestra parte, tales veredictos no deberían impresionarnos, ya que no hemos introducido la noción de tiempo de trabajo incorporado como auxiliar para calcular los precios de equilibrio, sino para rastrear los flujos de trabajo entre los agentes y las clases» (p. 32).
Medida del trabajo apropiado y medida del trabajo participativo
Se observa inmediatamente una primera dificultad en relación con esta conversión: como hemos dicho y como también ha reconocido Lojkine, los precios de las diferentes mercancías (¿y qué es un ingreso sino, en potencia, una suma de precios de varias mercancías? ) casi nunca reflejan las cantidades de trabajo que incorporan, de modo que nunca se puede pasar de un precio en general a una cantidad de trabajo incorporada en general representada por ese precio.
Lojkine propone una solución para determinar la cantidad de trabajo necesaria o incorporada en una mercancía, que acerca a los métodos cuantitativos destinados a medir la cantidad de dióxido de carbono «incorporado» en la producción de tal o cual mercancía, o a los de los «multiplicadores de empleo», que pretenden determinar «cuántos empleos directos e indirectos se generarían con el aumento de la producción de un sector» (p. 38). La idea es, por tanto, partir de ciertos datos disponibles que indican el número total de empleos dedicados a la producción de un sector «añadiendo información correspondiente al tiempo de trabajo por empleo en los diferentes sectores, o incluso aplicando una convención uniforme al respecto» con el fin de obtener el «tiempo de trabajo incorporado» en el conjunto de la producción del sector y, por tanto, en última instancia, en cada ejemplar singular de tal o cual mercancía. En efecto, esto es perfectamente factible, pero se ve claramente que se trata aquí de pasar de un valor de uso a una cantidad de trabajo, y no de un valor de cambio, de un precio, a una cantidad de trabajo, contrariamente a lo que se había anunciado.
Ahora bien, el verdadero problema aquí es conseguir convertir una masa de dinero determinada, unos ingresos, en una cantidad de trabajo adecuada, y no valores de uso individuales en cantidades de trabajo. Por lo tanto, no solo dos mercancías que tienen el mismo precio pueden haber requerido cantidades de trabajo completamente diferentes (de modo que no se puede pasar de un precio en general a una cantidad de trabajo de manera unívoca), sino que, además, un mismo ingreso puede servir, evidentemente, para comprar cantidades de bienes extremadamente diversos y que contienen cantidades de trabajo completamente variables.
La idea de Lojkine, que busca medir no la cantidad de trabajo incorporada en las compras de un individuo en particular, sino lo que representa, en cantidades de trabajo apropiadas, tal nivel de ingresos en general, es proponer lo que él mismo considera una «simplificación radical», «una convención» (p. 39). La idea, tomada de la corriente marxista de la «Nueva Interpretación», es decir «que un agente cuyos ingresos monetarios representan una milésima parte de la renta nacional se apropia de una milésima parte del trabajo social [de modo que] se restablece la conversión proporcional de las magnitudes monetarias en tiempo de trabajo mediante un simple cambio de unidad» (p. 39-40) . Desde el punto de vista de la teoría marxista, el razonamiento nos parece totalmente válido, siempre y cuando se sitúe en el nivel de una economía considerada en su totalidad (de tal manera que el resultado solo puede ser válido a nivel mundial): el valor de cambio expresa en Marx la cantidad de trabajo social que se apropia el productor, por lo que 1/1000 de la renta total (o del valor de cambio total) representa efectivamente 1/1000 del trabajo social global realizado.
Pero pasemos ahora a la segunda parte del problema, no menos esencial, ya que se trata ahora de determinar la cantidad de trabajo participada por cada uno, que habrá que equilibrar con la cantidad de trabajo apropiado representada en la renta.
La cuestión se vuelve aún más delicada cuando Lojkine introduce la conocida distinción entre trabajo simple y trabajo complejo, ya que Marx planteó la hipótesis en El capital, siguiendo a Adam Smith, de que ciertos tipos de trabajos denominados «complejos» podrían generar, durante un tiempo determinado, más valor que otros, denominados «simples». Marx proponía relacionar estos dos tipos afirmando que el trabajo complejo no era más que trabajo simple «elevado a una cierta potencia» o «multiplicado», y pasaba rápidamente por alto esta cuestión que, es cierto, parecía plantearle algunas dificultades.
Sin pretender zanjar aquí este debate, nos parece que el problema está bastante bien circunscrito en la teoría del valor de Marx. La teoría de Marx trata de mostrar cómo se representan en forma de valor los productos del trabajo socialmente útil del conjunto de la sociedad, y cómo estos valores se expresan a los ojos de los actores en forma específica de relaciones de intercambio (valores de intercambio o precios). En pocas palabras, si se necesitan x horas de trabajo para producir tal mercancía, las x horas de trabajo incorporan de hecho una mezcla inseparable de trabajo simple y trabajo complejo, que no se presentan de otra manera que bajo la forma de esta unidad determinada de tiempo, sin que sea necesario buscar cómo convertir uno en otro. Por lo demás, las perspectivas de Marx y Lojkine son muy diferentes: el problema de Lojkine es proponer un criterio que permita determinar si cada uno individualmente es un explotador o un explotado, independientemente de su posición de clase; el problema de Marx era, por decirlo rápidamente, más estructural (cómo se representa el trabajo social en la sociedad mercantil y cómo se distribuye de forma necesariamente desigual en función de los lugares que ocupan los agentes en las relaciones de producción).
En el caso concreto del proyecto teórico de Lojkine, en cambio, está claro que el problema es formidable, ya que se trata de determinar con relativa precisión la cantidad de trabajo participada por cada uno para ponerla en relación con la cantidad de trabajo que se apropia a través de sus ingresos: el más mínimo error en la determinación de la cantidad de trabajo participada puede hacer que un agente pase al bando de los explotadores en lugar de al de los explotados, y viceversa.
¿Cómo resolver entonces la cuestión de saber si tal individuo que trabaja, que forma parte de la clase asalariada, por ejemplo un directivo, percibe un salario proporcional a la cantidad de trabajo que ha realizado? Lojkine propone entonces elegir entre dos grandes tipos de convenciones contables: el primer gran tipo comprende la «reducción por cualificación» y la «reducción por salario», que reconocen ambas que existe el trabajo complejo (« la reducción por salario», que considera que cualquier salario alto, sea cual sea su nivel, corresponde a la cantidad de trabajo realizado, de modo que, si usted es un asalariado, nunca es un explotador); el segundo gran tipo (el «enfoque homogéneo») considera, por el contrario, que «cualquier diferencia de remuneración por el mismo tiempo de trabajo es señal de una transferencia neta de trabajo», de un acaparamiento de trabajo (p. 43).
En nuestra opinión, el autor tiene toda la razón al negarse a aceptar de forma acrítica la idea de que un salario elevado (por ejemplo, de los ejecutivos o de los trabajadores mejor remunerados en los países imperialistas más desarrollados) significa necesariamente que el trabajo realizado durante un determinado período de tiempo que remunera produce necesariamente más valor que el trabajo realizado durante el mismo período por un trabajador menos remunerado. En otras palabras, un salario elevado no es prueba de que el trabajo que remunera sea un trabajo complejo, sino probablemente más bien una indicación de que los capitalistas aceptan ceder, por una u otra razón, más salario a esta categoría, ya sea debido a la existencia de una relación de fuerza real, ya sea para comprar la paz social cuando tienen los medios para ello, un sobrevalor importante realizado en otro lugar (por ejemplo, mediante la sobreexplotación de la mano de obra deslocalizada) que permite transferir este sobrevalor a una aristocracia obrera o salarial que hay que domesticar. Cabe señalar de paso que el autor nunca habla explícitamente de transferencia de sobrevalor ni siquiera de sobrevalor, sino únicamente de «transferencia neta de trabajo » o «apropiación del trabajo ajeno» y de «sobre trabajo». Lo que puede parecer un detalle terminológico no lo es y se deriva lógicamente de la negativa del autor a adoptar la teoría del valor de Marx, que considera el trabajo vivo explotado como la única fuente de valor. Volveremos sobre este punto a su debido tiempo.
En cualquier caso, la cuestión se resuelve recurriendo a una elección, dejada a la discreción del economista contable, entre dos tipos de convención. Nos parece evidente que este problema no podía tener otra solución que la convencional: pero, de este modo, el alcance político de esta distinción y, por ende, de una teoría de la explotación que se presenta en forma de contabilidad del trabajo, se ve necesariamente afectado. Porque aquellos a quienes clasificaremos en el bando de los explotadores, aquellos sobre los que el cálculo habrá demostrado que apropian más trabajo con sus altos salarios del que aportan, tendrán entonces todo el tiempo del mundo para protestar, afirmando que la convención elegida no es la adecuada, que es, según el propio autor, completamente arbitraria, que no se corresponde con la realidad de lo que realmente aportan a la sociedad, de las responsabilidades que asumen, los sacrificios que han hecho para llegar hasta allí, el tiempo que han pasado sentados en los bancos de las grandes escuelas y que se supone que da a su trabajo una importancia particular: en resumen, todo lo que estas personas ya reivindican tres cuartas partes del tiempo. Y tendrán razón al defender así sus intereses de clase, sus intereses burgueses, con toda la mala fe del mundo, porque ¿qué solidez puede tener un acto político que admite que se basa en una simple convención? Y el economista contable no podrá responder otra cosa que algo como: «es cierto, todo esto es una convención, ya que lo propio de la contabilidad pública es precisamente basarse en convenciones y no le interesan los juicios unívocos». Esto es lo que reconoce el propio Lojkine, que es verdaderamente consciente de esta limitación:
«… la respuesta dada […] depende de la convención contable utilizada para reducir el trabajo complejo al trabajo simple. En cierto sentido, esto es decepcionante: al expresar todas las magnitudes en términos de tiempo de trabajo, cabía esperar que se convirtiera en la dimensión más clara e indudable de los flujos económicos, y en el medio para demostrar la anatomía social dicotómica del capitalismo entre empresarios y trabajadores. No es lo que hemos encontrado. […] Esto no es nada sorprendente para quienes conocen la contabilidad pública. Su objetivo no es producir afirmaciones unívocas, sino explicar las convenciones en las que se basa y aplicarlas de manera coherente. El debate sobre las diferentes medidas puede entonces convertirse en filosófico y político. En la medida en que no pretende tener la última palabra, el contable puede dar respuestas plurales». (p. 51)
Breve balance sobre la «contabilidad en el trabajo»
Al proponer este proyecto de contabilidad en el trabajo, Lojkine demostró que, en cierta medida, era posible proponer una teoría de la explotación que no se basara en una teoría del valor, y en particular en la de Marx. Pero hemos visto lo paradójico que resulta este resultado, en opinión del propio autor. Porque la contabilidad del trabajo es incapaz de dar una respuesta verdaderamente unívoca sobre la forma en que debe medirse el trabajo apropiado representado en los diferentes ingresos individuales (se recurre, como dice Lojkine, a la «simplificación radical» según la cual el ingreso individual en relación con el ingreso nacional total designa la porción del trabajo social apropiado) . Desde el punto de vista de la medición del trabajo realmente realizado por cada agente, la solución es aún más ambigua, ya que ahora hay que elegir entre diferentes convenciones que deben decidir sobre la existencia o no del trabajo complejo, pero que de hecho resultan incapaces de determinar exactamente quién produce qué cantidad de valor de cambio con su trabajo.
Cabe señalar que cuando Lojkine plantea la cuestión de la presencia de explotadores entre los asalariados, la cuestión sigue estando relativamente circunscrita a una perspectiva marxista o, al menos, puede transcribirse totalmente en términos marxistas. La teoría del valor de Marx considera que el trabajo asalariado produce en general valor de cambio, que es un trabajo productivo en el sentido de trabajo productor de valor. La cuestión de los altos salarios es, por así decirlo, un debate interno a esta teoría marxista del valor: dentro del trabajo productivo, se pueden distinguir trabajos que pertenecen al trabajo simple y otros que pertenecen al trabajo complejo, produciendo este último más valor de cambio en un mismo período de tiempo que el trabajo simple; ¿se puede entonces decir que los altos salarios son necesariamente la remuneración de un trabajo altamente productor de valor?
Pero se presenta una dificultad formidable cuando se trata de examinar otras formas de trabajo que, desde la perspectiva marxista, no creaban valor de cambio: en particular, las ocupaciones o tareas realizadas por las diferentes clases de la propiedad, capitalistas, rentistas, financieros, capitalistas comerciales, etc. Porque si se rechaza la teoría del valor, entonces se rechaza necesariamente con ella toda distinción entre trabajo productor de valor y trabajo que no lo produce, entre lo que Marx llama «trabajo productivo» e «improductivo»: todo trabajo, toda ocupación se convierte, por tanto, en el sistema de Lojkine, en potencia de trabajo productor de valor de cambio. Se abre entonces la posibilidad, discreta a primera vista, pero que, no obstante, consideramos real, de reintroducir en dicho sistema teórico una concepción que la teoría marxista del valor había juzgado inaceptable y que precisamente había tratado de refutar: a saber, la idea de que el capitalista, y a través de él, el capital, pueden considerarse productores de valor… de forma conjunta con el trabajo asalariado.
Sin embargo, al principio de nuestro artículo citamos un extracto del comienzo de la obra en el que Lojkine parecía muy claro sobre la condición de los capitalistas: como el capitalista es un capitalista «ideal», «no trabaja él mismo» y, como percibía unos ingresos independientemente de cualquier trabajo, se le calificaba automáticamente de explotador (p. 23-24). Pero como Lojkine se propuso construir su teoría de la explotación independientemente de la teoría del valor de Marx, se privó necesariamente de la posibilidad de distinguir entre el trabajo productor de valor y el que no lo es. Esta cuestión no puede resolverse mediante la observación, ni tampoco mediante la contabilidad, y, en nuestra opinión, tiene consecuencias mucho más graves que la de distinguir entre trabajo simple y complejo dentro del trabajo productivo.
¿Una teoría de la explotación sin teoría del valor?
La teoría del valor de Marx tiene, entre otras funciones, la de demostrar que solo el trabajo vivo es capaz de crear valor, y en particular el trabajo asalariado, de modo que, para Marx, el plusvalor solo puede provenir de la explotación del trabajo asalariado. La articulación entre el nivel de abstracción del libro I y el del libro III debía permitir mostrar que, en una economía puramente capitalista, la suma de los diferentes ingresos de la propiedad (beneficio, renta, interés) es igual al importe del plusvalía total producida y extorsionada al trabajo explotado, y que la tasa de beneficio media es la forma metamorfoseada que adopta la masa total de plusvalía cuando es percibida por los capitalistas y redistribuida entre ellos de manera que los beneficios individuales se realicen a prorrata de los diferentes capitales invertidos.
Tras recordar un principio de John Roemer que adopta («los agentes asalariados proporcionan más trabajo del que pueden apropiarse, independientemente de sus elecciones de consumo, y en este sentido son explotados; los agentes que emplean a otros proporcionan menos trabajo del que se apropian, y en este sentido son explotadores», p. 33), Lojkine señala que su idea, según la cual puede existir una relación de explotación entre asalariados y empleadores, no debe entenderse en el sentido marxista original, según el cual todos los ingresos de la propiedad, incluidos los beneficios, provienen del trabajo explotado:
«Por supuesto, si se nos ocurriera dar una interpretación demasiado fuerte a estos resultados, creyendo, por ejemplo, encontrar en ellos la prueba de que la explotación [del trabajo] es la causa, la fuente o la esencia del beneficio, Steedman se apresuraría a corregirnos. Señalaría que el teorema marxista fundamental establece una equivalencia lógica en ambos sentidos entre los beneficios y el trabajo excesivo, y que, por lo tanto, uno no es más la causa del otro que viceversa […]. Así pues, empezamos a percibir la delimitación adecuada entre el ámbito de validez del análisis de Marx y el de la crítica de sus adversarios: el trabajo excesivo puede valer como concepto descriptivo o interpretativo, pero no causal o predictivo; como puesta de relieve de una dimensión de la realidad económica, pero no como la dimensión más real que da cuenta de las demás. (p. 32, el subrayado es nuestro)
Al rechazar la pertinencia de la distinción entre los niveles de abstracción del libro I y del libro III, la idea de recuperar los valores detrás de los precios no tiene sentido para Lojkine, del mismo modo , la idea de que los diferentes ingresos de la propiedad, incluido el beneficio, representan la totalidad de la plusvalía. Como Lojkine considera que la teoría de Marx es inadmisible en su versión «fuerte» (cuando afirma que el trabajo es la única fuente o la «sustancia» del valor), decide atenerse a una versión que califica de «débil» o «modesta», pero al mismo tiempo sacrifica el concepto de plusvalía como producto del valor del único trabajo vivo y, por lo tanto, en el régimen capitalista, procedente en su mayor parte del trabajo asalariado explotado:
«Pero si la teoría en su conjunto [la teoría de la explotación de Marx, basada en su teoría del valor] está condenada, eso no significa que sea imposible rediseñar sus contornos. Por nuestra parte, si bien hemos seguido los pasos de Marx desde el comienzo de este capítulo, lo hemos hecho con un objetivo relativamente circunscrito: no explicar los salarios, los precios y los beneficios, sino medir, a título descriptivo, los flujos de trabajo entre los participantes de una economía capitalista. Por lo tanto, nos da igual quién sea el primero en el tiempo de trabajo incorporado o en los precios, o que haya una desproporción entre las dos estructuras, siempre que ambas puedan medirse. Ahora bien, existe una tradición en el marxismo, o al menos en su margen, que ha tratado de profundizar en esta interpretación modesta, débil, podríamos decir en sentido matemático, del trabajo extra […].» (p. 29-30, el subrayado es nuestro).
Por esta razón, se observa que Lojkine nunca utiliza el concepto de plusvalía, salvo cuando cita a Marx, ya que no puede tener ningún sentido en su teoría de la explotación: en su lugar, Lojkine utiliza siempre el de «sobre trabajo», concepto que designa el hecho de que existe una apropiación neta (la diferencia entre la cantidad de trabajo apropiado y participada es superior a 0).
¿Debe obstaculizar su teoría de la explotación tal renuncia a la teoría marxista del valor, al concepto de plusvalía, a la concepción según la cual el trabajo constituye el único fundamento o la «sustancia» del valor? Para Lojkine, en absoluto: como él mismo ha recordado, su objetivo no es explicar los precios, sino describir las distribuciones potencialmente injustas de las cantidades de trabajo: la teoría del valor ya no tiene para él ningún valor explicativo, ya no busca el factor responsable de la creación del valor, la razón del origen del beneficio, la renta, el interés, etc., sino que se contenta con describir la forma en que los diferentes agentes se apropian del trabajo, relacionando las cantidades de trabajo que reciben y aquellas en las que han «participado». Evocando a Amartya Sen y Gerald Cohen como representantes de esta versión «débil» a la que se adhiere, Lojkine escribe:
«… también se puede estar interesado en «la teoría del valor-trabajo como una descripción, que considera las actividades de producción en términos de implicación humana, [de] participación personal» [la cita es de Sen]. Gerald Cohen, figura destacada de la corriente del «marxismo analítico», añadió: «No importa qué explique la diferencia entre el valor que produce el trabajador y el que recibe. Lo que importa aquí es simplemente que hay una diferencia». » (p. 34-35, el subrayado es de Lojkine).
La teoría del valor de Marx se reduce así a una teoría puramente descriptiva: los agentes «participan» individualmente en la producción, sin que se sepa muy bien qué significa este término, y debemos relacionar esta «participación» con lo que reciben a cambio: si salen perdiendo en el intercambio, son explotados; si no, son explotadores.
«Ya en la década de 1940, Oskar Lange, economista comunista y gran figura de la escuela neoclásica, defendía el estudio del tiempo de trabajo incorporado como una «teoría sociológica de la imputación ». Es cierto que se puede atribuir una parte de la producción a otros factores distintos del trabajo, como la tierra o el capital, tal y como hacía la escuela marginalista; «pero para la sociología económica, que se interesa por las relaciones entre los hombres, la imputación a agentes no humanos no tiene sentido» (p. 35).
Se podría objetar a Lojkine que la cuestión no es saber si «la tierra o el capital» son factores de producción en el sentido de que contribuyen a producir valores de uso, lo que nadie niega, ni siquiera los marxistas, sino saber si son capaces de crear valor de cambio, lo cual es completamente diferente (para los marxistas, está claro que no, al igual que estaba muy claro, por ejemplo, para Ricardo que la tierra no creaba ningún valor de cambio). La imputación es un término utilizado en economía neoclásica para designar la productividad de un factor de producción (la tierra, el capital, el trabajo): por lo tanto, imaginamos que la idea de una «teoría sociológica de la imputación» significa el hecho de que, independientemente de la consideración de los factores de producción no humanos, se trata de distribuir el producto del trabajo entre los hombres, que siguen siendo los verdaderos agentes de la economía, y que esta distribución debe hacerse en relación con su productividad personal o su nivel de «participación», por decirlo como Sen. Por lo tanto, la teoría del valor «heredada» de Marx, transformada en una herramienta meramente descriptiva, debería servir para esta tarea de imputación sociológica: medir cuantitativamente el trabajo realizado y apropiado a cambio por los agentes.
Sin embargo, la teoría del valor de Marx también trataba de responder a un problema cuya solución, por otra parte, él pensaba que Ricardo había intuido. Si el capital no es más que el valor que se valoriza, ¿cuál es la causa de esta formación de un nuevo valor? ¿Cuál es el factor de producción, entre los empleados por el capitalista en la producción de su mercancía, que es responsable de la creación neta de valor, creación neta que se manifiesta en el valor de cambio que queda en manos del capitalista al término de la venta y después de deducir los anticipos (reembolso del capital constante empleado y destruido y pago de los salarios), en resumen, en el plusvalor?
Para librarnos de la «niebla fantasmal» que hace que los productos del trabajo adopten la forma mercantil del valor de cambio, Marx nos aconseja a veces que dirijamos nuestra mirada «hacia otras formas de producción» (K. Marx, El capital, Libro I, Éditions Sociales, París, 2016, p. 78), o al menos hacia una presentación del problema que no implique las categorías de la economía mercantil. Así es también como procede Ricardo desde elEnsayo sobre los bajos precios del trigo, con el fin de mostrar que el beneficio expresado en cantidad de trigo del capitalista agrícola (los insumos, los productos y todos los ingresos se expresan en especie, en cantidad de trigo, en la tabla del Ensayo de 1815) no era más que el producto del trabajo excesivo de los obreros, del mismo modo que la renta de la tierra, que algunos consideraban una creación de valor neto de la tierra, no era más que la retención, por parte de los propietarios de la tierra, de una parte de esa cantidad de sobreproducto que constituía el sobrebeneficio de los capitalistas. Y así es también como procede Lojkine en su análisis de la corvée.
Y es, en efecto, algo absolutamente evidente, que nos parece que nadie puede negar: la cantidad de producto que queda en manos del propietario de los medios de producción, y en manos de las demás clases propietarias en general, no puede ser más que el producto del trabajo excedente, es decir, el producto realizado durante el período de tiempo que excede al período de tiempo necesario para reconstituir no solo los anticipos de capital constante, sino también la fuerza de trabajo empleada (en forma de salarios). ¿Qué es entonces la renta fundiaria sino la transferencia de una parte del producto creado por el trabajo extra, acaparado inicialmente por el capitalista, pero que este se ve obligado a transferir a manos del propietario del suelo? ¿Qué son los intereses sino otra parte de ese producto del trabajo excedente que el capitalista transfiere al tenedor de intereses? La renta y los intereses son ingresos que el propietario de la tierra y el tenedor de intereses obtienen del producto excedente inicial del capitalista, pues es evidente que solo se puede apropiarse de una parte de algo si primero hay algo de lo que apropiarse. Lo que el propietario del suelo y el titular de los intereses se apropian es, por tanto, una parte del excedente del capitalista, excedente que a su vez proviene del trabajo extra de los obreros que este capitalista explota.
Y si, como dice Marx, los valores son las cantidades de trabajo social incorporadas a los productos intercambiados y los valores de cambio, es decir, las relaciones de intercambio en las que se intercambian estos productos, no son más que la forma en que se distribuye efectivamente ese trabajo social, ¿por qué no reconocer, si por ejemplo suponemos que los capitalistas solo intercambian entre sí las cantidades de producto resultantes del trabajo excesivo (esto es lo que ocurriría si intercambiaran únicamente la producción excedentaria, después de haber dedicado el resto a la amortización y al pago de los salarios), que estas relaciones de intercambio no son más que la distribución del trabajo excesivo, el trabajo extra resultante de la explotación de toda la clase de proletarios asalariados, y que se realiza por medio de los precios en la sociedad capitalista? En ese caso, habría que decir que la plusvalía es la base sobre la que se recaudan la totalidad de los ingresos de los diferentes capitalistas: que la extracción de la plusvalía es la condición de posibilidad del conjunto de estos ingresos de la propiedad (beneficio capitalista, renta de la tierra, interés).
Pero como Lojkine rechaza la teoría del valor de Marx en su versión «fuerte» o «explicativa», así como la cuestión del origen de la plusvalía, es algo que no puede decir: su análisis de la explotación consiste en partir de la constatación de los precios, de los diferentes ingresos, del hecho de que existen beneficios industriales y comerciales, rentas, intereses, etc., sin tratar de explicarlos. Por consiguiente, el rechazo de la propia noción de plusvalía (la idea de que todo valor nuevo solo puede crearse mediante la explotación del trabajo no remunerado, principalmente, en el capitalismo, el trabajo asalariado) solo puede llevar a Lojkine a rechazar la distinción marxista entre la esfera de la producción, como «lugar» de producción de valor, y la esfera de la circulación, como «lugar» donde los valores se limitan a circular, sin que la circulación en sí misma sea capaz de crearlos. De hecho, en el capítulo 3
« … Marx va más allá [en cuanto a la especificidad de la relación salarial]: afirma la primacía de la explotación salarial en el sentido de que todas las demás formas de explotación capitalista solo pueden entenderse a partir de esta, de la que se derivan o son secundarias» (p. 161)
Y en el capítulo 4:
«… una tesis que estructura todo El capital: la primacía de la esfera de la producción inmediata —la del salario, por tanto— sobre la esfera de la circulación —la de los intercambios—. […] Pero son precisamente esta dicotomía y esta primacía las que el capítulo anterior nos ha llevado a descartar, mostrando, por el contrario, que la explotación se encontraba tanto en las relaciones comerciales como en las salariales, y que estas mantenían entre sí relaciones de interacción e interdependencia recíproca sin que sea posible establecer una jerarquía. La explotación capitalista no puede, por tanto, reducirse a la esfera de la producción inmediata. Se despliega irremediablemente a varias escalas». (p. 191-192)
O también:
«Tal es, pues, la inflexión que proponemos con respecto a la teoría marxista del capitalismo: dejar de lado la primacía de la producción inmediata sobre la circulación en la determinación de las relaciones de explotación […].» (p. 193-194)
Marx afirma la primacía de la producción sobre la circulación porque la producción es, por definición, el momento en que se producen los diferentes valores de uso socialmente útiles, en que se gastan las cantidades de trabajo que se convertirán, gracias al intercambio, en trabajo socialmente útil. La esfera de la circulación es el momento en que los valores de uso se intercambian entre sí en determinadas proporciones y en que, por lo tanto, las cantidades de trabajo que representan, es decir, sus valores, se reparten entre los diferentes intercambiadores de manera necesariamente desigual (ya que, en realidad, las mercancías no se intercambian en proporción a sus valores, en función de las cantidades de trabajo que su producción ha requerido socialmente, sino siempre por debajo o por encima). De ello se desprende que el valor global, o la suma de los valores de cambio, solo puede crearse en la esfera de la producción: este hecho constituye la piedra angular de la teoría marxista de la explotación, que hace de la fuerza de trabajo el único valor de uso capaz de crear valor. El problema de Marx, aquí, es determinar el origen de la plusvalía, que lógicamente solo puede surgir en la producción, a partir de la explotación capitalista de la fuerza de trabajo: por eso la relación de explotación privilegiada de la fuerza de trabajo (la relación salarial en el régimen capitalista) puede calificarse de relación de explotación fundamental, de la que se deriva lógicamente el conjunto de los ingresos de la propiedad.
El problema de Lojkine, en cambio, es completamente diferente. Lojkine trata de distinguir entre explotadores y explotados y hemos visto que, al principio de la obra, define la explotación como la apropiación, a través de unos ingresos, de una cantidad de trabajo incorporado superior a la cantidad de trabajo participada, gastada por el individuo, lo que implicaba que un individuo que no trabajaba —por ejemplo, un capitalista— y que, sin embargo, se apropiaba de unos ingresos, solo podía ser un explotador. Esto es lo que Lojkine decía textualmente: «En particular, un capitalista «ideal» —poseedor de los medios de producción que no trabaja él mismo— obtiene un beneficio monetario que le confiere poder adquisitivo y, por tanto, de apropiación del trabajo ajeno. Es un explotador» (p. 23-24, el subrayado es nuestro).
Pero en su voluntad de demostrar que la explotación puede tener lugar dentro de la esfera de la circulación, Lojkine se ve obligado a introducir otra definición de explotación. Para Lojkine, parece que ahora podría haber explotación, no cuando la cantidad de trabajo realizado, participado directamente por uno mismo, es inferior a la recibida a través de los ingresos, sino cuando la cantidad de trabajo incorporado cedido en el intercambio (ya sea representado por una masa de mercancías o por una transferencia neta de valor de cambio, de dinero) es inferior a la recibida, lo cual es algo completamente diferente. En resumen, ahora habría «explotación» en todos los casos de intercambio desigual, o incluso en su versión más radical: cuando no hay intercambio directo de mercancías, sino una simple transferencia (de valores de uso o de valores de cambio, da igual) . Entonces, solo le queda demostrar que existe un intercambio desigual en otros ámbitos distintos a la relación salarial, en la que la fuerza de trabajo se intercambia por un salario, para calificar todo intercambio desigual de «relación de explotación» y, por lo tanto, para demostrar que habría «explotación» incluso en la esfera de la circulación.
Pero está claro que ambos casos no tienen nada que ver entre sí. Anteriormente, se comparaba la cantidad de trabajo participado, la cantidad de trabajo proporcionado, con la cantidad de trabajo incorporado recibido; ahora se comparan las cantidades de trabajo intercambiadas, de modo que se puede decir que hay «explotación» cuando hay un intercambio desigual, y en particular cuando hay una transferencia de valor de intercambio, una transferencia de cantidad de trabajo, de una empresa a otra, de un capitalista a otro. Anteriormente, los capitalistas, que, como tales, no trabajan directamente, eran considerados explotadores en virtud de la primera definición de explotación (es explotado quien trabaja más de lo que recibe y viceversa); ahora, los capitalistas pueden ser explotados a su vez cuando se ven obligados a transferir a otros capitalistas una parte del producto que ellos mismos han acaparado de sus trabajadores.
«Las diferentes empresas de un mismo sector o de sectores diferentes suelen estar relacionadas entre sí a través de transacciones comerciales, o incluso de formas mixtas de integración, como la franquicia. Por lo tanto, la reasignación de valor entre empresas observada en estos estudios también puede explicarse por el creciente poder de algunas empresas sobre otras y por la transferencia de valor de unas a otras» (p. 136, el subrayado es nuestro).
«… se puede reconstruir, a modo de hipótesis plausible, el siguiente mecanismo: cada vez más empresas de gran tamaño y con importantes beneficios han externalizado de forma creciente determinadas actividades y tareas a empresas subcontratistas en posición de dominio, donde los salarios, pero también los beneficios, son bajos. Esto explicaría el hecho, observado en casi todas partes, de la creciente concentración de beneficios en determinadas empresas, pero también tendría una incidencia crucial en la teoría de la explotación: cada vez más, la explotación ya no tendría lugar dentro de las empresas, sino entre ellas. » (p. 137, el subrayado es nuestro).
Las «empresas» y las «firmas» se refieren aquí necesariamente a los capitalistas: que haya una transferencia de valor de una empresa a otra no significa aquí nada más que algunos capitalistas se ven obligados a ceder todos los valores de uso producidos por sus trabajadores a la empresa contratante, a cambio de una participación muy reducida en los beneficios de esta última (en el caso de los subcontratistas industriales), o incluso de transferir una parte de sus beneficios a otros (en el caso de las empresas franquiciadas). En este último caso:
«… la explotación rentista y la explotación comercial son a menudo indistinguibles en estos casos. Así, la relación de franquicia que ya nos ha ocupado en relación con el capital comercial implica muy a menudo una propiedad intelectual: el franquiciado paga por el derecho a utilizar la marca, en particular la identidad visual, del franquiciador» (p. 152, el subrayado es nuestro).
Pero Lojkine había reconocido anteriormente que los capitalistas eran necesariamente explotadores. Entonces, ¿qué puede significar el hecho de que haya explotación de un explotador? ¿Puede haber «explotación» de un explotador por parte de otro explotador? Si todo lo que recibe el capitalista proviene de la explotación, ¿el hecho de que esté obligado significa que ese explotador es a su vez explotado?
En un pasaje del capítulo 3, Lojkine examina la cuestión de las relaciones comerciales y el beneficio comercial: dado que existen beneficios comerciales, según él, existiría una apropiación del trabajo excedente, una «explotación», incluso en la esfera de la circulación, contrariamente a lo que sostiene Marx.
«En un primer momento, en el libro I de El capital, esta primacía [de la producción sobre la circulación] se defiende de la siguiente manera. La premisa del razonamiento es la idea defendida en la primera sección, según la cual la relación de intercambio entre dos mercancías corresponde a la relación entre los tiempos de trabajo que incorporan. Entonces, ¿cómo explicar el trabajo adicional, la apropiación por parte de algunos del trabajo de otros? No por el intercambio comercial, ya que, en dicho intercambio, «el mismo valor, es decir, la misma cantidad de trabajo social objetivado, permanece en manos del mismo poseedor de mercancías bajo la forma concreta de su mercancía primero, luego de la moneda en la que se convierte y, finalmente, de la mercancía en la que se convierte dicha moneda. » Por lo tanto, cualquiera que haya sido su papel histórico, ni la acumulación comercial ni la acumulación financiera pueden considerarse formas puras de explotación capitalista, solo pueden entenderse como «formas derivadas». […] Sin embargo, el punto de partida de esta deducción plantea un problema. Los intercambios comerciales no son, ni siquiera en promedio y a largo plazo, intercambios de tiempo de trabajo equivalente, como hemos visto en nuestro primer capítulo y como el propio Marx reconoce en el libro III y ya insinúa en el libro I, sin extraer precisamente todas las consecuencias para la teoría de la explotación. (p. 161)
Cabe señalar que, en sentido estricto, en el libro I, Marx no trata de explicar la existencia del trabajo excesivo en el sentido que le da Lojkine, es decir, «apropiación del trabajo ajeno» , intercambio desigual. Marx busca explicar el origen del plusvalía, la producción de un nuevo valor. En la hipótesis del libro I, donde Marx supone que las mercancías se intercambian en función de las cantidades de trabajo que incorporan, se deduce por definición que el intercambio comercial no puede dar lugar a ninguna «apropiación del trabajo ajeno», ni a ningún «sobre trabajo» si le damos el significado elegido por Lojkine.
Pero eso no significa, evidentemente, que no pueda haber, debido al intercambio, beneficio comercial, apropiación mediante el intercambio de una cantidad de trabajo social mayor que la incorporada en la mercancía cedida, en definitiva, intercambio desigual, desde el momento en que se descarta la hipótesis de las relaciones de intercambio según las cantidades de trabajo del libro I. Entonces sí hay intercambio desigual, apropiación de cantidades de trabajo más importantes por parte de un capital comercial en detrimento de otro, sin que haya explotación de uno por parte del otro, porque esta simple distribución de valores no implica ninguna producción de valor nuevo, ninguna producción de plusvalía mediante la explotación del trabajo vivo. En cualquier caso, y como hemos dicho, en el modo de producción capitalista, el intercambio se realiza necesariamente de manera desigual: se intercambian mercancías entre sí, mientras que las cantidades de trabajo que incorporan no son iguales, lo que se explica por la forma particular que tiene el trabajo social de representarse y distribuirse en el régimen mercantil.
Pero dado que, según la concepción de Lojkine, la relación de explotación «se encuentra tanto en las relaciones comerciales como en las salariales», de tal manera que «no es posible establecer una jerarquía» entre «la esfera de la producción inmediata» (de la explotación del trabajo) y «esfera de la circulación» (p. 192), esto significa muy concretamente poner en el mismo plano la explotación del trabajo por el capital y la supuesta «explotación» de los capitalistas entre sí por el intercambio desigual. Dado que la cuestión del origen del plusvalía queda en suspenso, cada agente es susceptible de ser explotado igualmente por cualquier otro: los capitalistas comerciales pueden explotarse entre sí, el capital comercial puede «explotar» al capital industrial, el propietario terrateniente puede «explotar» al capitalista agrícola, etc. Según nuestro conocimiento, Ricardo, que consideraba a la clase de los propietarios de la tierra como una clase intrínsecamente parasitaria porque obtenía sus ingresos de una parte de los beneficios de los capitalistas, nunca llega a considerar que los propietarios de la tierra «explotan» a los capitalistas, con el pretexto de que se «sirven» de sus beneficios.
Tal concepción, que considera que la «explotación» se produce incluso en la circulación y que califica las relaciones entre capitalistas (es decir, entre explotadores) de relaciones de «explotación», solo puede, en nuestra opinión, conducir a confundir el antagonismo de clase entre el trabajo explotado (el proletariado) y las clases propietarias, que no hacen más que vivir del producto de ese trabajo excesivo, de la plusvalía, y que solo se reparten entre ustedes esa plusvalía. Es evidente que algunas fracciones se apropian de la parte del león en detrimento de otras (esa es la ley misma de la competencia capitalista), pero los explotadores no pueden explotarse entre ustedes: para los marxistas, en sentido estricto, solo existe explotación económica de la fuerza de trabajo mediante la extracción de plusvalía [3].
El estatus de los pequeños capitalistas
La afirmación de que la relación de explotación salarial no tiene preeminencia o primacía lógica sobre otras relaciones de explotación en la circulación («explotación» de las empresas entre sí, «explotación rentista», «explotación comercial», etc.), así como la idea de que la esfera de la producción no sería el lugar de producción de una «plusvalía» que la esfera de la circulación tendría que redistribuir posteriormente, lleva, en nuestra opinión, a Lojkine a mantener una cierta ambigüedad sobre el estatus de los capitalistas y sobre la naturaleza de los ingresos de la propiedad en general. Al principio de su texto, Lojkine afirma claramente que los capitalistas, al igual que los rentistas, solo pueden ser explotadores. Veremos cómo esta concepción se pone en tela de juicio al final del capítulo 1, cuando se trata de los pequeños capitalistas.
« Supongamos una economía puramente capitalista (dejando de lado cualquier institución de redistribución o socialización) en la que todos los participantes trabajan el mismo número de horas al año. Supongamos una renta per cápita, o productividad monetaria per cápita, de 100 000 euros al año, repartida entre dos tercios de remuneración salarial y un tercio de ingresos procedentes de la propiedad (beneficios, intereses, alquileres). Estos ingresos se distribuyen de manera heterogénea entre los agentes individuales» (p. 47).
Recordemos que, en la teoría del valor de Marx, los ingresos de la propiedad se obtienen esencialmente del plusvalía total producida, que solo puede crearse a partir de la explotación del trabajo no remunerado de los proletarios. Aquí hacemos abstracción de los ingresos de la propiedad que no se obtienen del plusvalía: sería, por ejemplo, el caso de un proletario que percibiera una parte de sus ingresos en forma de renta por alquiler, cobrando un alquiler a otro proletario (en este caso, la parte del valor de cambio que corresponde al proletario-propietario como renta se deduce del salario del otro proletario, y en ningún caso de una plusvalía producida). Para simplificar, supondremos aquí que los ingresos de la propiedad en cuestión consisten únicamente en beneficios, lo que no supone en absoluto una distorsión de la exposición de Lojkine, ya que él mismo reconoce que los beneficios forman parte de los «ingresos derivados de la propiedad» de los que habla («beneficios, intereses, alquileres», p. 46). Según la concepción marxista, se puede decir que quien posee una parte, aunque sea ínfima, de sus ingresos en forma de beneficios es un explotador, ya que los beneficios son una forma que adopta el plusvalor, que es la representación en valor de cambio del trabajo no remunerado y explotado.
Volvamos a la representación simplificada de la economía que propone Lojkine. Nos encontramos en una economía en la que —según la hipótesis— todos «los participantes trabajan el mismo número de horas al año». Por lo tanto, cada individuo produce un valor de cambio de 100 000 euros al año (es la «productividad monetaria per cápita»), por lo que se puede decir que la renta per cápita, como simple media, es de 100 000 euros al año. La renta nacional total se compone, según el autor, en dos tercios de remuneraciones salariales y, en el tercio restante, de «rentas derivadas de la propiedad», es decir, en nuestra simplificación, de beneficios. Lojkine también nos indica que estos ingresos se distribuyen «de manera heterogénea entre los agentes individuales», lo que significa que, dado que la renta per cápita es simplemente una media (a diferencia de la productividad monetaria, que es una realidad supuesta por el modelo), algunos agentes pueden ganar más o menos de 100 000 euros al año (aunque, como hemos dicho, y es la hipótesis, todos «trabajan» y participan en la producción de valor de cambio por un importe de 100 000 euros al año) .
Por otra parte, también es posible que la parte de la distribución de la renta nacional compuesta por 2/3 de salario y 1/3 de beneficio varíe de un individuo a otro: por lo tanto, se pueden encontrar individuos que ganan una renta anual inferior o superior a 100 000 euros, y cuya renta se compone, para algunos, de 1/3 de salarios y 2/3 de beneficios (lo que sería el caso de los pequeños capitalistas que trabajan parcialmente como «asalariados» junto a los asalariados que emplean, o incluso en otra empresa), proletarios «puros» cuyos ingresos consisten íntegramente en salarios, capitalistas «puros» cuyos ingresos consisten íntegramente en beneficios, etc.
Cabe señalar, por cierto, que la presencia de los ingresos de la propiedad —los beneficios— por valor de un tercio de la renta nacional no se explica, sino que simplemente se supone, del mismo modo que la productividad monetaria per cápita se fija en 100 000 euros. Por esta razón, y de forma aún más sorprendente para los marxistas, la presencia de tales ingresos de la propiedad, de beneficios, en esta economía tampoco es, según Lojkine, un indicio particular de que nos encontremos en una economía necesariamente compuesta por explotadores. Para la concepción marxista, como hemos dicho, el hecho de que exista una parte, aunque sea ínfima, de la renta nacional que consiste en beneficios es la marca evidente de que nos encontramos necesariamente en una economía en la que hay explotadores, ya que el beneficio es la forma que adopta el producto del trabajo extra cuando se expresa como el valor de cambio que queda para el capitalista.
En este pasaje, Lojkine trata de responder a la cuestión, relativamente secundaria en relación con el tema de nuestra crítica, de la distinción entre explotadores y explotados según se utilice la convención de « reducción según la cualificación/reducción según el salario » (se admite que existe trabajo complejo, que el trabajo complejo debe ser mejor remunerado que el trabajo simple) o la convención según el «enfoque homogéneo» (solo existe trabajo simple, cualquier diferencia salarial es trabajo apropiado excedente, acaparamiento de trabajo extra).
El primer momento examinado es el análisis que acepta la justificación de la existencia de trabajo complejo que merece una alta remuneración: si existen salarios elevados, superiores a 100 000 euros al mes, es porque estos salarios elevados remuneran un trabajo especialmente complejo, que produce, en el mismo periodo trabajado que todos los demás agentes, en realidad más de 100 000 euros al mes. De este modo, nadie entre aquellos cuya remuneración se compone únicamente de salarios puede ser tachado de explotador, ya que cada asalariado es remunerado en función de su contribución (por el contrario, si se adopta la convención según el «enfoque homogéneo», hay explotadores, beneficiarios netos del exceso de trabajo, incluso entre los asalariados). Teniendo en cuenta las premisas, esto es totalmente lógico y se entiende que, en este caso, los explotadores, los apropiadores netos del trabajo extra, solo pueden encontrarse entre aquellos que viven de los ingresos de la propiedad. ¿Debemos entonces considerar que todos aquellos que obtienen ingresos de la propiedad (en este caso, beneficios) son explotadores? Lojkine escribe:
«Un agente se apropiará entonces del trabajo excedente si la parte de los ingresos procedentes de la propiedad en sus ingresos es superior a un tercio, su parte en el conjunto de la economía. Por el contrario, tendrá un déficit de trabajo, y por lo tanto será explotado, si sus ingresos procedentes de la propiedad representan en sus ingresos una proporción inferior a un tercio» (p. 47).
Así pues, entre las clases cuyos ingresos se componen en parte de ingresos procedentes de la propiedad (en nuestra hipótesis, exclusivamente de beneficios), solo son explotadores si esa parte de los beneficios supera 1/3 de sus ingresos, es decir, la parte de la renta nacional que consiste en beneficios. Un pequeño empresario que trabajara junto a sus empleados en su empresa o incluso en otra y que, en su calidad de trabajador, percibiera dos tercios de sus ingresos en concepto de salario y el tercio restante en concepto de beneficios, no sería, por lo tanto, un explotador, ya que sus ganancias no provendrían del producto del valor del trabajo extra de sus obreros, es decir, del plusvalía extraída a costa del trabajo no remunerado y explotado de sus propios obreros.
Por otra parte, se podría decir lo mismo de quien vive de intereses y dividendos: aunque, para los marxistas, los intereses de este tipo se obtienen de la masa del plusvalía total, como una deducción de los beneficios de uno o varios capitalistas, y representan necesariamente unos ingresos derivados de la explotación, en la concepción de Lojkine, si estos ingresos financieros extraídos de los beneficios no superan 1/3 de los ingresos de quien los percibe, entonces este no es un explotador, independientemente de la cuestión de saber de dónde proviene el interés, como ingreso considerado en sí mismo. Esto, por otra parte, contradice lo que dice Lojkine más adelante, en el capítulo 3, sobre el crédito o el interés, cuando afirma que «el pago de intereses o dividendos constituye un flujo de valor y, por tanto, de trabajo hacia agentes que han aportado fondos pero no trabajo» (p. 141, el subrayado es nuestro). ¿Cómo es posible aquí que exista un crédito percibido sin que haya explotación, ya que el interés, por definición, y como reconoce acertadamente Lojkine, no remunera ningún trabajo productivo, sino un simple anticipo de fondos?
El enfoque contable deja fuera de sus prerrogativas la cuestión de saber de dónde proviene el beneficio, pero, en cambio, considera totalmente como una de sus prerrogativas demostrar que los pequeños capitalistas no pueden ser considerados explotadores cuando la parte de sus ingresos en forma de beneficios no supera un determinado umbral. La concepción marxista considera la explotación como una relación social global: hay explotación si hay apropiación de plusvalía, en forma de ingresos de la propiedad y de beneficio en particular, independientemente de la cuestión de cuál sea la proporción de esta apropiación; el enfoque contable propuesto por Lojkine, al rechazar la noción misma de plusvalía como fuente de la mayor parte de los ingresos de la propiedad, considera que solo hay explotación a partir de una consideración estadística que tenga en cuenta la parte relativa de los diferentes ingresos de la propiedad (incluido el beneficio) en los ingresos individuales y en relación con la parte relativa que ocupan en la renta nacional.
Veamos ahora cuál es la distinción entre explotación y no explotación según el «enfoque homogéneo» (hemos visto que este era el enfoque preferido por el autor), que considera que entre los asalariados pueden encontrarse apropiadores netos de trabajo excesivo, explotadores:
«Supongamos ahora que adoptamos el enfoque homogéneo, que cuenta todas las horas de trabajo por igual. El diagnóstico del trabajo excesivo es entonces diferente. Todos los agentes contribuyen por igual al trabajo social; los explotadores son aquellos que se apropian más que la media, es decir, aquellos cuyos ingresos individuales, independientemente de su composición entre salario e ingresos de la propiedad, son superiores a los ingresos medios, 100 000 euros al año según nuestras hipótesis. El criterio de delimitación ya no se expresa en términos del peso de los ingresos de la propiedad en la remuneración, sino en términos de ingresos totales. » (p. 47, el subrayado es nuestro).
Una vez más, en lo que respecta a la diferencia con el enfoque anterior, la conclusión es muy rigurosa: «todos los agentes contribuyen por igual al trabajo social», trabajan el mismo número de horas y no existe trabajo complejo, por lo que todos los asalariados puros que perciben un salario superior a 100 000 euros se apropian del exceso de trabajo, ya que «todos contribuyen por igual al trabajo social», sabemos que la «productividad monetaria per cápita» es de 100 000 euros. Pero eso no es lo esencial para ustedes, así que centrémonos en la única cuestión que realmente nos importa: ¿cómo distinguir entre explotadores y explotados según esta nueva hipótesis?
La respuesta se encuentra en la primera definición que dio Lojkine de la explotación: es explotador aquel que se apropia, a través de sus ingresos, de una cantidad de trabajo superior a la que él mismo ha aportado a la sociedad. Ahora bien, Lojkine no solo supuso que «todos los agentes contribuyen por igual al trabajo social», que «todos los participantes trabajan el mismo número de horas cada año», sino también que la «productividad monetaria per cápita [es] de 100 000 euros al año». Ahora bien, ¿qué significa «productividad monetaria per cápita» sino el hecho de que todos los participantes, independientemente de la clase a la que pertenezcan, independientemente de su lugar en el proceso de producción y circulación, etc., producen todos un valor de cambio de 100 000 euros al año? Por lo tanto, quien ha «contribuido igualmente al trabajo social», codo con codo con los demás, quien, en consecuencia, ha producido 100 000 euros de valor de cambio, merece recibir a cambio sus 100 000 euros de valor de cambio, «independientemente de su composición entre salario e ingresos de la propiedad», como dice Lojkine, siempre que sus ingresos no superen los 100 000 euros de valor de cambio que ha aportado.
Por citar una vez más a Lojkine, a partir de ahora, «el criterio de delimitación ya no se expresa en términos del peso de los ingresos de la propiedad en la remuneración, sino en términos de ingresos totales»: quien haya contribuido al conjunto del trabajo social con un valor de cambio de 100 000 euros (y, por hipótesis, todos han contribuido a ello) debe recibir 100 000 euros en ingresos, es un explotador si recibe más y es un explotado si recibe menos, «independientemente de su composición entre salario e ingresos de la propiedad», es decir, independientemente de la naturaleza de sus ingresos y de su procedencia.
Así pues, un individuo que fuera capitalista al cien por cien, un capitalista «puro», y que obtuviera la totalidad de sus ingresos de sus beneficios sería, según Lojkine, un explotado si sus ingresos (¡consistentes en beneficios!) fueran inferiores a 100 000 euros al año, y, por el contrario, se ganaría sus beneficios y, por lo tanto, no debería ser considerado injustamente por sus proletarios como un explotador, si sus beneficios fueran de 100 000 euros, es decir, el equivalente a lo que este capitalista «participa» en el «trabajo social »!
Pero que todos los agentes de esta economía producen valor es precisamente lo que habría que demostrar. ¿El capitalista que «trabaja» todas sus horas al año produce valor para Lojkine? Evidentemente sí… ¡ya que trabaja! Este capitalista ha trabajado durante tantas horas, es decir, un tiempo idéntico al de las horas trabajadas por los obreros que emplea, o más bien, nos dice que ha trabajado, ya que es lo que está escrito en su horario, es incluso lo que dicen las estadísticas oficiales. ¿Y qué podía hacer nuestro valiente hombre durante todo ese tiempo, sino producir valor de cambio, en definitiva, participar en el trabajo social, como cualquier otro trabajador? Porque está claro que el enfoque contable, como tal, no basta para determinar qué trabajo declarado forma parte o no del trabajo social o, lo que es lo mismo, para definir qué es o no trabajo productivo o improductivo. Marx ya se burlaba en su época de los economistas que tomaban las justificaciones de los capitalistas por realidad:
«Nuestro amigo, tan apestoso en el momento de la pretensión capitalista, adopta de repente la actitud modesta de su propio trabajador: ¿no trabaja él mismo [el capitalista]? ¿Acaso la dirección, la supervisión del hilandero, no es también trabajo? ¿No crea también valor el trabajo que realiza? Mientras esperan a que el capitalista hable así, su supervisor y su gerente se encogen de hombros. Pero el capitalista, con una amplia sonrisa, ya ha recuperado su fisonomía anterior. Toda esta letanía no era más que una broma de mal gusto. Él mismo no se lo creyó ni por un segundo. Deja todas las evasivas y las fórmulas vacías de este tipo a los profesores de economía política a los que se les paga por ello. Él es un hombre práctico: fuera de los negocios, es posible que no siempre piense en lo que dice, pero en los negocios siempre sabe lo que hace». (Karl Marx, El capital, I, op. cit., p. 189)
Las preguntas a las que la teoría del valor pretende responder precisamente (entre otras: «¿qué trabajo es «productivo», en el sentido de trabajo que produce valor de cambio?», «¿cómo marcar la diferencia entre trabajo productivo e improductivo?»), se resuelven discretamente mediante simples hipótesis que Lojkine no cuestiona: «supongamos [una] productividad monetaria per cápita […] de 100 000 euros», «todos los agentes contribuyen por igual al trabajo social» . Pero, ¿qué significa producir valor de cambio? ¿Qué significa participar en el trabajo social? ¿Qué es el trabajo social? ¿Se puede definir independientemente de cualquier referencia a una teoría del valor?
Una vez más: afirmar que todos los participantes en una economía de este tipo, incluso los capitalistas «puros», incluso los rentistas «puros», incluso aquellos que viven «puramente» de dividendos, producen valor de cambio cuando «trabajan», es precisamente lo que habría que demostrar. Todos los capitalistas dirán que gestionar un negocio, reflexionar sobre la gestión de los diferentes procesos de trabajo, el transporte de mercancías, encontrar salidas, clientes, nuevos mercados, etc., es evidentemente «trabajo», pero esa no es la cuestión, la cuestión es saber si este tipo de trabajo es trabajo productor de valor. Eso es lo que hay que preguntarse, esa es la pregunta que hay que responder. También es trabajo ser propietario, por ejemplo, de viviendas de alquiler, tener que gestionar apartamentos, tener que contactar con artesanos, tener que gestionar el contacto y los posibles conflictos con el inquilino, etc., pero ¿no hacen todas estas personas nada más que captar el valor de cambio recibido por otros en forma de salarios (si los inquilinos son proletarios puros), o el plusvalor que se presentó inicialmente en forma de beneficios o intereses (si los inquilinos son capitalistas puros)?
Está claro que, para los marxistas, los capitalistas, en su calidad de capitalistas, no pueden crear valor, no producen valor de cambio: ¿participa el capitalista en el proceso de trabajo de otra manera que invirtiendo en una serie de máquinas que contribuyen a reducir el tiempo de trabajo socialmente necesario, pero que, en cualquier caso, deben amortizarse y reembolsarse al final, y que, por lo tanto, no producen ningún valor nuevo? Evidentemente no, entonces ¿por qué decir que un capitalista «puro », cuyos ingresos se componen únicamente de beneficios, produce personalmente un valor de cambio de 100 000 euros, que no es un explotador en determinadas condiciones y que incluso podría ser un explotado (¿por quién, por cierto?) si su negocio no le reporta al menos 100 000 euros al año?
Y está claro que esta hipótesis tiene consecuencias prácticas y políticas directas, ya que contribuye a admitir en el bando de los explotados a personas que probablemente no tienen nada que hacer allí. Si la revolución comunista significa algo, si la propia noción de dictadura del proletariado tiene sentido, está claro que no significan otra cosa que el ejercicio de la opresión contra la clase de los explotadores en su conjunto, privando a los capitalistas, pequeños o grandes, de todos sus derechos políticos y civiles, por ejemplo, por la única razón de que son explotadores y de que, al vivir de la explotación de los demás, tienen como interés objetivo la restauración de las relaciones capitalistas[4]. ¿Qué deberá suceder en ese momento? ¿Habrá que perdonar a toda la masa de pequeños empresarios, que por lo demás son a menudo los peores explotadores, y acogerlos entre la nueva clase dirigente proletaria con el pretexto de que sus beneficios son inferiores o iguales a la renta media? ¿Escaparán a la privación de sus derechos de explotación con el pretexto de que lograrán esgrimir sus horarios de trabajo, que indicarán que han trabajado el equivalente en tiempo a 100 000 euros al año y que, por lo tanto, sus 100 000 euros anuales de ganancias son debidamente ganados y merecidos?
Pero como aquí no tenemos ninguna teoría del valor, lo que esta teoría debía responder precisamente (¿qué es el trabajo productivo, produce el capital, como capital, valor de cambio?) se reintroduce implícitamente mediante una simple hipótesis: sí, el capitalista produce valor de cambio, ya que el capitalista trabaja y, por lo tanto, puede haber beneficio sin explotación. Y así, mediante esta simple hipótesis, toda una serie de pequeños explotadores, que viven únicamente de la explotación del trabajo ajeno, de la venta y la redistribución del excedente producido por otros, se encuentran del lado de los explotados, del lado del proletariado explotado. ¿A qué conduce necesariamente una contabilidad que no se plantea la cuestión de la naturaleza y el origen de los ingresos de la propiedad, sino a la desaparición del antagonismo de clases, en beneficio de una distinción que se basa únicamente en simples diferencias de ingresos?
Pequeños empresarios y explotadores en jefe
La indulgencia con la que Lojkine trata a los pequeños capitalistas, su idea de que podrían ser explotados independientemente del simple hecho de obtener beneficios, se refleja, en nuestra opinión, en un pasaje del capítulo 3, dedicado a las «Escalas de explotación». Lojkine describe la situación de un pequeño capitalista marroquí del sector textil, un tal Boullaili, que subcontrata industrialmente para otra fábrica textil marroquí, Larinor, que a su vez produce para grandes grupos capitalistas europeos, en particular Zara.
«El 8 de febrero de 2021, veintiocho trabajadores, en su mayoría mujeres, murieron en un taller de confección textil en Tánger, Marruecos. El taller estaba instalado en un sótano y, cuando las lluvias torrenciales se abatieron sobre la ciudad, quedaron sepultados, sin otra salida que una única y estrecha escalera. Ni la construcción de un sótano en ese lugar inundable ni su uso como taller habían sido autorizados administrativamente. El propietario del taller, Adil Boullaili, fue detenido. Por lo tanto, parece claro que fue él, el capitalista, el responsable de la muerte de las trabajadoras. Pero las cosas se complican si nos preguntamos en qué relaciones económicas estaba inmerso a su vez este capitalista. Adil Boullaili había sido primero obrero y luego capataz en una fábrica textil del grupo Larinor […]. La fábrica de Larinor subcontrata a su vez la producción de marcas europeas, en particular de Zara. Las fábricas están sujetas a auditorías por parte de las marcas europeas para verificar las condiciones de trabajo de las obreras. Pero, al mismo tiempo, la multinacional sigue poniéndolas en competencia entre sí y con fábricas de otros países. Para hacer frente a esta presión, las fábricas de la zona industrial animan a sus capataces a instalar talleres clandestinos en sótanos para subcontratar los pedidos, ya que las peores condiciones de trabajo permiten reducir los costes» (p. 128-129).
Las trabajadoras estaban bien bajo el dominio del pequeño empresario Boullaili. Pero la posición de clase de este no estaba clara. ¿Por el simple hecho de haberse instalado en un sótano de la ciudad, había dejado de ser capataz para convertirse en capitalista? Seguía trabajando para Larinor, ejecutando los pedidos tal y como se le enviaban en el momento en que se le enviaban, sin acceso directo a Zara y mucho menos a los clientes de todo el mundo» (p. 129).
Las trabajadoras no están simplemente «bajo el dominio» de Boullaili (si no, bastaría con decir que Boullaili está «bajo el dominio» de Zara o de Larinor para convertir a Boullaili y a sus trabajadoras en personas que tendrían los mismos intereses de clase, lo cual es evidentemente falso), estas trabajadoras son explotadas por Boullaili y, por lo tanto, por Larinor y por Zara.
Boullaili está presionado, en competencia con otros subcontratistas potenciales por Larinor y Zara, sometido a sus condiciones y todo lo que se quiera, pero nunca es explotado por ellos. En cambio, él sí explota la fuerza de trabajo de los proletarios, a quienes hace trabajar en condiciones abominables hasta provocar su muerte, como nos muestra este ejemplo. El pequeño empresario Boullaili extrae de este exceso de trabajo todo el excedente para transferirlo a otros más grandes que él, que tienen acceso a mercados a los que él no tiene acceso. Estas grandes empresas obtienen sus beneficios gracias a las mercancías compradas a bajo precio a Boullaili y se llevan la parte del león obteniendo los mayores márgenes. Que sean ustedes quienes más se beneficien no impide, evidentemente, que Boullaili recupere su parte del botín, aunque sea una parte ridículamente pequeña en comparación con la masa de beneficios que obtiene Zara.
Del mismo modo, el antiguo obrero y luego capataz Boullaili no se contentó «simplemente» con «instalarse en un sótano de la ciudad», como dice modestamente Lojkine: allí instaló a sus obreras y sus máquinas, mientras él desempeñaba las funciones de pequeño capitalista para Larinor y Zara. Por muy presionado que esté, Boullaili no trabaja gratis para nadie: por el contrario, recibe una parte del plusvalía generada por el trabajo de los demás a los que explota, y que le devuelve Larinor o Zara.
Una vez más, aunque esta tasa de beneficio sea ridículamente pequeña[5] en comparación con las registradas por los grupos a los que está subordinado, es de suponer que es mayor que la que tendría si no trabajara para Zara, en cuyo caso nuestro capitalista Boullaili no dudaría en invertir su capital en otra parte. ¿Por qué el hecho de que Boullaili sea un antiguo obrero, la competencia entre los diferentes capitalistas y la distinción necesaria, dada esta competencia, entre pequeños y grandes capitalistas, deberían poner en tela de juicio su actual condición de capitalista, de explotador y, por consiguiente, los intereses de clase que corresponden a su clase y a su situación?
Lojkine escribe justo después: «Él [Boullaili] estaba, por tanto, subordinado a un capital de nivel superior, el de Larinor. Pero hemos visto que los capitalistas de Larinor no tienen en realidad el control total sobre el proceso de producción.
Los modelos que deben producirse son definidos hasta el más mínimo detalle por Zara, filial del grupo Inditex, propiedad de su fundador, el multimillonario español Armancio Ortega […]. Por lo tanto, hay tres niveles de capital, y es difícil decir quién es el explotador —o, en este caso, el responsable de la muerte— de las trabajadoras marroquíes. » (p. 129)
«La posición de clase de [Boullaili] no estaba clara», «[…] es difícil decir quién es el explotador —o, en este caso, el responsable de la muerte— de las trabajadoras marroquíes»: nos parece, por el contrario, que no hay nada más claro y menos difícil de determinar. El pequeño capitalista Boullaili es responsable, los capitalistas de Larinor son responsables, los de Zara son responsables. Como reconoce el propio Lojkine, la historia reciente del trabajo está repleta de ejemplos sórdidos en los que aparecen pequeños empresarios semiesclavistas del mismo tipo que, asumiendo una producción deslocalizada a bajo precio que se realiza a costa de los trabajadores sobreexplotados de sus países, aseguran a los grandes grupos imperialistas de los países del Norte tasas de beneficio colosales, con el único y exclusivo objetivo de quedarse con una parte. En una obra dedicada al estudio del imperialismo en el siglo XXI, el autor, un tal John Smith, evoca el derrumbe del Rana Plaza en Bangladesh y la muerte de más de mil trabajadores textiles provocada por la decisión de un pequeño capitalista subcontratista del mismo tipo que Boullaili.
« El derrumbe del Rana Plaza, un edificio de ocho plantas que albergaba varios talleres de confección, un banco y algunas tiendas, situado en un barrio industrial al norte de Dacca, la capital de Bangladesh, mató a 1133 trabajadores textiles e hirió a 2500 el 24 de abril de 2013. Se trata de una de las peores catástrofes de toda la historia laboral. Este desastre, junto con el dolor, la rabia y la exigencia de justicia manifestados por los trabajadores textiles, desencadenó movimientos de simpatía y solidaridad entre los trabajadores de todo el mundo. […] A la indignación de muchos se sumó el hecho de que, el día anterior a la catástrofe, habían aparecido grietas en la estructura del edificio y se había dado la orden de evacuación y cierre. A la mañana siguiente, un banco y varias tiendas situadas en la planta baja acataron la orden, pero miles de trabajadores textiles recibieron la orden de volver al trabajo, so pena de ser despedidos. Cuando se pusieron en marcha los generadores, instalados ilegalmente en la última planta, el edificio se derrumbó. Jyrki Raina, secretario general de IndustriALL, un sindicato internacional, calificó este suceso como «una masacre industrial en masa». (John Smith, El imperialismo en el siglo XXI, Éditions critiques, París, 2019, págs. 13-14).
Este tipo de sucesos no son nada infrecuentes y al principio de la misma obra se lee que:
«… cinco meses antes [del derrumbe del Rana Plaza], un incendio en la fábrica textil vecina de Tazreen Fashions había matado a 112 trabajadores, atrapados tras ventanas enrejadas y puertas cerradas con candado mientras trabajaban hasta altas horas de la noche. Además, la supresión violenta de los derechos sindicales —los sindicalistas son fichados, golpeados y sometidos a detenciones arbitrarias— y las relaciones incestuosas entre los propietarios de las fábricas, los políticos y los jefes de policía de Bangladesh hacen que ningún empresario de la industria textil de Bangladesh haya sido nunca acusado de violar las leyes de salud y seguridad en el trabajo. » (ibíd., p. 14)
El autor de esta misma obra recoge el «elocuente testimonio» de otro propietario de fábrica, un tal Ali Ahmad, «que denuncia las presiones ejercidas sobre los proveedores por las multinacionales, después de que 289 trabajadores textiles murieran quemados vivos en un incendio provocado en una fábrica de Karachi en septiembre de 2021» (ibíd., p. 22):
[Habla el capitalista Ali Ahmad.] «Tienen huelgas, cortes de electricidad, mafias locales que les hacen pagar por la protección de su sector, por nombrar solo algunas cosas. […] Además, tienen a los compradores estadounidenses, despiadados, a quienes no les importa lo que hagan, siempre y cuando lo hagan a tiempo. […] Nos penalizan cada vez que nos retrasamos. Lo que significa menos márgenes. Por lo tanto, hacemos lo necesario (¡sic!) para cumplir con nuestros pedidos rápidamente. Es posible que el propietario de la fábrica haya impuesto horas extras con este único objetivo». (ibíd., págs. 22-23)
No hace falta decir que estos pequeños capitalistas están sometidos a las condiciones que les imponen los grandes grupos imperialistas del Norte, de cuyos beneficios dependen directamente: deseosos de sobrevivir en este ambiente ultracompetitivo como capitalistas, es decir, de seguir viviendo de la explotación del trabajo ajeno, estos pequeños capitalistas se ven «obligados» a actuar como los peores capitalistas, a rebajar las condiciones de trabajo hasta provocar la muerte de cientos o miles de trabajadores sobreexplotados.
Como dice el capitalista Ali Ahmad, «los compradores en Estados Unidos», Zara, los que dan las órdenes en general, no se preocupan por lo que hacen, siempre y cuando lo hagan, pero son, según las últimas noticias, estos mismos pequeños empresarios los que hacen lo que hacen. ¿Quién «pone en práctica lo necesario para realizar [los] pedidos», como dice cínicamente el propietario Ali Ahmad, es decir, recortar las condiciones de trabajo, reprimir las huelgas, golpear y asesinar a los sindicalistas y líderes[6], etc.? ¿Quién dio la orden a miles de proletarios de ir a trabajar a un edificio de ocho pisos a punto de derrumbarse e instaló generadores ilegales en lo alto de una infraestructura en ruinas? ¿Quién hizo instalar rejas en las ventanas, quién cerró con candado las puertas de los talleres de confección que se incendiaron? ¿Quién instaló ilegalmente un sótano en una zona inundable «sin otra salida que una única y estrecha escalera », si no el propio Boullaili, si no exactamente este tipo de pequeños empresarios del mismo tipo que Boullaili, es decir, en realidad, auténticos capitalistas, capitalistas en toda regla? No son estos grandes grupos los que imponen directamente el peor terror, el peor despotismo, en las fábricas y talleres: eso es precisamente el «trabajo » de los pequeños empresarios como Boullaili. ¿No son, por lo tanto, prácticas de auténticos capitalistas y explotadores, que una teoría crítica y emancipadora nunca debería admitir en sus filas?
Notas
[1]Como veremos más adelante, Lojkine afirma acertadamente en su libro que la remuneración salarial de ciertos agentes puede ser superior al valor de cambio que crean efectivamente, de modo que son, en su terminología, «explotadores» (por nuestra parte, preferimos decir que se benefician de las repercusiones del plusvalía capitalista, extorsionado del trabajo gratuito de otros proletarios y reservamos el término «explotadores» para los capitalistas propiamente dichos). Pero, de este modo, no se ve claramente cómo un aumento general de todos los salarios (que se aplicaría también a los salarios de estos «explotadores») permitiría limitar en algo la explotación en sí misma, como propone Lojkine en su capítulo programático. En efecto, en la página 221 se lee que « … se podría considerar la posibilidad de ampliar este sistema de indexación [a la inflación] a todos los salarios, creando así un derecho general a la seguridad del nivel de vida para los titulares de un empleo.» (el subrayado es nuestro). Lojkine considera, además, que la popularidad de esta medida es un buen argumento a favor de su adopción: «cabe señalar la gran popularidad de estas propuestas entre la opinión pública: en Francia, las encuestas muestran que casi nueve de cada diez personas estarían a favor de una garantía de empleo para los desempleados de larga duración, y la misma proporción a una indexación de todos los salarios a la inflación, lo que confirma la idea de que el lenguaje universal de los derechos sociales puede suscitar un amplio apoyo político más allá de las personas que se benefician directamente de él» (p. 222-223, el subrayado es nuestro) . Proteger la «seguridad del nivel de vida» de «todos los asalariados», independientemente de su posición de clase (beneficiarios o no de la explotación capitalista) es sin duda una medida muy «popular», incluso y sobre todo entre las capas salariales más favorecidas que se benefician concretamente de las repercusiones de la explotación de su propia burguesía nacional. La popularidad de una medida de este tipo radica, por tanto, en el hecho de que mantiene absolutamente el statu quo y no constituye una amenaza real para los explotadores, sobre todo porque el propio Lojkine reconoce que una medida de este tipo deberá compensarse con medidas favorables a la acumulación y a las exigencias de competitividad de las empresas capitalistas. En su artículo de junio de 2024 para Le Grand Continent, titulado «Indexación de los salarios a la inflación: estructurar un debate» (https://legrandcontinent.eu/fr/2024/06/19/indexation-des-salaires-sur-linflation-structurer-un-debat/), Lojkine afirma que: «la indexación integral podría suponer un complemento coherente al derecho laboral, protegiendo eficazmente los ingresos de los trabajadores frente a las crisis inflacionistas, siempre que se inscriba en el marco de una estrategia macroeconómica más general de control de la inflación y mantenimiento de la competitividad […]» (énfasis añadido). En términos muy concretos, se trata nada menos que de una especie de compromiso de clase entre la burguesía nacional y su propia clase obrera: garantizar que el aumento general de los salarios no afecte a los beneficios de las empresas nacionales, no perjudique a los explotadores, en definitiva, garantizar que la ferocidad de la explotación simplemente se desplace o se compense… en otra parte.
[2]Michel Husson, «Contre Sraffa. La transformation des valeurs en prix», 1982. Disponible en línea aquí: http://hussonet.free.fr/perez1982.pdf.
[3] Uno de los argumentos esgrimidos por Lojkine para demostrar que la relación de explotación salarial no puede entenderse como la relación fundamental consiste en decir que es perfectamente posible imaginar una sociedad en la que existan ingresos por propiedad (créditos, alquileres) sin que exista ningún asalariado. Así: « no hay ninguna contradicción lógica en imaginar una sociedad mercantil moderna que no conozca la relación salarial —podemos pensar en trabajadores independientes que venden directamente sus servicios, o en cooperativas—, pero que sí conozca la propiedad privada de la tierra, los bienes inmuebles y un sistema de crédito, concentrados en manos de una clase que obtendría ingresos y poder. Esta sociedad sería muy diferente a la nuestra y es probable, en particular, que no evolucionara de la misma manera a lo largo del tiempo, ya que en un sistema mercantil son los capitalistas industriales los principales actores de la inversión productiva destinada a aumentar la escala de producción. Por lo tanto, nuestro capitalismo de renta y crédito tal vez no sería un capitalismo en expansión, pero se caracterizaría por las relaciones de apropiación y poder, es decir, de explotación». (p. 167) Si se trata de decir que puede haber exacciones de renta o de intereses por parte de una clase parasitaria sobre una masa de trabajadores independientes (cuyos ingresos se componen virtualmente de «salarios» y «beneficios», aunque en un sentido necesariamente particular), nadie lo negará. Pero, como señala Lojkine, esta «sociedad sería muy diferente a la nuestra» y no podría ser «un capitalismo en expansión» (cada trabajador sigue siendo independiente y trabaja sin empleados, la competencia no es tan fuerte como para que cada uno de ellos se vea amenazado en cualquier momento de caer en el proletariado, la clase rentista parasitaria acumula riqueza a partir de sus exacciones sin intentar desarrollar una actividad capitalista, etc.). . En otras palabras, una economía mercantil totalmente improbable, que en realidad no es en absoluto una economía capitalista. Lojkine puede calificar este modelo de «capitalismo de renta y crédito», pero ¿qué es una economía capitalista que no sea una economía cuyo objetivo sea la valorización del capital? La única sociedad mercantil totalmente desarrollada es el capitalismo, y la forma privilegiada de acumular plusvalía para una sociedad de este tipo es la relación salarial, que es al mismo tiempo la relación de explotación fundamental. El ejemplo construido por Lojkine de una economía totalmente ficticia «de renta y crédito» no cambia el hecho de que, en la sociedad capitalista real, las relaciones de extracción de renta y crédito entre los capitales se extraen de la plusvalía, que proviene en su inmensa mayoría del trabajo asalariado explotado y, por lo demás, del trabajo explotado sin más (la esclavitud) . Por otra parte, esto es lo que reconoce el propio Lojkine unas líneas más adelante: «A medida que se ha desarrollado el capitalismo, el asalariado ha progresado sin cesar. Los empleadores son una pequeña minoría, mientras que la condición de asalariado tiene una extensión inmensa en la población, más que la de deudor o arrendatario» (p. 167-168, el subrayado es nuestro).
[4] En La revolución proletaria y el renegado Kautsky (disponible en línea aquí: https://www.marxists.org/francais/lenin/works/1918/11/renegat.pdf), Lenin defiende, por ejemplo, contra las protestas de Kautsky, la privación de los derechos electorales de los capitalistas, incluso y sobre todo cuando son «pequeños»: «Kautsky no está menos indignado por el hecho de que la Constitución soviética prive de derechos electorales a quienes «emplean a trabajadores asalariados para obtener beneficios». Un trabajador a domicilio o un pequeño empresario que emplea a un ayudante, escribe Kautsky, pueden tener las condiciones de vida y los sentimientos de verdaderos proletarios, y no tienen derechos electorales» (p. 36 [del folleto de Kautsky]). ¡Qué excepción a la «democracia pura»! ¡Qué injusticia! Es cierto que hasta ahora todos los marxistas consideraban, y miles de hechos lo confirman, que los pequeños empresarios son los más despiadados, los peores explotadores de los trabajadores asalariados […] » (p. 31). Esta privación de los derechos civiles de la clase explotadora derrotada no tiene valor de principio para Lenin, pero este insiste siempre en que la dictadura proletaria no solo puede, sino que debe recurrir a esta medida cuando la lucha práctica lo exija: « como ya he indicado, privar a la burguesía de los derechos electorales no es un indicio obligatorio e indispensable de la dictadura del proletariado. Incluso en Rusia, los bolcheviques, que mucho antes de octubre habían proclamado la consigna de esta dictadura, no habían hablado de antemano de privar a los explotadores de los derechos electorales. Este elemento integrante de la dictadura no surgió «según el plan» de un partido, sino que surgió por sí mismo en el curso de la lucha» (p. 29).
[5]En cuanto a los márgenes de los pequeños empresarios de Bangladesh: «Una […] analista estima que un polo KP MacLane fabricado en Bangladesh, vendido al por menor en Estados Unidos por 175 dólares, genera un cómodo margen del 718 % sobre los costes de producción, y que un polo Hermès revendido genera un margen que supera nada menos que el 1800 %. Las colosales cantidades de estos márgenes contrastan con los márgenes insignificantes que se dejan a los fabricantes bangladesíes. El Wall Street Journal informa de que Rubana Huq, propietaria de una fábrica de confección, afirma ganar 12,5 céntimos por cada camiseta, cuyo precio de producción es de 6,62 dólares, lo que supone un margen del 2 % (John Smith, L’Impérialisme au XXIe siècle, Éditions critiques, París, 2019, p. 22).
[6]«Recientemente, por protestar contra el impago de los salarios, un reclutador sindical de la Federación de Trabajadores de la Industria y la Confección de Bangladesh (BGIWF) fue golpeado hasta la muerte en Gazipur por matones contratados por la fábrica. Otro reclutador, de la Federación Nacional de Confección (NGWF), fue asesinado, aparentemente por intentar sindicalizar a los trabajadores y trabajadoras de Ashulia». («La sindicalización en Bangladesh sigue siendo un reto», 19 de septiembre de 2023, IndustriALL Global Union: https://www.industriall-union.org/fr/la-syndicalisation-au-bangladesh-reste-un-defi)
9. Resumen de la guerra en Palestina, 25 de septiembre de 2025.
El seguimiento en directo de Middle East Eye.
https://www.middleeasteye.net/live/israel-rejects-hamas-truce-offer-thousands-forced-flee-gaza-city
En directo: Trump afirma que no permitirá que Israel anexione Cisjordania
Mientras tanto, 178 miembros del Congreso estadounidense firman una carta en contra de la anexión de Cisjordania
Puntos clave
Netanyahu evita el espacio aéreo francés en su viaje a EE. UU. por primera vez desde la orden de detención de la CPI
España sigue los pasos de Italia y envía un buque de guerra para ayudar a la flotilla de Gaza
Las armas de la resistencia no se pueden tocar, dice Hamás a Abbas
Actualizaciones en directo
Nuestro blog en directo cerrará en breve hasta mañana por la mañana.
Estos son los acontecimientos más destacados del día:
- Al menos 57 palestinos han muerto en los ataques israelíes en Gaza, donde otros siete hospitales y centros de salud se han visto obligados a cerrar en los últimos días debido a los intensos bombardeos.
- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha afirmado que no permitirá que Israel anexione Cisjordania ocupada.
- Hamás afirmó que «no se puede tocar sus armas» y que la resistencia es una responsabilidad nacional y moral que deriva su legitimidad del pueblo palestino.
- El ejército israelí afirmó que había detectado un misil lanzado desde Yemen, que según ellos fue interceptado.
- 178 demócratas de la Cámara de Representantes, incluidos todos los que ocupan puestos de liderazgo, firmaron una carta en la que advertían al Gobierno israelí contra la anexión de territorio palestino en Cisjordania o Gaza.
- Al menos ocho personas murieron y otras 142 resultaron heridas en un ataque de Israel contra Yemen, según informaron responsables del movimiento hutí.
- España canceló un importante acuerdo de defensa con Israel para el suministro de tecnología aérea avanzada para sus aviones de combate Eurofighter Typhoon.
- Microsoft cortó el acceso de la Unidad 8200 del ejército israelí a cierta tecnología tras las informaciones de que estaba almacenando datos de vigilancia masiva de palestinos en su plataforma en la nube Azure.
- Médicos por los Derechos Humanos Israel afirmó que el Dr. Hussam Abu Safiya, detenido por Israel durante nueve meses sin proceso judicial, ha sido objeto de violencia.
Arabia Saudí promete 90 millones de dólares al fondo internacional para la Autoridad Palestina
El ministro de Asuntos Exteriores saudí, el príncipe Faisal bin Farhan Al Saud, anunció el jueves la creación de una coalición internacional de emergencia para financiar a la Autoridad Palestina (AP), y añadió que Arabia Saudí contribuirá con 90 millones de dólares a esta iniciativa.
«La coalición proporcionaría apoyo financiero directo a la AP con una serie de socios importantes», afirmó en una rueda de prensa celebrada en Nueva York al margen de la 80.ª Asamblea General de la ONU.
No habrá estabilidad en la región sin una solución para Palestina, afirma Sudán
El primer ministro de Sudán, Kamil Idriss, afirmó el jueves que no puede haber estabilidad en la región sin una solución al problema palestino.
En su intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Idriss afirmó: «Reiteramos nuestra convicción de que no puede haber estabilidad ni seguridad en la región sin una solución permanente y global a la cuestión palestina».
«Condenamos el flagrante ataque israelí a la soberanía del Estado de Qatar, que amenaza la paz y la seguridad internacionales», añadió.
Un nuevo plan de 21 puntos presentado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a un grupo de líderes musulmanes el martes propone el fin permanente de la guerra de Israel en Gaza, el despliegue de una fuerza internacional en la franja y el no desplazamiento forzoso de los palestinos, según un informe del Financial Times (FT).
El informe revela nuevos detalles sobre la reunión del martes celebrada al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El FT informa de que el plan de Trump exige la liberación de todos los rehenes de una sola vez y se basa en una propuesta de alto el fuego anterior presentada por el enviado estadounidense Steve Witkoff.
El plan presentado exigiría a las fuerzas israelíes que se retiraran a las mismas posiciones que ocuparon durante el alto el fuego de dos meses entre enero y marzo de este año, seguido de una retirada total una vez desplegada la «fuerza de estabilización».
El plan prevé un «órgano supervisor internacional» que supervise un comité palestino que administraría Gaza de forma provisional. El plan estipula que Hamás no desempeñará ningún papel en el gobierno de Gaza después de la guerra.
El presidente estadounidense Donald Trump se reúne con otros líderes en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York el 23 de septiembre de 2025 (Chip Somodevilla/AFP)
Trump: No permitiré que Israel anexione Cisjordania
El presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó el jueves que no permitirá que Israel anexione la Cisjordania ocupada, según informó la agencia de noticias AFP.
«No permitiré que Israel anexione Cisjordania. No lo permitiré. No va a suceder», afirmó Trump en declaraciones realizadas en el Despacho Oval.
«Ya ha habido suficiente, es hora de parar», añadió.
La respuesta de Trump se produjo después de que se le preguntara si había prometido a los líderes árabes durante una reunión en las Naciones Unidas esta semana que impediría cualquier anexión.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha prometido no permitir un Estado palestino y los miembros de extrema derecha de su gabinete han amenazado con anexionar Cisjordania en respuesta al reciente reconocimiento de un Estado palestino por parte de varios países occidentales.
Las fuerzas israelíes matan a 57 palestinos desde la madrugada del jueves
Las fuerzas israelíes han matado al menos a 57 palestinos en Gaza desde la madrugada del jueves, según informó Al Jazeera Arabic, citando fuentes médicas.
Al menos cuatro de las víctimas eran personas que buscaban ayuda en el sur del enclave, según fuentes médicas, que añadieron que 25 palestinos murieron solo en la ciudad de Gaza.
Los últimos ataques mortales se produjeron en el campo de refugiados de Bureij, en el centro, y en el barrio de Tal al-Hawa, en la ciudad de Gaza.
Desde octubre de 2023, las fuerzas israelíes han matado a un total de 65 419 palestinos en Gaza, en su mayoría niños y mujeres, y al menos otros 167 160 han resultado heridos.
Miles de personas siguen desaparecidas bajo los escombros, por lo que es probable que el número real de muertos sea mucho mayor.
Las armas de la resistencia no se pueden tocar, dice Hamás a Abbas
Hamás afirmó el jueves que «sus armas no se pueden tocar» y que la resistencia es una responsabilidad nacional y moral que deriva su legitimidad del pueblo palestino, según informó Al Jazeera Arabic.
Estos comentarios se producen en respuesta al discurso del presidente palestino, Mahmud Abás, en las Naciones Unidas.
«No se puede tocar las armas de la resistencia mientras siga la ocupación de nuestra tierra, y condenamos la exigencia del presidente de la Autoridad Palestina de que se entreguen», afirmó Hamás.
Abbas habló por videoconferencia ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York el jueves y afirmó que su Gobierno estaba dispuesto a aplicar el plan presentado esta semana por el presidente estadounidense Donald Trump para el enclave asediado.
Abbas exigió a Hamás que entregara sus armas a la «Autoridad Nacional Palestina» y afirmó que «no queremos un Estado armado».
«Estamos dispuestos a asumir toda la responsabilidad del gobierno y la seguridad» en Gaza, afirmó, donde «Hamás no tendrá ningún papel que desempeñar en el gobierno».
La administración Trump ha denegado los visados a Abbas y a su delegación palestina, que han intervenido en la cumbre anual de la ONU de forma remota.
El comisionado general de la UNRWA, Philippe Lazzarini, afirmó el jueves que la agencia humanitaria tiene un papel fundamental que desempeñar en la reconstrucción de Gaza, según informó la agencia de noticias AFP.
En una entrevista al margen de las reuniones de alto nivel de la ONU en Nueva York, Lazzarini afirmó que la UNRWA «no fue consultada sobre el plan de paz de Estados Unidos para el territorio».
Lazzarini afirmó que, aunque no había visto el contenido del plan estadounidense para Gaza, un proyecto de 21 puntos para el alto el fuego y la reconstrucción de la devastada franja, la UNRWA era un «activo clave para la comunidad internacional».
El ejército israelí afirma que ha interceptado un misil lanzado desde Yemen
El ejército israelí afirmó el jueves que había detectado un misil lanzado desde Yemen, que según usted fue interceptado.
Las fuerzas israelíes anunciaron en su canal oficial de Telegram que las sirenas antiaéreas sonaron en varias zonas tras el lanzamiento del cohete.
El Mando del Frente Interior israelí informó de que las sirenas sonaron en Jerusalén, el área metropolitana de Tel Aviv y el centro de Israel tras el lanzamiento del cohete.
Yedioth Ahronoth informó de que millones de israelíes se refugiaron en los refugios tras el lanzamiento del cohete y que se interrumpió el tráfico aéreo en el aeropuerto Ben Gurión.
A principios de esta semana, varios países europeos —entre ellos Gran Bretaña y sus colonias de colonos Canadá y Australia, aunque con la notable excepción de Estados Unidos— reconocieron un inexistente «Estado de Palestina», que será gobernado por el régimen colaboracionista y no elegido de la Autoridad Palestina (AP) y su líder, Mahmud Abás.
No era la primera vez que Gran Bretaña reconocía a los colaboradores palestinos como portavoces del pueblo. Esa práctica comenzó tan pronto como conquistó y colonizó Palestina a finales de 1917.
Tras la publicación de la Declaración Balfour en noviembre y la conquista militar británica de Palestina en diciembre de ese año (con el control total de su territorio en septiembre de 1918), se formaron más de 40 organizaciones palestinas entre 1918 y 1920 para oponerse al dominio colonial británico y al colonialismo sionista.
Exigieron la independencia, convocaron congresos nacionales y adoptaron resoluciones que afirmaban el carácter árabe de Palestina y pedían su liberación y unidad dentro de una Gran Siria.
Aun así, Gran Bretaña bloqueó sistemáticamente las solicitudes palestinas de reconocimiento, que siempre condicionó a su aceptación del proyecto sionista.
Tales tácticas reflejaban una estrategia colonial central en gran parte del mundo para negar a los colonizados sus propios representantes, luego asegurarse colaboradores entre ellos e instalar como líderes a aquellos dispuestos a traicionar a su pueblo. Los palestinos no son una excepción, y de hecho son un ejemplo paradigmático de esta estrategia, ya sea bajo los británicos o los sionistas.
Una bandera palestina frente a la embajada de Palestina, anteriormente Misión Palestina en el Reino Unido, en Londres, tras el reconocimiento de Palestina como Estado independiente por parte del Reino Unido, el 22 de septiembre de 2025 (Vuk Valcic/ZUMA Press Wire).
El jueves, 178 demócratas de la Cámara de Representantes, incluidos todos los que ocupan puestos de liderazgo, firmaron una carta en la que advertían al Gobierno israelí contra la anexión de territorios palestinos en Cisjordania o Gaza ocupados.
La carta decía al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al ministro de Defensa, Israel Katz, y al ministro de Asuntos Exteriores, Gideon Sa’ar, que la anexión israelí de cualquier territorio «sumiría a la región» en «un caos y una violencia aún mayores».
Los líderes expresaron su firme oposición a «las medidas unilaterales, incluida la anexión israelí de territorio» en Cisjordania o Gaza, afirmando que tal medida alejaría aún más a israelíes y palestinos de las negociaciones.
«La anexión socavaría los avances de Israel hacia la normalización, impediría la cooperación internacional para reconstruir Gaza tras esta devastadora guerra, pondría en riesgo la estabilidad de Jordania y tensaría aún más las relaciones con socios europeos clave», escribieron los legisladores.
El número de muertos por el ataque israelí en Saná asciende a ocho, según los hutíes
Funcionarios del movimiento hutí, conocido oficialmente como Ansar Allah, dijeron el jueves que ocho personas han muerto y otras 142 han resultado heridas en un ataque de Israel contra Yemen, según informó la AFP.
Según los hutíes, la agresión israelí tuvo como objetivo un barrio residencial en la calle al-Raqqas y la central eléctrica de Dhahban, en la capital yemení, Saná.
Las fuerzas israelíes desplegaron 20 aviones de combate para atacar 60 objetivos en Saná el jueves, dirigidos contra líderes militares hutíes, cuarteles generales y depósitos de armas, según informó el Canal 14 de Israel.
El presidente palestino, Mahmud Abás, fue uno de los primeros líderes en intervenir ante la Asamblea General de la ONU el jueves. Habló por videoconferencia, ya que la Administración Trump le prohibió entrar en Estados Unidos.
Abás apenas mencionó la decisión de excluirlo de la asamblea y, en su lugar, dijo que la Autoridad Palestina (AP) estaba dispuesta a aplicar un plan para Gaza discutido por el presidente estadounidense, Donald Trump, y los líderes árabes y musulmanes.
Abbas afirmó que la AP colaboraría con las fuerzas internacionales de mantenimiento de la paz en Gaza y reiteró su exigencia de que Hamás se sometiera a la AP.
«Me dirijo a ustedes hoy después de casi dos años en los que nuestro pueblo palestino en la Franja de Gaza se ha enfrentado a una guerra de genocidio, destrucción, hambre y desplazamiento», declaró Abbas.
«Lo que Israel está llevando a cabo no es una simple agresión. Es un crimen de guerra y un crimen contra la humanidad que… quedará registrado en los libros de historia… como uno de los capítulos más horribles de la tragedia humanitaria», añadió.
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Laurent Saint-Cyr, presidente del Consejo Presidencial de Transición de Haití, habla durante el Debate General de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York el 25 de septiembre de 2025 (Timothy A Clary/AFP).
España cancela un importante acuerdo de defensa con Israel: Informe
España ha cancelado un importante acuerdo de defensa con Israel para el suministro de tecnología aérea avanzada para su avión de combate Eurofighter Typhoon, según informó el jueves el sitio web de noticias Haaretz.
Esta cancelación del contrato, por valor de 207 millones de euros, supone el tercer acuerdo de defensa que rescinde España, según el informe.
España aprobó el miércoles una ley que impone un embargo «total» de armas a Israel como parte de las medidas destinadas a detener el genocidio en Gaza.
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, dijo en una conferencia de prensa que el decreto prohíbe todas las exportaciones a Israel de material de defensa y productos o tecnologías de doble uso, así como la importación de dicho equipo a España.
Cuerpo afirmó que la nueva medida también bloquearía las solicitudes de tránsito de combustible para aviones con posibles aplicaciones militares y prohibiría las importaciones de productos procedentes de los asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados.
«Este decreto supone un gran paso adelante y es pionero a nivel internacional en lo que se refiere al embargo total de armas a Israel», afirmó.
Microsoft bloquea el acceso de la agencia de espionaje israelí por vigilancia masiva: Informe
Microsoft ha cortado el acceso de la Unidad 8200 del ejército israelí a cierta tecnología tras las denuncias de que había violado los términos de servicio de la empresa al almacenar datos de vigilancia masiva de palestinos en su plataforma en la nube Azure, según ha informado The Guardian.
El informe afirma que la agencia de espionaje de élite del ejército israelí utilizó la tecnología de Microsoft para operar un potente sistema de vigilancia que recopilaba datos de millones de llamadas telefónicas de civiles palestinos realizadas cada día en Gaza y Cisjordania.
Brad Smith, presidente y vicepresidente de Microsoft, afirmó que la empresa inició la revisión tras una investigación del periódico The Guardian que denunciaba la actividad de una unidad del ejército israelí.
«No proporcionamos tecnología para facilitar la vigilancia masiva de civiles. Hemos aplicado este principio en todos los países del mundo y lo hemos insistido repetidamente durante más de dos décadas», afirmó Smith en un correo electrónico dirigido a su personal.
Microsoft ha informado al Ministerio de Defensa israelí de su «decisión de suspender y desactivar determinadas suscripciones del IMOD y sus servicios, incluido el uso de determinados servicios y tecnologías de almacenamiento en la nube e inteligencia artificial».
Physicians for Human Rights Israel (PHRI) afirmó el jueves que el Dr. Hussam Abu Safiya, detenido por Israel durante nueve meses sin proceso judicial, ha sido víctima de violencia y ha perdido mucho peso.
«Desde su detención, el doctor Abu Safiya ha perdido aproximadamente 25 kilogramos. Padece sarna grave y problemas cardíacos, pero no está recibiendo ningún tratamiento médico», afirmó la organización de derechos humanos con sede en Jaffa en una publicación en X.
«Durante la visita quedó claro que el doctor Abu Safiya no ha sido llevado ante un juez, investigado ni informado sobre el motivo de su detención desde marzo», afirmó PHRI.
Miles de palestinos quedaron varados esta semana después de que las autoridades israelíes cerraran repentinamente el único paso fronterizo entre la Cisjordania ocupada y Jordania, lo que provocó una gran confusión y dificultades.
El cierre del paso fronterizo del puente Allenby, conocido por los palestinos como el paso fronterizo de Karama, comenzó el miércoles sin explicación alguna, siguiendo órdenes de los líderes políticos israelíes, según la Autoridad Aeroportuaria de Israel, que gestiona el paso fronterizo.
El jueves, las autoridades palestinas anunciaron que el paso fronterizo volvería a abrirse el viernes, aunque Israel aún no se ha pronunciado públicamente sobre la decisión.
El cierre inesperado dejó a decenas de familias palestinas atrapadas en el lado jordano de la frontera, muchas de ellas en condiciones difíciles y cada vez peores.
«Vi a personas mayores con dificultades, niños llorando y muchas familias atrapadas allí durante horas», afirmó Hisham Abu Shaqra, un videógrafo palestino que regresaba a casa tras un curso de formación en el extranjero.
Un hombre camina junto a una barrera en el paso fronterizo del puente Allenby entre Cisjordania y Jordania, el 8 de septiembre de 2024 (Reuters/Ammar Awad).
Las fuerzas israelíes matan a 43 palestinos desde la madrugada del jueves.
Las fuerzas israelíes han matado al menos a 43 palestinos en Gaza desde la madrugada del jueves, según informó Al Jazeera Arabic, citando fuentes médicas.
Al menos cuatro de las víctimas eran personas que buscaban ayuda en el sur del enclave.
Los últimos ataques mortales se produjeron en el campo de refugiados de Bureij, en el centro, y en el barrio de Tal al-Hawa, en la ciudad de Gaza.
Desde octubre de 2023, las fuerzas israelíes han matado a un total de 65 419 palestinos en Gaza, en su mayoría niños y mujeres, y al menos otros 167 160 han resultado heridos.
Miles de personas siguen desaparecidas bajo los escombros, por lo que es probable que el número real de muertos sea mucho mayor.
El presidente palestino, Mahmoud Abbas, condenó el genocidio de Israel en la Franja de Gaza y afirmó que su Gobierno estaba dispuesto a aplicar el plan presentado esta semana por el presidente estadounidense, Donald Trump, para el enclave asediado, en su intervención por videoconferencia ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York el jueves.
La Administración Trump denegó los visados a Abbas y a su delegación palestina, por lo que se vieron obligados a intervenir en la cumbre anual de la ONU de forma remota.
Abbas se abstuvo de criticar a Estados Unidos y, en cambio, afirmó que la Autoridad Palestina estaba dispuesta a gobernar Gaza y a colaborar con Trump en su nuevo plan de paz.
«Me dirijo a ustedes hoy después de casi dos años en los que nuestro pueblo palestino en la Franja de Gaza se ha enfrentado a una guerra de genocidio, destrucción, hambre y desplazamiento», afirmó Abbas.
Su discurso se produce en un momento en el que Israel está intensificando su genocidio en Gaza con el apoyo incondicional de Estados Unidos. Israel ha lanzado un feroz ataque contra la ciudad de Gaza, donde Middle East Eye ha informado de un nivel de destrucción «distópico».
Mahmoud Abbas se dirige a la Asamblea General de la ONU por videoconferencia durante la 80.ª sesión, el 25 de septiembre de 2025, en la ciudad de Nueva York (Spencer Platt/Getty Images/AFP).
Houthis: Dos muertos y 48 heridos en la agresión israelí
Los medios de comunicación afiliados al movimiento houthi, conocido oficialmente como Ansar Allah, informaron el jueves de que dos personas han muerto y otras 48 han resultado heridas en un ataque de Israel contra la capital de Yemen, Saná.
Según los hutíes, la agresión israelí tuvo como objetivo un barrio residencial en la calle Al-Raqqas y la central eléctrica de Dhahban en Saná.
Las fuerzas israelíes desplegaron 20 aviones de combate para atacar 60 objetivos en Saná el jueves, apuntando a líderes militares hutíes, cuarteles generales de mando y depósitos de armas, informó el Canal 14 de Israel.
Israel desplegó 20 aviones para atacar 60 objetivos en Saná, según informan los medios locales.
Las fuerzas israelíes desplegaron 20 aviones de combate para atacar 60 objetivos en Saná el jueves, con el objetivo de alcanzar a los líderes militares hutíes, los cuarteles generales de mando y los depósitos de armas, según informó el Canal 14 de Israel.
La Radio del Ejército israelí informó de que las fuerzas israelíes utilizaron más de 65 proyectiles, el mayor número de municiones jamás utilizado en un ataque aéreo contra Yemen.
El ministro de Defensa israelí, Yisrael Katz, dijo que los aviones de combate atacaron campamentos, incluido el campamento del Comando General hutí, y mataron a decenas de miembros del grupo.
El primer ministro Benjamin Netanyahu, buscado por la Corte Penal Internacional, ordenó el ataque contra Saná desde su avión de camino a Nueva York, según informó la Oficina del Primer Ministro israelí.
Los medios de comunicación de Saná informaron de que más de 10 ataques aéreos israelíes golpearon Saná en el ataque de hoy.
Al menos 20 personas resultaron heridas el miércoles por el ataque con drones de los hutíes contra Eilat. Los servicios de ambulancia israelíes dijeron que dos personas resultaron gravemente heridas, mientras que otras sufrieron heridas de gravedad media o leve.
Israel ataca viviendas familiares para presionar a los palestinos a huir al sur de Gaza
Israel atacó el jueves una vivienda familiar en la ciudad de al-Zuwaida, en el centro de Gaza, matando a 11 personas e hiriendo a decenas más.
El ataque forma parte de una escalada israelí de ataques contra viviendas y edificios que albergan a palestinos desplazados.
Los equipos de rescate de la defensa civil dijeron que varias personas siguen desaparecidas bajo los escombros tras el ataque nocturno.
Un vídeo que circula por Internet muestra los escombros en el lugar donde se encontraba la vivienda de la familia Abu Dahrouj.
Otras imágenes muestran los momentos posteriores al ataque, con personas evaluando los daños y corriendo en ayuda de las víctimas.
La casa de Abu Dahrouj es una de las varias viviendas familiares que han sido blanco de ataques desde el amanecer del jueves, a medida que las fuerzas israelíes intensifican sus ataques y presionan a los palestinos del norte y el centro de Gaza para que huyan hacia el sur.
Al menos cuatro civiles murieron y otros resultaron heridos en un bombardeo israelí contra la casa de la familia Abu Taha en el campo de refugiados de al-Shati, al oeste de la ciudad de Gaza.
Un palestino comprueba los daños causados por un ataque israelí contra un edificio en el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de la Franja de Gaza, el 25 de septiembre de 2025 (AFP/Eyad Baba).
El Reino Unido no ofrecerá protección diplomática a sus ciudadanos en la flotilla de Gaza
El Gobierno británico ha declarado que no puede ofrecer protección diplomática a sus ciudadanos a bordo de la Flotilla Global Sumud con destino a Gaza, mientras Italia y España envían barcos para acompañarla tras el ataque israelí del miércoles por la mañana.
Mathilda Mallinson, corresponsal de MEE a bordo de uno de los barcos de la flotilla, dijo que el Ministerio de Asuntos Exteriores británico le había comunicado a su madre que «no podía ofrecer» protección diplomática.
La protección diplomática es una medida que el Reino Unido puede tomar contra otro país por daños causados a un ciudadano británico, o a su propiedad, en violación del derecho internacional.
Uno de los barcos que Israel aparentemente bombardeó en Túnez, el Alma, es un buque británico y enarbola la bandera británica. Al menos 13 personas de la flotilla son ciudadanos británicos.
España e Italia han enviado buques de guerra al mar Mediterráneo. Italia envió una fragata el miércoles tras un ataque con drones israelíes contra la flotilla en aguas internacionales.
Un barco que transporta a la activista sueca Greta Thunberg y a otras personas, parte de una flotilla civil que pretende romper el bloqueo israelí de Gaza, zarpa de Barcelona el 31 de agosto (AFP).
Los miembros de la UEFA «a favor» de suspender a Israel del fútbol europeo
La mayoría de los miembros del comité ejecutivo de la UEFA están a favor de suspender a Israel del fútbol europeo, según informa The Times, a medida que aumenta la presión sobre los organismos deportivos para que tomen medidas ante el genocidio de los palestinos en Gaza.
La próxima semana se celebrará una reunión para decidir sobre este asunto.
El martes, expertos de la ONU pidieron la suspensión del equipo israelí del fútbol internacional después de que un panel determinara que estaba cometiendo genocidio en el enclave palestino sitiado.
«El deporte debe rechazar la percepción de que todo sigue como si nada», afirmaron los expertos de la ONU.
«Los organismos deportivos no deben hacer la vista gorda ante graves violaciones de los derechos humanos, especialmente cuando sus plataformas se utilizan para normalizar las injusticias».
Los críticos también han señalado que Rusia ha sido suspendida de los torneos de la FIFA y la UEFA desde la invasión de Ucrania por parte de Moscú en 2022.
La UEFA ya realizó una aparente protesta contra Israel durante la final de la Supercopa de Europa en agosto entre el París Saint-Germain y el Tottenham Hotspur.
La selección de fútbol de Israel (azul) en acción contra Italia a principios de septiembre (AFP/Attila Kisbenedek)
El ejército israelí afirma haber lanzado ataques contra Saná
El ejército israelí afirmó haber atacado Saná el jueves, un día después de que los hutíes de Yemen llevaran a cabo un ataque con drones contra un hotel en la localidad israelí de Eilat, en el mar Rojo.
El ejército israelí afirmó que su fuerza aérea había alcanzado el cuartel general del Estado Mayor hutí, instalaciones de seguridad e inteligencia y campamentos militares.
«Hemos lanzado un potente ataque contra numerosos objetivos terroristas de la organización terrorista hutí en Saná», afirmó el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, en una publicación en X.
Residentes yemeníes dijeron a Reuters que los ataques se dirigieron contra zonas del sur y el oeste de Saná.
Los ataques se produjeron mientras se emitía un discurso pregrabado del líder hutí Abdul Malik al-Houthi.
Al menos 20 personas resultaron heridas el miércoles por el ataque con drones de los hutíes contra Eilat. Los servicios de ambulancia israelíes dijeron que dos personas resultaron gravemente heridas, mientras que otras sufrieron heridas de gravedad media o leve.
Eslovenia sanciona a Netanyahu de Israel, una primicia en la UE
Eslovenia impuso el jueves una prohibición de viajar al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en la primera medida de este tipo tomada por un miembro de la Unión Europea.
La Corte Penal Internacional (CPI) dictó una orden de detención contra Netanyahu en noviembre de 2024, acusado de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad presuntamente cometidos en Gaza desde octubre de 2023.
Un comunicado del Gobierno anunció la decisión, citando la orden de detención de la CPI y el dictamen consultivo de julio de 2024 de la Corte Internacional de Justicia que afirma la ilegalidad de la ocupación israelí y la obligación de los terceros Estados de no reconocerla.
«La decisión más reciente no va dirigida contra el pueblo de Israel, sino que envía un mensaje claro al Estado de Israel de que Eslovenia espera que se apliquen de forma coherente las decisiones dictadas por los tribunales internacionales y se respete el derecho internacional humanitario», reza el comunicado.
El vuelo de Netanyahu con destino a Estados Unidos el jueves evitó por primera vez la mayor parte del espacio aéreo de la UE, al parecer por temor a que los Estados miembros de la UE pudieran detenerlo y entregarlo a la CPI, una obligación legal en virtud del derecho internacional.
La presidenta de Eslovenia, Natasa Pirc Musar, en la Asamblea General de la ONU el 23 de septiembre (foto oficial de la ONU)
La televisión iraní ha emitido un documental en el que afirma haber sacado clandestinamente de Israel docenas de documentos de inteligencia, incluidas imágenes tomadas en el interior de la instalación nuclear de Dimona.
Entre los documentos mostrados en la emisión se encontraban copias de pasaportes que, según se afirma, identifican a más de 100 científicos israelíes, e información sobre la ubicación de instalaciones militares.
La película también incluía fotos personales del director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU, Rafael Grossi, incluida una en la que aparece besando a una persona disfrazada de Minnie Mouse.
Esto ocurre poco más de tres meses después de que Israel e Irán se enzarzaran en un conflicto directo, que según Israel tenía como objetivo desmantelar la infraestructura nuclear de Irán y matar a los funcionarios involucrados en el programa.
Es bien sabido que Israel posee armas nucleares, pero siempre ha mantenido una política de ambigüedad cuando se le pregunta al respecto.
Una señal de tráfico que indica la dirección hacia la ciudad de Dimona, cerca de la central nuclear del desierto del Negev, en el sur de Israel, tomada el 22 de abril de 2021 (Ahmad Gharabli/AFP).
Las fuerzas israelíes atacan Saná, según los medios yemeníes.
Las fuerzas israelíes atacaron el jueves la capital yemení, Saná, según informó la cadena de televisión yemení Al Masirah.
La cadena no dio más detalles sobre el ataque de inmediato.
Eslovenia impone una prohibición de viajar a Benjamin Netanyahu
Eslovenia impuso el jueves una prohibición de viajar al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Esta medida sigue a la prohibición impuesta en julio a dos ministros del gabinete israelí, Bezalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir.
Eslovenia, un Estado miembro de la UE que el año pasado reconoció al Estado palestino, impuso un embargo de armas a Israel en agosto e introdujo una prohibición de importar productos israelíes fabricados en los territorios palestinos ocupados.
Netanyahu evita el espacio aéreo francés por primera vez desde la orden de detención de la CPI
El avión que transportaba al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a la Asamblea General de la ONU en Nueva York ha evitado el espacio aéreo francés y solo ha sobrevolado Grecia e Italia, según muestran los rastreadores de vuelos.
Netanyahu fue objeto de una orden de detención por parte de la Corte Penal Internacional (CPI) en noviembre de 2024, acusado de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad presuntamente cometidos en Gaza desde octubre de 2023.
Todos los países de la UE, incluidos Italia, Francia y Grecia, son miembros de la CPI y están legalmente obligados a ejecutar las órdenes de detención, aunque Hungría, aliada de Israel, ha iniciado oficialmente el proceso de retirada de la CPI.
Sin embargo, Italia, Francia y Grecia han permitido a Netanyahu utilizar su espacio aéreo en varias ocasiones desde que se dictaron las órdenes.
Esta es la primera vez que evita el espacio aéreo francés desde que se dictaron las órdenes, en medio de la creciente oposición internacional al genocidio en Gaza y después de que Francia, el Reino Unido y otros aliados occidentales hayan anunciado su reconocimiento del Estado palestino.
El rastreador de vuelos del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, muestra su ruta entre Israel y Estados Unidos, sobrevolando Grecia e Italia el 25 de septiembre de 2025 (Flightradar24/Captura de pantalla)
España sigue a Italia y envía un buque de la Armada para ayudar a la flotilla de Gaza
España se ha sumado a Italia en el envío de un buque para acompañar a la flotilla de Gaza, mientras la comunidad internacional condenaba un aparente ataque con drones por parte de Israel el miércoles por la mañana.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, dijo que Madrid enviaría un buque de la Armada para ayudar a sus ciudadanos a bordo de la flotilla el jueves, un día después de que Italia hiciera lo mismo.
«Quiero dejar claro al Gobierno de Israel que España, por supuesto, protegerá a sus ciudadanos, y lo haremos tanto diplomática como políticamente», añadió.
El buque que apoyará a la Flotilla Global Sumud será el Furor P-46, un patrullero de alta mar de la Armada Española con una tripulación de 50 marineros especializados, según los informes.
Tanto la ONU como la Unión Europea advirtieron contra nuevos intentos de atacar a la Flotilla Global Sumud, que se dirige a Gaza con el objetivo de proporcionar ayuda al enclave asediado. La Comisión Europea afirmó que «no se aceptarán ataques, ni ataques con drones, ni incautaciones ni ningún uso de la fuerza».
Activistas se reúnen para apoyar a una flotilla que promete intentar «romper el asedio de Gaza», en Ajaccio, en la isla mediterránea francesa de Córcega, el 12 de septiembre de 2025 (Pascal Pochard-Casabianca/AFP).
El Gobierno británico está tratando de impedir que el cofundador del grupo pro palestino Palestine Action presente una demanda por su prohibición en virtud de las leyes antiterroristas.
En julio, el Reino Unido calificó a Palestine Action como organización terrorista. Esta organización ha aumentado sus ataques contra empresas británicas vinculadas a Israel y acusa al Gobierno británico de complicidad en lo que considera crímenes de guerra israelíes en Gaza.
El grupo fue proscrito como organización terrorista en julio, por lo que ser miembro del mismo es un delito que conlleva una pena máxima de 14 años de prisión.
El Reino Unido ha detenido a más de 1000 personas por llevar pancartas en apoyo al grupo.
El número de muertos en Gaza asciende a 30
Al menos 30 personas han muerto en distintos ataques israelíes en Gaza desde el amanecer.
Los últimos ataques mortales se produjeron en el campo de refugiados de Bureij, en el centro, y en el barrio de Tal al-Hawa, en la ciudad de Gaza.
La YIP afirma que dos de sus miembros han muerto en la Cisjordania ocupada
La Yihad Islámica Palestina (YIP) ha afirmado que dos de sus jóvenes soldados han sido asesinados por las tropas israelíes.
Las tropas los rodearon durante horas en una casa de la localidad de Tammun, cerca de Tubas, en la Cisjordania ocupada.
Los dos hombres fueron identificados como un comandante y un combatiente de la compañía Tammun del batallón Tubas.
El presidente palestino se dirigirá a la Asamblea General de la ONU por videoconferencia
El presidente palestino, Mahmud Abás, tiene previsto dirigirse a la Asamblea General de las Naciones Unidas el jueves por videoconferencia, después de que Washington le negara a él y a otros colaboradores el visado para viajar a Nueva York.
A pesar de que se le ha prohibido a Abbas asistir en persona, la Asamblea General votó por abrumadora mayoría permitirle pronunciar su discurso en un mensaje de vídeo.
A Abbas, junto con otros 80 altos funcionarios palestinos, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le denegó el visado, alegando «motivos de seguridad nacional».
Las fuerzas israelíes matan a dos personas que buscaban ayuda en Gaza
Las tropas israelíes han abierto fuego y matado a dos personas que buscaban ayuda en el centro y el sur de Gaza, según Al Jazeera, que cita fuentes de ambulancias.
Se ha informado de que otras personas resultaron heridas en los ataques.
Erdogan se reunirá con Trump en la Casa Blanca
El presidente Donald Trump mantendrá conversaciones con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en la Casa Blanca este jueves.
El martes, Erdogan asistió a una reunión de grupo organizada por Trump al margen de la Asamblea General de la ONU, en la que ocho líderes árabes y musulmanes se reunieron para discutir la guerra en Gaza con el presidente estadounidense.
En su discurso ante la ONU, Erdogan subrayó que la guerra en Gaza es un genocidio.
«Esto no es una lucha contra el terrorismo. Es una ocupación, una deportación, un exilio, un genocidio y una destrucción de vidas, una política de destrucción masiva llevada a cabo invocando los acontecimientos del 7 de octubre».
Un soldado israelí muerto en Gaza, según el ejército israelí
Un soldado israelí ha sido asesinado por un francotirador palestino en la ciudad de Gaza, según el ejército israelí.
El soldado ha sido identificado como un sargento de 21 años de la Brigada Nahal.
Es al menos el segundo soldado que muere en combate durante la invasión terrestre israelí del mayor centro urbano de Gaza, después de que un oficial del ejército fuera asesinado el martes.
Italia enviará una segunda fragata naval para apoyar a la Flotilla Global Sumud
El ministro de Defensa italiano, Guido Crosetto, ha anunciado este jueves que Roma desplegará una segunda fragata naval para apoyar a la Flotilla Global Sumud.
La medida se produce después de que Italia anunciara ayer que enviaría un buque de guerra para proteger a la flotilla, seguida por España, que tomó una medida similar.
La Flotilla Global Sumud ha sido objeto de al menos 13 ataques con drones desde la madrugada del martes, y los participantes afirman que se está evaluando la cuantía de los daños.
La flotilla afirmó en la madrugada del jueves que fuentes de gobiernos europeos han advertido a los participantes de la escalada de amenazas por parte de Israel.
Al menos 15 muertos en Gaza desde el amanecer
Fuentes médicas de los hospitales de Gaza afirmaron que al menos 15 personas han muerto en distintos ataques israelíes desde la madrugada del jueves.
Por su parte, fuentes palestinas afirmaron que las tropas israelíes destruyeron edificios residenciales en la zona de Al-Nafaq, al norte de la ciudad de Gaza.
Netanyahu viaja a Estados Unidos para pronunciar un discurso ante la ONU y reunirse con Trump
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, partió el jueves por la mañana hacia Estados Unidos, donde tiene previsto pronunciar un discurso ante la Asamblea General de la ONU y discutir con Trump «la necesidad de completar los objetivos de la guerra».
Netanyahu afirmó que las conversaciones tendrán como objetivo «recuperar a todos nuestros rehenes, derrotar a Hamás y ampliar el círculo de paz que se nos ha presentado tras la histórica victoria en la Operación León Levante y otras victorias que hemos logrado», en referencia a la guerra de 12 días de Israel con Irán.
Añadió que en su discurso ante la ONU tiene la intención de «denunciar a los líderes que, en lugar de condenar a los asesinos, quieren darles un Estado en el corazón de la Tierra de Israel. Eso no sucederá».
Buenos días, lectores de Middle East Eye.
Aquí tienen las últimas noticias sobre la guerra de Israel contra Gaza, que ya lleva 719 días, y los acontecimientos en la Cisjordania ocupada:
- La Flotilla Global Sumud informó en la madrugada del jueves que los barcos navegan a baja velocidad en aguas territoriales griegas y que se ha registrado una actividad moderada de drones durante toda la noche. Añadió que fuentes gubernamentales de la Unión Europea apuntaban a una escalada de las amenazas por parte de Israel mientras la flotilla navega hoy en aguas internacionales.
- El primer ministro noruego describió la situación en Gaza como «catastrófica».
- Fuentes informaron a Al Jazeera de que las fuerzas israelíes irrumpieron en la ciudad de Qatanna, al noroeste de la Jerusalén ocupada, y comenzaron a demoler varias viviendas con el pretexto de que carecían de permisos.
- El ejército israelí anunció el jueves la muerte de un sargento en los combates en el norte de Gaza.
- El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se dirigió el jueves a Estados Unidos para intervenir ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York y mantener conversaciones con el presidente Donald Trump.
- Un funcionario de la Casa Blanca dijo que el enviado especial de Estados Unidos, Steve Witkoff, presentó el miércoles un plan de posguerra para Gaza, que incluye un nuevo diálogo entre Israel y los palestinos con el objetivo de la coexistencia, durante una reunión entre Trump y los líderes de los países árabes y musulmanes.