Miscelánea 19/04/2024

Del compañero y miembro de Espai Marx, Carlos Valmaseda
1. Blanco y en botella.
2. Entrevista a un biógrafo de Fanon.
3. Actores internacionales del conflicto de Sudán.
4. Los motivos del embargo de Turquía a Israel.
5. El barco pirata insumiso.
6. 40 años de MST.
7. Entrevista a Ken Loach.
8. Momento Suez.
9. Petromasculinidad.

1. Blanco y en botella

Va a ser divertido ver a Lloyd’s intentando probar en un juicio que la voladura del Nord Stream la hizo «un gobierno». https://thegrayzone.com/2024/

Las aseguradoras británicas se niegan a pagar a Nord Stream porque las explosiones fueron respaldadas por un «Gobierno»
Wyatt Reed-17 de abril de 2024
El equipo jurídico que representa a las poderosas aseguradoras Lloyd’s y Arch afirma que, dado que «lo más probable es que las explosiones de Nord Stream fueran provocadas por… un gobierno», no tienen responsabilidad alguna de pagar los daños causados a los oleoductos. Para tener éxito con esa defensa, las empresas se verán presumiblemente obligadas a demostrar, ante los tribunales, quién llevó a cabo esos ataques.
Las aseguradoras británicas alegan que no tienen obligación de cubrir los oleoductos Nord Stream, que volaron por los aires en septiembre de 2022, porque el acto de sabotaje industrial sin precedentes fue probablemente obra de un gobierno nacional.
La presentación de las aseguradoras contradice los informes del Washington Post y otros medios de comunicación que afirman que un equipo privado ucraniano fue responsable del acto masivo de sabotaje industrial.
En un escrito jurídico presentado en nombre de las empresas británicas Lloyd’s Insurance Company y Arch Insurance se afirma que «los demandados se basarán, entre otras cosas, en el hecho de que los daños causados por la explosión sólo podían haber sido provocados por un gobierno o por orden de éste (o, al menos, era más probable que no lo hubieran sido)».
En consecuencia, argumentan, «los daños por explosión fueron «directa o indirectamente ocasionados por, ocurridos a través de, o como consecuencia de» el conflicto entre Rusia y Ucrania» y entran dentro de una exclusión relativa a conflictos militares.

https://twitter.com/Erkperk/

El escrito llega un mes después de que Nord Stream AG, con sede en Suiza, interpusiera una demanda contra las aseguradoras por su negativa a indemnizar a la empresa. Nord Stream, que estimó el coste ocasionado por el ataque entre 1.200 y 1.350 millones de euros, pretende recuperar más de 400 millones en concepto de daños y perjuicios.
El ingeniero sueco Erik Andersson, que dirigió la primera expedición de investigación privada a los lugares de la explosión de los gasoductos de Nord Stream, describe la estrategia legal de las aseguradoras como un intento desesperado de encontrar una excusa para no cumplir sus obligaciones de indemnización. «Si se trata de un acto de guerra y ordenado por un gobierno, es la única forma que tienen de eludir su responsabilidad de pagar», declaró Andersson a The Grayzone.
Tras un informe del periodista Seymour Hersh, ganador del Premio Pulitzer, en el que se afirmaba que el gobierno de Estados Unidos era responsable de la explosión del Nord Stream, los gobiernos occidentales se apresuraron a lanzar una versión que culpaba a un equipo de agentes ucranianos sin escrúpulos. Sin embargo, dada la falta de pruebas concluyentes, demostrar que las explosiones fueron «infligidas por o bajo la orden de un gobierno» sería un gran reto para los abogados defensores.
Incluso si los demandantes en el caso son capaces de recuperar los fondos en los tribunales, es probable que se enfrenten a otros obstáculos importantes. Más adelante en el escrito, los abogados de Lloyd’s y Arch sugieren que incluso si se les exigiera el pago, las sanciones antirrusas les dejarían las manos atadas.
«En caso de que se determine que los demandados son responsables de pagar una indemnización y/o daños y perjuicios al demandante», afirma el escrito, «los demandados se reservan su posición en cuanto a si dicho pago estaría prohibido por cualquier sanción económica aplicable que pueda estar en vigor en el momento en que se requiera realizar dicho pago».
Tras ser amenazados con sanciones por el gobierno estadounidense, en 2021 Lloyd’s y Arch se retiraron de su acuerdo para cubrir los daños del segundo de los gasoductos, Nord Stream 2. Pero aunque siguen en el anzuelo por los daños a la primera línea, el lenguaje utilizado por los abogados de las aseguradoras parece aludir a un posible futuro paquete de sanciones que les liberaría de sus obligaciones financieras. «Nord Stream 1 no se vio afectado por esas sanciones, pero al parecer las sanciones podrían tener efecto retroactivo en beneficio de las aseguradoras», observa Andersson.
Es posible que los demandantes se enfrenten a una ardua batalla en el Tribunal Superior británico de Londres, la ciudad donde Lloyd’s tiene su sede desde su creación en 1689. Como observó el ex funcionario de ciberseguridad del Departamento de Estado Mike Benz, «Lloyd’s de Londres es el premio del establishment bancario londinense», y «Londres es la fuerza motriz detrás del lado transatlántico de los designios de «Seize Eurasia» del Blob sobre Rusia».
Increíble. Lloyd’s de Londres es el premio de la banca londinense. Londres es la fuerza impulsora detrás del lado transatlántico de los designios de «Seize Eurasia» del Blob sobre Rusia. Si alguien estuviera en posición de conocer el papel de «un gobierno» en el bombardeo de Nordstream…
https://t.co/Tui4TwffGM
– Mike Benz (@MikeBenzCyber) 16 de abril de 2024
https://twitter.com/

Pero si sus argumentos son suficientes para convencer a un tribunal de Londres, una decisión a favor de las aseguradoras sería probablemente un arma de doble filo. Tras la sumisión de Lloyd’s a las sanciones estadounidenses y su negativa a asegurar buques que transportan petróleo iraní, las aseguradoras occidentales (al igual que sus colegas del sector bancario) corren cada vez más peligro de perder su reputación mundial de relativa independencia del Estado. Si finalmente Occidente pierde su control sobre el mercado mundial de seguros -o su reputación como refugio seguro para los activos extranjeros-, es poco probable que 400 millones de euros sirvan para recuperarlo.

2. Entrevista a un biógrafo de Fanon

Han publicado en Francia la traducción de una biografía sobre Frantz Fanon, y Afrique XXI entrevista al autor. https://afriquexxi.info/Fanon-

«Fanon intentó toda su vida pertenecer».
¿Quién era Frantz Fanon? ¿De dónde le vino la sed de justicia que le llevó a unirse a la resistencia argelina y a revolucionar el mundo del pensamiento anticolonial? El periodista y académico Adam Shatz, autor de una monumental biografía, ha intentado desentrañar los misterios de este psiquiatra de Martinica.
Hassina Mechaï > 15 de abril de 2024
Adam Shatz, Frantz Fanon. Une Vie en révolutions, La Découverte, a la venta a partir del 21 de marzo de 2024, 512 páginas, 28 euros.
¿Cómo se escribe sobre Frantz Fanon? Porque el hombre y su obra siguen intimidando, desde su muerte por leucemia aguda en 1961, a los 36 años. ¿Cómo contar la historia de un hombre cuya verdadera identidad era su búsqueda interior, sin pretender inmovilizarlo en sus propias palabras? ¿Cómo evitar el escollo de ofrecer sólo respuestas cerradas, recorriendo la vida de un hombre que quiso cuestionarse a sí mismo? En otras palabras, ¿cómo encontrar a un hombre que se buscaba a sí mismo? El académico Adam Shatz, editor de la London Review of Books en Estados Unidos y colaborador de la New York Review of Books y el New Yorker, se ha propuesto esta tarea en su último libro, Frantz Fanon. Une vie en révolutions, publicado por La Découverte, decir sin traicionar. Y Shatz lo ha conseguido en un género aparte, una biografía del movimiento.
Descubrimos las acciones, los pensamientos y la influencia de Fanon, de la negritud al panafricanismo, pasando por la descolonización y el gran tema de su vida, la Argelia independiente. Pero no es éste el único propósito del preciso trabajo de Adam Shatz. A partir de este abanico de hechos y acontecimientos que conforman una existencia, el autor modula otra partitura de la vida. Algo más emerge en esta biografía estructurada pero flexible. Es la de un hombre que no se contentó con una forma de pensar determinada, fija o sobresaliente, un hombre que supo hacer de cada una de sus experiencias vitales un tema primero de asombro, de interrogación y luego de superación de sí mismo.
El psiquiatra martiniqués supo ponerlo todo en tela de juicio. Y de desbaratar cualquier posible encierro. Shatz también transmite sutilmente la manera de Fanon de buscar siempre, apropiándose de una teoría tras otra, mezclándolas antes de derribarlas, domesticándolas y luego haciéndolas diferentes.

«Admiro a Fanon, pero no sin reservas».
Hassina Mechaï: ¿Cómo escribir sobre alguien a quien se admira, a riesgo de derribarlo de su pedestal o de erigirle otra estatua?
Adam Shatz: En esta biografía escribo que admiro a Fanon, pero no sin reservas. Soy bastante explícito en mis preguntas sobre su comportamiento, sobre las contradicciones entre sus principios y las posiciones que adoptó. No pretendo presentar una imagen glorificada de Fanon. Prefiero escribir desde la ambivalencia antes que desde la admiración o la hagiografía. Esta zona de ambivalencia, cuando escribo sobre alguien como Fanon a quien siento cercano, da más textura, matices y complejidad al personaje.
No dudo en afirmar que al escribir una biografía he tomado decisiones. Por tanto, soy muy subjetivo, incluso en un libro que aspira al rigor en la descripción de los elementos de la vida de una persona. He optado por hacer hincapié en las contradicciones, en las cosas que no se dijeron, en las tensiones que Fanon tuvo en su vida y en sus obras. Cosas que no podía decir, pero que le atravesaban o que trabajaban sobre él. Tanto para los admiradores como para los detractores de Fanon, los que lo ven como un profeta del descolonialismo o los que fustigan estas mismas teorías, este Fanon puede parecer demasiado ambiguo y complejo. Es un Fanon con luchas internas.
Estoy bastante influido por los métodos de lectura de [Louis] Althusser, que hablaba de «un ausente que estructura» o de una «lectura sintomática». Para mí, la evidencia está ahí. Si hablo de un Fanon que estaba dividido, por ejemplo un Fanon que estaba a favor de la violencia pero que hablaba igualmente de las heridas psicológicas que esta violencia inflige, puedo presentar pruebas textuales o testigos que presenciaron estos cuestionamientos o estas contradicciones. Hay que encontrar un equilibrio entre objetividad y subjetividad, entre la evidencia de los textos y mi forma de leerlos.
Hassina Mechaï: Aunque proponga una biografía rigurosa, ¿presenta a «su» Fanon?
Adam Shatz: En toda biografía existe esta parte del yo y su subjetividad. Yo también escribo desde «donde hablo». En este libro, hago hincapié en que Fanon entabló muchas amistades con judíos de izquierdas de origen norteafricano y de otros lugares. ¿Por qué hago hincapié en esto? Es una pregunta que me hago, sabiendo que estoy seguro de que Fanon habría apoyado la causa palestina, sin restricciones, y que también es una inspiración para los palestinos. Imagino que, inconscientemente, quería destacar la presencia de estos judíos de izquierdas en los momentos finales de lo que Enzo Traverso llamó «modernidad judía» en su libro La Fin de la modernité juive [El fin de la modernidad judía] [La Découverte, 2013]. Estos judíos de izquierda tenían aspiraciones universales, que no se identificaban estrechamente con un pueblo judío o un Estado judío. Para ellos, los valores de solidaridad con los movimientos decoloniales eran una expresión política, pero también una obligación de recuerdo hacia las víctimas de la Shoah. Así que sí, yo, Adam Shatz, judío de izquierdas y judío no sionista, he optado por hacer hincapié en esto.
Del mismo modo, menciono lo que Fanon dijo sobre el jazz. Comparó el jazz de Nueva Orleans con el modernismo del bebop, que en su opinión encarnaba una nueva sensibilidad negra más militante y radical tras la Segunda Guerra Mundial. Esta crítica tiene paralelismos con la crítica de Fanon a la negritud, y refleja su sensibilidad profundamente modernista. Yo también escribo sobre jazz, y encontrar tales consideraciones en los escritos de Fanon fue profundamente conmovedor.

«Fanon se inspiró en la negritud, el marxismo y el psicoanálisis»
Hassina Mechaï: El título en inglés de su biografía, The Rebel’s Clinic. The Revolutionary Lives of Frantz Fanon, parece indicar que ha intentado aplicar métodos de trabajo psicoanalíticos a este retrato. También propone usted un Fanon en «revoluciones», en plural. ¿A qué se debe?
Adam Shatz: Entiendo la palabra «clínica» como un espacio medicalizado. Al elegir esta palabra, quería mostrar que el pensamiento de Fanon se desarrollaba en espacios de confinamiento: desde el confinamiento físico de los hospitales psiquiátricos hasta el confinamiento del pensamiento racial que confina a los colonos y a los colonizados. También he querido utilizar este término para subrayar las tensiones entre la revuelta de Fanon, cuando escribió «Oh cuerpo mío, hazme siempre un hombre que hace preguntas», y la revolución de Fanon, cuando se vio obligado a seguir las decisiones de un movimiento construido para la independencia de Argelia: el FLN [Frente de Liberación Nacional], entendido a la vez como movimiento de liberación y movimiento autoritario.
También utilizo la palabra «revolución» en plural, porque Fanon participó en muchas revoluciones: la argelina, pero también, más ampliamente, en una aspiración panafricana, las de otros países del continente.
También en el campo de la psiquiatría fue un revolucionario, sacudiendo su disciplina. Estudió a finales de los años cuarenta en un ambiente conservador. Pero Fanon se sintió atraído por los escritos de psiquiatras muy reformistas, gente como Lucien Bonnafé, por ejemplo. También leyó a Jacques Lacan. Fanon se acercó a estos psiquiatras que se inspiraban en escritos surrealistas y marxistas. Estos últimos querían practicar la terapia colectiva, la terapia social. Fanon practicó esta forma de psiquiatría en un contexto colonial, e incluso la radicalizó. Rápidamente se dio cuenta de que, por muy revolucionarios que fueran en un contexto europeo, estos métodos no eran suficientes en un entorno musulmán y colonizado. Así que introdujo en su hospital de Blida un café moruno y música arábigo-andaluza, e invitó a un muftí. Incluso proporcionó a los pacientes herramientas de jardinería, a pesar de que la guerra y el miedo seguían con nosotros.
Por último, está la revolución del pensamiento de la negritud. El pensamiento de Fanon no puede entenderse sin esto, aunque no pueda decirse que haya sido un pensador de la negritud. Este pensamiento fue el objeto de su crítica. Aunque no se alineara totalmente con el pensamiento de Aimé Césaire, estaba influido por él. En definitiva, Fanon se basó en la negritud, la fenomenología1, el marxismo, el psicoanálisis…

«Un bricoleur que construyó su pensamiento».
Hassina Mechaï: Al leer su libro, uno piensa que es la biografía de un hombre siempre en movimiento, incluso cuando escribe, dictando sus libros mientras camina. Y usted no se detiene en sus influencias intelectuales, salvo para mencionarlas a partes iguales, quedando Fanon al final distanciado de cada una de ellas…
Adam Shatz: No creo que Fanon fuera un pensador singular que inventara conceptos. Fue un bricoleur que se basó en múltiples fuentes y construyó su pensamiento. Encontró conceptos, los utilizó y, al utilizarlos, los transformó. Creó una especie de síntesis, un pensamiento sincrético si se quiere. Fanon creó una especie de jazz del pensamiento, con su propia estructura y práctica. Quería evocar esta dialéctica de pensamiento y movimiento en la vida de Fanon. Y contar cómo este pensamiento y sus intuiciones se transformaron, no sólo en acción, sino también en el espejo de su vida.
Hassina Mechaï: Ha mencionado algunas reservas sobre Fanon, en particular su relación con las mujeres. ¿Han surgido otras reservas a raíz de su investigación?
Adam Shatz: Fanon no era feminista, era machista. Pero estábamos a finales de los años cincuenta, en la izquierda radical inspirada por [Jean-Paul] Sartre y [Simone de] Beauvoir y sus amoríos contingentes. Describo a un hombre que era machista, pero que también forjó lazos intelectuales con las mujeres, animándolas a seguir sus propios caminos personales, y no sólo con los hombres. Fanon siempre trató de desalienar a las personas que conoció, fueran hombres o mujeres. Para él, la desalienación era también una forma de emancipación.
Lejos del feminismo blanco que hace hincapié en este aspecto sexista de Fanon, éste habló largo y tendido sobre la emancipación de las mujeres argelinas en su libro de 1959, L’an V de la révolution algérienne [publicado por François Maspero]. Las mujeres colonizadas que participaron en las luchas descoloniales encontraron en Fanon un aliado en su lucha.
Fanon soñaba con que las mujeres argelinas, al participar en la lucha descolonial, se liberarían no sólo del colonialismo sino también del patriarcado de la sociedad argelina. Desgraciadamente, esto no ocurrió tras la independencia argelina. Fanon también escribió sobre la cuestión del velo y las ceremonias de desvelamiento organizadas por la Francia colonial. Fanon creía que, en su lucha, la decisión de las mujeres argelinas de volver a ponerse el velo era una decisión política contra el imperialismo. Algunos islamistas entendieron que Fanon aprobaba el velo. Pero no es eso lo que dice. Si seguimos el pensamiento de Fanon, habría estado a favor del derecho de las mujeres musulmanas francesas a llevar el velo si lo deseaban y a favor del derecho de las mujeres iraníes a rechazarlo. Para él, se trataba de una cuestión de elección y de emancipación.

«Fanon habla de una nueva humanidad libre de raza».
Hassina Mechaï : Descubrimos a un Fanon que también necesitaba el reconocimiento de la sociedad francesa, en particular del medio intelectual encarnado por Sartre. También tenemos la impresión de que buscaba sucesivamente padres del pensamiento en sus influencias sucesivas, antes de emanciparse de todo eso o de transformar estas influencias en un sentimiento de fraternidad…
Adam Shatz: Sí, tuve la misma impresión: Césaire, el psiquiatra François Tosquelles, Sartre, el argelino Abane Ramdane, el guineano Sékou Touré, el congoleño Patrice Lumumba… Tantos padres sustitutos, mientras que Fanon tenía una relación complicada con su padre. Pero no quiero reducir su pensamiento y su vida a la búsqueda freudiana de un padre. Fanon también estaba impulsado por un deseo de reconocimiento. Pero al mismo tiempo se complacía en dominar este deseo en su interior. Por ejemplo, a diferencia de Tosquelles, que criticaba el papel autoritario y prepotente del médico, a Fanon, en su consulta, le gustaba llevar su uniforme. Representaba su papel de autoridad médica y quería ser reconocido como tal. Había sin duda una verdadera vanidad en ello.
Pero no hay que olvidar que Fanon era un hombre negro en un contexto europeo racista y colonialista. Tuvo que luchar por el respeto y el reconocimiento de los demás. Había vivido situaciones en las que se le había tratado de forma desigual. Por eso, y no por razones teóricas, insiste en su papel de médico y jefe de clínica.
Hassina Mechaï: A propósito de Sartre, me parece que Fanon le daba mucho crédito y no quería ver en este filósofo ninguna forma de condescendencia. ¿No fue también el famoso prefacio a Les Damnés de la terre una forma de respuesta, y por tanto de utilización de Fanon, de Jean-Paul Sartre a Albert Camus?
Adam Shatz: Sartre ya había respondido a Camus sobre la cuestión del comunismo con el artículo crítico sobre L’Homme révolté [Gallimard, 1951], escrito por [Francis] Jeanson en Les Temps modernes. Luego, sobre la cuestión colonial, su prefacio al libro de [Albert] Memmi Portrait du colonisateur [Corréa, 1957], con su idea del colonizador de buena voluntad, es también una respuesta a Camus. Pero estoy de acuerdo con la idea de que Sartre explotó a Fanon para sus propios fines en este prefacio a Les Damnés de la terre. Este prefacio es retóricamente brillante, con algunas frases inolvidables. Pero vulgariza e incluso distorsiona el pensamiento de Fanon. Hay matices y sutilezas en el texto de Fanon que no se encuentran en el prefacio de Sartre. Es más fanoniano que el propio Fanon.
Me parece que Sartre escribió un prefacio destinado a un público europeo. Es una violencia fantaseada. Sartre escribe que cuando un colonizado mata a un colonizador, mata dos pájaros de un tiro al liberar a dos hombres, el opresor y el oprimido. Esto no está en contradicción con Fanon. Pero Fanon nunca habló de violencia purificadora. Habla de una nueva humanidad libre de raza, pero lo que dice sobre la violencia es más complicado. En el capítulo sobre la violencia, dice que es normal que el colonizado vea al colonizador como un objetivo en los primeros días de la lucha. Pero también sostiene que un movimiento anticolonial debe reconocer que puede encontrar aliados potenciales en la sociedad colonial. Hay que recordar que Fanon fue reclutado para la lucha argelina a través de miembros franceses de la izquierda anticolonial que le pusieron en contacto con el FLN. Para un movimiento descolonizado, ¿cómo debemos tratar a estas personas? ¿Como enemigos o como aliados?
Fanon también escribió que el odio, el racismo antirracista y la violencia no serían suficientes para un movimiento descolonial, aunque afirmara que la violencia podría utilizarse como terapia de choque para dar a los colonizados humillados e impotentes la fuerza para vivir. Pero sabe que la violencia, ya sea colonial o anticolonial, tendrá consecuencias en la psique de los hombres, ya sean colonizadores o colonizados.

«Una profunda admiración por la lucha argelina»
Hassina Mechaï: En cuanto a Camus, Fanon y Camus tienen mucho en común: una forma de vitalismo, una Argelia mitificada, la influencia de Nietzsche, la Segunda Guerra Mundial, el «sí» a la vida, la sociedad colonial de la infancia, el donjuanismo… y el fútbol.
Adam Shatz: Ambos eran marginados. Camus siempre fue tratado con desdén por el medio intelectual francés. También menciono estos paralelismos. Aunque me distancio de Camus por sus posiciones sobre Argelia, también intento darle un entierro digno. Observo que escritores como Mouloud Feraoun siguieron admirándole. Comprendieron que Camus, a pesar de sus defectos, era un hombre decente. Me niego a reducir a Camus al único pensador y defensor de la Argelia francesa. Eso sería pensar fuera de los matices. Camus vivió estos debates de una manera muy personal, desgarrada e íntima. En Le Premier Homme [una autobiografía inacabada publicada por Gallimard en 1994], uno de los personajes es un militante por la Argelia independiente. Camus lo describe como un hombre íntegro, que se enfrenta e incomoda al protagonista, que es Camus. Creo que, de no haber sido por su temprana muerte, Camus habría reconocido que la independencia era inevitable.
Hassina Mechaï: Usted escribe que entre Peau noire, masques blancs y Les Damnés de la terre, Fanon ya no es el mismo hombre. ¿Cómo ha cambiado en los nueve años transcurridos entre la publicación de estas dos obras?
Adam Shatz: En el primer libro hay convicciones anticoloniales, pero son menos frontales. Para entonces, ya había trabajado con trabajadores norteafricanos y había escrito sobre el llamado síndrome norteafricano, la sociogenia colonial, etcétera. Escribe que la gente se rebela cuando ya no puede respirar. No se rebelan por una cultura o un nacionalismo, sino porque se están asfixiando. Este libro tiene convicciones anticoloniales, pero su objetivo es sobre todo reivindicar a un hombre liberado de los esquemas raciales. Quería tener su propio lugar en la sociedad francesa. Les Damnés de la terre (Los desdichados de la tierra) y L’an V de la révolution algérienne (El año V de la revolución argelina) son mucho más los libros de un militante comprometido con la lucha por la independencia y contra el colonialismo.
Hassina Mechaï : También descubrimos que Fanon estaba muy alineado con el FLN, cuya naturaleza autoritaria y divisiones se negaba a ver, quizá por romanticismo revolucionario…
Adam Shatz : Podemos ver, sobre todo en sus dos últimos libros, que compartía el desprecio del FLN por los partidos políticos reformistas, los Republicanos Nacionalistas, el partido de Ferhat Abbas, la Unión Popular Argelina y, por supuesto, el Movimiento para el Triunfo de las Libertades Democráticas, dirigido por Messali Hadj, el «padre» de los líderes históricos del FLN. Pero estas personas no eran traidores. También luchaban por los derechos de su pueblo. Pero la propaganda del FLN los había reducido a traidores asimilacionistas que se negaban a la lucha armada y, por tanto, debían ser eliminados.
No obstante, Fanon sentía una profunda admiración por la lucha argelina. Al principio de su implicación, había estado influido por los militantes de Wilaya 4, militantes marxistas que querían una Argelia laica y abierta a todos, a los argelinos musulmanes pero también a los argelinos judíos, indígenas antes del decreto Crémieux y europeos de conciencia. Su libro sobre la revolución argelina estaba impregnado del espíritu del Congreso de Soummam, que había proclamado la primacía de la política sobre lo militar y lo religioso. Pero más tarde, en 1957, Fanon se encontraba en Túnez. El ejército fronterizo, la burocracia del FLN y los coroneles [Houari] Boumédiène y [Abdelhafid] Boussouf impusieron su visión. Fanon, que había sido soldado [en la Segunda Guerra Mundial], se puso del lado de este ejército fronterizo.

Una «visión romántica» de la clase campesina
Hassina Mechaï: Pero, si bien lo descubrimos muy perspicaz en una serie de temas, me parece que ha mostrado una forma de ceguera o romanticismo…
Adam Shatz: Absolutamente. Tenía una imagen de una Argelia independiente totalmente emancipadora: mujeres liberadas del patriarcado, árabes y cabilas llevándose perfectamente bien… Creía en todo eso. Pero era un romanticismo que no era sólo una invención. Lo compartía con sus camaradas de Wilaya 4 y con ciertos modernistas del FLN. El riesgo, y en mi opinión el error, sería ver al FLN como una organización autoritaria, árabe-musulmana y cerrada. Eso sería injusto, aunque las luchas de estos dos FLN reflejen también lo que iba a ser la historia de la Argelia posterior a la independencia.
Hassina Mechaï: Usted explica que entre las influencias de Fanon figuraban Alfred Adler más que Sigmund Freud, Alexandre Kojève más que Karl Marx… Al final, la cuestión social parece estar poco desarrollada en su pensamiento, en favor únicamente de la cuestión racial. ¿A qué se debe esto?
Adam Shatz: Es cierto que esta cuestión no aparece mucho, salvo en su apoyo más bien romántico a la clase campesina. Creo que, durante sus viajes por el interior de Argelia, conoció a esos campesinos que le parecían haber rechazado la máscara blanca. Esta gente pobre y oprimida había seguido rechazando la narrativa colonial francesa. Habían permanecido apegados a su tradición religiosa.
Todo esto también puede relacionarse con las Antillas. En Peau noire, masques blancs, estudió los efectos psicológicos del racismo en las personas racializadas. Pero este libro es tanto una crítica de las sociedades antillanas como del racismo. En su opinión, el gran fracaso de estas sociedades, a diferencia de Haití, fue que nunca protagonizaron una gran revuelta de esclavos. Por eso su libertad le parecía falsa, porque estaba concedida.
En la Argelia campesina y arraigada encontró ese rechazo. Por eso quiso ser argelino. También por eso celebraba al campesinado argelino, al que veía incorrupto, rechazando la asimilación y una falsa libertad. Era la fantasía y el romanticismo de un intelectual que buscaba un sujeto de la historia. Pero ¿por qué el campesinado y no la clase obrera? Sencillamente porque el Partido Comunista Francés había votado a favor de los poderes especiales concedidos al ejército francés en Argelia y había traicionado las aspiraciones del pueblo argelino. Además, en su opinión, la clase obrera no respetaba la solidaridad internacional y se había dejado llevar por la prosperidad de los Trente Glorieuses.
«Una brecha fértil
Hassina Mechaï: Usted escribe esta frase, que parece estructurar todo el libro: «Fanon no ha encontrado ningún lugar al que pertenecer en el mundo de los vivos»…
Adam Shatz: Escribe que, para el hombre negro, el problema no es la inferioridad, sino no existir [a los ojos del hombre blanco]. Creo que Fanon pasó toda su vida intentando pertenecer y llegar a ser. Esta cuestión de la pertenencia fue central en su vida. El primer trauma consciente de su vida fue un encuentro en un tren en Francia con un niño que le describió como «un negro». Fanon descubrió que era negro. Para él, los negros eran los soldados de infantería senegaleses que su padre recibió en Martinica, y había estado con ellos como el niño había estado con él. Tras este choque, se sumergió en la negritud de Senghor, en los mitos de un pueblo negro con una esencia de eternidad casi sensual. Pero no pudo seguir las ideas políticas de los pensadores de la negritud, ya fueran Senghor o Césaire.
Fanon se buscaba a sí mismo y un día, en Argelia, fue confundido con un argelino por otro argelino. Contó esta historia, explicando que en ese mismo momento se sintió parte del pueblo argelino.
Memmi pudo explicar que Fanon intentaba sobre todo comprender cómo ser antillano. No estoy de acuerdo con este análisis, pero sí creo que había en él una búsqueda muy fuerte de pertenencia, que golpeaba a todos los que entraban en contacto con él. Este deseo constantemente frustrado condenó a Fanon a seguir viajando, a seguir buscando. Es en estos viajes donde encontramos la vitalidad de sus escritos. Así que veo en él algo de dinámica positiva y de carencia fecunda.
Hassina Mechaï: Usted escribe que Fanon pensaba que la descolonización de África había llegado demasiado tarde… ¿Por qué ese resignado «demasiado tarde» cuando Fanon había luchado por la independencia?
Adam Shatz: Lo que quiero decir es que la experiencia colonial en África fue una prueba terrible y que desfiguró a las sociedades colonizadas. El colonialismo dislocó las estructuras familiares, económicas y políticas. Fanon escribió que el verdadero problema del África posterior a la independencia no era el colonialismo ni el retorno del colonialismo, sino la falta de ideología. Para él, el colonialismo había dejado un legado terrible, pero el desarraigo del colonialismo había dejado igualmente un vacío que había que llenar. ¿Cómo se pasa de una situación de subordinación a otra de dominio? No se pasa de la noche a la mañana, y Fanon era muy consciente de ello.
«Francia sigue teniendo este espacio público separado».
Hassina Mechaï: ¿Cuál es el legado de Fanon, sobre todo en Francia?
Adam Shatz: Su legado varía de un país a otro. En una gran paradoja, Fanon describe un mundo que ya no existe y, sin embargo, sus escritos siguen siendo muy relevantes, porque nuestro mundo sigue atormentado por el mundo que él describió y sobre el que pensó. En Estados Unidos, su legado concierne sobre todo a la cuestión de Black Lives Matter y a la cuestión israelo-palestina. En Francia, Fanon señaló los límites del modelo republicano universalista. Yo también admiro este modelo, y puedo subrayar igualmente los límites del modelo multiculturalista. Pero observo que en Francia, para los descendientes de inmigrantes, parece que hay que elegir. La sociedad francesa también parece sentirse rápidamente amenazada por cualquier referencia o reivindicación de otra identidad.
También me parece que las mujeres de los llamados «orígenes diversos» tienen menos dificultades, sobre todo si las equiparamos a las mujeres que están disponibles para los hombres blancos. La situación de los hombres árabes en Francia se complica por la imagen que se tiene de ellos. En Les Damnés de la terre, Fanon describe estos espacios compartimentados, paralelos e incluso segregados. Francia sigue teniendo este espacio público segregado, con zonas de relegación donde abunda la violencia policial.
Todo esto tiene un vínculo histórico con la Argelia francesa, y estaríamos ciegos si no lo viéramos. Y algunos de los debates se remontan obviamente a la cuestión del velo de Fanon. Fanon comprendió que la sociedad colonial también quería ganarse a los hombres colonizados seduciendo a las mujeres y presentándose como emancipadora. Al final, nuestra sociedad poscolonial sigue impregnada de ello. Estos descendientes de inmigrantes son un desafío para una Francia que se considera blanca, y sólo blanca.

3. Actores internacionales del conflicto de Sudán

Otro artículo, este en la fundación Rosa Luxemburg, sobre las fuerzas externas implicadas en el conflicto de Sudán. https://links.org.au/sudan-

Sudán: Más que un conflicto interno
Saskia Jaschek 18 abril, 2024
Publicado por primera vez en Rosa Luxemburg Stiftung.
Cuando estalló la guerra el 15 de abril de 2023 entre el ejército de Sudán, las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF) dirigidas por el general Abdel Fattah al-Burhan, y la unidad paramilitar de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) dirigidas por el general «Hemetti» Mohamed Hamdan Dagalo, rápidamente se presentó como una guerra entre los dos actores respectivos. A medida que la guerra se hizo más compleja y la participación de otros actores y grupos se hizo más evidente, la etiqueta pasó a ser «guerra civil». Con el tiempo, sin embargo, se hicieron más fuertes las voces que llamaban la atención sobre los intereses, las alianzas y las colaboraciones internacionales vinculadas al conflicto.
Esto planteó la cuestión de si el conflicto de Sudán era una guerra civil librada con apoyo regional y extranjero o una guerra por poderes dirigida por intervenciones extranjeras. Este artículo no dará una respuesta a esa pregunta. En su lugar, arrojará luz sobre los complejos enredos de esta guerra, los diversos actores regionales e internacionales que participan en el conflicto y sus múltiples intereses -a veces superpuestos, a veces contrapuestos- en el mismo.
Por último, este artículo mostrará que la guerra de Sudán es producto de una política interior y exterior inextricable. La etiqueta de «guerra civil» se asocia a menudo con un conflicto interno. Esto reduce un fenómeno de política global a la sed de poder de las partes enfrentadas y a diferencias ideológicas como las divisiones étnicas. La etiqueta «guerra civil» tiende a perder de vista los factores y actores externos. Permite a los Estados extranjeros y a las sociedades civiles apartarse de los llamados conflictos internos con el argumento de que los conflictos internos requieren soluciones internas.
Tal ignorancia no reconoce las condiciones imperialistas globales que contribuyen al desarrollo de conflictos como el de Sudán. Así, este artículo señalará algunas de estas relaciones y desarrollos. Dicho esto, las conexiones geopolíticas y las intervenciones mutuas son mucho más complejas. Este artículo dará una visión general de los enredos más importantes, pero de ninguna manera cubre todas las conexiones y estructuras de poder.
Aunque las diversas conexiones, intereses y alianzas en la actual guerra de Sudán tienen múltiples capas y son complejas, a menudo han crecido históricamente y están entrelazadas de muchas maneras, los motivos que las impulsan pueden resumirse así: En el fondo, son luchas por la hegemonía y la supremacía de los Estados-nación, emparejadas con políticas de cercamiento e intereses capitalistas que se guían y satisfacen mediante acciones de extractivismo y una economía de guerra global.

Actores e intereses regionales
Geográficamente, Sudán representa un punto de conexión entre la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA), el Sahel y el Cuerno de África. Por este motivo, siempre ha sido un importante punto de referencia, tanto económica como políticamente. Al mismo tiempo, Sudán comparte un litoral considerable con el Mar Rojo y posee numerosos recursos minerales, como oro, cromo, manganeso, uranio y silicio. Además, posee reservas de petróleo y grandes recursos agrícolas, como sésamo, goma arábiga y ganado. Todos estos recursos se exportan ampliamente. Por lo tanto, hay que destacar la importancia de Sudán en términos geopolíticos.
Al mismo tiempo, el país se encuentra en medio de recurrentes focos de tensión. La historia de Sudán se caracteriza por numerosos conflictos armados y regímenes autoritarios cambiantes que contribuyen a la opresión y la explotación. Sus países vecinos también están marcados por los conflictos: Eritrea es un Estado autoritario militarizado y su gobierno está considerado uno de los más represivos del mundo. La guerra de Etiopía contra el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF) provocó la persecución étnica de los tigrayanos y una hambruna desastrosa, que mató a cientos de miles de personas. Incluso después del fin oficial de la guerra mediante la firma de un acuerdo de paz, las fuerzas gubernamentales siguen matando a opositores, ahora también en otras grandes regiones de Etiopía, Amhara y Oromia, cobrándose continuamente la vida de civiles. Sudán del Sur, al igual que Chad, se encuentra en un estado constante de crisis y guerra civil.
Sin ser totalmente interdependientes, los vínculos étnicos a través de las fronteras tienen importantes implicaciones para la evolución política de cada país, ya que los conflictos étnicos en Sudán reflejan las divisiones en los otros países. Así, la implicación regional en el conflicto de Sudán es a menudo conflictiva y polifacética, con diferentes actores que apoyan a distintas partes en Sudán que superan con creces a las SAF y las RSF.
En Sudán del Sur, el presidente Salva Kiir y Abdel Fattah al-Burhan se alinean para mantener la supremacía militar y el statu quo de la frontera entre Sudán y Sudán del Sur. Ambos mandatarios luchan contra las milicias en sus países, cuyas fronteras siguen siendo dinámicas y son atravesadas regularmente por numerosos grupos étnicos. Los pastores árabes, como los misseriya, son reclutados con frecuencia por la RSF.
Las relaciones bilaterales entre Sudán y Sudán del Sur se ven aún más afectadas por los 600.000 refugiados que, según las estimaciones, han cruzado la frontera desde que comenzó la guerra. La situación humanitaria en los campos de refugiados de Sudán del Sur era desastrosa incluso antes de la guerra. Además, la guerra interrumpió las exportaciones de petróleo de Sudán del Sur. Sudán del Sur depende de los oleoductos y refinerías de Sudán, así como de su puerto en el Mar Rojo, para exportar su petróleo, responsable del 90% de los ingresos del país. La guerra también ha interrumpido las importaciones a Sudán del Sur, como las de alimentos. Por lo tanto, ha traído importantes consecuencias humanitarias, de seguridad, económicas y políticas al país devastado por la guerra.
Para Chad, los conflictos, las guerras por poderes y los frágiles acuerdos de paz siempre han definido su relación con Sudán. El conflicto entre ambos países se ha intensificado a través de grupos rebeldes y milicias desde la guerra de Darfur en 2003. Hemetti tiene buenas conexiones con la política y el ejército chadianos, que -al igual que en Sudán- no siempre están alineados. Ahora, con las próximas elecciones en Chad y una situación de seguridad inestable debido a sus propias disputas internas, el gobierno interino dirigido por Mahamat Déby se ve amenazado por la guerra en Sudán. No sólo se está agravando la crisis humanitaria en la frontera chadiano-sudanesa, con 564.686 refugiados viviendo en enormes campos en condiciones indescriptibles, sino que la crisis económica de Chad se ha agravado por el corte de las importaciones desde el puerto sudanés del Mar Rojo, con un aumento temporal de los precios de bienes y servicios de hasta el 70% en Chad.
El ejército sudanés mantiene desde hace tiempo vínculos con militaristas e islamistas egipcios, y Egipto respaldó el golpe de Estado de 2021 en Sudán. El gobierno autoritario del presidente Abdel Fattah el-Sisi, que llegó al poder mediante un golpe militar, se ha alineado tradicionalmente con las SAF, a pesar de su apoyo a los islamistas que el dictador militar combate en su propio país, ya que política y económicamente, que Sudán esté gobernado por las SAF significa estabilidad para el régimen de el-Sisi. Egipto respaldó rápidamente a las SAF en el conflicto, proporcionándoles inteligencia y apoyo táctico.
A pesar de acoger al mayor número de refugiados sudaneses (500.000 según el recuento oficial), los refugiados parecen ser más rentables para Egipto que para los demás vecinos de Sudán. La mayoría de los sudaneses que emigraron a Egipto tras la guerra proceden de Jartum y pertenecen a las clases media y alta del país. Así pues, la mayoría aportó capital financiero y social a Egipto.
Además, Egipto parece estar haciendo un buen negocio con la emigración. Poco después del comienzo de la guerra, Egipto rompió un acuerdo bilateral con Sudán que permitía a los ciudadanos de ambos países viajar sin visado. El subsiguiente proceso de obtención de visados resultó complicado, largo y costoso, lo que obligó a muchos sudaneses a entrar ilegalmente en Egipto a través de contrabandistas. A su vez, Egipto deporta a los sudaneses a la zona de guerra antes de que puedan registrarse en la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Sin otra alternativa, muchos retoman la ruta mediante el contrabando. Esto se ha convertido en un negocio lucrativo para Egipto, ya que la UE aporta unos 7.400 millones de euros para frenar la migración. Los refugiados sudaneses también sirven de chivo expiatorio para el gobierno egipcio, que culpa a los refugiados de la actual crisis económica para distraer la atención de sus propias políticas cleptocráticas.
Etiopía, rival de Egipto, cuya construcción de la Gran Presa del Renacimiento desencadenó importantes disputas durante la pasada década, parece alinearse en cambio con Hemetti, del RSF, de quien se rumorea que ha comprado propiedades inmobiliarias en la capital de Etiopía, Addis Abeba. El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, se ha convertido en un estrecho aliado de los Emiratos Árabes Unidos, que le respaldaron en su genocida limpieza étnica contra el pueblo tigreo y ahora le apoyan en su conflicto con Somalia por el memorando de entendimiento entre Etiopía y la autoproclamada República de Somalilandia.

Una superpotencia regional contrarrevolucionaria
Los Estados del Golfo -en concreto, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y el Reino de Arabia Saudí (KSA)- no se encuentran en la vecindad directa, pero son aún más influyentes en Sudán y en la región en general, y ambos actúan como puntas de lanza de la contrarrevolución regional.
Los líderes de EAU y KSA se embarcaron en dicha contrarrevolución tras las revoluciones árabes de 2011, que demostraron una vez más que la resistencia en un país puede inspirar y extenderse más allá de las fronteras. Túnez inspiró a la región de Oriente Medio y el Norte de África, y el llamamiento a la democracia y al gobierno civil creció rápidamente. Temerosos de que la ola revolucionaria se extendiera y amenazara sus monarquías, los dirigentes ricos y poderosos pasaron a la acción. Intervinieron en la transición posrevolucionaria de Yemen, ayudaron a sofocar el levantamiento de Bahréin enviando tropas y apoyaron el golpe militar en Egipto que llevó a El Sisi al poder.
Por lo tanto, no es de extrañar que hicieran esfuerzos similares para apoyar la contrarrevolución sudanesa. El golpe ofreció a Egipto, los EAU y la KSA la oportunidad de llevar a Sudán a su órbita política. Sin embargo, más allá de eso, los Estados del Golfo estaban preocupados por asegurar sus intereses económicos y expandir su hegemonía regional.
La conexión más conocida entre Sudán y los EAU se refiere a las exportaciones de oro. Al parecer, Sudán exporta cada año 16.000 millones de dólares estadounidenses en oro a EAU, facilitado principalmente por Hemetti y la RSF. Los EAU se convirtieron así en un centro de transferencias de dinero y oro hacia y desde Sudán. El comercio de oro creció tras el derrocamiento del gobierno de Omar al-Bashir en 2019, en beneficio sobre todo de los servicios de seguridad y los movimientos armados. A cambio del oro, las RSF se convirtieron en «apoderados» o «clientes» de los EAU, que financiaron, equiparon, proporcionaron formación y servicios de medios de comunicación e influyeron fuertemente en la milicia, que sirvió de tapadera para sus intereses.
Sin embargo, los EAU no son el único país que se beneficia de la explotación del oro de Sudán. Rusia ha sido durante mucho tiempo un actor importante en el comercio de oro en Sudán, que ayuda a financiar su invasión de Ucrania. El grupo mercenario privado Wagner, ahora disuelto, llevaba activo en Sudán desde 2017 y proporcionaba a la RSF entrenamiento y equipamiento. Rebautizado recientemente como «Africa Corps», el grupo está ahora bajo el control directo del Kremlin y, por tanto, es una fuerza gubernamental. En la actualidad, se encarga de enviar armas rusas a las RSF a través de EAU y Libia.
Hemetti viajó a Moscú para profundizar en la relación bilateral sólo unos días antes de la invasión rusa de Ucrania. Al hacerlo, se alineó con las relaciones amistosas entre EAU y Rusia, que se demostraron además por las repetidas abstenciones de EAU en la votación contra Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU y los esfuerzos del país para ayudar a Rusia a eludir las sanciones.
En 2020, Vladimir Putin negoció un acuerdo con Sudán para crear una base militar rusa permanente, también conocida como «estación naval de suministro», en Puerto Sudán, en el Mar Rojo. Aunque aún no se ha construido, supondría para Rusia su primera base naval en el extranjero.
Sudán comparte 750 kilómetros de costa en el Mar Rojo, y posee la segunda zona económica más grande de la región del Mar Rojo, después de Arabia Saudí pero por delante de Egipto. Este hecho también es bien conocido por los EAU, que firmaron un acuerdo de 6.000 millones de dólares con el gobierno golpista en 2022 por el que se concedía a los EAU el «derecho a desarrollar, gestionar y explotar activos portuarios y de la zona económica» del Mar Rojo de Sudán. Los últimos acontecimientos políticos y las escaladas militares en torno al Mar Rojo demuestran una vez más hasta qué punto los conflictos que a menudo se consideran separados están en realidad entrelazados.
Durante décadas, la estrategia del régimen islamista consistió en despojar de sus tierras a determinados grupos étnicos y marginados para explotar los recursos naturales que allí se encontraban, como en las montañas Nuba de Darfur, actual Sudán del Sur. Inversores agroindustriales nacionales y extranjeros, principalmente del Golfo, controlan unos 5 millones de acres de tierras sudanesas. Estas políticas supusieron la transferencia de grandes extensiones de tierras sudanesas, que fueron vaciadas de su población indígena, al Golfo. Esto alimentó aún más los conflictos por el agua y la tierra entre agricultores y pastores, y condujo a una intensificación del conflicto de identidad relacionado, que ahora se está reavivando en la guerra actual.
Cuanto más tiempo esté sumido Sudán en el caos, más fácil será extraer sus recursos y explotar el país. Un gobierno civil que tuviera en cuenta los derechos y la voluntad de sus ciudadanos, por el contrario, aplicaría políticas y normativas que protegieran los recursos del Estado y los derechos de los civiles, haciendo mucho más difícil la explotación. Una reforma agraria, por ejemplo, exigiría que el gobierno, como escribe la antropóloga Nisrin Elamin, «revirtiera muchos de los acuerdos sobre tierras firmados en la última década, al tiempo que reconsidera su relación con el Golfo y establece nuevas asociaciones de inversión con otros países».
El RSF ganó aún más terreno gracias a su merceranismo. Se convirtió en una fuerza mercenaria que luchaba para los saudíes y los emiratíes en Yemen en 2015, constituyendo el mayor contingente extranjero con al menos 7.000 miembros. Más tarde, Hemetti envió una gran brigada a luchar en Libia para el general Jalifa Haftar, a quien la KSA y los EAU también respaldaban. Utilizando los recursos de la alianza con Rusia en los sectores de la minería de oro y la exportación, el RSF amasó rápidamente millones de dólares. «La geopolítica», como escribe el intelectual sudanés Magdi el Gizouli, «creó amplias oportunidades para una fuerza de combate móvil y capaz en alquiler en una región volátil».
La firma del acuerdo de reparto de poder entre las fuerzas civiles y militares en 2019 dio a los golpistas posteriores una mayor legitimación internacional. Ahora se podía proceder muy abiertamente a transferencias de dinero con el pretexto de apoyar al gobierno de transición. En este sentido, Arabia Saudí y los EAU financiaron al Consejo Militar de Transición -es decir, las SAF y las RSF- con 3.000 millones de dólares. Las conexiones del Consejo Militar de Transición no harían sino profundizarse en el periodo de transición que siguió.
Tras la firma de los Registros de Abraham, el acuerdo de paz con Israel que también reforzó las relaciones entre EAU y Estados Unidos, la relación de al-Burhan con el primer ministro israelí Netanyahu se consolidó rápidamente, lo que dio lugar a que Israel enviara gases lacrimógenos y otras herramientas de contrainsurgencia a los militares para reprimir las protestas prodemocráticas tras el golpe de al-Burhan.

Financiación de un señor de la guerra
Cuando Europa experimentó un fuerte aumento del número de personas que cruzaban el Mediterráneo para solicitar asilo en 2014, la Unión Europea creó rápidamente un nuevo fondo para abordar diversas cuestiones relacionadas con la migración a lo largo de la llamada «ruta del Mediterráneo Central», también denominada «la frontera más mortífera del mundo», y una de las principales rutas migratorias hacia Europa.
Los migrantes emprenden largos y peligrosos viajes desde el norte de África y Turquía, atravesando el mar Mediterráneo para llegar a Italia, y Sudán es un importante punto focal en esa ruta. En primer lugar, Sudán ha sido el país de origen de millones de refugiados y desplazados internos que huyen de los continuos conflictos y la represión política del país. Además, Sudán es un punto de tránsito en las rutas migratorias de personas de toda África que pretenden llegar a Europa, especialmente al Cuerno de África. La gente toma la ruta a través de Sudán hacia Libia o, en menor medida, hacia Egipto.
Dado que en 2014 la mayoría de los solicitantes de asilo procedían del Cuerno de África, en su mayoría huyendo de guerras y regímenes autoritarios, la UE creó rápidamente la «Iniciativa UE-Cuerno de África sobre la Ruta Migratoria». Para ello, 58 jefes de gobierno de los continentes europeo y africano se reunieron en la capital sudanesa, Jartum, y la iniciativa adquirió así el nombre de «Proceso de Jartum». Oficialmente, la iniciativa pretendía luchar contra la trata de seres humanos, adoptando un «enfoque centrado en las víctimas» y abordando «las causas profundas de la migración irregular». La UE aportó 4.500 millones de euros para medidas de control de la migración y abordar sus causas profundas en África. Alemania aportó más de 160 millones.
La iniciativa funciona como una externalización de la frontera de la UE. Vincula los fondos para el desarrollo al control de la migración haciendo que los flujos financieros procedentes de Europa -países como Alemania, Francia y el Reino Unido- dependan de la capacidad de los Estados africanos para detener el flujo de los llamados «migrantes ilegales». Un informe de Oxfam demostró que sólo el 3% del dinero asignado a la gestión de la migración se destinó a desarrollar rutas migratorias seguras. En su lugar, la mayoría de los proyectos se diseñaron para «restringir y desalentar la migración irregular mediante la contención y el control de la migración».
El Proceso de Jartum estaba dirigido por un comité directivo, del que formaba parte Alemania, con la cooperación de organizaciones como la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (FRONTEX), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el ACNUR, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD). Para Sudán, la UE adoptó un programa de 40 millones de euros de «Mejor gestión de la migración», ejecutado, entre otros, por la agencia alemana de ayuda exterior Deutsche Gesellschaft für internationale Zusammenarbeit (GIZ). Oficialmente, el objetivo era combatir la trata de seres humanos y otros delitos cometidos por contrabandistas. Sin embargo, gran parte del dinero se destinó a la aplicación de la ley, el poder judicial y el control de fronteras. En 2016, se asignaron otros 160 millones de euros a Sudán.
En 2018, se inauguró en Jartum el «Centro Operativo Regional de Apoyo al Proceso de Jartum y a la Iniciativa Cuerno de África de la UA» (ROCK, por sus siglas en inglés). El centro de coordinación de la lucha contra la trata estaba dotado de personal policial conjunto de Sudán y varios países europeos, entre ellos Reino Unido, Francia e Italia, y se basaba en la información facilitada por el Servicio Nacional de Inteligencia de Sudán (NISS). El NISS es ampliamente conocido por sus violaciones de derechos humanos, incluidas torturas y detenciones arbitrarias, especialmente contra miembros del movimiento democrático y otros sectores de la sociedad civil.
Durante el «Diálogo sobre Migración UE-Sudán» de 2016, el gobierno de al-Bashir en Jartum reposicionó a la RSF en el Estado del Norte, permitiéndole patrullar hasta las fronteras con Egipto y Libia. De este modo, la RSF se extendió desde el norte de Darfur y la frontera con Chad hasta el este de Sudán y las fronteras con Egipto y Eritrea. Las atrocidades de la RSF ya eran ampliamente conocidas: el genocidio de Darfur, que incluyó la matanza de cientos de miles de personas, la apropiación de tierras, el saqueo de propiedades, la violación de mujeres y niñas y el tráfico de personas. No obstante, la transferencia de dinero siguió adelante y la RSF se convirtió en una patrulla fronteriza. Durante este proceso, la RSF fue reestructurada, legitimada y transformada de milicia en unidad estatal regular.
La RSF utilizó munición real, como ametralladoras y misiles antiaéreos, para asegurar la frontera. Aunque en ocasiones se jactó de haber matado a contrabandistas, la RSF guardó silencio sobre cuántos migrantes murieron en el proceso. Otras violaciones del derecho internacional están mejor documentadas, como el robo, la tortura, la detención o la devolución forzosa de refugiados a su país de origen. En mayo de 2016, por ejemplo, se deportó a 1.000 eritreos. Esto llevó a los sudaneses a ridiculizar la supuesta defensa de los derechos humanos por parte de Occidente. Muchos aún recuerdan una entrevista en la que Hemetti afirmaba abiertamente que «tenía a los diplomáticos europeos en sus manos». En junio de 2019, cuando la perspectiva de un cambio de gobierno se hizo evidente, la UE suspendió discretamente el programa.
A la vista de este escándalo de derechos humanos, parecen descartadas nuevas relaciones entre Europa y la economía sumergida de RSF. Sin embargo, como informó Die Zeit el año pasado, numerosas embajadas y organizaciones de desarrollo europeas, entre ellas la embajada alemana y la GIZ, tenían sus locales vigilados por una empresa de seguridad perteneciente a la RSF. Por lo tanto, aunque involuntariamente, estas instituciones estaban cofinanciando a la RSF, por no mencionar las oportunidades añadidas para que la RSF se dedicara al espionaje.
Influencia occidental durante el periodo de transición
El acuerdo de «reparto de poder» firmado en 2019 entre el Consejo Militar y las Fuerzas de la Libertad y el Cambio (FFC), una coalición de partidos políticos y asociaciones profesionales, debía iniciar el periodo transitorio de Sudán previo al pleno establecimiento de un gobierno civil.
Al igual que en muchos países del llamado Sur Global, las instituciones y los diplomáticos occidentales desempeñaron un papel fundamental en el posterior proceso de construcción del Estado. Tras la firma, gran parte del movimiento revolucionario cedió gustosamente la responsabilidad del proceso de democratización política al gobierno de transición. Formado por tecnócratas, muchos esperaban que el nuevo gobierno encontrara la forma más eficaz de salir de la crisis económica y reorganizara a fondo el debilitado aparato estatal.
Las fuerzas occidentales parecieron apresurarse a ayudar en el proceso, con la esperanza de una mayor estabilidad en la región y un nuevo socio para la futura cooperación en el control de la migración. Estados Unidos prometió 700 millones de dólares para apoyar la transición a la democracia y unos 600 millones de ayuda anual. Francia celebró una conferencia internacional de donantes de alto nivel para apoyar al gobierno civil.
Durante tres décadas, el tiempo que duró el gobierno de Omar al-Bashir, Sudán fue un Estado paria, aislado política y económicamente de gran parte del mundo mediante sanciones. Tras la formación del gobierno de transición, uno de sus principales objetivos era reintegrar a Sudán en el orden mundial. Para ello, el gobierno tuvo que aplicar estrategias políticas que no siempre fueron bien recibidas por la sociedad civil. Para salir de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo de Estados Unidos, por ejemplo, Sudán se vio obligado a normalizar sus relaciones con Israel, una medida a la que se oponían amplios sectores de la sociedad civil sudanesa, ya que Sudán se ha identificado tradicionalmente con la lucha palestina. Incluso después de la revolución, y después de que Sudán hubiera demostrado su voluntad de establecer una democracia liberal en muchos aspectos, la administración Trump tardó más de un año en sacar finalmente a Sudán de la lista y permitirle participar en la economía mundial para ayudar a reconstruir su destrozada economía.
Las esperanzas revolucionarias se vieron aún más defraudadas cuando se hizo evidente el dogma neoliberal de muchos de los representantes del FFC. Este dogma pasó a primer plano cuando el gobierno provisional se vio obligado a aplicar drásticas reformas económicas impuestas por el FMI y el Banco Mundial como condiciones para el alivio de la deuda. Entre ellas se encontraban «la liberalización del tipo de cambio, medidas de ingresos y la eliminación progresiva de las subvenciones a los combustibles, acompañadas de una ampliación de las redes de seguridad social para mitigar el impacto del ajuste en los grupos vulnerables y de medidas para luchar contra la corrupción, mejorar la gobernanza y el entorno empresarial». Mientras que el recorte de los subsidios y las medidas de austeridad que lo acompañaban se aplicaron rápidamente, los programas de redes de seguridad social como el Proyecto de Apoyo Familiar de Sudán 10 o la lucha contra la corrupción no tuvieron tanto éxito. Por el contrario, la inflación subió a más del 400% en 2021, incluso antes del golpe, sumiendo a muchos en la pobreza.
Los medios de subsistencia de la mayoría de los sudaneses se deterioraron rápidamente como consecuencia de estas drásticas medidas económicas. A su vez, los líderes civiles del periodo de transición perdieron gran parte de su legitimidad en la sociedad civil. El movimiento revolucionario que inicialmente apoyaba a estos políticos se volvió cada vez más crítico y cuestionó sus decisiones. Esta desconfianza ha aumentado desde el golpe de 2021 y todos los acontecimientos posteriores. Las medidas no sólo ahondaron el tradicional abismo entre los partidos políticos y la sociedad civil, sino que también contribuyeron a aumentar la militarización. Los pobres de las regiones rurales, en particular, se vieron obligados a unirse a una unidad militar para asegurar su sustento. En palabras de Magdi el Gizouli: «Al final, hizo que todo el mundo se volviera pobre, y entonces todo el mundo buscó un arma para ganar dinero en un entorno pobre».

Ayuda integrada a la transición
Otro actor internacional controvertido en el Sudán posrevolucionario fue la Misión Integrada de Asistencia a la Transición de las Naciones Unidas en Sudán (UNITAMS), establecida en junio de 2020 en nombre del Consejo de Seguridad de la ONU. El cometido autoproclamado de la misión era «ayudar a la transición política, avanzar hacia la gobernanza democrática», «apoyar los procesos de paz» y «ayudar a la consolidación de la paz, la protección de los civiles y el Estado de derecho, en particular en Darfur». La misión de consolidación de la paz en Darfur fue declarada un fracaso por muchos, con continuos ataques por motivos étnicos, incursiones y falta de suministros médicos y alimentarios durante todo el periodo de transición.
Tras el golpe de las SAF y las RSF, UNITAMS y su jefe, el burócrata alemán Volker Perthes, asumieron el papel de mediador entre las partes implicadas. Los Comités de Resistencia, organizaciones de base con base en los barrios que constituían una importante institución revolucionaria, fueron excluidos casi por completo del proceso político diseñado para poner fin al golpe y volver a la transición democrática. Cuando los Comités de Resistencia publicaron su carta revolucionaria para el establecimiento del poder popular, en la que exponían detalladamente la sociedad que pretendían construir y los cambios concretos que querían lograr, fue ampliamente ignorada por los diplomáticos internacionales. En aquel momento, el analista político sudanés Muzan Alneel denunció con razón «la desconexión de la comunidad internacional y su falta de voluntad para abordar seriamente el proceso de cambio en la actual escena política de Sudán».
Según un informe de The Guardian, Perthes afirmó que no había habido señales de alerta temprana de la guerra actual. Sin embargo, en los meses anteriores a su estallido, los observadores políticos advirtieron repetidamente de una escalada. Tal advertencia debería haber sido evidente a más tardar cuando Hemetti supuestamente trasladó a 700 reclutas a Jartum en marzo de 2023, oficialmente con fines de entrenamiento. Sin embargo, en lugar de responder a las demandas de las organizaciones de base, los diplomáticos occidentales se apoyaron en el FFC, políticamente excluyente, y siguieron presionando para que el acuerdo se firmara rápidamente.
La misión se cerró oficialmente en febrero de 2024 en medio de la guerra y en un momento en el que la responsabilidad internacional en el conflicto era mayor que nunca. Echando la vista atrás, puede decirse que, a pesar de todos los esfuerzos por prestar un apoyo positivo, el poder «blando» de Occidente durante el periodo de transición y tras el golpe militar de 2021 condujo en muchos sentidos a una crisis aún más profunda.

La «iniciativa de cinco puntos» de Alemania
A principios de año, la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, viajó a Yibuti, Kenia y Sudán del Sur y habló con representantes de la IGAD, una comunidad económica regional de África Oriental. Poco se sabe del contenido de las conversaciones. Sin embargo, el hecho de que Baerbock eligiera a la IGAD como interlocutor para debatir posibles soluciones a la guerra de Sudán deja algunas preguntas sin respuesta. Los representantes de la IGAD habían causado un gran resentimiento en Sudán al recibir amistosamente al general Hemetti poco antes. Como jefe oficial de Sudán, el general Al-Burhan consideró la medida una afrenta política, y Sudán abandonó oficialmente la IGAD poco después, lo que supuso un duro revés para cualquier intento de mediación. Posteriormente, Burhan pidió ayuda a Irán, que le apoyó con drones de combate, lo que empeoró las posibilidades de negociación.
Sin embargo, Baerbock regresó con la llamada «Iniciativa de los Cinco Puntos» para Sudán. Durante su visita a la región, muchos periódicos se refirieron a la guerra de Sudán como una «guerra olvidada». La promesa, al parecer, era que la iniciativa recién erigida cambiara esta situación. El plan incluye los siguientes puntos

  • Reforzar la coordinación de los esfuerzos internacionales de mediación
  • Apoyar la creación de redes de actores civiles en el exilio y dentro de Sudán
  • Recorte del apoyo militar a las partes en conflicto desde fuera de Sudán
  • Sanciones selectivas para aumentar la presión sobre las partes en conflicto
  • Destacar las atrocidades

Baerbock denunció en un discurso las atrocidades de la guerra, especialmente contra las mujeres, explicando que «la sensación de que nadie mira de todos modos crea un clima de impunidad y, por tanto, refuerza aún más las atrocidades». En esto tiene razón. Sin embargo, la cuestión sigue siendo por qué los belicistas siguen gozando de impunidad. Muchos han criticado a ambos generales por sus numerosos crímenes, como el genocidio de Darfur, la masacre del movimiento de resistencia en 2019 o la matanza de manifestantes tras el golpe de Estado de 2021. Hasta la fecha, ninguno ha sido acusado por la Corte Penal Internacional, aunque sus atrocidades se conocen desde hace años y están bien documentadas.
El plan de cinco puntos de Alemania no es el primero de este tipo para Sudán. De hecho, el entonces primer ministro británico Tony Blair presentó un plan similar para resolver la guerra de Darfur, un enfoque que Deutsche Welle calificó en su momento de «política de brazos cruzados», ya que el plan carecía de medidas concretas. La diferencia entonces era que el plan incluía un plazo de tres meses. A pesar de que no se aplicó en su totalidad, acabó siendo aceptado por el entonces dictador Omar al-Bashir. Hasta ahora, la nueva iniciativa de Baerbock no ha dado lugar a ninguna medida mensurable. Mientras esto no ocurra, su viaje a África Oriental seguirá siendo poco más que simbolismo.
Alemania tiene una gran responsabilidad histórica con Sudán, ya que la República Federal de Alemania militarizó el país. Tras la independencia de los colonialistas británico-egipcios en 1956, el gobierno de Adenauer equipó al ejército sudanés con fusiles Heckler & Koch y otras armas, junto con munición y vehículos. Alemania también formó a personal militar y de inteligencia y construyó una fábrica de municiones de infantería en Shajara, en las afueras de Jartum. El objetivo era crear una fuerza en Sudán opuesta a las influencias socialistas orientales en la región.
«Todo el aparato de opresión de Sudán fue construido en gran parte por Alemania», señala en una entrevista el experto en Sudán Roman Deckert. «La militarización de la economía política en Sudán sólo fue posible gracias a tres décadas de ayuda armamentística directa de Alemania y, más tarde, indirecta a través de Arabia Saudí». Estos días circulan por las redes sociales fotos de soldados menores de edad con fusiles alemanes G3 y Heckler & Koch.
En lugar de afrontar esta responsabilidad, Alemania parece preocupada sobre todo por la perspectiva de otro flujo migratorio. Por este motivo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó a Túnez pocas semanas después del estallido de la guerra para negociar otro acuerdo de control migratorio con el gobierno tunecino.

Perspectivas de una nueva intervención
La guerra en Sudán ha revelado una vez más que los civiles sudaneses no son más que un campo de juego para el orden imperialista multipolar en el que Occidente, a través del «poder blando», dicta sus propios intereses políticos y económicos bajo el disfraz de la democracia. Al mismo tiempo, los Estados financieramente poderosos de Oriente Próximo explotan sin piedad a los países más pobres.
La guerra de Gaza, mientras los gobiernos occidentales toleran el elevado número de muertes de civiles y las atrocidades cometidas por Israel, hace buena prensa para todas las partes combatientes en Sudán. Sudán no sólo pierde la escasa atención internacional que se le había concedido, lo que permite a todas las partes continuar la guerra sin tener que temer las consecuencias internacionales, sino que también pone de manifiesto el doble rasero de Occidente a la hora de prestar ayuda humanitaria e intervenir diplomáticamente.
Sin embargo, las consecuencias de la guerra son bien conocidas: la continuación de la guerra en Sudán está desestabilizando la región. Es una perogrullada que los conflictos se extienden, y este caso no es diferente. En un mundo globalizado con un complejo militar-industrial mundial, los conflictos armados no permanecen localizados. La situación en Sudán se caracteriza por la continua cooperación multilateral entre actores armados estatales y no estatales, y subraya la importancia de una fuerte intervención diplomática para allanar el camino hacia la paz. Si no se hacen esfuerzos serios para poner fin a la guerra, surgirán más conflictos armados con todas las consecuencias que acarrean: muerte y empobrecimiento, hambre y hambruna, desplazamientos y migraciones, y creciente militarización.
Para la llamada comunidad internacional, asumir su responsabilidad en este caso significa no participar en la economía de guerra mundial. También significa ejercer presión diplomática y económica sobre los belicistas y privarles de su base financiera y económica, por ejemplo mediante sanciones fuertes y de gran alcance. Ello implica también exigir responsabilidades a los respectivos Estados por su papel decisivo en el conflicto. Por lo tanto, hay que imponer un embargo de armas y duras sanciones a los socios económicos de la UE que alimentan la guerra, especialmente los EAU. Mientras esto no ocurra, Sudán seguirá convirtiéndose en una guerra por poderes.
Para la ayuda humanitaria, la aplicación de la Convención de Ginebra es absolutamente vital. Los corredores humanitarios establecidos hasta ahora son insuficientes, y Sudán se precipita hacia una hambruna de proporciones desconocidas. La apertura de corredores humanitarios requiere también serios esfuerzos diplomáticos. Hay que abordar la devastadora situación de los enormes campos de refugiados de Sudán y sus alrededores.
Para Europa, sin embargo, hacer frente a su responsabilidad histórica significa, sobre todo, abandonar su mortífera política de aislamiento. En lugar de dar a otro dictador como el-Sisi miles de millones de euros para ahuyentar la migración, es tarea de Europa crear rutas de escape seguras dentro y fuera de Sudán y ofrecer a la gente un puerto seguro.
Saskia Jaschek es doctoranda en la Escuela Internacional de Estudios Africanos de Bayreuth (BIGSAS), donde estudia el movimiento revolucionario de Sudán y el golpe de Estado militar.

4. Los motivos del embargo de Turquía a Israel.

Erdogan ha decretado el embargo de la exportación de algunos productos hacia Israel, pero hay truco, como explica este analista. https://thecradle.co/articles/

El embargo comercial de Erdogan a Israel es totalmente interesado
La suspensión por parte de Turquía de 54 categorías de exportaciones a Israel no obedece a una solidaridad moral con los palestinos, sino a la sangría de su economía, a la reciente derrota electoral de Erdogan y a su deseo de volver a alinearse con Washington.
Mohamad Hasan Sweidan 18 DE ABRIL DE 2024
En la noche del 8 de abril, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan encabezó una importante reunión en el Palacio Presidencial de Bastepe, en Ankara. Asistieron su adjunto, Cevdet Yilmaz, el ministro de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, el ministro de Comercio, Omar Polat, y otras figuras notables.
El grupo de pesos pesados de la política se había reunido para debatir la negativa de Israel a una propuesta turca de enviar ayuda humanitaria a Gaza. En respuesta, bajo la dirección de Erdogan, Polat anunció una directiva para detener la exportación de 54 tipos de productos a Israel, con efecto inmediato.
La circular del Ministerio de Comercio afirma que la prohibición tiene por objeto obligar a Israel a cumplir sus «obligaciones jurídicas internacionales» y seguiría en vigor «hasta que Tel Aviv acepte un alto el fuego en Gaza y permita la entrada de ayuda».
El «embargo» turco abarca una serie de artículos, como combustible para aviones militares, cemento, diversos productos químicos y fertilizantes, aceites de motor, productos siderúrgicos, artículos de aluminio como alambre de espino y cables de fibra, pinturas, contenedores de acero, azufre, hormigoneras, grúas, vidrio y otros artículos metálicos.
¿Ha cambiado la postura de Turquía?
A principios de este año, el 4 de enero, tras las críticas generalizadas en el país por la continuación del comercio turco con Tel Aviv en medio de sus agresiones a Gaza, el Ministerio de Comercio turco refutó las informaciones de los medios de comunicación que detallaban un aumento de las ventas de exportación a Israel. En su lugar, el Ministerio insistió en que los productos turcos se enviaban a las poblaciones palestinas de los territorios ocupados, y no al mercado israelí.
Hay que señalar que todas las mercancías destinadas a zonas palestinas siguen tramitándose a través de las autoridades aduaneras israelíes bajo la etiqueta de Israel.
Pero la ira interna contra Erdogan siguió creciendo, culminando en pérdidas significativas para su partido en las recientes elecciones municipales de Turquía. Tras los numerosos informes sobre la violencia estatal contra los manifestantes que exigían el cese del comercio con Tel Aviv, Ankara optó finalmente por dejar de exportar las 54 categorías de productos a Israel.
La medida contradice la versión de Erdogan de que los productos turcos estaban destinados a los palestinos, poniendo en duda esas afirmaciones iniciales y resaltando las incoherencias de su política, problemática desde hace mucho tiempo.
Los datos de la oficina de estadística turca indican que durante los cinco primeros meses de la guerra contra Gaza, las exportaciones turcas a Israel ascendieron a 1.900 millones de dólares, de los que una parte significativa eran productos manufacturados, incluidos materiales de construcción.
Con sólo una fábrica de cemento en funcionamiento, el sector de la construcción israelí depende en gran medida de las importaciones: Alrededor del 70% de sus materiales de construcción de hierro y un tercio de sus necesidades de cemento proceden de la vecina Turquía. Las importaciones turcas representan alrededor del 11% del mercado israelí de productos de plástico y caucho y aproximadamente el 10% del de textiles.
El cese de las importaciones de cemento de Turquía agravará las presiones sobre el ya de por sí tenso sector de la construcción israelí, que dependía en gran medida de la mano de obra palestina y, por tanto, se vio gravemente afectado por la guerra de Gaza.
Según expertos del sector, estas nuevas restricciones comerciales también harán subir probablemente los precios de la vivienda en el Estado de ocupación.
Razones para el «cambio»
Tres factores principales parecen haber influido en la decisión de Erdogan de detener una parte importante de las exportaciones turcas a Israel:
En primer lugar, el reciente acercamiento entre Ankara y Estados Unidos ha desempeñado un papel fundamental.
En los últimos años, el presidente turco se ha alineado cada vez más con los intereses regionales de Washington como parte de su estrategia para aliviar la profunda crisis económica de Turquía, caracterizada por unas tasas de inflación del 68,5% (en marzo), un fuerte aumento de los tipos de interés y una depreciación de la moneda nacional.
La reincorporación de Ankara al bando estadounidense es probablemente responsable del anuncio del ministro de Finanzas, Mehmet Şimşek, de un acuerdo de préstamo de 35.000 millones de dólares con el Banco Mundial, garantizado en plazos de tres años.
En el contexto de este acercamiento entre Estados Unidos y Turquía y su temor mutuo a una escalada militar en Asia Occidental derivada del brutal asalto de seis meses de Israel a Gaza, la prohibición de las exportaciones turcas es también probablemente una táctica de presión calculada -administrada a través de un aliado de Estados Unidos- de la estrategia de la administración Biden para frenar los excesos del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.
En segundo lugar, la creciente percepción de que la campaña de Tel Aviv en Gaza está fracasando, es impopular e incapaz de lograr sus objetivos también ha influido en el giro de Erdogan en el comercio con Israel.
Erdogan, un consumado oportunista político, se está alineando con el partido que cree que saldrá victorioso y reposicionando a Turquía para que sea recordada positivamente en la narrativa histórica.
Por último, las presiones políticas internas derivadas de sus fracasos en las elecciones municipales han influido en la toma de decisiones de Erdogan. El auge del comercio con Israel es una cuestión interna muy cargada que podría haber influido en el resultado de esas elecciones, en las que el partido de Erdogan sufrió pérdidas sustanciales.
En respuesta, el presidente turco ha recalibrado sus políticas para recuperar el favor, especialmente entre los votantes religiosos que se oponían a cualquier forma de compromiso económico con Israel. Es probable que este cambio estratégico sea un intento de consolidar el apoyo interno alineando la política exterior turca con los sentimientos de sus electores más conservadores.
La derrota electoral alarma a Erdogan
El 31 de marzo se celebraron elecciones locales en las 81 provincias y 972 municipios turcos, en las que participaron 1.053 candidatos de 34 partidos y 48 millones de votantes, casi un 7% menos que en los comicios anteriores.
Fue la participación más baja desde 2004, y el mayor absentismo se registró entre los partidarios del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan.
La principal oposición a su partido, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), obtuvo el 37,7% de los votos, un logro que no se veía desde las elecciones de 1997. El AKP quedó en segundo lugar, con el 35,5%, seguido del Partido del Bienestar, con el 6,19% de los votos.
Varios factores contribuyeron a la derrota del AKP, principalmente los angustiosos problemas económicos de Turquía y la incapacidad demostrada por Erdogan para frenar la crisis. Además, sus decepcionantes posiciones sobre la guerra de Gaza -en particular el escándalo del comercio con Israel- hicieron que algunos de sus votantes se decantaran por el islamista Partido del Bienestar.
El ascenso del Partido del Bienestar alarmó especialmente a Erdogan y a su equipo, ya que su apoyo, combinado con el del AKP, podría haber alterado significativamente el resultado de las elecciones.
En los últimos años, el AKP se ha distanciado cada vez más de sus raíces islámicas, favoreciendo políticas más nacionalistas y un tanto seculares, lo que ha provocado un descenso de su base de apoyo tradicional.
Los resultados de las elecciones municipales marcan un antes y un después en la política turca, no sólo porque ponen de manifiesto el descontento generalizado de la población, sino también por la posibilidad de que obliguen a Erdogan a reorientar su estrategia hacia Occidente para salvar su legado económico.
La decisión de Ankara de embargar 54 categorías de exportación a Israel, aunque aparentemente es una medida para atraer a la base islamista de Erdogan y ejercer presión en línea con las exigencias de Estados Unidos, revela un enfoque de política exterior más pragmático que la postura de principios que desea transmitir a turcos y musulmanes.
Aunque la prohibición del comercio afectará al sector de la construcción de Israel y elevará los costes inmobiliarios, es más una extensión de las estrategias estadounidenses para influir en las políticas israelíes que un apoyo a los derechos palestinos.
Si la administración de Erdogan estuviera, de hecho, comprometida con un alto el fuego inmediato en Gaza, los críticos sostienen que medidas más directas, como detener el tránsito de petróleo de Asia a Israel a través de Turquía -que constituye la friolera del 62% de las importaciones totales de petróleo de Israel- serían más indicativas de un apoyo genuino.

5. El barco pirata insumiso.

En Sidecar publican este análisis de las -escasas- opciones electorales de la izquierda francesa o, más concretamente, de La Francia Insumisa, que el autor compara curiosamente con «un barco pirata» por su estructura y funcionamiento.

https://newleftreview.org/

Primeras prioridades
Olly Haynes 18 de abril de 2024
La izquierda francesa se encuentra en una encrucijada. Tras fracasar en su intento de ganar la presidencia o reunir una mayoría parlamentaria en 2022, Jean-Luc Mélenchon intenta ahora trazar el camino a seguir para La France insoumise. El partido se enfrenta a unos medios de comunicación hostiles, a la apatía de los votantes y a un gobierno cada vez más autoritario. NUPES, la alianza electoral que preside, se ha fracturado. La única forma de que LFI prevalezca en esta coyuntura desfavorable y preserve su frágil hegemonía sobre los demás partidos progresistas es ampliar su base electoral de cara a las elecciones presidenciales de 2027. Pero existen teorías contrapuestas sobre cómo lograrlo, y profundas incertidumbres sobre la dirección estratégica más viable.
En la actualidad, los únicos bastiones de LFI son París, sus banlieues circundantes, la periferia de grandes ciudades como Marsella, Toulouse y Lyon, y los territorios franceses de ultramar. El partido ha tenido dificultades para atraer apoyos en las zonas periurbanas que dieron origen a los gilets jaunes. Para muchos activistas, esto señala un problema con su cultura organizativa. Desde su creación en 2016, LFI ha estado dominado por un pequeño grupo de parlamentarios y personal cercano a Mélenchon. Stefano Palombarini lo ha descrito como un «barco pirata» en el que todas las decisiones importantes las toma el capitán. Esta estructura ágil y centralizada fue en parte lo que permitió su rápido ascenso. Sin embargo, hoy en día, algunos miembros están convencidos de que el partido no saldrá de su burbuja parisina a menos que se democratice a fondo. Clementine Autain, diputada por Seine-Saint-Denis, afirma que ha llegado el momento de «abrir las puertas de par en par» y «convertirse en un movimiento de masas». La dirección y sus partidarios, sin embargo, creen que esto no puede ocurrir hasta que se hayan desarrollado mecanismos internos sólidos para mediar en los desacuerdos políticos. Dado que el número de miembros se ha ampliado más allá del núcleo de mélenchonistas leales, advierten, «abrir las puertas» podría significar abandonar la disciplina política y diluir su programa internacionalista de izquierdas.
Esta disputa está relacionada con la controvertida cuestión de quién dirigirá LFI en las próximas elecciones. Un aspirante fuera del círculo de los mélenchonistas es el cineasta convertido en parlamentario François Ruffin. Nacido en Calais en 1975 y criado en Amiens, la circunscripción que ahora representa, Ruffin es un autodenominado «intelectual pequeño burgués» -su padre era gerente de la empresa de verduras Bonduelle, su madre ama de casa- que asistió al mismo instituto que Macron. En 1999 fundó Fakir, una revista satírica de izquierdas, y en 2003 publicó una crítica mordaz del panorama mediático francés, Les petits soldats du journalisme. A lo largo de la década de 2010 dirigió documentales sobre la vida en la Francia periférica, la dinámica de la desindustrialización y los gilets jaunes. Su película de 2016 Merci patron!, un mordaz ataque al ciudadano más rico de Francia, el magnate del lujo Bernard Arnault, enfureció tanto a su protagonista que sobornó al aparato de seguridad francés para que espiara al director. Ruffin fue elegido en 2017 candidato del micropartido Picardie Debout, antes de unirse al grupo parlamentario LFI ese mismo año.
Ruffin es partidario de abrir de par en par las puertas de LFI. Para él, el camino hacia el Elíseo pasa por las zonas rurales y las pequeñas ciudades desindustrializadas antaño dominadas por los partidos socialista y comunista, donde gran parte de la población son trabajadores manuales, trabajadores de servicios con salarios bajos o jubilados. La única forma de recuperar a esos votantes de la RN, afirma, es hablarles de sus preocupaciones materiales: el «discurso de la vida real», como él lo llama. En la práctica, esto significa promover políticas económicas proteccionistas y un Estado del bienestar fuerte. Arremete contra el Gobierno por desencadenar una «epidemia de mal trabajo» y reclama formas limitadas de democracia en el lugar de trabajo, con un tercio de los puestos en los consejos de administración de las empresas para los empleados. Este énfasis en las condiciones de empleo es un intento de conectar la base actual de la LFI con circunscripciones más periféricas. Como observa Ruffin, existen claros puntos en común en la vida laboral de las poblaciones urbanas racializadas y en la de los blancos de las ciudades pequeñas. Como parte de esta estrategia, el político suele evitar las cuestiones nacionales consideradas demasiado delicadas, como la migración, y modera su línea en las internacionales. Cuando habla en mítines sobre Palestina, exige un alto el fuego inmediato y denuncia los crímenes de guerra de Israel, pero también insiste, en contra de la postura oficial de LFI, en que Hamás es una organización terrorista. Cuando estallaron los disturbios por la muerte de Nahel Merzouk, un adolescente tiroteado por la policía en los suburbios parisinos, los Mélenchonistes denunciaron a los asesinos como racistas sedientos de sangre, mientras que Ruffin pedía una reforma institucional.
El planteamiento de Ruffin puede compararse al de Sumar en España. Sostiene que una estrategia populista -mantener un pie de guerra permanente y provocar un conflicto perpetuo con el establishment- simplemente agotará la base de activistas del partido y alienará a grandes franjas del electorado. Afirma que LFI ya ha ganado la batalla por la hegemonía en la izquierda, y que ahora debe convencer a los votantes de fuera del redil. Mientras que muchos de sus colegas de LFI se han separado de sus antiguos socios de NUPES, Ruffin sigue colaborando con figuras como Marine Tondelier, de los Ecologistas. En privado, la izquierda de los Ecologistas afirma que preferiría trabajar con Ruffin que con un mélenchonista, y que un renacimiento de NUPES en 2027 sería más probable bajo su candidatura.
Los mélenchonistas tienen una visión diferente. Para ellos, las altas tasas de abstención tanto en las banlieues como en la Francia periférica sugieren que decenas de votantes siguen desencantados con el sistema político actual. Por tanto, el partido debe abogar por una ruptura con ese sistema: su política exterior, sus ortodoxias económicas, sus servicios de seguridad y su ética social. El objetivo debe ser agudizar cada antagonismo político para alcanzar un estado de lo que Mélenchon llama «insubordinación permanente». En un reciente debate con Thomas Piketty y Julia Cagé, Mélenchon aceptó que la izquierda necesita recuperar la Francia rural – «¿quién podría argumentar lo contrario?»-, pero insistió en que es aún más esencial centrarse en los quartier populaires urbanos. Estas zonas suelen votar a LFI en un 80%, pero con una participación de sólo el 30%. Por tanto, la izquierda debería esforzarse por activar a estas poblaciones abstencionistas en lugar de apostar por la posibilidad de recuperar a los votantes de Le Pen.
Mathilde Panot es una de las mélenchonistas que se barajan como futura líder. Esta diputada de 34 años, que representa a Val-de-Marne, al sur de París, es hija de un matemático y una agrónoma. Estudió relaciones internacionales en Science Po y trabajó como organizadora comunitaria para una empresa social que opera en las banlieues antes de convertirse en miembro del personal de LFI. Elegida diputada en 2017, ahora es la líder parlamentaria del partido. La estrategia óptima, según ella, es construir antagonismos en los que la izquierda se polarice contra RN y los macronistas, revelando que estos últimos son dos caras de la misma moneda. Ha sido especialmente clara en su apoyo a Palestina, consciente de que este tema tiene mucho eco en las banlieues.
Sin embargo, Panot se ve constantemente eclipsada por el propio Mélenchon, que sigue siendo una presencia nacional importante a pesar de afirmar que está dispuesto a ceder el testigo a un nuevo líder. Desde octubre ha denunciado el asedio a Gaza con más contundencia que ningún otro político nacional. Ha asistido a la audiencia de la CIJ y ha organizado protestas contra los envíos de armas de Francia a Israel, al tiempo que ha atacado el ruido de sables de Macron sobre Ucrania. Mélenchon parece ser consciente de que Panot carece del perfil nacional para tener una oportunidad plausible de victoria; y está dispuesto a impedir el ascenso de Raphaël Glucksmann, el candidato ultra del PS que actualmente está en lo alto de las encuestas de las elecciones europeas. Esto, junto con su deseo de mantener a LFI alineada con su visión, podría motivarle a presentarse de nuevo en 2027. Los partidarios de Mélenchon señalan que cada una de sus campañas anteriores le ha acercado a la segunda vuelta (su viejo amigo Lula, elegido presidente de Brasil en su cuarto intento, es citado como prueba de que la persistencia puede dar sus frutos). Sus detractores, por su parte, afirman que es incapaz de unir a la amplia izquierda y señalan encuestas que muestran que habría sido derrotado si hubiera llegado a la segunda vuelta en 2022.
Hay muchos puntos en común entre Ruffin y Mélenchon, y ambos han indicado que sus posturas podrían conciliarse. La dirección de la LFI ha creado varios grupos de trabajo dedicados a conquistar las zonas rurales. También han desplegado las llamadas «caravanas populares»: cuadros enviados a circunscripciones estratégicas para dialogar con la población y transmitir sus opiniones al aparato central del partido. Para los Mélenchonistes, LFI podría convertirse en un partido de masas intensificando este tipo de campañas y proporcionando servicios locales como la distribución de alimentos a las comunidades desfavorecidas. Sin embargo, en lo que respecta a las prioridades generales del partido, la divergencia sigue siendo marcada. Ruffin insiste en la necesidad de modificar la distribución actual de los electores, mientras que Mélenchon aspira a ampliar el electorado total. El primer enfoque implica ir más allá del populismo, mientras que el segundo significa refinarlo e intensificarlo. Los dos bandos discrepan sobre hasta qué punto los sondeos oficiales subestiman a Mélenchon y si hay suficientes votantes potenciales en las banlieues para impulsarle al poder.
Quienquiera que lidere la LFI en 2027 tendrá que apelar a las partes de la sociedad francesa que están desencantadas, pero que actualmente no están afiliadas a la izquierda. Este problema queda ejemplificado por las actuales protestas de los agricultores. Como en anteriores brotes de agitación, el gobierno intenta frenar las manifestaciones mientras los partidos a su izquierda y derecha compiten por sacar provecho político. En este caso, LFI debería encontrarse en una posición ventajosa, ya que su manifiesto aboga por una reforma agrícola radical – repudiando los acuerdos de libre comercio aprobados en el Parlamento Europeo – y uno de sus aliados, la Confederation Paysanne, se encuentra entre los organizadores del movimiento. Sin embargo, el partido ha tenido dificultades para afianzarse, en parte por el énfasis que los medios de comunicación han puesto en los elementos reaccionarios de las protestas y su rechazo al ecologismo.  En un intento de cambiar las tornas, Ruffin se ha codeado con los agricultores en el Salón Internacional de la Agricultura, que Mélenchon ha boicoteado durante la última década, y ha organizado su propio contra-salón, promoviendo la agricultura campesina frente al agronegocio. Sin embargo, ninguno de los dos ha conseguido hacer de su partido un vehículo para los intereses de los agricultores.
En los próximos años, las dos facciones tendrán que responder a una serie de preguntas difíciles. ¿Es posible cambiar las lealtades de los votantes de Le Pen? ¿Puede lograrse sin alienar a la actual base electoral de LFI? ¿Y la alianza con el centro izquierda corre el riesgo de corromper el proyecto? A la inversa, ¿es capaz la estrategia del conflicto constante de llegar a un electorado más amplio? ¿Puede ganar la izquierda radical sin el centro izquierda? ¿Hay un número suficiente de abstencionistas que puedan ser activados? Sea cual sea el rumbo que tome el partido, tendrá que operar en un clima político turbulento y cada vez más hostil a la izquierda. Las instituciones de la V República -el Estado, los medios de comunicación, los partidos dominantes, las grandes empresas, la policía- están decididas a aplastar la rebelión que representa LFI. Invertir la deriva reaccionaria de Francia será una tarea hercúlea.

6. 40 años de MST

En el Tricontinental acaban de publicar un nuevo dossier, dedicado en este caso a los 40 años del MST en Brasil. https://thetricontinental.org/

La organización política del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil

Este dossier hace una radiografía del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y analiza sus formas de organización y lucha.

16 de abril de 2024

Las obras en este dossier forman parte de la convocatoria de arte MST 40 años, organizada por el Movimiento Sin Tierra, el Instituto Tricontinental de Investigación Social, ALBA Movimientos y la Asamblea Internacional de los Pueblos.

Queremos dar las gracias a lxs más de 150 artistas que se presentaron. Su contribución y solidaridad con este proceso enriquece y embellece aún más la lucha de la clase trabajadora, especialmente la lucha campesina, además de aportar reflexiones sobre los retos que tenemos por delante.

Introducción

En septiembre de 1982, 30 trabajadores rurales y 22 agentes de pastoral se reunieron en Goiânia, la capital del estado de Goiás, en la región central de Brasil, en un encuentro organizado por la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), un brazo de la Iglesia Católica inspirado por la Teología de la Liberación. Estos pocos líderes representaban las primeras acciones campesinas tras 18 años de represión de la lucha campesina por parte de la dictadura empresarial-militar, que gobernó el país durante 21 años (1964-1985).

El escenario era esperanzador. La dictadura languidecía ante el fracaso económico y el resurgimiento de las luchas de masas en el país, especialmente de un nuevo movimiento sindical que produciría nuevos liderazgos y daría lugar a la fundación del Partido de los Trabajadores (PT) en 1980 y de la Central Única de los Trabajadores (CUT), una vigorosa central sindical sin parangón en la historia de Brasil, en 1983. Contextos similares se observaban en todo el continente latinoamericano y caribeño: otras dictaduras militares también alineadas con Estados Unidos agonizaban, mientras la lucha en Nicaragua y El Salvador inspiraba como la Revolución Cubana en años anteriores.

Las y los campesinos eran aún una fuerza dispersa que realizaba acciones locales en un país de proporciones continentales, y enfrentaban, además de la represión política, las consecuencias de una modernización forzosa de la agricultura basada en una elevada mecanización, el uso intensivo de agrotóxicos y los subsidios para las grandes propiedades rurales, lo que estimuló el éxodo rural. Aún así, desde 1979, se producían, de forma aislada, ocupaciones de grandes propiedades de tierra en algunos estados. Muchas de ellas contaron con la contribución y la participación de la CPT. En la reunión en Goiânia se discutió el futuro de estas acciones y, al final, se indicó la necesidad de construir un movimiento del campesinado, nacional y autónomo, para luchar por la reforma agraria. Tuvieron que pasar otros dos años para que estas articulaciones dieran lugar a la fundación en 1984, en Cascavel, estado de Paraná, del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil (MST). Este primer encuentro contó con la presencia de 92 dirigentes.

Doce años después, en 1996, el MST ya estaba organizado en todas las regiones del país, había conquistado tierra para miles de familias, sus asentamientos de reforma agraria recibían el apoyo y solidaridad de otras organizaciones de izquierda brasileñas e internacionales, pero seguía sin ser considerado una fuerza relevante en la lucha política, y era desconocido para la mayoría de la población urbana del país. Ese año, no obstante, miles de campesinos marcharon en dirección a Belém, capital del estado de Pará, en la región amazónica, exigiendo una audiencia con el entonces gobernador.

Durante la marcha, en Eldorado dos Carajás, al sur del estado de Pará, se vieron cercados por fuerzas policiales y pistoleros contratados por grandes empresas de la región. Al frente de los manifestantes estaba Oziel Alves, un joven de 19 años, con la responsabilidad de mantener el ánimo de sus compañeros con consignas y motivación. Oziel fue uno de los líderes identificados por los policías y separado del grupo. Antes de ser ejecutado de rodillas, los policías le pidieron que repitiera, delante de las armas, lo que decía pocos minutos antes por el micrófono. Oziel no dudó, y sus últimas palabras fueron: “Viva el MST!”.

Oziel fue una de las 19 personas asesinadas en lo que se conoce como la “Masacre de Eldorado dos Carajás”. Los días posteriores a los asesinatos fueron registrados por el fotógrafo brasileño de renombre internacional, Sebastião Salgado, obteniendo repercusión mundial. Las imágenes, acompañadas de la música del cantautor Chico Buarque de Hollanda, y de las palabras del escritor José Saramago, atravesaron el planeta en una exposición titulada Terra.

Pero no fue la tragedia lo que hizo que el MST fuera reconocido como fuerza política, sino su respuesta a la represión. El año siguiente, en febrero, ante la impunidad de los gobiernos y la parálisis de la reforma agraria, el MST decidió iniciar una marcha, con 1.300 personas, que partiría de tres puntos del país y llegaría a Brasilia, la capital federal, el 17 de abril de 1997, exactamente un año después de la masacre de Eldorado dos Carajás. En la época, el ministro de Desarrollo Agrario dijo que la marcha, que recorrió unos 1.000 kilómetros, nunca llegaría a Brasilia. Sin embargo, el día previsto, las y los Sin Tierra entraron en la capital acompañados por 100 mil personas, en lo que se convirtió en el mayor acto político contra el gobierno neoliberal del entonces presidente Fernando Henrique Cardoso. Esta demostración de fuerza y organización convirtió desde entonces al MST en uno de los principales protagonistas de la lucha política en Brasil (MST, “Sem Terras Marcham pelo País”).

En 2005 el MST realizó una nueva marcha nacional. En esa ocasión, el presidente de la República era Luiz Inácio Lula da Silva, viejo aliado y partidario de la lucha por la reforma agraria. La marcha pretendía sensibilizar al gobierno sobre los cambios provocados por la financiarización de la agricultura y exigir un nuevo Plan Nacional de Reforma Agraria.1

El Primer Plan Nacional de Reforma Agraria fue anunciado por el primer gobierno civil tras la dictadura empresarial-militar en 1985, pero nunca fue ejecutado.Nota al pie

Del 2 al 17 de mayo de ese año, 15.000 personas marcharon, una pequeña ciudad en movimiento que levantaba cada día sus carpas en un nuevo lugar del recorrido, con cocinas para alimentarse, baños, infraestructura para las niñeces que acompañaban a sus madres y padres, y estudios tras las jornadas de marcha. Para garantizar la organización de las filas, un radiotransmisor móvil acompañaba la marcha, y era escuchado por las 15 mil radios que llevaban los campesinos. Después de esta marcha, el Ejército brasileño invitó al MST a dar una conferencia en la Escuela Superior de Guerra para entender como un movimiento popular tenía tal grado de organización (MST, 2006).

A lo largo de sus cuatro décadas de existencia, cumplidas en 2024, el MST ha logrado algunas victorias significativas: 450 mil familias conquistaron tierras, transformadas en asentamientos de la reforma agraria. Estos asentamientos, donde el trabajo puede ser individual o cooperativo, han dado lugar a la creación de 185 cooperativas —desde cooperativas locales de producción agropecuarias hasta cooperativas de comercialización y prestación de servicios con alcance regional— y 1.900 asociaciones de campesinos. Parte de lo producido en los asentamientos se procesa en 120 agroindustrias propias. En los campamentos, todavía hay 65 mil familias organizadas que luchan por la legalización de tierras (MST, “Nossa Produção”).

La longevidad del MST está llena de significado. En toda la historia de Brasil, ningún movimiento social campesino ha conseguido sobrevivir ni siquiera una década frente al poder político, económico y militar de los grandes terratenientes. La resiliencia del MST tiene numerosos componentes, como la solidaridad que ha recibido a nivel nacional e internacional. También hay dimensiones producidas en la lucha que merecen un estudio más profundo, como la propuesta pedagógica de la educación en el movimiento, la formación política, la organización de las mujeres, la producción agroecológica y la organización de cooperativas.

Entre tantas dimensiones, el Instituto Tricontinental de Investigación Social escogió las formas de organización y de lucha del MST como tema de este dossier. Efectivamente, la fuerza de un movimiento popular proviene del número de personas que organiza y de su método de organización. Esta es una de las principales explicaciones de cómo el Movimiento Sin Tierra resiste y crece ante de una correlación de fuerzas tan desigual. Y esta experiencia, sin pretender ofrecer fórmulas, sino entendida en el contexto de la lucha brasileña, puede contribuir a las reflexiones y organizaciones de otros movimientos populares y campesinos en todo el mundo.

La cuestión agraria en Brasil

Lo que hoy es Brasil fue fundado y organizado a partir del siglo XVI como una empresa capitalista basada en la gran propiedad de la tierra, el trabajo esclavo y el monocultivo para la exportación. La empresa colonial portuguesa provocó una violenta ruptura —por la pólvora y la cruz— con el modo de vida de las sociedades indígenas, introduciendo un concepto que no tenía el menor sentido para estas comunidades: la propiedad privada de los bienes comunes de la naturaleza.2

Antes de la llegada de los portugueses, lo que hoy es Brasil estaba habitado por cerca de 5 millones de personas, divididas en comunidades aldeanas, con dominio comunitario del territorio, dedicados a la caza, pesca, recolección y horticultura Maestri (2005).Nota al pie

En 1850, ante el eminente fin de la esclavitud debido a los movimientos abolicionistas y a las rebeliones de la población esclavizada, el entonces imperio brasileño instituyó la primera Ley de Tierras para impedir que los libertos tuvieran acceso a la mayor fuente de riquezas del país. Por esta ley, la tierra pasó también a ser una mercancía. Es más, este modelo llamado plantación —latifundios de monocultivo para la exportación basados en la superexplotación de la mano de obra— será la única constante en la historia brasileña, independientemente de la soberanía (colonia portuguesa o nación independente), del régimen (monarquía o república) y del sistema de gobierno (parlamentarista o presidencial).

Evidentemente, frente a esta contradicción, la cuestión agraria ha estado en el centro de rebeliones, revueltas y movimientos populares a lo largo de la historia del país, desde la resistencia indígena, las revueltas contra la esclavitud y las comunidades quilombolas3

De los quilombos, que son asentamientos rurales ancestrales de población mayoritariamente negra, creados inicialmente por población esclavizada fugada. Crearon su propia forma de organización y tienen derechos similares a los de los territorios indígenas.Nota al pie

a los primeros movimientos campesinos y sindicales. También es ilustrativo el papel del Estado en la defensa de los intereses de los terratenientes y la represión a los pobres. Mientras las poblaciones indígenas y esclavizadas eran perseguidas y combatidas por milicias privadas, el propio Ejército brasileño trató de combatir y eliminar los movimientos de Canudos (1897), una comunidad autogestionada de 25 mil campesinos, Contestado (1916), una revuelta armada de agricultores para impedir que una empresa ferroviaria estadounidense se adueñara de sus tierras, y las organizaciones que luchaban por reforma agraria antes del golpe empresarial-militar de 1964, como las Ligas Campesinas.

Como consecuencia, Brasil del siglo XXI sigue ostentando la segunda mayor concentración de tierras del planeta, título que defendió durante todo el siglo pasado, con el 42,5% de las propiedades bajo el control de menos del 1% de los propietarios (DIEESE, 2011). Del otro lado, 4,5 millones de campesinas y campesinos considerados sin tierra.4

Para un análisis más detallado de la cuestión agraria en Brasil, ver nuestro dossier no. 27: https://thetricontinental.org/.Nota al pie

Los enemigos de clase de las personas sin tierra son los terratenientes, los grandes propietarios de tierras y las empresas transnacionales que se apropian de las tierras para la producción de commodities. Sin embargo, parte de la presión del movimiento popular tiene que dirigirse también al Estado. La actual Constitución brasileña fue aprobada en 1988, después del fin de la dictadura empresarial-militar, y como fue construida en un momento de ascenso de las luchas de masas populares, incorporó muchos aspectos progresistas en su redacción, entre ellos la Reforma Agraria. El artículo 184 de la Constitución Federal establece que las propiedades agrícolas deben cumplir una función social, deben ser productivas y respetar los derechos laborales y ambientales. Si no cumplen con estos criterios, pueden ser expropiadas para la reforma agraria por el Estado, responsable de indemnizar a el o los propietarios y de asentar a las familias sin tierras en estas áreas, que pasan a ser propiedad pública.

La naturaleza del latifundio, no obstante, se transformó en las últimas décadas en función del modelo del llamado agronegocio. La gran propiedad improductiva y arcaica, utilizada como mecanismo de especulación, fue incorporada por voluminosas inversiones de capital financiero internacional, que controla secciones de la cadena productiva rural, desde las semillas hasta la comercialización de los productos agroindustrializados. En 2016, 20 grupos extranjeros controlaban 2,7 millones de hectáreas en Brasil (Martins, 2020). Este control acentuó el monocultivo para exportación, ahora convertido en commodities, productos primarios comercializados en gran escala, con un estándar global único y utilizados como activos financieros y especulativos, negociados en las bolsas de valores. En Brasil en 2021, la obtención de solo cinco productos —soja, maíz, algodón, caña de azúcar y ganado— ocupaba el 86% de toda área agrícola y representaba el 94% de todo el volumen y el 86% del valor de la producción (MST, “Programa de Reforma Agrária Popular”). El agronegocio también depende del uso intensivo de agrotóxicos, lo que convirtió al país en el mayor consumidor de venenos agrícolas del mundo, con un consumo récord de 130 mil toneladas en 2023 (Spadotto y Gomes, 2021).

Este poder económico también se expresa en poder político. El agronegocio ha ocupado cargos ministeriales en todos los gobiernos brasileños de las últimas tres décadas. En el Congreso Nacional, la Bancada Ruralista, una articulación suprapartidaria de parlamentarios en defensa de los intereses del sector, reúne a 324 diputados federales (61% de la Cámara) y 50 senadores (35% del Senado) (FPA, 2023), poder suficiente para imponer leyes de desregulación ambiental y agraria y para someter al MST a indagaciones en cuatro Comisiones Parlamentarias de Investigación (CPI) en dos décadas. Ninguna otra organización popular en la historia de Brasil ha sufrido tantos intentos de criminalización por parte del Parlamento. La primera de ellas se creó durante el primer gobierno del presidente Lula da Silva para obligar al Poder Ejecutivo a dar marcha atrás en sus relaciones con el Movimiento e impedir que se destinaran recursos públicos a la reforma agraria, además de criminalizar la lucha por la tierra. La última CPI, en 2023, tenía objetivos similares, nuevamente se quería presionar al nuevo gobierno de Lula da Silva, pero tuvo el efecto contrario. Los parlamentarios que lideraron la comisión formaban parte del núcleo más radical del gobierno del expresidente Jair Bolsonaro. El MST, a su vez, había ampliado su reconocimiento público a partir de sus acciones de solidaridad en la pandemia de COVID-19. Como resultado, la CPI no consiguió apoyo político ni mediático, fortaleció la solidaridad con el Movimiento y ni siquiera consiguió aprobar un informe final.

Por último, la hegemonía del agronegocio en la sociedad brasileña también combina los sofisticados métodos de una poderosa industria cultural, desde la televisión a la música, con métodos arcaicos de violencia y represión. Según la investigación anual de la CPT sobre Violencia en el Campo, en 2022 se registraron 2.018 incidentes de conflicto social en el campo, un aumento del 33,6% respecto a 2016, y 47 asesinatos vinculados a cuestiones de tierra o ambientales (CPT, 2023).

En 1995, en su Tercer Congreso Nacional, el MST presentó y aprobó por primera vez su Programa de Reforma Agraria, en que presentaba su lectura de la lucha de clases en el campo brasileño y un conjunto de propuestas para transformar la estructura agraria brasileña y las condiciones de vida en la zona rural. En 2015, el Programa fue actualizado con un importante cambio teórico y estructural: mientras los partidos y universidades comprendían equivocadamente la naturaleza, e incluso saludaban el papel del agronegocio en Brasil, la militancia del MST construyó colectivamente una interpretación que lo definía como la presencia del capital financiero transnacional en el campo para la producción de commodities. Más que eso, el MST señaló que la existencia del agronegocio —y sus vínculos con el Estado— inviabilizaban una reforma agraria clásica, en el marco capitalista, de mero reparto o democratización del acceso a la tierra.

En este contexto, el MST se vio obligado a redefinir sus acciones estratégicas y su programa agrario, formulando un nuevo concepto: la Reforma agraria popular. Además de la distribución de tierras a los campesinos, la Reforma agraria popular incorpora la necesidad de producir alimentos saludables para toda población, con un cambio de matriz tecnológica hacia la agroecología y la preservación de los bienes comunes de la naturaleza. Este cambio también implica una mayor alianza con las y los trabajadores urbanos, los mayores beneficiarios del acceso a alimentos sanos y baratos, pues la Reforma agraria popular va más allá de los intereses del campesinado para presentarse como una política para toda sociedad, tanto para la soberanía alimentaria, como alternativa de generación de empleo e ingresos, como para combatir la catástrofe ambiental.

Formas de lucha y formación de conciencia

El MST nació con tres objetivos: luchar por la tierra, es decir, que las familias organizadas en el Movimiento conquistaran tierra suficiente para sobrevivir de su propio trabajo con dignidad; luchar por la Reforma agraria popular, lo que significa reestructurar la propiedad y el uso de la tierra; y luchar por la transformación de la sociedad.

Para alcanzar estos objetivos, el MST se organizó y se definió desde el principio como “un movimiento de masas, de carácter sindical, popular y político”. Un movimiento de masas porque entiende que la correlación de fuerzas solo puede cambiar a su favor por el número de personas organizadas y, por tanto, popular, porque es una organización abierta a la participación de todas las personas que quieran luchar por trabajar la tierra. El MST igualmente combina el carácter sindical, porque la lucha por la reforma agraria tiene su dimensión económica y sus conquistas reales e inmediatas, pero también político, porque sabe que la reforma agraria solo puede lograrse con una transformación estructural de la sociedad.

Además de esto, el MST es un movimiento nacional con actuación en 24 de los 26 estados de Brasil, lo que lo diferencia de los movimientos que lo precedieron, que tenían actuación local y regional, lo que facilitaba que quedaran aislados por las fuerzas represivas. Al estar presente en la mayor parte del país, el MST puede apoyar a los estados con más dificultades y nacionalizar luchas locales, amplificando su repercusión.

De esta forma, la consolidación y la fuerza del MST se deben al número de personas que organiza. De hecho, aunque disponga de múltiples formas de organización, de acuerdo con cada realidad y lugar, lo fundamental en el método de organización es poner a las personas en movimiento, en lucha. Y a través de la lucha, desarrollar su consciencia política y social.

La primera forma de lucha del Movimiento son las ocupaciones de tierras. Antes o durante la ocupación de una zona, el MST organiza campamentos de familias sin tierra. Estas familias se reúnen identificando zonas donde se concentran los campesinos y organizando reuniones, basadas en el trabajo de base que incluye visitas a estas personas. A partir de este momento, las familias participan en la organización del futuro campamento, buscando formas de conseguir lonas para las carpas, transporte para que las familias lleven a cabo las ocupaciones, etc. En otras palabras, crear las condiciones para la ocupación que vendrá.

Los campamentos cumplen la misma función que las fábricas cumplieron para la formación de las luchas obreras en los siglos XIX y XX. Reunir a las y los campesinos en un lugar concreto, superando el aislamiento geográfico y permitiendo construir una sociabilidad que sirva de base para la cooperación y la solidaridad.

Cuando se incorporan a un campamento, las familias se organizan en núcleos de base, grupos de entre 10 y 20 personas. Ese número reducido se establece para que las y los integrantes puedan conocerse y evitar la infiltración de desconocidos. Además, divididos en pequeños grupos, más personas pueden debatir y opinar sobre la organización política del campamento. En los núcleos, todos tienen derecho al uso de la palabra, incluidas las niñeces. En el campamento, las tareas tienen que organizarse y distribuirse colectivamente: buscar agua y leña, organizar las donaciones de alimentos, montar las carpas, encargarse de la seguridad, educar a las y los niños, etc. Estas tareas se organizan en equipos llamados sectores, formados por integrantes de los núcleos de base. O sea, todo núcleo tiene un participante en los equipos de trabajo. De esta forma, todos y todas participan en la vida política, mediante los debates, y en la vida organizativa, mediante las tareas. Siempre colectivamente.

Independientemente del número de personas que participen, las reuniones de los núcleos y sectores siempre se organizan con antelación, con un orden del día bien definido y siempre coordinadas por un hombre y una mujer. Una persona tiene la tarea de registrar las decisiones para que sean verificadas por el propio núcleo.

Cuando las discusiones están relacionadas con decisiones de todo el campamento, las opiniones de los núcleos son llevadas a un espacio de coordinación de todo el campamento. Si no hay consenso en ese nivel, las discusiones regresan a los núcleos, con nuevas ideas y preguntas, procurando siempre construir síntesis y decisiones colectivas.

En estos campamentos y en las ocupaciones de tierra son comunes las asambleas para tomar decisiones colectivas, como ocupar o no un latifundio, retroceder o no en una lucha. Pero este método de asambleas solo es eficaz cuando todas las personas participantes comprenden todas las dimensiones de lo que está en discusión y las discusiones se limitan a unas pocas opciones, como hacer o no una ocupación, resistir o no a un desalojo. Por esta razón, no son ni la forma principal ni la más común de participación en el Movimiento.

Cuando la tierra se conquista, la ocupación se convierte en un asentamiento de reforma agraria y las familias permanecen organizadas en el Movimiento. Este fue uno de los primeros desafíos del Movimiento: ¿cómo mantener organizadas a las familias que ya habían logrado parte de sus objetivos con la conquista de la tierra? Parte de la sociabilidad y de la cooperación existentes en el campamento se pierden en esta transición. Por eso, el Movimiento desarrolló algunos mecanismos para mantener a las y los asentados en movimiento.

En primer lugar, los años de vida y lucha en campamentos producen una identidad. Las y los trabajadores organizados por el MST se identifican como Sin Tierra (con letras mayúsculas). Esa identidad permanece incluso después de haber conquistado la tierra. Esta identidad significa compartir historias de luchas, identificación con las familias que siguen acampadas y con valores como el internacionalismo y la solidaridad que se cultivan en las luchas.

La organización del territorio conquistado trae nuevas demandas y luchas por crédito rural, educación, salud, cultura, comunicación, etc. Para alcanzar estas nuevas reivindicaciones, el MST mantiene su forma organizativa. Es decir, las familias en los asentamientos también se organizan en núcleos de base, por vecindad, de entre 10 y 20 integrantes, con la participación de todas las familias. Estos núcleos nuevamente tienen un hombre y una mujer en la coordinación, la preparación de las reuniones, el registro de las decisiones y así mismo se mantiene un flujo de discusiones y debates que va de los núcleos a la coordinación y viceversa. En cada nivel organizativo —campamento, asentamiento, región, estado y nacional— se crea una instancia de dirección colectiva.

El MST no tiene ni ha tenido nunca un “presidente” o cargo similar que concentrara las decisiones políticas o que se diferenciara de los demás militantes. Todas las instancias del Movimiento, desde las bases hasta la Dirección Nacional, son colectivas y con mandatos de dos años renovables. De esta forma, se combate el centralismo y el personalismo. Relacionado con este principio está la división de tareas: todas las personas deben tener responsabilidades dentro de la organización, en mayor o menor grado, para que no haya ni centralización excesiva ni sobrecarga de militantes.

De este modo, en un campamento o un asentamiento hay equipos para las tareas cotidianas. Las nuevas demandas se distribuyen entre los equipos de educación, salud, organización económica, entre otros. Cuanto más compleja la realidad y mayor la organización, más equipos se forman, organizándose en sectores a nivel estadual y nacional para planificar y ejecutar tareas más especializadas, como producción, frente de masas, educación, formación, etc. Por ejemplo, todos las y los educadores o personas implicadas en la educación de una misma región de municipios forman el sector de Educación, que elabora propuestas pedagógicas y participa en la vida escolar de los territorios. En la producción, los militantes organizan la vida económica, las cooperativas, así como la tecnología agroecológica para el cultivo. Y así sucesivamente.

En estos colectivos, también se reconocen e integran los protagonismos de sujetos Sin Tierra como el colectivo de las disidencias sexuales —algo muy poco común en otras organizaciones campesinas— y la juventud. Otra forma de participación son las actividades y los encuentros con los “sem terrinhas”, las niñeces de las zonas de reforma agraria. En julio de 2018, el primer Encontro Nacional dos Sem Terrinhas reunió a más de mil niños y niñas en un campamento de estudio, juegos y luchas en la capital federal, Brasilia.

Nuevamente, lo esencial es reunir a las personas, crear espacios de discusión colectiva y ponerlas en movimiento a través de la lucha y la cooperación. Eso significa que, aunque las ocupaciones de tierras son la “carta de presentación” del MST, el movimiento combina distintas formas de lucha en función de las necesidades y las condiciones de cada caso. Dentro del repertorio de movilizaciones también encontramos las marchas —como las grandes marchas nacionales de 1997 y 2005—, las ocupaciones de edificios públicos, los bloqueos de carreteras, las huelgas de hambre, etc.

Es la acción práctica, la lucha, lo que permite que la conciencia política no se duerma en los campamentos o asentamientos. Por ejemplo, el MST tiene la solidaridad como uno de sus principales valores humanos y socialistas. Pero esta no solo se expresa en la retórica o el discurso. Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, el Movimiento donó más de mil toneladas de alimentos en todo país por medio de la organización de comedores, huertas y comunidades solidarias. Solo entre octubre y diciembre de 2023, el MST envió 13 toneladas de alimentos para las víctimas de los ataques israelíes en la Franja de Gaza (MST, 2023). La organización de estas acciones requiere discusiones con las familias, planificación de la producción, organización de la logística, etc. En este proceso, las familias conocen otras realidades, especialmente en zonas urbanas, cooperan para alcanzar sus objetivos y experimentan estos valores en la práctica.

Otro mecanismo puede ser la organización de cooperativas, donde la cooperación se da en el trabajo y reparto de excedentes, pero también en la organización de agro-aldeas, concentrando a las personas en núcleos de vivienda comunes, en vez del aislamiento rural, y socializando el trabajo doméstico, con cocinas, comedores y guarderías colectivos.

Principios organizativos del MST

Como un movimiento nacional y de masas, el MST asume la autonomía de sus estados, regiones y territorios. De esta forma, cada grupo de familias organizadas, en asentamientos o campamentos, tiene autoridad para tomar decisiones relativas a su realidad. No obstante, la unidad es imprescindible para que este mecanismo funcione de forma autónoma y con uniformidad en sus formas organizativas. Eso es posible porque, desde su fundación, en 1984, el Movimiento Sin Tierra ha establecido algunas características organizativas que han determinado la propia identidad del Movimiento.

Los principios organizativos son los valores, la forma de organización y los objetivos por los cuales un movimiento popular se dispone a luchar. Definen la identidad y la unidad de una organización, al mismo tiempo que la supresión de alguno de ellos alteraría la naturaleza de la organización. Durante las cuatro décadas desde su fundación, estas características no han cambiado en esencia, pero se han radicalizado para aumentar la participación y elevar el nivel de consciencia del movimiento de masas.

Uno de los principios es la autonomía respecto a partidos políticos, iglesias, gobiernos y otras instituciones. El MST es autónomo de otras organizaciones para poder definir su propia agenda política. Eso no significa que el MST no trabaje con partidos políticos u organizaciones religiosas, por supuesto, pero se trata de una relación fraternal y no subordinada a ellos. Así, el MST puede construir una lectura de la realidad, de la lucha por la tierra y establecer tácticas basadas en su propia percepción y en las demandas de las familias organizadas.

Como se ha visto anteriormente, para que el Movimiento sea popular y de masas, debe tener la participación como principio organizativo. Este es también un ejemplo de cómo se puede ampliar el principio, radicalizando su naturaleza, pero preservando su esencia. Inicialmente, los hombres ocupaban la mayor parte de las instancias de coordinación. Presentes en la lucha del MST desde el principio, la organización de las mujeres creció de diversas formas, pero principalmente en el Colectivo de Mujeres. Organizaron campamentos de formación política, acciones directas contra empresas transnacionales, espacios de estudio sobre las relaciones de género y el capitalismo, etc. Este protagonismo amplió el principio de participación cuando a finales de los años 1990, el Movimiento estableció que todos los puestos de dirección y representación deberían ser obligatoriamente ocupados por un hombre y una mujer. Esto literalmente duplicó el número de participantes y pasó a corresponder al peso real que tenían las mujeres en la organización. Este mecanismo reforzó otro principio: la dirigencia colectiva.

Para que los principios de participación y dirigencia colectiva funcionen, es necesaria la disciplina. Para el MST, disciplina significa respetar las decisiones colectivas, las líneas políticas y cumplirlas. Raramente hay votaciones en el MST, y lo más común es consensuar las decisiones. Cuando hay alguna dificultad de lograr consenso sobre un tema, el debate vuelve a los núcleos de base y coordinaciones hasta que las decisiones están maduras y, entonces, una vez definida la línea de acción, todos los integrantes del Movimiento la siguen y la llevan a cabo. La disciplina es este cumplimiento de las decisiones colectivas.

Una característica común de los movimientos sociales es que construyen sus estrategias y tácticas sobre la base de su propia práctica. Sin acción y práctica, no hay movimiento popular. Sin embargo, para analizar permanentemente la realidad, la práctica por sí sola es insuficiente. Por eso, otro principio organizativo valorado por el MST es el estudio. Esto va desde la escolarización, organizando a las familias para luchar por escuelas en las áreas de asentamientos y campamentos, como las más de 2.000 escuelas públicas conquistadas en zonas de reforma agraria gracias a la presión sobre las autoridades locales, hasta la alfabetización de jóvenes y adultos, con más de 50.000 personas que han aprendido a leer y a escribir por iniciativa propia del Movimiento o en colaboración con gobiernos locales (MST, “Educação”). Otra dimensión del estudio es la formación política a través de diferentes procesos —publicación de libros y cartillas, estudio en los núcleos de base, cursos, etc.— y que están de cierta forma sintetizados en la experiencia de la Escuela Nacional Florestan Fernandes (ENFF), la escuela de formación política nacional del Movimiento, que es parte del conjunto de las escuelas de formación de la Asamblea Internacional de los Pueblos, una articulación mundial de organizaciones populares, movimientos sociales, partidos políticos y sindicatos.

La ENFF se inauguró el 23 de enero de 2005, y su nombre homenajea al sociólogo y militante marxista brasileño Florestan Fernandes.5

Comprometido con la lucha de clases, fue uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores y diputado federal en la elaboración de la Constitución brasileira después de la dictadura empresarial-militar.Nota al pie

La escuela se ha convertido en referencia internacional por unir la práctica con la teoría política. A lo largo del año, militantes, dirigentes y cuadros de organizaciones populares que luchan por la construcción de cambios sociales en diversos países estudian en profundidad clásicos de la teoría política nacional e internacional. Los cursos pueden durar desde una semana a tres meses, y son impartidos por profesores/as e intelectuales voluntarios. La ENFF también ofrece cursos de formación centrados en diversos temas, como la cuestión agraria, marxismo, feminismo y diversidad. Con profesores/as y estudiantes de varios países, especialmente de América Latina, la Florestan Fernandes permite un intercambio cultural y político entre los movimientos populares, así como una formación sobre el panorama económico y social global, siempre desde la perspectiva de la clase trabajadora (MST, 2020).

La escuela fue construida literalmente por las manos de los trabajadores Sin Tierra de todo el país, que se organizaron en brigadas de trabajo voluntario. Los recursos para la construcción fueron recaudados gracias al trabajo solidario de comités de apoyo internacionales y a la donación de los derechos de autor de Sebastião Salgado, Chico Buarque y José Saramago con la exposición Terra.

Además de la ENFF, el Movimiento ha creado otras escuelas como el Instituto de Educación Josué de Castro, especializado en formar jóvenes gestores para cooperativas, y escuelas de agroecología, como la Escuela Latinoamericana de Agroecología (ELAA) y el Instituto Educar, en la región sur del país; la Escuela Popular de Agroecología y Agrofloresta Egídio Brunetto (EPAAEB), situada en el nordeste; y el Instituto de Agroecología Latinoamericano (IALA), en la región amazónica.

Parte de los esfuerzos por democratizar el acceso al conocimiento también se materializaron en el Programa Nacional de Educación para Reforma Agraria (PRONERA), una política pública conquistada tras la Marcha Nacional de 1997. Por medio de este programa, el gobierno brasileño fomenta la creación de cursos de educación específicos, incluyendo licenciaturas y posgrados, para los trabajadores Sin Tierra. Se han firmado más de 100 convenios con universidades públicas que permiten el acceso a cursos de Agronomía, Veterinaria, Enfermería, formación de educadores, entre muchos otros. De esta forma, el Movimiento ocupa un espacio tradicionalmente elitista y de difícil acceso, al mismo tiempo que obliga a la academia a abrir sus puertas a la experiencia y al conocimiento producidos al calor de la lucha.

Otro de los principales valores alimentados por el MST es el internacionalismo, entendido como valor y como estrategia política. El capitalismo, como sistema mundial, establece todo el planeta como campo de batalla y, por tanto, la resistencia también debe ser global. Además de las articulaciones entre movimientos campesinos —como La Vía Campesina y la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) en América Latina—, el MST participa en otros espacios de coordinación más amplios, como ALBA Movimientos y la Asamblea Internacional de los Pueblos.

Sin embargo, el internacionalismo no se limita a espacios de encuentros y reuniones internacionales. En tanto principio y valor de la organización, tiene que materializarse en acciones. Desde las más simples expresiones de solidaridad con los pueblos en lucha por parte de las familias acampadas y asentadas, hasta la construcción de brigadas internacionalistas, formadas por militantes del Movimiento para participar en misiones de intercambio en las áreas de agroecología, producción, educación y formación. Organizadas desde 2006, las Brigadas Internacionalistas del MST han estado en Venezuela, Haití, Cuba, Honduras, El Salvador, Bolivia, Paraguay, Guatemala, Timor Oriental, China, Mozambique, Sudáfrica y Zambia.

La más antigua de ellas, la Brigada Apolônio de Carvalho, cuyo nombre homenajea a un militante comunista brasileño que luchó en la Guerra Civil española y en la Resistencia francesa, actúa en Venezuela apoyando en la formación política y la difusión de técnicas agroecológicas. La Brigada Jean-Jacques Dessalines, en Haití, actúa de la misma forma desde antes del terremoto que destruyó el país en 2010. En Zambia, además de la agroecología, la Brigada Samora Machel trabaja en la alfabetización campesina y, en Palestina, cada dos años, la Brigada Ghassan Kanafani colabora en la cosecha de aceitunas en territorios amenazados por los colonos israelíes.

El futuro de la lucha por la tierra en Brasil

Las características del nuevo Programa Agrario del MST vienen dadas por las contradicciones y exigencias propias de la lucha en el campo. Nos dan la orientación de qué dirección debe tomar la lucha por la tierra, no solo en Brasil, sino en todo el Sur Global. Aquí destacamos algunas de estas dimensiones y desafíos.

La lucha por la tierra es cada vez más internacional. La alta concentración del ingreso y de la tierra provocada por el capital financiero redujo el control de toda la cadena de producción agrícola a tan solo 87 corporaciones con sede en 30 países (Pina, 2018). Estas corporaciones transnacionales amenazan la biodiversidad y las culturas locales con sus exigencias de estandarización de los alimentos, fijan los precios a nivel mundial e interfieren en legislaciones y derechos nacionales. Esto significa que la resistencia campesina también tendrá que ser cada vez más internacional, con plataformas y acciones conjuntas, con presión sobre las organizaciones multilaterales, pero principalmente luchando contra estas transnacionales en todos los territorios.

La lucha por la tierra es una lucha tecnológica. El agronegocio se define también por la difusión masiva de transgénicos y el uso intensivo de agrotóxicos (pesticidas y fertilizantes). Estas características son inherentes al propio agronegocio. Sin este paquete tecnológico, no es posible producir monocultivos a escala mundial. Por eso, el agronegocio “verde o sostenible” es solo publicidad. La superación de este modelo exige el fortalecimiento y la masificación de los experimentos en agroecología, la recuperación de los suelos y la biodiversidad, la apropiación y difusión de nuevas técnicas y tecnologías de producción y preservación ambiental, y la producción nacional de maquinaria, equipos y herramientas agrícolas adecuados a las necesidades del campesinado.

Pero no se trata solo de la tecnología en la producción agrícola. Como describimos en nuestro dossier nº 46, Los gigantes tecnológicos y los retos actuales para la lucha de clases (Tricontinental, 2021), las fusiones y la concentración características de los movimientos del capital financiero han reunido a empresas de tecnología, financieras tecnológicas y empresas del agronegocio para determinar el estándar tecnológico de la maquinaria y apropiarse de miles de datos de la naturaleza, “aprisionados” en la infraestructura de la nube controlada por el Norte Global.

La lucha por la tierra es una lucha por la alimentación. La pandemia de COVID-19 mostró cómo las corporaciones transnacionales aprovecharon la crisis mundial para inflar los precios de los alimentos y beneficiarse con la especulación. Pero someter los alimentos a la lógica del mercado financiero tiene además otras consecuencias, como la reducción de la producción de cultivos tradicionales o locales en favor de commodities con mayor aceptación en el mercado. Cultivos como la soja, cuyo destino es la producción de combustible o alimentación animal (Tricontinental, 2019), convierten antiguas plantaciones de alimentos en desiertos de monocultivos. A esto se añade el riesgo de generar crisis alimentarias al comprometer cosechas futuras en las bolsas de valores. Aun así, cuando el agronegocio no reduce la producción o dificulta el acceso a los alimentos, está produciendo alimentos de mala calidad, ricos en residuos de agrotóxicos.

La lucha por la tierra es una lucha ambiental. El agronegocio es uno de los responsables por la catástrofe climática y ambiental, principalmente debido a la deforestación a gran escala para sustituir bosques por plantaciones de commodities o por ganadería extensiva, que también emite grandes cantidades de carbono. Además, el modelo de expansión del agronegocio implica un consumo excesivo y desregulado de los recursos hídricos, la desaparición de variedades de plantas y semillas tradicionales, impactos ambientales inmediatos, como la reducción de la biodiversidad del suelo, entre otros.

La combinación de la lucha por la tierra con la lucha ambiental también exige denunciar las falsas soluciones del capitalismo verde como el mercado de créditos de carbono. En este contexto, una de las iniciativas con efecto práctico e inmediato a escala nacional es la meta de plantar 100 millones de árboles en los próximos años. En sus primeros cuatro años, el Movimiento ya ha plantado 25 millones de árboles.

Un buen ejemplo de cómo el MST combina luchas ambientales, tecnológicas y alimentarias está en la organización de las familias asentadas de la región metropolitana de Porto Alegre, en el sur del país. Se trata de la mayor producción de arroz agroecológico de América Latina. Son más de mil familias que producen individualmente o en cooperativas locales, pero todas organizadas en una cooperativa central, que presta asistencia técnica y asume la industrialización y comercialización del producto. Las familias participan tanto en la gestión técnica, responsable por la supervisión y certificación agroecológica, como en la gestión económica y política. La producción de arroz agroecológico se ha convertido en un símbolo de la capacidad productiva a gran escala de la agroecología, del compromiso del MST con la alimentación sana y también de la solidaridad, ya que grandes cantidades de los granos son donadas frecuentemente tanto a comedores comunitarios urbanos en la región como a otros países.

La lucha por la tierra es una batalla cultural. La consolidación de la hegemonía del agronegocio no se da solo por el control económico y tecnológico, sino también mediante la difusión de valores neoliberales y la defensa del “modo de vida” del agronegocio a través de innumerables mecanismos de la industria cultural, con publicidad constante en la televisión, patrocinio y financiamiento de medios de comunicación, organización de espectáculos y financiamiento de artistas que —literalmente— cantan odas al latifundio de monocultivo. La construcción de un modelo contrahegemónico de agricultura implica transformaciones en el modo de producción agrícola y en las propias relaciones sociales en el campo, con la agroecología, la cooperación y el estudio en oposición al monocultivo, el individualismo y la ignorancia.

Por otro lado, la agroecología también se ha convertido en una aliada para transmitir el mensaje de un modelo agrícola diferente, al juntar la cuestión ambiental, de salud, el saber popular y científico y la diversidad de la cultura popular. El Colectivo de Cultura del MST es un ejemplo de cómo puede desarrollarse esto. Este Colectivo trabaja para producir y fortalecer una cultura propia, basada en frentes de trabajo en literatura, teatro y artes plásticas, y han cumplido un papel importante en la relación con la sociedad, organizando los Festivales de la Reforma Agraria en los estados, una mezcla de feria de comida con actividades culturales con músicos del MST y simpatizantes de la lucha. Estos festivales reproducen localmente la experiencia exitosa de las Ferias Nacionales de la Reforma Agraria, realizadas en São Paulo, cuya cuarta y más reciente edición en 2023, reunió a más de 320 mil personas a lo largo de cuatro días.

Finalmente, la lucha por la tierra forma parte y depende de la lucha de las y los trabajadores en su conjunto. El campesinado por sí solo no tiene fuerza suficiente para enfrentarse a las grandes corporaciones transnacionales que controlan la agricultura. Para derrotarlas, se necesita un poderoso movimiento de masas. Además, las derrotas de estas corporaciones y del capital financiero abrirían ventanas de oportunidad para un proyecto socialista. En otras palabras, dado que la etapa actual del capitalismo ha elevado sus características a su máxima potencia, cada derrota infligida a este modelo debe y puede ser necesariamente anticapitalista y por lo tanto contribuir, desde el campo o en alianza con las y los trabajadores urbanos, a la construcción de un proyecto de emancipación humana.

Notas

1El Primer Plan Nacional de Reforma Agraria fue anunciado por el primer gobierno civil tras la dictadura empresarial-militar en 1985, pero nunca fue ejecutado.

2Antes de la llegada de los portugueses, lo que hoy es Brasil estaba habitado por cerca de 5 millones de personas, divididas en comunidades aldeanas, con dominio comunitario del territorio, dedicados a la caza, pesca, recolección y horticultura Maestri (2005).

3De los quilombos, que son asentamientos rurales ancestrales de población mayoritariamente negra, creados inicialmente por población esclavizada fugada. Crearon su propia forma de organización y tienen derechos similares a los de los territorios indígenas.

4Para un análisis más detallado de la cuestión agraria en Brasil, ver nuestro dossier no. 27: https://thetricontinental.org/.

5Comprometido con la lucha de clases, fue uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores y diputado federal en la elaboración de la Constitución brasileira después de la dictadura empresarial-militar.

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______ “En otra donación, el MST envió 11 toneladas de alimentos a las familias en Gaza”, 8 de diciembre de 2023. Disponible en: https://mst.org.br/2023/12/08/.

______ “Educação”. Consultado el 23 de febrero de 2024. https://mst.org.br/educacao/.

______ “Nossa Produção”. Consultado el 23 de febrero de 2024: https://mst.org.br/nossa-.

______ “Programa de Reforma Agrária Popular”. 2024. No publicado.

Pina, Rute. “Só 87 empresas controlam a cadeia produtiva do agronegócio”. Brasil de Fato, 4 de septiembre de 2018. Disponible en: https://www.brasildefato.com..

Spadotto, Cláudio y Marco Antonio Ferreira Gomes. “Agrotóxicos no Brasil”. Embrapa, 22 de diciembre de 2021. Disponible en: https://www.embrapa.br/.

Sudré, Lu. ‘Conheça a Escola Nacional Florestan Fernandes, há 15 anos formando militantes’. MST, 24 de enero de 2020. Disponible en: https://mst.org.br/2020/01/24/.

7. Entrevista a Ken Loach

Tras la entrevista a Laverty, en Jacobin publican ahora otra a Ken Loach, tras decidir jubilarse de cine, en la que rememora su carrera. https://jacobin.com/2024/04/

Ken Loach vuelve con una última película
Entrevista con Ken Loach
A sus 87 años, Jacobin se reunió con el legendario director Ken Loach para hablar de su última película, The Old Oak, de la influencia de la Nueva Ola Checa en sus películas y de por qué el cine de Hollywood es antitético a la experiencia de la clase trabajadora.
Entrevista realizada por Ed Rampell
Desde que en 1966 la obra televisiva de la BBC Cathy Come Home desencadenara cambios en las leyes inglesas sobre los sin techo, Ken Loach, hijo de un electricista, ha hecho películas sobre personajes corrientes y sencillos. En ellas se enfrenta a sistemas capitalistas injustos y crueles -desde la clase obrera británica a la guerra de la Contra en Nicaragua, pasando por las rebeliones irlandesas, la campaña de organización sindical «Justicia para los conserjes» de Los Ángeles o las acciones encubiertas en Belfast-, además de documentales como En conversación con Jeremy Corbyn, líder izquierdista del Partido Laborista, de 2016.
The Old Oak es la última película del incondicional socialista sobre los problemas de la gente corriente. Tras una larga y distinguida carrera en la dramatización y documentación de los desdichados de la tierra, The Old Oak es también el último largometraje de Loach, que cumplirá ochenta y ocho años el próximo mes de junio. Loach ha sido galardonado con dos Palmas de Oro en el Festival de Cannes, tres Premios César y tres Premios BAFTA, pero en 1977 rechazó la medalla de Oficial de la Orden del Imperio Británico. El historiador del cine David Thomson escribe: «Por su dedicación y seriedad, es una figura ejemplar». Ken Loach fue entrevistado a través de Zoom en West Country, Inglaterra.

Ed Rampell
Háblenos de The Old Oak y de lo que le llevó a dirigir esa historia.

Ken Loach
Habíamos hecho dos películas en el noreste [de Inglaterra]. Una [Yo, Daniel Blake, 2016] sobre la forma en que a las personas vulnerables se les niega la ayuda económica a la que tienen derecho por parte de un Estado que ve la pobreza como una forma de disciplinar a la clase trabajadora. La segunda película [Sorry We Missed You, 2019] trataba sobre la inseguridad laboral, la economía gig. No tienes seguridad laboral, te ven como un contratista independiente, cuando en realidad eres un empleado – pero no tienes los derechos de un empleado, de hecho, no tienes ningún derecho en el trabajo. Se trataba de las consecuencias de esta situación para la vida familiar.
Lo especial de la zona es que está muy definida, tiene un carácter muy fuerte, una cultura obrera muy fuerte. Se basa en las antiguas industrias, como la construcción naval, el acero y la minería del carbón. Y todas han desaparecido; todas han cerrado. Los pueblos son ejemplos visuales muy claros de lo que ocurre: las consecuencias del neoliberalismo. Nada debe interponerse en el camino de las empresas privadas para obtener el mayor beneficio posible. Así que no puedes tolerar sindicatos fuertes, por ejemplo. No puedes tolerar organizaciones fuertes. No se puede tolerar la resistencia de los trabajadores y sus demandas de mejores salarios, porque eso se interpone en el camino de los beneficios, de la competencia.
Hemos tenido gobiernos neoliberales desde los años 80. Ambos partidos son ahora partidos neoliberales, tanto el Partido Conservador como lo que se supone que es el Partido Laborista, que de hecho es también un partido de derechas. Es un poco como los republicanos y los demócratas. Se turnan para aplicar básicamente las mismas políticas económicas. Ves las mismas consecuencias.
El pozo, las casas que lo rodean, la iglesia, el bienestar de los mineros, el bar, la escuela, el médico, y luego el campo… cuando el pozo se cierra, todo se cierra con él, aparte de la gente que todavía queda, y que está abandonada. Queríamos contar esa historia, pero necesitábamos un catalizador que la revelara. Y Paul [Laverty] escuchó la historia de la llegada de refugiados sirios de la guerra de Siria. Los enviaron allí porque no estaban a la vista. La prensa de derechas no se estaría quejando de ellos todo el tiempo; están fuera de la vista, nadie va allí… no tienen ninguna razón para hacerlo. Llegan, han sufrido el trauma de la guerra, no tienen más que una maleta y lo que llevan puesto. La población local tiene muy poco. ¿Pueden convivir las dos comunidades?
Muchos de ellos están amargados y enfadados por lo que le ha pasado a su pueblo, que era una comunidad próspera y fuerte. Ahora está vacío. Junto a eso está la vieja tradición de los mineros, que es la solidaridad, el internacionalismo. Cuando hubo la gran huelga [de 1984], fueron a otros países y gente de otros países vino a los suyos, y les alojaron. Una gran hospitalidad. ¿Qué ha sido de eso? ¿Sigue viva esa tradición? ¿O está dominada por la amargura, la ira y el resentimiento? ¿Cuál de esas dos tendencias ganará? Y los sirios, no hablan el idioma, no tienen nada. Entonces, ¿pueden vivir juntos? ¿O al final ganará el resentimiento?
[Hollywood] es una cultura tan diferente, una forma tan diferente de ver el cine. Es difícil pensar que, como forma de acercarse al medio, hay algo intrínsecamente hostil en expresar la cultura de la clase trabajadora. Hollywood trata de crear gente famosa en las películas, el star system. Se trata de crear fama, gente a la que admirar y adorar. Eso va en contra de la credibilidad, porque estás viendo una gran actuación, pero tienes en mente las actuaciones anteriores de la estrella. Así que, obviamente, se han hecho grandes películas, aparentemente sobre situaciones de la clase trabajadora. Pero la esencia del cine de Hollywood es antitética a la experiencia real de la clase trabajadora.
En cuanto al reparto de El viejo roble, usted ha dicho que «los sirios de la película deberían ser los que se han establecido en la zona». Casi todos los sirios de El viejo roble son actores no profesionales. También lo son algunos de los lugareños ingleses. ¿Qué inspiró este enfoque?
Proviene principalmente de estar con la gente: Observar a la gente, participar en las mismas organizaciones, reuniones, campañas, preocuparse por las mismas cosas, estar a su lado y estar en los piquetes. Escucharles, sobre todo escucharles. Y recordar la historia de tu propia familia. Mi padre procedía de una gran familia minera. Aunque trabajaba en una fábrica, todos los miembros de su familia eran mineros. De ahí viene. Tienes que sentirte parte de esa cultura, o muy cerca de ella. El cine puede llevarte a otro ámbito social. No somos antropólogos que van a examinar otra especie. En realidad formamos parte de ella, dentro de lo que cabe. Me siento muy cercano a ella.
En cuanto al cine, los neorrealistas italianos lo que hicieron fue decir que las historias de la clase trabajadora son temas legítimos para las películas. Dijeron que está bien ir al cine y esperar ver historias de la clase obrera. Eso es muy importante.
Pero las películas que más me impactaron fueron las de la Nueva Ola checa de Miloš Forman, Jiří Menzel y otros directores por el estilo. Se deleitaban con la comedia humana, las conexiones, las relaciones, la interacción y simplemente el disfrute de la compañía de la gente. Dieron un enorme disfrute a las películas. Ese sentido de la cámara como observador. La forma en que estaban rodadas, cómo usaban las luces, simplemente su cálida humanidad era muy especial. Así que estas películas son con las que estoy más conectado.
Usted aborda uno de los grandes temas candentes en Estados Unidos y Europa en estos momentos: los refugiados y los inmigrantes, que es el núcleo de The Old Oak.
Los inmigrantes no tenían ningún control sobre su destino. Simplemente se les decía aquí es donde vais a vivir, aquí es donde os vais a quedar, y se les daban casas. Y les dieron casas en esa zona porque las casas son baratas. La gente se ha ido, no hay trabajo. Así que se les puso en un lugar donde no había trabajo, muy poca infraestructura, las escuelas se redujeron, las escuelas ya estaban bajo presión. Los médicos estaban bajo presión porque algunos consultorios habían cerrado. Además, a los inmigrantes que no hablaban inglés se les exigían requisitos adicionales y muy poco apoyo. A las autoridades locales se les avisó con muy poca antelación porque no hubo muchas consultas.
El otro problema es que cuando la gente no tiene nada, como los habitantes de esos pueblos, se enfada, se siente alienada, nadie se preocupa por nosotros, y de ese enfado surge la búsqueda de un chivo expiatorio, alguien a quien culpar. Es entonces cuando puede surgir el racismo. Porque aquí hay gente a la que culpar. Nuestros hijos no reciben una educación adecuada: es culpa de esos niños. No podemos entrar en el médico – es culpa de ellos, no los queremos aquí. Y entonces eso puede convertirse en racismo. Ese es el terreno fértil en el que puede crecer el racismo. Comienza con una queja justificada. No tenemos nada, no tenemos nada que compartir. Es un error que se les haya puesto aquí cuando las cosas están tan mal sin ninguna ayuda extra. Una queja justificada que se convierte en racismo.
El Viejo Roble conduce a un gran final. ¿Ve el desfile, la marcha de los mineros, como la alternativa a ese racismo, a esa división?
Pues sí. Se trata de un desfile real que tiene lugar en esa zona [Durham]. Es la mayor manifestación del país del poder de la clase obrera. Hay doscientas mil personas, diferentes sindicatos de todo el país. Es un despliegue masivo de poder organizado de la clase obrera – ignorado por los medios de comunicación. Nunca se informa de ello, por supuesto. Pero es un gran acontecimiento [anual].
Es una pequeña coda al final de la película. El verdadero final de la película es la comprensión de T. J. de que todo el trabajo que hicieron para reunir a la gente no fue en vano, aunque ya no tengan la trastienda [del pub], o no por el momento, donde puedan comer juntos. Encontrarán otra manera. Pero la conexión que se estableció no se desperdició.
¿Qué significa en inglés la escritura árabe de la parte inferior de la pancarta?
Es lo mismo que las palabras en inglés de la parte superior de la pancarta: «Solidaridad» y «Resistencia».
En la era posterior a [Margaret] Thatcher, hubo una tendencia de películas británicas que eran lo contrario del tipo de solidaridad que usted ensalza en películas como The Old Oak. Algunos ejemplos son Brassed Off (1996), The Fully Monty (1997), Billy Elliot (2000), Kinky Boots (2005) y, posiblemente, Little Voice (1998) y Calendar Girls (2003).
Estas películas planteaban la idea de que, para hacer frente a los cambios en la economía británica, en lugar de oponer resistencia militante y organizarse o participar en luchas colectivas, los trabajadores tenían que confiar en desarrollar nuevos talentos para salir adelante en la sociedad británica. ¿Qué opina de esta moda cinematográfica post-Thatcher?
Yo no criticaría otras películas. Ya es bastante difícil hacer una película sin que alguien la critique. Pero creo que el peligro es que pueden volverse sentimentales. En cierto modo, The Fully Monty trata de la humillación. Son hombres cualificados de clase trabajadora y verse reducido a quitarse la ropa por dinero es humillante. Por supuesto, hay mucha comedia y la comedia puede anegar la humillación. Pero la esencia es cómo se humilla a nuestros dignos y cualificados trabajadores. Esa es la historia que nos llegó. Por supuesto, todo el mundo disfruta con una buena carcajada, y el peligro es que las carcajadas anulen la humillación forzada por la que han pasado.
Lo importante, que la gente suele pasar por alto, es que la clase trabajadora es fuerte. Los trabajadores pueden apagar el interruptor y todo se para. No hay transporte, no hay producción, nada va a las tiendas, nada se vende, nada se distribuye. Toda la economía puede detenerse. La clase obrera tiene ese poder. Los explotadores no tienen ese poder. Sólo viven de los beneficios que extraen de los demás. A menos que seas político no ves eso; sólo ves la superficie. Pero la realidad es que si tiene que haber un cambio, vendrá de la clase trabajadora. No vendrá de los banqueros, de los superricos, de los paraísos fiscales, vendrá de la clase trabajadora. Porque ellos tienen la necesidad del cambio. Y en segundo lugar, tienen el poder de cambiar. Hasta que consigamos organizar eso, entonces vamos a perder. Pero tenemos el poder. Eso es lo que mucha gente pasa por alto.
¿Cómo describiría sus propias convicciones políticas?
El momento crítico para mí fue la década de 1960. Fue cuando empecé a pensar en el cine y a hacer películas sobre temas sociales. Un grupo de nosotros empezó a pensar: ¿cuál es el denominador común de todas estas condiciones? ¿La falta de vivienda, la pobreza, la falta de opciones? ¿Por qué la gente vive con tan poco cuando la riqueza es tan abundante? En aquel momento, empezó todo un movimiento de Nueva Izquierda y uno de los lemas clave era: «Ni Washington ni Moscú». En otras palabras, nos oponemos tanto al capitalismo de Occidente como al estalinismo de Oriente. Obviamente, la historia de lo que ocurrió en Rusia fue muy importante, y la lucha con [José] Stalin y [León] Trotsky fue importante, y los movimientos que surgieron a partir de ahí, los movimientos antiestalinistas.
Si surgió un principio rector, fue el conflicto de clases esencial en el corazón de todas nuestras sociedades, que es la lucha entre los que venden su trabajo y los que se benefician de él. Ese conflicto es irreconciliable. Tienen intereses directamente opuestos. Una vez que se ve eso, todo queda muy claro. Margaret Thatcher lo entendió mejor que nadie. Para que el capitalismo tenga éxito, la clase obrera tiene que pagar el precio. Debilitar a los sindicatos, recortar los salarios, cerrar las fábricas, desempleo masivo, hacer que la gente compita por los puestos de trabajo porque eso los hace más disciplinados, leyes antisindicales, derrotar a los huelguistas en las disputas. Y curiosamente, fueron el Partido Laborista y los líderes sindicales quienes se confabularon en eso porque son socialdemócratas y también creen en el capitalismo.
Para mí, un análisis político que comience con ese conflicto de clases esencial es el mapa y la brújula de la política. Muy sencillo, pero muy claro.
¿Cree que la alternativa es alguna forma de democracia socialista?
Pues sí. Y entonces las dos palabras serán indistinguibles. Pero, en primer lugar, hay que organizarse, tener una dirección con principios, una dirección hábil que entienda no sólo los principios, sino también las tácticas, y que pueda guiar el camino a través del pantano de sectarismo de la izquierda -ya sabes, todos los egos, las vanidades, los aspirantes a líderes- y unir a las organizaciones de la clase obrera. Es una tarea ingente, ingente, ingente, pero uno esperaría que el objeto de las circunstancias exigiera que surgiera un liderazgo. El problema es, ¿dónde está?
Lleva treinta años colaborando con Paul Laverty, el guionista de The Old Oak. ¿Cómo es esa colaboración?
Debo decir, en primer lugar, que los personajes son de Paul, el guionista. Somos realmente una asociación de iguales. Paul empieza con una hoja en blanco. Los personajes y las historias son suyos, así que no debo atribuirme el mérito del trabajo de otro. Es brillante, un gran amigo y camarada; hemos trabajado juntos durante treinta años. El director se lleva toda la atención y a menudo se olvida a los guionistas. Tengo que reconocer el mérito de Paul, es un gran amigo y un guionista brillante.
Se dice que The Old Oak es su último largometraje. ¿Qué va a hacer ahora? ¿Qué es lo próximo para Ken Loach?
Pues no lo sé. La vida está muy llena. Hay muchas reuniones, campañas… es un placer conocerte, a la gente le gusta hablar. Eso es bueno. Hay muchas cosas en marcha, puedo llenar mi agenda tres veces. He tenido mucha suerte. Con el paso de los años, cada vez puedes hacer menos cosas. Y también un partido de cricket y de fútbol, de vez en cuando, como espectador.
Ken Loach es un cineasta socialista. Entre sus obras figuran Kes y Yo, Daniel Blake.
Ed Rampell es un historiador y crítico de cine afincado en Los Ángeles, autor de Progressive Hollywood: A People’s Film History of the United States, y coautor de The Hawaii Movie and Television Book.

8. Momento Suez.

Si el otro día Bhadrakumar consideraba que las cosas le iban bien en el frente diplomático a EEUU, hoy da la de arena tras su fracaso para conseguir una condena de Irán por el ataque a Israel, que se enfrenta por su parte a su «momento Suez» de reconocimiento de su debilidad. En el artículo se habla también del reconocimiento del estado palestino. Como se pronostica, finalmente EEUU tuvo que usar su veto para impedirlo. https://www.indianpunchline.

Publicado el 18 de abril de 2024 por M. K. BHADRAKUMAR
Israel lidia con su «momento Suez»
La iniciativa diplomática de Estados Unidos de emitir una declaración conjunta condenando a Irán por su «ataque contra el Estado de Israel» ha acabado en fiasco, ya que apenas ha tenido partidarios fuera del bloque de naciones occidentales.
Esto supone un duro golpe para la autoestima estadounidense. Lo peor de todo es que Turquía, una importante potencia de la OTAN y de Asia Occidental, a la que el presidente Biden está cortejando personalmente últimamente, se negó a firmar la declaración conjunta.
Los 8 desertores de la Mayoría Global que acataron el dictado estadounidense son dos disidentes de América Latina y de la región euroasiática, Corea del Sur y tres naciones insulares del Pacífico.
Toda África, Asia Occidental, Asia Central, Asia Meridional y la región de la ASEAN se negaron a asociarse a la iniciativa estadounidense. Por supuesto, ni un solo país musulmán tocaría la declaración conjunta ni con un palo.
Esta es la humillante historia del aislamiento de Estados Unidos en la ONU. La comunidad internacional comprende perfectamente la hipocresía y el notorio doble lenguaje que caracteriza a la diplomacia estadounidense. En el emergente mundo multipolar, esta conciencia se traducirá inevitablemente en la propensión de la Mayoría Global a elegir.
La conclusión es que Irán no atacó a Israel. Irán, en cambio, tomó represalias ante un ataque flagrante de Israel contra su soberanía en violación del derecho internacional y de la Carta de la ONU, lo que equivalió a un acto de guerra.
Y lo que es más importante, las represalias de Irán se limitaron a los objetivos militares israelíes implicados en el ataque de Damasco del 1 de abril y tenían el claro objetivo de demostrar su capacidad de disuasión en el futuro para disuadir a Israel de seguir escalando posiciones, y todo ello teniendo cuidado de evitar víctimas civiles.  
Teherán hizo pública la razón de ser de su movimiento contra Israel y mantuvo informadas a las potencias mundiales con mucha antelación, incluida, irónicamente, la Administración Biden, con plena conciencia de que Estados Unidos alertaría a Israel.
Por lo tanto, la explicación más caritativa que se puede dar a este movimiento idiota de la Administración Biden para suscitar la condena internacional de Irán es que la cola del presidente Biden está ardiendo en el circuito de campaña en EE.UU. y no se ve por ninguna parte que Irán pincha el aura de invencibilidad del Estado judío anclada en la destreza militar estadounidense.
La gran pregunta es cómo valorará el primer ministro Benjamin Netanyahu la iniciativa de Biden y, lo que es más importante, el intento desesperado de Estados Unidos de bloquear la candidatura palestina a la condición de Estado en el Consejo de Seguridad de la ONU sin emitir un veto. De hecho, haciendo caso omiso de la declaración conjunta emitida en Nueva York, proclamó desde Tel Aviv que Israel tiene mente propia y tomará sus propias decisiones en función de sus intereses, independientemente de lo que le aconsejen sus aliados o amigos. Se trata de una puya apenas disimulada, incluso cuando los representantes de las naciones cristianas de Europa están viajando a Israel en los últimos días para apoyar los intentos de Estados Unidos de apaciguar a Netanyahu.
Al parecer, Netanyahu afirmó en presencia en Tel Aviv del ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, David Cameron, y de la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, que Israel subirá la escalera de la escalada, mostrando el dedo corazón a los dos políticos visitantes que, por otra parte, estaban haciendo todo lo posible por mostrar su solidaridad con Israel cuando se enfrenta a la hora de la verdad. ¿Cuál es el secreto que se esconde tras tan temeraria audacia por parte de Netanyahu?
Está claro que Netanyahu, un avezado luchador en la oscura y despiadada jungla de la política israelí, está bailando al son de varias melodías. En primer lugar, está jugando de cara a la galería nacional para apaciguar los sentimientos belicistas de la opinión pública, especialmente de los ultranacionalistas de su coalición.
Tanto Cameron como Baerbock habrían instado a Netanyahu a mostrar moderación, advirtiéndole de que cualquier hostilidad directa adicional contra Irán podría desencadenar una guerra regional. Ambos dignatarios visitantes reconocieron públicamente el derecho de Israel a tomar sus propias decisiones. Por su parte, Netanyahu también expresó la esperanza de que cualquier represalia israelí a la represalia de Teherán del 13 de abril se ejecutara «de una manera que sea inteligente además de dura y que también haga lo menos posible para escalar este conflicto».
Este juego de palabras le resulta fácil al veterano político británico, pero lo que confiere patetismo a las palabras de Cameron es que Gran Bretaña también se daría cuenta de que bien podría ser el «momento Suez» de Israel en la política de Asia Occidental.
En 1956, durante la llamada Crisis de Suez, cuando el Reino Unido junto con Francia e Israel invadieron Egipto para hacerse con el control del Canal de Suez, Washington, horrorizado por el hecho de que las operaciones militares hubieran comenzado sin su conocimiento, presionó al Fondo Monetario Internacional para que denegara a Gran Bretaña cualquier ayuda financiera, lo que a su vez obligó a Londres a aceptar a regañadientes un alto el fuego propuesto por la ONU y a retirarse.
De hecho, los historiadores estimaron más tarde que la desventura británica de dar un puñetazo por encima de su peso no hizo sino poner de relieve el declive del estatus del Reino Unido y confirmarlo como una potencia mundial de segundo nivel.
Por supuesto, Biden no es Dwight Eisenhower. Pero el viaje de Cameron a Asia Occidental en este momento refresca la memoria. Y su advertencia no sonará hueca en los oídos de Netanyahu.
En cualquier caso, Times of Israel ha informado hoy, citando a la televisión israelí, de que «Netanyahu archivó los planes de represalia preparados de antemano contra el bombardeo iraní del fin de semana» tras hablar con Biden. La cadena pública Kan citó a una fuente de alto rango: «La respuesta ya no será la que estaba planeada, las sensibilidades diplomáticas se impusieron. Habrá una respuesta, pero parece que será diferente de lo planeado». La televisión señaló que el comentario apuntaba probablemente a una respuesta israelí más débil de lo que se había aprobado.
El quid de la cuestión es que Teherán ha transmitido el firme mensaje de que tiene en reserva una formidable capacidad estratégica para atacar directamente a Israel. En realidad, la propaganda occidental/israelí de que casi todos los proyectiles disparados contra Israel fueron interceptados y «hubo pocos daños», bla, bla, es irrelevante.
Los que toman las decisiones en Israel son realistas testarudos que saben que enfrentarse a Irán por sus propios medios está muy por encima de la capacidad de su país, a menos que Biden ordene la intervención directa de Estados Unidos en la guerra subsiguiente. Este es realmente el «momento Suez» de Israel.
Israel necesita urgentemente una nueva forma de pensar para apagar los «anillos de fuego» encendidos por el difunto general iraní Qassem Soleimani que se ciernen sobre él y que son endémicos de la nueva era de guerras híbridas. Ucrania está a punto de aprender esa amarga lección cuando ya parece demasiado tarde.
No es casualidad que el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, llamara ayer al presidente ruso, Vladimir Putin, para transmitirle, según la lectura del Kremlin, que las «acciones de Teherán habían sido forzadas y limitadas». Al mismo tiempo, subrayó que Teherán no está interesado en una mayor escalada de las tensiones».
La lectura subrayó que «el conflicto palestino-israelí no resuelto era la causa fundamental de los actuales acontecimientos en Oriente Próximo». Los presidentes confirmaron la posición de principio de Rusia e Irán a favor de un alto el fuego inmediato en la Franja de Gaza, el alivio de la grave situación humanitaria y la creación de condiciones para una solución política y diplomática de la crisis.»
Aquí están las semillas germinales de una nueva forma de pensar, si es que los dirigentes israelíes las aceptan. Rusia puede ser de ayuda, si se tienen en cuenta las señales procedentes de Moscú en los últimos días.
En pocas palabras, la llamada de Raisi a Putin el miércoles siguió a una conversación telefónica entre el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y el ministro de Irán, Hossein Amir-Abdollahian (por iniciativa de la parte iraní) el domingo anterior, que a su vez fue precedida un día antes por una conversación telefónica entre el secretario del Consejo de Seguridad ruso, Nikolay Patrushev, y el jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Israel, Tzachi Hanegbi.
Desde entonces, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha llamado la atención sobre estos intercambios «constructivos» en curso acerca del aumento de las tensiones en la situación de Asia Occidental.

9. Petromasculinidad

Mañana celebramos el Día del Libro, así que estaré más que liado y no creo que pueda enviar mensajes a esta lista.

El auge de los «influencers» de extrema derecha entre nuestros jóvenes no es solo cosa de España. Nos viene importado y es habitual en todo el mundo. Aquí un ejemplo aplicado al cambio climático y el machismo. Debo ser muy poco «masculinista», porque, para mí, todos esos símbolos de lo que para ellos es triunfo -«ropa lujosa, puros, coches deportivos y éxito financiero»- es para mí la máxima expresión del garrulismo. Por desgracia, como demasiada carne, eso sí.

https://basta.media/sur-

En TiKTok, Instagram, Youtube… masculismo rima con escepticismo climático
17 de abril de 2024 por Pauline Ferrari
Además de sus posturas misóginas, muchos influencers masculinistas también están difundiendo ideas erróneas sobre el calentamiento global. Porque les gustan demasiado los coches, la carne… y la dominación. Lo analizamos en profundidad.
El 27 de diciembre de 2023, Andrew Tate, excampeón de kickboxing y autoproclamado rey de los masculinistas, publicó un tuit dirigido directamente a la activista ecologista Greta Thunberg: tras presumir de poseer 33 coches deportivos con motores contaminantes, añadió «Por favor, envíame tu dirección de correo electrónico para que pueda enviarte una lista completa de mi colección de coches y las enormes emisiones de cada uno».
La respuesta de Greta Thunberg se hizo viral: «Sí, gracias por iluminarme. Envíeme un correo electrónico a
micropeneenergia@» («Sí, por favor, ilumíname. Envíame un correo electrónico a smalldickenergy@getalife.com«)
La desinformación sobre el calentamiento global nunca ha estado tan extendida: un estudio del CNRS de 2023 mostraba que en X, antes Twitter, las cuentas de escépticos climáticos iban en aumento. Según este estudio, los escépticos climáticos representaban el 30% de las cuentas que hablaban de medio ambiente en Internet.
Las poblaciones más reaccionarias o reticentes a la idea del cambio climático, sobre todo en Estados Unidos, son los hombres blancos conservadores», explica Mathieu Colin, investigador de la Cátedra UNESCO de Prevención de la Radicalización y el Extremismo Violento, especializada en radicalismo político y religioso. Otros estudios muestran que se trata de personas en posiciones de poder bastante elevadas que gozan de cierto prestigio: hay una cuestión de conservación del poder en juego en el acto de negar el cambio climático».

Negociadores del clima y pro-QAnon
No es de extrañar entonces que los más fervientes defensores de la masculinidad tradicional vean la ecología como una pérdida de tiempo, una pérdida de privilegios o una conspiración. «Para los masculinistas y la extrema derecha, hay que preservar un orden social patriarcal blanco, que ha dominado la sociedad occidental y el planeta. Así que se trata de salvaguardar las estructuras de poder y las tecnologías», afirma el investigador Mathieu Colin.
El estudio del CNRS 2023 sobre las cuentas negacionistas del clima en X se centró en particular en un perfil, el de Elpis_R, con 25.000 suscriptores. Elpis_R difunde desinformación sobre el calentamiento global y cuestiones medioambientales, al tiempo que mezcla retórica de movimientos conspirativos estadounidenses como QAnon.
En concreto, Elpis apoya la teoría de que la actual alteración del clima se debe a los ciclos naturales de calentamiento del planeta, que son normales y han estado presentes desde el principio de nuestra era. También defiende la idea de que las políticas climáticas son el resultado de un deseo de control por parte de gobiernos y multinacionales.

[Captura de pantalla de un vídeo publicado en X/Twitter. Encima del vídeo se lee «»El CO2 no tiene ningún efecto sobre el clima, nada. El CO2 es sólo alimento para las plantas, duplicar el CO2 sería algo muy bueno, además de un 40% más de crecimiento de las plantas. La verdad saldrá a la luz cuando el público se dé cuenta de que las multinacionales les han robado en nombre del planeta». En el vídeo habla un anciano. Los subtítulos dicen: «El dióxido de carbono en la atmósfera es sólo alimento para las plantas».
Uno de los vídeos climatodenialistas de Elpis en X].
Esta desinformación recuerda al escepticismo climático de la extrema derecha. «Son círculos que creen que el cambio climático es ante todo una agenda globalista, y representa o bien una hipocresía total por parte de sus dirigentes. O bien afirman que los estudios del IPCC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático] o de la ONU se basan en datos científicos falsos, porque otros estudios los contradicen», explica Mathieu Colin.

Interpretación feminista del escepticismo climático
Esta estrategia retórica también se aplica en los círculos masculinistas. Andrew Tate, por ejemplo, no duda en cuestionar el principio mismo del calentamiento global, señalando la hipocresía de los dirigentes que «compran casas junto al mar» cuando la subida del nivel del mar debería estar tragándoselas.
A todo esto se unen las teorías conspirativas. Andrew Tate afirma regularmente que las políticas climáticas son una «creación de Matrix» (una teoría de la conspiración inspirada en la película Matrix y recuperada por los círculos de pensamiento masculinistas, según la cual la gente suele ser engañada por «una élite»). Para el kickboxer, las políticas climáticas son una herramienta de control de la población.
El argumento es compartido por ciertos influencers franceses de extrema derecha con tintes virilistas, como el youtuber Papacito, alias Ugo Gil Jiménez. Este hombre fue juzgado en febrero por «incitación al odio» (la sentencia se ha aplazado hasta el 26 de abril). En un vídeo publicado en TikTok, Papacito [sic, en español] cuestiona la idea del calentamiento global, antes de afirmar que «en cualquier caso, va a haber un cambio climático […], la gente está completamente domesticada, así que ahora todo pasará».
En 2018, la investigadora Cara Daggett, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Virginia Tech de Estados Unidos, propuso una lectura feminista del escepticismo climático, utilizando el término «petromasculinidad»: la producción y el consumo de combustibles fósiles serían elementos centrales de la identidad masculina dominante, particularmente movilizada en la extrema derecha[1].
En las producciones de los masculinistas en YouTube, X, Instagram y TikTok, los vínculos entre masculinidad y consumo de combustibles fósiles están entrelazados. Con Andrew Tate y Alex Hitchens, un francés que se autodenomina «coach de seducción», los modelos de masculinidad presentados son todos los mismos: ropa lujosa, puros, coches deportivos y éxito financiero.
«Cuando se tiene poder, se tiene total confianza en conservarlo. Hay una obsesión por preservar el poder financiero y el poder asociado a él», afirma Carine Pionett, investigadora independiente especializada en estudios de género y ecología política.
Otro tema que hace cosquillas a muchos defensores de la masculinidad tradicional es el consumo de carne. En 2022, las diputadas ecologistas Sandrine Rousseau y Marine Tondelier fueron víctimas de ciberacoso masivo tras señalar que comer carne tenía un impacto sobre el planeta. «Existe un vínculo entre el patriarcado y la presión sobre los recursos naturales. Hay comportamientos virilistas que tienen un mayor impacto en el planeta y que además son malos para la vida en sociedad», dijo Marine Tondelier, provocando una oleada de comentarios insultantes y respuestas en forma de fotos de filetes en barbacoas.
«Para los movimientos masculinistas, comer carne se convierte casi en un acto de identidad para salvaguardar la masculinidad. Comer carne está intrínsecamente ligado a la idea de masculinidad», señala el investigador Mathieu Colin. En los círculos masculinistas, no dudamos en llamar «hombres de soja» a los hombres profeministas, y nos burlamos abiertamente de los hombres vegetarianos o veganos, alegando que comer carne roja elevaría los niveles de testosterona.»

Una ecología misógina y xenófoba
«La extrema derecha también se ha construido sobre la idea de glorificar la masculinidad del mismo modo que se glorifica la figura del guerrero», afirma Mathieu Colin. Así que estas nebulosas, a veces heterogéneas, creen que tendrán que luchar contra la ideología dominante, la del progresismo y la clasificación de sus residuos. Sin embargo, en los últimos años, militantes masculinistas de derecha y extrema derecha han desarrollado en la red su propio discurso sobre la ecología.
Julien Rochedy, ex director del Front National de la Jeunesse y notorio antifeminista, habla de ecología en vídeos colgados en YouTube e Instagram. Defiende la idea de que la ecología no debe dejarse en manos de la izquierda.

[Captura de pantalla de un vídeo de Julien Rochedy.  Se lee «La izquierda ha robado la ecología».]
«En la extrema derecha francesa existe la idea de preservar el territorio como forma de preservar la identidad francesa, pero también las tradiciones», explica el investigador Mathieu Colin. En sus investigaciones, se ha interesado por el ecofascismo, que juega con el imaginario de una naturaleza mitificada y glorificada, «con un vínculo orgánico entre la tierra, un territorio, un pueblo y una raza».
En esta ideología, desarrollada por una parte de la alt-right estadounidense, la preservación del territorio nacional se consigue a expensas de otras poblaciones consideradas inferiores, que deben ser expulsadas o incluso eliminadas. Esta ideología no se limita a Estados Unidos.
En Francia, Tenesoun, un grupo de ultraderecha descendiente de Bastion Social, un movimiento neofascista disuelto en 2019 por el Gobierno, pretende ahora hacer «ecología de base» [2] y panfletos en los mercados.
En estos grupos neofascistas, «está presente la idea de una fuerte binaridad de género, con un hombre que es la mano armada de la civilización, y una mujer que protege el hogar y permite que la raza se perpetúe», analiza Mathieu Colin. Incluso cuando se visten de verde, los grupos masculinistas y de extrema derecha no ocultan su xenofobia y su misoginia.
Pauline Ferrari
Notas
[1] Véase el libro de Cara Daggett Petromasculinity. Du mythe fossile patriarcal aux systèmes énergétiques féministes, Wildproject, 2023.
[2] Véase también la investigación de Mediapart.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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