“He querido transcribir en estos once cuentos, once historias de amor, de un amor desinteresado y altruista”
Sobre la autora, con sus propias palabras:Nací el 5 de mayo de 1970. Mi encuentro con la literatura fue muy temprano. Tenía nueve años cuando copié los primeros versos machadianos, en la biblioteca de mi barrio. Creció en mí el amor por la lectura y la escritura, y comprendí que mi vida estaría vinculada a ellas. En mi camino me han inspirado el idealismo de don Quijote, la firmeza de Elisabeth Benet, la integridad de Atticus Finch, la rebeldía de Anne Shirley, la pasión de Jo March y la perseverancia de Florentino Ariza.
Y como no podría ser de otra manera, estudié Filología. La carrera me brindó la maravillosa oportunidad de ser profesora y compartir mi pasión literaria con mis alumnos. Más tarde, la llegada al Ateneu me ha permitido dar firmeza a la voz narrativa, que ya latía en mí, y cumplir el deseo de ser escritora.
Otros tantos sueños quedan por realizar pero, como bien sabemos, se “hace camino al andar”.
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Nuestra conversación se centra en su libro Ya estamos solos mi corazón y el mar. A la memoria de Antonio Machado (Ediciones Carena, Barcelona, 2017). De él ha comentado Monique Alonso, la creadora de la Fundación Antonio Machado de Collioure y autora de Antonio Machado, el largo peregrinar hacia el mar: “Ya estamos solos mi corazón y el mar no necesita presentación alguna. Hay que leerlo. Es una biografía amena de Antonio Machado, presentada en forma de cuentos fáciles de leer, que nos brindan una gran cantidad de datos sobre la vida de don Antonio”.

¿De dónde el título, el muy hermoso título de su libro: Ya estamos solos mi corazón y el mar?
En 1912 ocurrieron dos hechos que marcaron la vida del poeta: la publicación en primavera de su segunda obra Campos de Castilla, que cosechó un gran éxito desde el principio, y la muerte el 1 de agosto de su joven y amada esposa Leonor Izquierdo. En una carta que envió a Ortega y Gasset le escribió: «La muerte de mi mujer me dejó desgarrado y tan abatido que toda mi obra, apenas esbozada en Campos de Castilla, quedó truncada» En otra carta a Unamuno, aún reciente la herida por la muerte de su esposa, le confesaba: “Mi mujer era una criatura angelical segada por la muerte cruelmente. Yo tenía adoración por ella; pero sobre el amor, está la piedad. Yo hubiera preferido mil veces morirme a verla morir, hubiera dado mil vidas por la suya. No creo que haya nada extraordinario en este sentimiento mío. Algo inmortal hay en nosotros que quisiera morir con lo que muere“.
Cinco años después, en 1917, en una nueva edición de Campos de Castilla incluyó este poema en memoria de Leonor:
Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye, otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
El título del libro es una confesión íntima de alguien que, desde la pérdida y la nostalgia, recuerda a su ser más amado.