Del historiador y miembro de Espai Marx, José Luis Martín Ramos.
Se está haciendo, en redes sociales. Y hay que amplificarlo. El nacionalismo está mintiendo desde que en las elecciones de 2015 dijo que tenía detrás la mitad de Cataluña; Antonio Baños dijo que no lo habían conseguido, pero tuvo que callarse enseguida. Introdujo desde entonces la confusión entre mayoría parlamentaria y mayoría social; una confusión que maneja a su conveniencia.
Cuando en las elecciones de 2017 ganó Ciudadanos, menospreciaron y deslegitimaron ese éxito parlamentario. En octubre de 2017 dijeron que Cataluña había votado independencia. No era cierto. Autoengaño, mentira u otra cosa peor: desprecio de la parte del pueblo que no es nacionalista, a la que se le niega la condición de pueblo catalán. Parece que ya no es catalán quien vive y trabaja en Cataluña, sino quien vota nacionalista. Y al que es nacionalista, algunos les permiten todo, como a la racista, pero nacionalista, alcaldesa de Ripoll, que lo es porque así lo ha querido Laura Borràs y Junts.
A Illa le aplicaron las reglas del juego parlamentario. Illa lo aceptó porque respeta las reglas y tiene decencia democrática y no envió al carajo a nadie. Yo no estoy dispuesto a disculpar a Trias, ni a minimizar su grosero exabrupto, que no fue un repente porque los suyos lo jalearon y él lo repitió y no se ha disculpado. Tiene mucho que aprender de Illa.
Dicen que “el poble va votar a Trias”. Más falso que nunca, más autoengaño que nunca y más mentira si insisten y como insisten, más mentira. Junts y Esquerra sumaron 224.000 votos, un tercio del total; los que han dado la alcaldía a Collboni suman 354.700 y el 49% de los votos. ¿Qué tiene de ilegal que el PP lo apoye también? ¿Qué tiene de ilegítimo? ¿Es que alguien ha establecido el Pacto del Tinell como norma permanente de la política catalana?
