(Página herida) La pancarta

 

[…] Florecerán los besos/ sobre las almohadas./ Y en torno de los cuerpos/ elevará la sábana/ su intensa enredadera/ nocturna, perfumada./ El odio se amortigua/ detrás de la ventana/ Será la garra suave/ Dejadme la esperanza.
Miguel Hernández, “Canción última” (últimos versos)

(Sobre la cita inicial: Miguel Hernández nos sigue acompañando. Porque siempre es buena compañía y para recordarles que celebraremos un encuentro a finales de febrero que, con toda seguridad, será de su interés: Colectivo Juan de Mairena, “Homenaje a Miguel Hernández” Librería Byron (Barcelona), 25 de febrero, 10:30. ¡Están invitados! ¡No se lo pierdan!)
“La dificultad para encontrar casa ya se extiende a los vecinos de la región metropolitana de Barcelona”. Para dos de cada tres residentes, para el 66,6 %, es “difícil encontrar una vivienda asequible que se adecúe a sus necesidades en su barrio o municipio” [1]. Una migración interna forzada, desplazamientos y más desplazamientos: tiempo perdido, contaminación, mala calidad de vida, etc. Un drama para muchas familias, para muchos jóvenes (y no tan jóvenes). Alquileres imposibles, hipotecas por las nubes. La otra cara de la moneda: el BBVA aumentó sus beneficios en el ejercicio de 2022 en torno al 40% (los casos del Santander y el Deutsche Bank son tan o más escandalosos).
Asuntos esenciales, desde luego. Les hablo ahora de las manifestaciones (Barcelona, Madrid) de hace dos semanas.

Entre otras causas, éxito de la la manifestación de la ultraderecha española del sábado 21 es una de las externalidades generadas por las prácticas del nacional-secesionismo .Cat. Lo saben y no les importa un carajo. Su posición, su “guerra cultural”: demostrar que España no tiene arreglo, y que sigue siendo un país de fachas y reaccionarios. Nada que ver, eso aseguran, con la Cataluña democrática, con “casa nostra”.

La otra manifestación, la del jueves 19 de enero: en Barcelona, en Montjuïc, contra la reunión de los gobiernos español y francés. Esta democrática, muy democrática, afirmaron, nada que ver con los ultraderechistas españolas ni con nada que se asemeje.

Observen la pancarta: “Gabachos[franceses] y ñordos [charnegos]: ¡largaos de nuestro país!”. Sin entrar en el uso de gabachos a estas alturas del siglo, quien dice charnegos, dice castellanohablantes que viven en Cataluña, muchos de ellos nacidos aquí. Entre ellos mis padres, mi esposa-compañera, mi hijo, mis familiares, yo mismo que tengo apellidos que “me delatan”. “Nuestro país”, por supuesto, remite a los nacionalistas catalanes; el país, piensan, es de ellos. Como las calles, y sin compartir.

Así como la hispanofobia es una arista cultural y sentimiento generalizado en el movimiento nacionalista catalán en sus diferentes variantes, la pancarta en cuestión no es ciertamente representativa del sentir, decir y hacer de todo el movimiento. Pero sí lo es, no vale cegarse, de un sector. Se dirá que en todos los movimientos hay sectores fanatizados, y se dirá bien… o casi bien. Pero es algo más que eso, no es una anécdota insignificante.

Un grupo de manifestantes insultaron a Junqueras (traidor, botifler, vuelve a la cárcel) y le obligaron a dejar la manifestación. Lucha (despiadada) entre tendencias “del país”. Pero nadie fue capaz de formular ninguna crítica contundente a la persona o personas que llevaban esa pancarta, nadie fue capaz de presionarle para que la bajara, para que se mantuviera fuera de aquella manifestación. Jugaba en casa, era uno de los suyos (Borràs, Puigdemont). Se pasaba un poco, què hi farem!, pero lo que en ella se afirma no está en contradicción con el pensar y sentir (conviene remarcarlo: con el sentir) de una (¿buena?) parte de los manifestantes.

En síntesis: el movimiento nacional-secesionista (por ejemplo el próximo a Puigdemont “el Vivales”, lo siguen considerando presidente legítimo de Cataluña), tiene entre sus fieles (el término religioso es pertinente) un sector claramente reaccionario, muy xenófobo, próximo a otras manifestaciones de extrema derecha en España y Europa. No solo los de VOX son gentes de extrema derecha, no solo hubo manifestantes de extrema derecha en la manifestación de Madrid. También están aquí, a “casa nostra”.

(Mientras escribía esta página herida y me daba cuenta de que le faltaba punta, mucha punta, he pensando varias veces en Javier Pardo. ¡Qué magnífica y sarcástica nota nos hubiera regalado “Singuer Lin”!)

PS. Sin entrar en algunas referencias a la inmersión y en el “es catalán quien vive y trabaja en Cataluña” (habría que añadir: y quiere…y no pasa nada si no quiere, si no se siente así y comparte sentimientos dobles o triples), Jaume Reixach ha publicado en El triangle un editorial, “Talibanes, ni en Afganistán ni en Cataluña”, en el que destaco el paso siguiente: “Por eso, lamento que en su senectud, Jordi Pujol haya abandonado el principio que “es catalán todo aquel que vive y trabaja en Cataluña”. Ahora ha cambiado de opinión y ha dado el paso abismal de identificar el hecho de ser catalán con hablar la lengua catalana. Lo recoge el libro “La última conversación, del japonés Ko Tazawa: “Nosotros, entre que tenemos una natalidad baja, tanta inmigración (…), estamos amenazados de quedar minorizados dentro de Cataluña”, afirma el ex-presidente, asumiendo el discurso típico y abominable de la ultraderecha.” Suscribo crítica y agradezco el comentario. Un día hablamos con más calma de esa definición, aparentemente bondadosa, del ser catalán como todo aquel que vive y trabaja en Cataluña.

Notas

1) https://elpais.com/espana/catalunya/2023-01-30/la-dificultad-para-encontrar-casa-ya-se-extiende-a-los-vecinos-de-la-region-metropolitana-de-barcelona.html.

2) https://www.eltriangle.eu/es/2023/01/23/talibanes-ni-en-afganistan-ni-en-cataluna/.

Autor: admin

Profesor jubilado. Colaborador de El Viejo Topo y Papeles de relaciones ecosociales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *