Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Después de la reina, una ministra. Ni tan mal…
2. Crisis ecosocial o colapso
3. En la muerte de Refaat Alareer
4. Un repaso a la geopolítica en la guerra de Palestina
5. El tratamiento a los presos
6. Más sobre la propaganda israelí del 7 de octubre
7. Entrevista a un sindicalista rojo israelí
8. La guerra en Palestina desde la geopolítica y la economía internacionales
9. Resúmenes de la guerra en Palestina, 7 de diciembre
1. Después de la reina, una ministra. Ni tan mal…
https://www.climatica.lamarea.
Ribera aboga por abrir sin rodeos el debate del decrecimiento
La ministra para la Transición Ecológica destaca en la COP28 que para que crezca el bienestar no es necesario medir el crecimiento sobre la base un mayor consumo de materias primas.
EFE/Climática 7 diciembre, 2023
Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, se ha mostrado favorable a abrir el debate sobre el decrecimiento de una forma clara y bien argumentada, en una entrevista con EFE en el marco de la cumbre del clima de Dubái, la COP28. La vicepresidenta del Gobierno también ha defendido la necesidad de dejar atrás la creencia de que para que la economía crezca hace falta hacer sacrificios sociales y ambientales.
Al ser preguntada por la conveniencia de introducir el decrecimiento en las negociaciones climáticas, la ministra ha asegurado que este «ya está implícito en muchas de las discusiones que hay aquí» y que es muy importante que ese debate «se abra y se gestione de manera muy clara y bien informada y argumentada».
«Estamos induciendo un cambio de paradigma en el que el concepto de crecimiento, de prosperidad, es lo primero que cambia. Es decir, yo quiero que crezca el bienestar, pero no medir el crecimiento sobre la base de un mayor consumo de materias primas que me detrae la riqueza disponible para generar esa prosperidad», ha afirmado la ministra.
Crecer dentro de los límites planetarios
En este contexto, ha subrayado que la idea de máxima eficiencia en la utilización de los recursos y de que «debemos contenernos dentro de los límites planetarios» está muy presente en el debate del Pacto Verde Europeo (plan de trabajo de la Unión Europea para ser neutra en emisiones en 2050 mediante la transformación de la economía y, al mismo tiempo, protegiendo la naturaleza y la salud).
El objetivo es vincular bienestar social con una economía que perdure y que ofrezca riqueza en el tiempo y no que «se muera porque esté liquidando la base que hace posible esa riqueza», ha asegurado. Aunque «hemos tardado mucho», ese cambio de paradigma está haciéndose visible en paquetes relacionados con economía circular, economía ambiental, restauración de la naturaleza y no sólo conservación o medidas climáticas.
«Para decirlo muy sencillamente, yo creo que lo que es importante es cambiar una noción que durante mucho tiempo había estado vigente en nuestro análisis: que para que crezca la economía hay que hacer sacrificios desde el punto de vista social y ambiental» porque, ha advertido, eso tiene las «patas muy cortas».
La única manera de permitirnos garantizar que la economía crezca de forma «perdurable» es sellando una buena «alianza ambiental y social«, según Ribera, que ha considerado que aunque este «cambio de toda la configuración de las matrices» es difícil de gestionar de forma «transversal, eficaz y generalizada», ya está ocurriendo.
El debate del decrecimiento «tiene un fondo sofisticado, complejo, importante» y «es indispensable ser mucho más realistas con respecto a la disponibilidad de recursos y la tasa de reposición de esos recursos» si se quiere garantizar bienestar social y prosperidad económica, ha aseverado.
La UE reclama el fin paulatino de los combustibles fósiles
Ribera se ha mostrado positiva sobre el estado de las negociaciones la COP28 y apunta a que se darán señalas claras para el declive de los combustibles fósiles, la única forma de garantizar la seguridad climática del planeta. «Tengo la convicción de que todo el mundo quiere que salga bien esta conferencia» porque el primer balance del Acuerdo de París deja una certeza clara: se han reducido las emisiones y el riesgo de incremento de la temperatura respecto a lo que ocurría antes, pero todavía no estamos en línea para garantizar limitar el calentamiento a 1,5 °C, señala la ministra.
El mandato negociador de la UE en esta COP, recuerda Ribera, pasa por ir hacia el fin de los combustibles fósiles, que es de donde sale una muy buena parte de las emisiones, y que sabemos que debe ser paulatino, y por los subsidios que reciben. «El dinero debemos dedicarlo a otra cosa», como afrontar la pobreza energética o garantizar un suministro asequible, limpio y seguro, considera Ribera.
2. Crisis ecosocial o colapso
Otra discusión, no bizantina sino de conceptos, sobre como definir lo que estamos viviendo: crisis ecosocial o colapso. https://ctxt.es/es/20231201/
¿Crisis o colapso ecológico? Algo más que un matiz terminológico
Estamos ante una situación irreversible en la que numerosos ecosistemas se desequilibran aceleradamente. Pero aún hay margen para mitigar el daño y readaptarnos. Existe esperanza para un futuro más justo y bello
Luis Lloredo Alix 6/12/2023
Hay altas probabilidades de que este año lleguemos al umbral de 1,5º de calentamiento planetario respecto a la temperatura media anterior a la era industrial. Esto es muy serio, pero va a ir a peor. En apenas un siglo y medio, especialmente a partir de 1950, hemos desatado un cataclismo climático de consecuencias que todavía no podemos calibrar del todo. Hablar de calentamiento global es un error de categoría del que quizá no podamos librarnos, pero de cuyas insuficiencias debemos ser conscientes: no solo es que el planeta se esté calentando, sino que todo está cambiando drásticamente.
Que el clima se caliente implica que los casquetes polares se derriten, que sube el nivel del mar, que islas y archipiélagos –algunos de ellos estados soberanos– corren el riesgo de desaparecer bajo las aguas, que miles de especies se extinguen a un ritmo vertiginoso, que las cadenas tróficas que se sostenían gracias a tales especies se desequilibran a velocidades superiores a su capacidad de adaptación, que numerosos ecosistemas dependientes de tales cadenas colapsan, que las tierras se desertifican, que la ausencia de agua hace imposible la vida en tales territorios, que los fenómenos climáticos extremos cada vez son más violentos e inesperados, que la inestabilidad de las estaciones interfiere con la agricultura tal y como la habíamos conocido durante los últimos 20.000 años, que los precios de los alimentos se disparan porque las cosechas se malogran ante fenómenos atmosféricos imprevisibles…
Podría mencionar muchas más dimensiones del cambio global, pero creo que basta con lo anterior. Enumerar la cascada de consecuencias que se desprenden de la violencia de la intervención humana en el planeta –mediante la emisión de gases de efecto invernadero, pero también mediante la tala indiscriminada, la extensión de monocultivos que solo se sostienen con la utilización de fertilizantes de origen fósil, o la difusión de un modelo de alimentación cárnica desmesurado– es imposible. No solo porque no acabaría nunca, sino también por el carácter imponderable de lo que está pasando y lo que puede ocurrir a continuación. Lo que está claro, sin margen de duda, es que estamos en una situación crítica. Ahora bien, ¿qué quiere decir exactamente “crítica”?
En los últimos años se ha producido en España una polémica respecto a si estamos o no estamos en un momento de colapso ecológico. Este debate es rico en argumentos y todas las posiciones han subrayado elementos dignos de consideración. Ahora bien, a mí, que soy profano en este campo, el cuerpo me pide decir que sí, que estamos experimentando un colapso que solo cabe calificar como gravísimo. Por supuesto, esto no implica una divisoria histórica abrupta, una especie de apocalipsis centelleante que se cierne sobre la tierra entre columnas de azufre, escombros y llamaradas del inframundo. Es más bien un nombre para describir una coyuntura histórica compleja, en la que numerosos ecosistemas se desequilibran aceleradamente, produciendo reacciones concatenadas en los entornos adyacentes, todo lo cual genera, a su vez, varias formas de inestabilidad económica, política y social: desabastecimiento alimentario, falta de materiales para la industria, cierre de empresas y correlativas bolsas de desempleo, cortes energéticos, incremento de enfermedades por falta de luz, agua o alimentos, empobrecimiento derivado de todo lo anterior, incremento de los desplazamientos forzados, aumento de la conflictividad social, guerras, intensificación de la xenofobia… Un cóctel de consecuencias tan difíciles de ponderar como las dimensiones puramente biofísicas del cambio global.
Me parece, además, que la experiencia e intuición de cada vez más gente coincide con el juicio de que estamos ante una situación de colapso. Y esto es algo que debemos tener en cuenta. Primero, porque eso implica una toma de conciencia políticamente fecunda: “Dormíamos, despertamos”, se decía en el 15M. Dormíamos en el sueño del Holoceno, esa etapa geológica en la que nuestro planeta parecía un refugio seguro, un escenario donde los ciclos climáticos se sucedían con regularidad reconfortante, y estamos despertando en el Antropoceno, una era en la que la huella del ser humano ha logrado alterar buena parte de los procesos que nos mantenían dentro de un espacio habitable. Cabe la opción de permanecer dormidos, confiando en que esto no sea más que una crisis pasajera, pero esa es una huida hacia delante que, antes o después, nos pasará factura, porque el planeta ha experimentado cambios biofísicos que ya no tienen vuelta atrás.
En efecto, cuando se dice que aún tenemos margen para actuar, no estamos hablando de rebobinar, sino de mitigar y de readaptarse: 1) podemos frenar la debacle, intentando contener el calentamiento dentro de unos límites “tolerables” (superar los 3 o 4 grados sería inmanejable); 2) y podemos ajustarnos a la nueva coyuntura, cambiando nuestro modo de vida para soportar mejor las sequías, las riadas o el calor extremo. Podemos hacerlo, además, de manera que nuestra existencia sea más rica, más saludable y menos estresante. El sistema actual está basado en un consumo desaforado, en trabajos extenuantes y precarios, en falta de tiempo de calidad, en angustia económica permanente… Y eso es precisamente lo que está atizando la catástrofe ecológica. Dicho de otro modo: vivimos muy mal y ese mal modo de vida está alimentando a una bestia que nos hará vivir aún peor. ¡Cambiémoslo! Decir colapso no significa claudicar ni hundir la cabeza en el pozo de la desesperanza, sino justo lo contrario: significa adquirir plena consciencia de ese bucle destructivo y transformar nuestras prácticas para vivir mejor.
Esto me lleva a lo segundo: si no lo llamamos colapso, ¿cómo lo llamamos entonces? Probablemente la alternativa más a mano sea “crisis ecosocial”. Sin embargo, la idea de crisis conlleva la de provisionalidad y superación: las crisis son momentos de quiebre que abren las puertas a una nueva normalidad. A lo largo de nuestra vida pasamos por varias de ellas: las de lactancia, la de los dos años, la de la adolescencia, la de los cuarenta, la jubilación… Son hitos que recorremos entre tensiones, a veces con sufrimiento, a veces incluso con trauma, pero que acaban y nos arrojan a nuevas etapas. Sucede lo mismo en la vida social: ¿cuántas crisis económicas hemos experimentado desde los años ochenta hasta la fecha? En general, el capitalismo es un sistema experto en absorber este tipo de momentos y resurgir fortalecido. De hecho, hemos interiorizado la idea de crisis como una especie de ritual sacrificial por el que debemos pasar a la fuerza: un advenimiento cíclico inevitable, que exige sus víctimas –desempleo, inflación, privatizaciones, ampliación de la frontera extractiva, neocolonialismo–, pero que inaugura nuevos ciclos de “crecimiento”. La cuestión, sin embargo, es que la crisis ecológica no es como las demás. Hay muchas razones por las que esto es así, pero me detendré en dos de ellas.
Para empezar, la crisis ecológica ya ocurrió. No es algo que esté por venir, sino que llevamos un tiempo sintiendo sus efectos. O sea, que ya superamos el punto de inflexión y accedimos a una nueva normalidad. Lo que ocurre es que esta “nueva normalidad” no es estable, como se le presumiría a un periodo de esta índole. Y no es estable porque, lejos de movernos en un plano histórico humano, nos movemos en un plano histórico geológico. La humanidad ha sufrido infinidad de crisis a lo largo de su historia. Algunas han sido terribles. Varias de ellas, además, han estado motivadas por fenómenos ambientales extremos: hambrunas que han conducido a guerras, sequías que han llevado a la desaparición de civilizaciones… Sin embargo, ninguno de estos estragos ha implicado un socavamiento de los ciclos planetarios. No por casualidad, buena parte de la comunidad científica considera que hemos abandonado la era del Holoceno. En ese sentido, la idea de crisis se queda corta para describir lo que sucede. Vivimos una crisis, desde luego, pero no solo de las comunidades humanas que poblamos la faz de la tierra, sino del planeta mismo y, con él, de todas las especies que lo habitan. Esa duplicidad del fenómeno, humana y a la vez biogeofísica, hace que la nueva normalidad sea incierta y que no nos garantice el periodo relativamente estable que toda fase “normal” debería asegurar. Pensémoslo así: una normalidad que no es normal, sino que puede propiciar calamidades climáticas inesperadas en cualquier momento; una normalidad que, por tanto, consiste en una crisis potencial permanente… ¿No sería mejor llamar a esto colapso?
Además, la idea de crisis resulta pobre para describir la complejidad de los procesos que están en marcha. Estamos ante muy diferentes alarmas: del clima, de la biodiversidad, de energía, de refugiados, del sistema económico… De nuevo, el descriptor de “crisis ecosocial” puede resultar útil, pero carece de la fuerza simbólica que tiene la noción de “colapso”. Las crisis, en general, suelen predicarse de un único orden de cosas: de deuda, de inflación, de un gobierno, de una industria, de una tecnología… Es verdad que estos procesos históricos suelen involucrar mutaciones en varios planos, pero, al menos hasta ahora, no incluían a la biosfera en su conjunto, ni habían abarcado una cantidad tal de variables. En este sentido, me parece que, por pura precisión conceptual, vale la pena emplear otra palabra: una transformación tan sistémica, que está provocando la sexta extinción masiva en la historia del planeta, y que ha llegado a alterar los mismísimos ciclos climáticos, no es como otras anteriores. Es una crisis de crisis. Por eso es mejor verlo como un colapso, porque aglutina, como en un vórtice, numerosos procesos que se retroalimentan entre sí y que corren el riesgo de provocar una gran conflagración.
En esto, el colapso también se diferencia de convulsiones históricas precedentes, que siempre han contenido, incluso en sus momentos más oscuros, una convicción soterrada, aunque a veces débil, de que al final escampará tras la tormenta. El colapso ecosocial, en cambio, no facilita vislumbrar esa luz en el horizonte. Y es comprensible que así sea, porque la sensación de que hemos alterado la biosfera de manera irreversible ha sido ya interiorizada. Incluso entre los no muy conscientes, entre quienes piensan que el ecologismo incurre en extremismos, escucho a veces decir: “Vaya planeta os hemos dejado”, o frases semejantes. Esa percepción de irreversibilidad es la que hace que podamos describir la situación en términos de colapso. El hecho de que exista una sensación de fracaso o de derrota no es algo que podamos conjurar mediante la renuncia a la palabra. Por mucho que la evitemos, el planeta dañado seguirá ahí, y la necesidad de repararlo, aunque no podamos retrotraerlo a una etapa anterior, no se habrá ido a ninguna parte. ¿O es que dejaríamos de curar las heridas de alguien que ha perdido un brazo o una pierna, por el hecho de que ya no pudiera volver a usar esas extremidades?
Al contrario: me parece más eficaz, en clave estratégica, ser claro y firme en el diagnóstico, a la vez que esperanzado en que pueden existir futuros justos y más bellos. Serán futuros más calurosos, seguramente más secos y quizá algo imprevisibles, pero quizá más felices, más comunitarios, más ociosos, menos frenéticos, menos tóxicos. Colapso viene de “collapsus”, derivado de “collabor”, que significa caer, resbalar. Así que colapsar es caer, perder pie. Pues eso: nos hemos resbalado y nos estamos precipitando. Aunque eso sea inapelable, está en nuestras manos evitar desplomarnos de bruces. Pongamos las manos por delante y levantémonos a continuación. No sé si nosotros nos lo merecemos, pero nuestros hijos seguro que sí. Parece difícil verlo, pero puede haber paz después de la tormenta.
3. En la muerte de Refaat Alareer
Una de las últimas víctimas en Gaza de los bombardeos sionistas ha sido el profesor Refaat Alareer, muy conocido en las redes, donde su muerte ha causado una gran consternación. Hay un grupo de tuiteros gazatíes que van contando cada día sus vivencias y mucha gente en el resto del mundo temen que les haya pasado algo cuando dejan de publicar. Refaat era uno de ellos. Su amigo, el periodista estadounidense Max Blumenthal, publica este pequeño homenaje en The Gray Zone, escrito en buena parte a raíz de una guerra anterior, la de 2014, que entonces nos parecía el colmo del horror. Qué ingenuos.
Este es el mensaje en el que decía que lo último que haría sería lanzar su rotulador a las tropas invasoras: https://twitter.com/
Homenaje a mi amigo Refaat Alareer, profesor asesinado por Israel
Max Blumenthal-7 de diciembre de 2023
«Voy a usar ese rotulador para lanzárselo a los soldados israelíes, aunque sea lo último que haga», juró Refaat Alareer en una de sus últimas entrevistas.
Mi amigo Refaat Alareer fue asesinado por invasores israelíes en Shujaiya, al este de la ciudad de Gaza, el 6 de diciembre. Forma parte de los más de 16.000 civiles asesinados por Israel en el enclave asediado desde el 7 de octubre.
Nuestra correspondencia continuó de forma intermitente durante los últimos nueve años. En nuestro último intercambio, el 27 de noviembre, cuando los bombardeos se acercaban cada vez más a su casa, me dijo: «Todo se está acabando. La comida. El agua. Gas para cocinar. Israel está bombardeando todas las fuentes de vida. Paneles solares, depósitos de agua y tuberías. No funciona ni una panadería».
Refaat era un escritor y educador que enseñaba literatura inglesa en la Universidad Islámica de Gaza, que ha quedado completamente destruida. «Israel quiere que estemos cerrados, aislados, para llevarnos al extremo», me explicó. «No quiere que nos eduquemos. No quiere que nos veamos como parte de una lucha universal contra la opresión. No quieren que nos eduquemos ni que seamos educadores».
En una de sus últimas entrevistas públicas, con Electronic Intifada, Refaat juró que, si era necesario, moriría por la misma pluma por la que vivía: «Soy un académico. Probablemente lo más duro que tengo en casa es un marcador Expo. Pero si los israelíes nos invaden, si los paracaidistas cargan contra nosotros, yendo de puerta en puerta, para masacrarnos, voy a utilizar ese rotulador para lanzárselo a los soldados israelíes, aunque sea lo último que haga».
Refaat era un modelo de la resistencia que Israel y sus patrocinadores pretenden destruir. Cuento su historia en los pasajes que siguen, extraídos de mi libro de 2015, The 51 Day War: Life and Loathing in Greater Israel.
El maestro
Apenas unos meses antes de viajar a Gaza para cubrir la Guerra de los 51 Días, estaba cenando con el profesor de literatura Refaat Alareer, que suele vivir en la ciudad de Gaza, en un restaurante italiano de lujo en Berkeley, California. Nos había invitado la Lannan Foundation, una fundación con sede en Santa Fe, Nuevo México, que apoya una mezcla de iniciativas artísticas y causas políticas progresistas. Yo acababa de dar una conferencia sobre mi libro Goliath: Life and Loathing in Greater Israel, en San Francisco, junto al escritor y periodista palestino-estadounidense Ali Abunimah. Por su parte, Refaat había estado de gira por Estados Unidos con un grupo de autores palestinos de Gaza para promocionar la recopilación de ensayos que había editado, Gaza Writes Back.
Nos habíamos seguido muy de cerca durante nuestras giras de esa primavera. Cuando hablé en la Western Washington University, un pintoresco campus situado en la frontera de Estados Unidos con Canadá, fui acribillado a preguntas por un estudiante judío-estadounidense que parecía no haberse topado nunca con un análisis crítico de Israel y el sionismo. Una semana más tarde, me enteré por Refaat de que el estudiante había llorado abiertamente cuando él y otros dos jóvenes escritores de Gaza, Yousef Aljamal y Rawan Yaghi, describieron al público del campus su crecimiento bajo el asedio.
Cuando nos reunimos en la larga mesa del comedor en el centro de Berkeley, todos parecíamos estar luchando con distintos niveles de agotamiento y desconcierto por nuestros largos viajes a través del país. Me sentí un poco incómodo sentado junto a tres jóvenes en un breve permiso del gueto de Gaza ante manteles blancos cubiertos con copas de cristal de Merlot y tablas de madera lisa con quesos artesanales. Pero enseguida olvidé mi incomodidad al entablar conversación con Refaat.
Pasamos la hora siguiente charlando sobre sus impresiones acerca del vasto y cegadoramente colorido país que acababa de atravesar. El paisaje estadounidense había ofrecido a Refaat la oportunidad de conocer a judíos que no le saludaban desde detrás del cañón de un M-16, desde el interior de la cabina de un F-16, desde la torreta de un tanque Merkava o detrás de la mesa de un administrador de la ocupación. Refaat lo describió como su «momento Malcolm X».
«Cuando Malcolm X estaba en la cárcel, su hermana le dijo: ‘Elijah Muhammad dijo que el Islam es la verdadera religión de los negros y que el hombre blanco es el Diablo’. Pensó en todos los blancos que había conocido en su vida y se dio cuenta de que cada uno de ellos le había perjudicado de un modo u otro», explicó Refaat. «Esto es lo que nos pasa en Palestina, porque nunca te encuentras cara a cara con un judío que no esté armado hasta los dientes intentando matarte. Y eso hace que sea muy difícil romper con tus prejuicios».
No fue hasta que Refaat visitó Estados Unidos cuando se encontró cara a cara con un judío que simpatizaba con su difícil situación como palestino. «Cuando hablas con judíos sobre sus vidas, te acogen en sus casas, pasas tiempo con sus familias, pueden educarte de un modo inimaginable porque conocen Israel, la vida judía, el sionismo», se maravilló. «Se aprende mucho porque son gente de dentro. Fue el viaje a Estados Unidos lo que me cambió en muchos aspectos».
Aunque estimuló su imaginación y amplió su perspectiva, el viaje de Refaat a Estados Unidos le produjo remordimientos. Como cualquier otro académico palestino, la ocupación le había costado innumerables oportunidades de estudiar en el extranjero y entablar relaciones con sus homólogos intelectuales. En 2005, las autoridades israelíes se negaron a permitirle completar su máster en el Reino Unido. Perdió un año entero de sus estudios junto con su beca. En los dos años siguientes, los israelíes se negaron a permitirle salir de Gaza en diez ocasiones distintas. Recordaba haberles dicho: «¡Si tienen algo contra mí, métanme en la cárcel!».
Cuando Refaat consiguió por fin permiso para viajar a Estados Unidos en 2014, a Sarah Ali, estudiante de literatura inglesa de veintidós años y profesora ayudante en la Universidad Islámica que había colaborado en Gaza Writes Back, se le denegó el permiso para acompañarle en la gira del libro. Así, en actos por todo el país, Refaat y sus compañeros escritores de Gaza, Yousef y Rawan, pronunciaron conferencias junto a una silla con un recorte de cartón en el que se leía: «Sarah Ali debería estar aquí».
«Israel quiere que nos cerremos, que nos aislemos, que nos llevemos al extremo», reflexionó Refaat. «No quiere que nos eduquemos. No quiere que nos veamos como parte de una lucha universal contra la opresión. No quieren que nos eduquemos ni que seamos educadores».
Cuando Refaat regresó a Gaza desde Estados Unidos, redobló sus esfuerzos para educar a la juventud gazatí fuera de los estrechos prejuicios engendrados en el semillero del asedio y la ocupación. En la Universidad Islámica, la conservadora institución de enseñanza superior cofundada por el asesinado líder de Hamás, el jeque Ahmed Yassin, en 1978, Refaat introdujo a sus alumnos en la literatura hebrea. Entre los escritores judíos israelíes que les asignó estaba Yehuda Amichai, el legendario poeta cuya famosa obra, «Dios se apiada de los niños de jardín de infancia», habla de vidas cortas consumidas en la guerra y salpicadas de encuentros íntimos con la violencia. Las estrofas iniciales del poema resonaron fácilmente entre los alumnos de Refaat:
Dios se apiada de los niños de guardería,
se apiada menos de los escolares.
Pero no se apiada de los adultos.
Los abandona,
Y a veces tienen que arrastrarse a cuatro patas
En la arena abrasadora
Para llegar al puesto sanitario de campaña,
chorreando sangre.
Refaat también asignó a sus alumnos El mercader de Venecia. Animó a la clase a ver a Shylock, el orientalizado y avaro personaje judío de Shakespeare, como una figura simpática que luchaba por conservar un mínimo de dignidad bajo un régimen similar al apartheid.
Cuando sus alumnos terminaron la obra, Refaat les preguntó con qué personaje de Shakespeare simpatizaban más: Otelo, el general veneciano de origen árabe, o Shylock, el judío. Describió su respuesta como el momento más emotivo de sus seis años de carrera docente: Uno a uno, sus alumnos declararon una identificación casi visceral con Shylock.
En su trabajo final, una de las alumnas de Refaat transformó el famoso cri de coeur de Shylock en un llamamiento a la conciencia de sus propios opresores:
¿No tiene ojos un palestino? ¿No tiene un palestino manos, órganos,
dimensiones, sentidos, afectos, pasiones; alimentado con
el mismo alimento, herido con las mismas armas, sujeto
a las mismas enfermedades, curado por los mismos medios,
calentado y enfriado por el mismo invierno y verano
que un cristiano o un judío? Si nos pinchan, ¿no sangramos?
Si nos hacen cosquillas, ¿no reímos? Si nos envenenan,
¿no morimos? Y si nos agravian, ¿no nos vengaremos?
Refaat guardaba los papeles de sus alumnos en su escritorio del Departamento de Inglés de la Universidad Islámica como si fueran pequeños tesoros. Entonces, el 2 de agosto, el ejército israelí bombardeó su departamento junto con las oficinas administrativas de la universidad, haciendo arder esos papeles. La oficina donde los estudiantes se reunían con él durante las horas de oficina fue pulverizada y la biblioteca estudiantil de al lado quedó diezmada. Cuando el portavoz del ejército israelí, Peter Lerner, afirmó que la fuerza aérea había atacado un «centro de desarrollo de armas» en la escuela, los estudiantes de Refaat respondieron con una oleada de bromas sobre los PDM, o Poemas de Destrucción Masiva. «Los palestinos de mente abierta son más peligrosos», dijo Refaat. «Por eso [Israel] ataca la Universidad Islámica. Por eso ataca otras universidades. Por supuesto, mintieron cuando la atacaron».
Refaat ya había visto antes cómo las fuerzas israelíes atacaban su escuela, y vio cómo la reconstruían. Pero poco podía consolarle la violencia que esquilmó rama tras rama de su árbol genealógico. Durante la guerra perdió a su cuñado, que también era su mejor amigo. Se enteró de que sus primos habían sido masacrados en Shujaiya (Fathi al-Areer fue uno de los supervivientes de la familia de Refaat a quien entrevisté entre los escombros el 14 de agosto). Después recibió la noticia de que habían matado a su hermano.
En los meses posteriores a la guerra, Ranim, el hijo pequeño de su hermano, se sumió en la desolación. «Odio a papá», murmuraba Ranim de forma rutinaria. «No volverá».
Obra santa
A principios de 2015, mientras los cortes de electricidad asolaban Gaza, me esforcé por mantenerme en contacto con Refaat. Su electricidad llegaba durante menos de seis horas en horarios variables según el día que fuera, lo que nos dejaba solo una breve ventana de tiempo para conectarnos por Skype. Cuando por fin me puse en contacto con él, a finales de enero, lo encontré haciendo frente al malestar que se extendía por Gaza tras la guerra. Su casa y la de su vecino habían sido bombardeadas, lo que le había obligado a pasar días enteros en las oficinas de la UNRWA intentando negociar el proceso de reconstrucción. Habían tardado tres meses en demoler una parte de la casa de su familia que amenazaba con derrumbarse sobre los transeúntes. «Si han tardado tanto, imagínense lo que tardará la burocracia para volver a construirla», suspira Reefat.
Uno de los hermanos de Refaat perdió su empleo cuando Israel bombardeó la fábrica de helados en la que trabajaba. Tuvo que luchar para reunir el dinero suficiente para pagar el alquiler mensual. Su padre, que llevaba veinte años sin encontrar trabajo, dependía de la ayuda de sus hijos solteros. Pero se consideraban afortunados en comparación con los miles de empleados públicos que llevaban meses sin trabajar y no tenían ayuda familiar. «Siempre nos preguntamos cómo sobreviven», dijo Refaat de los trabajadores sin sueldo. «Llegan al punto de hacer cualquier cosa por un dólar. No es de extrañar que aumente la delincuencia, la violencia doméstica y se disparen los divorcios. ¿Entienden la AP o Israel que tarde o temprano esto llevará a una explosión?».
Con el paso fronterizo de Rafah casi herméticamente cerrado por la junta egipcia, Refaat tenía pocas posibilidades de escapar de Gaza para terminar su doctorado. Su única forma de liberarse de la frustración era en las aulas. Cuando el asedio se estrechó inmediatamente después de la guerra, regresó a la Universidad Islámica y redobló sus esfuerzos por ampliar los horizontes intelectuales de sus alumnos. «Me encuentro liberando la mayor parte de mi rabia ante la situación enseñando a los jóvenes sobre la lucha y sobre ser creativos en la forma de luchar por nuestros derechos y nuestra libertad», afirma Reefat. «Es muy gratificante».
En diciembre de 2014, la clase de Refaat acogió a mi colega Dan Cohen. Dan observó mientras Refaat presentaba a su clase un relato de uno de sus alumnos, Noor Elborno, escrito desde la perspectiva de un veterano israelí de un asalto a la Franja de Gaza. El soldado había regresado a Israel con su familia, aquejado de estrés postraumático y con pesadillas sobre los niños que había matado en Gaza. Cuando los niños palestinos de sus pesadillas se convirtieron en los suyos propios, el soldado cayó en la locura. Si la historia hubiera sido escrita por un israelí, habría encajado perfectamente en el manido subgénero literario de disparar y llorar, cuyo ejemplo más notable es Vals con Bashir, en el que los soldados buscaban la absolución personal mediante angustiosas confesiones de los crímenes que habían cometido contra refugiados palestinos en Líbano. Sin embargo, escrito por una joven palestina de Gaza que adoptaba la perspectiva de un israelí directamente implicado en la violencia contra su sociedad, reflejaba un inusual anhelo de comprender la psique del ocupante.
Refaat se dirigió a su clase y les preguntó si podían simpatizar con el soldado de la historia. Algunos de los alumnos dijeron que podrían hacerlo, pero sólo a condición de que se les liberara de las ataduras de la ocupación. Otros protestaron diciendo que el soldado era cómplice de su opresión y que era un asesino de bebés que merecía sufrir por sus crímenes. La voz airada de una joven se elevó de repente por encima de las de sus compañeros. «Los odio a todos», exclamó. Recalcó que se refería a todos los judíos.
Refaat recalcó a la clase que no todos los judíos eran sionistas y les retó a no implicar a todo un grupo en la crueldad de un Estado que decía actuar en su nombre. «Les hablé de mi estancia en Estados Unidos con amigos judíos, de estar con sus familias, de verles defender a los palestinos», recordó. «Es abstracto para ellos, porque Israel ni siquiera permite a mis alumnos viajar para conocer a otras personas. De hecho, a tres de mis alumnos les han impedido salir recientemente. Pero si este tipo de debates ayudan a un diez por ciento es maravilloso, porque más adelante, cuando consigan romper los muros de aislamiento que la ocupación y Egipto están creando, cuando conozcan a gente judía que trabaja por nuestra causa, eso marcará la diferencia.»
Hacia el final de la clase, Refaat pidió a sus alumnos que levantaran la mano si habían perdido su casa o a amigos y familiares durante la guerra. La mayoría de los presentes levantó la mano. La joven que declaró su odio a los judíos había perdido, de hecho, su casa en Shujaiya y había sido testigo de la muerte de familiares y vecinos. «Mostró claramente cómo la violencia israelí está llevando a todo el mundo al extremo», señaló Refaat. «Esta guerra fue tan horrible que conmovió a todo el mundo».
Cuando terminó la clase, quince mujeres jóvenes con vistosos pañuelos en la cabeza y vestidos largos se acercaron a Dan todas a la vez, acribillándole a preguntas. «Al parecer, la clase sabía que yo era judío», me dijo Dan, «y querían saber qué pensaba de ellas, de Gaza, de mi vida en Estados Unidos. Nunca habían conocido a un judío y me mostraron mucho respeto».
Al día siguiente, la joven que declaró su odio a los judíos se acercó a Refaat para expresar su arrepentimiento. Oírse a sí misma verbalizar su resentimiento la dejó avergonzada, le dijo. Y el encuentro con Dan después de clase le había hecho plantearse reconducir la ira que se había apoderado de ella tras la guerra.
«Gaza es el lugar más difamado del mundo, y si creyéramos lo que nos dicen los grupos judíos establecidos en Estados Unidos y los principales medios de comunicación, pensaríamos que un judío en Gaza sería despedazado, que los gazatíes andan por ahí buscando a un judío para matarlo», reflexionó Dan más tarde. «En este supuesto hervidero de antisemitismo, todo era completamente lo contrario de lo que me habían dicho que iba a ser. Lo que encontré fue gente como Refaat luchando para evitar que la violencia que había consumido las vidas físicas de sus alumnos los consumiera internamente. Lo que está haciendo es una obra sagrada».
II. En las redes sociales todo el mundo está despidiéndose de Refaat con este poema suyo, que escribió hace un mes. No sé si el original es en árabe o en inglés:
Si debo morir
Si debo morir,
tú debes vivir
para contar mi historia
para vender mis cosas
para comprar un trozo de tela
y unas cuerdas
(que sea blanca y con una larga cola)
para que un niño, en algún lugar de Gaza
mientras mira al cielo a los ojos
esperando a su padre que se marchó en una llamarada
y no se despidió de nadie
ni siquiera de su carne
ni siquiera de sí mismo
vea la cometa, mi cometa que hiciste, volando arriba
y piense por un momento que un ángel está allí
trayendo de vuelta el amor.
Si debo morir
que traiga esperanza
que sea un cuento
If I must die by Refaat Alareer
If I must die,
you must live
to tell my story
to sell my things
to buy a piece of cloth
and some strings,
(make it white with a long tail)
so that a child, somewhere in Gaza
while looking heaven in the eye
awaiting his dad who left in a blaze–
and bid no one farewell
not even to his flesh
not even to himself–
sees the kite, my kite you made, flying up above
and thinks for a moment an angel is there
bringing back love
If I must die
let it bring hope
let it be a tale
4. Un repaso a la geopolítca en la guerra de Palestina
Tras detallar los envíos militares de occidente a Israel, el artículo plantea las posturas de diferentes potencias internacionales ante el conflicto palestino.
La guerra de la OTAN en Gaza: las reacciones de Rusia, China y el Sur
por Roberto Iannuzzi
El apoyo incondicional de Occidente a Israel, y el despliegue de toda una flota en el Mediterráneo oriental, exacerban una polarización internacional ya en marcha
El Ministerio de Finanzas israelí ha calculado que las operaciones bélicas en Gaza cuestan 270 millones de dólares al día. Según otras estimaciones, esto pesará sobre las arcas del Estado judío 48.000 millones en 2023-2024.
Aproximadamente un tercio de esta suma correrá a cargo de Estados Unidos. El presidente estadounidense Biden ha prometido a Tel Aviv un paquete de 14.300 millones de dólares, además de los 3.800 millones que Washington concede anualmente a Israel en virtud de un acuerdo de diez años.
Aunque es posible que el paquete extraordinario no se apruebe antes de fin de año debido a las prioridades del Congreso y a su creciente disfuncionalidad, EEUU ya envía armas de todo tipo a Israel.
A diferencia del flujo de armamento estadounidense a Ucrania, el destinado a Israel está envuelto en un secretismo casi total. Según algunas revelaciones parciales, incluye decenas de miles de proyectiles de artillería de 155 mm, miles de bombas de alto poder explosivo y miles de misiles Hellfire.
Biden también está empeñado en levantar todas las restricciones a la transferencia de armas a Tel Aviv desde el arsenal estadounidense en territorio israelí. Creado en la década de 1980 para abastecer a Estados Unidos en caso de guerra regional, el War Reserve Stockpile Allies-Israel (WRSA-I) es el mayor de una red de arsenales de armas que Washington tiene dispersos en países aliados de todo el mundo.
Una de las restricciones que debería levantarse es el techo de gasto anual de 200 millones de dólares para mantener abastecido el WRSA-I. Esto permitiría al arsenal reemplazar cualquier cantidad de armas utilizadas. Dado que Israel, una vez levantadas las demás restricciones, podría acceder libremente al WRSA-I, esto crearía un flujo ininterrumpido de todo tipo de armas de Washington a Tel Aviv.
«Todos nuestros misiles, todas nuestras municiones, todas nuestras bombas guiadas, todos nuestros aviones […], todo viene de EE.UU.[…] Cualquiera entiende que no podemos librar esta guerra sin EE.UU.. Y punto». Esto es lo que dijo recientemente el general israelí retirado Yitzhak Brick en una entrevista.
En realidad, Israel tiene su propia y sólida industria armamentística que exporta a todo el mundo, pero también se construyó con financiación estadounidense y sigue dependiendo de Estados Unidos.
Los interceptores del sistema israelí de defensa antimisiles Cúpula de Hierro son fabricados por la empresa estadounidense Raytheon. Los radares que protegen a Israel de posibles amenazas de misiles de medio alcance (sobre todo de Irán) también son estadounidenses, situados en el desierto del Negev.
La administración Biden también ha desplegado una gran fuerza aérea y naval entre el Mediterráneo oriental, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico para «disuadir» a otros actores regionales -principalmente el Hezbolá libanés- de intervenir en el actual conflicto de Gaza.
Washington tiene así un enorme poder para influir en las opciones estratégicas israelíes, en su conducción de la guerra y posiblemente también para presionar a Tel Aviv para que ponga fin al conflicto.
Una guerra «OTAN»
La mayoría de las armas estadounidenses destinadas a Israel convergen desde bases en Alemania, España y Turquía hasta la gran base británica de Akrotiri en Chipre. Esta última se encuentra en territorio soberano del Reino Unido, una posesión de ultramar en virtud del Acuerdo de Londres de 1959 que concedió la independencia a Chipre.
Las bases anglosajonas de Chipre constituyen un centro de espionaje británico y estadounidense desde el que vigilar gran parte de Oriente Próximo, desde Turquía hasta Siria, Líbano y la propia Palestina.
Muy probablemente, al menos algunos de los aviones no tripulados estadounidenses que sobrevuelan Gaza despegan de Akrotiri. La base se ha convertido en un centro de operaciones en la Franja. Decenas de aviones de transporte militar británicos han volado a Tel Aviv desde el comienzo del conflicto.
El gobierno de Londres bloqueó las preguntas de los diputados que querían arrojar luz sobre las actividades en curso en Akrotiri. Mientras tanto, también ha desplegado cientos de fuerzas especiales en Líbano, oficialmente en una misión de entrenamiento posiblemente destinada a rescatar a los rehenes británicos en Gaza y a evacuar «personal no combatiente» en caso de que la guerra se extienda.
Pero es presumible que el fortalecimiento de las relaciones con el ejército libanés sea también un medio para conocer e influir en el proceso de toma de decisiones en Beirut, un frente clave que preocupa a Israel, en cuya dirección podría ampliarse el conflicto.
Gran Bretaña dispone también de tres buques de guerra, uno en el Mediterráneo oriental y dos en el Golfo, a los que se han añadido buques de apoyo logístico.
París, por su parte, ha enviado el Tonnerre, uno de los buques más importantes de la flota francesa. Descrito de forma un tanto engañosa como «buque hospital», se trata en realidad de un portahelicópteros de asalto anfibio que alberga también una pequeña unidad hospitalaria de 69 camas (poco más que una ayuda simbólica para la desastrosa emergencia humanitaria de Gaza).
En cambio, está equipado para posibles operaciones de evacuación y, gracias a sus sofisticados equipos, puede llevar a cabo labores de inteligencia y vigilancia marítima. El Tonnerre también está escoltado por dos fragatas.
Mientras tanto, las exportaciones de armas alemanas a Israel se han disparado desde el ataque de Hamás del 7 de octubre. Este año, Berlín ha enviado a Tel Aviv material bélico por valor de más de 300 millones de euros, diez veces más que en 2022. 185 de las 218 licencias concedidas este año se aprobaron después del 7 de octubre.
Italia ha ofrecido su no pequeña contribución, concediendo la base de Sigonella como escala para el puente aéreo entre la base alemana de Ramstein y la israelí de Nevatim, y como punto de partida para los drones estadounidenses.
Roma también puso a disposición el patrullero de altura Paolo Thaon di Ravel, el buque anfibio San Giorgio y dos fragatas (la Virginio Fasan y la Carlo Margottini), a las que más tarde se unió el buque de apoyo logístico (y de primeros auxilios, con 16 literas) Vulcano.
En total, más de 50 buques estadounidenses y aliados, incluidos los del Grupo Marítimo Permanente 2 de la OTAN, operan actualmente entre el Mediterráneo Oriental y Oriente Medio.
Dispersión de las fuerzas estadounidenses
Con la apertura del frente de Gaza, Estados Unidos se ve implicado simultáneamente en tres graves crisis geopolíticas en distintas partes del mundo. En Europa Oriental, Washington está inmerso en una guerra por poderes con Rusia en Ucrania. En el Pacífico, se arriesga a un choque frontal con China por la cuestión de Taiwán. En Oriente Medio, las tropas estadounidenses podrían verse arrastradas a un conflicto regional de consecuencias impredecibles.
Biden ha postulado repetidamente un vínculo entre estas crisis. «El liderazgo estadounidense es lo que mantiene unido al mundo», dijo en un discurso en octubre. Los valores estadounidenses son lo que nos convierte en un socio con el que otras naciones quieren trabajar. Poner eso en riesgo, si damos la espalda a Ucrania, si damos la espalda a Israel, no merece la pena».
Según sus detractores, la implicación de Estados Unidos en múltiples crisis sólo dispersa y sobrecarga a las fuerzas estadounidenses, asumiendo riesgos innecesarios, exacerbando los conflictos locales y privando a los estadounidenses de recursos que podrían desplegarse mejor en casa.
La guerra de Ucrania ya había creado un problema de recursos militares. Estados Unidos había tenido que posponer la entrega de armas a Taiwán, mientras que el ejército ucraniano había tenido que racionar los proyectiles de artillería en el campo de batalla.
Ahora, después del 7 de octubre, las entregas estadounidenses de este tipo de proyectiles a Ucrania se han reducido en un 30%.
El apoyo de la opinión pública estadounidense (ya desgastada por las dificultades internas) a las guerras prolongadas en el extranjero, especialmente cuando no producen resultados positivos, disminuye constantemente con el tiempo.
Según Fiona Hill, ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional, los conflictos de Ucrania y Gaza podrían producir cambios sustanciales en el orden internacional, en cierto modo comparables a los provocados por los conflictos mundiales del siglo pasado.
Ambos han provocado una mayor polarización a nivel global, delineando dos bandos enfrentados: por un lado Estados Unidos con sus aliados, por otro Rusia, China, Irán y otros países del llamado Sur Global.
Al igual que el Gobierno de Kiev, Hill sostiene que la guerra de Gaza «ayuda a Putin» al distraer a Estados Unidos y Europa de Ucrania. Una opinión expresada también por otros en EEUU.
El proceso de polarización internacional se ve acentuado por la insistencia de Biden en meter las dos crisis en el mismo saco, poniendo al mismo nivel a Rusia, Hamás e Irán. El pasado octubre, afirmó que tanto Putin como Hamás quieren destruir «una democracia vecina». Menos de un mes después, en un editorial del Washington Post, el presidente estadounidense reiteró que ambos «esperan colapsar la estabilidad y la integración regional, y sacar provecho de los disturbios subsiguientes».
Una vez más, Biden calificó a EEUU de «nación indispensable», añadiendo que «el mundo espera de nosotros que resolvamos los problemas de nuestro tiempo».
Creciente frialdad entre Moscú y Tel Aviv
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, expresó su preocupación por la posibilidad de que Irán, que ya ha suministrado a Rusia aviones no tripulados y munición para su uso en el conflicto ucraniano, también venda misiles balísticos a Moscú que aumentarían aún más la ventaja de Rusia sobre Kiev.
Mientras tanto, Teherán ha anunciado que ha comprado a Rusia cazas Sukhoi Su-35 y helicópteros de ataque.
Por su parte, Moscú ha intentado mantener una postura relativamente neutral en el conflicto de Gaza, posicionándose como posible mediador y acusando esencialmente a Estados Unidos de fracasar en su papel de intermediario imparcial y de no resolver la cuestión israelo-palestina.
El 10 de octubre, el presidente ruso Putin hizo tales acusaciones, al tiempo que pedía una resolución pacífica del conflicto que allanara el camino para un Estado palestino independiente.
Moscú mantiene una relación histórica con Israel, cimentada además por la relación amistosa entre Putin y Netanyahu, de la que este último había alardeado en repetidas ocasiones. Esta relación había resistido la guerra de Siria, que había visto a los dos países en bandos opuestos, y también el conflicto ucraniano.
Sin embargo, el estallido de la guerra en Gaza abrió fisuras en la relación entre ambos países. Como ha escrito el analista ruso Fyodor Lukyanov, el apoyo incondicional a Tel Aviv por parte de EE.UU. y la UE ha convertido de alguna manera a Israel en parte del «Occidente colectivo» amargamente opuesto a Rusia.
Aislado de EEUU y la UE, Moscú necesita ahora ese Sur que ha condenado a Israel y tratado a los palestinos con comprensión. Esto no significa que Rusia apoye a Hamás, exponente de ese Islam político que Moscú siempre ha visto con recelo, y con el que entró en conflicto durante las guerras de Chechenia, y más tarde en Siria.
Pero la posición de relativa equidistancia mantenida por el Kremlin no gustó a Tel Aviv. Los israelíes no apreciaron la decisión rusa de recibir en Moscú a una delegación de Hamás, interpretándola como «hostil» a Israel.
Según varios think tanks israelíes, Hamás, considerada por Moscú no como una organización terrorista sino como representante legítima del pueblo palestino de Gaza, estaría en línea con la agenda rusa para Oriente Próximo, que vería en Irán (aliado de Hamás) un socio estratégico y tendría interés en hacer fracasar la normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí.
Dicha normalización, de hecho, eliminaría cualquier obstáculo a la formación de una alianza entre Estados Unidos, Israel y los países árabes del «bloque» saudí (los de los llamados Acuerdos de Abraham), que representaría un desafío a los intereses de Rusia, Irán y China en la región.
El endurecimiento de Tel Aviv, junto con los repetidos bombardeos israelíes de los aeropuertos de Damasco y Alepo en Siria, donde Rusia cultiva importantes intereses, ha provocado a su vez declaraciones cada vez más irritadas de Moscú, y expresiones rusas de condena más o menos directa de la conducta israelí en la ONU.
La postura china no agrada a Israel
China también ha adoptado una especie de neutralidad «propalestina» ante el conflicto de Gaza. El Ministerio de Asuntos Exteriores chino condenó los «actos que dañan a los civiles, […] agravan el conflicto y desestabilizan la región», aunque sin dirigir una crítica explícita a Hamás.
Al mismo tiempo, Pekín volvió a insistir en la necesidad de reanudar las conversaciones de paz y aplicar la solución de los dos Estados.
Posteriormente, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, describió la reacción israelí al ataque del 7 de octubre como algo que «va más allá del ámbito de la legítima defensa», pidió un alto el fuego e instó a Israel a poner fin al «castigo colectivo a la población de Gaza».
Washington reaccionó con bastante desdén a las declaraciones chinas. El recién nombrado Enviado Especial para Asuntos Humanitarios en Oriente Próximo, David Satterfield, declaró a la revista Politico: «Los chinos no quieren realmente adoptar una posición sobre ninguna de estas cuestiones. Realmente no tienen mucha influencia ni en un sentido ni en otro. Ninguna de las partes les toma en serio. Nadie quiere ofenderles, pero no son actores [relevantes]. Y esto no es nada nuevo: ha sido así durante los últimos 20-25 años».
Bajo el liderazgo de Mao Zedong, China había apoyado a regímenes árabes nacionalistas de inspiración socialista como Egipto, Siria y Argelia. Pero tras establecer relaciones diplomáticas con Israel en 1992, las relaciones económicas entre Pekín y Tel Aviv han crecido en muchos ámbitos.
En 2022, el comercio entre ambos países había alcanzado los 24.000 millones de dólares (pero, a modo de comparación, el comercio entre Pekín y Riad asciende a 106.000 millones de dólares). El interés chino por el puerto israelí de Haifa, en el marco de su Iniciativa Belt and Road, había llevado a Washington a advertir a Tel Aviv de que la inversión china en las infraestructuras estratégicas del país afectaría negativamente a la relación entre Estados Unidos e Israel.
Como en el caso de Rusia, la línea adoptada por China sobre la crisis de Gaza no gustó al gobierno de Netanyahu. Según el Instituto Israelí de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), Pekín no sólo no distinguió entre el pueblo palestino y «la organización terrorista Hamás», sino que tampoco previó el alcance de la respuesta de Washington, que llegó a enviar armas a Israel, desplazar al país a importantes personalidades de la administración (incluido el presidente Biden) e incluso desplegar dos portaaviones en la región.
Según esta visión israelí, Pekín se situaría junto a países como Siria, Irán y Rusia, que forman un eje de oposición a EEUU en la región.
Una tesis similar comparte en esencia el Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos (BESA), otro destacado think tank israelí, según el cual China ha abandonado su posición neutral en la región, adoptando una postura antiisraelí y reforzando el eje China-Rusia-Irán-Corea del Norte. India, y en cierta medida también Japón y Corea del Sur, apoyarían en cambio a Israel.
Occidente pierde el Sur
La creciente polarización internacional, avivada aún más por el conflicto de Gaza, se hizo patente en la ONU, donde no sólo Rusia y China se opusieron a Washington, sino que la ruptura entre Occidente y el Sur Global se hizo cada vez más evidente.
Sin embargo, esta ruptura, evidente en la crisis de Gaza, se extendió a otras muchas cuestiones, como confirmó la votación del 7 de noviembre de la Tercera Comisión de la Asamblea General de la ONU sobre asuntos que van desde la condena del uso de sanciones como instrumento unilateral de coerción, hasta el fomento de un orden internacional justo y democrático, la promoción de la diversidad cultural y una distribución geográfica equitativa en la composición de los órganos de derechos humanos, y la condena del uso de mercenarios.
Los doce proyectos de resolución se aprobaron a pesar de la oposición unida del llamado «Occidente colectivo», formado por Estados Unidos, Europa, Israel, Australia, Corea del Sur y Japón.
En la semana que acaba de terminar, China se unió a otros 90 países para aprobar una resolución de la Asamblea General en la que se pide a Israel que se retire de los Altos del Golán sirios, ocupados desde 1973. Una resolución que contó con el voto a favor de todos los países árabes.
Al apoyar incondicionalmente a Israel desde el punto de vista político y respaldar su esfuerzo bélico hasta el punto de crear un puente aéreo para enviar armas y desplegar toda una flota en el Mediterráneo oriental, Estados Unidos ha abandonado cualquier neutralidad residual en el conflicto palestino-israelí a los ojos del resto del mundo.
Al vetar todas las resoluciones de la ONU que pedían un alto el fuego, Washington ha abusado una vez más de su liderazgo internacional, e incluso se ha convertido en cómplice de la masacre de Gaza, no sólo según los países árabes islámicos, sino también según otros países en desarrollo.
La administración Biden ha sido advertida en privado por diplomáticos estadounidenses sobre la incontenible ira popular que está surgiendo en el mundo árabe contra Washington. Estamos perdiendo a toda una generación», fue el mensaje enviado a la Casa Blanca.
Pero no se trata sólo del mundo árabe. Las imágenes del continuo exterminio en Gaza permanecerán indeleblemente grabadas en las mentes de millones de personas fuera de Occidente. El resto del mundo tiene ahora sus propios periodistas y medios de comunicación, que ofrecen a los telespectadores imágenes mucho más crudas de lo que ocurre en la Franja que las que se filtran en la televisión occidental. Se acabó el monopolio occidental de la narración.
Cabe preguntarse qué credibilidad seguirán teniendo los líderes políticos de Estados Unidos y Europa cuando hablen de derechos humanos, justicia, legalidad internacional y democracia a un público no occidental, después de haber apoyado la aniquilación de la población civil de Gaza.
Sólo 47 días después del inicio de la guerra en Ucrania, Biden acusó a Rusia de cometer genocidio. Ninguna crítica comparable ha llegado de Washington, o de Bruselas, a Tel Aviv ante una operación militar cuya violencia ha llevado, en cambio, a expertos occidentales a hablar abiertamente del riesgo de limpieza étnica, e incluso de la posibilidad de genocidio en el enclave de Gaza.
5. El tratamiento a los presos
Cómo tratan a los rehenes los israelíes y los palestinos es uno de los temas más debatido y fuente inagotable de propaganda. Lo primero que hay que recordar, no obstante, es que el mundo ha ignorado sistemáticamente a los presos palestinos hasta que no se han capturado unos cuantos israelíes. Eso al menos ha permitido conocer las atroces condiciones en las cárceles israelíes. No de ahora, de siempre.
Entre rejas enemigas: Prisioneros palestinos e israelíes
El trato justo que Hamás da a los cautivos israelíes se ha convertido en parte de la guerra informativa entre palestinos y Tel Aviv. Lo que no se dice es que sigue habiendo miles de palestinos cautivos que apenas sobreviven a su detención israelí.
Robert Inlakesh 7 DE DICIEMBRE DE 2023
La cuestión de los prisioneros de guerra cautivos de las fuerzas de resistencia palestinas dirigidas por Hamás se ha convertido en una de las principales justificaciones del ataque militar israelí contra la Franja de Gaza.
Aunque a menudo se presenta al público occidental la imagen de estos grupos como terroristas sanguinarios, un examen más detenido revela que Hamás y otras facciones pueden haber tratado a los cautivos israelíes con más humanidad que el trato que Israel dispensa a los presos políticos palestinos.
Mientras que el asunto de los prisioneros de guerra israelíes lleva ocho semanas, la difícil situación de los cautivos palestinos persiste desde al menos 1967. Se dice que actualmente hay unos 137 israelíes cautivos en Gaza, de los que Hamás afirma que todos son varones y/o soldados.
En la tregua de siete días acordada en noviembre entre Hamás e Israel, la resistencia palestina liberó a 108 mujeres y niños cautivos en Gaza. A cambio, Israel debía liberar a 300 mujeres y niños palestinos detenidos y permitir la entrada en Gaza de ayuda muy necesaria a través del paso fronterizo de Rafah con Egipto.
Stanley Cohen, abogado estadounidense que ha representado tanto a miembros de Hamás como de Hezbolá, declara a The Cradle que «las leyes de la guerra no limitan los prisioneros de guerra a los actores estatales». Dice que «se aplican todas las leyes de la guerra, ya sean actores estatales o no estatales».
Esto significaría que las mismas obligaciones legales sobre el trato a los prisioneros de guerra deberían aplicarse tanto a Hamás como a Israel, a pesar de que suele haber una mayor expectativa moral sobre los Estados miembros de la ONU.
Cómo trata Hamás a los prisioneros de guerra israelíes
El acceso a las entrevistas con los detenidos es limitado debido a las restricciones impuestas por el gobierno israelí a la interacción de los medios de comunicación con los cautivos recientemente liberados, especialmente desde el embarazoso error de relaciones públicas cometido a finales de octubre, cuando uno de los cuatro israelíes liberados incondicionalmente antes de la tregua -Yocheved Lifshitz, de 85 años- declaró en una rueda de prensa que «nos trataban muy bien» en Gaza, pero que había soportado «un infierno» durante su cautiverio.
Pero a pesar de las dificultades para obtener sus relatos completos, algunos hechos saltan a la vista. Recientes grabaciones de audio citadas por los medios de comunicación israelíes han revelado declaraciones de prisioneros liberados que afirman que temían más las acciones israelíes que las de Hamás. Un ex detenido, criticando al gobierno israelí, destacó la falta de apoyo y los retos a los que se enfrentaron durante su cautiverio: «Estábamos sentados en los túneles y teníamos mucho miedo, no de que nos matara Hamás, sino Israel, y entonces dirían: Hamás os ha matado».
Otro ex cautivo israelí fue más allá al expresar su desdén por las respuestas del gobierno israelí durante y después de los sucesos del 7 de octubre: «La sensación que teníamos allí era que nadie hacía nada por nosotros. El hecho es que yo estaba en un escondite que fue bombardeado y tuvimos que salir a escondidas y resultamos heridos. Sin contar el helicóptero que nos disparó de camino a Gaza. Usted afirma que hay inteligencia, pero el hecho es que nos bombardean. A mi marido lo separaron de nosotros tres días antes de que volviéramos a Israel y lo llevaron a los túneles. ¿Y usted habla de inundar los túneles con agua de mar? Están bombardeando la ruta de los túneles en la zona exacta donde están».
Los informes sobre la salud de los detenidos sugieren que se produjo una disminución gradual de la cantidad de alimentos dentro de Gaza, y se afirma que los prisioneros perdieron entre el 10% y el 15% de su masa corporal. La Dra. Yael Mozer-Glassberg, pediatra israelí, describió la experiencia de los niños como «terror psicológico», aunque su relato debe considerarse con cierto sano escepticismo.
Los relatos de Mozer-Glassberg son lo más parecido a una explicación detallada del trato que recibieron los cautivos israelíes liberados. Según un informe publicado por Haaretz, la doctora repitió la siguiente historia de dos niños, afirmando que «el mayor no comía hasta que el pequeño había terminado de comer y se sentía lleno», añadiendo que «este es el tipo de historias que escuché de mi abuelo, que era un superviviente del Holocausto».
Al leer el lenguaje que emplea para describir las condiciones de los antiguos cautivos, resulta bastante evidente que su relato está orientado hacia la exageración y que la doctora no es una fuente neutral.
Afirmaciones contradictorias
En el otro lado del espectro están los vídeos publicados por Hamás que muestran la entrega de detenidos, en su mayoría israelíes, a la Cruz Roja Internacional. Las imágenes se caracterizan por choques de manos, sonrisas, saludos, abrazos e incluso expresiones de gratitud en árabe hacia sus captores, imágenes que el gobierno israelí tacha de propaganda.
El portavoz del gobierno, Eylon Levy, afirmó que Hamás «difunde imágenes de multitudes aterrorizando a los rehenes en sus últimos momentos de cautiverio», afirmando que los vídeos muestran cómo el grupo «sigue documentando sus propias atrocidades». La descripción de Levy era, cuando menos, una clara exageración.
El Ministerio de Sanidad de Tel Aviv ha llegado incluso a sugerir que a los prisioneros de guerra se les administraban «drogas» para que parecieran felices. Sin embargo, contrariamente a las descripciones de terror de Mozer-Glassberg, estos vídeos ofrecen una visión más directa de las experiencias de los israelíes liberados.
Emily Hand, una niña israelí de 9 años retenida por Hamás, fue devuelta a su padre durante los recientes intercambios de prisioneros. Su padre, Thomas, que había desfilado por los medios de comunicación occidentales tras ser informado erróneamente de que su hija había sido asesinada el 7 de octubre, declaró que «ella [Emily] ha perdido mucho peso, de cara y de cuerpo, pero en general está mejor de lo que esperábamos».
El negociador tailandés, el Dr. Lerpong Sayed, afirmó que las personas que ayudó a liberar estaban bien atendidas, recibían cobijo, ropa, comida y agua, y se proporcionaba apoyo mental por igual a los detenidos tailandeses e israelíes, que, según dijo, estaban recluidos juntos. También ha habido noticias de amistades surgidas en el interior de los túneles de detención de los grupos de resistencia palestinos, una de ellas entre una mujer israelí y un trabajador tailandés. Las denuncias de lesiones intencionadas durante el transporte y una carta de agradecimiento de la familia de un cautivo liberado siguen siendo controvertidas y sin verificar.
Hamás alega que los ataques aéreos israelíes han matado a unos 60 israelíes que mantenían cautivos, incluidos sus guardias palestinos, y que 23 de los cadáveres siguen atrapados bajo los escombros. El ejército israelí, que culpa a Hamás, ha descubierto dos de estos cadáveres.
De los diversos testimonios de familiares y médicos se desprende que las condiciones en las instalaciones donde se mantenía a los detenidos israelíes eran desagradables, posiblemente agravadas por el corte de todos los servicios esenciales por parte de Israel al comienzo de la guerra.
La falta de higiene, agua, alimentos, medicinas y electricidad son realidades para los 2,3 millones de civiles palestinos que viven en Gaza en estos momentos. En todo caso, las condiciones a las que se enfrentaban los cautivos israelíes eran iguales, si no mejores, que las de los civiles de Gaza.
Cómo maltrata Israel a los prisioneros palestinos
A diferencia de los detenidos israelíes, los presos políticos palestinos liberados han hablado directamente con los medios de comunicación internacionales y han proporcionado relatos espeluznantes de abusos físicos, como torturas, palizas e incluso violaciones. Según varias mujeres y niños palestinos liberados en los últimos intercambios, fueron amenazados por los israelíes para que no hablaran sobre el trato recibido durante su detención.
«No hay leyes. Todo está permitido», declaró a los medios de comunicación Lama Khater, una cautiva palestina liberada. «Me llevaron a la investigación esposada y con los ojos vendados, me amenazaron con quemarme, me amenazaron explícitamente con violarme y con deportarme a la Franja de Gaza», añadió.
La periodista palestina Baraah Abu Ramouz, que también fue liberada de la detención israelí, dio el siguiente testimonio de lo que presenció: «La situación en las cárceles es devastadora. Se abusa de los prisioneros. Los golpean constantemente. Los agreden sexualmente. Los violan. No exagero. Violan a los presos».
A Mohammed Nazal los guardias de la prisión israelí le rompieron los dedos, le magullaron la espalda y le fracturaron las manos. «Hace una semana nos golpearon salvajemente con barras de metal. Me llevé las manos a la cabeza para protegerla de las lesiones, pero los soldados no pararon hasta romperme las manos», relató el preso liberado de 18 años. A pesar de sus evidentes lesiones y del espeluznante testimonio dado a los medios de comunicación, en el que afirmaba que lo habían dejado tendido en el suelo dolorido y le habían negado tratamiento médico, las autoridades israelíes intentaron afirmar que era un mentiroso y publicaron un vídeo en el que afirmaban que estaba ileso. Sus testimonios e informes médicos fueron verificados posteriormente, revelando que Israel había mentido y no Mohammed.
Ahed Tamimi, icono y activista palestina que se encontraba recluida sin cargos, se mostró conmocionada y débil tras su liberación, declarando: «Las circunstancias en la prisión son muy difíciles, con abusos diarios contra las presas. Las dejan sin agua ni ropa, duermen en el suelo y las golpean… Las autoridades israelíes me amenazaron con [atacar] a mi padre si hablaba de cualquier cosa que ocurriera en la cárcel».
Sus testimonios destacan sistemáticamente que las condiciones dentro de las prisiones israelíes se deterioraron aún más después del 7 de octubre. Los detenidos liberados hablaron de malos tratos físicos y psicológicos y de privación de lo esencial, como alimentos, agua, atención médica y alojamiento adecuado.
Adameer, asociación palestina de apoyo a los presos y defensa de los derechos humanos, informa de que hay más de 7.600 presos políticos recluidos en centros de detención militares israelíes, de los cuales más de 3.000 son civiles capturados desde el 7 de octubre, cifra que supera con creces el número total de israelíes detenidos en Gaza.
La ignorada lucha palestina
La afirmación de Tel Aviv de que todos estos palestinos son «terroristas convictos» es una farsa. El sistema de tribunales militares de Israel mantiene una tasa de condenas de palestinos cercana al 100%, mientras que miles más están recluidos bajo lo que se denomina «detención administrativa», jerga para designar a las personas detenidas sin cargos. Uno de los testimonios, que grabé el año pasado, fue el de Abdul-Khaliq Burnat, de 22 años, que relató una desgarradora historia de cuando estuvo recluido en el centro de detención israelí de Al Moskobiyya, de notoria brutalidad: «Me gritaban, me golpeaban con los puños, me abofeteaban y utilizaban herramientas. Me ataron con una brida de plástico que me cortaba las muñecas, mientras me ataban a una silla en posición de estrés durante 20 horas al día… durante tres días me tuvieron en una celda minúscula y maloliente; hacía mucho frío allí dentro y no había luz, me despojaron de toda la ropa durante todo el tiempo y me ataron desnudo, no me dieron comida y ni siquiera pude usar el baño.»
Durante su detención en mayo de 2021, Abdul-Khaliq afirma que los interrogadores israelíes le informaban a diario de cuántas mujeres y niños estaban siendo asesinados en Gaza en ese momento. Sus captores llevaron entonces a su hermano Mohammed, que entonces tenía 17 años, al mismo centro de detención y lo golpearon tan duramente que fue hospitalizado en tres ocasiones distintas.
Mohammed Burnat sigue languideciendo en una cárcel israelí, donde permanece recluido sin cargos desde su detención en 2021. Abdul-Khaliq, que estuvo cautivo por primera vez durante 13 meses, a la edad de 17 años, ha vuelto a ser cautivo de las fuerzas israelíes tras la operación del 7 de octubre, y actualmente se encuentra en detención administrativa.
Si se tiene en cuenta que la difícil situación de los presos políticos palestinos representa una de las cuestiones más importantes de la sociedad palestina contemporánea, se puede empezar a comprender la lógica y el pensamiento estratégico que subyacen a la operación «Inundación Al-Aqsa» de la resistencia para capturar a prisioneros de guerra israelíes.
Desde 1967, Israel ha detenido a más de un millón de palestinos, entre ellos decenas de miles de niños, según la ONU.
Los casos de tortura, abusos sexuales y traumas psicológicos han sido bien documentados a lo largo de décadas de ocupación israelí de Palestina y de detención de su pueblo, sin embargo, esto no ha recibido ni una fracción de la atención mediática prestada a los israelíes encarcelados hace sólo dos meses.
6. Más sobre la propaganda israelí del 7 de octubre
El régimen sionista ha preparado un vídeo de las atrocidades cometidas por los palestinos el 7 de octubre que no hace público, según ellos, por lo terrible de las imágenes -innegable en algunos casos-, así que solo se lo muestra a periodistas correveidiles, que lo transmiten sin pestañear. En este artículo de The Cradle se resume su contenido y su función propagandística.
Desenmascarado el vídeo israelí de 43 minutos sobre la atrocidad de Hamás
Desde proyecciones privadas hasta manipulaciones mediáticas y mentiras descaradas, el ejército israelí está haciendo todo lo posible en su campaña de propaganda para justificar una guerra total contra Gaza.
William Van Wagenen 6 DE DICIEMBRE DE 2023
A medida que transcurre el tercer mes desde la operación Inundación de Al-Aqsa del 7 de octubre dirigida por Hamás y la respuesta de tierra quemada de Israel en la Franja de Gaza, es evidente que no todo progresa según lo planeado por Tel Aviv. Tanto sobre el terreno como en la guerra propagandística en línea, las afirmaciones de Israel son constantemente desacreditadas y expuestas como noticias falsas.
En estos momentos se está analizando la tan cacareada recopilación en vídeo de los sucesos del 7 de octubre, de 43 minutos de duración, que el ejército israelí ha proyectado en exclusiva para periodistas y dignatarios selectos. Las imágenes muestran supuestamente las «peores atrocidades» cometidas ese día, actos que, según Israel, son demasiado brutales para ser vistos por el público en general.
Cuando se presentó por primera vez a 100 representantes de medios de comunicación internacionales el 23 de octubre, el portavoz del ejército israelí Daniel Hagari estableció paralelismos entre Hamás y el ISIS. Afirmó que Hamás había: «Decidió cometer este crimen contra la humanidad… violar, matar indiscriminadamente, decapitar a la gente. Y sí… también a bebés. Y lo hicieron con pleno conocimiento de lo que estaban haciendo y de lo que ocurriría después en Gaza como consecuencia».
Pero ahora el destacado periodista de The Guardian Owen Jones, que vio las imágenes en una proyección privada, ha salido a la luz para decir que el vídeo no sólo no cumple esas afirmaciones, sino que se está utilizando deliberadamente para justificar el horrible ataque de Israel contra la población civil de Gaza.
Escenas horribles
El hecho de que Jones sea uno de los pocos periodistas que cuestionan la narrativa del vídeo de Israel dice mucho sobre el cuidado con el que el ejército israelí ha examinado su lista de invitados y ha limitado las invitaciones a un grupo de personalidades de confianza.
Como muchos otros, el colega de Owen en The Guardian, Rory Carroll, que escribió sobre las imágenes tras su primera proyección en una base militar de Tel Aviv, recitó obedientemente la narrativa israelí sin cuestionar su propósito. Aunque no está claro si el propio Carroll vio el vídeo, enumera algunas escenas verdaderamente horribles que «dejaron a algunos reporteros llorando» e «incluían el asesinato de niños y la decapitación de algunas víctimas».
La única insinuación de Carroll sobre una posible motivación detrás del vídeo del ejército israelí está en su penúltimo párrafo: «La proyección tuvo lugar en medio de renovados llamamientos a Israel para que detenga sus bombardeos sobre Gaza, que han matado al menos a 400 palestinos en las últimas 24 horas», al tiempo que añadía que los bombardeos israelíes habían matado a más de 5.000 palestinos, entre ellos 2.055 niños, desde el 7 de octubre.
Pero cuando, un mes después, Owen Jones, periodista de The Guardian, tuvo por fin acceso al vídeo, encontró muchas incoherencias en las afirmaciones del ejército israelí.
Jones reconoció el carácter espantoso de muchas escenas del vídeo, como la de un combatiente de Hamás que utiliza una granada para matar a un padre y herir a sus dos hijos pequeños, y la de otro que decapita brutalmente a un trabajador agrícola tailandés con una herramienta de jardinería. Sin embargo, las reivindicaciones más destacadas de Israel brillaron por su ausencia. Jones explica que, «Nos hablaron de decapitaciones a gran escala, incluida la de 40 bebés … [Pero] no vemos que se matara a niños … Si hubo tortura, no se aportan pruebas … Si hubo violaciones y violencia sexual, tampoco lo vemos en las imágenes».
Del mismo modo, el colega de Jones en The Guardian había escrito que las imágenes mostraban a los atacantes de Hamás entrando en una casa y matando a una niña, quizá de 7 años, a la que encontraron escondida debajo de una mesa. Sin embargo, Jones confirmó que en el vídeo de la proyección a la que asistió no aparecía ninguna imagen en la que se matara a una niña.
Jones también afirma que el vídeo incluía una grabación de audio de un combatiente de Hamás que llama a su madre desde el teléfono de una de sus víctimas israelíes, jactándose ante ella de haber matado a «diez judíos».
Sin embargo, Jones señala que el ejército israelí ha difundido anteriormente grabaciones de audio «cuya veracidad ha sido cuestionada por expertos» para reforzar su propaganda desde el 7 de octubre. Por ejemplo, Israel ha producido convenientemente grabaciones de audio de dudosa utilidad para encubrir sus bombardeos de hospitales y ambulancias.
Defensa de las masacres israelíes
Al mostrar las imágenes sólo a determinados periodistas considerados simpatizantes de Israel, en lugar de hacerlas públicas para un escrutinio más amplio, el ejército israelí parece estar tratando de justificar sus propios crímenes de guerra en Gaza.
Jones declaró que a él y a los demás periodistas «se les dijo al principio de la proyección que el objetivo de este ejercicio era animarnos a utilizar nuestras plataformas para defender el ataque de Israel contra Gaza».
Es una directiva chocante del ejército israelí, que cientos de otros periodistas no se molestaron en revelar a sus audiencias globales.
Pero Jones se negó a utilizar su plataforma para ese fin, declarando en su lugar que: «Ver esta película de horrores, y son horrores, no me lleva a querer apoyar otros horrores».
Jones explicó que en el momento de la proyección, el número de víctimas mortales en Gaza ya había alcanzado unas 20.000, entre ellas 8.000 niños. Jones señaló que sólo el número de niños que Israel había matado en Gaza era casi diez veces mayor que los 900 civiles israelíes que Hamás supuestamente había asesinado el 7 de octubre.
En este sentido, Jones coincidió con el hijo de Vivian Silver, una mujer canadiense-israelí que se creía secuestrada por Hamás el 7 de octubre, pero que posteriormente apareció muerta. Cuando se le preguntó si estaba de acuerdo con las acciones del gobierno israelí en Gaza, respondió: «No, no creo que se pueda curar el dolor con más dolor».
Pero la proyección privada del ejército israelí de los ataques de Hamás el 7 de octubre tenía un objetivo adicional.
Eylon Levy, portavoz del gobierno israelí, declaró que el vídeo se proyectaba para contrarrestar el «fenómeno similar a la negación del Holocausto» sobre la magnitud de las atrocidades de Hamás. A Levy le preocupaba que la propaganda de Israel hubiera perdido ya credibilidad, incluso entre funcionarios estadounidenses y periodistas occidentales.
La afirmación de la decapitación de niños a gran escala por parte de Hamás se originó el 10 de octubre, cuando el sitio de noticias i24, considerado próximo al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó que «algunos soldados dicen haber encontrado bebés decapitados, familias enteras tiroteadas en sus camas. Múltiples bebés y niños pequeños han sido sacados en camillas… hasta ahora».
Esto se unió a otra afirmación no verificada del medio según la cual Hamás había matado a 40 niños para convertirlos en 40 bebés decapitados.
Un portavoz militar israelí declaró que las afirmaciones no podían confirmarse, pero pidió a los periodistas que las creyeran de todos modos. «No pudimos verlo con nuestros propios ojos, pero obviamente ocurrió… Estas cosas ocurren», declaró a The Intercept el 11 de octubre.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, incluso repitió la acusación, diciendo que los israelíes le habían mostrado «imágenes confirmadas de terroristas decapitando niños.» Pero un portavoz de la Casa Blanca aclaró más tarde que ni el presidente ni los funcionarios estadounidenses habían visto imágenes ni oído informes confirmados de forma independiente sobre niños decapitados.
Cenizas y huesos
En el momento de la primera proyección del vídeo, los portavoces israelíes Levy y Hagari también estaban lidiando con las consecuencias de las informaciones de los medios de comunicación israelíes que mostraban que, además de los muertos a manos de Hamás el 7 de octubre, muchos civiles y soldados israelíes habían sido asesinados por el propio ejército.
Para recuperar el control de las bases militares y los asentamientos tomados por la resistencia, y para impedir que se llevaran soldados y civiles cautivos de vuelta a Gaza, el ejército israelí empleó una potencia de fuego abrumadora, que incluía drones Zik armados, helicópteros Apache y tanques Merkava. De acuerdo con la Directiva Aníbal, las fuerzas de ocupación masacraron a muchos de sus propios civiles y soldados.
Por tanto, el vídeo que muestra las acciones de Hamás, algunas reales pero otras imaginarias, era necesario para desviar la responsabilidad de estas muertes. Esto incluía la responsabilidad por el asesinato de Liel Hetzroni, de 12 años.
Naftali Bennett, ex primer ministro israelí, expresó su indignación por su muerte en la red social X, afirmando que «Liel Hetzroni, del kibutz Beeri, fue asesinada en su casa por monstruos de Hamás».
Sin embargo, testigos presenciales israelíes revelaron que la niña, su hermano gemelo y su tía murieron por disparos de tanques israelíes, junto con al menos otros ocho cautivos atrincherados en una casa con combatientes de Hamás.
Cuando se identificaron los restos del cuerpo de Liel, sólo quedaban cenizas y fragmentos de huesos.
Pero Bennett utilizó el horror de la muerte de Liel para justificar nuevos horrores en Gaza, afirmando: «Estamos librando la guerra más justa: para asegurarnos de que esto no vuelva a ocurrir».
Justo un día después del post de Bennett sobre Liel, de 12 años, Reuters informó de la difícil situación de un niño palestino de cuatro años, Ahmed Shabat.
«El niño sigue preguntando por sus padres, y quiere levantarse y caminar, pero sus padres están muertos y sus piernas han sido amputadas», después de que un ataque aéreo israelí alcanzara su casa en la ciudad de Beit Hanoun, en el norte de Gaza.
La fuerza de la explosión arrojó al niño contra una casa vecina. Su hermano de dos años sobrevivió al ataque israelí, pero 17 miembros de la familia del niño murieron, añadió Reuters.
De aficionados y deshonesto
A medida que prosiguen las matanzas de palestinos en Gaza por parte del ejército israelí, también lo hacen sus esfuerzos por manipular a los medios de comunicación para justificarlas.
El 28 de noviembre, Ishay Cohen, de Kikar HaShabbat, un sitio web de noticias haredí, publicó una entrevista con un soldado israelí que afirmaba que Hamás había matado el 7 de octubre a «bebés y niños colgados en un tendedero en fila».
Cohen borró posteriormente el vídeo, ya que la afirmación no podía confirmarse, pero no antes de que se hiciera viral.
Un usuario de X criticó a Cohen, escribiendo: «¿Cómo subes un vídeo así a Internet sin tener una certeza del 100%? ¿Por qué aquí todo es amateur y deshonesto?».
Cohen explicó las razones de su error, diciendo: «Admito que no creí necesario comprobar la veracidad de una historia aportada por un teniente coronel, un oficial general de la división de Gaza… ¿Por qué iba a inventarse un oficial del ejército una historia tan horrible? Estaba equivocado».
Trágicamente, la propaganda israelí para ganarse el apoyo a su embestida en Gaza ha sido hasta ahora un éxito, al menos si nos basamos en la inacción de la comunidad internacional para exigir responsabilidades al Estado ocupante por sus crímenes de guerra. Además, a pesar de fingir preocupación por proteger la vida de los civiles palestinos, el gobierno de Biden ha proporcionado a Israel unos 57.000 proyectiles de artillería y 15.000 bombas, incluidas 100 BLU-109, bombas rompebúnkeres de 2.000 libras, desde el 7 de octubre.
El Wall Street Journal informó de que, según funcionarios estadounidenses, Israel utilizó una de estas bombas en «un ataque que arrasó un bloque de apartamentos en el campo de refugiados de Jabalia, en Gaza, matando a más de 100 personas».
Mientras que la trágica matanza de 112 israelíes en el kibutz Be’eri el 7 de octubre será recordada durante mucho tiempo como parte del «11-S de Israel», la matanza de 100 palestinos en Jabalia el 31 de octubre sólo ocupó brevemente los titulares. En los días y semanas siguientes se vio rápidamente desbordada por otras masacres israelíes casi diarias, cuyos vídeos cualquiera puede ver libremente en Internet, sin necesidad de invitaciones ni proyecciones privadas.
7. Entrevista a un sindicalista rojo israelí
Los que se oponen a la guerra en Israel desde la izquierda son tan pocos que si Jacobin hace una entrevista más creo que ya lo habrá hecho con todos. Pero, en fin, que no se diga que nos los escuchamos. Además, es una voz sensata que recuerda que la solución solo puede ser política, aunque él mismo reconoce que nadie ve una salida. https://jacobin.com/2023/12/
Sindicalista israelí: Hacer crecer el movimiento de masas para detener la guerra en Gaza. Entrevista con Dror Kay
A medida que aumenta la represión de palestinos e israelíes disidentes en medio de la renovada embestida de Israel en Gaza, las tensiones internas son cada vez más difíciles de ocultar. Jacobin habló con un sindicalista israelí que se opone a la guerra y a la ocupación.
Entrevista realizada por Chris Dite
Tras el colapso de la pausa temporal en los combates, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha prometido que la guerra de Israel contra Hamás continuará hasta la «victoria total». Junto con la reanudación de la violencia en Gaza, se ha producido un aumento continuo y salvaje del fervor ultranacionalista en Israel y una represión de todos y cada uno de los llamamientos a la paz. La deshumanización de los palestinos continúa a buen ritmo: en una conferencia de prensa el fin de semana, Netanyahu ridiculizó la idea de negociar con «un Satán para quien la vida no tiene valor».
Ha habido una severa represión contra la organización de la comunidad árabe palestina en Israel, una prohibición de las protestas contra la guerra y la ocupación, y represalias despiadadas contra gestos inocuos de solidaridad con los gazatíes en las redes sociales. Mientras tanto, la turba de linchamiento derechista que atacó el centro médico de Sheba, cerca de Tel Aviv, fue tratada con guantes de seda, y las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) han externalizado funcionalmente su acoso a los palestinos árabes en Cisjordania a colonos fanáticos.
Han aparecido algunas pequeñas grietas en la narrativa de unanimidad absoluta dentro de Israel. Las protestas y manifestaciones de las familias de los rehenes israelíes han ridiculizado muy públicamente la propaganda ultraviolenta del gobierno calificándola de peligroso disparate. Tras un recurso judicial, se permitió que se celebrara en Israel una protesta en la que se pedía un alto el fuego, aunque en un lugar remoto y con un límite de asistentes.
El Movimiento de Lucha Socialista es una organización intercomunitaria que hace campaña por el socialismo en Israel y Palestina. Participa activamente en luchas sindicales y antirracistas, se opone a la ocupación y ha participado en muchas de las acciones y conferencias contra la guerra que se han celebrado hasta ahora. Jacobin habló con un representante sindical electo del Movimiento de Lucha Socialista sobre los intentos de Netanyahu de tapar las contradicciones en el corazón del capitalismo israelí, y el miedo patológico de todos los gobiernos de Oriente Medio a que las masas pasen a la acción.
Chris Dite
Su organización ha descrito lo que está ocurriendo en Gaza como terrorismo de Estado: «la Doctrina Dahiya con esteroides… diseñada para transmitir que ‘el casero se ha vuelto loco'». ¿Puede explicar esta estrategia?
Dror Kay
La horrible tragedia que el régimen israelí está infligiendo a Gaza es la peor desde la Nakba de 1948. Generaciones de familias aniquiladas. Más de dieciséis mil muertos, el 75% de ellos mujeres y niños. Cientos de miles de viviendas destruidas, junto a trescientas escuelas y universidades, y hospitales dañados. El bloqueo, que dura ya dieciséis años, se ha endurecido hasta convertirse en un tipo de asedio casi medieval: hambreando a la población, negándole medicinas, electricidad y agua, provocando enfermedades y dolencias a escala masiva. Por eso decimos que la embestida tiene elementos genocidas.
Toda esta destrucción y matanza no es un accidente. Es una decisión política, relacionada con la Doctrina Dahiya. Se trata de una política que el ejército israelí desarrolló durante la guerra de 2006 en Líbano, en la que la Fuerza Aérea israelí arrasó el barrio residencial de Dahiya en Beirut. La persona que formuló esta política es Gadi Eizenkot. Fue jefe del Estado Mayor del ejército israelí y, tras el inicio de la guerra, se convirtió en miembro del gabinete de guerra. Un teniente coronel cercano a Eizenkot explicó los principios de la doctrina: dañar y castigar a una escala que requerirá una rehabilitación larga y extensa. El proceso pretende conservar un recuerdo durante años entre los responsables de la toma de decisiones. «El propietario se ha vuelto loco» es una expresión de la jerga hebrea que significa no mostrar moderación, demostrar que no hay líneas que no estén dispuestos a cruzar. Se supone que es para disuadir y causar tal sufrimiento entre la población civil que presionará a Hamás para que se rinda. Pero, obviamente, lo que hace esta política es allanar el camino para más rondas de derramamiento de sangre. Se basa en la idea de que el pueblo palestino simplemente renunciará a sus aspiraciones de vivir con dignidad y libertad. Eso nunca va a ocurrir.
¿Cómo socava las condiciones para la paz y la estabilidad el intento del Estado israelí de reforzar su control?
El régimen de ocupación ha entrado en una crisis cada vez más profunda de su capacidad de control. Ha estado reforzando la ocupación en Jerusalén Este, cambiando las condiciones existentes en lugares sagrados como Al-Aqsa, ampliando la expropiación colonial y la limpieza étnica de palestinos en Cisjordania e intensificando su represión política. Pero ha tenido que aplicar más represión sólo para mantener el statu quo.
El ataque de Hamás del 7 de octubre echó por tierra nociones que el establishment ha promovido durante mucho tiempo. La crisis actual ha echado por tierra la idea de que es posible «gestionar el conflicto» y marginar a los palestinos mediante la normalización con las dictaduras de la región. Este planteamiento se basaba en la premisa de que la solidaridad de las masas de la región con el pueblo palestino ya no es tan fuerte. Pero ahora hemos visto que eso no es cierto. El riesgo más fundamental para el Estado israelí es la evolución hacia una lucha de masas y un nuevo levantamiento.
El objetivo de la actual guerra en Gaza es la continuación de la misma lógica de «gestión del conflicto». Quieren reorganizar y perpetuar la dictadura del asedio, la ocupación, la pobreza y la opresión nacional extrema. Pero no lo conseguirán. El régimen de ocupación, el asedio y la brutal opresión nacional de los palestinos es algo que encuentra resistencia, porque la gente no va a aceptar sin más vivir en esas pésimas condiciones. Aspiran a una vida mejor, a la libertad, a la autodeterminación, a la independencia y a la liberación nacional y social.
Esto puede ir en varias direcciones: hacia el camino de la lucha de masas, pero también potencialmente hacia el camino de una guerra regional. Por eso es tan importante ampliar e intensificar la oleada internacional de protestas contra la agresión israelí. No son sólo las masas palestinas, sino todas las masas de la región las que están en peligro debido a la agresión israelí respaldada por EEUU.
¿La dinámica de la rivalidad entre Estados Unidos y China está intensificando esta catástrofe?
La influencia de Estados Unidos en Oriente Próximo lleva más de una década decayendo tras los fracasos en Irak, Afganistán y Siria, la normalización saudí-iraní mediada por China, etc. La crisis actual es una oportunidad para que Estados Unidos refuerce realmente su posición. Ha enviado portaaviones y submarinos nucleares al Mediterráneo y al Mar Rojo; hemos visto muchas visitas de la administración Biden, les hemos visto asistir a reuniones del gabinete de guerra, respaldar y vitorear la matanza en Gaza. Al principio de esta embestida contra Gaza, Biden apoyó plenamente a Israel para que hiciera lo que quisiera. Ahora la Casa Blanca ha iniciado una especie de operación de control de daños, pronunciando discursos vacíos sobre las víctimas de las atrocidades de Gaza. Temen perder el control sobre la maquinaria de guerra israelí y que Estados Unidos se vea enredado no sólo en una prolongada ocupación militar de Gaza, sino en una guerra regional contra Líbano, Siria o incluso Irán. Parte del abrazo del imperialismo estadounidense a Israel es un intento de asegurarse de que las cosas van de acuerdo con sus intereses. No puede perder el control de los acontecimientos y tiene que proyectar poder. La participación de Estados Unidos transmite a los Estados árabes el mensaje de que no deben recurrir a China o Rusia en busca de seguridad.
No se trata sólo del temor a una guerra regional. Parte de lo que está causando el cambio de tono de Biden es la erupción de la ira contra el imperialismo estadounidense a nivel regional y mundial. Con la guerra de Ucrania, Estados Unidos consiguió posicionarse -al menos ante ciertas capas- como un luchador por la democracia. Así que lo que está ocurriendo en Gaza no le da buena imagen. Estoy seguro de que a partes de la clase dirigente de Estados Unidos no les hace ninguna gracia que se identifique a Washington con las masacres de civiles que se están produciendo en Gaza. El Partido Demócrata está pagando un precio político por ello.
Hay que decir que no hay simetría entre la implicación del imperialismo estadounidense y el bloque en torno a China. El imperialismo estadounidense ha ido a por todas para demostrar quién manda en Oriente Próximo. China y Rusia dicen que apoyan la solución de los dos Estados y asumen hipócritamente el papel de «pacificadores». Tienen la falsa reputación de ser una alternativa al imperialismo occidental, pero están trabajando para preservar sus propios intereses en la región.
Ninguna de las partes de esta nueva Guerra Fría está interesada en un conflicto militar más amplio en la región. Cada parte está tomando medidas para evitarlo. Pero desde el principio ha habido un claro proceso de expansión regional de la guerra. Hay un tipo de lógica interna, en espiral, que podría llevar a una gran escalada en Oriente Medio.
El desenfrenado sentimiento nacionalista actual oculta el hecho de que la sociedad israelí está plagada de divisiones. ¿Podría explicar algunas de las tensiones que existen dentro de los diferentes grupos israelíes y entre ellos?
La ocupación y el asedio son la política de toda la clase dirigente israelí. Pero la clase discute sobre cómo aplicarla; esto contribuyó a la reciente crisis política que hemos visto. Parte de la clase dominante preferiría que se estabilizara la dictadura de la ocupación. Pero hay fuerzas reaccionarias pequeñoburguesas que presionan a favor de más asentamientos coloniales, más limpieza étnica y anexiones: la desestabilización del statu quo. Estas fuerzas se han unido a Netanyahu, que en la última década se ha vuelto más problemático de controlar para el establishment.
Todos los partidos del establishment israelí han glorificado el ataque israelí y el baño de sangre en Gaza. Esto ha alimentado una ola de reacción nacionalista y ceguera en la sociedad israelí. A finales de octubre, el 84% de la población judía de Israel creía que el ataque israelí contra Gaza no necesita, o sólo necesita en pequeña medida, tener en cuenta el sufrimiento de los residentes de la Franja de Gaza. En el centro de ese sentimiento reaccionario se encuentran los profundos temores existenciales generados por el ataque de Hamás del 7 de octubre y la falsa idea chovinista de que la seguridad de un grupo puede lograrse a expensas del otro.
Esta crisis bélica atravesó el movimiento de masas sin precedentes, de diez meses de duración, contra el gobierno de extrema derecha de Netanyahu y sus planes de contrarreformas judiciales. Pero las contradicciones persisten. Existe una gran contradicción en la sociedad israelí entre el apoyo casi total a la guerra, pero la simultánea desconfianza total en el gobierno, y la creciente crítica vocal contra los asentamientos y la violencia de los colonos en Cisjordania. También está el colapso de los mecanismos del Estado, incluido el sistema sanitario y de bienestar social, que no pudo hacer frente a las secuelas del atentado del 7 de octubre.
Los generales y el estamento de seguridad reciben apoyo público, aunque la extrema derecha intenta culparles del ataque de Hamás. La extrema derecha votó en contra del limitado acuerdo de los rehenes «mujeres y niños»: están totalmente dispuestos a sacrificar rehenes israelíes, junto con, obviamente, decenas de miles de palestinos, para recolonizar Gaza, para continuar esta campaña de guerra y el derramamiento de sangre. Este no es un sentimiento que compartan las familias de los rehenes, algunas de las cuales dicen que no quieren más bombardeos ni más ocupación de Gaza. Sólo quieren recuperar a sus seres queridos. También está el opresivo establishment religioso judío. Hubo un rabino fanático de derechas en TikTok que culpó a las jóvenes de la masacre de Nova Party diciendo que era culpa suya por llevar ropa impúdica. Eso también recibió reacciones negativas.
El estado de ánimo de la sociedad no es inamovible. Por ejemplo, las encuestas de opinión muestran sistemáticamente que el apoyo a la ocupación de Gaza ha disminuido desde que comenzó la guerra. Observar las contradicciones también puede mostrar el potencial de cambio que existe.
A pesar de la propaganda de seguridad del gobierno, las encuestas muestran que los israelíes judíos se sienten más inseguros que nunca. ¿Cree que esta crisis está socavando la narrativa sionista de que el Estado capitalista de Israel sería un refugio seguro para los judíos del mundo?
La izquierda marxista advirtió históricamente de que esta promesa -de que Israel sería el lugar más seguro para los judíos- resultaría no sólo en un desastre para el pueblo palestino, sino en un ciclo de derramamiento de sangre para la clase obrera judía. La idea de la clase dirigente israelí de que podían «gestionar el conflicto» ha quedado definitivamente hecha añicos. Curiosamente, los jefes del ejército y los generales no están atrayendo la intensidad de las críticas dirigidas al gobierno. Esto podría reflejar una conclusión a la que la gente está llegando, todavía incipiente, de que la raíz de la crisis es política y que requiere una respuesta política.
Por el momento hay una creciente conciencia de que Israel no es un lugar seguro para los judíos. Pero, ¿qué significa eso? De momento, no hay ninguna fuerza política en Israel que ofrezca una salida. Incluso los que hablan de la llamada solución de los dos Estados hablan de un acuerdo entre oligarcas y élites en el marco del capitalismo de la región. Esto no dará lugar a un Estado auténticamente independiente e igualitario para los palestinos. La opresión nacional, y por tanto el conflicto nacional, continuará. Para la gente que vive aquí, no hay realmente un camino claro hacia delante. Por un lado, eso plantea preguntas y dudas, pero al mismo tiempo, también es algo que permite que continúe la bárbara embestida del régimen israelí contra Gaza.
Parece que todos los Estados de la región viven en un estado permanente de ansiedad ante la posibilidad de que las masas pasen a la acción. ¿Podría explicar cómo la acción de las masas, tanto dentro de Israel/Palestina como en el extranjero, podría influir en la dinámica de la guerra?
Ya lo ha hecho. Las manifestaciones en la plaza Tahrir de Egipto, las protestas en Jordania y otros lugares de Oriente Próximo provocaron la cancelación de la cumbre entre el rey de Jordania, Abdel Fattah el-Sisi, Mahmud Abbas, de la Autoridad Palestina, y Joe Biden. En todo el mundo, incluidos Estados Unidos y Europa, enormes movilizaciones precedieron a la pausa, ahora interrumpida, de los bombardeos.
Este movimiento de masas contra la guerra es uno de los factores que está ayudando a frenar la amenaza de escalada hacia una guerra regional. Pero para poder bloquearla realmente, tendrá que seguir expandiéndose y haciéndose más fuerte. Si queremos ver el final de lo que está ocurriendo, tendrá que ser a través de una aplicación masiva de presión.
Durante la última década hemos sido testigos de la agresión del Estado israelí, no solo en términos de aplicación del bloqueo, sino también en la severa represión de levantamientos populares como las Marchas del Retorno en 2018. La brutalidad fue asombrosa: francotiradores israelíes compitiendo para ver quién disparaba más a las rodillas de los palestinos, etc. También lo vimos en la huelga de dignidad sin precedentes a ambos lados de la Línea Verde en mayo de 2021. La estrategia de la lucha de masas, la lucha popular, es una gran amenaza para el régimen israelí.
El Estado prefiere la confrontación militar porque hay una relación de fuerzas completamente desequilibrada. La estrategia de Hamás consistía, por un lado, en estar dispuesto a llegar a acuerdos con diferentes potencias imperialistas y con el propio régimen israelí y, por otro, en presentarse como una resistencia a la agresión y la ocupación israelíes. Y demostró, con este ataque del 7 de octubre, que incluso con el respaldo imperialista y las capacidades militares de alta tecnología, el ejército israelí no es todopoderoso. Pero al mismo tiempo, un ataque así no trae la descolonización, sino más derramamiento de sangre y sufrimiento. Las herramientas para ganar la lucha contra el régimen israelí son herramientas políticas. Los palestinos, y las masas de la región en general, tienen por supuesto un derecho legítimo a la autodefensa y a la resistencia armada. Pero éstas deben organizarse democráticamente. Las atrocidades cometidas por Hamás -tortura, violación, violencia intencionada planificada de antemano contra la clase trabajadora- tuvieron efectos reaccionarios, contribuyendo a ocultar la división de clases y las contradicciones de la sociedad israelí, y ayudando al régimen israelí a movilizar el apoyo público a la ofensiva contra Gaza.
Los rehenes son un quebradero de cabeza para el régimen israelí por muchas razones. Suscitan dudas entre las masas israelíes sobre los bombardeos y el castigo colectivo de la inanición. Aunque en las protestas algunas familias pidieron que se bloqueara la ayuda a Gaza hasta que se liberara a todos los rehenes israelíes, muchas de ellas saben que cualquier cosa que le ocurra a la población de Gaza afectará ahora a sus seres queridos. Un rehén liberado habló ayer en una manifestación en Tel Aviv y dijo que «sin las protestas no estaríamos aquí». Hay cierta conciencia de la necesidad de protestar para presionar al gobierno israelí -aunque los organizadores, estrategas «profesionales» con una agenda nacionalista y pro-sistema, se niegan a pedir un alto el fuego y un acuerdo global entre prisioneros y rehenes sobre la base de «todos para todos».
¿Qué papel está desempeñando el movimiento obrero en esta crisis, y qué papel debería desempeñar?
La dirección derechista y procapitalista de la Histadrut apoya ahora plenamente la guerra. En lugar de promover la solidaridad intercomunitaria, ha cooperado activamente con la caza de brujas en los campus y en los lugares de trabajo contra los disidentes. Hace sólo unos días, el presidente Arnon Bar-David firmó «Saludos de la Histadrut» en un cohete destinado a ser lanzado sobre las cabezas de los niños de Gaza. Se trata de una repugnante traición no sólo a los trabajadores palestinos, sino a cualquier noción de solidaridad de la clase trabajadora en la que se basa el movimiento obrero internacional.
Los sindicatos palestinos han hecho un llamamiento al movimiento obrero internacional para que se pronuncie contra el ataque e incluso intervenga activamente para detener el flujo de armas a Israel, para que actúe contra las empresas que están permitiendo la agresión, el bloqueo y el asedio a Gaza y a los palestinos. De hecho, algunos sindicatos se manifestaron en los primeros días de la guerra en apoyo de esto. Es importante promover y apoyar este llamamiento.
¿Cuáles son las perspectivas de resistencia en Israel/Palestina y qué está haciendo su organización?
Hay una fuerte represión en todas partes, dirigida en primer lugar contra los palestinos árabes, los partidos y las organizaciones palestinas. En Ramala, la Autoridad Palestina disparó munición real contra los manifestantes tras la voladura del hospital Al-Ahli. Desde entonces, no hemos visto manifestaciones masivas en Cisjordania ni en la Jerusalén Oriental ocupada, pero no hay que descartar la posibilidad de que se desarrolle allí la resistencia.
La izquierda está sometida a una severa represión política. Sólo se han aprobado dos protestas contra la guerra. La primera manifestación autorizada fue hace dos semanas en Tel Aviv, en un lugar muy aislado, limitada a setecientas personas. Cuando algunas personas intentaron celebrar una pequeña manifestación de figuras destacadas de la sociedad árabe palestina, la policía se limitó a detener a todo el mundo, incluidos los participantes de Hadash y Balad, cuyas oficinas fueron después allanadas. Jóvenes palestinos intentaron organizarse en Haifa y fueron detenidos antes de empezar. El jefe de la policía israelí dijo que pondría a cualquier manifestante que simpatizara con Gaza en un autobús con destino a Gaza.
Desde el primer día, hemos asistido a una oleada de detenciones no sólo en Cisjordania y la Jerusalén Oriental ocupada, sino también dentro de los territorios de 1948, dirigidas sobre todo contra palestinos con ciudadanía israelí, pero también contra judíos que se oponen a la guerra. Se ha despedido a personas de sus trabajos y se las ha expulsado de los campus, en algunos casos sólo por escribir que sienten pena por los niños y bebés que mueren en Gaza.
Las manifestaciones que exigen la liberación de los rehenes son el motor de los intentos de liberación. Hay ahí un potencial real de agitación, no necesariamente antibélica, sino antigubernamental. Así que existe la posibilidad de resistencia dentro de la sociedad israelí. Pero, por supuesto, los palestinos no deberían tener que esperar a que el público judío israelí decida: «oh, en realidad, la ocupación es mala y no sirve a nuestros intereses». Las familias de los rehenes han tenido enfrentamientos públicos con la extrema derecha, diciendo: «no queremos oír hablar de arrasar Gaza, nuestros seres queridos están allí». También deberían oponerse a las atrocidades cometidas contra los palestinos. Está claro que a la extrema derecha sólo le interesa ganar puntos con sus bases, y su campaña «Ocupar, Expulsar, Asentar» para reocupar Gaza.
Participamos en las protestas, conferencias y concentraciones contra la guerra en colaboración con organizaciones de izquierda y organizaciones de la sociedad árabe palestina, y en la campaña contra la caza de brujas política en los campus universitarios. En las primeras fases de la guerra, ayudamos a organizar -con Academia for Equality, que es una organización de unos ochocientos académicos dentro de instituciones- una petición al Consejo de Educación Superior oponiéndose a la caza de brujas política, pero que también se oponía abiertamente a la guerra. La firmaron cientos de personas. Nuestra organización internacional participa activamente en las manifestaciones masivas de solidaridad en todo el mundo, como en Irlanda, Sudáfrica, Brasil y otros lugares.
No sólo promovemos la oposición a la guerra, sino una solución política real, que sólo puede resultar de la lucha. No hay atajos, y menos en esta región. Pero si queremos una existencia igualitaria y segura para los millones de palestinos y los millones de israelíes, tenemos que poner fin a la ocupación, el asedio, los asentamientos coloniales y todas las formas de discriminación y opresión nacional, incluida una solución justa a la difícil situación de los refugiados palestinos. Tiene que haber un acuerdo que reconozca la injusticia histórica y el derecho al retorno. Luchamos por un Estado de Palestina democrático, socialista y plenamente igualitario junto a un Israel democrático y socialista, con dos capitales en Jerusalén y plena igualdad para las minorías y para todos los residentes. Intentamos construir la solidaridad internacional y también hacer un llamamiento a los trabajadores israelíes de a pie para que unan sus fuerzas y luchen por una solución radical basada en el fin de la opresión y la plena igualdad, el derecho a la existencia, a la autodeterminación, a vivir con dignidad, bienestar y seguridad personal.
Dror Kay es representante sindical electo y miembro del Movimiento de Lucha Socialista de Tel Aviv.
Chris Dite es profesor y miembro del sindicato.
8. La guerra en Palestina desde la geopolítica y la economía internacionales
Un análisis en una revista de izquierdas italiana sobre las características económicas de la guerra en Palestina, centrándose en el saqueo de los recursos por parte de Israel, que ya hemos ido viendo por aquí, y las repercusiones geopolíticas.
Pactos de Abraham, BRI e IMEC: las características económicas de la cuestión palestina
por Francesco Schettino
Introducción
Los acontecimientos del 7 de octubre y los que tuvieron lugar en las semanas siguientes se caracterizaron sin duda por un nivel de violencia sin precedentes. Aunque el ataque palestino estuvo ciertamente acentuado y cargado instrumentalmente de brutalidad, con informes en gran medida no verificados por el momento (se habla de violaciones, decapitaciones de niños israelíes, etc.)[1], ciertamente, a manos de Hamás, de los otros grupos que organizaron el ataque y del propio ejército israelí[2] que intervino, se derramó mucha sangre[3]. En las semanas inmediatamente posteriores, las represalias contra Gaza y Cisjordania fueron extremadamente violentas, con el resultado de un número de víctimas que a 27.11.2023 se contabiliza de la siguiente manera según el Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos: el 61% de las víctimas no son hombres adultos. 8.176 son niños y 4.112 mujeres. Además, de los 20.000 muertos confirmados, el 92% son civiles y más del 80% de la población de Gaza (alrededor de 1,7 millones de habitantes) ha sido desplazada de sus hogares y vive en lugares inseguros con enormes dificultades, en primer lugar para encontrar alimentos. En otras palabras, en los primeros 50 días de agresión israelí murieron una media de 167 niños y 377 civiles al día. Imaginemos que en una situación algo similar, la del conflicto entre Ucrania y Rusia, murieron menos de 10.000 civiles en menos de dos años de guerra.
En definitiva, la enorme agresión ha afectado íntimamente a quienes han tratado de conocer los hechos no abandonándose ciegamente a la propaganda de los medios de comunicación occidentales, que, alineados monolíticamente a la voluntad de los gobiernos, todos o casi todos proisraelíes, han tratado de ocultar una verdad que poco a poco se ha hecho enorme y ha comenzado a desmoronar el granítico muro de silencio levantado por las burguesías occidentales. Las oceánicas, en cierto modo inesperadas, reacciones callejeras que se han visto en todo el mundo -incluso en lugares insólitos como Washington DC y Londres- han interpretado este impulso emocional de poner fin a una masacre que tendrá un eco totalmente imprevisible por el momento.
Sin embargo, como en todos los demás casos de conflicto, se nos ha instruido para que sigamos el principio de «seguir el dinero», es decir, identificar sus raíces económicas, con el fin de comprender plenamente cuáles pueden ser los objetivos materiales del conflicto, a menudo ocultos por supuestos nacionalismos (a menudo creados ad hoc) y casus belli presuntos o fuertemente inducidos para justificar intervenciones militares que a veces duran muchos años.
En concreto, el conflicto israelo-palestino tiene un origen muy antiguo, aunque nos referiremos -también por razones de espacio- a lo sucedido después de la Segunda Guerra Mundial. Nos parece, de hecho, distorsionador y erróneo relatar la historia como si hubiera comenzado el 7 de octubre de 2023, dejando de lado la enormidad de los hechos que se han ido configurando a lo largo de, al menos, los últimos 75 años.
Este ensayo tratará de investigar las características económicas de la guerra, primero examinando la cuestión de la expropiación ilícita de recursos naturales (agua, gas y petróleo sobre todo) por parte de Israel (tanto en Gaza como en Cisjordania), mostrando brevemente sus impactos asimétricos en las dos economías: A continuación, intentará proporcionar una clave para entender cómo puede encajar el conflicto en la fase actual del imperialismo, captando el auge de las contradicciones interimperialistas en una perspectiva de conflicto monetario que ahora enfrenta descaradamente al capital vinculado al dólar con las monedas asiáticas.
El robo de los recursos naturales
Se trata ciertamente de una cuestión no suficientemente conocida y discutida en algunos foros internacionales, pero la agresión israelí contra el pueblo palestino -que a estas alturas no ha cesado, con altibajos, al menos desde 1967- se basa también en el acaparamiento y la explotación de los recursos naturales presentes tanto cerca de la Franja de Gaza como dentro de Cisjordania. Según algunos analistas, de hecho, la cuestión de los yacimientos de gas y petróleo, así como de los recursos hídricos distribuidos por el resto del territorio palestino y, sobre todo, en los territorios ocupados, podría representar una de las principales razones de la constante y continua agresión militar y política que, además de las guerras, las violentas políticas de segregación, ve en la proliferación de colonias un elemento importante (los últimos censos estiman en unos 800.000 los colonos en Cisjordania)[4].
Los estudios elaborados en el pasado que intentaban encontrar la manera de hacer compatibles y, en cierto modo, económicamente viables las inevitables relaciones entre los Estados israelí y palestino, tuvieron que rendirse ante la cruda realidad que mostraba inequívocamente que Israel -que ya tenía un PIB 10 veces superior al palestino en 1967- ha actuado deliberadamente para impedir que las poblaciones de los territorios palestinos se desarrollen hasta tal punto que la UNCTAD (UNCTAD, 2019) sostiene que la ocupación y las políticas militares en general han erosionado gravemente las posibilidades económicas y sociales de Palestina. Sin ellas, habría tenido al menos el doble del PIB que tenía antes del enésimo ataque militar que siguió a los sucesos del 7 de octubre de 2023 (por supuesto, tras la devastación presenciada, la brecha se ha ampliado considerablemente).
Por intuitivo que resulte, por tanto, parece importante reiterar que las políticas de ocupación y agresión militar continuada a todos los niveles han beneficiado la riqueza del pueblo israelí -riqueza «goteada» incluso en la clase media- mientras deprimían la del pueblo palestino. En este tipo de razonamiento, un papel crucial puede encontrarse en el robo y la explotación de los recursos naturales que se encuentran entre Cisjordania y Gaza, lo cual es bastante intuible si se tiene en cuenta que desde 1993 hasta 2020 Israel se apropió del 60% de la superficie de Cisjordania y del 40% de la Franja de Gaza (UNCTAD, ibíd.). Dentro de estos territorios, usurpados en violación de un montón de resoluciones de la ONU, se encuentran recursos naturales de importancia estratégica tanto a nivel local como internacional.
En lo que respecta al agua, las últimas estimaciones internacionales -relativas a 2004- hablan de una apropiación por parte de Israel de algo menos del 90% de los recursos presentes en el subsuelo de Cisjordania; con este auténtico robo, se satisface aproximadamente una cuarta parte de las demandas de agua de Israel (para la agricultura y el consumo privado), mientras que los palestinos se ven obligados a importar de Israel más del 50% de su propia agua[5]. La consecuencia más evidente es que, a través de esta confiscación ilegal, su distribución es profundamente desigual: un ciudadano israelí puede contar cada año con seis veces más agua utilizable que un habitante palestino (A Kubursi y F Naqib, 2008) y sólo el 35% de las tierras fértiles recibe agua de forma regular y, por tanto, es susceptible de ser utilizada para la producción de alimentos o el pastoreo (BANCO MUNDIAL, 2009). Es evidente que, desde este punto de vista, la ocupación israelí de la zona C de Cisjordania desempeña un papel crucial. Al representar casi el 60% de toda la zona (2/3 de las tierras de pastoreo), ha comprometido gravemente las ocupaciones tradicionales de la población local, que durante años fueron la agricultura y la ganadería. De hecho, desde la fecha de su ocupación (1967), se han destruido unos 2,5 millones de árboles productivos (no sólo frutales, sino también olivos), y el perjuicio estimado para la economía palestina se sitúa en torno al 35% del PIB total, a lo que hay que añadir 1.000 millones de dólares de ingresos perdidos relacionados con la fiscalidad de las actividades económicas que se habrían derivado.
Pero si la cuestión del agua parece ser el resultado de un litigio claramente desequilibrado, injusto y en muchos aspectos ilegal, pero en cualquier caso limitado a las poblaciones que viven dentro del territorio palestino, los recursos de petróleo y gas estimulan necesariamente las apetencias no sólo de Israel sino también de los países vecinos y de los codiciosos consumidores de recursos energéticos situados en otras partes del mundo (Europa in primis). Se ha hablado mucho de la enorme cantidad de gas y petróleo que hay en Cisjordania y en las aguas frente a Gaza (la última estimación, de 2019, asciende a algo menos del equivalente a 600.000 millones de dólares), pero se ha hablado menos del embargo decidido unilateralmente en 2007 por Israel contra los habitantes de Gaza y los palestinos, que no tienen acceso ni a los recursos naturales ni a los ingresos generados por ellos. Además, muchos estudiosos están convencidos de que en el subsuelo de los territorios palestinos ocupados existen reservas igualmente grandes -y aún sin explotar-. Además, según una estimación de 2010 (USGS, 2010), la cuenca del Levante parece tener uno de los yacimientos potencialmente más grandes del mundo, con una capacidad de 1.700 millones de barriles de petróleo y 122 billones de pies cúbicos de gas extraíble.
La historia de la explotación de los yacimientos en alta mar frente a Gaza está descaradamente entrelazada con las invasiones periódicas de la franja por parte del ejército israelí (UNCTAD, 2019). Los Acuerdos de Oslo II (de 1995) otorgaban a la ANP jurisdicción marítima sobre aguas situadas hasta 20 millas náuticas de la costa, y precisamente por este motivo la ANP había firmado un contrato de extracción con el British Gas Group (BGG) para los próximos 25 a partir de 1999. A principios de ese año, BGG había descubierto un gran yacimiento de gas natural (Gaza Marine) que se encontraba a una distancia compatible con los acuerdos de jurisdicción palestina firmados sólo unos años antes. Las actividades de perforación posteriores habían dado excelentes resultados hasta el punto de estimar el caudal en 1.000 millones de pies cúbicos de gas natural de buena calidad que superaría las necesidades palestinas y proporcionaría también un buen margen para la exportación. La construcción de un gasoducto que llevaría el gas extraído hasta las costas de Gaza fue, pues, el objetivo de un plan de inversión acordado entre el BGG y la ANP. Los años siguientes, hasta al menos la primera parte de 2007, se caracterizaron por un reparto sustancial de objetivos entre los gobiernos de Israel y Palestina en la gestión de Gaza Marine I y II, con resultados que parecían satisfacer a ambas partes y también al derecho internacional. El gran cambio, sin embargo, se produjo al año siguiente, culminando en la operación de diciembre de 2008 (denominada Plomo Fundido) que, bajo el pretexto de querer erradicar el terrorismo islámico, condujo -además de a miles de muertos, heridos y devastación- a la negación del acceso de los palestinos a sus propios recursos de gas mar adentro, alegando que los ingresos financiaban a grupos terroristas, configurando así una confiscación que contrastaba claramente con los acuerdos firmados y con el derecho internacional. Técnicamente, por tanto, el enorme yacimiento de gas se ha integrado desde entonces en las muy cercanas instalaciones off-shore de Israel y en corredores energéticos que potencialmente podrían tener otra conexión con el corredor turco, aunque las relaciones políticas no parecen presagiar por el momento una salida desde este punto de vista. Pero, como es bien sabido, los gobernantes de muchos países -al ser expresiones de la clase dominante- se inclinan fácilmente a cambiar de opinión ante las fastuosas ganancias de la burguesía local e internacional.
Además, en los territorios ocupados de Cisjordania existen yacimientos de petróleo y gas que son gestionados y explotados íntegramente por las autoridades israelíes. Hablamos de una vasta zona (Meged, descubierta en la década de 1980) con un potencial de unos 1.500 millones de barriles de petróleo, así como de gas natural, cuya producción comenzó durante los primeros años del presente siglo.
Como ha quedado ampliamente demostrado, la confiscación y expropiación de recursos naturales va de la mano de la política agresiva y, según algunos, genocida del Estado de Israel hacia los territorios palestinos. Aunque no puede ni debe considerarse la única causa de la violencia que nos vemos obligados a presenciar desde hace décadas, el peso de esta lujuria es ciertamente real y tangible. Sobre todo si se tiene en cuenta el hecho de que, además de su dependencia del agua -como ya se ha mencionado-, el Estado de Israel sólo cubre su demanda energética interna con recursos propios en un 13,4% del total (cifra de 2012)[6]. Es decir, Israel es estructuralmente dependiente de los recursos ajenos y, teniendo en cuenta que las relaciones diplomáticas con sus vecinos inmediatos no son precisamente «idílicas», las soluciones buscadas han sido varias, además de la «principal» de la continua invasión y expropiación ilícita de los recursos del pueblo palestino. Desde 1999, con la colaboración de varias empresas energéticas con sede en Estados Unidos, los gobiernos israelíes han promovido la búsqueda de yacimientos dentro (y fuera) de su territorio por valor de miles de millones, lo que ha dado lugar a importantes descubrimientos, pero por el momento, la dependencia de los recursos off-shore de Gaza y Cisjordania parece ser tal que no hacen presagiar un retorno de estas disputas al recinto del derecho internacional, al menos en lo inmediato.
La crisis económica mundial y el choque de divisas
Por mucho que la cuestión energética haya estado siempre en el trasfondo de las operaciones militares israelíes al menos en los últimos 25 años, la posterior al 7 de octubre de 2023 está tomando una forma sustancialmente distinta a las anteriores. Tiene lugar en una fase del imperialismo en la que las posibilidades de crecimiento del capital ligado al dólar y al euro están en su punto más bajo. Al menos desde principios de este siglo, la acumulación mundial de capital depende cada vez más de los resultados de la economía china y de la asiática en general. Agravados por una larga crisis de sobreproducción originada al menos en los años 70, los países capitalistas avanzados registran de hecho un empeoramiento de sus tasas de crecimiento, prefigurando una situación de estancamiento sustancial alternada con recesiones cada vez más frecuentes. En particular, el capital hegemónico, al menos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el vinculado al dólar, ha registrado enormes retrocesos cada vez más cercanos en el tiempo (el de 2008, que coincidió con la quiebra pilotada de Lehman Brothers, fue probablemente el más importante en muchos sentidos) perfilando una crisis que tiende a ser inexorable. Los intentos de resolverla mediante ataques especulativos (al euro, por ejemplo) o bélicos (Afganistán, Irak II, Libia, etc.) no surtieron los efectos deseados, y sólo lograron generar un poco de oxígeno que en gran medida fluyó del juego bursátil no regulado que infló aún más las ya enormes burbujas especulativas que bailan mortalmente sobre nuestras cabezas desde hace décadas.
La guerra ucraniano-rusa, originada en 2014, y que en 2022 vio a una de las dos fuerzas en liza -Rusia- penetrar militarmente dentro de las fronteras de la otra, controlando, a finales de 2023, alrededor de una quinta parte de su territorio, supuso un salto cualitativo respecto a conflictos anteriores. Por primera vez, la contraposición no se produjo en territorios «terceros» (Irak, Libia, Afganistán), sino que tuvo lugar en un lugar interior muy próximo a las fronteras de la OTAN (Ucrania), en Europa, y por tanto cerca de algunos de los centros del imperialismo. Además, enfrentó a una potencia nuclear, Rusia, con un país «no alineado» sólo en apariencia pero que, en realidad, ya en 2008, y luego con vehemencia desde 2014, había exigido renunciar a ese estatus, optando por la adhesión a la OTAN, algo deseado por los dirigentes de la OTAN como parte importante de su expansión hacia el Este y a lo que se oponía enérgicamente Rusia, que habría querido mantener un colchón entre su territorio y el de la OTAN. No es casualidad que sólo unos meses antes de la invasión militar rusa, es decir, en junio de 2021 en una cumbre celebrada en Bruselas, los altos mandos de la organización hubieran declarado públicamente que el ingreso de Ucrania sería una prioridad en la estrategia MAP (plan de acción y adhesión) de la alianza.
En cualquier caso, como ya se ha dicho, a pesar de 20 meses de guerra que han visto materialmente la intervención de la OTAN y de los países adheridos (a través de ingentes financiaciones, suministro de armas que no se sabe muy bien dónde han ido a parar) a finales de 2023, la situación parece estar en punto muerto. Incluso el presidente ruso, en el G20 de finales de noviembre, reconoció la oportunidad de «reflexionar sobre cómo poner fin a esta tragedia» que de momento ha visto imponerse al ejército ruso, que sigue controlando una importante porción del territorio de la nación hostil a pesar de la sangría de las arcas de los países europeos que siguieron obedientemente las instrucciones de Washington DC de apoyar a Zelensky, pagando una factura muy alta -sobre todo en el caso de las clases subalternas- en términos de inflación y deuda.
La cuestión palestina parece ser una pieza añadida en el marco de una guerra global, resultado del inexorable aumento de las contradicciones interimperialistas, propias del modo de producción del capital en su fase de crisis prolongada, como aquella de la que hace tiempo que no consigue salir. De hecho, asistimos, aunque de forma menos evidente y clara -dada la complejidad de las relaciones comerciales y diplomáticas- pero igualmente importante, al enfrentamiento entre bloques ligados al dólar y monedas asiáticas. Al previsible apoyo de EE.UU. a Israel se ha sumado también de forma sustancialmente acrítica el de la UE -a pesar de las importantes declaraciones del Secretario General de la ONU, que describió sin rodeos Gaza como un «cementerio de niños»-; en el otro frente, al apoyo inmediato de Irán y muchos países árabes a la causa palestina se ha unido el de China y muchos países BRICS+. Desde este punto de vista, la actitud ambigua de Rusia es atribuible a los lazos comerciales y políticos que Israel ha creado en los últimos años (considérese que Israel no respeta las sanciones impuestas por Europa y Estados Unidos a Rusia tras la invasión de Ucrania).
En un artículo reciente (SCHETTINO, 2023[7]) relativo precisamente al ruso-ucraniano, señalábamos precisamente cómo éste debía leerse como el primer paso de un conflicto monetario más amplio y complejo que encontraba su razón en el declive durante una década de los capitales ligados al dólar (y a su vasallo el euro) y el violento ascenso de las economías asiáticas. Utilizando datos de los WDI, mostramos cómo el peso relativo de las principales economías de la Organización de Cooperación de Shanghai (China, India, Rusia, Irán y Pakistán) había superado al de EE.UU. al menos en 2021, recuperando una distancia que podía parecer insalvable a mediados de los noventa. Pero las tendencias también afectan al mercado de divisas. De hecho, principalmente en lo que se refiere a la tenencia con fines de reserva internacional, función preparatoria para su utilización en el intercambio de bienes y capitales, la situación se ha ido ajustando lentamente a esta «puesta al día».
De las Figuras 1 y 2 se deduce que, aunque en crisis, el dólar estadounidense sigue siendo la principal divisa de las reservas internacionales, aunque lleva más de dos décadas disminuyendo un 10%. El yuan, por su parte, pese a su importante peso específico, no es todavía objeto de una atención proporcional, representando menos del 3% de las reservas mundiales (el euro se mantiene firme en torno al 20% aunque la crisis de 2012 ha limitado mucho su potencial). Si se observan los datos relativos a los pagos internacionales a través de SWIFT, surge un panorama muy similar, ya que a finales de 2022 el 40% del comercio se realizaba en dólares y algo más de un tercio en euros. Incluso en lo que respecta a los bonos, los emitidos en yuanes siguen estando por detrás del 3% mundial. Además, si tenemos en cuenta que China se ha convertido en el socio comercial más importante para 61 países, mientras que Estados Unidos se detiene en 30, parece intuible que esta desproporción tendrá que reabsorberse de forma natural, lo que conducirá inevitablemente a una reducción del papel del dólar con un crecimiento de la importancia de las monedas de los países de la Organización de Cooperación de Shanghai. Ciertamente, las formidables inversiones vinculadas a la llamada «nueva ruta de la seda» (BRI – Belt and Road Initiative) servirán de vehículo para una internacionalización del yuan que, sin embargo, por el momento no tiene aún la ambición de socavar al hermano enemigo de Estados Unidos, pero que sin duda echará una mano a ese proceso de desdolarización que algunos analistas dan por descontado, pero que sin duda verá enormes reacciones militares, incluso antes que económicas, por parte de los gobiernos estadounidenses. No creemos, que sea casualidad que el primer país que lanzó oficialmente una estrategia explícita de desdolarización fue Rusia, en 2018, tras las sanciones por la ocupación de Crimea, vendiendo títulos denominados en dólares, sustituyendo sus reservas internacionales por euros y en parte por yuanes, y exigiendo el pago en euros del gas y otras materias primas vendidas a los europeos. Y esto es algo que EEUU nunca ha perdonado. Hay que añadir, además, que el inevitable proceso de desdolarización no se producirá de la mano del hermano enemigo del euro, sino, como demostraron ampliamente Arsanalp et al. (2022), de un grupo de monedas alternativas entre las que sin duda estará el yuan.
Concluimos el artículo (SCHETTINO, ibid.) argumentando que «el capital ligado al dólar no puede someterse pasivamente a esta tendencia que (…) puede socavar gravemente su centralidad y la propia estabilidad de una economía, la estadounidense (…)». «El ataque a través de la OTAN contra Rusia debe considerarse por tanto como una primera etapa de una guerra que será sin duda más larga y que implicará también directamente a sujetos que en este momento se sienten objeto de ataque pero que consideran oportuno no implicarse directamente en las operaciones bélicas». Por lo tanto, nos parece que este último estallido puede y debe pivotar sobre una dinámica así esbozada, aunque sus especificidades nos lleven a reflexionar sobre otros elementos.
Pacto de Abraham, Iniciativa Belt and Road y Corredor India-Oriente Medio-UE (IMEC)
Desde su definición inicial en 2013, la Belt and Road Initiative (BRI, también conocida en algunos países como la Nueva Ruta de la Seda) ha estimulado el debate internacional sobre el grado de amenaza que podría suponer para las economías hasta ahora hegemónicas del capitalismo mundial[8]. Como ya se ha indicado en el párrafo anterior, este enorme proyecto de inversión, además de crear infraestructuras monumentales en tres continentes, puede apalancar la adquisición por parte de empresas chinas -principalmente estatales, las SOE- de activos estratégicos como, por ejemplo, el del puerto del Pireo en Grecia, salida natural de uno de los corredores económicos de la BRI (el más meridional, que va desde Asia hasta Europa, pasando por Turquía). Para todos estaba claro, por tanto, que el lanzamiento de este proyecto plurianual representaba un nuevo paso adelante en la política económica internacional de China, que, según algunos, adoptaría una forma imperialista, aunque distinta de la significativamente más agresiva de Estados Unidos e incluso de Europa. La adhesión de algunos países estratégicamente incluidos en la zona monetaria dólar/euro -como, por ejemplo, ocurrió con Italia en 2019- sólo barajó momentáneamente las cartas hasta el punto de que el gobierno italiano elegido más tarde, en 2022, para mostrar lealtad al pacto atlántico, declaró apresuradamente que quería «abandonar» la asociación estratégica con la República Popular China.
Pero la cuestión, desde luego, ha adquirido una relevancia planetaria hasta el punto de que, en la reunión del G7 celebrada en junio de 2021, el presidente estadounidense lanzó un proyecto denominado «Build Back Better World» (B3W) cuyo objetivo era básicamente definir un plan alternativo al de la BRI volviendo a situar a una serie de países en desarrollo bajo su propia esfera de influencia, desplazándolos de la antagónica hegemonía china. Al año siguiente, en continuidad con el B3W, se lanzó por tanto el PGII (Partnership for Global Infrastructure and Investment), que, quizá también debido a la concomitante escalada militar en Ucrania, no tuvo mucho seguimiento.
El proyecto que en cambio parece perfilarse con más decisión y delinearse en la lucha contra la expansión económica china a través del BRI es el IMEC (India-MiddleEast-Europe corridor) que seguiría precisamente lo ya identificado por una de las Rutas de la Seda del BRI pero estaría, como puede adivinarse, impulsado por Estados Unidos. El IMEC se lanzó sólo unas semanas antes del atentado del 7 de octubre (en la primera quincena de septiembre de 2023, con motivo del G20 en Doha) y, en resumen, representa una larga red de infraestructuras ferroviarias, portuarias y energéticas (que también transportarían datos) que uniría India, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Jordania e Israel y llegaría después a Europa, situando a los países del Golfo en el centro de la infraestructura, exactamente como hace una de las Rutas de la Seda. Pero el elemento innovador respecto al pasado parece ser la implicación de Israel, un país histórica y culturalmente hostil a los países árabes y a Irán, como terminal de una estructura tan compleja y económicamente estratégica. De este modo, Estados Unidos sale al campo con el IMEC, oponiéndose visiblemente a la República Popular China también en el plano de las inversiones internacionales y los corredores económicos/energéticos[9]. En otras palabras, la intensidad del conflicto monetario aumenta significativamente tras el enfrentamiento entre Ucrania y Rusia, incluso antes de la apertura del frente palestino.
Sin embargo, por mucho que el IMEC represente sobre el papel un instrumento capaz de disputar la hegemonía sobre toda la zona, la copresencia de Arabia Saudí e Israel es un aspecto que despertó de inmediato ciertas sospechas junto con numerosas declaraciones de indignación. Según muchos analistas, de hecho, el más famoso Pacto de Abraham, es decir, ese proceso de normalización de las relaciones políticas y económicas entre Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos e Israel, que comenzó en 2020, sería un requisito previo para el lanzamiento y desarrollo definitivos del IMEC. Y no es casualidad que muchos hayan sospechado que el inicio del conflicto palestino podría haber puesto en desventaja la propia definición de dicho acuerdo debido al apoyo histórico que Arabia Saudí -a menudo sólo como arma de propaganda interna- ha prestado precisamente a la población palestina.
Si nuestro análisis fuera correcto, podríamos empezar a delinear un escenario en el que, además de las decenas de miles de personas inocentes masacradas, desplazadas, mutiladas y humilladas en los últimos dos meses, es precisamente el IMEC una de las primeras víctimas -aunque parcial y quizás transitoria-, es decir, uno de los instrumentos desplegados por EEUU para apoyar el conflicto en curso contra el bloque asiático (cuyos intereses en cierto modo podrían estar precisamente representados por los BRICS+). Si se observa también cómo las grandes potencias tomaron partido inmediatamente después del 7 de octubre, se ve un mapa del mundo que va en esta dirección: Israel apoyado por Estados Unidos y Europa, mientras que los demás países -especialmente los del BRICS- llaman a la calma condenando públicamente las masacres del ejército israelí contra las poblaciones de Gaza y Cisjordania. Cabe mencionar que las excepciones son India, que ha apoyado inmediatamente a Israel (evidentemente con vistas a preservar el acuerdo de 2023) y Arabia Saudí, que con su actitud ambigua intenta actuar como equilibrador, para no sacrificar el papel de centro estratégico que se ha ganado tanto para el BRI como para el IMEC[10].
Por las razones expuestas, consideramos importante situar al menos algunas de las dinámicas que se desarrollan entre Israel y Palestina dentro del concepto de conflicto de divisas en la actual fase decadente del imperialismo. De ello se deduce que, en el momento de escribir este ensayo, es impensable comprender cómo puede tender a configurarse este sistema magmático de equilibrios económicos internacionales y qué relaciones de poder pueden prevalecer. En cualquier caso, para confirmar la dimensión monetaria del conflicto, parece oportuno señalar que la tregua entre las partes enfrentadas a finales de noviembre de 2023 -aunque se violó rápidamente- se produjo inmediatamente después de la reunión entre Xi Jin Ping y Biden (16.11.2023 – San Francisco, California, EE.UU.), en cuya ocasión el presidente chino dijo públicamente a su homólogo estadounidense durante un cálido apretón de manos: «el planeta es lo suficientemente grande como para que China y Estados Unidos tengan éxito económico entre sí», mostrando que deseaba una competencia «leal» y no una guerra. Pero no es en absoluto seguro que, por un lado, el capital atado al dólar esté de acuerdo con tal estrategia y, por otro, que tras declaraciones distensivas se oculten perspectivas de guerra de mayor intensidad.
Bibliografía
Arsanalp S, Eichengreen B y Simpson-Bell C, 2022, The Stealth Erosion of Dollar Dominance, IMF Working papers, no. WP/22/58.
Haibing Z, 2019, The Belt and Road Initiative: How China and the United States Could Avoid Conflict and Promote Cooperation, en Perspectives on the Global Economic Order in 2019: A U.S.-China Essay Collection, 1 de octubre de 2019, pp. 7-10.
Sachs N y T Boersma, 2015, The energy island: Israel deals with its natural gas discoveries, Policy paper n.º 35, Foreign Policy at Brookings.
Schettino F, 2023, As Raízes Monetarias Do Conflito Na Ucrânia, en Guerra da Ucrania e crise mundial, O.Coggiola (org), Livraria da Fisica, Sao Paulo, BRASIL.
UNCTAD, 2015, The Besieged Palestinian Agricultural Sector (publicación de las Naciones Unidas, Nueva York y Ginebra).
UNCTAD, 2019, The Economic Costs of the Israeli Occupation for the Palestinian People: The Unrealized Oil and Natural Gas Potential. ONU, ISBN: 978-92-1-112947-2.
United States Geological Survey (USGS), 2010, Assessment of undiscovered oil and gas resources of the Levant Basin Province, Eastern Mediterranean, Fact sheet 3014, disponible en https://pubs.er.usgs.gov/.
Banco Mundial, 2009, Assessment of restrictions on Palestinian water sector development, Informe nº 47657-GZ.
Notas
[1] La historia de los supuestos 40 niños decapitados por Hamás fue casi inmediatamente desmentida y relanzada en el caldero de las fake news. Para una cuidadosa reconstrucción de cómo se empaquetó la noticia falsa, véase también https://www.wired.it/.
[2] Una buena reconstrucción puede encontrarse en el artículo de Max Blumenthal, https://.
[3] Desde este punto de vista, parece importante señalar que, casi dos meses después del atentado, seguimos sin conocer el número oficial exacto de víctimas. De hecho, ésta crece de forma inexplicable cada semana, siguiendo una razón exponencial: si el 7 de octubre se contabilizaban poco más de 300 muertos, ahora son cerca de 1500 (finales de noviembre de 2023). Además, sigue sin conocerse el peso de las bajas militares frente a las civiles, lo que, aunque dramático, connota el trágico recuento de otra manera.
[4] Emblemático desde este punto de vista es el comentario de Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y de Seguridad, que el 28.11 se declaró asombrado por la noticia del aumento de la asignación de fondos por parte de Israel para los asentamientos en un momento tan dramático (https://twitter.com/)
[5] UNCTAD, 2015, The Besieged Palestinian Agricultural Sector (publicación de las Naciones Unidas, Nueva York y Ginebra).
6] N Sachs y T Boersma, 2015, The energy island: Israel deals with its natural gas discoveries, Policy paper No. 35, Foreign Policy at Brookings.
[7] Schettino F (2023), AS RAÍZES MONETARIAS DO CONFLITO NA UCRÂNIA, en Guerra da Ucrania e crise mundial, O.Coggiola (org), Livraria da Fisica, Sao Paulo, BRASIL.
[8] Véase también Haibing (2019), https://www.jstor.org/stable/
[9] Véase también https://news.abplive. para más detalles.
[10] Es importante destacar que Arabia Saudí se convertirá en miembro de pleno derecho del BRICS+ a partir de 2024, junto con Argentina, Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos, representando así todo el bloque casi el 40% del PIB mundial y más del 60% de la población global.
9. Resúmenes de la guerra en Palestina, 7 de diciembre
Hoy vuelven a ser los dos, el de Rybar y el palestino de Mondoweiss
Lo que está ocurriendo en Palestina e Israel: cronología del 7 de diciembre
7 de diciembre de 2023 Rybar
Los israelíes continúan su operación terrestre en la Franja de Gaza. En el norte del enclave, unidades de las FDI están limpiando las afueras de Beit Lahiya para cerrar definitivamente el cerco de la ciudad. En estos momentos, las unidades israelíes están revisando casa por casa, así como destruyendo todas las salidas de las comunicaciones subterráneas de los militantes.
Además, han aparecido imágenes de varias decenas de palestinos detenidos en el lugar. Según los israelíes, se trata de militantes que se negaron a resistir y se rindieron a merced de las FDI. A su vez, los medios de comunicación árabes afirman que se trata de civiles corrientes. Quiénes sean realmente no interesa a ninguno de los dos bandos, que ya han utilizado el incidente para hacer avanzar sus narrativas.
Mientras tanto, en el sur del enclave, la intensidad de los combates sigue aumentando. Los israelíes avanzan gradualmente al este de Jan Yunis, mientras que las formaciones palestinas intentan contraatacar y tender emboscadas. Sin embargo, debido a la falta de imágenes desde el terreno, es extremadamente difícil establecer la configuración actual del frente.
Mapa de alta resolución en inglés https://rybar.ru/piwigo/
Estado de las hostilidades
Norte de la Franja de Gaza
https://vk.com/video- [imágenes de ataques de Hamás]
Las fuerzas israelíes continúan sus intentos de cercar Beit Lahiya, pero no han logrado cambios significativos en las últimas 24 horas. Al mismo tiempo, en el flanco occidental de la escuela femenina Shadia Abu Ghazala, francotiradores de las IDF se encuentran en varios edificios cercanos a la institución educativa, mientras que unas siete mil personas permanecen bloqueadas en la propia escuela.
Al mismo tiempo, hacia el anochecer, aparecieron en la red imágenes de decenas de palestinos detenidos cerca de Beit Lahiya, pero cada parte del conflicto interpretó lo ocurrido de forma diferente. Los israelíes afirmaron que en la foto aparecían militantes de Hamás que se habían rendido a las Fuerzas de Defensa de Israel.
Al mismo tiempo, los medios de comunicación árabes afirmaron que las imágenes eran de palestinos corrientes, que no sólo fueron detenidos sin justificación por combatientes de las FDI, sino que además fueron fusilados.
Mezquita de Al-Awda
También cabe destacar los masivos ataques israelíes contra Jabaliya: durante el día, la Fuerza Aérea israelí disparó más de 100 cohetes contra el asentamiento, causando importantes daños tanto en viviendas como en infraestructuras. La mezquita de Al-Awda también fue destruida. El aumento de la intensidad de los ataques contra Jabaliya puede indicar la intención del mando israelí de intensificar la ofensiva en esa zona. Sobre todo porque los cazas de las IDF no han avanzado más allá de la zona del Hospital Indonesio en las últimas semanas.
Además, continuaron los enfrentamientos entre las partes en la zona costera, en los barrios de Sheikh Radwan y Al-Zaytun, así como en el lado opuesto, en la zona de Al-Judaydah (Shuja’iyah). Debido a la falta de imágenes de vídeo sobre el terreno, la configuración del frente en esta zona sigue siendo desconocida: mientras que los israelíes informan del supuesto avance de unidades de las IDF desde el sur, cerca de la carretera de Salah al-Din, el Qataib Izz al-Din al-Qassam informa de que todos los ataques enemigos fueron repelidos.
Sur de la Franja de Gaza
https://vk.com/video- [imágenes de acciones de las FDI]
En el sur del enclave, las fuerzas israelíes siguen combatiendo en la zona de la mezquita de al-Dhilal, además de intentar ampliar la zona de control en torno al complejo escolar del barrio de al-Qadih 2. A su vez, militantes de Hamás informaron de la muerte de varios soldados de las FDI al este de Jan Yunis y de la destrucción de más de una docena de vehículos blindados israelíes. Además, según el grupo, los israelíes han perdido más de 80 vehículos blindados en sólo los últimos tres días. Al mismo tiempo, según las IDF, desde el comienzo del conflicto, las pérdidas israelíes ascienden a 411 soldados, 90 de los cuales murieron durante la operación terrestre en la Franja de Gaza.
El posible desarrollo de las acciones israelíes se encuentra en la superficie. Lo más probable será la conexión de dos cuñas con el consiguiente despeje de los asentamientos de Bani Suheil, Al-Qarara, Jarara y As-Sureij, así como Abasan Al-Jadid (Abasan Al-Saghira) con el posterior desarrollo de la ofensiva hacia el mar y una nueva división de la Franja de Gaza. A continuación, es probable que continúe la «cocción» de las calderas en la parte norte de la Franja, al término de la cual deberá resolverse el «problema palestino en el resto de Rafah y Khan Younis, así como en las localidades más pequeñas».
https://vk.com/video- [imágenes de las enormes aglomeraciones para conseguir algo de comida]
Mientras tanto, la situación humanitaria en la región sigue deteriorándose gravemente. Los suministros de alimentos y medicinas son prácticamente inexistentes en medio de la reanudación de las hostilidades. Cada día, cientos de residentes locales se reúnen en los agotados almacenes de las organizaciones humanitarias, mendigando para saciar su creciente hambre. Sin embargo, no es raro que las municiones israelíes alcancen a estos grupos de residentes, matando a docenas de personas.
Además, las autoridades israelíes han decidido aumentar «mínimamente» el límite de combustible permitido en el sur de Gaza. Esto está motivado por la necesidad de prevenir epidemias. Sin embargo, esto no soluciona en absoluto el problema de la escasez de combustible.
El distrito sur de Israel
Las IDF dijeron que durante los ataques de ayer contra kibbutzim fronterizos con la Franja de Gaza y Be’er Sheva, militantes de Hamás dispararon cohetes en la zona humanitaria, muy cerca de las tiendas de los ciudadanos evacuados en Rafah y cerca de las instalaciones de infraestructura de la ONU. El mando israelí señaló que todos los puntos de tiro enemigos identificados fueron rápidamente alcanzados por ataques de represalia.
https://vk.com/video- [imágenes de las entregas de armas a colonos]
Al mismo tiempo, las IDF empezaron a distribuir armas, chalecos antibalas de cerámica y cascos a las unidades de autodefensa de los kibutzim limítrofes con el enclave. Una de las primeras fue Otef Aza.
La frontera con Líbano
https://vk.com/video- [bombardeo en Qunin]
A lo largo de la frontera israelo-libanesa continúan los intercambios mutuos de ataques. Las Fuerzas de Defensa de Israel atacaron Yarun, Rmeish, al-Dahirah, Tayr Harfa, Alma al-Shaab y Qunin. Al mismo tiempo, en Rmeish murieron durante el bombardeo israelí dos empleados de la ONU, que se vieron implicados en un accidente de coche cuando intentaban evacuar la zona. A su vez, combatientes de Hezbolá atacaron Jal al-Alam, Shtula, Matat, Margaliot, la base de Ramim, al-Marj y Maayan Baruch. Mientras tanto, la agencia de noticias AFP informó de que hubo un muerto israelí como consecuencia de un misil antitanque disparado desde Líbano.
Por otra parte, con el telón de fondo de las declaraciones de ayer del ministro de Defensa israelí, el diario libanés Al-Akhbar informó sobre las presiones que están ejerciendo Estados Unidos y Francia sobre el gobierno libanés para que retire las fuerzas de Hezbolá al norte del río Litani. Según el periódico, al sur del río sólo se encuentran soldados libaneses y fuerzas de la ONU.
Cisjordania
https://vk.com/video- [los israelíes destruyen las calles de Tulkarem con maquinaria pesada]
En la región, los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad israelíes y los residentes locales no remiten. Desde por la mañana, la Red difunde activamente imágenes de incursiones israelíes en las ciudades de Yabad, Hebrón, Ramala y Tulkarm, donde los enfrentamientos se saldaron con víctimas y muertos entre los residentes locales. Al mismo tiempo, las operaciones de las unidades de las FDI provocaron la destrucción del firme de las carreteras, lo que impidió que las ambulancias llegaran hasta algunos de los heridos. Al mismo tiempo, continúa la práctica de detener a toda persona sospechosa de tener vínculos con Hamás y de organizar concentraciones antiisraelíes, con más de 30 personas, entre ellas mujeres, detenidas.
https://vk.com/video- [incursión nocturna israelí en Nur Shams]
Sin embargo, los palestinos no se quedan de brazos cruzados y llevan a cabo emboscadas contra los vehículos blindados de las fuerzas de seguridad, normalmente colocando explosivos al paso de excavadoras y APC. Una bomba de este tipo estalló en el campo de Nur Shams, al este de Tulkarm.
Acciones de las milicias proiraníes en Oriente Próximo
Mapa de alta resolución https://rybar.ru/piwigo/
Las milicias proiraníes volvieron a atacar instalaciones militares estadounidenses en el norte de Irak en respuesta a la situación en la Franja de Gaza. Esta vez lanzaron un ataque con drones contra las bases de las Fuerzas Armadas estadounidenses de Ain al-Asad y Harir.
Al mismo tiempo, la Fuerza Aérea israelí volvió a realizar varios ataques contra la República Árabe Siria. Cuatro cazas F-35I de la base aérea de Nevatim volaron a lo largo de la costa mediterránea, penetraron en el espacio aéreo libanés y lanzaron ocho municiones aéreas guiadas contra Siria. Cuatro se dirigieron a la zona de Deir Atiyah y las otras cuatro a las inmediaciones de 5 kilómetros al sur de Homs. Los objetivos en ambos casos eran almacenes de grupos proiraníes. Los ataques contra las fuerzas respaldadas por Teherán son ya rutinarios y bastante eficaces. Pero esta vez resulta curioso que los F-35I no operaran desde la zona de lanzamiento estándar desde los Altos del Golán, sino que entraran en el espacio aéreo libanés. Esto apunta de nuevo a la falta de un sistema de defensa aérea eficaz en toda la región, lo que sólo motiva a los israelíes a golpear Siria de forma regular.
Trasfondo político y diplomático
Sobre los nuevos suministros humanitarios
El Ministerio de Asuntos Exteriores qatarí anunció el envío de un avión a la ciudad egipcia de Al-Arish con 24 toneladas de ayuda humanitaria para los residentes de la Franja de Gaza. Además, Qatar entregó varias ambulancias, cuya necesidad se ha agudizado últimamente en el enclave.
Sobre las declaraciones durante las conversaciones ruso-iraníes en Moscú
https://vk.com/video- [imágenes de la reunión de Putin con Raisi]
El presidente ruso, Vladimir Putin, mantuvo conversaciones con el presidente de la República Islámica de Irán, Ibrahim Raisi, en el Kremlin. Durante el discurso conjunto, los jefes de Estado no pasaron por alto la situación en la zona del conflicto palestino-israelí. Así, Raisi no pudo dejar de comentar tanto la situación en la propia Palestina como de criticar las acciones de las FDI. A continuación, algunas declaraciones del presidente iraní.
- Hoy en día el mundo está sufriendo a causa de las medidas unilaterales y el sistema injusto global, esto es evidente por lo que está sucediendo en Gaza.
- Lo que está ocurriendo en Palestina es un genocidio y un crimen contra la humanidad. Más de 6.000 niños han muerto a manos de los israelíes.
- Y lo que es aún más triste, esos crímenes cuentan con el apoyo de Estados Unidos de América y de los países occidentales.
- Las organizaciones internacionales que se supone deben proteger los derechos humanos han perdido su eficacia; esto está ocurriendo ante los ojos de la comunidad mundial.
El jefe del Ministerio de Defensa británico llega a Cisjordania
El Secretario de Defensa británico, Grant Shapps, visitó Ramala, donde se declaró dispuesto a entregar ayuda humanitaria británica a Gaza por mar, con la salvedad de que aún se estaban estudiando las rutas de suministro. Al mismo tiempo, Shapps reaccionó negativamente ante la opción de un alto el fuego completo, ya que Israel se encontraría en una posición precaria con los militantes a su lado.
El resumen de Mondoweiss
Día 62 de la «Operación Inundación de Al-Aqsa»: El jefe de la ONU invoca el artículo 99 y advierte de que la guerra de Israel contra Gaza amenaza «la paz y la seguridad internacionales»
Israel sigue masacrando palestinos en Gaza, aprueba una provocadora marcha israelí por la mezquita de Al-Aqsa y mata a un niño palestino en Cisjordania.
Por Leila Warah 7 de diciembre de 2023 4
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Bajas
Más de 15.899 muertos*, incluidos 6.150 niños, y 42.000 heridos en la Franja de Gaza.
473 palestinos muertos en Cisjordania ocupada y Jerusalén Oriental en 2023; 265 desde el 7 de octubre.
*Esta cifra fue confirmada por el Ministerio de Sanidad de Gaza el 5 de diciembre. Sin embargo, debido a las averías en las redes de comunicación dentro de la Franja de Gaza (especialmente en el norte de Gaza), el Ministerio de Salud de Gaza no ha podido actualizar con regularidad y precisión sus cifras desde mediados de noviembre. Algunos grupos de derechos humanos sitúan la cifra de muertos más cerca o por encima de los 20.000.
Acontecimientos clave
- En una medida poco habitual, el jefe de la ONU invoca el Artículo 99 para advertir al Consejo de Seguridad de que la guerra en Gaza «puede amenazar el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales».
- Otro ataque aéreo israelí contra el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de Gaza, mata a decenas de personas, entre ellas 22 familiares del reportero de Al Jazeera Moamen Al Sharafi.
- Al amparo de la guerra, Israel aprueba un nuevo asentamiento ilegal de 1.738 viviendas en la Jerusalén Oriental ocupada.
- El centro de ambulancias del norte de Gaza se paraliza debido al agotamiento del combustible para los vehículos y al cierre de los hospitales, lo que imposibilita la evacuación de heridos y muertos, informa la Media Luna Roja Palestina.
- Alrededor del 25% de Khan Younis, en el sur de Gaza, ha recibido órdenes de evacuación, dice la OCHA.
- Las fuerzas israelíes matan a dos palestinos durante incursiones militares separadas, entre ellos un niño palestino, durante la noche del miércoles.
- Israel aprueba una marcha provocadora de colonos israelíes de extrema derecha en la Jerusalén Oriental ocupada antes de llegar a la mezquita de Al Aqsa, exigiendo el control total israelí del lugar sagrado musulmán.
Cada día es una lucha
Los despiadados ataques de Israel, el brutal asedio militar y el desplazamiento de más de un millón de personas en el espacio de dos meses han dejado la Franja de Gaza en ruinas y a su población gravemente traumatizada, enferma, herida, hambrienta y, en la mayoría de los casos, sin hogar.
En sólo siete semanas, Israel ha arrasado barrios enteros del norte de Gaza y dañado gravemente más del 60% de sus edificios.
Según un informe del Financial Times, la magnitud de la destrucción se ha aproximado a los niveles de los bombardeos de alfombra que durante años asolaron las ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial.
«Gaza también pasará a la historia como un topónimo que denota una de las campañas de bombardeo convencional más intensas de la historia», declaró al Financial Times el historiador militar estadounidense Robert Pape.
La Media Luna Roja trabaja activamente para distribuir ayuda en Gaza, pero subraya que lo que la gente recibe «apenas araña la superficie».
«Ser palestino ahora significa que tienes que elegir entre lo malo y lo peor», declaró a Al Yazira Nebal Farsakh, portavoz de la Media Luna Roja Palestina.
«Por lo que vemos sobre el terreno, la mayoría de los palestinos luchan por tener una comida con cosas muy básicas. Es un milagro tener comida para tu familia», dijo Farsakh, añadiendo que sobrevivir a las bombas no es suficiente.
«No se dan las condiciones necesarias para entregar la ayuda. Los refugios de la UNRWA están desbordados», dijo la UNRWA en X. «No hay suficiente ayuda para satisfacer las necesidades abrumadoras. Las operaciones de UNRWA están siendo estranguladas».
«La vida es muy aterradora e incierta. No sabes si tu zona será la próxima en ser bombardeada. Vivo en el centro de Khan Younis, imagino que las fuerzas israelíes están al otro lado.» Mohammed Ghalayini, palestino británico atrapado en Jan Yunis, declaró a Al Yazira. «Cada día es una lucha. Mis parientes y yo acabamos de pasar tres horas llenando contenedores de agua, ya que el suministro principal estaba abierto por primera vez en 10 días.»
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), alrededor del 25% de Jan Yunis, en el sur de Gaza, ha recibido órdenes de evacuación.
Ghalayini y su familia se encuentran entre ellos. Cuando Al Jazeera le preguntó por qué no había intentado huir de la ciudad, Ghalayini respondió: «¿Dejarías tu casa si te lo ordenara alguien más poderoso que tú? La gente no quiere irse porque estos son nuestros hogares. Además, marcharse no garantiza el bienestar. Ningún lugar está a salvo del brazo del brutal ejército israelí que está llevando a cabo un caso de genocidio de manual».
Tras el aviso de evacuación, Israel roció el miércoles a los residentes de Jan Yunis con panfletos que citaban un versículo del Corán: «El diluvio los alcanzó por ser malhechores», lo que hizo creer a los palestinos que se avecinaban ataques aún peores.
El miércoles, otro ataque aéreo israelí contra el campo de refugiados de Yabalia, en el norte de Gaza, mató a decenas de personas, entre ellas 22 familiares, varios de ellos niños, del reportero de Al Jazeera Moamen Al Sharafi.
«Ninguno de los equipos de defensa civil pudo llegar hasta sus cuerpos», dijo Sharafi, «se nos impide despedirnos de nuestros seres queridos y se nos priva de darles un entierro digno».
«Son bombardeos de alfombra, y ésta es una zona densamente poblada con callejones muy estrechos», dijo a Al Yazira un hombre de Yabalia tras un nuevo ataque israelí en la zona.
«No podemos recuperar a los heridos ni siquiera enterrar a nuestros muertos. El mundo nos ha abandonado. Esto es un infierno. El norte de Gaza ha sido aniquilado por completo», continuó.
El miércoles, en otra zona de la Franja de Gaza, dos jóvenes hermanas fueron rescatadas tras permanecer cuatro días atrapadas bajo los escombros de un criadero de aves de corral.
Alrededor de 72 adultos y 62 niños estaban refugiados en el mismo edificio en la ciudad central de Deir al-Balah cuando fue alcanzado por un ataque aéreo israelí hace cuatro días, según Al Jazeera, que habló con las jóvenes.
«Intentaba salir, pero había muchas piedras encima de nosotras», dijo Maria Abu Safi. «Estuvimos cuatro días bajo los escombros sin comida ni bebida».
«Israel ha destruido de hecho todos y cada uno de los requisitos para la vida en la Franja de Gaza mientras el mundo entero observaba, y sigue bombardeando barrios mientras hablamos», dijo el enviado palestino de la ONU, Riyad Mansour, dirigiéndose a la asamblea de las partes del Estatuto de Roma, que sustenta la Corte Penal Internacional.
«Ha hecho de los hospitales, los refugios de la ONU, las mezquitas y las iglesias sus principales objetivos, y ha hecho de los niños, los enfermos y los heridos, las personas vulnerables, sus principales víctimas. ¿Por qué adoptamos el Estatuto de Roma si no es para proteger a estas personas?», continuó.
Artículo 99: Amenazas a la paz y la seguridad internacionales
Ante la escalada de la situación en Gaza, el Secretario General, Antonio Guterres, ha invocado el Artículo 99 sobre Gaza, la herramienta diplomática más potente de la que dispone, pidiendo que se declare un alto el fuego humanitario en Gaza.
«El Secretario General podrá señalar a la atención del Consejo de Seguridad cualquier asunto que, en su opinión, pueda amenazar el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales», reza el artículo 99.
«La situación se está deteriorando rápidamente hasta convertirse en una catástrofe con implicaciones potencialmente irreversibles para los palestinos en su conjunto y para la paz y la seguridad en la región», dijo Guterres en una carta dirigida al Consejo de Seguridad de la ONU.
«Tal desenlace debe evitarse a toda costa», prosiguió, pidiendo a la comunidad internacional que cumpla con su «responsabilidad» y «utilice toda su influencia para evitar una mayor escalada y poner fin a esta crisis».
La carta del Secretario General fue recibida con una avalancha de apoyo por parte de organizaciones de derechos humanos y un puñado de líderes internacionales.
El Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, calificó de «insoportable» la «catástrofe humanitaria» en Gaza y expresó su apoyo al llamamiento de Guterres para que el Consejo de Seguridad de la ONU aborde la guerra en Gaza en un mensaje en X.
El responsable de Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, también insta a los miembros de la UE del Consejo de Seguridad de la ONU «y a los socios de ideas afines» a apoyar el llamamiento de Guterres, y añade que «deben actuar de inmediato para evitar un colapso total de la situación humanitaria en Gaza».
Entre ellos se encuentra el jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien añadió que «el sistema sanitario de Gaza está de rodillas y al borde del colapso total. Necesitamos paz para la salud».
«La presión recae ahora sobre Biden para que no vete la petición del Consejo de Seguridad de la ONU de un alto el fuego en Gaza. Biden sabe que el incesante bombardeo de Gaza no va a ‘destruir a Hamás’. ¿Cuántos civiles palestinos muertos más se necesitan para demostrarlo?», afirmó Kenneth Roth, ex director de Human Rights Watch.
El analista político Anthony Arend, de la Universidad de Georgetown, cree que la medida de Guterres es «una acción muy importante… para forzar un debate».
Aún así, Guterres «no puede forzar al Consejo de Seguridad a adoptar una resolución», dijo a Al Jazeera.
«Puede forzar un debate, puede reunir a las partes y animarlas a alcanzar algún tipo de compromiso. Pero debido al veto en el Consejo de Seguridad, la única manera de que el Consejo de Seguridad pueda adoptar una resolución sustantiva sobre esta cuestión es que cada uno de los cinco miembros permanentes decida no vetarla», continuó Arend.
Provocadora marcha israelí de extrema derecha
En la Jerusalén Oriental ocupada, activistas israelíes de extrema derecha planean una marcha el jueves, aprobada por la policía israelí, a través del barrio musulmán de Jerusalén antes de llegar a la mezquita de Al Aqsa, exigiendo el control total por parte de Israel del lugar sagrado musulmán.
El Ministerio de Asuntos Exteriores palestino pide a la comunidad internacional que detenga la «provocadora» marcha, que exige la revocación del Waqf jordano, que gestiona el lugar.
El Ministerio de Asuntos Exteriores jordano emitió un comunicado en el que afirmaba que se trata de un «intento de cambiar el statu quo histórico y legal de Jerusalén y sus lugares santos», lo que es «un paso inaceptable, condenable y provocador», y añadía que inflamará la ya de por sí inestable situación.
Incluso Yair Lapid, líder de la oposición a Netanyahu, ha criticado la aprobación de la marcha, calificándola de «provocación violenta.»
«La marcha de esta noche en Jerusalén es un flagrante intento kahanista de incendiar más estadios y causar más destrucción y muerte», dijo Lapid en X.
Mientras tanto, las fuerzas israelíes han prohibido la entrada al recinto de la mezquita de Al Aqsa a todos los fieles musulmanes, excepto a los residentes en la Ciudad Vieja mayores de 50 años.
«La imposición de prohibiciones de entrada a los fieles musulmanes durante 60 días consecutivos no tiene precedentes y es incomparable con cualquier limitación impuesta por la policía israelí en crisis anteriores», declaró el grupo israelí Ir Amim, citado por Al Yazira.
«Las actuales restricciones significan que desde hace dos meses casi toda la población musulmana -tanto ciudadanos de Israel como residentes en Jerusalén Este- que frecuenta regularmente el lugar sagrado tiene prohibida la entrada», prosiguió el grupo, añadiendo que la grave violación de los derechos de culto de los musulmanes es una grave ruptura del statu quo, «que en el pasado ha provocado una escalada de las hostilidades en Jerusalén.»
Israel también ha aprobado un nuevo asentamiento en la Jerusalén Oriental ocupada, con 1.738 viviendas. Estos asentamientos exclusivamente judíos se consideran ilegales según el derecho internacional. La aprobación se produjo mientras la guerra genocida de Israel contra Gaza sigue ocupando el centro de atención.
Fuerzas israelíes matan a un joven de 16 años en Cisjordania
Del mismo modo, las redadas militares israelíes en la Cisjordania ocupada están alcanzando cifras récord con una cobertura mediática mínima, ya que las fuerzas israelíes detienen a decenas de palestinos casi todas las noches durante las incursiones, que a menudo se vuelven mortales.
En la noche del miércoles, las fuerzas israelíes mataron a dos palestinos en incursiones separadas, entre ellos un niño palestino.
Las fuerzas israelíes dispararon mortalmente en el pecho a Omar Mahmoud Abu Baker, de 16 años, en la localidad de Ya’bad, al suroeste de Yenín.
En el campo de refugiados de Balata, en la ciudad septentrional de Naplusa, las fuerzas israelíes dispararon en la cabeza a Abdul Nasser Mustafa Riyahi, palestino de 24 años.
Las redadas tuvieron lugar en toda Cisjordania ocupada, incluidas Ramala, Belén, Hebrón y Nablús.
La mayor redada se produjo en Tulkarem, donde las fuerzas israelíes desplegaron al menos 30 vehículos blindados y rodearon todas las entradas del campo de refugiados de Nur Shams, según Al Jazeera Arabic.
Según el Ministerio de Sanidad palestino, el fuego israelí ha matado a 473 palestinos en Cisjordania en 2023, 265 de ellos después del 7 de octubre.