(Página herida) Sobre la amnistía y sus alrededores (I)

[Empecemos por lo esencial, casi siempre olvidado: hasta julio de 2023, 688.672 accidentes laborales en España, 332 mortales más 67 más in itinere (en total 399, unos dos trabajadores/as muertos diariamente)l. ¿No debería ser el principal problema o uno de los principales problemas del país? ¿Lo es? ¿Se habla de ello en los medios? ¿Muertes inevitables, “naturales”? ¿Muertes que importan menos? ¿Son trabajadores, no gente célebre?]

Sus alrededores” es un pequeño homenaje a Víctor Sánchez de Zavala, de quien tomo la expresión.
Me aproximo al debate sobre la amnistía. En varias entregas.

Mi posición: nada razonable puede esgrimirse (ni se ha esgrimido hasta el momento) para que la izquierda, una izquierda que no haya perdido su sentido y sobre todo su alma, apoye a día de hoy una amnistía a los encausados por las prácticas políticas secesionistas desde 2014 hasta 2019. Si no queda otra, si Junts sigue con sus exigencias imposibles, exigencias que enuncia como mero aperitivo y antes de la investidura, y sin desconocer los riegos (mayoría PP-VOX o incluso mayoría PP), solo cabe apostar por nuevas elecciones generales en enero de 2024.

Añado, debo añadir: hacía tiempo que no sentía tanta vergüenza (política) ante unas imágenes como la que he sentido al ver los reportajes de la visita de Yolanda Díaz, vicepresidente 2ª del gobierno de España, a Puigdemont-Vivales. ¿A qué vienen esas risas, ese coleguismo, esa proximidad física? Añado también: alguien tendrá que estudiar algún día las extrañas y peligrosas relaciones que Jaume Asens mantiene con Waterloo y sus habitantes, y, más en general, con los miembros del Consell per la República. ¿Un caballo de Troya nacionalista en el seno de fuerzas que dicen ser no nacionalistas?

Entro más en materia. Antes, fuera de tema aunque también es el tema, les traduzco el comunicado que En Comú Podem-Sumar envió a activistas y simpatizantes (y a la ciudadanía catalana en general) el pasado 11S:
Hola,
¿Cómo estás? ¿Cómo ha ido el verano? ¡Nosotros ya volvemos a estar aquí para desearte una muy buena Diada de Catalunya y para arrancar el nuevo curso!
Un curso que viene marcado por los resultados del 23J, que dejaron claro que Cataluña está a favor de avanzar en una nueva mayoría plurinacional y progresista que ponga la agenda catalana en el centro.
Y es que en las primeras semanas de legislatura ya hemos visto cómo se han empezado a dar pasos importantísimos en esta dirección, con el reconocimiento del catalán en el Congreso o con el debate sobre la Ley de Amnistía.
Porque ha llegado el momento de abrir un nuevo tiempo a favor de Catalunya. De volver a priorizar las necesidades de los catalanes. De volver a hacer política en una situación de normalidad democrática.
En definitiva, ahora es el momento de Catalunya.
Y como cada año, también te esperamos en los actos y ofrendas que se celebrarán en Cataluña… ¡Feliz 11 de septiembre y viva Cataluña!”

Los énfasis, todos ellos, son míos.

¿Es razonable que una fuerza que se define como izquierda plurinacional pero no nacionalista se exprese en esos términos? A mí no me lo parece. El lenguaje delata aquí toda una concepción (política) del mundo poco afín a la izquierda.

Vayamos a la amnistía.

¿Por qué hablamos de ella? Por ser una condición exigida por fuerzas nacional-secesionistas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez como presidente de gobierno. Se trata de eso, no de otra cosa.

Aunque ciertamente no toda amnistía es consecuencia de un cambio de régimen político (como lo fue la de 1977), una amnistía puede servir para cerrar una etapa, para pasar página del pasado y abonar nuevos caminos. Pero no se trata de eso, en absoluto.

El líder de Òmnium cultural, Xavier Antich, ha asegurado recientemente en una entrevista en TV3 que la amnistía a los afectados por causas relacionadas con el procés “se puede dar casi por hecha y será inevitable”.

Por su parte, la presidente de la ANC, Dolors Feliu, abogó el viernes 8 de septiembre en SER Catalunya por reactivar la DUI (la Declaración Unilateral de Independencia) de octubre de 2017 una vez se aprueba la amnistía. ¡Vuelta al pasado que no es pasado para ellos! Feliu considera que una vez que el Estado extinga la responsabilidad de los delitos, el Parlamento catalán debería empezar un nuevo proceso de secesión (aprovechando la mayoría absoluta de ERC, Junts y CUP). Ese es el único uso, señaló, que se le podría dar a una amnistía de cara a sacar réditos dentro de la vía secesionista. Si no, “no sirve, porque de cara el mundo querría decir que el conflicto se ha acabado”. Y para ANC y para todo el nacional-secesionismo no ha acabado.

En síntesis: para sectores significativos del mundo nacional-secesionista (no digo todos) la amnistía es un paso, una conquista que dan por hecha, para seguir por el camino del 1 de octubre y del “ho tornarem a fer”. Recordemos que ERC, Junts y CUP siguen exigiendo la autodeterminación (es decir, desde su punto de vista, la independencia).

Borrón, pues, y no cuenta nueva sino tránsito por la mismo sendero procesista. Más de lo mismo.

¿De qué hablamos exactamente cuando hablamos de amnistía? En un artículo del pasado 9 de septiembre, “La amnistía que viene”, Enric Juliana se aproximaba a la noción del siguiente modo: “1) Concepto de amnistía: la amnistía es el perdón de cierto tipo de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores. Se diferencia del indulto en que: a) este exime del cumplimiento de la pena, pero mantiene los antecedentes; mientras que la amnistía, además de eximir del cumplimiento de la pena, erradica toda huella del delito, y b) el indulto se otorga en beneficio directo de unas personas determinadas, mientras que la amnistía se declara para ciertos hechos por razones de interés general (contribuir a la paz social), si bien beneficia también a personas concretas. La amnistía es, en suma, una decisión política que impone el olvido jurídico de unos hechos para abordar el futuro sin su lastre”.

Añadía Juliana líneas más abajo: “… la amnistía que no es fruto de un cambio de régimen es incompatible con el reconocimiento a los amnistiados de su condición de víctimas de la represión político-judicial del Estado a través de una causa general. La amnistía extingue responsabilidades penales, pero no da la razón a nadie ni, menos aún, dice “quiénes son buenos” y “quiénes son malos”.”

Creo razonable la aproximación de Juliana. Describe bien la diferencia entre amnistía e indulto, y precisa las implicaciones jurídicas y políticas de la primera.

(Su posición: “[…] dados el carácter extraordinario de la amnistía y su naturaleza política, han de ser muy mayoritarios los partidos que la aprueben. De no ser así, será contraproducente, en especial si los beneficiados prodigan actitudes de renovado desafío. Porque los amnistiados pueden mantener su ideal y ejercitar todos sus derechos en su defensa, pero no es admisible que hagan alarde de que volverán a infringir la ley. Mi postura: no se da hoy en España ninguno de los presupuestos que justificarían una amnistía, por lo que rechazo de plano la que se está gestando. Y, habida cuenta además de que su motivo no es –dígase lo que se diga– el interés general, sino pagar el precio por la investidura de Sánchez, resulta del todo venal.”)

Por su parte, Josep Martí Blanch, también en La Vanguardia, señalaba el 7/09/2023: “Puigdemont plantea la amnistía no como un perdón, sino como un reconocimiento total de culpa por parte del Estado, al que obliga a una severa penitencia que para muchos equivaldrá a una rendición. Máxime cuando acompaña su exigencia del latiguillo amenazante de la unilateralidad a la que, a diferencia de los republicanos en su día, dice no renunciar. El as de la unilateralidad que Puigdemont mantiene en la manga, incluso en el caso de que responda únicamente al ámbito de la verborrea táctica, es en el fondo la recuperación de la muletilla amenazante que tanto éxito tuvo en la Catalunya tras los hechos de octubre: volveremos a hacerlo. Y debería ser un bocado difícil de engullir incluso para un PSOE de grandes tragaderas como el de Pedro Sánchez.”

La posición de las fuerzas políticas parlamentarias. Clara oposición, como saben, del PP, VOX y UPN (desconozco la posición de Coalición Canaria que conjeturo idéntica), apoyo del BNG, PNV y Bildu (y de ERC y Junts por supuesto), silencios muy medidos, sin rechazo, y ambigüedad calculada del PSOE (con negociaciones a puerta cerrada sin luz ni taquígrafos) y apoyo entusiasta (con algo más de prudencia estos últimos días, sobre todo de Urtasun) de SUMAR-En Comú Podem.

Sé que es innecesario: que PP y VOX se oponga a la concesión de amnistía no implica, como es obvio, que todo opositor a la misma sea un pepero-voxista o se mueva en coordenadas políticas ultraconservadoras. Los ejemplos se amontonan.

Posicionamientos, tres ejemplos:

a) De un novelista (Javier Cercas):No la habrá. No, al menos, como la de 1977, una amnistía que dejara impunes los desafueros cometidos por los líderes del procés (otra cosa son los desdichados de a pie que se envenenaron de mentiras, furia y fanatismo, para los cuales cabría imaginar medidas de gracia)… La hipotética amnistía actual obraría como la del 77, pero a la inversa: diría que en Cataluña, en 2017, nuestra democracia no tenía razón, que su legalidad era un fraude, que quienes tenían razón fueron los catalanes que arremetieron contra ella —y no los que mejor o peor la defendieron— y que sus delitos fueron un invento de un régimen ilegítimo; así que, además de deslegitimar a Pedro Sánchez y a su partido —que en 2017 apoyaron la suspensión temporal de la autonomía catalana para defender las leyes democráticas frente quienes habían intentado pulverizarlas—, la amnistía deslegitimaría la democracia legitimando a quienes la atacaron. No sólo es una cuestión legal; es, sobre todo, una cuestión política y moral.”

b) De un economista (Juan Torres López): “Hagamos, en primer lugar, la prueba del algodón: Si la amnistía de los delitos cometidos por Puigdemont y otras personas fuera realmente una solución democrática y auténtica de los problemas de Cataluña ¿por qué ni el PSOE ni Sumar llevaban esta «solución» en sus programas electorales? … En España hay una realidad electoral: la derecha del PP unida a la extrema derecha de Vox no puede formar gobierno. La izquierda tampoco, salvo que recurra a contar con apoyos que no sólo no son de izquierdas, sino que reclaman exigencias inaceptables si se quiere poner en marcha un proyecto de transformación progresista. PSOE y Sumar tienen una única opción: la coherencia y el arrojo, plantarle cara a la derecha cada día más extremista y, al mismo tiempo, al independentismo reaccionario. Es Puigdemont y su partido quienes deben aceptar condiciones; no imponerlas. Y si hay que ir a nuevas elecciones se va, con la cabeza bien alta.” Frente al nacionalismo españolista de la derecha y frente al de las periferias del privilegio, añade Torres López, hay alternativas: “el diálogo permanente, el orgullo de sentirnos parte de un proyecto en común, el reconocimiento igualitario y en igualdad del derecho de todos a decidir y la riqueza de amar a una España plural, diversa, con distintas y bellas lenguas y plurinacional.”

c) De un magistrado jubilado (Pascual Ortuño):En definitiva, son legítimas las aspiraciones independentistas de Puigdemont, y está en su derecho cuando impone condiciones exorbitantes para dar soporte a la investidura de Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno. Más aún, se ha de reconocer que en el periodo electoral Junts-per-si no escondió sus reivindicaciones y su programa fue votado por numerosos ciudadanos. Lo que, sin embargo, veo menos razonable es que determinados partidos de izquierda asuman las condiciones que se imponen menospreciando por completo el marco legal vigente, a cambio de conseguir la presidencia del gobierno, cuando no figuraba este modo de proceder en sus programas electorales. El “París bien vale una misa” es propio de otros tiempos. Los ciudadanos y ciudadanas que votaron estas opciones dieron su apoyo a los compromisos adquiridos por cada uno de los partidos en sus programas electorales y no pudieron pronunciarse respecto de las propuestas que hoy pone encima de la mesa Puigdemont. Lo correcto sería que, ante una propuesta tan relevante, se hiciese una consulta democrática a los propios militantes. Pedro Sánchez ya utilizó esta fórmula para obtener la secretaría general del PSC, y las formaciones que integran la opción de SUMAR han utilizado con frecuencia este mecanismo para conocer la opinión de la militancia. ¿Por qué no hacerlo ahora?

La sugerencia del ex magistrado caerá en saco roto. De hecho, la opinión de los militantes no tiene por qué ser idéntica a la de los ciudadanos/as que apoyaron (apoyamos) esas opciones.

Seguimos con el tema la semana próxima.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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