Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda.
1. Resistencia y revolución en Palestina.
2. La creación de Tanzania.
3. La India de Modi.
4. El Colador de Hierro en el norte de Israel.
5. Estamos a punto.
6. Quiero y no puedo.
7. La apropiación por la derecha de la «soberanía alimentaria»,
8. La ralentización de la AMOC se acelera, valga la paradoja.
9. Capitalismo y emigración.
1. Resistencia y revolución en Palestina
Un elemento más en el debate de Palestina y los movimientos antiimperialistas mundiales.
Resistencia palestina y movimientos antiimperialistas por Jacques Bonhomme
1. Por qué resiste Palestina
¿Por qué resiste Palestina? Esta es la pregunta que, resurgiendo de un viejo título, se hacen muchos de nosotros. El viejo título, vale la pena volver a él, era el de un pequeño volumen sobre la larga y agitada historia anticolonial del pueblo vietnamita, escrito por Jean Chesneaux. La misma cuestión después de sesenta años, con otros lugares y otro pueblo, con un pueblo, el palestino, que ya se reflejaba en el pueblo vietnamita, como de hecho en los de África y América Latina; la misma cuestión, ciertamente, pero con un mundo en el que las restauraciones parecen haber tomado el relevo de las revoluciones que entonces sacudieron y golpearon la cadena imperialista mundial y que en la multiplicación de Vietnam tuvieron su metafórica consigna. Y es una cuestión, además, que reúne los mundos complementarios de las masas metropolitanas de Occidente, desarmadas por la quiebra tecnológica de los lugares de unidad de clase, y de los pueblos de las periferias coloniales, a los que también les fueron arrebatados los proyectos de liberación del siglo pasado, esos proyectos que primero fueron interrumpidos y sofocados por una contrarrevolución imperialista mundial y que posteriormente, o a veces simultáneamente, fueron desarticulados por el neocolonialismo.
La pregunta, por tanto, reúne a la humanidad explotada, desvalorizada y rechazada -los subhumanos de Sartre, para ser precisos- y hace escuchar de nuevo las viejas voces en las nuevas, abre una perspectiva sobre las fuerzas que, en contextos históricos cambiantes, revigorizan constantemente las luchas antiimperialistas. Por último, esta pregunta, como ocurre en toda buena filosofía, inicia una indagación y exige repeticiones y continuaciones, y, sobre todo, no exige una respuesta que contenga elementos firmes e inequívocos, ya que éstos, mientras los aviones israelíes bombardean rabiosamente a los palestinos y a sus fedayyin, no son asibles.
Lo que puede surgir de las palabras «¿Por qué resiste Palestina?» no es más que una larga e intrincada reflexión, y es por esta reflexión por la que queremos empezar. La pregunta que hemos formulado y formulamos es, por tanto, un comienzo.
Empecemos por un flagrante antagonismo de clase y de «valores»: el Estado israelí es militarmente poderoso, étnicamente rígido y dinámico en los intercambios capitalistas mundiales, vehicula inversiones biomédicas, participa con éxito en los flujos financieros de Occidente y, no sin beneficio, proporciona -y ha proporcionado- asesoramiento, entrenamiento y tecnología militar a una vasta clientela de camarillas de torturadores, naturalmente casi siempre guardianes de los intereses occidentales; el pueblo palestino, por el contrario, está, en su mayor parte, desarraigado y vigilado, sobrevive a duras penas como reserva de mano de obra extraterritorial, se las arregla con los restos de una tierra condenada a la aridez por el control israelí de las redes de agua, recibe limosnas de los refugiados, sus escasos hospitales -incluso antes de convertirse en el objetivo favorito de la aviación israelí- eran incapaces de ayudar a una población pobre y perseguida; pero este pueblo dio origen a una Resistencia armada que, a partir del período del mandato británico, pasó por las más duras penurias, renaciendo de las masacres y asedios que marcaron su dolorosa trayectoria. El antagonismo aquí delineado es tan extremo, pero también tan típico -tan típico, en cierto sentido- que ha quedado profundamente impreso en el imaginario social de pueblos y clases de todo el mundo. Cuando, pues, entre estos dos polos sociales, la tensión se precipita -como hoy- hacia el genocidio, hacia un genocidio sufrido por los «condenados de la tierra» a manos de un Estado militarista, capitalista y racista, entonces la solidaridad de masas rodea a los palestinos y el Estado sionista se convierte en el emblema de la agitación neocolonialista del planeta. Por eso Palestina se ha convertido en el mundo.
Lo pequeño se hace grande, los palestinos, en una época de diásporas poscoloniales y de atomización social, recapitulan el sufrimiento, el terror y el gesto indestructible de rebelión de pueblos y clases mutilados, pero no rotos por las nuevas formas del capitalismo. Éstas, articuladas en torno a la especulación de todos los elementos de la reproducción social, hasta la vida y el medio ambiente, amplían también indefinidamente las líneas de expansión del imperialismo, en las que -como es bien sabido- culminan las reestructuraciones capitalistas. En efecto, en estas reestructuraciones se muestra -como rasgo típico de la producción para el intercambio- la tendencia imperialista a rebasar sin tregua sus propios límites y todos los límites. El gigantismo imperialista de los EE.UU. se deriva de estos mecanismos, y su doppelgänger a escala regional, el Estado sionista, también está constituido, en lo que a su organización económico-militar se refiere, de la misma manera. El gigante imperialista, sin embargo, se vuelve frágil frente a una víctima que sabe transformarse en enemigo político del agresor colonial, que sabe transformarse en un partisano con su propio campo de acción, con un vínculo envolvente con el pueblo, y que es capaz, como partisano de una guerra anticolonial de liberación, de suscitar una solidaridad internacional activa, empujando a otros grupos a la lucha, con su propio ejemplo y sus propios símbolos, por objetivos a la vez diferentes y convergentes. La resistencia anticolonial y la revolución socialista se convierten entonces en una secuencia plausible y, después de todo, la inversión de la relación entre lo pequeño y lo grande, entre el pueblo y el mercado mundial, entre el partisano y los ejércitos armados de la metrópoli, hizo escribir a Mao que el imperialismo es un «tigre de papel».
Esta dialéctica histórica, de la que las vicisitudes de la Revolución china son la base social y material, y que puede tomarse fácilmente como una importante clave interpretativa, nos permite comprender el eco mundial que hace cincuenta o sesenta años tuvo la larga historia de la liberación de Vietnam, que pasó, como Palestina, por dos imperios coloniales, de hecho por un imperio colonial y un sistema neocolonialista. Pero el eco que Vietnam tuvo entonces, parece haberlo tenido hoy en Palestina, una Palestina herida pero incólume, que tiene a sus espaldas una historia no menos larga y no menos instructiva.
Precisamente de esta historia de la Resistencia palestina se desprende un hecho crucial, un punto de inflexión decisivo sobre el contenido de clase de las agrupaciones fedayyin: la ruptura, desencadenada por la acción, los programas y el arraigo social de estas agrupaciones, del complot entre los notables palestinos y los círculos nacionalistas de la Liga Árabe (en particular los llamados «progresistas»), complot destinado a establecer, desde arriba y en el contexto de las relaciones de clase existentes, una organización política y militar palestina. Esta O.L.P. exclusivamente escenificada acabó en una estéril maniobra diplomática y desapareció a principios de los años 60, cuando los fedayyin, desde el interior de la sociedad palestina, en medio de masas de refugiados, campesinos pobres y asalariados a medio trabajar, crearon la O.L.P. reconocida y pusieron en uso común la palabra al-Muqawwama, Resistencia. El Vietcong, junto con el F.L.N. argelino, trazó el camino para los combatientes palestinos, y mientras el pueblo de Vietnam se enfrentaba y mantenía en jaque a la superpotencia imperialista que había continuado la dominación francesa por otros medios, la sugestiva imagen de Palestina como «Hanoi árabe» fue ampliamente utilizada.
Todo esto, por supuesto, iba mucho más allá del internacionalismo proletario de los partidos que hacían y deshacían las «Internacionales» en circunstancias incongruentes, pues en las luchas armadas del llamado Tercer Mundo contra las potencias coloniales o neocoloniales, no había coordinación, centralización ni constricciones, sino perspectivas comunes, concatenaciones e interacciones de iniciativas, con efectos cruzados y metamorfosis distantes. En efecto, de la conferencia de Bandung al discurso del Che Guevara en Argel, del panafricanismo al cerco de la metrópoli imperialista rodeada por la inmensa periferia colonial, evocada por Mao y Lin Piao, un nuevo internacionalismo tomó cuerpo, y en su horizonte se anudaron y disolvieron muchas alianzas heterogéneas, con filiaciones alejadas en el tiempo y en las coyunturas revolucionarias. Rizomáticamente.
El punto de inflexión histórico de la Resistencia palestina se produjo en ese contexto, y en él, en las relaciones e influencias que allí se desarrollaron, al-Muqawwama encontró su lugar y creó su identidad. De hecho, la Resistencia socavó los planes de Israel para el ordenamiento administrativo, las deportaciones y los estatutos de apartheid de la población palestina que habían sido desarrollados y en parte iniciados por Ben Gurion y sus colaboradores desde la década de 1950. El destino que parecía aguardar al pueblo palestino, tras el huracán de limpieza étnica que siguió a la nakbah de 1948, era el de una fragmentación y dispersión de los habitantes de Palestina en una casuística de vigilancia, encarcelamiento y reasentamiento, enmarcada en una variedad de regímenes de confinamiento y expulsión derivados de los lugares de desembarco de los refugiados o de asentamientos anteriores. Así, mientras los palestinos que permanecían en territorio israelí estaban sometidos hasta 1966 a las obligaciones y el acoso de la vigilancia militar, y mientras la diáspora estallaba en dirección a Cisjordania, Gaza, Líbano y Jordania, los palestinos de los campos de refugiados, de los que el Estado sionista pretendía erradicar cualquier esperanza de retorno, estaban amenazados de reasentamiento. Libia y Somalia habían sido, en la década de 1950, algunos de los destinos elegidos por los gobiernos israelíes y, para llegar a esta solución, habían intervenido mediadores italianos de la administración fiduciaria de la ONU; después, en 1956, mediante el apoyo de Ben Gurion al ataque anglo-francés a Suez, la franja de Gaza fue ocupada por las FDI -junto con el Sinaí, devuelto posteriormente a Egipto- y el desplazamiento de los refugiados de esa tierra se convirtió en el problema más acuciante de la limpieza étnica israelí.
El pueblo palestino, por tanto, iba a quedar reducido a miembros dispersos, a agrupaciones desarticuladas y desarraigadas, en una Palestina que Israel estaba equipando para una futura ampliación. La O.L.P. de notables no pudo detener esta desintegración. En cambio, la primera hazaña histórica de la O.L.P. de los grupos guerrilleros fue impedir este colapso político de los palestinos unificándolos mediante una educación cultural anticolonialista, capaz también de hacer uso de la «propaganda fáctica», importante legado de las primeras aventuras revolucionarias del siglo XIX.
Después de eso, la Resistencia palestina se convirtió en una parte decisiva de la agitación anticolonial mundial, y estuvo sobreexpuesta a todas las maniobras, todas las trampas y todos los intentos de liquidación final que el bloque imperialista podía desplegar. La guerra civil en Líbano fue su sangriento teatro, con dos masacres de refugiados palestinos en dos momentos dramáticos de la guerra, Tell al Zatar, en 1976, y Sabra y Shatila, en 1982. Los tremendos golpes asestados a los refugiados fueron un ataque indirecto, solapado y cruel contra el O.L.P., para sembrar el terror entre su pueblo. Al fin y al cabo, toda la campaña bélica que la camarilla Begin-Sharon llevó a cabo en Líbano, en connivencia con las bandas de falangistas cristiano-maronitas, perseguía este objetivo: así, espantosas desertificaciones y bombardeos terroristas se sucedieron sin pausa en las zonas de Beirut más habitadas por los palestinos, con decenas de miles de víctimas. Los palestinos, sin embargo, no se doblegaron, ni retrocedieron, pues pocos años después comenzó una gran intifada, duradera y metódica, audaz y paciente, y sobre todo mucho más madura que las que habían respondido al robo mercantil de tierras y a la violencia organizada de los colonos durante el Mandato británico.
Pero después de Sabra y Shatila, en los años de la intifada, las relaciones de poder entre las clases y movimientos anticoloniales, por un lado, y los centros metropolitanos de poder económico y militar, por otro, estaban cambiando, y la gran burguesía monopolista y financiera estaba poniendo en marcha nuevos mecanismos de asimilación y dominación, tanto en el seno de las sociedades occidentales, donde la fábrica fordista se deshacía en empresas generalizadas, como en los espacios de las luchas de liberación antiimperialista, donde muchos movimientos se hundían en las arenas movedizas de los nacionalismos regresivos. En esta coyuntura adversa, el movimiento palestino también se desarticuló, se envolvió en malentendidos y cayó en involuciones moderadas, a las que se vio arrastrado Fatah, la formación de la Resistencia más estrechamente vinculada a la burguesía de la emigración palestina y a los restos de los antiguos notabilistas. El intento de apaciguamiento ante el rey Hussein de Jordania y luego, más tarde, elapaciguamiento de los acuerdos de Oslo fueron una pendiente ruinosa, a partir de la cual la unidad y el radicalismo de la Resistencia quedaron comprometidos; y por muy tarde y ambiguamente que Arafat intentara salir de la trampa en la que se había metido, el dispositivo que había construido debía generar la ANP o, más exactamente, debía generar el retorno de los notabilizados en la nueva figura de una burocracia servil a Israel. Las sacudidas de dignidad de hombres como Marwan Barghuthi y algunos grupos disidentes de Al Fatah, que reanudaron la lucha armada aislados y en una situación de desorientación general, no lograron impedir el hundimiento de una organización que a estas alturas ya estaba desintegrada por la estrategia de desgaste de Israel y sus aliados y protectores. La imagen sombría y estremecedora de este declive es la de Arafat encarcelado en su cuartel general de Cisjordania, mientras los habitantes de Yenín son destrozados por los blindados y las excavadoras israelíes. En cierto modo, la soledad de Arafat, que para Deleuze era una nota de carácter trágico, se ha resuelto en un doble engaño, el del viejo enemigo y el de sus compañeros de lucha, que se han deslizado hacia una especie de «colaboracionismo».
Sin embargo, las fluctuaciones, los movimientos diplomáticos precipitados y moderados, y los guiños a la pax americana de una parte de la O.L.P después de los años ochenta, que siguieron a las redadas, asedios y masacres sufridas en Líbano por el pueblo y las fuerzas militares palestinas, no empañaron la imagen de la Resistencia palestina como encrucijada de las tensiones «tercermundistas», como amplificador simbólico de los impulsos y amarguras, de los avances y derrotas, de todas las insubordinaciones anticoloniales del planeta. De un modo ahora atenuado, casi tácito, el Hanoi árabe sobrevivió en Palestina y siguió siendo la respuesta a una forma de colonización totalmente peculiar. La desconcertante peculiaridad de la colonización de Palestina fue, de hecho, una duplicación, y al mismo tiempo una dúctil modulación, de dispositivos imperialistas consolidados de apropiación de hombres y territorios, para absorber esa tierra en el «Gran Juego» de intereses, necesidades energéticas, alianzas y jerarquización racial de Occidente.
Por esta razón, dos tipos de colonialismo se encuentran allí, bien imbricados el uno en el otro: el colonialismo de asentamiento, del que las instituciones sionistas y los cuerpos militares fueron el detonante y el Estado de Israel el motor; y el colonialismo de acumulación capitalista, en sus dos versiones históricas, la británica de administración directa y la estadounidense de mercado combinado con control estratégico. Así, en Palestina, el sistema capilar de segregaciones, corredores, barreras, rutas electrónicas y permisos o prohibiciones discrecionales da expresión territorial a un panóptico racial que, al tiempo que disuelve la tierra bajo los pies de sus habitantes, y luego difunde los productos agrícolas de esta tierra en el mercado mundial, transforma a una parte de sus habitantes en asalariados precarios e infravalorados, mientras que la otra parte, al fracasar el plan de deportaciones a África o Irak, es abandonada a la miserable condición de refugiados. Mientras tanto, Israel se ha convertido en un motor mundial de inversiones en tecnologías para el montaje de armamento y ha asumido para sí, gracias a un flujo financiero masivo, la tarea estratégica de la protección militar de los intereses comerciales y energéticos occidentales en la zona. De este modo, el «Gran Juego» ha fusionado lo viejo y lo nuevo, y la expulsión de las poblaciones, junto con la manipulación de las estructuras sociales del país, ha preparado una reorganización capitalista de la producción y el comercio. No es de extrañar que este ‘Gran Juego’ comenzara con el mandato británico, y que en sus inicios giraran una importante mediación de los Rothschild, el engaño británico a Feisal y a los viejos aliados árabes locales, un pacto de partición entre Inglaterra y Francia y, por supuesto, el saqueo de T.E. Lawrence. El fantasma de Kipling’, parafraseando.
Primero Inglaterra y luego Estados Unidos. No se trata sólo de una sucesión histórica, ya que Estados Unidos y el Estado de Israel se parecen en algunos aspectos de sus respectivas historias coloniales. Los palestinos son los indios de Israel», escribió Deleuze en los oscuros días de la catástrofe libanesa, sugiriendo la misma naturaleza social -la del «capital» que se sale de sus propios límites- en los exterminios y guetos de los pueblos nativos en la frontera norteamericana y en los exterminios y guetos en Palestina. De hecho, tanto en una como en otra, la «misión civilizadora» de la colonización, la «carga del hombre blanco» es incluso silenciada; para ambas, la medida de todo reside en el «derecho incondicional» a la tierra y, con diferentes justificaciones religiosas, en las empresas económicas que abre, como destino y elección exclusivos. Por eso, el sionismo político -muy diferente del minoritario y derrotado sionismo cultural- tiene en su interior un núcleo puritano que deforma racialmente y corrompe radicalmente todas las tradiciones del judaísmo. Por eso también el sionismo ha llenado perfectamente el papel que los equilibrios geopolíticos de dos imperios le prepararon, el de pivote del reordenamiento colonial de Oriente Medio tras las dos grandes guerras imperialistas del siglo XX.
Esta raíz racista del sionismo pone de manifiesto, por el contrario, el rasgo universalista de la lucha de liberación anticolonial de los palestinos: «no somos un pueblo como los demás», proclama con orgullo Israel; «somos un pueblo como los demás, queremos serlo», responden los palestinos. La respuesta palestina, prevista en una Revue d’études palestiniennes, es, bien mirado, algo más que una oposición. Es, en realidad, un aspecto decisivo delethos de las revoluciones anticoloniales. En efecto, estas revoluciones encuentran inmediatamente, ya en la simple reivindicación de la independencia nacional, por tanto en la persecución de un objetivo histórico de las burguesías europeas, el terreno duro e impermeable de las relaciones de clase. En el horizonte que se abre a estas revoluciones, el paso de la nación al socialismo, y por tanto el resquebrajamiento, primero, y la ruptura, después, del bloque social que había dado a la cuestión nacional un contenido determinado y unos objetivos específicos, es un punto de inflexión que, cuando se produce, es el resultado de conflictos anteriores, y sus posibilidades dependen en gran medida de las intenciones, la composición social y el tipo de lucha de cada uno de los movimientos anticolonialistas. Las ramificaciones comerciales, militares y financieras de la metrópoli imperialista y de las burguesías nacionales tienden, de hecho, a ser cómplices, y sólo en períodos cortos, o en circunstancias que varían de una situación a otra, puede separarlas una oposición temporal. La contradicción interna en el seno del bloque económico y social de las clases dominantes, de la que ese contraste es un signo, depende de los factores que intervienen y que, en el mundo colonial, deben analizarse caso por caso, como advirtió Mao. La emancipación de los pueblos colonizados siempre ha caminado por el filo de la navaja, pero en este empeño, en el que sólo la concatenación de insubordinaciones podría romper los «eslabones de la cadena imperialista», cada pueblo, en cada período del enfrentamiento, pronunciaría las palabras de la Revue d’études palestiniennes: «somos un pueblo como los demás, queremos ser sólo eso». Las razones indestructibles de la Resistencia y, al mismo tiempo, del salto revolucionario de la Resistencia anticolonial, están contenidas en esas palabras, desnudas, secas y claras. También por ellas resiste Palestina.
Resistencia y Revolución Social, y luego, con articulaciones y mediaciones siempre por construir, también socialista, no son ciertamente una serie inseparable, pero pueden ser al menos un orden sensato. Y la tenacidad con la que la Resistencia palestina ha sido combatida por el imperialismo occidental y el Estado colonial israelí haría sospechar que este orden, del que un único Estado plurinacional es un requisito previo, siempre ha despertado en ellos un miedo obsesivo, relativo, por supuesto, a la continuidad del polifacético sistema de intereses y relaciones occidentales en Oriente Próximo. Se deduce fácilmente que este sistema es un sistema de desorden. O más bien -si se quiere evitar el oxímoron- un desorden sistemático, un método de desorden. El «Gran Juego» -británico, francés y estadounidense- ha sido capaz de construir, o intentar construir, su Oriente Próximo, con todas las artes y fuerzas del desorden, es decir, con todos los medios de la guerra, la política, las conspiraciones y, sobre todo, la economía capitalista (medio y fin al mismo tiempo), en su continuación circular y alternancia según las circunstancias, y mucho más allá de las inferencias que pueden extraerse de la vieja fórmula de Clausewitz; pero no ha sido capaz de reconciliarse, es decir, de domesticar y encuadrar en un marco neocolonial, a la Resistencia palestina, con su vía revolucionaria siempre abierta y siempre viable. En cierto sentido, el desorden de los imperialistas se vuelve contra ellos, aunque esta situación haga crecer su violencia de forma desproporcionada. El «tigre de papel» puede ser muy peligroso.
Quizá una anécdota vietnamita pueda darnos la clave de esta coyuntura: Ho Chi Minh, en Fontainebleau en 1946, dejó atónitos a los diplomáticos franceses que exponían un plan para mantener a Vietnam en la órbita de Francia, haciéndoles esta pregunta: «Pero, ¿la Unión Francesa es redonda o es cuadrada? Ho Chi Minh, manejando irónicamente la cosmología confuciana, en la que el círculo del cielo proyecta su armonía sobre el cuadrado de la tierra, dejando sus cuatro esquinas en desorden, pretendía desenmascarar y burlarse del engaño neocolonialista, carente de armonía y, por tanto, alejado de toda igualdad. Volver la anécdota sobre Palestina pone inmediatamente un pie en el orden sensato que anuda firmemente la Resistencia y la Revolución. Sólo la descolonización sin restos de toda Palestina -como debía ocurrir y ocurrió con la reunificación de Vietnam- y no la continuación de las particiones, corresponde al círculo de Ho Chi Minh.
Considerada simplemente como una tarea, política y militar -y, más profundamente, social y cultural-, parece, y no puede dejar de parecer, poco realista, si se la compara con el poder abrumador del bloque imperialista occidental, que hace afluir inmensas riquezas a su plaza militar y económica de Oriente Medio. Si, por el contrario, la descolonización de Palestina se reubica en el contexto, al que pertenece históricamente, de ese movimiento mundial -un movimiento innegablemente policéntrico y rizomático- que a lo largo de casi todo el siglo XX hizo detonar juntos el panafricanismo y América Latina, el Extremo Oriente y las masas obreras de las metrópolis occidentales, entonces la descolonización de Palestina puede aparecer finalmente en la perspectiva de las metamorfosis y dispersiones de ese movimiento mundial. Y es ahí, es en esas vicisitudes y en esas derrotas, o en los retornos diaspóricos de revoluciones coloniales que acabaron en manos de las burguesías nacionales, o asfixiadas con maniobras y estrangulamientos económicos por coaliciones imperialistas, de vez en cuando dañadas por los programas anticoloniales más coherentes y radicales, es ahí donde hay que buscar el motor y la exigencia de una descolonización de Palestina, y es ahí donde se pueden ver hoy los signos de una solidaridad activa con su pueblo y su Resistencia. En Occidente, los símbolos de Palestina agitan a los estudiantes en las universidades, sacan a la calle a los trabajadores inmigrantes y aparecen en todos los lugares de confrontación social; en otros lugares, a las masas pobres aplastadas por el neocolonialismo, la Resistencia palestina ofrece la imagen de la redención; y además, en algunos Estados donde las burguesías nacionales no están completamente sometidas a las instituciones financieras del bloque capitalista occidental, y donde, durante períodos más o menos largos, la descolonización ha sido impedida por la complicidad entre esas burguesías y la metrópoli imperialista euro-estadounidense, el genocidio de los palestinos estalla con el llamamiento político que la Resistencia hace en todo el mundo. Cuando medimos la fuerza histórica de la Revolución Palestina, debemos elegir la escala adecuada, que es la de la perspectiva, la de una perspectiva llevada por líneas de separación y de lucha que atraviesan la época y el mundo. Hoy, de hecho, es ahí donde se sitúa la historia de Palestina. Y esto parece confirmar la paradójica teoría maoísta del tigre de papel imperialista. Esta es también la razón por la que Palestina resiste.
2. Por el reconocimiento político de la Resistencia Palestina
En casi toda Europa Occidental, y por tanto en la Europa atrincherada en la OTAN, la desaprobación de la devastación, los asesinatos en masa y el terror sin fin de los que Gaza es el sangriento teatro, ha atraído una simpatía generalizada hacia los palestinos, con la desconcertante excepción de Alemania. Además de esa parte de las sociedades occidentales que promueve y anima las marchas, ocupaciones y guarniciones, también hay amplios sectores de la población que muestran sincera simpatía por los palestinos, pero sólo, o principalmente, como víctimas. Sin embargo, en el contexto general de las muchas y variadas acciones colectivas que se refieren unas a otras y se suceden a lo largo del tiempo, una carencia, si se advierte, no puede pasar desapercibida: falta la implicación ineludible de la figura central, o mejor dicho, del sujeto político consolidado de la historia revolucionaria del pueblo palestino, es decir, un apoyo declarado, pleno y motivado a la Resistencia palestina. Las referencias a la misma, cuando existen, son fugaces o rituales. Además, muchas asociaciones pertenecientes al ámbito del pacifismo moderado, asociaciones y grupos que participan con sincera convicción en las movilizaciones, repiten las condenas genéricas de la guerrilla palestina consagradas en los panfletos de los comandos atlánticos. De tales reparos y reticencias se deriva una tarea estratégica decisiva para los movimientos antiimperialistas: empujar la amplia solidaridad moral y humanitaria con los palestinos hacia una salida política.
Un paso importante en esta dirección concierne al papel que hay que asignar a la Resistencia palestina y, por tanto, a su redescripción como sujeto histórico y político de una revolución anticolonial modulada en las escalas temporales heterogéneas y multilaterales de las convulsiones que, a partir de la primera mitad del siglo XX, pusieron en ebullición las periferias de la metrópoli imperialista, dividida entonces por las rivalidades imperiales que se descargaron destructivamente sobre Europa. Pero para esta redescripción se necesita una consigna, es decir, la identificación de una tarea que una y suelde, dentro de su campo de significados, una contingencia -la situación en la que nos encontramos- y una necesidad -la génesis remota y multiforme de los problemas en los que estamos atrapados-. De hecho, dentro de una consigna exitosa siempre hay una teoría: las «tesis de abril» están dentro de «todo el poder a los soviets». El gran ejemplo, no debe intimidar, más bien, debe instruir, debe invitarnos a buscar consignas y, por supuesto, a esforzarnos por explicarlas. Así, para nuestro problema, es decir, para la valorización política de la Resistencia palestina como sujeto revolucionario, una consigna adecuada podría ser ésta: «Reconocimiento político de la Resistencia palestina». Pero, ¿por qué reconocimiento? ¿Qué reconocimiento? ¿Quién debe reconocer? ¿Cómo?
El reconocimiento es una condición de la lucha y no el cese de la lucha, como comúnmente se cree según los códigos burgueses de la diplomacia. Puede ser la resolución de la lucha; pero en esta resolución la enemistad no ha sido anulada, ya que el reconocimiento no es amor y en él, incluso cuando es recíproco y se ha producido la conciliación, la forma social, más o menos jurídica, que lo recubre revela una continuación de la lucha por otros medios. Este carácter de reconocimiento apareció en la modernidad europea con la filosofía de Hegel, y no cabe duda de que ilumina en gran medida las vicisitudes de la lucha de clases. Las máscaras y los autoengaños que distorsionaban y mistificaban la condición colonial a los ojos del colonizado y del colonizador también se rompieron en el duro metal de la lucha por el reconocimiento, cuya topografía relativa a ese contexto fue reconstruida por Frantz Fanon. Así, la rebelión del colonizado, en la medida en que lleva en sí el «deseo» de reconocimiento, no es una demanda de reconocimiento que pueda, o deba, ser satisfecha por una actitud respetuosa del otro, por la cortesía del colonizador, o por una ley del gobierno colonial o metropolitano, ni tampoco es la adquisición o conquista de derechos, o de derechos en sentido amplio; sino que es una declaración de enemistad absoluta -por utilizar el vocabulario de Carl Schmitt-, una declaración que eleva al colonizado, deshumanizado o infantilizado por el colonizador, a la humanidad que se enfrenta a la lucha, a una lucha del hombre con el hombre. Por ello, el reconocimiento de la Resistencia palestina sitúa, o podría situar, como objetivo general, nuestro tenaz compromiso de apoyar y acrecentar su representatividad política del pueblo palestino, ignorada o negada en solidaridad sólo con las víctimas, y de alimentar, a través de dicha representatividad, la confluencia cada vez más conspicua de las masas desposeídas del Tercer Mundo y de las luchas sociales en Occidente bajo símbolos palestinos.
Existe, sin embargo, otro tipo de reconocimiento que requiere nuestra atención y nuestros esfuerzos. Y es el retroceso de los gobiernos occidentales en la prohibición, y posterior represión legal, de las formaciones, tanto laicas como musulmanas, que integran la coalición de la Resistencia Palestina. La importancia de este objetivo no depende de su naturaleza jurídico-constitucional, de su carácter de derecho político, enmarcado en principios constitucionales liberal-democráticos; pero sí depende del grado de aprobación popular alcanzado por la lucha armada de los fedayyin, e inversamente del alcance de la protesta contra la destrucción neocolonial de la sociedad palestina. El reconocimiento legal sería, en este caso, la salida de una lucha; pero al mismo tiempo se convertiría también en el catalizador de esta lucha. De hecho, rompería los diques de la conciencia ideológica de nuestras sociedades; y también se enfrentaría decisivamente a esa singular «mala fe» que tiene sus piedras angulares en la edulcoración humanitaria de la cruel violencia de los ricos y en la -paralela- amplificación deshumanizadora de la trágica violencia de los pobres. Las reticencias, vergüenzas y silencios que rodean al nombre de los guerrilleros palestinos, y que ahora hacen impronunciable la palabra fedayyin, son un claro signo de esta escisión. Así lo confirma la inhibidora mitología negativa que se ha creado en torno a la Resistencia palestina desde la década de 1960; Esta mitología, similar a la que durante una larga fase del capitalismo industrial retrató al proletariado como la clase peligrosa, ha conocido los fantasmas raciales desatados por las guerras de liberación en el Tercer Mundo, y se ha nutrido de un imaginario histórico antiárabe de origen remoto, aunque en gran medida refrescado, en el siglo XX, por los acontecimientos de dos «países alegóricos» del desafío anticolonial a Occidente, Argelia y Palestina. Semejante legado de representaciones, en el que fluyen continuamente las manipulaciones propagandísticas del complejo militar-periodístico, plantea la necesidad de un gesto contrahegemónico. Agitar por el «reconocimiento» político y legal de la Resistencia Palestina puede convertirse en este gesto; y, al mismo tiempo, puede iniciar una Revolución Cultural.
La Resistencia palestina y la Revolución palestina, en este sentido, se apoyan la una en la otra, y un vínculo más las inserta en una concatenación mundial de frentes de lucha y de solidaridad movilizadora, y las injerta tanto más profundamente cuanto más la Resistencia se hace representativa de perspectivas de liberación social y política que van más allá de la dimensión nacional. Sólo en esta maduración de la Resistencia en Revolución, sólo en esta dialéctica histórica que sabe ver la Revolución ya en marcha en la Resistencia, puede surgir el sujeto político que el reconocimiento insta y proclama. Pero esta tarea recae sobre todo en los movimientos o acciones de masas que surgen y crecen en Occidente. El reconocimiento de los luchadores palestinos que Israel persigue y encierra en cárceles de máxima seguridad, y castiga además con represalias, expropiaciones y expulsión de familiares, es una ayuda material a la Resistencia y es también, al mismo tiempo, una Revolución Cultural que quiere introducir en una Europa que redescubre las diferencias de clase, un espejo anticolonialista capaz de despertar, en esas diferencias, un retorno de la conciencia. En este sentido, se hace ineludible, al menos como problema a abordar, un giro en el comportamiento político y en la actitud intelectual de los comités e iniciativas de apoyo a la Resistencia palestina, por lo demás minoritarios dentro de la vasta protesta contra el genocidio y de las redes de apoyo a las víctimas. Este punto de inflexión, del que una apuesta decidida por el «reconocimiento» podría ser una enérgica tracción, y sin duda también el impulso para una Revolución Cultural, reside en el esfuerzo por llevar al dominio público los orígenes, la parábola, las ideas y las intenciones de las organizaciones que componen el heterogéneo bloque de la Resistencia palestina, pues de la comprensión de las relaciones mutuas de estas organizaciones, así como de sus respectivos papeles en la historia de Oriente Próximo, se derivan las perspectivas de revolución anticolonial que transmite dicha Resistencia. Así pues, parece muy deseable un ferviente debate que, en lugar de girar en torno a temores, reservas y jeremiadas sobre el dominio de Hamás, se centre en las cuestiones que se desprenden del actual aterrizaje y configuración de la alineación de la Resistencia palestina. Nuevas atenciones podrían pasar a primer plano, y deberían traer a escena la composición social de la Resistencia palestina, pues es esta composición la que, si bien abre el camino a una descolonización plena de Palestina, muestra al mismo tiempo sus impedimentos. Entre éstos, el más tenaz y adverso es, sin duda, el carácter esquivo -casi una falta de fisonomía- de la «burguesía nacional» palestina.
Las burguesías nacionales son el escollo latente de las revoluciones anticoloniales, tanto antes como después de la independencia política. Frantz Fanon, con aguda alarma, advirtió a los movimientos y nuevos gobiernos del Tercer Mundo contra las consecuencias neocoloniales de los negocios que, durante el período de las administraciones europeas de África, habían reunido y asentado los grandes intereses locales en torno a las estructuras y poderes de la metrópoli imperialista. La ruina del panafricanismo se debió también a los tráficos que las burguesías poscoloniales, atraídas por intermediarios y fondos financieros, habían alimentado con creciente codicia, entregando así sus países – naturalmente con algunas excepciones y durante períodos más o menos largos – a los mecanismos imperialistas depredadores, desde las maniobras de endeudamiento de los Estados poscoloniales hasta las estrategias de inversiones occidentales. Y esto no basta, pues la complicidad de las burguesías nacionales con el viejo colonialismo armó contrarrevoluciones sangrientas incluso en el curso de la lucha anticolonial, como ocurrió, por limitarnos sólo a África y a un caso ejemplar, en el Congo de Patrice Lumumba. Incluso sin mencionar las burguesías compradoras de los últimos siglos latinoamericanos, cuya historia es absolutamente peculiar -por las herencias de la «conquista», las camarillas militares, la propiedad de la tierra y la dependencia orgánica de Inglaterra y, sobre todo, de Estados Unidos-, las burguesías nacionales se ven invariablemente arrastradas, aunque en momentos diferentes, a la órbita del imperialismo. Esta es, por tanto, la razón que nos impulsa, con toda la cautela que exigen los diferentes contextos históricos y geográficos, a investigar la ubicación, los intereses y la función de una burguesía palestina apenas visible.
El elemento social más característico de esta burguesía es su escasa relación con las zonas sometidas a vigilancia, asedios, castigos colectivos y la continua reorganización militar del territorio. Esta burguesía suele establecer actividades comerciales o empresariales en el extranjero, principalmente en los países del Golfo y en Europa; además, un gran componente de ella está incluido en las profesiones liberales y las universidades. Su influencia en los territorios se mediatiza a través de los canales del comercio y la ayuda, a través de los organismos internacionales y las oficinas de la ANP, cuya burocracia forma parte de esta burguesía. En la génesis histórica de esta clase, las dinastías familiares que en la época del Mandato Británico monopolizaban los cargos civiles y religiosos desempeñaron un papel importante, y las notabilidades locales más estratificadas contaron mucho como contrapartida de estas autoridades sociales. Sin embargo, las migraciones de los grupos de población menos pobres, tras las repetidas limpiezas étnicas, también desempeñaron su papel en la formación de una burguesía palestina.
Las clases trabajadoras, en cambio, residen permanentemente en los territorios o, en menor medida, en Líbano y Jordania. De una pequeña burguesía de artesanos y agricultores autónomos, a menudo separados de su pequeña parcela por las barreras electrónicas diseminadas de un extremo a otro de Cisjordania, pasamos a los suburbanitas, los trabajadores de la construcción y la agricultura, los jornaleros que cruzan los puestos de control y, por último, los refugiados. Esta masa de población constituye una doble periferia, suburbana -hasta la extrema y desmesurada densidad de población de la Franja de Gaza- y colonial. El Estado de Israel -fusión bifronte y monstruosa de neocolonialismo económico y colonialismo de colonización- aparece así como la miniatura de la metrópolis imperialista cercada por las guerras de liberación de los pueblos colonizados. La famosa transposición maoísta del espacio geográfico y social de la revolución china a los levantamientos anticoloniales parece concentrarse, a una escala inusitada, en Palestina.
Esta composición de clase participa de diversas maneras en los grupos de la Resistencia. La burguesía, sin embargo, se divide entre la ANP y Hamás, aunque lo haga sin entrar en la confrontación política; pues, en este terreno, la burguesía sólo se interesa por los movimientos de Resistencia en relación con las oportunidades económicas e institucionales que podría ofrecerle en el futuro una sociedad palestina proyectada -por supuesto dentro de la soberanía de un Estado palestino- en amplios circuitos comerciales. En comparación con la emergente composición de clase del entramado social palestino, las franjas disidentes de Fatah y Hamás han permanecido mudas durante mucho tiempo, y hoy, mientras la aviación israelí prende fuego con fósforo blanco a los palestinos de Gaza y sus ciudades, es impensable que esta vertiente crucial de la revolución anticolonial palestina recupere una preeminencia que, en lo que respecta a esas organizaciones, no tenía antes.
En cambio, las relaciones de clase, y los programas sociales relacionados con ellas, se consideraron decisivos en los días del O.L.P., y este enfoque reaparece hoy en la única formación de resistencia palestina que ha sobrevivido a la disolución del O.L.P.; es decir, reaparece, junto con el objetivo de un único estado plurinacional que es su condición, en las intenciones, programas y estrategia del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). El paso de la lucha por la independencia nacional a la transformación de las bases sociales del mundo colonial era, para Fanon, la única defensa contra el retorno del imperialismo a través de los mecanismos del mercado mundial. Y era necesario no retrasar esta transición; sabemos, de hecho, que este retraso perdió a Lumumba. Nuestra lucha por el reconocimiento político de la Resistencia palestina, si quiere plantear ideas y debates en colisión con la retórica de Oslo y la fraseología vacía de la Hoja de Ruta, si quiere ser una Revolución Cultural que desenmascare la pax americana en Oriente Próximo, debe ahondar en los hechos y en la historia de Palestina y de los movimientos de liberación que la han seguido, para comprenderlos, evaluarlos y apoyarlos con el debido discernimiento. Así, al tiempo que profesamos un apoyo activo e incondicional a toda la Resistencia palestina, no podemos cejar en nuestros esfuerzos por hacer visible su potencial revolucionario y, como la otra cara de la moneda, identificar sus vínculos con la burguesía nacional y los notables religiosos allí donde se encuentren. Redescubrir la memoria del Hanoi árabe forma parte de ese esfuerzo.
3. ¿Qué Palestina?
Si nos fijamos en Lenin y en los eslabones de la cadena imperialista, es decir, si nos fijamos en esta señal topográfica de las fortalezas y debilidades del imperialismo, Palestina adquiere la apariencia de una frontera o, más bien, de un caso anómalo, ya que resulta difícil establecer si Palestina es, como periferia colonial, un eslabón débil, o si es, como metrópoli, un eslabón fuerte. De hecho, en Palestina existen ambos espacios, ambas geografías, ambos mundos. Y, lo que es más, estos mundos sociales son adyacentes y su complementariedad es, al mismo tiempo, una relación de clase, donde el paso de la riqueza es desnudo, extremo y visible, aunque el Estado de Israel funcione con la acumulación capitalista y, por tanto, multiplique esa riqueza en el comercio mundial. La Palestina ocupada y colonizada es un eslabón débil, pero el eslabón fuerte no está lejos, pues el colono o la calle con escaparates a poca distancia del muro, son ya el eslabón fuerte. Las rupturas del eslabón débil, en la metáfora de Lenin, coincidieron con revoluciones en países semicapitalistas (como la Rusia zarista) o coloniales, mientras que las rupturas del eslabón fuerte serían, si tuvieran un curso victorioso, las revoluciones europeas de principios de la posguerra. Por lo tanto, no es arbitrario preguntarse qué repercusiones tendría una revolución anticolonial en Palestina, ya que no cabe duda de que tal revolución, para no dejar en pie los poderes políticos y militares del colonialismo y romper los cimientos económicos del neocolonialismo en auge -ambos encarnados masivamente en las instituciones y estructuras de Israel-, tendría que descolonizar toda Palestina y disolver así el Estado sionista.
Si se analiza más detenidamente, no se trata en absoluto de un resultado impensable. De hecho, tiene a su favor la fuerza de las circunstancias o, más exactamente, la confluencia objetiva de factores importantes. En resumen, el enfrentamiento ha alcanzado tales formas y dimensiones y, en este enfrentamiento, los colonizados han adquirido una capacidad de lucha tan tenaz y decidida que todo el montaje colonial de Palestina se ha visto sacudido hasta sus raíces; Siempre ha sido, a los ojos de los palestinos, un cruel y patético «teatro del absurdo», con todas sus divisiones territoriales, las antiguas y las nuevas, con todas sus fronteras, trazadas y retrazadas con sangre y terror, con todos los lugares prohibidos, con todas las pérdidas irreparables, con los lazos rotos y los recuerdos destrozados. Los palestinos rechazan este pasado y quieren recuperar su mundo, mientras que el Estado de Israel no puede corregirse sin renegar de sí mismo, es decir, no puede salir de los mecanismos que hacen de él un sistema colonial. Esta situación cuestiona, una vez más, a Lenin, ese Lenin que en la contradicción entre la negativa de las clases dominadas a vivir como antes y la imposibilidad para las clases dominantes de actuar como antes, vio el signo seguro de una situación revolucionaria incipiente. Palestina está atravesada y atormentada por la misma contradicción descubierta por Lenin, por muy diferentes que sean las clases dominantes de la periferia colonial de las clases dominantes de la metrópolis industrial, discernible en las palabras del revolucionario ruso. El hecho de que en los espacios de las ocupaciones coloniales y de los flujos económicos neocoloniales, el proletariado irrumpa en las luchas con el disfraz de pueblo, de pueblo desgarrado, connotado por las demarcaciones segregativas de la distribución territorial de la explotación, de hecho no desvirtúa una contraposición que, en sus rasgos históricos generales, circunscribe fuerzas y factores recurrentes en estados de crisis potencialmente revolucionarios. Salta a la vista que tal descripción refleja muchas situaciones típicas de las relaciones de clase en Palestina. Esto invalida inflexiblemente la «solución de los dos Estados», puesto que tal proyecto ya no tiene asidero en la coyuntura histórica; por mucho que, como medida defensiva, esa fórmula siga siendo arrojada al cubo de la basura propagandística incluso por los grupos mayoritarios de la Resistencia palestina. En cambio, el resultado actual de la lucha que se desarrolla en Palestina desde hace más de un siglo, y a la que hoy el Estado colonial israelí responde de la manera más sangrienta y extrema, deja entrever una perspectiva, y esta perspectiva es la descolonización radical.
Por el contrario, la llamada «solución de los dos Estados», si se examina en sus aspectos pragmáticos, revela inmediatamente una falta de realismo, naturalmente si se la cuestiona, como suele ocurrir en los movimientos antiimperialistas, con la astuta intención de proporcionar a los palestinos un lugar seguro, frente a un exterminio de proporciones sin precedentes. La falta de realismo radica en la pretensión alardeada de un Estado palestino reducido a los muñones de los territorios ocupados, ahora reducidos a detritus de territorio, de un Estado vigilado por su poderoso vecino, probablemente mediante trabas y protecciones de todo tipo, de un Estado incrustado en las servidumbres del mercado mundial y relegado al papel de maquiladora de Oriente Medio. Además, ¿qué cohabitación concordante y pacífica podría establecerse en Palestina si este vago Estado palestino temiera a la potencia nuclear vecina, que comercia tecnología militar y ayuda a la contrainsurgencia con todos los turbios esbirros del consorcio imperialista euroatlántico? La provocación retórica inherente a la pregunta nos da una idea de la utopía abstracta que representa la fórmula diplomática de los dos Estados, que pasa por alto en silencio la disparidad de fuerzas entre un Estado colonial ya establecido y ocupante, así como encrucijada capitalista de intercambios económicos y estrategias bélicas, y un Estado por construir donde el colonizador desearía desalojar. Frente a todo esto, mantenerse firmes en la revolución anticolonial, haciendo todos los repliegues necesarios, nos parece la línea de acción más realista.
Incluso los ecos que el mensaje de liberación de la Resistencia palestina pueda tener en las clases más pobres de la sociedad israelí son más bien débiles. Éstas, sin embargo, están muy lejos de los movimientos pacifistas tímidos y moderados, o incluso hostiles hacia ellos. Al fin y al cabo, estos movimientos nunca han realizado gestos llamativos ni actos incisivos. Siempre se han limitado a denunciar las campañas militares más agresivas, los asentamientos y las represalias, pero nunca han hecho la vista gorda ante la Resistencia palestina. Sus denuncias han oscilado a menudo entre una posición fielmente institucional -como la de Paz Ahora, que sigue los pasos de Sharett, hombre de gobierno y prudente opositor a Ben Gurion- y algunos intentos de colaboración con los moderados de Al Fatah, emprendidos por Gusch Shalom en nombre de los programas que, bien manipulados por la diplomacia estadounidense y los gobiernos israelíes, desembocaron en los Acuerdos de Oslo. El discurso antiimperialista nunca ha penetrado en estos movimientos pacifistas, mientras que ha pasado de largo la insípida ideología que envuelve el llamado «proceso de paz», acrónimo que ha acompañado a las mediaciones estadounidenses en Oriente Próximo desde sus primeros pasos, dados por William Rogers, Secretario de Estado en la administración Nixon. Pero si la conciencia de la base colonial del Estado sionista nunca se abrió paso en esos grupos de oposición israelíes, la fuerza y la tenacidad de esa supresión remiten a la estructura socio-racial de la sociedad israelí, que vela las separaciones y las barreras entre los grupos que la componen. Es difícil que una sociedad así, encauzada por un Estado que canaliza su reproducción y persigue tenazmente todo inconformismo, salga de las fobias racistas, en este caso predominantemente antiárabes, defendiéndose de las fronteras trazadas por las diplomacias estadounidense e israelí. Parece más sensato combatir esas fronteras y unir a los hombres, porque sólo los hombres podrán descubrir y combatir la irracionalidad de esas fronteras, y sólo los hombres podrán «reconocerse» mutuamente.
Mucho menos entreguista y menos inconsciente que el pacifismo israelí más reciente fue, desde los años del Mandato Británico, el movimiento pacifista cultural Brit Shalom, nacido de una corriente minoritaria, universalista y profética del sionismo y marginado inmediatamente por el sionismo político de la colonización. Aunque fue un movimiento que no consiguió gran número de seguidores, su influencia en el debate internacional sobre la situación en Palestina no fue modesta, gracias en parte a las ideas y el carisma de los hombres que lo promovieron, hombres como el rabino Judah Magnes, admirador de Gandhi y figura destacada de la Universidad de Jerusalén, y el escritor, filósofo y teólogo Martin Buber. Este grupo hizo campaña resueltamente a favor de una Palestina árabe-judía y luchó firmemente por un único Estado binacional; una lucha que se hizo cada vez más difícil y solitaria en los años en que, bajo el manto de la partición de Palestina, la ONU avaló las ocupaciones y apropiaciones sionistas, y las bandas Irgun y Stern desataron el terror que desembocaría, con la participación de todas las unidades militares sionistas, en las limpiezas étnicas del 48. El grupo Brit Shalom agitó las aguas y lanzó denuncias: así, aquellos sombríos y sangrientos comienzos del Estado de Israel suscitaron críticas a sus planes y métodos por parte de destacados intelectuales judíos. Pero luego todo se calmó y las «geometrías» del neocolonialismo organizaron el espacio geográfico de un nuevo control, esta vez ordenado sobre un eje estadounidense. Tras la fundación del Estado de Israel y la desaparición de Magnes, el proyecto de Brit Shalom llegó a su fin, sin novedades ni consecuencias importantes. De hecho, ese proyecto, de naturaleza predominantemente cultural y ética, carecía de base social en las clases populares, tanto árabes como judías, es decir, carecía de conexión con los palestinos que sufrían los traumáticos golpes de la colonización, y carecía también de conexión con las masas pobres y desarraigadas de la emigración judía. La generosa lucha del Brit Shalom tropezó y cayó en sus fronteras de clase; pero fue capaz de alzar la voz contra la usurpación territorial perpetrada por el Estado sionista.
El régimen de apartheid que, en los territorios ocupados, se articula a través de interdicciones, accesos filtrados, salvoconductos tecnológicos, coches y gente por todas partes haciendo cola para los controles, distribuciones espaciales y todas las casillas de un espacio sometido al panóptico de la «mayor cárcel del mundo», es replicado, dentro de las fronteras del Estado sionista, por otro apartheid, ciertamente más suave, y que opera a través del sindicato estatal, la Histadrut, los privilegios étnicos y una división social del trabajo que crea guetos: De este apartheid han sido y siguen siendo víctimas los mizrachi. Los mizrachi, es decir, los judíos que emigraron a Israel procedentes de países árabes, se unieron, en esta condición de parias, a los palestinos residentes en territorio israelí, para quienes se promulgó un estatuto de vigilados tras la limpieza étnica de 1948. Sin embargo, la discriminación contra los mizrachi erigió, según el típico cliché étnico de la modernidad capitalista, la explotación de clase sobre el desprecio racial, y los mizrachi se convirtieron en mano de obra barata, confinados en zonas de viviendas pobres y precarias y expuestos a los abusos y prevaricaciones de los grupos asquenazíes dominantes. Ésta y otras divaricaciones étnicas y, al mismo tiempo, sociales se han acumulado en Israel desde su fundación -o incluso desde la década de 1930, desde el periodo del activismo pionero de las organizaciones sionistas-, pero no han provocado tensiones sociales duraderas, ni siquiera cuando han generado una marginación llamativa y humillante de los grupos subordinados. El único levantamiento de los mizrachi, desgraciadamente minoritario, se produjo a principios de los años setenta y dio lugar a un movimiento, principalmente de jóvenes, que, muy significativamente, se autodenominó «Panteras Negras». Luego, los mizrachi fueron absorbidos por el mismo viento de restauración que soplaba en Occidente, y hoy están aturdidos por el nacionalismo y la religión. Las diferencias de clase dentro de Israel se han vuelto mudas. Sólo la desintegración de la arquitectura étnica del Estado israelí podría volver a darles voz.
Una Palestina libre debería coincidir con una Palestina descolonizada, y su aparición, sus condiciones materiales y culturales, sus problemas más controvertidos y, al mismo tiempo, sus posibilidades más o menos imprevisibles no pertenecen a una praxis actual, sino a la perspectiva a la que toda praxis se asoma, a la perspectiva de la que ninguna praxis puede prescindir, como enseñan no sólo todas las teorías del marxismo revolucionario, sino también el ideal de sabiduría de Aristóteles. Pero de esta perspectiva, el epicentro de la lucha de liberación en Palestina, la Resistencia Palestina, aunque sabe mucho más que nosotros, aunque la ha construido, no puede enunciar ni explicar sus razones sin temer que las mistificaciones y los estereotipos racistas de todo tipo la deformen, y sin arriesgarse a represalias contra su propio pueblo. Por lo tanto, de la deseable Revolución Cultural que los movimientos antiimperialistas pueden iniciar y dirigir en el seno de las masas occidentales, implicadas en las protestas contra el genocidio de Gaza, también forma parte la insistencia en la perspectiva de la Revolución Palestina. Perspectiva que emerge -o puede hacerse emerger- de las ideas y acontecimientos de la Resistencia palestina, de la condensación de las «prácticas» y «tecnologías» del poder colonial en el Estado sionista -por utilizar una vez más la terminología de Foucault- y de una estrecha y necesaria comparación entre la lucha de liberación palestina y las que se han desarrollado en algunas de las Revoluciones anticoloniales del Tercer Mundo. Así, a la «cuestión» palestina vuelven todas las dimensiones y todas las profundidades históricas que muchas crónicas demasiado apresuradas tienden a pasar por alto.
Es todo esto lo que lleva a imaginar una Palestina sin el Estado israelí, sin un Estado en el que hayan arraigado los «dispositivos de gubernamentalidad» coloniales y neocoloniales destinados a reproducir todas las más elaboradas distribuciones territoriales de pueblos y clases y, al mismo tiempo, todas las más ensayadas jerarquías administrativas de las relaciones étnicas y de clase. La perspectiva de la Resistencia palestina, considerada en ese movimiento dialéctico que muestra su latente y progresivo devenir revolución anticolonial, aparece plenamente visible en el punto crucial señalado por una Palestina unificada, plurinacional y gravitando sobre las masas «desheredadas», sobre esas masas desheredadas que para Fanon debían ser las primeras beneficiarias de la descolonización. Todas las formas de democracia que puedan vislumbrarse, desearse y preconcebirse para Palestina, si no quieren convertirse en las democracias puramente electorales del amo occidental, deben basarse en esos requisitos fundamentales que, bien mirados, son el resultado de la educación política impartida por una durísima lucha anticolonial. Nuestras movilizaciones antiimperialistas desempeñan un papel no marginal en este choque mundial, en el que, por otra parte, también están en juego la devastación social, los presupuestos de guerra y la militarización urbana y escolar de las metrópolis occidentales, donde no es fácil hacer que el antagonismo proletario y el antagonismo de los colonizados se hagan eco mutuamente. No es fácil, pero es lo que está ocurriendo hoy: el pueblo palestino, que, como el vietnamita, lucha en medio del exterminio que le apunta, ha paralizado al enemigo, mediante su Resistencia, y, al mismo tiempo, ha lanzado, en todo Occidente, en los guetos urbanos y entre los inmigrantes, entre los obreros y entre los trabajadores precarios, los parados y los estudiantes, un llamamiento a la toma de conciencia social, histórica y de clase. Y en los antiguos países coloniales, donde la descolonización se había detenido o había terminado en las arenas del neocolonialismo, sonó la alarma. Se tradujo en iniciativas que contribuyeron a aislar aún más al Occidente imperialista. No hay que sobrestimar ni subestimar los conflictos y contradicciones que surgen o se revelan en nuestro tiempo. Cuando hay tantas ramas muertas en el suelo, una chispa puede encender toda la pradera, escribió Mao.
2. La creación de Tanzania
Otro episodio histórico de las independencias en África: la formación de Tanzania y la oposición del líder de Zanzíbar Abdulrahman Mohamed Babu. https://afriquexxi.info/
Tanzania. Babu y la independencia confiscada de Zanzíbar
Historia– Poco después de la independencia de Tanganica y Zanzíbar, los dos países se unieron en abril de 1964 para crear la República Unida de Tanzania. Sesenta años después, esta unión sigue siendo disputada. Entre los férreos opositores de entonces se encontraba el líder zanzibari Abdulrahman Mohamed Babu, destacado activista durante las luchas por la independencia.
El 26 de abril, la República Unida de Tanzania celebró su sexagésimo aniversario. La unión entre Tanganica y el archipiélago de Zanzíbar, dos Estados que se independizaron el 9 de diciembre de 1961 y el 10 de diciembre de 1963 respectivamente, fue formada con la mayor discreción por Julius Nyerere y Abeid Karume, y ha sido impugnada desde entonces. En Zanzíbar, una gran parte de la población considera estas celebraciones anuales como un duelo interminable por su soberanía. El líder nacionalista Abdulrahman Mohamed Babu (1924-1996)1, cuyo papel fue crucial en la lucha por la independencia de Zanzíbar, se sintió traicionado por esta unión, que se selló mientras él se encontraba fuera del país.
Poco conocido en Francia, Babu es, sin embargo, una figura progresista y antiimperialista que desempeñó un papel clave en el panorama político de África Oriental en la década de 1950. Nacido en 1924 en el sultanato árabe de Zanzíbar, entonces bajo protectorado británico, creció en Malindi con su tía, tras haber perdido a sus padres a una edad temprana. Como ocurre con muchos zanzibaríes, los orígenes geográficos de su familia son múltiples. Su padre procede de una familia de eruditos religiosos de origen swahili y hadramí (Yemen), mientras que su madre es de ascendencia árabe con una bisabuela oromo (Etiopía). En 1951, Babu se marchó al Reino Unido, donde se interesó por el anarquismo, el marxismo y el socialismo. Entró en contacto con el movimiento comunista británico y pronto se implicó en el panafricanismo.
En Londres, se convirtió en secretario del Comité de África Central y Oriental del Movimiento por la Libertad Colonial del Reino Unido, bajo la dirección del laborista Fenner Brockway2. Trabajó con numerosos intelectuales africanos: el ghanés Douglas Rogers, que llegaría a ser director de la Africa World Review, el keniano Joseph Murumbi, el escritor sudafricano Peter Abraham, el futuro presidente de Malawi Hastings Banda, el panafricano George Padmore (Trinidad y Tobago), el keniano Mbiyu Koinange, representante del movimiento Mau Mau en el Reino Unido, la escritora Doris Lessing (Rodesia del Sur, actual Zambia) y muchos otros. En 1954, con amigos de Sierra Leona y Nigeria, lanzó también una de las primeras revistas mensuales panafricanas, African Outlook, con el apoyo del fondo Canon Collins. También fue uno de los primeros redactores de la revista parisina Révolution afro-asiatique latino-américaine, junto con el abogado francés Jacques Vergès, el intelectual franco-egipcio Samir Amin y el periodista sudafricano Frene Ginwala (que llegó a presidir la Asamblea Nacional tras el fin del apartheid).
Antagonismos raciales manipulados
Cuando regresó a Zanzíbar en 1957, se convirtió en Secretario General del Partido Nacionalista de Zanzíbar (ZNP), el primer partido nacionalista, anticolonialista y antirracista de Zanzíbar. El ZNP reunía a personas de diversas tendencias políticas, desde la derecha monárquica, como su líder Ali Muhsin, hasta la izquierda marxista, representada por Babu. Inspirado por la experiencia de Ghana, Babu estaba convencido del valor de organizar un partido de masas. Sin embargo, el panorama político del archipiélago estaba plagado de tensiones y enfrentamientos raciales, hábilmente explotados por algunos de los miembros del partido antiárabe Afro-Shirazi3(ASP), la mayoría de los cuales habían emigrado recientemente del continente.
La creación de la ASP en 1957 contó con el apoyo de Nyerere y de la Unión Nacional Africana de Tanganica (Tanu). Poco después, la franja shirazista delASP en Pemba (la segunda isla más grande del archipiélago, al norte), donde la población negra estaba establecida desde hacía tiempo, se escindió para formar el Partido Popular de Zanzíbar y Pemba (ZPPP). Entonces, la franja derechista proárabe del ZNPP, representada por Ali Muhsin, explotó abiertamente los antagonismos raciales. Para Babu y sus camaradas, la posición antirracial y unitaria seguía siendo fundamental en la lucha por la liberación y la construcción de la nueva nación zanzibarí. En su opinión, la instrumentalización de los antagonismos raciales consiste sobre todo en fabricar «políticas del miedo» , basadas en particular en los legados de la sociedad esclavista, con el fin de descalificar a los oponentes y hacerse con el poder.
Más allá de Zanzíbar, los compromisos panafricanistas de Babu le llevaron a convertirse en secretario del Movimiento Panafricano por la Libertad de África Oriental y Central (Pafmeca), cuya conferencia inaugural se celebró en Mwanza, al norte de Tanganica, en septiembre de 1958. Fue allí donde Ali Muhsin y Abeid Karume acordaron trabajar por la unidad en las islas, para combatir las divisiones internas entre el ZNP y elASP. Unos meses más tarde, Babu acudió con otros africanos del Este, como Tom Mboya, de la Unión Nacional Africana de Kenia (Kanu) -el futuro presidente keniano Jomo Kenyatta estaba en prisión en aquel momento-, a la primera Conferencia de Todos los Pueblos Africanos (AAPC), celebrada en Accra en diciembre de 19584.
«Independencia por cualquier medio necesario «
De camino, hizo escala en el Congo Belga (más tarde República Democrática del Congo, RDC), donde conoció a Patrice Lumumba, todavía poco conocido en el África anglófona. Babu organizó con Kanu la asistencia del futuro Primer Ministro de la República del Congo (asesinado en 1961) a la conferencia organizada en la capital ghanesa. Lumumba fue la estrella de la reunión y permaneció varias semanas en Ghana invitado por Kwame Nkrumah.
En Accra, Babu convenció a los participantes de que la resistencia no violenta al colonialismo preconizada por Nkrumah era irrelevante. Junto con los líderes de África Oriental, Argelia y Frantz Fanon, hizo un llamamiento a otros países ya liberados para que apoyaran las luchas armadas de Argelia y Kenia, lo que influyó en una idea que se convirtió en eslogan, » Independencia por cualquier medio necesario» (que retomó Malcolm X en Estados Unidos, para pedir la liberación de los negros). También fue en Accra donde Ali Muhsin y Abeid Karume firmaron el «Acuerdo de Accra» a favor de la unidad de Zanzíbar, en una reunión con Kwame Nkrumah y George Padmore.
Como otros jóvenes radicales africanos, Babu también se vio influido por la revolución china de 1949, estudiando su filosofía política y sus fundamentos prácticos. Fue uno de los primeros nacionalistas independentistas invitados a China, en 1955, donde conoció a Mao Zedong, Chou En Laï y muchos otros. A continuación, se convirtió en el primer corresponsal en África Oriental y Central de la agencia de prensa Xinhua. Más tarde, estuvo en el centro del ambicioso proyecto de construcción del ferrocarril que uniría Tanzania y Zambia (Tazara).
Acusado de sedición y encarcelado
La aparente unidad de las fuerzas políticas se rompió poco después de la firma de los acuerdos de Accra: mientras Babu estaba en el extranjero, la franja shirazi del ASP formó el ZPPP. Bajo la influencia de su franja derechista, el ZNP no tardó en romper con el principio de unidad y aliarse con el ZPPP contrala ASP. El ZNP tomó un giro cada vez más derechista, que los británicos utilizaron para frenar la influencia de la izquierda radical. Durante las elecciones de 1961, las campañasdel ASP y el ZNP volvieron a estar cargadas de tensiones raciales. Estas tensiones culminaron en 1962 con la detención de Babu, que fue acusado de sedición y condenado a dieciocho meses de prisión. Ese mismo año, sin embargo, se le permitió asistir a la Conferencia Constitucional para la Independencia en Lancaster House, Londres, pero como observador (aún era Secretario General del ZNP) y esposado.
Cuando salió de la cárcel el 29 de abril de 1963, recibió el apoyo masivo de sus camaradas, los jóvenes y los sindicatos. Unas semanas antes de las elecciones de julio de 1963 (las últimas antes de la independencia), Babu fundó el partido Umma. Gran parte del ala izquierda del ZNP y sus juventudes, así como los sindicatos, se unieron a él.
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Entrevista con el líder zanzibari poco después de salir de la cárcel en 1978. RD/Maïlys Chauvin
Zanzíbar se independizó el 10 de diciembre de 1963. Se transfirió el poder al sultán y gobernó la alianza ZNP-ZPPP. Rápidamente dio un giro represivo con Ali Muhsin como ministro del Interior: reestructuración del cuerpo de policía, restricciones a los viajes fuera del archipiélago, limitaciones a la creación de partidos, ataques a la libertad de prensa, etc. Babu y sus compañeros formaron una alianza táctica con el ASP, el único partido de la oposición. Se propusieron formar una prensa de oposición creando la Organización de Periodistas de Zanzíbar. Pero el partido Umma fue prohibido el 6 de enero de 1964. Se registraron los domicilios de los dirigentes y, al día siguiente, un simpatizante de la policía advirtió a Babu de que iba a ser acusado de traición, cargo castigado con la pena de muerte. Babu abandonó Zanzíbar en canoa y se dirigió a Dar es Salaam.
Pocos días después, el 12 de enero de 1964, miembros de laLiga Juvenil Afro Shirazi, dirigidos por el ugandés John Okello, derrocaron al gobierno. Masacraron y deportaron a algunos de los habitantes árabes, mientras el sultán huía en barco. Los indios y comoranos que vivían en el archipiélago también fueron objetivo de los insurgentes. Karume, que había advertido a los británicos de posibles disturbios para eximirse de posibles responsabilidades, tomó sin embargo el poder como líder dela ASP. Miembros del partido Umma se unieron a él, con la esperanza de influir en los acontecimientos posteriores en una dirección socialista y antirracista. Bajo la presidencia de Karume se creó la República Popular de Zanzíbar y se pusieron en marcha reformas como la nacionalización y la redistribución de tierras. Babu fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores y Comercio.
Una oportunidad histórica perdida
Durante este periodo, estallaron revueltas en Dar es Salaam y en los países vecinos (Kenia, Uganda). En Dar es Salaam, el 19 de enero de 1964, pocos días después del golpe en Zanzíbar, se produjo un motín en el cuartel de Colito. Nyerere se atrincheró en la Casa de Estado y pidió la intervención militar británica para restablecer la situación. Para los diplomáticos estadounidenses, como Franck Carlucci, encargado de negocios en Zanzíbar y anteriormente presente en el Congo (donde la CIA había participado en elasesinato de Lumumba tres años antes), Zanzíbar representaba una amenaza comunista en África Oriental porque la revolución podía extenderse por toda la región5.
Nyerere recurrió a la ayuda del Fiscal General de Tanzania, un británico inspirado en el modelo de Irlanda del Norte, para preparar el texto de una unión entre los dos Estados independientes. Karume había planteado la cuestión en el Consejo Revolucionario de Zanzíbar. Un miembro del Consejo Revolucionario del partido Umma, Khamis A. Ameir, cercano a Babu, replicó que tal decisión debía tomarse por referéndum popular. Molesto por esta resistencia, Karume perdió los estribos y todos callaron. Prosiguió en solitario con el proyecto de la Unión y desarrolló una paranoia respecto a los miembros del partido Umma, más educados y mejor formados que él.
Los estatutos de la Unión fueron firmados por Nyerere y Karume el 22 de abril de 1964, sin que los dos pueblos hubieran sido consultados y mientras Babu se encontraba en Indonesia. Fueron ratificados por el parlamento de Tanganica, pero no por el Consejo Revolucionario, en aquel momento el único órgano legislativo de Zanzíbar. Los once artículos de los estatutos otorgaban poderes regios al «centro » , como lo llamaba Nyerere, es decir, Tanganica, y Zanzíbar quedaba relegada a un estatus de autonomía6. Desde entonces, la legitimidad y legalidad de la República Unida de Tanzania han sido constantemente cuestionadas.
Para Babu, la firma del sindicato durante su ausencia fue vista como una traición. En una autobiografía inacabada (Othman, 2001), afirma haber quedado conmocionado a su regreso a casa y haber sentido el ambiente de un golpe de Estado. Para él, las esperanzas de independencia se habían esfumado y se había perdido una gran oportunidad histórica. Admitiendo que no tiene más remedio que aceptar la situación, Babu intenta encontrar puntos positivos en ella y espera que este nuevo espacio le permita desarrollar sus ideas socialistas.
Un momento de purga
El 27 de abril de 1964, Babu fue nombrado Ministro de Estado en la Oficina del Presidente y la Dirección de Planificación. Pronto se dio cuenta de que no tenía margen de maniobra. Según Babu, el nombramiento en Dar es Salaam de otras figuras de izquierdas delaASP, como Kassim Hanga (asesinado en Zanzíbar junto con otros progresistas dela ASP entre 1967 y 19697), sirvió para inculpar y, por tanto, debilitar a las fuerzas progresistas. Por consiguiente, la creación de Tanzania se consideró el momento de purgar a los progresistas del partido Umma.
No obstante, aprovechó su posición para conocer a Malcolm X en El Cairo y Nueva York (con quien marchó en Harlem), a Ernesto Che Guevara, que visitó Tanzania en 1965 mientras estaba comprometido en el Congo8, y al panafricanista Walter Rodney, para quien escribió el epílogo del famoso ensayo Cómo Europa subdesarrolló África (1972). Desempeñó un papel fundamental a la hora de reunir a los revolucionarios del continente cuyos movimientos de liberación tenían su base en Dar es Salaam. Aunque intentó servir a la Declaración de Arusha de 1967, que sentaba las bases del socialismo según Nyerere y Tanu9, Babu fue crítico con las políticas de Nyerere y desarrolló su propio enfoque de la autosuficiencia.
Por su parte, Karume instauró un régimen de terror en Zanzíbar, caracterizado por arrestos, detenciones arbitrarias, desapariciones y matrimonios forzados de mujeres árabes e indias. En 1972, Karume fue asesinado por el joven teniente Humud, partidario del partido Umma cuyo padre era uno de los desaparecidos del régimen.
Babu y sus compañeros fueron detenidos y encarcelados en varias prisiones de Zanzíbar y del continente (término utilizado para designar el territorio de la antigua Tanganica). Babu, que estaba recluido en la prisión de Dar es Salaam y a quien Nyerere no quería entregar al archipiélago, fue juzgado en rebeldía en el Tribunal Popular de Zanzíbar. Él y otros funcionarios del partido Umma fueron condenados a muerte. Gracias al apoyo y al activismo de sus amigos en el extranjero, sus penas se redujeron y fueron liberados en 1978. Babu, adoptado como preso de conciencia por Amnistía Internacional, se marchó unos meses después de su liberación a Estados Unidos, donde impartió clases en California.
Se trasladó al Reino Unido en 1984 y continuó con su activismo mientras escribía para periódicos. En 1995, tras las primeras elecciones generales de Tanzania, Babu consideró que, a pesar de la aparición de nuevos partidos, persistían la dinámica política y los antagonismos de principios de los sesenta. A los 71 años, propuso un proyecto que respetara los principios socialistas en asociación con un partido del continente que aceptara considerar a Zanzíbar como entidad soberana y socio en pie de igualdad. Formuló la idea de una «Tercera Fuerza » , «un partido del pueblo, para el pueblo y por el pueblo » . Pero Babu murió en la capital británica poco después, el 5 de agosto de 1996. Está enterrado en Zanzíbar, en el pequeño cementerio familiar de Ukutani, en el casco antiguo. Hoy, mientras la política del miedo se perpetúa tristemente en el archipiélago, los zanzibaríes y la oposición continental piden un tratado para una federación entre los dos Estados soberanos de la antigua Tanganika y Zanzíbar.
Notas
1. Sobre Abdulrahman Mohamed Babu, existen numerosas obras de referencia, entre las cuales: Amrit Wilson, The Threat of Liberation. Imperialism and Revolution in Zanzibar, Pluto Press, 2013 ; y también Alma Babu et Amrit Wilson, Babu. The future that works. Selected writings of A.M. Babu, Africa World Press, 2002.
2. Fenner Brockway (1888-1988) fue un socialista, pacifista y anticolonialista británico, Presidente y luego diputado del Partido Laborista Independiente.
3. El Partido Afro-Shirazi (ASP) es una rama de la Unión Afro-Shirazi (ASU), una alianza formada entre la Asociación Africana y la Asociación Shirazi. Los británicos crearon asociaciones a las que debían pertenecer las personas según sus supuestos orígenes geográficos. Son veintitrés, entre ellas la Asociación Árabe (con subasociaciones hadramíes, omaníes y otras), la Asociación India, la Asociación Africana y otras. Este sistema fomentó el antagonismo racial y la instrumentalización política de la raza por parte de los partidos políticos. La ASU se convirtió en partido y adoptó el nombre de Partido Afro-Shirazi en 1957. El término shirazi se explica por el hecho de que algunos habitantes del este de Zanzíbar son de ascendencia persa. Fue dirigido por Abeid Karume (1905-1972). Poco instruido, carismático y popular, Karume contaba con el apoyo de los africanos negros recién emigrados del continente. Antiárabe y temeroso de la victoria de la élite árabe, quería frenar la independencia. Contaba con el apoyo de Julius Nyerere y su partido, la Unión Nacional Africana de Tanganica (TANU).
4. Un año después de la independencia de Ghana, 1958 supuso un punto de inflexión en cuanto a los objetivos panafricanos. En abril se celebró en Accra la primera conferencia de Estados africanos independientes, con representantes de Egipto, Etiopía, Liberia, Libia, Marruecos, Sudán y Túnez. En diciembre se celebró la Conferencia Panafricana de los Pueblos (PAPC). Una de las cuestiones debatidas en esta conferencia fue el apoyo que los Estados liberados podían prestar a otros nacionalistas en lucha.
5. Franck Carlucci (Partido Republicano) fue Director Adjunto de la CIA con el Presidente Jimmy Carter (1977-1981), y luego Asesor de Seguridad Nacional y Secretario de Defensa con el Presidente Ronald Reagan (1981-1989).
6. A continuación se añadieron otros once puntos, todos los cuales reducían la capacidad de actuación de Zanzíbar en su territorio, dentro de la Unión y en el extranjero.
7. Saadala, Othman Sharif y Abdulaziz Tawala fueron ejecutados o desaparecieron entre 1967 y 1969.
8. El Che se unió durante tres meses a la rebelión congoleña dirigida por Laurent-Désiré Kabila y el marxista Pierre Mulele. Fue un fracaso.
9. Autosuficiencia y Ujamaa (término swahili que designa un tipo de comunalismo o cooperación fraternal o familiar a escala local).
3. La India de Modi
Nada especialmente novedoso, pero me parece un buen resumen de la India de Modi. https://www.middleeasteye.net/
Por qué las fuertes pérdidas de Narendra Modi en las elecciones de la India podrían ser una pista falsa
A medida que Modi comienza lo que probablemente sea su último mandato, hay pocos indicios que sugieran que el líder vaya a empezar a hacer concesiones ahora
Por Salil Tripathi Fecha de publicación: 7 de junio de 2024
Si uno lee los titulares de las publicaciones indias u occidentales más importantes, pensará que la democracia india está ya a salvo y que la influencia restrictiva de la política de coalición garantizará que Narendra Modi, primer ministro de la India, gobierne de otra manera. Pero eso está muy lejos de la realidad.
Sin duda, hay signos de esperanza.
Modi, que personifica la política nacionalista hindú del Partido Bharatiya Janata, ha sufrido una derrota. El que fuera primer ministro durante dos mandatos y que hizo que la campaña girara enteramente en torno a sí mismo -uno de sus eslóganes era «Modi-ki guarantee», es decir, una garantía personal de Modi, para cualquier promesa electoral que hiciera- formará ahora el próximo gobierno, pero no con sus condiciones.
Entonces, ¿por qué disminuyó el apoyo a Modi?
Los votantes eran más exigentes. Habían visto mermada su riqueza cuando el Gobierno desmonetizó quijotescamente los billetes indios de alto valor en 2016, aparentemente para acabar con el terrorismo y frenar las transacciones ilícitas, pero, en realidad, para detener el flujo de fondos hacia la oposición durante unas elecciones cruciales.
¿Y los pobres? Pues se hundieron aún más en la pobreza.
Unos años más tarde, las medidas pandémicas para cerrar el país dejaron sin hogar y sin recursos a muchos de los millones de emigrantes indios que cobraban jornales. Muchos tuvieron que regresar a sus hogares caminando cientos de kilómetros, y muchos perdieron la vida por el camino.
Sin embargo, Modi siguió ganando elecciones con una fórmula sencilla: culpar a los vecinos del terrorismo, a China de la pandemia y ofrecer el nacionalismo hindú a sus votantes.
El primer ministro supervisó la construcción de un templo hindú en Ayodhya sobre las ruinas de Babri Masjid, arrasado por fanáticos hindúes en 1992, una construcción permitida por un Tribunal Supremo complaciente en 2019 en una sentencia sin firmar.
Cuando Modi consagró el templo que honra al Señor Rama en ese disputado emplazamiento a principios de 2024, parecía que toda la India estaba enloquecida. Sin embargo, la semana pasada, una vez contados todos los votos, el BJP de Modi perdió precisamente el escaño de Faizabad, donde se encuentra Ayodhya. Su margen electoral se redujo considerablemente. El rival del que seguía burlándose -Rahul Gandhi- no sólo ganó en el norte de la India, sino que conservó su escaño en el sur del país con un margen sin precedentes.
El BJP sigue en el poder. Pero sólo obtuvo 240 escaños de 542, por debajo de la mayoría, y ahora depende de partidos menores. Ahora es un gobernante de coalición renqueante, y Modi tendrá que transigir y trabajar con otros, habilidades que nunca ha tenido que perfeccionar y que no parecen interesarle.
Minorías gobernadas
Los últimos 10 años han sido desastrosos para los indios que se preocupan por la democracia y los derechos humanos. Miles de indios que disienten están en la cárcel sin ser juzgados. Muchos más aprenden la lección y permanecen en silencio.
Ocho de los 16 escritores disidentes, activistas de derechos humanos, abogados y académicos encarcelados sin cargos siguen en prisión; el resto están en libertad bajo fianza. Uno de los detenidos, un sacerdote jesuita octogenario, murió mientras estaba detenido.
Desde que Modi llegó al poder, cientos de mezquitas y santuarios pertenecientes a musulmanes han sido arrasados. Muchas iglesias han sido incendiadas, y el año pasado un arzobispo dijo que 249 iglesias fueron destruidas en sólo 36 horas. Los musulmanes no pueden entablar amistad con hindúes; los hombres musulmanes que se enamoran de mujeres hindúes corren el riesgo de ser asesinados o linchados.
Los musulmanes que realizan actividades legítimas de comercio de ganado o sacrificio legal de carne son acosados, cuando no asesinados. Los musulmanes no pueden comprar, vender o consumir carne en ciertas partes de las ciudades en determinados momentos del mes porque hay un oscuro festival hindú. (Eso supone que los hindúes son vegetarianos; algunos lo son, muchos no).
Los musulmanes no pueden alquilar propiedades en zonas en las que desean vivir; los hindúes que venden propiedades a musulmanes son arengados o condenados al ostracismo y las transacciones se cancelan. Los musulmanes que solicitan trabajo se dan cuenta de que no les llamarán para una entrevista debido a su fe.
La administración de Modi introdujo la discriminatoria Ley de Enmienda de la Ciudadanía. Las mujeres musulmanas hicieron frente al frío en
Delhi y se opusieron a ella, paralizándola, y se dispersaron de un parque al cabo de meses sólo porque la pandemia las obligó a hacerlo.
La pobreza contraataca
Los años de Modi han sido magníficos para los ricos: revistas como Forbes muestran cómo India tiene más multimillonarios que nunca, y si se echa un vistazo a la lista, una abrumadora mayoría de ellos son hindúes de casta superior.
Las investigaciones del economista francés Thomas Piketty muestran que la India actual es una sociedad más desigual que durante la época colonial del Raj británico. La inmensa mayoría de los indios dependen de las dádivas alimentarias del Estado. El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos, es más amplio que nunca.
El grueso de los desempleados son jóvenes, lo que crea un vasto ejército de jóvenes inquietos e iracundos; y todo lo que Modi les ha ofrecido en la última década ha sido un enemigo al que odiar: el forastero, el musulmán, la minoría religiosa.
Y sin embargo, los pobres se han pronunciado, como han hecho siempre en la India. No comiéndose a los ricos, sino votando. Vastas zonas de la India rural votaron contra el partido de Modi. Es cierto que, con Modi, la India aumentó el número de ciudades con metro, construyó universidades, incrementó los parques eólicos, construyó puentes y autopistas de peaje, vio cómo se erigían centros comerciales, se reformaban aeropuertos y las compañías aéreas indias compraban más aviones.
Pero si tienes una bicicleta destartalada, necesitas una carretera segura, bien iluminada y sin baches, no una autopista de peaje. No vas a volar a lugares lejanos. Necesitas electricidad estable, y si al construir ese parque eólico te quitan tu granja de arroz, te enfadarías. Si no vives en la ciudad, ese metro no tiene sentido. Y esos puentes sirven de poco para ti.
Y así, los pobres votaron por oportunidades que significan algo para ellos: energía, carreteras en sus proximidades y agua. Buscaban justicia. La oposición lo entendió y dijo que lucharía por ofrecérselo. Aunque no ganó, estuvo cerca de hacerlo.
Ha frenado el implacable avance de los privilegiados, recordándoles que hay muchos más sin esos privilegios, y que no se les puede despreciar ni borrar. Tampoco se les puede comprar ofreciendo el espectáculo de un templo que sirve para poco más que humillar a los musulmanes y socavar la idea de la India.
A muchos les gustaría creer que el BJP aprendería la lección y enmendaría sus métodos para dar prioridad a los más débiles y pobres de la India. Pero los leopardos no cambian sus manchas tan fácilmente.
¿Modi 3.0?
Una hipótesis es que Modi 3.0 será un líder diferente, atento y compasivo, que actuará con humildad. Pero hay que fijarse en su historial: llegado en helicóptero para gobernar el estado occidental de Gujarat en 2001, ha ganado sucesivas elecciones en Gujarat, y ahora en la India, sin necesidad de apoyo externo. Hay un sentido de arrogancia, por supuesto, nunca ha necesitado otro.
Ahora tiene que dejar a un lado su ego y trabajar con los demás, negociar y comprometerse. Quienes le conocen, y conocen su estilo, se ríen cuando los analistas optimistas esperan que Modi actúe de otro modo.
Y ese es el peligro. En los 23 años que lleva gobernando -hasta 2014 en Gujarat, y desde entonces, la India- ha dado escasas muestras de trabajar de forma colegiada con los demás.
Más bien, ha asentido, guiñado el ojo y envalentonado a los elementos de los soldados de infantería fundamentalistas hindúes, con la promesa tácita de que no serían procesados y, en caso de ser detenidos, serían liberados pronto. Y alguien estará a mano para ponerles la guirnalda cuando sean liberados.
Ahora que Modi inicia el que probablemente sea su último mandato, tiene poco que perder. Nunca ha admirado a los héroes pacifistas de la India, como Mohandas Gandhi. Se ha inclinado ante las armas y los retratos de militantes nacionalistas hindúes.
Para impedir que actúe según sus más bajos instintos, la judicatura, la burocracia, las fuerzas policiales y el ejército de la India tendrían que descubrir la espina dorsal que no han mostrado y defender la Constitución, y no ser las siervas de la administración de una doctrina que la mayoría de los indios ha seguido rechazando y proteger la república.
Siempre es más oscuro antes del amanecer, pero estos resultados electorales muestran la delgada línea resplandeciente del amanecer emergente.
4. El Colador de Hierro en el norte de Israel
Que conste que el autor es un bloguero que vive en Sri Lanka y que yo sepa no tiene ninguna formación militar, pero con un lenguaje desenfadado y una clara obsesión por términos sexuales, hace un divertido reportaje sobre cómo Israel puede haber perdido el control del norte de su territorio, diezmado por Hezbolá.
Cómo «Israel» ha perdido el Norte
“Israel’ ha perdido por completo el norte de la Palestina ocupada. Está bajo fuego y en llamas todos los días. Hezbolá ha observado metódicamente los puestos avanzados de inteligencia de «Israel» y literalmente les está volando las pelotas todos los días, ante las cámaras. El mapa de arriba muestra la nueva línea de control de la Palestina ocupada, según informa Haaretz, el Der Stürmer del hombre pensante. Israel se ha vuelto loco.
Ojos y oídos
Es fascinantemente aburrido cómo lo hizo Hezbolá. Durante meses sus vídeos han sido metódicamente mundanos, volando esta torre de comunicaciones, aquel edificio, aquella estación de escucha. Parecía un montón de nada, pero suma. Hezbolá tenía una lista de los ojos y oídos de «Israel» en el norte y se ha pasado meses dándoles en el ojo metódicamente, como Odiseo y el cíclope. Ahora -por muy grande que sea la IOF- están efectivamente cegados.
A medida que Hezbolá abre brechas cada vez mayores en las defensas aéreas de «Israel», puede enviar misiles cada vez más grandes y con mejor penetración. Para «Israel», este desgaste es un problema agravado. Sus defensas aéreas son un sistema conectado y la red se está volviendo cada vez más 404. Tomemos como ejemplo la destrucción del dirigible/globo espía SKYDEW, valorado en 230 millones de dólares.
Este globo está diseñado para detectar drones y misiles que vuelen bajo, especialmente importante porque es el vector más utilizado por la Resistencia. SKYDEW puede permanecer en el aire mucho más tiempo (y es relativamente más barato) que los aviones, y puede «ver» mucho más lejos que los sistemas terrestres. Además, estaba situado en una zona altamente estratégica que les permitía cubrir ataques desde Siria, Irak y -en menor medida- desde Hezbolá, concretamente sobre el puerto de Haifa. Pero ahora se acabó la fiesta. Mira el globo ahora…
SKYDEW está ahora tan arrugado e inútil como el saco de nueces de Joe Biden. Se trata de una gran pérdida, que también señala una gran avería. Como dice la «tarjeta de objetivos» de SKYDEW (de la inteligencia de Hezbolá), estaba «protegido por un sistema electrónico de vigilancia e interferencia contra drones y vehículos aéreos no tripulados (Drone Dome)», y «asegurado por tres capas de sistemas de interceptación de misiles: Cúpula de Hierro, Honda de David y Hetz [Flecha]». Todo eso fue cortado como las capas de una cebolla, dejando sólo lágrimas sionistas.
El frente norte es poroso ahora, y los «colonos» más que nadie lo saben. Como dijo Moshe Davidovitz -jefe del consejo regional de Asher-, «Diez cohetes cayeron en el centro del país y los medios de comunicación están alborotados: el país está revuelto«, escribió. «Pero cada día se lanzan docenas de cohetes hacia los asentamientos de la línea de confrontación y la Galilea, incluidos misiles antitanque y drones suicidas, y el país permanece en silencio. Una vez más, es la prueba de que no se cuenta con el norte».
Base aérea de Meron, una de las dos bases principales de Israel (Via)
Hezbolá, por supuesto, ha contado con el norte. Tienen una lista de objetivos militares «israelíes» y los repasan uno por uno. Tomemos, por ejemplo, la Base de Vigilancia Aérea del Monte Meron, una de las dos bases principales de ‘Israel’. Esto es lo que dice la IOF sobre la base, en un artículo de 2016 de Maariv (vía traducción): Uno de los altos cargos del Ejército del Aire añade: «El sistema de control aéreo es crucial para la capacidad operativa del Ejército del Aire. Su principal cometido es proteger el espacio aéreo ocupado. A través del sistema de control, activamos todas las capacidades para proteger el cielo, incluidos helicópteros, aviones, misiles y otros sistemas clasificados.»
Y esto es lo que la inteligencia de Hezbolá publicó, mientras lo bombardeaban: En primer lugar, la Base de Vigilancia Aérea de Meron está situada en la cima del Monte Jarmaq [«Monte Meron»] en el norte de la Palestina ocupada, el pico más alto de la Palestina ocupada. La base de Meron es el único centro de administración, vigilancia y control aéreo en la parte septentrional de la entidad usurpadora y no existe ninguna alternativa importante a ella. Es una de las dos bases principales en toda la entidad usurpadora: «Meron» en el norte, y la segunda es «Mitzpe Ramon» en el sur.
La base de Meron es responsable de organizar, coordinar y gestionar todas las operaciones aéreas hacia Siria, Líbano, Turquía, Chipre y la parte norte de la cuenca oriental del mar Mediterráneo. Además, esta base es un centro principal de operaciones de interferencia electrónica en las direcciones mencionadas y cuenta con un gran número de oficiales y soldados de élite de las fuerzas sionistas.
En segundo lugar, los combatientes de la Resistencia Islámica a las 07:50 AM del sábado 6 de enero de 2024, como parte de la respuesta preliminar al crimen de asesinar al gran líder Sheikh Saleh Al-Arouri y sus hermanos mártires en el suburbio sur [Dahiyeh] de Beirut, atacaron la Base de Vigilancia Aérea de Meron con 62 misiles de varios tipos, infligiendo impactos directos y confirmados.
Conozco bien los testículos demoníacos de la base aérea de Meron, pues he visto a Hezbolá atacarlos como espermatozoides a un óvulo, una y otra vez en innumerables vídeos. Han sido implacables. Sinceramente, resulta aburrido porque nunca se convierte en una bola de fuego, pero cada pequeño golpe suma. Cada vez que se abre un agujero en las defensas aéreas «israelíes», el agujero no hace más que agrandarse, porque Hezbolá está dañando sistemas complejos e interconectados.
Ahora la base de Meron apenas puede defenderse a sí misma, por no hablar de la región. «Israel» ha respondido asesinando a dirigentes de Hezbolá (e iraníes), pero la Resistencia se limita a bautizar a los misiles con los nombres de los mártires y a enviar más. Se trata de una batalla de desgaste y Hezbolá está prestando atención mientras «Israel» arremete sin sentido. Israel está completamente distraído por un genocidio en el sur y ha perdido la batalla por el norte.
Tras meses de este aburrido trabajo administrativo, Hezbolá ha llegado por fin a lo bueno. Las defensas aéreas del norte de «Israel» son hoy como una vieja mosquitera raída por la que el perro persiguió al gato. Está llena de agujeros, y de los grandes. Hezbolá puede disparar cada vez más a voluntad, con armas cada vez más precisas. Por ejemplo, aquí está Hezbolá derribando un SKYSTAR 330 con un dron que golpea literalmente en los huevos a su operador del Batallón 869.
En este caso, Hezbolá no atacó el globo espía en sí, sino a sus controladores, en tres lugares al mismo tiempo. Una vez eliminados los operadores, el globo quedó fuera de control y aterrizó en Líbano, donde unos niños lo recuperaron. Este es el estado de los ojos y oídos de «Israel» en el norte. Por los suelos.
Hierro Acabado [Iron done]
Israel ya no tiene nada digno de llamarse defensa aérea en el norte. La Cúpula de Hierro está acabada. Hezbolá puede disparar a voluntad, y lo ha hecho todos los días desde hace siete meses. Los misiles de la Resistencia iraquí vuelan justo por encima de ellos, hacia Haifa. Irán puede arrollar todo el sistema nacional cuando quiera. Israel todavía puede ofender a la conciencia, pero ahora están indefensos ante los misiles. Incluso Hamás les está atacando desde la traumatizada Gaza. Es temporada abierta, y los «colonos» lo saben.
Los colonos «israelíes» se lamentan abiertamente de su estado de despoblación en toda la prensa hebrea. Algunos colonos estaban tan pírricamente cabreados que amenazaron con separarse de toda la abomi-nación y formar el nuevo Estado de Galilea. Como dijo The Jerusalem Post (el suplemento inmobiliario preferido de los limpiadores étnicos), La gota que colmó el vaso fue la respuesta del primer ministro en la reunión del gabinete a una pregunta de Benny Gantz, según informa N12. Gantz se preguntaba si los residentes volverían a sus casas el 1 de septiembre, para el inicio del curso escolar, y Netanyahu respondió: «¿Qué es lo peor que puede pasar si vuelven unos meses después del 1 de septiembre?».
Esto es, por supuesto, lo peor que puede pasar. Toda la premisa de ‘Israel’ es que pueden hacer lo que quieran y joder a todos los demás. Si la Cúpula de Hierro no funciona, ‘Israel’ no funciona, y la Cúpula de Hierro no funciona. Ahora es el Colador de Hierro. Los guerreros santos lo han llenado de agujeros.
Esto es un gran problema porque la Cúpula de Hierro no es sólo el mecanismo de defensa físico de «Israel», es su mecanismo de defensa psicológico. Es lo que hace creíble todo el proyecto colonial, que pueden cabrear a todo el mundo en la región y no sufrir consecuencias. Creer en la «Cúpula de Hierro» es creer en «Israel» y ninguna de las dos cosas es creíble ya. Así, los «asentamientos» del norte se han vaciado y no volverán pronto. Como dijo la Red de Noticias de la Resistencia (RNN)(el 29 de mayo):
930 casas de colonos del norte de la Palestina ocupada han sido dañadas por cohetes de Hezbolá en 86 asentamientos desde el 7 de octubre, según el Ministerio de Guerra sionista.
En Al-Manara, por ejemplo, 130 de las 155 casas fueron destruidas. En «Metulla» sólo quedan 34 residentes en el asentamiento, como máximo. «Kiryat Shmona», uno de los asentamientos más grandes, ha visto caer su población de 24.000 a menos de 4.000 habitantes, y 124 casas han sufrido daños en su interior.
Esto se produce mientras más de 200.000 colonos del norte se ven desplazados por la resistencia, habiendo construido su propio campo de refugiados. Algunos quieren separarse de «Israel» y construir su propio Estado, mientras que otros, como el asentamiento de «Margaliot», han roto sus lazos con la entidad desde ayer.
Resulta desconcertante que, al parecer, las IOF planeen reducir considerablemente el número de soldados que tienen en la frontera norte y en los asentamientos cercanos, alegando razones de financiación, o tal vez para disminuir el número de objetivos a disposición de Hezbolá.
Veamos un ejemplo de Hezbolá eliminando un objetivo, una batería de la Cúpula de Hierro. Lo hacen sistemáticamente una y otra vez. Este reportaje de Al Jazeera describe cómo Hezbolá consigue primero que la batería se revele disparándole chorradas, y luego la golpea con la mierda de verdad: A las 3:30, imágenes exclusivas revelan las operaciones de vigilancia y reconocimiento que permitieron a Hezbolá descubrir las posiciones de las estaciones de baterías de la «Cúpula de Hierro» cerca del asentamiento de «Kfar Blum» utilizando una táctica denominada «señuelo de fuego». Las imágenes revelan que Hezbolá lanzó municiones hacia los emplazamientos y documentó el proceso de interceptación llevado a cabo por la «Cúpula de Hierro», lo que permitió a Hezbolá ejecutar una operación cualitativa de alta precisión.
Las escenas del minuto 4:25 revelan un exitoso apuntamiento de las baterías de la «Cúpula de Hierro», sin que éstas pudieran detectar, rastrear o frustrar el ataque. Luego, fotos exclusivas obtenidas por Al Jazeera muestran la penetración de inteligencia de Hezbolá en los soldados de las IOF en estos sitios recién establecidos, y la capacidad de documentar los detalles geográficos y el tamaño de las fortificaciones utilizadas.
Hezbolá lo ha hecho una y otra vez, cazando y buscando metódicamente una a una las baterías de la Cúpula de Hierro. Dado que el resto de su equipo de vigilancia está diezmado y ni siquiera pueden ver lo que viene, «Israel» tiene entonces que alejar sus activos militares cada vez más de la frontera. De lo contrario, esto es lo que ocurre:
Este es el momento en que Hezbolá golpea «la unidad de guarnición de Barkat Risha con un Almas iraní de ataque superior ATGM [misil antitanque guiado]».’Israel’ -a diferencia de Hezbolá y Hamás- no se ha pasado los últimos 20 años haciendo túneles subterráneos, por lo que sus soldados están todos expuestos sin la Cúpula de Hierro. Tomemos también, por ejemplo, el Cuartel General de la Brigada 769 de las IOF, o lo que queda de él.
El condón colonial está lleno de agujeros e «Israel» está embarazada de una Palestina renacida. Cuando los soldados se van, los colonos tienen que irse también, es un fracaso total de la colonización. Esto no es una retirada estratégica, es una derrota estratégica. Esto no es una solución, sólo disolución. Pero es todo lo que ‘Israel’ puede hacer. Han perdido el control del norte y, lo que es peor, han perdido el control del ritmo de esta guerra. Hezbolá puede seguir subiendo la temperatura hasta que Israel se cueza. He aquí Kiryat Shmona (ocupada al-Jalisa), que está literalmente ardiendo en estos momentos:
Esto se debe directamente a que la Cúpula de Hierro no intercepta drones y Hezbolá tiene el control de fuego de toda la región. De ahí que arda. Los colonos ven ahora un tablón de «bienvenida» que se está derritiendo literalmente. El mensaje está claro. ‘Vete a tomar por culo‘.
He observado este proceso durante los últimos siete meses, y ahora las uvas de la ira dan sus frutos. Hezbolá tiene el control de fuego sobre el norte, mientras que «Israel» retrocede cada vez más. El colapso del frente norte también abre a «Israel» a los ataques de Siria e Irak, que pueden atravesarlo directamente. Todo esto está causando un daño psicológico masivo a «Israel» porque la Cúpula de Hierro era su manta de seguridad, y ahora tienen que enfrentarse solos a los esqueletos bajo su cama. Todo esto se debe a que Hezbolá tenía una estrategia mientras que «Israel» se limitaba a hacer trampas, bombardeando ambulancias y casas sin valor militar. Ahora «Israel» ha perdido el norte de Palestina y no va a volver. Esto es descolonización en acción. Israel ha perdido el norte y poco a poco se vislumbra una Palestina liberada.
II: La muestra gráfica de ese bombardeo continuo de los «ojos y oídos» israelíes por parte de Hezbolá. En tres fases. El ataque a Meron es la segunda, y contra la Cúpula de Hierro la tercera. Sin texto de trolleo, solo imágenes. https://x.com/ME_Observer_/
5. Estamos a punto
¡Hay que ser optimistas! Lo bueno de una hecatombe nuclear es que ya no tendremos que preocuparnos por una difícil transición ecosocial. https://mronline.org/2024/06/
¿Estás preparado para la Tercera Guerra Mundial?
Publicado originalmente: Pearls and Irritations el 7 de junio de 2024 por Eugene Doyle
El incidente de Armavir -la destrucción el 23 de mayo de una pieza clave de la defensa nuclear rusa- significa que el reloj del Juicio Final se acerca a la medianoche. La mayoría de la gente ni siquiera sabe que un ataque a larga distancia con aviones no tripulados de Ucrania y la OTAN contra la estación de radar de Armavir, al norte de Georgia, dejó fuera de combate un radar Voronezh-DM diseñado para detectar misiles balísticos intercontinentales entrantes desde una distancia de hasta 6.000 kilómetros. Se trata de uno de los tres ataques similares de las últimas semanas.
El ataque, anunciada a bombo y platillo por Newsweek como un gran éxito, puede haber robado a los rusos un par de minutos de tiempo de advertencia, en caso de que se produjera un ataque desde el sur.
«Un mapa muestra el récord de ataques de Ucrania a las instalaciones nucleares rusas», informa Newsweek. El artículo, de tono triunfalista, no aborda la cuestión central: ¿cómo de loco hay que estar para comprimir la ventana de toma de decisiones de Rusia antes de que tenga que decidir si lanza armas nucleares contra ti? ¿Y quién pensó que esto era una buena idea en el mismo momento en que los F16 con capacidad nuclear están a punto de llegar a Ucrania y Estados Unidos, junto con un puñado de estados clientes, ha anunciado que sus misiles atacarán la Rusia continental en los próximos días o semanas? Nunca en la historia una potencia nuclear ha sido atacada de esta manera. Incluso en el punto álgido de la Guerra Fría ninguno de los bandos fue tan descerebrado como para hacer lo que los países occidentales están haciendo ahora: atacar instalaciones de detección y lanzar ataques con misiles contra una potencia nuclear.
En realidad, necesitamos que los rusos tengan sistemas de detección de misiles realmente buenos; eso nos mantiene a salvo. Los estadounidenses tienen un sistema superior al de los rusos: disponen de más satélites geosíncronos que sobrevuelan regiones específicas 24 horas al día, 7 días a la semana, y pueden detectar casi instantáneamente las firmas de calor de los misiles en el momento del lanzamiento. Los sistemas terrestres, como el Voronezh-DM de Armavir, tienen que esperar a que los misiles ganen altitud y entren en el abanico del radar (piense en el bip-bip-bip del sonar de un submarino). Los científicos nucleares estadounidenses calculan que el tiempo de que disponen los responsables políticos y militares rusos puede ser sólo un tercio del que disfruta Estados Unidos. En el tiempo que usted tarda en tomarse un capuchino, ellos tienen que decidir si necesitan vaciar sus silos de misiles y luego pasar por todos sus procedimientos de lanzamiento antes de ser incinerados.
Esto puede explicar la reciente declaración del Presidente Putin de que se han tomado todas las decisiones y autorizaciones necesarias respecto a la preparación de Rusia. Sugiere una estructura de decisión delegada que ya no requiere la aprobación política. Simplemente no habrá tiempo.
Es un farol, ¿verdad? Ciertamente, las mentes militares más brillantes de Estados Unidos, como los generales Hodges y Petraeus, así lo creen; sin embargo, se han equivocado en prácticamente todo lo relacionado con Ucrania, Irak y Afganistán. Otro general estadounidense que merece la pena citar es Mark Milley, reciente Jefe del Estado Mayor Conjunto. Habla de la «paradoja nuclear»: cuanto más cerca están los rusos de perder en Ucrania, mayor es el peligro nuclear. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué creen los estadounidenses que están haciendo? ¿Hay alguna estrategia sólida y discernible que guíe toda esta violencia, toda esta escalada? ¿O están haciendo lo que hicieron en Vietnam, en Irak y en Afganistán: seguir luchando, sabiendo que no pueden ganar, pero incapaces de admitirlo antes de las próximas elecciones presidenciales?
Seamos claros: incluso el equipo convencional del que estamos hablando es serio: los misiles alemanes Taurus, los franceses Scalp, los británicos Storm Shadow y una serie de misiles estadounidenses son enormemente potentes. Causarán daños inmensos y matarán a muchos rusos en Rusia. Usted podría pensar que es una buena idea, pero imagínese si alguno de estos países fuera alcanzado a su vez por misiles similares.
Esta mañana he escuchado a analistas militares rusos hablar de lo que consideraban la necesidad de atacar bases británicas si Gran Bretaña sigue adelante con sus planes de lanzar Storm Shadows en territorio ruso. El Presidente Putin también ha advertido de que los ataques con misiles contra Rusia provocarían contraataques. ¿Se trata de poses, amenazas vacías y chantaje, como afirman los portavoces occidentales, o estamos a punto de presenciar algo que podría ponernos a todos en peligro?
En la guerra, ¿qué pasa cuando un enemigo te dispara? Le devuelves los disparos, ¿verdad? ¿Qué pasaría si Rusia disparara misiles contra EE.UU.? Le devolverían el fuego, ¿verdad? Entonces, ¿por qué Occidente está a punto de disparar misiles contra un Estado con armas nucleares y piensa que no le devolverán el fuego?
La decisión de la OTAN de atacar a Rusia continental con misiles se produce cuando Ucrania está perdiendo en el campo de batalla y corre el riesgo de sufrir un colapso importante en el frente. Los analistas occidentales reconocen que el país casi se ha quedado sin reservas entrenadas, está canalizando reclutas al frente con una formación mínima, los soldados tienen ahora una media de edad de 43 años, sufren un déficit de proyectiles de 7:1 o incluso de 10:1 y están completamente superados en potencia aérea, misiles, tanques, drones y guerra electrónica.
La respuesta de Estados Unidos al inminente fracaso de su estrategia en Ucrania es la escalada. El plan consistía en aplastar a Rusia con sanciones, inyectar cientos de miles de millones de dólares en armas, recuperar todo el territorio, convertir Sebastopol en un puerto de la OTAN y desencadenar un cambio de régimen en Moscú, todo lo cual ha fracasado claramente.
Entonces, ¿qué ha cambiado desde que el presidente Biden dijo que no desencadenaría la Tercera Guerra Mundial autorizando F16 con capacidad nuclear? Lo que estamos presenciando es la clásica escalada, pero con un toque de fisión nuclear.
El New York Times, normalmente un medio de comunicación complaciente con la opinión del Pentágono, dijo: «Hasta ahora, el Sr. Biden se ha negado rotundamente a que Ucrania utilice armas de fabricación estadounidense fuera de las fronteras ucranianas, sin importar la provocación, diciendo que cualquier ataque en territorio ruso corría el riesgo de violar su mandato de «evitar la Tercera Guerra Mundial».
Biden, decía el NYT, había «cruzado claramente una línea roja que él mismo trazó». Joe es el primer dirigente estadounidense de la historia que autoriza ataques con misiles contra una potencia nuclear, supuestamente dentro de un radio geográfico limitado al norte de Kharkiv; a él se unen los alemanes y los británicos y franceses que dicen que «los ucranianos» pueden atacar en cualquier parte del territorio ruso.
Los expertos militares descartan la ficción de que estos misiles vayan a ser lanzados por los ucranianos. Los misiles alemanes Taurus, los misiles franceses Scalp, los misiles británicos Storm Shadow y varios misiles estadounidenses utilizan sistemas de guiado y navegación dinámicos supersofisticados para permitir que los centros de mando y control de Europa Occidental o Estados Unidos apoyen aspectos como la adaptación al contorno del terreno, la evasión y la confirmación de objetivos. Todo ello está dirigido por personal de élite altamente cualificado de cada uno de esos países. Como consecuencia, podría estallar una guerra abierta entre la OTAN y Rusia.
¿Cómo han respondido los medios de comunicación al riesgo de que los países occidentales desencadenen ataques con misiles contra sus propios territorios? Veamos los titulares: «Última oportunidad para impresionar a los aspirantes olímpicos», «Tres suburbios podrían tener metro», «Exclusiva: La nueva esposa de Rupert Murdoch, entusiasmada con su visita a Australia», «¿Para qué sirven los puntos extra del Super Rugby?», «Starmer, contra las cuerdas por la subida de impuestos de 2.000 libras».
Usted pilla el punto. Nuestros medios de comunicación nos mantienen en un profundo, profundo sueño. Necesitamos hechos, análisis y una insistencia en el diálogo y la diplomacia antes de que sea demasiado tarde. George Orwell conocía bien este problema. Homenaje a Cataluña, escrito el año anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial, termina con esta descripción de su viaje en tren de regreso a Londres: Aquí abajo seguía siendo la Inglaterra que había conocido en mi infancia: las vías de ferrocarril cubiertas de flores silvestres, los prados profundos donde los grandes caballos brillantes pasean y meditan, los arroyos lentos bordeados de sauces, los verdes pechos de los olmos, las alondras en los jardines de las casas de campo; y luego la inmensa y pacífica jungla de las afueras de Londres, las barcazas en el río cenagoso, las calles familiares, los carteles que anuncian partidos de cricket y bodas reales, los hombres con bombín, las palomas en Trafalgar Square, los autobuses rojos, los policías azules… todo durmiendo el profundo, profundo sueño de Inglaterra, del que a veces temo que nunca despertaremos hasta que nos saque de él el estruendo de las bombas.
6. Quiero y no puedo
El capitalismo verde nunca funcionará, y la carrera de Teresa Ribera es una clara muestra de ello. Un muy buen reportaje sobre la cabeza de lista del PSOE a las europeas. https://www.elsaltodiario.com/
Las dos caras de Teresa Ribera
La vicepresidenta tercera del Gobierno es la número uno en la papeleta del PSOE para las elecciones europeas.
Tom Kucharz @tomkucharz 9 jun 2024 00:01
El PSOE lleva tiempo disputando el voto ecologista y feminista. En su Congreso Federal de 2021 se definió como un “partido ecologista”. A raíz de la pandemia del coronavirus, un partido históricamente vinculado al proyecto neoliberal europeo cambió de chaqueta y se vistió con el mantra de “las transiciones ecológicas con equidad, sin dejar a nadie atrás”.
En esta campaña electoral, en la que han dominado una vez más los temas nacionales, el PSOE ha pretendido aparentar ser el partido más “verde”. Sin embargo, esta fachada se ha puesto en entredicho al calor de las protestas contra la masificación turística en Canarias, Cantabria y Baleares, la polémica ampliación del puerto en Valencia impulsada por el Ministerio de Transporte, la mina de litio en Cáceres o los indicios de fraude de la industria del reciclaje.
La proclamación oficial de Ribera como cabeza de lista del PSOE por parte del Comité Federal coincidió con los cinco días de reflexión del presidente de Gobierno a raíz del acoso de Manos Limpias contra Pedro Sánchez y su familia, que terminaron sin cambios legislativos a la vista ni una autocrítica de cómo él mismo contribuyó al lawfare y se benefició de él. No obstante, la enésima maniobra del manual de Sánchez robusteció su figura, arañó puntos en las encuestas y debilitó el espacio de la izquierda plural.
Según El País, la elección de Ribera ha sido “una declaración de intenciones: Sánchez quiere ir al choque contra la derecha y la extrema derecha en una de las grandes batallas ideológicas actuales, la medioambiental”. Ribera ha enarbolado en campaña la bandera de la lucha contra el cambio climático frente a la ambigüedad climática del PP y el negacionismo de Vox.
En este escenario, varios activistas ecologistas, investigadores y representantes de partidos políticos opinan sobre los aciertos y errores de la ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, el alcance de la apuesta de Sánchez por un perfil netamente ambiental y el plan de que ocupe una vicepresidencia ambiental y energética en la próxima Comisión Europea.
La experta
Todas las personas consultadas han destacado que Ribera es “muy conocedora” de la realidad climática y los temas ambientales. “Está en la franja alta de las ministras de medio ambiente. En clima y energía es un referente mundial y siempre ha ayudado a mejorar la ambición de los acuerdos multilaterales”, responde Juan Carlos Atienza, de la ONG SEO-Birdlife.
Ella tiene este reconocimiento internacional porque ha estado acompañando las negociaciones de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático durante dos lustros, primero como directora general de la Oficina Española de Cambio Climático (2004-2008), después como secretaria de Estado (2008-2011), luego como asesora y directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI, 2013-2018) y finalmente como ministra.
Dentro y fuera del movimiento ecologista se reconoce que es “experta y sabe realmente del modelo energético y sobre todo del mercado y el sistema eléctrico”, afirma Alfons Pérez, del Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG), pero a la vez es “una representante bastante destacada de las tesis del capitalismo verde, o sea que el mercado y las grandes corporaciones lideren la transición energética”.
Prueba de ello es que buena parte del poder económico y político la aplaude porque ha sabido compaginar su discurso sobre la emergencia climática con un robusto blindaje a los intereses del capital transnacional. De hecho, en mayo de 2023 decenas de organizaciones climáticas y sociales interrumpieron con una acción directa el discurso de la ministra durante los XXXIII Premios de la Energía. “Teresa, ¿de qué lado estás? Esta gente nos roba”, rezaba la pancarta refiriéndose a los directivos de las principales empresas energéticas en la sala. El sistema energético es responsable del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero en España y ha sumido a millones de personas en la pobreza energética.
En la Unión Europea también la valoran. “Tuvo un papel importante al inicio de la guerra de Ucrania con todas las propuestas de la reforma del mercado eléctrico que, por cierto, las podía haber emprendido antes”, expone Pérez. “¿Se necesita una guerra para reflexionar sobre eso?”, se pregunta preocupado este investigador, quien reconoce que las medidas han sido “referentes en Europa” pero han sido “excepcionales” y “coyunturales que ahora quizás se alargan un poco más”.
En su opinión, la “excepción ibérica tenía poca autocrítica histórica” porque con el mismo argumento de que España era “una isla energética” se impulsaron las interconexiones eléctricas hace más de diez años. “Ella conocía bien esta contradicción y la podía haber puesto encima de la mesa y lo hizo”, redondea el autor de Pactos Verdes en tiempos de pandemias.
En una reunión con organizaciones ambientales, en marzo de 2022, Ribera compartió el “sentimiento generalizado” en los Estados miembros de la UE de que la especulación en el mercado eléctrico se “estaba dificultando” y que había que “intervenir algo”. Sin embargo, Ribera no ha cambiado todo el funcionamiento del mercado ni eliminado las subvenciones a los combustibles fósiles, tal como exigía la sociedad civil. Sobre el gasoducto MidCat —hoy rebautizado H2Med—, desoyó la oposición social y dijo que sería pagado por la UE cuando en realidad están previstas inversiones de unos 7.000 millones de euros, según un estudio de Greenpeace y la Fundación Renovables.
La dialogante
Otra característica sería su talante con la sociedad civil. “Para mí ha sido una fabulosa excepción, junto a Cristina Narbona, por dos razones, por saber de qué habla y por un grado de compromiso y exposición personal inauditos y muy necesarios. Es una persona próxima que baja al barro de las polémicas a entender las cosas de primera mano”, cuenta Fernando Valladares, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
“La conocí hace muchos años, cuando estaba en la Oficina Española de Cambio Climático y parecía que solo tenía que hacer papeleos y trasponer lo que se decidiera en la Unión Europea. Y ella le dio un impulso importante mientras aprendía. Lo que más me gusta de ella es que siempre aprende y siempre escucha. Actitudes rarísimas entre los políticos pero imprescindibles en los tiempos complejos que vivimos”, enfatiza Valladares.
Manuel Casal Lodeiro, promotor del Instituto Resiliencia en Galicia, también destaca la predisposición de Ribera “a escuchar a la gente de la ciencia”, pero critica como “error” que que la ministra no convierta en políticas lo que la ciencia le haya pedido: “Teniendo como tiene a su disposición el contacto directo con gente de primer nivel, que están estudiando cómo se debería realizar una transición energética digna de tal nombre, ha mantenido el mismo rumbo que consolida un modelo de renovables a favor del oligopolio energético, quizás por estar en un Gobierno con las manos atadas por estos poderes”. “Es decir, de poco o nada le ha servido esa disposición a escuchar a la ciencia”, remacha Casal Lodeiro.
Luis Rico, ex cocoordinador de Ecologistas en Acción, opina que “dentro del PSOE representa probablemente el sector más ambientalista” considerando la tensión en el partido y recuerda algunas actuaciones positivas como oponerse a que los fondos europeos Next Generation EU se destinaran a la unión de estaciones de esquí Astún y Formigal en Aragón, un proyecto impulsado por el PSOE aragonés que afectaría a Canal Roya, uno de los últimos valles vírgenes del Pirineo, y fue desaprobado por mucha gente.
“Para nuestras alianzas europeas ha sido siempre un apoyo frente a Gobiernos cada vez más nacionalistas y populistas”, agrega Atienza. Lo comparte también Rico: en el Consejo de la UE, “Ribera ha sido de quienes más han presionado para evitar políticas regresivas”.
En una reunión con las cinco organizaciones ecologistas —Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO-Birdlife, WWF—, en junio de 2023, Ribera reconoció que el giro a la extrema derecha en España coincidía con el de la UE, donde “las cosas se ponían cada vez más hostiles” y donde hay Gobiernos, como el italiano, que “han reclamado derogar directamente varias normativas ambientales”.
Sin embargo, “en materia de participación pública suspende: durante su mandato ha sido cuanto menos se ha hecho caso a las organizaciones ecologistas”, lamenta un dirigente ecologista que prefiere guardar el anonimato. “Aunque es cierto que nos daba reuniones pero me da la sensación que ella considera que tiene siempre la solución y que no necesita consejos de nadie”.
Según fuentes próximas a las entidades ambientales, se suele compartir “mucha información” y es habitual que en una reunión de una hora, “Ribera hable más de 50 minutos”. En muchos casos suele echar balones fuera justificando que el Gobierno no puede moverse fuera de los límites que marcan las normas de la UE (gobernada por neoliberales), el poder de las empresas y la incapacidad de las Comunidades Autónomas.
Sus aciertos
De los últimos años, Eva Saldaña, directora de Greenpeace España, destaca medidas tales como el “abandono de energías sucias, el cierre del carbón, el calendario de cierre ordenado de las centrales nucleares y el avance de las renovables y el autoconsumo”.
Saldaña aprecia como un “movimiento muy importante” que Ribera uniera “por primera vez” competencias tales como la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, que “tradicionalmente estaban en el Ministerio de Medio Ambiente”, con las de energía “habitualmente bajo el mando del Ministerio Industria”. Además, ha sido “la primera vez que esta temática se eleva al rango de vicepresidencia del Gobierno”, indica la ecóloga. “Esta priorización en el organigrama y las mayores competencias ha permitido avances sustantivos en la transición energética, en la lucha contra el cambio climático y la conservación de la biodiversidad”, aunque reconoce que “todavía queda mucho camino por recorrer”.
En el ámbito legislativo, Saldaña reconoce “algún avance ambiental” como por ejemplo en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, la Ley de Residuos y Suelos contaminados o la creación junto con el Ministerio de Sanidad del Observatorio de Salud y Cambio Climático. Asimismo, “Ribera ha empujado algunos avances en la posición climática de la UE en las negociaciones de las diferentes COP” [Conferencias de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas], agradece la activista.
En cambio, para Casal Lodeiro, la Ley de Cambio Climático resultó “claramente decepcionante”, porque las acciones resultan “escasas” y “llegan muy tarde”.
Blanca Ruibal, coordinadora de Amigos de la Tierra, admite “avances en materia de transición energética y su compromiso en el ámbito europeo e internacional para que no haya retrocesos en las políticas climáticas y ambientales” pero no comparte la valoración sobre la Ley de Residuos: “Aunque incluyó algunas mejoras, no sirvió para revertir el modelo lineal de producir-usar y tirar”, aclara.
En el ámbito de la conservación de la biodiversidad “hemos visto un compromiso con espacios naturales tan importantes como Doñana y el Mar Menor”, señala la portavoz de Greenpeace. Además, “ha jugado un importante papel de liderazgo en la firma del Tratado Global de los Océanos de la ONU, y se ha comprometido a proteger las aguas nacionales cumpliendo así el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal”, establece Saldaña.
Valladares destaca igualmente la “gestión amable pero implacable con Doñana y la estafa hídrica” de Ribera. Por su parte, Atienza matiza que “en biodiversidad sólo ha hecho cosas puntuales y no fue capaz de crear una estructura ministerial que supliese la falta de interés y conocimiento en la materia”. “Aunque al final de su mandato ha mejorado mucho”, puntualiza.
“La ministra ha defendido la ley de restauración de la naturaleza”, bloqueada por el Consejo de la UE, “que pretende recuperar el 20% de las zonas terrestres y marinas deterioradas en Europa”, continúa Saldaña. En cuanto al Reglamento europeo de Deforestación importada, cuya correcta aplicación está amenazada, se congratula que “España está en el grupo de países que lidera la implementación y la resolución de los flecos que quedan por resolver para su aplicación”.
Ruibal, por su parte, celebra la “posición antinuclear de la vicepresidenta“ y el abandono del Tratado de la Carta de la Energía —tras una campaña de más de seis años del movimiento climático y siguiendo el ejemplo de otros Estados miembros como Italia, Alemania y Francia—.
También para Valladares es “emblemático” haber iniciado la salida de España del Tratado de la Carta de Energía, un acuerdo internacional de inversiones de los años 90 utilizado por la industria de los combustibles fósiles para demandar a los Gobiernos por sus políticas climáticas y energéticas ante tribunales privados de arbitraje. En la última década, diferentes inversores extranjeros presentaron más de 50 demandas contra España reclamando más de 10.000 millones de euros en indemnizaciones. El tratado fue calificado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) como “un grave obstáculo para la mitigación del cambio climático”.
“Ribera ha intentado quitarles poder a las grandes energéticas, casi consiguen que pierda la cabeza y ella ha renunciado a seguir intentándolo”, reflexiona Atienza.
Sus desaciertos
Según las fuentes consultadas, las actuaciones de Ribera en materia de agua han sido pocas y se han hecho tarde mientras el lobby agroindustrial sigue avanzando con un modelo que despuebla el medio rural, destruye la biodiversidad, contamina los acuíferos y agota el agua. Tampoco ha apoyado lo suficiente a las opciones rurales que luchan contra la crisis ecológica.
En el medio rural hubo “bastantes retrocesos”, por ejemplo con los megaproyectos de energías renovables, los regadíos, la ganadería industrial o los fitosanitarios. “No ha atendido adecuadamente los impactos de la instalación de renovables en el territorio y la necesaria democratización del sistema energético, dejando de lado el impulso a la energía comunitaria”, afirma Blanca Ruibal, de Amigos de la Tierra. Y eso que las plataformas locales —que hay cientos de ellas en todo el territorio— y organizaciones ecologistas se lo advirtieron. “No ha tomado medidas ambiciosas en torno al reto demográfico o la crisis de biodiversidad, que sigue siendo la gran cuenta pendiente en nuestro país”, añade la agrónoma.
Valladares asiente: “Ha cedido mucho terreno en el campo de las renovables y en general frente a las presiones del sector energético” y “también flaqueó a la hora de comunicar y darle viabilidad a la asamblea ciudadana por el clima que su ministerio puso en marcha”.
“Lo primero que me viene a la cabeza es que su Ministerio ha sido un quiero y no puedo en el tema tóxicos”, responde una investigadora en la contaminación por pesticidas que prefiere no dar su nombre. “Se han realizado demasiado pocas analíticas de tóxicos en las aguas, que se encuentran en un grado de degradación que no ha mejorado ni un ápice bajo su mandato. Ha estado muy centrada en temas energéticos y ha olvidado la desintoxicación de aguas y suelos, un tema vital aunque no sea trending topic”, complementa.
Aunque “las islas siempre quedan muy lejos” de Madrid, “valoro positivamente que el Ministerio de Ribera encargó un estudio sobre la adaptación de las islas al cambio climático en relación a las competencias estatales de Costas”, señala Margalida Ramis, de la Junta Directiva del Grup Balear d’Ornitologia I Defensa de la Naturalesa (GOB) Mallorca. “Era un buen trabajo pero sin implementación alguna”, se lamenta.
En un momento de importantes movilizaciones en Canarias, Cantabria o Baleares por el problema del turismo, Ramis ha echado en falta un línea prioritaria del Ministerio para “desafectar y desocupar la costa, y más en territorios insulares y turistificados, tiene que ser una prioridad y trabajarse muy bien”, incluyendo la adaptación de “planes urbanísticos y de ordenación territorial, recuperar el Dominio Público Marítimo Terrestre y renaturalizar el espacio litoral”. “Si no, los temporales se nos llevarán por delante”, advierte la representante del GOB.
Sus omisiones
Según Luis González Reyes, co-coordinador de Ecologistas en Acción entre 2002 y 2011, época en la que coincidió con Ribera como directora de la Oficina Española de Cambio Climático y secretaria de Estado de Cambio Climático, “su gran omisión es haber apostado por las medidas de mercado” a pesar de “conocer la realidad climática y saber que son claramente insuficientes” y “sin haber tenido ni la ambición política ni la valentía de salirse en ningún momento de ese marco”. “Un posibilismo absolutamente cerrado dentro de los márgenes del capitalismo”, critica el coautor de libros como En la espiral de la energía (Libros en Acción, 2014) o Decrecimiento: del qué al cómo (Icaria, 2023).
De hecho, un ejemplo estelar de las medidas de mercado involucra directamente a la vicepresidenta tercera cuando fue directora general de la Oficina Española de Cambio Climático y Arturo Gonzalo Aizpiri ejercía de secretario general de Cambio Climático. Aizpiri es consejero delegado de Enagás y un caso paradigmático de las puertas giratorias del PSOE porque se movió entre cargos públicos y la petrolera Repsol durante muchos años. Una de las políticas más relevantes que ambos cargos públicos desarrollaron bajo el mandato de la ministra Narbona fue el Plan Nacional de Asignación de derechos de emisión (PNA), concebido para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero exigidos por el Protocolo de Kyoto. El plan fue todo un regalo a la industria de los combustibles fósiles y un impedimento a la acción climática en España.
“Le ha faltado ambición”, plantea Saldaña, por ejemplo en el caso del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), “por eso demandamos al Gobierno ante el Tribunal Supremo varias organizaciones —Greenpeace, Ecologistas en Acción, Intermon Oxfam, Juventud por el Clima y la Coordinadora de ONGs al Desarrollo—.
Aunque el tribunal desestimó el recurso, “los litigios estratégicos son las batallas que merecen la pena ser libradas y que buscan cambios políticos y normativos transformadores”, piensa Jaime Doreste, abogado en la causa. “La pretensión con la demanda era que se establezcan objetivos de reducción de gases de efecto invernadero muy superiores a los previstos por los instrumentos de planificación y aprobados por el Gobierno”, alega.
Tampoco ha habido “inversión estratégica en sectores clave para descarbonizar el conjunto de la economía ni de integración de la ciudadanía en la gobernanza de las políticas climáticas e innovación de la democracia deliberativa”, prosigue Saldaña, de Greenpeace.
La “principal omisión” de Ribera es no haber transmitido “la gravedad de la situación climática y energética” mientras “permitía que todo siguiese en una dirección equivocada” o “convertir a España en una colonia energética de la UE”, como en el tema del hidrógeno y los gasoductos, lamenta Casal Lodeiro, autor de La izquierda ante el colapso de la civilización industrial (La oveja roja, 2016).
“Lo que hace falta es garantizar la energía como un derecho humano y empezar a cuestionar el modelo de mercado”, enfatiza Pérez del ODG.
“Ribera no se ha enfrentado al modelo capitalista”, destaca Luis Rico, “por mucho que haya impulsado algunas políticas ambientales interesantes al no poner en cuestión el crecimiento económico al final en temas ambientales sigue habiendo una regresión”. Ribera tampoco “ha sido capaz de enfrentarse al poder económico o si lo ha hecho en algunas ocasiones, como con los beneficios caídos del cielo, ha sido de manera muy insuficiente”, zanja el activista.
Algunas asociaciones no quieren olvidar que Ribera fue, durante su etapa como secretaria de Estado de Cambio Climático con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, la encargada de firmar la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) favorable al proyecto del almacén de gas Castor, impulsado por la constructora ACS y con la ayuda financiera de la UE, y que posteriormente fue parado tras provocar sucesivos seísmos en la región a cambio de una indemnización multimillonaria que se repercutió a los presupuestos públicos y las facturas de la ciudadanía, como recuerda Pérez.
Una última omisión, que se ha mencionado mucho, es “no haberse enfrentado lo suficiente” o “haber perdido” varias contiendas con aquellos ministerios que tienen un mayor impacto y necesidad de transformación, tales como Agricultura, Pesca y Alimentación (“quitando el lobo”), Transportes y Movilidad Sostenible; y Economía, Comercio y Empresa, explica Luis Rico. “No ha sido capaz de hacer valer esa vicepresidencia de Transición Ecológica que supuestamente iba a marcar la política ambiental del gobierno”, concluye Rico.
¿Qué opinan otros partidos de Ribera?
“En estos tiempos de batalla cultural contra el negacionismo climático”, el PSOE “acierta” con la elección de Ribera, valora Eva García Sempere “contando”, además, que tiene en el Consejo de Ministros a Luis Planas”. “Su defensa de las zonas verdes o de la recuperación de los ríos son, sin duda, elementos a celebrar. Al igual que su buena relación y sensibilidad a las organizaciones ecologistas”, agrega la coordinadora de Medio Ambiente y Ecología de Izquierda Unida (IU).
“Ribera es, dentro del PSOE, una de las voces mejor valoradas porque incorpora debates actuales potentes” —como hablar de decrecimiento, por ejemplo— “pero su práctica no escapa de un Pacto Verde suave”. En su opinión, “eso impide de facto acometer las políticas valientes que necesitamos de reducción de la producción y el consumo” así como de “adaptación a las condiciones actuales y futuras”.
Entre los errores, destaca “no haber anticipado lo que se advertía desde la comunidad científica sobre el proyecto Castor, o la falta de ambición en el ámbito internacional”, dice la política y bióloga.
García Sempere afea a Ribera una serie de situaciones “en las que parece que sí pero no” como la “desastrosa gestión” del Parque Nacional de Doñana y la respuesta del Ministerio a la propuesta del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Moreno Bonilla (PP), de amnistiar y ampliar los regadíos ilegales. “Ribera tuvo un papel en frenar la idea inicial, pero que finalmente no resolvió de manera estructural el problema que existe”, asegura la ex diputada en el Congreso por la provincia de Málaga (2016-2019). “Acometer medidas de planificación de los consumos de agua en función del agua disponible y del contexto de cambio climático o emprender el tan necesario cambio de modelo agroaindustrial por uno basado en la agricultural social y familiar son medidas impostergables”, concluye.
Otros casos que cita es la Ley de Cambio climático, “mucho menos ambiciosa de lo necesario” o el despliegue de renovables “sin zonificación vinculante, sin participación, con exención de la evaluación de impacto ambiental y en muchos casos en manos de las mismas empresas que nos han traído al contexto actual de emergencia ecosocial”, recrimina García Sempere.
También Mar González, coportavoz de Verdes-Equo, está convencida que fue una ley que “nacía obsoleta” y sólo servía “para que algunos ondearan la bandera verde”. En lo relativo a transportes y movilidad, estaba más influida por las empresas del sector”, señala.
Juan López de Uralde, coordinador federal de Alianza Verde, rescata aspectos “positivos” de la Ley de cambio climático y transición energética, como “prohibir el fracking y la minería del uranio”, así como el calendario de cierre de nucleares”. También destaca la “protección del lobo”. El ex director de Greenpeace (2001-2010) cree que Ribera ha sido una “ministra de energía” y que el medio ambiente ha quedado “bastante marginado durante su gestión”.
“En materia energética se ha opuesto a la constitución de una empresa pública de energía, y se opuso en principio al tope del precio del gas que proponíamos desde Unidas Podemos. Luego en esto rectificó y fue uno de los aciertos de su gestión”, argumenta el ex diputado por Álava (2016-2023).
López de Uralde critica que Ribera se negara a renovar la ley de minas: “Se opuso a la reforma propuesta por Unidas Podemos”. También que impulsara el gas fósil con infraestructuras como el gasoducto H2Med y que le faltara “ambición en la protección de la biodiversidad”. Asimismo, le parece reprochable que permitiera al Ministro de Agricultura “imponer su criterio en materia de aguas y químicos” y que “no ha perseverado” en la implantación de Zonas de Bajas Emisiones.
González expresa que el PSOE es “un partido retardista” y “no está liderando la transición verde”. “Llamamos retardista al que reconoce que debemos transformar nuestra economía y nuestra sociedad para hacer frente a la terrible crisis climática, pero al mismo tiempo no hace nada”, justifica o, peor, “sigue apostando por la ampliación de puertos y aeropuertos” y “de más inversión en ladrillo”.
La representante de Equo-Verdes en el grupo de Sumar del Congreso reconoce que el PSOE “entiende la crisis que se avecina pero sigue actuando como si no pasara nada” pero califica sus cálculos tácticos como “irresponsables”. “Creen que su electorado no entendería las reformas necesarias”, acota.
¿Qué tareas le ponen a Ribera en Bruselas?
Aunque está por ver si el Ejecutivo español logre el puesto deseado en la futura Comisión Europea, para Margalida Ramis “la agricultura y el agua deberían ser ejes fundamentales de lucha tanto desde el punto de vista de resiliencia de los territorios, como de adaptación a los cambios en el clima”, lo que requiere “transformación del modelo agrario y blindaje del uso y gestión de estos recursos estratégicos fuera de las lógicas privadas y de mercantilización”, subraya.
“Que ceje en su obsesión por una transición energética muy asociada a la electrificación”, le plantea Pérez para su nuevo papel de Comisaria. “Lo que necesitamos son propuestas de movilidad pública. No un cambio de vehículo de combustión a vehículo eléctrico, sino un cambio de régimen de propiedad en la movilidad”, recalca. Y que la UE “reconozca la garantía del derecho a la energía para acabar con el problema de la pobreza energética” lo que implica poner “limitar el poder de las grandes empresas y sacar la energía de las dinámicas de mercado”, termina.
“Creo que sería importante buscar una vicepresidencia como la que tenía Timmermans, con una agenda política medioambiental y climática transformadora y que integre una agenda en favor de las Futuras Generaciones”, plantea Eva Saldañas. “Creo que aspirar a un puesto de mera comisaría sería una mala noticia”.
“Dada la situación tan crítica de emergencia ecosocial que vivimos y la deriva de Europa hacia la militarización que muestra claramente la Agenda Estratégica, le pediría a Ribera que defienda un Pacto Verde Europeo justo y ambicioso, sin retrocesos”, finaliza Saldañas.
Valladares piensa que “es una pérdida irreparable que se marche a Europa, corre el riesgo de diluirse. Y aquí la necesitamos como ariete ante populismos y ultraderechas”. En Bruselas tendrá que “blindarse contra las presiones económicas”, las criticas de Alemania, “acostumbrado a decidir”, y los “bandazos de la derecha”.
“Necesitamos que saque adelante directivas mas estrictas contra la sobrexplotacion del agua, la agroindustria y el turismo de masas y que refuerce el Reglamento de Restauración de la Naturaleza que ha ido siendo podado”, apuesta Valladares.
Margalida Ramis, del GOB Mallorca, recuerda que los contextos insulares “siempre son los grandes olvidados” de la UE y “requieren un abordaje singular y especial”. “Muchas de las mismas normas y directivas europeas no sirven para contextos insulares” y sería “absurdo” equiparar los territorios insulares a los peninsulares sino “abordarlos desde su especificidad”. Ramís ve una “oportunidad para que sean espacios donde implementar la transición ecosocial asumiendo verdaderamente que implica asumir los límites”, tal como explicó en 2022 en la Ponencia de estudio sobre la insularidad y la situación periférica de las Ciudades de Ceuta y Melilla de la Comisión de Despoblación y Reto Demográfico del Senado.
García Sempere, de IU, tiene muy claro que quien sea Comisaria de Medio Ambiente o Energía “tiene por delante retos urgentes y para los que hay poco tiempo”, tales como una “mayor ambición en la disminución de consumos energéticos”, “medidas de decrecimiento con justicia social”, así como “políticas de renaturalización para frenar la pérdida de ecosistemas y de biodiversidad”. También reclama una “mirada más social para que las clases populares no se sientan las perdedoras en esta lucha”. Ello implicaría una “reforma del sistema que impida a las empresas seguir acumulando beneficios a costa de nuestros cuerpos y territorios.
Por último, Sempere critica la “poca implicación” del PSOE, y de Ribera en particular, en los cambios necesarios del papel de la UE en el ámbito internacional. Subraya por ejemplo la lucha contra la deforestación importada, una “mayor ambición en la Directiva europea de diligencia debida” y una clarificación del papel de España en los tratados de comercio. “Son algunos de los aspectos que ni Ribera ni el PSOE han tenido en su agenda y que en esta nueva etapa deben estar en primera línea”, concluye la ex diputada.
“Ser retardista es mejor que ser negacionista y por eso esperamos tenerla como aliada dentro de una alianza europea más amplia que permita acometer los cambios necesarios en Europa, cambios que no se pueden hacer sin un gran consenso”, medita Mar González.
7. La apropiación por la derecha de la «soberanía alimentaria».
Últimamente he visto algunos artículos en los que se advierte de cómo la derecha europea está intentando apropiarse y distorsionar el concepto de «soberanía alimentaria», por ejemplo este en Le vent se lève: https://lvsl.fr/souverainete-. En Zona de estrategia acaban de publicar este texto sobre el tema.
https://zonaestrategia.net/la-
La soberanía alimentaria en disputa ante las elecciones europeas
Por Iria Costela Peña y Álvaro Areta García | Jun 7, 2024
¿Es posible que el BNG y VOX estén defendiendo lo mismo en sus programas electorales?
En marzo de 2024, al calor de las tractoradas agrarias, se registró en España un nuevo partido político: Soberanía Alimentaria Española (SAE). Liderado por empresarios agrarios, este partido pretende emular lo conseguido por el Movimiento Campesino-Ciudadano holandés (BBB) y, para ello, se presenta a las elecciones europeas del 9 de junio. A estos comicios también concurren formaciones tan opuestas ideológicamente como VOX o BNG (partido integrante de la coalición Ahora Repúblicas), y ambos hablan de soberanía alimentaria en sus programas electorales.
El concepto parece estar de actualidad. Los ministerios de agricultura, tanto del gobierno ultraderechista de Meloni como del neoliberal Macron han incluido el término en su nombre. Hasta Pedro Sánchez lo ha incorporado recientemente en sus discursos. ¿Por qué partidos y líderes de todo el arco ideológico utilizan la soberanía alimentaria para presentar sus propuestas políticas en materia de agricultura y alimentación?
El movimiento internacional La Vía Campesina propuso por primera vez la definición de soberanía alimentaria en 1996, que se podría sintetizar como el derecho de los pueblos a diseñar su política agraria y alimentaria, bajo criterios de igualdad de género, agroecología y solidaridad. Las luchas por crear un modelo de comercio más justo con productorxs y consumidorxs, por facilitar el acceso a la tierra, por hacer de la alimentación un derecho, por eliminar la explotación del medio ambiente y de las personas, etc. se han concretado en posiciones políticas contrarias a los acuerdos de libre comercio y las cadenas globalizadas que especulan con los alimentos, en favorecer la redistribución de la tierra y las alianzas entre productorxs y consumidorxs, y en proteger la tierra y a quienes la habitan y trabajan. En definitiva, en promover la solidaridad y la cooperación frente a la competencia y el individualismo.
La soberanía alimentaria tradicionalmente ha sido defendida y llevada a la práctica por colectivos de todo el mundo y muchos partidos de izquierdas se han implicado con sus postulados. Ahora, otros líderes y partidos, especialmente de las derechas, tratan de apropiarse del término, vaciarlo de contenido y llenarlo de votos procedentes del descontento del sector agrario, la preocupación de lxs consumidorxs por su alimentación o el sentimiento más nacionalista de una parte del electorado.
En el caso de mandatarios como Macron y Sánchez, soberanía alimentaria parece emplearse como sinónimo de seguridad en el abastecimiento, probablemente en respuesta a una preocupación social por la disponibilidad de alimentos nacida durante la pandemia y que se acrecienta tras la subida del precio de la alimentación precipitada por la guerra de Ucrania. Equiparar seguridad en el abastecimiento y soberanía alimentaria es una manipulación del término, ya que solo se atiende a determinados criterios, como tener llena la nevera (quien se lo pueda permitir), sin importar cómo y de qué la llenamos. Esta tergiversación se constata en que, en España y Francia, tengamos abastecidos los estantes de nuestros supermercados mientras contribuimos a la deforestación de la Amazonía, destruyendo, con ello, la propia soberanía alimentaria de las comunidades que allí viven. O en que esos mismos estantes se llenen mientras se cierran numerosas pequeñas y medianas explotaciones agrarias de nuestro propio territorio.
Las derechas, y especialmente la ultraderecha, hablan de seguridad alimentaria y defensa de nuestro campo y lo hacen ensalzando el “primero lo nuestro”. Identifican estos conceptos con la soberanía alimentaria. Pero ni en sus posiciones ni en sus acciones políticas rechazan el actual modelo de producción y comercio agroalimentario –orientado, sobre todo, a la internacionalización– que tanto daño hace a las personas productoras de todo el mundo. Por supuesto, ni se les pasan por la cabeza elementos claves incluidos en la soberanía alimentaria como la igualdad de género, la solidaridad o la agroecología.
El PP no solo vota a favor de los acuerdos de liberalización comercial, sino que los promueve. Por su parte, la ultraderecha se mueve en el terreno de la demagogia: en su programa hablan de proteger el “producto nacional frente a la competencia desleal extranjera” en un discurso similar al de “exigir fronteras fuertes frente a la inmigración ilegal”, que únicamente pone de manifiesto su xenofobia y una estrategia de señalamiento del otro como origen de los problemas. Solo critican el libre comercio para aquello que conviene a su discurso; es decir: no cuestionan las exportaciones agroalimentarias (si son españolas, claro) y solo hablan de limitar las importaciones, pero señalando especialmente a determinados orígenes. Además, en su palabrería hablan del campo como un todo homogéneo pero, cuando han tenido que hilar más fino, no se han posicionado a favor del modelo que se enorgullecen de llamar familiar (“la familia como institución básica”) sino que han dado muestras de apoyar a la agricultura de grandes propietarios. Todo esto sin considerar la desinformación y bulos que vierten en redes sociales y que contribuyen a completar ese discurso.
Estamos ante una disputa por el término que, como suele ocurrir con este tipo de disputas en torno al lenguaje, es reflejo de un intento de cooptación cargado de intencionalidad política. Unos y otros podrán seguir manoseando el concepto –y seguramente lo harán–. Pero seguirán sin construir soberanía alimentaria sino, más bien, todo lo contrario, especialmente si la extrema derecha aumenta su cuota de poder en la UE. Ya llevamos décadas padeciendo políticas agrarias y alimentarias neoliberales y contrarias a sus principios y, en este punto, conviene recordar que, tanto en este como en próximos procesos electorales, con nuestro voto, también podemos cambiar eso.
En todo caso, independientemente del resultado de la disputa, la multitud de gente y colectivos que realmente están trabajando a favor de la soberanía alimentaria (en algunos casos con muchas dificultades y sin apoyos públicos), seguirán haciéndolo a partir del 10 de junio como suelen hacerlo: con hechos y no con palabras.
Iria Costela Peña y Álvaro Areta García
Iria Costela Peña: veterinaria especializada en apicultura y ganadería.
Álvaro Areta García: doctor ingeniero agrónomo.
8. La ralentización de la AMOC se acelera, valga la paradoja
Estos días ha causado mucha impresión esta charla de uno de los mayores expertos en la AMOC:https://x.com/rahmstorf/ Parece que las cosas están mucho peor de lo esperado. En este artículo se resume la situación. Al menos habremos salvado las pistas de esquí del Pirineo, eso sí. https://www.elindependiente.
El colapso oceánico acerca a Europa a una glaciación: «De Montpellier para arriba todo sería nieve»
Nacho Martín @NachoMartin_ 08 / 06 / 24Los estudios llevan tiempo alertando del riesgo de que la circulación meridional de vuelco del Atlántico Norte (AMOC, por sus siglas en inglés) colapse. Pero cada vez hay más indicios de que esto puede ocurrir mucho antes de lo que pensábamos. Lo último que hemos sabido esta semana ha sido a través de la cuenta de X del profesor Stefan Rahmstorf, jefe de análisis del sistema terrestre del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático y profesor de Física de los Océanos en la Universidad de Potsdam. Y spoiler: no eran buena noticias.
«Asistí a un seminario de tres días sobre el peligro de los cambios abruptos en la circulación oceánica. Y las conclusiones son bastante preocupantes. Entre el 35% y el 45% de los modelos de alta calidad dicen que la AMOC colapsará en la década de 2030 debido al cambio climático», aseguró Rahmstorf, considerado uno de los mayores expertos mundiales en esta materia. Y las alarmas se encendieron.
Y es que, ya lo sabemos, esto traería consecuencias importantes, porque el Atlántico Norte es un motor clave del sistema global de corrientes oceánicas. Allí se enfrían las aguas cálidas que llegan procedentes de las zonas tropicales antes de que viajen hacia el sur, donde inician de nuevo el ciclo. Un proceso que permite, además, oxigenar el fondo marino, lo que posibilita que haya vida a mucha profundidad. Y que equilibra la temperatura tanto de las regiones más cálidas como de las más frías del globo para que no sean tan extremas. Pero el problema es que el deshielo de los polos está provocando que haya más agua dulce en los océanos, que además están más calientes. Así que las aguas en el Atlántico Norte se están enfriando menos y no pueden hundirse. Y eso lo pone en riesgo todo este engranaje.
La gran pregunta, por tanto, es si podemos hacer algo para que la AMOC siga funcionando con normalidad. «Ya se están barajando escenarios en los que el colapso de la AMOC sucede en un plazo de tiempo bastante corto, y ese proceso va a seguir en marcha. La incertidumbre es saber en qué momento puede ocurrir, pero no vamos a poder hacer nada para impedirlo. Ni siquiera aunque mañana mismo dejáramos de emitir CO2, algo que es imposible», resume José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored.
«Si realmente se empieza a producir el colapso, es irreversible», apunta Antonio Turiel, investigador científico en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC. Él mismo detalla lo que implicaría: «Se estima que en Europa habría un descenso de las temperaturas de 3ºC por década. Eso una barbaridad, hay que pensar que ahora estamos teniendo problemas porque la temperatura ha aumentado 1,6ºC en todo el planeta respecto a los niveles preindustriales. Un descenso de 3ºC implicaría tener inviernos como los del siglo XIX en la primera década. En la siguiente ya tendríamos situaciones comparables, o incluso peores, que las que había en la pequeña era de hielo. Y en la siguiente década tendríamos comportamientos glaciales. Podemos estar hablando de que en un plazo de 30 años Europa empezaría a volverse inhabitable«.
Una glaciación, en Europa y a la vuelta de la esquina. Suena difícil de creer, pero es una posibilidad real. «Si se produce un colapso más o menos completo de la AMOC el hielo ártico cubriría todo el canal de la Mancha, y el Reino Unido desaparecería debajo de las nieves. Sería como Groenlandia, básicamente. Y en París podría haber varias decenas de metros de hielo. En resumen, desde Montpellier para arriba quedaría toda Europa quedaría sepultada debajo de la nieve«, añade Turiel.
«En principio el impacto es regional, no global. Esa es la primera idea que hay que transmitir: el mundo seguiría en una fase de calentamiento global pero el Atlántico Norte, y principalmente, el norte de Europa, se vería afectado por un enfriamiento abrupto. En el resto del continente europeo también se notaría, aunque menos cuanto más hacia al sur nos dirijamos. De hecho, algunos especialistas piensan que en el Mediterráneo, en nuestra región, no notaríamos grandes cambios, salvo quizás inviernos más fríos. Pero los veranos seguirían siendo bastante calurosos. Y Canarias seguramente quedaría al margen», señala por su parte Viñas.
El último colapso de la AMOC
A la hora de vislumbrar cómo se vería afectada Europa Turiel se basa en el Joven Dryas, un evento climático que tuvo lugar hace unos 13.000 años, cuando la AMOC colapsó por última vez. «Es verdad que necesitaríamos hacer estudios específicos para ver qué podría suceder ahora, porque en la actualidad la concentración de gases de efecto invernadero que tenemos en la atmósfera es más alta. Pero lo que pasó entonces fue eso: la mayor parte de Europa quedó sepultada debajo de metros y metros de nieves», ilustra el experto, que relata que tuvieron que pasar unos 1.200 años para que la AMOC se reactivara. «Es algo lógico, porque la circulación termohalina, que es la que conecta todo el océano, tarda unos 1.000 años en dar una vuelta», remata.
En su último informe el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) decía que no preveía cambios abruptos en la circulación de la AMOC. Pero la modelización climática, que es muy compleja, no deja de avanzar. Los modelos se han ido actualizando, y en el último año se han publicado dos estudios importantes que han rebatido ese optimismo. El primero vio la luz en julio de 2023, lo firmaban la Universidad de Copenhague y del Instituto Niels Bohr de Noruega y aseguraba que la AMOC colapsará con un 95% de probabilidad entre 2025 y 2095, estableciendo que el año más probable en que esto suceda es 2057. El segundo, publicado en la revista Science Advances en febrero de este año, apuntaba hacia la misma dirección, señalando que ese colapso es «inminente» y que podría llegar a finales de este siglo.
«Más allá de esas dos investigaciones ha habido otros indicios que apuntan hacia lo mismo. Por ejemplo, se está viendo que la zona de convergencia intertropical, que es donde se toca la circulación atmosférica del hemisferio norte con el hemisferio sur y es también la región del planeta donde más llueve, se está desplazando hacia el sur. Y eso, que estaría relacionado con la AMOC, provocaría la sequía que estamos viendo en la zona norte de Sudamérica, la disminución de las precipitaciones en el África ecuatorial y el desplazamiento del monzón, que es muy frecuente en la India hacia el sur», afirma Turiel.
El experto explica que la modelización climática tiende a ser bastante conservadora y a evitar poner cosas muy drásticas porque «no se entienden siempre bien». Pero lo que ha sucedido es que ahora que se está empezando a actualizar, teniendo en cuenta un montón de factores que antes no eran tan fáciles de ver. Por eso ahora tenemos más conocimiento, y la revisión de los modelos apunta a que el colapso de la AMOC es muchísimo más probable y podría ser más temprano de lo que se decía. «Probablemente el IPCC lo refleje así en su próximo informe», apunta Turiel. «Empieza a haber un sentimiento creciente de la importancia del tema. Yo mismo voy utilizar sistemas de medición para estudiar puntos de inflexión en este tema para la Agencia Espacial Europea», añade.
Más allá de la AMOC hay otro motor importante en la circulación oceánica mundial: la que rodea la Antártida. Como detalla Viñas, es una de las que generan una mayor cantidad de agua fría en los océanos. Y por supuesto también se está estudiando de qué manera se está viendo afectada por el deshielo que está teniendo lugar en la parte occidental del continente helado. «Incluso ya se empieza a detectar en otras zonas del continente, que hasta hace poco prácticamente no mostraban una señal clara de calentamiento global. Pero sobre todo en esa parte occidental sí que se puede alterar de manera importante esa corriente, y eso tendría también un efecto global, aunque probablemente en una escala de tiempo distinta a cómo puede ocurrir en el caso de la AMOC», concluye el meteorólogo.
9. Capitalismo y emigración.
Una de las características fundamentales del capitalismo contemporáneo: la importancia del trabajo migrante. Con la paradoja de que vamos hacia una economía en la que ya no se sabe qué hacer con tanto trabajador…
Trabajadores inmigrantes y huelgas: o sobre las apretadas contradicciones del capitalismo mundial
Por Goran Lukic y Tibor T. Meszmann 7 de junio de 2024
Nota de los editores de LeftEast: Este artículo es una versión ligeramente ampliada y editada de un texto que apareció por primera vez en eslovaco en Kapital. Publicamos el original en inglés con permiso. El artículo aparece en el marco del East European Left Media Outlet (ELMO).
«Para el capitalismo, los trabajadores inmigrantes suplen la escasez de mano de obra de una manera especialmente conveniente. Aceptan los salarios ofrecidos y, al hacerlo, frenan los aumentos salariales en general».– John Berger, El séptimo hombre: 1975: 251
«Aber die Hauptsache am Menschen sind seine Augen und seine Füße. Man muß die Welt sehen können und zu ihr hingehn 1.» – [«Pero lo principal de las personas son sus ojos y sus pies. Hay que saber ver el mundo y caminar hacia él.»] Alfred Döblin, Berlín Alexanderplatz
Los trabajadores migrantes encarnan múltiples contradicciones de la vida social, política y económica a las que se enfrenta la humanidad en el capitalismo global hipermóvil contemporáneo: son estructuralmente débiles, ocupan posiciones vulnerables y a menudo externalizadas bajo las manos controladoras y la influencia de los empleadores o de estructuras estatales más complejas. Tanto esos empresarios como esas estructuras estatales tienden o más bien pretenden conocer, de forma paternalista, los intereses de los trabajadores mejor que los propios trabajadores. Los empresarios les ofrecen recompensas económicas a corto plazo por su duro trabajo, y cuantas menos preguntas tengan los trabajadores, o problemas puedan plantear más allá de la cuestión salarial, mejor. Los Estados, tanto en el extremo emisor como en el receptor de mano de obra migrante, establecen infraestructuras más o menos desarrolladas y más o menos subcontratadas a agentes intermediarios privados. Estos actores intermediarios son menos visibles pero extremadamente poderosos. Desde el principio, se aprovechan económicamente de los trabajadores migrantes cobrándoles tarifas obscenas por «organizarles los trámites adecuados» para ir al extranjero, convirtiéndoles así en migrantes.
En la cita anterior, John Berger reflexiona sobre el momento en el que los trabajadores migrantes son «instrumentales» para mantener un mercado laboral y «dirigir el espectáculo», pero también claves para un momento histórico concreto en el que los Estados nacionales regulaban las economías en condiciones de escasez de mano de obra. Hoy, cuando la escasez de mano de obra ha vuelto a una escala mundial aún mayor, asistimos a un círculo vicioso de competencia extrema, migración laboral rápida, promesas de grandes ganancias, grandes riesgos y costes sociales crecientes. Quizá ahora la supresión salarial de la que hablaba Berger sea menos visible, pero en comparación con los años 70, hoy las condiciones laborales se deterioran aún más rápidamente y con un significado estructural mayor y más profundo. En nuestros «Tiempos Modernos», el deterioro de las normas laborales está ligado a un continuo deterioro general del significado y el reconocimiento político del trabajo (asalariado). Siguen apareciendo formas nuevas y cada vez más flexibles de trabajo asalariado -como el trabajo a través de empresas de trabajo temporal combinado con varios niveles de externalización y desplazamiento transnacional- y los trabajadores locales se ven cada vez más expulsados de determinados sectores. Todas estas tendencias nos recuerdan la incómoda relación entre el trabajo asalariado esclavo y el «libre», tal y como la analizó Engels. La fragmentación del empleo es la nueva realidad y, por tanto, las posibilidades de forjar identidades colectivas y organizarse son cada vez más difíciles. Es probable que las instituciones que rigen los mercados laborales estén sobrecargadas de trabajo, operen con herramientas legales obsoletas y, en un número creciente de casos, ni siquiera se atrevan a utilizar las competencias que sí tienen, como el cierre de empresas que violan la legislación laboral. Las instituciones clave del mercado laboral necesitan muchos más recursos financieros, tecnológicos y humanos, así como conocimientos especializados. Es una cuestión de voluntad política saber si estas instituciones – sindicatos y organizaciones patronales incluidos – recibirán el apoyo suficiente para hacer frente a los nuevos retos y disponer de mejores capacidades para mejorar las normas laborales. Otra posibilidad es que las organizaciones no gubernamentales presten cada vez más servicios de apoyo que forman parte de las competencias básicas de las instituciones del Estado del bienestar y de las instituciones laborales. Este último escenario crea entonces dos actores imperfectos, que trabajan en el mismo ámbito, pero con autorizaciones, capacidades y competencias diferentes. En lugar de crear complementariedades, aquí el efecto final es negativo: una situación esquizofrénica que está legitimando el debilitamiento de las instituciones pertinentes.
l. Al mismo tiempo, los trabajadores emigrantes aspiran sin duda a «ver mundo e ir tras él». Por tanto, si creemos a Alfred Döblin, encarnan algo de lo más humano: disfrutar de la libertad, de la aventura, sin restricciones para ganar experiencia. Pero en la era del capitalismo global esta libertad se transforma en precariedad cotidiana y su humanidad en explotación mercantilizada. Como se discutirá, la existencia de los trabajadores inmigrantes también está relacionada con su potencial para organizarse y luchar colectivamente, a través de huelgas u otros medios.
En este artículo se analizan los obstáculos y las condiciones de la acción colectiva de los trabajadores inmigrantes en el actual contexto mundial de rápido crecimiento y expansión de la migración laboral. En primer lugar, ofrecemos una visión general del potencial de la organización de los trabajadores inmigrantes y de la acción colectiva, así como un breve catálogo de la autoorganización y la acción colectiva de los trabajadores inmigrantes en las últimas décadas. En segundo lugar, nos centramos en la experiencia de una iniciativa regional en Eslovenia.
Acción colectiva de los trabajadores inmigrantes: condiciones y dialéctica de la (auto)organización y la acción colectiva
A principios de la década de 2000, una oleada de huelgas de trabajadores inmigrantes en China puso de manifiesto las condiciones de trabajo en las industrias de capital intensivo y propiedad extranjera del delta del río Perla, marcando una nueva era de lucha obrera. Desde entonces, las olas de huelgas han seguido estallando en el sector manufacturero chino, que sigue dependiendo de millones de trabajadores inmigrantes. Estas huelgas ponen de manifiesto nuevas formas de poder colectivo y cambios en las pautas de organización. El sociólogo Chris King-chi Chan ha argumentado que, antes de las huelgas, las estructuras de poder impulsadas por los empresarios y el Estado dominaban no sólo las relaciones sociales del lugar de trabajo y los sindicatos instalados oficialmente, sino también las de las comunidades en las que vivían los trabajadores. Chan y sus colegas observaron que, para la organización de los trabajadores, lo más importante era un momento histórico, un acontecimiento concreto en el que la cualificación empezó a importar, incluso en condiciones de oferta ilimitada de mano de obra inmigrante. El cambio de tendencia se produjo cuando la autonomía de los trabajadores cualificados fue atacada por la dirección. Sin embargo, en ausencia de un sindicato independiente, la acción colectiva no apareció como parte de la organización sindical formal. Florian Buttolo y Tobias ten Brink argumentaron que la oleada huelguística pudo perdurar y apareció de diversas formas precisamente por la postura relativamente permisiva del Gobierno chino hacia el movimiento y su tolerancia hacia la presión salarial ascendente, pero no hacia el movimiento y la organización sindical independiente, incluida la negociación colectiva autónoma. En otras palabras, los sindicatos como organización de clase han sido contestados por un actor estructuralmente más poderoso: el Estado.
En otras palabras, se había abierto un espacio para la militancia obrera, pero no para un compromiso social estable e institucionalizado. Los trabajadores inmigrantes en China han sido una fuerza activa en busca de su propia organización de clase que pueda representar los intereses de los trabajadores en un entorno relativamente hostil, donde la organización de clase ha sido ineficaz y se ha negado la libertad de asociación. Oleadas temporales y frágiles similares, o modelos de huelgas «salvajes» y acciones colectivas de trabajadores inmigrantes -sin formaciones organizativas o institucionales estables-, pueden observarse también en entornos como el de los trabajadores de la construcción en Dubai o los trabajadores de la industria manufacturera de propiedad extranjera en Vietnam, donde el autoritarismo político, los acuerdos entre capital y trabajo y la elevada afluencia de capital se combinan con una elevada concentración de mano de obra inmigrante. En el caso vietnamita, la existencia de una organización básica de los trabajadores yacreaba las condiciones para la huelga o facilitaba su realización.
Se plantea la cuestión de si en entornos más beneficiosos -con mecanismos sociales del mercado laboral arraigados y estructuras de negociación colectiva establecidas- los trabajadores inmigrantes pueden organizarse, sobre todo si se encuentran con sindicatos abiertos. ¿O si, de forma más general, las instituciones del Estado del bienestar que rigen los mercados laborales son sensibles a las nuevas necesidades y existen inversiones públicas para acomodar a los más vulnerables? Desde el punto de vista organizativo, especialmente si dispusieran o recibieran recursos suficientes, algunos sindicatos han experimentado con éxito la contratación y el compromiso general con los trabajadores inmigrantes a nivel de comunidad o de mercado laboral, en lugar de a nivel de lugar de trabajo(en el Reino Unido) o con la movilización de los trabajadores inmigrantes(en los Países Bajos), pero no han resuelto la cuestión de la organización sostenible de los trabajadores inmigrantes. Por último, en el plano transnacional, la mayoría de las veces se fracasa:los esfuerzos sindicales transnacionales para organizar a los trabajadores inmigrantes hipermóviles chocan con la lógica del proteccionismo nacional, ya que muchos sindicatos insisten en desarrollar solidaridades únicamente a escala nacional, centrándose exclusivamente en la defensa de los acuerdos institucionales existentes. También en este caso, como ha demostrado recientemente la organización de los camioneros, los éxitos son posibles, pero frágiles.
En la UE actual, el empleo de trabajadores inmigrantes se asocia en muchos lugares con altos niveles de rotación y movilidad geográfica de los trabajadores. Según un argumento reciente, esta elevada movilidad, y el mantenimiento de los mercados laborales en un flujo extremo, es en realidad una nueva fuente de poder para los trabajadores inmigrantes. Más prudentes, Alberti y Pero sostienen que el potencial innovador y de movilización de los trabajadores inmigrantes debe basarse en una organización propia y única: «los trabajadores inmigrantes pueden desarrollar iniciativas colectivas innovadoras situadas en la confluencia de clase y etnia que pueden ser eficaces y gratificantes en términos materiales e inmateriales las estrategias de negociación y movilización parecen inadecuadas para dar cabida a las iniciativas de abajo arriba».
La organización y las identidades de los trabajadores inmigrantes están lastradas por desigualdades fundamentales a escala mundial, pero también de género, y por múltiples relaciones de poder. El trabajo reproductivo y doméstico es un ejemplo de ello: el trabajo doméstico se mercantiliza cada vez más en el Norte rico, y la mano de obra procede de la (semi)periferia o del Sur Global. En entornos más regulados, como señala Rogalewski (2018), los trabajadores migrantes -cuidadores de ECE- pueden ser los miembros más militantes y comprometidos de los sindicatos, dando nueva vida a las organizaciones y estructuras sindicales existentes, en este caso suizas. En entornos menos regulados, la lucha es más difícil, como demuestran las luchas de los movimientos de trabajadoras domésticas en Estados Unidos e India, o en América Latina. La lucha y las acciones colectivas de las trabajadoras domésticas indocumentadas suelen ser largas y los frutos maduran muy lentamente, como demuestra la lucha de las «trabajadoras sin papeles» francesas por conseguir un estatuto legal. En este caso, los investigadores observaron una «coproducción agonística de la política estatal y la estrategia sindical» en la que la identidad de la trabajadora se convirtió en una cuestión sin resolver tanto para el Estado como para el sindicato. Ninguno de los dos actores podía ponerse de acuerdo sobre cuándo se empezaba y se dejaba de ser legalmente un trabajador.
Las iniciativas ascendentes de los trabajadores inmigrantes aportaron a menudo al sindicato diversos métodos novedosos de huelga u otras formas de acción colectiva. En el caso de los trabajadores indocumentados en Francia, en el punto álgido de su oleada de protestas, 7.000 trabajadores ocuparon empresas, agencias de trabajo temporal y federaciones patronales, mientras que sus homólogos en Bélgica iniciaron una huelga de hambre. Además de la acción directa, la movilización y la huelga de los trabajadores inmigrantes, como sugiere Oliveri, podría ser una nueva fuente de poder y un modelo paradigmático de activismo ciudadano adaptado a la era del neoliberalismo global: la huelga general de inmigrantes y trabajadores agrícolas de 2010-2011 en Italia impugnó el modelo excluyente, racializado y competitivo y también puso en primera línea un modelo social alternativo basado en la igualdad de derechos, la solidaridad y la democracia real. Esta conclusión es especialmente atroz, ya que estos trabajadores inmigrantes se encontraban en una posición extremadamente vulnerable: fueron segregados intencionadamente y contratados mediante métodos de contratación ilegales y, como se ha señalado anteriormente, su identidad como trabajadores no está clara. No debemos olvidar que las recientes acciones directas de los trabajadores inmigrantes, como la ocupación de los locales de la empresa en huelga de hambre, son formas frágiles, que sólo muestran el potencial de la acción colectiva en comparación con las clásicas acciones sindicales altamente organizadas que proceden con una gran movilización, como las huelgas.
Trabajadores migrantes en la periferia del mercado laboral de la UE
Los trabajadores inmigrantes también están cada vez más presentes en los mercados laborales de los países de Europa del Este, que al mismo tiempo pierden trabajadores en favor de países con salarios más altos. En Eslovenia, como en muchos otros países de Europa Central y Oriental, los trabajadores inmigrantes están asociados a la escasez de mano de obra y a la aceleración de la rotación laboral. La velocidad de la migración interactúa con la rotación y la escasez de mano de obra y crea una nueva realidad en el mercado laboral. Los trabajadores migrantes suelen maximizar sus ingresos. Cuando contratan, se guían por una pregunta: cuánto pueden ganar. Al hacerlo, también se ven empujados por las expectativas de su país de origen de ganar y enviar el dinero necesario. En su maximización de ingresos, también se les anima a adoptar comportamientos oportunistas y están dispuestos a seguir las iniciativas de los empleadores que van en contra de las normas establecidas, como aceptar empleos ilegales, prácticas turbias o socavar voluntariamente las normas laborales. Los trabajadores inmigrantes también cambian de trabajo muy rápidamente si ven que no ganan lo suficiente. Los empresarios se adaptan rápidamente y están dispuestos a cambiar a los trabajadores, porque creen que vendrán otros. En algunos sectores, los empresarios se ven cada vez más tentados a contratar por debajo de las normas laborales establecidas o a infringir la normativa, y tienen en cuenta las sanciones en sus cálculos. El efecto final es la normalización de prácticas laborales ilegales o, en el mejor de los casos, cuestionables en muchos sectores: las pequeñas infracciones se aceptan cada vez más y se convierten así en nuevas normas.
La infraestructura de la migración sigue desarrollándose a una velocidad asombrosa: florecen la subcontratación, el desplazamiento y las agencias de trabajo temporal transnacionales. Hasta ahora, las instituciones del Estado del bienestar y del mercado de trabajo de los PECO no se han adaptado bien a la nueva realidad del mercado laboral: son lentas y funcionan con una infraestructura anticuada de organizaciones, administración y burocracias represivas, que reciben poca o ninguna financiación, y apenas se ajustan a las nuevas realidades. En su incapacidad para hacer frente a la situación, se enfrentan al peligro de la irrelevancia y la atrofia. Los sindicatos también parecen reaccionar e innovar con lentitud. Los sindicatos tienden a ser conservadores en su insistencia en cómo había venido funcionando tradicionalmente el Estado del bienestar, insistiendo también en una lógica particular de funcionamiento sindical. Especialmente cuando se enfrentan a los trabajadores inmigrantes y a sus problemas, seaferran a una estructura organizativa formalizada y conservadora, optimizada para la antigua configuración económica e institucional, basada en un mercado de productos, un empleo y un mercado laboral estables.
Ejemplos de Eslovenia
También en Eslovenia, incluso antes de la crisis de 2009, era una prioridad estatal para la economía que los trabajadores inmigrantes vinieran a trabajar y suplieran las carencias, pero apenas era una prioridad informar e integrar a los trabajadores y sus familias. No obstante, los sindicatos y algunos agentes de la sociedad civil reconocieron que proporcionar información es un paso clave en la integración, lo que significa también una introducción a las instituciones del mercado laboral y a las principales normas. Sin embargo, sólo se plantearon y debatieron esporádicamente otras cuestiones críticas: ¿cómo financiar la integración de los trabajadores inmigrantes o cómo integrar políticas especiales de integración, como los centros de acogida para las víctimas de la explotación laboral, en las políticas públicas ordinarias?
En la última década se prepararon proyectos para informar a los trabajadores migrantes, pero se quedaron en planes a nivel ministerial, y el dinero se fue a otra parte, por ejemplo, a reforzar la aplicación de la legislación laboral y otras instituciones clave, como las inspecciones de trabajo. Hace más de una década, todo el mundo hablaba de la migración y de su necesidad. Estaba claro cuáles eran las direcciones y el alcance de los cambios, con todas las tendencias demográficas y los patrones migratorios observables. Es extraño ver que hoy en día, las instituciones del Estado del bienestar y los actores del mercado laboral, incluidos los sindicatos, insisten en que la integración de los trabajadores inmigrantes y sus familias no es realmente asunto suyo. El compromiso de los sindicatos con la integración de los trabajadores inmigrantes sigue siendo muy bajo: todavía no organizan a los trabajadores inmigrantes de forma eficaz.
El objetivo de crear una organización especializada en proporcionar información a los trabajadores migrantes, la Oficina de Asesoramiento para los Trabajadores (Delavska Svetovalnica, DS) , era llenar este vacío. La Oficina de Asesoramiento fue precedida por un proyecto creado en 2010 en el marco de la mayor confederación sindical eslovena. Ese proyecto se centraba en la «Integración de inmigrantes desempleados». Tras su finalización en 2013, el equipo recibió fondos de la Oficina de Empleo eslovena para continuar otros dos años, tras los cuales ni el sindicato ni el Ministerio de Trabajo mostraron interés en seguir financiando el proyecto. En Eslovenia, el Estado de bienestar renunció intencionadamente a atender directamente a los complicados forasteros: los clientes trabajadores inmigrantes: en la práctica, externalizó temporalmente algunas de sus funciones clave a la sociedad civil y a las organizaciones sindicales. El DS estuvo precedido por un proyecto creado en 2010 en el marco de la Asociación de Sindicatos Independientes de Eslovenia (ZSSS) centrado en la «Integración de los inmigrantes desempleados.» Tras su finalización en 2013, la oficina recibió fondos de la Oficina de Empleo de Eslovenia para continuar otros dos años, tras los cuales ni la ZSSS ni el Ministerio de Trabajo mostraron interés en seguir financiando el proyecto. Fue entonces cuando se decidió crear una asociación, la «Oficina de Asesoramiento para Inmigrantes». En conjunto fue un conjunto afortunado de circunstancias de recursos: como vimos, surgió de la infraestructura sindical y pudo apoyarse en su red. Al principio contó con el apoyo del Estado. Más tarde también se basó en el reconocimiento de la necesidad y la firme voluntad del personal de seguir adelante con el trabajo directo con los inmigrantes, independientemente de la inseguridad de la financiación. En la actualidad, es una organización que se autofinancia, principalmente con las cuotas de los trabajadores inmigrantes.
En la mayoría de los casos, la Oficina trabaja con inmigrantes empleados en régimen precario. En el caso de los trabajadores subcontratados de la sociedad anónima que gestiona el Puerto de Koper, la oficina tardó casi un año en ganarse la confianza de un círculo más amplio de trabajadores, y un año más en pasar de reuniones con una docena a varias decenas y centenares de trabajadores, algunos de los cuales se convirtieron en miembros de la Oficina. A pesar de llevar más de 10 años trabajando en el puerto de Koper, los trabajadores inmigrantes, en su mayoría procedentes de varias repúblicas de la antigua Yugoslavia en los años 90, se escondían literalmente a la vista de todos en la ciudad de Koper, sin confiar en nadie. Realizaban diversos trabajos físicamente intensivos, repartidos espacialmente por 4 grandes terminales. Todos trabajaban para la empresa principal a través de empresas subcontratadas, y se enteraban de sus tareas diarias el día anterior. En el momento álgido, más de 20 empresas empleaban a casi 1.000 trabajadores. Estas empresas se definían a sí mismas como proveedoras de servicios temporales, pero no como empresas de trabajo temporal porque eso implicaría que el convenio colectivo del puerto de Koper las cubriría también a ellas. Los trabajadores trabajaban con un horario no sólo flexible, sino también intensivo, de más de 300 horas mensuales, mes a mes, año a año. La consecuencia era que estos trabajadores vivían y trabajaban en un gueto impuesto, como ciudadanos-trabajadores de segunda clase: no aparecían en los espacios públicos.
Al no estar empleados en igualdad de condiciones con los empleados directos del puerto de Koper y ser tratados como trabajadores periféricos y de menor valor durante décadas, también por los empleados principales, se creó una enorme desconfianza entre los trabajadores inmigrantes hacia los demás. A la Oficina le llevó varios meses romper esta desconfianza identificando y reuniéndose con un «grupo central» cada semana. Más tarde, en la reunión semanal estaban presentes más de 80 trabajadores, pero se mantuvo una conexión y una comunicación muy fuertes con todos ellos. Con el apoyo de los trabajadores, Delavka cobró impulso para hacer público el caso y sensibilizar a la opinión pública: la historia se convirtió en un gran escándalo y apareció en los medios de comunicación durante meses. Esto creó las condiciones para poner el tema de sus condiciones laborales sobre la mesa del principal empleador: el puerto de Luka Koper. Se llegó a un acuerdo para contratar directamente a más de 300 de estos trabajadores, pero no a todos. Actualmente, hay un recurso para que se paguen indemnizaciones por trabajar como subcontratados mal pagados: el caso sigue un largo proceso judicial.
Organizar a los trabajadores inmigrantes es una empresa difícil, laboriosa y arriesgada, un caso que los sindicatos clásicos raramente aceptarían por estas razones. Se necesita tiempo, recursos y compromiso durante largos periodos de tiempo, ya que esta organización tiene que romper la desconfianza, hacer frente a la fragmentación, a las relaciones de poder visibles e invisibles y a las desigualdades. El aprendizaje de pautas organizativas básicas, como seguir reuniéndose en un lugar y hora exactos cada semana, fue clave para dar cabida a los extraños sociales y también una condición para reconocer a una organización como suya. De este modo, pudieron desarrollarse relaciones de compañerismo que rompieron las barreras entre los trabajadores afiliados y los organizadores externos.
Goran Lukic es uno de los fundadores de la Oficina de Asesoramiento a los Trabajadores, una organización no gubernamental que lleva más de ocho años defendiendo directamente a los trabajadores y sus derechos, por teléfono, a través de las redes sociales, por correo y en persona en su oficina de Liubliana.