Entrevista a José Luis Martín Ramos sobre Historia del PCE (XXVIII)

Soy de los que no dan por muerto una organización histórica hasta que no surja una alternativa en el campo que ella ocupó o pase el momento histórico del proyecto general que defendió. No se dan hoy por hoy ninguna de esas condiciones de su desaparición natural. Claro que siempre se pueden producir suicidios políticos, como el que protagonizó el PCI”.

José Luis Martín Ramos es catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus investigaciones se han centrado en la historia del socialismo y el comunismo. Sus últimas obras son El Frente Popular: victoria y derrota de la democracia en España (2016) y Guerra y revolución en Cataluña, 1936-1939 (2018).
Recientemente ha publicado en El Viejo Topo: La Internacional Comunista y la cuestión nacional en Europa (1919-1939).
Centramos nuestra conversación en Historia del PCE, Madrid: Los Libros de la Catarata, 2021, 254 páginas.

Hemos llegado al epílogo, dos páginas. ¿Por qué esa brevedad?
Mi intención era hacer un libro de historia y acabarlo con el fin del período de Anguita en la secretaría general. A partir de ese momento no me veía en condiciones –por problemas de perspectiva, de documentación, de conocimiento destilado de los hechos- de mantener un relato histórico. El relato pasaba a ser político y aunque yo pueda tener mis opiniones, pienso que seguir más adelante era entrar en un tipo de texto diferente. Pero el libro era un encargo de editorial, de cien años de historia del PCE y tuve que llegar hasta el final. Decidí hacerlo en forma de añadido, de final del último capítulo y de epílogo, y que fuera breve, para decir solo aquello que yo consideré sustancial, no exactamente de la historia sino de la trayectoria política del PCE en los últimos veinte años

Señalas que el XX Congreso del PCE no acabó con todos los deberes y que dejó algunas tareas para una conferencia posterior, una nueva política de alianzas para ser más concreto, cuyo objetivo y base, te cito, “no había ser la formación de una nueva coalición partidaria, y menos electoral, sino la formación de un nuevo movimiento político-social, lo que más había deseado el PCE y lo que más había echado en falta en ese ámbito desde el final de la dictadura franquista”. Pero IU, salvo error por mi parte, se creó con esa aspiración, la de ser un movimiento político-social. ¿No lo ha sido, ya no lo es en tu opinión? La marca IU, por decirlo mal, ¿ya no sirve?
Mi opinión es que el proyecto era ese, pero no ha llegado a cumplirse quedando a medio camino entre una plataforma de organizaciones ya existentes, la más importante y determinante de la cual es el PCE, y un movimiento con identidad propia. De eso yo no concluiría que la marca IU ya no sirve, o mejor dicho que ya no es necesario ese movimiento. Lo que ocurre es que, mientras IU iba en su camino de construcción, tropezando en las piedras de las crisis y conflictos internos del PCE, con el tiempo ha surgido un factor nuevo en la izquierda, que es Podemos, las Mareas, los Comunes…; eso obliga no a descartar un movimiento amplio de izquierda transformadora pero sí a pensarlo de otra manera y tras la experiencia presente del gobierno de coalición a pensar no solo su política de oposición sino también su política de poder, para saber cuando es y cuando no es oportuno estar en el poder y no desacreditar ninguna de esas dos políticas ni convertirlas en departamentos separados.

Se pensó la celebración de esa conferencia en junio de 2019 pero se fue aplazando por los motivos que indicas (nuevas elecciones, formación del gobierno de coalición, la COVID). Hablas de tres opciones y añades: “No ha de tomarse esa foto como definitiva, el carácter reciente e inconcluso de esa debate admite nuevos contornos y muchos matices sobre lo apuntado”. ¿Han irrumpido nuevas opciones posteriormente?
Eran tres hipótesis de opciones que pivotaban sobre la relación entre IU, el PCE y Podemos. Desde que escribí el epílogo han pasado muchas cosas, en la relación entre esas tres formaciones y en la de ellas y el gobierno de coalición; se ha producido un cambio en el liderazgo de Podemos y ha surgido una semipropuesta de candidatura electoral, la de Yolanda Díaz, no se sabe si común, si compartida, si que… pero que todavía no ha concretado su proyecto, aunque haya anunciado que lo iba a hacer. Encima ha estallado la guerra de Ucrania y eso ha generado nuevas tensiones.
Se podrá responde un poco mejor la pregunta que haces cuando se haya celebrado el congreso del PCE en el próximo mes de julio y cuando, si finalmente llega el caso, sepamos la forma y el contenido del proyecto de Yolanda Díaz.

La conferencia pudo celebrarse telemáticamente entre el 2 y el 6 de octubre de 2020 con 239 delegados. Lo aprobado, con el 76% de los votos, es un texto que armonizaba las posiciones de Enrique Santiago, José Luis Centella y Alberto Garzón. ¿Nos resumes las ideas principales del acuerdo?
Te remito al texto publicado en la web del PCE1. Más allá de lo que en él se recoge yo creo que el compromiso pasó por mantener IU y su relación con Podemos, pero afirmando en ella la personalidad propia del PCE, algo que es lo que tendrá que resolver el XXI Congreso de julio.

¿Dónde queda la opción defendida por el alcalde de Zamora, Francisco Guardia, y por Cayo Lara?
Quedó claramente derrotada.

Por cierto, me salgo del guion. ¿Ha sido justo el partido (e IU) con Cayo Lara?
Pues no te sabría decir. Cayo Lara jugó sus bazas políticas y perdió. Mi opinión personal es que quizás su mejor proyección no era la de asumir la presidencia de IU sino la de consolidarse como dirigente campesino.

Una de las conclusiones que señalas: “el nuevo objetivo de converger hacia un nuevo movimiento político-social; no obstante, en la media en que el nuevo sujeto político no esté construido, IU habrá de seguir siendo el instrumento a través del cual el partido ha de realizar su político de convergencia con “todos los actores que buscan la ruptura del Estado de 1978””. ¿Eso no es también romper con su propia pasado? ¿No fue acaso el PCE uno de las aristas básicas del que llaman “Régimen del 78”?
Esa política de convergencia no necesariamente ha de significar negar la participación política del PCE en el hecho del 1978, sí, en su perspectiva, en la de los dirigentes y la gran mayoría de los militantes actuales, la de reconocerla críticamente.

Esa alianza de la que hablamos, ¿implica un acuerdo con fuerzas nacionalistas como ERC, Junts, PNV, CUP, Bildu, BNG, etc? ¿No analiza el PCE a estas fuerzas y a sus proyectos con demasiada generosidad?
Esta es, directamente, una pregunta política.

De acuerdo, tienes razón desde luego.
La respuesta depende de la posición política que se tenga, en particular respecto a la cuestión territorial. El hecho es que en la izquierda los interlocutores que tienen el PCE, IU y Podemos, son ERC y Bildu. Yo no diría que lo son el PNV y Junts per Catalunya, no se plantea un acuerdo político de fondo con ellas. Y con la CUP muy difícilmente puede haber un acuerdo.

En el texto se habla también, así lo señalas, de la importancia de la política institucional, así como de sus límites, “que han de ser visibilizados y superados mediante el fomento de políticas e instancias de democracia participativa”. ¿Qué entiende el PCE a día de hoy por democracia participativa? ¿Qué políticas de democracia participativa se han fomentado?
Yo creo que lo que es entender, el PCE entiende por democracia participativa lo que se entiende habitualmente. Otra cosa es qué se ha hecho en este terreno y cuánto se ha avanzado. Es obvio que se ha avanzado poco y que lo que se ha hecho es en el ámbito del poder local, municipal.

¿No está el PCE demasiado centrado en su participación en el gobierno de coalición dirigido por el PSOE? ¿No se obligado a aceptar, en muchas ocasiones, políticas muy poco rupturistas? Por ejemplo, la posición del gobierno en el tema de Rusia-Ucrania o el reciente (y para muchos inaceptable) cambio de la política exterior española respecto a la República saharaui.
El PCE no comparte la posición del gobierno en la guerra de Ucrania, ni el cambio sobre el Sáhara occidental. Lo ha manifestado públicamente, y por escrito en Mundo Obrero y en la web del PCE; otra cosa es que no haya roto la coalición de gobierno por ello, por razones políticas que creo que son entendibles, al menos lo son para mí.
Las dinámicas de las políticas de coalición presentan frecuentemente esas situaciones; en las que el miembro minoritario discrepa, y lo hace públicamente, de una decisión de gobierno que lo es porque la impone la parte mayoritaria, pero decide o no decide dar por finalizada su participación. En este caso me parece que el PCE ha considerado que todavía las razones correspondientes a la política interior para mantener la coalición pesan más que esas dos importantes discrepancias en materia de política exterior.
De todas maneras, y no es para escurrir el bulto, esta es otro de los temas que van a estar presentes en los debates del XXI Congreso.

¿Apuesta el PCE a día de hoy por la que llaman “operación Yolanda Díaz” que, aunque vaya por libre, es, conviene recordarlo, militante del PCE?
No se ha manifestado abiertamente de una manera clara. Que tenga todavía el carné de PCE no significa nada, ni siquiera milita estrictamente hablando. Su autopromoción no representa al PCE, aunque pueda haber sido acogida favorablemente por miembros de IU y de los Comunes. Y sus últimas posiciones sobre la guerra de Ucrania no facilita que se le dé un claro apoyo.
Yo creo que esa operación, que tiene su principal fuerza en el eco de los medios, no es todavía más que una desiderata, pendiente de casi toda concreción. El tema será, sin duda, otra cuestión importante del congreso.

¿No resulta algo paradójico que un PCE que no vive momentos de gran militancia política e influencia ideológico-cultural tenga más presencia institucional que nunca (una vicepresidente, un ministro, un secretario de Estado, etc.)?
No sé si paradójico es la palabra. Puede ser sorprendente, pero es que la presencia institucional en un sistema de democracia parlamentaria no depende de la militancia, sino de la correlación de fuerzas parlamentarias y de la importancia de las políticas de coalición.
En la etapa de dominio bipartidista era impensable, aunque no imposible; ahora es pensable y posible. Recuerda el ejemplo de Unió Democrática, un partido enano en Cataluña que tenía una gran presencia institucional, porque así le interesa a Convergència Democrática.

Has dividido la bibliografía en dos partes: 1. Sobre la Internacional Comunista y otras cuestiones internacionales. 2. Sobre España y el comunismo español. De la primera parte, ¿nos aconsejas dos libros imprescindibles?
Aldo Agosti hace una excelente síntesis de la historia de la IC en sus largas introducciones a la antología documental que cito en el libro: La Terza Internazionales. Storia documentaria. El inconveniente es que esa antología ocupa seis volúmenes publicados entre 1974 y 1979. Como alternativa recomiendo su Bandiere rosse. Un profilo storico dei comunisti europei. Editori Riuniti, Roma, 1999.
El segundo consejo: Miloš Hájek, Historia de la Tercera Internacional. La política de frente único (1921-1935), Editorial Crítica, 1984.

Gracias. De la segunda parte, te pregunto lo mismo.
En este caso me resulta muy difícil ceñirme a un solo título. Citaré tres de cronología amplia que a mí me han sido muy útiles para mi trabajo, no solo del libro que comentamos sino mi trabajo docente e investigador en general: Rafael Cruz, El Partido Comunista de España en la Segunda República. Alianza Editorial, 1987. Carme Molinero y Pere Ysás, De la hegemonía a la autodestrucción. El Partido Comunista de España (1956-1982), Crítica, 2017 y Gregorio Morán, Miseria y grandeza del Partido Comunista de España, 1939-1985), Planeta, 1985 (Hay una edición reciente publicada por Akal en 2017).
Más allá de esas obras generales hay dos monografías de períodos más breves o perspectiva más limitada como las de Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo sobre las relaciones entre el Comité Ejecutivo de la IC y el PCE en los años de la Segunda República, Queridos camaradas. La Internacional Comunista y España, 1931-1939, Planeta , 1999; y la de Fernando Hernández Sánchez sobre el período de la guerra civil, Guerra o revolución. El Partido Comunista de España en la guerra civil, Crítica, 2010.

¿Algún libro que quieras destacar y aconsejar que se haya publicado después del tuyo?
El libro colectivo dirigido por Francisco Erice, Un siglo de comunismo en España, promovió por la Fundación de Investigaciones Marxistas y publicado por Akal, del que ya está en librerías el primer volumen y está a punto de aparecer el segundo.

Hablado de este libro colectivo. Tú has colaborado también. ¿En qué aspectos te has centrado en tu aportación?
Yo he cubierto la primera etapa del partido, desde el proceso de su fundación que se inicia en 1919 hasta las elecciones de 1936

¿Le queda mucha vida al PCE?
No tengo bola de cristal. En todo caso soy de los que no dan por muerto una organización histórica hasta que no surja una alternativa en el campo que ella ocupó o pase el momento histórico del proyecto general que defendió. Y creo que no se dan hoy por hoy ninguna de esas condiciones de su desaparición natural. Claro que siempre se pueden producir suicidios políticos, como el que protagonizó el Partido Comunista Italiano.

Hemos hablado del tema en algún momento: ¿nos regalarás una Historia del PSUC… para su noventa aniversario por ejemplo (2026)?
Nunca se sabe. Tendré 78 años, si tengo fuerzas y una editorial me lo admite, no lo descarto

¿Algo más que quieras añadir?
¿Más? Solo que ha sido un placer el diálogo que hemos mantenido.

El placer ha sido mío, querido amigo, querido y admirado maestro.

Notas
1 https://pce.es/conferencia-nuestra-politica-de-alianzas-en-la-nueva-fase-politica/.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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