El autor es catedrático de la Cátedra Kuang Yaming de la Universidad de Jilin y de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Nankai.
Desde que la humanidad entró en la era de la civilización, la gobernanza estatal ha sido un tema común para la gente de todas las épocas históricas. Sin embargo, el nivel que puede alcanzar la gobernanza estatal depende en gran medida de cómo las personas comprenden la vida política y social. En la antigüedad china, el pensamiento de que “el pueblo es el fundamento del país”, más tarde conocido como “el pueblo es el fundamento del estado”, tuvo un profundo impacto en el proceso de gobernanza social.
El país es el lugar donde viven los letrados y el pueblo
“El pueblo es el fundamento del país y las fuerzas populares fortalecen el país”. Este dicho proviene del texto antiguo chino Shangshu – Canto de los Cinco Hijos. Aunque este libro fue escrito más tarde, el pensamiento de que “el pueblo es el fundamento del país” ya estaba muy difundido desde las dinastías Shang y Zhou, lo que puede ser evidenciado por los documentos históricos de los primeros años de la dinastía Zhou Occidental. Como su nombre indica, “el pueblo es el fundamento del país” significa que el pueblo es la base de la existencia del país.
A diferencia de los antiguos griegos, los antiguos chinos no consideraban a los dioses como la única fuente de verdad y justicia, ni creían que el orden del mundo estaba determinado por la voluntad de los dioses. Los chinos tampoco compartían la visión de los europeos medievales, quienes creían que todos los aspectos de la vida social estaban determinados por Dios. Por lo tanto, al reflexionarse sobre la vida social y política, los antepasados chinos pusieron el enfoque en la sociedad humana misma y prestaron más atención al hombre como sujeto de la vida social. Comprender la totalidad de la vida social y buscar las respuestas a los problemas sociales mediante el conocimiento hacia el hombre es la forma de pensar común de los antiguos pensadores chinos.
Cuando los antiguos pensadores chinos comprendían la vida social desde la posición y la perspectiva de los seres humanos, lo primero que surge en su mente son personas, como el monarca, los ministros y el pueblo situados en diferentes posiciones sociales, y consideraban que, debido a sus distintas posiciones sociales, las personas tenían diferentes responsabilidades y obligaciones.
Los antiguos pensadores creían que, siendo la mayoría de la población, el pueblo tenía una importancia absoluta en la vida social y política. En el período de los Reinos Combatientes, Mencio comparó la importancia del monarca, el pueblo y el gobierno, argumentando que “el pueblo es lo más valioso, el gobierno está en el segundo lugar, y el monarca en el último”. (Mencio – Cumplimiento del deber II).
La importancia del pueblo radica en que constituye la condición fundamental para la existencia del país. Sin el pueblo, no existiría el país. La premisa para la existencia de un país es su pueblo. Y el país debe ser gobernado bien y su vida política ser moral para que el pueblo viva cómodamente en él.
Gracias al pueblo, el país puede existir, y el monarca puede ser considerado como tal. Durante el período de los Reinos Combatientes, Xunzi utilizó la analogía del barco y el agua para ilustrar la relación entre el monarca y el pueblo, diciendo: “El monarca es como un barco, y el pueblo, agua. El agua puede sostener al barco, pero también hundirlo.” (Xunzi – Sistema del Monarca) En el reinado de Zhenguan de la dinastía Tang, el emperador Li Shimin, a quien llaman también Taizong de la dinastía Tang, seguidor de la lógica de Xunzi, consideraba que la relación entre el monarca y el pueblo es como la de pez y agua, diciendo que el pez no puede sobrevivir sin agua, mientras que el agua sigue siendo la misma sin peces. Por lo tanto, entre el monarca y el pueblo, este último es más importante.
Quien gana el corazón del pueblo, gana el mundo.
Al hablar de la importancia del pueblo, los antiguos pensadores chinos consideraban al pueblo en su conjunto como una fuerza decisiva en la vida social y política. Esta fuerza determinaba el orden político de un estado, y la voluntad popular determinaba la evolución de un país.
Al resumir la historia del ascenso y la caída de las dinastías Xia, Shang y Zhou, Mencio dijo que las dinastías Xia y Shang cayeron porque perdieron el apoyo del pueblo. Su afirmación era correcta. A lo largo de la historia, ninguna dinastía había sido capaz de mantenerse durante mucho tiempo sin el apoyo del pueblo. Para los gobernantes, mantener el orden político estable requiere el apoyo psicológico del pueblo, y de ahí, surgió un proverbio muy conocido en China —“quien gana el corazón del pueblo, gana el mundo”.
Entonces, ¿cómo se puede obtener el apoyo psicológico del pueblo? Los antiguos chinos creían que la mejor manera era que, en el proceso de gobernanza estatal, el gobernante no fuera en contra de la voluntad del pueblo, y que ofreciera lo que les gustaba, en lugar de imponerles lo que no les gustaba. Como Mencio dijo: “Hay una manera para ganar el corazón de la gente: dale y consíguele lo que desea, y no le impongas lo que odia.” (Mencio – Li Lou I)
La clave de “quien gana el corazón del pueblo, gana el mundo” radica en actuar de acuerdo con los deseos del pueblo. Esto muestra el tradicional espíritu humanista chino reflejado en el concepto de gobernanza. Según la lógica de los antiguos pensadores chinos, el criterio fundamental para juzgar la validez de las medidas políticas de un gobernante es si están en consonancia con los deseos del pueblo. Fuera de la voluntad del pueblo, nada es importante.
Como todos sabemos, los antiguos chinos también reconocían hasta cierto punto la existencia de dioses. Sin embargo, desde su perspectiva, los dioses eran sólo objetos para consultar sobre la fortuna y el destino en vez de fuentes de verdades morales. Por eso, en circunstancias normales, los antiguos chinos opinaban que, al tomar decisiones sobre ciertos asuntos de la vida social y política, era crucial escuchar al pueblo antes que esperar revelaciones de los dioses. Este entendimiento ya se hizo evidente en el período de Primavera y Otoño, cuando defendían la noción de que “Cuando un país prospera, escucha al pueblo; cuando está en declive, escucha a los dioses.”
La razón principal por la que la antigua sociedad china no experimentó una dominación teológica religiosa como la de la Edad Media europea radica en gran medida en que el concepto de que “el pueblo es el fundamento del país” impedía la entrada de la teología religiosa en la vida social y política del país.
Amar, favorecer y beneficiar al pueblo
El concepto tradicional chino de que “el pueblo es el fundamento del país” enfatiza tanto la importancia del pueblo, como la responsabilidad de los gobernantes que tienen el poder en la mano. Esta responsabilidad consiste en ejercer el poder de forma ética, y el objeto de gobernanza es amar, favorecer y beneficiar al pueblo, garantizando las condiciones básicas de supervivencia del pueblo y la estabilidad del orden social.
Confucio, el fundador del confucianismo, al explicar cómo un gobernante debería administrar un país, dijo: “Controlar un país con mil carros requiere administrar los asuntos estatales con seriedad y atención, manteniéndose honestos y sin engaños; economizar los gastos financieros y cuidar a los funcionarios; además, garantizar que los trabajos forzosos para el estado no retrasen el trabajo agrícola del pueblo.” (Las Analectas – Xue Er). Al comentar a Zi Chan, ministro del Estado de Zheng durante el período de Primavera y Otoño, Confucio argumentó que Zi Chan “formó al pueblo en beneficio de todos, y lo reclutó de forma justa y razonable”, lo que era un aspecto importante de su carácter como caballero y hombre íntegro.
Según el confucianismo tradicional, son responsabilidades morales ineludibles de un gobernante alimentar y favorecer al pueblo. Al mismo tiempo, también son elementos indispensables para una buena gobernanza estatal, es decir, el “Camino del Emperador”. Sólo al poseer este elemento, un gobernante puede alcanzar el éxito político. Partiendo de este entendimiento, el confucianismo tradicional aboga por la educación moral y la política favorable al pueblo, y se opone al gobierno tiránico que se basa en el uso exclusivo de castigos para gobernar.
Para cumplir con la responsabilidad de favorecer y alimentar al pueblo, los antiguos pensadores creían que, al administrar el país, el gobernante debía poner en primer lugar la satisfacción de las necesidades de supervivencia del pueblo y hacerlo económicamente próspero. Sólo después de enriquecer al pueblo se podía buscar la prosperidad y la fortaleza del país.
Además, los antiguos pensadores también hacían hincapié en que los gobernantes deberían preocuparse por los sufrimientos del pueblo y compartir sus alegrías. “Si te deleitas en la alegría del pueblo, éste también se deleitará en tu alegría; si te preocupas por la angustia del pueblo, éste también se preocupará por la tuya. No ha existido ningún caso en el que si alguien toma la felicidad y las preocupaciones de toda la gente como las suyas propias no haya sido capaz de someter al mundo.” (Mencio – Liang Huiwang II). Esta cita de Mencio expone la verdad de que sólo el gobernante que se preocupe por el sufrimiento del pueblo y conozca por qué el pueblo sufre y por qué está feliz, será un buen gobernante. En la vida social y política, el gobernante debe centrarse en las preferencias del pueblo, y no debe imponer sus propias preferencias al pueblo. En resumen, sólo una política en la que se respeten las preferencias del pueblo y se satisfagan sus intereses, será una buena política.
A partir de la consideración de favorecer y alimentar al pueblo, los antiguos pensadores abogaban por el valor de buscar el beneficio para el pueblo. La búsqueda de beneficios para todo el pueblo es tanto el propósito de la gobernanza estatal como el criterio de evaluación para diferenciar la buena política de la mala. Hacia el final de la dinastía Ming y principios de la Qing, el pensador Huang Zongxi profundizó el pensamiento en cuestión, argumentando que “la estabilidad o el desorden del mundo no está en el ascenso o la caída de una sola familia gobernante, sino en las preocupaciones y alegrías de miles de personas”. (Esperando al amanecer – Yuan Chen). En opinión de Huang Zongxi, el éxito y el fracaso de un país no se explican por el ascenso y la caída de una dinastía, ni por quién gana o pierde el poder. Lo importante es si han mejorado las condiciones de vida del pueblo. Los pensadores de finales de la dinastía Ming y principios de la Qing alcanzaron un nuevo nivel en su comprensión de “el pueblo es el fundamento del país”.
“El pueblo es el fundamento del país” era el concepto más beneficioso de la vida política de la antigua sociedad china. La historia de las dinastías posteriores a la dinastía Han demuestra que, una vez aceptado este concepto por los gobernantes, es posible alcanzar un mayor nivel de gobernanza estatal en la vida real. A lo largo de la historia, los períodos de gobernanza extraordinaria, como la Era del Orden Wen-Jing en la dinastía Han y la Era de Zhenguan en la dinastía Tang, tuvieron lugar sin duda bajo la influencia del concepto de “el pueblo es el fundamento del país”.
Autor: Sun Xiaochun, catedrático de la Cátedra Kuang Yaming de la Universidad de Jilin y catedrático de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Nankai.
Revisor: Zhu Lun, profesor distinguido de la Universidad Normal de Jiangsu, investigador del Instituto de Etnología y Antropología de la Academia China de las Ciencias Sociales.
Redactoras: Liu Xian, del texto chino, y Qiu Tingting, del español, doctora y maestra de la Facultad de lengua española de la Universidad Normal de Jiangsu.
Procedencia del artículo: DeepChina