“¿Quién ganará la guerra de Ucrania?” por Rafael Poch de Feliu

5 claves de Rafael Poch sobre la nueva era geopolítica

Análisis de urgencia del periodista y experto en geopolítica sobre el giro histórico en la política internacional impulsado por Donald Trump, la reacción de Vladímir Putin y el rearme militar europeo. Transcripción y edición para El Crític de Pablo Castaño.

Donald Trump, con más poder que en su primer mandato, está impulsando un giro radical de la política internacional de los Estados Unidos. Desde su investidura, el 20 de enero, aún no hace ni dos meses, acumula los golpes de efecto, desde las amenazas contra Groenlandia, Panamá y Canadá al plan para convertir Gaza en un complejo turístico, después de expulsar a sus habitantes. Trump también ha cambiado la posición de Washington respecto a la guerra de Ucrania. Ha insultado a Volodímir Zelenski y le está intentando empujar a un acuerdo de paz rápido con Rusia, aunque implique cesiones para Ucrania que hasta ahora eran inaceptables para Occidente (como la pérdida de parte del territorio invadido por Vladímir Putin). Una tregua de 30 días podría ser el primer paso.

El nuevo presidente estadounidense también ha cambiado la política norteamericana respecto a Europa. Después de exigir a los estados europeos incrementar su gasto militar, ahora amenaza con reducir la cobertura militar que Estados Unidos ha proporcionado históricamente a Europa a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La Unión Europea (UE) ha reaccionado al giro de Trump reafirmando su apoyo incondicional a Zelenski y lanzando un plan de rearme que puede llegar a costar más de 800.000 millones de euros.

Repasamos las claves de este giro histórico con Rafael Poch (Barcelona, 1956), periodista y excorresponsal internacional de La Vanguardia en Moscú, Pekín y Berlín, y actualmente colaborador habitual de CRÍTIC.

¿Es realmente necesario el rearme europeo? ¿De dónde saldrán los recursos?

La invocada “invasión rusa de Europa” es una fantasía, choca con la realidad del lento y penoso avance militar ruso en Ucrania y con la propia narrativa europea: durante años, la UE ha sostenido que la inclusión de Ucrania en la OTAN es la garantía de su seguridad, porque Rusia no se atrevería a atacar a la OTAN, pero al mismo tiempo se afirma esa posibilidad al agitar el grito de “que vienen los rusos”.

Los presupuestos de defensa combinados de los estados europeos suman cifras enormes, bien superiores a las de Rusia, pero es un mosaico operativamente incoherente de retazos de diferentes sistemas de armas muy difíciles de integrar, como ha demostrado la estrategia militar occidental en Ucrania. Europa carece de un complejo militar industrial unificado y eso no se improvisa. Con mucha voluntad y recorte social, sería cosa de cinco o diez años, pero hay dudas sobre su viabilidad. ¿De dónde van a salir los 800.000 millones anunciados para el rearme? Alemania, la principal potencia europea, está a las puertas de otro año de recesión. ¿Permitirán los europeos que se recorte la sanidad y la educación en aras de una nueva cruzada contra Rusia?

En los últimos cinco años, los países europeos de la OTAN doblaron sus importaciones de armas. Según el Stockholm International Peace Research Institute, más del 60% de sus compras se hicieron a Estados Unidos y gran parte de lo comprado se reenvió a Ucrania. Eso quiere decir que los europeos compran las armas a Estados Unidos para entregárselas a los ucranianos. Lo más probable es que los 800.000 millones previstos sigan una lógica de negocio semejante.

¿Acabará pronto la guerra de Ucrania?

En seis semanas de Donald Trump en la Casa Blanca, hemos asistido a una serie efectista de declaraciones que muestra un cambio de prioridades, desde las amenazas de anexión de Groenlandia y los aranceles contra todos hasta el proyecto genocida-inmobiliario en Gaza. De todo ello, lo más concreto es el deseo de negociar la paz en Ucrania. Eso abre una clara ventana de oportunidad para acabar con el conflicto, pero Trump puede ser una anomalía pasajera.

Tiene a su favor el shock que provoca el anuncio de sus políticas entre sus adversarios en Estados Unidos y en Europa, pero su mayoría en el Congreso es exigua, de solo tres votos. En el dosier ucraniano, ni el Partido Demócrata ni parte del Republicano sintonizan con el giro de Trump hacia un acuerdo con Rusia. En el probable caso de que la economía se le tuerza, Trump perderá en dos años la mayoría en las elecciones de mitad de mandato y recibirá la energía opositora que ya se está gestando contra él.

La Europa partidaria de la guerra podría sumarse a esa presión opositora. El belicismo europeo podría coordinarse con la oposición a Trump dentro el establishment de la seguridad de Estados Unidos y del Partido Demócrata para hacer fracasar una negociación en Ucrania. El propio Trump parece consciente de tal peligro. En sus recepciones en la Casa Blanca maltrató a Zelenski, pero se cuidó mucho de hacer lo mismo con el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Keir Starmer, quienes, aliados con sus enemigos en Estados Unidos, pueden ser peligrosos para él. Además, desconocemos cuánto durará la unidad en el bizarro equipo de Trump, formado por criterios de fidelidad. Con todos estos factores, en el Kremlin deben preguntarse hasta qué punto es firme la oportunidad de un acuerdo de paz.

Si acabase la guerra, ¿qué objetivos políticos y económicos tienen Estados Unidos y Rusia en el posconflicto?

Rusia tiene objetivos claros: restablecer la neutralidad de Ucrania y evitar el despliegue allí de bases y armas de la OTAN, restablecer los derechos de la población rusófila de la región y renegociar un sistema de seguridad europeo integrado en el que los intereses de Rusia sean tenidos en cuenta.

Los objetivos estadounidenses están menos claros, aunque entre todo lo declarado, se extrae una lógica de economía de recursos [como el acuerdo sobre las tierras raras de Ucrania] para poder seguir dominando el mundo, conteniendo a China. En términos históricos, la hegemonía occidental se está desmoronando en el mundo y la conducta de los que van a menos está plagada de peligros.

¿Qué rol puede jugar Europa respecto a Ucrania a partir de ahora?

No hay objetivos definidos. Hay un partido de la guerra, con gran peso de los Estados bálticos, nórdicos y Polonia, que arrastra al resto y que podría degenerar fácilmente en una guerra del norte en el área del mar Báltico. El escenario de que el gobierno de Donald Trump sea un paréntesis anómalo y provisional en Washington puede ser la esperanza de futuro de los dirigentes europeos, que buscan en la continuidad de la guerra una loca salida a su debacle.

La elite política europea se caracteriza por su ineptitud. En casi su totalidad se trata de gente que durante décadas externalizó a Estados Unidos la función de pensar políticamente. En su lugar adoptó el infantilismo político, el narcisismo y la arrogancia de unos “principios y valores” que, desde luego, la Unión Europea no encarna (véase Palestina). Practican una política basada en la imagen y se creen su propia propaganda sobre el motivo y origen del conflicto de Ucrania: el deseo de un malvado dictador de ampliar su imperio y recrear una especie de Unión Soviética.

La Unión Europea no puede resolver un conflicto cuyos motivos no entiende. Es incapaz, por tanto, de negociar, porque desconoce sus propios intereses: no los ha formulado, limitándose a seguir los de Estados Unidos, que ahora gira y la deja en la estacada. Europa no quiere acabar la guerra de Ucrania porque su burocracia oligárquica ha encontrado en la confrontación con Rusia la fórmula para consolidar su poder, su razón de ser. Este cúmulo de circunstancias explica su actual despropósito: pretender ganar sin Estados Unidos una guerra que, en su actual estado, ha perdido con Estados Unidos.

Los políticos europeos deberían abrir su propia negociación con Rusia en lugar de mendigar un puesto en la mesa de Trump. Antes deberían reconocer que la única “garantía de seguridad” de Ucrania es su neutralidad.

¿Qué nuevas alianzas podemos esperar a partir del giro geopolítico de Trump?

Todo depende de cuánto dure la anomalía Trump en Washington. Trump quiere acercarse a Rusia para que esta se aleje de China, pero me parece que a eso llegan tarde. Respecto a Europa, no creo que Estados Unidos la abandone y se vaya de la OTAN, como dice Elon Musk. Europa es demasiado importante como factor de proyección del poder mundial de Estados Unidos en el mundo.

Ahora bien, se ha abierto una ventana de oportunidad para la distensión entre Estados Unidos y Rusia, en la que, por ejemplo, Moscú podría retirar sus tropas de Bielorrusia a cambio de una retirada de tropas estadounidense de Europa del Este, así como una retirada mutua de misiles de medio alcance de ambos espacios.

El Crític, 13/03/2025. https://www.elcritic.cat/noticies/quien-ganara-la-guerra-de-ucrania-5-claves-de-rafael-poch-sobre-la-nueva-era-geopolitica-232590.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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