Sobre ‘El 47’

Intercambio entre compañeros/as de Espai Marx sobre la película.

Del médico de familia Antonio Navas:
Aunque cambio de tema: la película el 47 (la vi el otro día), dejando al margen las distorsiones lingüísticas, los personajes metidos con calzador, etc, es una preciosidad, porque deja atisbar, para quien sepa percibirlo, para quien lo haya vivido ni que sea en sus últimos pálidos reflejos, esas culturas de vida comunitaria popular. Los mecanismos que yo recuerdo haber vivido, observado, siendo un niño-adolescente. Luego desapareció, murió. Muy rápido. El mundo cambió drásticamente y hasta en nuestro barrio ya éramos bichos raros.

«¿Adónde hay que ir para pedir que ponga un autobús para mi barrio?, ¿Que a quién tengo que ver para pedírselo?” El pequeño fragmento de asamblea, que es una reunión de vecinos que bien podría haber tenido lugar en la plaza del pueblo, pues era cosa de todos. Ese tener que montarse la vida, porque hasta la casa se la habían hecho con sus propias manos, en el caso de Torre Baró. Había que hacer el mundo: calles, luz, agua, escuelas, salud… Esa forma de hablarse entre compadres, esa ausencia de heroísmo, hacer las cosas con conocimiento porque no se podía olvidar quien tenía las porras y la que nos habían dado. Muchas cosas, mucha poesía.

De la compañera Núria Bergé:
El comentario de Antonio me mueve a escribir. Sí, El 47 trata de cultura, de cultura de clases subalternas venidas del campo y autoconstruyéndose sus viviendas en los márgenes de la capital donde la especulación transforma lo que debía ser una ciudad jardín en un suburbio. Dada la demanda de suelo y las condiciones de postguera, los propietarios del terreno le ven más negocio a vender parcelas que a construir chalets. Lástima, desde mi punto de vista, que esta cultura forjada en la lucha queda desdibujada si pensamos en la fecha que nos sitúa, 1978, época de esperanzas, el personaje principal, Manuel Vital del PSUC y CCOO, los personajes secundarios, su mujer y su hija, y el coro compuesto por los vecinos.

«¿Adónde hay que ir para pedir que ponga un autobús para mi barrio?, ¿Que a quién tengo que ver para pedírselo?» .¿De veras estas preguntas que la película pone en boca de Vital son verosímiles en un líder vecinal, sindical y político harto de pelearse personal y colectivamente con la patronal, y cualquier autoridad? ¿ De veras podía comportarse como un mindundi esperando en una desolada sala del Ayuntamiento? La asamblea que sale desgrana un rosario de quejas contra los jóvenes y el resto de los vecinos cuando la realidad era que el barrio no había parado de seguir organizado para conseguir mejoras y en parte las iba consiguiendo, y muchos jóvenes estaban organizados.

Podría seguir con distintas escenas irreales teniendo en cuenta la vida real de estas personas y del barrio, desde la simbólica mancha en la pared que va agrandándose, a la lastimera del agua corriente o de la pintada clandestina y muchas más hasta acabar con el falso final del desenlace de la película, cuando la policía en pleno barrio desaloja a los vecinos del autobús que se quedan quietos parados, viendo como se llevan preso a Vital. La realidad fue mucho más triunfal. Por esto digo que sí, que la película trata de cultura pero la que expone mueve al llanto, nos retrata los personajes y la situación como víctimas, como máximo como buena gente frente a los poderosos, pero no con el poder de saber organizarse colectivamente y el poder que da ser conscientes de ello, con su alegría y también su rabia, y por supuesto al margen de lo que era el contexto social y político real, y cuando lo hace, hace caricaturas como en la asamblea de autobuses.

La mayoría de las críticas son elogiosas al igual que la de la mayoría de personas del signo que sean que la han visto, casi daría para un estudio sociológico. Con todo, se han escrito pocas pero buenas críticas políticas y sociales de esta película que, por otra parte, sigue siendo todo un éxito, pero no he leído ninguna desde un punto de vista estrictamente cinematográfico y que a mi, sin ser una experta, tampoco me ha gustado, me parece un melodrama sencillo.

En fin, no me he podido resistir a escribir. Aún recuerdo cómo me removía en la silla cuando iban sucediéndose escenas anacrónicas y falsas en la pantalla. Disculpad y espero que aparte de motivar excursiones turísticas a Torre Baró y dar a conocer el barrio que sigue con deficiencias y poca lucha, supongo que ahora ni a la Asociación de Vecinos se le ocurriría escribir el cartel que llevaba el 47 real: “Un autobús para un barrio obrero» y que por supuesto la película omite. También espero que haya servido para otras cosas mejores.

Del compañero Antonio Ruiz:
Nuria tiene razón. Es más que un fraude. Es un insulto a todos los que vivimos activamente esos tiempos como vecinos en los barrios de Barcelona. En todos, pero especialmente en los socialmente más populares. En todos existía una «Asociación de vecinos», y éstas no surgieron de la nada. Fue un trabajo político que arranca al final de los sesenta por iniciativa del PSUC-PCE al que se van incorporando activistas obreros-sindicales (las Comisiones Obreras que entonces llamábamos) y vecinos de todas las edades que habían sufrido directamente las miserias del franquismo y deslumbraban un final y futuro de esperanza para sus familias. Fueron los años 1976-78, cuando las AA VV llegaron a su madurez cualitativa y cuantitativa. En todos los barrios se había materializado, en menor o mayor medida, algún triunfo vecinal.
Fue, de octubre del 77 a diciembre del 78, tras los Pactos de la Moncloa y la aprobación de la Constitución, cuando las AA VV comenzaron a decaer en su actividad reivindicativa y a ser, poco a poco, integradas en el nuevo sistema con otros nombres y contenido. El apoyo político inicial había cambiado de estrategia.

Sobre la película:
Como conjunto es una obra fallida por sus contradicciones argumentales. El primer cuarto de hora sorprende técnicamente por su ambientación escénica de final de los cincuenta. El salto de veinte años que realiza a continuación se espera que exprese algo sobre la solidaridad que apuntaba en la última escena de la primera parte «…la primera será tu casa», pero no llegan. Se limita a centrarse en el personaje central; relación con su mujer -antes monja-, hija -adolescente de nueva generación- y uno u otro vecino -sobre temas que no pasan de personales-. Esperan y esperando no sorprende con una asamblea de vecinos muy mal resuelta por lo poco clara del qué y el cómo de esta. En otro momento, como fondo de escena, en una pared hay un nombre escrito a mano donde la primera parte está tachada, la segunda dice «vecinos». ¿Qué decía la primera, quizás «asociación»? El personaje va a verse con un funcionario del ayuntamiento, posiblemente el resto estaban ocupados, para plantearle el problema. En otro momento se lleva a un (¡uno!) vecino para pintar una consigna ante el Ayuntamiento.
A todas estas escenas le faltan coherencia narrativa. Se tiene la sensación que el guión quiere decir algo sin exponerlo claramente. En cambio sí se centra en la hija y sus problemas de adolescente, dando un giro radical: de rebelde a obediente pasiva.
Los únicos momentos cinematográficamente interesantes son: los primeros minutos ya comentados y la sensibilidad que muestra el canto de la hija a cualquier espectador, que hasta ese momento no se halla desconectado.
A quienes les guste la película en su conjunto puede deberse a que no se hace cine, ni bueno ni malo, que trate estos temas. Pero quienes los hemos vivido directamente es difícil entender que se lleve a la pantalla un hecho histórico de forma tan falsa e irreal.
Mi opinión es, empezando por el productor como responsable del costo, y sobre todo ganancias, los guionistas y dirección, son conscientes de la manipulación argumental intencionada: presentar una lucha socio-vecinal de individualismo subjetivo, el bueno de la película. Muy en orden a la cultura occidental actual.

Observación de Núria Bergé:
Gracias Antonio porque desde que se estrenó y ante el éxito clamoroso a veces he llegado a dudar de mi criterio. Totalmente de acuerdo con lo que dices. Está hecha desde la perspectiva de 2024 y en orden con la cultura mayoritaria actual, incluso las intervenciones públicas de su nieta borran el personaje real que fue Manuel Vital como en sus declaraciones en el último informe semanal que trataron el tema y ya no digo cuando oigo la razón que da el director de la película para hacerla. Si, supongo que como dices es el tema y la proyección que cada quien se hace del mismo lo que explica su éxito y esto está en su haber positivo.

Miguel Candel:

Bueno, no olvidéis que el productor es el inefable Roures…

Antonio Ruiz:

Sí Miguel, lo sé, por eso menciono al productor. Un personaje que ha vivido esa realidad y conoce bien, la utiliza para realizar «caja». Impone un guión empresarial para su interés contradiciendo y deformando lo que en su tiempo, posiblemente, apoyó.
Sí, Ruores… hay a raudales.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *