Resumen (comentado) de El capital en la era del Antropoceno de Kohei Saito (XVIII)

Seguimos en el capítulo 3, “Contra el decrecimiento bajo el capitalismo”, en el apartado “La generación Z, crítica con el capitalismo.”
Unas sugerencias previas:
1. Reseña de Sin energía. Pequeña guía para el Gran Descenso, de Antonio Turiel (Alfabeto, 2022). “Una aproximación rigurosa al gran dilema energético de nuestro tiempo” por Jesús Aller.


2. Los expertos desmienten al ministro Planas: «La modernización de regadíos no sólo no ahorra agua, incrementa el consumo». Francesc La Roca y Julia Martínez, directores del Observatorio de las Políticas del Agua, cuestionan la «medida estrella» del Gobierno para adaptar los usos del agua al cambio climático. Por Andrés Actis (Madrid). “En realidad, la modernización de regadíos es una medida económica sectorial que aporta ventajas productivas, pero entre estas ventajas no figura la disminución del consumo de agua.”

3. Análisis por acuíferos. “Acuíferos al límite: España daña gravemente sus reservas subterráneas de agua” por Ana Tudela y Antonio Delgado. “El 44% de las masas de agua subterránea está ya en mal estado, ya sea por sobreexplotación, contaminación o ambas. El abuso sobre los acuíferos ha dañado ecosistemas teóricamente muy protegidos como las Tablas de Daimiel, el Mar Menor o Doñana pero el problema llega ya al agua del grifo y tiene a las confederaciones buscando alternativas de suministro y al Estado invirtiendo en infraestructuras allí donde la gravedad es mayor.” https://especiales.datadista.

4. Se ha publicado recientemente la traducción del libro de Hickel Less is More: How degrowth will save the world. Juan Bordera publicó esta reseña: https://www.elsaltodiario.com/. “Menos es más o cómo salir del capitalismo sin colapsar”. Estamos ya en esa fase en la que no se pueden silenciar las tesis del decrecimiento porque son una realidad biofísica innegable en un planeta finito. El mundo está perdiendo el norte. Literalmente, si miramos al Ártico o a la ralentización de la corriente marina más importante del planeta. La globalización está mostrando sus carencias y debilidades. El fin de la historia que nos prometía el capitalismo no solo no se ha cumplido, sino que el sistema económico actual se ha confirmado como el depredador más eficiente de la naturaleza, absolutamente incompatible con los límites del propio planeta. Las crisis se suceden y solapan: económicas, sanitarias, y con el ruido de fondo de la emergencia ecológica, audible y visible ya en cualquier parte. Esperemos que pese a los últimos informes, al menos siga siendo reversible.

Cojo el hilo de Saito, en el apartado “La generazión Z, crítica del capitalismo”.

Fuera de Japón, observa el filósofo nipón, quienes apoyaron el populismo de izquierdas de Sanders y afines fueron los millennials y la generación Z, más jóvenes que los promotores de la antiausteridad en Japón. “Una de las características más evidentes de los miembros de estas generaciones es su altísima conciencia medioambiental y su actitud crítica con el capitalismo”. Tanto que hasta se los conoce como «generación izquierda». En algunos sondeos de opinión se ha observado que la mayoría de la generación Z se muestra más favorable al socialismo que al capitalismo. Como suele decirse, los integrantes de la generación Z (personas nacidas entre la segunda mitad de la década de 1990 y el 2000) “son nativos digitales que dominan las últimas tecnologías y están conectados con gente de todo el mundo. Esto está fomentando su conciencia de ciudadanos globales.”

Por lo demás, y sobre todo, las nuevas generaciones han crecido sintiendo en sus carnes “la cada vez más profunda brecha entre ricos y pobres o la destrucción acelerada del medio ambiente como consecuencia de la desregulación y las privatizaciones de las políticas neoliberales. Se han dado cuenta de que, si se sigue practicando el capitalismo como hasta ahora, les espera un futuro sombrío en el que, encima, deberán pagar por las tropelías de los adultos. Lo saben y están desesperados y cabreados.”

Por eso, señala Saito, la generación Z, con conciencia de ciudadanos globales, está intentando cambiar la sociedad. Greta es uno de sus arquetipos. “En efecto, la generación Z acepta y apoya con sinceridad una personalidad singular como la suya, como parte de la diversidad propia de la generación”.

Es posible, observa el filósofo nipón, “que a los defensores japoneses de la antiausteridad les cueste comprender intuitivamente esta sensibilidad. Sin embargo, son la generación Z y los millennials quienes constituyen el apoyo más entusiasta del populismo de izquierda.” Por eso, sostiene Saito, la antiausteridad de Sanders o Corbyn no recurrió al argumento de la redistribución por la vía del crecimiento económico y la creación de empleo. “Estos, en cambio, optaron por el anticapitalismo. Si hubieran enfilado por la senda del crecimiento económico, habrían sido criticados duramente por los millennials y la generación Z, y habrían perdido inmediatamente su apoyo por estar bailándoles el agua a los defensores del crecimiento económico verde, centrado en los negocios, de Thomas Friedman y los de su cuerda.”

Esta diferencia de posicionamiento respecto al cambio climático y al capitalismo está influyendo también “en el discurso del decrecimiento, tanto en Japón como en Europa y Estados Unidos. En estos últimos están surgiendo corrientes de opinión que reclaman la superación del sistema capitalista aprovechando las medidas contra el cambio climático”. Entre estas, observa un Saito muy optimista, el decrecimiento está comenzando a destacar como la teoría de las nuevas generaciones.

La política japonesa se queda rezagada” es el título del siguiente apartado.

Frente a lo que ocurre en Europa o en Estados Unidos, en Japón, donde, según el marxista nipón, existe poco interés por los problemas del cambio climático, el decrecimiento está asociado a la generación del baby boom y a los 30 años perdidos. “Es decir, existe una percepción generalizada y bastante asentada acerca del decrecimiento como una idea de otra generación, algo desfasada. Corno consecuencia de ello, a pesar de que en el resto del mundo está comenzando a florecer una nueva teoría decrecentista, en Japón es completamente desconocida.”

A este paso, se lamenta Saito, Japón se quedará al margen de la tendencia mundial. “El mayor perjuicio que se sufrirá con este retraso será una aún más notable contracción del espectro político que padece la sociedad japonesa”.

Comprenderemos mejor este problema “considerando la economía mundial en su conjunto. Mientras la economía crecía y sus frutos se repartían entre muchos, la gente se sentía satisfecha y la sociedad era estable. Sin embargo, ahora se está complicando el crecimiento económico, la brecha económica no para de crecer y los problemas medioambientales se están agudizando”. Este es el retrato del Antropoceno, sostiene Saito.

Precisamente por eso están empezando a destacar, en distintos países de todo el mundo, “los movimientos ecologistas revolucionarios que apuestan por las acciones directas. Los integrantes del Extinction Rebellion en el Reino Unido, o el Sunrise Movement en Estados Unidos, no temen siquiera ser detenidos por las autoridades y organizan acciones directas de ocupación y movimientos de protesta”. A ellos se unieron “estudiantes, estrellas de Hollywood, medallistas olímpicos y todo tipo de personas. Sus voces están disputando la legitimidad de la clase dominante y alumbrando nuevas posibilidades políticas”. Estos movimientos albergan en su seno el potencial de superar el capitalismo. Ante esta situación, “si la izquierda liberal japonesa diera la espalda al agravamiento del cambio climático y volviera a la senda del crecimiento económico, al final los defensores de la antiausteridad no pasarían del keynesianismo medioambiental y acabarían funcionando como mecanismos estabilizadores del capitalismo.”

En plena emergencia climática, “las puertas de acceso a políticas innovadoras y audaces deberían estar abiertas. A pesar de ello, en vez de dar rienda suelta a la creatividad para imaginar otra sociedad, Japón se está volviendo a decantar por el mismo crecimiento económico que originó la destrucción del medio ambiente.” Como se siga así, en pocos decenios Japón “será el único país que continúe emitiendo grandes cantidades de CO2 y, en e1 futuro, será tratado corno una nación de tercera por los países gobernados por la “generación izquierda”.”

El limite de una teoría obsoleta del decrecimiento” es del título del siguiente apartado.

Por qué la vieja teoría del decrecimiento no sirve, se pregunta Saito. Su respuesta: “Porque aunque aparenta ser crítica con el capitalismo, en el fondo, lo está abrazando. Plantear el decrecimiento en el marco del capitalismo es condenarlo a su fagocitación por una imagen negativa asociada a conceptos como «estancamiento» o «debilitamiento”. Este límite está relacionado con el contexto histórico en el que se comenzó a difundir la vieja teoría del decrecimiento: la desintegración de la URSS”.

Según Latouche, tras el colapso de la URSS el marxismo degeneró en una utopía de quienes sueñan con un «imposible retorno al pasado”. En ese contexto, “cabría entender aquella propuesta decrecentista como un intento de refundación de la izquierda liberal.” Se podría decir aún más: la vieja teoría del decrecimiento, representada por Latouche, “buscaba una contrapropuesta que no fuera ni de derechas ni de izquierdas, sobre la base de que la naturaleza es un asunto de interés universal y transversal, ni progresista ni conservador, ni de ricos ni de pobres”. Esta es la razón, sostiene Saito, “por la que la superación del capitalismo no está entre los objetivos de la vieja generación de decrecentistas. Es más, sienten aversión por contextualizar el debate en esos términos.”

La teoría japonesa del decrecimiento optimista” es el título del siguiente apartado.

Sucede, observa Saito, que los japoneses defensores del decrecimiento tampoco están buscando dejar atrás el capitalismo. “Por ejemplo, Yoshinori Hirai, que contribuyó en gran medida a difundir en Japón el concepto de «sociedad estacionaria», la define como un «estado/sociedad. del bienestar sostenible». Dice: “En la sociedad estacionaria que propongo no se niega por completo la economía de mercasdo o la búsqueda del interés particular. Dicho de otro modo: no es sociedad estacionaria = sistema económico socialista (comunista) […], sino que se trata de un concepto acerca de una sociedad que habría superado las tradicionales dicotomías «capitalismo vs. socialismo» o «libertad vs. igual­ dad».”

Asimismo, prosigue Saito, el socioeconomista Keishi Saeki, tras afirmar que ni siquiera existe una vía de escape llamada socialismo, y después de rechazar opciones similares, señala: “En medio de esta competición económica y por crecer sin parar, si las autoridades monetarias optaran por suministrar un exceso de liquidez a la economía con el fin de acelerar el crecimiento, el sistema financiero se volvería cada vez más inestable y terminará en un pinchazo de la burbuja. […] El decrecimiento es prácticamente la única solución para mantener a la larga la estabilidad del capitalismo.”

Según estos autores, “se puede detener el crecimiento del capital manteniendo la economía de mercado capitalista. Un capitalismo excesivamente voraz es un problema, pero tampoco se debe incurrir en un sistema socialista tras haber presenciado el colapso de la URSS. Domestiquemos el fundamentalismo de mercado neoliberal con políticas socialdemócratas del estado de bienestar. Agreguemos a estas ideas el concepto de «sostenibilidad». Así se podrá -dicen- lograr el tránsito al decrecimiento y a la sociedad estacionaria. Si esto fuera así, no habría necesidad de plantear ningún cambio en las estructuras fundamentales del trabajo asalariado, la relación de capital, la propiedad privada o la competencia por las ganancias. En las ya maduras sociedades avanzadas de los países desarrollados, saturada de consumo material, bastaría con optimizar el diseño del sistema y la asignación de incentivos. De esta forma, finalmente -concluyen-, la gente terminará participando voluntaria y activamente en distintas y variadas actividades sociales y de interés público que no busquen únicamente la consecución de ganancias en el mercado.

U n nuevo punto de vista para la teoría decrecentista” es el título del siguiente apartado.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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