El autor, presidente de Espai Marx, responde con su nota a esta carta:
Buenos días querido amigo.
Yo tengo una duda sobre Hegel, Volksgeist es «El Espíritu del Pueblo», ¿este concepto surgió de su filosofía? En el curso usted citó Suárez y el propio concepto de espíritu, pero ¿es Hegel quien fundó el «Volksgeist»? Herder también tenía un concepto de Volksgeist, pero no es el mismo, ¿correcto?
Estoy desarrollando un proyecto y pretendo comparar el concepto de Volksgeist y el «Espíritu de Yamato», un concepto japonés que se tornó después parte del Shinto Radical y el ultranacionalismo japonés de los años 40.
Saludos de Brasil, ¡querido amigo!
J.
Querido amigo:
Muchas gracias por la confianza que me hace al pedirme opinión sobre estos elementos filosóficos, que son verdaderamente de fuste
La noción de «Espíritu» que tiene Hegel no guarda relación con la idea de «Volkgeist», que es romántica, y propia de Herder, tal como usted sabe, y también de Humboldt. Hegel es un enemigo filosófico, incondicionado, de esa filosofía que suele ser denominada filosofía de la historia o historicista, y con ello se crea un equívoco. Tienen un aire de época, a pesar de todo, porque ambas filosofías toman consciencia de la historicidad humana, de que el ser humano no tiene una sola naturaleza universal -superación del iusnaturalismo- y que el ser humano cambia a lo largo de la historia, cambia su hacer y cambia en consecuencia su subjetividad, su antropología y esto sí es común; por eso es ambiguo denominarla una filosofía historicista, como forma de caracterizarla frente a la otra.
Pero la noción de Volkgeist o espíritu de un pueblo, sostiene, como noción específica suya, que la lengua de un pueblo, cada lengua diversa de cada pueblo, genera la psicología específica de dicho pueblo, ahorma, conforma, su visión del mundo, conforma su pensar y por tanto su hacer, el carácter, la forma de ser y de pensar de cada individuo de dicha comunidad. Como vemos, un miembro de una comunidad, recibe de esta, mediante su lengua, la forma de hacer y ser. Estas formas, la lengua, evolucionan a lo largo de la historia, no son fijas, sin embargo, sí son o sí están predeterminadas para cada individuo. Determinan la visión del mundo de cada individuo. Se parecería a la teoría lingüística de Sapir-Worf según la cual las categorías lingüísticas determinarían las capacidades cognitivas.
Este determinismo lingüístico nada tiene que ver con Hegel, ni esta noción de espíritu. Porque lo que quiere elaborar Hegel, por el contrario, es una teoría que establezca la constante, suma, plena libertad humana. Libertad de autocrearse. La idea de que siempre, toda cultura, toda civilización, o sea, toda eticidad -sittlickeit- o espíritu Objetivo -saber hacer/sitt-, toda bildung, es constantemente obra producto de la libre creación intersubjetiva humana. Aunque su resultado sea la creación libre, sin determinación a priori, de una cosa monstruosa, de una cultura en la que se…sacrifiquen recién nacidos, o se esclavice a seres humanos…o , por el contrario, sea una eticidad que establezca la igualdad de todos. Cada ethos, siempre, es creación generada por la libre capacidad creadora humana, sin predeterminación causal, siempre es «causa sui.» Este es el nivel que Hegel llama «especulativo» de la noción de Libertad. Luego, el nivel no especulativo de la libertad es, para Hegel, la libertad res publicana: no ser dependiente de otro: «pues ya de una manera extrínsecamente especulativa [no especulativa] decimos que es libre quien no depende de otro, quien no sufre ninguna autoridad, lo que no se halla implicado en otro» (Introducción a la historia de la filosofía, Ed Prisa, Madrid 2009, pág, 63). Esta noción no especulativa de libertad, no es la libertad liberal, no es la noción liberal que plantea la libertad como «no ser interferido» por la ley, y si yo quiero venderme como esclavo, porque me conviene, o comprar a otro como esclavo, porque me conviene -el asalariado, en el res publicanismo, esto es, en los textos res publicanos del derecho romano, es un esclavo, porque no tiene el conductus operis, no conduce su propio hacer con su propia voluntad; uno depende de otro, uno es allieni iuris, no es sui iuris…). La noción no especulativa, la noción política, de libertad de Hegel es la noción, como digo, res publicana, es libre, no el quien no es interferido por la ley en el ejercicio de su voluntad, sino que es libre el que no depende de otro, no tiene amo, y si la ley lo prohíbe ser esclavo, la ley prohibidora es liberadora, no es represora, no es coaccionadora de la libertad.
Pero volvamos al centro de la cosa. Para elaborar esa noción radical, ontológica, especulativa, de libertad, Hegel recobra y utiliza la palabra «Espíritu”. Espíritu es una capacidad que emerge de las relaciones intersubjetivas humanas. No está en cada individuo, sino que emerge como consecuencia de las relaciones intersubjetivas creadoras de la comunidad. Es la capacidad de Hacer, de Praxis. Algo que es solo humano. Y solo intersubjetivo. El hacer humano, como potencialidad, es solo eso, capacidad sin programa, sin proyecto, sin saber hacer. Un hacer que, sin embargo, debe ser puesto en obra entre todos, porque su obra es lo que nos va a permitir vivir. Pero, insisto, no somos animales con un instinto que nos enseña qué y cómo hacer. Por ello, entre todos, mediante comunicación lingüística, elaboramos-creamos el concreto saber hacer que vamos a poner en obra entre todos. La lengua es comunicativa y creadora en comunidad del saber hacer, del ethos, de cada ethos; y ese ethos creado y recreado constantemente permite poner en obra esa capacidad intersubjetiva de hacer que emerge de la interrelación de los sujetos, que emerge de la intersubjetividad humana, y que Hegel denomina Espíritu. Un ser sin naturaleza, que es intersubjetivo, que no tiene saber hacer ni pauta a priori, pero que debe creársela para poder sobrevivir. Un «Ser» que es una «nada» –Pequeña Lógica-, donde ser y nada no son solo categorías analíticas, sino, como siempre en el ser que es sujeto y objeto autoidéntico, también ontológicas, son concepto, begriff, que en castellano y en alemán dice lo mismo: 1) noción gramatical y 2) concepción/concebir/barriga de señora que concibe y da a luz, esto es, noción ontológica. Somos ontológicamente un ser intersubjetivo sin ethos innato, y tan solo con capacidad apareciente de hacer, pero sin saber qué hacer, somos un ser ontológico que es una nada, pero que debe salir de ese estadio si quiere subsistir: del ser y la nada surge la tercera categoría: «devenir», historicidad.
Cada ethos puesto, crea mundo y ahorma subjetividad -bildung/building, edificación/ construcción/ aedificatio-. Pero cada ethos intersubjetivamente sacado de nosotros, «puesto», acaba generando contradicción interna, se desbarata, se autodestruye, y colapsa, porque no sacia las expectativas las necesidades que crea en las personas. Las personas sufren, se desdoblan de su hacer, se desdoblan de su vida, la experiencia de sufrir les hacer no sentirse unos con el mundo que están produciendo: NEGATIVIDAD. Esto desmorona el espíritu objetivo el ethos o eticidad que hemos creado entre todos, y en la que hemos vivido y ha generado nuestra antropología histórica. Y nuevamente, estamos en la situación de «libertad especulativa» no predeterminada, libertad de veras libre, valga la redundancia: tener que crear entre todos, un nuevo saber hacer que podamos aplicar con esa capacidad práxica sin proyecto, y que se denomina Espíritu. Un saber hacer que jamás se puede saber por adelantado cómo será, que sale de la interacción de todos, que sí tenemos en cuenta la experiencia pasada, tenemos un saber del pasado y sus catástrofes y ese es el nivel único de «progreso» de la filosofía de Hegel; pero esa, eso, no es causa -causa-efecto- de lo nuevo hecho. Lo nuevo hecho tiene su causalidad en sí mismo, no hay un «Grund» causal anterior que impulse su determinación, no hay determinismo.
No sé si con esto queda un poco claro qué es lo que Hegel entiende por «Espíritu». Su interés es que nos quede claro que no somos un ser cuyo hacer tiene origen animal. Las decisiones elaboradoras del ethos, son creación intersubjetiva, son intersubjetivas ellas mismas también. No existe un individuo que, aparte de los demás, haga inventos: siempre reflexionamos en común sobre problemas generados por un hacer creado en común: los problemas del grupo de cazadores cuyas estrategias de caza -grupales- ya no son eficaces, por la razón que sea: deben ser repensadas por todos, a partir de la deliberación creativa de todos, y entre todos elaboran el nuevo saber hacer: cómo distribuirse en la actividad intersubjetiva de la caza, qué «división del trabajo» nueva aplicar. No hay individualidad robinsoniana que solo con su mente -biológica- a solas, pueda hacer inventos…
Creo que, con esto, ya termino. Porque no sé si estoy comenzando a hacer más complejo de lo debido lo que trato de explicar con la mayor sencillez posible.
Respecto de Suárez, lo que él elabora es una antropología según la cual la divinidad nos ha creado como ser sin esencia, un ser que debe darse a sí mismo su forma de hacer y de vivir. O, como escribe Suárez, somos «causa libre». Y rechaza la física aristotélica como la pertinente para entender al ser humano, porque es física determinista y va contra la libertad humana: potencia, acto; causa, efecto; materia, forma; sustancia, accidente,… Es la historicidad lo que se elabora aquí al rechazar el principio de causalidad, los mundos contingentes posibles…Esa es la forma, desde el catolicismo y el libre albedrío, de justificar que todas las culturas, aztecas, mayas, incas, indias de la India, japonesa, china, son, todas, obra de la misma libertad humana, y por tanto, todas en principio buenas y no hay que hacer que esos ethos sean abandonados e imponer el ethos europeo… Como ve usted es un tema apasionante, sobre el que el filósofo ecuato-mexicano, Bolivar Echeverría había escrito, el ethos barroco La modernidad de lo barroco, Ed Era, México. Y se inspira, para ello, en la gran obra del mexicano Ramón Kuri Camacho, de la universidad de Puebla, cuyo título -un título que, de entrada, echa para atrás- es: La compañía de Jesús, imágenes e ideas. Scientia conditionata, tradición barroca y modernidad e la Nueva España, Ed Plaza y Valdés, México, 2000.
Querido amigo, reciba un muy, muy, cordial abrazo.
Joaquín Miras Albarrán