Miscelánea 14/11/2023

Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda
1. ¿Qué quiere Israel en esta guerra?
2. Más sobre «los normalizadores» (observación de José Luis Martín Ramos)
3. Las consecuencias económicas de la guerra en Israel.
4. Entrevista a Kohei Saito.
5. La repercusión de la guerra en las elecciones estadounidenses.
6. India no quiere la multipolaridad (observación de José Luis Martín Ramos).
7. El hidrógeno «blanco» (observación de Manuel Martínez Llaneza).
8. Situación militar y trasfondo político y diplomático en la guerra de Palestina, 13 de noviembre

1. ¿Qué quiere Israel en esta guerra?

Alastair Crooke plantea que hay un «elefante en la habitación» al que nadie quiere prestar atención: ¿cuáles son las intenciones de Israel en esta guerra y hasta qué punto puede EEUU influir sobre los sionistas?

https://strategic-culture.su/

El elefante tácito de las intenciones de Netanyahu en Gaza
Alastair Crooke 13 de noviembre de 2023
¿Se trata de un castigo a la población civil de Gaza impulsado por el deseo de venganza? ¿O es una efusión de rabia y determinación escatológicas?
La cuestión sobre la crisis de Gaza es que si todo el mundo está de acuerdo en meter la cabeza en la arena e ignorar al «elefante en la habitación», es bastante fácil hacerlo. El significado de una crisis grave sólo se entiende correctamente cuando alguien se fija en «el elefante» y dice: cuidado, aquí hay un elefante pisando fuerte. En eso estamos hoy. Poco a poco, Occidente empieza a darse cuenta. Sin embargo, el resto del mundo está atónito ante él y
se está transformando por él.
¿Cuál es el «elefante» (o elefantes) en la habitación? La reciente diplomacia regional de Blinken ha sido un fracaso. Ninguno de los líderes regionales con los que se reunió Blinken quiso seguir hablando de Gaza más allá de exigir con estridencia que «no se produzcan desplazamientos de población palestina a Egipto», que «se ponga fin a esta locura» -el bombardeo en alfombra de los gazatíes- y la exigencia de un alto el fuego inmediato.
Y los llamamientos de Biden a una «pausa» -suave, al principio, y más estridente ahora- están siendo rotundamente ignorados por el gobierno israelí. El espectro de la impotencia del presidente Carter durante la crisis de los rehenes iraníes se cierne cada vez más sobriamente sobre el telón de fondo.
La verdad es que la Casa Blanca no puede obligar a Israel a hacer su voluntad: el lobby israelí tiene más influencia en el Congreso que cualquier equipo de la Casa Blanca. Así pues, «no hay salida» a la crisis israelí. Biden «se ha hecho la cama» con el gabinete de Netanyahu y debe vivir con las consecuencias.
Impotencia, pues, a medida que el Partido Demócrata se fractura más allá de la división simplista entre centristas frente a progresistas. La polarización que emana de la «postura de no alto el fuego» está teniendo graves efectos desestabilizadores en la política, tanto en Estados Unidos como en Europa.
Impotencia, pues, a medida que la configuración de Oriente Próximo cristaliza en un agudo antagonismo hacia el acomodo percibido por Occidente de la matanza masiva de mujeres, niños y civiles palestinos. Puede que la suerte esté ya demasiado echada como para frenar el reajuste tectónico en curso. El doble rasero occidental es demasiado obvio para la mayoría global.
El gran «elefante» es éste: Israel ha lanzado más de 25.000 toneladas de explosivos de gran potencia desde el 7 de octubre (la bomba nuclear de Hiroshima de 1945 fue equivalente a 15.000 toneladas). ¿Cuál es exactamente el objetivo de Netanyahu y su gabinete de guerra? Supuestamente, la anterior operación militar en el campo de Jabalia tenía como objetivo a un líder de Hamás sospechoso de estar al acecho bajo el campo, pero ¿seis bombas de 2.000 libras para un «objetivo» de Hamás en un campo de refugiados abarrotado? ¿Y por qué también los ataques contra cisternas de agua, paneles de energía solar de hospitales y entradas de hospitales, carreteras, escuelas y panaderías?
El pan casi ha desaparecido en Gaza. La ONU afirma que todas las panaderías del norte de Gaza han cerrado tras el bombardeo de las últimas panaderías. El agua limpia escasea desesperadamente y miles de cadáveres se descomponen lentamente bajo los escombros. Están apareciendo enfermedades y epidemias, mientras que los suministros humanitarios están siendo fuertemente restringidos como instrumento de negociación hacia nuevas liberaciones de rehenes…
El director de Haaretz, Aluf Benn, expone la estrategia israelí de forma muy clara:
«La expulsión de los residentes palestinos, la transformación de sus hogares en montones de escombros de construcción y la restricción de la entrada de suministros y combustible en Gaza son el «movimiento de desempate» empleado por Israel en el conflicto actual, a diferencia de todas las rondas anteriores de combates en la Franja».
¿De qué estamos hablando? Está claro que no se trata de evitar las muertes colaterales de civiles que se producen cuando las IDF combaten con Hamás. No ha habido batallas callejeras en Yabalia ni en los hospitales ni en sus alrededores, como comentó un soldado: «Todo lo que hemos hecho es pasear en nuestros vehículos blindados. Las operaciones sobre el terreno vendrán después». Por tanto, el pretexto de una «evacuación humanitaria» es falso.
Las principales fuerzas de Hamás están sentadas bajo tierra, esperando el momento adecuado para enfrentarse a las IDF (es decir, cuando estén a pie entre los escombros). Por ahora, las IDF se quedan en sus tanques. Pero tarde o temprano tendrán que enfrentarse a Hamás a pie. Así pues, la lucha con Hamás apenas ha comenzado.
Los soldados israelíes se quejan de que «apenas ven» a los combatientes de Hamás. Pues bien, eso se debe a que no están presentes a pie de calle, salvo en grupos de asalto de uno o dos hombres que salen de los túneles subterráneos para colocar un artefacto explosivo en un tanque, o para dispararle un cohete. A continuación, los agentes de Hamás regresan rápidamente al túnel del que salieron. Algunos túneles se construyen únicamente con este fin, como estructuras «de una sola vez». En cuanto regresa el soldado, el túnel se derrumba para que las fuerzas israelíes no puedan entrar ni seguirlo. Continuamente se construyen nuevos túneles «de usar y tirar».

Tampoco encontrarás a ningún combatiente de Hamás en los hospitales civiles de Gaza; su propio hospital se encuentra en las instalaciones principales bajo tierra (junto con dormitorios, almacenes para varios meses, armerías y equipos de excavación para cavar nuevos túneles). Y los cuadros de Hamás no se encuentran en los sótanos de los principales hospitales de Gaza.
El corresponsal de defensa de Haaretz, Amos Harel, escribe que Israel sólo ahora está empezando a comprender el alcance y la sofisticación de las instalaciones subterráneas de Hamás. Reconoce que los «altos mandos militares» -a diferencia de los círculos del gabinete- «no están hablando de erradicar la semilla de Amalec» (una referencia bíblica al exterminio del pueblo de Amalec), es decir, de genocidio. Pero incluso los líderes militares de las IDF no están seguros de su «propósito final», señala.
Así pues, el elefante en la habitación para los habitantes de Oriente Próximo -que observan la destrucción de la estructura civil sobre el suelo- es ¿cuál es exactamente el objetivo de esta matanza? Hamás está muy por debajo del suelo. Y aunque las IDF afirman haber logrado muchos éxitos, ¿dónde están los cuerpos? No los vemos. Por lo tanto, el bombardeo debe ser para forzar una evacuación de civiles – una segunda Nakba.
¿Y la intención que se esconde tras la expulsión? Benn dice que es crear la sensación de que nunca volverán a casa: «Aunque pronto se declare algún alto el fuego bajo presión estadounidense, Israel no tendrá ninguna prisa por retirarse y permitir que la población regrese al norte de la Franja. Y si regresan, ¿a qué volverán? Al fin y al cabo, no tendrán casas, calles, centros educativos, tiendas ni ninguna de las infraestructuras de una ciudad moderna».
¿Se trata de un castigo a la población civil de Gaza, impulsado por el deseo de venganza? ¿O es una efusión de rabia y determinación escatológicas? Nadie puede decirlo.
Este es el «elefante». Y de su aclaración depende la cuestión de si Estados Unidos también se verá manchado por un crimen. De esta aclaración depende que se pueda o no llegar a un acuerdo diplomático duradero (si es que Israel está volviendo a la justificación bíblica escatológica).
Es esta cuestión la que perseguirá a Biden personalmente y a Occidente colectivamente en el futuro. Sea cual sea el calendario que Biden haya tenido en mente, el tiempo se le está escapando rápidamente, en medio de la creciente indignación internacional, ya que el foco del conflicto entre Israel y Gaza se centra ahora principalmente en la crisis humanitaria de Gaza, y ya no en el ataque del 7 de octubre.
Puede parecer inverosímil, pero Gaza, con una superficie de sólo 360 km2, está determinando nuestra geopolítica mundial. Este trozo de tierra -Gaza- también controla, hasta cierto punto, lo que vendrá después.
«No pararemos», ha dicho Netanyahu; «no habrá alto el fuego». Mientras, en la Casa Blanca, una persona de la Administración admite: «Están viendo un choque de trenes, y no pueden hacer nada al respecto. El tren descarrilado está en Gaza, pero la explosión está en la región. Saben que no pueden detener a los israelíes en lo que están haciendo».
El tiempo se acaba. Y éste es precisamente el reverso de la «paradoja del elefante». Pero, ¿cuánto tiempo queda antes de que se acabe el tiempo? Es una cuestión discutible.
Este anverso del enigma parece haber causado confusión en Occidente, y también en Israel. ¿El discurso de Seyed Nasrallah del pasado domingo rebajó el riesgo de que la guerra se extendiera más allá de Israel, y por tanto implicó que el «tiempo» podría ser más flexible, y dar más espacio a la desconflictividad de la Casa Blanca? ¿O envió un mensaje diferente?
Para que quede claro: sí respondió a la pregunta de si la 3ª Guerra Mundial estaba a punto de estallar. Nasrallah dejó claro que ningún miembro del Frente Unido de Resistencia busca una guerra regional total. Sin embargo, «todas las opciones siguen sobre la mesa», dependiendo de los futuros movimientos de Estados Unidos e Israel, subrayó Nasralá.
El siguiente contexto del discurso de Nasrallah es vital para su plena comprensión. En esta ocasión, excepcionalmente, su discurso reflejó una amplia consulta entre todos los «frentes» del eje. Hubo, en resumen, múltiples consultas y aportaciones a su forma final. Por tanto, el discurso no reflejó únicamente la singularidad de la postura de Hezbolá. Por eso puede decirse que existe un consenso en contra de precipitarse en una guerra regional total.
El discurso, como obra compuesta, tenía muchos matices, lo que podría explicar algunos errores de concepto. Como de costumbre, los medios de comunicación sólo querían «lo más importante». Así pues, «Hezbolá no declaró la guerra» se convirtió en la «conclusión» fácil de obtener.
No obstante, el primer punto esencial del discurso de Seyed Nasralá fue que efectivamente convirtió a Hezbolá en el «garante» de la supervivencia de Hamás (concretamente, identificando a Hamás por su nombre, en lugar de referirse a «la resistencia» como una entidad genérica).
Por tanto, Hezbolá se limita, mientras tanto, a operaciones (indefinidas) y limitadas en los alrededores de la frontera libanesa, siempre que la supervivencia de Hamás no corra peligro. No obstante, promete intervenir directamente de algún modo si la supervivencia de Hamás se ve amenazada.

Se trata de una «línea roja» que preocupará a la Casa Blanca. Está claro que el objetivo de Netanyahu de la extirpación de Hamás va directamente en contra de la «línea roja» de Hezbolá y supone un riesgo de implicación directa de Hezbolá.
Sin embargo, el «cambio estratégico» de esta declaración política clave en nombre de todo el Eje es el paso a percibir la política exterior estadounidense en Oriente Medio como la piedra angular de los males de la región.
En lugar de percibir a Israel como autor de la crisis actual, Nasrallah rebajó a este último de actor independiente a protectorado militar estadounidense, entre otros.
En términos llanos, Seyed Nasrallah cuestionó directamente no sólo la ocupación de Palestina, sino a Estados Unidos en su conjunto, como causante en última instancia de lo que ha asolado la región, desde Líbano, Siria e Irak hasta Palestina. En este sentido, Nasrallah se hizo eco de la advertencia del presidente Putin en Munich en 2007 a un Occidente que estaba en proceso de concentrar las fuerzas de la OTAN en las fronteras de Rusia. La respuesta de Putin en aquel momento fue: «Reto aceptado».
Lo mismo ocurrió cuando Estados Unidos concentró importantes fuerzas navales alrededor de la región para «disuadir a Hezbolá y a Irán», pero este último se negó a dejarse disuadir. Nasrallah dijo de los buques de guerra estadounidenses: «Les hemos preparado algo» (y más tarde en la semana el Partido desveló sus capacidades de misiles tierra-mar).
La conclusión es que un frente unido de Estados y actores armados están advirtiendo de un desafío más amplio a la hegemonía estadounidense. De hecho, también están diciendo: «Reto aceptado».
Su exigencia es clara: detener la matanza de civiles; detener los ataques y lograr un alto el fuego. No a las expulsiones, no a una nueva Nakba. En concreto, se advirtió a Estados Unidos de que «esperara dolor» si no se detenía rápidamente el ataque a Gaza. ¿Cuánto tiempo queda para lograr este cese (si es que es posible)? No hay plazos concretos.
¿Qué se entiende por «dolor»? No está claro. Pero mire a su alrededor: los huzíes están enviando oleadas de misiles de crucero dirigidos a Israel (algunos no lo consiguen y son derribados; se desconoce cuántos). Las bases estadounidenses en Irak son atacadas regularmente (actualmente a diario); muchos soldados estadounidenses han resultado heridos. Y Hezbolá e Israel están, por ahora, en guerra limitada a través de la frontera libanesa.
No se trata de una guerra total, pero si los ataques de Israel contra Gaza continúan durante las próximas semanas, deberíamos esperar una escalada controlada de tensiones en diferentes frentes que, por supuesto, corre el riesgo de salirse de control.

2. Más sobre «los normalizadores»

Otro artículo sobre la nula intención de los países árabes de implicarse en la lucha contra Israel, al contrario. Lo que me lleva a preguntarme: ¿si Arabia Saudí está firmemente al lado de Israel, e India al lado de EEUU contra China, como vemos en el artículo de Bhadrakumar de hoy, para qué sirve el BRICS? ¿Es simplemente una cuestión de tiempo, como apuntaba ayer Tomaselli, o realmente no es más que una vaga organización de coordinación puntual como apuntan algunos analistas? Naturalmente el autor, que es palestino, piensa en una posible ruptura de los regímenes árabes totalmente separados del sentir de sus poblaciones, pero, hasta ahora, eso parece más un deseo que una realidad. Nadie ha amenazado a Arabia Saudí, Jordania, Marruecos, etc. y ya vemos lo que les ha pasado a Iraq, Siria o, ya fuera de esta zona geográfica, Libia.

https://consortiumnews.com/

La falsa indignación de los regímenes árabes del Golfo por Gaza
13 de noviembre de 2023
Esta puede ser una nueva era árabe. La distancia entre los gobernantes y el público nunca ha sido mayor. El pueblo árabe, bajo estrictas condiciones de represión, tomó las redes sociales y las calles para dar a conocer su rabia al mundo.
Por As`ad AbuKhalil Especial para Consortium News
Es demasiado pronto para saber exactamente cuál será el futuro de la política árabe y de las relaciones árabe-occidentales después de Gaza. Pero no es difícil suponer, basándose en la historia contemporánea del conflicto árabe-israelí, que los crímenes de guerra israelíes tendrán repercusiones que marcarán una época.
Una nueva era está marcada por el alcance de la brutalidad israelí en la televisión en directo. Si nos remontamos a los meses que precedieron a la operación contra los atletas israelíes en Múnich en 1972, los campos de refugiados palestinos en Líbano habían sido objeto de un bombardeo despiadado por parte de aviones de combate israelíes. Se destruyeron casas y se quemó viva a gente.
El dirigente de Fatah Abu Dawud cuenta la historia en sus memorias (él era el jefe de la operación de Múnich, no Abu Hasan Salameh, como pretendía la defectuosa inteligencia israelí). Las memorias de Dawud iban a ser traducidas por St. Martin’s Press de Nueva York hace años, pero las organizaciones sionistas han montado un escándalo y han impedido que la editorial las publique.
La organización Fatah no concibió el plan de la nada. De hecho, fueron los refugiados palestinos quienes presionaron a su organización para que se vengara; estaban enfadados porque Israel se salía con la suya con continuas incursiones mortales (el gobierno libanés, antes de la guerra civil de 1975, estaba en deuda con Estados Unidos e Israel nunca defendió al Líbano de los ataques israelíes).
Hubo una presión sostenida y masiva sobre Fatah para que hiciera algo, lo que fuera, para demostrar que los palestinos no estaban indefensos. Abu Iyad (segundo al mando, después de Arafat dentro de Fatah) concibió este plan desacertado que, como muchas operaciones de la OLP, fracasó (el resultado sigue siendo turbio y es probable que la policía alemana matara a la mayoría de los rehenes en el tiroteo).
Del mismo modo, se presionará a las organizaciones palestinas para que «hagan algo» en venganza después de Gaza; se presionará para que hagan muchas cosas para vengar la muerte de miles de niños.
De hecho, es probable que nazcan nuevas organizaciones palestinas a raíz de los horrores de Gaza.
Muchos niños y hombres enfadados se unirán a organizaciones ya existentes o formarán otras nuevas dedicadas a vengar las muertes de más de 11.000 personas hasta ahora.
El fin de Fatah y la OLP
La organización con la que cuentan Estados Unidos e Israel para apoderarse de Gaza, es decir, Al Fatah y la OLP, acaban de tener sus certificados oficiales de defunción escritos en piedra; marcados por la carnicería. Ambos son considerados ahora, con razón, meras herramientas de la ocupación. No tienen ninguna posibilidad de sobrevivir después de Gaza, a pesar de los mejores y corruptos deseos de Estados Unidos e Israel.
Las repercusiones de Gaza se dejarán sentir en varios países árabes, y los gobiernos serán juzgados por sus reacciones. Los gobiernos saudí y de EAU son probablemente los menos disgustados con las atrocidades israelíes: son estrechos aliados de Israel en materia de seguridad y ambos comparten enemistad con el movimiento Hamás.
Los medios de comunicación saudíes publican largos artículos sobre la matanza, pero culpan de ella a Irán, no a Israel; y se culpa a Hamás de arrastrar a la región a la guerra. Los eruditos religiosos saudíes están estrechamente controlados por el gobierno y las imágenes de los sermones del viernes muestran a guardias armados rodeando el asiento del orador religioso del viernes; vigilan para ver si el orador se sale del guion. Eso supondría el fin de una carrera, o incluso de sus vidas.

Los oradores religiosos recibieron instrucciones de no mostrar mucha compasión por Gaza y de hablar de ella en los términos más generales. Como de costumbre, los fieles recibieron instrucciones de seguir las indicaciones de «los que mandan», una referencia a los gobernantes.

Sin embargo, a medida que la matanza seguía aumentando, el gobierno saudí, que deseaba que la guerra terminara porque su continuación llamaría vergonzosamente la atención sobre su inacción, sintió que tenía que parecer preocupado. Durante la pesadilla de Gaza, la industria saudí del entretenimiento celebraba una serie de festejos conocidos como «noches de Riad»: tenían lugar espectáculos de comedia, grupos de baile y actuaciones de canto mientras la inmensa mayoría de los árabes estaban pegados a las pantallas de televisión con imágenes en directo de Gaza.

Al igual que Washington, los gobiernos árabes del Golfo se vieron sorprendidos por el nivel de simpatía pública hacia los palestinos y la indignación ante la aquiescencia occidental con la matanza. Algunos intelectuales saudíes y de los EAU, que se habían mantenido al margen del proceso de normalización, volvieron a las redes sociales con ganas de venganza, tuiteando febrilmente sobre Gaza y la hipocresía occidental. Funcionarios del gobierno saudí aseguraron a los funcionarios occidentales que las conversaciones de normalización seguirían adelante y que la guerra contra Gaza no desbarataría el rumbo de la política exterior del régimen saudí.
Sin duda, los gobiernos de Arabia Saudí y Estados Unidos anunciaron envíos de ayuda a Gaza y ambos gobiernos emitieron declaraciones suaves -para los estándares árabes- condenando las masacres. Pero ambos se cuidaron de exigir la vuelta a las conversaciones de paz con vistas a la creación de un Estado palestino, al lado de Israel. En eso están ahora los gobernantes de esos países.
Hace unos años, el apoyo a Hamás aumentó en Arabia Saudí, según una encuesta del Washington Institute for Near Policy, que suele elaborar encuestas que no son inconvenientes para Israel. A medida que la guerra continuaba, el régimen saudí desató su ejército electrónico que bombardeó las redes sociales con torrentes de improperios contra Hamás y Hezbolá y sus dirigentes. Su propaganda está claramente coordinada con Israel y Estados Unidos a través del centro de medios estadounidense en Dubai.
(Durante la crisis, el Secretario de Estado estadounidense Antony Blinken pidió oficialmente a Al Jazeera que rebajara el tono de la cobertura y los espectadores notaron los resultados de la gestión, al menos en Al Jazeera English).
Los medios de comunicación saudíes se burlaron de Hezbolá por no entrar en la guerra, a sabiendas de que también culparían a su líder, Hasan Nasralá, de la guerra si la ampliaba. Esta crisis ha demostrado que los EAU y Arabia Saudí son aliados fiables de Israel, a pesar de sus declaraciones de condena a Israel.
Arabia Saudí dirige el orden árabe y coordina sus movimientos con Estados Unidos e Israel.
La cumbre de «emergencia» árabe-islámica, convocada un mes después de que comenzara la matanza en Gaza, emitió una larga declaración que contenía 31 artículos. Ninguno de los artículos (que hablan de la necesidad de documentar los crímenes de guerra israelíes y de la necesidad de llevar el caso de Israel ante el Tribunal Penal Internacional, así como de poéticas descripciones del sufrimiento y de la necesidad de ayuda humanitaria para Gaza) importa, excepto el artículo 25, que afirma que los países árabes «reiteran el apego a la paz como opción estratégica».
¿Qué valor tienen las denuncias y condenas cuando los gobiernos dirigidos por el régimen saudí declaran su adhesión a la paz con Israel? ¿Qué clase de influencia se tiene ante Israel cuando se le asegura que, por muchos crímenes que cometa, los países árabes seguirán insistiendo en la paz con él, incluso cuando ha rechazado sistemática y repetidamente la «iniciativa de paz» árabe de 2002? De hecho, el artículo 25 de la declaración básicamente le dice a Israel que sus crímenes serán perdonados y que los potentados árabes harán las paces con él.
Ironía histórica
Otro artículo insiste en que la Organización para la Liberación de Palestina es la «única y legítima» representante del pueblo palestino. Este artículo es irónico porque esos países árabes combatieron y socavaron a la OLP cuando era realmente representante del pueblo palestino. En la Palestina actual, la OLP no es más que una asociación de bandas y mafias dirigidas por el jefe de las mafias de la AP, Mahmud Abbas, y su corrupta familia.
Hamás, por ejemplo, no es miembro de la OLP y, sin embargo, hoy representa al grueso de la población palestina. Este artículo fue claramente insertado por orden de Estados Unidos e Israel, que temen una legitimación de la popularidad de Hamás tras el 7 de octubre. Hamás se ha hecho muy popular no sólo entre los palestinos sino también entre el público árabe. Sus comandantes son ahora figuras de culto, y las imágenes del portavoz de su ala militar, Abu `Ubayda, pueden verse en muchas capitales árabes y musulmanas.
Es posible que hayamos entrado ya en una nueva era árabe. El abismo entre los gobernantes y el público nunca ha sido tan grande. El pueblo árabe, bajo estrictas condiciones de represión y control, salió a las redes sociales y a las calles para dar a conocer su rabia al mundo. Los gobiernos saudí y de EAU sintieron la ira de las masas y por eso convocaron la cumbre árabe.
Israel cree que puede acabar con Hamás, pero eso está fuera de lugar. La violencia palestina perseguirá durante años a quienes mataron a los niños de Gaza.
As`ad AbuKhalil es profesor libanés-estadounidense de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de California, Stanislaus. Es autor de Historical Dictionary of Lebanon (1998), Bin Laden, Islam and America’s New War on Terrorism (2002), The Battle for Saudi Arabia (2004

Observación de José Luis Martín Ramos:
Insisto en que ese es un factor que, con las limitaciones de lo que conocemos, Hamas-Yihad no parecen haber evaluado adecuadamente. A Blinken no le costó demasiado en su gira mantener la alianza con los estados árabes. La rebelión árabe por Palestina, islamista o no, está muy verde; no pasa de una solidaridad pasiva. Creo que eso si que lo evalúa Hezbollah y explica sus pasos.

3. Las consecuencias económicas de la guerra en Israel

La guerra ha supuesto un buen varapalo a la economía israelí. Veremos si el imperialismo occidental está dispuesto a seguir aportando a fondo perdido si la guerra se prolonga. Supongo que ese es uno de los objetivos de la resistencia.

https://new.thecradle.co/

Contragolpe: El enorme coste de la guerra de Gaza para la economía israelí
Es posible que Israel nunca se recupere de su colapso económico posterior al 7 de octubre. La resistencia palestina consiguió no sólo destruir la percepción de la seguridad interna de Israel, sino también erigir importantes barreras de riesgo para los inversores extranjeros.
Kit Klarenberg 13 DE NOVIEMBRE DE 2023
El 6 de noviembre, el Financial Times publicó una extraordinaria investigación sobre las devastadoras consecuencias económicas de la guerra de Israel contra Gaza, cuyo impacto repercute en las finanzas personales, los mercados laborales, las empresas, las industrias y el propio gobierno israelí.
El FT informa de que la guerra ha perturbado y devastado «miles» de empresas, muchas de ellas al borde del colapso, con sectores enteros sumidos en una crisis sin precedentes.
Los datos citados de la Oficina Central de Estadística de Israel revelan una realidad desoladora: una de cada tres empresas ha cerrado o funciona al 20% de su capacidad desde que el 7 de octubre comenzara la operación «Inundación Al-Aqsa», que abrió una brecha en la confianza nacional israelí.
Más de la mitad de las empresas sufren pérdidas de ingresos superiores al 50%. Las regiones del sur, más cercanas a Gaza, se llevan la peor parte, con dos tercios de los negocios cerrados o funcionando «al mínimo».
Para agravar la crisis, el Ministerio de Trabajo israelí informa de que 764.000 ciudadanos, cerca de una quinta parte de la población activa del país, no tienen trabajo debido a las evacuaciones, el cierre de escuelas que obligan a cuidar a los niños o la llamada a filas en la reserva.
El peaje en el comercio y el turismo de Tel Aviv
El lunes, Bloomberg puso cifras al impacto económico de la beligerancia militar de Tel Aviv: Hasta la fecha, la guerra de Gaza ha costado a la economía israelí casi 8.000 millones de dólares, a los que hay que sumar 260 millones de pérdidas cada día que pasa.
A pesar de esta calamitosa situación, el primer ministro Benjamin Netanyahu, que depende en gran medida del apoyo de las facciones políticas ultraderechistas y ultrasionistas, persiste en asignar «vastas sumas» a proyectos ideológicos y de colonización no esenciales, apartándose del típico protocolo de economía de guerra.
Netanyahu ha destinado la cifra récord de 14.000 millones de shekels (3.600 millones de dólares) en gastos discrecionales para los cinco partidos políticos que componen su gobierno de coalición, gran parte de ellos destinados a escuelas religiosas y al desarrollo de asentamientos judíos ilegales en la Cisjordania ocupada.
En una amarga ironía de la guerra contra Gaza, múltiples proyectos de construcción israelíes se han paralizado temporalmente al depender principalmente de la explotación de trabajadores palestinos. El FT informa de que a los sionistas «les molesta ver a trabajadores árabes sosteniendo herramientas pesadas», por lo que «no quieren tener trabajadores palestinos allí». Tal privación de derechos se produce a pesar de que muchas empresas se ven reducidas a suplicar donaciones para mantenerse a flote.
Pensemos en Atlas Hotels, una cadena de boutiques que abrió sus 16 instalaciones en todo el Estado del apartheid a los evacuados «desplazados» por los combatientes palestinos por la libertad. La desesperación les llevó a implorar ayuda económica a proveedores, contactos en el extranjero, clientes e incluso a su propio personal.
Un alto ejecutivo interrogado por el FT admitió abiertamente que si no llegaban esos ingresos, la empresa estaba acabada. Dado que el gasto de los consumidores israelíes ha caído en picado desde el comienzo de la guerra, no cabe duda de que lo mismo ocurre con muchas empresas cuya supervivencia depende del gasto discrecional.
El turismo, potencial salvavidas económico, ofrece poco respiro a Tel Aviv. Las cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indican que los viajes internacionales apenas contribuyen en un 2,8% al PIB de Israel y mantienen 230.000 puestos de trabajo, poco más del 6% de la mano de obra total.
A pesar de los persistentes esfuerzos realizados a lo largo de 2022 para reactivar el turismo, en octubre se registró un enorme descenso interanual del 76%. El comienzo del diluvio de Al-Aqsa diezmó aún más los desplazamientos, y los vuelos diarios desde y hacia el aeropuerto Ben Gurion cayeron en picado, pasando de 500 a sólo 100.
En cambio, en octubre de 2022, las llegadas internacionales superaron las 370.000. Sin que se vislumbre el final de la guerra, y con los propios colonos sionistas huyendo en masa, parece poco probable que Tel Aviv vuelva a ser un popular destino de vacaciones a corto plazo.
La guerra económica
La catástrofe que se avecina no pasa desapercibida para los economistas de Tel Aviv, 300 de los cuales, el 1 de noviembre, instaron a Netanyahu y a sus ministros de Economía a «entrar en razón», debido al «grave golpe que ha recibido Israel».
Creen que el cataclismo «exige un cambio fundamental en las prioridades nacionales y una reorientación masiva de los fondos para hacer frente a los daños de la guerra, la ayuda a las víctimas y la rehabilitación de la economía». En respuesta, el Primer Ministro se comprometió audazmente a crear una «economía en armas»:
«Mi orientación es clara: estamos abriendo los grifos, bombeando dinero a todo el que lo necesite… Sea cual sea el precio económico que esta guerra nos exija, lo pagaremos sin vacilar… Venceremos al enemigo en la guerra militar y ganaremos también la guerra económica».

A pesar de este bombardeo retórico, hay muchos indicios de que el Estado sionista está tan peligrosamente engañado sobre su sostenibilidad económica como sobre su destreza militar. Los informes publicados por el «think tank» Start-Up Nation Policy Institute (SNPI) de Tel Aviv revelan un panorama sombrío.
Apenas dos semanas después de que estallara el diluvio de Al-Aqsa, la organización publicó un estudio sobre los daños sufridos por el sector tecnológico israelí, antaño fuente de orgullo y alegría nacional y barómetro de su prosperidad en general. Las conclusiones fueron contundentes.
Incluso en esa fase inicial, la SNPI pronosticó una inminente «crisis económica cuya fuerza aún se desconoce» basándose en su encuesta. En total, el 80% de las empresas tecnológicas israelíes informaron de daños derivados del empeoramiento de la «situación de seguridad» del país, mientras que una cuarta parte registró «un doble perjuicio, tanto en recursos humanos como en la obtención de capital de inversión».
Más del 40% de las empresas tecnológicas vieron retrasados o cancelados sus acuerdos de inversión, y sólo el 10% «consiguió mantener reuniones con inversores». El informe concluía:
«La incertidumbre y la consiguiente decisión de muchos inversores de ‘mirar desde la barrera’ debido a la situación actual golpea a un ecosistema que ya estaba luchando por conseguir capital, en parte debido a la inestabilidad política en vísperas de la guerra, combinada con la recesión económica mundial.»
Otra razón del fracaso del sector tecnológico israelí, no mencionada por SNP -pero investigada por The Cradle el 13 de octubre- es la exposición de las vulnerabilidades del sistema de vigilancia y guerra electrónica de Tel Aviv por la Inundación de Al-Aqsa.
Ese informe concluía que la operación de la resistencia palestina «probablemente conduciría a un declive significativo de la fortuna del sector de la ciberseguridad de Israel», dado que representa un golpe grave y potencialmente terminal para la marca «Startup Nation», que depende en gran medida de la ciberseguridad. Los acontecimientos posteriores han confirmado esta predicción.
Fluctuaciones bruscas
El 2 de noviembre, el SNPI publicó otro estudio en el que se investigaba la resistencia económica histórica de Israel a las crisis de seguridad, basándose en datos de «acontecimientos de combate significativos de los últimos veinte años», en particular la Operación Borde Protector de 2014.
Aunque admitía que los recientes acontecimientos habían suscitado «naturalmente» «gran preocupación entre los inversores, socios y clientes extranjeros» de las empresas israelíes, el SNPI pintó un panorama más optimista que antes, sugiriendo que Tel Aviv ha «demostrado su capacidad para superar crisis de este tipo en el pasado y… salir fortalecida».
Este juicio optimista se basa en que el asalto a Gaza de 2014 costó solo el 0,3% del PIB israelí, o unos 8.000 millones de shekels en dinero de hoy. Además, ese esfuerzo militar no perturbó de forma duradera los mercados financieros, ni causó «fuertes fluctuaciones» en la bolsa de Tel Aviv a corto o largo plazo. El SNPI llegó a la conclusión de que el mismo impacto, o la ausencia del mismo, podría, por tanto, suponerse en relación con la Operación Espadas de Hierro de hoy contra Gaza.
Sin embargo, la escala sin precedentes de la Inundación de Al-Aqsa, que obligó a movilizar 360.000 soldados israelíes, además de la intensificación de las escaramuzas militares en el frente norte con Hezbolá del Líbano, y la devastación económica duradera, desafían la aplicabilidad del escenario de Borde Protector. En 2014, se movilizaron apenas 5.000 soldados en una acción militar de las Fuerzas de Ocupación israelíes que duró sólo 49 días.
Netanyahu da, al menos retóricamente, toda la apariencia de querer eliminar a Hamás y poner fin al dominio del movimiento en Gaza, aunque estos objetivos no se hayan alcanzado hasta ahora ni de lejos. También hay indicios inequívocos de que Estados Unidos y Gran Bretaña buscan un conflicto prolongado y de consecuencias no sólo en Palestina, sino en toda Asia Occidental. Esta impía trinidad puede estar a punto de aprender una lección insoportablemente dolorosa sobre los verdaderos límites modernos de su poder.
La Operación Inundación de Al-Aqsa ha logrado éxitos sorprendentes, desafiando las medidas de seguridad establecidas y señalando potencialmente el comienzo de un mayor desmantelamiento del proyecto sionista. Los riesgos para Israel nunca han sido mayores. La economía colonial de los colonos de Tel Aviv, basada en la subyugación de los palestinos, puede enfrentarse a un futuro precario, y posiblemente sea la siguiente ficha de dominó que caiga en este escenario en desarrollo.

4. Entrevista a Kohei Saito

Aunque para vosotros no supondrá grandes novedades, no está mal esta entrevista a Saito como resumen de sus ideas.

https://www.elsaltodiario.com/

Kohei Saito: “El decrecimiento debe aprender del comunismo”

Su libro ‘El capital en el Antropoceno’, publicado en Japón en el año 2020, ha cosechado un éxito sin precedentes.

Green European Journal 13 nov 2023 10:23

Kohei Saito, un filósofo japonés marxista que se volcó en la ecología a raíz de la catástrofe de Fukushima, ha captado gran atención internacional con su obra sobre el comunismo del decrecimiento. En esta entrevista concedida al Green European Journal, Saito explica qué es lo que el socialismo y el ecologismo pueden aprender el uno del otro y por qué el Japón estancado en lo económico y asolado por una pandemia resultó ser un territorio fértil para las ideas decrecentistas.

El capital en el Antropoceno, publicado en Japón en el año 2020, ha cosechado un éxito sin precedentes. Está previsto que Slow Down: The Degrowth Manifesto se publique en inglés a principios de 2024.

¿Cómo llegaste a interesarte por Marx y después por el comunismo del decrecimiento?
Descubrí las obras de Marx y Engels a los 18, cuando empecé mis estudios en la Universidad de Tokio, a través de grupos de estudiantes que luchaban por proteger a los trabajadores jóvenes. Al principio me interesé más por la explotación de la clase obrera y después cada vez más por la desigualdad en general, a raíz de que la crisis de 2008 agravara la situación en Japón. Marx había advertido precisamente de estos problemas, que no harían sino cobrar mayor importancia en el futuro. Entonces decidí trasladarme a Alemania para seguir estudiando a Marx.

En el año 2011, después del terremoto de Japón y la catástrofe nuclear de Fukushima, me di cuenta de que el capitalismo no se limita únicamente a la explotación de los seres humanos, sino que también engloba esas tecnologías descomunales que han sido creadas en busca de beneficios y que, en última instancia, trajeron consigo un verdadero desastre para la vida de muchas personas en Japón.

Entonces, ¿llegaste al mundo de la ecología a través de la cuestión nuclear en lugar de la climática?
Al principio me mostraba más optimista sobre el desarrollo de la tecnología, pero a raíz de Fukushima empecé a reflexionar sobre la tecnología y el capitalismo y perdí parte de ese optimismo. También empecé a interesarme más por la cuestión del cambio climático en el año 2014, después de haber leído el libro de Naomi Klein Esto lo cambia todo (Paidós, 2015). A pesar de todo, seguía siendo optimista. Pensaba que algunas medidas políticas socialistas, con una mayor planificación y trabajo garantizado, podría lograr la igualdad y, a la vez, una mayor sostenibilidad. Fue entonces cuando empecé a leer más y me tropecé con las obras de Jason Hickel, Giorgos Kallis y el enfoque del decrecimiento en general.

No cabía duda de que había cierta tensión entre Marx y el decrecimiento y en torno a Marx y la crisis climática, así que empecé a leer sus obras más tardías. Llegué a reinterpretar sus ideas, en particular sus estudios sobre las sociedades precapitalistas. Me di cuenta de que Marx se había interesado por esas sociedades precapitalistas porque son Estados esencialmente estables no orientadas hacia el crecimiento. Y, a pesar de ello, consiguieron garantizar la sostenibilidad y la calidad de vida para toda la población. Así es como llegué a la tesis del comunismo del decrecimiento.

¿Cómo compaginas decrecimiento con comunismo? ¿No quiere el comunismo más y el decrecentismo menos?
Esa es la tensión que hay en la tradición marxista y ecologista. La corriente política socialista apuesta por el desarrollo tecnológico para conseguir más para todos: es necesario que haya más desarrollo, más progreso, más eficacia. El ecologismo recalca que existe un consumo excesivo y una sobreproducción, por lo que aboga por una desaceleración a fin de proteger la naturaleza.

No obstante, acabé dándome cuenta de que a Marx le interesaban ambas cuestiones: proteger la vida de todas las personas y proteger la naturaleza. No hace falta tener más en un sentido tan capitalista. Cuando Marx habla de abundancia, no se refiere a que tengamos jets privados o mansiones. Lo que quiere decir es que podríamos vivir de forma abundante, vivir una buena vida, teniendo asistencia médica y transporte universal, con vivienda, agua, electricidad y unos recursos básicos garantizados sin mediación del dinero.

Ese tipo de abundancia puede constituir la nueva base para el socialismo o el comunismo porque está basada en la igualdad. Pero si queremos tener más en el sentido actual de la palabra, el resultado será una catástrofe ecológica. El camino intermedio pasa por redefinir abundancia y, en la línea de Hickel, yo la denomino abundancia radical. Es un tipo de abundancia muy diferente en la que compartimos cosas, nos ayudamos mutuamente y tenemos sensación de seguridad.

Teniendo en cuenta el estado del planeta, ¿es el ecosocialismo productivista plausible? ¿O se debe asumir que el viejo sueño marxista ha llegado a su fin?
Sin el ecologismo, la política socialista gira en torno a la consecución de una mayor igualdad mediante aumento de la producción y del consumo. Pero no todo el mundo puede vivir como Bill Gates, ni como la clase media-alta alemana. No es sostenible. Los socialistas critican el capitalismo, pero a su vez siguen atrapados en los valores capitalistas.

También hay que tener en cuenta que si continuamos consumiendo más energía y recursos continuaremos explotando recursos, energías y mano de obra de los países del sur global. Por lo tanto, si de verdad queremos plantearnos la igualdad y la sostenibilidad a escala planetaria, no basta con basarnos únicamente en la tecnología. Tenemos que pensar también en la forma en que vivimos, en la manera en que producimos las cosas. La política socialista vuelve a ser muy importante en este sentido, porque son precisamente las personas ricas las responsables de esta producción y consumo excesivos. Hay que gravar la riqueza y prohibir bienes como los jets privados, los cruceros y las mansiones descomunales.

Esto nos permitirá reducir la producción y el consumo, pero también disponer de más tiempo libre, aumentar nuestro bienestar y garantizar cierto espacio para el desarrollo del sur global. Una vez hecho esto, debemos plantearnos maneras de reducir nuestro consumo material, sobre todo en los países del norte global. El exceso de confianza en la tecnología nos impide ver que nuestro modo de vida no es sostenible.

Hay quien puede decir: “Yo quiero un entorno saludable y un clima estable, pero no esta agenda ideológica”. ¿Es realmente necesario que el ecologismo sea anticapitalista?
Sí, lo es. Los ecologistas deben ser conscientes de que hay que cuestionar el capitalismo. Hoy en día creer que un impuesto sobre el carbono puede resolver el problema es pecar de optimista. Necesitamos tomar medidas más agresivas, como prohibir las industrias contaminantes y reducir la publicidad. Estas medidas son contrarias a la lógica del capitalismo.

No cabe duda de que necesitamos inversiones cuantiosas en nuevas tecnologías, como las renovables. Ahora bien, en el capitalismo, aunque desarrollemos tecnologías, seguiremos trabajando jornadas muy largas y consumiendo cada vez más.

En el capitalismo, incluso a pesar de que nos permite aumentar eficacia, la tecnología se utiliza con un único fin: producir más y más. Y precisamente es por este mismo motivo por el que también tenemos que trabajar cada vez más para ganar dinero, y vuelta a empezar. A mayor eficiencia, mayor producción y, por tanto, mayor consumo de recursos y energía. Así no podremos resolver la crisis climática. La única manera de lograr una nueva forma de entender la sociedad es aunando estos dos conceptos: el ecologismo o decrecimiento y el socialismo o comunismo.

¿Por qué ha sido tan popular en Japón tu libro El capital en la era del Antropoceno?
Fue toda una sorpresa. Marx y el decrecimiento no suelen ser temas muy populares en Japón, pero se vendieron en torno a medio millón de ejemplares. La traducción alemana ya ha estado entre los 10 libros más vendidos en Der Spiegel. Así que algo se cuece. El libro salió a la venta en Japón en plena pandemia. En aquella época tuvimos que ralentizar nuestro estilo de vida. Los restaurantes estaban cerrados, la gente trabajaba desde casa y no salía a la calle. Dedicaban más tiempo a la familia y cocinaban en casa. Redujimos nuestro ritmo de vida y gracias a eso tuvimos tiempo para reflexionar sobre nuestro estilo de vida anterior. ¿Por qué pasábamos más de una hora al día yendo al trabajo? ¿Por qué compramos tanta ropa? Nos dimos cuenta de que ese estilo de vida no nos aportaba ningún tipo de felicidad; simplemente lo hacíamos porque estábamos acostumbrados a ello. Pero podíamos cambiar.

De forma paralela, durante la pandemia hubo personas que pasaron a llamarse “trabajadores esenciales”, personas que estaban expuestas a los riesgos de la Covid19 pero que tenían sueldos muy bajos y jornadas extenuantes. Mientras tanto, las personas que cobran un buen sueldo trabajaban desde casa, con mucha más seguridad. Y durante la pandemia ganaban aún más dinero. Esa desigualdad económica supuso un escándalo social en Japón. Yo hice una crítica de la cuestión desde una postura de izquierdas y la población aceptó que el capitalismo es un problema.

Parece que la economía japonesa está volviendo a los niveles anteriores a la pandemia, pero desde hace décadas se sabe que el país se encuentra ante crecimiento lento y estancamiento de la población. ¿Fue esto parte de su atractivo también?
La recesión y el decrecimiento son dos cosas bien distintas. Lo que Japón vivió en las últimas décadas no es decrecimiento, y la falta de crecimiento sostenido en una sociedad capitalista genera unos problemas enormes. Necesitamos una transición consciente hacia una sociedad poscrecimiento. Los millenials y la generación Z no recuerdan los días de gloria de los años ochenta y no son tan optimistas respecto al progreso futuro de Japón. Así que reivindicamos una nueva sociedad que no asuma el crecimiento. Esto es lo que planteo con el comunismo decrecentista.

¿Cómo podemos avanzar hacia esa meta? ¿Es necesario que haya una revolución para alcanzar el comunismo del decrecimiento, como ocurre con el comunismo clásico?
Yo no hago un llamamiento a una revolución como la rusa. No creo que podamos acabar con este sistema mediante la toma del poder. Aunque nos hiciéramos con el poder en el parlamento nacional, eso no cambiaría el sistema económico. Lo que sí es más realista es la idea de Rosa Luxemburgo de una realpolitik revolucionaria a través de la reforma; gravando la riqueza para introducir una renta máxima, por ejemplo. Las reformas y las medidas políticas pueden acarrear muchos cambios en nuestra forma de percibir las cosas y de actuar en nuestro día a día, incluso aunque no consigan acabar con el capitalismo de forma inmediata. Pero una transformación de nuestra conciencia y de nuestros comportamientos cotidianos nos permite ampliar el espacio para exigir cambios más radicales. En mi opinión, es así como avanzaremos gradualmente hacia una sociedad basada en el decrecimiento. Hay personas (sobre todo jóvenes) en Alemania, en Francia e incluso en Estados Unidos que están exigiendo ese tipo de transformación. Es un proceso progresivo, pero creo que en la década de 2030 veremos ese tipo de cambio transformador que provocará un cambio sistémico en todo el mundo.

¿Los países capitalistas avanzados como Japón y Alemania están más preparados para el comunismo del decrecimiento?
Algunas ciudades como Ámsterdam, Barcelona, París y Nueva York tienen un potencial extraordinario. A nivel local se están introduciendo nuevas ideas, como la economía de la rosquilla. No espero que se produzca un cambio de arriba a abajo, como en la Revolución Rusa, sino de abajo a arriba; y las ciudades ofrecen más oportunidades para intervenir en la esfera política y fomentar el cambio. Las ciudades son algunos de los lugares donde debemos luchar más, y ojalá eso se extienda al ámbito nacional.

¿No es “comunismo decrecentista” un término innecesariamente aterrador? Para algunas personas el decrecimiento ya es algo alarmante de por sí, y le estás añadiendo el comunismo y todo el bagaje que conlleva.
Por esa misma razón no esperaba que El capital en la era del antropoceno fuera todo un éxito de ventas. Japón cuenta con tradición marxista, pero fuera de las universidades no es un término demasiado positivo. Japón es bastante capitalista y la población no cree en el marxismo ni en el socialismo. Sin embargo, la gente está cansada del capitalismo y la economía japonesa lleva muchos años en crisis. Hay mucho interés por ideas más radicales, pero el libro recibió muchas críticas y admito que el concepto de comunismo decrecentista es demasiado contundente. No obstante, utilizo estos términos como una especie de provocación. Lo que quiero decir es que el capitalismo no funciona y que no basta con arreglarlo. Necesitamos ideas como el decrecimiento y el comunismo para, al menos, explorar nuevas posibilidades. Si la gente empieza a hablar de nuevas ideas fuera del capitalismo, entonces creo que mi libro ya ha triunfado.

Los Estados comunistas eran conocidos por su planificación central. ¿Hay que recuperar la idea de la planificación económica, es decir, que el Estado tenga más peso en decisiones económicas, como en el volumen de producción de bienes, por ejemplo?
Sí, es necesario. Por eso el decrecimiento debe aprender del comunismo o, al menos, del socialismo. La corriente socialista tiene una larga tradición de planificación económica. Hay planificaciones muy malas, como la planificación burocrática extremadamente centralizada de la Unión Soviética, pero no es la única. Podríamos explorar formas de planificación diferentes y más democráticas. Quienes defienden el decrecimiento no suelen querer hablar de ello porque asocian cualquier tipo de planificación con el estalinismo, y propugnan la introducción de pequeños cambios y reformas puntuales. Me parece que eso no basta: también se ha de hablar y planificar qué tipo de industrias necesitamos y cuáles no.

El capitalismo no invertirá en la protección de la naturaleza ni en la construcción de grandes proyectos de infraestructuras. Sencillamente, no resulta rentable. Si queremos proteger el planeta, necesitamos una planificación concienzuda y la intervención del Estado. Tal vez la inteligencia artificial juegue un papel en este proceso, o quizás recurramos a la democracia local. Aún no tenemos la solución, pero tenemos que resolver ya la cuestión de cómo vamos a planificar la transición hacia la sociedad que deseamos.

Describe un día normal y corriente de un ciudadano normal en una sociedad comunista decrecentista.
Ahora mismo podríamos reducir la jornada laboral a cuatro días y creo que, con la ayuda de la tecnología, en el futuro podríamos reducirla a tres. Es decir, trabajar 25 horas a la semana. ¿Qué haremos con todo este tiempo libre? Pasaremos más tiempo con la familia. Nos dedicaremos a la jardinería, quizá hagamos deporte. Haremos algo de voluntariado y participaremos a nivel político en la planificación de nuestra producción y de la actuación de nuestro gobierno local. No nos desplazaremos al trabajo en coche, sino en autobús y tranvía, y la organización de nuestro lugar de trabajo será más horizontal. Deberíamos tener una mayor rotación laboral. Las nuevas tecnologías nos permiten compartir más y una mayor rotación de tareas. Yo, por ejemplo, que soy profesor universitario, podría enseñar también en comunidades locales o en la cárcel. Es más, podemos utilizar nuestras habilidades, capacidades y tiempo no solamente para ganar dinero, sino también para formar comunidades y educar a las nuevas generaciones.

Por lo demás, las cosas básicas son muy parecidas a las de ahora. Cuando llegas a casa puedes tomarte una cerveza o quizás ir a la sauna. No pasaremos mucho tiempo en centros comerciales, ni visitaremos Corea o Taiwán durante el fin de semana. Pasaremos más tiempo en la naturaleza y en lugares donde podamos relajarnos, pero no volveremos al estilo de vida de hace 120 años. Seguiremos utilizando la tecnología y seguiremos disfrutando de buenas comidas con amigos y familiares.

Artículo publicado originalmente en el Green European Journal en inglés, publicado en El Salto en castellano de la mano de EcoPolítica.

5. La repercusión de la guerra en las elecciones estadounidenses

García Gascón plantea en este breve artículo para Globalter la posibilidad de que la guerra en Palestina influencie en contra de las opciones de Biden en las próximas elecciones en 2024.

https://globalter.com/biden-

Biden mantiene su apoyo incondicional a Israel a solo un año de las elecciones

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Cuando falta menos de un año para las elecciones de noviembre de 2024 en EEUU, el presidente Joe Biden insiste en mantener su apoyo incondicional a Israel en la guerra de Israel contra la totalidad de la Franja de Gaza, y no solo contra Hamás, una actitud que puede costarle al partido demócrata un buen puñado de votos, especialmente entre los jóvenes.

Un sector importante de los votantes de Biden, y no solamente jóvenes, ven con disgusto las imágenes que a diario transmiten las televisiones con mujeres y niños palestinos heridos o muertos por las bombas que Estados Unidos envía a Israel mediante un puente aéreo que funciona con la exactitud de un reloj suizo las veinticuatro horas del día.

Muy probablemente Biden se enfrentará a Donald Trump en las elecciones de noviembre y a día de hoy el resultado parece incierto, lo que significa que el presidente demócrata tendrá que pelear por cada uno de los votos en liza, puesto que Trump hará lo mismo y no está claro quién de los dos alcanzará su segundo mandato en la Casa Blanca.

Si Trump obtiene la victoria, la imagen interna y externa de Estados Unidos puede experimentar un giro copernicano. Durante su primer mandato, el controvertido magnate se marcó un camino que se aparta sustancialmente de la trayectoria tradicional de Estados Unidos en política exterior, y si vuelve a ganar sin duda aplicará políticas cuya trascendencia es una incógnita para todo el mundo.

Biden y los demócratas son conscientes de la crucial coyuntura en la que se hallan, de manera que lucharán con todas sus fuerzas para atraerse todo el voto demócrata. En este contexto preelectoral, muchos no entienden muy bien que Biden haya dado luz verde a Israel para aplanar “como un aparcamiento” el norte de la Franja en una guerra dirigida contra toda la población civil y no solo contra los milicianos.

Cientos de miles de palestinos han tenido que abandonar sus hogares destruidos en el norte y también en sur de la Franja. Las mujeres y los niños están muriendo por millares, no solo por las bombas, sino también en los hospitales de la ciudad de Gaza, sin electricidad y sin que millares de heridos puedan recibir una atención mínima por parte de los médicos.

Las inquietantes imágenes llegan directamente a los hogares estadounidenses, sembrando la confusión entre muchos demócratas que son conscientes de que las bombas que usa Israel se fabrican en su país y con sus impuestos. En particular, la sensibilidad de muchos votantes jóvenes se ve desafiada por lo que están viendo en la televisión y en las redes sociales.

Hay sondeos que muestran que muchos jóvenes demócratas se cuestionan su intención de voto. Esto puede ser una indicación de que Biden debe intervenir pronto para detener la locura de la guerra y evitar que las imágenes sigan incidiendo en los cerebros de los votantes que se muestran dudosos y no descartan abstenerse en las elecciones a causa de la guerra.

Biden, cuyas relaciones con el primer ministro Benjamín Netanyahu no habían sido excelentes durante los primeros tres años de su mandato, ha puesto su poderosa capacidad militar al servicio de Israel, no solo con el envío de armas y municiones, sino también con el envío de dos portaviones al Mediterráneo oriental en una decisión sin precedentes.

La política oficial de la Casa Blanca es fomentar unas negociaciones entre israelíes y palestinos que conduzcan a la paz con una solución de dos estados. Aunque esto lo ha dicho Biden (no lo dijo Trump durante su mandato) en múltiples ocasiones, esa política oficial no está en consonancia con la ausencia completa de acciones de la administración de Estados Unidos en ese sentido.

Al término de la guerra, Biden debería reforzar su política exterior para resolver el conflicto con la solución de los dos estados, aunque esta intención debe ponerse en cuarentena, puesto que es muy dudoso que el presidente se embarque en aventuras de una naturaleza tan compleja cuando apenas faltan unos pocos meses para las elecciones.

Otra cuestión sería actuar después de las elecciones, suponiendo que Biden las gane. Sin embargo, ningún presidente norteamericano desde George Bush padre, cuando convocó la Conferencia de Madrid en 1991, ha puesto a Israel contra la pared. Con esos antecedentes no parece muy probable que Biden se atreva a echar un pulso a los responsables israelíes aunque gane las elecciones.

Eugenio García Gascón ha sido corresponsal en Jerusalén 29 años. Es premio de periodismo Cirilo Rodríguez.

6.  India no quiere la multipolaridad

Bhadrakumar vuelve a la política de Asia oriental con una muy mala noticia: India no está interesada en la multipolaridad y se alinea absolutamente con los EEUU de cara a un futuro enfrentamiento con China.

https://www.indianpunchline.

Publicado el 13 de noviembre de 2023 por M. K. BHADRAKUMAR
India y EEUU están en camino de contener a China
Si Estados Unidos es una potencia en declive y el ascenso de China es inevitable en el Indo-Pacífico; si Rusia se considera a sí misma una potencia mundial y está decidida a enterrar el orden basado en normas dominado por Estados Unidos; si la derrota de Estados Unidos y la OTAN en la guerra de Ucrania se ha convertido en un hecho consumado; si Canadá fue alentada por Estados Unidos a preocuparse y enfurecerse por la supuesta implicación india en el asesinato de Nijjar; si el baño de sangre de Israel en Gaza es en realidad un genocidio… bueno, los responsables políticos de India no han oído nada de esto. Este es el mensaje que se desprende de la reunión 2+2 de ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa de Estados Unidos e India, celebrada en Nueva Delhi el 10 de noviembre.
El panorama general es que, después de reclamar audazmente el liderazgo del Sur Global en septiembre, en un lapso de más de dos meses, India se está deslizando hacia el bando estadounidense como aliado indispensable de Estados Unidos, e incluso aspira a convertirse en un «centro mundial de defensa» con la ayuda del Pentágono.
A continuación se exponen algunos de los resultados de la reunión 2+2:
-Compartir tecnología relacionada con los «desafíos marítimos, incluido el ámbito submarino»;
-codesarrollo y coproducción de sistemas de movilidad terrestre;
-India se encargará del mantenimiento de aeronaves estadounidenses y de la reparación a mitad de travesía de buques de guerra estadounidenses;
-inversión de EE.UU. en el mantenimiento, reparación y revisión por parte de India de aeronaves y vehículos aéreos no tripulados de EE.UU;
-finalización de un Acuerdo de Seguridad de Suministros, que profundizará en la integración de los ecosistemas industriales de defensa y reforzará la capacidad de recuperación de la cadena de suministro;
-creación de nuevos puestos de enlace entre las dos fuerzas armadas tras la plena adhesión de India a las Fuerzas Marítimas Combinadas multinacionales, con sede en Bahréin;
-maximización del alcance del Acuerdo de Memorando de Logística e Intercambio, e identificación de medidas para mejorar el alcance de los buques de la armada estadounidense a las bases indias.
Sin duda, lo anterior es sólo la punta del iceberg, mientras que esta extraordinaria transición en las políticas indias permanecerá en gran medida a puerta cerrada. Estados Unidos parece confiar plenamente en que India está dispuesta a establecer una alianza exclusiva, algo que Nueva Delhi nunca ha buscado con ninguna gran potencia. ¿Cuál es la oferta que la Administración Biden ha hecho a India y que ésta no puede rechazar?
Evidentemente, un cambio tan masivo en la política militar de India debe estar relacionado con los postulados fundamentales de la política exterior. Dicho esto, curiosamente, llámese «consenso bipartidista» o como se quiera, al principal partido de la oposición de India parece no importarle lo más mínimo el cambio. No es de extrañar. En realidad, el cambio tiene que ver con una incipiente alianza entre India y Estados Unidos para contrarrestar a China, un frente político en el que es difícil elegir entre Tweedledum y Tweedledee.
Sin duda, tanto Rusia como China comprenden que la política exterior india está en transición. Pero fingen no darse cuenta y esperan que sea una aberración. En cualquier caso, ni Rusia ni China pueden parar los pies a India. Su capacidad para influir en las políticas indias se ha reducido drásticamente -la de Moscú en particular- en el entorno de seguridad contemporáneo.
El quid de la cuestión es que India no está entusiasmada con la creciente multipolaridad del orden mundial. India es beneficiaria del «orden basado en normas» y se siente mucho más cómoda con un orden mundial bipolar en el que la multipolaridad, si es que existe, sigue siendo un fenómeno marginal, mientras que la preeminencia de Estados Unidos continuará prevaleciendo durante las próximas décadas. Este paradigma se percibe como ventajoso para que India navegue en su camino hacia el control de los instintos hegemónicos de China, al tiempo que desarrolla de forma óptima su propio poder nacional global. Se trata de una agenda ambiciosa que también es arriesgada, ya que las políticas cambian en Washington a medida que los presidentes van y vienen y los intereses estadounidenses se redefinen y las prioridades cambian.
Hoy, sin embargo, la voluntad india de alinearse con Estados Unidos es más evidente que nunca. La animadversión contra el ascenso de China fue palpable en la reunión 2+2. India se ha desprendido de cualquier pretensión residual y está virando hacia una relación abiertamente adversaria con China. El QUAD se ha convertido en una importante locomotora. Sin duda, cabe esperar una respuesta china, pero el tiempo dirá cuándo y de qué forma.
Esto sólo es posible porque Delhi se siente razonablemente segura de que el enfoque Indo-Pacífico de Washington permanece intacto bajo la Administración Biden a pesar del creciente compromiso con China. Por supuesto, se está produciendo un punto de inflexión, ya que el presidente chino Xi Jinping realizará su primer viaje a Estados Unidos en cinco años y se ha preparado meticulosamente una cumbre con el presidente Biden, que ambas partes esperan que sea productiva y haga más previsible la relación sino-estadounidense.  

Las tres cuestiones regionales que ocuparon un lugar destacado en la reunión 2+2 fueron Afganistán, Ucrania y el conflicto palestino-israelí. La declaración conjunta dedicó un párrafo aparte con el subtítulo Afganistán, en el que se acusaba implícitamente a los gobernantes talibanes de no adherirse a su «compromiso de impedir que cualquier grupo o individuo utilice el territorio de Afganistán para amenazar la seguridad de cualquier país».
La declaración conjunta recuerda también la Resolución 2593 (2021) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que «exige específicamente que el territorio afgano no se utilice para amenazar o atacar a ningún país, ni para dar cobijo o adiestrar a terroristas, ni para planear o financiar atentados terroristas».
Delhi se está apartando radicalmente de sus intentos de entablar una relación constructiva con los gobernantes talibanes. Una de las razones podría ser la información de los servicios de inteligencia, según la cual Afganistán se está convirtiendo de nuevo en una puerta giratoria para los grupos terroristas internacionales.
Una segunda posibilidad podría ser que Estados Unidos e India compartan un sentimiento de exasperación por la creciente proximidad de los talibanes con China y el espectro de que Afganistán se convierta en un centro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. El plan de Pekín de construir una carretera que conecte Afganistán a través del corredor de Wakhan supone un cambio de juego en la geoestrategia que tiene profundas consecuencias. Todo lo que se relacione con la seguridad de Xinjiang no puede sino ser un asunto de incesante interés para Delhi.
La declaración conjunta 2+2 señala una renovada convergencia entre Estados Unidos e India sobre Afganistán. Hasta qué punto esto se traducirá en movimientos proactivos es una cuestión discutible. En particular, Estados Unidos y sus aliados también están aprovechando la preocupación de Rusia por el conflicto en Ucrania para redoblar su estrategia de posguerra fría de hacer retroceder la influencia rusa en Afganistán. Moscú siente que está perdiendo terreno en su patio trasero.

En lo que respecta a Ucrania y al conflicto palestino-israelí, lo que se deduce es que las partes estadounidense e india han logrado armonizar sus respectivas posturas en estos conflictos regionales cruciales. En realidad, Delhi se está despojando de su ambivalencia estratégica y acercándose a la postura estadounidense. Esto se pone de manifiesto en los trazos de la declaración conjunta por lo que dice y por lo que no dice. Así, sobre Ucrania, la guerra de desgaste de Rusia tiene «consecuencias que afectan predominantemente al Sur global». Dejando esto aparte, Moscú puede aprender a vivir con la formulación 2+2 sobre la guerra de Ucrania.

En cuanto a la situación en Asia Occidental, la declaración conjunta expresa un vehemente apoyo a la lucha de Israel contra el «terrorismo». Pero aquí, de nuevo, India se niega a señalar a Hamás. India tampoco respalda la guerra de Israel contra Hamás, y mucho menos prejuzga sus posibilidades de éxito. Y lo que es más importante, la declaración conjunta omite cualquier referencia al llamado «derecho a la autodefensa» de Israel, un mantra que está constantemente en boca de Biden.
India no puede calificar la guerra de Gaza de acto de «legítima defensa» cuando Israel ha desencadenado una operación militar tan brutal contra civiles desventurados y ha arrasado la ciudad de Gaza, algo que recuerda al bombardeo aéreo conjunto británico-estadounidense sobre la ciudad de Dresde, capital de Sajonia, durante la Segunda Guerra Mundial, en la horrible noche del 9 al 10 de marzo de 1945, en el que murieron más de 25.000 alemanes.
Tal vez, todas estas peregrinaciones diplomáticas a través del valle de la muerte podrían entenderse mejor con el telón de fondo de las intensas negociaciones entre los dirigentes de Hamás y las capitales regionales, en las que la administración Biden tiene mucho en juego y participa.

Observación de José Luis Martín Ramos:
Otra cosa, Afganistán. China tiene un pasado retorcido en su relación con Afganistán, contribuyendo a la desestabilización de la RDA por aquello de su confrontación con la URSS; ahora el principio del socialismo a la china, del socialismo nacional chino, puede favorecer el desarrollo de una política exterior exclusivamente por razones de estado, con criterios exclusivamente geopolíticos y convalidar el régimen de los talibanes. No digo que China no haya de tener relaciones con Afganistán, pero tendría que hacerlo en términos en que no se sobreentendiera esa convalidación y, por el contrario, incluyera -para su credibilidad internacional también- la denuncia de las políticas de opresión social de los talibanes. Parece que Afganistán, poco a poco, vuelve a primera línea de escenario. Pakistán -otro punto de apoyo de EEUU en el área- está expulsando hacia Afganistán a millones de pastunes de origen afgano, que se han ido estableciendo al otro lado del Khyber desde hace más de cuarenta años; veremos si la medida de ese retorno forzado genera tensiones en el Afganistán de los talibanes.

7. El hidrógeno «blanco»

Como se entiende por el texto, B, en su artículo de la semana, hace un juego de palabras con lo que en español diríamos más bien ‘mentiras piadosas’, en inglés ‘mentiras blancas’, y la manía de dar distintos colores a los proyectos «verdes», especialmente con hidrógeno: hidrógeno azul, hidrógeno gris, hidrógeno verde, etc. El artículo no aporta muchas novedades a un tema que hemos tratado extensamente por aquí, pero, como de costumbre, lo hace con gracia y de manera muy inteligible.

https://thehonestsorcerer.

Mentiras (de hidrógeno) blancas   B
Unos geólogos, mientras buscaban petróleo y gas en Francia, han encontrado el mayor yacimiento de hidrógeno puro de origen natural hasta la fecha. Una fuente de combustible que «arde limpio» y caliente, y que por tanto puede «sustituir» a los combustibles fósiles en áreas de la industria «difíciles de descarbonizar» como la fabricación de acero, vidrio o cemento, por no hablar de que podría utilizarse directamente para fabricar fertilizantes (amoníaco) a partir de él. Diablos, podría ser incluso más abundante en otros lugares de lo que se pensaba. «¡Yupi, la civilización moderna está salvada! ¿O no?»
El mito de la economía del hidrógeno es una criatura difícil de matar. Le han crecido múltiples cabezas a lo largo de las décadas, y cuando le cortas una, aparecen tres o cuatro nuevas cabezas para reemplazarla. Como cada cabeza tiene un color diferente, parece que se nos va a acabar antes la gama de colores que las ideas sobre cómo el hidrógeno podría «salvar» la modernidad. Primero fue el hidrógeno gris que, por cierto, sigue siendo la fuente más viable económicamente y, por tanto, la más extendida de este combustible. Irónicamente, su desaparición como salvador de la civilización moderna vino del propio movimiento climático, ya que se fabrica directamente a partir del metano (gas natural). «¡Su asquerosa boca apesta a CO2 y metano! Abajo con él».
Hasta nunca. Con el mismo golpe de espada empezó a rodar también la cabeza Marrón/Negra: ya que también está hecha con combustibles fósiles directamente (a través de la gasificación del carbón). ¡Dos cabezas de un solo golpe! No está mal, ¿verdad? Sin embargo, la fe en que la civilización moderna no puede perecer y debe continuar pase lo que pase ha dado lugar a una plétora de nuevas cabezas. Hace ya décadas que empezó a estar claro que la electrificación por sí sola no podrá salvar la modernidad, sobre todo cuando se trata de aplicaciones de alta temperatura o transporte de larga distancia. A alguien tenía que ocurrírsele algo.
En lugar de mirar el meollo de la cuestión y matar a la bestia de una vez por todas, tanto la industria de los combustibles fósiles como los utopistas verdes empezaron a cultivar el crecimiento de nuevas cabezas. El azul -impulsado por las grandes petroleras- representaba el uso de dudosas soluciones de captura y almacenamiento de carbono; intentaba conjurar una versión más apetecible de las ahora asesinadas cabezas marrón/negra y gris. El rosa era el vano intento del negocio nuclear, que agonizaba lentamente, de conseguir apoyo para su causa. El amarillo aparecía como una solución intermedia: utilizar tanto electricidad fósil como «renovable» para generar hidrógeno. El turquesa se dio a conocer como una forma quijotesca de generar H2 a partir de combustibles fósiles utilizando calor elevado, pero en lugar de liberar CO2, produciendo carbono sólido como resultado. Y luego estaba el verde, que gozaba del pleno apoyo del movimiento net zero, es decir, que utilizaba únicamente el exceso de electricidad de las «renovables» para generar este combustible aparentemente gratis.
Sin embargo, ninguno de los defensores de estas soluciones comprendió que el hidrógeno producido por cualquier medio no es un recurso, sino una forma espectacular de derrochar energía. Algo que ya era obvio hace décadas, pero la idea seguía arrastrándose una y otra vez, creciendo una cabeza con los colores del arco iris tras otra. El problema fundamental es que hay que invertir mucha energía y utilizar metales escasos para separar el hidrógeno de su mejor amigo, el oxígeno (o el carbono en el caso del metano). Todas las pérdidas en forma de calor residual y de moléculas de hidrógeno que se escapan durante la generación, compresión, licuación, almacenamiento, transporte y uso final se añaden como un extra que se paga a los dioses de la entropía. Por último, cuando la cantidad restante se convierte de nuevo en agua, aproximadamente una cuarta parte de toda la energía invertida, de alto coste y duramente ganada, puede volver a convertirse en trabajo útil… Es como enviar a alguien 4 dólares a cambio de 1 dólar, una y otra vez. Buena suerte manteniendo una civilización compleja con un rendimiento energético tan profundamente negativo.
A ninguno de los apologistas del hidrógeno se le ocurrió que sería mucho más fácil, rentable y eficaz utilizar directamente la energía que tanto cuesta ganar que inventar formas arcanas (y pintorescas) de desperdiciar tres cuartas partes de ella antes de usarla. Pero pensar en términos realistas y encontrar soluciones realistas nunca ha sido el punto fuerte de ningún utopista. El progreso humano debe continuar sin cesar.
En este escenario se inscribe el último descubrimiento de un gran yacimiento natural de hidrógeno «blanco» en Francia. Sin pérdidas durante la separación, sin emisiones de carbono, sin necesidad de nuevas fuentes de electricidad para generar todas esas molestas moléculas de H2. Maná del Cielo, nada menos.

Geoffrey Ellis, geoquímico del Servicio Geológico de Estados Unidos, calcula que puede haber decenas de miles de millones de toneladas de hidrógeno blanco acechando bajo la superficie de la Tierra, lo que empequeñece los 100 millones de toneladas anuales de hidrógeno que se producen en la actualidad (principalmente a través de combustibles fósiles).
«Es casi seguro que la mayor parte se encuentre en acumulaciones muy pequeñas o muy lejos de la costa, o simplemente a demasiada profundidad como para que resulte económico producirlo», declaró Ellis recientemente a la CNN. Pero si se encontrara y extrajera sólo un 1%, proporcionaría 500 millones de toneladas de hidrógeno en 200 años.
Si eso es cierto, entonces podemos calcular con 2,5 millones de toneladas de hidrógeno blanco al año, equivalentes a unos 100 Teravatios de energía térmica pura. (Recordemos que el hidrógeno es una fuente de energía térmica muy necesaria en la fabricación de acero, vidrio y cemento). ¿Suena a mucho? Bueno, en realidad equivale a la friolera del 0,05% de nuestro consumo mundial de energía… A modo de comparación, los paneles solares por sí solos «desplazaron» 3448 TW de energía fósil en todo el mundo en 2022, una cifra que sigue siendo empequeñecida por el petróleo (que contribuyó con 52970 TW a la economía mundial en el mismo año). Demasiado para que la industria funcione con hidrógeno blanco.

Cómo se forma el hidrógeno bajo tierra. Fuente: «HIDRÓGENO OCULTO: ¿Guarda la Tierra grandes reservas de un combustible renovable y sin carbono?» de Science.

Pero supongamos que de alguna manera pudiéramos echar a la mezcla todos los colores y matices del hidrógeno (como el H2 generado a partir de residuos de aluminio, además de TODOS los recursos geológicos posibles, y no sólo el 1% mencionado anteriormente). Incluso si pudiéramos convertir la propia Tierra en una fábrica de hidrógeno alimentada por energía geotérmica, como propone Ellis, seguiríamos encontrándonos con una serie de problemas paralizantes:
1. Al ser la molécula más pequeña del Universo conocido, el H2 tiene muchas fugas, además de hacer que las tuberías de acero y los bidones de almacenamiento sean frágiles y propensos a fracturas accidentales (lo que provocaría aún más fugas).
2. Estas fugas son muy difíciles de detectar y los equipos de detección pueden tardar meses en encontrarlas en un complejo sistema de tuberías.
3. En espacios confinados, el hidrógeno (un gas inodoro e incoloro) se mezcla bien con el oxígeno y puede provocar explosiones masivas, capaces de desgarrar incluso estructuras de hormigón armado. Piense en: Fukushima, Chernóbil, el Hindenburg.
4. El hidrógeno tiene que enfriarse a temperaturas extremadamente bajas para licuarse y debe mantenerse muy frío para evitar fugas excesivas y explosiones accidentales (es decir, requiere recipientes de almacenamiento muy pesados, muy caros y muy complejos, especialmente revestidos).
5. Debido a sus requisitos especiales de almacenamiento, no resuelve el problema de peso y coste de los vehículos eléctricos de batería, por lo que sólo puede utilizarse en polígonos industriales al aire libre de forma segura.
6. No sólo necesita un almacenamiento especial, sino un sistema de tuberías totalmente nuevo (o al menos radicalmente renovado) entre las instalaciones industriales, por no mencionar la completa remodelación de las fábricas dispuestas a hacer el cambio debido a sus diferentes características de combustión. A día de hoy, los usos del hidrógeno en la industria para producir calor a alta temperatura están todavía en fase de prototipo.
7. Las fugas de hidrógeno a la atmósfera aceleran considerablemente el calentamiento global al ralentizar la descomposición del metano (procedente de otras fuentes). Si se incrementara la producción de hidrógeno, contribuiría en gran medida a un cambio climático galopante al magnificar el efecto de calentamiento del metano que se filtra por debajo del permafrost en proceso de fusión.
8. Si se quema en aplicaciones de alta temperatura (que es donde se utilizará con mayor probabilidad), produce óxidos nitrosos (NOx) que no sólo agravan aún más nuestra situación climática (al ser capaces de retener varios cientos de veces más calor que el CO2), sino que también son tóxicos para los seres humanos y el más que humano mundo.

Como vemos, el hidrógeno no está exento de inconvenientes y, contrariamente a lo que se suele pensar, no soluciona en absoluto el cambio climático ni ninguno de nuestros otros «problemas». No digo que los problemas de la lista anterior no puedan mitigarse de alguna manera. Mi objeción es que si ampliamos la escala de este nuevo recurso milagroso, estos problemas se agravarán mucho más rápido de lo que cualquiera de nosotros podría imaginar. Como dijo Eric Sevareid:
«La principal causa de los problemas son las soluciones».

El tiempo tampoco está de nuestra parte. Un cambio tan masivo, si fuera posible, requeriría décadas para completarse en una era de rápida disminución de las reservas de combustibles fósiles y otros minerales. Me parece muy cuestionable que dispongamos de los recursos necesarios para hacer de esta historia un éxito duradero y no un intento fallido de salvar una civilización intrínsecamente insostenible. Hay multitud de recursos minerales necesarios para mantener esta compleja economía industrial. El cobre y una serie de metales raros necesarios para construir microchips, «renovables» y redes eléctricas, o el potasio y el fósforo esenciales para alimentar a más de 8.000 millones de personas. Estos recursos siguen siendo finitos, independientemente de cómo pensemos impulsar su extracción.
También conviene tener en cuenta que, a medida que agotamos todos los yacimientos baratos y de fácil acceso de estos elementos cruciales, la extracción del siguiente lote siempre costará más, inexorablemente, ya que tendremos que ir más lejos, cavar más hondo y procesar recursos de calidad cada vez más baja. Sea cual sea la fuente de energía que se nos ocurra, necesitaremos exponencialmente más de ella año tras año a medida que nuestros recursos minerales esenciales sigan agotándose. Se trata de una clásica carrera de la Reina Roja que ninguna entidad del Universo tiene posibilidad de ganar. Una vez más, no hay nada personal en esto – no tiene nada que ver con el ingenio humano – es pura física y geología.
Todo esto, por supuesto, debe verse en el contexto mucho más amplio de nuestra situación. El modo de vida industrial ha supuesto una carga tan pesada para el mundo vivo, mucho más allá de las emisiones de CO2, que ya no puede soportar todos los venenos que vertemos en él. En pocas palabras: nos hemos vuelto demasiado numerosos y nuestras demandas han crecido demasiado para que el medio ambiente pueda soportarlas. La economía del hidrógeno no aborda este exceso humano ni el caos ecológico que lo acompaña, sino que los agrava aún más al mantener viva un poco más una sociedad industrial destructiva.
Seamos realistas: incluso con un milagro energético, una contracción importante y permanente del ecosistema humano se ha vuelto inevitable. Cuando el principal recurso, el petróleo, comience a descender, necesitaremos todo nuestro ingenio y sabiduría para atravesar uno de los momentos más difíciles de la historia de la humanidad. En lugar de inventar mentiras piadosas, sosteniendo que nuestras necesidades energéticas podrán satisfacerse durante siglos, debemos ser realistas. El tiempo de la negación y el regateo ha llegado a su fin.
Tenemos que pensar bien cómo preparamos a nuestras sociedades y comunidades para un profundo impacto causado por una caída de la energía neta (actualmente suministrada por los combustibles fósiles), cómo detenemos las guerras y cómo evitamos que nuestras élites desquiciadas se vuelvan nucleares. Cuando hablamos de la vida después de los combustibles fósiles, tenemos que pensar en economías locales, que no requieran cadenas de suministro de seis continentes, metales raros exóticos y una mayor destrucción ecológica. Tenemos que pensar en una conservación radical de la energía y en tecnologías de baja tecnología realmente viables. Algo que pueda sostenerse sobre la base de una economía carroñera emergente que utilice esa enorme cantidad de riqueza acumulada que hemos amasado en los últimos siglos.
Hasta la próxima,
B

Observación de Manuel Martínez Llaneza:
En estos artículos aparecen con frecuencia números y magnitudes muy grandes y espectaculares que se supone demuestran algo terrible, pero que son disparatadas o sin sentido. Por ejemplo: equivalentes a unos 100 Teravatios de energía térmica pura.
Aparte de de que no sé lo que pueda ser la energía térmica impura ni, por tanto, la pura, los teravatios no son en ningún caso unidades de medida de energía, o sea, que no se puede saber qué quiere decir. Parecen invocaciones a poderes desconocidos.

8. Situación militar y trasfondo político y diplomático en la guerra de Palestina, 13 de noviembre

Hoy no ha actualizado su mapa Suriyak, así que os paso solo el resumen de Rybar.

https://rybar.ru/chto-

Lo que está ocurriendo en Palestina e Israel: cronología del 13 de noviembre
13 de noviembre de 2023. Rybar
Los soldados israelíes han conseguido cerrar el anillo que rodea Gaza en una operación terrestre. Los grupos palestinos están haciendo incursiones en las posiciones de las IDF en el barrio de Sheikh Radwan, cerca de los hospitales Al-Quds y Al-Shifa, pero no se habla de recuperar el control de este territorio: lo máximo que consiguen es golpear al personal y los equipos israelíes.

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En la parte norte, continúan los enfrentamientos en Beit Hanoun y Beit Lahiya, que siguen fuera del control de las Fuerzas de Defensa de Israel. Es probable que las Fuerzas de Defensa de Israel no tengan actualmente la tarea de librar combates urbanos en la zona densamente edificada de esta dirección. Los militantes atacan regularmente a los israelíes, pero en general la intensidad de los enfrentamientos en el norte es mucho menor que en el oeste de Gaza.
Al mismo tiempo, la situación en la frontera entre Israel y Líbano se ha agravado un poco: los ataques de Hezbolá son cada vez más frecuentes y se dirigen no sólo contra los asentamientos fronterizos, sino también hacia el interior. Mientras tanto, algunos políticos y funcionarios de seguridad israelíes hablan periódicamente de la inevitabilidad de intensificar los combates en el norte.
Hoy han circulado por el segmento israelí de la red imágenes de refuerzos de las IDF avanzando hacia la frontera con Líbano. Sin embargo, es muy poco probable que los combates en el norte se intensifiquen hasta llegar a enfrentamientos terrestres a gran escala entre las partes en los próximos días.

Mapa de alta resolución en inglés https://rybar.ru/piwigo/

Estado de las hostilidades

Franja de Gaza

En la Franja de Gaza, las unidades israelíes han cerrado efectivamente el anillo de cerco alrededor de Gaza. Continúan los enfrentamientos en la zona del hospital Al-Quds, Al-Shifa y el barrio de Sheikh Radwan, pero la presencia de las IDF en estas zonas se registra desde hace varios días. Los grupos palestinos llevan a cabo incursiones con regularidad, pero no se trata de ninguna recuperación de territorio: lo máximo que consiguen los militantes es la destrucción de tropas y vehículos blindados israelíes.
Además, durante el día, fuentes locales informaron de que las IDF se estaban adentrando en la ciudad rodeada, y que sus vehículos blindados se dirigían hacia el hospital Al-Wafa, que se encuentra al este de las posiciones en las que los israelíes han estado presentes durante los últimos días.
En la periferia nororiental de la Franja de Gaza, Hamás volvió a atacar a soldados israelíes en el barrio de Beit Hanún. Los militantes informaron de la destrucción de varios tanques israelíes, pero no hubo información detallada sobre el enfrentamiento.

También prosigue el feroz bombardeo del sector: hoy el mando de las IDF informó de la eliminación del antiguo jefe de la inteligencia militar de Hamás en Khan Younis durante uno de los ataques aéreos. A juzgar por la información procedente de fuentes locales, los israelíes se han concentrado, como es lógico, en bombardear objetivos en la capital rodeada del enclave para facilitar la continuación de la operación terrestre. Sin embargo, Rafah, el campamento de Nusseirat y otros asentamientos del sur del enclave también han sido atacados de vez en cuando.

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Sur
La situación se mantuvo estable en esta zona, donde los militantes bombardearon Kisufim y otros asentamientos fronterizos con la Franja de Gaza durante el día. Por la noche se lanzaron varios cohetes hacia Ashkelon y Gush Dan, pero no alcanzaron su objetivo.

La frontera con Líbano

La situación en las fronteras septentrionales de Israel se ha recrudecido: la intensidad de los ataques de Hezbolá contra asentamientos fronterizos y bastiones de las Fuerzas de Defensa de Israel ha aumentado considerablemente. Los combatientes del grupo atacaron Biranit, Netau, Arab al-Aramsh, los barrios de Menara y Margaliot, así como asentamientos israelíes en los Altos del Golán ocupados. Varias personas resultaron heridas en los enfrentamientos. Además, los ataques de Hezbolá se dirigen cada vez más al interior de Israel: mientras que ayer las defensas aéreas interceptaron proyectiles en los barrios de Kiryat Shmoneh y Nagariya, hoy se ha interceptado un cohete sobre Safed.

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Los israelíes, como antes, responden con fuego masivo de artillería y aviación en el sur de Líbano: varios civiles murieron en el pueblo de Ainata, y un grupo de periodistas libaneses fue alcanzado en Yarun. El mando de las IDF declaró haber eliminado 6 unidades antitanque del grupo pro palestino.

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Mientras tanto, en el lado israelí surgen cada vez más voces sobre la inevitabilidad de la guerra con «Hezbolá»: esto se dice no sólo en el gobierno de extrema derecha, sino también entre los líderes de la oposición – la necesidad de dar una respuesta dura al grupo fue declarada por el ex primer ministro Yair Lapid. Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad creen que los ataques de Hezbolá serán cada vez más generalizados y dirigidos a lo más profundo de Israel, no sólo contra bases fronterizas y asentamientos.

En este contexto, en el segmento israelí de la red han empezado a circular clips de columnas de material militar y de construcción que supuestamente se dirigen a las fronteras con Líbano. Sin embargo, hasta ahora no hay indicios de que la situación vaya a pasar en los próximos días a una fase de enfrentamientos terrestres a gran escala.

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Cisjordania

En Cisjordania, la situación se ha mantenido prácticamente sin cambios a lo largo de la escalada del conflicto palestino-israelí. Las fuerzas de seguridad israelíes han asaltado ciudades palestinas y detenido en masa a la población local sospechosa de simpatizar y colaborar con Hamás. Los árabes suelen responder con ataques armados y el bombardeo de vehículos de las FDI. Hoy ha estallado un vehículo en Qalqilya. También continúan los enfrentamientos en Hebrón, Belén, Yatta, Aqabat Jaber, el barrio de Naplusa y otras localidades. Durante el día, un asaltante desconocido atacó un bastión de las IDF cerca de la base militar de Anatot, consiguió herir a una persona y después logró escapar.

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Las milicias proiraníes volvieron a atacar las posiciones de las fuerzas estadounidenses en Siria: fueron atacadas bases cercanas a los campos de Al-Omar y Konoko, donde supuestamente murieron cuatro militares (al menos según representantes de los grupos).
En respuesta, los F-16 estadounidenses de la base aérea de As-Salti en Jordania llevaron a cabo esta noche varios ataques contra objetivos paramilitares cerca de Al Mayadin y Al Bu Kemal, siguiendo una ruta estandarizada. Una vez más, el avión no tripulado MQ-9A Reaper sirvió de guía. No hay datos fiables sobre los resultados, pero fuentes abiertas informan de múltiples detonaciones al impactar, lo que podría indicar la llegada a un depósito de BC.
Sea como fuere, los ataques estadounidenses contra instalaciones de organizaciones afiliadas a Irán no presagian una escalada mayor. Los ataques de la Fuerza Aérea estadounidense, al igual que los ataques a bases militares estadounidenses por parte de grupos chiíes, sólo mantienen el grado de tensión adecuado que beneficia a ambas partes.

Además, nuestro equipo dispone de información más detallada sobre los ataques aéreos israelíes contra Siria en la noche del 11 al 12 de noviembre:
Cerca de la medianoche del 11 de noviembre, la artillería de las Fuerzas de Defensa de Israel, desde posiciones en los Altos del Golán, lanzó siete ataques contra las afueras de Nawa y Tasil, en la provincia de Dara’a, en respuesta a los ataques de las fuerzas proiraníes. Unas horas más tarde, dos aviones F-15 de la base aérea de Tell Nof atacaron con cuatro municiones aéreas guiadas GBU-39 desde el espacio aéreo sobre los Altos del Golán contra las posiciones del 175º Regimiento de Artillería, 5ª División, 1º AQ de las Fuerzas Armadas sirias, alcanzando un cañón M-46 e hiriendo a tres soldados.
El objetivo de este tipo de ataques por parte de los israelíes es reducir las capacidades de combate tanto del Hezbolá libanés como del ejército sirio en sus fronteras, en medio de las tensiones en el norte del país.

Contexto político y diplomático

Presión diplomática sobre Israel
El ministro israelí de Asuntos Exteriores, Eli Cohen, afirmó que los países occidentales están recibiendo cada vez más presiones para que impongan un alto el fuego en la Franja de Gaza debido al catastrófico número de víctimas civiles en el enclave palestino. Según su valoración, la capacidad de los israelíes para llevar a cabo la operación en Gaza en el formato en que se desarrolla actualmente durará otras dos o tres semanas, tras las cuales la presión se multiplicará.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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