Reflexión del profesor Alfredo Iglesias Diéguez

Hace un par de días (martes o miércoles, no recuerdo), le comentaba a mis alumnos y alumnas de 2º de bachillerato, a quienes les doy Historia de España (ahora mismo estamos con Isabel II), que las manifestaciones ante las sedes del PSOE (que les hacían mucha gracia a un pequeño grupo…, todo empezó porque les oí un ‘vamos a Ferraz’), me provocaban auténtico terror. Me contestaron que era un exagerado. Esta es la respuesta, más o menos, no me gravé, pero es lo que pienso:

«me causan pavor los cánticos, los lemas, los rezos a las vírgenes y a los santos patrones de España; me resulta repugnante el machismo desbocado que transmiten, su homofobia y su racismo -y esa gente habla en nombre de la libertad y la igualdad-; me causan repugnancia sus maneras de actuar…, aparentando en muchos casos rebeldía e indignación, cuando son lo más ultramontano y conservador que se vio por el panorama patrio en los últimos 48 años -quedan unos días para el 20N-; detesto que esas mismas personas que en la campaña del 23 de julio bajo la fotografía de Abascal gritaban LIBERTAD, ondeen banderas franquistas y banderas españolas sin escudo pero con esvásticas dibujadas o banderas españolas con el escudo recordado -algunas porque les tuvieron que recortar el águila imperial del escudo franquista, otras parece ser para mostrar su rechazo al rey Borbón…-; pero realmente lo que me causa verdadero terror es ver banderas blancas con la cruz de Borgoña! La bandera imperial de los Austrias: la España estamental en la que si nacías campesino morías campesino atado de por vida a unas tierras que tenías que trabajar para ‘regalarle’ a los señores laicos y eclesiásticos una parte de tu trabajo a cambio de nada; la España ‘absolutista’ en la que no existía división de poderes porque todos los poderes residían en el soberano y en los señores, tanto laicos como eclesiásticos, que podían impartir justicia a su antojo y libre albedrío; la España en la que un señor jurisdiccional podía violar a una mujer a su antojo porque a eso se le llamaba ejercer el derecho de pernada en la noche de boda de sus siervos…; la España de la guerra permanente: guerras de conquista en América, en Asia y en Oceanía, guerras de religión en Europa, causa de hambre, destrucción y muerte -creo que a eso los fanáticos de ese discurso le llaman ‘glorias del imperio español’; la España de la Inquisición, de las torturas para obtener confesiones, ya sea de brujería o de prácticas satánicas o de lo que fuese como un mecanismo de perseguir a la mujer y hacer de ella una ‘perfecta casada’, como le pedía Fray Luis de León a las mujeres en 1583; la España oscurantista dominada por la fe y por la Iglesia, que abominaba de las luces y la razón -la Ilustración coincide con el siglo en que llegan al trono de España los Borbón-…, no sigo para no cansar…»

El caso es que dándoles vueltas al tema este de la bandera de los Austria, hoy cuando leí tu página herida caí de la burra: la España que les gustaría a los independentistas es la España de los Austrias…, ¿cuándo empezaron los males de Cataluña? El 11 de septiembre de 1714, cuando Felipe V de Borbón, derrotó definitivamente al archiduque Don Carlos de Austria, que era del lado que se pusieron los territorios de la corona de Aragón que aspiraban a mantener los ‘fueros y libertades’ tradicionales de Cataluña -y supongo que también de Aragón, Valencia, Mallorca y las Dos Sicilias-.

¡Son tal para cual! Podían juntarse en Waterloo el Vivales y Abascal, tienen muchos puntos en común. Ya sé, es posible que se diferencien en muchas cosas -no tengo claro que en tantas-, pero tengo claro que la que más les diferencia -su idea de España y de Cataluña-, es la que los hace más semejantes, la que les une: no aceptan la diversidad ni la pluralidad, que se traduce en un profundo discurso de odio contra las diferencias -catalanidad, galleguidad o lo que sea diferente en este país tan diverso-, por parte de unos; y, contra el demos común y unitario que compartimos tantas personas diferentes de este país tan diverso, por parte de otros. ¡Les une el discurso del odio, el horror a la diferencia!

El problema, ya lo decían los clásicos desde Marx hasta Hobsbwan, está en asumir políticas centradas en la identidad, ya sea nacional, étnica, religiosa o de cualquier otro tipo. La democracia no es hacer políticas para los tuyos -el estado sionista de Israel es el perfecto ejemplo de una falsa democracia, ya que se basa en políticas identitarias, como estamos viendo en la masacre de Gaza; y el estado nacionalcatólico de España es otro ejemplo de lo mismo, por eso para aparentar normalidad se inventó aquello de la ‘democracia orgánica’. La democracia no es para identidades, es para demos que comparten una aspiración común y se dotan de una ley común para convivir de una forma justa y solidaria, en paz y bienestar…, ya lo decían los clásicos, por la felicidad de los pueblos.

Ya me pierdo… y estoy entrando en temas a los que le tendría que darle alguna vuelta más y matizarlos… Lo dejo así.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

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