Miscelánea 26/11/2022

Del compañero Carlos Valmaseda, miembro de Espai Marx.

1.La imagen del día: Zeitgeist

Eran otros tiempos…

El texto del tuit donde he visto la imagen: «Jóvenes comunistas posando, dos con pistolas y los otros dos con el puño levantado. Fotografía de autor desconocido, España, Castilla-La Mancha, 1932.»

Fuente: https://twitter.com/AgitPropArchive/status/1595343906975191041

2.Hilo sobre Orban.

Os envío a menudo hilos del tuitero «Yurii Kazakov», comunista español que vive en Hungría. Hoy ha publicado este hilo sobre las peculiaridades del actual régimen político húngaro, y me ha parecido bastante esclarecedor, así que os lo paso.

https://twitter.com/YuriiKazakov/status/1596262034781634560

(1) (Hilo largo) Aunque en Occidente a Orbán se le acusa de fascista, lo cierto es que en Hungría la oposición «democrática» y europeista lo acusa tambien, frecuentemente, de comunista (según el interés del momento). Las dos cosas son una chorrada inmensa…

(2) Y no, no penséis que son acusaciones irónicas o humorísticas, no, algunas veces sí, pero en general, el que las lanza, se lo cree (yo he tenido bronca con un amigo húngaro por eso y me respondió que como soy comunista, por eso «apoyo» a Fidesz, pq son comunistas)

(3) Imagináos hasta qué punto llega la cosa, que el Partido Obrero, comunista, ha tenido que tratar el tema en el último número de la revista del partido. Así que os traduzco al menos una parte del artículo, porque me ha parecido muy interesante.

(4) Título: «¿Hace Viktor Orbán socialismo?». Subtítulo (que deja muy claro en qué dirección va el artículo): «Del socialismo al capitalismo de estado». No sé quién es el autor, pero aparece en la revista del partido, «A szabadság» (La libertad).

(5) «¿Hace Viktor Orbán socialismo? La respuesta de los liberales es que no solo lo hace, sino que casi ya tenemos socialismo. Obviamente los conservadores lo rechazan, diciendo que son los principales enemigos del socialismo. Nosotros también lo rechazamos. 

(6) Pero no basta con decir que no, debemos explicar por qué la política de Orbán no conduce al socialismo. El capitalismo de estado también es capitalismo. La política de Fidesz no es solo invención de unos tipos muy listos, sino la consecuencia orgánica (…)

(7) del desarrollo del capitalismo húngaro. Los que hicieron el cambio de régimen soñaban con un capitalismo clásico, con mercado libre, democracia multipartidista, independencia nacional, colaboración europea en igualdad de derechos. Rápidamente vieron que (…)

(8) efectivamente, habrá capitalismo, dado que americanos y alemanes hicieron el cambio de régimen, pero el capitalismo húngaro estaba lejos de lo que habían soñado. En el socialismo no pudo surgir una nueva clase capitalista, así que el capitalismo húngaro dependía (…)

(9) desde sus mismos comienzos, del capital occidental. Occidente vivía desde los 90 en la fiebre del capitalismo liberal. Que el mercado lo decida todo, y no solo en economía, sino también en política social, sanidad y enseñanza.Que el estado no intervenga en los procesos,

(10) y que solo asegure el funcionamiento general del sistema. Pero el modelo liberal tiene un pequeño problema. Si el mercado lo decide todo, entonces ganan los fuertes, ellos dictan, y los débiles se convierten en esclavos, y no pueden librarse de su servidumbre.(…)

(11) Cuando hay crisis, los más fuertes defienden sus propios intereses, y los débiles pueden incluso morirse. El Occidente liberal no contó con las peculiaridades de Hungría y en general de Europa Oriental. En los países occidentales nunca había habido socialismo (…)

(12) y no entendieron que en nuestra región el socialismo vive en mucha gente a pesar del cambio de régimen. Recuerdan el lado bueno del socialismo, y si el capitalismo no cumple sus esperanzas, por no hablar de si su situación empeora drásticamente, pueden volverse (…)

(13) hacia el socialismo. La élite capitalista de los países de Europa Oriental vio este peligro, y dio diversas respuestas ante eso. Los liberales, en Hungría el Partido Socialista y la Federación de Demócratas Libres (SZDSZ), así como sus sucesores, pensaron que solo (…)

(14) había una solución: seguir en todo el modelo liberal y crear un estado europeo unido basado en principios liberales. Las fuerzas conservadoras, en Hungría especialmente Fidesz, reconocieron que el modelo liberal empujaba a la crisis a toda la región, y podía (…)

(15) llevar al fracaso del todavía joven capitalismo húngaro y europeo oriental. Había que continuar con el capitalismo, pero teniendo en cuenta las peculiaridades nacionales. El capitalismo de estado no es un descubrimento de Fidesz. (…)

(16) Fidesz solo aplicó los medios del capitalismo de estado, aunque indudablemente de forma creativa y eficaz. Cuando el sistema capitalista está en problemas, el capital siempre llama en su ayuda al estado. El estado capitalista es capaz de lo que (…)

(17) los capitalistas individuales no son capaces cada uno por separado. El capitalismo de estado es capaz de movilizar las fuentes materiales y humanas de la sociedad. Es capaz de retirar dinero del capital privado y emplearlo en interés de los intereses comunes del capital.

(18) Es capaz de suavizar las deformaciones del mercado, la inflación y el paro desatados y organizar una defensa eficaz contra las masas trabajadoras y evitar una revolución socialista. El sistema capitalista de estado provoca la ilusión de que (…)

(19) el estado capitalista actúa en interés de toda la sociedad. Fidesz, con sus consultas nacionales y sus programas sociales refuerzan esta ilusión y quiere hacernos creer que sirve no solo a toda la sociedad, sino incluso a toda la nación.

(20) Veamos algunas intervenciones del capitalismo de estado y su contenido real. ¿Cóo ha reaccionado el sistema capitalista actual en los últimos tiempos a desafíos como la crisis económica, la covid, o una guerra que amenaza a todo el país?

(21) La nacionalización capitalista no crea socialismo. Desde 2010 el gobierno de Orbán ha incrementado sensiblemente el número de empresas de propiedad pública. Se incluye aquí la renacionalizacion de las empresas de abastecimiento energético, bancos, abastecimiento de agua,etc

(22) qie suponen una importante defensa para el país y la población. Grandes industrias han pasado a propiedad pública, como Rába [fabricación de vehículos y máquinas para el agro] y en la actualidad estáa en proceso la creación de empresas de la industria militar

(23) de carácter público. El estado apoya con todos los medios a las gigantescas empresas públicas como MOL [empresa de hidrocarburos] u OTP [el principal banco del país]. En el sistema capitalista la propiedad pública no significa propiedad social, (…)

(24) sino una forma más de propiedad privada. En este caso el propietario no es una persona o una sociedad, sino el capital colectivo, o sea, el estado capitalista. El gobierno de Orbán emplea indudablemente la propiedad pública para la defensa del mercado y la economía nacional.

(25) En cierta medida obstruye las influencias negativas del mercado sobre la población. Pero su objetivo fundamental es la defensa del sistema capitalista.

(26) El control de precios al servicio del capital. El gobierno atribuye la explosión de los precios actuales básicamente a la guerra y a las sanciones de la UE. La oposición liberal cupa de todo al gobierno. El gobierno provoca la ilusión de estar sirviendo (…)

(27) con todos los medios los intereses de la población, del pueblo, de las masas. Puede que haya recesión en la UE, pero a nosotros no nos va a afectar. Puede haber guerra, pero tampoco nos afectará. Día tras día oímos las promesas del gobierno.

(28) El control de precios significa que el estado limita de manera temporal el precio de ciertas mercancías. Esto sucede con el combustible, la pechuga de pollo, el azucar y algunos productos más. El objetivo de la intervención estatal es evidente: (…)

(29) evitar el derrumbamiento rápido y general del mercado y suprimer ante todo el descontento social de las masas, ocasionalmente un estallido social. Sin intervención del estado capitalista el capitalista privado solo puede hacer valer sus propios intereses.

(30) Si de MOL dependiera, todo el mundo pagaría un precio más alto por el combustible. Y esto es cierto también para los otros productos. Nos alegramos de la intervención estatal, pero tenemos que saber que también nos toca pagar su precio. El primer paso del capitalista (…)

(31) es aumentar el precio de los otros productos para recuperar la pérdida de beneficios de los productos con el precio controlado. El aumento de precios es muy astuto. Ponen menos producto en las mismas cajas, o productos de peor calidad sin variar el precio,

(32) y podríamos seguir enumerando trucos. Naturalmente el estado capitalista lo sabe, pero no actúa contra eso. La gestión pública de la covid no nos ha devuelto al socialismo. La Covid ilustra bien varios problemas.

(33) La sanidad tenía que preocuparse de dos tareas a la vez: tratar y frenar la epidemia, y asegurar la atenión média aparte de la pandemia. Pero rápidamente quedó claro que no había suficientes medicamientos, vendas, máscaras, respiraderos, faltaba hasta oxígeno.

(34) A falta del servicio militar obligatorio no se podía convocar a los médicos como a soldados ni usarlos en una situación de pandemia casi similar a la de un estado de guerra. Tras el cambio de régimen «desmilitarizaron» los hospitales, y de esta manera no podían ofrecer (…)

(35) en una situación de emergencia una atención médica rápida. Encima no había suficientes médicos militares ni siquiera en los propios hospitales del ejército. El gobierno de Orbán reaccionó ante la situación más rápido que otros gobiernos capitalistas.

(36) Puso los hospitales bajo control militar, pero parte importante de los comandantes no eran militares, sino policías. El gobierno movilizó vehículos de transporte, pero por falta de un servicio militar obligatorio fue difícil encontrar conductores para esos vehículos.

(37) El gobierno de Orbán fue capaz de manejar la covid sin que hubiera un estallido social. Y en parte es explicable por ciertos elementos del sistema socialista, las secciones epidemológicas de los hospitales todavía funcionaban y todavía no se había privatizado la sanidad.

(38) Pero la gestión pública de la covid no nos llevó de vuelta al socialismo, sino que reforzó el sistema capitalista. El estado asumió los gastos de la epidemia, desde la atención médica hasta la vacunación. Pero eso costó muchísimo dinero.

(39) Es una de las razones de la inflación actual mayor del 20%. Dicho de otro modo, nosotros, los trabajadores, pagamos poco a poco todos los gastos de la covid. En tiempos de la covid la atención sanitaria básica en la esfera pública quedó en gran medida suspendida.

(40) Y esto empujó a muchos enfermos a la sanidad privada. No es casual que la sanidad privada haya crecido significativamente en 2020-21. La covid ha mostrado la enorme diferencia entre la sanidad socialista y la capitalista.

(41) El socialismo ofrecía una atención gratuita y de calidad aceptable para todos los miembros de la sociedad. Y esto estaba en consonacia con los principios del socialismo y con la situación material del país. El capitalismo, en cambio, hace dinero de la sanidad,

(42) crea una sanidad de pago para aquellos que puedan pagarla, y para la mayoría queda una atención general de calidad variable. —— DESCANSO— esta es la mitad del artículo. Ahora ya estoy muy cansado y mañana trabajo, así que lo dejo por hoy. Continuo mañana cuando pueda

Como complemento, os paso otro hilo del mismo tuitero sobre el congreso del Partido Obrero Húngaro, que se está celebrando estos días.

https://twitter.com/YuriiKazakov/status/1596227404690849793

Mañana tiene lugar la 2ª sesión del 28º Congreso del Partido Obrero Húngaro (comunista): !Abajo la guerra! !Abajo la inflación! !Abajo el capitalismo!

Es el 28º Congreso porque se empieza a contar desde el 14º, que tuvo lugar en diciembre de 1989, en el que se decidió la fundación del partido. Fue el 14ª porque se considera el continuador del Partido Socialista Obrero Húngaro, que gobernó el país hasta 1989.

En 1989 tuvo lugar el 14º Congreso del PSOH, en el que los reformistas tomaron definitivamente el poder dentro del partido, lo cambiaron de nombre y de ideología (son ahora el Partido Socialista). A los comunistas no les quedó más remedio que marcharse del partido y fundar otro.

Pero consideran que ese 14º Congreso estuvo manipulado por los reformistas y por eso iniciaron la andanza del nuevo partido a partir de un nuevo 14º Congreso.

Volviendo al congreso actual, se va a elegir una nueva dirección del partido, que va a ser la misma, Gyula Thürmer, como presidente (casi escribo «secretario general», pero no).

Y no puedo decir más del tema porque no tengo más información, espero que la prensa del partido informe más en detalle. Si sé algo más, lo comento. Fuentes: https://1046.hu/2022/11/25/munkaspart-28-2-kongresszus-szombaton/ https://munkaspart.hu/mi-ti/7451-itt

3.La reforma agraria en Brasil

Si hace poco os pasaba unas declaraciones de Stedile, hoy vemos un artículo de Tricontinental sobre su organización, el MST, y la lucha por la tierra en Brasil, una de las asignaturas pendientes de Lula para la legislatura.

https://thetricontinental.org/es/dossier-27-tierra/

4.La China verde.

La fuente deja claro que es de parte, «Amigos de la China socialista», pero ofrece datos interesantes. Aunque el autor es Carlos Martínez, no he encontrado versión en español, así que la paso por el traductor. Una vez más, no incluyo las notas, que están en el artículo original: https://socialistchina.org/2022/11/23/china-is-building-an-ecological-civilisation/

5.El extractivismo explicado por John Bellamy Foster

Me ha gustado este artículo de Foster publicado en Monthly Review, aunque había aparecido previamente en Science for the People. Parte del artículo expone las teorías sobre el extractivismo del académico uruguayo Gudynas, unido a las aportaciones, que ya hemos visto en otros textos anteriores de Foster, sobre la acumulación originaria en Marx. No añado las notas, que se pueden encontrar en el artículo original: https://mronline.org/2022/11/22/extractivism-in-the-anthropocene/

El extractivismo en el Antropoceno

Por John Bellamy Foster (Publicado el 22 de noviembre de 2022)
Publicado originalmente: Science for the People en Volume 25, no. 2, Bleeding Earth (más por Science for the People) |
Ecología, Imperialismo, Marxismo, MovimientosRevista mensual EnsayosCaracterísticas

Durante la última década y media, el concepto de extractivismo ha surgido como un elemento clave en nuestra comprensión de la crisis ecológica planetaria. Aunque el desarrollo de las industrias extractivas a escala mundial ha sido parte integrante del modo de producción capitalista desde sus inicios, empezando por la expansión colonial del largo siglo XVI, esto adquirió una importancia mundial mucho mayor con la llegada de la Revolución Industrial de finales del siglo XVIII y del XIX, que marcó el comienzo de la era del capital fósil. Sin embargo, sólo con la Gran Aceleración, que comenzó a mediados del siglo XX y se extiende hasta el presente, la expansión cuantitativa de la producción mundial y de la extracción de recursos en particular condujo a una transformación cualitativa de la relación humana con el Sistema Tierra en su conjunto. Esto ha dado lugar a la época del Antropoceno en la historia geológica, en la que los factores antropogénicos (en contraposición a los no antropogénicos) constituyen, por primera vez en la historia de la Tierra, la principal fuerza de cambio del Sistema Tierra.1 En el Antropoceno, el extractivismo se ha convertido en un síntoma central de la enfermedad planetaria del capitalismo/imperialismo tardío, que amenaza a la humanidad y a los habitantes de la Tierra en general.

El Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno de la Comisión Internacional de Estratigrafía ha representado la Gran Aceleración de forma dramática en una serie de veinticuatro gráficos, cada uno de los cuales muestra una curva en forma de palo de hockey de la expansión económica, el agotamiento de los recursos y la sobrecarga de los sumideros planetarios, lo que representa una aceleración y un aumento repentinos del impacto humano sobre la Tierra, similar al famoso gráfico del palo de hockey sobre el aumento de la temperatura media global asociado al cambio climático2. Desde este punto de vista, se considera que la Gran Aceleración puso fin repentinamente a la Época Holocena de los últimos 11.700 años de historia geológica, dando paso a la Época Antropocena y a la actual crisis planetaria.

Investigaciones recientes han mostrado dos periodos distintos en los que el uso global de recursos (incluyendo toda la biomasa, los minerales, la energía de los combustibles fósiles y la producción de cemento) ha aumentado mucho más rápidamente que las emisiones globales de carbono; lo que puede caracterizarse como la primera (1950-1970) y la segunda (2000-2015) aceleraciones en el uso de recursos dentro de la Gran Aceleración en su conjunto.3 La primera aceleración de recursos está asociada a la rápida expansión económica de Norteamérica, Europa Occidental y Japón tras la Segunda Guerra Mundial; la segunda aceleración de recursos coincidió con el rápido crecimiento de China, India y otras economías emergentes a partir del año 2000. En el caso de los países capitalistas ricos o «economías desarrolladas», el uso de recursos per cápita ha tendido a estabilizarse en los últimos años, aunque se ha mantenido en niveles muy superiores a la sostenibilidad general desde la perspectiva de los límites del crecimiento. Sin embargo, gran parte de este aparente descenso en el uso de los recursos naturales se ha debido a la externalización de la producción industrial mundial al Sur Global, mientras que el consumo sigue estando muy concentrado en el Norte Global, impulsando un «modo de vida imperial».4 En 2016, el Informe sobre Flujos Mundiales de Materiales y Productividad de los Recursos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indicaba que «desde 1990 ha habido pocas mejoras en la eficiencia material global [es decir, la eficiencia en la extracción de materias primas]. De hecho, la eficiencia comenzó a disminuir alrededor del año 2000».5 La extracción mundial de materiales se triplicó en las cuatro décadas anteriores al informe de 2016.6 Estas condiciones han dado lugar a una aceleración de las presiones extractivistas en regiones clave de todo el planeta, especialmente en el Sur Global.

    Actualmente se está produciendo una amplia financiarización de la tierra, en la que las finanzas internacionales con sede en el Norte Global están asumiendo la mercantilización y la gestión de los servicios de los ecosistemas, principalmente en el Sur Global.

En muchos países del Sur Global, especialmente en América Latina y África, los productos primarios, incluyendo tanto la agricultura como los combustibles fósiles/minerales, dominan la economía de exportación, lo que recuerda a una época anterior, con porcentajes de productos primarios en las exportaciones del comercio de mercancías en 2019 tan altos como el 67 por ciento en Brasil y el 82 por ciento tanto en Chile como en Uruguay. En Argelia, la dependencia de las exportaciones de los combustibles fósiles es casi total, y ahora representa el 94 por ciento del valor de sus exportaciones de comercio de mercancías.7 En América Latina, en particular, la era de industrialización por sustitución de importaciones de los primeros años de la posguerra mundial, que promovió la manufactura, ha sido sucedida en la nueva era de extracción acelerada de recursos y por una nueva dependencia de los productos primarios, incluyendo tanto los bienes agrícolas como los combustibles/minerales. En 2017, las rentas de los recursos naturales (incluidos los minerales, el petróleo, el gas natural y las rentas forestales) representaron el 43% del PIB en la República del Congo.8 En África, el afán por los recursos y las nuevas tierras agrícolas ha impulsado vastas apropiaciones de tierras en todo el continente, lo que ha sido posible gracias al fracaso del proceso de descolonización a la hora de garantizar los derechos a la tierra de las poblaciones indígenas.9 En las naciones insulares de todo el mundo, los derechos de pesca y de recursos sobre vastos territorios oceánicos han sido cedidos a las corporaciones multinacionales a medida que los bienes comunes de los océanos están siendo explotados de forma intensiva.10 Las nuevas tecnologías han conducido a una carrera por nuevos minerales raros, como en el caso de la minería del litio.11 Actualmente está en marcha una vasta financiarización de la tierra, en la que las finanzas internacionales basadas en el Norte Global están asumiendo la mercantilización y la gestión de los servicios de los ecosistemas, principalmente en el Sur Global.12

Esta aceleración de la extracción de recursos y de las infraestructuras extractivas tampoco se limita a la periferia de la economía mundial capitalista. Estados Unidos es ahora el mayor productor de petróleo del mundo, así como el mayor consumidor. Hay 730.000 millas de oleoductos y gasoductos en todo el mundo, lo que equivale a treinta veces la circunferencia de la tierra. Sólo en Estados Unidos y Canadá hay unas 260.000 millas de oleoductos de combustibles fósiles, es decir, más de un tercio del total mundial.13 En Canadá, los productos primarios representaron en 2019 el 43% del valor de las exportaciones en el comercio de mercancías, mientras que en Australia fue el 81%.14

Las consecuencias ecológicas de todas estas tendencias son catastróficas, y se extienden desde la devastación de la tierra y las comunidades hasta el cambio climático y la destrucción de un planeta habitable para el ser humano. Cincuenta años después de que el Club de Roma publicara el informe Los límites del crecimiento, el agotamiento de los recursos sigue lo que denominó su amenazante «escenario estándar», con el resultado de que la propia existencia del planeta Tierra como hogar de la humanidad y de otras innumerables especies está amenazada.15

En América Latina, en particular, estas condiciones y sus efectos sobre el terreno han llevado al desarrollo del extractivismo como concepto crítico, que en los últimos debates teóricos ha adquirido a menudo un significado expansivo, abarcando amplios aspectos del capitalismo y las formas de explotación. Numerosos análisis académicos han tratado de extender la noción para dar cuenta de todo el conjunto de problemas económicos, políticos, culturales y ecológicos de la época moderna, desplazando en gran medida al propio capitalismo, abarcando cuestiones tan variadas como la modernidad, la violencia, la producción, la explotación, la destrucción del medio ambiente, la digitalización y los nuevos «conjuntos ontológicos». «16 Para estos pensadores, el extractivismo es visto como la fuente insaciable del impulso destructivo y no reproductivo de la modernidad capitalista para mercantilizar y consumir toda la vida y toda la existencia, lo que algunos teóricos denominan «extractivismo total» o el «devorador de mundos». Tales visiones terminan desplazando el concepto crítico de la acumulación de capital en sí misma, así como retirando la atención de las muy concretas luchas populares que ocurren a nivel de base contra los capitales extractivos.17

Por esta razón, Eduardo Gudynas, un destacado analista latinoamericano del extractivismo, ha insistido en que el concepto sea abordado en relación con los modos de producción/apropiación, dando al extractivismo un significado muy definido dirigido al desarrollo de una amplia crítica político-económica-ecológica. Gudynas se opone específicamente a lo que considera un enfoque académico poco riguroso que ahora propone «etiquetas vagas y ambiguas para el extractivismo, tales como ‘financiero’, ‘cultural’, ‘musical’ y ‘epistemológico'», creando infinitas fuentes de confusión y alejando el concepto de su base en la economía política y la crítica ecológica. «El extractivismo», escribe, «no puede ser utilizado como sinónimo de desarrollo o incluso de una economía primaria exportadora. No existe un desarrollo extractivista. … Los extractivismos … no dan cuenta de la estructura y el funcionamiento de toda una economía nacional, que incluye muchos otros sectores, actividades e instituciones».18

La propia teoría de los extractivismos de Gudynas, que será un punto central de lo que sigue, puede considerarse como surgida de la amplia tradición materialista histórica. Por lo tanto, para comprender la importancia de su trabajo, es necesario situarlo dentro de una tradición materialista histórica más amplia, que se remonta al análisis clásico de Karl Marx y Federico Engels, relacionado con las cuestiones de la apropiación/expropiación de la naturaleza, las industrias extractivas y la ruptura metabólica. De este modo es posible sentar las bases para una crítica del extractivismo en el Antropoceno.

Marx y la expropiación de la naturaleza

La noción de «industria extractiva» se remonta a Marx a mediados del siglo XIX. Marx dividió la producción en cuatro esferas: industria extractiva, agricultura, manufactura y transporte. La industria extractiva era considerada por él como el sector de la producción en el que «el material para el trabajo es proporcionado directamente por la naturaleza, como la minería, la caza, la pesca (y la agricultura, pero sólo en la medida en que comienza por romper el suelo virgen)».19 En general, Marx trazó una línea entre la industria extractiva y la agricultura, en la medida en que esta última no dependía de las materias primas de fuera de la propia agricultura, sino que era capaz de construirse desde dentro, dadas las características reproductivas de la agricultura, en contraposición a las no reproductivas. Esto, sin embargo, no le impidió, en su teoría de la ruptura metabólica, ver a la agricultura industrial capitalista como expropiadora, y en formas que ahora llamamos extractivistas.

Algunos de los comentarios más críticos de Marx con respecto al modo de producción capitalista se dirigen a la minería como la industria extractiva por excelencia. En su discusión sobre la minería del carbón en El Capital, vol. 3, trata el absoluto descuido de las condiciones de los mineros del carbón, lo que resulta en una pérdida media de vidas de quince personas al día en Inglaterra. Esto le llevó a comentar que el capital «despilfarra a los seres humanos, al trabajo vivo, más fácilmente que cualquier otro modo de producción, despilfarrando no sólo la carne y la sangre, sino también los nervios y el cerebro».20 Pero los efectos destructivos de la industria extractiva y del capital en general, para Marx, no se limitaban al despilfarro de la carne y la sangre, sino que también se extendían al despilfarro de las materias primas.21 Además, Engels, al escribir a Marx, discutió famosamente el «despilfarro» de los recursos de los combustibles fósiles, y del carbón en particular.22

En las entrevistas que concedió en respuesta a los movimientos radicales e indígenas contra el extractivismo, el presidente ecuatoriano Rafael Correa preguntó retóricamente «A ver, señores marxistas, ¿se oponía Marx a la explotación de los recursos naturales?». La implicación era que Marx no se habría opuesto al extractivismo contemporáneo. En respuesta, el economista ecologista Joan Martínez-Alier señaló el famoso análisis de Marx que indica que «el capitalismo conduce a una ‘ruptura metabólica’. El capitalismo no es capaz de renovar sus propias condiciones de producción; no repone los nutrientes, erosiona los suelos, agota o destruye los recursos renovables (como la pesca y los bosques) y los no renovables (como los combustibles fósiles y los minerales)». Sobre esta base, Martínez-Alier sostiene que Marx, aunque no vivió para ver el cambio climático global, «se habría puesto del lado de la Justicia Climática».23 De hecho, el extraordinario crecimiento de la crítica ecológica marxiana, basada en el análisis de Marx en El Capital del «lado negativo, es decir, destructivo» de la producción capitalista en su teoría de la ruptura metabólica, ha proporcionado al mundo una visión penetrante de todos los aspectos de la crisis planetaria contemporánea.24

    No sólo se reconocía la expropiación de la tierra y de los cuerpos en el análisis de Marx, sino que la propia tierra podía ser expropiada en el sentido de que no se mantenían las condiciones de su reproducción, y los recursos naturales eran «robados» o «despilfarrados».

La clave para un análisis materialista histórico del extractivismo es el análisis de Marx de lo que llamó «Expropiación Original», un término que prefería a lo que los economistas políticos clásicos-liberales llamaban «Acumulación Previa u Original» (a menudo traducido erróneamente como «acumulación primitiva»).25 Para Marx, la «llamada acumulación primitiva [previa]», como enfatizó repetidamente, no era acumulación en absoluto, sino expropiación o apropiación sin equivalente.26 Siguiendo el ejemplo de Karl Polanyi -y en línea con el argumento de Marx- también podemos referirnos a la expropiación como apropiación sin reciprocidad.27 La expropiación fue evidente en la violenta toma de las tierras comunes en Gran Bretaña. Pero «los principales momentos de la [llamada] acumulación primitiva» en la era mercantilista, que proporcionaron las condiciones para «la génesis del capitalista industrial», radicaron en la expropiación de tierras y cuerpos a través de la «conquista y el saqueo» coloniales de toda la zona exterior/periferia de la emergente economía mundial capitalista. Esto estaba asociado, escribió Marx, con «la extirpación, la esclavización y el enterramiento en minas de la población indígena» en las Américas, todo el comercio transatlántico de esclavos, la brutal colonización de la India y una fuga masiva de recursos/excedentes de las áreas colonizadas que alimentaron el desarrollo europeo28.

Para este análisis fue crucial la cuidadosa distinción de Marx entre la apropiación, entendida en su sentido más general, como la base de todas las formas de propiedad y todos los modos de producción, y las formas particulares de apropiación, como la expropiación y la explotación bajo el régimen del capital. Marx concibió la apropiación como una raíz de la libre apropiación de la naturaleza y, por lo tanto, como un prerrequisito material de la existencia humana, lo que condujo a la formación de diversas formas de propiedad, constituyendo la propiedad privada sólo una de ellas, que se volvió dominante sólo bajo el capitalismo. Este enfoque teórico histórico general dio lugar al concepto de Marx del «modo de apropiación» que subyace al modo de producción.29 Estas distinciones iban a desempeñar un papel importante en los escritos etnológicos posteriores de Marx, y su identificación con la resistencia activa a la expropiación de sus tierras por parte de las comunidades indígenas en Argelia y otros lugares.30

En el análisis de Marx no sólo se reconocía la expropiación de la tierra y de los cuerpos, sino que la propia tierra podía ser expropiada en el sentido de que no se mantenían las condiciones de su reproducción, y los recursos naturales eran «robados» o «despilfarrados».31 Este era el caso, en particular, del capitalismo, en el que la apropiación de la naturaleza adoptaba generalmente una forma clara y expropiatoria. En el análisis de Marx, la libre apropiación de la naturaleza por parte de las comunidades humanas, que constituía la base de toda la producción, se consideraba que se había metamorfoseado bajo el capitalismo en la forma más destructiva de «un regalo gratuito de la naturaleza al capital», que ya no estaba orientado principalmente a la reproducción de la vida, la tierra y la comunidad como un todo en gran medida indivisible, sino que se dedicaba únicamente a la valorización del capital32. El «robo» de la tierra y la ruptura metabólica -o la «ruptura irreparable en el proceso interdependiente del metabolismo social» entre la humanidad y la naturaleza- estaban, por tanto, estrechamente entrelazados.33 Aunque algunos teóricos contemporáneos han intentado definir el extractivismo en el sentido de la no reproducción de la naturaleza, es mucho más significativo desde el punto de vista teórico considerarlo en línea con la ecología marxiana en términos de lo que Marx llamó el robo o la expropiación de la naturaleza, de la que el extractivismo es simplemente una forma particularmente extrema y crucial.

Gudynas y el excedente extractivista

Estos fundamentos conceptuales que surgen de la crítica ecológica clásica de Marx nos permiten apreciar más plenamente las innovadoras ideas sobre el extractivismo que aporta Gudynas en sus Extractivismos. Un punto de partida crucial en su análisis es el concepto de modos de apropiación. En su obra pionera, Underdeveloping the Amazon, de mediados de la década de 1980, el sociólogo medioambiental Stephen G. Bunker introdujo el concepto de «modos de extracción» para abordar la cuestión de la industria extractiva y su carácter no productivo, contraponiéndolo al concepto más amplio de Marx de «modos de producción».34 Gudynas afirma que Bunker estaba, en general, en el buen camino. Sin embargo, a diferencia de Bunker, Gudynas no adopta la noción de modos de extracción. Tampoco mantiene la noción de modos de producción de Marx, argumentando inexplicablemente que el concepto de Marx ha sido «abandonado», citando al antropólogo David Graeber. Más bien, Gudynas recurre al concepto de «modos de apropiación», aunque parece desconocer la conexión teórica entre apropiación y producción y entre modos de apropiación y modos de producción que Marx había construido en los Grundrisse, y cómo esto se relaciona con la investigación marxiana actual sobre estas categorías.35

 Sin embargo, el enfoque de los modos de apropiación de Gudynas le permite distinguir entre la apropiación humana del entorno natural en general y lo que él denomina «modos de apropiación extractivistas», que violan las condiciones de reproducción natural y social.

Una de las preocupaciones centrales de la obra de Gudynas es la crítica a la renovada dependencia imperial en el Sur Global resultante del neo-extractivismo, planteando la cuestión de «desvincularse de la globalización» como quizás la única alternativa radical.

Gudynas define el propio extractivismo en términos de procesos que son excesivos según las tres características de: (1) indicadores físicos (volumen y peso); (2) intensidad ambiental; y (3) destino, considerándose el extractivismo como algo inherentemente relacionado con el colonialismo y el imperialismo, que exige que el producto se exporte en forma de productos primarios.36 No toda la apropiación de la naturaleza llevada a cabo por las industrias extractivas es extractivista. Esto es quizás más claro en su breve pieza, «¿Sería Marx un extractivista?» Escribiendo, como en el caso de Martínez-Alier, en respuesta a Correa, Gudynas afirma

Marx no rechazó la minería. La mayoría de los movimientos sociales no la rechazan, y si se escuchan con atención sus reclamos, se encontrará que están enfocados en un tipo particular de empresa: de gran escala, con enormes volúmenes removidos, intensivos y a cielo abierto. En otras palabras, no hay que confundir minería con extractivismo….Marx, en la América Latina de hoy, no sería extractivista, porque eso significaría abandonar el objetivo de transformar los modos de producción, convirtiéndose en un economista burgués. Por el contrario, estaría promoviendo alternativas a la producción, y eso significa, en nuestro contexto actual, avanzar hacia el postextractivismo37.

El extractivismo global actual, lo que Martín Arboleda ha llamado La Mina Planetaria, se identifica con el «capital monopólico generalizado» y las condiciones del «imperialismo tardío».38 Una preocupación central de la obra de Gudynas es la crítica a la renovada dependencia imperial en el Sur Global resultante del neo-extractivismo, planteando la cuestión de «desvincularse de la globalización» como quizás la única alternativa radical.39 Un punto de vista similar fue desarrollado con fuerza por James Petras y Henry Veltmeyer en su Extractive Imperialism, que describía el nuevo extractivismo como un nuevo modelo imperialista, que obligaba a los países a una nueva dependencia, cuyo terreno había sido preparado por la reestructuración neoliberal, que prácticamente había aniquilado muchas de las anteriores fuerzas de producción en la agricultura y la industria40.

Sin embargo, la contribución más importante de Gudynas es su intento de relacionar el extractivismo con el concepto de excedente, para explicar las pérdidas económicas y ecológicas asociadas a la dependencia de los modos de apropiación extractivistas. Para ello, se basa en el concepto de excedente económico desarrollado por Paul A. Baran en The Political Economy of Growth en la década de 1950, que fue diseñado para hacer operativo el cálculo de la plusvalía de Marx en línea con una crítica que tenía como criterio la planificación económica racional.41 Gudynas señala que en el concepto de excedente de Baran, de conformidad con la plusvalía de Marx, «la renta del suelo y el interés sobre el capital monetario» son componentes del excedente total en lugar de los costes de producción. Al introducir el concepto de excedente económico, Baran trató de revelar formas de plusvalía que eran, en la contabilidad capitalista, como dice Gudynas, formas encubiertas de «lo que es esencialmente una apropiación del excedente».42

Empleando esta idea, Gudynas trata de añadir a la dimensión económica o social del excedente, basada en la explotación del trabajo, dos dimensiones ambientales del excedente en el contexto de los modos extractivistas de apropiación. La primera de ellas, el excedente ambiental-renovable, se considera relacionada con la teoría clásica ricardiana-marxiana de la renta del suelo agrícola centrada principalmente en la industria renovable. Pretende captar el excedente no sólo asociado a las rentas de monopolio y, por lo tanto, integrado directamente en el cálculo económico, sino también, según Gudynas, abordar cómo los servicios de los ecosistemas, como la polinización, se apropian/expropian de forma extractiva. Gudynas indica que se crea un mayor «excedente monetizado» para las corporaciones al descuidar aspectos ambientales cruciales como la conservación del suelo y el agua, generando así un excedente artificialmente grande basado en la apropiación extractivista de los recursos renovables. Esto está relacionado con lo que Marx llamó el «robo» o expropiación de la tierra, parte de su teoría de la ruptura metabólica43.

La tercera dimensión del excedente (la segunda dimensión medioambiental), según Gudynas, es el excedente medioambiental-no renovable relacionado con los recursos no renovables, como los minerales y los combustibles fósiles. «La distinción clave aquí», escribe, «es que el recurso se agotará tarde o temprano, y por lo tanto el excedente capturado por el capitalista siempre será proporcional a la pérdida del patrimonio natural que no puede ser recuperado. Del mismo modo, el espacio ocupado por un enclave minero será imposible de utilizar para otro fin, como la agricultura». Cualquier excedente extractivista que se obtenga tiene que contraponerse a la pérdida de riqueza natural asociada al agotamiento de los recursos, algo que se disfraza con el empleo común del concepto de «capital natural», concebido hoy no, como en la economía política clásica, en términos de valor de uso, sino más bien, de acuerdo con la economía neoclásica, en términos de valor de cambio y sustituibilidad.44

La actual crisis ecológica planetaria debe ser vista en términos de la generación de una expropiación destructiva de la naturaleza, que necesita ser trascendida en el proceso de ir más allá del capitalismo.

En el materialismo histórico clásico de Marx y Engels, se adoptó un enfoque analítico muy similar con respecto a la expropiación de los recursos no renovables al presentado por Gudynas en su análisis del excedente ambiental-no renovable. Para Marx y Engels, la expropiación destructiva de los recursos no renovables no podía tratarse como un caso directo de robo, como en el caso del suelo, los bosques, la pesca, etc. De ahí que abordaran el extractivismo con respecto a los recursos no renovables bajo la rúbrica del despilfarro de dichos recursos, un concepto que se utilizó especialmente en relación con la expropiación avariciosa de los minerales y los combustibles fósiles, en particular el carbón, pero que también se aplicó a los «sacrificios humanos» extremos en las industrias extractivistas, relacionados con lo que hoy en día se denomina a veces la «grieta corpórea». «45 La relación del capitalismo con los recursos tanto renovables como no renovables se consideraba así, en la perspectiva materialista histórica clásica, como algo que apuntaba a la expropiación destructiva de la tierra, ya fuera como el «robo» o el «despilfarro» de la naturaleza, un enfoque que se corresponde estrechamente con las dos formas de apropiación/expropiación del excedente extractivista de Gudynas.

El enfoque de Gudynas de lo que él llama el «excedente extractivista» asociado a sus dos dimensiones ambientales del excedente pretende abarcar las externalidades, destacando el hecho de que el «excedente real» apropiado -para usar los términos de Baran- es, en algunos casos, artificialmente alto, en relación con un «excedente planificado» más racional, ya que no tiene en cuenta el agotamiento de los combustibles fósiles y otros recursos naturales46. Este enfoque básico se emplea en el resto del análisis de Gudynas para abordar las luchas sobre el terreno en torno a esta sangría de las economías extractivistas, y la relación de ésta con el imperialismo tardío, que lleva a cabo dicha sangría a escalas cada vez mayores en detrimento a largo plazo de las economías periféricas (o semiperiféricas, es decir, emergentes) relativamente dependientes. Como argumenta en Extractivismos, esto se convierte en última instancia en una cuestión de «extractivismo y justicia».47

El extractivismo y la crisis del antropoceno

Dado que el Antropoceno, aunque todavía no es oficial, se ha definido como aquella época en la que los factores antropogénicos, y no los no antropogénicos, son por primera vez en la historia geológica las principales fuerzas que determinan el cambio del Sistema Tierra, está claro que el Antropoceno continuará mientras sobreviva la civilización industrial global. La actual crisis del Antropoceno, definida como una «grieta antropogénica» en los ciclos biogeoquímicos del Sistema Tierra, está estrechamente asociada al sistema de acumulación de capital y está apuntando a la sociedad hacia un evento de extinción del Antropoceno.48 Para evitarlo, la humanidad tendrá que trascender la «sociedad acumulativa» dominante impuesta por el capitalismo.49 Pero no habrá una salida progresiva del propio Antropoceno en el futuro concebible, ya que la humanidad, incluso en un modo de producción socialista ecológicamente sostenible, seguirá estando en el filo de la navaja, dado el actual estadio de desarrollo económico y tecnológico a escala planetaria, y el hecho de que habrá que tener en cuenta los límites del crecimiento en la determinación de todas las futuras vías de desarrollo humano sostenible.

Fue el reconocimiento de estas condiciones lo que llevó al geólogo español Carles Soriano, escribiendo en Geologica Acta, a proponer lo capitaliano como nombre de la primera edad geológica de la época del Antropoceno.50 Según esta perspectiva, la actual crisis ecológica planetaria ha de verse en términos de generación de una expropiación destructiva de la naturaleza, que ha de ser trascendida en el proceso de superación del capitalismo y de la Edad Capitaliana. Otros han propuesto, de forma independiente, el nombre de Era Capitalina para esta nueva era geológica, al tiempo que apuntan a la noción de una Era Comunitaria -que significa comunal, comunidad, bienes comunes- como la futura era geológica del Antropoceno que debe crearse en coevolución con la naturaleza, con un «gran climaterio» en este sentido que se producirá necesariamente a mediados del siglo XXI51.

En el presente siglo, la lucha contra la expropiación capitalista de la naturaleza y, en particular, contra el extractivismo que domina cada vez más nuestro tiempo -junto con la lucha contra el propio sistema acumulativo actual- debe ser prioritaria a todos los niveles y en todas las formas de lucha social. En la perspectiva materialista histórica clásica, la producción en su conjunto, no sólo la industria extractiva, sino también la agricultura, la industria manufacturera y el transporte, debe ser confrontada, con el fin de trascender las contradicciones de la acumulación de capital de clase. En este sentido, las ideas de la amplia tradición materialista histórica son cruciales. Como observó Marx

Dado que el trabajo real es la apropiación de la naturaleza para la satisfacción de las necesidades humanas, la actividad a través de la cual el metabolismo entre el hombre y la naturaleza está mediado, negar la capacidad de trabajo de los medios de trabajo, las condiciones objetivas para la apropiación de la naturaleza a través del trabajo, es negarla, también, de los medios de vida. La capacidad de trabajo desprovista de los medios de trabajo y de los medios de vida es, por tanto, la pobreza absoluta como tal52.

Hoy nos enfrentamos a un problema aún mayor, derivado de éste, ya que la desnaturalización del trabajo como mediador directo del metabolismo entre la humanidad y la naturaleza, y la sustitución del capital en este papel mediante su control de las condiciones objetivas de la apropiación de la naturaleza, ha supuesto, con el crecimiento de la acumulación, la destrucción de los medios de vida en el conjunto del planeta. La única respuesta es la creación de una forma superior de sociedad en la que los productores asociados regulen directa y racionalmente el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza, de acuerdo con las exigencias de su propio desarrollo humano en coevolución con el conjunto de la tierra.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

6.Disidencias ortodoxas.

El libro me ha llamado la atención por la foto de portada, obviamente. A pesar del título, según el hilo se dedica básicamente a los ‘prosoviéticos’, oséase, a algunos de nosotros. ;-D

Fuente: https://twitter.com/ciruela_negra/status/1596207936602509317

El propio autor, respondiendo al hilo, dice esto:

«El libro se adentra en lo que tanto los medios periodísticos y los eurocomunistas etiquetaron como corriente «prosoviética». La propuesta de disidencia ortodoxa es una categoría construida para tratar de explicar un conflicto que fue fundamentalmente identitario.»

7.Opinión sobre las acciones ecologistas «contra las obras de arte»

Lo hemos comentado por aquí en varias ocasiones. ¿Provocan estas acciones un rechazo de sectores que de otra forma aprobarían las propuestas de los que participan? Los estudios parecen indicar que sí. Cabe recordar que los que lo hacen conocen los riesgos, pero consideran que no se trata de ganar un «concurso de popularidad». Además, tanto la fuente -Maldita.es, esos que supuestamente desmienten bulos- como los autores del estudio, la Universidad de Pensilvania, no sé si son muy fiables. Además, solo son datos de los EEUU, ese sumidero del planeta.

https://www.climatica.lamarea.com/efecto-acciones-contra-obras-de-arte/

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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