En el siguiente enlace puedes encontrar el texto en gallego de la entrevista que me hicieron Francisco Cortez-Lobão y Manoel Barbeitos para Tempos Dixital y publicada el 28 de octubre de 2025. Más abajo está el texto en español. «Crer que non hai alternativa nin lugar para o optimismo e a esperanza é caer na trampa da desinformación”
¿Cuáles son los objetivos reales de Donal Trump con los aranceles? ¿Los está cumpliendo?
Tratar de mantener al dólar como moneda de reserva y condiciones para hagan sostenible la deuda de Estados Unidos. Como es difícil llegar a acuerdos con sus socios y los demás países que acepten que eso se haga a su costa, utiliza la extorsión. Lo reconoció expresamente el presidente de su Consejo de Asesores Económicos, Stephen Miran: «¿Cómo puede Estados Unidos lograr que sus socios comerciales y de seguridad acepten un acuerdo de este tipo (reforzar la deuda y sostener la deuda)? En primer lugar, está el palo de los aranceles. En segundo lugar, está la zanahoria del paraguas de defensa y el riesgo de perderlo».
Usted ha criticado el acuerdo de la UE con Trump. ¿Cuáles cree que son sus aspectos más lesivos? ¿Qué efectos tendrán los aranceles sobre Europa?
El acuerdo es el resultado de un chantaje y de un vasallaje. Eso ya es lesivo de por sí. Es asimétrico, impone condiciones leoninas en materia de inversión y compra de material tecnológico y militar. Refuerza la dependencia de Europa y es una prueba que sus dirigentes han renunciado a tener un proyecto autónomo en materia económica, tecnológica y militar. Es, en realidad, una rendición.
¿Cuál debiera ser la posición europea ante esto? ¿Y la española? ¿Se puede resistir ese vendaval proteccionista?
No es un vendaval proteccionista. Es una agresión colonial. ¿Se puede resistir? Lógicamente, eso depende la voluntad y de la dignidad de los dirigentes europeos. Yo creo que la mayoría de ellos han dado pruebas de estar literalmente entregados, por no decir vendidos, a los intereses estadounidenses. Otra cosa es que esa situación es ya de largo recorrido y eso naturalmente hace difícil reaccionar cuando se desea reaccionar. Estados Unidos podría dejar a Europa sin internet, sin luz, sin defensa militar, sin plataformas de servicios digitales… la dependencia es tan atroz que cuesta hacerse una idea de hasta qué punto se ha dejado que Europa esté en manos de Estados Unidos.
China no parece haberse visto sorprendida por la ofensiva, e incluso ha conseguido responderla. ¿Qué opina de la reacción china?
Es normal. China tiene un proyecto estratégico, de futuro, que se desarrolla con coherencia y disciplina, planifica, tiene la firme voluntad de ser autónoma, actúa con dignidad, lleva décadas «haciendo las tareas». Ahora está en condiciones de enfrentarse a Estados Unidos y de evitar que le impongan decisiones contrarias a sus intereses.
¿Y de la reacción de los BRICs?
Es igualmente comprensible. Están en proceso de encontrar su sitio. Lo cual no es fácil porque, aunque el poderío imperial de Estados Unidos esté en declive, no ha desaparecido por completo, ni mucho menos. Les costará años diseñar su espacio y ocuparlo tal y como deseen ocuparlo, pero es cuestión de tiempo porque seguir en la órbita y bajo la dependencia de Estados Unidos se ha demostrado ya que es una amenaza, en algunos casos de carácter existencial, para todos esos países.
¿Cómo afectan los aranceles a la economía y la población estadounidense?
Mayores costes a muchas empresa y productores agrícolas, subida de los precios al consumidor y pérdida de competitividad para muchos sectores. ¿Se verá eso compensado con la entrada de más empresas allí, del impulso de la producción nacional? A corto plazo es casi imposible. A medio plazo, en algunos casos. Las subidas de aranceles no han sido nunca un instrumento eficaz o capaz, de producir industrialización o para reforzar el vigor productivo de una economía. Yo no creo que vayan a serlo ahora. Si pueden tener un efecto de atracción (es verdad que muchas empresas ya se están relocalizando allí), este no será generalizado. No hay que olvidar que la externalización de la base industrial de Estados Unidos hacia el exterior no fue una casualidad sino el efecto de una estrategia que beneficia a las propias grandes empresas que se fueron y al sector financiero estadounidense que se apropia de sus rentas. Si la estrategia reindustrializadora de Trump triunfara, implicaría desmantelar Wall Street y la lógica que ha enriquecido al capital financiero de Estados Unidos. No sólo dejaron de estar. Al irse, prácticamente desapareció el ecosistema (comunicaciones, mano de obra especializada, redes…) que es necesario para que se expanda la industria como un sector y no como simple suma de enclaves o incluso de empresas aisladas, que es lo que (si acaso) puede conseguir Trump con los aranceles.
¿Cómo afectan los aranceles de Trump al Sur global?
Dificultará sus exportaciones a Estados Unidos, aunque eso puede compensarse (no siempre al instante o a corto plazo) con la búsqueda de otros mercados. Si terminan produciendo un deterioro generalizado del comercio y la economía global, dificultades añadidas y no sólo en los sectores abiertos al exterior. Y si se afecta al entramado monetario, como igualmente es posible que ocurra, tendrán problemas de financiación y deuda añadidos. Hay que tener en cuenta que detrás de los aranceles de Trump no sólo hay razones de tipo comercial sino principios de actuación que implican desentenderse de quien necesita ayuda o cooperación, establecer el poder de los grandes y la extorsión como guía para la acción, mucha inhumanidad, agresión y violencia, convertir al mundo en un infierno en donde la ley que se quiere hacer que predomine no es la de la cooperación y la ayuda, sino la de la fuerza. Esto, naturalmente perjudica en mucha mayor medida a las economías más débiles.
¿Existe algún motivo para el optimismo fuera de los EE. UU. en la actual coyuntura?
En el libro que publiqué el pasado año (Para que haya futuro. Deusto Ediciones) traté de demostrar que la esperanza es lo que define a los seres humanos informados y realistas, porque la historia nos demuestra que somos capaces de dirigir nuestro destino. Lo que está ocurriendo en estos momentos conforma una coyuntura dolorosa, terrible y despreciable porque es la expresión de una concentración de la riqueza y del poder sin igual a lo largo de la historia, y además unida a valores y principios tan reaccionarios, inhumanos y egoístas que dan asco y miedo. Pero confío en los seres humanos y tengo esperanza. Vamos a pasar años muy difíciles y que van a dejar una estela que luego la humanidad querrá olvidar, pero si despertamos y hacemos lo que hay que hacer, el futuro puede ser de democracia, de libertades y de paz. Acabo de publicar un libro (Cómo sobrevivir al trumpismo y a la economía de la motosierra. Deusto Ediciones) en el que muestro que las alternativas, los modos diferentes de organizar la vida económica, están a nuestro alrededor. A pesar de todos los pesares, el nuevo mundo está brotando en medio del viejo. Creer que no hay alternativa ni lugar para el optimismo y la esperanza es, como he dicho, caer en la trampa de la desinformación. ¡Abramos los ojos y actuemos!