Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
INDICE.
1. Más de uno de los miembros de La Tizza.
2. Volver a aprender a hacer huelga.
3. Lecturas de 2024 de Michael Roberts.
4. Situación del ataque occidental a Georgia.
5. Valoración de fin de año de Tomaselli (observación de Joaquín Miras).
6. Irak y la crisis del Eje de Resistencia.
7. Entrevista a Roberto Fineschi.
8. Crítica a la estrategia armada palestina (diálogo entre Antonio Navas y José Luis Martín Ramos).
9. La amenaza de los aranceles.
10. Resumen de la guerra en Palestina, 27 de diciembre.
1. Más de uno de los miembros de La Tizza
Curiosamente, coinciden en el tiempo la entrevista al miembro de La Tizza del que publicamos la entrevista aparecida en New Left Review, y este otro artículo que acaba de aparecer en Contretemps de otro miembro del grupo, sobre la situación en Cuba. Es una traducción de una publicación en la página cubana de hace más de un año, por lo que copio directamente esta.
https://medium.com/la-tiza/el-
El movimiento de lo social
Por Leyner Ortiz Betancourt May 22, 2023
Es cierto que las cosas ya no andan juntas y que es este un tiempo de angustia. Se dice que la angustia emerge de la confrontación con algo real, con un abismo o un pavor. Es ya experiencia de lo social en Cuba el saber que todo es heterogéneo y, más allá, dividido. Pero no habría novedad en esta constatación, tan estándar para la generalidad de las sociedades, si en la trayectoria vital de quienes habitan Cuba no estuviera aun latente un pasado en el que las cosas no eran así. Era aquel otro tiempo desbordado de subjetividad, con un sentido revolucionario que atravesaba las altas y bajas esferas de la vida, el sexo, la política, la economía, el deseo mismo.
¿Qué procesos históricos tuvieron lugar en el seno de esta sociedad para que aconteciera aquella fecha volcánica del 11 de julio, que se ha sembrado ahora entre nosotros como el recuerdo de una fractura o de un abismo? En todo sentido, el 11 de julio se proyecta como un reto, como una trampa al pensamiento, incapaz de procesar la complejidad de la historia que lo provoca. Aquellas jornadas anuncian lo que todavía parece inaceptable: que la crisis no remite tan solo al ámbito de lo político-económico, sino al de lo subjetivo, al fondo mismo de la cultura, y de lo que hemos entendido por pueblo de Cuba y nación cubana.
Cabe decir que el tránsito histórico en Cuba ha sido siempre abrupto. Abrupto significa que todo cambio fue violento, apurado, tembloroso, que el tránsito histórico se tradujo en una experiencia sincrónica desajustada y fragmentaria. Solo en situación revolucionaria ha sido capaz la sociedad de representar de forma íntegra el conjunto de su dispersión, es decir, también aquello del orden de lo invisible. La revolución, en efecto, no es solo un cambio «material» radical, sus capacidades se prueban en el registro de la cultura densa o profunda.
Lo crucial, empero, tiene que ver con el punto de vista, con la posición política desde la que se aborda la totalidad: en rigor, solo desde el lugar de los humildes se podría reconstruir la totalidad cubana dispersa.[1]
Lo histórico
Nos compete la historia en su actualidad, la historia vivida en tiempo presente. Puesto que es un artefacto cultural, puesto que está anclada — en su dimensión narrativa — al acto triunfal del primero de enero de 1959, puesto que se proyecta como una continuidad abstracta y una unidad impoluta, no es en el seno de esta estructura discursiva donde se podría escarbar en la naturaleza de las fragmentaciones actuales. No es solo que los intentos por cubrir la conflictividad social con argucias discursivas empeoran el problema, sino que es preciso visualizar estos enfrentamientos como prerrequisito para tomar un partido, para redescubrir el punto de vista de los de abajo, pues desde allí se capta mejor lo quebrado y las posibilidades de reconexión.
Es cierto que la revolución triunfante en 1959 cargaba con lo contradictorio y rico de aquella perspectiva de los de abajo, pero solo un ejercicio de forzada metafísica podría deducir que la fuerza de aquel momento es cosa eterna, y que aquella perspectiva de los de abajo es invariable en el tiempo.
Urge reencontrarse con lo pasado desde la diferencia, echando a ver lo que ahora, en crisis, se ha tornado evidente, por aquello que decía Lenin sobre las crisis como momentos de revelación de la verdad.[2] Si se trata de inicios, el modo de producción es un arranque intelectual abstracto pero útil. Es cierto que entre 1970 y 1990 los altos grados de estatización y un cierto desprecio social por la acumulación capitalista funcionaron como contenes al despliegue de la lógica del capital. Pero la caída de la URSS volvió insostenible una vasta superestructura estatal, dependiente de aquel orden internacional ya extinto. Es claro que no existía otra alternativa económica que reinsertarse en el mercado mundial. Lo que sería importante recordar es que esa reinserción ocurrió por arriba y también por debajo. Por arriba, la reconexión al mercado mundial fue mediada y controlada por el Estado, mientras que la expansión del capital cubano por debajo se efectuó a pesar de las restricciones del Estado, en un continuo y ascendente proceso de expropiación de la riqueza social en sus múltiples formas, incluida la propiedad estatal.
Aquella sociedad, en gran medida estatizada, al amparo del orden (ideológico) bipolar, comenzó a ver fragmentadas sus lógicas de socialización al expandirse en su seno un circuito capitalista de producción e intercambio.
Y habría que pensar el trauma profundo de una población en «trance doloroso» de la asignación política, planificada y centralizada de los recursos, a una creciente gestión de las riquezas, o pobrezas, en manos de una instancia pre-política, impersonal, descentrada y estratificada como el mercado.
Hubo allí un cambio subjetivo de gran calado. Cambio, por demás, que habría de tener lugar en base a las características diferenciadas de lo social en Cuba. La revolución no podría borrar la violencia histórica de la economía de plantación y de la colonia, cultura inicial de esta tierra en que la política era dominada por extranjeros, la economía por una sacarocracia blanca y habanero-matancera, mientras una masiva esclavitud africana sostenía la gloria azucarera del naciente país, y estamentos criollos pugnaban por determinar sus propios asuntos. He aquí una hipótesis que apunta al retorno de los momentos originarios, que son los instantes en que la gente establece los fundamentos del futuro.[3] No habría un solo momento originario en la historia del país, sino una consecución compleja, que se debate entre el azar de los tiempos y la agencia de sus fuerzas vivas. Importa, sobre todo, entender la forma en que lo social permanece dividido, tal y como si la relación tuviera memoria.
Sociedad abigarrada
Se puede ensayar una división cruzada, jerárquica si se quiere, que parte de un sustrato ambiental o geográfico. Es claro que también en Cuba existe una disociación, característica del desarrollo del capitalismo, entre el campo y la ciudad, y que Cuba misma es una periferia del sistema mundial desde sus orígenes. El asunto es encontrar lo específico de esta disposición ambiental de la sociedad cubana, para lo cual se pudiera partir de lo que, hace un tiempo ya, señalaba Juan Pérez de la Riva como la diferencia entre Cuba A y Cuba B. La esencia de aquella división radicaba en la constitución de una zona azucarera e industrial en la región de La Habana-Matanzas, con una relación de autonomía con respecto a los destinos y lógicas productivas del resto del país (Cuba B).[4] La riqueza de esta distinción es notable en lo que respecta a las dinámicas políticas y culturales de Cuba hasta la actualidad. Pero cabría cuestionarse la perpetuidad de esa condición, máxime cuando la evolución del capitalismo durante la república oligárquica condujo a una expansión de la industria azucarera a todo el país, sin que ello se tradujera en la quiebra de la supremacía habanero-matancera.
Que tal división se mantiene en la actualidad, ya no sobre la base de la industria azucarera sino de la turística —no por azar tan potente en esa misma zona— , no es casi objeto de impugnación teórica. Cierto, la división se mantiene, pero ya no como autonomía entre dos Cubas sino como un continuo proceso de expropiación de riquezas por parte de la zona habanero-matancera sobre el resto del país, en particular de la región oriental.
Se ha transitado de la autonomía a una relación de centro-periferia, se han unido los destinos de las dos regiones, pero bajo la férula de una nítida jerarquía. Los registros de discriminación regionalista, las dinámicas migratorias, las especificidades locales de la cultura en Cuba dan cuenta de esta división y en buena medida la legitiman, le otorgan un asidero ideológico. No obstante, esta distancia, en apariencia insalvable, es atenuada por lo que Pérez de la Riva identificaba como enclaves de Cuba A en Cuba B, que a la luz de hoy se podrían identificar como semiperiferias, es decir, mediaciones que reducen la polaridad entre el centro y la periferia;[5] tal es el caso de múltiples cabeceras provinciales, como Camagüey y Santiago, y regiones como Trinidad y Baracoa.
Tampoco cabe la duda sobre la voluntad de la revolución de 1959 en superar esta diferencia, pero la expansión del capital a partir de 1990 ha venido a acentuar las distancias. Hoy el Oriente le parece a La Habana tan lejano como Palestina: Cuba se ha alargado culturalmente, no para abarcar más, sino para dar lugar a más notables vacíos. No cabría entonces sorprenderse ante la existencia moderna de barracones de población oriental, sea en infames albergues del campo occidental o en los hacinados y periurbanos llega-y-pon que pululan en los bordes de la ciudad de La Habana; son, en suma, formas de expropiación de la riqueza a manos del renaciente capital nacional, que connotan una relación de exterioridad, de extrañamiento a lo interno mismo del país.
No sería esta, es cierto, la única división, pero figura aquí como la primera, no por mera casualidad, sino por la creencia en su poder movilizador, acaso por encima de las demás. Siguiendo aquella hipótesis sobre el momento originario que se repite, la identificación cultural en base a los territorios de Cuba vendría a ser la réplica de las pequeñas patrias criollas del tiempo colonial. Ello debiera decir algo sobre la salud de la patria grande, o al menos sobre su fragmentación. Pero antes de dar este salto a lo político, cabría pensar en lo que se encuentra una vez que se ha enmarcado el territorio: hay familias, unidades productivas y de consumo reproduciendo a la sociedad en su conjunto. Como en otras formaciones, aquí también la mujer ha sido el sostén reproductivo e invisible del conjunto de nuestra historia, también aquí las disidencias sexuales han servido como pavor disciplinario de la norma reproductiva. Lo sorprendente en Cuba es la forma en que las estructuras simbólicas de la norma sexual se sostienen y reproducen, máxime si se consideran las condiciones de hacinamiento, flexibilidad habitacional, flujos migratorios y otras herencias históricas — desde la aberrante conquista española a los barracones de esclavos — que favorecen relaciones sexuales cambiantes, diversas y promiscuas, mucho más ricas que la ley heterosexual y monogámica predominante. Se podría decir que las estructuras simbólicas vienen a contener las enormes energías libidinales en el seno de lo social cubano, a encauzarlas en propósitos económicos o políticos restrictivos.[6]
Quizás el porqué está asociado a la renovada fuerza del momento familiar. El repliegue estatal iniciado en los noventa discurrió en paralelo a la contracción del espacio público, de manera similar a como se han reducido las asignaciones centralizadas y ha aumentado la relevancia de la familia para la supervivencia.
Abandonadas a su propio arbitrio, en condiciones de precariedad, estrés, incertidumbre, las familias han visto reafirmadas su carga reproductiva y su valor cultural. Con tímidos compromisos políticos y cambiantes relaciones laborales, con identidades colectivas que se diluyen entre la crisis de hegemonía y la mercantilización, la vida se reduce al ambiente familiar, el éxito no sobrepasa los umbrales del hogar. Es lógico que se mantenga el realismo doméstico como convicción de que no existe otra forma familiar para resistir los embates de la vida diaria. La familia suple la estabilidad que es muy difícil encontrar en una vida arrojada a la flexibilidad y el cambio breve del capitalismo contemporáneo. En ese sentido, lo familiar es también una frontera, un cierto aislamiento desde el cual es complejo construir comunidad, pues se tiende a carecer de algo en común, máxime si el repliegue de lo estatal muchas veces se lo ha llevado consigo. Es así como la trayectoria familiar incrementa su relevancia a la hora de saber cuál es la colocación óptima del individuo en esta sociedad. Si algo permitía el orden estatizado previo, era la parcial superación del peso familiar sobre los individuos.
Lo dicho tiene, por cierto, raíces étnicas y de clase. La racialidad en Cuba es, sin dudas, un elemento estructurador del orden simbólico, cuyos orígenes son francamente estamentarios, en el sentido más feudal del término. Esto remite al trauma originario de la esclavitud negra a manos de la sacarocracia blanca, condición de casta en que, como es habitual, las clases sociales se imaginaban a partir de la etnicidad. Se ha hablado profusamente de la forma en que las revoluciones cubanas vinieron a violentar esta división estamentaria, pero cabría pensar que su suplantación por relaciones más directamente clasistas se relaciona, acaso con similar fuerza, con el avance del capitalismo. Visto en tales términos, el capitalismo en Cuba no pudo ni se planteó una igualación de razas, sino que subsumió el racismo a su lógica de explotación, como un elemento favorable a su dominio, siempre dependiente de diferencias que sostengan el intercambio desigual.
Significa esto que el arranque igualitario de las revoluciones ha sido constreñido por la pervivencia de aquella lógica de castas. Pero esto no conduce a pensar que exista una correspondencia directa entre raza y clase en Cuba, sino que, en el plano productivo, la clase capitalista tiende a desplazar a los cuerpos negros hacia los empleos de mayor explotación bajo un principio de exclusión cultural; mientras que, en el plano de lo simbólico, la imagen de los herederos de África tiene un componente de clase asociado a la esclavitud, al proletariado manual y a las economías precarias. Ello remite, en suma, a una fuerte conexión entre clase y etnicidad en Cuba, que ha sido tan variable como permanente en la historia de esta tierra.[7]
Y así continuó ocurriendo que los patriarcas blancos, principalmente de la zona habanero-matancera, mantuvieron el dominio político y económico sobre el país, mientras que el resto del pueblo, ennegrecido, oriental, feminizado, permanecía en exclusión: eran la parte de los que no tienen parte.[8] Es de allí de donde el capital naciente expropia sus principales riquezas. ¿Y no cabría esperar que aquella parte de los que no tienen parte se reconstituya a partir de los retrocesos implícitos en las crisis que han asolado al país desde 1990? Ello sucede, qué duda cabe, con la misma fuerza con que se mueven las placas tectónicas en el subsuelo. Sin embargo, no podría entenderse esto en su genuina complejidad sin considerar un cambio fundamental en el reino de lo político: el tránsito violento, traumático también, de un dominio colonial y un Estado oligárquico a un Estado nacional-popular a partir de 1959.
El momento estatal
Quiere esto decir que el Estado emergido a partir de 1959 no sería ya un Estado corporativo y estamentario, como aquel de la república que fue expresión — la mayoría de las veces — , de los privilegios de clase, raza, sexo y región. Era aquel, en efecto, un andamiaje político directamente vinculado a sus bases sociales.
El nuevo Estado revolucionario, construido a partir de 1959, acentuó el vínculo con sus bases sociales y las democratizó, al punto de transitar por completo de la cualidad oligárquica a la nacional-popular.
Era el Estado de aquellos que no tuvieron parte, pero contenidos en una construcción nacional-popular unitaria, en la cual se tendía a borrar las diferencias sociales. Esta borradura acontecía en el plano de un pensamiento radicalmente igualitario, republicano y de fuerte vocación asistencial y soberana. Es sabido que la movilidad social ascendente provocada por la revolución fue generalizada y no subvirtió las brechas históricas, no solo porque buena parte de los grupos dominantes en el nuevo Estado provinieran de capas medias del período anterior, sino porque el propio sujeto nacional-popular se subjetivaba como un ente homogéneo, consciente de las diferencias pero solo como si fuesen matices de segundo grado. Y ante el Estado, por cierto, todos cuentan como ciudadanos, como sujetos políticos, más allá de las diferencias históricas.
Cierto es que se pretendió ir más allá de profundas diferencias sin atacarlas de frente, pero aún así existía una correspondencia subjetiva tan fuerte entre el Estado y lo social, que cabría hablar de una sociedad estatal, profundamente politizada, en el proceso de aquella revolución triunfante. De modo que el interés de las mayorías tendía a traducirse en interés de Estado y viceversa. Pero la crisis de los noventa cortó el caudal espeso de esta fluidez. Se ha dicho que la reproducción social en el seno de las relaciones capitalistas se expandió a partir de esta fecha. Este modo de vida provoca, por cierto, una paulatina despolitización, al emerger una relación con el mundo que se percibe como aislada y natural, en vez de sistémica e histórica.
Quien mantuvo un vínculo fuerte con el Estado en su dimensión existencial contuvo, en cambio, una perspectiva política de la vida nacional. Pero aquí se produjo una disociación esencial del Estado y su base social. En la coyuntura de crisis los remanentes de la parte de los que no tienen parte en la sociedad cubana se reactivaron y actualizaron, de forma tal que su tránsito al circuito capitalista ocurrió con silenciosa y terrible naturalidad. Hay en esto el inicio de un cambio cualitativo en el Estado, en la medida en que comienza un proceso de separación con respecto a lo social que no es solo material, en lo relativo a sus bases, sino subjetivo. En efecto, también en los noventa sucumbió un paradigma de sociedad y un proyecto de futuro para grandes porciones de la población. La paulatina retirada biopolítica del liderazgo histórico de la Revolución no ha hecho más que acentuar esta separación subjetiva.
De resultas, ni en cuanto a las fuerzas vivas de la sociedad, ni en cuanto a la relación cultural de lo social con lo estatal se puede hablar de una conexión tan imbricada como aquella de los inicios del proceso revolucionario. Tampoco se trata, por cierto, de una reemergencia oligárquica en lo estatal, pues, he aquí lo decisivo: que el Estado se ha vuelto semi-autónomo con respecto a lo social.
En tiempo de revolución es impensable la autonomía de lo político; lo que se piensa, por el contrario, es el dominio absoluto de la política sobre, no ya la sociedad, sino la historia toda. La autonomía de lo político solo puede tener lugar ante el dominio de lo económico, cuestión reconocible no solo en la expansión de las relaciones capitalistas, sino en la propia cultura de las gentes en Cuba, que valoran las capacidades de supervivencia, es decir, el registro económico de la vida, como el fundamental, por encima de cualquier otro.
Cuatro proyecciones de lo político
La semi-autonomía del Estado actual, y de la esfera de lo político en su conjunto, supone un reto adicional al pensamiento, que no puede derivar proyecciones políticas directas a partir del segmento de lo social que se analice. De hecho, acaso el estudio de la semi-autonomía de lo político debiera iniciar por la ampliación de lo que alguna vez no fueron más de dos proyectos políticos antagónicos: el de la contrarrevolución, sustentado por la oligarquía cubana de Miami y en estrecho contubernio con el imperialismo estadounidense; y el de la Revolución, directamente traducido en la política de Estado que lideraba Fidel. En la crisis actual ya no se trataría de una división de esta índole, puesto que en base a tal dicotomía no se podría entender un acontecimiento como el del 11 de julio. Cual si se tratase de una antagonía que se bifurca, hoy es preciso hablar de cuatro horizontes políticos que pugnan y se complementan, se mezclan y superponen, sin que acabe por imponerse la fuerza imperativa de alguno.
Hay algo de arcaico en el proyecto de la contrarrevolución asentada en Miami y Washington. Es el cenit de una trayectoria reaccionaria en el pensamiento cubano, cuyos orígenes, más allá del batistato y de la oligarquía republicana, se deben rastrear en la propia colonización española. Cuando este proyecto anuncia una reconquista es imposible no remitirse al espíritu saqueador de aquella horda de ibéricos que se apoderaron de Cuba, a ese origen reaccionario de la isla.
Aunque hay lugar en su memoria para la creatividad autónoma de la sacarocracia colonial, las acciones traicionan sus palabras y terminan por ser más cercanos a Diego Velázquez que a Arango y Parreño. No significa esto que sean un cenáculo de élite desligado de las multitudes, por el contrario, sus adeptos se reproducen en forma ampliada, y acaso su poder de convocatoria popular-fascista sea indicativo de que la Revolución no ha fenecido en la subjetividad de lo nacional-popular.
No es esa la condición del proyecto de la Revolución, que cabría pensar como uno actualmente fragmentado y, en cierto sentido, ampliado. La representación de este se adentra por completo en la trayectoria de las ideas revolucionarias en Cuba, en las antípodas de la tradición reaccionaria. A la cabeza del Estado y en posesión de los medios de producción ideológicos dominantes, se encuentra una subjetividad cuya lógica de funcionamiento es — en esencia — estatal, aunque no se limita al marco de lo institucional, pues es creencia social bastante extendida. Se le podría llamar realismo revolucionario, en la medida en que esta subjetividad política se percibe como continuación de la revolución desatada en 1959 y de su naturaleza nacional-popular, pero también en la medida en que cancela otras alternativas revolucionarias y constriñe la capacidad imaginativa y de disenso político, pues se encuentra convencida de que la suya es la única forma de ser y hacer la revolución.[9] Es esta la ideología dominante, si algo así es pensable en esta sociedad abigarrada; y es, qué duda cabe, la lengua de la burocracia estatal, que es su base social reproductiva.
Se trata de una proyección cerrada antes que excluyente, indispuesta y torpe ante el reto de construir consenso, atragantada de una autopercepción de fortaleza institucional que olvida o menosprecia el desafío hegemónico.
No obstante, pone un énfasis notable en la esfera de lo simbólico, como si allí y no en lo real se verificara la verdad de las cosas. Ello tiene que ver con su matriz profundamente ideológica. Este énfasis en lo simbólico se percibe, desde estratos sociales externos a esta perspectiva, como una superestructura a ratos asfixiante, pero fundamentalmente desligada de sus condiciones concretas de vida; lo cual no hace más que reforzar una percepción de autonomía estatal, es decir, de separación subjetiva entre un nosotros y un ellos. Esto se suma al grado de deslegitimación resultante de las torpezas en la política de Estado, lugar que la burocracia no estaba capacitada para rellenar luego de la salida del liderazgo histórico, sobre la cual esta función recayó durante medio siglo de manera casi exclusiva.
Otra proyección, de un vigor intelectual más dialogante con las corrientes contemporáneas de la izquierda, gravita en torno al Estado desde un formato diferente al resto de las proyecciones. Ha sido construida en base a la recuperación del ideario republicano y democrático-representativo de los grupos políticos existentes en la historia revolucionaria y estatal de Cuba. Es amplio su espectro político, pues abarca desde propuestas de pluripartidismo liberal — más cercanas al proyecto de la contrarrevolución — a reformas institucionales de orientación popular-nacional, e incluso socialistas. De tal anchura es su propia trayectoria histórica.
Es esta una proyección seducida por la dimensión institucional de las cosas, por lo que su resonancia en el seno de lo popular-nacional, en el fondo social cubano, es intelectual en el sentido tradicional del término, es decir, no orgánica. Empero, su base social posee una influencia notable, pues gira en torno a las capas medias y diversos grupos intelectuales y académicos.
Su socialización por vías indirectas, su capacidad de diálogo con los sectores de poder, su lenguaje entendible en el marco epistemológico estatal apunta, en todo caso, a un ascenso de esta perspectiva en la escalera de poder, aunque ello acontezca más sobre la base de la fórmula arcaica del consejero ilustrado que sobre el clásico registro de la toma del poder o del intelectual orgánico. Avanza más en el pensamiento que en lo personal, y ello es verificable en el tono de múltiples reformas aplicadas por el Estado cubano en la última década.
Hay un cuarto horizonte de lo político en las subjetividades de Cuba, cuyo devenir histórico es consustancial a la reactivación de aquella parte de los que no tienen parte en el seno de la sociedad. Su emergencia tiene nombre actual: 11 de julio, y sus antecedentes se trazan en los sucesos del 5 de agosto de 1994 y se extienden hasta las numerosas protestas locales que tuvieron lugar, sobre todo, entre mayo y octubre de 2022. Hay un impulso expresivo, manifestante en estos actos, como si su lógica profunda no fuera otra que la emergencia a la luz de un sustrato cultural agresivo, desplazado y silenciado. Su relación de exterioridad con respecto al Estado, que solo garantiza una parte de su reproducción vital, mientras el resto acontece en las fauces del mercado, y la convicción de que el discurso de las instituciones no responde a sus condiciones reales de vida, los conduce a este tipo de actos explosivos. No tendrían lugar semejantes erupciones si existiera una sociedad civil orgánica al constructo estatal, que funcionase como un registro de representación, mediación y contención. Pero algo así no existe ya, la sociedad civil de Estado sigue una trayectoria burocrática, y su horizonte político es, casi por entero, estatal-partidista. En tanto, la sociedad civil de esta parte de lo social, precaria e inestable, difusa y descentrada, no es verdaderamente reconocida como interlocutora del gobierno y carece de los mecanismos para ganarse, por entero, este reconocimiento.
Sucede algo paradójico en este registro de lo social, pues más allá de la decisiva influencia de las relaciones capitalistas en sus paupérrimas condiciones de vida, ante ellos el Estado se presenta como único responsable y culpable de sus desgracias. Intercede en ello una imagen de lo político centrada en lo estatal.
Es acaso por eso que estas emergencias no han consolidado organizaciones políticas o asociaciones de mediana o larga duración: suponen que no les compete, suponen que eso es asunto de los intelectuales o del Estado. Es a él a quien le hablan en sus protestas, de él demandan atención, reconocimiento, negociación. Es cierto que la manifestación es un momento de autodeterminación de lo local, pero esta autonomía es, en última instancia, una descarga catárquica de energía política, incapaz de encauzarse a un proyecto colectivo y consensuado. No hay labor intelectual, en el sentido de disputa hegemónica, en estos actos.
Y es por ello que no encuentran otras palabras para expresar su disenso que las consignas abstractas y oligárquicas del bloque contrarrevolucionario. No tienen, por así decirlo, un lenguaje diferente, no logran expresar sus propios intereses con sus propias palabras.
He aquí que una emergencia profunda de lo social demanda al Estado una vocación más popular-nacional, pero con palabras del enemigo que conducen, indefectiblemente, a una tremenda, mayúscula confusión. Acaso no podría ser de otra forma, tratándose de un sustrato social que jamás ha podido desarrollar a plenitud sus propias capacidades políticas, es decir, sus destrezas de autodeterminación. No habitan ellos en el espacio privado de las clases burguesas, ni el espacio normativo y jerárquico del Estado, sino que el suyo es un espacio descompuesto, decadente, premoderno, fragmentario. Tampoco su tiempo conoce la linealidad de las estrategias de gobierno o de las trayectorias socialmente ascendentes de los sectores favorecidos; el suyo es un tiempo cíclico, en cuanto es lo suficientemente breve y cambiante como para terminar siendo tormentosamente repetitivo. ¿Cabía esperar otro tipo de emergencias desde este fondo histórico?
Poseen, acaso, una imagen amable de sí mismos, pero carecen de una narración, de una trayectoria simbólica e histórica a la cual asirse, en la cual posicionarse, por lo que no tienen un mapa político de la situación, carecen de orientación y destino. Es decir, no han logrado construir un punto de vista, una posición epistemológica diferente, singular. Por eso echan mano de otras consignas disponibles en su acervo político. Esto remite a las carencias de su labor intelectual y auto-organizativa. Pareciera como si sus cuerpos fueran ocupados por otros discursos, cuya propia práctica termina por impugnar. En medio de una crisis total, del avance feroz del capitalismo y del repliegue de un modelo de vida estatal, su cultura se encuentra en estado de disponibilidad, son capaces de usar palabras de los otros, aunque les sean impropias. No se trata, empero, de una actitud pasiva: hay una disociación de lenguajes, un desentendimiento o choque cultural, si se prefiere.
En efecto, es una pugna, y uno de sus resultados podría ser la fractura entre la parte de los que no tienen parte y el proyecto revolucionario. He allí el peligro mayor. La situación se ha configurado como un empate de fuerzas y es sabido que el estancamiento del «movimiento real que supera el estado actual de cosas», es decir, de la revolución misma, es sinónimo de retroceso.
Las revoluciones, sin embargo, nunca anuncian su llegada, y aún de esta coyuntura conservadora podrían emerger inesperados desarrollos. Se ha dicho que hay una falta en lo subjetivo que es del orden de lo intelectual y del tránsito de la manifestación a lo auto-organizativo. Algún discurso tendrá que dar cuenta de los movimientos reales de lo social. Queda entonces por decir la palabra que brote de aquel fondo, que sea carne de la gente y, a la vez, destello fulminante, anuncio de un destino: un nuevo lenguaje capaz de ser el espíritu de este tiempo de angustias.
Notas:
[1] Lukács, Georg: Historia y conciencia de clase, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970.
[2] Ulianov, Vladimir I. (Lenin): «Las enseñanzas de la crisis», en Obras escogidas, t. VI (1916–1917), Editorial Progreso, Moscú, 1973, pp. 148–150.
[3] Zavaleta Mercado, René: «Cuatro conceptos de democracia», en La autodeterminación de las masas, Siglo XXI Editores y CLACSO, México D. F. y Buenos Aires, 2015, pp. 121–146.
[4] Pérez de la Riva, Juan: «Una isla con dos historias», en El barracón y otros ensayos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 75–90.
[5] Wallerstein, Immanuel: Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, Ediciones Akal S. A., Madrid, 2004.
[6] Marcuse, Herbert: El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, trad. Antonio Elorza, Planeta-Agostini, Barcelona, 1993 [1954].
[7] Orellana Aillón, Lorgio: La caída de Evo Morales, la reacción mestiza y el ascenso de la gente bien al poder, Universidad Mayor de San Simón, Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional, Instituto de Estudios Sociales y Económicos, Cochabamba, 2020.
[8] Rancière, Jacques: El desacuerdo. Política y filosofía, trad. Horacio Pons, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1996 [1995].
[9] Fisher, Mark: Capitalist Realism: Is there no alternative? Londres: Zero Books, 2009.
2. Volver a aprender a hacer huelga
Reseña de un libro reciente sobre las huelgas en Francia, y la necesidad de su replanteamiento.
https://www.contretemps.eu/
Salir de la mitología, organizar huelgas estratégicamente
Etienne Pénissat 27 de diciembre de 2024
Un año después del movimiento social contra la reforma de las pensiones de 2023, el libro de Baptiste Giraud llega en el momento justo para replantearse estratégicamente las condiciones de generalización de las huelgas. A pesar de su fuerza numérica, su duración y la legitimidad de las reivindicaciones sindicales en la opinión pública, la movilización de 2023 acabó en fracaso porque las huelgas no consiguieron extenderse más allá de algunos bastiones del movimiento obrero (ferroviarios, trabajadores de refinerías, trabajadores de la energía). Confirmó las dificultades de los sindicatos para movilizar a franjas enteras de la fuerza de trabajo que no sea a través de manifestaciones y peticiones, empezando por sus segmentos subordinados feminizados y racializados [1].
Criticando la estrategia intersindical centrada en la organización de grandes manifestaciones y un llamamiento a «parar el país» (7 de marzo) sin ningún seguimiento, algunas organizaciones militantes y figuras de la izquierda radical, como Frédéric Lordon, se apresuraron a considerar que lo único que faltaba era una «clara» y «centralizada» a la «huelga general» por parte de los «dirigentes sindicales » para que esta » solución lógica» se aplique y haga ganable un «imperdible movimiento»[2]. El mérito de este libro es que trata de responder a la cuestión de las condiciones contemporáneas de la huelga y de su difusión, no en el cielo de las ideas y de los discursos de tribuna, sino mediante encuestas a sindicalistas y asalariados.
Baptiste Giraud, Réapprendre à faire grève, PUF, 2024
Investigar las huelgas… cuando están ausentes (o casi).
Basado en un estudio etnográfico de dos años de la Union Syndicale Commerce [3]de la CGT París en la década de 2000, el libro[4] explora cómo las huelgas, una herramienta histórica del movimiento obrero, se reinvierten, se enseñan y se adaptan a las realidades de sectores precarios como la hostelería, la comida rápida, la logística y el comercio minorista. Aunque estos sectores se caracterizan por un bajo nivel de afiliación sindical, también son los principales proveedores de empleo, muy por delante de la industria. En París, por ejemplo, representarán dos tercios de los 4 millones de empleos en 2020. Este enfoque complementa los trabajos que Baptiste Giraud había realizado, con otros investigadores, sobre los usos de la huelga y sus transformaciones en Francia[5].
La encuesta articula dos escenas de observación. En primer lugar, un estudio de «la huelga en su ausencia «. Baptiste Giraud nos acerca lo más posible al personal fijo [6] de US Commerce en su labor de organización, formación y movilización de sindicalistas y empleados en empresas donde el recurso a la huelga es poco frecuente.
«Esta estrategia de investigación permite captar in vivo lo que la huelga puede tener de ajeno para los militantes, aunque sean miembros de la CGT, y los mecanismos de socialización militante que intervienen en la domesticación de este modo de acción» (p. 30).
De este modo, capta los obstáculos materiales, organizativos y humanos, así como las formas de autolimitación e inhibición que tienen los militantes para recurrir a la huelga. Se complementa con un estudio detallado de tres huelgas largas: una de camareras de piso de un hotel de una cadena de lujo, otra de trabajadores de un almacén logístico de una gran cadena de calzado y, por último, una última entre empleados y repartidores de una pizzería de una multinacional de comida rápida.
El capital colectivo y organizativo de la CGT y sus límites
El libro informa sobre » el poder de resistencia de la dirección a las huelgas«. En estas empresas, los sindicalistas de la CGT se enfrentan a «un despotismo de la dirección caracterizado por una gestión doméstica de la mano de obra, la personalización de las relaciones de poder y estrategias antisindicales especialmente agresivas. En este contexto, resulta aún más difícil construir una presencia sindical, debido al alto grado de inseguridad entre los empleados de menor rango y al carácter disperso de los lugares de trabajo, que no favorece la estabilización de los colectivos laborales y hace que las campañas de organización sean especialmente costosas.
La primera enseñanza que se desprende del estudio es que los medios financieros y humanos de la CGT son especialmente limitados para hacer frente a esta situación. La Fédération du Commerce, des Services et de la Distribution sólo puede contar con 8 permanentes para 100 profesiones, 80 convenios colectivos y 5 millones de asalariados. En París, en el momento de la encuesta, la US Commerce contaba con 3 permanentes para más de 2 millones de asalariados dentro de su perímetro de sindicación.
El bajo número de personal permanente es tanto más perjudicial cuanto que en estas empresas no suele haber afiliados sindicales y, cuando los hay, los activistas están aislados. Por ello, los responsables sindicales desempeñan un papel esencial en la organización, la formación en derecho y acción sindicales y el apoyo a las luchas. Con una amplia gama de actividades y responsabilidades que desempeñar, disponen de poco tiempo para dirigir las bases sindicales locales, lo que limita considerablemente su interacción con los afiliados y delegados sindicales. Los intercambios se producen principalmente por teléfono, lo que acentúa la impresión de que la CGT funciona más como una etiqueta que como un colectivo verdaderamente integrado. Esto se ve agravado por la elevada rotación de los activistas de la empresa, que agota los recursos humanos de US Commerce.
Esta situación ilustra las contradicciones del sindicalismo de lucha preconizado por la CGT. Mientras que, por una parte, las luchas y las huelgas siguen estando en el centro de los debates y del discurso, los medios necesarios para llevarlas a cabo no son realmente objeto de una verdadera política de organización compartida y planificada. Baptiste Giraud señala, por ejemplo, que la ausencia de un fondo de huelga centralizado y dotado de recursos importantes dificulta el apoyo a los huelguistas, mientras que los empresarios de los sectores del comercio y los servicios movilizan importantes recursos financieros y humanos para dejar «enconar» las huelgas minimizando su coste económico. También muestra que la solidaridad entre los sindicatos y las distintas estructuras de la CGT (federaciones, sindicatos departamentales y locales) es especialmente difícil de organizar. Hay muchas tensiones entre las «grandes federaciones» y estructuras como US Commerce, que intentan organizar a los trabajadores precarios. Además del declive de los «bastiones» de la CGT, la competencia entre las luchas, amplificada por la autonomía de las estructuras locales, complica la coordinación y la puesta en común de los recursos. La dispersión de los esfuerzos limita la capacidad de la organización para estructurar una respuesta coherente y duradera a los retos que plantean la fragmentación de las empresas y los conflictos sociales. Es evidente que la relación de fuerzas en el seno de la CGT sigue siendo un obstáculo para la sindicación en estas empresas.
Frente a estas limitaciones organizativas, que les obligaban a practicar «un sindicalismo de bomberos«, el personal de US Commerce adoptó un enfoque pragmático de la gestión de los conflictos laborales, tratando de racionalizar el recurso a la huelga. El objetivo era evitar enfrentamientos mal gestionados («no vayas a los perros «), demasiado costosos en términos de recursos financieros y humanos. Se prefieren las huelgas, más sencillas, sobre todo cuando existe un cierto equilibrio de poder con el empleador en el lugar. Estas acciones puntuales a veces se traducen en victorias significativas a nivel de la planta. Por otra parte, el personal fijo y los delegados sindicales son incapaces, la mayoría de las veces, de extender estas movilizaciones a las diferentes sedes de estas grandes empresas. La estrategia de US Commerce refleja, por tanto, una adaptación a las realidades de un sector fragmentado en el que las dinámicas sindicales son dispares y los recursos limitados.
«Con nosotros, no se puede ir como zánganos»
La asimetría de recursos entre la dirección y los sindicatos es un reto importante, pero los responsables sindicales también tienen que tratar con empleados cuyas realidades laborales y actitudes ante la acción sindical están muy alejadas de su cultura sindical. Uno de los puntos fuertes del libro reside en su profundo análisis de los ajustes que el personal fijo debe realizar para evolucionar en estos contextos profesionales.
Los desajustes se manifiestan en las tensiones entre los afiliados y delegados sindicales del sector del comercio y los servicios y los responsables sindicales de los sindicatos locales (UL) y de las grandes federaciones, generalmente más politizados, procedentes de sectores más estables de la mano de obra y de sectores (función pública, industria pesada, ferrocarriles, etc.) en los que la práctica de la huelga es a menudo un ritual dominado. Una delegada sindical de una panadería industrial, por ejemplo, da fe de ello por el número creciente de malentendidos que ha tenido con responsables de la federación agroalimentaria a la que está afiliado su sindicato. Aunque es de extrema izquierda, se distancia de las prácticas sindicales que considera poco adaptadas a la realidad de su lugar de trabajo: «Son gente estupenda, muy combativa… Pero todos vienen de grandes empresas con muchos sindicalistas, y no lo saben. Y cuando querían ayudarme, entraban en la tienda igual que en la fábrica, haciendo mucho ruido e interrumpiendo a todo el mundo. Para ellos, lo único que existía era la huelga. Para ellos, eso es la lucha sindical, eso es todo. Pues bien, eso no se corresponde en absoluto con la realidad del taller y de las personas que trabajan en él» (p. 95).
Por su parte, el personal fijo de US Commerce estaba mejor preparado para percibir estos desajustes y, en consecuencia, adaptó sus estrategias para tener en cuenta las características específicas de los trabajadores del comercio minorista. Intentaron promover sus conocimientos y competencias en el seno de la CGT, pero su influencia siguió siendo marginal. Lucharon por convencer a las demás estructuras para que «reaprendieran» a hacer huelga, teniendo en cuenta las limitaciones específicas ligadas a la organización capitalista y a las políticas de gestión de estas empresas.
También se produjeron desajustes entre el personal de US Commerce y los miembros de base del sindicato. Se manifiestan en tensiones entre dos tipos de acción sindical: la militancia de fachada y la pedagogía militante, politizada y combativa. Para estos asalariados, el sindicato es ante todo un intermediario legal, un medio de hacer valer sus derechos. Muchos de ellos se afilian a los sindicatos pensando en esta protección, convirtiéndose poco a poco en activistas capaces de defender sus derechos, aunque manteniendo cierta distancia con el carácter colectivo y reivindicativo del sindicalismo de la CGT. Baptiste Giraud muestra cómo se socializa a estos afiliados y delegados sindicales en el activismo sindical, un proceso poco visible y tedioso. En concreto, se trata de utilizar los locales sindicales como lugares de encuentro y de organizar cursos de formación. Estas iniciativas pretenden crear un sentimiento de pertenencia de clase, al tiempo que dan coherencia política a las luchas unificando el análisis de las políticas y reivindicaciones patronales. Se oponen a las interpretaciones individualizadas o psicologizantes de los conflictos, para anclarlos más firmemente en una perspectiva colectiva y anticapitalista.
Por tanto, las dificultades a las que se enfrentan los fijos no son sólo una cuestión de medios para actuar y organizarse en los desiertos sindicales, sino también de condiciones para integrar a los sindicalistas y delegados sindicales en colectivos militantes más amplios, unidos en torno a una consigna común y dispuestos a ir a la huelga. En otras palabras, para la CGT no se trata sólo de eliminar los obstáculos vinculados a la precarización de la mano de obra, sino también de transmitir un habitus sindical y político a los sindicalistas cuyos orígenes sociales y profesionales muestran a menudo poca experiencia de la acción colectiva.
Las fragilidades de la acumulación primitiva de capital militante o los retos del aprendizaje de la huelga.
Los sindicalistas y delegados sindicales encuestados por Baptiste Giraud carecen singularmente de experiencia práctica en huelgas. Por ejemplo, el delegado sindical que, tras conseguir que los empleados de unos grandes almacenes de París abandonen el piquete, se encuentra sin megáfono, sin petición, sin octavillas y sin idea de cómo prolongar su osadía inicial: «¿Qué hacemos ahora?«, pregunta a un empleado ? » » Porque los chicos [los empleados], me preguntan qué vamos a hacer ahora. No sé qué decir ni qué hacer…» (p. 74). O los dos delegados de una gran superficie de cosméticos que, sorprendidos por haber conseguido salir durante unos minutos, entran en pánico cuando se enfrentan al jefe, que tergiversa deliberadamente el hecho de que la huelga es ilegal por haber sido convocada sin preaviso, y a sus compañeros, con el fin de transformar su descontento en reivindicaciones creíbles. Sin embargo, en determinadas condiciones, el trabajo de adaptación del personal fijo a las organizaciones de trabajo y a las disposiciones de los asalariados permite que surja una «microconflictividad huelguística» e incluso, en algunos casos, huelgas prolongadas.
Las huelgas que hemos analizado tienen varios puntos en común, aparte del hecho de que implican a empleados de bajo nivel (trabajadores de cuello blanco y de cuello azul). En primer lugar, son una expresión de hartazgo y de reivindicación de dignidad frente a las decisiones brutales de los jefes. «La intensificación de las restricciones organizativas y de gestión (reorganización del trabajo, introducción de un management agresivo, paso a la franquicia) se imponen a los asalariados sin arreglo posible y provocan una ruptura de la economía moral paternalista que existía antes de estos cambios. Por todo ello, las huelgas nunca estallan espontáneamente. Aunque para la mayoría de los sindicalistas y empleados supone la primera experiencia de un paro voluntario, su aparición se basa principalmente en la solidaridad preexistente entre compañeros. Aunque estos pequeños y medianos establecimientos son poco propicios al sindicalismo y a la acción colectiva, favorecen la interacción social y, a veces, la solidaridad entre empleados, que se activa en la acción colectiva. Baptiste Giraud muestra también el papel que puede desempeñar la solidaridad comunitaria o basada en la experiencia de la discriminación racial (p. 247-248). En consecuencia, las huelgas son siempre mayoritarias en las unidades de trabajo afectadas. En segundo lugar, la huelga se basa en un mínimo de trabajo preparatorio entre el personal fijo de US Commerce y los «líderes», ya sean formales (delegados sindicales) o informales, aunque sólo sea para consolidar el descontento y transformarlo en una plataforma reivindicativa. En los tres conflictos estudiados, la acción colectiva fue posible gracias a » eficaces » delegados sindicales con un alto grado de legitimidad entre sus colegas sobre la base de sus competencias profesionales o de una socialización política o militante previa. Estas observaciones nos llevan a alejarnos de una visión estática de los recursos de que disponen los asalariados y los sindicalistas.
Por último, el personal permanente de US Commerce desempeña un papel indispensable para apoyar » la economía moral y material de la huelga «. Arriba para identificar a los líderes informales, dar confianza y legitimidad, transmitir conocimientos militantes, reformular los agravios en reivindicaciones a imagen de los organizadores comunitarios de los barrios obreros estadounidenses[7]. Después, politizar los conflictos y convertir las huelgas de indignación en movimientos críticos con el orden económico, anticiparse a las malas jugadas de la patronal y a los costes de la huelga, supervisar el piquete, tranquilizar a los empleados cuando el patrón amenaza o una sentencia judicial va en contra de los huelguistas. En resumen, es en la acción donde estos neodevotos se forman en las estrategias de lucha y negociación. Sin su presencia y experiencia, estas movilizaciones no habrían visto la luz, o no habrían perdurado en el tiempo.
Sin embargo, la encuesta también muestra la fragilidad de estas movilizaciones. Aunque sean mayoritarias en el lugar de trabajo, estas huelgas son siempre minoritarias en la escala de estas grandes empresas, lo que reduce sistemáticamente la relación de fuerzas con el empresario. Una vez pasada la euforia de los primeros días de huelga y el sentimiento de emancipación de la dominación patronal, los huelguistas se aíslan rápidamente. Esto es tanto más cierto cuanto que las condiciones de vida y los recursos de los asalariados hacen que las formas de implicarse en la huelga sean muy desiguales. Mientras que algunos huelguistas pueden recurrir al fondo de huelga y/o a la solidaridad familiar para salir adelante, muchos adoptan estrategias de salida del trabajo buscando un empleo en otro lugar. La determinación de la patronal de no ceder y los recursos movilizados para conseguirlo (a veces más costosos que satisfacer las reivindicaciones) ponen a prueba la resistencia económica y moral de los huelguistas. Las divisiones entre los que participaron activamente y los que adoptaron una postura más «expectante» crecieron rápidamente. La solidaridad externa a la empresa puede desempeñar un papel positivo, pero sigue siendo limitada y ad hoc, en parte debido a los obstáculos organizativos dentro de la CGT. Por ejemplo, es casi imposible movilizar el apoyo suficiente para perturbar el funcionamiento de otros centros de estas empresas. En cuanto a las estrategias para dar publicidad a los conflictos en los medios de comunicación o a través de los tribunales, son costosas y sus rendimientos demasiado inciertos para convertirlas en una palanca sistemática de poder.
El final de la huelga representa a menudo un momento de frustración para los asalariados, sobre todo cuando los resultados obtenidos no corresponden a sus expectativas iniciales. También en este caso, es importante que el personal fijo intervenga en esta fase para valorar los logros, por modestos que sean, y organizar una salida colectiva de la huelga para evitar estrategias individuales que facilitarían posteriormente la represión patronal. Si bien, como han demostrado otros estudios, la experiencia de estas huelgas produce efectos de politización y emancipación para estos asalariados, Baptiste Giraud muestra también el carácter contingente de estos efectos de aprendizaje en relación con las experiencias de la huelga. Sólo unos pocos huelguistas mantendrían o incluso reforzarían su actividad militante después.
***
Este libro demuestra que no basta con estar enfadado con el jefe o ser llamado por el sindicato para convertirse en huelguista. Este tipo de lucha requiere recursos colectivos, así como la socialización en el conocimiento y el saber hacer sindicales. Este proceso de aprendizaje no sólo concierne a los asalariados de base y a los sindicalistas. Reaprender a hacer huelga es un imperativo organizativo para sindicatos como la CGT, que defienden un sindicalismo de lucha. Pero, como señala Baptiste Giraud, «la diversidad de las configuraciones de lucha estudiadas pone de manifiesto los límites de la capacidad de estos representantes locales de la CGT para transformar estos movimientos de revuelta contra el autoritarismo patronal en una palanca eficaz de aculturación a las prácticas de lucha sindical» (p. 336).
El panorama contrastado que se desprende de la encuesta no conduce al fatalismo ni a la resignación, sino a la necesidad de reflexionar sobre las condiciones de las huelgas y su generalización en relación con la eficacia de las políticas de organización. Desde este punto de vista, se trata tanto de retórica y llamamientos como de recursos financieros y humanos y de formas de organizar la solidaridad entre sindicatos y entre estructuras de la CGT orientadas a construir movilizaciones entre las fracciones precarias de las clases trabajadoras, a menudo también feminizadas y racializadas y cuyo peso numérico y económico es central en el capitalismo contemporáneo. Este libro también invita a los sindicatos a reflexionar estratégicamente sobre cómo producir sindicalistas en un contexto de crisis en la transmisión de conocimientos y saberes militantes. La formación política de los sindicalistas, la inculcación de las prácticas de la huelga y del sindicalismo, la integración de los novatos en colectivos militantes, la elección de dirigentes y responsables sindicales enraizados en las nuevas realidades obreras, las herramientas de difusión de lecturas críticas del orden económico son tanto más decisivas cuanto que las unidades de trabajo están dispersas, la mano de obra fragmentada y los medios de comunicación concentrados en manos de los grandes grupos capitalistas. En resumen, hay que volver a aprender a hacer huelga.
Notas
[1] https://www.contretemps.eu/. Sobre la evolución de la huelga en Francia : https://shs.cairn.info/revue-
[2] https://blog.mondediplo.net/
[3] US Commerce es una estructura territorial de ámbito parisino que agrupa a sindicatos del sector del comercio y la distribución, pero también a muchos afiliados aislados. Está pensada como una estructura de apoyo y federación de estas bases sindicales.
[4] El trabajo es una versión revisada y actualizada de la tesis defendida por el autor en 2009 titulada Faire la grève. Les conditions d’appropriation de la grève dans les conflits du travail en France.
[5] Véase en particular https://www.contretemps.eu/
[6] Como en la encuesta de Baptiste Giraud son todos hombres, no estoy feminizando.
[7] https://www.contretemps.eu/. Véase CR https://www.contretemps.eu/. Sobre la importación de la organización en Francia, incluso en el mundo sindical véase el texto de Karel Yon: https://shs.hal.science/.
3. Lecturas de 2024 de Michael Roberts
Michael Roberts publica un resumen de las reseñas que ha publicado este año en su blog.
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Libros del año 2024
Cada año por estas fechas, hago un repaso de los libros que he reseñado durante el año en este blog. Los haré por orden cronológico.
José Tapia tiene un nuevo libro sobre la economía mundial. En su Seis crisis de la economía mundial, ofrece al lector un análisis «de conjunto» de la economía capitalista mundial desde la década de 1970. Tapia identifica seis crisis en las economías capitalistas desde la década de 1970. La primera crisis se produjo a mediados de la década de 1970 y la sexta en 2020, en la época de la pandemia de COVID-19.
Tapia se basa en gran medida en trabajos anteriores de los economistas no marxistas Wesley Mitchell y Jan Tinbergen que, en su opinión, aunque economistas de la corriente dominante, desarrollaron una teoría de las crisis capitalistas recurrentes endógenas a partir de estudios empíricos. El libro de Tapia Seis crisis es una lectura esencial por las pruebas que apoyan la opinión de Marx de que las crisis son endémicas al capitalismo y se han generalizado en todo el mundo. Las grandes crisis económicas se producen al menos una vez por década y «los intentos, en su mayoría fallidos, de crear instituciones de «gobernanza global» demuestran con bastante claridad que la capacidad de la economía de mercado para autorregularse y producir resultados sociales eficientes no es más que un mito».
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Por el contrario, el diputado laborista británico Liam Byrne ofrece en su libro Inequality of Wealth un enfoque reformista para hacer frente a las desigualdades extremas de riqueza e ingresos engendradas en el capitalismo moderno.
Trata de encontrar «una vía intermedia» para rectificar las cosas entre la opinión de que no se puede hacer nada y la opinión de que es necesaria alguna transformación revolucionaria de la estructura económica, que el electorado no aceptaría. Para ello, el gobierno debería dar a cada joven 10.000 libras esterlinas para poner en marcha su carrera; el gobierno debería crear un fondo soberano para acumular fondos (lo que para Byrne no se explicó); y debería haber una fiscalidad más justa. Además, todas estas medidas «radicales» para reducir la desigualdad de la riqueza tendrían que introducirse lentamente a lo largo de «tres parlamentos» (¡yo digo 15 años!), para que el electorado se acostumbrara gradualmente a las políticas
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Volvemos a una perspectiva marxista con El Estado del Capitalismo, una ambiciosa obra, escrita por el Colectivo NAMe con la dirección del profesor Costas Lapavitsas de la Universidad SOAS de Londres.
El Colectivo recuerda al lector el objetivo del libro: desarrollar un análisis claro del capitalismo actual para ver el camino hacia su sustitución por el socialismo. ¿Qué defienden? La planificación democrática «con el Estado y el sector público en general asumiendo un papel de mando en la producción, el consumo y la distribución. El equilibrio de poder en la toma de decisiones económicas debe alterarse en consecuencia, creando bases sociales para afrontar la crisis ecológica de forma coherente y con conciencia social, algo que el capital privado es incapaz de hacer.» El estado del capitalismo es un ejercicio de análisis duro y hay mucho que aprender y debatir. En ese sentido, el libro es de lectura obligada, aunque tenga discrepancias sobre la visión del Colectivo sobre las causas de las crisis en el capitalismo, la naturaleza de la explotación imperialista y el papel de las finanzas.
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Existe una contradicción fundamental en la inversión capitalista entre la reducción de costes a través de una mayor productividad y la ralentización de la inversión debido a la caída de la rentabilidad. Este es el mensaje clave de otro excelente libro de Brett Christophers, The Price is Wrong – why capitalism won’t save the planet.
Christophers argumenta que no es el precio de las energías renovables frente al de las energías fósiles el obstáculo para cumplir los objetivos de inversión para limitar el calentamiento global. Es la rentabilidad de las renovables frente a la producción de combustibles fósiles. Christophers concluye «si el capital privado, que circula en los mercados, sigue sin conseguir descarbonizar la generación mundial de electricidad con suficiente rapidez, incluso con todo el apoyo que ha obtenido y obtiene de los gobiernos, e incluso con los costes de la tecnología habiendo caído tanto y tan rápido como lo han hecho, es sin duda una señal tan clara como posible de que el capital no está diseñado para hacer el trabajo.»En su lugar, Christophers sostiene que si alguna vez queremos lograr una rápida reducción de las emisiones de carbono, «la propiedad pública extensiva de los activos de energía renovable parece el modelo más viable.» Yo añadiría que también debe exigirse la propiedad pública de los productores de combustibles fósiles para garantizar cualquier transición rápida.
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Grace Blakeley es columnista de la revista británica de izquierdas Tribune y tertuliana habitual en debates políticos de la radiotelevisión británica, a menudo la única portavoz de la izquierda que defiende alternativas socialistas. En su nuevo libro, Capitalismo buitre, intenta desacreditar el antiguo concepto de la economía neoclásica dominante de que el capitalismo es un sistema de «mercados libres» y competencia.
Si alguna vez el capitalismo tuvo «mercados libres» y competencia entre las empresas en la lucha por obtener beneficios creados por el trabajo (y Blakeley duda de que alguna vez los tuviera), desde luego ahora no los tiene. El capitalismo actual, sostiene, es en realidad una economía planificada, controlada por grandes monopolios y respaldada por el Estado. Blakeley sostiene que las crisis en el capitalismo ya no se resuelven mediante lo que Joseph Schumpeter (y Marx en realidad) llamó «destrucción creativa». Las crisis en el capitalismo, es decir, las caídas que llevan a la liquidación de empresas, el desempleo masivo y las quiebras financieras, se han superado cada vez más mediante la «planificación» por parte de los grandes monopolios y el Estado.
Blakeley prescinde de la «anticuada» explicación marxista de las crisis que defendía Marx, entre la rentabilidad del capital y la productividad del trabajo que conduce a crisis regulares y recurrentes de inversión y producción. Para Blakeley, el capitalismo puede en realidad evitar o al menos resolver tales crisis mediante la «planificación» y la obtención de dádivas del Estado. Los monopolios pueden evitar la «destrucción creativa» y seguir funcionando a costa de las pequeñas empresas y del resto de nosotros.
No es una tesis con la que esté de acuerdo. El capitalismo no ha superado las crisis internacionales mediante la planificación monopolística estatal. Las crisis siguen produciéndose a intervalos regulares, causadas por la contradicción entre el afán de obtener más beneficios y la dificultad cada vez mayor de obtenerlos. Las crisis siguen siendo inherentes al proceso de acumulación capitalista y no el resultado de «malas decisiones» tomadas por los políticos a las órdenes de los monopolios. Sólo el fin del capital privado y de la ley del valor a través de la propiedad y la planificación públicas puede detener tales crisis.
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También hay confusiones, si no las mismas que con Blakeley, en el nuevo libro de Joseph Stiglitz, El camino hacia la libertad.
Para Stiglitz, el enemigo de la libertad humana no es el capitalismo como tal, sino el «neoliberalismo» que ha provocado el aumento de la desigualdad, la degradación medioambiental, el afianzamiento de los monopolios corporativos, la crisis financiera de 2008 y el ascenso de peligrosos populistas de derechas como Donald Trump. Según él, estos resultados nefastos no fueron ordenados por las leyes de la naturaleza o las leyes de la economía. Más bien, fueron «una cuestión de elección, un resultado de las normas y reglamentos que habían regido nuestra economía. Habían sido moldeadas por décadas de neoliberalismo, y era el neoliberalismo el culpable».
Stiglitz ya ha argumentado en libros anteriores que la culpa no es del capitalismo, sino de las decisiones de los gobiernos y sus patrocinadores corporativos de «cambiar las reglas del juego» que habían existido en el periodo de posguerra del capitalismo dirigido. Se cambiaron las reglas para desregular, privatizar, aplastar a los sindicatos, etc. Pero Stiglitz nunca explica por qué la élite gobernante consideró necesario cambiar las reglas del juego. ¿Qué ocurrió para que las reglas de la posguerra se convirtieran en las neoliberales? ‘Capitalismo progresista’ es un oxímoron en el siglo XXI. E incluso Stiglitz duda de que sea posible lograrlo.
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Un libro mucho más importante y perspicaz es el de los economistas marxistas brasileños Adalmir Antonio Marquetti, Alessandro Miebach y Henrique Morrone. Titulado Desarrollo desigual y capitalismo, los autores sostienen que el desarrollo desigual ha sido una característica definitoria del capitalismo.
«A lo largo de la historia, los países y las regiones han mostrado diferencias en el crecimiento de la productividad laboral -un determinante clave en la reducción de la pobreza y el desarrollo- y, aunque algunas naciones pueden alcanzar en ocasiones los niveles de productividad o bienestar de las economías desarrolladas, otras se quedan rezagadas» Lo que muestran es que los países del Sur Global nunca «acortarán distancias» en productividad laboral y, por tanto, en nivel de vida, porque la rentabilidad del capital en el Sur Global se disipará rápidamente en comparación con el Norte Global.
Sin una fuerte intervención estatal, no se podrá superar la contradicción entre la caída de la tasa de beneficios y el aumento de la productividad del trabajo. Como dicen los autores, «este problema se observa en muchos países trampa de renta media. En estos casos, la intervención del Estado se vuelve esencial, ampliando la inversión incluso cuando la tasa de beneficios disminuye, como en China.» Exacto. El éxito de China en su recuperación, que tanto asusta ahora al imperialismo estadounidense, se debe a que la inversión dirigida por el Estado ha superado el impacto de la caída de la rentabilidad en la inversión de capital.
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Mientras tanto, las economías capitalistas avanzadas están llegando al final de cualquier desarrollo significativo a medida que el capital financiero exprime al sector productivo.
Esto se revela gráficamente para el Reino Unido por un nuevo libro, en su reciente libro, Estado vasallo – cómo América dirige Gran Bretaña, Angus Hanton muestra el papel dominante que las empresas estadounidenses y las finanzas juegan en la propiedad y el control de grandes secciones de lo que queda de las industrias británicas. Los sucesivos gobiernos británicos, desde el conservador Thatcher hasta el laborista Blair, aceptaron e incluso fomentaron esta toma de control estadounidense.
Hanton muestra que en el segundo año completo de Thatcher en el cargo, 1981, sólo el 3,6% de las acciones del Reino Unido eran propiedad extranjera. En 2020, esa cifra superaba el 56%. De todos los activos que poseen las empresas estadounidenses en Europa, más de la mitad están en el Reino Unido. Las empresas estadounidenses tienen más empleados en el Reino Unido que en Alemania, Francia, Italia, Portugal y Suecia juntos. Las mayores empresas estadounidenses venden más de 700.000 millones de dólares en bienes y servicios al Reino Unido, lo que equivale a más de una cuarta parte del PIB total de este país.
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Los siguientes libros reseñados nos devuelven a la teoría económica marxista. Siguiendo las huellas de El Capital de Marx: Debates en la economía política marxiana y lecciones para el capitalismo del siglo XXI es un nuevo e importante libro de dos conocidos economistas marxistas de Turquía.
Ahmet Tonak y Sungur Savran reúnen una serie de trabajos escritos por ellos a lo largo de los últimos 40 años que «rastrean» el desarrollo y la relevancia del análisis de Marx sobre el modo de producción capitalista hasta nuestros días. Tonak y Savran muestran de forma convincente que El Capital de Marx sigue siendo la base para comprender las leyes del movimiento de la producción capitalista a pesar de los intentos de moda de revisar y refutar el análisis de El Capital. Sigue siendo el único faro que nos guía hacia una nueva formación social de la humanidad que no se base en la explotación de muchos por unos pocos, sino que reúna a los seres humanos y a la naturaleza en un mundo de cooperación y libertad.
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Ascensión Mejorado y Manuel Román han escrito un libro que analiza la economía estadounidense desde una perspectiva marxista y, al hacerlo, proporciona más apoyo empírico a la ley de la rentabilidad de Marx y su relevancia esencial para las crisis de la producción capitalista.
Titulado La disminución de la rentabilidad y la evolución de la economía estadounidense: Una perspectiva clásica, Mejorado y Román llevan al lector por un viaje a través de la teoría marxista de la crisis utilizando los datos más recientes de la economía estadounidense. Lo más importante es que Mejorado y Roman demuestran que es el movimiento de la tasa y la masa de beneficios lo que lleva a un colapso de la inversión y a un atesoramiento de efectivo, con el consiguiente colapso de la «demanda efectiva», y no al revés. «Para Marx, un aumento de la demanda de dinero ocioso, a nivel agregado, tiene lugar cuando la clase capitalista en su conjunto es inducida a considerar que la inversión y la producción no son rentables. De este modo, Marx vinculó el análisis de la demanda efectiva al análisis de los factores fundamentales que subyacen a la producción y el crecimiento capitalistas.»
Los autores se refieren a una «depresión silenciosa» en el periodo de 2012 a 2020, cuando se produjo un estancamiento de la masa de beneficios reales de las empresas no financieras de 2012 a 2020. Así que Mejorado y Román no esperan que la ‘depresión silenciosa’ termine. «Dada la prolongada trayectoria de estancamiento secular, las bajas tendencias de acumulación de capital en los sectores reales y la acumulación de fragilidad financiera en el andamiaje bancario que alimentó las burbujas de activos, la depresión «probablemente persistirá»
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Los economistas marxistas griegos, Nikolaos Chatzarakis; Persefoni Tsaliki y Lefteris Tsoulfidis analizan los ciclos largos y el crecimiento económico con los datos más recientes y tratan de identificar estos ciclos largos en el capitalismo. En su libro, Crecimiento económico y ciclos largos, los autores evalúan críticamente los modelos de crecimiento dominantes existentes y ofrecen un enfoque alternativo a la teoría del crecimiento económico basado en lo que ellos llaman economía política clásica, pero que en esencia es un enfoque marxista.
Sostienen que el desarrollo capitalista adopta la forma de «largos periodos de expansión caracterizados sistemáticamente por tasas de crecimiento aceleradas y otros periodos de longevidad similar durante los cuales el crecimiento se desacelera y a veces se vuelve negativo.» Los autores nos proporcionan nuevas pruebas de la existencia de ciclos largos y al hacerlo nos ofrecen un importante indicador de la «salud» a largo plazo del capitalismo en el siglo XXI. Según el análisis de los autores, el quinto ciclo K debería terminar a finales de esta década.
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Y por último dos educadores fáciles muy útiles: uno sobre el capitalismo; y otro sobre el socialismo. Primero en Capital condensado, Colin Chalmers ha escrito una versión clara, fácil de leer y breve de los tres volúmenes de El Capital.
Paso a paso, lleva al lector a través de las categorías y definiciones de Marx y cómo se construyen en la compleja red del capitalismo moderno. Creo que es un buen educador para los activistas que no están familiarizados con la economía, algo muy difícil de conseguir.
Y en segundo lugar, está el libro de Simon Hannah, Reclamando el futuro: Guía para principiantes sobre la planificación de la economía.
Hannah lleva a los lectores a un viaje transformador hacia una sociedad radicalmente democrática, en la que el poder y el control sobre nuestras vidas estén firmemente en nuestras manos. Hannah sienta las bases de una economía de base que ajuste nuestra economía a las necesidades humanas y a los límites medioambientales, presentando argumentos convincentes a favor de la planificación democrática socialista como única forma de satisfacer las necesidades de miles de millones de seres humanos sin destruir el planeta.
4. Situación del ataque occidental a Georgia
Sigue la ofensiva occidental contra el gobierno ganador de las últimas elecciones en Georgia. El análisis en su Substack de Sopo Japaridze.
https://sopio.substack.com/p/
¿Sublevación sin líderes en Georgia?
Movimientos sin líder, el papel de la izquierda, comparación con Serbia y ¿dónde están los trabajadores?
Sopo Japaridze 27 de diciembre de 2024
He aquí algunas reflexiones sobre las protestas en Georgia, la situación está evolucionando por lo que se trata aún de esbozos.
Uno de los principales mensajes que rodean a las protestas en Georgia, que comenzaron el 28 de noviembre tras la declaración del gobierno de que detendría las conversaciones de adhesión a la UE (una medida que la UE ya ha pausado hasta 2028), es la noción de que se trata de un movimiento sin líderes, en el que los partidos políticos de la oposición desempeñan un papel marginal. Los vídeos muestran a los manifestantes expresando su descontento con la oposición, y numerosos mensajes en las redes sociales ponen de relieve que las protestas trascienden el apoyo a los partidos políticos. Aunque las protestas iniciales se desencadenaron por la postura del gobierno sobre la adhesión a la UE, cobraron mayor impulso debido a la brutalidad policial. Esta escalada dio lugar a narrativas políticas que enmarcaban al gobierno como un Estado represivo y un régimen policial.
Antes de las protestas del 28 de noviembre, el sentimiento de que las elecciones de 2024 estaban amañadas era en gran medida marginal. Sin embargo, tras el inicio de las protestas, se convirtió en un lugar común referirse a las elecciones como amañadas. La demanda central de este levantamiento sin líderes se convirtió rápidamente en la exigencia de nuevas elecciones. Tras la represión policial, surgió otra reivindicación clave: la liberación de todos los detenidos. Aunque la mayoría de los arrestados han sido puestos en libertad, algunos aún se enfrentan a cargos penales.
La exigencia de nuevas elecciones en el contexto de unas protestas que supuestamente giran en torno a un amplio abanico de agravios -más que a un impulso específico por el poder político de la oposición- plantea importantes cuestiones sobre la coherencia y el impacto a largo plazo de las protestas. Parece paradójico que un movimiento crítico con el gobierno y sus tácticas represivas más amplias exija nuevas elecciones, especialmente si los manifestantes, que no están alineados con ningún partido político, no están representados en el proceso político. Si los partidos de la oposición ganaran estas elecciones y ninguno de los manifestantes estuviera directamente representado, no está claro qué beneficios tangibles obtendrían de este resultado. En esencia, están abogando por un proceso que podría beneficiar a las mismas entidades políticas que no apoyan o en las que no confían.
Esta paradoja se acentúa cuando consideramos el papel de los partidos de la oposición en las protestas. Aunque la oposición se ha abstenido en gran medida de asumir un papel de liderazgo manifiesto -seguramente consciente de que hacerlo podría alienar a muchos manifestantes que desconfían de la política de partidos-, ha conseguido, no obstante, capitalizar el impulso de las protestas. Hace tan sólo un mes, habría sido difícil para los partidos de la oposición conseguir un apoyo público significativo para una reivindicación de este tipo. Sin embargo, el creciente impulso de las protestas ha cambiado el discurso público hasta el punto de que la convocatoria de nuevas elecciones se ha convertido en una demanda central y unificadora. Este cambio en el sentimiento puede considerarse una victoria estratégica para la oposición, aunque los propios manifestantes no se sientan directamente representados por ellos.
Una dinámica similar fue visible durante las grandes protestas de principios de año contra la controvertida llamada «ley rusa» relativa a la transparencia de la financiación extranjera. Aunque las protestas fueron impulsadas en gran medida por jóvenes y nuevos actores políticos que no se alineaban con el establishment político existente, los partidos de la oposición intervinieron en última instancia para utilizar el impulso para sus propios fines. Los jóvenes manifestantes, que estuvieron al frente de las manifestaciones y se enfrentaron a la violencia policial, como el gas lacrimógeno y los cañones de agua, no apoyaron a las viejas e impopulares figuras políticas de la oposición. Sin embargo, después de las protestas, la oposición se movilizó para resucitar a sus viejos políticos, muchos de los cuales habían caído en desgracia durante años. Esto provocó una desconexión entre las aspiraciones de los manifestantes y los beneficios políticos cosechados por la oposición, que pudo presentarse a las elecciones sin abordar plenamente las cuestiones planteadas por los manifestantes.
Los manifestantes se encuentran así encerrados en un ciclo en el que exigen nuevas elecciones, pero de una forma que, en última instancia, no beneficia directamente a los propios manifestantes. La oposición, aunque se mantiene al margen del liderazgo directo de las protestas para evitar alienar a la base de los manifestantes, está no obstante posicionada para beneficiarse políticamente de los disturbios. De este modo, las protestas no se están traduciendo en el poder político que los manifestantes podrían haber esperado, y sus demandas están siendo cooptadas por fuerzas políticas que no representan plenamente al movimiento más amplio y sin líderes. Para los implicados en las protestas, ya que sus quejas y peticiones de cambio están siendo absorbidas por un sistema político que rechazan desde hace tiempo.
La izquierda en las protestas de Georgia y el caso de Serbia
Para muchos izquierdistas que participan en las protestas, el enfoque geopolítico ha hecho difícil, si no imposible, organizarse en torno a cuestiones sociales. En su lugar, se ven arrastrados a narrativas enmarcadas por un régimen policial y el autoritarismo. Cuando intentan introducir preocupaciones sociales, como atacar a los bancos, a menudo se han encontrado con resistencia, e incluso algunos manifestantes se han enfadado. En este sentido, la izquierda es un actor periférico en estas protestas. No estoy sugiriendo que los izquierdistas deban abstenerse de participar en estas protestas. Más bien, es importante evaluar de forma realista su verdadero tamaño e influencia dentro del movimiento. Comprender su posición -tanto si deciden participar como si no- ofrecerá valiosas lecciones para futuros esfuerzos organizativos. Independientemente del resultado, esta experiencia será crucial para dar forma a las estrategias y prioridades de los grupos de izquierda de cara al futuro.
A diferencia de las protestas de Georgia, las recientes protestas de Serbia, impulsadas en gran medida por jóvenes y estudiantes, se han centrado en cuestiones sociales más que en la geopolítica o en peticiones de dimisión del gobierno. Las protestas se desencadenaron a raíz de la trágica muerte de 15 personas debido a la mala construcción de la estación de Novi Sad. Las exigencias son claras: que rindan cuentas los implicados en la mala construcción y que se castigue a los responsables. Las protestas se centran en la justicia social y en la necesidad de una gobernanza responsable, no en los cambios de poder político ni en nuevas elecciones.
Este enfoque en las cuestiones sociales se pone aún más de relieve por los recientes acontecimientos en Serbia, donde ya se habían celebrado protestas contra la decisión del gobierno de violar la voluntad popular en relación con el proyecto de extracción de litio. En este caso, se consideró que las acciones del gobierno daban prioridad a los intereses de la UE sobre las preocupaciones del pueblo. Este contraste pone de relieve cómo las protestas de Serbia se han mantenido basadas en reivindicaciones sociales, a diferencia de las protestas de Georgia, más vinculadas a cuestiones geopolíticas.
En Serbia, los estudiantes han adoptado un enfoque más autónomo, formando comités de huelga y organizándose a través de medios democráticos, como un sistema de delegados para la coordinación. Aunque algunos estudiantes afiliados a partidos de la oposición están implicados, las reivindicaciones del movimiento no están orientadas a dar poder a los partidos de la oposición al por mayor de la forma en que lo están en Georgia. Los estudiantes han bloqueado facultades y han tomado decisiones por votación, lo que garantiza que el movimiento no esté dominado por activistas políticos, sino impulsado por los propios estudiantes.
Aunque no puedo hablar de la cobertura mediática en Serbia en comparación con Georgia, parece que las protestas serbias, que no se centran en las reelecciones, están mejor posicionadas para abordar cuestiones que podrían obtener un apoyo más amplio entre la población. Este enfoque en cuestiones sociales y de rendición de cuentas permite una mayor flexibilidad y un potencial apoyo de amplia base, mientras que las protestas en Georgia están más encerradas en una narrativa geopolítica en torno a las nuevas elecciones, lo que limita su capacidad para abordar una gama más amplia de preocupaciones.
¿Dónde están los trabajadores?
Los sindicatos y los trabajadores se han mantenido en gran medida al margen de las protestas en Georgia, lo que ha dado lugar a diversas interpretaciones. Una explicación es que los sindicatos son corruptos o están vinculados al partido gobernante, mientras que otra es que los trabajadores, agobiados por un alto endeudamiento, no pueden permitirse ir a la huelga. Sin embargo, ambas explicaciones pasan por alto un punto crítico: para los trabajadores, no hay nada que ganar si la oposición gana la reelección. Centrarse en unas nuevas elecciones no aborda las preocupaciones materiales de los trabajadores y, en consecuencia, éstos tienen pocos incentivos para participar en un movimiento que, en última instancia, no les ofrece un futuro mejor.
En cuanto a los trabajadores de Georgia, el discurso dominante en torno al supuesto giro autoritario del gobierno está desconectado de la realidad a la que se enfrentan los trabajadores. Para los trabajadores, las condiciones autoritarias que experimentan en el lugar de trabajo ya forman parte de su vida cotidiana. Han trabajado en estas condiciones durante 30 años, y es probable que esto continúe independientemente del partido político que llegue al poder. Los empresarios suelen dirigir los centros de trabajo como si fueran dictaduras, y los trabajadores se ven obligados a soportar malas condiciones simplemente para sobrevivir.
Los trabajadores pueden ganar mucho más reforzando los sindicatos y construyendo el poder de la clase obrera que con cambios en el gobierno. Es probable que ningún partido político actual dé prioridad a sus problemas ni tenga el poder necesario para abordar sus necesidades de forma eficaz. Aunque cambie el gobierno, muchos de sus problemas seguirán sin resolverse, ya que no hay partidos políticos centrados en defender los derechos de los trabajadores o en mejorar sus condiciones laborales.
Los trabajadores que han estado protestando o haciendo huelgas son principalmente personas que viven en zonas urbanas y cuyo sustento está estrechamente ligado a las subvenciones extranjeras, los programas occidentales o el turismo. Esto incluye profesiones como actores, artistas, trabajadores culturales, músicos y periodistas. Para estos trabajadores, la geopolítica es una preocupación importante porque su estabilidad económica y su capital cultural dependen del apoyo continuado de la UE y de los países occidentales. Si la UE abandonara Georgia, sus fuentes de ingresos, financiación y estatus estarían en peligro, razón por la cual se centran más en las cuestiones geopolíticas en el contexto de estas protestas.
5. Valoración de fin de año de Tomaselli
Así ve la situación en esta especie de análisis de final de año Tomaselli.
https://giubberossenews.it/
La urgencia de una política antihegemónica y proactiva
Por Enrico Tomaselli 27 de diciembre de 2024
El año 2024 parece cerrarse en unas condiciones generalmente desfavorables para las fuerzas de los países opuestos al hegemonismo occidental, lo que a su vez parece preludiar un 2025 bajo la bandera de una renovada ofensiva global del hegemonismo. El colapso de Siria, la ostentosa arrogancia de Trump y Netanyahu, la difícil situación en Irán, la multiplicación de situaciones en las que el ejercicio de la democracia se reduce cada vez más a un mero «aut-aut» (Georgia, Rumanía, Moldavia)… todo, en definitiva, parece conducir al pesimismo, al menos para quienes esperan una transición hacia un nuevo orden mundial basado en el multipolarismo.
Pero incluso si muchos elementos son efectivamente negativos, se trata esencialmente de una distorsión perceptiva, en gran parte inducida por la propaganda occidental -en la que, después de todo, estamos plenamente inmersos. Por lo tanto, si queremos hacer una especie de balance, y sobre todo poner los ojos en el año que viene, es bueno hacerlo partiendo de hechos, y no de sentimientos.
El año 2025 verá con toda probabilidad el final del conflicto cinético en Ucrania -y eso, en sí mismo, es algo positivo- y será un paso fundamental, destinado a pesar en los años venideros, porque sea cual sea el modo en que termine, la sustancia de ese acontecimiento, a saber, la derrota político-militar de la OTAN, y por tanto del hegemonismo occidental, no puede cambiar. El alcance total de esta derrota, que es inevitable, aún no aparece del todo -y ciertamente se harán enormes esfuerzos para ocultarla-, pero no sólo se hará evidente una vez que se haya producido, sino que sus efectos se propagarán como ondas sísmicas, sacudiendo toda la arquitectura política occidental.
A pesar de lo que pueda pensarse, es poco probable que el conflicto llegue a su fin en virtud de la actuación de la nueva administración estadounidense, y ello por dos razones fundamentales: en primer lugar, la absoluta incapacidad (y falta de voluntad), por parte estadounidense, para reconocer y comprender las razones e intereses de Rusia, y luego (quizá aún más significativo) porque lo que mueve al bloque de poder coagulado en torno a la figura de Trump es una renovada confianza en la hegemonía de Estados Unidos y en su derecho-deber a ejercerla globalmente. Este planteamiento mina cualquier posibilidad de negociación entre iguales y, más aún, imposibilita que EEUU acepte cualquier resultado que pueda ser percibido como una derrota. Todo ello, por tanto, hace casi imposible llegar a un acuerdo mutuamente aceptable; y si no hay margen para una posible mediación, a ambas partes no les queda más remedio que imponer por la fuerza su propia solución al conflicto. Es seguro que Trump tratará de ejercer toda la presión posible sobre Moscú para intentar obligarle a aceptar una negociación en la que renuncie (al menos parcialmente) a sus legítimas expectativas; como dice Lavrov, «La diplomacia occidental consiste en amenazas, sanciones, castigos y chantajes».
A su vez, este enfoque de Washington no dejará a Rusia otra alternativa que resolver el conflicto en el campo de batalla. Para el Kremlin, de hecho, hay al menos dos puntos irrenunciables, que el propio Lavrov ha esbozado: el rechazo de una tregua (un camino que no lleva a ninguna parte) y la búsqueda de una solución global y duradera, así como la necesidad de que cualquier acuerdo para resolver el conflicto incluya un mecanismo que garantice que no pueda ser violado. Especialmente esta segunda parte, dada la absoluta falta de fiabilidad de Occidente (de la que Moscú es muy consciente), es extremadamente delicada y, al mismo tiempo, muy difícil de garantizar realmente, por lo que lo más probable es que Rusia prefiera asegurarla al final. Dicho de otro modo, sólo la destrucción de las fuerzas armadas de Kiev, y de la capacidad de su industria armamentística, proporcionará una certeza fiable de no pertenencia a la OTAN y de rearme ucraniano.
Otro aspecto significativo es que, bajo el impulso de distintos empujes, la Unión Europea -como una jaula política para los valvasines del viejo continente- está destinada, si no a implosionar a corto plazo, desde luego a dividirse cada vez más, a tener cada vez menos autoridad, a ser cada vez más conflictiva internamente -enfrentando a la cupola de Bruselas contra varios Estados nacionales.
Fundamentalmente, para los países europeos, el nuevo año traerá en primer lugar una escalada de la guerra comercial con el otro lado del Atlántico, con la voluntad manifiesta de la administración Trump de proceder mediante un chantaje brutal (aumento de los aranceles, exigencia de más compras de GNL, aumento de la contribución de la OTAN al 5% del PIB…). Apenas habrá oposición por parte de los dirigentes de la UE, ahora enteramente compuesta por lacayos mediocres completamente al servicio de los intereses estadounidenses. Al mismo tiempo, se multiplicarán los intentos -por parte de los pocos gobiernos aún capaces de defender los intereses nacionales- de desvincularse de las políticas de la UE y de encontrar sus propios medios para reducir los daños causados por las políticas eurounificadoras
Y todo ello se manifestará en un marco de gran inestabilidad interna en los países, miembros o no de la Unión Europea. Baste pensar en el panorama político que se perfila en los dos más importantes, Alemania y Francia, que presagia una profundización del desequilibrio interno dentro de la UE, así como la profundización de crisis internas en otros países -Rumanía, Moldavia, la propia Gran Bretaña-.
Inevitablemente, esto se verá agravado por la crisis de la propia OTAN, por un lado estresada por la presión de la administración estadounidense, por otro lado tensa para mantener un compromiso económico creciente mientras la crisis tras la ruptura con Rusia muerde cada vez más fuerte; y, por supuesto, mientras ya se está tomando conciencia de que los europeos solos, a pesar del belicismo del que alardean las élites, son absolutamente incapaces de enfrentarse a Rusia [1], la victoria de esta última en Ucrania -sea cual sea el resultado- infligirá un fuerte golpe a la credibilidad de la Alianza Atlántica, socavará su cohesión interna y, lo que no es menos importante, sacudirá los cimientos del liderazgo europeo que, en cambio, ha estado totalmente centrado en derrotar a Rusia.
En cuanto a Oriente Próximo, una vez despejado el campo de la cortina de humo de la propaganda, no es tan difícil situar correctamente los acontecimientos. Basta con tomar las declaraciones de Netanyahu tras la caída de Assad y comprobarlas una a una, para que quede claro cómo la realidad es profundamente distinta de cómo nos la presentan los medios de comunicación. En efecto, el primer ministro israelí ha afirmado que, bajo su liderazgo, Israel ha derrotado a Hamás (la Resistencia palestina), ha derrotado a Hezbolá, ha derribado al régimen sirio y destruido su aparato militar, ha socavado gravemente la capacidad de defensa aérea y de producción de misiles de Irán, y que sus próximos pasos serán la aniquilación definitiva del movimiento Ansarulá en Yemen y del propio régimen iraní.
Vemos pues que, a pesar de las afirmaciones autocomplacientes de Netanyahu, la verdadera realidad es que la resistencia palestina en Gaza no está en absoluto derrotada. A pesar de la indiscutible desproporción de fuerzas, y a pesar de la terrible política genocida llevada a cabo por el criminal gobierno israelí, no sólo sigue luchando denodadamente en su propio territorio (obligando a Israel a la guerra más larga de su historia 15 meses ya) sino que, gracias también a las contradicciones internas que ha conseguido abrir en el enemigo, está obligando sin embargo a Tel Aviv a llegar a un acuerdo de intercambio de prisioneros, dentro del cual caben tanto una intervención urgente en favor de la población civil de la Franja, como una retirada (aunque parcial) de las fuerzas armadas israelíes del territorio palestino. Y aunque, obviamente, las distintas formaciones combatientes han sufrido importantes pérdidas [2], las mismas fuentes de inteligencia del IDF reconocen que han podido reclutar al menos a 4.000 nuevos combatientes.
Al mismo tiempo, en el otro frente palestino, el de Cisjordania, la situación es cada vez más incandescente, señalada no sólo por el crecimiento de las formaciones combatientes, y la dureza de la resistencia que encuentran las IDF en sus incursiones diarias, sino por el hecho de que el gobierno israelí se ha visto obligado a empujar a la ANP colonial a la ANP a adoptar una postura cada vez más expuesta, no simplemente de flanqueo de la labor del ejército israelí, sino de guerra abierta contra la Resistencia. De hecho, para reducir los riesgos de su propio ejército, Israel ha empujado a las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina a participar en enfrentamientos directos, hasta el punto de suministrar estas armas hasta ahora prohibidas.
En lo que respecta a Hezbolá, es demasiado evidente que las FDI han tenido grandes dificultades incluso para penetrar cientos de metros en territorio libanés, han pagado un alto precio en hombres y medios, y han asistido a una constante expansión e intensificación de los ataques con misiles y aviones no tripulados contra territorio israelí. De hecho, Israel no ha logrado ninguno de los objetivos que se fijó en el momento de la invasión terrestre: no ha hecho retroceder a Hezbolá al otro lado del río Litani, no ha podido hacer regresar a las decenas de miles de colonos obligados a evacuar el norte de la Palestina ocupada. También aquí, en cierto sentido, se repitió el patrón ya visto en Gaza: la absoluta superioridad aérea israelí se tradujo en el bombardeo masivo de la población civil, utilizado como forma de presión allí donde la confrontación entre fuerzas militares se mostró incapaz de lograr los resultados deseados. El resultado final del conflicto (hasta ahora) ha sido el en gran medida previsible -y en estas páginas claramente previsto- de un fracaso de la ofensiva militar israelí, seguido de una mediación internacional destinada a ofrecer una salida al impasse.
La situación actual ve a Israel violar los términos del acuerdo de alto el fuego (ya más de cien veces en pocos días), fuerte en la protección occidental que cubre cada una de sus fechorías, pero sin ningún resultado estratégicamente favorable del conflicto. Aunque ciertamente el enfrentamiento le ha puesto a prueba, Hezbolá sale de la confrontación con la cabeza bien alta y puede dedicarse tanto a la reconstitución de su aparato militar como a apoyar a las poblaciones civiles alcanzadas por las bombas israelíes.
Sobre la cuestión de los supuestos golpes infligidos a las defensas y a la capacidad de producción de misiles iraníes, aparte de los alardes de Netanyahu y sus socios, disponemos de muy pocos datos objetivos. Lo que puede decirse con certeza es que una instalación de producción de misiles fue parcialmente alcanzada. Una, y parcialmente. En cuanto a las defensas antiaéreas, el hecho de que la Fuerza Aérea israelí se haya mantenido alejada del territorio iraní, al llevar a cabo sus ataques, hace pensar que éstas siguen funcionando bien. Además, es bien sabido que estas defensas también constan de modernos sistemas rusos S-400, y de sofisticados equipos de interferencia electrónica, también suministrados por Moscú. A su vez, Irán ha demostrado que puede atacar profundamente en territorio israelí, alcanzando incluso objetivos sensibles.
En el mejor de los casos, actualmente se establece un equilibrio de poder entre Israel e Irán, con disuasión mutua. Tanto es así que Tel Aviv intenta desesperadamente arrastrar a Estados Unidos a un conflicto con Teherán, a sabiendas de que -mientras el conflicto se mantenga en su nivel actual- no tiene ninguna posibilidad de prevalecer, y si alcanzara niveles superiores, prevalecería la ventaja estratégica de Irán. Todo ello, teniendo en cuenta que aún está pendiente la Operación Verdadera Promesa 3, que la República Islámica ha prometido, pero que requiere una cuidadosa preparación antes de llevarse a cabo, especialmente ante la probable implicación de EEUU. Dentro de unos días, además, se firmará el acuerdo de asociación estratégica Rusia-Irán [3], que ya de por sí implica un renovado y reforzado interés ruso en la defensa del país, pero que -en caso de que el acuerdo contenga una cláusula de defensa mutua, como la similar entre Moscú y Pyongyang- podría significar un verdadero paraguas ruso protector de Irán, más que suficiente para disuadir a Washington y Tel Aviv de llevar a cabo ataques realmente peligrosos.
Volviendo finalmente al escenario sirio post-Assad, bien puede decirse que éste parece mucho menos favorable y glorioso, para Occidente en general e Israel en particular. En primer lugar, aunque la caída de Assad representa un éxito incuestionable, perseguido por Occidente desde hace al menos 15 años, no se puede dejar de subrayar cómo ésta se produjo con total independencia de la acción israelí -que, si acaso, aprovechó la coyuntura para llevar a cabo pasos que no se hubiera atrevido a dar en otras circunstancias-. En cualquier caso, la situación no sólo está lejos de estabilizarse (los medios de comunicación occidentales no lo dicen, pero muchas de las facciones que componen Hayat Tahrir al-Sham participan activamente en la represión de las minorías religiosas, provocando duras protestas populares, mientras que formaciones del antiguo ejército sirio participan en acciones guerrilleras), sino que es un presagio de acontecimientos no necesariamente favorables para Occidente. Independientemente de cuánto y cómo hayan actuado concretamente para provocar la repentina caída del régimen sirio, los distintos actores sobre el terreno se despliegan ahora de maneras muy diferentes y, en muchos aspectos, contrapuestas.
Turquía, con los petrodólares de Qatar detrás, asume cada vez más el papel de principal patrocinador de la nueva Siria, mientras que, por un lado, Estados Unidos parece preferir atrincherarse en defensa de los kurdos del este del país. La desconfianza hacia Erdogan, el deseo de mantener el control directo sobre los recursos petrolíferos y agrícolas de Siria, y el deseo de impedir el renacimiento de una Siria unificada, aunque sea más o menos otomana, probablemente pesan mucho. Por otro lado, Israel ha aprovechado la ocasión para moverse -como siempre- al margen y en contra de todo derecho internacional (como corresponde al mayor Estado canalla de la historia moderna), ocupando una porción del territorio sirio, incluidas algunas zonas de importancia estratégica, con la clara intención de apropiárselo, y procediendo a la destrucción sistemática de todo el aparato militar sirio. Dos operaciones que sólo han sido posibles gracias a la ausencia total de capacidad para oponerse a ellas militarmente.
Además, la posición de Israel, mucho más que la estadounidense, es absolutamente irreconciliable con la turca, especialmente en lo que se refiere a la integridad territorial de Siria. Y así, aunque hay buena sangre entre los dos gobiernos (o mejor dicho, buen petróleo, que Ankara envía a Israel desde Azerbaiyán), las tensiones están destinadas a crecer en el futuro. Erdogan, además, ha hecho un amplio uso de la retórica antiisraelí e islamista, como parte de su estrategia de poder blando, pero la contradicción con la posición concreta turca está destinada a estallar tarde o temprano. Y la cuestión siria es un terreno fácil en el que puede desencadenarse tal explosión.
Aunque, ciertamente, la caída del régimen sirio representó un golpe para el Eje de la Resistencia, esto se sobrevalora mucho. En primer lugar, porque mantener en pie el régimen tuvo un coste considerable para Irán (pero también para Irak y Rusia), que suministraba petróleo en grandes cantidades, grano, medicinas y otros suministros que Damasco no podía procurarse de otro modo. Todos ellos recursos que ahora pueden utilizarse de otra manera. Pero también porque el papel de Siria como puerta de enlace entre Irán y Líbano era mucho menos importante de lo que podría pensarse; Hezbolá hace tiempo que se equipó para poder cubrir sus propias necesidades militares. Ni más ni menos como Yemen, que a pesar de no tener ningún corredor terrestre que lo conectara con Irán era y es capaz de defenderse y atacar.
Por último, hay que señalar que la reconstrucción del Estado sirio, aunque sea bajo la égida turca, no podrá hacerse sin recurrir en gran medida a los cuadros civiles y militares del antiguo régimen. Ya se habla de reconstituir un ejército nacional de 300.000 hombres, de los cuales 40.000 serán combatientes del HTS y 50.000 del SNA (de estricta lealtad turca). En consecuencia, más de 200.000 tendrán que ser reclutados en otros lugares; si no tiene éxito una mediación global entre turcos y kurdo-americanos (lo que no es nada fácil), que conduzca a la integración de las fuerzas de combate kurdas, inevitablemente el grueso del nuevo ejército sirio estará formado por ex militares y ex oficiales del Ejército Árabe Sirio.
Por último, incluso teniendo en cuenta la ambigüedad (si no duplicidad) de Erdogan, que en muchos aspectos es aún más poco fiable que los estadounidenses, el hecho es que el único marco en el que se discute concretamente el futuro de Siria -y se hace con el mantenimiento de la integridad territorial como principio básico- sigue siendo el llamado formato de Astaná, que ve a Turquía, Rusia e Irán juntos.
Desde el punto de vista israelí, por tanto, si bien es cierto que el fin de Assad aún puede considerarse una ventaja, no es menos cierto que los últimos movimientos de Tel Aviv tienen, y tendrán cada vez más, implicaciones no necesariamente positivas. Aparte de que, como se acaba de mencionar, la evolución de la situación podría desembocar en una crisis de las relaciones turco-israelíes, es indudable que las pretensiones anexionistas sobre el sur sirio aumentarán las tensiones con la comunidad internacional y el aislamiento de Tel Aviv, y sobre todo que la ocupación extensiva del territorio sirio implica una nueva extensión espacio-temporal del compromiso militar, ya tensionado por los innumerables conflictos abiertos y/o congelados.
Si, por tanto, este es el cuadro real de la situación mundial, al menos sumariamente esbozado y limitado a los dos frentes más calientes, se deduce que la situación del enfrentamiento entre las fuerzas hegemónicas occidentales y las antihegemónicas y multipolares es en realidad mucho menos desfavorable de lo que puede parecer, y de lo que interesadamente se retrata.
Sin embargo, esto no quita que, a pesar de sus dificultades objetivas, Occidente esté desplegando una multiplicidad de iniciativas que pueden calificarse de ofensivas, como parte de la guerra híbrida más amplia que está librando. Y que esto plantea una serie de desafíos, en particular a los países que se encuentran en primera línea, a saber, Rusia e Irán.
Para quienes se plantea, como siempre se diría, el dilema de cómo gestionar el conflicto.
Es bastante evidente que, hasta ahora, la Federación Rusa ha adoptado una posición que podría definirse como reactiva,es decir, caracterizada por un enfoque que ve a Moscú reaccionando a las iniciativas occidentales, más preocupado por evitar una escalada del conflicto que por mantener su propia iniciativa. En particular, se diría que es deficiente precisamente en el ámbito de la guerra híbrida, donde parece estar absolutamente a la defensiva en este sentido. Por ejemplo, con respecto a una serie de situaciones geopolíticas (Georgia, Transinistria, Armenia, Serbia…) la actuación rusa parece cuando menos tímida, y no va mucho más allá de declaraciones de principio. Mientras que tal vez en otros lugares -pensemos en el Sahel y el norte de África, o en la zona del Caribe- se pueda observar el desarrollo de un diseño geopolítico eficaz (tal vez no muy rápido, pero capaz, no obstante, de traer resultados a casa), en el Cáucaso aún parecería insuficiente.
En términos más generales, podría decirse que Moscú confía más en las advertencias, lanzadas repetidamente a Occidente pero con pobres resultados, y mucho menos en gestos concretos, olvidando que las élites occidentales sólo entienden el lenguaje de la fuerza, y razonan según un esquema estrictamente utilitario, comparando pros y contras. Lo que haría mucho más eficaz elevar concretamente el precio de los contras, en lugar de amenazar con ello.
En este sentido, aunque con una capacidad absolutamente inferior en todos los aspectos, hay que reconocer que Irán se ha mostrado en cambio mucho más proactivo y, en cierto modo, con una gran visión estratégica. La construcción del Eje de la Resistencia, por ejemplo, es mucho más que una mera alianza antiisraelí, sino que representa un diseño estratégico que pretende romper las clásicas líneas de fractura colonial, étnica y religiosa (persas contra árabes, suníes contra chiíes), de cara a una guerra de liberación de la hegemonía imperialista occidental, capaz de atravesar todo Oriente Medio, y que ve en la derrota de la entidad sionista sólo el primer paso.
Al igual que la voluntad y la capacidad de llevar el ataque al enemigo, y no simplemente reaccionar a sus movimientos, ha demostrado ser estratégicamente crucial. Por muy alto que sea el precio pagado y por pagar -y no podía ser de otra manera- es indiscutible que la estrategia de Irán ha inmovilizado a Israel en un conflicto de larga duración, que está poniendo en serios aprietos los cimientos mismos del proyecto sionista.
Sin pretender nunca enseñar estrategia desde sus propios sillones a las cúpulas de países que tienen una historia milenaria a sus espaldas, y que indiscutiblemente se muestran conscientes de ella y a la altura de las circunstancias, nos gustaría ver, no obstante, en el año que está a punto de comenzar, un renovado protagonismo ruso, iraní y chino. A una mayor capacidad de iniciativa omnímoda, aún más falta de escrúpulos. A una mayor decisión.
Hace mucho tiempo, Putin dijo que si estás convencido de que una lucha es inevitable, mejor golpear primero. Quizá sería buena idea ampliar ligeramente el concepto. Muchas veces, un puñetazo lanzado en el momento justo evita precisamente una pelea. Mientras que la indecisión suele hacerla más probable.
1 – Después de meses y meses en los que los gobiernos de las pequeñas repúblicas bálticas han sido los abanderados del rearme europeo y los mayores partidarios de un enfoque beligerante hacia Moscú, aquí llega el inesperado contrapunto: las más altas autoridades de Finlandia, Letonia y Estonia han reconocido que los países europeos de la OTAN no pueden hacer frente a Rusia de forma eficaz sin el apoyo de Estados Unidos. En una entrevista con el Independent (Cf. «La OTAN no puede defender a Europa de Rusia sin EEUU, advierten los líderes de primera línea de la alianza», Tom Watling, Millie Cooke,;Independiente) a la que asistieron el presidente letón, Edgars Rinkevich, el presidente finlandés, Alexander Stubb, y la primera ministra estonia, Kristen Michal, los tres líderes expresaron la opinión de que la OTAN «no está preparada» para luchar contra Rusia sin Estados Unidos y pidieron a los aliados que aumenten significativamente el gasto en defensa. En particular, el presidente de Finlandia señaló que no podía imaginar la OTAN sin Estados Unidos.
2 – Obviamente, no disponemos de datos oficiales sobre el número de combatientes palestinos caídos, pero es posible hacer una estimación (muy aproximada) a partir de los datos conocidos. Según una evaluación unánime, las fuerzas de la Resistencia podrían contar -a partir del 7 de octubre de 2023- con unos 50 a 60.000 hombres, es decir, alrededor del 2,5% de la población total (2.300.000). El número de muertos registrados en estos meses de guerra es de algo más de 45.000, pero sin duda no cuenta los miles que siguen enterrados bajo los escombros, ni los que simplemente figuran como desaparecidos. Teniendo en cuenta que algunas de las cifras difundidas por algunos observadores elevan el número a casi 200.000, pero en esto también hacen una proyección estimada de las muertes que seguirán (por hambre, desnutrición, enfermedades, falta de atención médica, etc.), se puede suponer razonablemente – con un buen margen de abundancia – que el número real de muertos puede estimarse en 100.000. Aplicando estrictamente la misma proporción que antes (2,5%), se deduciría que los combatientes caídos son 2.500; aunque es presumible que la mayoría de las víctimas sean civiles, muertos en el curso de los continuos bombardeos, aun así queremos sobreestimar las pérdidas en las filas de los combatientes, y suponer que fueron el doble, es decir, 5.000. Estaríamos aún en el orden de un máximo del 10% de la fuerza combatiente, una pérdida importante pero lejos de afectar a la capacidad de combate. Y además, como se ha visto, ya abundantemente repuesta por la llegada de nuevos combatientes. Por poner un ejemplo, en términos de capacidad de combate con semejante índice de bajas, considérese que el ejército ucraniano tuvo probablemente unas 500.000 bajas, pero frente a un número total de efectivos movilizados de unos 2.500.000, quizá 3.000.000, es decir, alrededor del 20%.
3 – El acuerdo sobre la asociación estratégica integral entre Rusia e Irán se firmará el 17 de enero en Moscú, durante la visita del presidente de la República Islámica, Pezeshkian.
Observación de Joaquín Miras:
Me parece ponderado. Comparto que la derrota de la OTAN en Ucrania, -no habrá negociaciones- será un acontecimiento que tendrá muy hondas y largas repercusiones, y la valoración sobre el régimen europeo y la oligocracia política, mediocre y lacaya que lo dirige. No tengo tanta información para Oriente Medio, pero me parece que las baladronadas del estado israelí -no es Netannyahu, es el nazismo religioso- son eso, y que todo está en el aire. Irán, Turquía…
6. Irak y la crisis del Eje de Resistencia
La difícil situación en la que se encuentra en gobierno iraquí tras la caída de Siria.
https://thecradle.co/articles/
El iraquí Sudani camina en la cuerda floja tras la caída de Siria
Con el Eje de Resistencia de la región en la cuerda floja, la capacidad de Irak para aislarse de la agitación depende de la finura diplomática de Sudani, de su liderazgo interno y del mantenimiento de la UGP como piedra angular de la soberanía.
Khalil Harb 27 DE DICIEMBRE DE 2024
Tras los importantes reveses estratégicos sufridos por el Eje de Resistencia de Asia Occidental, Irak se ha convertido en el centro de una crisis regional cada vez más grave. Pero para muchos iraquíes, la magnitud de la tormenta que se avecina no ha sido inmediatamente evidente.
La trayectoria ha sido inconfundible: desde el asesinato del secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, el 27 de septiembre, al ominoso «mensaje de amenaza» de Israel a Irak el 18 de noviembre, culminando con la caída del gobierno sirio y sus repercusiones de largo alcance.
Los retos a los que se enfrenta hoy Irak se extienden mucho más allá de sus fronteras. El primer ministro iraquí, Mohammed Shia al-Sudani, está actuando con extrema cautela, como si se tratara de cruzar un campo de minas activo. Su administración se ve abrumada por las presiones internas, las amenazas a la seguridad y la dinámica regional, al tiempo que debe hacer frente a las exigencias exteriores, incluida la resistencia a los llamamientos de Estados Unidos y sus aliados para desmantelar las Unidades de Movilización Popular (PMU), la columna vertebral del ejército iraquí en la lucha contra el ISIS.
Estas fuerzas se consideran un pilar clave de la arquitectura de seguridad iraquí y un contrapeso a la influencia iraní en la región, a pesar del apoyo que reciben de Teherán algunas de las facciones que integran el paraguas de las PMU.
El Dr. Hussein al-Moussawi, alto funcionario de medios de comunicación del Movimiento Al-Nujaba de la PMU, declara a The Cradle a que tanto la autoridad religiosa chií como el pueblo iraquí «no aceptaron ni aceptarán ningún compromiso sobre la disolución de las Unidades de Movilización Popular,»acusando a la «ocupación» estadounidense de intentar extender su presencia en Iraq, lo que «[ellos] no aceptarán.»
El papel regional de Bagdad
Una fuente gubernamental iraquí también revela a The Cradle que Irak comparte sus crecientes preocupaciones con vecinos como Arabia Saudí, Jordania, los EAU y Egipto. Tras la agitación en Gaza, Líbano y Siria, muchos iraquíes temen que su país sea el siguiente en la cadena de desestabilización regional.
Según la fuente, Washington transmitió un mensaje a Teherán a través de intermediarios suizos, advirtiendo de un gran ataque – potencialmente dirigido a una instalación nuclear – a principios de 2025.
Mientras tanto, un funcionario de la ONU con sede en París compartió con The Cradle que el Eje de la Resistencia subestimó la escala de la actual ofensiva contra la región, al no iniciar de manera integral la estrategia de la Unidad de Frentes.
Inicialmente considerados como una temeraria táctica israelí, los ataques contra Gaza y Líbano se han revelado desde entonces como parte de una estrategia más amplia, oportunista y respaldada por Occidente para remodelar el equilibrio de poder en Asia Occidental.
En Irak, los signos del aumento de la tensión son visibles por todas partes. A lo largo de los 600 kilómetros de frontera con Siria, el ejército iraquí y la PMU mantienen una presencia vigilante, desplegando brigadas blindadas, cámaras térmicas y torres de vigilancia para evitar que se repita la invasión del ISIS de 2014.
Un dirigente de la PMU confirma a The Cradle que su cúpula decidió desde el principio que no cruzaría la frontera para apoyar a las fuerzas sirias -en primer lugar, porque el propio ejército sirio no estaba desplegado para la lucha y, en segundo lugar, porque el entonces presidente Bashar al-Assad había restringido las actividades de las fuerzas aliadas en los últimos años. Esas restricciones aumentaron a medida que se intensificaba la guerra de Gaza y que Assad empezaba a hipotecar el destino de su país tanto a los rusos como a sus recién descubiertas relaciones con los Estados del Golfo.
La vigilante presencia iraquí en la frontera siria se corresponde con la estrecha vigilancia de Bagdad sobre la acumulación de fuerzas turcas en la zona de Suruj, cerca de Kobani (Ain al-Arab), acompañadas de tanques y artillería pesada. También están vigilando la incursión de fuerzas israelíes en la gobernación siria de Quneitra, descendiendo desde los Altos del Golán para llegar a la cuenca de Yarmouk, en la gobernación de Deraa, por el lado opuesto de Rashaya, Hasbaya y la Bekaa occidental libanesa, hacia el paso fronterizo de Masnaa, el único actualmente operativo entre Siria y Líbano.
A esto se suman las revelaciones de que el número real de tropas estadounidenses en Irak y Siria es significativamente mayor de lo que se había revelado anteriormente, con miles estacionadas en la región para contrarrestar la influencia iraní y proporcionar apoyo logístico a sus aliados kurdos. Peor aún son las filtraciones no confirmadas de que Sudani no sólo está dispuesto a aceptar la ampliación de la presencia de tropas estadounidenses en Irak más allá del plazo de retirada de 2026, sino que también podría permitir a los estadounidenses mejorar sus misiones de vigilancia de la frontera entre Irak y Siria.
Aunque el Pentágono informó oficialmente de un total de 3.400 soldados estadounidenses en los dos países -900 en Siria y 2.500 en Irak- ahora afirma que la cifra es de al menos 4.500, con 2.000 soldados en Siria como base de operaciones de retaguardia para apoyar a las fuerzas estadounidenses en Irak.
La diplomacia defensiva de Sudán
Las recientes maniobras diplomáticas de Sudani subrayan la gravedad de la situación. Una fuente iraquí bien informada revela a The Cradle que, tras la amenaza israelí, Sudani convocó a dirigentes del Marco de Coordinación de Iraq y de la Coalición de la Administración del Estado para debatir posibles respuestas.
La misma fuente añade que intermediarios estadounidenses entregaron más tarde un segundo mensaje israelí, en el que se enumeraban objetivos que podrían ser atacados si no se detenían los ataques con drones lanzados desde Iraq. Aunque las opiniones dentro de los círculos políticos y de seguridad iraquíes divergían, la dirección de la PMU se inclinó por la desescalada, dando prioridad a la estabilidad de Iraq.
A pesar de ello, las facciones de la resistencia iraquí han llevado a cabo varias operaciones, a menudo alineándose con los ataques de las fuerzas armadas yemeníes alineadas con Ansarallah. Sin embargo, estos actos de desafío no han disuadido a Bagdad de buscar un delicado equilibrio.
Por ejemplo, el gobierno iraquí se ha resistido a las peticiones iraníes de hacer transitar fuerzas a través de Irak hacia Siria, alegando los riesgos de una mayor desestabilización. Según fuentes cercanas a la PMU, este enfoque refleja un esfuerzo calculado para proteger a Irak de la espiral de la crisis siria y preservar su frágil soberanía.
Como explica un político iraquí cercano a las facciones de la resistencia a The Cradle: «La actuación de Sudani es buena, y la opinión iraquí está presente en la decisión, y estamos intentando evitar a Irak las repercusiones de lo que está ocurriendo en Siria. Desde luego, no queremos correr la misma suerte, e Irak es fuerte. Estamos con el gobierno en todas sus decisiones porque van en interés de Irak, y le hemos autorizado a tomar las medidas que sean necesarias. Seguimos los movimientos de Sudani, y vemos que Iraq ha empezado a recuperar su salud regional, y se ha hecho presente en la región, y le apoyamos en ello».
El 11 de diciembre, Sudani aterrizó en Ammán para reunirse con el rey Abdullah II de Jordania, uno de los dirigentes árabes más aprensivos respecto a la situación en Siria. Poco después, viajó al complejo turístico Al-Mualla para reunirse con el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman.
El 13 de diciembre, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, realizó una visita no anunciada a Irak, en la que hizo hincapié en las prioridades estadounidenses de controlar las fronteras de Irak con Siria e impedir el flujo continuado de armas iraníes a Líbano. Esta ráfaga de diplomacia ilustra el papel central de Iraq en los cálculos de seguridad regional y exterior.
La UMP como ‘muro de defensa’
La labor diplomática de Sudani se extendió más allá de estas reuniones de alto nivel. Según una fuente iraquí, antes de que se intensificara el ataque de la oposición contra Siria, el primer ministro iraquí envió al jefe de la PMU, Faleh al-Fayyadh, a Ankara y Damasco para mediar entre ambas partes. Sin embargo, este esfuerzo fracasó, dejando a Sudani sin influencia para pacificar a las facciones armadas o mitigar la posible presión iraní.
Una fuente del gobierno iraquí niega cualquier garantía o amenaza formal por parte de Estados Unidos en relación con Siria, pero confirma a The Cradle que se habían emitido advertencias previas a los líderes de la resistencia. Por ejemplo, se ha informado de que Qais Khazali, secretario general de Asa’ib Ahl al-Haq, se ha reubicado en Irán como medida de precaución.
Pero otras fuentes afirman que el Gobierno de Sudani sí recibió advertencias estadounidenses para que las fuerzas iraquíes se mantuvieran al margen de la batalla siria en apoyo del anterior Gobierno de Assad, una postura que finalmente fue apoyada por las principales fuerzas y bloques políticos de Irak, incluido el inconformista líder del Movimiento Sadrista, Muqtada al-Sadr.
Sin embargo, este apoyo tendrá sus límites y líneas rojas; uno de ellos es la PMU, y el otro, la ocupación estadounidense. Moussawi, de Al-Nujaba, subraya que la PMU, junto con otras fuerzas iraquíes, sigue siendo un baluarte esencial contra las amenazas internas y externas y rechaza cualquier compromiso sobre la existencia de la PMU, describiéndola como un «muro de defensa» para Irak en medio de la escalada de las tensiones regionales.
Moussawi reitera asimismo el apoyo constante de Iraq a la causa palestina y acusa a Estados Unidos de prolongar su ocupación con pretextos dudosos. Advierte de que los iraquíes, en particular las facciones de la resistencia, son plenamente conscientes de estas tácticas y siguen decididos a oponerse a cualquier presencia militar extranjera: «La resistencia sigue siendo más fuerte que nunca y se adaptará a la evolución de los desafíos para defender la soberanía y los intereses de Irak.»
Lo que está en juego en Irak no podría ser mayor. Para Sudani, la misión no consiste sólo en proteger a Irak del caos en que están sumidos sus vecinos, sino también en convertirlo en una fuerza estabilizadora en una región cada vez más turbulenta. Conseguirlo exigirá diplomacia y un liderazgo resistente, así como una defensa inquebrantable de la soberanía de Iraq frente a las implacables presiones geopolíticas y las insaciables ambiciones de los expansionistas, israelíes respaldados por EEUU, tarea en la que la permanencia de la PMU sigue siendo innegociable.
7. Entrevista a Roberto Fineschi
Un repaso a la trayectoria del estudioso italiano: MEGA2, Hegel, la teoría del valor en Marx, etc.
https://www.sinistrainrete.
Volver a leer a Marx Diálogo con Roberto Fineschi
Afshin Kaveh entrevista a Roberto Fineschi
La entrevista con Roberto Fineschi, un atento estudioso de Marx, continúa con la serie de entrevistas a personas que no están directamente vinculadas a la Wertkritik pero que de alguna manera se sitúan, o pueden situarse, en una relación constructiva con ella. Anteriormente, se entrevistó a Wolf Bukowski
Afshin Kaveh: ¿Podría esbozar una breve historia de la segunda Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA 2) -incluyendo las diferencias con, por ejemplo, la MEW, Marx-Engels-Werke- y qué perspectivas se han abierto hasta ahora con el funcionamiento de esta nueva edición crítica de las obras completas de Marx y Engels?
Roberto Fineschi: La edición se llama segunda porque hubo un primer intento de producir una Gesamtausgabe entre los años 1920 y 1930 por parte primero de Rjazanov y luego de Adoratsky. Sin embargo, este segundo intento es un proyecto completamente nuevo, basado en criterios filológicos y una estructura diferentes. Editada inicialmente por los Institutos para el Marxismo-Leninismo de Moscú y Berlín Este respectivamente, con el final de la Guerra Fría es ahora editada por la Fundación Internacional Marx-Engels, con sede en Ámsterdam y principal centro de operaciones en la Academia de Ciencias de Berlín y Brandeburgo. A diferencia de la primera, que sólo tenía tres secciones, la segunda presenta cuatro: I) las obras y esbozos (excluido El Capital), II) El Capital y los trabajos preparatorios (a partir de 1857), III) la correspondencia, IV) los resúmenes/anotaciones. La última sección es una novedad absoluta. Una edición crítica se diferencia de una edición normal de obras porque presenta todos los textos publicados e inéditos, en todos los niveles de elaboración, en su forma/idioma original. Tal precisión y complejidad suelen ser imposibles en una edición de obras que adopta criterios orientados a una mayor legibilidad y esquematización. Marx publicó muy poco de lo que escribió en vida; sobre todo, algunas de sus obras fundamentales fueron editadas tras su muerte de forma no siempre adecuada: por ejemplo, los Manuscritos económico-filosóficos, La ideología alemana, el segundo y tercer libro de El capital que hemos conocido en formas muy editadas. La edición histórico-crítica pone a disposición de lectores y estudiosos tanto los textos editados (que se han convertido por sí mismos en clásicos, especialmente los libros de El Capital), como también todos los manuscritos preparatorios en forma filológica, es decir, lo más neutrales posible. De este modo se puede establecer una comparación entre lo que hizo el propio Marx y el trabajo de sus editores.
Esto, ojo, no significa que sus editores sean «traidores» o quién sabe qué, sino simplemente que su trabajo, para bien o para mal, afectó a la obra. Ahora por fin es posible volver al original y ver si ofrece posibilidades que parecían excluidas por las versiones que se imprimieron.
AK: Con su libro Marx y Hegel recién publicado en una segunda edición, ¿podría hacernos un relato detallado de la relación que mantuvo el agitador de Tréveris con el maestro de Stuttgart? ¿Por qué nunca ha tenido sentido la monótona lectura althusseriana de una «ruptura epistemológica» en la vida y la obra teórica de Marx? Me refiero a entre un Marx hegeliano juvenil y un Marx científico maduro.
RF: El discurso es obviamente muy complejo, intentaré esquematizar las tesis fundamentales en la medida de lo posible. Históricamente, en la mayoría de las interpretaciones marxistas, no se ha salido de la perspectiva de Marx, es decir, no se le ha ocurrido a uno ver si lo que decía sobre Hegel era defendible o no. En el libro, intento mostrar cómo la recepción de Marx estuvo fuertemente influida por el contexto de los Jóvenes Hegelianos y cómo la mayoría de sus críticas a Hegel -especialmente que la suya sería una teoría de la Autoconciencia y que el vínculo fundamental sería la relación entre idealismo y materialismo- no son sostenibles. La teoría hegeliana no es reducible a la Autoconciencia y la suya es esencialmente un realismo y ciertamente no un espiritualismo según el cual el pensamiento crea fácticamente la realidad, como el propio Marx lo interpretó en pasajes bien conocidos. En la interpretación de Marx, la teoría de Hegel pierde esencialmente gran parte de su lado «real», tanto en el análisis de los procesos históricos que producen la modernidad, como en la reconstrucción de las estructuras sociales (ya capitalistas en muchos aspectos) que propone; la realidad se reduce al resultado de un proceso cognitivo del pensamiento, al producto del sujeto pensante, por muy colectivo que sea. Incluso este proceso de pensamiento llegaría a crear la realidad misma no sólo como vida social sino hasta en su misma materialidad. Una vez superados estos malentendidos, intento mostrar cómo, más allá de su propia comprensión, Marx utiliza a todos los efectos el método dialéctico y, al hacerlo, cómo es más coherente con los supuestos metodológicos hegelianos de lo que él mismo creía. Ofrezco un riguroso análisis categórico en el que intento mostrar con gran detalle las tesis que he resumido brevemente aquí. El problema con Althusser proviene de su identificación/aprehensión de que Hegel/dialéctica/alienación/
AK: ¿Por qué cree que es incorrecto desde el punto de vista filológico y de contenido hablar de una «teoría del trabajo del valor» en Marx?¿Podría exponer las diferencias con lo que usted, me parece, llamó una teoría de la ‘mercancía y el dinero’ como abre la primera sección de El Capital?
RF: He tratado estas cuestiones en detalle en otro texto mío, La lógica del capital. Esto es incorrecto por la sencilla razón de que, en esos términos, la categoría en el texto simplemente no existe, es, si acaso, una invención de Böhm-Bawerk. Marx habla siempre, sin sombra de negación textual, de mercancía y dinero. Sustancia de valor, magnitud de valor, forma de valor y valor de uso son determinaciones conceptuales de la mercancía y no del producto; sólo en determinadas circunstancias históricas el gasto de fuerza de trabajo y su medición a través del tiempo, que como tal siempre ha estado ahí y siempre estará, se convierten en categorías económicas, es decir, en la sociedad en la que el producto adopta la forma de mercancía. Y en esta sociedad, el carácter social del gasto individual/privado sólo se reconoce en la mediación del intercambio (la forma del valor). Creer que el valor es intrínseco al producto es exactamente fetichismo de la mercancía. La teoría tradicional del valor-trabajo reduce todo a la sustancia y a la magnitud del valor, por otra parte interpretado a veces como determinaciones no de la mercancía, sino del producto y del trabajo en general, procediendo así a un aplanamiento de la forma social capitalista sobre la naturaleza misma; así el mero cálculo de las horas da a la vez el valor y el precio de las mercancías, lo que Marx dice que es imposible en una sociedad mercantil. La interpretación tradicional es en esencia una de las muchas variantes del fetichismo de la mercancía que naturaliza lo que está social e históricamente determinado. Esta interpretación se deriva de la incomprensión de la cláusula fundamental del nivel de abstracción del primer libro, a saber, la coincidencia de la producción y el consumo, de la oferta y la demanda: dada esta premisa, el gasto de trabajo privado -que como tal no corresponde necesariamente al trabajo socialmente necesario- puede considerarse ya socialmente necesario porque está garantizado a priori que lo producido se venderá. Esto, sin embargo, sólo es posible dada esta cláusula, que se abandona en el tercer libro, donde la forma del valor se vuelve decisiva y da lugar a una nueva categoría, el valor de mercado (donde se considera la cuestión de la realización, y por tanto del reconocimiento social, de lo que se ha producido privadamente), que en la interpretación tradicional ni siquiera se menciona. Que la forma del valor es lo que más le importa a Marx no está filológicamente en duda, ya que es la parte de su teoría que reelaboró varias veces; en el debate tradicional simplemente se omite. La teoría del valor-trabajo es una lectura posible de El Capital, pero a costa de perder partes sustanciales de la teoría y distorsionar así su sentido profundo. La lectura que propongo en el libro mencionado intenta en cambio, precisamente a partir de esta reformulación, plantear no tanto las soluciones como los problemas mismos de una manera diferente que considero filológicamente mucho más sólida.
AK: ¿Ha tenido ocasión de enfrentarse a la obra de autores que giran en torno a la corriente internacional de la «Wertkritik» (Crítica del valor)? ¿Podría haber puntos de contacto entre su teoría del «capitalismo crepuscular» y el «colapso de la modernización» de Robert Kurz? Según este último, el modo de producción capitalista experimenta una limitación interna irreversible debida a contradicciones en su propio funcionamiento lógico: por una parte, depende de la ‘valorización’ como movimiento tautológico cuya ‘sustancia’ es el trabajo mientras que, por otra, en la búsqueda de la automatización para aumentar los procesos de producción, se produce la exclusión y la expulsión técnica del propio trabajo vivo, cuya disminución no conduce a la caída tendencial de la tasa media de beneficio sino, más bien, a la caída de la masa de ‘plusvalía social’, un estancamiento de la «valorización del valor» compensado por la multiplicación autorreferencial del «crédito» y del «capital ficticio» -cuya realización es entonces incierta y cada vez más difícil- y la creación creciente de masas de «superfluos», lo que se traduce en una barbarización social en medio del racismo, el desmantelamiento de los servicios sociales, la legitimación de la extrema derecha y la vuelta a la guerra. ¿Puede explicar su teoría del «capitalismo crepuscular»? ¿Qué importancia cree que tiene la teoría de la «crisis» en Marx?
RF: No conozco suficientemente esta corriente para emitir un juicio ponderado. Sin duda hay algunos puntos de contacto. Por ejemplo, mi tesis es que los procesos objetivos del capitalismo maduro, «crepuscular», tienden a la automatización extrema, al exterminio masivo de la fuerza de trabajo (asintóticamente a la eliminación del trabajo vivo, lo que es, sin embargo, imposible desde el punto de vista capitalista, esto genera la contradicción fundamental), por tanto a la crisis sustancial del proceso de valorización debido a la caída de la masa de plusvalía, no sólo de su tasa. Esto conduce a un capitalismo de rapiña que no da valorización en el sentido técnico, sino simple expropiación en diversas formas de las cuales las financieras son las principales pero no las únicas: se puede volver a la antigua violencia directa. Esto conduce también a la crisis de las formas ideológicas fundamentales de la sociedad y la cultura burguesas, como la universalidad del concepto de persona, que se está volviendo imposible de practicar tanto en Occidente debido a la creciente expropiación de la fuerza de trabajo (sin un salario, uno no puede ejercer en la práctica su personalidad abstracta), como en los mundos periféricos donde el capitalismo pierde toda capacidad de expansión hegemónica precisamente por la crisis del proceso de valorización. En este contexto, la neoesclavitud interna y la violencia directa externa (la guerra) se convierten en dos caras de la misma moneda.
Por lo que he leído superficialmente (pero intentaré profundizar en ello) creo que puede haber algunos puntos de contacto en el análisis. No estoy seguro de que estos puntos de contacto se extiendan a las salidas; todavía no entiendo muy bien cómo de la abstracción capitalista se puede pasar a un nuevo mundo «concreto», pero seguramente se trata de un fallo en mis conocimientos. Por mi parte, no me apetece decir que todas las abstracciones que produce el modo de producción capitalista sean malas. En mi opinión, hay que distinguir su naturaleza contradictoria y captar aquello a lo que, desde un punto de vista epocal, no se puede renunciar ni siquiera en una posible sociedad futura no basada en la explotación. En este campo, sin embargo, personalmente tengo más preguntas que respuestas, por lo que creo que un diálogo constructivo entre quienes se plantean este tipo de problemas es un paso necesario.
En cuanto a la teoría de la crisis, creo que se puede argumentar que es decisiva en Marx y que recorre en filigrana todos los niveles de abstracción de la teoría por sus condiciones de pensabilidad (mercancía e intercambio, compraventa, dinero como medio de pago, esquemas de reproducción general, determinación del valor de mercado, esbozo de teoría del ciclo en la caída tendencial, acumulación real y ficticia en la última sección sobre el crédito, etc.). Sin embargo, permaneció en estado de esbozo precisamente porque Marx no tuvo tiempo de escribir los libros sobre el comercio exterior, sobre el mercado mundial, donde sin duda habría tenido el espacio adecuado. Sin embargo, en mi opinión existen todos los requisitos para desarrollarlo adecuadamente.
AK: Ciertamente, si hay un punto en el que no creo que pueda haber contacto entre usted y la Wertkritik, ése es el campo del «trabajo». De hecho, la ‘Crítica del valor’ también se presenta como una crítica despiadada del trabajo, no sólo en su vertiente abstracta sino en general como categoría meramente capitalista (véase el Manifiesto contra el trabajo recientemente reeditado en una nueva edición crítica). ¿Cuál es su opinión sobre la categoría «trabajo» y el «trabajo» como síntesis social?
RF: A primera vista, diría que hablar de «trabajo» genéricamente corre el riesgo de caer en brazos de la ideología capitalista y en el fetiche de la fórmula trinaria: capital, renta, trabajo.
En realidad, Marx tiene, en mi opinión, una concepción estratificada que la mera palabra «trabajo» corre el riesgo de mistificar. Por un lado, está el proceso de trabajo, del que el trabajo es uno de los elementos; este proceso es transhistórico, indica los elementos generalmente presentes en todo proceso (actividad, medio, objeto, fin y producto como resultado) y como tal no nos da ninguna forma históricamente determinada. Luego están las formas históricamente determinadas en las que se realiza, que varían mucho de una época a otra en función de la especificidad de la combinación y el funcionamiento de esos elementos y que, por tanto, deben analizarse en detalle. En el modo de producción capitalista y en la producción de mercancías, hay que distinguir entre el trabajo abstracto productor de mercancías (que no está necesariamente compartimentado y unilateralizado, puede ser supercomplejo pero seguir siendo abstracto en el sentido de que sólo se considera como productor de valor) y el trabajo abstracto en el sentido de que se vuelve cada vez más unilateral y compartimentado en la producción capitalista tecnológicamente avanzada (pero Marx no lo llama en realidad trabajo abstracto). Confundir los tres planos es en mi opinión un gran lío interpretativo que ya se ha hecho tantas veces. Sinceramente, no soy capaz de evaluar hasta qué punto se hacen estas distinciones en los textos indicados; sin embargo, esto sería lo primero que comprobaría.
AK: Puesto que antes ha mencionado las abstracciones del capitalismo, quería preguntarle por el modo de producción capitalista como síntesis social que hace abstracción del contenido material del mundo sobre el que se crea (por ejemplo. No me interesa producir uvas porque sean nutritivas sino por su capacidad de venderse en mercados anónimos y convertirse en más dinero, de hecho si no se venden, a pesar de su utilidad nutritiva dada materialmente por su cuerpo orgánico, acabarán en los vertederos de todos modos), ¿qué opina de aquellas lecturas críticas que analizan las causas y las concausas del colapso ecológico irreversible como consecuencia directa del capitalismo? Estoy pensando en el libro Cemento de Anselm Jappe (permaneciendo en el contexto de la ‘Crítica del Valor’) o en las corrientes actuales que giran en torno al mundo de la ecología marxista en las corrientes de, entre otros, Foster y Moore. O al nuevo ‘fenómeno’ Saito. ¿Qué relación existe entre capitalismo y degradación/decadencia medioambiental?
RF: También en este caso sólo puedo denunciar mi ignorancia e insuficiencia, por lo que no puedo emitir un juicio de valor, me limito a algunas observaciones muy generales. Yo diría que una ecología que no configure una reestructuración sistémica del modo de producción capitalista, es decir, que no contemple una salida estructural sino que se limite a criticar ciertos aspectos del mismo, corre el riesgo de caer en el utopismo. El modo de producción capitalista se erige sobre el proceso de valorización; si ésta es su condición básica de existencia, todo lo demás se convierte en derivado. La catástrofe ecológica irreversible, si valoriza el capital, es una opción sobre la mesa; la constatación de que ello conduciría también a la destrucción del capital es ineficaz, porque sin valorización el capital se destruye a sí mismo; por tanto, no es un elemento disuasorio suficiente. Romper con la lógica estructural de la valorización es la única posibilidad para una ecología viable; por lo tanto, la ecología necesita un modelo alternativo de sociedad y desarrollo, que sin embargo no puede ser un decrecimiento genérico o una reducción abstracta de la producción y el consumo, porque esto no es posible bajo el capitalismo. Hay que abordar los ganglios de la estructura del capital. No digo que esta sea la posición de la Wertkritik, por supuesto, se trata de consideraciones de principio.
Hechas estas aclaraciones, que la crítica del capital conecte con el tema ecológico lo veo como un aspecto positivo porque intercepta nuevas necesidades y perspectivas en cualquier caso de crítica del capital. Esto explica el «fenómeno» Saito, que saludo con agrado, aunque tengo algunos reparos, en mi opinión, sobre el uso despreocupado de materiales tardíos, a los que se da una importancia excesiva (no dejan de ser notas y extractos, hay que salvaguardar el principio filológico de la jerarquía de las fuentes).
AK: Me gustaría concluir con una noticia que sin duda merece ser difundida. Usted ha editado recientemente una nueva traducción del primer libro de El Capital de Marx publicada por Einaudi. ¿Qué perspectivas abre esta nueva edición? ¿Puede hablarnos de ella con un poco más de detalle?
RF: La primera intención era dar acceso al lector italiano a los resultados filológicos de la nueva edición histórico-crítica, que ofrece una gran cantidad de material antes inaccesible y permite una comprensión más precisa del texto. La nueva edición italiana presenta por primera vez al lector italiano el libro con todas las numerosas variantes, mejoras y transformaciones que ha sufrido a lo largo de las diversas ediciones realizadas personalmente por Marx y Engels (cuatro ediciones alemanas y una francesa). Se puede rastrear esencialmente la génesis de las categorías en su estratificación; esto permite comprender plenamente su significado y reconsiderar así a esta luz una parte del osificado debate histórico sobre posiciones que, en mi opinión, tienen frágiles fundamentos filológicos (el valor-trabajo es el ejemplo por excelencia).
El otro aspecto es la traducción. Se ha intentado traducir el léxico filosófico de Marx y la distinción de ciertas categorías que se habían «perdido en la traducción» con más precisión que en el pasado. En particular, se ha intentado hacer hincapié en la delicada distinción entre obrero y trabajador, que en alemán se difumina, porque el término ‘Arbeiter’ significa ambas cosas a la vez, pero que en las lenguas neolatinas se convierte en una cuestión dirimente, porque en ciertos casos traducir con obrero limita gravemente el marco teórico marxiano y puede conducir a errores tanto interpretativos como prácticos. Por ejemplo, traducir ‘Arbeiter’ por obrero cuando se hace referencia al cálculo de la tasa y la masa de plusvalía hace pensar que sólo el obrero puede producirla, lo que no es cierto. O cuando se refiere a la determinación de las leyes generales del desempleo o de la oposición del portador de fuerza de trabajo al capital, etc., lo que no es cierto. En la traducción de estas determinaciones generales, utilizar «obrero» amarra literalmente las capacidades interpretativas de la teoría marxiana del capital.
Otras cuestiones se pierden en la traducción: en las antiguas traducciones, por ejemplo, desaparece la distinción crucial entre darstellen (la exposición conceptual científica) y vorstellen (la representación del mismo proceso por los actores en la superficie de la sociedad), ambas traducidas como ‘representar’. O Sache, la ‘cosa’, la que es cosificada, cosificada, especialmente en versiones adjetivales o adverbiales se convirtió en ‘material’ u otros términos, perdiendo así la referencia directa al fetichismo.
8. Crítica a la estrategia armada palestina
Una visión crítica en Contropiano de la estrategia seguida por Hamás y la Yihad islámica en Palestina. https://contropiano.org/
Sobrevivir, resistir y vencer. Reflexión sobre Palestina
por Bassam Saleh
Los movimientos islamistas Hamás y Yihad dirigieron la resistencia armada en la Franja de Gaza, apoyándose en el llamado eje de resistencia y en la unidad de las plazas, sin una estrategia nacional de resistencia.
El resultado ha sido la destrucción global en la Franja de Gaza, el martirio de decenas de miles de ciudadanos y el espectro del desplazamiento y el reasentamiento planeando sobre sus cabezas.
¿Repetirán los dos movimientos la experiencia en Cisjordania tras el colapso del eje de resistencia? ¿Conocen los planes del enemigo para Cisjordania? ¿Qué objetivo o victoria pretenden alcanzar los grupos que empuñan las armas? El derecho a la resistencia es un deber patriótico para todos los pueblos bajo ocupación, creo que todos los palestinos están de acuerdo con este principio consagrado en el derecho internacional así como en el derecho natural.
Pero los palestinos difieren sobre los métodos: la resistencia armada o no violenta, popular o diplomática, es y sigue siendo un factor importante, sobre el que debe encontrarse un acuerdo unificado, sobre cómo y cuándo utilizar uno o más métodos.
Esto debe hacerse sobre la base de un análisis preciso de la situación interna y regional, de las alianzas con los países vecinos y también internacionales, sin olvidar la fuerza del enemigo y sus alianzas globales.
Pero esto no es suficiente, hay que saber quién es el responsable de indicar el método de resistencia, y cómo preparar a la población y protegerla ya que es el objeto y el sujeto de la resistencia. La resistencia es legítima y tiene muchas formas, pero la resistencia a la ocupación no tendrá éxito a menos que se inscriba en el marco de una estrategia nacional acordada y entre en conflicto con la determinación de la resistencia de la población en su propia tierra.
¿Puede Cisjordania permitirse el lujo de hacer frente a una tragedia como la de la Franja de Gaza? ¿Tienen las autoridades y las facciones tiempo suficiente para enzarzarse en sus disputas mientras Gaza lucha con su muerte?
Si es así, esto es lo peor que podría ocurrir, cuando se desvíe la atención del genocidio en curso que Israel lleva a cabo desde hace más de catorce meses. Quizá debamos culpar a nuestra incapacidad para poner a prueba el consenso y a nuestra ineficacia para crear la unidad de necesidad nacional que exige el momento actual, en medio del mar de sangre y de la mayor amenaza para la entidad palestina, que se encuentra en la encrucijada más peligrosa desde su creación.
Hace tres años, en el barrio de Al-Makhfiyah, en la ciudad de Naplusa, surgió un grupo armado, apodado la Guarida de los Leones, como expresión del ambiente creado por la agresión israelí y los colonos en Cisjordania.
Pero la tragedia llegó después de que Israel consiguiera asesinarlos a todos, de modo que Cisjordania vivió al son de funerales y lutos que dejaron tristeza y amargura. Israel consiguió el éxito eliminando una situación emergente. Era lo último que necesitábamos.
La escena se repite ahora en Yenín y todos andan de puntillas por miedo. A pesar de que la situación en Yenín provocó la invasión israelí del campo de Yenín hace meses. En aquel momento, se temía aún más, a la luz de lo que Israel estaba cometiendo en Gaza, que Israel demoliera el campo y desplazara a sus residentes, y proporcionó un ensayo general de ello destruyendo la infraestructura del campo.
El impacto de la situación podría tener eco en Gaza, ya que se supone que la prisa excesiva y no calculada ha dejado suficientes lecciones, en términos de brutalidad israelí y de explotación de cualquier acción no calculada para aplicar planes estratégicos, sobre todo porque todo el mundo sabe que el objetivo de este gobierno es Cisjordania y no Gaza.
Y si algunos piden que se espere a la evaluación de la experiencia de Gaza, entonces la pregunta debería referirse ante todo a los grupos armados. Esperar a la conclusión de la experiencia, incluso si lo que ocurrió fue suficiente para extraer lecciones, pero nosotros como pueblo estamos acostumbrados a ser reacios a leer las lecciones cuando nuestros intereses lo requieren, reclama ignorancia.
Debemos recordar que después del 7 de octubre de 2023, la primera declaración de Bezalel Smotrich, el hombre fuerte ideológico del gobierno de Netanyahu, fue «la respuesta a lo ocurrido es derrocar a la Autoridad Palestina y anexionarse Cisjordania».
Esto debería haber encendido todas las luces rojas de una administración política muy cautelosa en Cisjordania, especialmente para quienes observan con atención que las políticas del gobierno israelí han seguido las indicaciones y los deseos de Smotrich, incluido el rechazo sistemático en los últimos meses del acuerdo de intercambio de prisioneros con el movimiento Hamás.
Han pasado más de catorce meses desde el genocidio de Gaza. En Cisjordania, ni su política, ni sus militantes, ni sus pequeñas manifestaciones han podido hacer nada para detener la agresión. Lo único que se le exige a Cisjordania es que no viva las aventuras de Gaza. El resumen nacional, es la capacidad de sobrevivir después de la amarga experiencia.
Si la Autoridad es capaz de hacerlo, significa que ha sido capaz de evitar a Cisjordania lo que ocurrió en Gaza y su experiencia, porque la continuación de la presencia palestina y la continuación de la existencia de las ciudades palestinas, es el núcleo de los planes israelíes de transferencia y eso es lo que se requiere actualmente.
¿Pueden hacerlo los grupos armados o podría ocurrir lo contrario? ¿Debemos hacer una lectura política de la experiencia de Gaza o seguimos enterrando la cabeza en la arena, bajo el resplandor de la emoción y sus costosas explosiones? Los intelectuales deben dar una respuesta, porque ya no hay lugar para más aventuras con el pueblo palestino y la política no debe quedar bajo el control de las armas. Esta es una de las conclusiones de la experiencia.
Es cierto que lo que está haciendo Israel en Gaza convierte las piedras en pedruscos y crea una cólera que no se puede tolerar en el corazón de los jóvenes, pero también es cierto que en las circunstancias más difíciles no debe faltar la razón. Porque un momento de desatención o de ausencia en esta fase delicada se puede pagar, a menos que queramos ver Cisjordania como Gaza.
Pero lo peor es que Israel presione a Cisjordania y abra el paso fronterizo, que es el corazón del proyecto del gobierno isralí, y no debemos evaluarlo con emoción ciega en un plato de sangre e ignorancia de los cálculos.
Y si la autoridad, como dice su gente, está haciendo todo lo posible para evitar la experiencia de Gaza y preservar al pueblo palestino, y no causar destrucción y desplazamientos, entonces los grupos armados también tienen algo que decir sobre su deseo de defender al pueblo palestino.
Esto no requiere tanta violencia y tensión, sino un diálogo nacional responsable del que deben responsabilizarse las fuerzas nacionales y la Autoridad, aprovechando la experiencia que tenemos ante nosotros, y que no deje lugar a las emociones ni a la ira armada.
La Autoridad es responsable de Cisjordania y debe superar este oscuro momento con pérdidas mínimas. En los momentos críticos, nadie habla de logros, sino que se somete a condiciones mínimas que se detienen en la capacidad de sobrevivir.
No es posible responder sin centrarse en la falta de claridad de la estrategia de resistencia y su oscilación entre la liberación completa y el programa de un Estado en las fronteras de 1967, entre la autoridad y la resistencia, entre la unidad nacional y el derrocamiento y aislamiento del otro y de sus símbolos, sin decidir si el objetivo central que rige esta fase es liberar a los prisioneros o detener los ataques contra Al-Aqsa o levantar el asedio a la Franja de Gaza, detener la expansión de los asentamientos coloniales o controlar la OLP, la autoridad, la representación y el liderazgo de los palestinos?
Además de considerar la resistencia como si fuera un fin y no un medio para llegar a un fin, o como si fuera la única capaz, independientemente del equilibrio de fuerzas local, regional e internacional, de liberar Palestina y los territorios ocupados en 1967, o que es la resistencia porque sí, como si su papel fuera sólo mantener encendida la llama del conflicto en lugar de seguir persiguiendo un gran objetivo nacional en cada etapa, con toda la energía, las políticas y la resistencia en todas sus formas están dirigidas a conseguirlo.
Poner la casa palestina en orden, es la respuesta realista y responsable, a todos los desafíos y riesgos, que podrían mejorar radicalmente los términos del supuesto acuerdo saudí o impedir su finalización, partiendo de la base de que Riad es ahora más fuerte que durante el primer mandato de Trump, y sus relaciones con China, Rusia y el resto del mundo, son mucho mejores que antes.
Esto le da margen para jugar en los equilibrios internacionales, y hay indicios de que aspira a desempeñar un papel que sea algo más que un apéndice de Israel en el nuevo Oriente Próximo, por lo que ya no necesita en la misma medida las armas, un reactor nuclear y un tratado de defensa mutua, especialmente a la luz de su mejor relación con Irán.
Significativamente, las garras de Teherán se han cortado tras la caída del régimen de Bashar al-Assad y su salida de Siria. Al menos en Riad hay diferentes opiniones y es responsabilidad de los palestinos apoyar la tendencia a favor de la creación de un Estado palestino como condición para la normalización y no conformarse con un camino que conduce a un Estado al que nunca llegará.
Por lo tanto, la prioridad es poner la casa palestina en orden, unificar y activar el sistema político, un liderazgo y una resolución unificados, y adherirse al programa mínimo, que está armado con el derecho internacional y las resoluciones de la ONU e incluye en su esencia el fin de la ocupación y la consecución de la independencia nacional.
Esto puede lograrse adoptando la estrategia de resistencia que garantice la supervivencia y la firmeza del pueblo en su tierra, su causa vital y su adhesión al programa mínimo nacional.
Ésta es en sí misma una estrategia nacional muy apropiada en esta fase, ya que pretende impedir que la ocupación logre sus objetivos, sobre todo porque esta fase es una fase de defensa estratégica y no de ataque estratégico, y los palestinos deben tratar de cambiar el equilibrio de fuerzas de forma gradual y acumulativa.
En esta fase, las fuerzas y los logros deben preservarse hasta que las circunstancias cambien, y cambiarán inevitablemente.
Esto requiere adherirse al derecho a la resistencia y, adoptar las reglas de la guerrilla de «golpear y huir», evitar el espectáculo y no implicarse en los combates, independientemente de las circunstancias, y dejar de tratar los campamentos y la ciudad vieja de Nablús y otros lugares como zonas liberadas, especialmente tras el uso generalizado de la tecnología, la inteligencia artificial y los aviones no tripulados.
Además, esta labor de resistencia pública, sin una estrategia clara ni un consenso nacional, podría provocar enfrentamientos con la Autoridad, y esto no es coherente con el desequilibrio de fuerzas a favor de la ocupación.
Sólo hay que comparar el balance de pérdidas de los ataques lanzados por las fuerzas de ocupación israelíes y las pérdidas palestinas. La diferencia es enorme y no se limita al número de mártires, heridos y detenidos.
A esto hay que añadir las operaciones de destrucción y desplazamiento sistemáticos organizados, como está ocurriendo en la Franja de Gaza y Cisjordania, donde se centran principalmente en los campos de refugiados, por lo que representan y simbolizan, y porque son bases sólidas para la resistencia y la generación de resistencia.
Cualquier acto de resistencia organizado en diversas formas contra la ocupación es un derecho, un deber, pero debe tener en cuenta su naturaleza, sus necesidades y el equilibrio de fuerzas, y que la resistencia es un acto humano consciente, es un acto político y no es un ídolo sagrado, y quienes lo practican son seres humanos y pueden hacer cosas correctas y pueden cometer errores, y como cualquier acción humanitaria, necesita una evaluación y valoración constantes.
Especialmente en lo que respecta a los cálculos y los objetivos y a que puede ser apropiada en un momento e inapropiada en otro, donde el enfoque de la resistencia armada es apropiado en un momento e inapropiado en otro, y es la principal forma de lucha o sólo una de sus formas.
El Estado de Israel practica el genocidio, el terrorismo y todo tipo de crímenes, y trabaja para crear el «Gran Israel», y no acepta acuerdos ni compromisos, por lo que no hay alternativa a la resistencia en todas sus formas.
Sin embargo, para que la resistencia alcance sus objetivos, debe basarse en una estrategia nacional respaldada por el consenso nacional, que incluya su calendario, forma y objetivos, y que se fundamente en el derecho a la autodeterminación, la justicia de la causa palestina y su superioridad moral.
Es decir, se abstiene de atacar a niños, mujeres y civiles, se mantiene al margen del caos, la inseguridad y los proscritos, y no ataca ningún objetivo palestino, como la sede de la Autoridad, e, independientemente de las razones que puedan allanar el camino a la guerra civil si ésta estalla, no dejará nada en su sitio, la resistencia debe mantenerse alejada de cualquier acción improvisada llevada a cabo como forma de venganza o en beneficio de una organización, grupo o centro de poder, o en beneficio de planes regionales externos, que permitan al enemigo oprimir a la resistencia y a los resistentes, y le permitan aplicar sus planes hostiles.
Los palestinos deben darse cuenta de que la victoria decisiva de la resistencia requiere que se produzcan cambios cualitativos palestinos, regionales e internacionales que proporcionen la profundidad necesaria para su victoria. Por lo tanto, la apertura regional e internacional es muy importante para que puedan sobrevivir, resistir y vencer.
Antonio Navas:
Artículo que no entiendo.
José Luis Martín Ramos
: El tal Bassam Saleh es el representante de Al Fatah en Italia. De una manera muy retorcida está barriendo a favor de la ANP de Mahmud Abbas. No hay mucho más a entender.
Antonio Navas:
Gracias, explica el tono del texto.
José Luis Martín Ramos:
Sí , el tono es de un oportunismo bastante miserable. Creo que en la acción del 7 de octubre hubo un importante error de cálculo, pero el artículo es una deslegitimación descarada de las organizaciones armadas de la resistencia, lo que no comparto en absoluto.
9. La amenaza de los aranceles
La última Nota económica de Patnaik está dedicada a la amenaza de Trump de utilizar los aranceles para conseguir sus objetivos políticos y económicos.
https://peoplesdemocracy.in/
La amenaza de Trump de un muro arancelario
Prabhat Patnaik
DONALD Trump amenaza con utilizar los aranceles como arma contra otros países. Ya ha hecho tres declaraciones amenazadoras: en primer lugar, ha amenazado a los países BRICS con que si se atrevían a alejarse del dólar, tendrían que hacer frente a un arancel del 100% en el mercado estadounidense. En segundo lugar, ha amenazado a la Unión Europea con que, a menos que la UE comprara más petróleo y gas estadounidenses como medio de reducir su superávit comercial frente a EEUU (el superávit en el comercio de bienes fue de 208.700 millones de dólares en 2023), se enfrentaría a elevados aranceles en el mercado estadounidense. En tercer lugar, ha anunciado que habrá un arancel del 10% de todos modos sobre las importaciones globales a EE.UU. y un arancel del 60% sobre los productos chinos. (China tenía un superávit de 279.400 millones de dólares en el comercio de mercancías con EE.UU. en 2023, menor que el anterior, por ejemplo, el superávit de 418.000 millones de dólares de 2018, pero bastante sustancial en cualquier caso).
Cada una de estas medidas propuestas tiene importantes implicaciones económicas. Por ejemplo, mientras que la sustitución por parte de la UE de su dependencia residual del gas ruso por la compra de gas estadounidense puede no provocar una escalada de costes dentro de la UE, sin duda elevará los precios del gas dentro de EE.UU.; de hecho, se ha estimado que los precios del gas en EE.UU. aumentarán hasta un 30% en tal eventualidad. La respuesta de Trump a esto ha sido decir que se aumentará la producción de gas dentro de EEUU para hacer frente al aumento de su demanda. Pero aumentar la producción de gas requiere inversión, y también inversión privada en EE.UU., algo que no se puede ordenar que ocurra. Además, dados los daños medioambientales asociados al petróleo y al gas, y de ahí el compromiso general de alejarse de ellos, es posible que esa inversión no se produzca realmente; e incluso si se produce, las preocupaciones medioambientales no harán sino agudizarse. Del mismo modo, si se imponen aranceles del 100% a los países BRICS, éstos tomarían sin duda represalias, cuyos efectos pueden ser bastante graves para las exportaciones estadounidenses.
Sin embargo, todo esto sigue estando en el terreno de las meras posibilidades; lo que es más seguro es el impuesto del 10% sobre las importaciones mundiales y el impuesto del 60% sobre las importaciones procedentes de China; y me gustaría hablar de una repercusión evidente que tendrían en la economía mundial. Supongamos que esos aranceles no provocan ninguna represalia por parte de otros países (y si lo hacen, este hecho sólo modificará el argumento presentado a continuación, no negará la idea central del mismo). Sin embargo, aumentarían la demanda de productos estadounidenses dentro de Estados Unidos, lo que debería elevar el nivel de producción y empleo dentro de ese país. De hecho, Trump se ha estado quejando de que mientras los estadounidenses compran un gran número de coches europeos, lo contrario no es cierto; la imposición de aranceles a los coches europeos aumentará la demanda de coches estadounidenses dentro de EE.UU. y, por tanto, elevará su producción (y el empleo en esa industria).
En contrapartida, sin embargo, el aumento del coste de la vida debido a los aranceles sobre los bienes importados, reducirá el poder adquisitivo en manos de los consumidores, lo que tendrá un efecto de contracción del empleo, que sería aún más pronunciado si la administración Trump emprende medidas antiinflacionistas de «austeridad» para contrarrestar el alza de los precios. Pero supongamos, como es más probable, que habría un aumento neto del empleo y de la producción en Estados Unidos debido a esta medida arancelaria de Trump.
En el resto del mundo, sin embargo, por la misma razón, la pérdida de los mercados estadounidenses reduciría el empleo en ausencia de medidas de contrapeso para impulsar la demanda. En tal caso, EE.UU. simplemente habría exportado su desempleo al resto del mundo; habría aplicado mediante medidas arancelarias una política de empobrecer al vecino hacia el resto del mundo. Es cierto que el resto del mundo no se vería realmente afectado negativamente si se produce un impulso de su demanda interna mediante la aplicación de una política fiscal expansiva (la política monetaria expansiva es un instrumento contundente); pero esto no es posible en economías distintas de la china.
Una política fiscal expansiva de este tipo debe adoptar la forma de un mayor déficit fiscal o de impuestos más elevados sobre los capitalistas, y los ricos en general, que ahorran una gran proporción de sus ingresos; gravar a los trabajadores, que de todos modos consumen la mayor parte de sus ingresos, y utilizar la recaudación de dichos impuestos para impulsar el gasto público sólo cambiaría la composición de la demanda agregada (menos consumo de los trabajadores y más gasto público), pero no su magnitud. Pero esas medidas fiscales que aumentarían realmente la magnitud de la demanda agregada son precisamente a las que se opone el capital financiero internacional; se opone a los déficits fiscales por encima de un límite estipulado (normalmente el 3% del PIB) y obviamente se opone a cualquier impuesto sobre los ricos, ya que esos impuestos recaen en gran medida sobre los propios financieros. Por lo tanto, una economía que persigue tales medidas de fomento de la demanda se convierte en víctima de la fuga de capitales y, por lo tanto, se desestabiliza, razón por la cual tal expansión fiscal no puede producirse dentro de un régimen neoliberal caracterizado por la hegemonía de las finanzas globalizadas.
Incluso si la imposición de aranceles por parte de EE.UU. supone un cierto alejamiento del neoliberalismo, la esencia de dicho régimen consiste en la libre circulación transfronteriza de capitales, especialmente de las finanzas, y el capital financiero internacional no tolerará ningún compromiso en este sentido; de hecho, es significativo que Trump, aunque abogue por el proteccionismo no haya dicho ni una palabra a favor de los controles de capital. La ausencia de controles de capital expone a los países a la amenaza de una fuga de capitales en el +suceso de una expansión fiscal que, por tanto, desearían evitar.
Sin embargo, el caso de China es totalmente distinto. De hecho, las sucesivas administraciones estadounidenses llevan bastante tiempo protegiendo el mercado estadounidense de la entrada de bienes producidos en China, como demuestra el descenso del superávit comercial de bienes de China con respecto a EE.UU. mencionado anteriormente. China ha conseguido contrarrestar en gran medida esta pérdida del mercado estadounidense ampliando su mercado interior. La razón por la que China ha podido hacerlo, mientras que otros países no pueden, es porque China, a pesar de toda la «liberalización» que ha emprendido, sigue siendo esencialmente una «economía dirigida» en la que el mandato de la dirección política impera en los asuntos económicos: en la economía china hay una presencia sustancial de empresas del sector público, y en general no capitalistas, cuyas decisiones de inversión, e incluso la política salarial, pueden estar influidas por el gobierno. De hecho, no es sorprendente que incluso cuando se ha producido un estancamiento general de los salarios reales en gran parte del mundo, incluso en los países del norte global, China haya experimentado aumentos de los salarios reales como resultado de las directrices del gobierno. Por lo tanto, la expansión del mercado interior en China no se ve limitada por los dictados del capital financiero internacional, a diferencia de lo que ocurre en los países capitalistas.
Por lo tanto, dejando a un lado a China, donde en principio se pueden contrarrestar los efectos del proteccionismo estadounidense, el resto del mundo vería agravarse la recesión a causa de él (a menos que se aleje de un régimen neoliberal). Este efecto será especialmente agudo en los países del sur global. Las instituciones de Bretton Woods que guardan silencio ante el proteccionismo de Trump sermonearán a los países del sur global sobre las virtudes del libre comercio y les impedirán adoptar políticas proteccionistas propias; al mismo tiempo, se les obligaría a adherirse estrictamente a las «normas de déficit fiscal» al tiempo que evitarían gravar más a los ricos (para no desincentivar las entradas de capital). Así pues, se les haría enfrentarse dócilmente al proteccionismo estadounidense y, por lo tanto, soportarían no sólo la tendencia recesiva que generaría, sino también la sequía de entradas de capital en sus costas para trasladar plantas de producción de bienes de exportación.
La acentuación de la tendencia recesionista en el resto del mundo conllevaría también un mayor fortalecimiento de la tendencia neofascista que actualmente recorre el mundo. Dado que el neofascismo recibe un impulso debido a la alianza entre el capital corporativo y los elementos neofascistas en un periodo de crisis económica, cualquier agravamiento de la crisis sólo conducirá a un mayor fortalecimiento de la tendencia neofascista, de la «alterización» de algún desventurado grupo minoritario en cada uno de esos países afectados por la crisis en un intento de desviar el discurso de las cuestiones de la vida material.
La afirmación de Rosa Luxemburgo de que el desarrollo del capitalismo conduce en última instancia a un desenlace en el que a la humanidad se le presenta la disyuntiva entre el socialismo y la barbarie se está haciendo así realidad con creces. El callejón sin salida del capitalismo neoliberal, que es la última fase del capitalismo, está llevando a la humanidad a una situación de neofascismo omnipresente y bárbaro, de la que sólo una transición al socialismo, efectuada por etapas, puede proporcionar una salida.
10. Resumen de la guerra en Palestina, 27 de diciembre
El seguimiento en directo de Middle East Eye en Palestina y Yemen.
https://www.middleeasteye.net/
En directo: Las fuerzas israelíes incendian el hospital Kamal Adwan en Gaza
Dos docenas de palestinos muertos en ataques aéreos israelíes en toda Gaza el viernes
Puntos clave
El sistema antimisiles estadounidense Thaad utilizado en Israel para interceptar un proyectil procedente de Yemen
Hamás niega la presencia militar en el hospital Kamal Adwan
El número de muertos en Gaza asciende a 45.436
Actualizaciones en directo
Buenas noches lectores del Ojo de Oriente Próximo. El viernes, tras asediar el centro médico, las fuerzas israelíes irrumpieron en el hospital Kamal Adwan, vaciando sus instalaciones por la fuerza, e incendiaron secciones del edificio.
Varios miembros del personal médico fueron quemados vivos en los incendios provocados por las fuerzas israelíes, según Al Jazeera.
El ejército israelí negó haber prendido fuego a partes del hospital, afirmando que se produjo un pequeño incendio que fue contenido posteriormente.
El director del hospital y docenas de empleados fueron enviados a un centro de interrogatorios, después de que el personal médico fuera desnudado y obligado a abandonar el hospital a pie.
Israel ha afirmado que el hospital estaba siendo utilizado como bastión militar por Hamás. El grupo palestino lo negó con vehemencia, afirmando que no había presencia armada de ninguna facción palestina en el hospital.
Israel también pidió a los residentes de las zonas circundantes que evacuaran y amenazó con bombardear sus edificios si no se marchaban.
Esto es lo demás que necesita saber sobre los acontecimientos del viernes en la guerra de Israel contra Gaza:
- El portavoz de Hamás, Osama Hamdan, declaró en una entrevista con Al Yazira que el grupo palestino había presentado una iniciativa para un «alto el fuego completo y un intercambio total, pero Israel la rechazó».
- Las fuerzas israelíes detuvieron el viernes a Ahmed al-Kahlout, director de la defensa civil de Gaza en el norte del enclave.
- Un sistema antimisiles estadounidense de Defensa Terminal de Área a Gran Altitud (Thaad) fue utilizado en Israel para intentar interceptar un proyectil por primera vez desde que Washington colocó el sistema en Israel en octubre, según Reuters.
- Nuevos ataques aéreos han golpeado la capital de Yemen, Saná, por segundo día consecutivo. Los huzíes culpan a Estados Unidos y Reino Unido del ataque.
- Imágenes por satélite obtenidas por el periodista palestino Younus Tirawi muestran a militares israelíes utilizando el Hospital Indonesio, en el norte de Gaza, como base de operaciones.
- Combatientes palestinos dentro del campo de refugiados ocupado de Tulkarm, en Cisjordania, detonaron un artefacto explosivo debajo de una excavadora israelí, provocando el incendio de la máquina.
- Un ex informante palestino de la agencia de seguridad interior israelí Shin Bet mató a puñaladas a una mujer de 83 años en Herzliya, en el distrito norte de Tel Aviv.
- Un trabajador del Hospital Europeo de Gaza, al-Hakim Ahmed al-Zaharneh, murió debido a las «severas» condiciones meteorológicas, según un comunicado del ministerio de Sanidad palestino. La muerte se produce después de que varios bebés palestinos murieran congelados en los últimos días.
Hamás dice que Israel rechazó un «alto el fuego completo y un intercambio total» de cautivos
El portavoz de Hamás, Osama Hamdan, dijo en una entrevista con Al Jazeera que el grupo palestino había presentado una iniciativa para un «alto el fuego completo y un intercambio total, pero Israel la rechazó».
«Israel está retrasando la consecución de un acuerdo (…) previamente acordamos un calendario gradual para la retirada de Gaza, pero Israel no lo aceptó», afirmó.
Durante la última semana, Israel y Hamás han intercambiado reproches por los retrasos en alcanzar un posible acuerdo de alto el fuego.
El Ministerio de Sanidad palestino en Gaza ha informado de que las fuerzas israelíes están enviando a decenas de miembros del personal médico del Hospital Kamal Adwan, incluido el director médico, a un centro de investigación.
Al Jazeera también informa de que el ejército israelí está exigiendo a los palestinos que viven cerca del hospital que evacúen sus edificios. Si no lo hacen, los edificios serán volados.
A primera hora del viernes, las tropas israelíes irrumpieron en el hospital e incendiaron algunas partes, lo que provocó la muerte de varios miembros del personal médico que fueron quemados vivos.
Médicos quemados vivos después de que Israel prendiera fuego a Kamal Adwan: Al Jazeera
Al Jazeera informa, citando fuentes médicas, que varios miembros del personal médico murieron quemados en los incendios provocados por los militares israelíes en el hospital Kamal Adwan el viernes.
Israel detiene al director de la defensa civil en el norte de Gaza
Las fuerzas israelíes detuvieron el viernes a Ahmed al-Kahlout, director de la defensa civil de Gaza en el norte del enclave, según Al Jazeera.
Hamás niega cualquier presencia militar palestina en el hospital de Kamal Adwan
Hamás emitió un comunicado el viernes en el que negaba que hubiera presencia militar de cualquier facción armada palestina en el interior del hospital Kamal Adwan.
«Negamos categóricamente la presencia de cualquier aspecto militar o de combatientes de la resistencia en el hospital, ya sea de las Brigadas Qassam o de cualquier otra facción, ya que el hospital estaba abierto a todo el mundo y a las instituciones internacionales y de la ONU que conocen bien el hospital», dijo Hamás en su declaración.
«Las mentiras del enemigo sobre el hospital son para justificar el atroz crimen cometido hoy por el ejército de ocupación al evacuar e incendiar todas las secciones del hospital, en aplicación del plan de genocidio y desplazamiento forzoso».
Israel afirmó que había combatientes palestinos dentro del hospital, diciendo que el hospital era un «bastión terrorista de Hamás» y utilizando esto como justificación para lanzar una redada y obligar a los pacientes y al personal médico a salir del edificio.
Israel obligó a los médicos y pacientes palestinos semidesnudos a salir a pie e incendió algunas secciones del hospital.
El asalto al hospital se produce días después de que 50 palestinos murieran en un ataque aéreo israelí contra un edificio situado en los terrenos del hospital. Al menos cinco miembros del personal médico murieron en el ataque del jueves, junto con sus esposas, padres e hijos.
Nuevos bombardeos en la ciudad yemení de Saná
El movimiento de los huzíes en Yemen, conocido oficialmente como Ansar Alá, dijo que nuevos ataques aéreos han golpeado la capital de Yemen, Saná, por segundo día consecutivo, culpando a EE.UU. y el Reino Unido por el ataque.
Nuevos ataques aéreos han golpeado la capital de Yemen, Saná, por segundo día consecutivo, dijeron los huzíes, añadiendo que había que culpar a la «agresión estadounidense-británica» del ataque.
Los bombardeos se producen un día después de que Israel lanzara ataques aéreos contra el principal aeropuerto de Sanaa y contra la ciudad portuaria de Hodeidah.
Un total de seis personas murieron en esos ataques, mientras que otras decenas resultaron heridas.
Sistema antimisiles estadounidense Thaad en Israel utilizado para interceptar proyectiles procedentes de Yemen: Reuters
Reuters informó el viernes de que un sistema antimisiles estadounidense de Defensa Terminal de Área a Gran Altitud (Thaad) fue utilizado en Israel para intentar interceptar un proyectil por primera vez desde que Washington colocó el sistema en Israel en octubre.
El sistema de defensa antimisiles Thaad se utilizó para intentar interceptar un proyectil procedente de Yemen en algún momento del pasado día, según Reuters. No hubo un comentario inmediato del Pentágono.
El movimiento de los huzíes en Yemen, conocido oficialmente como Ansar Alá, ha intensificado sus ataques directos contra Israel, lanzando varios misiles balísticos y aviones no tripulados contra emplazamientos del país.
Algunos han logrado penetrar el codiciado sistema de defensa antimisiles israelí Cúpula de Hierro, mientras que otros han sido interceptados por el ejército israelí.
Las fuerzas israelíes liberan al periodista palestino detenido en Kamal Adwan
El periodista palestino Mohammed al-Sharif fue liberado por las fuerzas israelíes tras haber sido detenido en el hospital Kamal Adwan, en el norte de Gaza, a primera hora del viernes, informan varios medios de comunicación palestinos.
Un periodista palestino afirma que Israel utiliza un hospital de Gaza como guarnición militar
Imágenes por satélite obtenidas por el periodista palestino Younis Tirawi muestran a militares israelíes utilizando el Hospital Indonesio en el norte de Gaza como base de operaciones.
Las imágenes por satélite muestran más de una docena de vehículos militares israelíes aparcados en el recinto del hospital.
Tirawi afirmó que el hospital está siendo utilizado como «cuartel general» por los militares israelíes, «donde los soldados operan y se esconden detrás».
Israel evacuó por la fuerza el Hospital Indonesio el lunes, y después, el martes, asaltó el hospital y obligó a todos los que se encontraban en su interior a abandonar las instalaciones.
En múltiples ocasiones, Israel ha afirmado que Hamás y otros grupos armados palestinos utilizan los hospitales de Gaza como bases de operaciones. Si esta afirmación fuera cierta, les quitaría a esos hospitales su condición de lugares protegidos por el derecho internacional.
Sin embargo, el fiscal superior de la Corte Penal Internacional, Andrew Cayley, que dirige la investigación sobre Palestina, ha afirmado que las afirmaciones de Israel sobre los hospitales de Gaza han sido «enormemente exageradas».
Más de 350 palestinos detenidos por Israel en el interior del hospital Kamal Adwan
La oficina de medios de comunicación del gobierno en Gaza emitió una declaración relativa a la incursión militar israelí en el Hospital Kamal Adwan en el norte de Gaza.
La oficina afirmó que las fuerzas israelíes detuvieron a más de 350 personas en el interior del hospital, entre ellas más de 180 miembros del personal médico y 75 heridos. Un periodista, Mohammed al-Sharif, también fue detenido en la redada.
La oficina de medios de comunicación calificó la redada de «crimen de guerra en toda regla».
«Condenamos en los términos más enérgicos y denunciamos este ataque criminal llevado a cabo por el ejército de ocupación, que tiene como objetivo la infraestructura del sistema sanitario y pone en peligro la vida de miles de personas inocentes», declaró la oficina en su comunicado.
Israel ha asediado en varias ocasiones hospitales a lo largo de su guerra contra Gaza durante el último año.
Atacar instalaciones médicas es un crimen de guerra según el derecho internacional.
Combatientes palestinos atacan una excavadora israelí con explosivos en Cisjordania
Combatientes palestinos en el interior del campo de refugiados ocupado de Tulkarm, en Cisjordania, detonaron un artefacto explosivo debajo de una excavadora israelí, provocando el incendio de la máquina.
Las fuerzas israelíes lanzaron una incursión militar en el campo de Tulkarm el martes, y hasta ahora han matado a casi 10 personas en el campo y en las zonas cercanas.
Las fuerzas israelíes detienen a un periodista en el hospital Kamal Adwan
El periodista palestino Mohammed al-Sharif fue detenido durante la incursión israelí en el hospital Kamal Adwan, en el norte de Gaza, según Al Jazeera.
Vídeo: Rescatan a un niño de debajo de los escombros en Gaza
Seis palestinos muertos en distintos ataques en la ciudad de Gaza
Seis palestinos han muerto en tres ataques aéreos israelíes separados en los alrededores de la ciudad de Gaza, según la agencia de noticias Wafa.
Al menos tres murieron y otros resultaron heridos cuando las fuerzas israelíes atacaron el campo de refugiados de al-Shati, al noroeste de la ciudad de Gaza.
En otro ataque, un palestino murió y otros resultaron heridos por un ataque aéreo israelí contra el barrio de Sabra, en la ciudad de Gaza.
Otros dos palestinos murieron, y otros resultaron heridos, en un ataque israelí contra el barrio de al-Zaytoun, al sureste de la ciudad de Gaza.
En otro lugar, vehículos militares israelíes dispararon contra civiles en Abasan, situado al este de Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza. No hubo informes de víctimas.
Según Wafa, citando fuentes médicas, al menos 16 personas murieron en toda Gaza el viernes por la mañana.
El Ministerio de Sanidad palestino ha declarado que se ha perdido completamente el contacto con el personal médico del hospital Kamal Adwan desde que los soldados israelíes asaltaron las instalaciones el viernes.
Las tropas israelíes asaltaron el hospital en Beit Lahia, incendiaron partes del mismo y ordenaron a decenas de empleados y pacientes que abandonaran el lugar.
«Las fuerzas de ocupación están ahora dentro del hospital y lo están quemando», declaró en un comunicado el director del ministerio de Sanidad, Munir Al-Bursh.
Vídeos y testimonios de testigos presenciales compartidos con Middle East Eye el viernes mostraban a fuerzas israelíes obligando a médicos y pacientes palestinos semidesnudos a salir a pie hacia un destino desconocido.
Soldados israelíes asaltaron el viernes el último hospital en funcionamiento de Gaza y obligaron a médicos y pacientes palestinos semidesnudos a salir a pie hacia un destino desconocido, según vídeos y testimonios de testigos presenciales compartidos con Middle East Eye.
Según un vídeo enviado a MEE, podían verse varios tanques israelíes apostados frente al bombardeado hospital Kamal Adwan de Beit Lahia, mientras decenas de hombres desnudos hasta la ropa interior eran dirigidos a una zona fuera de la pantalla.
Islam Ahmad, periodista local y testigo presencial del ataque, declaró que se había cortado la comunicación con el personal del hospital horas antes de que las fuerzas israelíes asaltaran las instalaciones.
Dijo a MEE que las fuerzas israelíes habían estado atacando el hospital desde el amanecer, con quirófanos, laboratorios y otros departamentos de urgencias atacados e incendiados.
Añadió que se temía cada vez más por la seguridad de los médicos, como Hossam Abu Safiya, director del hospital, debido a los ataques deliberados de Israel contra el personal sanitario.
Más información: Soldados israelíes irrumpen en el hospital Kamal Adwan de Gaza y obligan a salir a médicos y pacientes semidesnudos
Las fuerzas israelíes cortaron el suministro de oxígeno en el interior de Kamal Adwan y obligaron a médicos y pacientes a salir a la calle el 27 de diciembre de 2024 (Screengrab)
Una mujer de 83 años muere apuñalada en Israel por un ex espía del Shin Bet
Un ex informante palestino de la agencia de seguridad interior israelí Shin Bet mató el viernes a puñaladas a una mujer de 83 años en Herzliya, en el norte del distrito de Tel Aviv.
Según el Shin Bet, la víctima es Ludmila Lipovsky, que fue apuñalada por Ibrahim Shalhoub, de 28 años y originario de la Cisjordania ocupada.
El ataque tuvo lugar cuando Lipovsky acababa de salir de su complejo de vivienda asistida, informó el Tiempo de Israel.
«[Lipovsky] salió y esperó a que su hija la llevara al médico y el terrorista empezó a apuñalarla, cinco o seis veces. Ha sido residente de la residencia de ancianos aquí durante muchos años. Oí gritos, salí y la vi tendida en el suelo», dijo a Walla news un empleado anónimo del centro, según la traducción del Times of Israel.
La policía israelí detuvo al agresor después de que los guardias de seguridad le dispararan. Aún se desconoce su estado.
Explosiones escuchadas en Tel Aviv vinculadas a un intenso bombardeo en Gaza a 64 km de distancia
Los ataques aéreos israelíes sobre Gaza del jueves por la noche pudieron oírse a más de 64 km de distancia en el sur y el centro de Israel.
En un comunicado, el ejército israelí relacionó las explosiones con la actividad militar en el norte de Gaza, pero no especificó la naturaleza ni el objetivo exacto de los ataques.
El ejército aseguró a los israelíes que no había incidentes de seguridad que les afectaran.
La extensa campaña de Israel sobre la Franja de Gaza desde octubre de 2023 -denunciada como genocida por Amnistía Internacional, Human Rights Watch y expertos de la ONU- ha matado a más de 45.400 palestinos, la mayoría mujeres y niños.
El Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, estimó que Israel lanzó aproximadamente 63.500 toneladas de bombas sobre Gaza entre el 7 de octubre y el 24 de abril de 2024, superando el total de bombas lanzadas sobre Dresde, Hamburgo y Londres juntas durante la Segunda Guerra Mundial.
Más información: Explosiones escuchadas en Tel Aviv vinculadas a un intenso bombardeo sobre Gaza a 64 km de distancia
Palestinos inspeccionan las secuelas de un ataque aéreo israelí contra una casa en la ciudad de Gaza el 19 de diciembre de 2024 (Reuters/Dawoud Abu Alkas)
La cifra de muertos en Gaza alcanza los 45.436
El Ministerio de Sanidad palestino informó el viernes de que 37 personas murieron en Gaza en las últimas 24 horas, lo que eleva a 45.436 el número total de víctimas mortales de la guerra.
El ministerio también informó de que al menos 108.038 personas han resultado heridas en la guerra de Israel contra Gaza desde el 7 de octubre de 2023.
Las fuerzas israelíes prenden fuego al asediado hospital Kamal Adwan de Gaza
Las fuerzas israelíes prendieron fuego al hospital Kamal Adwan, el mayor centro médico de Beit Lahia, en el norte de Gaza, que atiende a más de 400.000 residentes, informó el viernes la agencia de noticias Wafa.
Testigos dijeron que los militares israelíes sacaron por la fuerza del hospital a pacientes, heridos, personal médico y periodistas.
Antes del incendio, el hospital era el único centro médico en funcionamiento del norte de Gaza, que prestaba servicios esenciales a la comunidad.
El incendio causó grandes daños y destruyó departamentos críticos, como los quirófanos, el laboratorio, la unidad de urgencias y los servicios de ambulancias.
La comunicación con las personas que se encontraban en el interior del hospital quedó cortada después de que las fuerzas israelíes rodearan el edificio.
Los informes indican que los militares ordenaron a unas 350 personas, entre ellas 170 miembros del personal médico, que se reunieran en el patio antes de la incursión prevista. El destino de esas personas sigue siendo desconocido.
Israel dice que atacó «infraestructuras» en la frontera entre Siria y Líbano
El ejército israelí informó de que llevó a cabo ataques aéreos el viernes dirigidos contra «infraestructuras» en la frontera sirio-libanesa, cerca del pueblo de Janta.
«A primera hora de hoy, la FAI [fuerza aérea israelí] golpeó una infraestructura que se utilizaba para el contrabando de armas a través de Siria a la organización terrorista Hezbolá en Líbano en el cruce de Janta, en la frontera sirio-libanesa», dijo el ejército en un comunicado.
No especificó si los ataques fueron en el lado sirio o libanés, pero se produjeron un día después de que el ejército libanés acusara a Israel de «violación del acuerdo de alto el fuego al atacar la soberanía libanesa y destruir ciudades y pueblos del sur».
Los huzíes de Yemen dicen haber atacado el aeropuerto de Tel Aviv
Los huzíes de Yemen afirmaron el viernes haber disparado un misil contra el aeropuerto israelí de Ben Gurión, después de que el ejército israelí informara de que un misil había sido interceptado.
La nueva afirmación del movimiento de los huzíes se produjo un día después de que los ataques aéreos israelíes tuvieran como objetivo el aeropuerto internacional de Saná y otros lugares en las zonas controladas por los rebeldes de Yemen.
En un comunicado, los huzíes dijeron que también habían lanzado aviones no tripulados contra Tel Aviv y un barco en el mar Arábigo, afirmando que la «agresión israelí sólo aumentará la determinación y la resolución del gran pueblo yemení de seguir apoyando al pueblo palestino».
Hace 21 horas
Un miembro de la tripulación de la ONU herido en un ataque aéreo israelí sobre el principal aeropuerto internacional de Yemen el jueves sufrió heridas graves pero se recupera ahora en un hospital, dijo el viernes un portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, se encontraba en el aeropuerto internacional de Sanaa esperando para partir cuando se produjo el bombardeo aéreo y confirmó que un miembro de la tripulación de su avión había resultado herido.
El herido, que trabajaba para el Servicio Aéreo Humanitario de la ONU, tuvo que ser operado pero ya se recupera satisfactoriamente, añadió el portavoz.
Tedros, que se encontraba en Yemen para negociar la liberación del personal de la ONU detenido y evaluar la situación humanitaria, seguirá trabajando en el país hasta que su vuelo pueda partir, dijo el portavoz de la OMS.
Muere un trabajador sanitario en Gaza debido al «frío extremo», según el ministerio
Un trabajador del Hospital Europeo de Gaza, al-Hakim Ahmed al-Zaharneh, ha muerto debido a las «extremas» condiciones meteorológicas, según un comunicado del ministerio de Sanidad palestino.
Su cuerpo fue encontrado en el interior de su tienda de campaña en la zona de al-Mawasi, al oeste de Khan Younis, en el sur de Gaza.
«Esta tragedia pone de manifiesto las duras condiciones humanitarias a las que se enfrentan los residentes desplazados en Gaza, ya que la caída en picado de las temperaturas y la falta de calefacción adecuada en las tiendas empeoran su sufrimiento», declaró el ministerio.
Las fuerzas israelíes asedian el hospital Kamal Adwan en Gaza
Las fuerzas israelíes impusieron un asedio al hospital Kamal Adwan en Beit Lahia, al norte de Gaza, el viernes por la mañana, ordenando al personal médico, a los pacientes y a todos los que se encontraban en el interior que salieran para permitir que las tropas asaltaran las instalaciones, informó la agencia de noticias Wafa.
El hospital permanece bajo un férreo bloqueo, con 91 pacientes aún en su interior. Se han hecho llamamientos urgentes para que intervengan y proporcionen suministros médicos críticos, alimentos y otros recursos esenciales para ayudar a los pacientes y al personal.
El hospital ha estado sometido a incesantes bombardeos israelíes, incluidos ataques con aviones no tripulados dirigidos contra sus terrenos y su tejado.
Ayer, cinco miembros del personal del hospital murieron en un ataque aéreo israelí que alcanzó las instalaciones.
Los ataques aéreos israelíes matan a nueve palestinos en Gaza
Al menos nueve palestinos, entre ellos mujeres y niños, murieron la madrugada del viernes en ataques aéreos israelíes dirigidos contra la ciudad de Gaza y Rafah.
Fuentes locales informaron de que cuatro personas murieron cuando las fuerzas israelíes bombardearon una casa perteneciente a la familia Abu Beid en el barrio de Shujaiya, al este de la ciudad de Gaza.
En otro ataque en la zona de Sedra, en la ciudad de Gaza, una niña murió al ser alcanzada la casa de su familia. En Rafah, una mujer sucumbió a las heridas sufridas durante un ataque aéreo contra su casa en el barrio de Nasser, al este de la ciudad.
Mientras tanto, tres palestinos murieron y varios otros resultaron heridos cuando un ataque aéreo israelí alcanzó una casa perteneciente a la familia Harara, cerca de la mezquita de al-Istijabah, en el barrio de Sabra de la ciudad de Gaza.
Muere un oficial de la Autoridad Palestina en Yenín, según un informe
El teniente primero Ibrahim Jumaa al-Qaddoumi, de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina (AP), fue asesinado en el campo de refugiados de Yenín, en la Cisjordania ocupada, informó la agencia de noticias Wafa.
El oficial murió mientras «cumplía con su deber nacional defendiendo la seguridad y la estabilidad de su pueblo», declaró el general de brigada Anwar Rajab, portavoz de las fuerzas de seguridad de la AP.
Las fuerzas de seguridad de la AP llevan semanas protagonizando enfrentamientos armados con los combatientes de la resistencia palestina en Yenín.
Buenos días, lectores del Middle East Eye,
He aquí las últimas actualizaciones de la guerra de Israel contra Gaza:
- El ejército israelí anunció que interceptó un misil lanzado desde Yemen antes de que atravesara el espacio aéreo del país.
- Los colonos israelíes se han concentrado en un yacimiento arqueológico de la localidad palestina de Halhul, situada al norte de Hebrón, en la Cisjordania ocupada. Según la agencia de noticias Wafa, los colonos corearon consignas contra las comunidades árabes y palestinas mientras realizaban ceremonias de oración.
- El ministerio de Asuntos Exteriores de Egipto ha criticado la visita del ministro israelí de extrema derecha, Itamar Ben Gvir, a la mezquita de Al-Aqsa, en la Jerusalén Este ocupada, calificándola de peligrosamente provocadora y «extremista».
- La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) ha expresado su preocupación por la notable escalada de la violencia militar israelí en toda la Cisjordania ocupada, donde al menos 10 palestinos han sido asesinados en las dos últimas semanas.
- El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha condenado los ataques aéreos israelíes en Yemen, que pusieron en peligro al jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, presente en el aeropuerto de Sanaa durante el ataque.