Después de Bakhmut ¿qué?

22 mayo, 2023 Zhukov

Después de Bajmut ¿que? , la nueva estrategia de Estados Unidos.
21 mayo, 2023. M. K. BHADRAKUMAR, DIPLOMÁTICO SENIOR DE LA INDIA,
Altos funcionarios estadounidenses, ya han desarrollado un plan para transformar la guerra de Ucrania en un «conflicto congelado» similar a lo que ocurre en la Península de Corea o en Cachemira, pero… Rusia simplemente no se dará la vuelta ni observará pasivamente a EE. UU. integrando a Ucrania a la alianza occidental creando una herida abierta y permanente en sus fronteras occidentales.

La declaración de 2700 palabras de los líderes del G7 sobre Ucrania , emitida en Hiroshima después de su cumbre, pasó por alto la cuestión más candente de hoy en día: la llamada contraofensiva ucraniana contra las fuerzas rusas.

Es un silencio ensordecedor, ya que circulan rumores sobre la desaparición del comandante en jefe de las fuerzas armadas de Ucrania, el presidente Vladimir Zelensky ha estado evitando regresar a su país con una interminable gira con fines publicitarios. Ya ha visitado: Helsinki, La Haya, Roma, El Vaticano, Berlín, París, Londres y Jeddah e Hiroshima. Parece que algo está podrido en Dinamarca.

Al finalizar la cumbre del G7, el jefe del PMC de Wagner, Yevgeny Prigozhin, anunció el sábado que la operación rusa para capturar el centro de comunicaciones estratégicas de Bajmut, que duró 224 días, se completó con éxito, superando la resistencia de más de 80.000 soldados ucranianos.

Es un momento doloroso para Zelensky, quien se había jactado ante los legisladores estadounidenses en diciembre pasado que “al igual que la Batalla de Saratoga (en 1777 durante la Guerra por la independencia de EEUU) la lucha por Bajmut cambiará la trayectoria de nuestra guerra por la independencia. y por la libertad.”

Mientras tanto, para distraer la atención, ahora se habla de un sutil cambio en la política estadounidense con respecto al suministro de aviones de combate F-16 a Ucrania en un futuro indeterminado. En realidad, nadie puede decir cómo se encontrara el estado ucraniano cuando lleguen los aviones, ¡ si estos llegan! Según medios informados la Administración Biden todavía parece vacilar entre dos posiciones . Los F-16 son un arma muy importante para la su exportación; ¿Qué pasaría si los rusos los destruyeran en vuelo y arruinaran su prestigio?

Los rusos parecen haber llegado a la conclusión que sólo una victoria total hará que los estadounidenses y los británicos entiendan que Moscú habla en serio sobre los tres objetivos detrás de la operación militar especial : uno, seguridad y protección de la comunidad étnica rusa, con derecho a vivir en paz y dignidad en los nuevos territorios; dos, desmilitarización y desnazificación de Ucrania; y tres, una Ucrania neutral, soberana e independiente liberada de Estados Unidos y que deje de ser un vecino hostil.

Sin duda, los niveles sin precedentes de hostilidad estadounidense hacia Rusia solo han endurecido la determinación de Moscú. Si la alianza anglosajona sigue con su escalada, la campaña rusa bien puede expandir la operación a toda la región al este del río Dniéper. Los rusos entienden que esta guerra será larga y la pelota está ahora en la cancha estadounidense.

Lo que me viene a la mente es un discurso del presidente Vladimir Putin cuando en julio del año pasado habló en la Duma: “Hoy escuchamos que quieren derrotarnos en el campo de batalla. ¿Bien, qué puedo decir? Dejemos que lo intenten. Hemos oído hablar que Occidente quiere luchar contra nosotros ‘hasta el último ucraniano’. Esta es una tragedia para el pueblo ucraniano, pero parece ser la opción que ha elegido la OTAN. Pero, ellos deben saber que aún no hemos comenzado nada en serio”.

Bueno, la operación rusa finalmente comenzó «en serio», por tanto las inquietudes detrás de la demora rusa son totalmente explicables. En ese discurso Putin también quiso dejar en claro que “Occidente debe saber que cuanto más dure la operación militar especial de Rusia, más difícil será para ellos negociar con nosotros”.

Esto implica que la pregunta más importante de este momento es: ¿que ha pasado con la contraofensiva ucraniana? Las fuerzas rusas tienen una superioridad abrumadora en todos los sentidos. Incluso si el núcleo duro de las fuerzas ucranianas -entrenadas en Occidente-, que suman entre 30 y 35 000 soldados, logran algún avance en la línea del frente de 950 kilómetros de largo, ¿qué puede suceder a continuación?

No se equivoquen, seguirá un contraataque ruso tan masivo que el ejército ucraniano solo puede terminar en una trampa de fuego y sufrir grandes pérdidas. ¿Entonces, que habría logrado con la contraofensiva el eje anglosajón?

Además, el ejército ucraniano se habrá agotado tanto que nada impedirá que las fuerzas rusas avancen hacia Kharkov y Odessa. Aquí radica la paradoja. Porque, a partir de ese instante, los rusos no tendrán con quién hablar en Kiev.

Si se repite el comportamiento estadounidense en Vietnam, Afganistán o Irak y Siria, tendremos algo a lo que atenernos. La reciente experiencia histórica nos dice que Washington no hará nada. El analista estratégico estadounidense, David MacGreggor (coronel retirado) ha dicho a principios de esta semana en la televisión:

Puedo decirles que Washington no va a hacer nada. Lo he advertido antes …nosotros los Estados Unidos no somos una potencia continental, no somos una potencia terrestre, excepto en nuestro propio Hemisferio. Somos principalmente una potencia aeroespacial y marítima, al igual que Gran Bretaña. ¿Y qué significa eso? Cuando nos va mal, volvemos a casa… Eso es lo que hacemos siempre. Simplemente nos vamos. Y creo que eso está en la agenda ahora”.

El silencio sepulcral de la declaración del G7 sobre la contraofensiva ucraniana es comprensible. La declaración del G7 debe yuxtaponerse con un informe que apareció en Politico en la víspera de la cumbre de Hiroshima. La revista citando a altos funcionarios estadounidenses, explicó que ya hay un plan para transformar la guerra de Ucrania en un «conflicto congelado» similar a lo que ocurre en la Península de Corea o en Cachemira.

Funcionarios del Pentágono le contaron a Político que los recientes paquetes de ayuda militar a Ucrania reflejan un “cambio a una estrategia a largo plazo” de la administración Biden. Según estos funcionarios ya se está hablando con Kiev sobre la naturaleza del futuro de Ucrania.

Si la membresía de Ucrania en la OTAN se estanca, las garantías occidentales podrían variar desde un acuerdo de defensa mutua al estilo del artículo 5 de la OTAN hasta acuerdos de armas con Ucrania similares a los utilizados con Israel , de tal manera que “el conflicto se mantenga entre una guerra activa y un enfrentamiento frío”.

De hecho, la declaración del G7 comenzó a conceptualizar la «europeización» de Ucrania con reformas para establecer una economía de mercado impulsada por el sector privado y las instituciones financieras occidentales, y , por supuesto, manteniendo la capacidad militar disuasoria frente a Rusia.

Es bastante asombroso. Mientras se aclara la falsa narrativa, sostenida por los medios occidentales, que hablaban de una derrota militar de Rusia en Ucrania y del derrocamiento de Putin, ya se está levantando otra narrativa. Esta vez quieren convencernos de que Rusia simplemente se dará la vuelta y observará pasivamente a EE. UU. integrando a Ucrania en la alianza occidental, creando una herida abierta y permanente en las fronteras occidentales de Rusia. Una amenaza que pretende consumir recursos rusos durante las próximas décadas y complicar los lazos con los vecinos.

Sin embargo, la reacción del canciller ruso Lavrov a la Cumbre del G7 confirma que Moscú no caerá en la trampa de un “conflicto congelado”. Su declaración es contundente:

¿Habrá que echar un vistazo a las decisiones que se están debatiendo y adoptando en la cumbre del G7, en Hiroshima, y que tienen como objetivo la doble contención de Rusia y la República Popular China? Allí se anunció en voz alta y clara que el objetivo es derrotar a Rusia en el campo de batalla, sin detenerse en este momento táctico, porque después quieren eliminarnos como rival geopolítico. Esta decisión, por así decirlo, incluye el acuerdo de imponerse sobre cualquier otro país que reclame un lugar independiente en el mundo, El G7 ha dicho que estos países serán considerados como enemigos y habrá que reprimirlos.”

Lavrov también señaló que expertos militares del G7 está discutiendo abiertamente escenarios destinados a una ruptura territorial de Rusia, y “no ocultan que la existencia de Rusia como un centro independiente es incompatible con el objetivo de la dominación global de Occidente… Tenemos que dar una respuesta firme y consistente a la guerra que se nos ha declarado”.

También es cierto, que no todos los estadounidenses son incapaces de ver la guerra a través de los ojos de Rusia. Lea aquí una carta pidiendo un poco de cordura a Washington . Está escrita por un grupo de distinguidos exdiplomáticos y oficiales militares asociados a la Fundación “Eisenhower Media Network” . Por cierto, pagaron para que saliera en el New York Times, pero el resto de medios del establishment optaron por ignorarlo.

Después de Bakhmut (II)

23 mayo, 2023 Zhukov

DESPUÉS DE BAKHMUT

Douglas Macgregor, Coronel (ret.)

The American Conservative, 23 de mayo de 2023

Rusia convirtió Bakhmut en el cementerio del poder militar ucraniano. ¿Qué vendrá después?

Hasta que comienzan los combates, la estrategia militar nacional desarrollada en tiempos de paz determina el pensamiento sobre la guerra y sus objetivos. Entonces los combates crean una nueva lógica propia. La estrategia se ajusta. Los objetivos cambian. La batalla de Bakhmut ilustra muy bien este punto.

Cuando el General Sergey Vladimirovich Surovikin, comandante de las fuerzas aeroespaciales rusas, asumió el mando del ejército ruso en el teatro de operaciones ucraniano el año pasado, el Presidente Vladimir Putin y sus principales asesores militares llegaron a la conclusión de que sus supuestos originales sobre la guerra eran erróneos. Washington se había mostrado incurablemente hostil a las ofertas de Moscú para negociar, y la fuerza terrestre que Moscú había comprometido para obligar a Kiev a negociar había resultado demasiado pequeña.

Surovikin dispuso de un amplio margen de maniobra para racionalizar las relaciones de mando y reorganizar el teatro de operaciones. Y lo que es más importante, también se le dio libertad de acción para implementar una estrategia defensiva que maximizara el uso de sistemas de ataque o ataques aislados mientras las fuerzas terrestres rusas aumentaban en tamaño y potencia de ataque. El resultado fue la «Picadora de Carne» de Bakhmut.

Cuando quedó claro que el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y su gobierno consideraban Bakhmut como un símbolo de la resistencia ucraniana al poder militar ruso, Surovikin convirtió Bakhmut en el cementerio del poder militar ucraniano. A partir del otoño de 2022, Surovikin explotó la obsesión de Zelenskiy por Bakhmut para entablar un sangriento tira y afloja por el control de la ciudad. Como resultado, miles de soldados ucranianos murieron en Bakhmut y muchos más resultaron heridos.

La actuación de Surovkin recuerda a la de otro militar ruso: el general Aleksei Antonov. Como primer subjefe del Estado Mayor soviético, Surovikin era, en lenguaje occidental, el director de planificación estratégica. Cuando Stalin exigió una nueva ofensiva de verano en una reunión celebrada en mayo de 1943, Antonov, hijo y nieto de oficiales del ejército imperial ruso, abogó por una estrategia defensiva. Antonov insistía en que Hitler, si se le permitía, atacaría inevitablemente las defensas soviéticas en el saliente de Kursk y malgastaría los recursos alemanes haciéndolo. Stalin, al igual que Hitler, creía que las guerras se ganaban con acciones ofensivas, no con operaciones defensivas.

A Stalin no le importaban las pérdidas soviéticas. Antonov presentó sus argumentos a favor de la estrategia defensiva en un clima de miedo, sabiendo que contradecir a Stalin podría costarle la vida. Para sorpresa de los mariscales Aleksandr Vasilevsky y Georgy Zhukov, presentes en la reunión, Stalin cedió y aprobó el concepto operativo de Antonov. El resto, como dicen los historiadores, es historia.

Si el Presidente Putin y sus altos mandos militares querían pruebas externas del éxito estratégico de Surovikin en Bakhmut, una admisión occidental parece proporcionárselas: Washington y sus aliados europeos parecen pensar que un conflicto congelado –en el que los combates se detienen pero ninguna de las partes sale victoriosa, ni ninguna de las partes está de acuerdo en que la guerra ha terminado oficialmente– podría ser el resultado a largo plazo más aceptable políticamente para la OTAN. En otras palabras, los partidarios de Zelensky ya no creen en el mito de la victoria ucraniana.

La pregunta que todo el mundo se hace es: ¿Y ahora qué?

En Washington, la sabiduría convencional dicta que las fuerzas ucranianas lancen una contraofensiva para retomar el sur de Ucrania. Por supuesto, la sabiduría convencional suele tener mucho de convencional y poco de sensato. Suponiendo que la tierra negra de Ucrania se seque lo suficiente como para soportar fuerzas de maniobra terrestres antes de mediados de junio, las fuerzas ucranianas atacarán las defensas rusas en múltiples ejes y recuperarán el control del sur de Ucrania a finales de mayo o junio. Se espera que unos 30.000 soldados ucranianos entrenados en Gran Bretaña, Alemania y otros países miembros de la OTAN regresen a Ucrania y constituyan la base de la fuerza de contraataque ucraniana.

El General Valery Gerasimov, que ahora manda las fuerzas rusas en el teatro de operaciones ucraniano, sabe lo que le espera, y sin duda se está preparando para la ofensiva ucraniana. La movilización parcial de las fuerzas rusas significa que las fuerzas terrestres rusas son ahora mucho mayores de lo que han sido desde mediados de los años ochenta.

Dada la escasez de munición disponible para abastecer adecuadamente a un eje operativo, parece poco probable que una ofensiva ucraniana en la que participen dos o más ejes consiga penetrar las defensas rusas. La persistente vigilancia aérea hace casi imposible que las fuerzas ucranianas puedan atravesar la zona de seguridad de entre veinte y veinticinco kilómetros y acercarse a las fuerzas rusas antes de que las formaciones ucranianas sufran pérdidas significativas.

Una vez agotados los recursos ofensivos ucranianos, es probable que Rusia pase a la ofensiva. No hay ningún incentivo para retrasar las operaciones ofensivas rusas. Como demuestran repetidamente las fuerzas ucranianas, la parálisis siempre es temporal. Las infraestructuras y los equipos se reparan. Se recluta mano de obra para reconstruir las formaciones destruidas. Si Rusia quiere lograr su objetivo de desmilitarizar Ucrania, Gerasimov seguramente sabe que aún debe cerrar y completar la destrucción de las fuerzas terrestres ucranianas que quedan.

¿Por qué no ahorrar al pueblo ucraniano más derramamiento de sangre y negociar con Moscú la paz mientras Ucrania aún posea un ejército? Por desgracia, para ser eficaz, la diplomacia requiere respeto mutuo, y el efusivo odio de Washington hacia Rusia hace imposible la diplomacia. Ese odio sólo tiene rival en la arrogancia de gran parte de la clase dirigente, que denigra el poder militar ruso en gran medida porque las fuerzas estadounidenses han tenido la suerte de evitar el conflicto con una gran potencia desde la Guerra de Corea. Líderes más sobrios en Washington, París, Berlín y otras capitales de la OTAN deberían instar a un curso de acción diferente.

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Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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