Gilbert Achcar y el antiimperialismo. Comentario de José Luis Martín Ramos

Gilbert Achcar publicó la pasado 8 de abril: “Su antiimperialismo y el nuestro.” https://rebelion.org/su-antiimperialismo-y-el-nuestro/. El comentario del historiador José Luis Martín Ramos (más una observación de Ernesto Gómez de la Hera y la respuesta del propio Martín Ramos).

Mezcla muchas cosas que no son iguales. Tiene el mismo problema que el uso del concepto antifascismo como categoría en sí, con contenido y explicación autosuficiente, cuando sólo tiene sentido en relación con el fascismo y admite, por ello, diversas formas concretas porque la lucha contra el fascismo es ideológica y políticamente plural. Todo eso es aplicable al uso que hace del concepto «antiimperialista», que además reduce no poco a una interpretación geopolítica del imperialismo/antiimperialismo.
Banaliza y simplifica numerosas cuestiones. Los conflictos internos en el seno de las democracias populares, reducido a luchas por los derechos democráticos, reduciendo estos a su vez a la interpretación liberal-individual de esos derechos. Conflictos que no fueron homogéneos (por ejemplo, no lo fueron en Hungría) y fueron más complejos que lo que sugiere la simplificación del autor. Reducir la posición de todo el movimiento comunista a «campismo» es simplista y se inscribe en su restricción geopolítica.
Considerar que la intervención de la URSS en Afganistán, reclamada por el gobierno afgano, fue una guerra imperialista contra los movimientos populares de ese país… En fin, las insurrecciones tribales y talibanes -instigadas sin ninguna duda por EEUU- no fueron movimientos populares, ni siquiera en términos sociológicos. Y tampoco puede considerarse imperialista, ni siquiera agresión, la intervención de Vietnam en apoyo a la facción comunista camboyana contraria a los kemers rojos.
Ese dibujo maniqueo de antiimperialistas acertados y antiimperialistas equivocados se repite en su confuso párrafo sobre Irak. El autor denuncia el «campismo», pero da la impresión que él está haciendo una especie de campismo diferente. Caricaturizando groseramente a todos los que se opusieron a la intervención en los Balcanes, Libia o Siria. Obviando las características -y el apoyo internacional, entre ellos el israelí y el saudí- de la rebelión fundamentalista en Siria, que no tuvo esa naturaleza cuando apareció el EI sino desde el primer momento en que se produjo.
El párrafo final es el desastre final: “las posiciones deben determinarse en función de los intereses del derecho de los pueblos a la autodeterminación democrática y no por la oposición sistemática a todo lo que hace una potencia imperialista». Para empezar ¿los derechos tienen intereses? La dicotomía que establece es falsa y tramposa. Es obvio que la lucha contra el imperialismo no puede regirse solo por uno de esos principios, que, no obstante, han de tenerse en cuenta no de manera abstracta sino en su situación concreta; y por otros «principios» como es el del reconocimiento de los proyectos revolucionarios de transformación social que se dan en el seno de los países/territorios afectados. El principio de la oposición sistemática a todo lo que hace una potencia imperialista es, en efecto, un principio. No podemos olvidarlo porque beneficie, en una situación aislada, a un grupo al que consideramos «nacionalista revolucionario». Olvidarlo lleva a caer en la, para mí, errónea posición de Chomsky o de Harvey, se haya o no protestado de manera suficiente contra ella. El reconocimiento del derecho de autodeterminación ha de hacerse de manera concreta y, en cualquier caso, no es el único principio recto de la lucha antiimperialista, como no lo es el apoyo, sin más, a los movimientos nacionalistas aún cuando sean populares. Eso fue un tema muy discutido en la Internacional Comunista en los años veinte del pasado siglo y parece que Achcar regresa a las posiciones de Roy, que prescindía de la clave social, de la clave de clase en la consideración de los movimientos de liberación nacional.

El comentario de Ernesto Gómez de la Hera:
«Hola José Luis: Acabo de leer tu «indignada» nota sobre lo de Achcar. Comparto todo lo que dices, excepto una cosa.
Me ha sorprendido lo que dices de M. N. Roy. Es verdad que este acabó su vida de un modo, digamos piadosamente, no comunista. Sin embargo su actuación anterior, no su presencia en China en 1927, en el II Congreso, pienso que deja meridianamente claro que subordinaba el mero nacionalismo antiimperialista a las posiciones de clase. Más bien fue él, y no tanto Lenin, quien insistió en la comisión en especificar la diferencia entre los campesinos pobres y los antiimperialistas con «posibles». Algo que tendría mucha importancia, en sentidos opuestos, en lo sucedido después en India y China.
Ciertamente el debate de aquella comisión no fue conocido públicamente hasta 1934 y quienes habían estado presentes en él (y el IKKI) trataron de aunar posiciones y no agitar diferencias que, entonces, les parecieron de matiz. No obstante, me parece de justicia reconocer el papel real de Roy en aquellos momentos.
Saludos cordiales.»

La respuesta de José Luis Martín Ramos:
«Tienes razón en la foto del segundo congreso; lo tenia que haber explicado mejor. Gracias por la corrección. Estaba pensando en sus posiciones finales, contaminado por mi trabajo actual sobre la segunda mitad del XX y los primeros treinta. Si estas de acuerdo compartimos este comentario con el resto de compañeros.
Un abrazo.»

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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