MISCELÁNEA 28/02/2025

DEL COMPAÑERO Y MIEMBRO DE ESPAI MARX, CARLOS VALMASEDA

INDICE.
1. Los avances tecnológicos chinos.
2. Sachs en el Parlamento Europeo.
3. Una «guerra extraña» (observación de Joaquín Miras).
4. Globalistas liberales contra populistas nacionalistas en Rumanía.
5. La distensión entre potencias nucleares es intolerable.
6. Sobre el llamado «comunismo primitivo» (Observación de Joaquín Miras).
7. El Grupo de La Haya en defensa del derecho.
8. Israel solo conoce una herramienta: la guerra.

1. Los avances tecnológicos chinos

El último boletín del Tricontinental está dedicado a los avances tecnológicos chinos. Lo que no ayudará a disipar las acusaciones de que la organización está mantenida por el gobierno chino. Me parece un tema muy interesante, dado lo último que leímos sobre China como fabricante pero EEUU como receptor de los beneficios de la industria. Imagino que estas tecnologías críticas ya son plenamente chinas.
https://thetricontinental.org/

China ya lidera las tecnologías críticas avanzadas | Boletín 9 (2025)

¿Serán suficientes las jugadas geopolíticas de Estados Unidos, desde Groenlandia hasta Ucrania y Rusia, para eclipsar el rápido avance de China en tecnologías críticas?

27 de febrero de 2025

Queridas amigas y amigos,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

En su primer mes de regreso a la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, manifestó su interés en anexar Groenlandia y en mediar un acuerdo de paz para Ucrania que incluyera el acceso a los minerales y metales de ese país. Es importante destacar que Groenlandia ya ha sido objeto de disputas debido a sus vastos yacimientos de minerales de tierras raras, como el disprosio, neodimio, escandio e itrio (existen 17 minerales de tierras raras esenciales para cualquier tecnología avanzada). Al ser Groenlandia parte de Dinamarca, se rige por las normativas de la Unión Europea (UE). En 2011, la UE publicó una lista de materias primas críticas que incluía estos minerales de tierras raras. Posteriormente, en 2023, la UE aprobó la Ley de Materias Primas Críticas, con el objetivo de fomentar la producción nacional y la importación de estos minerales y metales estratégicos en el continente.

Por otro lado, Ucrania posee una riqueza considerable de metales de tierras raras (desde apatita hasta circonio), además de reservas de litio y titanio. Trump exigió al gobierno ucraniano al menos 500.000 millones de dólares por estas reservas como pago por el apoyo estadounidense en la guerra. “Quiero asegurar el acceso a las tierras raras”, declaró Trump a los periodistas a principios de febrero, con un tono que evocaba a un personaje de El señor de los anillos.

En la actualidad, tanto Estados Unidos como Europa dependen casi por completo de las importaciones de China para obtener estos metales cruciales de tierras raras. A fines de diciembre de 2024, en respuesta al endurecimiento de las sanciones y aranceles estadounidenses contra el sector tecnológico chino, el gobierno chino prohibió la exportación a  Estados Unidos de antimonio, galio y germanio, así como de materiales superduros (materiales con una dureza superior a 40 gigapascales o GPa).

Durante el gobierno del expresidente Joe Biden, Estados Unidos intentó frenar el avance tecnológico de China en inteligencia artificial y fabricación de semiconductores (chips) restringiendo la exportación de memoria de gran ancho de banda (HBM) a China. La capacidad de China para ejercer presión sobre la cadena de suministro ha generado una crisis en Occidente, o que explica por qué Trump volvió a poner la mira en Groenlandia y en las reservas de tierras raras de Ucrania.

Desde la perspectiva de la seguridad nacional de Estados Unidos, buscar un alto el fuego en Ucrania tiene total sentido. Esta guerra no le reporta ningún beneficio al país y se ha convertido en una cuestión de prestigio para las élites europeas. Si Trump logra reanudar las relaciones con Rusia, podría aprovechar ese acercamiento para asegurar derechos sobre los minerales y metales de Ucrania, además de ejercer control sobre los recursos de Groenlandia (en lugar de una anexión directa).

Sin embargo, el objetivo principal de Estados Unidos al reactivar sus vínculos con Rusia sería debilitar la alianza entre este país y China. Se trata de la “estrategia Kissinger a la inversa”. Bajo la presidencia de Richard Nixon, el asesor de Seguridad Nacional Henry Kissinger impulsó, a fines de la década de 1960, un acercamiento a China con el objetivo de aislar a la Unión Soviética. En contraste, la estrategia de Trump busca aislar a China debilitando sus vínculos con Rusia. El 4 de febrero de 2022, China y Rusia firmaron un acuerdo de amistad “sin límites”. Las tropas rusas invadieron Ucrania 20 días después y a pesar de ciertas reservas iniciales, China ha respaldado a Rusia durante todo el conflicto. Por esta razón, es poco probable que Rusia acepte una estrategia Kissinger a la inversa, aunque existen sectores dentro de la élite rusa que desean un acercamiento a Occidente.

Para Estados Unidos, forzar un alto el fuego en Ucrania no representa una gran pérdida. Rusia no constituye una gran amenaza real para el control estadounidense de la economía mundial. Su papel se limita principalmente a ser un exportador de materias primas, como petróleo, gas natural y otros minerales y metales. Estados Unidos sabe que Rusia no recurrirá a su arsenal nuclear, porque hacerlo sería suicida. Entiende que el principal interés de este país es obtener garantías de seguridad que impidan que armas nucleares intermedias sean desplegadas en estados vecinos con capacidad de amenazar sus ciudades.

En contraste, Estados Unidos percibe a China como una amenaza existencial de mayor envergadura. En las semanas posteriores al anuncio de Trump sobre aranceles y posibles anexiones, una pequeña empresa china presentó una plataforma de aprendizaje automático de código abierto llamada DeepSeek, que supera ampliamente a la estadounidense ChatGPT en tareas técnicas y matemáticas. Al mismo tiempo, ante la inminente prohibición de la plataforma de redes sociales TikTok en Estados Unidos, sus usuarixs no migraron a alternativas occidentales, sino a la plataforma china Xiaohongshu (también conocida como Red Note). Por último, el dispositivo de fusión nuclear chino Experimental Advanced Superconducting [Superconductor Experimental Avanzado] Tokamak (EAST, por su sigla en inglés) logró, según Physics World, “producir un plasma de alto grado de confinamiento en estado estacionario durante 1.066 segundos, superando el récord anterior de 403 segundos establecido por el mismo EAST en 2023”. Este avance representa un paso crucial hacia el desarrollo de una central de fusión, una tecnología prometedora que podría ofrecer energía limpia casi ilimitada y sin residuos radiactivos significativos.

Estos avances no son fruto del azar, sino resultado de la planificación a largo plazo del gobierno chino, encabezado por el Partido Comunista. Desde el inicio de las reformas de 1978, China ha sido cautelosa al permitir la entrada de capital e industria extranjeros, asegurándose que esto represente un beneficio para su propia economía. Dicho beneficio se materializó a través de la transferencia de tecnología y conocimiento científico a cambio de acceso al mercado chino, un acuerdo que las empresas del Norte Global, ansiosas por aprovechar una mano de obra altamente calificada con salarios bajos, aceptaron sin dudar.

El gobierno chino invirtió en el sistema de educación superior, fomentó la innovación privada y destinó el excedente de sus exportaciones a la construcción de infraestructura. Esta estrategia permitió que el sector industrial del país mejorara sus fuerzas productivas y avanzara más allá de la producción intensiva en mano de obra o basada en tecnologías anticuadas.

Cuando el presidente Xi Jinping utilizó la expresión “nuevas fuerzas productivas de calidad” durante una visita a la provincia de Heilongjiang en septiembre de 2023, esta idea ya se había materializado con la aparición de nuevas fábricas en toda China, (en particular las llamadas “fábricas oscuras”, completamente automatizadas). En marzo de 2024, en la reunión de las Dos Sesiones la expresión fue incorporada al informe de trabajo del gobierno. Más tarde, en julio de 2024, el Tercer Pleno profundizó en el concepto, destacando la necesidad de impulsar “avances tecnológicos revolucionarios, asignación innovadora de las fuerzas productivas y una transformación y modernización industrial en profundidad”.

El Instituto Australiano de Política Estratégica, fundado por el gobierno de Australia en 2001 y financiado parcialmente por el ejército de ese país, ha desarrollado un Rastreador de Tecnologías Críticas que monitorea en detalle 64 tecnologías clave. Su último informe, publicado en agosto de 2024, ofrece una evaluación de 21 años sobre qué países lideran el desarrollo de estas tecnologías críticas. Entre 2003 y 2007, Estados Unidos encabezaba 60 de las 64 tecnologías, mientras que China solo lideraba en 3. Sin embargo, entre 2019 y 2023, Estados Unidos lideró únicamente 7 de las 64 tecnologías, mientras que China dominó 57.

China ha tomado la delantera en áreas tan diversas como el diseño y fabricación de circuitos integrados avanzados (producción de chips semiconductores), sensores gravitacionales, computación de alto rendimiento, sensores cuánticos y tecnología de lanzamiento espacial. Por su parte, Estados Unidos mantiene su liderazgo en relojes atómicos, ingeniería genética, medicina nuclear y radioterapia, informática cuántica, satélites pequeños, y vacunas y contramedidas médicas. El informe destaca que “las enormes inversiones de China y décadas de planificación estratégica están dando sus frutos”. Este compromiso con la innovación se ha extendido por toda la sociedad china. En la Nueva Área de Lingang, de Shanghái, el gobierno local ha implementado políticas para desarrollar un polo industrial con capacidad informática de alto nivel, con el objetivo de acelerar la innovación industrial a través de las nuevas fuerzas productivas de calidad.

En contraste, el gobierno de Trump ha anunciado recortes drásticos en la financiación de la ciencia en Estados Unidos. A finales de enero, se publicó un ensayo de Chatham House con un título urgente: “El mundo debería tomarse en serio la perspectiva del dominio tecnológico chino y empezar a prepararse ya”. Resulta llamativo que el titular no se centrara directamente en Estados Unidos, sino en “el mundo”, ya que al autor le inquietaba que “ante el escenario más extremo, China podría eclipsar a Estados Unidos rápidamente”.

En 1891, el poeta y diplomático chino Huang Zunxian (1848-1905), ya fallecido, subió en ascensor al mirador de la Torre Eiffel, inaugurada apenas dos años antes. Huang escribió un poema, Al subir a la Torre Eiffel (登巴黎铁塔), sobre la extraordinaria vista que disfrutó desde allí, contemplando los “millones de acres de las tierras más fértiles del mundo”.

Aunque la tecnología que le permitía admirar aquel paisaje lo asombraba, lo que veía en el terreno le resultaba mucho menos cautivador:
Toda Europa es un antiguo campo de batalla;
Su pueblo ama la guerra y no cede con facilidad.
Hoy, seis grandes emperadores se reparten el continente,
Cada uno jactándose de ser el líder más fuerte del mundo.
Estos tipos se parecen a los proverbiales reyes en una concha de caracol.
Que perdieron el tiempo anotando victorias y derrotas.

Hoy, poco ha cambiado salvo el lenguaje del campo de batalla: aranceles, medidas coercitivas unilaterales, misiles nucleares intermedios y la cúpula de hierro.

Durante la pandemia, la consigna en aliados de Estados Unidos, como India, fue “colaboración, no confrontación”. Sería mucho más beneficioso que Estados Unidos optara por cooperar con China en favor del bienestar del planeta, en lugar de frenar su desarrollo.

Cordialmente,

Vijay

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2. Sachs en el Parlamento Europeo

Jeffrey Sachs -al que no podemos perdonar su intervención en los 90 en varios países exsocialistas- ha sido invitado a dar una conferencia en el Parlamento Europeo, invitado por BSW, en la que aboga por una «geopolítica de la paz». No creo que le hagan mucho caso. Está el vídeo de su intervención y su transcripción traducida.
https://consortiumnews.com/

Jeffrey Sachs: La geopolítica de la paz

27 de febrero de 2025

El autor explica a los diputados europeos la política exterior manipuladora de Estados Unidos en la posguerra, desmonta los mitos sobre Ucrania e insta a una política exterior europea independiente.

https://youtu.be/VjcMoDFU1xg

Esta es una transcripción editada del discurso del profesor Jeffrey Sachs en el Parlamento Europeo en un evento titulado «La geopolítica de la paz», organizado por el ex secretario general adjunto de la ONU y actual eurodiputado del BSW Michael von der Schulenburg, el 19 de febrero de 2025. La transcripción ha sido editada para mayor claridad y anotada.

Por Jeffrey D. Sachs

Introducción

Gracias a todos por la oportunidad de estar juntos y pensar juntos. Este es, de hecho, un momento complicado y de cambios rápidos, y muy peligroso. Por lo tanto, realmente necesitamos claridad de pensamiento. Estoy especialmente interesado en nuestra conversación, así que intentaré ser lo más sucinto y claro posible.

He observado los acontecimientos muy de cerca en Europa del Este, la antigua Unión Soviética, Rusia y Ucrania, muy de cerca durante los últimos 36 años. Fui asesor del gobierno polaco en 1989, del equipo económico del presidente Gorbachov en 1990 y 1991, del equipo económico del presidente Yeltsin en 1991-1993 y del equipo económico del presidente Kuchma en Ucrania en 1993-1994.

Ayudé a introducir la moneda estonia. Ayudé a varios países de la antigua Yugoslavia, especialmente a Eslovenia. Después del Maidán, el nuevo gobierno [de Ucrania] me pidió que fuera a Kiev, me llevaron por el Maidán y aprendí muchas cosas de primera mano.

He estado en contacto con líderes rusos durante más de 30 años. También conozco de cerca a los líderes políticos estadounidenses. Nuestra anterior secretaria del Tesoro, Janet Yellen, fue mi maravillosa profesora de macroeconomía hace 52 años. Hemos sido amigos durante medio siglo.

Conozco a estas personas. Digo esto porque lo que quiero explicar desde mi punto de vista no es de segunda mano. No es ideología. Es lo que he visto con mis propios ojos y experimentado durante este período. Quiero compartir con ustedes mi comprensión de los acontecimientos que han ocurrido en Europa en muchos contextos e incluiré no solo la crisis de Ucrania, sino también Serbia 1999, las guerras en Oriente Medio, incluyendo Irak, Siria, las guerras en África, incluyendo Sudán, Somalia, Libia. Estos son, en gran medida, el resultado de políticas estadounidenses profundamente equivocadas. Lo que voy a decir puede que le sorprenda, pero hablo desde la experiencia y el conocimiento de estos acontecimientos.

Política exterior de EE. UU.

Estas son guerras que Estados Unidos ha liderado y provocado. Y esto ha sido así durante más de 30 años. Estados Unidos llegó a la conclusión, especialmente durante 1990-91, y luego con el fin de la Unión Soviética, de que ahora EE. UU. gobierna el mundo y que no tiene que prestar atención a las opiniones, líneas rojas, preocupaciones, puntos de vista de seguridad, obligaciones internacionales o cualquier marco de la ONU de nadie. Lamento decirlo tan claramente, pero quiero que lo entiendas.

En 1991, me esforcé mucho por conseguir ayuda financiera para Gorbachov, quien creo que fue el mejor estadista de nuestra época moderna. Esto se convirtió en parte de un proyecto dirigido por el profesor Graham Allison en la Harvard Kennedy School of Government con el asesor económico de Gorbachov, Grigory Yavlinsky, y se publicó en el libro Window of Opportunity: The Grand Bargain for Democracy in the Soviet Union, Pantheon Books, 1991.

Hace poco leí el memorándum archivado de la discusión del Consejo de Seguridad Nacional sobre mi propuesta del 3 de junio de 1991, leyendo por primera vez cómo la Casa Blanca la desestimó por completo y, en esencia, se rió de mi petición de que Estados Unidos ayudara a la Unión Soviética con la estabilización financiera y con ayuda financiera para llevar a cabo sus reformas. El memorándum documenta* que el gobierno de Estados Unidos decidió hacer lo mínimo para evitar el desastre, pero solo lo mínimo.

(*Richard Darman, de la OMB, lo expresó de esta manera.

«Al definir el interés de EE. UU., debemos ser un tanto maquiavélicos. ¿Cuál es la cantidad mínima necesaria para apaciguar a un régimen con el que deseamos trabajar en otros asuntos? En otras palabras, ¿cuál es el mínimo indispensable para mantener las cosas en movimiento? No creo que debamos preocuparnos por la descomposición de la URSS. Si este es nuestro entendimiento interno, entonces podemos seguir adelante públicamente». Más tarde, Darman añade: «Quiero parecer que soy serio sin engañarnos a nosotros mismos. Ya tenemos suficientes ingredientes para un buen paquete de relaciones públicas». Énfasis en el original).

Decidieron que no era tarea de Estados Unidos ayudar. Todo lo contrario. (Véase mi artículo «Cómo los neoconservadores eligieron la hegemonía sobre la paz a principios de la década de 1990»).

Cuando la Unión Soviética desapareció en 1991, la visión se volvió aún más exagerada. Y puedo nombrar capítulo y verso, pero la visión era que nosotros [los EE. UU.] dirigíamos el espectáculo. [Dick] Cheney, [Paul] Wolfowitz y muchos otros nombres que habrás llegado a conocer creían literalmente que ahora es un mundo estadounidense, y que haremos lo que queramos. Limpiaremos la antigua Unión Soviética. Acabaremos con cualquier aliado que quede de la era soviética. Países como Irak, Siria, etc., desaparecerán.

Y hemos estado experimentando esta política exterior durante, esencialmente, 33 años. Europa ha pagado un alto precio por esto porque, por lo que yo sé, Europa no ha tenido ninguna política exterior durante este periodo. Sin voz, sin unidad, sin claridad, sin intereses europeos, solo lealtad estadounidense.

Hubo momentos en los que hubo desacuerdos y, creo, desacuerdos muy maravillosos. El último momento significativo fue en 2003, en el período previo a la guerra de Irak, cuando Francia y Alemania dijeron que no apoyaban que Estados Unidos eludiera al Consejo de Seguridad de la ONU para esta guerra. Esa guerra fue directamente urdida por Netanyahu y sus colegas en el Pentágono de EE. UU. Pentágono. (Véase el libro de Dennis Fritz, Deadly Betrayal: The Truth about why the United States Invaded Iraq, OR Books, 2024).

No estoy diciendo que fuera un vínculo o una reciprocidad. Estoy diciendo que fue una guerra llevada a cabo por Israel. Fue una guerra que Paul Wolfowitz y Douglas Feith coordinaron con [el líder israelí] Benjamin Netanyahu.

Y esa fue la última vez que Europa tuvo voz. Hablé con los líderes europeos entonces, y fueron muy claros, y fue maravilloso escuchar su oposición a una guerra inaceptable. Europa perdió por completo su voz después de eso, pero especialmente en 2008. Lo que sucedió después de 1991, y que nos lleva a 2008, es que Estados Unidos decidió que la unipolaridad significaba que la OTAN se ampliaría desde Bruselas hasta Vladivostok, paso a paso.

Expansión de la OTAN

La ampliación de la OTAN hacia el este no tendría fin. Este sería el mundo unipolar de EE. UU. Si juegas al Risk de niño como yo, esta es la idea de EE. UU.: tener la ficha en cada parte del tablero. Básicamente, cualquier lugar sin una base militar estadounidense es enemigo. La neutralidad es una mala palabra en el léxico político estadounidense.

La neutralidad es quizás la palabra más sucia según la mentalidad estadounidense. Si eres un enemigo, sabemos que eres un enemigo. Si eres neutral, eres un subversivo, porque en realidad estás en contra de nosotros, pero no nos lo dices. Solo estás fingiendo ser neutral. Así que esta era, de hecho, la mentalidad, y la decisión se tomó formalmente en 1994 cuando el presidente Clinton dio el visto bueno a la ampliación de la OTAN hacia el este.

Recordarán que el 7 de febrero de 1990, Hans-Dietrich Genscher y James Baker III hablaron con Gorbachov. Genscher dio una conferencia de prensa después en la que explicó que la OTAN no se movería hacia el este.

Alemania y EE. UU. no se aprovecharían de la disolución del Pacto de Varsovia. Entienda, por favor, que este compromiso se hizo en un contexto jurídico y diplomático, no casual. Estos compromisos fueron fundamentales en las negociaciones para poner fin a la Segunda Guerra Mundial que dieron paso a la reunificación alemana.

Se llegó al entendimiento de que la OTAN no se moverá ni un centímetro hacia el este. (Este fue un acuerdo, aunque verbal, ya que Gorbachov enfatizó ante EE. UU. y Alemania la importancia de la promesa estadounidense-alemana de no expandir la OTAN hacia el este). Y fue explícito, y está en innumerables documentos. Y solo hay que buscar en el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, y se pueden obtener docenas de documentos. Es un sitio web llamado «Lo que Gorbachov oyó sobre la OTAN». Échale un vistazo, por favor, porque todo lo que te dicen los EE. UU. sobre esta promesa es mentira, pero los archivos son perfectamente claros. (Muchos de los documentos clave están aquí y aquí).

Así que Clinton tomó la decisión en 1994 de expandir la OTAN hasta Ucrania. Este es un proyecto estadounidense a largo plazo. No se debe a una administración u otra. Es un proyecto del gobierno de EE. UU. que comenzó hace más de 30 años. En 1997, Zbigniew Brzezinski escribió El gran tablero de ajedrez, en el que describía la ampliación de la OTAN hacia el este.

Ese libro no son solo las reflexiones del Sr. Brzezinski. Es su presentación al público de decisiones ya tomadas por el gobierno de Estados Unidos, que es como funciona un libro como este. El libro describe la ampliación hacia el este de Europa y de la OTAN como eventos simultáneos y unidos. Y hay un buen capítulo en ese libro que pregunta: ¿qué hará Rusia a medida que Europa y la OTAN se expandan hacia el este?

Conocí personalmente a Zbig Brzezinski. Fue muy amable conmigo. Yo asesoraba a Polonia y él fue de gran ayuda. También era un hombre inteligente, y sin embargo se equivocó en todo en 1997.

En 1997, escribió en detalle por qué Rusia no podía hacer otra cosa que acceder a la expansión hacia el este de la OTAN y Europa.

(Aquí está Brzezinski en la página 118 de Grand Chessboard: «La única opción geoestratégica real de Rusia —la opción que podría otorgarle un papel internacional realista y maximizar la oportunidad de transformarse y modernizarse socialmente— es Europa. Y no cualquier Europa, sino la Europa transatlántica de la UE y la OTAN en expansión. Esa Europa está tomando forma, como hemos visto en el capítulo 3, y también es probable que siga estrechamente vinculada a Estados Unidos. Esa es la Europa con la que Rusia tendrá que relacionarse, si quiere evitar un peligroso aislamiento geopolítico».

De hecho, dice que la expansión hacia el este de Europa y no solo de Europa, sino de la OTAN. Este era un plan de Estados Unidos, un proyecto. Y Brzezinski explica cómo Rusia nunca se alineará con China. Impensable. Rusia nunca se alineará con Irán.

Según Brzezinski, Rusia no tiene otra vocación que la europea. Así que, a medida que Europa se mueve hacia el este, Rusia no puede hacer nada al respecto. Así lo afirma otro estratega estadounidense. ¿Hay alguna duda de por qué estamos en guerra todo el tiempo? Porque una cosa sobre Estados Unidos es que siempre «sabemos» lo que van a hacer nuestros homólogos, ¡y siempre nos equivocamos! Y una de las razones por las que siempre nos equivocamos es que, en la teoría de juegos no cooperativa que juegan los estrategas estadounidenses, en realidad no se habla con la otra parte. Solo se conoce la estrategia de la otra parte. Eso es maravilloso. Ahorra mucho tiempo. Simplemente no se necesita diplomacia.

La estrategia del Mar Negro

Así que este proyecto comenzó en serio en 1994, y hemos tenido una continuidad de la política gubernamental durante 30 años hasta quizás ayer, tal vez. (Me refiero a la llamada telefónica Trump-Putin del 12 de febrero de 2025 y a las declaraciones que siguieron en rápida sucesión).

Un proyecto de 30 años. Ucrania y Georgia fueron las claves del proyecto. ¿Por qué? Porque Estados Unidos aprendió todo lo que sabe de los británicos.

Somos el aspirante al Imperio Británico. Y lo que el Imperio Británico entendió en 1853, con el Sr. Palmerston, perdón, Lord Palmerston [junto con Napoleón III], es que se rodea a Rusia en el Mar Negro y se le niega el acceso al Mediterráneo Oriental.

Lo que estáis viendo es un proyecto estadounidense para hacer lo mismo en el siglo XXI. La idea de EE. UU. era que Ucrania, Rumanía, Bulgaria, Turquía y Georgia estuvieran todos en la OTAN, lo que privaría a Rusia de cualquier estatus internacional al bloquear el Mar Negro y, en esencia, neutralizarla como poco más que una potencia local. Brzezinski tiene clara esta geografía.

Después de Palmerston y antes de Brzezinski, por supuesto, estaba Halford Mackinder en 1904: «Quien gobierne Europa del Este, gobernará el Heartland; quien gobierne el Heartland, gobernará la Isla-Mundo; quien gobierne la Isla-Mundo, gobernará el mundo». (En 1919, Mackinder escribió el libro Democratic Ideals and Reality, basado en su obra anterior The Geographical Pivot of History de 1904).

He conocido a los presidentes y/o a sus equipos. No cambió mucho de Clinton a Bush Jr., de Obama a Trump y de Biden. Quizá empeoraron paso a paso.

Biden fue el peor en mi opinión. Quizá esto se deba también a que no estaba en su sano juicio durante los últimos dos años. Lo digo en serio, no como un comentario sarcástico. El sistema político estadounidense es un sistema de imagen. Es un sistema de manipulación mediática diaria. Es un sistema de relaciones públicas.

Podrías tener un presidente que básicamente no funciona y tener a esa persona en el poder durante dos años y presentarse a la reelección. Lo único es que tuvo que estar solo en un escenario durante 90 minutos, y eso fue todo. Si no hubiera sido por ese fallo, habría seguido adelante con su candidatura, durmiera o no después de las 4 de la tarde. Así que esta es la realidad. Todo el mundo lo acepta. Es de mala educación decir lo que estoy diciendo porque no decimos la verdad sobre casi nada en este mundo ahora mismo.

Así que este proyecto se inició en la década de 1990. Bombardear Belgrado durante 78 días seguidos en 1999 fue parte de este proyecto. Dividir ese país cuando las fronteras son «sacrosantas», ¿no es así? Excepto en el caso de Kosovo. Las fronteras son sacrosantas, excepto cuando Estados Unidos las cambia. Dividir Sudán fue otro proyecto relacionado de Estados Unidos. Considera la rebelión de Sudán del Sur. ¿Ocurrió simplemente porque los sudaneses del sur se rebelaron? ¿O te doy el libro de jugadas de la CIA?

Entendamos como adultos de qué se trata esto. Las campañas militares son costosas. Requieren equipamiento, entrenamiento, campamentos base, inteligencia, finanzas. Ese apoyo proviene de las grandes potencias. No proviene de insurrecciones locales. Sudán del Sur no derrotó a Sudán en una batalla tribal. Romper Sudán fue un proyecto de EE. UU. Iba a menudo a Nairobi y me encontraba con militares estadounidenses o senadores u otras personas con un «profundo interés» en la política interna de Sudán. Esa guerra fue parte del juego de la unipolaridad estadounidense.

Política exterior de EE. UU. y ampliación de la OTAN

Y así, la ampliación de la OTAN, como saben, comenzó en 1999 con Hungría, Polonia y la República Checa. Rusia estaba muy descontenta con ello, pero estos eran países que aún estaban lejos de la frontera rusa. Rusia protestó, pero, por supuesto, fue en vano. Luego George Bush Jr. llegó al poder. Cuando ocurrió el 11-S, el presidente Putin prometió todo su apoyo a EE.UU. ¡Y luego EE. UU. decidió alrededor del 20 de septiembre de 2001 que lanzaría siete guerras en cinco años!

Puedes escuchar al general Wesley Clark en un vídeo hablando sobre ello. (Ver Clark, en 2011, en Democracy Now!, donde un funcionario del Pentágono le dijo: «Vamos a atacar y destruir los gobiernos de siete países en cinco años; vamos a empezar con Irak, y luego vamos a pasar a Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán».

Clark fue el comandante supremo de la OTAN en 1999. Fue al Pentágono alrededor del 20 de septiembre de 2001. Le entregaron un papel en el que se explicaba la posibilidad de siete guerras elegidas por Estados Unidos. Estas eran, de hecho, las guerras de Netanyahu.

El plan del gobierno de EE. UU. consistía en parte en eliminar a los antiguos aliados soviéticos y en parte en acabar con los partidarios de Hamás y Hezbolá. La idea de Netanyahu era y es que habrá un solo Estado, gracias, en toda la Palestina anterior a 1948. Sí, solo un Estado. Será Israel. Israel controlará todo el territorio desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.

Y si alguien se opone, lo derrocaremos. Bueno, no Israel, exactamente, sino más específicamente nuestro amigo, Estados Unidos. Esa ha sido la política de Estados Unidos hasta esta mañana. No sabemos si cambiará. Ahora el único problema es que tal vez Estados Unidos «posea Gaza» [según el presidente Trump] en lugar de que Israel posea Gaza.

La idea de Netanyahu ha existido al menos durante 25 años. Se remonta a un documento llamado «Clean Break» que Netanyahu y su equipo político estadounidense elaboraron en 1996 para poner fin a la idea de la solución de dos Estados. También puede encontrar ese documento en Internet.

(En 1996, Netanyahu y sus asesores estadounidenses publicaron el documento «Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm» con el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticos Avanzados. Esta nueva «ruptura limpia» estrategia instó a Israel a rechazar el marco de «paz por territorios». Esto abogaba efectivamente por que Israel no se retirara de los territorios palestinos ocupados en 1967 a cambio de la paz regional. En su lugar, Israel continuaría con su política de ocupación hasta asegurar la «paz por la paz», remodelando Oriente Medio a su gusto. La remodelación del mapa de la región consistía en derrocar a los gobiernos que se oponían al dominio de Israel.

Así que estos son proyectos estadounidenses a largo plazo. Es un error preguntar: «¿Es Clinton? ¿Es Bush? ¿Es Obama?». Esa es la forma aburrida de ver la política estadounidense, como un juego diario o anual. Pero la política estadounidense no es eso.

Después de 1999, la siguiente ronda de ampliación de la OTAN se produjo en 2004 con siete países más: los tres Estados bálticos, Rumanía, Bulgaria, Eslovenia y Eslovaquia. En este punto, Rusia estaba bastante molesta. Esta segunda ola de ampliación de la OTAN fue una violación total del orden de posguerra acordado en el momento de la reunificación alemana. Básicamente, fue un truco fundamental, o una deserción, de Estados Unidos de un acuerdo de cooperación con Rusia.

Como todos recordarán, porque acabamos de celebrar la Conferencia de Seguridad de Múnich la semana pasada, el presidente Putin fue a la CSM en 2007 para decir: «Basta, ya basta». Por supuesto, Estados Unidos no escuchó.

En 2008, Estados Unidos impuso a Europa su proyecto de larga data de ampliar la OTAN a Ucrania y Georgia. Este es un proyecto a largo plazo. Escuché al Sr. Saakashvili en la ciudad de Nueva York en la primavera de 2008, cuando habló en el Consejo de Relaciones Exteriores.

Nos dijo que Georgia está en el corazón de Europa y, como tal, se uniría a la OTAN. Salí y llamé a mi mujer y le dije: «Este hombre está loco; va a hacer estallar su país».

Un mes después, estalló una guerra entre Rusia y Georgia, en la que Georgia fue derrotada. Los acontecimientos más recientes en Tiflis tampoco son útiles para Georgia, con sus eurodiputados yendo allí para incitar a las protestas. Eso no salva a Georgia; eso consigue que Georgia sea destruida, completamente destruida.

En 2008, como todo el mundo sabe, nuestro exdirector de la CIA William Burns, que en aquel momento era embajador de Estados Unidos en Rusia, envió un largo telegrama diplomático a la secretaria de Estado Condoleezza Rice, que se titulaba, como es sabido, «Nyet significa Nyet». El mensaje de Burns era que toda la clase política rusa se oponía a la ampliación de la OTAN, no solo el presidente Putin.

Solo sabemos del telegrama por Julian Assange. Créanme, ni una palabra se le dice al pueblo estadounidense sobre nada de esto por parte de nuestro gobierno o nuestros principales periódicos en estos días. Así que tenemos que agradecer a Julian Assange el memorándum, que podemos leer en detalle.

Como saben, Viktor Yanukovich fue elegido presidente de Ucrania en 2010 con la plataforma de la neutralidad de Ucrania. Rusia no tenía ningún interés territorial ni planes en Ucrania. Lo sé. Estuve allí de vez en cuando durante esos años. Lo que Rusia estaba negociando en 2010 era un arrendamiento de 25 años hasta 2042 de la base naval de Sebastopol. Eso es todo. No hubo demandas rusas sobre Crimea ni sobre el Donbás. Nada de eso en absoluto. La idea de que Putin está reconstruyendo el imperio ruso es propaganda infantil. Disculpe.

Si alguien conoce la historia cotidiana y anual, esto es una tontería. Sin embargo, las tonterías parecen funcionar mejor que las cosas de adultos. Así que no hubo ninguna demanda territorial antes del golpe de Estado de 2014 [en Ucrania]. Sin embargo, Estados Unidos decidió que Yanukóvich debía ser derrocado porque estaba a favor de la neutralidad y se oponía a la ampliación de la OTAN. Se llama operación de cambio de régimen.

Ha habido alrededor de cien operaciones de cambio de régimen por parte de EE.UU. desde 1947, muchas en sus países [hablando a los eurodiputados] y muchas en todo el mundo.

(El politólogo Lindsey O’Rourke documentó 64 operaciones encubiertas de cambio de régimen de EE. UU. entre 1947 y 1989, y concluyó que «las operaciones de cambio de régimen, especialmente las llevadas a cabo de forma encubierta, a menudo han provocado una inestabilidad prolongada, guerras civiles y crisis humanitarias en las regiones afectadas». Véase el libro de O’Rourke de 2018, Covert Regime Change: America’s Secret Cold War. Después de 1989, hay amplias pruebas de la participación de la CIA en Siria, Libia, Ucrania, Venezuela y muchos otros países).

Eso es lo que hace la CIA para ganarse la vida. Por favor, tenedlo en cuenta. Es un tipo de política exterior muy inusual. En el gobierno estadounidense, si no te gusta el otro bando, no negocias con ellos, intentas derrocarlo, preferiblemente, de forma encubierta. Si no funciona de forma encubierta, lo haces de forma abierta. Siempre decimos que no es culpa nuestra. Ellos son los agresores. Ellos son el otro bando.

Son «Hitler». Eso sale a relucir cada dos o tres años. Ya sea Saddam Hussein, ya sea [el depuesto presidente sirio Bashar] al-Assad, ya sea Putin, eso es muy conveniente. Esa es la única explicación de política exterior que se le da al pueblo estadounidense. Bueno, estamos ante el Munich de 1938. No podemos hablar con el otro bando. Son enemigos malvados e implacables. Ese es el único modelo de política exterior que escuchamos de nuestro gobierno y de los medios de comunicación. Los medios de comunicación lo repiten íntegramente porque están completamente sobornados por el gobierno de EE. UU.

La revolución de Maidán y sus consecuencias

Ahora, en 2014, EE. UU. trabajó activamente para derrocar a Yanukóvich. Todo el mundo conoce la llamada telefónica interceptada por mi colega de la Universidad de Columbia, Victoria Nuland, y el embajador de EE. UU., Geoffrey Pyatt. No hay mejor prueba. Los rusos interceptaron su llamada y la publicaron en Internet.

Es fascinante. Al hacerlo, todos ellos fueron ascendidos en la administración Biden. Así funciona el trabajo. Cuando ocurrió el Maidán, me llamaron poco después. «Profesor Sachs, el nuevo primer ministro ucraniano quiere verle para hablar sobre la crisis económica». Así que volé a Kiev y me llevaron a dar una vuelta por el Maidán. Y me contaron cómo Estados Unidos pagó el dinero de toda la gente que estaba en el Maidán, la Revolución de la Dignidad «espontánea».

Señoras y señores, por favor, ¿cómo aparecieron de repente todos esos medios de comunicación ucranianos en la época del Maidán? ¿De dónde vino toda esta organización? ¿De dónde vinieron todos esos autobuses? ¿De dónde vino toda esa gente? ¿Están bromeando? Esto es un esfuerzo organizado. Y no es un secreto, excepto quizás para los ciudadanos de Europa y Estados Unidos. Todos los demás lo entienden bastante claramente.

Después del golpe de Estado llegaron los acuerdos de Minsk, especialmente el Minsk II, que, por cierto, se inspiró en la autonomía del Tirol del Sur para los alemanes étnicos de Italia. Los belgas también pueden identificarse muy bien con el Minsk II, ya que pedía la autonomía y los derechos lingüísticos de los rusoparlantes del este de Ucrania. El Consejo de Seguridad de la ONU apoyó Minsk II por unanimidad. (El acuerdo Minsk II fue respaldado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a través de la Resolución 2202, que fue adoptada por unanimidad el 17 de febrero de 2015).

Sin embargo, Estados Unidos y Ucrania decidieron que no se aplicaría. Alemania y Francia, garantes del proceso de Normandía, también dejaron que se ignorara. Este rechazo de Minsk II fue otra acción unipolar directa de Estados Unidos en la que Europa, como de costumbre, desempeñó un papel subsidiario completamente inútil, aunque era garante del acuerdo.

Trump ganó las elecciones de 2016 y luego aumentó los envíos de armas a Ucrania. Hubo muchos miles de muertos en los bombardeos de Ucrania en el Donbás. No se aplicó el acuerdo de Minsk II.

Luego Biden asumió el cargo en 2021. Esperaba algo mejor, pero una vez más me decepcionó profundamente. Yo solía ser miembro del Partido Demócrata. Ahora no soy miembro de ningún partido porque de todos modos ambos son iguales. Los demócratas se convirtieron en belicistas absolutos con el tiempo, y no hubo una sola voz en el partido que pidiera la paz. Al igual que con la mayoría de sus parlamentarios, de la misma manera.

A finales de 2021, Putin puso sobre la mesa un último esfuerzo para llegar a un modus operandi con EE.UU., en dos borradores de acuerdos de seguridad, uno con Europa y otro con Estados Unidos. Puso sobre la mesa el borrador del acuerdo entre Rusia y EE. UU. el 15 de diciembre de 2021.

Después de eso, tuve una llamada de una hora con Jake Sullivan [asesor de seguridad nacional] en la Casa Blanca, rogándole: «Jake, evita la guerra. Puedes evitar la guerra. Todo lo que Estados Unidos tiene que hacer es decir: «La OTAN no se ampliará a Ucrania»». Y él me dijo: «Oh, la OTAN no se va a ampliar a Ucrania. No te preocupes por eso».

Le dije: «Jake, dilo públicamente».

«No. No. No. No podemos decirlo públicamente».

Le dije: «Jake, ¿vas a tener una guerra por algo que ni siquiera va a suceder?».

Él dijo: «No te preocupes, Jeff. No habrá guerra».

No son personas muy inteligentes. Te lo digo, si puedo darte mi opinión sincera, no son personas muy inteligentes. Hablan consigo mismos. No hablan con nadie más. Juegan a la teoría de juegos. En la teoría de juegos no cooperativa, no se habla con la otra parte. Simplemente se elabora una estrategia. Esta es la esencia de la teoría de juegos no cooperativa. No es la teoría de la negociación. No es la teoría de la pacificación. Es una teoría unilateral y no cooperativa, si se conoce la teoría formal de juegos.

Eso es lo que juegan. Ese tipo de teoría de juegos comenzó [en aplicación] en la Corporación RAND. Eso es lo que todavía juegan. En 2019, hay un documento de RAND, «Extending Russia: Competing from Advantageous Ground» (Extender Rusia: competir desde un terreno ventajoso).

Increíblemente, el documento, de dominio público, pregunta cómo Estados Unidos debería molestar, antagonizar y debilitar a Rusia. Esa es literalmente la estrategia. Estamos intentando provocar a Rusia, intentar que Rusia se desintegre, tal vez haya un cambio de régimen, tal vez disturbios, tal vez una crisis económica.

Eso es lo que ustedes en Europa llaman su aliado. Así que ahí estaba yo con mi frustrante llamada telefónica con Sullivan, de pie en el frío glacial. Resulta que estaba intentando pasar un día esquiando.

«Oh, no habrá guerra, Jeff».

Sabemos lo que pasó después: la administración Biden se negó a negociar la ampliación de la OTAN. La idea más estúpida de la OTAN es la llamada política de puertas abiertas, basada en el artículo 10 del Tratado de la OTAN (1949). La OTAN se reserva el derecho de ir a donde quiera, siempre que el gobierno anfitrión esté de acuerdo, sin que ningún vecino, como Rusia, tenga voz ni voto.

Bueno, yo les digo a los mexicanos y a los canadienses: «No lo intenten». Ya sabes, Trump puede querer apoderarse de Canadá. Así que el gobierno canadiense podría decirle a China: «¿Por qué no construís una base militar en Ontario?». Yo no lo aconsejaría. Estados Unidos no diría: «Bueno, es una puerta abierta. Eso es asunto de Canadá y China, no nuestro». Estados Unidos invadiría Canadá.

Sin embargo, los adultos, incluso en Europa, en este Parlamento, en la OTAN, en la Comisión Europea, repiten el absurdo mantra de que Rusia no tiene voz en la ampliación de la OTAN. Esto es una tontería. Esto ni siquiera es geopolítica para bebés. Esto es no pensar en absoluto. Así pues, la guerra de Ucrania se intensificó en febrero de 2022 cuando la Administración Biden rechazó cualquier negociación seria.

La guerra de Ucrania y el control de las armas nucleares

¿Cuál era la intención de Putin en la guerra? Puedo decirles cuál era su intención. Era obligar a Zelensky a negociar la neutralidad. Esto sucedió a los pocos días del inicio de la invasión. Deben entender este punto básico, no la propaganda que se escribe sobre la invasión afirmando que el objetivo de Rusia era conquistar Ucrania con unas pocas decenas de miles de tropas.

Vamos, señoras y señores. Por favor, entiendan algo básico. La idea de la invasión rusa era mantener a la OTAN fuera de Ucrania. ¿Y qué es la OTAN, en realidad? Es el ejército de EE. UU., con sus misiles, sus despliegues de la CIA y todo lo demás. El objetivo de Rusia era mantener a EE. UU. lejos de su frontera.

¿Por qué está Rusia tan interesada en esto? Imagínese si China o Rusia decidieran tener una base militar en el Río Grande o en la frontera canadiense, no solo Estados Unidos se asustaría; tendríamos una guerra en unos diez minutos. Cuando la Unión Soviética lo intentó en Cuba en 1962, el mundo estuvo a punto de acabar en un Armagedón nuclear.

Todo esto se ha agravado gravemente porque Estados Unidos abandonó unilateralmente el Tratado de Misiles Antibalísticos en 2002 y, al hacerlo, puso fin al marco de control de armas nucleares de relativa estabilidad.

Es muy importante entender esto. El marco de control de armas nucleares se basa, en gran medida, en tratar de disuadir un primer ataque [decapitación]. El Tratado ABM era un componente crítico de esa estabilidad.

Estados Unidos abandonó unilateralmente el Tratado ABM en 2002. Esto hizo estallar a Rusia. Así que todo lo que he estado describiendo sobre la ampliación de la OTAN ha ocurrido en el contexto de la destrucción del marco nuclear por parte de Estados Unidos. A partir de 2010, Estados Unidos comenzó a instalar sistemas de misiles antibalísticos Aegis en Polonia y más tarde en Rumanía. A Rusia no le gusta eso.

Una de las cuestiones que se debatieron en diciembre y enero, diciembre de 2021, enero de 2022, fue si Estados Unidos reclamaba el derecho a instalar sistemas de misiles en Ucrania. Según el exanalista de la CIA Ray McGovern, Blinken le dijo a Lavrov en enero de 2022 que Estados Unidos se reserva el derecho a instalar sistemas de misiles en Ucrania.

Ese, queridos amigos, es vuestro supuesto aliado. Y ahora Estados Unidos quiere poner sistemas de misiles intermedios en Alemania. Recuerden que Estados Unidos se retiró del tratado INF en 2019. En este momento no existe un marco de armas nucleares. Básicamente, ninguno. (Estados Unidos se retiró formalmente del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) el 2 de agosto de 2019, tras un período de suspensión de seis meses que comenzó el 2 de febrero de 2019).

Cuando Zelensky dijo, unos días después de la invasión rusa, que Ucrania estaba lista para la neutralidad, un acuerdo de paz estaba al alcance. Conozco los detalles de esto porque hablé en profundidad con los principales negociadores y mediadores y he aprendido mucho de las declaraciones públicas de otros. Poco después del inicio de las negociaciones en marzo de 2022, se intercambió un documento entre las partes que el presidente Putin había aprobado y que Lavrov había presentado. Esto estaba siendo gestionado por los mediadores turcos. Viajé a Ankara en la primavera de 2022 para escuchar de primera mano y en detalle lo que sucedió en la mediación. La conclusión es la siguiente: Ucrania se retiró, de manera unilateral, de un acuerdo casi alcanzado.

Fin de la guerra de Ucrania

¿Por qué Ucrania se retiró de las negociaciones? Porque Estados Unidos se lo dijo y porque el Reino Unido puso la guinda al pastel al hacer que BoJo [Boris Johnson, el ex primer ministro del Reino Unido] fuera a Kiev a principios de abril para hacer lo mismo.

[El primer ministro del Reino Unido] Keir Starmer resulta ser aún peor, aún más belicista. Es inimaginable, pero es cierto. Boris Johnson explicó, y puede encontrarlo en la web, que lo que está en juego aquí es nada menos que la hegemonía occidental. No Ucrania, sino la hegemonía occidental.

Michael von der Schulenberg y yo nos reunimos en el Vaticano con un grupo de expertos en la primavera de 2022 y redactamos un documento en el que explicábamos que nada bueno puede salir de una guerra continuada. (La reunión en el Vaticano fue la Sesión de Economía Fraternal sobre el Jubileo 2025: «Esperanza en los signos de los tiempos»).

Nuestro grupo argumentó enérgicamente, pero fue en vano, que Ucrania debería negociar inmediatamente, porque los retrasos significarán muertes masivas, riesgo de escalada nuclear y posiblemente una pérdida total de la guerra.

No cambiaría ni una palabra de lo que escribimos entonces. No había nada malo en ese documento. Desde que Estados Unidos convenció a Ucrania de que no negociara, quizás un millón de ucranianos han muerto o han resultado gravemente heridos.

Y los senadores estadounidenses, que son tan desagradables y cínicos como se pueda imaginar, dicen que es un gasto maravilloso del dinero estadounidense porque no está muriendo ningún estadounidense. Es la guerra por poderes en estado puro. Uno de nuestros senadores cercanos al estado de Nueva York, Richard Blumenthal de Connecticut, lo dijo en voz alta. Mitt Romney lo dijo en voz alta. Es el mejor dinero que Estados Unidos puede gastar. No está muriendo ningún estadounidense. Es irreal.

Ahora, para ponernos al día hasta ayer, el Proyecto Estados Unidos-Ucrania ha fracasado. La idea central del proyecto desde el principio era que Rusia se rendiría. La idea central desde el principio era que Rusia no puede resistir, tal y como argumentó Zbigniew Brzezinski en 1997. Los estadounidenses pensaban que Estados Unidos tenía la sartén por el mango.

Estados Unidos ganará porque vamos a farolear. Los rusos no van a luchar de verdad. Los rusos van a movilizarse de verdad. Desplegaremos la «opción nuclear» económica de excluir a Rusia de SWIFT. Eso destruirá la economía. Nuestras sanciones pondrán de rodillas a Rusia. Los HIMARS acabarán con ellos. Los ATACMS, los F-16, acabarán con ellos. Sinceramente, llevo más de 50 años escuchando este tipo de discursos. Nuestros líderes de seguridad nacional llevan décadas diciendo tonterías.

Rogué a los ucranianos que se mantuvieran neutrales. Que no escucharan a los estadounidenses. Les repetí el famoso adagio de Henry Kissinger: ser enemigo de Estados Unidos es peligroso, pero ser amigo es fatal. Permítanme repetirlo para Europa: ser enemigo de Estados Unidos es peligroso, pero ser amigo es fatal.

La administración Trump

Permítanme terminar con unas palabras sobre el presidente Donald Trump. Trump no quiere la mano perdedora de Biden. Por eso es probable que Trump y el presidente Putin acuerden poner fin a la guerra. Aunque Europa continúe con su belicismo, no importará. La guerra está terminando. Así que, por favor, sáquenlo de su sistema. Por favor, díganle a sus colegas: «Se acabó». Se acabó porque Trump no quiere a un perdedor. El que se salvará por las negociaciones que se están llevando a cabo ahora mismo es Ucrania. El segundo es Europa.

Su mercado de valores está subiendo en los últimos días debido a las «horribles noticias» de las negociaciones y la posible paz. Sé que esta perspectiva de una paz negociada ha sido recibida con puro horror en estas cámaras, pero esta es la mejor noticia que podrían recibir. He intentado contactar con algunos de los líderes europeos. Les he dicho: no vayan a Kiev, vayan a Moscú. Negocien con sus homólogos. Ustedes son la Unión Europea. Son 450 millones de personas y una economía de 20 billones de dólares. Actúen como tal.

La Unión Europea debería ser el principal socio comercial de Rusia. Europa y Rusia tienen economías complementarias. El encaje para un comercio mutuamente beneficioso es muy fuerte. Por cierto, si alguien quiere discutir cómo Estados Unidos hizo estallar Nord Stream, también estaré encantado de hablar de ello.

La administración Trump es imperialista de corazón. Trump obviamente cree que las grandes potencias dominan el mundo. Estados Unidos será despiadado y cínico, y sí, también con respecto a Europa. No vayas a mendigar a Washington. Eso no ayudará. Probablemente estimularía la crueldad. En su lugar, tened una verdadera política exterior europea.

Así que no estoy diciendo que estemos en la nueva era de la paz, pero estamos en un tipo de política muy diferente en este momento, un retorno a la política de las grandes potencias. Europa necesita su propia política exterior, y no solo una política exterior de rusofobia. Europa necesita una política exterior que sea realista, que entienda la situación de Rusia, que entienda la situación de Europa, que entienda lo que es Estados Unidos y lo que representa, y que trate de evitar que Europa sea invadida por Estados Unidos. Ciertamente no es imposible que la América de Trump desembarque tropas en Groenlandia. No estoy bromeando, y no creo que Trump esté bromeando. Europa necesita una política exterior, una real. Europa necesita algo diferente a «Sí, negociaremos con el Sr. Trump y nos encontraremos a mitad de camino». ¿Sabes cómo será eso? Llámame después.

Por favor, tened una política exterior europea. Vais a vivir con Rusia durante mucho tiempo, así que negociad con Rusia. Hay problemas de seguridad reales sobre la mesa tanto para Europa como para Rusia, pero la grandilocuencia y la rusofobia no sirven en absoluto a vuestra seguridad. No sirven en absoluto a la seguridad de Ucrania. Esta aventura americana en la que os habéis embarcado y de la que ahora sois los principales animadores ha contribuido a alrededor de un millón de víctimas ucranianas.

Sobre Oriente Medio y China

En Oriente Medio, por cierto, Estados Unidos entregó por completo la política exterior a Netanyahu hace 30 años. El lobby israelí domina la política estadounidense. Por favor, no lo dude. Podría explicar durante horas cómo funciona. Es muy peligroso. Espero que Trump no destruya su administración, y mucho peor, al pueblo palestino, por culpa de Netanyahu, a quien considero un criminal de guerra que ha sido debidamente acusado por la CPI.

La única manera de que Europa tenga paz en sus fronteras con Oriente Medio es la solución de dos Estados. Solo hay un obstáculo, y es el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU, a instancias del lobby israelí. Así que, si quieren que la UE tenga alguna influencia, digan a Estados Unidos que retire el veto. En esto, la Unión Europea estaría junto con otros 160 países del mundo. Los únicos que se oponen a un Estado palestino son básicamente Estados Unidos, Israel, Micronesia, Nauru, Palau, Papúa Nueva Guinea, Argentina y Paraguay. (Las Naciones Unidas pueden poner fin al conflicto de Oriente Medio acogiendo a Palestina como miembro, véase mi artículo al respecto aquí. )

Oriente Medio es un lugar donde la Unión Europea podría tener una gran influencia geopolítica. Sin embargo, Europa ha guardado silencio sobre el PAIC y sobre Irán, y aproximadamente la mitad de Europa ha guardado silencio sobre los crímenes de guerra de Israel y el bloqueo de la solución de dos Estados.

El mayor sueño de Netanyahu en la vida es la guerra entre Estados Unidos e Irán. Y no se ha rendido. No es imposible que también se produzca una guerra entre Estados Unidos e Irán. Sin embargo, Europa podría detenerla, si tuviera su propia política exterior. Espero que Trump acabe con el control de Netanyahu sobre la política estadounidense. Aunque no sea así, la UE puede trabajar con el resto del mundo para llevar la paz a Oriente Medio.

Por último, permítanme decir con respecto a China que China no es un enemigo. China es simplemente una gran historia de éxito. Por eso Estados Unidos la considera un enemigo, porque China tiene una economía más grande que la de Estados Unidos (medida en precios internacionales). Estados Unidos se resiste a la realidad. Europa no debería hacerlo. Permítanme repetirlo, China no es un enemigo ni una amenaza. Es un socio natural de Europa en el comercio y en la salvación del medio ambiente mundial.

Eso es todo. Muchas gracias.

Sección de preguntas y respuestas

Miembro del público: ¿Debería Europa aumentar su gasto militar?

Jeffrey Sachs: No estaría en contra de que Europa gastara entre el 2 y el 3 por ciento de su PIB en una estructura de seguridad europea unificada e invirtiera en Europa y en tecnología europea, y no dejara que Estados Unidos dictara el uso de la tecnología europea.

Los Países Bajos producen las únicas máquinas de semiconductores avanzados que utilizan litografía ultravioleta extrema. Esa empresa, por supuesto, es ASML. Sin embargo, Estados Unidos determina todas las políticas de ASML. Si yo fuera usted, no entregaría toda la seguridad y la tecnología a Estados Unidos.

Sugeriría tener su propio marco de seguridad para que también pueda tener su propio marco de política exterior. Europa defiende muchas cosas que Estados Unidos no defiende.

Europa defiende la acción por el clima. Nuestro presidente está completamente loco con esto. Y Europa defiende la decencia, la socialdemocracia, como un ethos.

Europa representa el multilateralismo. Europa representa la Carta de las Naciones Unidas. Estados Unidos no representa ninguna de esas cosas. Nuestro secretario de Estado, Marco Rubio, canceló recientemente su viaje a Sudáfrica porque la igualdad y la sostenibilidad estaban en la agenda. Eso es un reflejo vívido, aunque sombrío, del libertarismo anglosajón. El igualitarismo no es una palabra del léxico estadounidense. Tampoco lo es la sostenibilidad.

Quizá sepa que de los 193 Estados miembros de la ONU, 191 han presentado planes de ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) a la ONU en el Foro Político de Alto Nivel (FPAN). Solo tres países no lo han hecho: Haití, Myanmar y los Estados Unidos de América. Ni siquiera se permitió al Tesoro de Biden utilizar la frase Objetivos de Desarrollo Sostenible. Menciono todo esto porque necesita su propia política exterior.

Publico dos informes cada año. Uno es el World Happiness Report. En el informe de 2024, ocho de los diez primeros países son europeos. Europa tiene la mejor calidad de vida del mundo. Estados Unidos ocupa el puesto 23.

El otro informe anual es el Informe de Desarrollo Sostenible. En el informe de 2024, 19 de los 20 países con mayor desarrollo sostenible se encuentran en Europa. Estados Unidos ocupa el puesto 46. ¡Necesitas tu propia política exterior para proteger esa calidad de vida! Yo era y sigo siendo un gran admirador de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y sigo creyendo que la OSCE es el marco adecuado para la seguridad europea. Realmente podría funcionar.

Público: ¿Cómo debería Europa entablar relaciones diplomáticas con Rusia?

Jeffrey Sachs: Creo que hay cuestiones tremendamente importantes que Europa debe negociar directamente con Rusia. Por eso, insto al presidente Costa y a los líderes europeos a que inicien conversaciones directas con el presidente Putin, porque la seguridad europea está en juego.

Conozco bastante bien a los líderes rusos, a muchos de ellos. Son buenos negociadores, y deberíais negociar con ellos, y deberíais negociar bien con ellos.

Yo les haría algunas preguntas a las contrapartes rusas. Les preguntaría cuáles son las garantías de seguridad que pueden funcionar para que esta guerra termine de forma permanente. ¿Cuáles son las garantías de seguridad para los Estados bálticos? Parte del proceso de negociación consiste en preguntar a la otra parte sobre sus preocupaciones.

Conozco al ministro de Asuntos Exteriores Lavrov desde hace 30 años. Lo considero un ministro de Asuntos Exteriores brillante. Hable con él. Negocie con él. Conozca sus ideas. Ponga sus ideas sobre la mesa.

Lo más importante es dejar de gritar, dejar de instigar a la guerra y discutir con los homólogos rusos. Y no suplicar estar en la mesa con Estados Unidos. No es necesario estar en la sala con Estados Unidos. Ustedes son Europa. Deberían estar en la sala con Europa y Rusia. No entregues tu política exterior a nadie, ni a Estados Unidos, ni a Ucrania, ni a Israel. Mantén una política exterior europea. Esta es la idea básica.

Miembro del público: Países como Polonia, Hungría y la República Checa querían unirse a la OTAN. También Ucrania. ¿Por qué no se les debería permitir hacerlo?

Jeffrey Sachs: La OTAN no es una opción para Hungría, Polonia, la República Checa o Ucrania. La OTAN es una alianza militar liderada por Estados Unidos. La cuestión a la que se enfrenta Europa en 1991 y hoy en día es cómo garantizar la paz. Si hubiera tomado decisiones en 1991, habría puesto fin a la OTAN por completo cuando se disolvió el Pacto de Varsovia, y ciertamente cuando la propia Unión Soviética terminó. Cuando los países solicitaron ser miembros de la OTAN, les habría explicado lo que nuestro secretario de Defensa William Perry, el destacado estadista George Kennan y el último embajador de Estados Unidos en la Unión Soviética, Jack Matlock, dijeron en la década de 1990. Todos dijeron, en efecto: «Entendemos sus sentimientos, pero ampliar la OTAN no es una buena idea porque podría provocar fácilmente una nueva Guerra Fría con Rusia». Hay un libro nuevo muy bueno de Jonathan Haslam, publicado por Harvard University Press, que se llama Hubris. Ofrece una documentación histórica detallada de la ampliación de la OTAN. Explica cómo Estados Unidos fue demasiado arrogante para discutir, negociar y respetar las líneas rojas de Rusia, incluso después de prometer que la OTAN no se ampliaría.

Público: ¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo de esta guerra perdida?

Jeffrey Sachs: Estamos en el mayor avance tecnológico de la historia de la humanidad. Es realmente asombroso lo que se puede hacer ahora mismo. Sabes, me maravilla el hecho de que alguien que sabe poco de química haya ganado el Premio Nobel de Química porque es excelente en IA y redes neuronales profundas, de hecho un genio, Demis Hassabis. Él y su equipo de DeepMind descubrieron cómo utilizar la IA para resolver el problema del plegamiento de proteínas, un problema que había ocupado a generaciones de bioquímicos.

Así que, si ponemos nuestras mentes, nuestros recursos y nuestras energías en ello, podemos transformar el sistema energético mundial para la seguridad climática. Podemos proteger la biodiversidad. Podemos garantizar que todos los niños reciban una educación de calidad. Podemos hacer tantas cosas maravillosas ahora mismo. ¿Qué necesitamos para tener éxito? En mi opinión, lo más importante es que necesitamos paz.

Y mi punto básico es que no hay razones profundas para el conflicto en ninguna parte porque cada conflicto que estudio es solo un error. No estamos luchando por Lebensraum. Esa idea, que esencialmente vino de Malthus y luego se convirtió en una idea nazi, siempre estuvo equivocada, un error intelectual fundamental. Hemos tenido guerras raciales, guerras nacionales de supervivencia, por el miedo a no tener suficiente para todos en este planeta, por lo que estamos en una lucha por la supervivencia.

Como economista, puedo decirles que tenemos mucho en el planeta para el desarrollo sostenible de todos. Mucho. No estamos en conflicto con China. No estamos en conflicto con Rusia. Si nos calmamos, si nos preguntamos por el largo plazo, el largo plazo es muy bueno, es decir, si no nos hacemos explotar antes. Así que este es mi punto. Las perspectivas son muy positivas si construimos la paz.

Público: ¿Cree que la salida a este conflicto es una finlandización de Ucrania?

Jeffrey Sachs: Excelente pregunta. Permítanme comentar un aspecto sobre la finlandización. La finlandización llevó a Finlandia al número 1 en el Informe Mundial de la Felicidad año tras año. Finlandia es rica, exitosa, feliz y segura. Esa es la Finlandia anterior a la OTAN de la que estoy hablando.

Así que la «finlandización» fue algo maravilloso para Finlandia. Cuando Suecia, Finlandia y Austria eran neutrales, bravo. Inteligente. Cuando Ucrania era neutral, inteligente. Si tienes dos superpotencias, mantenlas un poco separadas. Si Estados Unidos tuviera algo de sentido común, habría dejado estos países como el espacio neutral entre el ejército estadounidense y Rusia, pero Estados Unidos tiene muy poco sentido común.

Jeffrey D. Sachs es profesor universitario y director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia, donde dirigió el Earth Institute de 2002 a 2016. También es presidente de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y miembro de la Comisión de Banda Ancha para el Desarrollo de las Naciones Unidas.

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3. Una «guerra extraña»

Es bien sabido que las potencias occidentales trataron de estrangular la región de Kaliningrado, San Petersburgo y la salida del Mar Báltico para Rusia, confiando en los chihuahuas y en los estados vasallos europeos, con la oportuna incorporación a la OTAN de Suecia y Finlandia -unos linces geopolíticos-. Escobar analiza este panorama, que él considera más bien ligado al Mar Negro y Rumanía.
https://www.unz.com/pescobar/

Los juegos de poder del Báltico y el Mar Negro y las líneas rojas se cruzan en una «guerra extraña»

Pepe Escobar • 27 de febrero de 2025

Nadie ha perdido nunca dinero apostando por las locas «políticas» de los ferozmente ladradores chihuahuas bálticos. Su última jugada de poder es un intento de convertir el mar Báltico en un lago de la OTAN.

La idea de que un puñado de subentidades rusófobas tengan lo necesario para expulsar a la superpotencia rusa del mar Báltico y representar una amenaza para San Petersburgo ni siquiera se puede considerar caricaturesca. Sin embargo, eso forma parte de las obsesiones reconfiguradas de la OTAN, ya que su «vanguardia» belicista se ha trasladado a un eje Londres-Varsovia-Báltico-

Queda por ver qué tipo de agujero negro resultará ser Ucrania después del final de la guerra, que puede que ni siquiera llegue en 2025. Lo que es seguro es que, en caso de salida de Ucrania, sea cual sea la modalidad, entrará Rumanía.

Toda la farsa electoral en Rumanía, con la demonización del favorito de las elecciones, Calin Georgescu, gira en torno a la mejora de la base de Mihail Kogalniceanu, que se convertirá en la mayor base militar de la OTAN en Europa.

Así que, una vez más, todo esto tiene que ver con el Mar Negro. La OTAN causando estragos en el Mar Negro ofrece perspectivas mucho más sabrosas que la OTAN a través de chihuahuas monopolizando el Mar Báltico.

Ilya Fabrichnikov, miembro del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, ha publicado un notable ensayo centrado esencialmente en el Mar Negro (esta es una versión resumida en el diario Kommersant).

Fabrichnikov argumenta de manera convincente que, desde un punto de vista europeo (UE/OTAN), lo que realmente importaba en Ucrania era «acercar sus fronteras, junto con su infraestructura militar, política y económica, a las de Rusia, para poner bajo control total el corredor comercial estratégico del Mar Negro —que se extiende fácilmente más al norte a lo largo de la ruta Odessa-Gdansk— con el fin de explorar de manera más conveniente y rápida los espacios económicos de Asia y el norte de África, y comenzar a dictar sus condiciones a los suministros rusos de petróleo, gas y otros recursos necesarios para la economía europea».

A medida que este juego de poder centrado en instrumentalizar a Ucrania se desenreda en tiempo real, se necesita un reemplazo, incluso cuando los eurócratas belicistas siguen vendiendo sin parar su demencia orwelliana de «la paz es la guerra», con un tsunami incesante de sanciones y renovadas promesas de avalanchas de armas a Kiev.

Este es un clásico asunto de vasallos de Bruselas, incluso cuando la tóxica Medusa von der Lugen como jefa de la CE y Rutti-Frutti como nueva jefa de la OTAN fueron esencialmente nombradas por Washington y Londres. Colectivamente, Europa ha inyectado muchos más fondos político-militares en el agujero negro de Ucrania que los estadounidenses.

La razón es simple. Para Europa no hay un plan B aparte de esa maravillosa «derrota estratégica» de Rusia.

El juego de poder de la UE/OTAN en el Mar Negro haría aún más imperativo para Rusia conectar con Transnistria. El único que puede responder si esto forma parte de la planificación actual es, por supuesto, el presidente Putin.

Los neonazis van a bombardear oleoductos

La inteligencia rusa es muy consciente de que los europeos ya han repartido en cierta medida sus propias zonas en Ucrania, desde puertos hasta minas. No es de extrañar que los británicos, a través del MI6, estén por delante de los «continentales», sobre todo de Alemania.

Todo eso se entrelaza con el extremadamente turbio acuerdo de armas por metales que Trump 2.0 cerró con el totalmente ilegítimo actor convertido en gángster en Kiev. Lo único que le importa a Trump es recuperar el dinero de EE. UU., ya sea que la factura total sea de 500.000 millones de dólares o menos (en realidad, mucho menos).

En este kabuki interviene el verdadero poder en Kiev tras la proclamación de la ley marcial: el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania. El actor no electo, en realidad ilegal, no toma ninguna decisión importante desde hace algún tiempo. Estas son emitidas por el exjefe del servicio secreto exterior, Oleksandr Lytvynenko.

Fue el consejo el que el 17 de febrero ordenó el bombardeo del crucial oleoducto propiedad del Consorcio del Oleoducto del Caspio (CPC) que une Kazajistán con Novorossiysk, exportando cargas de petróleo kazajo y ruso.

Es crucial que entre los accionistas del CPC se encuentren ENI de Italia (2%); Caspian Pipeline Co., que es una filial de Exxon Mobil (7,5%); y Caspian Pipeline Consortium Co., una filial de Chevron (15%).

Bueno, eso no es muy brillante; los «nacionalistas integrales», código para los neonazis en Kiev, decidieron bombardear un activo estadounidense parcialmente de su propiedad. No solo habrá repercusiones por parte de Trump 2.0; ya están en marcha.

En el igualmente turbio frente de las tierras raras, la reciente entrevista de Putin a Channel One parece haber desequilibrado a todos. Rusia, dijo, tiene muchas más tierras raras que Ucrania y está «dispuesta a trabajar con nuestros socios extranjeros, incluidos los EE. UU.» para desarrollar estos depósitos. Eso es el clásico Sun Tzu Putin: los estadounidenses no tendrán tierras raras que explotar en la futura Ucrania, porque no existen. Pero pueden asociarse con Rusia en Novorossiya.

Todo lo anterior presupondría, por supuesto, una negociación sólida entre Estados Unidos y Rusia sobre Ucrania. Y, sin embargo, el equipo Trump 2.0 todavía no parece comprender las verdaderas líneas rojas rusas:

1. No a un alto el fuego temporal «a lo largo de la línea del frente».

2. No al comercio de nuevos territorios adquiridos en el campo de batalla.

3. No a la OTAN ni a las «fuerzas de paz» europeas en las fronteras occidentales de Rusia.

Putin desconcierta a Trump

Tal como están las cosas, Washington y Moscú siguen divididos por un abismo.

El Sr. Disco Inferno simplemente no puede hacer concesiones serias, ni reconocer de facto la derrota estratégica del Imperio del Caos. Porque eso sellaría el Fin Definitivo de la Hegemonía Unilateral.

Putin, por su parte, simplemente no cederá las victorias duramente ganadas en el campo de batalla. La opinión pública rusa no espera menos. Después de todo, Rusia tiene todas las cartas que conducen a una posible negociación.

La UE/OTAN nunca admitirá su propia derrota estratégica autoinfligida; de ahí esos sueños bálticos/del Mar Negro, que conllevan la fantasía autoinfligida adicional de interrumpir las Nuevas Rutas de la Seda de China tanto como «aislar» a Rusia.

Putin está haciendo auténticas piruetas virtuales para infundir algo de sentido común. En su Sr. Disco Inferno señaló cómo, en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, «su primer paso debería centrarse en aumentar el nivel de confianza entre los dos países. Esto es exactamente lo que hemos estado haciendo en Riad, y a esto se dedicarán nuestros próximos contactos de alto nivel. Sin esto, es imposible resolver cualquier problema, incluso uno tan complejo y agudo como la crisis de Ucrania».

La confianza está lejos de restablecerse, especialmente frente a un Imperio del Caos definido por Lavrov como «incapaz de llegar a un acuerdo», con su credibilidad global hecha jirones. Añádase a ello la grandilocuencia tras grandilocuencia fabricada para controlar el ciclo de noticias las 24 horas del día, los 7 días de la semana: el modus operandi preferido de Trump 2.0. Nada de eso conduce a ese mantra diplomático primordial: «fomentar la confianza».

Y se volverá aún más turbio, y mucho más peligroso, si la opinión pública rusa se enfrenta al hecho de que, después de 11 años de librar una despiadada guerra indirecta con el Imperio del Caos, pueden convertirse en socios en sectores industriales estratégicos que el propio Putin definió como esenciales para la seguridad nacional de Rusia.

Así de simple. O puede que sea solo Putin desconcertando a Trump con alguna táctica imprevista de Sun Tzu.

A principios de esta semana tuve una fabulosa conversación extraoficial con Sergey Glazyev, anteriormente en la Unión Económica Euroasiática (UEEA) y ahora liderando la consolidación del Estado de la Unión (Rusia-Bielorrusia). Le correspondió al Sr. Glazyev hacer el resumen definitivo de todo lo que se estaba desarrollando ante nuestros ojos: «Esta es una guerra muy extraña».

(Republicado de la Fundación Cultura Estratégica con permiso del autor o representante)

Observación de Joaquín Miras:
Muy interesante, esta vez, apuesta por la cautela: no es fácil que haya acuerdo entre EEUU y la Federacion Rusa.
Lo que sí sabemos ahora: EEUU se gastó 360 mil millones de dólares en tres años de guerra (a sumar, los dineros invertidos por la UE). Es una cifra desapoderada absolutamente desde el criterio coste beneficio, salvo que se creyese que de veras se iba a lograr la destrucción de Rusia, su conversión en de 7 a 9 estados coloniales , saqueables y sometidos. Hemos visto ahora que ya había acuerdos secretos de Ucrania con GB que le entregaban a esta la gestión de puertos e infraestructuras, y que sale a la luz porque ahora EEUU se los pide. También Macron, ayer, se pedía minerales…todas las guerras son pagadas al portador, alguien las paga, siempre el perdedor. solamente que en esta ocasión de guerra proxy, que es algo nuevo, pues el perdedor es el ex aliado proxi.

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4. Globalistas liberales contra populistas nacionalistas en Rumanía

La visión de Korybko sobre el extraño vodevil rumano y el miedo de Europa a un candidato presidencial, lo que le enfrenta a EEUU. 
https://korybko.substack.com/

Rumanía está en el centro de la lucha entre los globalistas liberales y los nacionalistas populistas.

Andrew Korybko 27 de febrero de 2025

Lo que está sucediendo en este país balcánico no es más que la apertura de otro frente de la nueva Guerra Fría, aunque esta vez es ideológico y, curiosamente, enfrenta a aliados nominales de la OTAN entre sí, mientras la UE y EE. UU. toman bandos opuestos.

Los observadores se sorprendieron el miércoles después de que el ex candidato presidencial rumano Calin Georgescu fuera temporalmente detenido y acusado de seis cargos en medio de redadas policiales contra algunos de sus partidarios más cercanos mientras se preparaba para presentar su candidatura en las elecciones de mayo. La primera vuelta de diciembre pasado fue anulada sobre la base de que un actor estatal no identificado lo promocionó en TikTok antes de la votación, pero más tarde se descubrió que se trataba de otra campaña de marketing de un partido que había salido mal.

Aquí se explicó cómo la elección de Georgescu podría haber arruinado los planes de escalada del «Estado profundo» estadounidense contra Rusia, mientras que este análisis aquí añadió más contexto tras la anulación. En el período previo a los últimos acontecimientos, el vicepresidente Vance criticó duramente al gobierno rumano por lo que hizo en diciembre pasado, calificándolo de antidemocrático. A los acontecimientos del miércoles les siguió Musk retuiteando un vídeo del denunciante del Departamento de Estado Mike Benz en el que describía el interés del «estado profundo» en Rumanía.

Benz llamó la atención sobre cómo Rumanía accedió a albergar la mayor base aérea de la OTAN en Europa y ha desempeñado un papel crucial en la transferencia de manera clandestina de equipos militares paquistaníes a Ucrania. Estos son puntos importantes, al igual que la «autopista de Moldavia» que se menciona en los dos análisis citados anteriormente, ya que completa la última parte del corredor que se extiende desde los puertos mediterráneos de Grecia hasta el oeste de Ucrania, pero lo que está sucediendo va más allá de la geopolítica. Podría decirse que la ideología es un factor igualmente significativo.

Rumanía ha estado bajo control liberal-globalista durante décadas después de que estas fuerzas explotaran su disfunción política y corrupción endémica para instalar continuamente a sus candidatos preferidos en el poder. Georgescu representa la oportunidad más prometedora en años para una revolución populista-nacionalista que podría finalmente resolver los desafíos sistémicos antes mencionados y así restaurar la soberanía de Rumanía. Sus apelaciones a la historia, la religión y los intereses nacionales resuenan genuinamente en muchos de sus compatriotas.

Por lo tanto, Georgescu puede describirse como un «Trump rumano», pero en realidad ambos personajes solo están aprovechando el zeitgeist populista-nacionalista que se ha ido extendiendo por Occidente durante años como reacción a los excesos sociopolíticos y económicos de los globalistas liberales. Él es su propio hombre, al igual que Trump, y ambos simplemente encarnan la tendencia de los tiempos. Sin embargo, como todos los revolucionarios (o contrarrevolucionarios desde la perspectiva de recuperar el poder que fue arrebatado al pueblo), también se enfrentan a mucha resistencia.

Trump tardó más de ocho años en neutralizar las conspiraciones subversivas del «Estado profundo», por lo que no es de extrañar que Georgescu, que acaba de iniciar su carrera política, lo esté pasando mal. Sin embargo, Trump fue un pionero, mientras que Georgescu sigue sus pasos, por lo que es posible que Trump le eche una mano para acelerar en gran medida el tiempo que le lleva neutralizar las conspiraciones subversivas de su propio «Estado profundo». Aquí es donde la lucha en curso entre Estados Unidos y la UE es relevante.

«El discurso de Vance en Múnich reivindicó la predicción de Putin de un cambio político en Europa para el verano de 2022» y dejó claro que Estados Unidos está del lado de todos los movimientos populistas-nacionalistas del continente. El último intento del «Estado profundo» rumano de derrocar a Georgescu es esencialmente un guante lanzado a la Administración Trump por sus oponentes liberal-globalistas en Bruselas, que respaldan plenamente a Bucarest. Quieren poner a prueba si Estados Unidos hará algo en respuesta al golpe de Estado en Rumanía.

Lo que está sucediendo en este país balcánico no es más que la apertura de otro frente de la Nueva Guerra Fría, aunque esta vez es ideológico, entre liberal-globalistas y populista-nacionalistas, que también enfrenta curiosamente a aliados nominales de la OTAN entre sí, ya que la UE y Estados Unidos toman lados opuestos. Corresponde a la Administración Trump hacer lo necesario para garantizar que Georgescu pueda presentarse como candidato a la presidencia en las elecciones de mayo y que la votación sea verdaderamente libre y justa, en lugar de viciada como de costumbre.

Con ese fin, las sanciones selectivas contra figuras rumanas, la amenaza creíble de retirar sus tropas de Rumanía, la suspensión de los contratos de armas y la ampliación del pleno apoyo político a los manifestantes populistas-nacionalistas podrían presionar a las autoridades para que reconsideren la conveniencia de cumplir las órdenes de Bruselas. Al mismo tiempo, una campaña de presión integral también podría ser contraproducente si la UE, liderada por Alemania, la utiliza como pretexto para profundizar su ya inmenso control sobre Rumanía, aunque eso también podría ser contraproducente.

Se explicó aquí mismo, en respuesta a la probable promesa del próximo canciller alemán de «lograr la independencia» de EE. UU., que los factores militares, económicos y energéticos hacen que sea mucho más fácil decirlo que hacerlo. Si se le provoca, como podría suceder pronto si la UE liderada por Alemania se resiste a la campaña de presión potencialmente inminente de EE. UU. sobre Rumanía, entonces Trump podría utilizar cada uno de ellos como arma en su propia campaña contra la UE y Alemania, con lo que tendría muchas posibilidades de ganar en ambos frentes.

En conjunto, lo que acaba de suceder en Rumanía sitúa al país en el centro de la dimensión ideológica intraoccidental de la nueva Guerra Fría, que determinará el futuro de Europa. Los globalistas liberales o bien afianzarán su poder desafiando por completo a Trump, posiblemente a un coste enorme para sus países, o serán derrocados democráticamente por los nacionalistas populistas que comparten la misma visión del mundo que su equipo. Esta lucha es histórica y las consecuencias de su resultado repercutirán durante décadas.

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5. La distensión entre potencias nucleares es intolerable

Poch ha publicado otro artículo -sacado de Counterpunch- sobre la carrera suicida de las élites europeas.
https://rafaelpoch.com/2025/

¿Se han vuelto locos?

Autor: John Whitbeck (*)

Las personas racionales tendrían que asombrarse ante el hecho de que prácticamente todos los líderes políticos europeos y los comentaristas profesionales occidentales parezcan ver con horror y estupor la posibilidad de que Estados Unidos y Rusia, las dos principales potencias nucleares con enorme capacidad de destrución, puedan mantener relaciones correctas y de cooperación, en lugar de hostiles.

Uno puede entender que quienes estén implicados financiera y/o profesionalmente en la Industria del Odio, el Miedo y la Guerra con ánimo de lucro, y que tengan, por tanto, una necesidad existencial de enemigos y amenazas, vean un mundo en paz como algo impensable, pero ¿por qué debería hacerlo cualquier otra persona?

En mi juventud, la era de la «distensión» entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue acogida como un acontecimiento excelente. ¿Por qué hoy se condena la «distensión» como el mal supremo de las mentes simples: el «apaciguamiento»?
Otra fuente de asombro racional debería ser la creencia, aparentemente unánime entre los «líderes» políticos europeos, de que si las relaciones entre Estados Unidos y Rusia dejaran de ser hostiles, de tal forma que Estados Unidos ya no viera ninguna necesidad de contar con el apoyo militar de los «aliados» o Estados vasallos europeos, el gasto militar europeo tendría que aumentar considerablemente.

¿Para qué? ¿Para contrarrestar qué amenaza militar?

Debería estar claro que, con la posible excepción de la actual guerra por poderes entre la OTAN y Rusia, las guerras en las que los países europeos se han visto directa o indirectamente implicados en este siglo -contra Afganistán, Irak, Libia, Siria y Palestina, ninguno de los cuales suponía una amenaza para Europa pero todos ellos percibidos como enemigos por Estados Unidos y/o Israel- les implicaron precisamente por su relación como «aliados» o Estados vasallos de Estados Unidos, una relación que les ha arrastrado a guerras innecesarias en lugar de protegerles de la guerra.

Incluso la actual guerra en Ucrania no fue provocada y perpetuada en defensa de ningún principio occidental coherente ni de ningún interés europeo genuino, sino más bien para promover la búsqueda estadounidense durante décadas del «dominio total» de la humanidad y el planeta.
Si los países europeos dejaran de ser aliados de unos Estados Unidos que odian a Rusia, ¿por qué Rusia, que en tres años de lucha ha sido incapaz siquiera de ocupar todo el territorio de los cuatro oblasts de mayoría rusófona que se anexionó formalmente en septiembre de 2022, tendría algún incentivo concebible para atacar a un país de la OTAN o incluso a un país europeo post- OTAN?

Racionalmente, si los países europeos lograran independizarse de la dominación y el control estadounidenses, ya fuera por iniciativa propia o porque se les impusiera la independencia, y, como resultado, no tuvieran enemigos identificables, reales o imaginarios, deberían poder reducir significativamente su gasto militar y consagrar los recursos liberados a intentar mejorar la calidad de vida de sus propios pueblos.

¿Se ha vuelto loco el mundo? ¿O me he vuelto loco yo?

(*) John V. Whitbeck es un abogado internacional con base en París.

(Publicado en: https://www.counterpunch.org/ )

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6. Sobre el llamado «comunismo primitivo».

En el último número de la revista del PCF Cause Commune han publicado un dossier sobre «clases sociales» que tiene entradas interesantes, como esta sobre el «comunismo primitivo» de un antropólogo especializado en prehistoria y marxismo. Su blog se llama La hutte des classes (la cabaña de clases)  https://www.lahuttedesclasses.

https://www.causecommune-

Clases sociales y «comunismo primitivo»

Por Cause Commune

¿Han existido siempre las clases y las luchas de clases? En el Paleolítico, las sociedades humanas desconocían la riqueza y las desigualdades socioeconómicas, la explotación estaba prácticamente ausente… Una inmersión en la prehistoria.

Entrevista con Christophe Darmangeat. Entrevista realizada por Hoël Le Moal

CC: La idea del «comunismo primitivo» parece haber ejercido una gran fascinación sobre Marx y Engels. ¿Esta hipótesis del «comunismo primitivo» cuenta hoy con el apoyo de los etnólogos?

No creo que Marx haya hablado nunca del «comunismo primitivo» en un texto público. En cualquier caso, Engels, en el libro que dedicó al tema tras la muerte de su amigo, habla por su parte de «economía comunista doméstica». Más allá de estos detalles terminológicos, la cuestión es saber si, como estos dos teóricos habían llegado a pensar, las primeras sociedades humanas se organizaron efectivamente de una manera que puede calificarse de «comunista».

Obviamente, todo depende de la definición que le demos a esta palabra. Si la entendemos como una colectivización integral, donde no existía ninguna idea de propiedad privada, o incluso que, en los tiempos más antiguos, se extendía a las relaciones sexuales, como defendía Lewis Morgan, entonces está claro que este «comunismo primitivo» nunca ha existido en ningún lugar. Si, por el contrario, adoptamos una definición más razonable (y más útil), la situación es muy diferente. Ningún antropólogo negaría que las sociedades de cazadores-recolectores móviles, por muy diversas que sean, están todas marcadas por el libre acceso de cada individuo a una parte del territorio y a sus recursos, por poderosos mecanismos de distribución de los productos y por el hecho de que poseer bienes nunca puede servir para entablar o romper relaciones sociales. Como decía Alain Testart, estas sociedades ignoran la riqueza, ¡lo que no impide en absoluto que se satisfagan las necesidades humanas! Y cientos de observaciones etnológicas atestiguan que, para los individuos que vivían en ellas, acumular bienes materiales, o incluso esforzarse por poseer más que su vecino, parecía una idea totalmente incongruente.

«Debemos al Manifiesto haber comprendido que la lucha de la clase trabajadora contra la de los capitalistas sería el motor de la historia durante mucho tiempo y haber contribuido de manera brillante a su organización».

Así pues, las desigualdades socioeconómicas no son un dato de la naturaleza humana, sino un producto (bastante tardío) de la evolución social.

CC: ¿Es posible rastrear rápidamente las diversas hipótesis sobre el surgimiento de estas desigualdades socioeconómicas anteriores a la aparición de las clases?

Esta cuestión del surgimiento es absolutamente apasionante, y cuanto más se profundiza en ella, más se descubre lo compleja que es.

Para empezar, tal vez sea necesario recordar que existen desigualdades que no son de orden económico y que, cronológicamente, precedieron a las diferencias de riqueza. Este es el caso, en particular, de las desigualdades de género, que todo parece indicar que existían ya en el Paleolítico, es decir, en la época de la caza y la recolección. Contrariamente a lo que Lewis Morgan y luego Engels pudieron creer basándose en la documentación de su época, la dominación masculina es evidentemente un fenómeno muy antiguo en las sociedades humanas, y que por lo tanto no surgió a raíz de la formación de las clases sociales. Sin extenderme en este punto, remito a los lectores interesados en saber más a mi libro, El comunismo primitivo ya no es lo que era (Smolny, 2022), que trata de actualizar el razonamiento marxista sobre esta cuestión de acuerdo con los conocimientos actuales.

En cuanto a las desigualdades socioeconómicas, se plantean muchas preguntas. Para empezar, la de las razones que las originaron. Si uno es un poco materialista, no puede conformarse con respuestas que sitúen la causa en algún cambio de mentalidad o de creencias religiosas. Está claro que las desigualdades incipientes han ido acompañadas de un trastorno de la moral igualitaria que prevalecía hasta entonces; ¡pero no hay que confundir la causa y la consecuencia! Si se privilegian, por tanto, los factores materiales, independientes de la voluntad humana, estos se han situado tradicionalmente en el desarrollo de la agricultura y la ganadería, lo que un arqueólogo marxista de mediados del siglo XX, Gordon Childe, denominó la «revolución neolítica». Esta idea procedía sobre todo de observaciones etnológicas: los cazadores-recolectores son igualitarios, mientras que los agricultores no lo son. Esta relación es globalmente cierta, pero aún así conoce serias excepciones en ambos sentidos: existen cazadores-recolectores claramente no igualitarios y agricultores igualitarios. Por eso, hace algunas décadas, el antropólogo Alain Testart propuso considerar que la variable clave en este asunto no era en sí la agricultura, sino el almacenamiento. Aunque probablemente haya que refinar esta propuesta, en cualquier caso se ajusta mucho mejor a los hechos observados.

«Diversos teóricos, desde Adam Smith hasta Charles Fourier, pasando por Saint-Simon, estudiaron la evolución de las sociedades a este respecto y establecieron líneas de fuerza para el futuro mucho antes de 1845».

Queda por saber cómo se explica el vínculo entre la agricultura (o el almacenamiento) y el aumento de la desigualdad. Tradicionalmente, esta explicación se basa en el concepto de excedente. En resumen, la agricultura aumentó la productividad del trabajo; por lo tanto, fue gracias a ella que, por primera vez, los humanos pudieron producir más de lo que consumían para sobrevivir y, en su caso, ser explotados. Esta idea (cuyas huellas se encuentran, mucho antes de la corriente marxista, en algunos escritos del siglo XVIII) tiene el mérito de ser a la vez simple y seductora; sin embargo, no me convence por una serie de razones. Sin citarlos todos, al menos se puede señalar que esta explicación es incompleta: incluso admitiendo que sea correcta, dice por qué se hizo posible explotar el trabajo humano, pero no por qué se hizo realidad esta posibilidad.

CC: A menudo se asocia la «clase» a una posición dentro del proceso de producción. En general, en una sociedad determinada habría individuos productivos que trabajarían en beneficio de un grupo improductivo. ¿Se puede fechar la aparición de tal división social?

¡Ojalá! En realidad, es muy difícil, por dos razones principales.

La primera es que el proceso fue, obviamente, gradual: no se pasó directamente de sociedades en las que todos realizaban tareas productivas a una situación en la que una minoría era mantenida por los demás. Y la etnología está llena de estas situaciones intermedias, con personajes que están claramente mejor dotados que los demás, que explotan en un grado u otro a mujeres, esclavos o dependientes, pero que no son por ello propietarios puros, y que siguen cazando, trabajando la tierra o cuidando de los animales, aunque posiblemente estén exentos de ciertas tareas consideradas indignas de ellos. El segundo problema es que todo esto apenas deja huellas arqueológicas.

Lo que se puede decir, de manera muy general, es que durante decenas (si no cientos) de miles de años, en el Paleolítico, las sociedades humanas ignoraban la riqueza y las desigualdades socioeconómicas; que la división del trabajo se limitaba al sexo y la edad, y que la explotación estaba prácticamente ausente. Luego todo esto comenzó a cambiar en comunidades menos móviles, donde la producción material era más importante, y que daban lugar en particular al almacenamiento de alimentos. Se inició entonces un lento movimiento que poco a poco condujo a la formación de auténticas clases. Es muy complicado datar todos estos momentos, por un lado porque se trata de procesos graduales y, por otro, porque los indicios arqueológicos son ambiguos. Así, las primeras comunidades sedentarias se datan generalmente en torno al año 10.000 a. C. en Oriente Próximo. Pero, ¿estaban ya estas comunidades marcadas por desigualdades de riqueza, y en qué grado? ¿Y no habían aparecido ya tales desigualdades mucho antes, por ejemplo en las llanuras rusas alrededor de -30 000, con el enigmático yacimiento de Sungir? Los prehistoriadores solo pueden hacer hipótesis, tratando de sopesar su verosimilitud.

CC: El surgimiento de la clase parece estar relacionado con la confiscación de la tierra. ¿Cuándo ocurrió? ¿En qué región del mundo primero? ¿Se sabe por qué razones?

En muchos lugares, la apropiación de la tierra ha sido efectivamente una palanca decisiva para la formación de clases. Hay que recordar que en las primeras sociedades de agricultores, donde se practica la tala y quema y donde no hay campos permanentes, la regla casi universal es que la tierra sea de propiedad colectiva y apropiada por quien la desbroza, mientras la trabaje. Después, vuelve al fondo común. La propiedad moderna de la tierra constituye una ruptura importante, en la medida en que permite a un individuo poseer una tierra incluso si ya no se trabaja… y, por lo tanto, exigir que quien quiera utilizarla le pague una renta. El terrateniente que vive de sus rentas y el campesino sin tierra son, por tanto, las dos caras de la misma moneda, desconocidas en el antiguo tipo de propiedad. No es muy difícil imaginar que el paso de un sistema a otro se produce cuando, debido al crecimiento demográfico, empiezan a escasear las tierras libres. Entonces pueden ser monopolizadas por una minoría, que explotará a los agricultores sin tierras.

«La existencia de clases sociales, incluida la clase obrera, y sus luchas, incluso el papel determinante de estas, son, sin duda, constataciones muy anteriores a Marx».

Sin embargo, hay que tener cuidado de no ver en ello el camino universal de la formación de clases. En el África subsahariana, por ejemplo, el cambio entre los dos sistemas de propiedad no se produjo antes de la conquista colonial. Esto no impidió que existieran desde hacía siglos numerosos y poderosos Estados, cuya clase dirigente obtenía sus ingresos de la esclavitud. En cierto modo, se puede explotar a los trabajadores de forma indirecta, poseyendo los medios de producción. Pero también es posible explotarlos mediante derechos directos sobre su persona, ya sean esclavos o cualquier otra forma de dependientes. Todo esto dibuja múltiples caminos hacia la formación (e incluso la definición) de las clases.

CC: ¿Debemos distinguir entre la aparición de las «clases» y la de las «sociedades de clases»?

Es una excelente pregunta, a la que por el momento no tengo una respuesta satisfactoria. La idea no es absurda: algunos autores han propuesto, por ejemplo, distinguir las sociedades «esclavistas» de las sociedades «esclavistas», con la idea de que el fenómeno de la esclavitud puede existir sin estructurar la sociedad y desempeñar un papel central en ella. En este sentido, se podría considerar que algunas sociedades han tenido clases (o embriones de clases) sin estar estructuradas en torno a la apropiación del trabajo humano. Además, el concepto de «clase» se utiliza en sentidos muy diversos y, evidentemente, según la definición que se utilice, se puede encontrar casi en todas partes, ¡o casi en ninguna!

«Al final de la Restauración, la lucha de clases se consideraba a menudo el motor de la historia reciente, pero se trataba esencialmente de la lucha entre la burguesía y la aristocracia».

De todos modos, como las clases no surgieron espontáneamente, hay que encontrar palabras y categorías para describir las diferentes etapas de su desarrollo, desde los primeros explotadores ocasionales y, si me permiten decirlo, de poca monta, hasta los poderosos que viven en el lujo y sin realizar ningún trabajo productivo. La dificultad adicional es que, si bien las sociedades han seguido la misma dirección general, han tomado caminos particulares y, a veces, muy diferentes. El estatus de los explotados y el motivo de su explotación han variado considerablemente de un lugar a otro del mundo, y todo esto es extremadamente difícil de comprender a través de la arqueología, que, en el mejor de los casos, solo tiene rastros materiales.

¿Cuál era exactamente el estatus social del individuo enterrado con considerables riquezas bajo el túmulo de Saint-Michel en Carnac? ¿Qué relación tenía con todos aquellos que contribuyeron a construir su monumental tumba? Más cerca de nosotros, en la Edad del Hierro, ¿quién era exactamente la «Dama de Vix» y cómo había acumulado las increíbles riquezas que fueron enterradas con ella? Solo podemos plantear hipótesis muy frágiles, y a menudo ocultamos nuestra ignorancia bajo palabras comodín como «jefes» o «príncipes».

Mi opinión es que, en realidad, en todo esto, estamos en los albores de la investigación. Carecemos de categorías sólidas, basadas en un análisis metódico de los datos etnográficos, que puedan proporcionarnos puntos de referencia fiables sobre las diferentes vías por las que las sociedades han evolucionado hasta las clases y el Estado.

Christophe Darmangeat es antropólogo. Es profesor titular en la Universidad de París-Cité

Entrevista realizada por Hoël Le Moal.

Cause commune n.º 42 • enero/febrero de 2025

Observación de Joaquín Miras:
Muy interesante. Como se ve, radicalmente tentativo en sus respuestas. No es que esos saberes estén en mantillas, es que no hay material, una vez se vence el presentismo antropológico de considerar que sociedades no capitalistas actuales son las reliquias de los tiempos primitivos. Los textos publicados de Engels -y hace muy bien en distinguir entre publicado y no publicado- se basan en los resúmenes que Marx había hecho de la obra de Morgan y otros, donde sí había teoría de comunismo primitivo. Me extraña que hable de sociedades primitivas como sociedades pobres. Ya en los años setenta la antropología cambió esta idea, debido a que las necesidades antropológicas están en relación con la producción que es la que las crea. En los setenta, y como…¿provocación? se hablaba de sociedades de la abundancia porque las necesidades antropológicamente existentes estaban saciadas en todos. Eran las ideas del libro La economía de la edad de piedra, de Marshall Sahlins o las que explicaba Martínez Alier. La lucha de clases, en Marx-Manifiesto K. no es una realidad solo del capitalismo, es – está bien rectificarlo- inherente a la historia de toda la humanidad…

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7. El Grupo de La Haya en defensa del derecho.

Ramaphosa de Sudáfrica, Ibrahim de Malasia, Petro de Colombia y la presidenta de la Internacional Progresista,  todos miembros del Grupo de La Haya, publican en Foreign Policy un artículo en defensa del derecho internacional ante la impunidad israelí.
https://foreignpolicy.com/

Las acciones de Israel golpean los cimientos del derecho internacional

Solo la acción colectiva de los Estados puede acabar con la impunidad.

Por Cyril RamaphosaAnwar IbrahimGustavo Petro y Varsha Gandikota-Nellutla

Los familiares lloran el cuerpo de Ayman Nassar al-Haymouni, un niño de 13 años asesinado en una incursión israelí, en Hebrón, Cisjordania, el 22 de febrero.

25 de febrero de 2025, 10:29 a. m.

¿Qué queda del orden internacional? Durante más de 500 días, Israel, con el apoyo de potencias que le proporcionan cobertura diplomática, material militar y respaldo político, ha violado sistemáticamente el derecho internacional en Gaza. Esta complicidad ha asestado un golpe devastador a la integridad de la Carta de las Naciones Unidas y sus principios fundamentales de derechos humanos, igualdad soberana y prohibición del genocidio. Un sistema que permite la matanza de unas 61 000 personas no solo está fallando, sino que ha fallado.

Las pruebas, transmitidas en directo a nuestros teléfonos y evaluadas por los principales tribunales del mundo, son inequívocas. Desde el dictamen consultivo de la Corte Internacional de Justicia sobre la ocupación ilegal de los territorios palestinos por parte de Israel hasta las órdenes de detención emitidas por la Corte Penal Internacional (CPI) contra los principales líderes de Israel y las medidas preliminares dictadas en el caso de la Convención contra el Genocidio presentado por Sudáfrica, las acciones de Israel constituyen claras violaciones del derecho internacional.

Sin embargo, a pesar de estas sentencias, las violaciones persisten, gracias a naciones que desafían descaradamente a los principales tribunales del mundo, con sanciones a funcionarios, empleados y agentes de la CPI y desafío abierto a las órdenes del tribunal.

La reciente propuesta de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, de «apoderarse» de Gaza —lo que significa la anexión seguida de la limpieza étnica de la población palestina, que Trump ha sugerido que debería ser deportada a Egipto y Jordania— ataca los cimientos mismos del derecho internacional, que la comunidad mundial tiene el deber de defender. Tales acciones, de llevarse a cabo, constituirían una grave violación del derecho internacional y de los principios fundamentales consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.

El ataque contra el pueblo palestino recuerda capítulos oscuros de la historia de nuestros propios países: Sudáfrica bajo el apartheid, Colombia durante la contrainsurgencia y Malasia bajo el dominio colonial. Estas luchas nos recuerdan que la injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes. Puede que procedamos de continentes diferentes, pero compartimos la convicción de que la complacencia es complicidad en tales crímenes. La defensa del derecho inalienable del pueblo palestino a la autodeterminación es una responsabilidad colectiva.

En septiembre de 2024, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución histórica en la que se esbozaban las obligaciones jurídicas de los Estados para garantizar el fin de la ocupación ilegal de Israel, con una abrumadora mayoría de 124 naciones votando a favor, haciendo hincapié en el imperativo de «garantizar la rendición de cuentas por todas las violaciones del derecho internacional a fin de poner fin a la impunidad, garantizar la justicia, disuadir futuras violaciones, proteger a los civiles y promover la paz».

Por eso, junto con Bolivia, Colombia, Honduras y Namibia, hemos puesto en marcha el Grupo de La Haya, una coalición comprometida a tomar medidas decisivas y coordinadas en la búsqueda de la rendición de cuentas por los crímenes de Israel.

Los tres compromisos iniciales del Grupo de La Haya están impulsados por dos imperativos: el fin de la impunidad y la defensa de la humanidad.

Nuestros gobiernos cumplirán con las órdenes judiciales emitidas por la CPI contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el exministro de Defensa Yoav Gallant, haciendo hincapié en investigaciones y enjuiciamientos adecuados, justos e independientes a nivel nacional o internacional; impediremos que los buques que transportan suministros militares a Israel utilicen nuestros puertos; y evitaremos todas las transferencias de armas que puedan permitir nuevas violaciones del derecho humanitario.

En un mundo interconectado, los mecanismos de la injusticia se encuentran en el tejido de las cadenas de suministro mundiales. No se pueden construir armamentos avanzados sin metales, componentes, tecnología y redes logísticas que abarquen continentes. Al coordinar nuestras políticas, pretendemos construir un baluarte para defender el derecho internacional.

El objetivo de estos esfuerzos no es socavar el multilateralismo, sino salvarlo. Al igual que la comunidad internacional se unió en su día para desmantelar el apartheid en Sudáfrica, mediante una presión legal, económica y diplomática coordinada de manera similar, ahora debemos unirnos para hacer cumplir el derecho internacional y proteger el derecho inalienable del pueblo palestino a la autodeterminación. La alternativa es rendirse a un mundo en el que solo la fuerza determina qué leyes importan y cuáles pueden ser violadas a voluntad.

El reciente cese de las hostilidades, el intercambio de rehenes y el regreso de las familias palestinas desplazadas son pasos positivos hacia una resolución pacífica de esta insoportable catástrofe. Sin embargo, el alto el fuego ya ha demostrado ser frágil, y nuestra responsabilidad colectiva de garantizar una paz duradera es ahora urgentemente apremiante.

El sistema internacional no puede perdurar si se ve socavado por quienes ejercen vetos y sanciones para proteger a sus aliados del escrutinio o utilizan la ayuda y el comercio como herramientas de coacción. La amenaza de castigo tiene por objeto obligar a los países a recurrir a un lenguaje de súplicas. No podemos permanecer pasivos y vernos obligados a publicar «llamamientos» y «exigencias» mientras se destruyen los principios de justicia que sustentan nuestro orden internacional.

Creemos en el protagonismo, no en la súplica. La elección es clara: o actuamos juntos para hacer cumplir el derecho internacional o corremos el riesgo de que se derrumbe. Elegimos actuar, no solo por la gente de Gaza, sino por el futuro de un mundo en el que la justicia prevalezca sobre la impunidad.

Que este momento marque el comienzo de un compromiso renovado con el internacionalismo y los principios que nos unen como comunidad global.

Cyril Ramaphosa es el presidente de Sudáfrica.

Anwar Ibrahim es el primer ministro de Malasia.

Gustavo Petro es el presidente de Colombia.

Varsha Gandikota-Nellutla es la coordinadora general de la Internacional Progresista y presidenta en funciones del Grupo de La Haya.

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8. Israel solo conoce una herramienta: la guerra.

Para Tomaselli el proyecto sionista se mantiene solo por y para la guerra, lo que podría acabar siendo insostenible. Se abre una nueva etapa de transición, pero aún no sabemos bien hacia dónde.
https://giubberossenews.it/

El sentido para «Bibi» de la guerra

Por Enrico Tomaselli 27 de febrero de 2025

Básicamente, el Estado judío está íntimamente relacionado con la idea de la guerra, que constituye no solo el acto fundacional, sino también el instrumento de ejecución del proyecto sionista. No es casualidad que sea el único estado del mundo que no tiene una definición precisa de sus fronteras; esto, de hecho, es funcional a las aspiraciones expansionistas que apuntan a la construcción del Gran Israel, que se extiende sobre gran parte de las tierras árabes, y no solo sobre Palestina. Obviamente, este plan representa un objetivo final, que el Estado judío persigue cuando y como se presenta la oportunidad, pero que sigue siendo válido incluso cuando aparentemente no se manifiesta.

Además, hay un elemento adicional que hace que la conexión entre el sionismo y la guerra sea tan sólida: De hecho, las élites sionistas y, en general, los israelíes intelectualmente honestos saben muy bien que el Estado judío representa un cuerpo extraño en Tierra Santa, aunque obviamente creen que tienen un derecho divino a permanecer allí, y por lo tanto son conscientes de que esta extrañeza nunca dejará de producir reacciones de rechazo, ante las cuales la guerra es, precisamente, la única respuesta posible.

Como siempre ocurre en los procesos históricos, diferentes elementos, reflejándose mutuamente, han llevado a una exasperación de esta característica. La condición de inseguridad permanente, determinada precisamente por la persistencia del rechazo por parte de los árabes, ha provocado una creciente radicalización de la población israelí, sobre todo de la parte más activamente comprometida con la colonización, llevándola a apoyar a las fuerzas de derecha y extrema derecha, partidarias de las fantasmagóricas soluciones finales del problema palestino. Obviamente, esto ha llevado a una mayor intensificación del conflicto, en lugar de acercarlo a una solución, creando así un mecanismo que se retroalimenta.

Este proceso ya estaba en marcha desde hace años, pero el ataque llevado a cabo por la Resistencia palestina el 7 de octubre de 2023 (que a su vez es consecuencia de ello) ha supuesto una aceleración significativa, determinando una situación absolutamente nueva. De hecho, si históricamente el Estado judío ha tenido una relación oscilante con la guerra, alternando fases de conflicto cinético, incluso muy áspero, con fases de relativa calma, con la operación Al Aqsa Flood ha entrado en un estado de guerra permanente.

Desde cierto punto de vista, es como si la dirección israelí hubiera captado la esencia estratégica del 7 de octubre (probablemente incluso más allá de la conciencia palestina), es decir, que esa operación militar no solo destrozaba la idea de la invencibilidad de las FDI y los servicios secretos, meticulosamente construida a lo largo de décadas, sino que representaba una amenaza existencial para el proyecto sionista en sí. Al constituir un punto de no retorno y, por lo tanto, un desafío estratégico, ha empujado a los líderes israelíes a responder de la única manera que conocen y que, para una coalición esencialmente extremista como la que gobierna en Tel Aviv, también es plenamente coherente con el sistema ideológico de las fuerzas que la componen. El Estado judío, por lo tanto, sale de la fase histórica en la que ha modulado su política de defensa-expansión, alternando guerras y búsqueda de estabilización, para entrar en una fase en la que la guerra se convierte en el único instrumento disponible (y concebible) para tratar de contener el rechazo de las poblaciones autóctonas. Ya no es el estado de excepción, sino la condición normal del ser.

Las condiciones políticas particulares, tal y como se han determinado históricamente, hacen que el conflicto se vea no solo como una condición ineludible para la supervivencia del Estado, sino también como una condición para mantener un statu quo de poder dentro del Estado, y que no es simplemente el mantenimiento de una mayoría parlamentaria, sino, mucho más significativamente, un amplio y difuso entramado de intereses, estrechamente vinculado a los impulsos colonizadores en Cisjordania, a la administración militar de la misma, a los sectores religiosos integristas (a los que el mayor crecimiento demográfico atribuye un creciente poder político).

El conflicto, por lo tanto, también se convierte en un instrumento político interno y desempeña una función de equilibrio en el ámbito de las disputas entre diferentes sectores de la sociedad.

La paradoja es que, mientras se convierte cada vez más en el único horizonte que tienen en cuenta los líderes políticos, emerge con creciente claridad su absoluta inadecuación para hacer frente a los problemas para los que se invoca.

Para ser más precisos, son las fuerzas armadas israelíes —y, en general, toda la sociedad— las que ya no son capaces de hacer frente a las fuerzas de oposición externas. De hecho, si desde la guerra de 1948 hasta la operación Plomo Fundido (2008/2009), el ejército del Estado judío siempre ha librado (victoriosamente) guerras simétricas (contra Estados árabes) y asimétricas (contra la resistencia palestina), ahora se encuentra en una situación doblemente imprevista y difícil: de hecho, debe enfrentarse tanto a formas de guerrilla como a fuerzas militares estatales y a formas híbridas de oposición armada, y todo ello al mismo tiempo. Esta situación, que a su vez refleja importantes cambios ocurridos en el panorama internacional, es absolutamente desestabilizadora para el Estado judío, no solo por la simultaneidad de los diferentes desafíos, sino también porque ha puesto de manifiesto la incapacidad de prevalecer incluso en uno solo de ellos.

El 7 de octubre, también desde este punto de vista, representó un punto de inflexión, más allá del cual se hizo evidente el fin de la disuasión y la supremacía militar del Estado judío.

Es difícil decir si las FDI podrían haber ganado o no la guerra contra la resistencia palestina, al día siguiente de la operación Al Aqsa Flood. En términos políticos, es decir, erradicando a Hamás y a otras formaciones del tejido social de Gaza, probablemente no. En términos militares, es razonable pensar que, si hubiera llevado a cabo la guerra de otra manera, podría haber obtenido mejores resultados, evitando una derrota estrepitosa y la reprobación mundial (excluida la de los gobiernos occidentales, pero incluida la de las poblaciones).

En realidad, aunque de forma menos evidente, estaba claro desde hacía tiempo que el ejército israelí ya no tenía la capacidad de dominar a sus adversarios. El mismo crecimiento militar de estos era la prueba contraria. Ya en 2006, cuando se intentó la enésima invasión del Líbano, el enfrentamiento con las milicias chiíes de Hezbolá (entonces mucho menos poderosas de lo que se han vuelto después) se resolvió con un sonado descalabro, lo que indicaba precisamente esta pérdida de eficacia.

De hecho, la idea fundamental sobre la que se ha construido la doctrina militar del estado judío siempre ha sido la de la disuasión a través del terror: imponer a los enemigos lecciones periódicas, absolutamente brutales y desproporcionadas, que disuadan durante mucho tiempo de levantar la cabeza. Como es evidente, este tipo de enfoque no busca una solución a las causas del conflicto, sino reafirmar la supremacía militar. Es decir, institucionaliza el conflicto, lo convierte en el factor central de las relaciones con los países vecinos y, por supuesto, con la población palestina.

En resumen, es una doctrina que reconoce la imposibilidad de una victoria definitiva, pero que confía en la superioridad bélica para contener al enemigo.

Cuando se desencadena la reacción al ataque palestino del 7 de octubre, por lo tanto, hay sin duda un componente irracional, una mezcla de rabia por haber sido sorprendidos y de deseo de venganza (que, además, se apoyan en un sustrato impregnado de supuesta superioridad racial); y esto ha determinado una escasa racionalidad operativa. Pero también hay sin duda un problema estructural, casi cultural, en la determinación de las modalidades de la acción bélica.

Las FDI, en Gaza, actúan haciendo exactamente lo que no se debe hacer y no haciendo lo que se debería hacer. Hay cientos de libros sobre el impacto casi nulo, en la guerra, de los ataques masivos contra la población civil. Y sobre el hecho de que, en todo caso, favorecen el fortalecimiento del vínculo entre esta y los combatientes, especialmente en el caso de las guerrillas. Los bombardeos masivos, la exterminación deliberada (y reivindicada) de civiles, por lo tanto, nacen del odio hacia los palestinos (porque su propia existencia es un obstáculo para la realización del proyecto sionista, porque se les considera untermensch, porque se han atrevido a atacar), pero rehúyen de cualquier cálculo militar. E incluso cuando las tropas israelíes entran en el territorio, no adoptan la única táctica que tendría sentido, en esas condiciones operativas. Porque confían en factores que, en cambio, ya han demostrado no ser eficaces.

A pesar de las proclamas de guerra a ultranza, tanto el Estado Mayor como el Gobierno creen que pueden liquidar la Resistencia en unos pocos meses; después de todo, el Estado judío nunca ha librado guerras prolongadas y no está equipado, desde ningún punto de vista, para hacerlo. Convencidos de que la enorme cantidad de explosivos lanzados sobre la Franja, así como su supuesta superioridad bélica y tecnológica (primer uso masivo de la IA en un conflicto bélico), la IDF ha optado por una táctica basada en la minimización de las pérdidas. Pero que, como era de esperar, ha resultado inadecuada.

Dado el contexto, debería haber procedido a parcelar el territorio y a su progresiva limpieza. Dividir toda la zona del Franja en cuadrantes e invadirlos sucesivamente, aislándolos del resto del territorio y saturándolos con su presencia militar. Emplear a los combatientes palestinos, identificar las salidas de la red de túneles y demolerlas, hasta la limpieza completa del cuadrante; solo entonces pasar al siguiente, manteniendo una presencia en las áreas desminadas.

Sin embargo, este modo de operar requiere tiempo y conlleva un alto riesgo para las fuerzas terrestres, que deben emplearse masivamente. Tanto el gobierno como el ejército israelí consideraron que este precio era insostenible y que, en cualquier caso, era posible lograr los resultados deseados incluso procediendo de una manera mucho más somera. Pero en realidad siempre es preferible una victoria pagada a un alto precio, en lugar de una derrota, aunque sea conteniendo las pérdidas.

Los hechos han demostrado que es imposible doblegar la realidad a nuestros deseos. El conflicto duró mucho tiempo —el más largo que ha librado el Estado judío— y no se ganó.

Incluso la última invasión del Líbano sirvió para demostrar la prevalencia de la realidad. A pesar de la experiencia fallida de 2006, y a pesar de ser conscientes de que estaban luchando contra un adversario mucho más fuerte que el de entonces, las FDI repitieron el mismo modus operandi. Obteniendo, como era de esperar, peores resultados.

Tanto en Gaza como en el Líbano, ha intentado alcanzar sus objetivos confiando principalmente en la única arma que garantiza una dominación casi absoluta y la certeza casi absoluta de no sufrir bajas: la aviación. Sin embargo, esto nunca es decisivo por sí mismo, y menos aún cuando se lucha contra formaciones que no libran batallas frontales, sino que prefieren la táctica de las emboscadas, aprovechando su dominio del terreno. El resultado en ambos casos fue una poderosa devastación de la infraestructura civil, con pérdidas incluso graves entre la población, pero un impacto militar muy limitado. Obviamente, dada la disparidad en la capacidad de fuego, es natural que las formaciones enemigas hayan sufrido pérdidas, incluso importantes. Pero estas nunca han sido significativas. Es decir, nunca han permitido que las fuerzas prevalezcan sobre el terreno ni que se alcancen los objetivos estratégicos.

Como prueba contraria, tanto en el conflicto libanés como en el de Gaza, en algún momento fue necesario llegar a un alto el fuego, lo que no tendría ningún sentido si una de las partes estuviera prevaleciendo o incluso hubiera ganado la guerra.

Por supuesto, sobre todo en lo que respecta a Gaza, el gran peso lo ha tenido la presión ejercida por la nueva administración estadounidense. Pero estos han tenido un peso en la medida en que el prolongado conflicto ha puesto de manifiesto un factor crucial, a saber, la absoluta dependencia del Estado judío de los Estados Unidos. Que ya no es solo una cuestión de ayuda económica, de apoyo de inteligencia o de suministro de armas y municiones, sino que ahora se manifiesta en forma de dependencia de la participación directa de los Estados Unidos en la defensa activa. La importancia de la presión de EE. UU. es, en definitiva, un reflejo de la debilidad militar israelí.

Y, en cualquier caso, más allá de esta presión, está claro que los dos altos el fuego responden también, y no en menor medida, a la necesidad de no pagar un precio demasiado alto (en sentido amplio, militar sobre el terreno, pero también político y económico en el país).

Como confirmación adicional de que se trató de una elección de necesidad, aunque se hiciera a la fuerza, está el hecho de que, en ambos casos, los términos de los acuerdos —aunque firmados— son estrictos para Tel Aviv, que de hecho los está violando repetidamente. Señal de que tuvieron que aceptar esos términos, salvo luego, precisamente, tratar de eludirlos, contando una vez más con la cobertura estadounidense.

Pero, como se decía al principio, la guerra se ha convertido en una modalidad estándar para el Estado judío, que la necesita no solo para mantener a raya el incesante acoso militar en las fronteras, ni para evitar el desmoronamiento de la mayoría gubernamental, sino literalmente para evitar la implosión de la sociedad israelí y, en última instancia, del propio proyecto sionista.

Y esta es la razón por la que, quizás incluso más que los impulsos expansionistas nunca sofocados, la política israelí actual se centra en la perpetuación del estado de guerra.

De hecho, todo parece estar dispuesto con vistas a eternizar el conflicto.

Es evidente el intento, una vez más reivindicado, de hacer la guerra a las ciudades de Cisjordania. Jenin, Nablus y Tulkarem están siendo fuertemente atacadas por las fuerzas israelíes, que han vuelto a desplegar tanques aquí después de casi veinte años. Asedio de los campos, bombardeos aéreos selectivos, demolición de casas, deportaciones masivas (ya son 40 000) y, por supuesto, muertos y heridos en gran cantidad. Aquí se concentran los apetitos de los colonos y de la extrema derecha sionista, aquellos que hablan de un estado de Judea y Samaria en contraposición al estado judío, considerado demasiado débil con los palestinos… Y aquí, obviamente, se concentran los intentos de expansión territorial, favorecidos por la larga administración militar en estos territorios ocupados, por la implantación de leopardos en los asentamientos palestinos (fragmentados y aislados de las colonias judías, y de la red de carreteras exclusivamente para ellos), así como por la indulgencia estadounidense en las apropiaciones ilegales.

En Cisjordania esperan obtener la revancha frente a Gaza. Y también aquí, en la martirizada Franja, no renuncian a cultivar la idea de reanudar el conflicto, a pesar de la oposición estadounidense y de la evidente incapacidad de ganarlo. Cada movimiento de la administración israelí parece concebido para crear las condiciones que lleven a reabrir la guerra.

Así, en el Líbano, donde tras dos aplazamientos unilaterales de la retirada, las FDI han decidido permanecer en territorio libanés en cinco puntos diferentes, estratégicamente situados a lo largo de la frontera. Exactamente como ocurrió con el mantenimiento de la ocupación de las granjas Sheeba (tras el alto el fuego de 2006), en violación de la resolución de la ONU, y que dio motivo al Resistencia libanesa para mantener el conflicto encendido. O como está sucediendo en Siria, donde a la ya histórica ocupación ilegal de los Altos del Golán, tras la caída de Assad, las FDI han extendido su presencia militar en territorio sirio (después de destruir con ataques aéreos gran parte de las armas del ya desmantelado ejército de Damasco) a gran parte del sur, fortificando algunos puntos estratégicos, y tratando de crear las condiciones para la creación de una región-colchón bajo su control, aprovechando la supuesta necesidad de defender a la población drusa. Todo ello, por supuesto, en el silencio cómplice de todo Occidente, así como de los asesinos que se han instalado en Damasco.

También aquí, y evidentemente, no se trata solo de la vocación de expansión territorial, ni de aprovechar una oportunidad, ni mucho menos de supuestas necesidades de defensa; se trata más bien de sentar conscientemente las bases para otro conflicto.

Y, por supuesto, en el fondo —aunque no tanto— sigue existiendo el conflicto con Irán, en el que el Estado judío siempre espera arrastrar a Estados Unidos. De hecho, esta es la principal línea de frente y, en el proceso de ucranización en curso, representa lo que Rusia es para Kiev. En el imaginario israelí, Teherán es la capital del mal y la única amenaza que se percibe como existencial. Además, la República Islámica no solo ha tenido la osadía de desafiar al Estado judío y de atacarlo dos veces (rompiendo su disuasión), con una tercera que sigue pendiendo como una espada de Damocles, sino que también ha sido el origen de la extraordinaria intuición estratégica de la Alianza de la Resistencia, la creación del general Soleimani, que ha causado tantos problemas a Tel Aviv.

De esta temporada de guerra, el estado judío sale, si no con los huesos rotos, al menos muy maltrecho. Los casi veinte años de liderazgo de Bibi Netanyahu lo han llevado a un punto de no retorno y lo han hecho tomar un camino que ya no contempla ninguna solución que no sea la guerra; una guerra que, sin embargo, no puede alcanzar ninguna solución. Ahora la espiral es difícilmente reversible porque, aunque Netanyahu ha puesto mucho de su parte, en el fondo no es más que la expresión de una sociedad consumida desde dentro, y que se engaña a sí misma pensando que puede sobrevivir un poco más alimentando el fuego de una hostilidad sin tiempo y sin fronteras.

El Estado judío está más débil que nunca, tanto militar como políticamente, y está a punto de entrar en una nueva fase histórica mundial que, inevitablemente, relegará su importancia estratégica a un segundo plano.

Pronto, Oriente Medio podría verse reducido a una zona liminal, pero ya no será un punto de unión entre mundos en conflicto. Lo que se abre es probablemente una fase de transición, aún no sabemos hacia dónde, pero lo que es seguro es que el Estado judío la está afrontando con una visión estratégica que ha envejecido gravemente.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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