Sobre México

Del historiador y miembro de Espai Marx, José Luis Martín Ramos

Las mañaneras, una rueda de prensa diaria, protagonizada por AMLO, en la que frecuentemente participan también miembros de su gobierno es para mí uno de sus éxitos importantes. Rueda con medios de tipo, en las que no se le niega la palabra a nadie y se debate/discute con todos; no un portavoz vicario, el propio presidente, no un monólogo como Chávez, un debate abierto, a veces “a calzón quitado”. No es sólo un éxito comunicacional, es un éxito político. Eso, por sí solo, califica el tipo de político que es AMLO. Para mí uno de los grandes de esta época de mediocridades. Lo podéis ver en Youtube, dura más o menos una hora; vale la pena. Por otra parte es una actividad arriesgada, claro que se pueden cometer errores y a veces perder la paciencia; pero no ha sido lo habitual. Por “las mañaneras” que yo he visto el saldo final es claramente positivo y, repito, el hecho en sí de las mañaneras es un acto político nada despreciable.

La Cuarta Transformación es el nombre que dio AMLO al objetivo de su sexenio (2018-2024). Hace referencia a los tres saltos históricos -los que él y MORENA consideran- de la historia independiente de México: La Reforma, emprendida por Juárez, la Revolución iniciada por Madero, la materialización social del populismo mexicano, llevada a cabo por Cárdenas, pero desnaturalizada sucesivamente por los gobiernos que le siguieron y acabaron convirtiendo el Partido de la Revolución Mexicana en el PRI. La Cuarta había de recuperar el reformismo social cardenista y acompañarlo con un saneamiento administrativo y político de un estado que padece una corrupción de décadas, está infiltrado por el narcotráfico socialmente dominante en diversas zonas del país, en el centro y en el Norte, y políticamente dominante por dos partidos que construyeron a finales del siglo XX una alternancia en su beneficio propio y de los grupos de elites dominantes con los que se vinculan, el PRI y el PAN. No creo que AMLO haya pensado nunca que todo ese objetivo pudiera alcanzarse en seis años, en cualquier caso no puede juzgarse a AMLO y MORENA por lo conseguido en estos seis años, que por otra parte no es poco. No repetiré lo dicho por el articulista [César Enrique Pineda, “La razón y el presidente. 4T: cinco años de gobierno”. https://revistacomun.com/blog/la-razon-y-el-presidente4t-cinco-anos-de-gobierno/] sobre política exterior y política social.

Es fundamental para la consolidación del cambio de la 4T que este tenga continuidad con MORENA al frente del gobierno entre 2024 y 2030 y no ocurra como con Cárdenas, que ante la marea anticardenista optó por promover como sucesor al «moderado» Ávila Camacho frente al izquierdista Múgica; ganó las elecciones Ávila Camacho, quien interrumpió la política de reformismo social empezando por la agraria. Al propio tiempo, no ha de perderse de vista que el programa – y la ideología- de AMLO no es socialista, no es revolucionario, es populismo de izquierdas, reformista. No pone en cuestión el sistema capitalista y ciertamente -en eso estoy de acuerdo con el articulista- es desarrollista, como lo fue el cardenismo, y tiene una importante dependencia de la renta petrolera y la renta minera para el sostenimiento financiero del Estado y en particular de sus programas sociales. En este sentido podríamos detectar el mismo problema que se plantea en Venezuela desde el primer momento de la llegada al poder de Chávez. En ese frente, el de la minería, es susceptible de una crítica de izquierdas, desde luego; pero ponerle el cascabel al gato del desarrollismo y el extractivismo en México es más que difícil; como en China o en Sudáfrica, etc.

Creo que AMLO tiene razón cuando dice que el responsable del problema climático tiene como principal culpable a los países de mayor riqueza y no tengo tan claro que AMLO minimice el cambio climático y menosprecie su huella en México. Está claro que desde las posiciones del decrecimiento lo está minimizando, pero él no parte de esas posiciones. Ni él ni la inmensa mayoría de la población mexicana, Ahí en esa combinación de falta de conciencia popular y de necesidades del estado está una clave muy difícil de resolver. En este caso la crítica a AMLO ha de hacerse en términos de autocrítica general. Y, en mi opinión, considerando el principio del desarrollo desigual, es decir, del decrecimiento desigual en beneficio del tercer mundo y los países emergentes. Y desde luego no entiendo la crítica al nacionalismo económico de AMLO que hace el autor sobre la cuestión de PEMEX.

Sobre la cuestión de las comunidades campesinas y la afectación de la urbanización y la iniciativa del tren maya se plantea un conflicto que en algunos aspectos me recuerda la polémica entre Lenin (perdón por mi pesadez, cada quien tiene los ascendentes de cultura política que tiene) y los populistas rusos respecto al mir y la contradicción entre la comunidad campesina tradicional y el desarrollo capitalista. Como me gusta meterme en jardines ahí dejo esa sugerencia.

Creo que el tren maya aporta mucho más que lo que resta. Si habéis viajado por México habréis visto que solo hay dos medios de comunicación «solventes» (no sé si es la palabra, lo admito) la carretera -el coche y los autobuses- y el avión. Los medios más contaminantes muy de lejos. El ferrocarril en México es un desastre y aún más en el Sur-Sureste. En el 2000 hice la experiencia de viajar en tren desde el Yucatán hasta Ciudad de México; casi 48 horas, con dos noches en un tren atiborrado -no tanto como los de la India, desde luego- y en un vagón con aire acondicionado, con ventanas fijas, pero cuyo aire acondicionado no funcionaba y parece que era habitual. El tren maya recupera la idea del ferrocarril como el principal medio de comunicación interno del primer tercio de siglo. Creo que eso es lo principal. Que haya más o menos turismo -de manera significativa- no depende del tren maya, sin él también lo hay y lo habrá, quemando gasolina y gasoil a toda pastilla.

Sobre las relaciones de AMLO con Carlos Slim, me faltan datos de proximidad; pero no creo que haya una relación de colusión, como alguien podría entender del reproche que se le hace. Es obvio que en su gestión él, y cualquiera, ha de relacionarse con la elite, también para dividir el frente de sus oponentes. La cuestión es qué resulta de esa relación, si solo un beneficio personal mutuo u otra cosa. Y en cuanto a la cuestión del ejército eso es todavía más complejo. AMLO camina en este terreno sobre un campo de vidrios rotos. Es obvio que en el Ejército hay corrupción y ha habido comportamientos criminales en el pasado -no tengo constancia de que se hayan producido en este sexenio-, pero no creo que hubiese sido oportuno un enfrentamiento frontal con él. La lucha contra el narco y los graves problemas de fronteras requiere uso de la fuerza; no se puede confiar en absoluto con la policía y AMLO intentó inicialmente promover un tercer cuerpo, una Guardia Nacional, a la que finalmente ha tenido que poner bajo mando militar, o militarizado. AMLO no está en condiciones de abrir un frente de reforma del ejército; tampoco le ha dado más poder; ha contemporizado con él. Y ha procurado incriminarlo en su lucha contra la delincuencia y el narco, para la que la policía le resulta inútil por completo. No veo que el ejército desborde a la autoridad civil. Pienso que exagera la amenaza inminente de un estado militarizado.

En cuanto a la cuestión de los desaparecidos lo de Ayotzinapa es fundamental; un paso que ningún otro gobierno dio. Desconozco las razones de la fiscalía para retirar esas órdenes de detención. Que las haya apoyado AMLO puede ser simplemente una cuestión de división de poder. El camino jurídico siempre es más complejo que el político. Y no me consta que AMLO hay despreciado el asesinato de periodistas. Me parece que carga sobre AMLO un problema general cuya solución depende de que se liquide el narcotráfico.

Que AMLO quiera estar en el bloque norteamericano tiene sentido. No puede liquidar la relación de hecho que tiene con EEUU. En cambio ha conseguido que el gobierno de EEUU acate posiciones de respeto hacia México; AMLO se ha opuesto a la interferencia de la DEA en suelo mexicano, por ejemplo. Y en política exterior hay que destacar -cosa que no se hace- el rechazo al reconocimiento del gobierno usurpador del Perú, que ha intentado extender sin conseguirlo a la instituciones interamericana.

Sobre la reforma constitucional creo que se pone el carro antes que los bueyes. Se piden formas de convención popular antes de llevar a cabo la revolución. ¿A qué otros gobiernos latinoamericanos se refiere? Porque ha habido iniciativas progresistas de reforma constitucional que no han progresado (Chile)y otras que responden a una situación de hecho diferente (Bolivia, Venezuela)

El autor del artículo no considera las oposiciones, los bloqueos desde las instituciones, que ha tenido que enfrentar AMLO que ha neutralizado o diluido algunas de sus iniciativas. Es el caso del plebiscito del juicio a los expresidentes, inédito y arriesgado, contó con la oposición de las instituciones de control electoral.

Sí reconozco que a AMLO no le hacen gracia las críticas que le vienen desde su izquierda. Tiene defectos, sí. Pero más allá de ese “ tiene o no tiene razón” creo que el balance de la gestión de AMLO es positivo desde una posición de izquierda. No veo por qué la izquierda no tenga que reconocerlo. Me parece que aquí hay algún asomo del faccionalismo,un mal tradicional de la izquierda mexicana, que ha tenido siempre otro mal, el transformismo individual hacia la derecha, que AMLO, no ahora, desde siempre, ha padecido en su contra (vg. El grupo de Nexos). El gobierno de AMLO, que es de izquierda democrática, ha mejorado las condiciones en que ha de moverse la izquierda alternativa, ha mejorado las expectativas de crecimientos de esta última

La guinda del balance estará en si esta vez AMLO escoge bien y no comete el error de Cárdenas.

 

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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