En el corazón del Oriente Medio el pueblo palestino ha vivido durante
76 años un verdadero terror prolonga do bajo el peso de una ocupación
ilegal que ha despojado de dignidad y derechos a millones.
El último año ha sido especialmente devastador para Gaza, un enclave
donde la vida se ha tornado un camino de sufrimiento y desesperanza.
Desde la Nakba, «la catástrofe» de 1948, cuando millones de palestinos
fueron desplazados de sus hogares, la lucha por la autodeterminación
ha sido una constante. Las promesas de paz y justicia se han
frente a la realidad de un pueblo que se ha desvanecido cómo su
La historia se convierte en un ciclo interminable de dolor.
A pesar de las Múltiples y repetitivas resoluciones de la ONU que
abogan por el derecho palestino a un Estado, estas han sido ignoradas
por la potencia ocupante, dejando a la población en un estado de
vulnerabilidad perpetua.
El año pasado Gaza fue testigo de una catástrofe humanitaria. En un
territorio de 2 millones de habitantes, un asedio interminable ha
llevado a una crisis sin precedentes. Actualmente, más de 1,9 millones
de gazatíes han sido desplazados de sus hogares, de norte a sur, sin
una garantía que la artillería genocida israelí evite caer sobre
ellos. La escasez de agua potable, atención médica y alimentos ha
creó una situación desesperante. Los niños, inocentes y vulnerables,
son los más afectados; la desnutrición infantil ha alcanzado niveles
alarmantes, y muchos pequeños han perdido la vida en un conflicto que
No comprenden.
Las operaciones militares israelíes han resultado en la muerte de más
de 41.000 civiles, más de la mitad siendo niños, mujeres y ancianos;
174 periodistas y 228 miembros del personal de Naciones Unidas
asesinados. Estas acciones indiscriminadas han arrasado con el 60 % de
las viviendas, el 80 % de los comercios y el 87 % de las edificaciones
educativas de Gaza afectadas total o parcialmente, sin contar las
iglesias, mezquitas e instalaciones de la UNRWA (Agencia de Naciones
Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio) estropeadas,
convirtiendo la región en un campo de ruinas.
Las historias de sobrevivientes son desgarradoras: familias enteras
han sido devastadas, 902 exterminadas por completo y el llanto de los
que han perdido a sus seres queridos resuena en cada rincón. Este
dolor no solo puede constituir una estadística; es la vida de seres
humanos que merecen ser escuchados y grabados.
Aumentando la gravedad de la situación, miembros del Gobierno israelí
han expresado abiertamente comentarios racistas y genocidas. Frases
como «un árabe bueno es un árabe muerto» no solo revela una ideología
de odio, sino que también alimenta un ambiente donde la vida humana
se trivializa. La burla sobre las muertes de niños palestinos es un
acto de deshumanización que deja una herida profunda en el alma de
quienes aún creen en la dignidad humana. La constante negativa de
Israel a reconocer el derecho a un Estado palestino independiente es
otra manifestación del desprecio hacia el derecho internacional.
Las resoluciones que piden la creación de un Estado palestino han sido
sistemáticamente desestimadas, mientras que la expansión de
asentamientos en tierras ocupadas continúa, despojando a los
palestinos de su hogar y sus derechos. La Corte Internacional de
Justicia ya emitida este año la ilegalidad de la ocupación israelí del
territorio palestino y señaló la obligación de Israel de poner fin a su
Presencia lo antes posible.
La comunidad internacional, a pesar de su retórica sobre los derechos
humanos, ha mostrado una alarmante inacción. Muchos gobiernos que
alguna vez se posicionaron como defensores de la justicia han optado
por el silencio o incluso han respaldado a Israel en sus acciones.
Esta complicidad tácita perpetúa un ciclo de violencia y sufrimiento.
que parece no tener fin. La Cuarta Convención de Ginebra prohíbe el
castigo colectivo de la población civil, pero en Gaza, esta violación
se ha convertido en un doloroso día a día.
El sufrimiento del pueblo palestino no se limita a Gaza; se extiende un
Cisjordania ya la diáspora. La vida diaria está marcada por
restricciones de movimiento, violencia de colonos y represión militar.
Cada día los palestinos se enfrentan a un sistema que lucha por despojarlos.
de su identidad y su existencia.
Es crucial que la comunidad internacional se despierte ante esta
tragedia. El reconocimiento del Estado palestino por parte de algunos
países es un paso, pero no suficiente. Se necesita una acción
colectiva que exija el fin de la ocupación, la protección de los
civiles y el respeto a los derechos humanos. Las voces de
organizaciones humanitarias y activistas deben ser escuchadas, y la
impunidad debe ser desafiada. El futuro de Gaza y de Palestina depende
de la voluntad del mundo para actuar.
La justicia no puede ser solo un ideal, debe manifestarse en acciones
concretas que protegen a los más vulnerables y garantizan un futuro
donde los palestinos puedan vivir con dignidad y libertad.
La historia de Palestina es una historia de resistencia, y su futuro.
debe ser escrito por su propio pueblo en un marco de justicia y paz.
Fuente:
https://diarioelsalvador.com/palestina-un-ano-de-genocidio-en-gaza-y-7
6-anos-de-ocupacion-ilegal/582341/